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EL VUELO DE BOECIO
grecolatina, que muere y es arrastrada por el mundo gótico2. Está escrita en latín por un
político e intelectual romano que piensa y siente en griego. El autor, Boecio (c. 480
-524/526 e.c)3, no sólo se lamenta de su suerte personal, sino que también se queja
amargamente del destino que le depara a su mundo externo e interno, a sus convicciones
más profundas, a los valores políticos y culturales sobre los que ha fundamentado su
vida. Así, este libro funciona como síntesis de las enseñanzas más perdurables de la
La época en la que vivió Boecio está marcada por la definitiva separación entre la
1
Walter BENJAMIN, “La luna”, en Infancia en Berlín hacia el mil novecientos, Abada, Madrid, 2011, p.
95.
2
Hemos trabajado con la siguiente edición: BOECIO, La consolación de la filosofía, ed. de Leonor Pérez
Gómez , Akal, Madrid, 1997.
3
Anicio Manlio Severino Boecio era descendiente de la aristocracia romana más culta e influyente.
Pertenecía a la familia (gens) Anicia, ilustre desde la época republicana. Sus antecesores habían
desempeñado altos cargos (senadores, cónsules, prefectos, etc.) en la administración imperial y estaban
emparentados con las familias más poderosas de Roma. Esta familia se había convertido tempranamente
al cristianismo y de ella saldrían también varios pontífices romanos, el más destacado será el papa San
Gregorio Magno (540-604 e.c.).
Aunque la mayor aspiración de Boecio sería dedicarse al otium studiosum, sin embargo, impulsado por su
familia comenzará una brillante carrera política que culminará con su designación como magister
officiorum, una especie de ministro plenipotenciario al servicio del rey ostrogodo Teodorico (454-526).
1
Constantinopla, y siguió siendo una zona de importante desarrollo académico y cultural,
con grandes centros del saber como Atenas, Alejandría, Antioquia, Pérgamo, Aleppo,
Esmirna o Corinto. Con la fractura del Imperio Romano en dos partes, una oriental y
otra occidental, se inicia un periodo de hostilidad que abarcará desde el terreno religioso
Debido a estas vicisitudes históricas, a Boecio le toca vivir entre las aguas de este
Mediterráneo dividido. Si, por un lado, es un noble romano que trabaja lealmente para
el nuevo poder bárbaro, por el otro, tiene una afinidad intelectual y sentimental con lo
que supone la gran cultura griega. La fractura del viejo mundo grecolatino se dejaría
libro muy especial. El autor se encontraba en prisión, esperando su más que probable
ejecución y alejado de su querida biblioteca romana, y sólo contaría con material sobre
el que escribir y un instrumento con el que hacerlo 6. Aún en estas precarias condiciones,
4
El Imperio Romano occidental acabará oficialmente en el año 475 cuando Odoacro, rey de los hérulos,
depone al último emperador Rómulo Augusto. Desde entonces diversas tribus bárbaras (vándalos,
visigodos, ostrogodos, etc.) conquistarán y se disputarán las anteriores tierras imperiales. El recelo ante el
Imperio Romano oriental (Bizancio), que querrá recuperar su influencia y su poder en Italia, hará que
todo lo que suene a griego sea tachado de peligroso y pagano por el nuevo poder gótico cristiano.
5
Boecio recibirá una educación retórica y filosófica en los dos grandes centros de la sabiduría griega de la
época: Atenas y Alejandría. Esta última ciudad era la gran metrópolis intelectual y cultural de la época, y
en ella Boecio entrará en contacto con las enseñanzas neoplatónicas, que son el principal sustrato (aunque
no el único) de las ideas que aparecen en La consolación.
6
El senado romano estaba dividido en dos partidos, el filogótico y el filobizantino, profundamente
enfrentados entre sí. Cuando se descubrió una conjura de senadores que apoyaban el retorno del poder
imperial a Roma, Boecio salió en defensa de estos senadores porque veía peligrar la institución política
romana más importante. Con falsas acusaciones, el mismo Boecio cayó en desgracia y fue trasladado a
Pavía mientras su juicio se celebraba en Roma. Se le acusaba no sólo de conspirar contra el rey, sino
además de haber hecho uso de la magia. Este delito era de hecho el más peligroso, pues el interés por la
filosofía de Boecio estaba íntimamente relacionado, para la mentalidad gótica cristiana, con el paganismo.
De esta forma, Boecio no sólo sería un traidor, sino también un hereje, y por ello merecía un castigo
ejemplarizante.
Un comité de senadores —aquellos a los anteriormente había defendido—, temerosos ante las represalias
del poder gótico, declararon culpable a Boecio sin darle la posibilidad de defenderse. El rey Teodorico lo
condenó a muerte y ordenó la confiscación de sus bienes. Durante el tiempo que pasó en la prisión de
Pavía esperando su ejecución compuso en verso y en prosa la obra que estamos estudiando .
2
debió a su educación clásica, que había entrenado su memoria desde la infancia7, para
atesorar en su interior las joyas del pensamiento y la literatura clásicas. Estas especiales
esta obra no sólo recoge o recopila el impresionante legado de sus predecesores, sino
que elabora el pensamiento antiguo con originalidad. Los libros que Boecio había leído
concebir una voz propia pero cargada de palabras de la tradición, con el fin de que
ofrece una rígida lista de soluciones únicas a las cuestionas sociales, políticas o
científicas. Tanto en la Grecia como en la Roma clásicas existieron una gran variedad
tampoco opinaban lo mismo sobre el gobierno del ciudadano Séneca o Quintiliano, dos
ilustres hispanorromanos.
medieval, nos encontramos con un consuelo que supone, tristemente, un claro desprecio
sólo eso, pues si bien es cierto que el político romano pasaba por un trance angustioso,
vida de tintes depresivos. Arendt lo expresa muy bien cuando apunta que Boecio
culmina una tradición en la que “[s]e recurre a la filosofía para compensar las
7
Leonor PÉREZ GÓMEZ, “Introducción”, en BOECIO, La consolación de la filosofía, p. 28.
8
Hannah ARENDT, La vida del espíritu, Paidós, Barcelona, 2002, p. 183.
3
Si humanistas como Lorenzo Valla (1406-1457) han llamado a Boecio “el último
consideramos que existen suficientes razones para leer este libro desde la teoría política
contemporánea. Y con más interés si cabe, si estamos de acuerdo con las palabras de
José Gaos (1900-1969) y como él creemos que “el hombre moderno es histórica
Enfermo de letargia
Cada uno de los cinco libros que componen esta obra está dividido en capítulos, y su
vez, cada uno de los cuales constan a su vez de dos partes, una escrita en verso y la
otra en prosa.
aquí encontramos muchas de las claves que se irán repitiendo como un estribillo
hundido y derramando lágrimas por la injusta suerte que el destino le tenía preparada.
Las Musas de la Poesía (“las Camenas”), que han resistido a la tiranía, son las que le
depresión, llega a desear que la muerte, “sin turbar los dulces sueños”, llegue pronto y
9
Lorenzo VALLA, Excelencias de la lengua latina. Citado en BOECIO, La consolación de la filosofía, ed.
de Pedro Rodríguez Santidrián, Alianza, Madrid, 1999, p. 7
10
Leonor PÉREZ GÓMEZ, “Introducción”, p. 71.
11
José GAOS, “Filosofía de Maimónides”. Conferencia pronunciada en 1935 con motivo del VIII
Centenario del nacimiento de Maimónides. Publicada por La Casa de España en México en 1940. Puede
encontrarse en: http://www.biblioteca.org.ar/libros/89394.pdf (última consulta: 29/04/2015).
4
lo libere de sus angustias producto de la “infiel Fortuna”, ya que “esta vida despiadada
le aparece “una mujer de rostro venerable”, con unos ojos de “una clarividencia
tejido ella misma con sus propias manos”. Sin embargo, presentaba el aspecto propio de
el superior, “y entre ambas letras se distinguía una especie de escala cuyos peldaños
permitían ascender desde el signo inferior hasta el superior” 15. Es decir, se trata de los
enseñanzas de Platón y Aristóteles, como una actividad más elevada, propia de las
personas sabias. El uso de las letras griegas nos hace pensar que para Boecio la
latinas.
Esta mujer, presa de la indignación, expulsa a las Musas de la poesía porque “son
ellas quienes destruyen la cosecha fecunda de la razón con las espinas estériles de las
enfermedad”16. En su lugar, colocará a sus propias Musas para que cuiden y sanen al
enfermo. Sin embargo, esta mujer tan aparentemente contraria a la poesía, lamentará
con versos la pérdida de “las luces de la mente” que está sufriendo Boecio.
12
BOECIO, La consolación de la filosofía, ed. de Leonor Pérez Gómez, Akal, Madrid, 1997, pp. 94-95.
13
Ibid., p. 95.
14
Ibid., p. 96.
15
Ibid., pp. 96-97.
16
Ibid., pp. 97-98. En este gesto de menospreciar y censurar la poesía, Boecio sigue a Platón, como en la
mayor parte de las enseñanzas de su Consolación. Véase al respecto, por ejemplo, PLATÓN, República,
trad. de José Manuel Pabón y Manuel Fernández- Galiano, Alianza, Madrid, 2002, 595a-c, pp. 555-556.
El filósofo griego llegará a expulsar a los poetas trágicos de su polis ideal. Ver PLATÓN, Las leyes, trad.
de José Manuel Pabón y Manuel Fernández- Galiano, Alianza, Madrid, 2002, 817c-d, p. 388.
5
El enfermo se queda “mudo” ante las palabras de la mujer venerable. Entonces
sí; la recobrara con facilidad tan pronto como me reconozca. Para ello,
limpiemos poco a poco sus ojos, cegado por la nube de las pasiones
terrenales17.
personas para refugiarse ante los reveses de la vida. Consistiría entonces en una falsa
salida a la depresión, puesto que en realidad sólo sirve para empeorar la triste situación
Una vez limpios los ojos, Boecio reconocerá a la mujer que ha venido a sanarle y
acompañarle, y que no es otra que su antigua maestra, la Filosofía, quien insiste en que
esperas a un médico que te cure, es necesario que descubras tu herida” 19. Pero ya hemos
visto que esta palabra no es la expresión poética. ¿A qué palabra se está refiriendo,
particular terapia.
Si quiere curarse, sin embargo, la Filosofía deja claro a Boecio desde el final del
primer libro que tiene que ser fuerte y prepararse para un camino duro y plagado de
peligros y obstáculos, y para ello el primer gesto que debe hacer es de una naturaleza
17
Ibid., p. 102.
18
Sobre la estrecha relación entre el verdadero conocimiento con el estado de vigilia y la identificación
entre la opinión (doxa) o el engaño con el sueño o la letargia, ver PLATÓN, República, Libro V, 475e-
476e.
19
BOECIO, La consolación de la filosofía, p. 110.
6
predominantemente ejecutiva: la expulsión de las pasiones20. A un hombre que se
encuentra esperando una condena a muerte injusta se le exige que deje atrás y para
racional y mortal”21.
Con esta orden pareciera que la Filosofía está militarizando el gobierno de la vida
del ciudadano, convirtiendo de paso el camino del conocimiento en una marcha donde
suenan tambores de guerra. Quizá en los oídos de Boecio aún resonaban las
amenazantes palabras que su admirado Séneca escribió a Lucilio: vivere militare est22.
Ante un Boecio abatido por las desgracias, y que ha aceptado someterse a los cuidados
contingencia.
eficaces o agresivos, Filosofía debe preparar la psique del enfermo con remedios más
suaves o moderados, ya que si optara en un primer momento por los más enérgicos el
desgobierno podría agravarse. Son dos los paliativos que recomienda Filosofía en el
20
Ibid., p. 134.
21
Ibid., p. 131.
22
Ver SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio, vol. II, trad. de Ismael Roca Meliá, Gredos, Madrid, 1989,
Libro XVI, epístola 96, p. 219.
7
Pero ya es hora de que pruebes y saborees algo suave y agradable,
Acudan, pues, los encantos persuasivos de la Retórica, que sólo avanza por
ciudadana, algo que también criticaba Quintiliano24. Esta retórica estaría basada en la
terapia filosófica.
humanos, a la que todos estamos sometidos por nuestra condición de mortales. Eso sí,
su reinado sólo abarca el mundo físico y nuestra existencia terrenal, es decir, sólo
Has sido abandonado por aquella de la que nadie podrá estar nunca
capricho el cuerpo, las esperanzas y el fruto de su trabajo—, sin antes haber protegido
23
BOECIO, La consolación de la filosofía, pp. 136-137.
24
QUINTILIANO, Institución oratoria, Conaculta, México D.F., 1999, pp. 122-124. Citado en Javier ROIZ,
La recuperación del buen juicio, p. 318.
25
BOECIO, La consolación de la filosofía, p. 137.
8
en su foro interno los tesoros inmateriales de las enseñanzas filosóficas, el resultado no
aunque tengan cosas valiosas que decir. Boecio se halla postergado en esa posición
repiten los recursos mágicos de los niños, esos que consisten en la pretensión, cargada
ser la Fortuna!26
Fortuna, para que pueda defenderse de las acusaciones, o al menos exponer los motivos
estaba “totalmente desnudo y desprovisto de todo”, y que fue ella la que con “una
bondad quizás excesiva” lo cubrió de riquezas, honores y demás bienes semejantes 27.
Todos estos recursos terrenales son de su propiedad, y por esa razón, no acepta que se le
26
Ibid., p. 139.
27
Ibid., p. 141.
9
lo que está en la cumbre y subir lo que está abajo. Sube si quieres, pero con
esta condición: que no consideres injusto bajar cuando lo exijan las reglas de
mi juego28.
forma de actuar de la Fortuna. Ella expone su discurso como una defensa en un litigio
privado. Como legítima propietaria de los bienes materiales de los que disfrutan los
ciudadanos en la vida terrenal, ella los trata a todos con igualdad, sin hacer
reclamarle el disfrute de los mismos una vez que ella ha decidido desposeerlos. De ahí
que se pronuncie como un sujeto particular cuyos derechos de propiedad han sido
cuestionados.
Pero como su forma de ser es la de una tirana caprichosa e imprevisible, aún deja
en un reino que es común para todos, no pretendas vivir bajo tus propias
leyes30.
28
Ibid., pp. 141-142.
29
Ibid., p. 141.
30
Ibid., p. 143.
10
Tras el alegato de la Fortuna, Boecio dispone del turno de réplica, y lo aprovecha
discursos de Filosofía y de Fortuna, música son los poemas con los que coronan sus
discursos—, pero considera insuficientes estos calmantes: “para las personas que sufren
es más profundo el sentimiento de sus desgracias y por ello, cuando éstas dejan de sonar
humano, Filosofía alerta a Boecio de que esta actitud no lleva a ninguna parte, porque es
una felicidad que sólo puede ser hallada en el mundo interno. Este comportamiento los
Fortuna. Para la Filosofía éste es un camino equivocado que sólo puede acarrear más
estudio de uno mismo, con la finalidad de cada cual sea “dueño” de sí mismo 32. En caso
contrario, serán las pasiones destructivas y la Fortuna las que gobernarán la vida del
ciudadano.
31
Ibid., p. 144.
32
Ibid., p. 152.
11
Si antes la Filosofía había empleado los remedios suaves de la retórica y la música
para calmar el dolor del enfermo, ahora llega el turno de los medicamentos más activos
que vayan a la raíz del problema. Ha llegado pues la hora de aplicar “el bálsamo” de los
La última parte del libro II y la primera del Libro III sobresalen por la crítica
despiadada a la que Filosofía somete a los bienes del mundo externo: el poder
nada de lo que para nosotros tiene valor mientras pisamos esta tierra nos puede
conducir a la felicidad, que Filosofía identifica con el “bien supremo” al que aspiran
todos los hombres, que “consiste en un estado perfecto que reúne en sí todos los
bienes”39.
Boecio suplicará desde ahora a la Filosofía que estas enseñanzas que actúan
33
Ibid., p. 154.
34
El poder político es entendido esencialmente como correlato de la corrupción: “Así, como es
indudable que muchas veces los individuos corruptos son los que gozan de los cargos, es también
evidente que éstos no son intrínsecamente un bien, pues consienten en asociarse con los más perversos.
La misma consideración puede hacerse, y con mayor razón, a propósito de todos los dones de la Fortuna,
que recaen con mayor abundancia en los peores canallas”. Ibid., p. 165. Filosofía asimismo recurre a la
historia de la espada de Damocles para hacerle entender a Boecio el carácter precario del poder terrenal,
un poder “que no puede alejar la mordedura de la inquietud ni de evitar el aguijón del miedo…
¿Consideras poderoso a quien cubre sus costados con guardias, a quien tiene miedo de aquellos a los que
él mismo quiere infundir miedo, a quien para parecer poderoso se pone en las manos de sus servidores?”.
Ibid., p. 196.
35
De las riquezas dirá que “no pueden alejar la necesidad y ellas mismas crean la suya propia, ¿qué
razón hay para creer que pueden ofrecer una garantía de suficiencia?”. Ibid., p. 190. De hecho, al rico
“la angustia devoradora (anxietas) no le abandonará mientras viva, y cuando muera, sus vanas riquezas
no le acompañarán”. Ibid., p. 191.
36
Los placeres del cuerpo merecen ser condenados porque “mientras se desean, llenan de ansiedad, y
satisfechos, generan remordimientos”. Ibid., p. 201.
37
La amistad es gérmen de desconfianza: “¿Se puede acaso confiar en amigos ganados no por nuestra
virtud sino por nuestra fortuna? Aquel al que la prosperidad ha hecho amigo, la adversidad lo hará
enemigo. ¿Y qué plaga es más perniciosa que un enemigo que pertenece a nuestro círculo de amistades?”
Ibid., p. 197.
38
Filosofía recuerda a Boecio que muchos hijos son los “torturadores” de sus padres y llegará a decir,
citando a Eurípides, que “quien está privado de ellos es feliz gracias a una desgracia”. Ibid., p. 202.
39
Ibid., p. 182. Esta idea también procede de Platón. Ver, por ejemplo, PLATÓN, “Filebo”, trad. de María
Ángeles Durán, en Diálogos, tomo VI, Gredos, Madrid, 1992, 60b-c, p. 111.
12
actúan contra la raíz de la enfermedad. Ya ha pasado el tiempo de los calmantes, de los
remedios suaves como la retórica y la música: “[…] aquellos remedios que encontrabas
demasiado enérgicos no sólo no me dan miedo sino que te suplico ardientemente que
me permitas escucharlos”40.
autosuficiente, esto es, en un “ser que no necesita ninguna ayuda exterior, que puede
hacer todo contando sólo con sus propias fuerzas, que es ilustre y digno de respeto” 41.
Sólo de esta manera y en virtud de estas características, será una persona “sumamente
feliz”42. Y no mediante las falsas apariencias a las que se rinden los sentidos físicos, sino
griegos, un Dios al que se le dedican himnos con el fin de que permita ser contemplado
por quien busca la felicidad o la sabiduría, que aquí funcionan como sinónimos. Este
Dios es el alfa y la omega, el principio y el fin 45, una imagen que será trasmitida a la
cultura occidental por la tradición cristiana, pero que, como podemos comprobar, tiene
cosa que una portavoz de Platón. La gran mayoría de sus argumentos están sacados de
los escritos del filósofo ateniense. De ahí que lo imperfecto, es decir, lo terrenal, sea
considerado como copia degradada de lo perfecto, la idea del bien 46. Las riquezas, los
honores o el poder sólo pueden aspirar a lo sumo a formar parte de una felicidad
40
Ibid., p. 180. Énfasis añadido.
41
Ibid., p. 207.
42
Ibidem.
43
Ibid., p. 209.
44
Ibid., p. 210.
45
Ibid., p. 214.
46
Ibid., pp. 214-215.
13
imperfecta. Esta idea de imperfección es la que, mediante un silogismo, nos lleva a la
idea de perfección47.
lógica dialéctica. Esta se basa, como no podía ser de otro modo, en una rígida
afirmación del principio de identidad: “es imposible que entre dos bienes diferentes uno
de ellos sea lo que es el otro…de ningún modo, por tanto, dos bienes que son sumos
Siguiendo la doctrina platónica de la metaxy, los hombres pueden llegar a ser como
dioses a través del conocimiento del supremo bien, de Dios. De hecho, el camino más
divinidad, para los humanos “resulta evidente que al adquirir la divinidad llegan a ser
consiguiente, todo hombre feliz es un dios. Es verdad que por naturaleza no hay más
que un solo Dios; pero nada impide que, por participación 49, haya tantos como se
quiera”50.
Para el filósofo platónico, así como para los cristianos que asimilan esta
47
Ibid., p. 215.
48
Ibid., p. 217.
49
Se hace referencia al concepto platónico de metaxy, utilizado más tarde por San Agustín. La idea de
que Dios es la suma de todos los bienes y la divinización del hombre a través del conocimiento de Dios,
son también de origen platónico: ver PLATÓN, “Timeo”, trad. de Francisco Lisi, en Diálogos, tomo VI,
90a-d, pp. 258-259; Las leyes, 716c-717a, p. 229. Este tema supuso un punto de fractura entre Eric
Voegelin y Leo Strauss. Ver al respecto ROIZ, La recuperación del buen juicio. Teoría política en el siglo
veinte, Foro Interno, Madrid, 2003, pp. 147-149.
50
BOECIO, La consolación de la filosofía, p. 218.
14
no hacia afuera, en un foro externo donde reina la corrupción y la contingencia, sí en su
Cuando todas las ideas son absolutas, todas las verdades irrefutables, y no hay
lugar ni para las pasiones, ni para la contingencia, ni siquiera para los sentimientos, las
interno. Todo tiende a la unidad: “debes admitir que lo uno y el bien son una sola e
idéntica cosa51…veremos sin duda alguna que todo ser subsiste mientras es uno, pero
verdad, /aquello que uno aprende, en realidad, lo recuerda, sin darse cuenta” 54. Boecio
reconoce por su parte que perdió la memoria “primero a causa del contacto degradante
del cuerpo y una segunda vez cuando estaba oprimido por el peso del sufrimiento”55.
Para mejor llegar a esos recuerdos que esconden la verdad, Filosofía le propone
confrontemos nuestros argumentos? Quizá de tal debate pueda saltar alguna hermosa
chispa de verdad”56. Aunque para aplicar este método hagan falta al menos dos, su
51
Ibid., p. 223.
52
Ibid., p. 224. Por este motivo, la Filosofía se quejará amargamente en el Libro I sobre la proliferación
de escuelas o corrientes filosóficas: “la turba de epicúreos, estoicos y todos los otros intentaron llevarse
cada por su lado la herencia de Sócrates…me arrastraron…desgarraron el vestido que con mis propias
manos había tejido y, arrancando jirones de él, se marcharon creyendo cada uno que me poseía en su
totalidad”. Ibid., p. 105.
53
Ver sobre este punto Hannah ARENDT, “Introducción a la política”, en La promesa de la política,
Paidós, Barcelona, 2008, pp. 131-134.
54
BOECIO, La consolación de la filosofía, p. 229.
55
Ibidem.
56
Ibid., p. 233.
15
pretensión es lograr llegar a una única respuesta válida. En esta concepción tan bélica
del conocimiento, la verdad será el resultado de una batalla desigual entre maestro y
La filosofía voladora
En el libro IV, en aras de comprender la esencia del Mal y del Bien, Boecio tendrá que
única interlocutora, Filosofía, le fijará alas a su espíritu, para que imite su modelo de
omnipotente ya que ¿dónde están los límites de ese vuelo? El despegue del espíritu
llegará hasta “dondequiera que la noche se anime de luz”58, es decir, a la “patria” del
filósofo, donde podrá detener sus pasos, al lado del “soberano resplandeciente del
universo”; y desde esa imponente atalaya podrá mirar con desprecio desde lo más alto
57
Ibid., p. 241.
58
Ibid., p. 242.
16
“la noche de la tierra” que ha abandonado 59. En esta visión tan fantasiosa, la noche es
tratada no como un tiempo de sosiego o reparación del cuerpo y la mente, sino como un
periodo que envuelve al espíritu humano en las tinieblas de los vicios y la ignorancia. El
día es el tiempo del conocimiento y, por tanto, de la luz. La noche en cambio trae una
platónica, basado en las luces y en los vuelos de la mente con otra clase de
En la historia que allí se nos cuenta también hay un contacto con el cielo y con el
ser supremo, pero los detalles y las características del relato son muy distintas. Jacob, el
acuesta en cierto lugar del camino. Entonces tendrá un sueño: “soñó con una escalera
apoyada en la tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios
subían y bajaban por ella”60. Desde lo más alto de la escalera escuchará la voz de Dios
abandonaré hasta haber cumplido lo que te he dicho” 61. Tras este sueño, Jacob se
camino que recorro, y me da pan que comer y ropa con que vestirme, y vuelvo sano y
para emprender una búsqueda del conocimiento diferente a la propuesta griega que
59
Ibid., pp. 242-243.
60
Génesis 28:12.
61
Génesis 28: 15.
62
Génesis 28: 20-21.
17
recoge Boecio en su obra. En primer lugar, Jacob no busca el conocimiento de forma
voluntaria ni ejecutiva, sino que le sobreviene sin tener control sobre el mismo y de
nada nos sirve mantener una inteligencia activa y en alerta de nuevos datos o
instrumentos de búsqueda para un conocimiento infalible, sino que se trataría más bien
resultarían impotentes ante lo más genuino de esta forma de sabiduría. Al fin y al cabo,
quienes nos dedicamos al pensamiento o a la investigación sabemos que las ideas más
creativas o productivas nunca vienen cuando las buscas con ansiedad, sino que aparecen
–si lo hacen- cuando nadie las esperaba. Por ello, también podremos reconocer que la
famosa estatua de “El pensador” de Rodin, con esa actitud de seria y profunda
Además, esa escalera por la que suben y bajan ángeles, que son siempre los
nuestras vidas para empezar cualquier ascenso en nuestra sabiduría. Este fundamento se
además un cuidado de las necesidades del cuerpo, y no sólo las del alma o las del
espíritu. Por esta razón, Jacob le pide a Dios que le dé un sustento material para que
18
dejará pensar ni mucho menos pasearnos por las alturas celestiales que anhelaban los
nuestros sueños y desvelos con otras personas, algunas más cercanas, otras menos, pero
que disponen de esas mismas capacidades para sentir, pensar, soñar, disfrutar o sufrir.
vicios, la ignorancia o la maldad, sólo revela una fijación por los aspectos más ingratos
en esta actitud que reflejan los escritos de los grandes filósofos clásicos, para los que
depresión. De ahí que una vez sepultados en ese pozo se requiera una apremiante
solución definitiva, una única vía para que sólo el espíritu, no el cuerpo terrenal, se aleje
de este mundo cruel para abrazar la Verdad en el deslumbrante mundo celestial de las
ideas eternas.
trascendencia del alma como esa preocupación realista por el bienestar del cuerpo.
Tampoco conviene olvidar que esta historia contiene un methodus, no en vano ocurre
mientras el protagonista recorre un camino cuyo fin concreto desconoce63. Sin embargo,
este método sí está enraizado en la contingencia de la vida, sin por ello renunciar a un
conocimiento que también aspira a encontrar verdades. Este relato se halla entonces
muy alejado de esa ilusión omnipotente de vuelos y de luces en la noche que nos
describe Boecio; en su lugar, nos ofrece una forma de sabiduría con raíces en los pies
63
Sobre el antiguo significado de methodus como “camino hacia la verdad”, ver Sheldon S. WOLIN, “La
teoría política como vocación”: Foro Interno, vol. 11 (2011), pp. 200-201.
19
Coda
Aunque en la Consolación aparecen todavía una gran variedad de temas y motivos que
merecerían nuestro comentario o análisis, hemos preferido resaltar los aspectos de esta
obra que nos parecen más significativos respecto a los temas que estamos abordando en
final de la obra de Boecio con la que se cierra el Libro V: “Salvo que queráis engañaros,
grande es la necesidad de honestidad que se os impone cuando actuáis ante los ojos de
Pensamos que en esta frase se consuma un deterioro grave de la figura del juez,
con una gran tradición en la cultura política romana, al tiempo que queda devaluada
también la idea del buen juicio retórico que defendían los rétores de la Antigüedad
como el griego Isócrates o el romano Quintiliano 65. Esta tergiversación tendrá hondas
implicaciones para el pensamiento político que llegan hasta nuestros días. Para Boecio y
los que le seguirán, el juez ya no juzga una vez que los hechos han sido realizados, sino
garantías para el que está siendo juzgado. El foro interno ha quedado privatizado y de
64
Ibid., p. 320.
65
Para un análisis del alcance teórico-político de estas dos figuras esenciales de la retórica clásica, ver
Victor ALONSO ROCAFORT, Retórica, democracia y crisis. Un estudio de teoría política, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2010, pp. 153-186.
20