Está en la página 1de 14

Propuesta de Círculo de Estudio de Marx

y «otros marxismos»

Tema 1: Crítica de la Economía Política, Mercancía, Fetichismo de la


Mercancía, Teoría del Valor, Capitalismo y Comunismo (1ra Parte)

Textos

1. Grupo Comunista Internacionalista (1986). Contribuciones a la crítica de la economía.


Primera serie de textos. Delimitación de nuestra crítica de la economía. Objeto y método:
su relación dialéctica en Revista Comunismo, (21, 22 y 23). Bruselas–Buenos Aires. PDF
versión folleto disponible en:
https://www.mediafire.com/file/isj4v15moljxyc9/Contribucion_a_la_Critica_de_la_Econo
mia_Politica_-_GCI.pdf/file

2. Fredy Perlman (1968). El fetichismo de la mercancía en La reproducción de la vida


cotidiana (y otros textos) (2019). Lazo Negro Ediciones: Rosario, pp. 49–92. PDF
disponible en:
https://www.mediafire.com/file/clq8cuvjhfocd2m/La_reproduccion_de_la_vida_cotidiana
-lazoediciones.pdf/file

3. Anselm Jappe (2014). De lo que es el fetichismo de la mercancía y sobre si podemos


librarnos de él en Karl Marx. El fetichismo de la mercancía (y su secreto). Pepitas de
Calabaza: Logroño, pp. 7–30. PDF disponible en:
http://geopolitica.iiec.unam.mx/sites/default/files/2017-09/Marx%20El%20fetichismo
%20de%20las%20mercancias.pdf

4. Karl Marx (1867). Prólogo a la Primera Edición en El Capital. Tomo I. Volumen I


(2008). Siglo XXI Editores (28va reimpresión): Buenos Aires, pp. 5–10. PDF disponible
en: http://ecopol.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/202/2013/09/Marx_El-
capital_Tomo-1_Vol-1.pdf

5. Karl Marx (1873). Epílogo a la Segunda Edición en El Capital. Tomo I. Volumen I


(2008). Siglo XXI Editores (28va reimpresión): Buenos Aires, pp. 11–20.

6. Karl Marx (1867). Capítulo I. La Mercancía en El Capital. Tomo I. Volumen I (2008).


Siglo XXI Editores (28va reimpresión): Buenos Aires, pp. 43–102.

7. Karl Marx (1867). Capítulo II. El Proceso del Intercambio en El Capital. Tomo I.
Volumen I (2008). Siglo XXI Editores (28va reimpresión): Buenos Aires, pp. 103–113.

1
8. Biblioteca y Archivo Histórico-Social Alberto Ghiraldo (mayo de 2018). Contra la
Valorización de la Vida en Revista Cuadernos de Negación, (12). Biblioteca y Archivo
Histórico-Social Alberto Ghiraldo: Rosario. PDF disponible en:
http://www.mediafire.com/file/sik49ngjo345ksv/cuadernosdenegacion11_valorizacion.pdf
/file

9. Gilles Dauvé (1972). Capitalismo y Comunismo en Capitalismo y Comunismo (2020).


Lazo Negro Ediciones: Rosario, pp. 32–81. PDF disponible en:
https://drive.google.com/file/d/1s10dZcDqW3-MVIg3x9qviiMziRTCOBkr/view

10. Endnotes (abril de 2010). Comunización y teoría de la forma-valor en Revista Endnotes,


(2: Miseria y forma-valor). Londres–Oakland. Word disponible en:
https://www.mediafire.com/file/tmd9165sl27bh6q/Comunizaci%25C3%25B3n-y-teor
%25C3%25ADa-de-la-forma-valor.doc/file

Materiales audiovisuales

1. Nico Castañeda (8 de noviembre de 2016). [Foro] Fetichismo de la mercancía y


Comunización. [Video]. Santiago de Chile. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=h2z8qvisCr4 [próximamente en Internet Archive]

2. Grado Cero (26 de diciembre de 2016). El Fetichismo de la Mercancía Karl Marx Anselm
Jappe Pepitas de Calabaza Wertkritik. [Video]. México D.F. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=NZPh0CYtOpE

3. Grupo Barbaria (30 de diciembre de 2019). Las categorías básicas del valor. [Audio].
Madrid. Disponible en: https://www.ivoox.com/barbaria-las-categorias-basicas-del-valor-
audios-mp3_rf_45976026_1.html

Objetivos

1. Conocer y comprender por qué el fundamento histórico y lógico del capitalismo es la


dictadura social, impersonal y abstracta del fetichismo de la mercancía o del valor sobre la
humanidad proletarizada y la naturaleza, a través de la burguesía y su Estado; y, en
consecuencia, por qué el fundamento, la condición sine qua non, la raíz y/o el corazón del
comunismo es la abolición del valor o del fetichismo de la mercancía y de toda forma de
alienación, explotación y opresión derivada o ramificada a partir de él: propiedad privada,
trabajo asalariado, dinero, mercado, clases sociales, Estado, patrias, nacionalidades,
“razas”, géneros, identidades, ideologías, religiones, etc., por parte del proletariado de
todas las “razas”, nacionalidades, sexos, edades, etc., para así poder realizar la comunidad
humana real y mundial.

2
2. Contribuir a desarrollar un pensamiento crítico y radical frente a todo lo que no sea la
lucha proletaria autónoma y antagonista por la abolición del valor –inseparable de la
autoabolición del proletariado como clase explotada y oprimida–, ya sea frente al
capitalismo de Estado mal llamado “comunismo” (URSS, Europa del Este, China, Corea
del Norte, Cuba, Venezuela, etc.) que es defendido por la ideología marxista-leninista, ya
sea frente al capitalismo autogestionado mal llamado “anarquía” (desde las colectividades
de la revolución española hasta los caracoles zapatistas y las comunas rojavistas, etc.) que
es defendido por la ideología anarquista. A sabiendas de todos los asombros,
cuestionamientos, debates, tensiones, crisis, rupturas, cambios y saltos paradigmáticos que
este objetivo puede producir en/entre los diversos participantes de este círculo de estudio.
Al fin y al cabo, cuestionarse, remover y deshacerse de tantas capas de alienación
impuesta a lo largo de nuestra vida, incluidas las mencionadas ideologías izquierdistas,
incomoda y duele pero libera. En esta sociedad de la apariencia y la mentira generalizada
de la cual forma parte la izquierda del Capital, la verdad es revolucionaria.

3. Reapropiarse de la teoría de Marx sin culto a su personalidad, mitificación ni dogmatismo,


sino como un arma teórico-práctica más para interpretar y transformar la realidad social e
individual de manera revolucionaria. Un arma teórico-práctica compleja pero fundamental
contra el capitalismo y por el comunismo. Por lo tanto, contribuir de esta manera a
fundamentar teóricamente o sentar las bases teóricas de una práctica colectiva y
organizada que, a su vez, contribuya en la medida de lo posible a la autoemancipación
total de nuestra clase proletaria aquí y ahora. Praxis revolucionaria militante que con el
tiempo pueda concretarse en: una publicación en papel (boletín, periódico y/o revista); una
editorial; una biblioteca; una escuela de formación política; campañas de agitación y
propaganda en las calles; acciones directas y combativas; participación en procesos y
espacios concretos de lucha, autoorganización y solidaridad de clase; ensayar nuevas
relaciones humanas y formas de vida en la cotidianidad, etc., tanto local como
internacionalmente.

Metodología

1. Lectura individual de los textos en casa, y discusión colectiva de los textos en reunión.

2. Tiempo sugerido para leer y discutir cada texto: 1 semana. 1 reunión cada semana.

3. Tiempo sugerido para cada reunión: 3 horas, con receso en medio. Se puede intercalar
reunión física con telereunión (vía Jitsi Meet).

4. Lo más probable es que se trate 1 texto en varias reuniones. Proponemos que sean
máximo 2 reuniones semanales para tratar un texto corto, y máximo 4 reuniones
semanales para un texto largo. De ser así, el estudio de este Dossier duraría

3
aproximadamente unos 6 meses: 1 semestre de «cátedra libre» de/sobre Marx, 1 semestre
de autoformación para la autoemancipación. (Cronograma: por definir.)

5. Se recomienda imprimir y leer en papel todos y cada uno de los textos, subrayar, resaltar y
escribir apuntes aparte. Con otros dos compañeros, vamos a hacer un Dossier físico de
aproximadamente 350 páginas para que los demás compañeros/as lo puedan fotocopiar,
con fondos de una caja común y solidaria que habría que hacer para el efecto (“hacer
vaca” y “acolitar” al “compa” que no tenga o que tenga menos “plata”).

6. Leer una parte de cada texto todos los días (hábito de lectura y autodisciplina).

7. Usar el diccionario para consultar el significado de las palabras cuyo significado no se


conozca.

8. Reforzar las lecturas con los materiales audiovisuales arriba propuestos, según sea el texto
o tema específico.

9. Preparar una exposición individual de cada texto para abrir la discusión colectiva del
mismo. 1 texto por participante.

10. Guiarse por las siguientes preguntas generadoras para la exposición y la discusión:

1) ¿Qué partes del texto me llamaron más la atención y por qué?


2) ¿Qué partes del texto no me quedaron claras y por qué?
3) ¿Cuáles son los conceptos o las categorías principales del texto y qué significan?
4) ¿Cuáles son las ideas y argumentos principales del texto?
5) ¿Con qué partes del texto no estoy de acuerdo y por qué?
6) ¿Qué le podría acotar o agregar al texto?
7) ¿Cómo puedo aplicar este nuevo conocimiento teórico en mi práctica política y
personal?

11. Discutir ideas y argumentos, con rigor, altura, (auto)criticidad, respeto, frescura y
amabilidad. No tomarse la discusión de manera personal, sino de manera objetiva, madura
y compañera.

12. Escribir la memoria (o sistematización) de cada reunión. 1 memoria por participante.

Sobre los textos, los autores y los objetivos propuestos

El concepto teórico de la revolución y del comunismo que tengamos y tratemos de poner en


práctica en nuestras actividades políticas y sociales, depende directamente del concepto
teórico que tengamos del capitalismo que vivimos a diario. Conceptos, claro está,

4
determinados por nuestras condiciones materiales de existencia y nuestras prácticas
cotidianas; de las cuales, también forma parte la ideología, entendida como la conciencia
deformada de la realidad que a su vez ejerce una real acción deformadora sobre la misma
(Debord). Es decir, la ideología es falsa consciencia con fuerza material, porque es parte y
factor de la realidad social capitalista ya alienada y alienante de por sí. En este sentido, si
pensamos que el capitalismo es un puñado de grandes empresas que tienen “mal distribuida la
riqueza” y “secuestrado el Estado”, y, por lo tanto, si pensamos que la solución para ello es o
“tomar el poder estatal” para “redistribuir la riqueza” o “autogestionarla desde abajo y
horizontalmente”, estamos perdidos. A premisas falsas, conclusiones falsas: los reformistas
siempre han sido, son y serán los falsos críticos del capitalismo.

Sí, porque no se trata de re-hacer la forma del capitalismo, que es lo que hace el re-formismo,
sino de abolir y superar sus contenidos, que es lo que hace la revolución. Dicho con otras
palabras, la revolución no es un asunto de forma de organización sino de contenido social
real. Más concretamente, el problema no es el modo de distribución sino el modo de
producción de la riqueza y el poder, y, más específicamente, el problema es que la
producción social de la vida tome la forma de mercancía, empezando por la capacidad o
fuerza de trabajo del ser humano, forma bajo la cual es explotada y dominada. De modo que
el capitalismo en realidad no radica en el plusvalor (trabajo explotado o no remunerado al
proletario) sino en el valor o el fetichismo de la mercancía (cosificación mercantil de las
relaciones entre seres humanos), el cual estructura toda la sociedad como sociedad mercantil
generalizada y de clases, cuya cúspide y cuyo guardián es el Estado, a escala histórica e
internacional. Por lo tanto, la clave de la revolución comunista es la lucha del proletariado
como sujeto autónomo y antagonista (sin intermediarios sindicales-partidarios ni pactos con el
enemigo) por la abolición del valor y la mercancía, el Capital, la propiedad privada, las clases
(empezando por el propio proletariado), el Estado, las naciones, las “razas”, los géneros, etc.
para así poder constituir la comunidad humana real y mundial –no perfecta pero sí real–, cuya
base material sea la posesión y disfrute común de todas las condiciones y medios de vida. Esto
y no otra cosa es la revolución comunista.

Entendiendo que la revolución social es un proceso histórico, contradictorio y de desarrollo


desigual que no se puede realizar de la noche a la mañana y en un solo lugar, sino que
comprende una serie de luchas y guerras de clases, revueltas, avances, retrocesos, derrotas,
nuevas batallas, insurrecciones, victorias, rupturas, cambios, saltos, estancamientos y nuevos
saltos, donde se involucran y se van transformando a sí mismas varias generaciones de
proletarios y proletarias de todas partes. Y, al mismo tiempo, entendiendo que la revolución
comunista es el proceso de comunización de la sociedad, es decir es el proceso en el cual se
van transformando total y radicalmente las relaciones sociales capitalistas
(fundamentalmente la reproducción del fetichismo mercantil y de la relación de clase en la
vida cotidiana) en relaciones sociales comunistas (relaciones humanas no condicionadas ni
mediadas por las cosas-mercancías, la propiedad privada, el dinero ni las jerarquías), o no
es.

5
Así pues, en el proceso revolucionario comunizador no existirá un “Estado socialista de
transición”, porque en realidad éste no es más que –históricamente, no demostró ser más
que– el mismo Estado capitalista pero con otro membrete ideológico y otros funcionarios
políticos (tanto marxistas como “anarquistas de Estado”), a los cuales hay que combatirlos y
destruirlos por igual en tanto que falsos críticos y conservadores de las raíces y los contenidos
del capitalismo pero bajo otras formas. Por el contrario, la única transición al comunismo es
el mismo comunismo, entendido como el movimiento real –y, por tanto, contradictorio e
impuro– de abolición y superación total y radical del orden social capitalista, por parte de
los mismos explotados y oprimidos, directamente, sin intermediarios ni representantes. De
modo tal que la nueva sociedad sin clases ni Estados resulte de este movimiento y poder
social real de base y de masas, mediante la aplicación de medidas comunistas inmediatas
(sin etapismos reformistas) en todos los aspectos de la vida social y cotidiana, que se
profundicen y se extiendan en el tiempo y el espacio (local e internacional), por parte del
proletariado revolucionario autoorganizado y en armas, no para perpetuarse como clase
sino para dejar de serlo.

Lo cual también es otra forma de reafirmar y explicar la coherencia entre fines y medios
revolucionarios y el sentido mismo de la lucha revolucionaria: luchar por el comunismo
practicando el comunismo, viviendo el comunismo; no sólo haciendo la revolución, sino
siendo la revolución, mas no de forma localista (local sí, pero no localista), cotidianista
(ahistórica) e ideológica (al contrario de lo que cree y dice la ideología autogestionista, no
pueden existir oasis de comunismo en el desierto mercantil generalizado), sino a escala social
e internacional, mediante la lucha de clases revolucionaria o radical que ataque y subvierta
las condiciones y relaciones capitalistas y, al mismo tiempo, que desarrolle y potencie los
gérmenes de comunismo que ya existen en su interior pero en contra y más allá de estas
relaciones sociales. Mientras tanto y para esto, dialécticamente hablando, las únicas formas
de acción proletaria posible son la autoorganización y las luchas defensivas o reivindicativas
por necesidades concretas, cuya generalización, comunicación, unificación, radicalización (ir
a su raíz) y salto cualitativo sería la revolución social. Luchas en las cuales la mejor arma ha
sido, es y será la solidaridad, apoyo mutuo y asociatividad de clase.

Tales son algunas de las conclusiones políticas de la crítica radical o crítica teórico-práctica
de las raíces del capitalismo, que fue inaugurada por Marx. También se le llama «crítica
categorial», porque critica las categorías fundamentales del modo capitalista de producción
y reproducción social: valor, plusvalor, trabajo abstracto, mercancía, fetichismo de la
mercancía, dinero, relación de clase, Estado, ideología. Las critica teóricamente para
subvertirlas prácticamente. La crítica categorial resulta ser, pues, una crítica teórica radical
para una crítica práctica radical del capitalismo, y viceversa. Es teoría-práctica
revolucionaria, realmente anticapitalista y comunizadora.

Esta subterránea pero fuerte línea de pensamiento y de acción arranca desde Marx y va hasta
la Corriente de la Comunización (Barrot/Dauvé, Theorie Communiste, Endnotes) y la «Nueva
Crítica del Valor» (Kurz, Jappe, Postone), pasando por la Izquierda Comunista histórica e
internacional (bordiguistas y comunistas de consejos, así como sus respectivas fracciones,

6
síntesis y continuadores críticos actuales como el Grupo Comunista Internacionalista–GCI);
es decir, los autores y textos que hemos seleccionado para esta propuesta después de
haberlos leído y releído con esfuerzo, seriedad, detenimiento, rigor, conocimiento de causa y
a consciencia. Autores que han escrito teoría crítica y revolucionaria no sólo desde la
izquierda académica –aunque usemos algunos de sus aportes–, sino principalmente desde y
para la militancia revolucionaria, que es lo que a nosotros nos interesa.
En este punto cabe decir, entonces, que estas corrientes no nos interesan como “ismos” o
ideologías, sino como diferentes expresiones teóricas y organizativas del mismo movimiento
real de subversión de las condiciones capitalistas de existencia por parte de los explotados y
oprimidos de siempre y de todas partes, o como diferentes eslabones de lo que Marx llamaba
nuestro «partido histórico» e internacional. Porque lo que realmente importa no es tal o cual
“ismo” (marxismo, anarquismo, etc.), sino la teoría-práctica revolucionaria que el mismo
proletariado cree y realice con cabeza propia, a partir de su vida y su lucha, para su
autoemancipación total. En este sentido, tampoco nos interesa crear una nueva corriente
ideológica de vanguardia ni mucho menos hacer un nuevo eclecticismo o fanesca ideológica
con las teorías revolucionarias arriba mencionadas, sino hacer su respectivo balance crítico y
síntesis superadora o, como dicen unos compañeros de la región chilena, hacer una «nueva
síntesis revolucionaria» teórica y práctica, porque si sólo es teórica, si la teoría se separa de
la práctica se convierte en ideología, o sea en consciencia deformada y deformante de la
realidad, consciencia alienada y alienante por más “revolucionaria” que se crea y diga ser. Por
eso decimos que nuestro interés con esta propuesta de formación no es sólo teórico ni mucho
menos académico, sino que el nuestro es un interés práctico y militante: estudiar teoría
revolucionaria para la práctica revolucionaria.

Como se puede ver, el que aquí presentamos es otro camino de la teoría y la práctica
revolucionarias, otro camino de la revolución, distinto y distante de los caminos tradicionales
de las izquierdas que en realidad sólo han terminado reproduciendo el capitalismo que decían
combatir (capitalismo de Estado por un lado, y capitalismo autogestionado por el otro).
Hablando más específicamente, con respecto al marxismo-leninismo, al anarquismo y al
postmodernismo de izquierda, este otro camino es una «revolución en la revolución»:
revolucionar la concepción y la praxis que tenemos de la revolución misma o contribuir a
desarrollar la ruptura paradigmática de la que hablamos en el Objetivo N° 2.

Esta propuesta de círculo de estudio, entonces, es una invitación a compartir la aventura de


descubrir y recorrer este otro camino revolucionario cimentado en la crítica radical de la
sociedad capitalista, el otro camino de la teoría comunista, que nos legó de manera tan
brillante y potente el compañero histórico Marx. Sí, leer a Marx: leer lo que él dijo y no lo
que dicen que dijo en los manuales marxistas y anti-marxistas por igual. Ir directo a la fuente
y sacar conclusiones con cabeza propia. Leerlo sin culto a su personalidad (el mismo Marx
dijo «yo no soy marxista»), sin dogmatismo y sin miedo, sino leerlo atenta, detenida, objetiva,
reflexiva y críticamente, a fin de usar su teoría como una herramienta más para interpretar
correctamente y transformar efectivamente nuestra actual realidad concreta (sin caer en el
inmediatismo activista, porque teoría y práctica son inseparables, ni tampoco caer en el

7
localismo latinoamericanista ni mucho menos nacionalista, porque los proletarios no tenemos
patria).

Si proponemos empezar por el estudio de los elementos básicos o el ABC “económico” de su


teoría (mercancía, trabajo, valor, plusvalor, capital, dinero, etc.), es porque Marx tenía claro
que «la anatomía de la sociedad burguesa» se encuentra en la Economía Política, entendida
como «la biología del Capital», es decir como la ciencia de su vida y su reproducción material
o también como «la ciencia del Capital autoanalizándose». En consecuencia y en
contraposición a ello, el núcleo fundamental de toda la teoría social crítica de Marx es la
Crítica de la Economía Política (CEP) –no en vano este es el subtítulo de El Capital–,
entendida como «la necrología del Capital», es decir «el estudio del proceso histórico que
conduce a la muerte del capital o, dicho de otra forma, el estudio de las leyes de la sociedad
capitalista que conducen a su supresión violenta» (Bordiga y GCI) –empezando por su
método dialéctico–, mediante la revolución social. Crítica a dos niveles inseparables: crítica
de las relaciones histórico-económicas capitalistas reales, y crítica de su producto y
justificación ideológica llamada economía política, no para quedarse en su interpretación
teórica, sino para contribuir a su transformación práctica. Crítica radical y acción
revolucionaria cuyo sujeto es el proletariado en tanto que negación viviente y autoconsciente
de la sociedad capitalista. Razón por la cual, la CEP también es «una descripción del
comunismo» (Bordiga y GCI), entendiendo por comunismo no una utopía ni una ideología a
realizar –que no lo es– ni mucho menos el capitalismo de Estado que existió en la URSS y
China, sino «el movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual» (Marx, La
Ideología Alemana); es decir, entendiendo por comunismo la negación y superación práctica y
radical del capitalismo a partir de sus propias contradicciones estructurales profundas por
parte del proletariado, quien, al suprimir las condiciones y relaciones capitalistas que lo
alienan, esclavizan y deshumanizan, y producir nuevas relaciones sociales y formas de vida,
se suprime a sí mismo como humanidad proletarizada y dividida en naciones para devenir
comunidad humana real y mundial. Todo lo cual, ya existe como germen y tendencia real en
las propias entrañas del capitalismo y la lucha de clases, precisamente porque el comunismo
ha sido, es y será un movimiento real.

A su vez, el núcleo fundamental de la CEP es la teoría del fetichismo de la mercancía y la


teoría del valor, teorías que no son ni más ni menos que la elaboración y refinación de la
teoría de la enajenación o la alienación (Perlman y Echeverría). Por eso es que Marx
empieza El Capital por el análisis crítico de la mercancía, «la forma elemental de la
riqueza» en la sociedad burguesa, y del fetichismo o cosificación mercantil de las relaciones
humanas que es connatural a, o inseparable de, sus relaciones materiales de producción e
intercambio, mismas que bajo el Capital son relaciones de explotación y dominación; y, por
lo tanto, el análisis crítico de la mercancía y su fetichismo es inseparable del análisis crítico de
la lucha de clases.

En efecto, como dice Harry Cleaver, detrás de cada categoría abstracta y fetichista de El
Capital hay luchas de clases reales, así como las hay detrás de cada mercancía concreta. Por
lo tanto, de entrada hay que entender que el valor no es una cosa sino una relación social de

8
clase; el valor también es lucha de clases. De la cual, a nosotros nos interesa, especial y
dialécticamente hablando, la lucha de clases que tiende a romper la reproducción de la
relación de clase y, en última instancia, a abolir la sociedad de clases.

Por eso es que todos los textos aquí propuestos se ciñen y giran en torno al contenido del
Capítulo 1 de «El Capital. Crítica de la Economía Política»: La Mercancía (y el Valor),
mismo que determina toda esta obra, pero que por desgracia ha sido tan desconocido,
incomprendido, olvidado y hasta despreciado por la mayoría de izquierdas de todas partes,
con las desastrosas consecuencias que esto ha traído en la práctica histórica (no abolir el
valor, el Capital, el Estado ni las clases), excepto por los autores y compañeros históricos
propuestos, al menos en la teoría, claro está. Decir también que si esta es la primera parte del
proceso de formación teórica que estamos proponiendo, es porque lógicamente va a haber una
segunda y hasta una tercera partes, en las cuales, al igual que en toda teoría-práctica
revolucionaria (ej. la teoría anarquista), nuestro estudio militante será un ir y venir en la obra
de Marx (no sólo de «El Capital» sino de todos sus libros que nos sea posible estudiar) y de
sus auténticos continuadores radicales. No obstante, cada participante está en toda la libertad
de leer otros textos y autores por su cuenta.

Y por eso también es que nuestra propuesta de estudio empieza y concluye en la mercancía,
soporte material de la relación social de clase llamada valor: porque es ahí a donde la lucha
proletaria revolucionaria realmente debe atacar para abolirla y superarla socialmente como
la forma histórico-concreta de enajenación o alienación mercantil y fetichista de la actividad
humana creadora, libre y cooperativa, que es. Atacarla, abolirla y superarla no como cosa,
sino como relación social cosificada: recordemos que la comunización es el proceso
histórico de transformación total y radical de las relaciones sociales capitalistas en
relaciones sociales comunistas.

Desde esta perspectiva, el comunismo es el movimiento social real del proletariado que
suprime y supera el valor y la mercancía, así como también a su guardián que es el Estado –
el cual también es una relación social institucionalizada y fetichizada–. Sí, sobre esta base
material, el comunismo en realidad implica la destrucción del Estado, porque este es y sólo
puede ser el Estado del Capital, mientras la policía –su brazo armado– es el guardián de la
mercancía y la propiedad privada. Por lo tanto, el ataque a la policía y a la burguesía de nada
o poco sirve sino se ataca a la mercancía y la propiedad privada. Y, como dice Dauvé, este
es un ataque de clase no sólo en la esfera de la circulación, sino fundamentalmente en la
esfera de la producción: abolición de la producción de mercancías, del valor, del trabajo
asalariado, de la empresa y, por lo tanto, del intercambio mercantil y del dinero, mediante la
huelga salvaje, la insurrección, la expropiación y la comunización. Tal es el alcance de la
CEP de Marx desde la perspectiva comunista. Por lo tanto, estudiarla es como reapropiarse de
un arsenal que puede destruir la fortaleza capitalista desde sus cimientos y raíces. Esto y no
otra cosa es ser radical.

¿Por qué leer hoy a Marx? La teoría crítica radical del capitalismo de Marx hoy es más
vigente que nunca antes por tres razones, a saber: 1) porque, como decía Marx y luego

9
Korsch, las crisis son momentos de verdad, es decir momentos en los cuales se desnudan las
raíces o estructuras fundamentales del capitalismo: valor, mercancía, trabajo, plusvalía,
capital, dinero, fetichismo mercantil, explotación, lucha de clases, crisis. Hoy en día vivimos
una época de crisis total y catastrófica del capitalismo: crisis económica, sanitaria,
geopolítica, ecológica y civilizatoria. Por lo tanto, es preciso y oportuno estudiar a Marx con
el fin de comprender y contribuir a transformar de manera revolucionaria la realidad
capitalista que nos está destruyendo a diario.

2) Porque la caída del “socialismo real” en la URSS, Europa del Este, etc., así como la
existencia del “socialismo de mercado” en China y del “socialismo del siglo XXI” en
Venezuela, no invalida la teoría de Marx sino todo lo contrario: la reafirma a modo de
contraejemplos, toda vez que los regímenes “marxistas” en realidad no fueron ni son
“comunistas” sino capitalistas, ya que no abolieron ni superaron las relaciones sociales y
categorías fundamentales del capitalismo (mercancía, valor, trabajo asalariado, empresa,
mercado, clases sociales, Estado, nación, ideología); antes bien, éstas continuaron existiendo
y desarrollándose bajo el membrete de “socialismo” y hasta de “comunismo”: la mayor
mentira ideológica y política del siglo XX. En todo caso, la teoría de Marx –y toda teoría
revolucionaria, en general– sólo dejará de ser válida y necesaria cuando el proletariado
revolucionario mate y sepulte al capitalismo en cualquiera de sus formas. Dada la actual
catástrofe capitalista global, hoy en día esto es una cuestión de vida o muerte para la especie
humana: comunismo o extinción.

Y 3) porque, como dice Jappe, las categorías capitalistas abstractas que apenas se estaban
desarrollando concretamente en la Inglaterra del siglo XIX en la que vivió y escribió Marx
(con su alta capacidad de abstracción), hoy en día están plenamente desarrolladas en todo el
mundo (desde el fetiche mercancía hasta el capital ficticio o financiero), mejor dicho, en todo
el mercado mundial, que es la sustancia del sistema capitalista mundial. Teniendo claro que
estas categorías o conceptos no hacen más que reproducir y expresar teóricamente la totalidad
concreta: «la totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto del
pensamiento, es de hecho un producto del pensamiento y de la concepción, pero de ninguna
manera es un producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y por
encima de la intuición y de la representación, sino que, por el contrario, es un producto del
trabajo de elaboración que transforma intuiciones y representaciones en conceptos.» (Marx,
Grundrisse) Es decir, desde el punto de vista del método de la CEP de Marx, la totalidad
concreta es el conjunto de relaciones sociales e históricas concretas expresadas de forma
teórica mediante el conjunto de conceptos y categorías abstractas, producto del trabajo
teórico del cerebro social e individual, no sólo para interpretar sino para transformar la
sociedad.

Ahora bien, sabemos que leer a Marx no es nada fácil, sino todo lo contrario. Por esa razón
hemos seleccionado cuidadosa y rigurosamente los trabajos teóricos de los mencionados
autores radicales a modo de introducción didáctica, explicativa, clarificadora, crítica y actual
de Marx, dado que, entre otras cosas, son expertos en su obra: por eso en sus textos abundan
referencias, citas, explicaciones, análisis críticos y planteamientos sobre la obra de Marx

10
(desde los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 hasta El Capital. Crítica de la
Economía Política); y por eso mismo, nos ofrecen unas brillantes y contundentes lecturas tan
distintas y distantes del llamado marxismo.

Sí, porque una cosa es el marxismo y otra cosa es la teoría de Marx, a pesar de sus
contradicciones propias de su época y de su condición humana («soy humano, y nada de lo
humano me es ajeno» era su frase favorita). El marxismo en realidad es la falsificación o
distorsión ideológica y socialdemócrata de la teoría comunista de Marx por parte de la I
Internacional (Lafargue y compañía) y, sobre todo, por parte de la II Internacional (Engels,
Kautsky y su discípulo renegado, Lenin), para sus propios intereses políticos. Falsificación
socialdemócrata marxista a partir de la cual –y de otras disputas políticas y personales– los
anarquistas seguidores del compañero histórico Bakunin han sido antimarxistas dogmáticos y
sectarios desde tiempos de la I Internacional hasta la fecha (salvo honrosas excepciones como
Cafiero y Fabbri, comunistas anárquicos). Mientras que, desde la III Internacional (Lenin,
Stalin, Bujarin, etc.) hasta hoy, los marxistas-leninistas en todas sus variantes (estalinistas,
trotskistas, maoístas, mariateguistas, castro-guevaristas, chavistas, ocalanistas, etc.) lo que han
hecho es justificar las barbaridades cometidas por sus regímenes capitalistas-estatistas y por
sus partidos reformistas-contrarrevolucionarios mal llamados “comunistas” en nombre de
Marx, cuando en realidad él nunca tuvo ni tiene nada que ver con esa catástrofe y esa mentira
histórica más que haber sido fetichizado y falsificado por quienes decían seguirle.

Por el contrario, nuestros autores marxianos (llamados así para diferenciarlos de los marxistas
de manual y de iglesia) se salen por completo de las normas y los márgenes de estos
manuales, regímenes y partidos. En efecto, a contracorriente y más allá de lo que piensen y
digan tanto la iglesia marxista como la iglesia anarquista, después de leer su obra (tanto de
juventud como de madurez) y de observar la historia, uno se da cuenta de que, como dice el
marxólogo Maximilien Rubel y aunque parezca “loco”, en realidad Marx es un «teórico del
anarquismo» (la destrucción del Estado) y un «crítico del marxismo» (la falsificación o
ideologización de su teoría), en la misma medida en que es un crítico del capitalismo (la
dictadura de la economía y del valor) y un teórico del comunismo (la sociedad sin clases ni
Estado sobre la base de la abolición del valor); mejor dicho, un militante histórico por el
comunismo, porque no sólo fue un teórico sino que también fue un hombre de acción.

La teoría de Marx, entonces, resulta radical incluso para los que se creen y se dicen
“radicales”, y, aunque parezca paradójico, así la supieron respetar, restaurar, mantener y
desarrollar crítica y creativamente nuestros autores “marxistas heterodoxos”, “herejes” y
“marginales”, a contracorriente de su falsificación socialdemócrata por parte del “marxismo
dominante” y tradicional de las mencionadas instituciones dizque “comunistas”. Como dice
Bolívar Echeverría, estos son «los [otros] marxismos que resultan de una elección que respeta
esa búsqueda inacabada de unificación que conecta entre sí a los distintos esbozos
espontáneos de identidad que hay en el propio Marx; de una adopción de los lineamientos
fundamentales de su proyecto revolucionario, en la medida en que éste, por su universalidad
concreta y por su originalidad, puede ser perfeccionado críticamente con el fin de armonizar
el discurso de aquella rebeldía múltiple frente a la historia capitalista, que de otra manera

11
permanecería balbuceante y contradictoria.» Autores y textos marxistas, por cierto, que son
poco o nada conocidos por las izquierdas de esta parcela andino-tropical del capitalismo
mundial llamada Ecuador. Razón por la cual, esta propuesta es una forma de llenar ese vacío
de conocimiento para la autoemancipación proletaria aquí y ahora, para y con quien le
interese hacerlo.

En suma, estamos proponiendo estudiar a Marx y al otro camino de la teoría comunista a


partir de él hasta nuestros días, para que sea la base o el sustento teórico de una nueva
praxis revolucionaria aquí y ahora. Estudiar la teoría radical de Marx y sus auténticos
continuadores no como un ídolo a seguir, sino como un compañero histórico más del
movimiento real por la comunización de todo lo existente en todas partes, que nos legó una
poderosa y vigente arma teórica: «el arma de la crítica». Siendo conscientes al mismo tiempo
de que «el arma de la crítica no puede substituir la crítica por las armas; la fuerza material
solo puede ser derrocada con fuerza material. Pero también la teoría se convierte en fuerza
material, cuando se apodera de las masas. La teoría es capaz de apoderarse de las masas, en
cuanto demuestra ad hominem [dirigido al hombre]; y demuestra ad hominem, en cuanto se
radicaliza. Ser radical es tomar la cosa de raíz. Y para el hombre la raíz es el mismo
hombre.» (Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel)

En otras palabras: ni teoricismo ni activismo. «Ni intelectualismo ni estupidez». Teoría crítica


radical y práctica revolucionaria en conjunto y de la mano, inseparables, unidas, al calor de
las luchas reales de la clase trabajadora contra el Capital y el Estado, en el fragor de las
batallas de la humanidad proletarizada contra la dictadura democrática del valor o del
fetiche mercancía, hasta su abolición y superación. Unidad dialéctica de teoría y práctica
revolucionaria, con cabeza y mano propias.

Lo cual implica, hablando más concretamente, no separar las luchas reivindicativas de nuestra
clase (sus intereses inmediatos) de la lucha por la revolución social (sus intereses históricos),
sino participar en ellas como unos proletarios más tratando de contribuir en la medida de lo
posible –con solidaridad, apoyo mutuo, agitación, propaganda, organización, movilización y
combatividad– a que se radicalicen y generalicen de manera autónoma, no como “vanguardia”
sino como una parte activa más de la clase –con la “ventaja” de tener claras las causas,
condiciones y posibles tendencias del movimiento real, pero en desventaja por ser una
minoría dentro de él–. De lo contrario, lo mejor sería guardar un silencio activo hasta que
teoría y práctica coincidan espontáneamente en la revuelta y la revolución en actos, en las
acciones directas y autónomas de las masas proletarias (pues su lenguaje es el lenguaje de la
acción), acompañadas por sus minorías revolucionarias.

Sobre nosotros

«No tenemos nada que venderle a nuestros hermanos de clase, nada con qué seducirlos. No
somos un grupúsculo compitiendo en prestigio e influencia con los demás grupúsculos y
partidos que dicen representar a la clase obrera, y que pretenden gobernarla. Somos

12
proletarios que luchan por auto-emanciparse con los medios que tienen a su alcance, y nada
más.» (Núcleo de IRA, Santiago de Chile, 2006)

Por lo tanto, no queremos adoctrinar ni reclutar a nadie, sino contribuir en la medida de lo


posible, con ideas y con acciones, a desarrollar junto con otros hermanos y hermanas de
clase nuestra autonomía de pensamiento y de acción para nuestra total autoliberación.
Asociándonos libre y autónomamente, apoyándonos mutuamente y co-educándonos política y
humanamente, sin necesidad de formalidades ni siglas grupusculares. En este caso, aportando
con armas teóricas de la guerra de clases y la revolución comunista.

Entonces, como militantes revolucionarios y al mismo tiempo como lectores de Marx desde
hace años que somos, de esta manera queremos compartir con otros, poner en común o
comunizar este conocimiento crítico fundamental para la autoemancipación proletaria. A la
par, esta es una forma de construir lazos humanos, solidarios y revolucionarios contra la
lógica capitalista de la atomización, la competencia y la derrota.

Decimos como militantes revolucionarios porque, por un lado, venimos de la militancia


marxista y del activismo anarquista, de lo cual ya hemos hecho el respectivo balance crítico y
síntesis superadora: ahora somos críticos de toda “ideología revolucionaria” y de la misma
militancia entendida y practicada como actividad separada, especializada y enajenada del
resto de actividades humanas cotidianas (ej. el “revolucionario profesional” leninista y el
activista de izquierda postmoderna). Sin embargo, somos unos proletarios más pero hartos de
serlo y, por eso mismo, somos vidas en conflicto con el orden establecido, que luchamos con
pasión y entrega por reapropiarnos de las mismas con los medios prácticos y teóricos que
tenemos a nuestro alcance y nada más. ¿Contradictorio? Sí: los proletarios somos la
contradicción viviente y quienes asumimos esta realidad, lo hacemos para resolverla/superarla
de manera revolucionaria. «El proletariado es revolucionario o no es nada» (Marx).

Por otro lado, porque somos lectores de Marx desde hace años, así como también lo somos
del anarquismo, además que hemos coincidido en luchas y espacios concretos tanto con
compañeros/as anarquistas como con compañeros/as marxistas. Por todo lo cual, desde hace
años nosotros ya criticamos y superamos dialécticamente la falsa dicotomía
marxismo/anarquismo y comunismo/anarquía. Contra el Estado y la Mercancía –que son
inseparables, porque el primero es el guardián de la segunda–, luchamos por el Comunismo y
la Anarquía –que también son inseparables, porque ambas significan sociedad sin clases y sin
Estado o comunidad humana en libertad–. Por lo tanto, somos comunistas por la anarquía y
anarquistas por el comunismo.

No venimos de la academia y no fetichizamos la teoría. Nuestra mejor escuela siempre ha


sido la vida, la calle y la lucha práctica; la experiencia transformada en conocimiento. Sin
embargo, estamos convencidos de que el proletariado debe poner lo mejor de su esfuerzo
intelectual para su propia emancipación en todos los sentidos de la existencia humana; es
decir, pensar con cabeza propia y actuar con mano propia para su propia liberación. Saber

13
pensar, decir y hacer en clave autónoma y revolucionaria. Esta propuesta es una pequeña
muestra de ello.

No luchamos por ser “vanguardia” ni “tomar el poder”, es decir no luchamos por un


“Estado proletario” ni mucho menos por una “sociedad proletaria”. Al contrario: luchamos
anónimamente por la autoabolición del proletariado y la abolición de la sociedad de clases,
y, en ese sentido, también luchamos por nuestra propia abolición como proletarios
revolucionarios. Sí: «la autoemancipación del proletariado es el derrumbe del capitalismo»
(Pannekoek) y «los comunistas luchamos por nuestra propia abolición» (Gorter), porque en
realidad el proletariado es revolucionario cuando lucha por dejar de serlo –por dejar de ser
esclavo asalariado y ciudadanizado–, y lo sabe. Entonces, hermanos y hermanas de clase:
luchemos juntos por dejar de serlo y por el comunismo. La comunidad humana del futuro se
prefigura en la comunidad de lucha del presente.

Unos proletarios cabreados de la región ecuatoriana


por la revolución comunista y anárquica mundial

Quito, julio de 2020

Página de Facebook: https://www.facebook.com/ProletariosCabreados/

Blog: https://proletariosrevolucionarios.blogspot.com

Correo electrónico: proletarioscabreados@riseup.net

14

También podría gustarte