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I. Introducción(712)
2. Problemática
Ya hemos dicho que las nociones sobre el concepto de persona han ido evolucionando,
y nuestro criterio es que todo ser humano es, por esa sola circunstancia y sin
consideración de calidades o accidentes, una persona, lo que se extiende a las
personas que se encuentran concebidas, aunque no nacidas.
Mas, como decíamos, los avances biogenéticos vuelven a poner la temática sobre el
tapete, y los conceptos que siempre fueron aceptados como verdades son hoy sujetos
a revisión.
El hito en la materia se encuentra en el año 1978, en que nace Luisa Brown, el primer
"bebé de probeta"; de allí en más el avance constante en este campo de la ciencia
determinó la existencia de bancos de semen y de óvulos, y la posibilidad de
congelarlos. Estas situaciones plantean diversos interrogantes; entre ellos: propiedad
de los gametos, identificación de los dadores, paternidad de quien aportó el esperma,
naturaleza de los gametos, posibilidad de su comercialización, etcétera.
Por otra parte, el tema de la maternidad por sustitución o por subrogación origina otra
serie de interrogantes, como la validez del contrato, su exigibilidad y,
fundamentalmente, la determinación de la maternidad. Como hemos anticipado,
nuestro derecho positivo da, por ahora, respuestas parciales.
3. Introducción
Las técnicas de reproducción humana asistida son todos aquellos medios por los cuales
el hombre interviene artificialmente en el acto de la procreación. Entre estas
encontramos dos grandes grupos: aquellas que se basan en la inseminación artificial y
las que se realizan a partir de la fecundación extracorpórea o in vitro.
4. Inseminación artificial
Es la que se practica con semen del marido, y que se reconoce con la sigla IAH.
a) F.I.V.
Consiste en colocar, en cada una de las trompas, dos óvulos, también extraídos
mediante laparoscopia, y espermatozoides para que fecunden a aquellos en las
propias trompas, es decir, en el ámbito en que normalmente se produce la
fecundación.
En estos casos la fecundación puede también lograrse con semen del marido, del
concubino o de un dador que no tiene ningún vínculo con la dadora del óvulo.
Asimismo, la implantación puede hacerse en el vientre de la persona cuyo óvulo se
fecunda, o en el de otra mujer (madre portadora).
Una nueva técnica permite la edición genética humana, y ello podría ser utilizado para
alterar genéticamente gametos o embriones; esas alteraciones podrían ser
transmitidas a las generaciones posteriores. Esta técnica, como veremos, da lugar a
debate a la luz del art. 57, Cód. Civ. y Com., que prohíbe las prácticas que alteren
genéticamente al embrión y se trasladen a su descendencia.
Y en el desarrollo del texto siempre se alude a los padres, al derecho de los niños a
conocer y vivir con sus padres (art. 7º), todo lo cual demuestra que en esa Convención
también se reconoce el derecho de los niños a nacer y vivir en el seno de una familia
compuesta —como mínimo— por los padres y por el hijo.
— el niño no puede ser considerado un medio para obtener un fin, por más
importante que este sea;
Cabe reconocer como un hecho que los principios que hemos sostenido desde hace
años y que se reflejan en los párrafos precedentes no han impedido que las técnicas de
fecundación asistida se difundan de tal manera que hoy en día puede afirmarse que la
tendencia es a reconocer que toda persona tiene derecho a reclamar no solo el
derecho de recurrir a estas, sino incluso a que ello sea financiado por los sistemas de
salud.
Así, las mujeres solas y los matrimonios o parejas del mismo sexo —incluso de
hombres— recurren a estas técnicas para traer niños al mundo.
Es más, se asiste a una cada vez mayor complejidad de las relaciones que se establecen
para gestar un niño, pues ello puede llevar a involucrar a tres personas —caso de la
fecundación heteróloga—, a cuatro si hay donantes de óvulo y de espermatozoides, a
cinco si el embarazo se lleva adelante con dos donantes y una madre gestante por
subrogación; y aún más (Malaurie-Fulchiron). Incluso la maternidad puede ser
múltiple; así, en una maternidad por subrogación puede haber una madre que lleva
adelante el embarazo y pare el niño; otra que ha puesto el material genético y,
finalmente, una tercera, que es la que pretende realmente establecer el vínculo
filiatorio, o sea que ha contratado los servicios de las otras dos(721).
Sin duda, ello obliga a un replanteo de las reglas sobre la filiación; advierte que esta ya
no pasa por la heterosexualidad, que tiene una importancia inédita la voluntad de los
sujetos comprometidos; y, aun que puede romperse la idea de un niño, un padre, una
madre, pues algunos fallos y leyes de estados o provincias de Estados Unidos y Canadá
admiten la pluriparentalidad, o sea un niño con tres padres. Y esto es exactamente lo
que ha admitido una sentencia argentina en evidente vulneración de lo previsto
expresamente en el art. 558, tercer párrafo, conforme al cual nadie puede tener más
de dos vínculos filiales, cualquiera sea la naturaleza de la filiación.
Y de otro lado se pone en debate cuál es el alcance de las obligaciones de los sistemas
de seguridad social con relación a las técnicas de reproducción asistida, pues estas ya
no son solo un medio de superar una limitación —la incapacidad de la pareja de
concebir o de llevar adelante un embarazo—, sino que pueden ponerse al servicio de
quienes, siendo aptos para engendrar o para desarrollar el embarazo, simplemente no
quieren hacerlo y pretenden llegar a ser padre o madre sin recurrir a las vías naturales,
como sucede con las parejas del mismo sexo o las personas solas. De esto tratamos en
los párrafos que siguen.
A tales argumentos, se opone que, dado el alto costo de estas prácticas, la decisión de
disponer su cobertura obligatoria exige definir previamente cuáles son las prioridades
en materia de salud —teniendo como objetivo lograr una mayor equidad en la
distribución de los recursos existentes—, evaluar las posibles fuentes de
financiamiento —del sector tanto público como privado—, establecer hacia dónde
deben fluir los mayores esfuerzos económicos del Estado en cumplimiento de sus
políticas públicas sanitarias y, en su caso, determinar los recaudos exigibles para
brindar cobertura —v.gr., la esterilidad— y el o los tratamientos médicos que en cada
caso deben ser atendidos(723).
Por ahora no están amparados los tratamientos de maternidad subrogada, en los que
una mujer lleva adelante un embarazo con embriones gestados con gametos de otras
personas, siendo estos los padres del niño. Es que —como veremos— la maternidad
por subrogación no entró en el texto definitivo del Cód. Civ. y Com., pese a estar
prevista en el Anteproyecto; pero lo cierto es que varios pronunciamientos judiciales
han legitimado esta práctica y, si finalmente llegara a ser convalidada por la Corte
Suprema, seguramente se pretenderá extenderle la cobertura establecida por la ley
26.862.
El Cód. Civ. y Com. trata las técnicas de fecundación asistida en su relación con la
filiación, incluyendo la denominada "filiación por voluntad procreacional" al lado de la
filiación por naturaleza y por adopción.
De este modo, el Cód. Civ. y Com. da, o por lo menos intenta, dar solución a algunos de
los serios problemas jurídicos a los que da lugar la fertilización médicamente asistida.
Por lo demás, entre el Anteproyecto y el Cód. Civ. y Com. existe otra diferencia
fundamental, ya expuesta; nos referimos al texto del art. 19 que en el Anteproyecto
consideraba persona al embrión cuando estuviera implantado, mientras que el texto
sancionado no hace ninguna distinción. De allí a veces la interpretación de los textos
efectivamente vigentes se hace compleja, pues pueden advertirse ciertas
incongruencias.
El primer problema a dilucidar —en cuanto a los conflictos que la genética plantea al
derecho— es la naturaleza de los óvulos y espermas humanos (gametos). Es
importante conceptualizarlos para poder determinar si es lícita su venta o
comercialización o su utilización para investigaciones científicas.
No obstante, las obvias diferencias que en el plano biológico presentan, cabe señalar
que los espermatozoides contenidos en el líquido espermático y los óvulos son, en su
materialidad, elementos regenerables, que tienen la característica absolutamente
propia de llevar inscripto el código genético de un individuo determinado.
a) Cosas
Un sector de la doctrina considera que se trata de cosas. Así Zannoni expresa que
"tanto el semen como los óvulos, una vez extraídos, son jurídicamente cosas. Esto no
puede ofrecer dudas, pues si bien —como los órganos del cuerpo humano— antes de
su extracción constituyen parte de la persona y son, por tanto, inescindibles de la
consideración personal y existencial del sujeto, cuando se los ha separado del cuerpo,
dejan de formar parte de él y son susceptibles de constituir el objeto de relaciones
jurídicas".
b) Bienes de la personalidad
El distinguido jurista español Vidal Martínez sostiene que las células germinales son
elementos regenerables que, como cualesquiera componentes del cuerpo humano,
aun separados de este, son en principio cosas fuera del comercio. Aunque cabría
admitir que, para fines tales como la investigación o la docencia, fueran objeto de
tráfico; se les podría aplicar por analogía las normas referidas a la dación de sangre
(hemodonación).
Pero, en cuanto los gametos humanos sean considerados en su funcionalidad, si se
pretende aprovechar su "fuerza genética" (terminología de Cornu), ya no es posible la
analogía con la sangre o con los órganos que se dan para trasplante.
Por ello, siguiendo la idea de Vidal Martínez, nos permitimos calificarlos como bienes
de la personalidad, que están por regla general fuera del comercio, y cuya utilización
solo podrá hacerse dentro de los límites que impone la indisponibilidad sobre los
derechos de la personalidad, el orden público, la moral y las buenas costumbres. Todos
estos aspectos deberían ser tenidos en cuenta por la legislación a dictarse en esta
materia.
Esta ley autoriza la "donación" de gametos (art. 8; también art. 8, dec. regl. 956/2013).
La donación es un contrato de lo que se podría deducir que para la ley los gametos son
"cosas".
a) Terminología
b) Prohibición de la comercialización
c) Legislación argentina
Similar solución brinda la ley 14/2006 España, cuyo art. 5, inc. 3 prevé que "la
compensación económica resarcitoria que se pueda fijar solo podrá compensar
estrictamente las molestias físicas y los gastos de desplazamiento y laborales que se
puedan derivar de la donación y no podrá suponer incentivo económico para esta".
Cabe apuntar que la ley 26.862 indica que, cuando sea necesaria la utilización de
gametos o embriones donados, deberán provenir exclusivamente de los bancos de
gametos o embriones debidamente inscriptos en el Registro Federal de
Establecimientos de Salud (Refes) de la Dirección Nacional de Regulación Sanitaria y
Calidad en Servicios de Salud, dependiente del Ministerio de Salud. Y que ni la ley ni su
decreto reglamentario impiden pactar una compensación por los gastos y tiempo
destinado a la práctica de extracción de los gametos.
e) Revocabilidad
Es un lugar común sostener que, en materia de actos de disposición del propio cuerpo,
el consentimiento es revocable. El fundamento positivo de la revocabilidad se
encuentra ahora en el art. 56, último párrafo, Cód. Civ. y Com., conforme al cual "el
consentimiento para los actos no comprendidos en la prohibición establecida en el
primer párrafo no puede ser suplido, y es libremente revocable".
La tesis que sostenemos encuentra respaldo en el art. 560, Cód. Civ. y Com., conforme
al cual toda persona que se someta al uso de las técnicas de reproducción asistida
debe dar su consentimiento, que debe renovarse cada vez que se procede a la
utilización de gametos o embriones. De esto resulta que, antes de utilizar los gametos
existentes en un banco, debería requerirse el consentimiento del dador, quien podría
negarlo y con ello dejar sin efecto la dación. Sin embargo, esto puede ser
impracticable: simplemente, el dador ya no está en la ciudad, o ha fallecido; y, aun
siéndolo, generaría toda una serie de dificultades prácticas si para cada utilización
fuera necesario requerir el consentimiento. De allí que, para conciliar el derecho del
dador a revocar y el del centro médico para utilizar los gametos, la solución es sostener
que el consentimiento inicial que obviamente el dador da al autorizar la extracción de
los gametos se mantiene mientras el dador no lo revoque expresamente.
Quien revoca la dación intempestivamente deberá indemnizar los daños que cause; se
podrá discutir el límite de dicha indemnización, porque para algunos se encontrará en
el daño al interés negativo mientras que, para otros, también debería indemnizar las
legítimas expectativas. Esta es la solución de la ya citada ley 14/2006 de España, que
establece que, en caso de revocación de la dación de gametos, "procederá la
devolución por el donante de los gastos de todo tipo originados al centro receptor"
(art. 5º, inc. 2)(728). Pero el Cód. Civ. y Com. no alude en ningún caso al daño al interés
negativo y, por el contrario, consagra el principio de la reparación plena (art. 1740),
por lo que parece razonable concluir que la indemnización no debería limitarse al
interés negativo.
g) Capacidad
En ediciones anteriores hemos sostenido que los actos de disposición de los gametos
solo pueden ser consentidos por personas plenamente capaces, y que el
consentimiento no puede ser suplido ni por autorización judicial. Ello debe ser
parcialmente revisado a la luz del Cód. Civ. y Com. que, con relación a los menores,
establece que a partir de los 16 años son considerados adultos para las decisiones
atinentes al cuidado de su propio cuerpo (art. 26), por lo que parecería admisible que
hicieran donación —usando la terminología de la ley — de sus gametos. Lo curioso,
como veremos después, es que está discutido si los adolescentes que han cumplido 16
años pueden celebrar por sí los contratos relacionados con los actos de disposición de
su cuerpo que autoriza el art. 26 (v. infra, Capítulo XXII).
Finalmente es necesario tener en cuenta que el Cód. Civ. y Com. confirma que el
consentimiento para estas prácticas no puede ser suplido (art. 56, último párr. Cód.
Civ. y Com.).
h) Anonimato
(I) Soluciones posibles
— facilita la dación, que sería prácticamente inexistente, si el dador supiera que por
ese hecho pudiera contraer responsabilidades jurídicas derivadas de la paternidad;
Pero, por otro lado, se encuentra el interés de todo ser humano en conocer sus
orígenes y su realidad biológica, que puede estar muy justificado en caso de
impedimentos para contraer matrimonio o de necesidad de conocer su código
genético.
Creemos que el derecho a la intimidad de los dadores debe ceder frente al derecho del
hijo, sobre todo si, con el anonimato, lo que se quiere es evitar las posibles
responsabilidades procreacionales.
(II) Legislación comparada
La ley sueca de 1985 establece la obligación de guardar los datos del donante por un
término de setenta años con el fin de que el hijo pueda acceder a esos datos. El
Informe de la Comisión Warnock predica el anonimato antes y después del nacimiento
(art. 18).
Por su lado, el Proyecto del Consejo de Europa señalaba: "La legislación podrá prever
que el niño a su mayoría de edad puede tener acceso a la información referente a las
formas de su concepción y a las características del donante".
La ley española también consagra el anonimato. En su art. 5, inc. 5, dispone que "la
donación será anónima y deberá garantizarse la confidencialidad de los datos de
identidad de los donantes por los bancos de gametos, así como, en su caso, por los
registros de donantes y de actividad de los centros que se constituyan. Los hijos
nacidos tienen derecho por sí o por sus representantes legales a obtener información
general de los donantes que no incluya su identidad. Igual derecho corresponde a las
receptoras de los gametos y de los preembriones. Solo excepcionalmente, en
circunstancias extraordinarias que comporten un peligro cierto para la vida o la salud
del hijo o cuando proceda con arreglo a las leyes procesales penales, podrá revelarse la
identidad de los donantes, siempre que dicha revelación sea indispensable para evitar
el peligro o para conseguir el fin legal propuesto. Dicha revelación tendrá carácter
restringido y no implicará en ningún caso publicidad de la identidad de los donantes".
(III) Ley de Fertilización Asistida 26.862
La ley 26.862 no establece el anonimato del dador de gametos, el cual por lo demás no
está garantizado por el hecho de que los gametos o embriones deban provenir de un
banco.
Por lo demás, tampoco obliga a conservar los datos de la historia genética y de salud
del dador, lo que debería hacerse para que quien haya nacido por esta técnica pueda
conocerla y con ello saber a qué enfermedades u otras consecuencias lo expone su
herencia genética.
Si bien luego tratamos de analizar sistemáticamente las disposiciones del Cód. Civ. y
Com., cabe anticipar que el anonimato no está garantizado de manera absoluta en
nuestro derecho. Ello es así pues el art. 564 dispone: "A petición de las personas
nacidas a través de las técnicas de reproducción humana asistida, puede: a) obtenerse
del centro de salud interviniente información relativa a datos médicos del donante,
cuando es relevante para la salud; b) revelarse la identidad del donante, por razones
debidamente fundadas, evaluadas por la autoridad judicial por el procedimiento más
breve que prevea la ley local".
i) Anonimato y filiación
La ley española sobre reproducción humana asistida dispone en su art. 8.3 que "la
revelación de la identidad del donante en los supuestos que proceda no implica en
ningún caso determinación legal de filiación".
La norma española viene a dar solución a la cuestión de si el derecho del hijo a conocer
su realidad biológica implica su legitimación para iniciar acciones de filiación en contra
del donante, tema de relevancia en ese país porque la Constitución, en su art. 39,
establece el derecho del hijo de investigar la paternidad genética.
Una de las cuestiones debatidas es quiénes pueden ser beneficiarios de las técnicas de
fecundación asistida. Y se dan las siguientes posibilidades: que se limiten a
matrimonios o que se extiendan a parejas estables y a mujeres solas; desde otras
perspectivas, se plantea si pueden ser destinatarias de la fecundación asistida mujeres
que han pasado la edad de concebir; si pueden serlo parejas homosexuales y si es
admisible la fecundación post mortem.
Decíamos poco más arriba que la utilización de las técnicas de reproducción asistida
habrá de ser convalidada por el derecho cuando la decisión de quienes pretendan
utilizarla esté justificada y no cause un agravio a los derechos de los niños, que hemos
definido más arriba.
Es más dudosa la solución cuando se trata de usar las técnicas en mujeres solas o en
parejas del mismo sexo, pues se sostiene —no sin cierta razón— que ello sería
contradictorio con el derecho del niño a nacer en una familia completa y a una vida
familiar normal.
Por el contrario, la ley italiana 40/2004 tiene por objeto facilitar la procreación
humana cuando parejas heterosexuales no pueden procrear naturalmente. Dicha
norma exige que el usuario sea una pareja estable con problemas de esterilidad o
infertilidad, que medie certeza sobre la imposibilidad de remover de otra forma la
causa de tal dolencia y que no existan otros métodos terapéuticos eficaces al efecto
(arts. 1º.2, 4º.1 y 5º.1). Estos recaudos, implícitamente, excluyen el acceso a parejas
fértiles. Asimismo, expresamente prohíbe las prácticas heterólogas y excluye a las
parejas del mismo sexo (arts. 12.1 y 12.2).
"Los gametos: 1) están fuera del comercio; 2) pueden ser objeto de dación gratuita,
pura y simple sin perjuicio del reembolso de gastos; 3) esa dación es esencialmente
revocable, sin perjuicio de la reparación de daños; 4) la dación debe ser hecha por
persona capaz y su consentimiento no puede ser sustituido; 5) ha de prohibirse la
dación por personas que pueden transmitir enfermedades; 6) debe garantizarse el
anonimato del dador, salvo frente al derecho del hijo de conocer su realidad
biológica".
a) Noción
Pero además de ello se ha objetado que con ello se engendra un niño deliberadamente
huérfano y, si no se atribuye filiación entre el dador fallecido y el niño, se viola el
derecho a la identidad de este último.
c) Derecho comparado
En Francia un tribunal acogió la demanda de una mujer que solicitó ser inseminada con
el semen que se conservaba congelado de su marido premuerto. Demandas
semejantes se han planteado en otros países, con soluciones diversas. La legislación
española prevé el supuesto de premoriencia del marido. Su art. 9 establece que no
podrá determinarse legalmente la filiación ni reconocerse efecto o relación jurídica
alguna entre el hijo nacido por la aplicación de las técnicas bajo análisis y el marido
fallecido, cuando el material reproductor de este no se halle en el útero de la mujer en
la fecha de la muerte del varón. Sin embargo, contempla la posibilidad de que el
esposo preste su consentimiento para que su material reproductor sea utilizado en los
doce meses siguientes a su fallecimiento para fecundar a su cónyuge, hipótesis en la
que se producirán los efectos legales propios de la filiación matrimonial. Ahora bien, el
consentimiento prestado para tales circunstancias podrá ser revocado en cualquier
momento anterior a la realización de las técnicas. Asimismo, se dispone que dicho
consentimiento se presume en aquellos supuestos en que la cónyuge supérstite
hubiera estado sometida a un proceso de reproducción asistida ya iniciado para la
transferencia de preembriones constituidos con anterioridad al fallecimiento del
marido (art. 9º).
Y en Alemania, la ley 745/90 del 13 diciembre, 1990 (Ley de Protección del Embrión),
establece en su art. 4 (fecundación y transferencia autoritaria de embriones y
fecundación post mortem) que 1. Será sancionado con una pena privativa de la libertad
de hasta tres años quien: 3) fecundara artificialmente un óvulo con esperma de un
hombre ya fallecido, con conocimiento de causa.
Por su lado la ley inglesa de 1990 (Human Fertilization Act), si bien no prohíbe la
aplicación de la técnica y exige la autorización escrita del hombre, la priva de efectos
jurídicos, pues dispone que "cuando el esperma de un hombre o cualquier embrión
procedente de aquel fuera utilizado después de su muerte, el hombre no será
considerado legalmente como padre del hijo que nazca" (art. 28).
El Anteproyecto de Cód. Civ. y Com. contenía una previsión al respecto en el art. 563
conforme al cual: "en caso de muerte del o la cónyuge o conviviente de la mujer que
da a luz, no hay vínculo filial entre la persona nacida del uso de las técnicas de
reproducción humana asistida y la persona fallecida si la concepción en la mujer o la
implantación del embrión en ella no se había producido antes del fallecimiento.
"No rige lo dispuesto en el párrafo anterior si se cumple con los siguientes requisitos:
De modo que, a pesar del fallecimiento de una persona, sus gametos podrían
implantarse en su pareja sin que fuera necesario su consentimiento previo. Pero el
niño que naciera —más allá del vínculo genético— no sería jurídicamente hijo del
fallecido. Otra disociación entre la realidad genética y la filiación legalmente impuesta.
De acuerdo con el texto previsto en el Anteproyecto, para que el nacido fuera hijo del
fallecido, sería preciso que se satisficieran los dos recaudos previstos en el segundo
párrafo del artículo: que el fallecido haya dado su consentimiento y que la concepción
o implantación se produzcan dentro del año de haberse producido el deceso.
Como hemos dicho ya, este precepto no fue incluido en el texto sancionado como Cód.
Civ. y Com., por lo que la legislación argentina guarda silencio sobre el tema. Como
para la utilización de los gametos sería necesario renovar el consentimiento para cada
utilización, resulta obvio que no debería autorizarse una inseminación post mortem ya
que ese consentimiento no podría recabarse. Por ello un tribunal ha rechazado una
demanda dirigida a obtener autorización para hacer una fecundación post mortem a
pesar de que el contrato destinado a la conservación de los gametos había sido
firmado por el padre de quien los aportó siguiendo sus instrucciones y con la finalidad
de iniciar un tratamiento de reproducción asistida con su conviviente ante la
inminencia de ser sometido a un tratamiento de quimioterapia; el tribunal arguyó que
ello solo autoriza a inferir un consentimiento tácito para realizar una técnica al finalizar
ese tratamiento, pero no permite presumir que consintió que ese material genético
fuese utilizado después de su muerte(734).
Sin perjuicio de lo que venimos exponiendo, cabe señalar que algunos precedentes
judiciales han admitido el implante de embriones crioconservados después de muerto
el dador de los gametos(736); y en otro caso se autorizó la fecundación de la mujer con
gametos crioconservados de su esposo fallecido en un accidente ferroviario pocos días
después de la extracción de estos, de lo cual el tribunal dedujo la existencia de
consentimiento(737).
La Ley de Fertilización Asistida asume algunos de los temas que hemos tratado en los
números precedentes, pero deja numerosos vacíos.
b) Prohibición de la comercialización
Como decíamos antes, la ley autoriza la donación de gametos. Por definición, la
donación es un contrato gratuito. Además, el art. 8 del decreto reglamentario dispone
que la donación nunca tendrá carácter lucrativo o comercial.
c) Revocación
d) Anonimato. Filiación
La ley 26.862 tampoco resuelve la ley el tema de la filiación del niño nacido de una
fecundación heteróloga. Pero, como ya lo dijimos, el Cód. Civ. y Com. dispone
expresamente que no se establece ningún vínculo jurídico entre el dador y la persona
nacida de sus gametos.
La cobertura se extiende, entonces, a las personas casadas o solteras, con o sin pareja,
conviviente o no. Por ello el sistema de salud debe cubrir las prácticas destinadas a
superar la infertilidad, y también a aquellas que respondan a una decisión individual de
la persona que, pudiendo procrear, pretende no hacerlo del modo que la naturaleza lo
ha dispuesto.
14. Introducción
El Cód. Civ. y Com. ha afrontado las cuestiones que plantean las técnicas de
reproducción asistida, estableciendo reglas relativas al consentimiento para su
utilización, la información que debe ser conservada para conocimiento de las personas
nacidas por estas técnicas. También da solución a la compleja problemática de la
filiación, para lo cual ha acuñado la expresión filiación por voluntad procreacional, que
se suma a la filiación natural y a la filiación por adopción. Algunas de las soluciones del
Cód. Civ. y Com. han sido anticipadas a lo largo de los números precedentes; ahora
trataremos de exponerlas de manera más sistemática.
15. El consentimiento
Ya hemos señalado que, conforme al art. 560, "el centro de salud interviniente debe
recabar el consentimiento previo, informado y libre de las personas que se someten al
uso de las técnicas de reproducción humana asistida. Este consentimiento debe
renovarse cada vez que se procede a la utilización de gametos o embriones".
El consentimiento debe ser prestado ante el centro de salud interviniente, que a su vez
debe estar legitimado para realizar estas prácticas conforme lo establecen la ley
26.862 y su decreto reglamentario.
b) Calificación
c) Quién lo presta
Si aludimos a la utilización de gametos, es obvio que el consentimiento debe prestarlo
quien ha dado esos gametos y, como ya hemos señalado, este debe renovarse con
cada utilización.
La cuestión es más compleja cuando nos referimos a los embriones; los gametos
masculinos y femeninos se han unido y han formado un embrión que se concibió in
vitro. Aquí la cuestión es: ¿quién decide la implantación o la no implantación?, ¿solo la
mujer o se debe requerir el consentimiento del dador de los gametos masculinos, que
puede ser el esposo o el conviviente o un tercero anónimo?
El tercero anónimo está excluido; sus gametos ya fueron utilizados para concebir el
embrión. El embrión es una entidad distinta de los gametos que el dio, por lo que no
juega ningún rol en su posible implantación.
Pero el punto menos claro es, si para efectuar la implantación, esto es, para llevar
adelante el embarazo si la implantación es exitosa, basta el consentimiento de la mujer
o si es necesario también el del cónyuge o conviviente que ha dado los gametos o que
ha dado la autorización para fecundar el óvulo de su esposa o conviviente con semen
de tercero. El texto del art. 560, Cód. Civ. y Com. alude a "las personas", en plural; y
ello lleva a parte de la doctrina a sostener que, para la implantación, hace falta el
consentimiento de ambos cónyuges o convivientes(738).
La tesis de Medina y Roveda puede admitir matices. Desde nuestro punto de vista, una
interpretación posible de los textos es que, para la implantación, basta el
consentimiento de la mujer si ella no pretende establecer un vínculo filiatorio entre el
niño a nacer y el cónyuge o conviviente. Pero, si se pretende que el cónyuge o
conviviente sea el padre del niño, efectivamente será exigible el consentimiento, pues
así lo exige el art. 562, Cód. Civ. y Com.: se trata de la filiación por voluntad
procreacional, que está sustentada justamente en la voluntad del sujeto que
establecerá el vínculo paterno filial. Ello rige también si se trata de una pareja del
mismo sexo, caso en el cual el niño tendrá dos madres.
d) Renovación
El Cód. Civ. y Com. dice que el consentimiento debe ser renovado cada vez que se
proceda a la utilización de gametos o embriones. Esto merece algunas precisiones:
e) Forma
No hay ninguna regla de forma; de modo que puede prestarse el consentimiento por
instrumento privado; pero este debe ser protocolizado o certificado por la autoridad
sanitaria de la jurisdicción (art. 561).
f) Revocabilidad
Amén de lo previsto en la ley 26.862 y en el art. 56 in fine del Cód. Civ. y Com., el art.
561 reitera que "El consentimiento es libremente revocable mientras no se haya
producido la concepción en la persona o la implantación del embrión".
16. La información
Los arts. 563 y 564 se refieren al derecho a la información de que es titular toda
persona nacida mediante técnicas de reproducción asistida cuando para ello se han
usado gametos de terceros, así como al contenido de esa información.
De acuerdo con tales preceptos, la información de que la persona ha nacido por estas
técnicas y con gametos de terceros debe constar en el legajo base para la inscripción
del nacimiento (art. 563). Y la persona concernida puede requerir al centro de salud
información relativa a los datos del donante cuando ello sea relevante para la salud.
a) Información y anonimato
17. La filiación
a) Reglas generales
El Cód. Civ. y Com. establece tres tipos de filiación: por naturaleza, por adopción y por
voluntad procreacional, que es definida por el art. 562 de la manera que sigue: "Los
nacidos por las técnicas de reproducción humana asistida son hijos del hombre o de la
mujer que ha prestado su consentimiento previo, informado y libre en los términos de
los arts. 560 y 561, debidamente inscripto en el Registro del Estado Civil y Capacidad
de las Personas, con independencia de quién haya aportado los gametos".
El Cód. Civ. y Com. establece de manera clara y concreta que "ninguna persona puede
tener más de dos vínculos filiales, cualquiera sea la naturaleza de la filiación" (art. 558,
tercer párrafo).
Sin embargo, una sentencia judicial ha autorizado la inscripción de un hijo con una
madre biológica y "dos padres", que decidieron recurrir a la técnica de fertilización
asistida(739).
VI. Naturaleza jurídica del embrión(740)
Es necesario determinar, ante todo, cuál es la naturaleza jurídica del embrión humano
en los supuestos en que la fecundación se haga fuera del útero materno porque, de la
respuesta que a ello se dé, dependen las soluciones posibles a los problemas
planteados por el destino de los embriones crioconservados que no fueran
implantados, y la experimentación e investigación científica con los embriones
humanos.
Para la ley civil argentina, se es persona desde la concepción. Ello surge del art. 19, que
establece que la existencia de las personas comienza desde la concepción. Al suprimir
el Cód. Civ. y Com., la referencia que el Anteproyecto hacía a la concepción in vitro y a
la implantación del embrión así concebido, la única conclusión que puede adoptarse es
que la persona existe desde la concepción, sin que incida sobre ello que esta se haya
producido en el seno materno o fuera de este(741).
Es más; el texto del art. 19, a la vista del antecedente inmediato que es el
Anteproyecto, debería descartar la idea de que la concepción recién se produce con la
anidación y que mientras tanto solo existe un preembrión que, como tal, no tendría el
mismo estatus que el embrión(742).
En Francia, la Ley Voeil, del 17/1/1975, estableció en diez semanas el momento hasta
el cual la madre puede abortar voluntariamente.
21. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
En el Capítulo precedente (XI y XII) dimos noticia de la sentencia dictada por la CIADH
el 28/11/2012 en la causa "Artavia Murillo y otros v. Costa Rica". Se trataba de un caso
planteado por ciudadanos costarricenses contra su país, a consecuencia de una
prohibición virtualmente absoluta de los tratamientos de fertilización asistida derivada
de una sentencia de la Corte Suprema nacional.
La ley italiana 40/2004, por el contrario, no distingue las etapas del desarrollo del
embrión, asegurando, en su art. 1, el derecho de todos los sujetos involucrados,
incluido el concebido. Consecuentemente con ello, dicha ley prohíbe cualquier práctica
que afecte el desarrollo del embrión como la manipulación, la investigación y
experimentación, la selección de embriones prodiagnóstico preimplantacional y la
clonación. Su art. 13.1 prohíbe cualquier experimentación sobre cualquier embrión
humano; la investigación clínica y experimental está permitida solo en la medida en
que persiga fines terapéuticos y diagnósticos en el embrión, y siempre que se tutele su
salud y desarrollo, y en caso de no existir metodologías alternativas.
23. Nuestra opinión
Sin embargo, ello no debería ser entendido como una interdicción para que la mujer
utilice mecanismos que impidan la anidación del embrión, tales como el "dispositivo
intrauterino" (comúnmente conocido por la sigla DIU) o la denominada "pastilla del día
después". Por empezar, es por lo menos dudoso que estos mecanismos sean abortivos
(en la Argentina, las leyes que han establecido programas de salud sexual y
reproductiva no los consideran como tales, aunque muchos autores repudian esta
calificación; la Organización Mundial de la Salud también ha desechado que sean
técnicas abortivas); de donde debería entenderse que su empleo constituye una
decisión autónoma de la mujer amparada por el art. 19 de la Constitución Nacional.
Volvemos sobre este tema, con exposición de la jurisprudencia de la Corte, en el
capítulo en que tratamos los derechos personalísimos.
b) Congelación de embriones
Dentro de la técnica de fecundación in vitro, también tuvo enorme trascendencia la
posibilidad de congelar embriones a 196 ºC. La primera noticia exitosa que se tiene al
respecto es en 1984, cuando en Melbourne nace una niña llamada Zoe, gracias al
equipo médico de Carl Wood. Se trataba de una pareja que llevaba doce años de
casada; la madre era estéril por una obstrucción de las trompas que había tratado de
superar mediante dos operaciones no exitosas. Por ello recurrió a la FIV, a cuyo fin se
le extrajeron diez óvulos que fueron fecundados in vitro, tres de los cuales le fueron
implantados inmediatamente y el resto, congelados. La primera implantación no tuvo
éxito, por lo cual dos meses después se descongelaron tres nuevos embriones y le
fueron implantados, esta vez con resultado exitoso, que dieron origen a Zoe, la
primera niña nacida de un embrión congelado.
a) Destrucción
b) Experimentación
Para los científicos la experimentación con embriones humanos ofrece una riquísima
posibilidad en torno a la investigación genética, porque permite conocer la evolución
de las células humanas, su curso normal y sus desviaciones.
Por ese lado, Lledo Yague afirma que "los límites aludidos en cuanto a la
experimentación biogenética deben señalarse en la inalterabilidad del proceso
humano generativo, que no se manipule la ontológica configuración entitativa de esa
vida humana naciente in fieri, inviabilizándose su nacimiento y el natural desarrollo y
continuidad de aquella, experimentándose sin intención de ayudar a cumplir su
función vital".
A su turno, la ley italiana 40/2004, que no distingue las etapas del desarrollo del
embrión, en el art. 13.1 prohíbe cualquier experimentación sobre cualquier embrión
humano; la investigación clínica y experimental está permitida solo en la medida en
que persiga fines terapéuticos y diagnósticos en el embrión, y siempre que se tutele su
salud y desarrollo y en caso de no existir metodologías alternativas.
c) Dación
Sobre el particular, la ley española 14/2006, entre los posibles destinos de los
embriones crioconservados, prevé la donación con fines reproductivos a otra mujer o
pareja (art. 14/2006).
"1. El embrión debe ser protegido desde la concepción in vivo o in vitro; por lo tanto es
titular del derecho a la vida y del derecho a la dignidad, y no debe ser objeto de
manipulaciones que alteren sus derechos; 2. se deben fecundar solo los óvulos que se
pueden implantar; 3. de existir embriones congelados, deben buscarse soluciones
similares a la adopción".
Y todavía más, el tribunal resolvió que "toda disposición material o jurídica de esos
embriones y ovocitos por parte de los dadores de los gametos o de las instituciones o
profesionales actuantes —excepción hecha de la implantación en la misma dadora de
los gametos femeninos con autorización del dador de los gametos masculinos— se
concrete con intervención del juez de la causa...".
Más allá de la buena intención del tribunal, que no es otra que proteger a los
embriones crioconservados y evitar su posible destrucción, lo cierto es que la
sentencia es un disparate. Los jueces no legislan ni pueden dar instrucciones generales,
y en concreto la pretensión de que se individualice a los dadores de gametos es una
violación de su derecho a la privacidad, tutelado por el art. 19, CN(746).
Lo que la ley no soluciona es cuántos embriones podrán ser creados en cada práctica a
que se someta una mujer, ni cuánto tiempo habrán de ser conservados, si se podrán
usar para investigación científica o con otros fines, etcétera. De aquí la ley luce un
vacío muy importante que debería ser rápidamente llenado por una legislación integral
sobre esta materia. Apuntamos que el art. 9 de la ley 26.944 —que sancionó el Cód.
Civ. y Com.— establece como norma transitoria que la protección del embrión no
implantado será objeto de una ley especial.
Un juzgado civil de la ciudad de La Plata ha resuelto que "el pedido realizado por una
pareja destinado a que se ordene el cese de la crioconservación de seis embriones
atento haber concretado su voluntad procreacional a través del nacimiento de sus dos
hijos y su falta de voluntad de ser padres nuevamente en el futuro debe admitirse,
pues, si bien existe una ausencia de norma expresa al respecto, surge de la
interpretación de los arts. 560 a 562 del Código Civil y Comercial que la titularidad de
los embriones son de las personas que hayan manifestado su voluntad de procrear a
través del otorgamiento del consentimiento informado"(748). Y un juzgado mendocino
homologó el convenio presentado por una pareja al tiempo de su divorcio, en el que se
preveía la destrucción de los embriones crioconservados; dijo el tribunal mendocino:
"El convenio presentado por las partes en un juicio de divorcio que incluye el descarte
de los embriones criopreservados debe homologarse, teniendo en cuenta que aquellos
se encuentran en un estado de desarrollo donde no poseen más que un simple
potencial de vida, que antes de la fijación pre-embrionaria este se compone de células
no diferenciadas y que esta diferenciación celular sucede después que se ha fijado
sobre la pared uterina y con anidación en el mismo, sumado a que los peticionantes
son mayores de edad, capaces y están en uso de su plena autonomía personal y de
decisión y libertad reproductiva, conforme al principio de legalidad (art. 19, CN)"(749).
a) Texto legal
El art. 57, Cód. Civ. y Com., dice: "Prácticas prohibidas. Está prohibida toda práctica
destinada a producir una alteración genética del embrión que se transmita a su
descendencia".
c) Efectos
En primer lugar, debemos señalar que es difícilmente entendible por qué el Cód. Civ. y
Com ha omitido la regla básica de preservación de la integridad de la especie humana.
La noción de especie humana apunta a precisar aquello que distingue al ser humano —
que tiene sustantividad humana— de otras especies de la serie animal, y que, por ello,
es común a todos los hombres y propio de ello. La idea de integridad comprende la no
alteración y la completividad (Tobías).
Esta técnica podría ser usada en células somáticas —lo cual no implicaría un conflicto
ético— y en la línea germinal orientada entonces a realizar alteraciones genéticas en
gametos o embriones. Los cambios en la línea germinal van orientados a la generación
de un ser humano y como tales pasarán a las sucesivas generaciones.
La utilización de esta técnica ha generado un debate casi universal, tanto en el ámbito
científico como en el jurídico, pues en definitiva puede ser utilizada para la obtención
de personas con determinadas características y además los cambios —como se ha
dicho— se sucederán a las generaciones venideras con efectos impredecibles.
En la doctrina argentina se considera que esta es una práctica eugenésica y por ello
prohibida por el art. 57, Cód. Civ. y Com., se utilice tanto sobre embriones como sobre
gametos, pues en definitiva la alteración de los gametos conduciría al mismo resultado
de alterar genéticamente al embrión que resulte de la utilización de esos gametos
modificados.
32. Concepto
Existe maternidad por otro (o maternidad por sustitución o por subrogación) cuando
una mujer acepta que se le implante el embrión de otra pareja para lograr su
desarrollo y darlo a luz, con el compromiso de entregar el niño a sus padres biológicos.
No hay maternidad por sustitución cuando la mujer acepta ser inseminada con el
semen de un hombre, que no es su esposo, y procrear un hijo, el que, una vez nacido,
es entregado al padre renunciando la madre a los derechos maternofiliales. Decimos
que en este caso no hay maternidad por otro porque la madre portadora coincide con
la madre genética. En cambio, en el primer supuesto existe una disociación voluntaria
entre la madre biológica y la gestante, que es lo característico en la hipótesis que
ahora estudiamos.
Las primeras noticias que se tienen al respecto son de 1975, cuando en California
apareció un aviso en un periódico, donde solicitaban una mujer para ser inseminada
artificialmente con el semen de un hombre casado y con el fin de entregar el niño a la
pareja, mediante remuneración.
En consecuencia, el acto extrapatrimonial que importa la "dación" del útero debe ser
encuadrado dentro de los actos de disposición del propio cuerpo, en los cuales —por
regla general— el consentimiento del sujeto priva de ilicitud al acto, siempre que con
ese acto no se vulnere la ley o la moral (art. 56).
Nosotros, en cambio, pensamos que, en este tipo de actos, hay una distorsión
deshumanizadora de la maternidad, y que por ello resulta contraria a la moral. Y con
mayor razón cuando no se funda en la imposibilidad de gestar, sino en la pretensión de
la madre biológica de evitar los inconvenientes del embarazo y del parto.
En este tipo de acuerdo se tiene en cuenta el interés de los padres biológicos, pero no
se considera el interés del niño, y nadie puede asegurar que el ser separado de la
madre gestante, con quien lo ha unido un nexo biosíquico durante nueve meses,
contribuya al interés del menor, a quien por otra parte se lo privaría de una lactancia
natural, salvo que se acepte que la madre portadora lo amamante.
Por otra parte, se privilegia el nexo genético, sin tener en cuenta que son también
importantes los nexos creados durante el embarazo ya que, si bien los códigos
genéticos del niño son determinantes, también hacen a la futura personalidad del niño
la salud física y psicológica de la madre durante el embarazo; influyen, por ejemplo,
una buena alimentación, o los trastornos emocionales de la gestante. El informe del
Comité de Bioética español al que aludimos en el apartado c) de este mismo número
hace gran hincapié en los efectos que la gestación produce en la gestante —tanto en
su psiquis como en su organismo en el que se crean cierto tipo de células y hasta
efectos en su cerebro— y en el feto. Señala, respecto de este último, que "a la
urdimbre afectiva del hijo no es ajena la voz, el sabor y olor del cuerpo de la madre. Su
cerebro configura y desarrolla los sistemas auditivo, gustativo y olfativo en la segunda
etapa de su vida uterina".
— en la adopción hay una intervención judicial que tiene en cuenta el interés del
menor, quien ya ha nacido;
Por su parte, el Comité de Bioética español ha hecho oír su voz en un muy extenso
informe presentado en mayo de 2017(755) —al que hemos aludido poco antes—,
donde sigue la misma línea. Empieza cuestionando la terminología utilizada, que a su
juicio esconde la verdadera esencia de esta práctica que no consiste en alquilar un
vientre, sino en alquilar una persona "en su integridad, no solo su vientre, para que
lleve a cabo la gestación que los comitentes no pueden (o no desean) llevar a cabo.
Tampoco parece correcto hablar de 'maternidad por sustitución' ya que, desde la
perspectiva biológica y genética, la maternidad no es sustituible: o hay maternidad
genética (la madre que aporta el óvulo) o hay maternidad fisiológica (la madre
gestante). Por último, denominar a esta práctica 'gestación por sustitución' o
'gestación subrogada' supone ocultar la palabra maternidad, lo que resulta inadecuado
pues ser madre supone mucho más que gestar y dar a luz un niño".
El mismo informe cuestiona seriamente los argumentos que se dan como sostén de la
voluntad procreacional que nuestro Cód. Civ. y Com. ha recibido alegremente; pero lo
que nos parece absolutamente decisivo es que achaca a la maternidad subrogada —o
como quiera llamarse—, que implica la cosificación de la mujer, por lo que el capítulo
pertinente se pregunta si la madre gestante es libre o esclava.
a) Soluciones en el extranjero
Cabe finalmente apuntar que algunos tribunales judiciales han admitido la inscripción
como hijo de un matrimonio a un niño nacido de una maternidad subrogada(763), y
algún otro se apresuró a inscribir como hijo de una pareja del mismo sexo a niños
nacidos en el extranjero por este método. También se ha convalidado el contrato de
maternidad subrogada y se ha declarado la inconstitucionalidad del art. 562, Cód. Civ.
y Com., que determina la maternidad por el parto, ya que ello violaría el derecho de
una pareja de varones a ser padres(764). Curiosa solución si se la compara con el
hecho de que, si una pareja heterosexual quiere adoptar un niño en el extranjero, no
tiene el apoyo de las autoridades, porque ello viola el interés superior del niño.
"El juez debe homologar solo si, además de los requisitos que prevea la ley especial, se
acredita que
"a) se ha tenido en miras el interés superior del niño que pueda nacer;
"Si se carece de autorización judicial previa, la filiación se determina por las reglas de la
filiación por naturaleza".
Habida cuenta de que el Cód. Civ. y Com. no recogió la propuesta del Anteproyecto,
existe un vacío legal en la materia, lo que lleva a algunos autores a sostener que la
maternidad por subrogación está prohibida (Laferriere), mientras que otros sostienen
que, no estando expresamente prohibida, estaría permitida en función de lo previsto
en el art. 19, CN, conforme al cual nadie está privado de hacer lo que la ley no prohíbe.
En la Argentina, los tribunales se han mostrado muy permisivos. En agosto del 2012,
los medios de comunicación dieron cuenta del primer niño anotado en Argentina por
un matrimonio de dos hombres, que habían contratado una mujer en la India para
alquilar su vientre. Otro fallo permitió la inscripción de una niña concebida por un
embrión implantado en el vientre de una mujer, amiga de un matrimonio heterosexual
infértil que había solicitado la inscripción(765). Y otra decisión judicial de un tribunal
de primera instancia de la Provincia de Buenos Aires sostuvo justamente que el art. 19,
CN ampara a quienes han recurrido a esta técnica en razón de no tener útero, siendo
la subrogación —llevada a cabo en el cuerpo de la abuela del niño a nacer— el único
medio de satisfacer su derecho a ser madre. Todo esto se funda, además, en la
correspondiente retahíla de citas de normas generales incluidas en los tratados de
derechos humanos. Considero que este fallo parte de una idea equivocada: no es la
subrogación de la maternidad el único camino para ser padres: también está la
adopción, que debería ser incentivada en un país que tiene miles de niños
institucionalizados(766).
Pero, si esto fuera poco, el mismo tribunal de la ciudad de Buenos Aires admitió una
acción de amparo promovida por el Defensor del Pueblo para que el Registro Civil
inscriba los niños nacidos de la gestación "solidaria" como hijos de los dos hombres
que invocan la filiación(768).
En Europa, con fecha 12/1/1998 quedó abierto a la firma de los Estados miembros de
la Unión Europea el Protocolo Adicional al Convenio para la Protección de los Derechos
Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biología y
la medicina(773) —Convención de Oviedo del Consejo de Europa (1997)—, que
establece la prohibición de la clonación de seres humanos. En el citado Protocolo se
sostiene que la instrumentalización de los seres humanos mediante la creación
deliberada de seres humanos genéticamente idénticos es contraria a la dignidad
humana y constituye un abuso de la biología y de la medicina, prohibiendo en su art. 1°
toda intervención que tenga por finalidad crear un ser humano genéticamente idéntico
a otro ser humano vivo o muerto(774).
— En el Reino Unido, con fecha 22/1/2001, la Cámara de los Lores de Gran Bretaña
aprobó el proyecto de ley enviado al Parlamento por Tony Blair, votado
favorablemente por la Cámara de los Comunes en diciembre, 2000, el cual admite la
clonación de embriones de hasta catorce días de vida para su aplicación en
tratamientos terapéuticos.
— Estados Unidos carece de una legislación única sobre el tema. En 1997, el mismo día
en que se anunció la clonación de la oveja Dolly, el entonces presidente Clinton solicitó
a la Comisión Nacional Consultiva de Bioética (National Bioethics Advisory Committee,
NBAC) la elaboración de un informe, el que fue presentado en junio de 1997. Dicho
informe, cuyo objeto central fue la clonación humana reproductiva, recomendó la
promulgación de una ley que prohíba la generación de un ser humano por clonación,
aunque por un tiempo de cinco años, y que no obstaculice la clonación de secuencias o
líneas de DNA humano. Con el descubrimiento de las células troncales, en el año 1998,
Clinton requirió un nuevo informe que fue aceptado por el entonces presidente,
mediante el cual se recomendó que solo se financien aquellos proyectos que hagan
uso de células derivadas de tejido fetal cadavérico o embriones sobrantes luego de
fertilización in vitro, rechazándose el apoyo financiero estatal de proyectos que
impliquen embriones, naturales o clonados, generados exclusivamente para tener
material de investigación. Estas regulaciones fueron luego modificadas por Bush, quien
solo permitió el uso de fondos federales para la investigación con células madres
embrionarias de líneas de células ya existentes al mes de agosto de 2001. En el 2002, el
Consejo de Bioética de la Casa Blanca (The President's Council on Bioethics) emitió un
informe que, por mayoría, apoyó la prohibición permanente de la clonación
reproductiva, en tanto respecto de la clonación terapéutica o para la investigación,
siete de sus miembros votaron a favor de permitirla bajo un sistema de regulación
estricta, y diez a favor de una moratoria de prohibirla durante cuatro años
(conf. Human Cloning and Human Dignity. An Ethical Inquiry Report, Washington DC,
July, 2002 del NBAC. Consultar en www.bioethics.gov). En marzo de 2009 se conoció la
decisión del actual presidente Barak Obama de poner fin a los límites impuestos por
Bush en torno a la investigación con células madres embrionarias, autorizando el uso
de fondos estatales a tales efectos. Sin embargo, Obama expresó que su decisión "no
abrirá la puerta para la clonación humana", la cual calificó de "peligrosa,
profundamente errónea y que no tiene lugar en la sociedad".
En cambio, la técnica de la clonación puede utilizarse para todo tipo de tejidos, lo que
sirve al desarrollo de terapias aplicables al tratamiento de diversas enfermedades.
Inclusive se sostiene que puede ser aceptada la clonación de células germinales, en
tanto no esté dirigida a la creación de un embrión.
En la Argentina se sostiene que la clonación es prohibida por el art. 57 Cód. Civ. y Com.
(conf. Laferriére, Tobías); se ha afirmado que la clonación de seres humanos sería un
acto de irresponsabilidad científica y social intolerable (Palacios).
También España votó en contra de la citada declaración. En dicho país, la ley 14/2006
no prohíbe la clonación con fines terapéuticos, posibilidad que es contemplada de
forma positiva por la Ley de Investigación Biomédica 14/2007, que permite cualquier
técnica de obtención de células troncales humanas con fines terapéuticos o de
investigación que no comporten la creación de un preembrión o embrión
exclusivamente con ese fin, incluida la activación de ovocitos mediante transferencia
nuclear (art. 33.1 y 2).