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NOMBRE I.E: Tata Wala La Estela - Sede DOCENTE: William Norberto Camayo Camayo.

COMPONENTE : Territorio y Sociedad


ASIGNATURA : Sociales FECHA: 02 /10/2020 GRADO: Séptimo -Secundaria
TEMA: América GUIA Nº: 10
CELULAR: 3219368370 CORREO: wcnorberto@gmail.com
Objetivo: Identificar los acontecimientos ocurridos en América.

AMÉRICA
 
Segunda masa continental aislada más grande de la Tierra. Comprende tres grandes conjuntos o subcontinentes:
Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica, tiene una extensión de aproximadamente 42 millones de km 2 y está
poblado por más de 650 millones de habitantes. Las Américas es el nombre que a menudo se utiliza para designar todo
el hemisferio occidental. La palabra apareció por primera vez en la Cosmographiae Introductio (Introducción a la
Cosmografía), editada y publicada en 1507 por el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller. El nombre deriva de
Americus, el nombre de pila latinizado del navegante italiano Amerigo Vespucci, cuyas expediciones al Nuevo
Mundo describe la obra. Tal como Waldseemüller usaba la palabra, América designaba específicamente las tierras
descubiertas por Cristóbal Colón, Vespucci y otros exploradores de las Antillas y la costa del noreste de Sudamérica.
El geógrafo flamenco Gerardus Mercator usó la palabra América por primera vez para referirse a todo el hemisferio
occidental en un mapa del mundo editado en 1538.
 
CONTINENTE
Cada una de las unidades de masa terrestre continua más extensas de la Tierra, formada básicamente por sial, que se
eleva desde el fondo oceánico.
 
CONTINENTE GEOGRAFICO

Un continente se distingue de una isla o una península, no sólo por su tamaño sino también por su estructura geológica
y evolución. Los continentes, por orden de mayor a menor tamaño, son: Eurasia (convencionalmente considerada
como dos continentes; Europa, que entendida de forma individual es el penúltimo continente en cuanto a extensión, y
Asia), América, África, Antártida y Oceanía.

Los continentes suponen, aproximadamente, el 29% del área total de la corteza terrestre. Al norte del ecuador se
encuentran más de dos tercios de la superficie de tierra continental. Además, las masas continentales engloban
plataformas continentales sumergidas, que descienden suavemente desde el litoral de los continentes hasta
profundidades de unos 200 m; más o menos en este punto comienza un salto más abrupto que se conoce como talud
continental. Si se consideran las plataformas continentales como parte de los continentes, la superficie continental
total aumenta hasta suponer el 35% de la superficie terrestre. Las islas que se hallan en la plataforma continental de un
determinado continente se consideran parte del mismo. Un claro ejemplo de ello son Gran Bretaña e Irlanda en
Europa, el archipiélago malayo y Japón en Asia, Nueva Guinea, Tasmania y Nueva Zelanda en Australia, y
Groenlandia en América.

CONTINENTE GEOLOGICO
 
En geología, los continentes se definen en términos de estructura de la corteza terrestre más que como áreas de la
superficie terrestre. Los geofísicos han estudiado estos rasgos a través de los registros sismográficos de las ondas
producidas por los terremotos y por algunas experiencias de explosiones provocadas (ondas primarias y secundarias).
Sus datos indican que el centro de la Tierra es un núcleo caliente y denso, en parte líquido, formado por níquel y
hierro, de más de 6.000 km de diámetro. Rodeando a este núcleo se encuentra un manto de roca sólida caliente de
3.000 km de espesor, con una parte formada por materia semiplástica. Este manto, a su vez, se halla envuelto por la
capa más exterior de la Tierra, la corteza, una capa de roca relativamente fría cuyo grosor oscila entre los 5 km, debajo
de los océanos, y los 70 km que puede tener, como promedio, debajo de los continentes.

Debajo de los océanos la corteza consiste en una única capa de rocas basálticas oscuras y densas, formadas en su
mayor parte por minerales de hierro y magnesio. En los continentes esta capa está sepultada bajo otra capa más gruesa
de rocas más ligeras, menos densas, formadas por aluminosilicatos. Debido a la diferencia de densidad, las rocas más
ligeras flotan sobre las basálticas. Por un principio que se conoce como isostasia, en aquellas áreas en que las rocas
más livianas se elevan más, como ocurre en las grandes cadenas montañosas, también se hunden a una mayor
profundidad; por debajo de estas montañas, sus raíces más ligeras se prolongan en las rocas oscuras de la corteza
terrestre hasta profundidades considerablemente mayores que las que se hallan bajo las vastas llanuras que se
encuentran en el interior de la mayoría de los continentes.

En la década de 1960, los geólogos comenzaron a acopiar pruebas de que los continentes además de flotar, es decir, de
moverse hacia arriba y hacia abajo en la corteza terrestre, también se desplazaban lateralmente yendo a la deriva. La
teoría que explica los orígenes y la historia de la deriva continental se denomina la tectónica de placas. Al trazar las
direcciones que habían tomado los continentes, los geólogos descubrieron que la corteza terrestre y el manto superior
se dividían en un determinado número de placas semirrígidas, cada una de las cuales tenía unos límites reconocibles y
se movía como una unidad. Algunas de estas placas tectónicas, como la del Pacífico o la de Nazca, están formadas
casi totalmente por corteza oceánica; otras, como las placas de América y la euroasiática, están formadas básicamente
por corteza continental. Los límites de las placas se localizan en medio de los océanos o en zonas de alta mar, o bien
emergen del fondo del mar y se extienden por tierra firme. Uno de estos lugares es California occidental, donde la
falla de San Andrés, muy propensa a los terremotos, marca el límite entre las placas de América del Norte y la del
Pacífico.

La distribución actual de mares y tierras ha evolucionado durante cientos de millones de años, en los cuales las masas
de los continentes fueron a la deriva, se unieron por colisiones, se desgarraron, se separaron y se volvieron a unir
formando nuevas combinaciones. Estos movimientos no parece que se hayan debilitado o que hayan cesado, ni
muestran signos de que lo vayan a hacer; por tanto, la distribución del mar y la tierra firme continuará cambiando
mientras que el planeta contenga la energía necesaria para provocar el movimiento de las placas de su corteza.

 Fragmento de El origen de los continentes y océanos.

De Alfred Wegener.

Capítulo 2.

Pero ¿cuál es la verdad? La Tierra no puede tener más de un rostro a la vez. ¿Hubo puentes continentales, o bien
estuvieron siempre los continentes separados por mares profundos? Es imposible rechazar la reivindicación sobre las
antiguas conexiones terrestres si no queremos renunciar por completo a comprender el desarrollo de la vida en la
Tierra. Pero es igualmente imposible rehuir los argumentos con los que los partidarios de la teoría de la permanencia
rechazan los intercontinentes hundidos. Evidentemente, queda tan sólo una posibilidad: tiene que existir un error
oculto en las suposiciones tomadas como evidentes.
Este es el punto de partida de la teoría movilista o teoría de la deriva. La suposición, tomada como evidente tanto en la
teoría de los puentes continentales como en la de la permanencia, de que la situación relativa de los bloques
continentales no ha cambiado (prescindiendo de su cobertura de mares someros) debe ser falsa: los continentes deben
haberse movido. Suramérica debe haber estado junto a Africa y formado con ella un único continente, escindido en el
Cretácico en dos partes que luego, como los fragmentos de un témpano agrietado, se separaron cada vez más en el
curso del tiempo geológico, pero los bordes de estos dos bloques concuerdan todavía hoy. No sólo el gran codo en
ángulo recto que forma la costa brasileña en el cabo San Roque encuentra su negativo en el recodo de la costa africana
en Camerún, sino también al Sur de estos accidentes la forma de la costa es tal que a cada saliente en la costa brasileña
corresponde una bahía de igual forma en la africana, y viceversa: a cada bahía en el lado brasileño un saliente en el
africano. Como puede comprobarse con el compás sobre un globo terrestre, las distancias concuerdan con precisión.
Igualmente, Norteamérica ha estado situada en el pasado junto a Europa, y formó un bloque único con ella y
Groenlandia, al menos desde Terranova e Irlanda hacia el Norte. Este bloque se fragmentó a partir del Terciario
Superior (y en el Norte incluso en el Cuaternario) por medio de una fractura que se bifurcaba en Groenlandia, tras lo
cual los fragmentos se separaron unos de otros. La Antártida, Australia y la India estaban situadas junto a Suráfrica
hasta el comienzo del Jurásico, formando con ella y con Suramérica un gran contienente único (parcialmente cubierto
por mares someros), que en el transcurso del Jurásico, el Cretácico y el Terciario se fragmentó en bloques aislados,
que luego derivaron en todas direcciones. En el caso de la India, se trata de un fenómeno algo distinto: inicialmente,
un largo bloque cubierto casi totalmente de mares someros la unía por completo al continente asiático. Tras la
separación de Australia por una parte (en el Jurásico Inferior) y por otra de Madagascar (en el límite entre Cretácico y
Terciario), este largo bloque fue plegado cada vez más por la aproximación de la India a Asia, y constituye hoy una de
las más poderosas cadenas de montañas de la Tierra: el Himalaya y las cadenas vecinas.
También en otras zonas se presenta la deriva continental en relación causal con el origen de las montañas: en la
migración hacia el Oeste de las dos Américas, su borde anterior se plegó en la gigantesca cadena andina (que se
extiende desde Alaska hasta la Antártida) a causa de la resistencia frontal del fondo de la cuenca del Pacifico, muy
antigua, fría y, por tanto, rígida. También junto al continente australiano, sólo separado de Nueva Guinea por un mar
de plataforma, se encuentran las elevadas montañas de Nueva Guinea, formadas recientemente y también en el borde
anterior en el sentido del movimiento; antes de su separación con respecto a la Antártida, la dirección de su
movimiento era distinta: la actual costa Este era entonces el borde anterior. Entonces se plegaron las montañas de
Nueva Zelanda, que se extendían inmediatamente delante de esta costa, y a continuación y debido a los cambios en la
dirección de la deriva, se desligaron y retrasaron, formando arcos de islas. Las actuales cordilleras del Este de
Australia surgieron en una época anterior; se formaron al mismo tiempo que los pliegues más antiguos en Norte y
Suramérica, los que constituyen la base de los Andes (Precordillera), en el borde anterior de la masa continental que
migraba como un todo antes de la fragmentación.
El citado proceso de la separación de Nueva Zelanda (primero cadena marginal, luego arco de islas) del continente
australiano nos lleva a considerar el fenómeno al otro lado de los continentes en movimiento, donde los fragmentos
quedarían retrasados en la migración de los grandes bloques, sobre todo cuando ésta tenía lugar hacia el Oeste. Así, las
cadenas marginales se segregan en el borde oriental del continente asiático para formar arcos insulares; así quedan
atrás las Pequeñas y Grandes Antillas con respecto al bloque centroamericano, lo mismo que el llamado arco de las
Antillas del Sur, entre la Tierra de Fuego y la Antártida occidental; incluso todos los continentes que se estrechan en
dirección meridional presentan una curvatura hacia el Este del extremo aguzado, debido a un retraso relativo en la
deriva. Como ejemplos, citaremos el extremo Sur de Groenlandia, la plataforma submarina de Florida, la Tierra de
Fuego, la Tierra de Graham o la fragmentada Ceilán.
Se puede observar sin dificultad que esta exposición global de la teoría de los desplazamientos se basa en la
suposición de que los fondos marinos y los continentes están compuestos de distintos materiales, que en cierta medida
representan diferentes niveles de la Tierra. El más extremo, representado en los continentes, no cubre toda la
superficie terrestre (como veremos, quizá sea más correcto decir que no la cubre ya), y los fondos marinos representan
la superficie libre del siguiente nivel de la Tierra, que asimismo se supone que existe bajo los continentes. Este es el
aspecto geofísico de la teoría movilista.
Si tomamos la teoría de la deriva como base, podemos satisfacer todos los requisitos legítimos, tanto de la teoría de los
puentes continentales como de la teoría de la permanencia. En concreto, esto quiere decir que hubo conexiones entre
los continentes actualmente separados, pero no intercontinentes que luego se hundieron; y que hay permanencia, pero
no de cada océano o continente individual, sino del área de los continentes y del área de las cuencas marinas en su
conjunto.
La argumentación detallada de esta nueva teoría constituirá el contenido principal de este libro.
Fuente: Wegener, Alfred. El origen de los continentes y océanos. Madrid: Ediciones Pirámide, 1983.
 
 
 

 
TALLER
 
AMERICA
1.     ¿De dónde surge el nombre de América?
2.     ¿Qué es un continente?
3.    ¿Cuáles son las principales características de un continente?
4.     ¿Cuáles son los continentes?
5.     ¿Qué islas hacen parte del continente Europeo?
6.     ¿Qué es el centro de la Tierra?
7.     ¿En qué consiste la isostasia?
8.     ¿Qué es tectonica de placas?
9.     ¿Dónde limitan las placas de América del norte y la del pacifico?
10.  ¿En qué consiste el fragmento del origen de los continentes de Alfred Wegener.?
 

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