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Y no es siempre condición indispensable, para el logro II

de ese acuerdo del hombre consigo mismo, remontar a la


superficie cargado con todo lo oscuro. I-a vocación de su-
perficie es propia del pensamiento, pero el cuerpo, todo lo EL OBJETO DE LA RAZÓN-POÉTICA
que es el cuerpo miás allá de su apariencia, el cue4ro que se
conoce mucho antes y mejor que el pensamiento que lo
oprime y lo condena a ser menos que sí mismo, ese cuer-
po-espÍritu sabe ordenar su medio y ser en él todo él v
mucho más que indiüduo.
Ofa cuestión es esa llamada del homb¡e a ser tesüso de
sÍ mismo. Pa¡a eso necesin el reflejo; para eso, la supefucie:
y p¿rra eso, también la recta educación de zu ápacidad de
ordenación simbótica. Habrá, por tanto, dos tipos de ordena-
ción: una primera, perteneciente al mal entendido mundo
del <irstinto" y que requiere, para darse, de la nvryor liber-
tad que ei ¡rensamiento pueda otorgarle; y otra posterior, de
cuya maleabfidad dependeÉ en gran medida la primera. l. El prograna fflosoffco de María Zambrano
Así, los u¡ive¡sos simbólicos dan respuesta al enigma:
trazan horizontes, montáñas y laderas que hacen al mundo
interior transitable. Al misterio le pertenece una extensión
nnyor por cuanto que no solamente es la posibiüdad de
todos los universos simbólicos posibles, sino también y
ante todo la posibilidad del acto simbóIico y de su uso. i
ésta, como veremos más adelante, ha de ser la mayor con-
quista del hombre como ser-testigo: el hombre reflejado
ante sl rnismo, el hombre tarsparente, debe ser aquel que
tome conciencia, al actuar, de esta acción creadora de r¡ni-
versos y de él rnismo, mediante el acto.
Asl como lo es entre el tiempo y la atemporalidad, la
palabra es también mediadora entre el ser v la üda. entre
el sujeto empfrico sometido a sus aconteciÁentos y aque-
lla instancia que, sin evadirse por ello como un sujeto abso-
luto n-ascendentalde la cotidianeidad,le permite á esesuie-
to ver en ella el misterio y sacralizar los gestosque la haén
transparente: esencial. El hombre inmerso en la üda ha de
ir despertando con su ser mediante la palabra como con un
gesto que sorprende instantáneamente el acontecer, lo ab-
sorbe en la amplitud de su propio movimiento y le deiuel-
ve el soplo de su origen. 1. P. Ricoeur,I€ Confir d¿sInterprhariofts,P^rls'sfl'ril'
l9ó9' pp 13yss

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mos. el Droceso de desarrollo del ser, el cual nunca es dado a) Interpretación: el sentido original del verbo éppeveór,r:in-
en plenitud, sino que se realiza en sus modos de ser, en la Frpretar, expresar en palabras o traducir, es tn dnr a cono_
actualización de sus posibilidades y de la memoria univer- úr aI hombre el sentido de su ser y de sus ¡reculiares es_
sal que cada indjüduo porta en su existencia. Un modo de h¡cturas; un "darse a conocerD el hombre a sí mismo. La
ser más profundo _-más arcaico-: el pathos, marcaná la lráxima socrática, recuperada tanto por Husserl3 como por
pauta de ese cuirlplimiento. Y su descripción -la del pade- Zambrano,asigue ügente en la pdaÉra hetmenéutica: nia-
cer y la del cumplimiento de un destino- seÉ a su vez
cumplimiento, por cuanto que es en sí mismo también, y
ante todo, acción kansformadora.
En el enfoque generativo que hace Zambrano de lo on-

(místico,) con que el hombre se encuentra, respecti men-

rada del hombre hacia sí mismo seÉ, pues, un s¿rdr. Y en txata tanto de va anaLítica de la existenciariedad de la
este sentir inter-vendrá la palabra: vendrá a ponerse (en- eÉstenpia como de una descripción comprometida, sin pre-
lensiones de exhaustividad, de las estructuras del ser cómo
en$ente,
Finalmente, hay en Zambrano algo máó que una ontolo-
rta. L,a razón-pútica en euanto que método fenomenológi_ -
co es, como veremos, un método de descubrimiento enca_
ontología comprensiva, pero en la que el quehacer racional mñado a posibilitar una acción esencia.l:la realización de
.. ,r¡ tipo de .visión' comprometida, un modo de com- la persona en su dimensión más absoluta. El ser del hom-
prensión en que el sujeto participa de su objeto. bre adquiere carácter real -t-asciende su estado inicial-
La razón-poélica se nos presenta como un método fe- mediante un acto de descubrimiento constantemente reno-
nomenológico que reúne, con alguna va¡iante, los tres sen- vado en el que tiene lugar la recuperación y la actualiza-
tidos que Heidegger le diera a la hermenéutica,2a saber:
3. E.H!$eji, MéditariottsCan¿sia1nes,parís,Ví1tr, t9ó9. D. 134.
2 M. Heidelger, El sel v el tiempo, MéÁco, FCE, 1967, pp. 4849. 4. M. Zambr¿¡o, .ApoLo en Df;jfos", en El hombrc ! b divi;o, op. cit., pp.3ao y ss.

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I
ción de los contenidos r:niversales que laten, soterrados, en Serán útiles al respecto algunas consideraciones de Hei-
cada individuo. Basándose en ello se establece una ética tbgger acerca de la trascendencia: trascendmcia, dice,ó sig-
centrada, como en la más pura tradición hermética, en el nlfica .ir más alláo (Überstieg).ln trascendmte,esto es, lo
principio de la acción correcta como acción tascendente. q¡te trascienáe, es aquello que realiza la acción de ir rnás
Iá autoridad remota de esta iristancia concilia las variantes rllá y p.r-att .. en ello habitualmente. Se trata, pues, de
heteronómicas y autonómic¿s de la ética por cuanto que una relación: tr ilesde algo hacia algo que está más dlí,
por su carácter cósmico en el ser absoluto del hombre se ¡lendo así que aquello hacia lo que se tiende forma parte,
concenEa todo lo aparentemente diverso: la otreidad se di- d igual que aquello de lo que se parte, de ese movimiento.
suelve en Ia unidad. Posteriormente, y de acuerdo con esto, Trascender es seguir en marcha siempre más allá de donde
si ia necesidad de la reflexión moral se debe en definitiva a re está; es adelantarse, en este caso a sÍ mismo, de conti-
la constatación de la diferencia por cuanto que el hecho de nuo. La trascendencia le pertenece al ser humano por
ser muchos y distintos requiere el establecimiento de unas cuanto que, como existente, él también se mueve: existe en
normas de conüvencia, la disolución de las diferencias re- cl tiempo y en el espacio. Ahora bien, la trascendencia es la
duce la éüca a su riütima expresión: la de procurar el acer- cstructura fi¡ndamental de la subjetiüdad: ser sujeto signi-
carniento del hombre a esa unidad primordial. Y, siendo fica existir en rascendencia,T y en consecuencia es tautoló-
así que el ser del hombre está, según Zambrano, siempre gico decir que el ser hr.rmano trasciende. La b:ascendencia
en Eance de hacerse, la ta¡ea de la filosofÍa consistirá en ocurre cr¡a¡rdo el existente se constituye como sujeto. Para
indicar los caminos por los que esta acción esencial pueda Heidegger, aquello que el existente trasciende es a sí mis-
cumplirse. mo en tanto que existente, y aquello hacia lo que trasciende
-el objeto- es el mundo, por lo que la trascendencia mis-
ma es definida por él como ser¿n<l-mundo. Qve el hombre
( | El hombre como ser que/,padeoe como existente sea definido a su vez como ser-en-el-mundo
Xr¡ propia Easce ndencia y' rehserza la tautología. Pero el mundo es entendido aquí,
atendiendo al sigrrificado de la palabra Kóopo6, como un
El pensamiento de Zambrano es ciertamente un hurna- modo de ser del existente en su conjunto, con lo cual el
nismo, su peculiaridad consiste en que en él el hombre tie- hombre se consütuye como una totalidad que engloba la
ne por destino, por cometido, trascenderse. Tal es el senti- realidad extema y su propia realidad de existente. EI modo
do de su existencia. Si todo lo que hay, para Sartre, es el de ser del hombre sería, por tanto, rm modo de ser en totá-
hombre, o mejor dicho, hombres, y si para Heidegger lo üdad, un movimiento integrador a partir de una des-inte-
que ante todo (es>les el ser, en Zambrano nos situamos en gra.ción afectila: la subjetiüdad.
el plano, pudiéramos decir, del hombre en busca de su ser: En Zambrano, la trascendencia, como tal movimiento
el hombre en su hacerse. integrador esencial, se centra ante todo en el desgarro obje-
El hombre es el ser que npadece su propia trascenden- hral que ocurre en eI interior del hombre cuando ést€ surge
ciao;s ¿qué entiende Zambra¡ro por esto? ¿En qué sentido como ser-en-libertad a panir de r:¡a totalidad a la que, ori-
es trascenáenteel hombre para sí mismo? y ¿en qué senti- ginalmente, pudo haber pertenecido y que le sigue siendo
do ese ser trascendente es padecido? corlstituti . Más que r¡n avance, la trascendencia serla re-

5. Cfi. M. Heidegger,Vom W¿teñdcs Crundas,Francfort,V. Kl6rerma¡n, t93, 6. rbt¿


p. 18. 7. clr.Il,kL,p. t9.

ó0 6l
¡c más opción que enFar en el diffcil y en principio estre-
Cho horizonte de su crecimiento, a no ser flue no se afieva
,l mirar, que pase por la üda a ciegas, dormido. Arm asf,
ineütablemente el argumento de su sueño y,
haberse negado a su übenad, llevarfa el peso de su ser

Que el hombre es un ser hascendente quiere decir que


¿Por qué es padecida.la trascendencia? En principio, se_ ¡nda en #nsito, siempre en vlas de ser.ESi en principio la
recuqerar_el significado del término parlecer i parar ¡dmir¿ción guió a la recién nacida conciencia en Ia explo-
1ía itil
de la extensión de la palabra en la que pueden incLirse
mción de su otreidad, la extrañeza adquirirá matices de
tanto a los estados anfmicos en ge.reral, a las denominaüs gula y maesfra cuando se enfrente consigo misma o, mejor
dicho, con la magnitud de su desconocimiento de sí. El
hombre es asl definido por Zambralo como (el ser que
'tasciende su sueño inicial. Pues el ser en la üda, asÍ, sin
más, se encuentra en estado de sueñou.ePadecerse es so-
ña¡se, segutse soña¡rdo con dolor o con gozo en la vida, y
la adquisición del ser tend¡á lugar, como veremos, a parti.r
del sueño inicial, a través de los sucesivos sueños.

3. El ser y La esEuctua de la persona-


Jung y Zambrano

Quien se arriesgue a aceptar la teleología zambraniar¡a,


indudablemente atractiva en su expresión, no podrá sin
embargo eütar enfTentarse a algunas preguntas: ¿En qué
consiste para el hombre un ser que, recibido, no Io es sin
embargo del todo? ¿No es acaso demasiada carga de ambi-
güedad suponerle a un hombre un ser en el que consiste
sólo en parte? ¿Se trata acaso de un error de lenguaje el
que hagamos comparecer al hombre como receptáculo de
un ser? Y ¿de dónde se supone que deba despertarse el
hombre junto con su ser? ¿Qué o quién Ie impulsa a ese
despertar? ¿Qué es eI hombre, en definitira, sin su ser?
preguntas, revestidos de r¡¡ cariz nuevo en cada ciclo, uEl hombreo, dice Zambrano, pro-
"o bien difiere de su
ldaptados al momento histórico. y no sólo los mitos, tam_ pio ser o bien dentro de su ser hay algo que le exige ir más
bién las metáforas, las religiones y las ciencias tratarán de
reintegrar al hombre en su medio.
Pero cuando descubre el hombre su subjetiüdad no tie_ a. M. ZArnbrarc, EI hombre y b divitlo, op. c¡t., p. 56.
9. M. Zamb}3rrc, El sualo caeadot,ed. cir., 1986, p. 27.

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allá de él; ts-ascenderlo,trascenderseo.r0 Según esto, el ser. Hay por tanto en el hombre algo que no le es; algo ca-
es el hombre, pero no lo es del todo, o no lo es totalmente. de nacer, esto es: de ser nacido, y algo capaz de crear-
El lo y el s¿ se confunden. A.lgo empuja, que soy yo, pero de nacerse. Y es a este nacimiento sucesivo, ese naci-
no lo soy del todo, o yo mismo no me soy del todo. Nos que es lma re-creación, a lo que llama Zambrano,
hallamos ante la gran incógnita: el ser que no me soy del en la mfu pr:ra mfsüsa, (despertarr: udes¡rertar como
todo, r.¡no mismo que no nos somos del todo: aquello que del nacer es encontrarse dentro del amor y sin
de alguna manera nos sobrepasa y hacia lo que tendemos de é1,con la presencia de la verdad ella mismao.rr Ver-
desesperadamente. ¿Dónde están los llmites del ot¡no mis- preexistente en el hombre aun antes del despertar, al
mo"? ¿Cuándo ¡rasó a ser persona.l ese nunou y cuándo de- que el se¡ anticipación sobradamente platónica: la
jó de serlo? O t¿l vez deberfamos preguntar por el moüvo esá en el ser. es el ser, el ser escondido que brota al
de la escisión del nsl mismo, (el si tercera persona, siem- con el amor. Poroue la verdad v el amor, como
pre enajenación del mismo) p¿rra con el n¿¿nomismoo. Platón, como para la gnosis pagana, son una sola
Identificar el ur¡no mismoo con el oseru Dresentarla ciertas ; la verdad como el amor está en el origen. Se nace en
dificr:ltades de interpretación a la hora de conside¡a¡ el ¿¡mor, pero el exisü arr¿nca al naciente (con la veloci-
auno mismo> como lo npersonal>. En El suefu¡ cteador tra- dad propia [...] de lo que sólo es movimiento".r2 I-a exis-
ta Zambrano del movimiento hacia el despertar de la indi- bncia aquí, y esto es importante, es asurgida de la preten-
üdrr2lidad: la toma de conciencia del <sÍ mismor más au- dón de ser por separado,.r3 Esta es, tal vez, la respuesta a
téntico, la cual tiene relación con la dimensión r¡nificante h pregunta que se nos fiormulaba de esta manera: ¿de dón-
(colectiva y absoluta) del ser-uno en el ser personal. pero de proüene que el se¡ al que en principio el hombre hubo
en Cllams dcl bosque, cuando el ser es definiáo como sínte- de pertenecer, esté ocr¡lto? Porque si suPonemos que está
sis y quietud, el ouno, adquiere rasgos plotinianos y la in- llamado a despertar, a renacer, damos por supuesto que
dividualidad se dizuelve en el amor. Parece, no obstante. no dgrura vez hubo de nacer, y que no nació a la existencia,
haberle resultado Fácil a Zambrano desprenderse de la idea Sino a su ser. Nacemos en las agr:as del amor, escribe Zam-
de lo npersonaloen tanto que indiüdualmente cerrada. A brano, pero el Ímpetu.de la existencia nos arrebata en su
ello se debe que tuviera en poca consideración, en trn prin- movimiento. Y es desde la existencia que el hombre se da
cipio, las mfsticas de carácter <nihilistao, las cuales le oare- cuenta de su ser escondido, y que anhela darlo, dárselo a
cfan una manera de diünizarse el hombre evitando a;f. en conocer. nUn poco desde afuerao, esto es: un poco tarnbién
zu afán de ser, la difÍcil realización (personal,. y aceptar la desde dentro, pues si el hombre estuviese totalmente fuera
humana condición es el ineütable punto de partida para le sería irnposible conocerlo, y si estuüese totalmente den-
realizarse como persona ya que la actualización del ser re- to no habrla razón para irlo buscando. El hombre es siem-
quiere de esa libertad que sólo al hombre -no a los dio- pre una criatr:ra de en medio. Este ir y venir entre el den-
ses- corresponde. Es acción humana por excelencia la ac- to y el fuera, ente el sueño y la vigilia, entre el ser y el
ción en la que la libertad a la vez opera y se descubre, la no-ser-aún, constituye, al parecer, la condición humana.
que, desde ese ser prünero apenas esbozado t:as los (per- Tal vez porque no sea humano perrnanecer de una vez por
sonajes", impele al hombre al descubrimiento de su totali-
dad. nAcción esencialo es toda acción encaminada a la con- ll. M. zambrano, da¡os del bsque, Barcelom, S€ú Barr¿I, 198ó, p 27. Esia
ouista del ser. ot,ra penenece a la últi¡na época. En Ef s¡.¿eñocrcadot zirr" rm el tema del
^W?.e
omor Íúto con el del de5?ertar.
12. Itt¿, p.23.
to Ib{¿ 13. ILúI, p.22.

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todas en la luz, sino solamente albergar esas chispas que, templación no se diferenciaban;rs conocer, en tal lugar, de-
invariablemente, nos delr¡elven a las sombras. bfa de ser simplemente la npresencia dada y recibida al
El mito del paraíso perdido preside y guía el pensa- par)r6 y el A¡bol de la Vida era el Centro porque el pensa-
miento de Zambrano en toda su amplitud. Existir es ser miento -la nbalanzao-: el juicio, sin nada que diferenciar,
arrojado al exterior (de la unidad, de la luz). Es ésta la no era necesario.
condena, el castigo infligido a aquel que quiere ser üéndo- La caida se produjo desde el lugar del ser, etemo pre-
se ser, separado de sf mismo, de ouno mismo": separado sente donde el es¡m.ciono era tal, sino (estancia). (En el
del Ser. Volvemos ineütablemente a considerar al ouno lugar aquel del primer hombre, su ser y su estar coincidían,
mismoo como el ser, entendido esta vez no como todo b como coincidían ser y realidad, anhelo y cumplimiento, vi-
que es, sino más precisarnente como aquel fondo donde sión y tacto, y la distancia no actuaba, puesto que nada se
anida la nrealidad-verdad, sin su reflejo, conocimiento interponía.ol7Tiempo y espaciocomienzan a existir cuando
puro, fuera de la ilusión. El no-ser, en este sentido, le perte- se interpone la realidad, a la vez que empieza a haber dife-
nece aI ser como el reflejo a aquello que refleja. Segln esto, rencia entre el ser del hombre y su estar. La supresión del
¿no seía posible concebir al "uno rnismoo como la unidad tiempo o del espacio haría imposible la consideración de
o re-unión de la existencia con el ser? Como en esos esca- tura nrealidado, pues no puede hablarse de realidad donde
sos momentos en los que a lo onírico se le supe4rone la no se ha instau¡ado la dista¡cia. Y donde hay distancia
realidad cotidiana, justo en las lindes del sueño con la ügi- debe haber camino para recorrerla: caer a la Historia, a la
Lia, y vemos asocia.rselos contenidos oníricos con aquello existencia, es caer al camilo. Pero es también caer al mun-
que nrealmenteo ocurre; ahí, en la unión de ambas dimen- do de las limitaciones: a la conciencia. Aunque también se-
siones sucede que el reflejo se dewanece para dejar sitio a rá el instrumento de su recuperación, la conciencia es para
la nrealidad'. Despertar seía entonces hacer corresponder Zambrano el alejamiento de la luz. Viür en la luz era üvir
lo que de nrealidad, tiene el sueño con la "realidadu que sin imagen propia y, por 1o mismo, sin la tremenda exigen-
estamos viviendo, esto es: re-unir-se con ella, reunir lo que cia de "lo otro> que existe como oto porque tiene imagen
de uuno mismon hay en nosotros con el uunoo. Lo cual frente a nlo mÍoo. La'escisión surge al par que la diferencia
también supondla anular aquella separación que incitaba entre el (serse) y el parecerse, en sí mismo primero, luego
al esfuerzo por ver. Pues sólo desde el sueño se es¡rera el y consecuentemente con los demás. La palabra -y el jui-
despertar. Y no es posible tratar de ver en la luz. .El hori- cio- es el elemento que nos obstaculiza el reconocernos,
zonte y el centro se excluyen,, dice Zambrano, (pues que el nos enajena. En el paraíso no habfa necesidad de conocer,
horizonte üene a sustitür la vida del centro [...]. Sólo la nla identidad de cada criatura con su propia imagen se ha-
pérdida del Centro, de su sentido, de su ausencia misma, cía en pura pasiüdado.l8 El conocimiento era solamente
erige al horizonte como la máxima llamada, como lejanía mutua presencia; el amor, complacencia en la armonía, y
remota, como presencia inalcanzableo.la En el centro no no deseo de apropiación. El advenimiento, e incluso la sos-
hay horizonte y, por lo mismo, tampoco es necesario el
acto de mi¡ar pues estar en e1 centro sólo adrnite el puro 15. Cfr. ibt¿.,86.
presenciarse, como en el Paraíso, ese "lugar de la presen- 16. Ibf¿ Esta ideá de la nodife¡enciación en la un¡dad del "orisen" o del
"abso-
ciau donde conocer no era necesario\a que acción v con- luto" y de la consecuente innecesariedad del conochiento está clar¿mente expuesta
en Ia doctrina de los Upanbhadg (Cfr. Bnhadarany¿la, 24, l4). La rEintegración en el
Absoluro suprime la duálidad y lás difereDcias, y por ta¡to bmbién el conocimiento.
17. M Zámbrano, (El camino recrbido", en El Fnsnmbnto de Mada Ztmbruno,
14 M Zambmno. 'Acerca del método la bz].^nza", Anal¿cta Malacitana (MAa' Madrid, Zero, 1983,p 148.
ga) VI, I (1983),87 18. M. Zambra¡o, .Ac€rca d€l méiodo...', @ ¿¿, p 8ó

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pecha de lo npersonalo es eI pecado por el que necesaria- que Jung denominó (proceso de individuaciónu y Zatnbra-
mente deberá pasar (trascender) el ser humano hasta su no, por su parte, orealización de la personau. Volver al ulu-
reintegración. ¡ar del sero, reculrrar la unidad original y asf colmar
De aquel pasado remoto, imagen rdás expositiva que ex- tquella ausencia, es el cometido del hombre en su existen-
plicaüva de ese sentir originario que se traduce en nostalgia cla. Y podrá, escribe Zambrano, tratar de cumplir ese desti-
y esperanzz¡,debeÉ haber recuperación El arüelo de co- no por tes caminos: el sinuoso, con la inteligencia de la
nocimiento es manifestación del deseo de la ruelta al ori- vida elemental; el recto, consEucción de la voluntad y r:n
gen. El hondo sentimiento de incompletud que sufre el trrcer camino, desaparecido u olvidado, el camino onatu-
hombre podrá mitigarse con la progresiva conciencia del talo, sendero o (cÍrmino recibido,. Es éste el camino de Ia
acercamiento al origen donde, lógicamente, sobr¿rá todo sabidurfu, el camino escondido que (no se abre sin un gufa
conocimiento, como deja de ser necesario el movimiento y no se entra por él sin desprendimiento del corazón, sin
donde no hay distancia ni horizonte. I as leyendas, los mi- que el corazón se haya moüdo y la mente le obedezcao.re
!os, las utopfas son formas de traducción de la nostalgia y Tal camino no es tanto un recorrido como una aoertura del
de la esperanza, formas de inventar un pasado y rm futuro cer total.
que den sentido al presente, donde el germen disociador La ontologfa zambraniana se vierte, segrln podemos
obüga al ser humano a una evolución, a un largo vla crucis comprobar, en r¡na metaffsica de canícüer mfüco cuya ex-
con su propio ser a hombros. presión se acerca considerablemente a la mfstica. El ser
De no ser por esa ausencia tan temendamente prcsen- personal se desborda en lm ser tascendente establecido
te, serfa irremediable formular Ia pregunta por el origen o justo en la linde de rm más allá de la libertad personal,
la base en la que se asientá esa creencia en un uparaíso enfrentando el reto del amor como última ll¡mada a ser-
perdidoo, pues está claro que de haber olvido no podrla uno, de manera que el ser del hombre hunde sus ralces en
haber conocimiento o conciencia de un pasado cualquiera, lo impersonal y su destino consiste en volver a ese suelo
y si hay conocimiento ya no hay olvido. A no ser que el después del paso por la conciencia. La existencia consiste
olüdo se considere como una suerte de conocimiento: el de así en un Iargo esfuerzo, r'ia tersión hacia la consecución
una ausencia, de un hueco; o que por algrln resquicio de la de r:¡a conciencia personal de la que el ser indiüdualizado,
mente -¿o del *alma,?- penetxe en ciertos momentos al- en el pleno uso de su libertad, y como acto final de la mis-
grln destello que no llega a ser recuerdo, pero que es lo má, deberá hacer entrega.
suficientemente tangible como para despertarnos esa in- El cometido úItimo de Ia razón-poética no será otro, en
quietud, que casi es intuición, de r:n saber antiguo, a veces definitila, que la reintegración del hombre a un absoluto
tan confi:ndible con el simple deseo, con el anhelo. De ser que ya lle en sÍ desde siempre, mas sólo de alguna ma-
asÍ, no habla razón suficiente arln para descartar tal su- nera, pues mientras el hombre (sea sólo hombre será al-
puesto, pues ¿no es acaso el anhelo un indicio lo suficien- guien obügado a ser libre y a hacer, a hacerse con la espe-
' temente fuerte como para tratar de halla¡ su causa o, sim- tzmza, que por momentos se exaspera, de ser al fi¡ entera-
plemente, ¡nra inventarla? ¡nente)t.20
Los supuestos mlticos adoptados por Zambrano, ar:n La tarea del hombre consiste, pues, en el descubrimien-
ofreciendo tan sólo un modelo posible enre muchos, pro- to de la totalidad de su ser. La conquista de sí mismo, de
ponen no obstante un panomÍra explicativo váIido para el
desarrollo de una trayectoria humana a la vez sujeta e im- 19. M. Zambrano, .El ca¡nino r€cibido', op. cr¿, p 148.
pelida por un sentir iruregablemente comrln e fntimo, y al 20. M ZaÍlJDñno, E hoñbft y lo dieino, op. cit., E. 347.

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que somos para ver lo que somos, de lo contrario seíamos
también aquello que, fuera de nosotos, no somos, y así
seguirlamos el jtego ad infinitum. La segunda, poryue,
siendo por definición nuest'a zona inconsciente siempre in-
corsciente, tampoco lograríamos vemos claramente nunca.
El incorsciente es tan sólo la dimensión de Io ignoto. Para
Jung, esta zona se diüde en ot-as dosi el ínconsciente perso-
ral, que rerirre contenidos de experiencia personal, y el iz-
onsiente mlcctivo, innato y universal
Ia conciencia es definida por Jung como "r¡na relación
psfquica con un hecho ce¡rn:al lla¡nado yoo. Y el yo como
cuna magnihrd infinitamente compleja, algo como una con-
densación de datos y serisacioneso.2sDefinir la conciencia
como rura pura relación y el yo como run magnitud de datos
no es decir mucho, a no ser que dicha urelación, obtenga
carácler reflexivo, y asf parece <¡re sea y¿ que Jung define el
acfo de ser consciente som6 npercibir y reconocer el mundo
ecerior, asf como el propio ser én sl$ relaciones con este
mundo enterior, y sigue diciendo que (vene en las relacio
nes con el mrmdo enterior significa reconocerse a sl mismo
err zu ambienteo.2aEs al ser-en-el-mundo al que Jwg parece
refrrirse: conciencia serfa el reconocimiento del hombre por
el hombre como ser-e¡r-el-mt¡ndo;y la ampliación de la con-
ciencia. el ensanclnmiento de estos horizontes del mr¡ndo
con los que el ser humano enfa en r€lación.
E) sl mismo es a la vez ntodo el hombreo ----suyo y su
persona (veremos más adela¡rte lo que se enüende por per-
sona>- y la concordancia con su esencia. Este término in-
dica, por tanto, algo más que una mera relación con los
obos. El sl mismo en tanto que (ser humano) tiene caÉc-
ter más extenso que el otorgado al ser-eÉstente --o a Ia
üda humana- por cr¡anto que, tanto como la temPor¿li-
dad, le pertenece también la atemporalidad, que es el modo
de ser de lo inconsciente y que trasciende lo indiüdual.
El incorsciente colectivo es tratado por Zambrano
como el residuo del estado de delirio que habrfa habido
2 "u '1""'"''t¡)s s ueños v elt iem po, , enEls ueñoc 'e 2 d o r , e d . c i L ,
198ó,
1, , , ; ' irf 1983, p. 9ó
2¿ l t, Jttttr, ti'l b | ¿ i,¡.¿¡nsc¡¿n¡¿, 23. c.c. Jtrj¡{,,Ios compl¿iosy d i11co|sciaie, Mñ¡id, AIiaü¡,
BarE€lona,I¡is Miracle, 1972,p. t35. 24. IU¿

70 7l
cimiento añadido el (pecado prometeico,: oapodenándose
d¿l conocimiento se hr¡rta en cierto modo el fuego a los
dioses; es decir, un algo que era patimonio de los poderes
lnconscientes se arrebata de ese conjunto nahrralístico y se
¡omete al arbirio de la conciencia. Pero el hombre, usur-
pador de la nueva comprensión, sufre una alteración o am-
pliación de su conciencia, con lo cual ésta ya pierde su
simütud con la de sus semejantes. Cierto que asl el hom-
brre se ha elevado por encima de lo que en su época es lo
humano ("seréis como Dios") pero a la vez se ha alejado de
los demás. El tormento de esta soledad es la venganza de
los dioses: ya no puede el usurpador volver enhe los hom-
bres; queda, como lo refiere el mito, encadenado en la soli-
taria roca del Cáucaso, abandonado por los dioses y por los
hombres,.¿
I-z pusona no es aqrf producto de r¡na auténüca indivi-
duación, sino lo que originariamente signi-ficó la palabra:
máscara. El conocimiento dñadido es <u¡a consecuencia
indeseable de la concienciaciónr.2ó En estos casos hay urn
frlta de comprersión crítica, y una remrncia al sl mismo a
favor de ma r¡aloración social prototlpica. La individr¡a-
ción por el cont'ario, es la <realización del sl mismo", y su
proceso es semejante aI que Zambrano llama <realización
de la personao.
A lo que Jung denomina (persona)' es a Io que T"ambra-
no califica de (personaje)D:dicho muy brevemente, eI papel
que se rcpr€s€nta y con el que el zujeto se identifica. Que la
Wrsorul sea',como la palabra indica, <máscarar quiere sig-
nificar antes que nada el n-ato, la relación con el medio,
con lo oto. Zambrano emplea el término <máscarar en el
sentido de envohura, presentáción más bien de la totalidad
del ser humano en su existir. No se h'ata de encubrimiento
ni de ficción (fngü), sino de algo que está en trance de
hacerse, de adquirir las condiciones (éticas,' que la búsque-
da de la verdacl y el aumento de la conciencia proporcio-
nan -verdad v conciencia oue instauran un orden. indican

25 C.G. lün¿, El ro y d ucoLsiare, op. cit., p. l0O.


26. ILt¿,p.99.

73
una dirección. Pero también emplea Zambrano el término
en otro sentido: la omáscara de una pasiónr es resultado de
la ensoñación o del endiosamiento, pues la persona se hace
a tavés, o mediante, sucesivos errores --sueños o deli
rios- resultantes de la marcha ciega de un ente cuyo prin_
cipal anhelo es adqürir un ser aJ cual cree adlvinar fuera
de si Talgs imágenes son los npersonajes>.I_a persona será
vÍctima de su personaje mientras éste actúe, víctima a su
vez del conflicto que arastra. Los personajes no son tanto,
pa.ra Zambrano, las máscaras tras las cuales se ocultaría la

ofo para consigo mismo, el no saber quién se es, haber de


nacer, morir y üvir agotando un tiempo dado, y haber
de hacerlo en unas determinadas circunstancias. I,a o"rso_
1a bajo el personajeüve en un sueño, y todo sueño Lrece
de horizonte y por tanto de orden, de ientido. Al no haber
horizonte, las cosas no obtienen su lugar, no hay contexto
con referencia al cual puedan ordenarse. Tal es él c¿so del
hombre y su realidad. El hombre üve en su realidad iomo
en sueños, y en los sueños todo lo que se quiere se absolu_
tiza.2eEste es el motivo del nendiosamientóo. T¡¿¡ur. ¿.
"o_

quiriendo tras el persornje las cualidades de lo ético, reve_


lándose asÍ el ser, su ser, en la realización de un argumento
que en principio es el propio personaje en que el iu¡eto se
sueña o, mejor, se ensueña, En sueños se actúa y se avan_

2l. Peñna democru¡ia, sz]] Juan de puerro Rico, Estado Libre


. .M..Zznbaflq
Asocjadode herto Rico, 1958,'pp. 56 y 5?.
28. M. Zambrano, E¿raeño creador, ed. crr., tg16, p¡,65. 1i #'i,,Í!, *r** Peidós'le88'p 27
cobctilo'Ba¡Eelona,
e incotL'ci¿n¡e
29. M. Zajjúrano, Pe6ona y dem@ncia, op. cit., p. 47. 32. Ibt¿,9.26.

74 TJ
p_ropia sombra es no solamente encontrarse con la
Darte
del s_ímismo que corresponde a la historia p..s;""I,';;
con la constancia ---o la revelación- de quetetrás de ella

tegoría <moral,, ta] como Zambrano lo enüende.

Que una acción sea trascendente significa, simplemente,


que realiza un ü.iínsito, uno de los t ánsitos, haiia s,.,
sei
35. Ibt¿, ed cit., 198ó, P óO.
33. M. Zambrano,El s¡teñocnadoL ed. ciL, 1986,op. ci¡.,p. 6. 3ó. M. Zambrano, .Iá tumba de Anttsona' , .n Sefidars' BarE€lona, Andropos'
34. rbkl 198ó,p. 219.

to 77
la aceptación enffaian. Solamente por el sacrificio se neu- . c) La acción Y el conocimiento'
traliza esa resistencia a la luz que lai sombras y el deseo de
i il Ei de la ética a. partir del desarro.llo in-
dormir suponen, ya que el sacrificio es acción, actualiza_ "*i"tiánto
terior de la t¡na ética como utilización' pe-
¡rersona:
ción de la libertad Se libera el hombre en el uso de su v i*oio" del tiempo y enEenamientoa la
libertad negando algo del personaje, de aquel ser deseamte ""álo"
libertad.
y temeroso ds l¿ salida a la luz. La salida a la luz es liber¿-
ción por un acto de libertad cuando, desde ella, la persona, I
como si de una sierpe se t-atase, muda la piel antieua v la
entrega: se desposee de ¡.sl¡r, del ser sf mismo .rr-t"éra

4. La forma-sueño

La estuctura de la persona está elaborada sobre la base


de on'a esrr-rctura: la de los distintos üemrns. I-a filosofta
de Zambra¡ro se presenta, como hemos üsto. trm
teorla del auto-conocimiento. Ella misma la describe
-mo en
sueños y el tiempoo cqme (una $fa para que el hom_
"Los
bre sepa transitar por sus múltiples 1i"-pos y t
sus mriütiples máscaras. Ya que la pluralidad áe sus"t- tiem-
"on
pos responde a la no lograda unidad de su ser, a sus múlti_
ples posibilidades de ser,.3?
La_descripción de estos tiempos distintos y su inciden-
cia sobre la acción y el pensamiento señala las siguientes
pautas de investigación-
cr€ación Y del Pensamiento'
a) El proceso de integración de la persona eibertad, co-
crea-
nocimiento de sí y posesión del espacio interior). Una división algo distinta se encuentra en El sueño
b) Los <sueñosde realiclad,, en los que se manifiesta la dor (1965):
de la persona y cuyo estudio daná lugar a
:ituTróJr
rcs srgurentesputos: a la conciencia con sus
-' El tiempo en su fluir: e dado
a\
r"i ¿i-"*i"tt"i (pus"¿o, presente y futuro)' Se tra-
M. z".nut sueñosv el lterhpo,, en El sueñocrea¿oLed.cit, 198ó,
, ,frl ""' "LoE
38. IU¿

78 79
d presentarse, hacen a la conciencia en el sentido de que
dlos se hacen conscientes. Por este acto no se forma un
rdgo, (la conciencia) czpaz de discernir y ordenar, sino
se trata del aclo mismo de realización de la persona que
asl a su destino.
Sueño y ügüa son partes de la persona ente las que,
como p¿u:r Jung ente el consciente y el inconsciente, existe
una relación compensadora Sueño y ügilia mantienen a la
Pcrsona en la intersección de la atemporalidad y el flür del
üempo, entre el moümiento y su absoluto: la inmovilidad.
También para Jung es el sueño una forma de despertar,
por cuanto que hace aflorar los contenidos universales des-
de las profr:adidades. sobre los sueños es volver a
"Medita¡
uno mismo¡,3e escribe, es ensanch¿¡r las fronteras de la
consciencia indiüdual, hacer más claro el sl mismo. Pero
Zambrano aporta algo más. Si el sueño fisiológico puede
¡er, algu¡as veces, despertar, la enorme exterisión atempo-
ral de la ügilia en la que, en principio, consiste la üda es
un enonne sueño del que deberá haber un despertar. Y en
este sentido, que la existencia sea la uach¡alización de r¡na
es€nciaD,s quiere decir que es r¡n ir configurando ese ser
preüo que dormita en el sueño, y sacarlo a la luz mediante
sucesivos despertares: (el sueño, el inicial sueño irreducti-
ble, se v"atransform¡ndo en cada despertar. Y, así como la
vigilia estabilizada cae en el sueño, el soñar la despierta.
Soñar, despertar se van dando en r¡na esc¿la. La escala de
los sueños en que el sueño inicial se desvela. Se desvela el
inicial sueño pasando a tavés de los sucesivos despertares;
va dejáadose ver, revelando al sujeto su fondo,.at Sacarlo a
la I¡2, conocerlo, es darle a ese ser recibido el movirniento
propio de la acción,la cual podrá realizars€, en su momen-
to, de tres maneras:a2

39. C.G. Jutln, Los @nd¿bs y d inzdrsciate, op. cü., p. 61.


40. Zambrano her€da es¡a idea de Ortcga: ."€xistil' significa s¿niu stüto: €j€ar-
¡¡r fA €s€ncia, ser eftctivüriente lo que sc €s, s¿rs¿' (Una, l&cion¿s d. naafGie.
O.C.,Alia¡"a, vol. 12, 1983,p. ó2).
41. M. Z¿mbrano, E¡ sa¿ño cEidol, A. c:L, 1986, W. 5+55.
42. IU¿, .d. cir., 19ú, w. 2G27

8t
a) negar al s€r-recibido, anr¡Iarlo, tatarlo como si fuera todo y, aun antes, el bacer una pregunta,.4 Esta es
un sueño; idea rectora de nl-os sueños y el üempoo. En el sueño
b) enúegane al ser-recibido negándose a despertar; se- hay acción porque no hay pregunta, no hay pregun-
guir eI sueño en la más completa pasividad rem:n- porque no hay extrañeza, y poryue no hay pregunta no
ciando a encauzarlo (esta forma es contraria a la an- decisión. En suma, en los sueños no hay propiamente
terior): .45Exfañeza-pre$mta-decisión-acción serfa la di-
despertar. Ir despertando al ser de su sueño inicial y propia de la actividad pensante. Por el contrario,
despertarse junto con éL rec¡ea¡se. el sueño se suceden los acontecimientos sin crue
nos extrañemos, Tampoco nos olx)nemos a lo que
Esta rlltirna es la acción correcta, pues el hombre tiene va ocurriendo; ni podemos franquear un obstáculo, ni
que ir naciendo, de ese nacimiento que es morirse un poco un enigma, y menos solucionarlo. Es una situa-
en caá" despertar. No es solamente a la emergencia de los de pasiüdad; en los sueños asistimos, tur poco desde
arquetipos en sentido junguiano a lo que Zambrano apr:n- un poco desde fuera. En el estado de sueño somos
ta, su propuesta tiene un carácter exfremadamente similar con el acontecimiento; el sujeto es el propio aconte-
al de las místicas tradicionales, para las que <,despertar, del cual formamos parte.
era rina muerte pequeña. Y así, porque el ser lleva en sí el Si, a pesar de todo, Zambrano sigue srponiendo una
germen de su propio hacerse, puede decir que el hombre es que pennanece denho del sueño es porque
uel ser que padece su propia trascendencia>, como antes ya que, como el propio ser, la conciencia pennanece
vimos, pues es!á llamado a t¡ascender su sueño inicial me- en todos los estados. Que la conciencia (no ent:¿ en
diante el ejercicio de una übertad que también aparcce des- , que nasisteo, quiere decir entonces, simplemente,
pertando. eI hombre no se hace ca€o de su a¡gumento, que no
Era necesario un estudio de los sueños en su forma, no pero no implica que no se registre ese acontecer en
ya en su contenido como lo venían haciendo hasta enton- la conciencia espectadora.
ces las esc-uelaspsicoanalíticas. En el análisis fenomenoló Discurso y voluntad para la decisión y
gico que hace Zambrano de los sueños, éstos son t:atados por tanto para la acción libre no tienen lugar en el sueño.
como fenómenos que se nos muestran como una realidad No hay necesidad de decidir porque todo estií pre-dispues-
que, a pesar de ser independiente de nosotros, nos pertene- to; eI acontecer parece estar absolutamente determinado.
cé y en cierto modo nos conforma. Su crítica a lia psicole I-a única acción posible es despertar, y esto supone tuur
gía psicoanalítica es en este caso dr¡ra y clara: tratar los detención en el proceso, cosa que no ocurre a menos que
contenidos de los sueños antes de estudiar su realidad serfa 6e intoduzca el pensamiento y, con é1,el tiempo sucesivo.
como tratar del objeto de Ia percepción sin antes haber El tiempo de los sueños es la atemporalidad. El sueño
procedido al estudio de Ia percepción como tal.a! ee produce mediante la asociación en la atemporalidad de
En las llneas siguientes, procuraré describi¡ brevemente contenidos a los que la temporalidad ordenába en secuen- I
los rasgos representativos, segúa Zambrano, de la forma- cias. La hlta de los a piori kantianos de la sensibüdad
sueño. y espacio- es, pues, la caracterfstica fundamen-
-tiempo
primero>, dice, tal del sueño. Corno consecuencia de esta falta de üem¡o v
"Lo "que en sueños advertimos es la im-
posibilidad de hacer nada, entendiendo por hacer el decidir
44, M. Zarnbrar:o,El sueñocftador, d. cit.,19a6,p.62.
43. M. Zambrano, *Ios sueños y el riempo", ed. cil, 1986 p 14. 45. Cfr. M. Zán¡brano,.I¡6 suenosy el tieÍrpo', ed.cit, 198ó,p. 1ó.

82 83
espacio, o de su distorsión, las cosas adquieren significado razón en est€ cáso), defiende las fronteras armada de
por sf misrnas, independientemente de su situación v de las :s y de juicios.aT Ya par¿ Jung la atención era un
relaciones c¿r:sales. de Ia voh¡ntad, y la voluntad un poder del que el yo
En El sueño creadar, Zambrano matiza esta idea de la dotado, or¡na parcela de oscura fuerza creadora que
atemporalidad de los sueños:
"siendo el tiempo sucesivo en nosotos, que nos conforma, que edifica nuestr,o
congénito a la ¡rersona humanao, escritr,
"ella no puede ; que f€acciona frente a nuestro cuerpo, que mantiene o
desprenderse de él entemnente:r,.c ni arur en los sueños. El su esüuctura y crea vlas nue\¡as¡.s Y la voh¡ntad
"espontáneo historiar de la psique, corresponde a esa ne- la paradoja de sentirse y de aspirar a ser libre.
cesi.lad que üene el ser humano de (contan;eD a sf mismo no se agota la lib€rtad en la realización de acciones
continuamente, a modo de distorsionado espejo de su pro- . La diffcil libertad supone la conquista de la
pia historia. Si el zueño es r¡n modo de despertar, si el de toda la realidad. Y toda la realidad no es sola-
hombre despiena con su sueño es poryue en la historiada lo que la atención deja pasar. Porque no se limita la
creación de sus personajes hagua un espejo de mriütiples a observ-arsino que, a modo de tamiz, deja pasar
dimensiones en el que @er reconocerse y comprenderse. aquello que no puede hacer tambalear la esEuc-
Para que sea posible tal reconocimiento es menester la in- hrra del yo. Acotando la realidad, la atención condiciona al
toducción, a modo de cuña, de algrÍn tipo de expectación, hombre a ver el mundo dotado de los llmites acostumbr¿-
un tiempo, una conciencia. ,dos y heredados. Si estas defensas del yo fueran absolutas y
I-a viglra surge (¡:oryue ella es quien surge, y no al con- ,oonstantesel equilibio ac€ptaciór/resistencia al que aludfa-
Fario) del sueño en u¡i momento de vacfo en el correr de mos en capltulos a¡rteriores se verla dañarlo, permanecien-
los acontecimientos , un hueco suficiente como para permi- do la üda en r¡n €stado de latencia muy cercano a la muer-
tir la inroducción del pensamiento. Porque para pensar es tc. Para evitarlo, para que rm impulso creador pueda darse,
preciso detenerse. Un hueco es la discontinuidad que per- cs menester abrir una brecha en las murallas. Entonces,
mite que ualgo ocurra". Ese nalgoo que ocr¡rre es el desper- algo de la realiüd de extramuros penetra en la plaza fuer-
tar. La conciencia aparece entonces mediatizada por el te, algo aún no nombrado, .extafio, que el yo pretenderá
aflorar del pensamiento y la posibiüdad de la refrot-acción incorporar rápidamente al universo concephral acostum-
de los acontecimientos. El hueco es, por tanto, tan necesa- trado.
rio para la conciencia y el pensamiento como el tiempo Afortunadamente para la vida y par¿ la creatiüdad,
sucesivo. El üempo sucesivo es el espacio del ser-haciéndo- ocisten estos cagujeros> en las mu¡allas. Surgen inespera-
se, eI medio de la vida humana. Es el medio porque en él el damente permitiendo el ta-sr¡asede elementos pertenecien-
hombre se mueve, porque es su elemento y porque, en defi- te-sa distintos campos comprensivos, distintas .realidades'.
nitiva, es la condiciód de la libertad y, por tanto, de la reali- Cuando esto sucede y el yo aún no ha actuado, se produce
zación de la persona. Zambrano compara el modo que el un odespertar. En esos momentos, el tiempo sucesivo es
hombre tiene de estar en la üda habitualmente a una plaza
'fuerte sitiada
cuyo soberano, el yo -la psona de Jung-
defiende, con intensa ügilancia, las fronteras de seguridad a7. ftf¿, Turns, p 43. Com!áÉse la rnetáfo¡a de lc subordi¡a¡lc con €sta ot¡a
para que nada exu-añopueda poner en peligro las murallas. tnt rpretrción & Jung: .l¡ p¿¡te del )o qu€ está a la luz, la vEf,tienE de la concien-
da, dccn¡a el privil€o de la votmtad; cl yo coneciülte es cáp6z de queÉr y de
Desde ellas la atención, fieI subordinada del vo (conciencia dlspon r, hasta cierto gr¿do ---€l de difer€nciación-, d. l¿s funcion€s de la conci€n-
d¡; éstas son compa¡ables a cr¡atro cuerpos d€ ejérctto a 106qüe se diriEe a cuElqüer
sino. Qos conAlzi6..., op. cit., l¿tó).
4ó. M. Zanbra¡o, E¿saeño ap¿dor, d, ciL, 19A6,p. 62. 48. C.G. lurra, I,'s .tnabbs.., p. lú.

84 85
puesto entre paréntesis. Son momentos de retiro, de exfa- así la obra. Nada aparente obstaculiza el que pudiera
ñeza o de sorpresa por los que ocaemos) a un estado dc de oro modo; no obsüante,y por ello mismo, Ia imposi-
atemporalidad o a un estado cercano a éste cuyo riüno es es absoluta. EI absurdo hace que la situación sea
rnás lento que el del tiempo sucesivo. En ellos es posible la inapelable aun- La noapropiación de libertad por par-
slntesis de .realidades, y su creación. del personaje üene lugar tanto en un (sueño de obstácu-
Por nestado de zueñou entiende, por tanto, Zambrano la como en la üda real de un personaje (actuado) por su
situación inicial del hombre, una situación de pasiüdad en
la que tanto despieno como dormida se quedá encerrado, Los suzños d¿ la persona son aqrrcllos que manifiestaa el
(entrañado) con el ser recibido, en esper¿ de un moü- del personaje asf la visión necesaria
miento.ae Distingue daramente entre los sueños de la psi- qr.reel sujeto actúe, bajo su personaje, desenmascarán-
que, entre los cuales pueden distinguirse a su vez el sueño desposeyéndosede é1.Son llamados nsueños de finali-
de obstícr:lo y el sueño de orescis,o de deseo, y los sttzñ,os poryue invitarr a la realizzción de la acción trascen-
de la persona, o de la realidad, también llamados sueños de el cumplimiento del destino. Son <sueños libera-
finaüdad o del destino. Los primeros son un (eq)ontáreo que denuncian r¡¡a Eansformación de la persona ya
bjstoriar de la psique zumida en la pasividad,;$ en ellos la o en ü:rnce de cumplirse. Son un episodio del pro
atemporalidad es absoluta. Es el polo opuesto a la crea- de la finalidaddestino; de la libertad concreta. Son lo
ción; son sueños üscerales, <prenatales>. De los sueños de se ha llamado un argumento'.sr Surgen en principio en
obstáculo es representativo El castillo de Kafl<a, obra de la sujeto dormido como représentación especular del orden
que.Zambrano hace un magistral est:.tüo en El sueño ctea- bajo eI cual el personaje lleva a cabo su actividad. Son sue-
dor. El castiüo es ante todo aquel lugar que no se puede llos ndLectos" cuyo fin es ser slmbolo.
alcanzar, sin que aparentemente haya ningún motivo para Cr¡ando los sueños de Ia persona surgen durante la vigi-
que se dé tal imposibüdad. En las siüraciones kafkianas la üa son denominados (sueños realeso. Se presentan enton-
imposibi-lidad se da de por sl, sin razón algr-rna.Pero no es ces a modo de üsión cuyos signos exigen ser descifrados a
solarnente eso. Antes bien, supone la imposibitidad de modo de enigrna. Son clavqs pa.ra el despertar. También
asentar y asumir la identidad supuesta o deseada-EI perso- llama Zambrano a estos sueños "imágenes del destinoo.
naje pierde lugar, nombre y figura hasta peneFar en el más Ante ellos no cabn palabras lógicas ni razonanientos ni
absoluto y desolador desconocirniento de su personalidad. saberes, sino tan sóIo una respuesta no verbal: una acción.
Nada tiene de extraño que Zambrano se haya detenido Este tipo de sueño le enEega al sujeto su libertad, le exi-
en la obra kaflriana -aunque no tanto como en las trage- ge actua.r. Como toda posibüdad que se ofrece, tales sue-
dias griegas- puesto que sugiere un impresionante pueite ños pueden ser por ello agentes de liberación o, al conta-
enFe dos formas de sreño: la del sueño mismo y la del rio, pueden esclavizar a quien los recibe si no sabe desci-
sueño de la ügilia (cuando el ¡:ersonaje --que no la perso- frarlos. Pueden incluso trarsformarse en obsesiones qug
na- prosigue su nactiüdad,, llevado por los aconteci¡nien- son, piensa Zambrano, (sueños de carácter real degrada-
'tos).
El personaje kafl<iano acfi1a en estado de sueño: no se dgs,r.s2El personaje, en este caso, empezará a padecerse.
extraña, no se par¿, no se opone. Todo ocurre porque tiene Ilasta que el sujeto no toma ente sus ÍEtnos su destino y
que ocurir. El imperioso devenir fluye porque el autor dis- empleza a actuar, el personaje no es en realidad padecido,

49. M. ZAmblano,
El suéñocrcalor,ed.cir, t986,p.56. 51. n'ti,p 57,
50. Ib{¿,p 62. 52. I1,t¿,p.74.


pues lo que el hombre padece es su libertad, la ragedia de Por la palabra el hombre se presenta ante sl; la Palabra
saberse ineludiblemente impeüdo a la acción. El personajt. la forma en que le es dado al ser humano descubri¡se a
en cambio, a tavés de sus mrlltiples actuaciones, vagará err mismo pues requiere, para ello, de la fijación momentá-
busca de su autor, llegará a presentársele en forma de ob- de la imagen, de un tiempo actualizdo- Pero la pala-
sesión, agudizrrá el conflicto a fin de acelerar el prcc€so y @tica, por zu capacidad hldica de modificación de los
asl lograr la crisis: la negación indispensable a la sÍntesis muestra la realidad como continr¡a proyección
resolutiva. El personaje deberá ser negado por el sujet<r imágenes móviles. I-a palabra poéüca crea un lugar in'
para que pueda nacer la persona que será, de este modo, el r¡n cierto presente, un tiemPo abierto, y en lo
resuftado de la unión del personaje con su autor. Y será se tolera el juego y el cambio, la apariencia de lo
acción t'ascendente aquella salida de la atemporalidad en la movilidad de lo aparente y la quietud original.
la que el personaje quedaba apresado. pr€sente se toma, por ella, un infinito de posibilidades y
El sueño (del sujeto dormido) ejerce a este fin rma es- hombre se descubre a sí mismo como conjt¡nto de imá-
pecie de presión sobre el sujeto-personaje (en su sueño fluyentes, convertido él también en r¡n infinito de Po-
despierto) y le pone en disposición de recibir los usueños
realesr. , Mas este tipo de presente alcanzado Por La Palabra, ese
Puesto que todo sueño acontec€ en la atemporalidad, :nte perfecto" que es ya <zupratemporalidadr, no ad-
será ésta, paradójicamente, el medio en que se hagtie lo sino al fi¡al de este recorrer el camino de la palabra,
más es¡recfficamente huma¡ro: el estado ambiguo que supo- mediante ella, habiéndose anr¡lado el conflicto del
ne estar a medio camino entre el s{ y e\ uno mismo, por un hombre con sus circunstancias, éste reqlPera su unidad.
lado, y el continuo tránsito que supone, en tal estado, la El presente continuo es eI tiempo FoPio del hombre rmi-
propia acción. La Eascendencia revierte en esa especial in- ñcado.
manencia de lo divino (el uno\ en continuo nacimiento a Ante el esquema exisrcncial que nos presenta Zatrr}ll.a'
t'avés del sL uDios estr4naciendoo, escribe Zambrano citan- Do, y su original t€leologfa, no es de extrañar que el método
do a Emüo Prados,
"es la fe en el nacimiento de lo divino de descubrimiento que ella propone sea eI de una nrazón
que no está todavla acabado de dar a luz, que se da a luz poética". No hay, en las ftonteras de la razón, nin$1n otro
en cada uno de nosotros en fiorma diferente').s3Y para dar método tan abierto como para despertar a la propia razón,
a luz, para cumplir esa trascendencia propiciaáa por los a menudo acaparada por el personaje, y llamarla a la com-
sueño6, se contará con la palabra, con ella se intentará ven- prEnsión de r¡na realidad rnás ampüa' El av,,areness-, téfmi'
cer la resistencia que los cuer¡ros siempre ofrecen a la no tan utilizado por los Psicólogos & l¡ Gestalt, el *darse
Fansparencia. crrcnta, no puede desencadenarse desde la pura razón; y
Nacer es r:n acto, un movimiento y r:n esfuerzo. nJe éste es probablemente el término más cerc¿no al pensa-
souffre naissanceo,exclarnaba maravillosamente Claudel en
miento de Zambrano a este resPecto: será mediante sucesi-
st Art Poétique, describiéndose a sf misrno como puro mo- v6 awarergss que la conciencia del hombre se abrirá a su
vimiento, exterior él mismo a su entomo. Para nacer, para
reaüdad. No es posible qrrc un awarmess se produzca por
seguir naciendo, es necesario morir un poco, y ante todo pr¡ramente analítico, sino me-
medio de un prdimiento
morir a la creencia de que todo está hecho, de que el hom-
diante la actitu4 Ia disposición interior que permita a los
bre tiene un ser.
contenidos, dispersos, asentarse.
Los sueños, afirma Zambrano, üenden a r€alizarse, y
53. M. Z.áñb'€.rro, Libdació,t (ló diciembÉ 1984), p. crrlr. l. Dueden hacerlo de dos maneras: ¿) de forma üolenta, sin

88 89
sufrir transformación alguna, tal como lo hacen en su ma
yorfa los llamados (sueños de la psiquer; o b) de forma
creadora, transform¡ándose, ndesentrañándoseo, aflora¡rdo
sin üolencia desde su atemporalidad onlrica a la concien-
cia; esto es a lo que Zambrano llama nrealizarse poética-
menter. PARTE SEGUNDA
El sueño alcanza por la palabra rango de exorcismo en
el momento en que, sacando a }a luz los conflictos, permite
anr:larlos. T ac psicoter¿pias basadas en trabajos con los
sueños hallan así una explicación plausible, y no creo que
sea descaminado penszrr que Zambrano haya tenido cono-
cimiento de la terapia gestálüca y se haya dejado influen-
ciar por la utilización formal que esta escuela hace de los
sueños, exenta de las rígidas interpretaciones propias del
psicoanálisis. El prmto de coincidencia es que t¿mpoco
para ella los contenidos de las fantasfas onfricas tienen más
realidad que la de ser manifestación de (el moümiento ln-
timo del zujeto bajo la atemporalidad>, la tensión que pre-
moniza el surgimiento de una realidad cuya liberación se
propiciarla en principio con la simple verbalizaciór¡ ex¡xe-
sión-aflorarniento de lo hasta entonces oscuro- La oalabra
es ante todo posibilidad de ver. Para la resolución áel con-
flicto hará fulta algo más, hará falta reconocer el material
como propio y dejar que se ordene por sÍ mismo a la luz de
la razón-poética, para así poder (rescatarse).
I¿ realidad propia de los seres onfricos --aquella que
llamamos <irrealidado- es solamente el movimiento de
unas forrnas que, bajo el efecto de las pulsiones, no logran
hallar su lugar. I-os fantasmas onfricos adquieren canícter
de sfmbolo al hacerse conscientes. Que eI sueño, pues, exi-
ge ser realizado quiere decir que rcquiere ser desci.frado en
cuanto sfmbolo, por la palabra. Descifrano, no ¿¡nalizardo,
pues una imagen onÍrica no puede ser analizada sin que las
defensas del yo se alcen e impidan la entrada a todo aque-
llo que, por desconocido, ponga en peligro su seguridad.
Por ello, la palabra que descifra debe ser creadora. Es pala-
bra que nace en r.m hueco, en el silencio, y se da como ln
acto, el acto por excelencia del hombre como sujeto, el acto
de re-presentación de la realidad.

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