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096 Cook PDF
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COOK
Jesús fron the other side of history: Christology in Latin America, Theological Studies,
44 (1983) 256-287.
Jesús Vergara Aceves mantiene que los tres teólogos de la liberación más
representativos sobre la cuestión del método son Gustavo Gutiérrez, Hugo Assmann, y
Juan Luis Segundo: Gutiérrez representa la "ruptura programática" con la teología
contemporánea, Assmann el empuje hacia las últimas consecuencias, y Segundo la
síntesis hermenéutica de los dos.
verdadero significado del reino de Dios. Aquí, de la misma manera, está el verdadero
significado de "subversivo", porque el Reino solamente puede ser articulado a través de
una concreta transformación histórica "desde abajo".
Así pues, la teología debe empezar desde la experiencia del "otro", el "no-persona", y
debe buscar una alianza con los pobres del mundo en orden a crear una "nueva persona
humana". Los sectores explotados de la sociedad, las razas despreciadas, las culturas
marginadas son los sujetos históricos de un nuevo entendimiento de la fe.
Este punto de vista tiene dos implicaciones importantes acerca de la cuestión sobre
quién hace teología Primera, para que los pobres encuentren su propia voz, sean sujetos
activos, es necesaria una cierta "maduración de praxis" al interno de los movimientos
populares. La prioridad es dada a la praxis como primer acto. La teología, como un
segundo acto,. debe reflexionar las dificultades del primero. Solamente aquellos que
están concretamente comprometidos en la lucha por la liberación son capaces de tal
reflexión. Lo que Gutiérrez y otros están intentando hacer es facilitar las condiciones
para que tal madurez tenga lugar.
cual es dictada por los cambios continuos en nuestra realidad cotidiana, tanto individual
como socia l. La actitud fundamental e indispensable es un compromiso para cambiar el
mundo. El nuevo camino de experimentar la realidad que tal compromiso vincula,
conduce, sobre todo desde y por medio de la praxis de la lucha de los pobres, a "la
sospecha ideológica", la cual es entonces aplicada a la superestructura ideológica en
general y, si ello tiene que ser una hermenéutica para la teología en particular. El hecho
es que Dios se muestra bajo una perspectiva diferente cuando su pueblo se encuentra en
diferentes situaciones históricas... Si Dios continuamente se presenta a sí mismo en una
perspectiva diferente, entonces la verdad acerca de El tiene que ser diferente también.
Es claro por ahora que la palabra clave para Segundo es "ideología". Mientras que la fe
no es reducible a ideología, tampoco puede existir sin alguna ideología. Lo que es
importante observar en esta conexión es que las ideologías, las cuales están siempre
cambiando en un mundo que cambia y por lo tanto relativo, están interesadas en la
eficacia de los medios y se especifican para contestar. Por su parte, la fe está interesada
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por el proceso total, con una plenitud de significado cono neta final, y de esta manera es
absoluta no en términos de su contenido (ideologías), sino solamente cono un proceso
liberador que es pedagógico en su naturaleza. La fe, entonces, es un proceso liberador.
Es convertida en libertad para la historia, lo cual significa libertad para las ideologías.
En resumen, Segundo lo expresa de esta manera:
Esto nos trae de nuevo al interrogante metodológico esencial con el cual nosotros
comenzamos: ¿quién hace teología? Segundo, en su último capítulo, expresa esto en
términos de "el hombre masa" y "élite minoritaria". A diferencia de los mecanismos de
masa de la cristiandad con sus propósitos de universalidad numérica, la cruz llana a uno
al estilo heroico de vida que solamente una minoría puede soportar en un largo canino.
Efectivamente es esto lo que constituye una minoría cono tal. La cuestión importante,
entonces, es si tales minorías pueden crear nuevas formas de energía que estarán al
servicio de la liberalización de las masas, en ambos niveles, el social y el personal.
¿Contradice esta posición la propuesta de Gutiérrez sobre que las clases populares y sus
vanguardias vienen a ser "el sujeto histórico de un nuevo entendimiento de la fe"? No,
porque para Gutiérrez también es necesaria una cierta maduración de la praxis desde el
interior del movimiento de base. Así pues, regresando a nuestra pregunta original sobre
si una cristología indígena es posible, la respuesta dependerá del grado en que los
movimientos populares de base puedan crear sujetos activos de teología. Para la
teología de la liberación aquellos que en último término hacen teología son los pobres
concienciados (ellos mismos una minoría). Y, transitoriamente, sólo aquellos teólogos
profesionales (y otros) que activamente se alinean con estos mismos pobres pueden
hacer efectiva teología.
Como Jon Sobrino enfatiza, el método en teología no es una reflexión crítica sobre el
camino de conocer a Jesús, sino sobre el camino en sí mismo, es decir, sobre la actual,
concreta, experiencia de seguirle en el camino (Mc 10,52). Consecuencia de esto, como
en el evangelio de Marcos, uno viene a descubrir la identidad de Jesús y la propia de
uno.
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¿Dónde está en todo esto América Latina? Este es el interrogante de Jürgen Moltmann,
el cual acusa a José Míguez Bonino y a otros teólogos latinoamericanos por criticar la
teología europea y después escribir libros que afirman sus posiciones. Una lectura del
libro de Boff, Jesucristo Libertador, excepto el epílogo a la traducción inglesa de 1978,
parecería confirmar este criticismo. Boff dirá que "la severa represión política" en Brasil
durante el tiempo de la primera aparición del libro en 1972 no le permitió decir todo lo
que él quiso decir. Así pues, nosotros debemos ir al epílogo para un tipo de pensamiento
socio-analítico más abierto y honesto.
Boff manifiesta un rechazo inicial al tipo de criticismo que ha sido propuesto antes: "la
predominante literatura extranjera que nosotros citamos no debe engañar a nadie. Es con
preocupaciones que son nuestras solamente, tomadas de nuestro contexto
latinoamericano, como nosotros releeremos no solamente los viejos textos del nuevo
testamento sino también los más recientes comentarios escritos en Europa". El cita
cinco características de tal cristología.
mensaje de Jesús, cuya proclamación del Reino implica una revolución del mundo
humano.
"Esto nos trae a la cuestión fundamental. ¿Qué imagen de Jesús aparece cuando
nosotros lo examinamos a la luz de este interés liberador? ¿Qué interpretación
obtenemos de su mensaje y su praxis salvífica?".
Todos nuestros autores están de acuerdo en principio con Gutiérrez que el compromiso
es el primer paso. La única manera de actualizar la liberación de Jesús es seguirle en su
camino. Este es el punto de partida para Jon Sobrino, cuya cristología parece más
decididamente emperrada en abrazar las consecuencias de tal posición.
El libro Cristología desde América Latina propone rechazar toda cristología que de una
manera u otra ignore u olvide al Jesús histórico' 'Esto se encuentra fundamentalmente
basado en mucha de la cristología europea actual y es claro a través del libro que
Sobrino debe mucho a Moltmann. Lo que América Latina añade es "el peso de un
evidente corte y la necesidad urgente de comprometerse en algún otro tipo de reflexión
cristológica". Esta nueva dirección es vista más claramente en la prioridad dada a la
praxis de seguir a Jesús en anunciar el Reino, denunciar la injusticia, y tratar de hacer
presente o realizar el Reino, al menos parcialmente, en la propia vida.
Sobrino reconoce dos puntos débiles principales en su libro. Primero, está dirigido a
aquellos que ya están seriamente comprometidos en el proceso de liberación (¿una élite
minoritaria?) y por esto no ofrece un análisis, una crítica, o indicación a las cristologías
sostenidas por las masas populares. Mientras esto es una limitación legítima, el reverso
es que el libro no refleja claramente ninguna contribución positiva desde el movimiento
de las comunidades de base. Como con Boff, nos encontramos dentro del mundo
intelectual de la teología europea.
tenía de comprender a Jesús la iglesia primitiva como el Hijo de Dios encarnado, pero el
interrogante todavía queda: ¿cuál es el factor decisivo que permite a uno en este
desarrollo integrar los cuatro elementos sintéticamente?
Es solamente a la luz del Cristo total, resucitado, como nosotros podemos afirmar con
certeza teológica que Jesús vivió hasta el final de una vida de confianza plena y
obediencia absoluta a la voluntad del Padre. La cristología de Sobrino es
fundamentalmente, al menos parece, una nueva manifestación del evangelio de Marcos.
Hay una constante referencia en Sobrino, y en muchos de los otros teólogos de la
liberació n, a las "similitudes estructurales" entre la situación del ministerio de Jesús y la
situación contemporánea en América Latina. Yo pienso que éste es el verdadero motivo
del continuo recurso al Jesús histórico. Aún más, la imagen de Jesús que finalmente
emerge es relativamente indistinguible del Jesús de Marcos. Tanto Marcos como
Sobrino emplean materiales históricos, pero al no distinguir claramente entre el Jesús
histórico y el Cristo de la fe, ambos son capaces de decir mucho más acerca de Jesús de
lo que un juicio estrictamente histórico permitiría.
Pero ¿qué es primero: la situación de Jesús o la nuestra? Boff y Sobrino dan prioridad a
Jesús y aplican las consecuencias derivadas de Jesús a la situación en América Latina.
Pero los teóricos en metodología -Gutiérrez, Assmann y Segundo- parece que hacen un
reclamo del todo diferente, es decir, nuestra imagen de Dios, y por lo tanto de Jesús,
aparecerá diversamente en situaciones históricas diferentes. ¿Puede ser tomado en serio
tal reclamo? ¿Es verdaderamente posible una nueva cristología, una que sea
verdaderamente ind ígena de América Latina? ¿Cuáles son las condiciones para que se
dé tal posibilidad?
Las implicaciones más radicales del método, tal como son propuestas por Gutiérrez,
Assmann y Segundo no aparecen en las producciones cristológicas de Boff y Sobrino,
aunque este último parece reconocer que una cristología original verdaderamente latino
americana no ha aparecido todavía. Si hay cualquier cosa verdaderamente nueva y única
acerca de la teología de la liberación latino americana, esto se encuentra en el reclamo
para que los pobres y oprimidos puedan y hablen de Cristo en formas que hasta ahora
no han sido oídas, pues ellos son "el sujeto histórico de un nueva comprensión de la fe"
(Gutiérrez).
Conectada con el pluralismo está la cuestión crucial del poder. Ha habido muchas
imágenes de Cristo a través de la experiencia histórico-cultural de América Latina (lo
que debe incluir el período anterior a la conquista española), y la imagen adoptada por
el pueblo ha sido siempre, y seguirá siendo, una fuerza poderosa, bien para preservar el
status quo o para sacudir éste en sus fundamentos. ¿Dónde es operativo el poder de
Cristo? ¿De qué parte está El? ¿Encarna Jesús aquí y ahora, en los rostros de los pobres
y oprimidos, el amor preferencial de Dios? Varios "Cristos" han tenido influjo en la
historia. Algunos han mediado y otros han obstruido nuestro acceso al Cristo de los
evangelios y aún más al Jesús de la historia. Pero el discernimiento no es suficiente si
termina en un mero análisis de la situación. El verdadero discernimiento conduce
siempre a una opción concreta y específica con sus correspondientes estrategias.
este tema desde el punto de vista cristológico). Tales cuestiones son importantes, pero
secundarias. La verdadera universalidad está en lo concreto y particular, en la
radicalidad o enraizamiento en el contexto de la vida real. El punto de referencia básico
para hacer teología, desde el cual es directamente accesible, no es la escritura y la
tradición sino la inmediata e irreemplazable experiencia de la praxis del pueblo. Sólo
entrando cada vez más profundamente en la propia situación vital de uno con todas sus
relaciones humanas e históricas, participando activamente y viviendo con plenitud el
don de la propia vida, puede uno experimentar y ser sensible a la universalidad de la
condición humana. Cualquier otra aproximación solamente produce ideologías
abstractas acerca de "nuestra común humanidad". Es solamente con un obligado
compromiso en opciones específicas como una verdadera universalidad viene a ser
posible del todo.
Las dos realidades concretas y específicas en América Latina que dan cuerpo a estos dos
factores son la religiosidad popular y las comunidades cristianas populares. Como
Segundo Galilea observa, la religiosidad popular es más extensa en influencia numérica
y más inmediata en continuidad con la vida de las masas, mientras que las comunidades
cristianas populares son menos extensas numéricamente y más intensas y proféticas, y
como consecuencia de esto creadoras de élites.
liberación cultural, los seres humanos vendrán a ser agentes libres y activos de su propia
vocación cristiana al interior de la estructura y del espíritu de una cultura dada.
Así pues, la cuestión, en su manera más radical, viene a ser: ¿es el Cristo del pueblo
andino un "Cristo oculto" que ya estaba presente en la religión pre-colombina del
pueblo, de tal manera que el trabajo de evangelización es propiamente ayudar a dicho
pueblo a manifestar su propio rostro de Cristo?
Saul Trinidad sugiere que solamente tres cristologías son posibles para los indios: 1)
una cristología de resignación simbolizada por el Cristo crucificado y la Madre
dolorosa: ésta es una cristología en la cual la impotencia del oprimido es interiorizada
como inevitable, y por lo tanto sirve para sacralizar el sistema de conquista y opresión;
2) una cristología de dominación simbolizada por un Cristo glorioso, rico y poderoso,
adornado con oro y plata y una imagen de la Virgen como la conquistadora: ésta es una
cristología inevitable debida al hecho que el dios de los indios no fue capaz de impedir
la profanación de su santuario; 3) una cristología de la marginación simbolizada por el
"niño marginado": ésta es una cristología que crea el indio pasivo y conformista,
siempre débil e inmaduro y por tanto en constante necesidad de protección por
"benefactores". Trinidad concluye preguntándose: en todo esto, ¿dónde está el "otro
Cristo" de Lc 4,16-21.?
Lo que es irónico en el ministerio de Jesús es que la gente mira con sus ojos, pero no ve,
escucha con sus oídos pero no oye. No hay escena más irónica en toda la literatura del
evangelio que aquella de los sabios de oriente descubriendo a aquél que había nacido
rey de los judíos "sentado sobre las rodillas de uña aldeana, la mujer de un trabajador"
en la rústica cabaña de un labriego (Mt 2,l-12).
corazones de los campesinos, como reconocieron Mahatma Gandhi y Mao. "El sabio
indio hizo el hinduismo socialmente significativo; el líder chino hizo del marxismo algo
llamado a responder espiritualmente. Aún más, ambos fueron tan altamente
satisfactorios porque cada uno, en su propio camino, situó el futuro de Asia en la
experiencia profundamente enraizada de su pasado: las manos y corazones de las masas
rurales. La estrella que apareció en Oriente ha conducido a estos dos peregrinos
asiáticos al mismo santuario: la rústica cabaña de un campesino. Así pues, lo que
constituye "el rostro asiático de Cristo" será solamente descubierto en el punto de
confluencia de los cauces gnósticos y socialistas, en el campesino asiático el cual
verdaderamente da cuerpo al espíritu de Asia. Solamente en este punto viene a ser
posible una cristología verdaderamente indígena para Asia. Si el cristianismo occidental
desea participar en este descubrimiento tiene que divorciarse de la tecnocracia
occidental.
Cuando a los indios "quechua" del sur de los Andes (cerca de Puno) se les pregunta:
¿"quién es Cristo para vosotros"?, la respuesta más frecuente es: Cristo humilde, pues
humilde es un término con alto contenido simbólico. Tal designación es un honor
reservado a las personas más respetables, aquéllas que son justas, amables, y
compasivas. Sin embargo, éste es un término irónico, el cual como en sus danzas,
"oculta" un dignificado más profundo, expresa también una forma escondida de
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resistencia a la opresión. Así pues, es una protesta irónica de la cultura popular contra el
status quo e implica una clase de cambio imaginativo similar a la escena de Jesús
entrando en Jerusalén.
Las comunidades cristianas de base están haciendo surgir un nuevo modelo de Iglesia:
una Iglesia que nace de los "no-invitados" (Lc 14, 15-24), desde dentro de los pobres
quienes, liberándose a sí mismos, son evangelizadores de todas las nacione s (Mt 28,18-
20). Solamente estas comunidades cristianas de nivel-bajo, surgiendo desde el pueblo
oprimido pero creyente, estarán en posición de proclamar y vivir los valores del Reino
en medio de las masas que luchan por su liberación. Surgiendo desde los pobres, ellas
son "grupos evangelizadores" constantemente al servicio de Cristo pobre en nuestros
prójimos necesitados.
Tal praxis incluye elecciones específicas de índole ético-política. Tales elecciones, por
su parte, conducen inevitablemente a una sabiduría en dar- la-vida, una sabiduría
manifiesta en favor de la vida con toda su plenitud, tocando cada nivel de ésta, pero
especialmente los niveles más primarios, por medio del ofrecimiento de la propia vida
de uno. Para Sobrino esta sabiduría en favor de la vida constituye la raíz más profunda
de la actividad de la Iglesia en América Latina. Dar la propia vida por otros es la esencia
de la santidad. La eficacia del martirio está en que es un amor que se concreta en la
historia, que afirma la bondad del ser humano y proclama la plenitud de la vida ante el
rostro de su adversario, la muerte misma.
Jesús mismo fue primero el evento Cristo que más tarde sería expresado narrativamente
en los evangelios. Delante de cualquier expresión textual hay siempre una prioridad
dinámica "Es la dinámica de Dios que se hizo primero, y sobre todo, pobre, antes que
hombre o mujer, y que murió para crear una nueva humanidad libre de divisiones de
clase, raza o sexo (Ga 3). Jesús, como el último símbolo de la conciencia cristiana,
siempre trasciende cualquier intento de reducirlo meramente a "expresión", incluso la de
llamarlo "Cristo" e "Hijo de Dios". Cada cultura participa en su propio y único estilo, y
como consecuencia análogamente, de este Jesús quien, como símbolo, siempre
permanece primario.