Está en la página 1de 13

Trastorno de pánico

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Trastorno de pánico

Alguien que está experimentando un ataque de pánico siendo tranquilizado por

otra persona.

Clasificación y recursos externos

Especialidad psiquiatría

CIE-10 F41.0

CIE-9 300.01, 300.21

CIAP-2 P74

OMIM 167870

MedlinePlus 000924

eMedicine article/287913

MeSH D016584

 Aviso médico 
[editar datos en Wikidata]

El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad en el que la persona afectada


sufre repetidos ataques súbitos de terror en ausencia de estímulos externos que
puedan desencadenarlos. Los episodios frecuentes de terror acompañados de un
fuerte estado de ansiedad se denominan ataques de pánico o, en algunos casos,
ataques de ansiedad o crisis de ansiedad.
Según el NIMH, el trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad que se
caracteriza por episodios inesperados y repetidos de intenso miedo acompañados
por síntomas físicos que pueden incluir dolor en el
pecho, palpitaciones aceleradas del corazón, falta de aire, mareos, angustia o
molestia abdominal.
En el trastorno de pánico, los episodios sucesivos de terror aparecen
acompañados de cambios significativos en el comportamiento del individuo y de
una preocupación continua por que se produzcan nuevos ataques de pánico. Se
pueden producir cambios en la vida del individuo que pueden conllevar a evitar las
situaciones o lugares temidos, a huir de los estímulos fóbicos, a apoyarse
excesivamente en personas o en sustancias y a intentar controlar a toda costa las
reacciones temidas.
Si se producen cambios importantes de dependencia imperativa de personas y de
lugares para que el afectado pueda sentirse seguro el trastorno desemboca
en agorafobia.

Índice

 1Trastorno de pánico, ansiedad y ataques de pánico


 2Síntomas del trastorno de pánico: DSM-IV
o 2.1Síntomas del ataque de pánico
 3Duración y frecuencia
 4Orígenes. Comienzo del trastorno de pánico y duración de la enfermedad
 5Modelo de la ansiedad
 6Alcance del trastorno de pánico
 7Tratamiento
o 7.1Información al paciente
o 7.2Medicación
o 7.3Tratamiento psicológico
 7.3.1Tratamiento de exposición para las fobias
 7.3.2Tratamiento paradójico: autoprovocación
o 7.4Otras terapias
o 7.5Apoyo emocional
 8Véase también
 9Referencias
 10Bibliografía
 11Enlaces externos

Trastorno de pánico, ansiedad y ataques de pánico[editar]


Aunque los ataques de pánico se presentan habitualmente en todos los tipos de
trastornos de ansiedad, existe una diferencia entre la ansiedad y el pánico, que
radica en la duración e intensidad de los síntomas. Los ataques de pánico son
episodios de miedo intenso que duran poco tiempo; la ansiedad sobreviene de
manera más gradual, menos intensa y extiende su duración en el tiempo.
En el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) el síntoma fundamental de
ansiedad es persistente en el tiempo (dura más de 6 meses) y generalizado sobre
una amplia gama de acontecimientos o actividades vitales. La ansiedad no está
restringida a una situación en particular, como en las fobias, ni se presenta
exclusivamente en forma de crisis, como en el caso de las crisis de pánico. El
estado de ansiedad es casi permanente, oscila durante el transcurso del día y
afecta a la calidad del sueño.
Por su parte, el trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad que desemboca
en crisis concretas o repentinos sentimientos de terror sin motivo aparente.

Síntomas del trastorno de pánico: DSM-IV[editar]


El trastorno de pánico con (o sin) agorafobia se valora según los criterios
diagnósticos del DSM-IV (cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense) de la forma
siguiente:
A. Cumplimiento de los requisitos (1) y (2):

1. Ataques de pánico periódicos e inesperados.


2. Al menos uno de los ataques ha sido seguido durante 1 mes o más de al
menos uno de los siguientes aspectos:

 Persistente preocupación por tener nuevos ataques.

 Preocupación por las implicaciones del ataque o por sus consecuencias


(por ejemplo: perder el control, sufrir un ataque cardíaco, "volverse
loco", etc.).

 Cambio significativo en el comportamiento en relación con los ataques.


B. La presencia (o ausencia) de agorafobia.
C. Los ataques de pánico no se atribuyen a efectos fisiológicos directos
producidos por una sustancia (por ejemplo: consumo de drogas o
medicamentos) o a un cuadro médico concreto (por ejemplo,
hipertiroidismo).
D. Los ataques de pánico no se encuadran mejor dentro de
otros trastornos como la fobia social (exposición a situaciones sociales
temidas), fobias específicas (exposición a una determinada situación
fóbica), trastornos obsesivo-compulsivos (por ejemplo: con la
exposición a la suciedad de alguien obsesionado con la limpieza o la
salud), trastornos de estrés postraumático (por ejemplo: en respuesta a
estímulos asociados con un grave estrés) o trastornos de ansiedad por
separación (por ejemplo: en respuesta a encontrarse fuera del hogar).
Síntomas del ataque de pánico[editar]

El Pánico y la necesidad de escapar de la situación.

Según el NIMH, las personas con trastorno de pánico tienen


sentimientos de terror que aparecen de repente y repetidamente sin
previo aviso. Durante el ataque de pánico, es probable que se sienta
opresión en el corazón y que el afectado se sienta sudoroso, débil o
mareado. En las manos se pueden sentir hormigueos y quizás frío. Se
puede tener náuseas, dolor en el pecho o sensaciones de asfixia,
sensación de irrealidad o miedo a la inminente pérdida de control.
La persona que sufre episodios de pánico se siente súbitamente
aterrorizado sin razón alguna; durante el ataque de pánico se producen
síntomas físicos intensos, como taquicardia, dificultad para
respirar, hiperventilación pulmonar, temblores o mareos. Los ataques
de pánico pueden ocurrir en cualquier momento o lugar sin previo
aviso. A menudo el individuo siente durante la crisis que está en peligro
de muerte inminente y tiene una necesidad imperativa de escapar de un
lugar o de una situación temida.
Véase también: Ataque de pánico

Duración y frecuencia[editar]
La aparición del trastorno puede desencadenar ataques de pánico con
frecuencias muy variables. Los episodios de terror pueden ser diarios,
semanales, etc. Cuando se producen, los episodios individuales de
pánico suelen durar varios minutos. Generalmente estos episodios
individuales presentan parecida duración para un mismo individuo en
cada repetición.
La reaparición del trastorno viene condicionada con frecuencia por
períodos estacionales o situaciones vitales recurrentes (exámenes,
viajes, períodos laborales, etc.).

Orígenes. Comienzo del trastorno de pánico y


duración de la enfermedad[editar]
Las causas exactas del trastorno de pánico se desconocen. No se
contemplan fenómenos determinantes en su aparición. Los factores
genéticos y los mecanismos de herencia pueden jugar un papel
esencial en su desarrollo así como las vulnerabilidades psíquicas del
individuo.
Algunos autores sostienen la influencia de largos períodos de estrés en
su aparición como los ocurridos cuando una persona se encuentra bajo
una enorme presión psicológica y emocional; por ejemplo tras
la muerte de un familiar o ser querido, después de tener un niño,
cambios laborales, vitales o familiares, etc.
Algunos investigadores tienen la teoría de que hay acontecimientos que
cambian la vida en general o que existen períodos de estrés que
causan ataques de pánico. Hay estudios que han demostrado un
número significativo de personas con trastorno de pánico
con experiencias traumáticas en la infancia, como la muerte de un
padre.1 Otras investigaciones sugieren que no se trata sólo del entorno,
sino que existen causa genéticas. Por ejemplo, existen estudios que
han encontrado que los gemelos idénticos tienen altas probabilidades
de compartir el trastorno.2 Sin embargo, existen otros datos que
contradicen esta teoría.
Las mismas zonas del cerebro activas durante la respuesta de temor se
activan durante los ataques de pánico. Los investigadores esperan
encontrar alguna explicación también en las funciones neurológicas tras
los ataques de pánico y de miedo. Algunos creen que cuando este
sistema de temor en el cerebro está sensibilizado en exceso —cuando
se le llama a la acción demasiado intensamente o demasiado a menudo
— se vuelve excesivamente sensible y pequeños estímulos pueden
ponerlo en acción.3 Otros consideran que cuando se está cansado, el
cerebro produce lactato de sodio o dióxido de carbono. Cuando
aumentan los niveles de lactato de sodio o de dióxido de carbono, el
cerebro cree erróneamente que se está asfixiando y envía señales para
aumentar la frecuencia respiratoria para conseguir más oxígeno. 2 Esto
puede desencadenar un ataque de pánico.
Otra teoría tiene que ver con el neurotransmisores serotonina y el ácido
gamma aminobutírico (GABA), que desempeñan una función calmante
en el cerebro.2 Las personas que sufren trastornos de pánico parecen
tener un menor número de receptores de serotonina que otros.4 Los
medicamentos que inhiben la recaptación de serotonina y GABA
resultan eficaces en la lucha contra el trastorno de pánico.
Generalmente, el trastorno comienza cuando las personas son jóvenes,
entre los 18 y los 24 años, aunque puede producirse también
en adolescentes. Cualquier persona puede tener trastorno de pánico,
aunque el fenómeno es más común en las mujeres que en
los hombres.
El trastorno de pánico puede extenderse durante unos cuantos meses o
incluso durante varios años. Pero, por otro lado puede existir una
ausencia total de síntomas durante años e incluso el trastorno puede no
reaparecer en absoluto.
Se ha descrito en los trastornos de pánico una
hiperactividad noradrenérgica a nivel del tallo cerebral (núcleo A5
noradrenérgico) en relación a una deficiencia de serotonina en los rafes
superiores (rafe dorsal, rafe medio) con hiperactividad serotonérgica en
la sustancia gris periacueductal. Al contrario de los trastornos de
ansiedad y fobia el perfil es hiperactividad noradrenérgica del A5,
hipoactividad noradrenérgica del A6 (locus coeruleus) y deficiencia de
serotonina en el rafe dorsal y rafe medio. Estos cambios se observan
en las crisis pero fuera de ellas aparece el "fear to fear", donde el perfil
neuroquímico que se evidencian es el de ansiedad (exceso
de adrenalina por hiperactividad del núcleo bulbar C1 y aumento de
serotonina en el rafe dorsal). Hay tendencia a confundir las crisis de
ansiedad con las crisis de pánico y esto ha llevado al sobrediagnóstico
de los trastornos de pánico. Muchos pacientes con pánico terminan
adictos a las benzodiacepinas lo que produce un nuevo síndrome de
ansiedad que confunde aún más el cuadro.

Modelo de la ansiedad[editar]
Hay muchas teorías sobre las causas de la ansiedad. David S.
Burns en su libro "Adiós, Ansiedad" aborda cuatro de ellas:

 El modelo cognitivo: los pensamientos negativos causan ansiedad.


La "Cognición" es simplemente una palabra que denota un
pensamiento. El temor no es consecuencia de los hechos a los que
se tiene miedo, sino de los mensajes negativos interiores emitidos
por uno mismo. Si se cambia la manera de pensar, se puede
cambiar la manera de sentir.
 El modelo de exposición: la evasión es la causa de toda ansiedad.
Es decir, se siente ansiedad porque se evita lo que se teme. Según
esta teoría, en el momento en que se deja de huir y uno se enfrenta
al monstruo temido, se derrotan los miedos.

 El Modelo de la Emoción Oculta: la amabilidad es la causa de todas


las ansiedades. Las personas propensas a la ansiedad son casi
siempre personas amables que temen los conflictos y evitan
sentimientos negativos como la ira. Cuando estos sujetos se sienten
molestos, esconden sus problemas para no molestar a nadie. Esto
puede suceder de manera rápida y automática, de forma que no se
es consciente siquiera de lo se está haciendo. Luego surgen
sentimientos negativos en forma encubierta, como ansiedad,
preocupaciones, temores o sensaciones de pánico. Cuando afloran
estos sentimientos ocultos y se resuelve el problema, a menudo la
ansiedad desaparece.

 El modelo biológico: la ansiedad y la depresión, resultan de un


desequilibrio químico en el cerebro y de la necesidad de medicación
para corregir el problema. Normalmente, se recetan dos tipos de
medicamentos: tranquilizantes menores y antidepresivos.

Alcance del trastorno de pánico[editar]


El trastorno de pánico tiene síntomas asociados al terror muy intensos y
desagradables que pueden llevar al afectado a la convicción de estar
sufriendo un ataque al corazón o un proceso de enloquecimiento. Pero
no presenta peligros inminentes al afectado más que los cambios de
vida que se pueden imponer sobre el individuo, a veces importantes.
Aunque los comportamientos de una crisis fuerte aparezcan como
imprevisibles y descontrolados, el afectado se encuentra durante los
episodios en estado de máxima alerta, por lo que generalmente no se
expone a peligros físicos directos.
No obstante, el trastorno de pánico puede ir acompañado de depresión,
consumo de drogas o alcoholismo y llevar a patrones de conducta
evitativa importantes de lugares o situaciones donde se han producido
anteriores ataques de pánico. Por ejemplo, si se ha producido un
ataque de pánico en un ascensor, es posible que se desarrolle un
miedo incontrolable a los ascensores; si el afectado empieza a
evitarlos, el cambio de comportamiento puede afectar a la elección del
empleo o vivienda e imprimir enormes limitaciones en la vida.
Si el individuo se encierra en casa, o solamente se atreve a afrontar las
situaciones temidas si va acompañado por su pareja o alguna otra
persona de confianza, se limita la vida de tal manera que el trastorno se
denomina agorafobia. No obstante, la mayoría de las personas mejoran
con los tratamientos.
Tratamiento[editar]
Se requiere que el afectado hable con el médico para abordar
el trastorno de pánico. Los médicos generales conocen bien los
síntomas y tienen los conocimientos necesarios sobre la medicación
requerida para el tratamiento u otras terapias en una primera visita. En
los casos más graves se indica al enfermo la necesidad de recibir
apoyo psiquiátrico o psicológico.
El trastorno de pánico se puede tratar con medicamentos o
con terapia psicológica cognitivo-conductual. Los mejores resultados se
obtienen con un tratamiento combinado.
Información al paciente[editar]
Es importante para el paciente informarse, al menos brevemente, sobre
el trastorno y los mecanismos encadenados de percepciones y
reacciones que desembocan en crisis ayudado por el médico o a través
de los medios de información que éste recomiende. Conocer que
existen mecanismos fisiológicos y asociaciones de ideas relacionadas
con el miedo o las fobias que desencadenan los ataques es un primer
paso fundamental para el afectado. También es esencial liberarse de
los estigmas sociales que afectan frecuentemente a las enfermedades
de la mente.
La psicoeducación constituye el primer paso del tratamiento y
generalmente provoca alivio a los pacientes la información sobre las
características del cuadro así como la explicación de los síntomas y
tratamientos.5
Por otra parte, el afectado suele sentirse aliviado al saber que se trata
de un trastorno relativamente frecuente. Según el National Institute of
Mental Health, 19 millones de personas, sólo en EE. UU., sufren alguna
enfermedad mental relacionada con respuestas irracionales de miedo.
Estas dolencias incluyen trastornos generalizados de ansiedad, de
pánico y de estrés post-traumático.
También resulta esclarecedor para el paciente conocer los mecanismos
psicológicos que desembocan en una crisis y saber que no se trata de
un fenómeno exclusivo de la mente del afectado.
Medicación[editar]
Los medicamentos (ansiolíticos, antidepresivos, anticonvulsivos, etc.)
deben ser recetados, administrados cuidadosamente y retirados poco a
poco en su momento por el médico. Éste profesional es el que debe
identificar el mejor tratamiento para cada enfermo.
WILSON R. Reid (2001) describe las familias de medicamentos que se
emplean en el tratamiento de este trastorno:
La medicación es una opción de tratamiento.

1. antidepresivos triciclicos (tcas).


2. agentes bloqueadores de la recaptación de serotonina (ssris).
3. benzodiazepinas (bzs).
4. inhibidores de monoamina oxidasa.
5. beta-bloqueadores.
6. otros tranquilizantes.

 Clomipramina antidepresivo tricíclico de amplio espectro


considerado fármaco de elección para el trastorno de pánico en
algunos países de Europa y Latinoamérica.
 Paroxetina y sertralina son medicamentos antidepresivos que han
sido aprobados por la Administración de medicamentos y alimentos
de los EE. UU. (FDA) para el tratamiento. Los antidepresivos son
efectivos para prevenir la ansiedad y los ataques de pánico y con
frecuencia hacen que los ataques se detengan. No requieren estar
deprimido para ser útiles y los efectos secundarios usualmente son
leves. Los antidepresivos no hacen perder control ni alteran la
personalidad y pueden ser usados durante el tiempo que sean
necesarios (incluso años).
 Alprazolam y clonazepam también son medicamentos aprobados
por la Administración de medicamentos y alimentos de los EE. UU.
para tratar la neurosis de ansiedad. Estos medicamentos alivian el
miedo y la ansiedad pero solamente se deben usar por un período
corto de forma continua (de unas pocas semanas a unos pocos
meses). Sin embargo si solo se toma esporádicamente y
exclusivamente en momentos de pánico, se pueden prescribir por
años sin riesgo a abstinencia. Nunca se debe dejar de tomar
súbitamente uno de estos medicamentos. Si se necesita
interrumpirlos, su ingesta debe disminuirse gradualmente durante
varias semanas bajo la supervisión del médico.
Muchos pacientes pueden terminar consumiendo las benzodiacepinas
en forma crónica, lo que, lleva a un nuevo síndrome ansioso y puede
empeorar el cuadro clínico. Se recomienda evitar su uso por más de 4
semanas, pero el problema que se presenta es que la mayoría de los
pacientes por "sentirse mejor" al tomar el medicamento lo continúan
consumiendo por períodos prolongados haciéndose adictos a estos
medicamentos.6
Véase también: Síndrome de abstinencia de las benzodiazepinas
Wilson proporciona una serie de aclaraciones a los enfermos sobre la
medicación:

 Se debe empezar por obtener un diagnóstico exacto del médico.


 No existe ningún medicamento "milagroso".
 No es necesario el sufrimiento del afectado para creerse fuerte.
 Si se decide hacer uso de un medicamento debe dejarse durante
cierto tiempo que el medicamento pueda tener una oportunidad.
 Se debe estar dispuesto a tolerar algunos efectos secundarios de la
medicación.
 Pueden decidir el enfermo y su médico cuánto tiempo se
permanecerá medicado.
 Se deben disminuir gradualmente las dosis de estos medicamentos.
 La medicación es sólo una opción de tratamiento.
Tratamiento psicológico[editar]
Las terapias psicológicas pasan por enfrentarse a los miedos y fobias,
redefinir la relación del paciente con los temores, superar la fuerte
evitación de las situaciones temidas, evitar el apoyo excesivo en
personas o sustancias y superar el intento desesperado de controlar la
escalada del miedo. (Nardone)
Se pueden emplear métodos programados de evocación repetida y
paulatina de los miedos o fobias por el propio enfermo de forma
periódica. De esa manera, el afectado provoca sus propios ataques en
momentos, lugares y situaciones controlados para obtener un
"entrenamiento" frente a los ataques y poder ganar confianza frente a
futuros episodios "imprevistos".
Tratamiento de exposición para las fobias[editar]
La anulación de los miedos implica la creación de una respuesta
condicionada que contrarreste la respuesta condicionada de miedo. Si
bien los estudios sitúan a la amígdala como lugar de ubicación de los
recuerdos del miedo condicionado, los científicos afirman que los
mecanismos para extinguir los temores se forman en la amígdala pero
son transferidos a la corteza prefrontal media (mPFC) donde se
almacenan. Los nuevos mecanismos creados para contrarrestar el
temor residen en la mPFC, desde donde se intenta anular el recuerdo
del temor desencadenado desde la amígdala.

La exposición a la fobia.

La mayoría de las terapias de comportamiento para anular el miedo se


centran en la terapia de exposición. La psicología conductual y
las terapias cognitivo-conductuales proponen como tratamiento de las
fobias la terapia de exposición, que consiste en exponer al sujeto
paulatinamente al objeto de su miedo. Por ejemplo, si alguien tiene
fobia a los perros, primero se le muestra una foto del mismo, luego se le
invita a una habitación donde haya un can, más adelante se fomenta
que se le acerque, luego que lo acaricie y así sucesivamente hasta que
la ansiedad, que la persona siente frente al objeto de su fobia, va
disminuyendo. Este tipo de terapia no busca los problemas
subyacentes o por qué se ha originado la fobia sino que apunta
solamente a la desaparición de la misma.
Tratamiento paradójico: autoprovocación[editar]
Según algunos autores (Giorgio Nardone, Federica Cagnoni; Escuela
de Palo Alto, Arezzo.) la autoprovocación sistemática y programada
mediante la evocación de las fobias por parte del enfermo y la
contemplación por parte del mismo de las peores alternativas posibles
respecto a sus miedos proporciona una base importante para superar
los ataques. La paradoja consiste en que el sujeto se enfrenta al miedo
de la peor situación posible que contempla con el resultado de mejorar
la convivencia del paciente con sus temores y su aprendizaje respecto
a los mismos.
F. Cagnoni contempla en los tratamientos de autoprovocación una fase
de redefinición de la relación con la percepción de uno mismo, con los
demás y con el mundo de acuerdo con el efecto logrado con una
prescripción diaria de "media hora de las peores fantasías". Con la
recomendación de preguntarse "cómo empeorar" se pide al paciente
que se pregunte a sí mismo la siguiente cuestión a diario: "¿qué tengo
que hacer o no hacer, si yo quiero empeorar mi situación
voluntariamente" y, posteriormente, reflexionar sobre las respuestas
proporcionadas. Preguntándose a sí mismo esta cuestión, en general,
los pacientes reconocen que lo que anteriormente han llevado a cabo
por su cuenta como intento por sentirse mejor, en realidad, empeora la
situación. En resumen, los intentos de soluciones disfuncionales se
revelan sin tener que sugerirlo el terapeuta. En realidad se pide al
sujeto la voluntaria sujeción a prescribir a sí mismo, diariamente, los
síntomas más temerosos y, deliberadamente, sumergirse en las peores
fantasías propias dentro de una especie de comportamiento ritual
preciso y formal. En general, según Cagnoni, la prescripción de las
peores fantasías produce dos efectos: la mayoría de las personas, a
pesar de que tratan de sumergirse en la situación fóbica, no son
capaces de sentir nada mientras que otras personas pueden evocar sus
"fantasmas" y gestionar su malestar.

Controlar la respiración para llegar a la calma.

Otras terapias[editar]
Otras terapias suelen incluir técnicas programadas y sistemáticas de
relajación (biorretroalimentación, yoga, etc.) o de control de la
respiración.
Apoyo emocional[editar]
El apoyo emocional es importante para las personas con trastorno de
pánico. Lamentablemente, existen ideas erróneas sobre la enfermedad
que pueden hacer que ésta sea difícil de superar. Un estudio mostró
que las personas que sufren trastornos de ansiedad comunicó la falta
de comprensión de los demás como un obstáculo.
Los amigos y miembros de la familia puede creer que el paciente no se
esfuerza lo suficiente para controlar el problema y que la situación no
es tan grave como el que la sufre hace que parezca. Otros piensan lo
contrario —que la condición es más grave que lo que realmente es— y
llegan a la conclusión de que los ataques de pánico indican que el que
lo sufre ha enloquecido.

Véase también[editar]
 Psicoterapia breve estratégica
 Terapia breve centrada en soluciones
 Terapia cognitivo-conductual
Referencias[editar]
1. ↑ «Panic Disorder», N. Campbell
2. ↑ Saltar a:a b c Enciclopedia de los trastornos mentales
3. ↑ «Panic disorder», E. Bourne
4. ↑ NIMH
5. ↑ Material psicoeducativo sobre el pánico, ITCC
6. ↑ Lechin F, van der Dijs B, Benaim M. (1996). «Benzodiazepines: Tolerability in
elderly patients». Psychother Psychosom 65 (4): 171-182. doi:10.1159/000289072.

Bibliografía[editar]
 Bados, Arturo. (1999). Agorafobia y ataques de pánico. Editorial
Pirámide. ISBN 978-84-368-1361-6.

 Burns, David. (2006). Adios, Ansiedad: Cómo superar la timidez, los


miedos, las fobias y la situación de pánico. Editorial
Paidos. ISBN 978-84-493-1925-9.
 Cagnoni, Federica (2004). Evolved Strategic Treatment for Panic
Attack Disorders. Brief Strategic and Systemic Therapy European
Review N. 1 - 2004. Arezzo.
 Elliot, Charles H. y Smith, Laura L. (2004). Ansiedad para Dummies.
Editorial Norma. ISBN 958-04-7877-5.

 Moreno, Pedro y Martín, Julio C. (2004). Dominar las crisis de


ansiedad. Editorial Desclée de Brouwer. ISBN 978-84-330-1925-7.

 Moreno, Pedro y Martín, Julio C. (2007). Tratamiento psicológico del


trastorno de pánico y la agorafobia: Manual para terapeutas.
Editorial Desclée de Brouwer. ISBN 978-84-330-2126-7.

 Nardone, Giorgio (2004). No hay noche que no vea el día: La


terapia breve para los ataques de pánico. Barcelona: Editorial
Herder. ISBN 978-84-254-2349-9.

 Nardone, Giorgio (2003). Más allá del miedo. Barcelona: Editorial


Paidós Ibérica. ISBN 978-84-493-1479-7.

 Wilson R. Reid (2001). ¡No al pánico! Cómo controlar los ataques


de angustia. Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos. ISBN 956-
242-068-X.

 Prieto, Ana (2013). Pánico. Diez minutos con la muerte. Buenos


Aires: Marea. ISBN 978-987-1307-64-7.

También podría gustarte