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VIDA, OBRA Y PERSONALIDAD DE DON VICENTE FLOREZ DE QUINONES Y TOME Por Florentino-Agustin Diez nm 8954 El dia 20 de septiembre de 1980, el Ayuntamiento de Riello —antiguo concejo de Villomor de Riello— rindié um fervo- 050 homenaje a D. Vicente Flirez de Quitiones y Tomé. De las motivaciones de este homenaje se da puntual noticia en el texto que sigue, texto que, bésicamente, se corresponde con el discurso de ofrecimiento que en el mencionado acto pronunciara otro leonés ilustre: D. Florentino-Agustin Diez. Honrados y complacidos asistimos a una fiesta jubilosa de patria-cuna, que celebran los pueblos del antiguo y noble Concejo de Villamor de Riello, aqu{ en el corazén de la Omafia, que es tanto como decir en el corazén de las tierras Ieonesas. Es una fiesta que al conmemorar la abolicién de un tributo humillante rinde otro, honroso y ‘obligado, en emocionado recuerdo a los hombres y los pueblos de otras generaciones vuestras que lucharon por defender su libertad y dignidad de hombres buenos, llanos y abonados, para los que el trabajo era su vida, Ia fe su fortaleza y la paz su premio; preciados valores que el fierro de los se- fiorfos depredadores tanto empeio tuvo en profanar y desconocer. Pero en esa misma linea de emocionados recuerdos es también y principalmente una fiesta de especiales reconocimientos hacia el hombre que, como elegido por un hado venturoso, supo captar y sentir el peso de vuestra humillacién, el ansia nunca sofocada de vuestra liberacién frente a um gra- vamen despético, abriendo el camino histérico, juridico y politico, que habria de conducir a la extin- cién del mal llamado “Foro de Villamor de Riello”, o més popularmente, “Pan del Cuarto”, —un ma- nojo de cada cuatro para la panera del Conde de Luna o sus derechohabientes—. Un pecho, deci- mos, injusto desde su origen, que cuarteaba, no solamente el montante de vuestras cosechas, sino, y Jo que era peor, Ja sagrada hacienda de vuestra dignidad de hombres libres... Una imposicién setio- rial que también otrora gravara a las gentes y pucblos de los antiguos concejos, hermanos del vues- 110, como Io hiciera por pueblos y territorios de las riberas de alguno de nuestros rios més famosos. Este es el motivo principal de Ia fiesta que celebramos, y que todavia se enriquece con otro motivo muy entrafiable: El reencuentro del hombre con sus hombres, con sus pueblos, con sus tierras. Flérez de Quifiones, vuestro hombre, nunca estuvo ausente, en su corazén y en su memoria, de esta su patria-cuna, pero desde hace ya muchos afios sus contactos personales con la misma, si ficles, lo eran un poco de “aiio y vez”, porque sus obligaciones profesionales y sociales tenfan que mantenerlo lejos de sus montaiias, Este reencuentro de hoy era necesario, era deseado, era obligado, Este reen- cuentro que de una vez por muchas viene a llenar cumplidamente cualquier vacio de ausencias, como estamos seguros que lena el coraz6n de este hijo ilustre de Le6n que quizés los leoneses tenfan un poco olvidado y que ahora volverin a sentir el orgullo de saber que Leén cuenta con hijos tan pre~ claros como éste de vuestro homenaje. a¥ cull es, en qué consiste 1a personalidad del hombre que hoy recibe Ia expresién material de vuestro reconocimiento? Vamos a contestar recordando tres hermosos capitulos de su rica biogra- fia. Si, ya sé, que vosotros, comarcanos del antiguo Concejo de Villamor de Riello, conocéis mucho de esos capitulos, pero también intuyo que resta bastante por conocer y que ese desconocimiento se M1 extiende fuera de estos pagos omafieses. Por ello queremos que ésta de hoy sea ocasién para superar esos. vacios y dar pie para que la personalidad de Flérez de Quifiones sea conocida, admirada y re- cordada por todos los leoneses, El primer capitulo se inicia amorosamente en Ja villa de Murias de Paredes donde Flérez de Quifiones nace en 1898, y sigue en la de Curuefia, que fue la aldea solar del noble linaje y mayo- razgo de los Flérez, Debemos una preciosa informacién que nos ha legado por la mano amable de su hermana dofia Pilar... Recordemos la vieja colonizacién que parte del Castro de San Miguel y de la que nacen dos aldeas: Curuefia y La Urz... @Entronca el antecedente del Castro de San Miguel con Ia didspora de los castros astures 0 celto astures, donde muchas de nuestras aldeas de hoy intu- yen su primitive ancestro y acaso también la genes espiritual de su vocacién de libertad e indepen- dencia...? Recordaré don Vicente cémo su aldea de Curuefia conserva en su modo de vivir todas las caracteristicas tipicas de los aprovechamientos comunales, tema para él de tan valiosos estudios, que luego citaremos; las faceras con La Urz, Robledo o Villarin, Salce de Yuso o de Yusano, el régi- ‘men de Jas segundas hierbas del praderio, las hojas del cereal 0 entrepanes, las derrotas, toda, en fin, una buena escuela de colectivismo agrario tradicional... No podian faltar Jos intimos recuerdos de familia: el viejo edificio que 1a albergaba, solar de su hidalguia de sangre, de su antigua ascen- dencia omafiesa, una antigua familia, s{, muy representativa del pensamiento leonés, que es “la unidad y Ia continuidad”; y frente a la casa, Ia Iglesia, alzada en su propia ruralidad, con el grito siempre abierto de su espadafia, que era y es como un vertical alerta; esas nuestras torres parroquiales que sellan un tinico, incomprendido, virtuoso y hasta poético esquema urbanistico aldeano, que Ia espa- dafia de la iglesia centra y convoca... En el filial recuerdo, siempre los padres, don Francisco Flérez de Quifiones y Diaz, apuesto oficial del ejército carlista en la texcera guerra civil de 1873, historiador, poeta y magistrado, tan conocedor y glosador de las costumbres juridicas de nuestras montaitas, y la madre, dofia Carolina Tomé Gutiérrez, natural de Murias, hija de don Manuel Tomé de Ja Calzada, curiosamente oficial del ejército liberal en aquellas guerras civiles, planos tan contradictorios que al fin se encuentran y comprenden en algo muy del siglo XIX. No faltard el recuerdo de los numerosos tios de don Vicente, personajes brillantes por sus carreras 0 posiciones sociales que dejarian, entre otros preciados bienes, algo muy cercano a la vocacién y formacién de nuestro homenajeado: Ia mag- nifica biblioteca de la Casa de Curuefia, Recuerdo imborrable el de su primera escuela, tan marcada por el sello de una pedagogia familiar impartida por sus padres, y muy pronto los rudimentos de latin y de historia de Espafia. Muy incorporado a Curuefia en su adolescencia, hubo de seguir los estudios por libre, primero los de Bachillerato, luego los de la Universidad, alternando Ja estancia en Ia aldea con las necesidades cientificas de su formacién. Muy pronto inicia sus actividades de escritor, primero como periodista en “El Diario de Leén”, “El Pueblo Manchego”, “El Carbayén”, segin el movimien- to itinerante del Juez, su padre. En el nifio joven Vicente Flérez dejarian huella perdurable aque- os sanos principios de la pedagogia familiar, u otros mandamientos inculcados como norte para el caminar por la vida. En esta hacienda del espiritu y 1a conducta estuvieron muy presentes, cultivin- dola, la guia del padre, romintico del siglo XIX, los consejos priicticos de Ia madre, Ienos del buen sentido montaiiés, el respeto a la estirpe, la biblioteca reunida por los antepasados. {Qué hermosa pedagogla de escuela pura que tal vez Ia mediocridad de nuestros dias sea incapaz de comprender! Recordaré siempre don Vicente, con santa afioranza, las largas noches otofiales de Curuefia, las lec- turas reposadas a la luz del candil, el curioso y apasionado examen de los documentos del archivo familiar, las ordenanzas concejiles, copias de pleitos y ejecutorias, los diplomas, los fueros de pobla- cién. Y tendrin grato eco en su vida los sanos consejos y orientaciones de sus primeros maestros y preceptores. Y cémo olvidar las visitas a Ia Casa de Curuefia de los Menéndez Pidal, amigos del Magistrado, su padre. Alli escribié don Juan Menéndez Pidal su “Don Nuiio de Rondaliegos” y el 112 “Romance de Omafia”, y don Ramén, también alli, preparé sus trabajos sobre el dialecto leonés aumenté su coleccién de romances antiguos. ‘Mis tarde, en cortas temporadas en la casa de Curuefia recibiria el estudiante Vicente Florez las sabias orientaciones del profesor Diez Canseco, D, Laureano, leonés insigne y uno de los mis grandes maestros de Ia Historia del Derecho en nuestro Pais, y que tanto hubo de influir en Fldrez para su estudios sobre partes muy cualificadas de esa misma disciplina, como eran el campo de lo concejil y la vida local. No olvidaré tampoco los consejos del profesor Fermin Canella, ni las jorna- das de estudio y didlogo con otro maestro insigne de la Universidad de Oviedo: Ramén Prieto Bances. ‘A ese mismo primer capitulo de la vida de nuestro homenajeado corresponde la fecunda etapa de sus estudios, Era Licenciado en Derecho a los 19 afios, hizo a los 20 el Doctorado, redacté a fos 2x su tesis doctoral y comenz6 a practicar la Abogacia a esa misma edad en Murias de Paredes; cumple en Africa el servicio militar, regresa a su bufete de Murias, conoce como abogado la pro- blemitica socio-juridica de la cuenca minera de Villablino y Villaseca, las pequefias y a veces muy enconadas querellas aldeanas sobre faceras, servidumbres, aprovechamientos comunales, y se adentra ‘en los problemas econdmico-juridico-agrarios, que tanto habian de atracrle de por vida, Ingresa en 1 Cuerpo Notarial en 1927, con uno de los primeros nimeros de su oposicién; ejerce, primero, en Graiién. y ello le permite estudiar a fondo el Derecho foral aragonés; pasa a los dos afios a Ia notarfa de Benavides de Orbigo y regenta poco después Ia de Murias de Paredes, lo que le permite recorrer de nuevo y hasta los uiltimos rincones toda la geografia de nuestras comarcas del Partido de Mu- ias de Paredes, riberas del Orbigo y valles de sus rios afluentes; recorrer y de paso penetrar, tan agudamente como él sabia hacerlo, en el paisaje y en las entrafias del paisaje. En 1931 y con base en su espléndida preparacién histérica y juridica proyecta el expediente que conduciria a la abolicién del “fuero malo” llamado vulgarmente “Pan del Cuarto”, pero de esto hablaremos enseguida. EI segundo capftulo biogréfico de Flérez de Quifiones es el que comprende su actividad como escritor y publicista, sus libros y sus colaboraciones en prensa o revistas especializadas. Considerando su singular competencia, su capacidad intelectual y de trabajo y su larga vida, queremos pensar que su obra publicada no alcanza una espectacular y ni siquiera importante proporcién, aunque si una calidad y un valor extraordinarios. Su primer trabajo, muy importante, para nosotros sigue siendo €l més importante— es su libro de tesis doctoral, fruto sorprendente de sus veinte affos, que alcanza la méxima calificacién académica, que elabora bajo la alta direccién de su gran maestro Diez Canseco, que publica en 1924 y que lleva por titulo “Los pueblos agregados a un término municipal en la historia, en la legislacién vigente y en el Derecho Consuetudinario leonés”. Son 350 paginas de apre- tado texto y comprende un examen meticuloso y profundo, cuidadosamente documentado, del rico y variadisimo acervo institucional, vivido en el uso o Ia costumbre o escrito en las ordenanzas y libros de pueblo, de 1a vida local y concejil de nuestras tierras leonesas en su amplitud regional y especial- mente de nuestras montafias, con felices y oportunas referencias a tradiciones similares de otras regio- nes, El pasado, el presente, Ia suerte siempre delicada cuando no amenazada de nuestros entes loca- les menores 0 nuestros pequeiios municipios, viven, palpitan, aleccionan incluso, en este libro admira- ble de Flérez de Quifiones. La ordenacién y sistema responden a rigurosos cénones metodolégicos; la utilizacién de fuentes y la resefia bibliogrifica son exahustivas; Ia finura, precisién y agilidad de su literatura, admirables. Pensando en la edad del autor, sus apenas 2x afios, Ia proporcién y el em- aque del trabajo, bien podemos afirmar que se trata de un libro sorprendente, tan maduro y magistral que hubiera podido honrar la pluma de cualquier acreditado maestro de la Historia de nuestro De- recho, No hay hipérbole en mis palabras; hay, si, entusiasmo, admiracién y leonesismo, porque este primer libro de Flérez de Quifiones constituye un monumento al mejor leonesismo, al que brota de 113 sus més puras raices y tradiciones. No hay hipérbole en mis palabras. Hace poco mis de un afio tratibamos de elaborar en el Instituto de Estudios de Administracién Local un proyecto de regla- mento sobre el régimen jurfdico especial de Ios municipios de menos de cinco mil habitantes. Presidia aquella comisién de trabajo el joven y distinguido profesor de Derecho Administrative Luis Morell Ocafia. En una de nuestras sesiones comparecié Morell, radiante de alegria, exhibiendo en Ia mano tun libro raro que acababa de encontrar en la gran Biblioteca del Instituto. Lo calificé de “joya sin- gular y nos advirtié que aquel libro iba a dar luz preciosa en las tareas de Ia comisién. Aquel libro se titulaba “Los pueblos agregados a un término municipal en la historia, en la legislacién y en el Derecho consuetudinario Ieonés”. Yo pude entonces subrayar el légico entusiasmo de Morell y hasta ofrecer una informacién amplia del libro que habia escrito un mozo omafiés de veinte afios. Hoy es tuna pieza para bibli6filos, pero debiera ser més que eso, debiera ser libro de general lectura para gen- tes vidas de conocer la historia de los pueblos de donde proceden, en el sabrosisimo campo de sus instituciones concejiles, porque, ademés, su lectura es amena y atractiva. Debe reeditarse, afirmaba el profesor Morell Debe reeditarse, en efecto, y sobre quién puede hacerlo nosotros hemos tenido oca- sion de sugerirlo en reciente articulo del wltimo mimero extraordinario de la revista de In Casa de ‘Leén en Madrid. Al hablar de este primer libro de Fldrez de Quifiones hay también en mi un sentimiento es- pecial de reconocimiento por lo que a ese libro debo, En sus piginas comencé a sentir mi inclinacién por la tradicién concejil espafiola, por la historia de la comunidad de aldea, y en este sentido me enorgullece proclamar como mi maestro a Flérez de Quifiones, un admirable maestro en su primera y vigorosa juventud de veinte afios, Lo mismo que en otro orden mis amplio del municipalismo guar- do siempre veneracién para aque! gran maestro, también de origen leonés por su linea paterna, Adol- fo Posada, con el que cursé la disciplina de Derecho Municipal Comparado en el Doctorado de Leyes de In Universidad Central y que Flérez conocié también como profesor suyo. Otras dos joyas de la produccién temprana de Flérez de Quifiones son Un Foro leonés, donde se recoge magistralmente ¢l antecedente y la conclusién del feliz acontecimiento que hoy especial- mente se recuerda y reconoce, publicacién que acaba de reeditarse a propuesta del Ayuntamiento de Riello por la Institucién Fray Bernardino de Sahagin, segin grata noticia que acabamos de recibir. La segunda joya a que aludimos es su monografia titulada Comunidad o servidumbre de pastos. Am- ‘bos trabajos respiran valores y lecciones tradicionales juridico-sociales, ambos rinden homenaje a una tradicién que exige liberaciones, en un caso, o més respeto y comprensién en otro. Y en esta linea de estudios locales y rurales no olvidemos su trabajo titulado zDeben subsis- tir las aldeas?, un grito de amor, reivindicacién y defensa para esas nuestras, multiples, venerables, oferentes de salud y vida, comunidades de aldea; un grito que inspira sin duda la crisis incruenta, pero cruel, de la aldea, crisis que también nosotros, con amargura, hemos querido denunciar hablando de “la aldea que muere”, que muere a manos y desprecios de una civilizacién donde toda mediocridad y bastardia morales tienen su asiento. En el resto de publicaciones de Flérez de Quifiones encontramos tres planos de actividad y materia: como historiador —siempre en él la Uamada del ayer, lleno de ensefianza y estimulo— y en este sentido, aparte de las obras que acabamos de citar, recordemos “el Archivo de Protocolos de Cérdoba”, “Pruebas y Notarios en el Islam Medieval”, “Rodrigo de Bastidas. El escribano fundador de ciudades”, “El Notario en el Fuero de Cérdoba”, y “‘Sefiorios y escribanos”. Como especialista en estudios agrarios, o juridico-agrarios, recordemos: “Propiedad individual y propiedad socialista”; “El poder de disposicién y el colonato”, “EI acceso a la propiedad ristica”, “Contribucién territorial y métodos objetivos” y numerosas conferencias sobre Derecho agrario, Finalmente, estudios y colabora- ciones sobre temas de su profesién, en la que alcanza una extraordinaria personalidad, en el dmbito 14 Supervivencias Senoriales en el siglo XX Vicente Florez de Quifiones y Tomé PR eoihtla) ols Ma NAL NTI Tol TG Cell) aan a eo 1 del Colegio Notarial de Sevilla, en Espaiia y en el extranjero a través de grandes reuniones y con- gresos. Recordamos “Unidad y particularismo. La continuidad del Derecho y los notarios”, otros tra- bajos de Derecho Privado, sin olvidar sus importantes y abundantes “Notas a la Jurisprudencia sobre arrendamientos risticos” en Ja Revista de Derecho Privado. Esta somera referencia a la vida y la obra de Flérez de Quifiones, ademis de informamos de su robusta personalidad, nos lo presenta y define como un hombre de camino y de paisaje, porque ya se sabe que sin paisaje no hay camino, y aiin nos atreveriamos a decir que sin paisaje no hay vida. Seré ese nuestro paisaje la circunstancia del yo en el pensamiento de Ortega y Gasset; serin el dra- ma y la ternura en el paisaje de Lain Entralgo; seri Ia fabulosa pluralidad de posibilidades en ¢l paisaje, siempre como en movimiento, en las observaciones que desde un avién nos hace Juliin Marias; serin, en fin, los paisajes con alma de Miguel de Unamuno... Porque el paisaje que rodea nuestro camino, nuestro andar y ver, no es solamente el escenario fisico que contemplamos y en el que nos movemos, el relieve, los bellos, rientes o adustos panoramas que nos conmueven, si en ellos no sabe- ‘mos apreciar y penetrar la grandeza y majestad de la Naturaleza y cuanto ésta encierra bajo el aliento del cielo y entre el protagonismo del rey de esa misma naturaleza, que es el hombre. No, el paisaje es mis, Es sin duda todo ese rico tesoro de tradiciones y ensefianzas, de proble- mas y anhelos, que Flérez de Quifiones ha conocido a lo largo de su vida, pero que hoy vamos a centrar en el periodo de su vida joven cuando tan ilusionadamente recorrié nuestras montafias hasta sus tltimos rincones. Era el mundo intimo de la Omafia, esta comarca maravillosamente definida que se organiza sobre Ia cuenca del rfo de su nombre que parece respirar hacia los cielos por las cum- bres de sus Miros totémicos, las puntas airosas y cimeras del Tambarén, tuteando a los colosos del Catoute y Pefiacefera, que parten con el Bierzo, la altiva cresterfa de Pefialarena y Rabin Alto, que Parten con Babia, 0 ese monte famoso del Suspirén, discutido en un proceso de posesiones y perte- nencias por un tal Ares o Arias de Omafia y Rivadeneyra, véstago del famoso mayorazgo comarcano, trasplantado a Castropol, desde donde viene a pleitear con Ia vecindad de Omafia y Barrio de la Puen- te sobre la posesién de unas casas y campos, incluido l Suspirén, cuyo nombre no sabemos a qué grandes suspiros de elegiaca leyenda responde, pero que levanta aires de romances amatorios. El extenso paisaje de Omatia responde perfectamente a cinones de unidad y homogencidad en su conjunto, ¢s vario, sin embargo, y es austero, pero en la singular armonia de esa austeridad est el secreto de su belleza, que se alza bravia en sus cumbres, se aduerme dulcemente en sus vegas collados y se humilla tiemna y poética en el secreto de sus valles y selvas o en sus puras fuentes que ofrecen una salud casi milagrosa, La gran comarca omafiesa se representa en las subcomarquitas, que Ia enriquecen y matizan, de Jos antiguos concejos, luchadores por su libertad, de nombres que s6lo quedan en la memoria y en Ia historia: Paredes, los Transversales, la Lomba de Campestredo o éste de Villamor de Riello, que disfrutaron, si no todos, la mayoria, de Privilegios y Cartas Pueblas del Rey Don Alfonso X el Sabio, y con ello ganaron Ia condicién deseada de Concejos libres o de realengo. La parte més extensa de Ja geografia omaiiesa responde, sin duda, a lo que los geégrafos lla- man “pie de sierra”: muiltiples lomas y cerros suaves, pequefios valles de rica praderia, laderas cen- tenales, aldeas humildes y soleadas en las que casi nunca falta Ia impronta de los blasones hidalgos de Jas antiguas casonas, la huerta recoleta, el arroyo rumoroso cuando no Ia breve tabla del rio don- de saltan Jas més sabrosas truchas del mundo, y casi siempre la selva del comin, la devesa del comtin, el coto boyal, la faceras entre pueblos... Comarca de norte y montafia —entre la montafia y la ribera o el llano—, con Ia multiple red de sus caminos rurales, la gracia de los viejos pontones, Ia virtud de sus fuentes infinitas. Hemos 17 conocido muchas, no tantas quizis como conoce Flérez de Quifiones, por los parajes del partido de ‘Murias de Paredes. Fuentes que la leyenda sacralizé y se llaman “fuentes sagradas”; fuentes que ma- nan perlas, como aquella de Cospedal donde brotan, como perlas, las ligrimas de Ja nifia arrebatada por unos malhechores, o aquella otra de Mena, la fuente de los cristales, porque sus aguas son como limpios espejos donde aparece Ja faz en Ianto de una doncella que hombres malvados secuestraron; fuentes de salud, fuentes legendarias y milagrosas, fuentes embrujadas, fuentes poéticas donde se mira y recrea el encanto de nuestras doncellas... Fuentes foreras, incluidas en el marco del tributo inicuo y por ello, como el de las tierras paniegas, manando su pan para las paneras del Conde en pago de la sed ardiente y calmada del aldeano, como aquella fuente de Andarraso y otras mis de vyuestros valles dominados por el “fuero malo’ Ese es el paisaje fisico —o si queréis metafisico— que tantas veces recorrié Flérez de Quifio- nes en los afios de su juventud por estas montafias, Y en ese maravilloso marco omaifiés o babiano, lacianiego o de Luna la legendaria, el “ijuja” de los mozos bien plantados, cuando iban de ronda, 0 1 esperar amoroso de las mozas bien ponidas, todas en Ia flor de sus ilusiones y rosas en los corpi- fios... Las rometias y fiestas patronales, con sus misas bien cantadas sobre pentagramas incopiados, antafiones y gloriosos; y en las eras del pueblo, bailes chanos, de jota o de titos, al son alegre de la pandereta o el més solemne y hondo del pandero de piel de oveja, cuadrado y encintado, por alto la copla bien cantada que inventaran los genios de la poesia local y haria suya el pueblo; los encuentros coloquiales, vecinales y hogarefios, del calecho o el filandéa, tribunas de fraternas convi- vencias, de amores, afioranzas y propésitos. Y los deportes de antafio y no sé si también de hogafio: la carrera de rosca, el tiro de barra, los bolos de castro, tal vez descendientes de los castros astures, 0 el herciileo forcejeo del tira-garrote... En los atrios de las iglesias, después de la misa dominguera o 1a convocatoria de la campana arrepicada, el concejo abierto de Ia vecindad y sus probihomines, y en el concejo, todo solemne y bien medido, hasta la palabra, y para decirla, las cabezas desbonetadas y el decir corto y cortés, sin malicia, En el concejo, los pertinentes acuerdos para aplicar debidamente las ordenanzas 0 respetar las costumbres, ya en las veceras de los ganados y en las facenderas para refaccién de caminos, fuentes y puentes y otros servicios de comunidad, ya en el reparto de suertes de lef, la fijacién de fechas para la apertura y cierre de pastizales en el entrepin y Ia derrota, Ja devesa boyal o las buerizas, la previsién y estrategia de las monterfas o el correr de lobos, el respeto a los limites de faceras, los términos exactos de Ja mancomunidad o la interpretacién correcta de las viejas concordias... Cono- ceria el concejo los dafios, las prendas y las penas, y consumiria el vino de su propia justicia, déndole a Ia canada, segiin costumbre, © “fasta dos tragos ¢ non més”, como para los concejos de beber las azumbres punitivas prevenia la ordenanza antigua de Mataluenga. Sigamos un momento més con los paisajes con alma de Flérez de Quifiones en nuestras mon- tafias, En ellos, la bien sabida ordenacién y prictica de los trabajos del campo, en los que todavia la noble agricultura 0 ¢l ejercicio pastoril cobraban condicién divina o traian biblicos acentos, trabajos siempre mis largos en el esfuerzo que cortos en la cosecha, escasa cuando no fallida, ya por causas naturales, ya porque a veces Ia incomprensién social, econémica 0 politica, asfixian esperanzas y ren- dimientos. Vida y problemas que tanto han atraido siempre el corazén de luchador y la mente de jurista sociélogo de Flérez de Quifiones. ‘Hemos hablado de Ja tradicién comunitaria de la comarca, de a que perviven elocuentes tes- timonios. Pero gy el futuro? Se anuncian acciones especiales para Omafia. Sean bienvenidas. Son ne- cesarias. Sus pueblos necesitan buenas comunicaciones, viarias y transmisivas, agua y luz, asistencia sanitaria oportuna, asistencia docente en la escolaridad de base y en Ia ensefianza profesional, asis- tencia espiritual, centros sociales, tal vez pequefios embalses de arroyo que permitan abastecer mejor 118 los pueblos ¢ incrementar las areas de regadio; mejorar, limpiar y extender los pastizales comunes, cuidar y ampliar el arbolado, mejorar la cabafia bovina, y, tal vez, recuperar la lanar y caprina, higie- nizar y embellecer los. pueblos, etc. Y todo ello con sentido prictico, realista, y todo ello sin dafiar los valores peculiares y tradicionales, que tienen su apoyo en Ja familia, en la escuela, en Ia parro- quia, en la comunidad agraria y en el concejo, valores que son los pilares insustituibles de eso que lamamos “poderes intimos de la aldea, de Ia comarca”... Recibid con énimo abierto y propicio, con voluntad de aceptacién y cooperaciGn, esas acciones especiales que se 0s ofrecen y que ellas, con vuestro esfuerzo, constituyan una auténtica “politica rural y agraria”, que tanto necesita vuestra comarca, Si, porque en Ia comarca, sobre todo, los hombres, la humanidad terruiera, humilde y sefiora, trabajadora y seria, puerta abierta y palabra cumplida, agrupada en toro a esos poderes intimos de que hablamos. Pero don Vicente hubo de evocar también, en unos casos, 0 conocer y tratar en otros, a los, grandes hombres de Omafia, entre los que cabe recordar, sin agotar la lista, a aquel joven sefior de las Casas Fuertes de la Vega de Arienza o el castillo de Vifial 0 Benal, don Ares de Omafia, cuya vida y trigica muerte a manos del Sefior de Ordés giran envueltas en brumas doradas de leyenda y romance. Ya en tiempos més cercanos, el famoso helenista, Rector de la Universidad Central doctor Lizaro Bardén y Gémez de Inicio, cuya preciosa sintesis biogréfica nos ofrecié en “Archivos leoneses” otro gran helenista, paisano nuestro, el profesor Manuel de Rabanal, Mis de nuestros dias han sido, el andatiego monje de San Agustin, César Morin, arqueslogo, historiador y folklorista, que recogié cuentos y sabrosas fébulas de Omafia, escribié una novelita encantadora, “Vicentuco”, y un intere- sante vocabulario de Campo de la Lomba, amén de sus exploraciones de antiguos castros y sus excur- siones arqueolégicas por tierras de Leén y Salamanca; el P. Rubio, del Valle Gordo, una potencia dentro y fuera de la Universidad norteamericana, como se ha dicho, que gusté en lamarse un dia “Rubin de la Calzada” y escribir una deliciosa novela picaresca, titulada “Peralvillo de Omaia”. Tam- bién del Valle Gordo, aquel soldado heroico y laureado en Filipinas, hijo de un liberalismo romén- tico y trasnochado, «l General don Segundo Garcia, No olvidando que Omafia ha sido una tierra de démines, citemos al mis famoso, el gran Cancio, que ensefiaba desde su cétedra de Vegarienza un buen Jatin ciceroniano y metia las conjugaciones en el caletre de sus alumnos a palmetazo limpio. Ya de hoy, los hermanos Rubio Calzén, Luciano, que alcanz6 el generalato de la insigne Orden de San Agustin, y Samuel, también Agustino, el gran organista de San Lorenzo del Escorial, musicélogo de prestigio internacional, ambos de Posada de Omaiia; el profesor de la Complutense de Madrid, Ole- gatio Garcia de la Fuente, de Torrecillo, filélogo, especialista en ciencias biblicas, y el P. Rafael Pé- rez, de Las Omafias, teélogo eminente... Y los poetas de Omafia. Recordemos, por todos, a Pepe Fernindez Jolis, fervoroso cantor de sus montafias de Murias. ‘Mafiana recibiré don Vicente un titulo que viene a ser la expresién més elocuente de uno de los més vivos encantos y atracciones del paisaje social y comarcal que él tantas veces contemplara: el titulo de Pastor Mayor de los Montes de Luna. Honor singular que parece brotar de las montaiias y los puertos rebafiegos como el humo madrugador de los chozos pastoriles, como la serena hermo- sura de los rebaiios merinos cuando, abriéndose en abanico, carean al pasto hiimedo, como a honra misma del pastor, que recuerda andanzas y visiones biblicas... Un titulo que unird a éste no menos honroso de Hijo Adoptivo que vuestro Concejo le otorga. Muchas veces, cuando los contemple en compafifa de la esposa ejemplar y de los hijos, porque el honor del padre acrece el honor y la virtud de la familia; cuando asi los contemple, le legarin los ecos de estas fiestas entratiables, y, con ellos, cuinta vida y tradici6n, cuénta rica humanidad, cuénto ejemplar sefiorio... En 1931 y con base en su preparacién histérica y juridica, también en Ia valoracién social de sus gentes, proyecta Flérez de Quifiones el expediente que conduciria a la abolicién de “fuero malo”, 119 amado vulgarmente “Pan del Cuarto”, que gravaba a los pueblos del antiguo concejo de Villamor de Riello, El conoce perfectamente el origen y desarrollo de las “prestaciones sefioriales”, lo que Je permite redactar personalmente el Decreto de 15 de septiembre de 1932, que viene a poner fin a una larga tradicién de disposiciones, més 0 menos definitivas, sobre la supresién de esas prestaciones © al menos de las que no tenfan un origen pactual, o enfitéutico, ¥ es asi como el liderazgo de don Vicente en estas delicadas cuestiones se extiende y beneficia a los pueblos tributarios de todas las zonas geogrifices de Espaia donde perviven esas humillantes exacciones sedoriales. Pero la fiesta de hoy tiene un motivo especial que se resume en una preciosa y clocuente sintesis: Se conmemora aqui, y se agradece al hombre que supo hacerla posible, la abolicién del mal llamado “Foro de Villamor de Riello” o “Pan del Cuarto”. Los términos concretos del venturoso problema son estos: —La Exposicién magistral que los representantes de los pueblos del concejo indicado, ahora ‘Municipio de Riello, elevan a as Cortes Constituyentes el 24 de octubre de 1931, exposicién pre- cedida de un enjundioso estudio histérico-juridico y social de Flérez de Quifiones, redactor asimismo de Ia Exposicién. —El Decreto de 10 de diciembre de 1931 por el que el Gobiemo acuerda la extincién del foro, como comprendido en el Decreto de Cortes de 6 de agosto de 1811. —Y¥ Ia Resolucién de 27 de septiembre de 1933, de Ja Direccién del Instituto de Reforma Agraria, por In que se dispone la cancelacién de la inscripcién en el Registro de la Propiedad de ‘Murias de Paredes del Foro, sin que los tributarios liberados tuvieran que satisfacer compensacién 6 indemnizacién alguna, por lo que Ia abolicién se acuerda en su caricter de absoluta, pura y- simple, Ya la mal recordada Panera del Conde, clausurada-y vacia para siempre, era un simple re- cuerdo para la historia. Esta fue la obra admirable y benemérita del hombre que en el camino de su juventud por los paisajes de Omafia encontré en ellos una sombra negra que presionaba sobre el espiritu de libertad y dignidad de sus gentes y sus pueblos, que arafiaba cruelmente en sus conciencias, en su paz y en cl fruto de sus trabajos y sudores. Una servidumbre, en fin, injusta y humillante, como un mal agarrado a la entrafia, que era preciso extirpar. Para conseguirlo, tuvisteis In fortuna de contar, des- pués de siglos de espera y protesta, con el fisico insigne que conociendo y sufriendo, moralmente al menos, con vosotros, ese mal de siglos, acerté a curarlo de raiz en tan solo unos dias, y con ello, queridos omafieses del antiguo Concejo de Villamor de Riello, devolveros no sélo la salud de vues- tras economias, sino también, ya liberada, la dignidad, para que sedis de verdad Jo que realmente sois: hombres buenos, libres y agradecidos,

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