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Dos notas sobre el niño. Lacan.

Síntoma de niño: Responde  a lo de que hay de sintomático en la estructura familiar, entonces el síntoma es: "el
representante de la verdad", ya que puede representar la verdad de la pareja familiar. Este según Lacan es el caso
más complejo de reconocer pero sobre el que más se puede intervenir. (Caso 1)
Cuando el síntoma del niño compete a la subjetividad de la madre, es mucho más difícil intervenir, pero más fácil de
reconocer. (Caso 2).  El niño en este caso se convierte en "objeto de la madre", satura su falta, este la completa y es
todo para ella. En este caso el padre no intervino en la parte tomada del deseo de la madre (la madre no desea más
allá del niño). El niño realiza la presencia de EL OBJETO A FANTASMA. 

La madre en el Inconsciente. Colette Soler.

Collete Soler, psicoanalista francesa, va a tomar el texto de Lacan llamado “Dos notas sobre el niño” y va plantear, en
cuanto a la relación dual madre-hijo, que muchas veces se ignora no solo la función del padre, sino también cual es
la incidencia de esa función del padre en el deseo de la madre. Según Soler, “El ser madre no debe eliminar el deseo
de ser mujer”, es decir, que su hijo no sature su deseo de ser mujer. El ser madre implica el deseo de sentirse
completa a través de su hijo; el ser mujer implica el deseo que va mas allá de su hijo. Si la mujer se polariza en
alguno de estos 2 deseos, puede generar dificultades y síntomas la subjetividad de su hijo.

Según Soler, el imperio del padre ya no existe (Decadencia de la función paterna). Según Lacan, es posible prescindir
del padre. También es posible prescindir de la madre, pero con la condición de que haya servido primero al menos a
la producción del cuerpo. Soler aclara que la madre es sustituible solo en su función biológica (Por ejemplo:
amamantar al niño), pero no en su función Psicológica. Esto llevo a Lacan a designar a las mujeres con el término de
“Ponedoras”: La madre genitora no es un semblante. En cambio el padre, es un semblante pero no un genitor. Es el
nombre, la ley.

El debate sobre la madre: ¿Cómo está ligado el psicoanálisis a este cambio que se ha dado en la civilización?
Para Soler, la cuestión de la función y del lugar de la madre en la subjetividad del niño coincide con la historia de las
doctrinas del síntoma en el psicoanálisis. Como es sabido, la teoría analítica se ha servido mucho del padre y de la
madre. Pero la cuestión esencial concierne a un hecho subjetivo, central, e irreductible que Freud
llamó “castración”, que implica una “lesión del goce”, la cual, a diferencia del Edipo, no es un mito. Freud ha
construido una estructura que reparte las funciones: de un lado, un objeto de satisfacción primaria (madre objeto de
amor, deseo o goce); y del otro lado una función de límite, el padre freudiano portador de la interdicción.
Después de ese padre del mito de Edipo, los posfreudianos hicieron entrar a la madre en el escenario de las causas.
Varias madres: La del cuerpo lleno de objetos de Klein; la de los cuidados de Winnicott; la del amor primario de
Balint. En cada caso se identifica la causa de la desgracia subjetiva del niño con el fracaso o los límites de la función
materna: La madre como culpable por encubrimientos, por falta de presencia absoluta, por pecar de imparcial…etc.
Estos autores cargaron en los hombros de la madre, además de la oferta del goce, la primera limitación del goce; y
sustituyeron el principio de legalidad paterna por la falta de amor materno (Retorno a la madre).
El síntoma, para Freud, es irreductible, y tiene un efecto doble: De castración; y de imperialismo de pulsiones
parciales (que jamás renuncian). Existe entonces un goce imposible de alcanzar, pero también uno imposible de
reducir.
Fue en ese contexto de paradojas del goce cuando los psicoanalistas posteriores a Freud convocaron a la madre
(Vuelta a la madre). Con la madre, elevan ese primer objeto de goce imposible al estatuto de culpable de la
limitación. Dichos autores se apoyan en los dichos del analizante, que vuelve siempre a la infancia y a sus primeros
objetos. La palabra, bajo transferencia, esta imantada por las figuras originarias. “En la queja del analizante, la madre
es convocada siempre, inscrita en los recuerdos más destacados”. Pero con esto Soler no quiere decir que haya que
atribuirle la culpa a la familia. Muchas cosas se transmiten entre las generaciones, pero no la causa de los síntomas.
El psicoanálisis acepta la declinación del padre en la civilización, poniendo más acento sobre el papel de la madre.
Freud acentuó la función esencial, central para los dos sexos, de la castración materna en cuanto a la salida del
complejo de castración. 50 años más tarde, Winnicott pasó a otra cosa, al papel insustituible de la presencia y del
amor de la madre. También Klein subrayo la castración de los objetos buenos y malos de la madre. Lacan también
volvió a poner acento en el deseo materno. Allí donde se había puesto a la madre del amor, el puso a la mujer del
deseo sexual. La mujer fue para él, primero la mujer del padre (Metáfora paterna). Pero no se quedo allí, paso luego
a la mujer barrada, no-toda mujer ocupada del hombre o del niño.
Como conclusión del debate acerca del rol materno en la estructuración de la subjetividad del niño, Soler plantea
que no es solo que la sociedad haya cambiado, acentuando el rol preponderante de la madre ante el hijo, sino que
tmb el psicoanálisis ha cambiado con la enseñanza de Lacan, que implica nuevos avances respecto a la feminidad.
Lacan reconoce una promoción de la sexualidad de la mujer, centrando su atención no solo en el deseo como madre,
sino también en el deseo y goce como “mujer”.

Los reproches que se le hacen a la madre:


El discurso previo de la madre la hace un objeto vital por excelencia: La madre es el polo de las primeras emociones
sensuales, es la figura que cautiva la nostalgia del ser hablante, es el símbolo del amor. Estos recuerdos vuelven, en
los dichos de los analizantes, pero generalmente, ellos acentúan otra cosa: La angustia y el reproche. En la asociación
libre, se observo que la madre aparece más bien como acusada. Imperativa, posesiva, obscena o indiferente, fría,
demasiado atenta o demasiado distante. La madre es la figura de las 1ras angustias. En el centro del Icc siempre
están entonces las faltas de la madre. La queja infantil perdura. Soler plantea q entre la madre de quien hablamos y
la madre que habla, existe una gran distancia. La 1ra es objeto, visto a través del fantasma de quien habla. La 2da es
sujeto.

Poder Maternal (El lenguaje):


Para Soler, el problema consiste en comprender por qué “caminos” pasan los fantasmas para ir de la madre al hijo. Y
según ella, esos caminos no son otros que los del discurso. “La madre, como ser de palabra deja su marca en el
niño.”
Lacan tuvo que polemizar con los adeptos al cuidado cuerpo a cuerpo silencioso, que juntan en una unidad primaria
a la madre y al hijo. Para Lacan, es la madre quien debe prestar su voz a los primeros imperativos de regulación y de
contención, y en ese aspecto es la primera mediadora del cuerpo del niño. Esta no puede operar en el mero silencio,
sino que se necesita del lenguaje en el que se articula la demanda, la cual es la única que permite a ese cuerpo
“corporizarse de manera significante”. “Los poderes del verbo llegan lejos, hasta regular el goce, y la madre es la
primera representante de esos poderes, ya que es la que introduce al niño en la demanda articulada, imponiendo
una doble oferta: La de la lengua en la que va a demandar; y la de la respuesta que viene del otro.”

El niño objeto:
Soler comienza planteando que el principio según el cual nadie tiene derecho a disponer del cuerpo de otro,
encuentra su tope en esta zona límite del cuidado materno; la primera humanización del cuerpo puede estar abierta
a excesos por parte de la madre. La decadencia de la mediación paterna que mencionamos previamente viene
acompañada, según Soler, del incremento de especialistas de todo tipo, para dar algunos consejos a las madres
(Pediatras Psicoanalistas propuestos por Winnicott y Dolto), como si la madre no pudiera por si sola asumir la
humanización completa de su hijo. Hablar de la división del sujeto, de la madre como “Otro" del niño, es designar a
la vez la falta que funda el deseo, que se inscribe precisamente con el símbolo y el objeto que responde en el
fantasma.
Entonces, Soler se pregunta si ¿El amor materno seria una vana palabra? A lo que responde que no, que como todo
amor, es estructurado por el fantasma. Esto no quiere decir que es imaginario, sino que realmente, reduce la pareja
a ser solo el objeto que llama a la división subjetiva. El  recién nacido no es al principio objeto, sino objeto real en las
manos de la madre quien puede usarlo como una posesión, como una muñeca erótica para gozar y hacer gozar.

El niño interpreta:
Según Soler, mucho dependerá del lugar que el Icc materno reserve al niño, objeto de deseo surgido en lo real. En la
mayoría de los casos, es la solución materna a la falta fálica y el modo en que el niño es ubicado allí, lo que marcara
su destino. Para la madre, el deseo que sostiene el fantasma, y el goce q lo asegura, participan de lo imposible de
decir. Soler aclara que “el deseo de hijo no es igual su anhelo”.
Para Soler, el niño es conquistador de la presencia y del amor materno. El primer decir de la madre decreta, legisla,
deja huellas en la memoria del niño. Pero esta conquista tropieza con otra cara de los poderes de la palabra: la que
significa más allá de sus dichos, las contradicciones, los silencios, todo lo que no dice. En este desciframiento, el niño
busca el lugar propio de su ser y su última identificación: interroga al otro materno porque espera encontrar ahí la
clave de su existencia y la respuesta a la pregunta por lo que es él para el otro. El amor, al igual que el deseo
empieza por la falta. En la mujer, se pueden oponer la madre y la mujer. La madre, a través del hijo, recupera el
objeto de su falta, y por otra parte recupera la mujer, ya que su libido se dirige al hombre y se presenta como
desposeída de lo q ella busca de él. La una tiene, es rica; la otra no, es pobre.
“Si es necesario, en la madre, la dimensión de un deseo otro, diferente del que se satisface en la relación con su hijo,
entonces, el niño estará condenado a la alienación máxima, que consiste en realizar el fantasma de la madre. Si lo
colma, el niño estará completamente entrampado en ser su objeto, como posesión de la madre”. Aquí no es la falta
de amor, sino el exceso el que puede hacer daño, y se requiere de un proceso de separación necesario. Por eso
Lacan hizo hincapié en el deseo de la madre, o mejor dicho el deseo de la mujer en la madre, deseo que le permite
limitar la pasión materna, hacer de ella no toda madre, es decir, que no sea toda para su hijo.

La madre como otro: La variedad de figuras de la madre se despliega desde la madre demasiado madre para su hijo,
q se ocupa absolutamente de él y al cual vuelve de alguna forma “prisionero”; hasta la madre demasiado mujer,
ocupada de otras cosas, q no se ocupa en absoluto de su hijo hasta ser a veces tan otro q allí uno no se puede
reconocer. No es bueno ninguno de los 2 polos.

El niñ o entre la mujer y la madre. Miller.

Toma el seminario IV de Lacan porque es el único que enuncia un concepto “la relación de objeto”. Lacan plantea
que para el psicoanálisis el objeto no se encuentra en su justo lugar si no cumple la función de la castración. Y hay
una dimensión desconocida en el terreno de las interacciones madre-hijo. Y la opinión de Miller es que algo aparece
ignorado al centrarse en la relación madre-hijo y no es solo la función del padre, cuya incidencia sobre el deseo de la
madre es necesaria para permitirle al sujeto un acceso normal a su sexualidad. Es también que la madre no es
“suficientemente buena” si solo es un vehículo de la autoridad del nombre del padre. La madre solo es
suficientemente buena si no lo es demasiado, solo es como condición de que los cuidados que necesita el niño no le
aparten el desear como mujer.
La metáfora paterna remite a una división del deseo que impone que en este orden del deseo el objeto niño NO lo
sea todo para el sujeto materno.
El valor del niño como sustituto fálico, no solo colma, también divide. Es esencial que divida, que la madre desee más
allá del hijo. Una madre toda madre produce estragos, aliena y no puede desear más allá. El niño o colma o divide.
Las consecuencias clínicas de esta división son notorias. Lacan divide los síntomas infantiles, según si está
relacionada como respuesta a la pareja parental o como resto de la relación dual.
El síntoma del niño es más complejo si se debe a la pareja, proviene de la articulación madre-padre. Pero a la vez es
más sensible a la dialéctica que puede introducir la intervención del analista. El niño trae un síntoma emergente,
algo que sucede en la pareja parental. Es difícil de descifrar en el análisis, se escucha en el discurso de los padres y el
síntoma está articulado a la metáfora paterna.
Si el síntoma proviene como resto dual, de la relación madre-hijo donde el chico queda alienado, es mucho más
simple, pero es un síntoma que bloquea, son fáciles de observar pero difíciles de tratar, son síntomas somáticos más
visibles pero de difícil acceso. El síntoma somático del niño alimenta en la madre neurótica es motivo de angustia y
culpa.
Cuanto más colma el niño a la madre, mas la angustia y la madre angustiada es la que no desea.
La perversión por parte de la madre es normal en cierto modo: es lo que se llama amor materno, que puede llegar
hasta la fetichizacion del objeto infantil. El niño debe ocupar el lugar predilecto, ocupa el lugar de “marioneta de la
madre”.
El niño tan solo es “fetiche normal” si el deseo materno se inscribe en su norma macho (el no-todo). Es normal,
entonces si el niño no lo es todo para el deseo de la madre.
Plantea la dificultad de ser hijo único, en donde se complica el deseo de no serlo todo para la madre. Pero esta
unicidad es aparente por el lugar que el padre tiene como hijo de la esposa.
La metáfora infantil del falo puede satisfacerse siendo sustituida por el deseo de niño. La metáfora es lograda solo
cuando falta y le da acceso a la significación fálica en la modalidad de la castración simbólica, lo cual requiere que se
preserve el no-todo del deseo femenino y que la metáfora infantil, aparte de necesitar del nombre del padre, no
reprima en la madre su ser de mujer.
La divergencia del deseo femenino puede ser motivo de angustia para el padre, a veces es el nacimiento del niño lo
que provoca angustia en el padre ya que el hombre no se convertiría en padre sino a condición de consentir al no-
todo que constituye la estructura del deseo femenino.
La falsa paternidad es la que lleva al sujeto a identificarse con el nombre del padre como universal del padre, cuando
el padre se propone como encarnado él mismo en la ley absoluta. Se queda en el lugar del padre terrible del 2º
tiempo del Edipo.
En cambio la función feliz de la paternidad es realizar una mediación entre el deseo de ser mujer y el deseo de ser
madre, se incorpora el no-todo y se humaniza el deseo (qué es lo que ese niño en particular toma del deseo de la
madre), Lacan decía que es preciso que el padre humanice el deseo.

Donald Winnicott

Sintetizando sus puntos de vista podríamos decir:


1) Que al comienzo del desarrollo normal se parte de una unidad primitiva que debe ser estudiada como tal.
2) Esta unidad primitiva, está garantizada por un mecanismo psíquico, que Winnicott llama "identificación
primaria", conforme a la cual desde el punto de vista vivencial, madre y bebe son una unidad. Lo que
ulteriormente constituirá la raíz de la empatía y de la comunicación existencial profunda.
3) Al comienzo el bebe exigirá de la madre una adaptación del 100% a sus necesidades primarias.
4) Estas necesidades primarias son de dos órdenes:
 Necesidades del ego: Su satisfacción será la base del nacimiento del verdadero self y de su
desarrollo ulterior, se vinculan con la idea, de una intima conexión primaria, y con la idea de
facilitación o posibilitación del desarrollo espontaneo que debe darse desde adentro hacia afuera.
 Necesidades instintivas: Que son de dos órdenes... libidinales y agresivas
5) Frente a estos diferentes ordenes de necesidades, señala que al comienzo hay dos objetos:
 La madre medio ambiente: Que proporciona todos los cuidados necesarios, conexión empática,
holding, handling, etc.
 El objeto de la pulsión: El bebe crea el objeto a partir de su "necesidad". Este objeto se adecua a su
manejo omnipotente, satisface y luego es aniquilado cuando se lo deja de necesitar

Relación madre-bebe
La madre medio ambiente que proporciona, conexión psicológica perfecta, sostén, manipuleo adecuado y merced a
esa conexión psicológica perfecta es capaz de proporcionar al bebe el gesto adecuado, que el bebe necesita en el
lugar y en el momento en que este lo necesita.
Si el niño tiene una madre suficientemente buena, va a iniciar un proceso de desarrollo que es personal y real (si la
actitud de la madre no es suficientemente buena, el verdadero self del niño no llega a lograrse y queda oculto tras
un falso self). El yo del niño es débil y fuerte, todo depende de la capacidad de la madre de proporcionarle apoyo al
niño; el yo de la madre esta sintonizado con el del niño.
La función de la madre suficientemente buena se pueda agrupar en tres categorías:
1. Holding (sostenimiento): La forma en que la madre toma en sus brazos al bebe está muy relacionada con su
capacidad para identificarse con él. El hecho de sostenerlo de manera apropiada es un factor básico del
cuidado. Cualquier falla provoca una intensa angustia en el niño (la sensación de desintegrarse, de caer
interminablemente, etc.)
2. Handling (manipulación): Contribuye a que se desarrolle en el niño una asociación psicosomática que le
permite percibir lo real como contrario a lo irreal. Una deficiencia en el handling puede afectar la capacidad
del niño para disfrutar de la experiencia del funcionamiento corporal y de la experiencia de ser.
3. Presentación del objeto: Promueve la capacidad de relacionarse con objetos. Las fallas en este sentido
bloquean el desarrollo de la capacidad del niño para sentirse real al relacionarse con el mundo concreto de
los objetos. El bebe crea al objeto a partir de su necesidad, este objeto se adecua a su manejo omnipotente,
satisface y luego es aniquilado cuando se lo deja de necesitar (aniquilado sin odio, no se lo necesita mas).
A partir del noveno mes de embarazo va a sufrir una enfermedad esquizoide normal, en la cual se va a encontrar en
un estado de preocupación maternal primaria. Esto le va a permitir decodificar que le pasa al niño cuando nazca.
Luego se va a ir recuperando de esta enfermedad esquizoide, a medida que el bebe necesite que la madre empiece a
fallar.
El éxito temprano de la madre promedio, se debe a dos factores complementarios:
 La preocupación maternal primaria: Hace referencia a que la madre se desconecta del medio y se centra en
su bebe. Es la disposición y capacidad de la madre para despojarse de todos sus intereses personales y
concentrarlos en el bebé.
 La capacidad innata del bebe: Para relacionarse con objetos subjetivos, cuando la función de apoyo del ego
materno es operativa. El bebe crea al objeto subjetivo a partir de la necesidad, de él se alimenta, y luego lo
aniquila simplemente por dejar de necesitarlo.
Hay dos trastornos maternos que pueden afectar esta situación:
 Las madres que no abandonan sus intereses compulsivos
 Y las que tienden a estar todo el tiempo preocupadas por algo y el niño se convierte en su preocupación
patológica.
La forma en que la madre supera este estado de preocupación por el bebe equivale a una suerte de destete.
Nacimiento y desarrollo del self

Al referirse al desarrollo del self, Winnicott va a hacer diferencia entre un self (si-mismo) verdadero y un self falso.
 El verdadero self surge como consecuencia de la devoción hacia su hijo, por parte de una madre
“suficientemente buena”; en esencia, de él surgen los gestos espontáneos y las ideas personales. Sólo el self
verdadero es capaz de crear y de ser percibido como real.
 El falso self, en cambio, tiene la función defensiva de ocultar y proteger al verdadero. Se ocupa de buscar las
condiciones que le permitan al self verdadero apropiarse de lo que le interesa. Se edifica sobre
identificaciones. En los casos “sanos”, es toda la organización cortés y bien educada (adaptada) que permite
vivir en sociedad. Así se puede ganar un lugar en la sociedad, lo que jamás podría lograrse (ni mantenerse)
sólo con el self verdadero. En los "casos patológicos", el falso self reemplaza al verdadero. El niño construye
un juego de relaciones falsas, e incluso llega a producir una ficción, de tal manera que, al crecer, se convierte
en una especie de copia de la madre o tutor.
Según Winnicott el self se desarrolla y el yo se estructura.

Espacio y objeto transicional

 Espacio transicional: Zona límite entre la realidad y la fantasía. Surge del objeto que es creado por el bebé.
Le va a permitir separarse de la mama. Es una zona de encuentro, allí el mundo personal se va configurando
con sus creencias, valores. Acá radica la visión original que el sujeto tendrá de la realidad compartida. Es aquí
donde el hombre puede sentirse creador, forjador de su propio mundo. Y es a este nivel en que se puede dar
la experiencia de máxima comunicación con otro sujeto.
 Objeto transicional: Mantas/muñecos/mamadera, etc. El bebé catectiza un objeto que va a representar a la
mama. Cuando se va independizando, se va descatectizando. También le va a ir permitiendo separarse de su
mamá. El objeto transicional, heredero de la primitiva experiencia de ilusión, es un objeto proveniente del
mundo exterior, con consistencia propia, y es creación del bebe, ya que es quien le otorga su particular
significado. Es entonces, un objeto real, que se posee y se manipula.

Función creadora de la palabra. Lacan.

Plantea las significaciones como algo que no se cierra en sí misma, sino que siempre REMITE a otra significación

Es por eso que el método correcto, en análisis, es buscar la significación de la palabra, esto quiere decir CATALOGAR
la suma de sus empleos. Ejemplo: Si la significación es “MANO”, se deben investigar todos sus empleos, no solo la
mano como parte del cuerpo, sino como figura como “mano de obra”, “mano dura”, “mano muerta”, etc. LA
SIGIFICACION ESTA DADA POR LASUMA DE ESTOS EMPLEOS.

La palabra siempre va a remitir a una metáfora que significara mucho más.

El surgimiento del símbolo CREA, literalmente, un ORDEN de ser nuevo en las relaciones entre los hombres. Es la
palabra lo que nos separa de lo instintivo.

Cada vez que estamos en el orden de la palabra, todo lo que instaura en la realidad otra realidad, finalmente solo
adquiere su sentido y su acento en función de este mismo orden. Si la emoción puede ser desplazada, invertida,
inhibida, si ella está comprometida en la dialéctica, es porque ella esta capturada en el orden simbólico, a partir del
cual los otros órdenes, imaginario y real, ocupa su puesto y se ordenan.

Ej.: Fabula de Ulises: sus compañeros fueron transformados en cerdos. METAMORFOSIS. Se comunicaban mediante
gruñidos entre ellos y con Ulises.

El gruñido del cerdo solo se transforma en palabra cuando alguien se plantea la cuestión de saber qué es lo que este
gruñido pretende decir. UNA PALABRA ES SOLO UNA PALABRA EN LA EXACTA MEDIDA EN QUE HAY ALGUIEN PARA
QUE CREA EN ELLA. La palabra es un medio para ser reconocido, por eso es AMNIVALENTE Y absolutamente
INSONDABLE.

En análisis siempre se debe seguir buscándole significado, al significado del significante, se acaba esta búsqueda
cuando se encuentra su relación EXISTENCIAL ante el objeto de su deseo. Por lo tanto la palabra seria efecto de esta
relación.

Freud demostró como la palabra, a saber la transmisión del deseo, puede hacerse reconocer a través de cualquier
cosa, con tal de que esa cualquier cosa este organizada como sistema simbólico.

Asimismo los lapsus, las lagunas, los síntomas, las contenciones, las repeticiones de los sujetos también expresan,
pero en este caso espontáneamente, incoscientemente, la modalidad según el cual se organiza el discurso.

Lacan marca una diferencia entre HABLA y LENGUAJE.

El LEGUAJE, es todo aquello que le antecede a la persona, es un discurso impuesto, que no se ADQUIERE, sino que
ADVIENE

Trastorno en el lenguaje: el lazo social se dificulta.

Hablar un niño. JERUSALINSKY.


Inevitablemente, cualquier cosa que se diga, en cualquier lugar de la tierra y en cualquier momento, va a tropezar
con algo previamente dicho y esto hace que se sitúe eso que se dijo de determinada manera, en determinado lugar y
le va a cambiar el sentido a aquello. No hay modo de resolver esto, y siempre va a generar un mal entendido, es
decir, un desplazamiento del lugar en que tal cosa fue dicha. Lo que uno diga, otro le va a dar una versión diferente.
Y al mismo tiempo, el que habla, corre el riesgo de que todas esas versiones sean atribuidas a lo que originalmente
dijo.
Este es el riesgo que no está dispuesto a correr los padres del niño que no habla. Hacen resistencia a correr el riesgo
de aquello que dijeron en estricto sentido tome una versión diferente. Y si este riesgo no se corre, entonces, el otro
no es interpelado en una posición de escucha, quedando así impedido el hablar.
Acá se hace la diferencia entre el lenguaje y el hablar. El lenguaje es un sistema que se vale de signos y existe antes
del nacimiento del niño. El niño nace y se encuentra con el lenguaje y tiene que responder ante él. Estos signos en el
reino animal actúan como tal, es decir, los signos son signos. (Ejemplo: un gato que ve una mano, ve una amenaza,
más alla de que esa mano lo haya acariciado recién)
En los humanos nada funciona como un puro signo. A través de una sumatoria de signos se puede componer el
lenguaje, estos signos se suman hasta tal punto que el individuo se ve forzado a apelar a una lógica para ordenarlos
dando lugar a la función semiótica. Esta función para Piaget se genera entre los 18 y 24 meses, pero el autor va a
contraponerse a esto diciendo que la función semiótica esta desde antes que nazca el niño. Todo lo que se le ofrece
al niño se le ofrece no como signo de nada, sino que, siempre aparece cambiado de lugar. Este cambio de lugar
genera que este gobernado por un otro (semejante), que desde una posición privilegiada (posición del otro
primordial, la madre), impone al bebe en una relación con el objeto que regida ni por la física del objeto ni por la
lógica, sino por la introducción arbitraria de una significación.
Observaciones del Jerusalinsky:
1. El autor se pregunta porque muchas veces la madre le habla al niño, si el niño no entiende nada. Pero al
mismo tiempo plantea que si en una clínica se presenta una madre que no le habla a su hijo entonces algo
anda mal.
2. Ante cada cosa que el bebe hace, la madre supone ahí una significación. Si llora es porque tiene hambre. Si
uno le pregunta como supone eso, la madre podría responder que “estaba bien, ahora está mal, algo paso
en el medio” Pero ese estar bien, estar mal o eso algo que paso en el medio no tiene una respuesta dada por
el bebe, sino que está basada en una significación (interpretación). Pero si siempre que el bebe llora, la
mama piensa que tiene hambre, entonces hay algo andaría mal, ya que no habría una serie de
significaciones, sino que habría una sola posible. Para estar en el campo del lenguaje se tiene que
permanecer tanto estable como variable.
3. Nada de lo que el bebe hace es tomado como tal, sino que tiene una significación (es interpretado). Esto
explica que las madres no sean descriptivas, sino que son interpretativas. Esto quiere decir que el llanto no
es un mero signo, sino que es un significante. Y como conclusión nos permite visualizar como el bebe esta en
el campo del leguaje aunque no hable.
Va a concluir diciendo que un padre, una madre, un médico, etc., que no estén dispuesto a correr este riesgo en el
lenguaje, lo dejan al niño frente a tres alternativas:
 Rebelarse y hacer un síntoma: invertir la demanda que el otro le exige que realice.
 Hacer inhibición: esterilizar os esfuerzos del otro para imponerle un sentido
 Hacer mimetismo ecolálico: calmar al otro en su furor
Por lo tanto, los niños no hablan porque maduran biológicamente, ni por imitación, ni porque aprenden, lo hacen a
partir de su inscripción como sujetos, que los introdujo, sin saberlo, en una red de saber del que hablan sin saberlo.

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