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“SANTIAGO MARIÑO”
EXTENSIÓN CABIMAS
Teoría de Juegos
“Equilibrio de Nash”
Se define como un equilibrio no cooperativo en el que cada agente económico toma sus
decisiones sin tener en cuenta las decisiones de los demás y buscando exclusivamente su
propio beneficio.
Como lo vimos en la película ganadora de cuatro premios Óscar “Una mente brillante”
(protagonizada por Russell Crowe) que cuenta la vida de John Forbes Nash, ganador del
Premio Nobel de Economía en 1994 por su contribución a la Teoría de Juegos, la cual
define estrategias óptimas con modelos matemáticos para estudiar interacciones en
estructuras formalizadas de incentivos. Una de las herramientas más importantes para
lograrlo es el equilibrio de Nash.
Está claro que la mejor opción para los dos es permanecer callados, aunque también es la
más arriesgada (si el compañero le traiciona, pasará mucho tiempo en la cárcel).
No obstante, aunque para el bien común lo mejor es que cooperen, al final traicionar es lo
que minimiza pérdidas, pues ofrece la posibilidad de salir libre o, en el peor de los casos,
de tener una condena menor si el compañero también confiesa.
El equilibrio de Nash ayuda a los economistas a entender cómo las decisiones que son
buenas para el individuo pueden ser terribles para el grupo. Esta tragedia explica la
sobrepesca en los mares y por qué emitimos demasiado carbono a la atmósfera. Pero
también ayuda a los políticos a encontrar soluciones a problemas difíciles. En el año 2.000,
el gobierno británico vendió sus licencias 3G para móviles por US$35.400 millones. Su
truco consistió en tratar la subasta como un juego y modificar las reglas para que los
licitadores hicieran ofertas alcistas. El equilibrio de Nash sustenta la microeconomía
moderna porque permite a los economistas elegir a ganadores y perdedores. Es fácil ver el
porqué.
A pesar de que un buen líder debe procurar captar el mejor talento para la organización
en la que trabaja, por desgracia muchos directivos prefieren descartar a los profesionales
muy cualificados por miedo a que les quiten protagonismo y les desplacen en el futuro. Es
un claro ejemplo de que el interés personal afecta al de la compañía.
Por ello traigo a colación una de mis frases favoritas de Steve Jobs:
“No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que
hacer. Nosotros contratamos a personas inteligentes para que nos digan qué tenemos que
hacer”.