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Las TIC y sus aplicaciones

Fredy Armando Santacruz


Santacruz
Marzo de 2020.
Profesor consultor:
Universidad de Santander.
Especialización en la aplicación de TIC para la enseñanza.
Pedagogía y TIC
Las TIC y sus aplicaciones
La vida actual reviste un sinnúmero de circunstancias asociadas con los
adelantos tecnológicos conducentes a cambios sustanciales en la cotidianidad de
todos los seres humanos, el apogeo de la tecnología digital, cuya base se sustenta
en el acopio, manejo y distribución de la información a nivel global, ha sido en los
últimos años, de un crecimiento geométrico, el conocimiento humano, al alcance
de un “click”, se convierte en la panacea del progreso y desarrollo de los pueblos,
no obstante, las condiciones particulares de cada región, ciudad o país, dista
mucho de poseer escenarios de equidad para que todos las personas, en su
calidad de miembros de la misma sociedad, tengan similares posibilidades para
aprovechar las bondades que le ofrecen los nuevos inventos de la información y la
comunicación.
Una sociedad, conformada por individuos de diversa procedencia, con
capacidades, habilidades, talentos, destrezas, ideas, conocimientos, forja con el
tiempo, comunidades de interacción asertiva, propende por el crecimiento y
desarrollo de su nicho y vigila el progreso que garantiza el bienestar de todos los
integrantes de dicha comunidad. Una sociedad cerrada a ofrecer alternativas de
equidad a los más vulnerables no podrá encontrar, jamás, caminos certeros y
veraces de éxito rotundo, tarde o temprano los detractores, producto de la
discriminación o el aislamiento, se convertirán en obstáculos que ralentizarán los
anhelados procesos de cambio.
Las sociedades del conocimiento, concepto en demanda creciente, no
pueden llamarse como tal en la medida en que sus integrantes no alcanzan el
verdadero estatus que los acredita en sus derechos para ser parte activa de tal
entramado. Siempre que existan intereses particulares, con poder económico,
político y social que intervienen, desde las altas esferas, el manejo de la
información o se constituyan en entes controladores de la libre expresión, la
humanidad no podrá caminar hacia un horizonte común donde el beneficio
equitativo y la justicia social sean los factores preponderantes del progreso. El
sesgo que provoca el control amañado de la información desdibuja el verdadero
sentido de lo que debe significar una verdadera sociedad del conocimiento.
Colombia, uno de los países de mayor desigualdad en la distribución de la
riqueza, dista mucho de convertirse en una comunidad del saber aplicado. El
sistema económico sobre el que se sustentan las políticas gubernamentales ha
demostrado ir en contra de factores trascendentales a la hora de configurar una
sociedad del conocimiento. La libertad de expresión se ve vulnerada
cotidianamente, los aportes intelectuales que a través de la red se pueden
compartir, generalmente, no son tomados en cuenta si estos no se ajustan a los
requerimientos impuestos por el sistema. Existen intereses mezquinos que solo
buscan beneficios particulares que cumplan con cierta condicionalidad impuesta.
La ciencia, el arte no tienen mayor cabida en los aparadores del progreso y el
desarrollo sostenibles. La educación es vista y tratada como un servicio y no
como un derecho fundamental en el que los individuos desarrollan sus
capacidades cognitivas, sus talentos y la posibilidad de proyectarse en un país
que se desdibuja en contradicciones sin argumento.
La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, promulga que:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Este derecho
incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por
cualquier medio de expresión”. Esta es una consideración que, a todas luces, no
es bien vista por los entes que gobiernan a Colombia, de ahí la polarización
ideológica en la que la nación se ha sumido en los últimos años. No solo no existe
respeto de las expresiones u opiniones que se contraponen a los designios
inconsultos o que van en contra del derecho común, sino que, además se
vislumbran panoramas oscuros que bloquean toda posibilidad de crecer como
seres iguales en el engranaje de las diferencias que enriquecen el conocimiento.
Un país que se jacta de ser democrático, como Colombia, está en mora de
poner a disposición de su comunidad el valor agregado de la tecnología digital que
lo ubicaría en la contemporaneidad global, pero la brecha digital existente entre
sus pobladores es colosal, un mínimo de la población accede al beneficio de
información a través de la red con criterio y conocimientos técnicos básicos, la
gran mayoría están inmersos en ambientes mediáticos masivos que alienan y
moldean a una sociedad bajo parámetros prediseñados, en procura de un
usufructo, producto de la desinformación manipulada. Los recursos económicos
destinados al desarrollo de la infraestructura tecnológica son insuficientes, su
cobertura no satisface en lo más mínimo al grueso de la población. Si bien las
nuevas generaciones tienen un plus que favorece su asequibilidad a las redes
informáticas, su falta de preparación, el poco criterio y el valor de los distractores
que se sobreponen al conocimiento útil, el desconocimiento y falta de la segunda
lengua de dominio universal, los alejan de ser los protagonistas del cambio hacia
una sociedad que cambiaría el rumbo del destino hacia horizontes más
promisorios.
Colombia, un país en vía de desarrollo, no ha podido consolidar un sistema
educativo cuyo impacto se vea reflejado en el beneficio de toda la población. La
mayor parte de los habitantes de la nación, desconocen los elementos más
básicos de la Era digital. Quienes tienen acceso a estos, aún poseen un
conocimiento incipiente del verdadero potencial que implica y a los gobernantes
de turno, no les interesa el progreso de uno de los países más biodiversos y ricos
del planeta en recursos naturales y mucho menos, formar a sus pobladores para
que sean los artífices de la conformación de una sociedad donde confluyen
saberes para construir en pro del beneficio común, de la equidad, de la
solidaridad, del mejoramiento de las condiciones vitales de todos.
El acceso a los medios tecnológicos digitales y la red de internet sigue
siendo un sofisma para una Colombia subdesarrollada, con el mayor porcentaje
de su población alejada de los adelantos informáticos en un desconocimiento total
de los mismos, no pronostica un futuro prominente. La onerosa tecnología del
siglo xxi se suma a la imposibilidad latente de convertir al país en un miembro
activo de la familia del conocimiento, apenas si se están dando los primeros pasos
para
instaurar las bases mínimas de un engranaje tecnológico capaz de sostener el
acopio del saber en el país suramericano del café.
Los grandes centros urbanos dotados con conectividades aún insuficientes,
son quizá, algo de lo rescatable en la carrera incesante del manejo de la
información en función de la concreción de un verdadero epicentro del saber, una
sociedad que pueda a, mediano plazo, adentrarse en la carrera por el impulso de
las iniciativas y emprendimientos que favorecen el bienestar de sus miembros,
derrotar la pobreza, sobreponerse a la ignorancia craza que descontextualiza a la
comunidad ante un inminente avance del vecindario global.
La comprensión incipiente de la complejidad del desarrollo tecnológico
viene asociada, también, al control que ejercen los países desarrollados sobre los
adelantos tecnológicos de vanguardia, la inequidad en la distribución de los
recursos digitales, que resultan altamente costosos para los países en vía de
desarrollo, son un obstáculo casi que infranqueable para aspirar a configurar una
sociedad donde el aporte de sus conciudadanos sea significativo a los logros
comunes que mejoren la calidad de vida de todos los individuos que la conforman.
Por otra parte, si bien existen otras herramientas análogas que podrían ser
empleadas alternativamente en la población de menores recursos, como la radio,
la televisión, entre otros, estas tampoco han alcanzado un verdadero límite de la
eficiencia para propiciar una interacción proactiva que contribuya a la sociedad
generando un impacto de eficacia y eficiencia.
Otro de los factores que afecta con notoriedad el desarrollo sostenible de
un país como Colombia, es el hecho de entender que en la actualidad la
tecnología se está sobreponiendo a la fuerza física del trabajo, la eficiencia que
generan los procesos de tecnología digital con relación a la aplicación de la mano
de obra de formas más eficientes, denota otra oquedad que no se concilia
fácilmente.
Mientras el progreso de los países impulsores de la economía basada en la
producción se actualiza permanentemente y adopta otros recursos como baluartes
de su desarrollo: la educación, la ciencia, la investigación, Colombia sigue
dependiendo de una economía extractiva, sin alternativas de cambio y buscando
cubrir unas necesidades intestinas sin mayores posibilidades de proyección.
Las consideraciones anteriores permiten dar un juicio con respecto a la
pertinencia de la acepción sociedad del conocimiento aplicada en la educación
colombiana. Aún no existen las condiciones mínimas que permitan un acopio de
los aportes científicos, investigativos, o de aplicación práctica para la cotidianidad
y que a través de éstos, se propicie un impulso significativo del saber masivo que
pueda catalogarse como una verdadera sociedad del conocimiento. La
infraestructura tecnológica incipiente, desactualizada, la poca cobertura, la falta de
conectividad, el alto costo de las nuevas tecnologías para ser adoptadas en todos
los rincones del ámbito nacional, pero sobre todo, la falta de garantías para la
libertad de expresión, encaminada a fortalecer un horizonte diversificado, con
ideas de avanzada sustentadas en la creatividad y la innovación apoyadas por
políticas de estado, con inversiones importantes tanto del sector oficial como
privado, ubican a Colombia en un lugar poco prometedor.
Sin embargo, existen iniciativas virtuales que se encumbran optimistas para
trazar metas ambiciosas en procura de estas sociedades necesarias en el nuevo
milenio. Las universidades colombianas hacen un aporte significativo y
esperanzador al respecto. Las opciones que brindan a la población en concurso
formativo son alternativas viables que evidencian claros propósitos de adopción de
las tendencias universales hacia las sociedades del conocimiento. Un número no
despreciables de nuevos estudiantes se suman a los esfuerzos de la educación
superior por encontrar los caminos más promisorios del aporte intelectual,
científico, del arte en todos los ámbitos del saber.
Contrapuesto a los devenires propuestos por la universidad, se encuentran
las opciones que desde las instituciones públicas, de educación secundaria,
buscan otras opciones para entrar a formar parte de la era digital, de la adopción
de tecnologías al currículo. Las ciudades de provincia, como San Juan de Pasto
en el departamento de Nariño, se ven claramente rezagadas en la
implementación de tales adelantos científicos, no por falta de voluntad o interés
de quienes optan
por la carrera educativa, sino por razones que le son comunes a gran parte del
territorio nacional ajeno a la centralidad.
Las políticas de estado, que excluyen la participación de la provincia en sus
decisiones, afectan con notoriedad toda posibilidad de desarrollo o progreso en
cualquier ámbito, ciencia o arte. El esfuerzo que provoca la marginalidad, obliga a
los pobladores alejados de los centros urbanos importantes para la oficialidad, a
trabajar realizando ingentes esfuerzos para evitar un rezago aún más lesivo. La
topografía geográfica, infranqueable en muchas oportunidades para facilitar la
movilidad, los medios de comunicación, con infraestructuras obsoletas o
desactualizadas, a falta de inversión, las precarias condiciones laborales y un
sistema educativo diseñado para cumplir condicionantes internacionales y no para
propiciar un desarrollo socio económico autónomo, que beneficie a la población
supliendo sus necesidades básicas, generan dinámicas ineficientes en la
consecución de una sociedad comprometida con el conocimiento y sus beneficios.
La ciudad de Pasto, capital del departamento de Nariño, centro urbano
intermedio con una riqueza de tradiciones ancestrales y una cultura primigenia de
gran reconocimiento, padece un atraso tecnológico evidente. Las vías de
comunicación que confluyen hacia la capital sureña, distan mucho de estar a la
altura de las exigencias del nuevo milenio en el orden económico, precarios
puentes de enlace aéreo que funcionan a gatas para cubrir una demanda
creciente, una carencia incuestionable de centros de producción de gran escala.
La tecnología, en un proceso paquidérmico de inserción, con una población poco
conocedora de los avances, entre otros aspectos poco favorables, dibujan un
panorama que podría catalogarse como, la oportunidad para dimensionar la
capacidad de los sureños para superar las adversidades evidentes, pero a la vez,
la prueba fehaciente del abandono estatal hacia las comunidades menos
privilegiadas en el contexto nacional.
En este orden de ideas, muchas son las dificultades que requieren atención
inmediata y prioritaria para superar los inconvenientes del estancamiento en el que
se ve inmersa la región, a pesar de contar con una población trabajadora,
dedicada, disciplinada y muy creativa.
La perspectiva educativa, por su parte, presenta singulares características
que no la excluyen de la crisis. La institución educativa municipal Mercedario, por
ejemplo, cuya propuesta pedagógica propugna por una metodología de
enseñanza humanizadora, se ha visto abocada a ingentes esfuerzos por
implementar, al menos, cátedras que acerquen a sus estudiantes a los nuevos
lenguajes digitales, al conocimiento de la tecnología virtual, a reconocer las
bondades de los adelantos científicos que, en otras latitudes, son pan de cada día
y generan dinámicas educativas muy diferentes a las propias.
Desde el área de formación artística, en la que se consideran: la música, la
danza y el arte plástico regional, se ha buscado implementar herramientas
asociadas a la tecnología, que coadyuven con la ejecución de los planes de
estudio correspondientes. Pero dichos insumos, por lo general, son
unidireccionales, no admiten interacción o interactividad, toda vez que la
institución carece de recursos suficientes, de todo orden en lo tecnológico digital,
sumado a una conectividad ineficiente. Los estudiantes, por su parte, al pertenecer
a estratos sociales de bajos recursos se ven imposibilitados para acceder a
equipos o herramientas tecnológicas que faciliten el acceso a los nuevos
lenguajes virtuales.
Bajo estas consideraciones es claro concluir que no se cuenta con un
entorno favorable al desarrollo de tendencias orientadas a la configuración de
sociedades de conocimiento en las que se aplique un manejo eficiente, eficaz de
la información o la aplicación de recursos técnicos que redunden en un beneficio
colectivo. Se dan pautas para no estar completamente desconectados del
proceso tecnológico contemporáneo, pero el verdadero empuje esperado, que
debe llegar como una política de estado, aún no se avizora.
Si bien existe una publicidad empeñada en promocionar a las nuevas
tecnologías como parte esencial de los procesos educativos actuales, se deben
considerar aspectos que aún se perciben rudimentarios, denotando improvisación
de la planificación para la implementación dichos avances. Solo por citar un
ejemplo, la capacitación de los docentes a cargo de los procesos educativos en
los campos de la informática, se encuentra en un grado muy básico, en la mayoría
de los casos, corresponde al maestro buscar las alternativas de autoformación o
auto capacitación en dichos campos, no existen programas diseñados como
política estatal para generar las actualizaciones pertinentes a gran escala. Las
instituciones, en muchas ocasiones, se dotan de implementos tecnológicos que
terminan en almacenes sellados por falta de personal idóneo que los manipule. Se
observan iniciativas individuales que, a su vez, se constituyen en ejemplos a
seguir, pero que obedecen más al particular interés de un docente en especial
que a decisiones institucionales de impacto, a pesar de existir exigencias que
“obligan” al docente a poseer competencias de orden tecnológico dentro de su
catálogo de saberes. Es importante recordar que el empoderamiento de los
estudiantes hacia las TIC depende, en gran medida, de la capacitación de los
docentes.
El ánimo del Ministerio de Educación Nacional por la promoción de uso de
las TIC en la educación, viene percibiendo una gran acogida entre el gremio
docente nacional, pero su porcentaje de cobertura aún es muy bajo y no genera el
impacto que debiera. En términos de retórica, podría decirse que Colombia cuenta
con políticas tendientes a fortalecer los procesos educativos con ayuda de la
tecnología, pero la realidad nacional dibuja un panorama completamente diferente.
No por falta de voluntad, como se mencionó en algún aparte del presente
documento, sino por la carencia de muchos recursos de orden económico, técnico,
de infraestructura y humano y por la falta de voluntad política para adoptar una
verdadera revolución tecnológica en el país.
Bibliografía

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