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TODO POR UN SUEÑO

ALUMNO: CESAR ANDRES MOSQUERA TORRES

LIC: SILDANA VALENCIA

Directora de grupo

COLEGIO LA PAZ

GRADO 5º

VALLEDUPAR, CESAR

2020
INDICE

MI ISLA………………………………………………………………………………………………………………………...……4

LA TELEVISION……………………………………………………………………………………………………………………5

EL EQUIPO…………………………………………………………………………………………………………………………9

EL GRITO DE LA GUERRA Y LA CANCHA………………………………………………………………………………12

MI SUEÑO…………………………………………………………………………………………………………………………14

LA CIUDAD…………………………………………………………………………………………………………………………15

EL PRIMER PARTIDO…………………………………………………………………………………………………………17

PAMBELE…………………………………………………………………………………………………………………………19

EL SEGUNDO PARTIDO………………………………………………………………………………………………………20

LA FINAL……………………………………………………………………………………………………………………………21

EPILOGO……………………………………………………………………………………………………………………………23
PERSONAJES

Los personajes de la obra son:

-Robert.

-El papa de Robert.

-La señorita Alegría.

-El señor Pedro.

-Pablo.

-Mario.

-Esteban.

-Carlos.

-Dani.

-Oscar.

-Vincent.

-Willy.

-José.

-Ada.

- Pambelé
MI ISLA

Vivo en una pequeña isla en medio del mar Caribe, llamada isla Hija. Forma parte de un
archipiélago. En lo alto de la montaña hay un volcán que no está activo y que llamamos Ojo
al Cielo.

Mi isla está alejada de las rutas comerciales. A veces vemos grandes barcos llenos de
turistas en la lejanía y yo me imagino cómo será la vida en otros lugares que estén sobre
terreno firme.

En mi isla hay un colegio que solo tiene tres clases y tiene la única biblioteca que hay en la
isla. Una vez al mes llega un barco con provisiones desde Isla Madre, entre ellas los libros
que pide la profesora Alegría.

En isla Hija solo está la tienda del señor Pedro, pero tiene de todo.

Mi madre ya no está con nosotros, está en el fondo del mar, vivo con mi padre y me gusta
mucho andar en el bote y pescar con mi padre. También me gusta bañarme con mis amigos
en el mar, me gusta el futbol y mi ídolo es Falcao, leo las revistas deportivas y tengo mi
habitación decorada con fotos de Falcao. En isla Hija eso sería bastante complicado porque
no hay espacio para un campo de futbol donde practicar.

A veces cuando pienso en mi madre me vienen a la cabeza todas las cosas que me decía y
una de ellas trataba de las imposibles. “Es intentando lo posible como se alcanza lo
imposible”, decía siempre cuando algo era difícil de hacer.

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LA TELEVISION

Antes de que el señor Pedro trajera la televisión, nunca habíamos visto ninguna.

Es como un escaparate donde se ve todo lo que sucede en el mundo, aunque este a miles
de kilómetros de aquí nos dijo el señor Pedro refiriéndose a la tele.

En la pantalla salía gente que ganaba concursos, también personas que cantaban y había
películas que contaban historias. La tienda estaba llena de gente. En la pantalla, dos
equipos de futbol jugaban un partido.

Yo nunca había visto jugar un partido de futbol. ¿Y por qué le tienen que dar al balón con
los pies y no con las manos? – Pregunto de pronto Esteban, quien no sabía nada de este
deporte.

-Porque por eso este deporte se llama fútbol y no baloncesto-contestó el señor Pedro.

El siguió preguntando sin entender.

¿Ven lo pesado que podía resultar Esteban…? Aquella tarde todos nos quedamos viendo el
partido. Los jugadores vestían con camiseta amarilla y corrían por el campo verde y hacían
piruetas con los pies. Se quitaban la pelota y rodaban por el suelo. Era muy divertido ver
por primera vez el futbol en vivo. También por primera vez ese día vi a mi ídolo en acción, al
gran Falcao, apodado el tigre. Era muy rápido y se movía de un lado a otro lado a otro del
campo de una forma increíble. ¡Gooooooool! ¡Falcao acababa de meter un gol! El partido
había terminado con la victoria de los de la camisa amarilla, el equipo de Falcao.

Esteban había vuelto a la carga con otra de sus preguntas cuando acabo el partido.

Los orígenes del futbol se remontan varios siglos en el pasado, en concreto a las islas
británicas durante la edad media.

¿La edad media era eso que nos has enseñado en el colegio de los caballeros y los castillos?

A la mañana siguiente teníamos carrera de botes y Oscar había venido a buscarme a casa
para ir juntos al muelle donde nos esperaban los demás.

-Anoche soñé con el partido – le dije.

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-Yo no soñé con él, pero estuve toda la noche pensando que me gustaría dar patadas a un
balón. -Exclamo mi amigo-. Debe ser divertido ¿no crees?

Los demás estaban preparándose, pero les dije que no tenía ganas de participar.

-Pero, ¿qué pasa? -me preguntó Pablo.

Encogí los hombros.

-Nada, no me pasa nada, que hoy no quiero jugar.

- Ya se, es que hoy no quiero-repetir.

-Oscar dijo que él tampoco tenía ganas de participar y me pregunto si quería que fuéramos
a dar una vuelta.

Ada se subió al bote con Pablo y me despidió con la mano.

Ya les dije que Ada era muy linda. Subida allí, en la barca con Pablo, se veía más hermosa
aún.

A mí me gustaba mucho Ada, pero creo que ella prefiere a Pablo. Era lógico, él era mucho
más alto y mayor que yo-aunque solo fuera un año -.

También era más simpático. Yo había heredado las orejas de abanico de mi padre y tenía
una mancha de nacimiento que me recorría la espalda, como un mapa. Como ven, era
imposible que pudiera gustarle a ninguna chica, incluida Ada.

¿Quieres que subamos hasta Ojo cielo? -Me pregunto Oscar.

Moví arriba y abajo la cabeza mientras veía como Ada se marchaba en el bote con Pablo
para situarse en la línea de Salida.

Siempre que había partido, íbamos a la tienda del señor Pedro a verlo por televisión.

Los motivos por los que nos gustan eran diferentes en cada uno de nosotros.

Estaba claro que a mí me gustaba porque mi sueño era jugar como un profesional. Creo que
en realidad a los demás les gustaba ver qué equipo se podían conseguir muchas cosas.

Pablo decía muchas veces que un equipo compartía un mismo sueño y que eso era
increíble. Cuando los jugadores ganaban un partido, se abrazaban, y cuando pedían,
también lo hacían.

A los que menos les gustaba el futbol era Mario y a Carlos. Hasta cierto punto era lógico
porque eran los más serios del grupo. A Mario le gustaba más leer que ver la tele, aunque
venia con nosotros a ver los partidos, pero si, con un libro bajo el brazo, al que echaba una
ojeada de vez en cuando durante el juego. Carlos también venia, pero a él le interesaba
más el trabajo de los árbitros, porque siempre hacia comentarios como: Ahora va a sacar la
tarjeta roja, ahí tenía que hacer pitado un penalti, y cosas así…

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Esteban siempre tenía preguntas: qué era un fuera de lugar, que por que un entrenador
sacaba a un jugador en vez de a otro…, pero el señor Pedro desaparecía de forma
misteriosa en la trastienda cuando Esteban se ponía a preguntar.

Dani, que nunca estaba quieto, se ponía a dar patadas a una caja vacía que había delante
del televisor, a veces con serio peligro para la pantalla y decía que le encantaría poder jugar
futbol y meter muchos goles.

Willy presumía de que en la ciudad donde nació había un campo de futbol inmenso, que
era casi tan grande como nuestra isla y se pasaba todo el partido hablando sin parar de que
estaría bien volver a la ciudad y ver un partido en directo en vez la tele.

Y a Vincent y a José lo que más les atraía del futbol era los contratos millonarios que los
futbolistas firmaban y todo lo que se podía comprar con el dinero que ganaban jugando al
futbol.

Ada estaba entusiasmada con el futbol y daba un grito enorme cuando alguno de los
jugadores metía un gol, por eso no me extraño cuando aquel día en el muelle, estando
todos juntos, dijo:

-Nosotros también podemos jugar.

Hubo un silencio sepulcral y luego risas.

-Si, jugar sobre el agua-dijo Carlos sonriendo.

-Y meter la pelota dentro del cráter del volcán Ojo al Cielo-rio Willy.

-Jugar encima de los tejados de las cajas-se sumó Mario mientras cerraba el libro que tenía
abierto-, no me fastidia…

Ada se puso muy seria. Sus ojos que normalmente estaban serenos, empezaron a echar
chispas.

En un campeonato para alevines-nos informó Ada-. Es para ganar la Copa de los Siete
Mares. - ¿Y qué es eso de alevines? -pregunte-Lo de alevines suena a peces pequeños?

-Pues dice mi papa que es para chicos de nuestra edad,12 y 13 años-explicó.

-Pero ¿Cómo nos vamos a presentar si nunca hemos jugado al futbol? -dijo de pronto José
¿¡Estas soñando!?

Entonces Ada se puso a llorar. Al principio solo fueron un par de lágrimas rodando par la
mejilla, pero pronto sus ojos se le inundaron por completo y empezó a sollozar.

Pablo la rodeó con un abrazo e intentó controlarla.

Los demás no sabíamos que hacer. No entendíamos que pasaba, porque era tan importante
para Ada participar en la Copa de los Siete Mares.

-Tranquila -Pablo no dejaba de abrazarla-, cálmate y dinos que es lo que pasa.

Ada se secó las lágrimas con el borde de su camiseta y nos explicó:

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-Le van a quitar la tienda a mi padre. Debe mucho dinero al banco de la ciudad y no
podemos pagar. La tienda es todo lo que tenemos. Si conseguiremos ganar la copa,
nuestros problemas están solucionados con ese dinero.

Nadie sabía que decir.

Tampoco nos atrevíamos a opinar y mucho menos decir que era imposible que ganásemos
copa. Pues no solo se trataba de que no sabíamos jugar al futbol, sino que no teníamos
espacio en nuestra isla para hacerlo.

-Creo que debemos intentarlo- exclame de pronto.

Todos me miraron.

-Y por qué no? - me apoyo Dani-. El futbol es un juego y los juegos están para divertirse.
Además, si ganamos la copa nos dan el dinero y podemos ayudar al señor Pedro, que
siempre se ha portado bien con nosotros- añadió.

- ¿De verdad están locos! – dijo Vincent un poco enojado-. ¿En qué cabeza cabe que
podemos hacer algo así?¡Están dementes!

Claro que me importaba mucho ayudar a que el señor Pedro no perdiera su tienda, pero al
mismo tiempo, empecé a pensar que mi sueño si podía ser una realidad, justo desde ese
precio momento en que, hacia tanto calor, que la humedad del ambiente mojaba nuestras
camisetas.

-Iremos, iremos ¡Ganaremos la Copa de los Siete Mares!

-Iremos y demostraremos a todos que somos los mejores.

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EL EQUIPO

Al señor Pedro no le dijimos nada sobre por qué queríamos ganar el torneo. Pero, de todas
formas, se puso muy contento al saber que habíamos decidido jugar al futbol y competir
por la copa.

Solo teníamos seis meses hasta el torneo y la verdad es que no sabíamos por dónde
empezar.

-Pues empiecen por ponerle un nombre.

Juntos pensamos en un nombre para nuestro equipo, y aunque no se nos ocurrió ninguno,
lo importante era que habíamos dado el primer paso.

-Me gusta mucho que tengas sueños, que seas feliz y que compartas tu felicidad con tus
amigos.

Se que ha sido difícil para ti lo de mama, lo de quedarte…Que darnos sin ella…

Le agradecí a mi padre sus palabras, pero no quería que hablara más porque me estaban
entrando ganas de llorar y no quería que me viera así.

- ¿Ya tiene nombre para el equipo? - Me pregunto.

-Aun no- dije tímidamente.

Y nos pusimos a ver estrellas y a inventarnos nombres hasta que, de pronto, se me ocurrió
bautizar a una como “estrella pez loro”.

Así que, ¡Que mejor nombre que llamarse los loros azules en horno a ese curioso pez que
forma las playas! -La explicación de mi padre acabo de convencerme de que ese era el
mejor nombre para el equipo.

Cuando se lo comente a mis amigos, les encantó la idea.

Lo siguiente es nombrar un capitán- recomendó.

- ¿Y qué hace el capitán? - Pregunte.

-Es como el líder del equipo-me aclaro el señor Pedro-. Representa a todos sus compañeros
frente a los árbitros y tiene también a su cargo la organización del equipo conforme a las
órdenes del entrenador.

- ¿Y cómo se elige a un capitán dentro de un equipo? -Quise saber.

-Normalmente, esta función suele desarrollarla el miembro más veterano del equipo o el
más representativo.

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-Pero ninguno de nosotros ha jugado nunca al futbol-dije-. Todos sabemos lo mismo, o sea,
nada.

-Pues entonces deben elegir a la persona que más puede influír positivamente en el equipo-
explico el señor Pedro.

-Todavía no entiendo que hace el capitán-dijo Dani sin dejar de moverse de un lado a otro.

-Bueno, no importa que no lo hayas entendido, pero tenemos que elegir a un capitán-
exclame mirando de pronto a Ada-dije convencido-, porque fue ella a quien se le ocurrió la
idea de que jugáramos al futbol.

-Pues yo creo que nuestro capitán debería ser Pablo-propuso Carlos-, porque es el mayor
de todos.

-No-respondió-, yo también creo que debería ser Ada.

-Gracias, chicos-exclamo Ada-, intentare hacerlo bien.

-Bueno, pues, ya tenemos a nuestra capitana-anuncio.

Carlos-, pero también tendríamos que tener un entrenador, porque yo he visto que en los
partidos hay siempre un entrenador que se acerca a la cancha y les dice cosas a los
jugadores.

Teníamos nombre, capitana y el señor Pedro al final había aceptado entrenarnos, pero
todavía había mucho por resolver.

-Ahora nos hace falta un grito de guerra.

-Propuso Mario.

A todos nos sorprendió que Mario en eso, pero es que ahora le había dado por leer libros
que hablaban de futbol y en uno de ellos decía que era imprescindible que un equipo
tuviera un grito de guerra para animarse.

Esa tarde, en el colegio, mientras que la señorita Alegría nos leía un párrafo del libro El
Principito, yo estaba ocupado en pensar en el grito de guerra para el equipo.

Luego me quede un rato contemplando a Ada. Ella me devolvió la mirada y sonrió.

- ¡Roberto Sachica Santamaria!,¿Que acabo de leer? -Me gritó de repente la señorita


Alegría.

Y así estuve un buen rato, hasta que la maestra se cansó y me saco de la clase.

Cuando la clase termino, Ada me acompaño a casa. Nos fuimos hablando por el camino.

-Pusiste furiosa a la señorita Alegría-dijo-.

Ahora es la señorita enojada… ¿Es que no te gusta este libro? -Me pregunto Ada con su voz
dulce mientras me mostraba El Principito, que llevaba en la mano.

Yo me encogí de hombros.

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-Es mi libro favorito. Toma, léelo.

Ella puso en mis manos aquel libro.

Mas tarde, con mi padre, busqué esa estrella de la que hablaba el libro, esa donde vivía el
niño junto con el árbol muy grande y una rosa y, en vez de ponerle un nombre, me puse a
pensar que quizá mi madre no estaba en el fondo del mar con los corales y las caracolas; a
lo mejor estaba ahí arriba, en una estrella, iluminando la noche con su luz, iluminando mi
vida todavía. Pero eso no se lo dije a papa.

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EL GRITO DE GUERRA Y LA CANCHA

Muy temprano por la mañana, llego Oscar a mi casa.

-Vamos, que ya están todos esperándonos.

Tenía mucho sueño y salí de casa sin desayunar.

-Corre ya tenemos grito de guerra. Lo hicimos entre todos.

Cuando llegue al muelle ya estaban todos allí, nos situamos todos en circulo y extendimos
las manos al frente y cuando nuestros dedos se rozaron vocearon todos juntos:

¿quiénes somos?
El equipo de los loros.
Los loros azules aquí estamos
Y en equipo siempre jugamos.
¿Qué vamos a hacer?
Ganar el partido y vencer.

Y alzamos las manos al cielo.

- ¡Me encanta, de verdad esta genial!

El señor Pedro soltó la risa:

-Los loros azules quieren ganar, y ni una cancha tienen para jugar.

Estábamos decepcionados. Nunca había pensado en que realmente vivíamos en un sitio


minúsculo.

A Willy se le ocurrió la idea de construir una cancha sobre el mar.

-Pero ¿Cómo? – No lograba entender Oscar.

-Bueno, eso es lo que no sé.

Por la tarde había partido en la tienda del señor Pedro, terminando el primer tiempo me
reuní con él y le comenté que no sabíamos cómo jugar en medio del mar.

Yo esperaba que el señor Pedro se riera, y me dijo que era una buena idea y que no me
preocupara que ya pensaría en algo.

Con esas palabras, me fui más contento a ver la segunda parte del partido.

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Al día siguiente mi padre me levanto temprano para empezar. En el muelle estaban
esperándonos el señor Pedro, el padre de Oscar y mis amigos.

-Chicos, así es que vamos a hacer su cancha-Exclamo el señor Pedro-: Quiero que recojan
toda la madera que hay en la isla. Ustedes-Dijo refiriéndose a mi padre y al de Oscar-,
busquen viejas balsas que ya no sirvan.

El padre de Oscar y el mío ataron algunas barcas y las anclaron al fondo del mar. Todos nos
pusimos a clavar madera encima. A pesar todo el esfuerzo, no terminamos ese domingo.

-Ahora ya saben que es lo que tienen que hacer-nos dijo el señor Pedro-. No lo vamos a
ayudar más porque cada uno ya tiene sus obligaciones, en la pesca, en la tienda…

Durante una semana, después de clases nos reuníamos en el muelle y era complicado que
los clavos entraran totalmente en la madera, pero la cancha creció y un día estuvo
terminada.

Se nos habían olvidado las porterías y entonces unimos cajas de madera y las clavamos en
el suelo en ambos extremos de la cancha.

Mirando las estrellas di un brinco: ¡La pelota! No teníamos pelota para jugar.

Mi padre sonrió y me dijo que abriera el baúl de mi madre. Me pareció raro porque él sabía
que yo no lo abría desde que ella se había ido.

Fui al rincón y abrí el baúl, estaban los vestidos de mi madre, los dibujos, sus collares, y lloré
como nunca lo había hecho en el fondo apareció una pelota naranja.

-Cuando tu madre era joven jugo al futbol en un equipo de chicas.

¡Mi madre jugaba al futbol! Eso me alegro. Seguramente heredé de ella mi pasión.

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MI SUEÑO

La mañana del sábado salte sobre la cancha con mi pelota naranja. Todo el pueblo de isla
Hija esperaba vernos jugar.

El señor Pedro pito su silbato y empezamos a jugar. En la televisión parecía fácil, pero
nuestra cancha se movía sobre el mar, teníamos que esquivar los clavos que sobresalían, la
pelota se caía al agua y teníamos que tirarnos al mar para cógela, mojábamos la superficie y
nos resbalábamos.

A pesar de todo llego el primer gol. Fue algo único que recordare toda la vida. Me
felicitaron y mi padre se veía orgulloso de mi. Después todos metieron más goles y antes de
irnos a comer cantamos nuestro himno junto con los habitantes de isla Hija, quienes nos
organizaron una comida para todos.

-Estos chicos nos darán una alegría-no paraba de repetir el señor Pedro quien estaba muy
contento.

Yo también estaba contento, pero empecé a sentir miedo porque no quería defraudar a
nadie. ¿Qué pasaría si no conseguíamos ganar, o si el señor Pedro perdía su tienda?
Empecé a retorcerme los dedos de los nervios. Ada se dio cuenta y le confesé que yo tenía
el sueño de ser como Falcao.

-O sea que quieres que participemos en el torneo no solo por ayudar a mi padre si no
porque quiere ser futbolista…

-Me encantaría ser como el, pero pienso que no estaré preparado y que puedo hacer el
ridículo.

Ada me miro decepcionada y dijo que mi padre siempre cuenta que mi madre siempre
decía que no había cosas imposibles. Le conté que mi madre jugaba al futbol.

-Pues ahí esta-dijo Ada-, compartieron el mismo sueño, yo creo que cambio un sueño por
otro y prefirió tenerte a ti. Yo creo que te diría: Robert, hijo mío, no seas miedoso, echa
para adelante, consigue tu sueño y no pienses tanto.

Ada me hizo sonreír y me pregunto si me había gustado El Principito, le explique que no leí
el final porque sospeche que el protagonista iba a sufrir.

- ¿Y qué crees, que cuando algo no te gusta o te hace sufrir, lo mejor es abandonarlo y no
enfrentarse a ello? -Pregunto mi amiga. Lee el final de libro y luego toma la decisión de
enfrentar todo lo que has dejado apartado, incluido el recuerdo de tu madre.

Leí el final y comprendí que, aunque mi mama ya no estaba, podía hacer que ella se sintiera
orgullosa de mi desde el lejano planeta al que hubiera ido su alma.

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LA CIUDAD

Habían pasado ya casi seis meses desde que comenzamos aquella aventura de jugar al
futbol.

El señor Pedro fue a la ciudad junto con mi padre a formalizar la inscripción del equipo y
nos animaba diciéndonos que íbamos bien y que el viajaría con nosotros.

Y llego el día de la partida, pero el señor Pedro cayó enfermo con una fiebre muy alta y mi
padre tenía que ocuparse de la pesca. Todos tenían sus ocupaciones.

Mi padre hablo con Pablo, porque era el mayor y le dio los papeles y las instrucciones para
llegar a la ciudad. Iríamos en la barca de mi padre hasta isla Madre y en otro barco
llegaríamos a la ciudad. Los organizadores del campeonato se encargarían de nuestro
alojamiento y manutención.

Cuando estábamos punto de subir a la barca llego el padre de Oscar y nos dio camisetas
azules que tenían el dibujo de un pez loro azul y que hacían juego con unos pantalones
cortos del mismo color. También nos dio guayos blancos para todos. Era una sorpresa que
toda la gente de la isla que se reunió en el muelle para despedirnos y llevaron una pancarta
que decía: ¡Loros azules, por la copa!

No lo podíamos creer. Ahora sí que parecíamos un equipo profesional.

A medida que nos alejábamos se escucha que todos cantaban:

Vamos, vamos
Equipo de los loros.
¿Qué van a hacer?
Ganar esa copa y vencer.

El viaje fue un poco pesado. En el muelle de la ciudad nos esperaba un conductor de


autobús para llevarnos al hotel, desde allí mirábamos todo con sorpresa, todo era grande e
iluminado con luces brillantes.

-Ven lo que siempre les he dicho? - decía Willy--: la ciudad era muy grande y hay de todo.

- ¿Nombre del equipo? - pregunto un señor en el hall del hotel.

-Los loros azules- contesto orgulloso Pablo.

Anoto todo en una libreta amarilla-

- ¿Nombre del capitán del equipo?

- ¡Es capitana! - exclamo Dani- Se llama Ada

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- No- dijo de forma contundente-. Este es un campeonato solo para hombres. Las chicas no
pueden participar.

Esteban pregunto una y otra vez el por qué una chica no podía jugar, que eso le parecía
ridículo, pero el señor cansado de la discusión, dijo que no podía jugar porque era un
campeonato de chicos y que debían conseguir otro niño para ser once jugadores, si no,
quedaban eliminados.

Ada muy triste dijo que buscaran a alguien más, entonces Dani empezó a cantar nuestro
himno y todos cantaron muy fuerte.

-Un equipo no se rompe nunca- dije yo.

Era nuestro lema, ¡siempre en equipo!

Pablo y Mario tuvieron un plan. Pero Pablo se anticipó y con las tijeras en la mano le
recomendó que cerrara los ojos y corto el pelo de Ada. Todos intentaron consolarla
diciéndole que se veía siempre linda como se, incluso Pablo. El la miraba y la miraba y a Ada
le gustaba

¡Otra vez aquella punzada en el corazón!

-Ahora solo nos queda ganar el campeonato! - dijo Ada

Cuando llega Mario diciendo –¡Ya está todo arreglado! Y se sorprendió al ver a Ada sin su
cabellera. -Pues que las normas no dicen nada sobre que las mujeres no pueden jugar y
hable con el señor y permite que Ada sea su capitana.

Ada se quedó muda.

Yo sonreí un poco, no porque me alegrara que Ada se hubiera cortado el pelo, sino porque
el que se lo había hecho era Pablo.

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EL PRIMER PARTIDO

El campo de futbol era espectacular. Ocupaba una superficie muy grande y tenía hierba
verde y mullida. Nuestros guayos se hundían en aquel terreno.

Desde las gradas la gente animaba al equipo local que había ganado y ahora le tocaba
contra nosotros. Los chicos del Tamarindo-Así se llamaba el equipo-no parecían muy
simpáticos

En campeonato se definía por puntos.

Yo me sentí pequeño. Habíamos tenido que dejar a nuestro entrenador.

-No te preocupes-me tranquilizo Ada-. Juguemos como sabemos y ya veremos.

Nos reunimos haciendo un círculo y cantamos nuestro grito de guerra, el equipo contrario
también hizo lo mismo. Salieron las porristas haciendo piruetas y todos coreaban y
cantaban a los Tamarindos.

“¿Cómo debió sentirse Falcao ante su primer partido?”, pensé.

-No te preocupes Robert, estamos todos juntos y vamos a jugar para ganar.

Yo asentí y grité:

- ¡Ya que llegamos hasta aquí, juguemos futbol!

El árbitro pito y comenzó el partido.

Nos dimos cuenta de que no éramos tan malos como pensábamos el haber jugado en
nuestra cancha inestable, nos desarrolló habilidades para regatear mejor y era más fácil
meter goles en las parterías más grandes.

Hacia la mitad del partido, ya estábamos cansados pero los Tamarindos parecían no
cansarse. Rabo de lagartija anoto el primer gol, pero finalmente perdimos 3 a 1.

Cuando regresamos al hotel, muy tristes nos preguntábamos que hacíamos allí.

Al día siguiente, fuimos a ver el partido y a estudiar nuevas tácticas.

Fui por unos refrescos, pero la fila estaba muy larga. Cuando estaba punto de marcharme
sin los refrescos, se me acerco un hombre ya mayor que caminaba encorvado con un
bastón que tenía un delfín plateado.

- ¿Te rindes siempre fácilmente muchacho? La paciencia es una virtud. La paciencia la


conquista todo. Permíteme que me presente, me llamo Pambelé-me tendió su mano.

-Yo me llamo…Pero antes de que pudiera decir nada, el hombre dijo:

-Roberto, pero te llaman Robert, ¿No?

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No salía de mi asombro, y me explico que era amigo del señor Pedro y me había descripto
tal como soy y por eso me reconoció.

Como soy muy tímido, empecé a sudar y mi camisa se empapo. El al verme incomodo me
dijo que a mi edad le pasaba lo mismo, pero son cosas que se superan y que el partido
había sido muy bueno.

Me tocó el turno y pedí los refrescos.

-Pedro me pidió que les ayudara y que fuera su entrenador murmuro el señor.

Tuve la sensación de conocer a aquel hombre, pero no encontré ningún recuerdo


relacionado con él.

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PAMBELE

- ¡Que nombre tan curioso, Pambelé! -exclamo Oscar.

Nos reunimos en el campo de juego con el señor, él nos contó que su padre le puso ese
nombre por un boxeador que el admiraba y que el boxeo no es solo dar golpes, enseña la
disciplina, la constancia, saber sortear los golpes que te da la vida y visualizar como salir de
situaciones desesperadas…

- ¿Qué es visualizar? Pregunté

- Pues visualizar es ver algo antes de que suceda, verlo en tu mente, imaginar que algo ya
ha pasado para que tu mente se prepare para conseguirlo.

Nos explicó con un ejemplo que todos entendimos bien y nos dijo que, si queríamos ganar
la Copa de los Siete Mares, antes debemos verlo en nuestra mente. Me recordó al señor
Pedro porque era muy sabio. Nos dijo que cerráramos de nuevo los ojos y empezó a
susurrar.

- Están en el partido- nos dijo-, es un juego de todos. Hay deportes como el boxeo, en el
que pierdes tu solo, pero en el futbol todo está en equipo, si pierdes o ganas, lo puedes
compartir, pero se trata también de compartir, de divertirse. Algunos de ustedes quieren
ganar para ayudar a Pedro a no perder su tienda y también los mueve alcanzar un sueño,
pero deben recordar que ganar esta bien, pero no lo es todo.

Ahora vi claramente que no habíamos disfrutado el partido contra los Tamarindos porque
estábamos mas interesados en ganar para demostrar que éramos los mejore, pero nos
olvidamos de divertirnos.

- Ahora si ya pueden familiarizarse con el campo, no le tengan miedo, corran y disfrútenlo-


grito Pambelé.

En nuestra pequeña isla no hubiéramos podido hacer eso, la sensación de correr libre como
el viento, era especial.

Por la noche me quedé dormido mirando el techo de la habitación, pero soñé que dormía
con el pie colgando, rozando el agua debajo de mi casa y que era un tigre llamado Falcao
que corría libre por una llanura inmensa.

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EL SEGUNDO PARTIDO

A la mañana siguiente nos levantamos más animados pensando en el segundo partido


contra los Once Tigres.

Una vez en el campo, Pambelé nos dijo:

-Miren chicos tengo tres pañuelos. Si agito el pañuelo azul, todos tienen que ir al ataque, al
centro de campo; si el pañuelo es verde, tienen que defender y si el pañuelo es rojo,
intentar retener la pelota…

- ¿Y si el pañuelo es blanco? -Pregunto Esteban.

Pambelé sonrió:

-Eso significa que nos rendimos.

Pambelé le recomendó a Ada que nos dijera unas palabras como capitana.

-Solo puedo decirles que hoy tenemos la oportunidad de correr libres por este campo y de
hacer todo lo que hacen los futbolistas que vemos por televisión. Juguemos para nosotros y
recordemos por qué lo hacemos.

Cantamos nuestro himno como nunca antes.

- ¡Chicos, ustedes son buenos, lo único que tienen que hacer es confiar en sí mismo!
-exclamo Pambelé acariciando la empuñadura plateada de su bastón.

Con la estrategia de los pañuelos dominamos el campo. Disfrutábamos el juego.

Vincent el portero, consiguió detener varios balones y después de un pase de Esteban a


Ada, ella conseguí marcar nuestro primer gol y después de ese vinieron 2 mas mientras que
los Once Tigres no lograron anotar.

Ese día ganamos. Nos abrazamos, lloramos, reímos. No lo podíamos creer.

Aquella noche celebramos nuestro triunfo. Subimos a la terraza en el ultimo piso del hotel y
de ahí se veía toda la ciudad y las luces encendidas me recordaban a las estrellas que veía
en isla Hija.

20
LA FINAL

Esa semana jugamos tres partidos mas y los ganamos todos.

Ya estábamos en la final y me parecía increíble. Recordaba todo como un sueño.

El camino ha sido largo. Me imaginaba como seria si ganáramos o si perdiéramos.

Habíamos aprendido mucho de Pambelé. Él dijo que no tengo que ser como nadie, tengo
que ser como yo mismo y encontrar mi propio camino.

El equipo contrario se llamaba Tortuguillos del Oeste y nos causaba gracia. Mientras ellos
cantaban Willy se dio cuenta de que en la grada central estaban los habitantes de nuestra
isla, incluido el señor Pedro que ya estaba mas recuperado. Tenían pancartas que decían:

“Adelante Loros Azules”

“Loros Azules, campeones”

Mi padre me saludaba con la mano. No podía creer que hayan venido. Todos cantamos
nuestro himno a una sola voz.

-Ahora si muchacho-Me dijo Pambelé-, a ganar y a divertirse Robert.

Los Tortuguillos tenía un punto más, para ganar teníamos que marcar un gol más que ellos.

Comenzó el partido, llegó la lluvia y fue difícil jugar en medio del aguacero. Perdimos 2-0

Pambelé intentaba animarnos, también el señor Pedro que bajo a vernos.

Teníamos los guayos empapados y a Ada se le ocurrió la idea de que jugábamos descalzos
como jugábamos en nuestra isla Oscar, José y Mario parecían no estar de acuerdo entonces
Ada le pregunto a Pablo y el dijo que no perdían nada intentándolo.

-Yo pienso lo mismo-dije para que Ada viera que estaba con ella.

Pambelé dijo que nos podíamos quitar los guayos y el también se quito los zapatos. No
sorprendimos al ver que solo tenía un pie, su pie derecho se lo comió un tiburón hace años
y aun así jugaba con mi amigo Pedro.

Iniciando el segundo tiempo Pablo marco gol de cabezazo, íbamos mas ligeros y nos
divertíamos más.

Ada hizo un pase largo a Dani, el lo paso a Willy, Willy a Oscar, quien disparo a la portería
anotando el segundo gol. Corrí como en mi sueño, pero un Tortuguillo se me cruzo y me
tiro al suelo, sentí un dolor horrible en la rodilla, el arbitro pito penalti y sancionaron a ese
jugador.

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Pambelé se acerco a mi y le dije que solo me dolía un poco, pero en realidad me dolía
mucho.

Uno de nosotros debía patear el balón e intentar meter el gol. Pambelé me pregunto si yo
quería cobrarlo. Ada me miraba y casi podía adivinar la pregunta que tenía en su cabeza:
¿Vas a seguir encerrando todo en un baúl o vas a probarte a ti mismo?

-Si – dije convencido-, voy a tirar ese balón. Tenía que arriesgarme y vencer mi miedo.

-No te preocupes si no lo consigues- Dijo Ada-el ganar o perder es de todos.

- ¡Animo! -grito Pambelé.

Cogí impulso, tiré y fallé. El balón se estrelló contra el poste, mis compañeros me cogieron
en hombros como si no hubiera fallado. Parecía que hubiéramos ganado, todos nos
felicitaban. Pambelé y mi padre se abrazaron. Mi padre me dijo:

-Hijo, te presento al padre de tu mama, a tu abuelo.

No sabían que tenia un abuelo, aunque recuerdo bañándome en el mar con mi madre y un
hombre parecido a Pambelé, pero más joven. Sospechaba que había algún problema en el
pasado y que debía hablar con ambos.

Ada como capitana del equipo subió al podio. Y allí en la cuidad sonó el himno de nuestra
isla por primera vez.

Luego entregaron la copa a los Tortuguillos. Sentí mucho no haber dado el triunfo a mi
equipo y ayudar al señor Pedro, pero ahora sabia que estaba en el camino de conseguir mi
sueño, además ahora tendía la ayuda del abuelo.

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EPILOGO

Regresamos a isla Hija habiendo quedado subcampeones en la Copa de los Siete Mares.
Llevábamos las medallas colgadas al cuello.

El señor Pedro me contó que aquel día en que el tiburón se comió el pie de Pambelé, él lo
acompañaba en la barca.

Me hacía muy felíz tener un abuelo, porque hablaba de mamá y de cómo la entrenaba al
fútbol, me contaba historias sobre ella.

La primera vez que Pambelé entro a mi habitación se quedó mirando fotografía del señor
Pedro de futbolista el día en que su equipo ganó la copa. Y sonrió, porque en esa foto
también estaba él.

El señor Pedro no perdió su tienda, por que entre todos los ayudamos, sobre todo mi
abuelo, quien se quedo a vivir en la isla y fue nuestro entrenador.

Con el tiempo mejoramos, tuvimos patrocinadores y al año siguiente ganamos la Copa de


los Siete Mares.

Gracias a mi abuelo Pambelé recibí una oferta para jugar un partido en otro país y logré
hacerme jugador de las ligas menores.

Una noche besé a Ada.

-Algún día te pediré que nos casemos-le dije.

-Y yo te diré que sí-respondió.

-Lo importante no es ganar o perder, sino intentarlo una y otra vez y disfrutar del camino.

Ahora, viajo por todo el mundo jugando al futbol y siempre regreso a mi isla donde está la
gente que quiero.

Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda
encontrar la suya, como decía el principito.

Los ancianos de mi isla dicen que los sueños viven allá arriba, en las brillantes luces, y que,
si al fin encuentras la tuya, encuentras también tu sueño.

Yo lo hice.

¿Qué esperas para hacerlo tú?

FIN

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