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La noción de calidad, presente en las reformas de la región desde hace cuatro

décadas, es resinificada en el actual contexto como síntesis de las nuevas


demandas a la escuela (Granja Castro, 1997). El modelo la presenta como
principio, medida y meta para orientar y operar el sistema a la par de los principios
de eficiencia, eficacia y equidad, introducidos como los articuladores fuertes de su
discurso. En los planteles, la consecución de la calidad necesita tanto de la
renovación curricular como de nuevas formas del trabajo docente. Como en las
reformas anteriores, el logro de estos objetivos sigue interpelando individualmente
al docente pero agrega la novedad de enfatizar una orientación hacia su trabajo
colectivo. Con esta novedad se involucra a las dimensiones organizacionales de la
docencia en la escuela.

La enseñanza, reza el discurso oficial, requiere de un tipo de funcionamiento


escolar que el sistema en su conjunto debe hacer posible. Se trataría, en
consecuencia, de una construcción institucional. Según el modelo, caminar hacia
las nuevas metas del sistema y de la escuela supone cambiar las clásicas
maneras de operarlo. Para ello importa al mundo educativo la noción y el criterio
de gestión, como medio para destrabar la burocratización del aparato que penetra
la vida de la escuela

Las escuelas, con la variante de ajustarse al nuevo centralismo de los gobiernos


estatales, siguen organizadas y funcionando de acuerdo con las tradicionales
reglas político-burocráticas muy anteriores a los años noventa. La nueva gestión
institucional a falta de una estructuración que la sostenga parece quedar librada a
las frágiles formas que pueda ofrecerle la iniciativa individual, voluntaria y
coyuntural de algunos directores o supervisores.

Sobre rasgos de la escuela relevantes para estudiar las innovaciones


La escuela es una organización pedagógica que, puede pensarse, responde a
lógicas curriculares. La escuela es
También, y al mismo tiempo, una organización administrativa que, con formas
específicas, es parte y depende estrechamente de la organización de ese orden
que opera el nivel y le proporciona las bases materiales para ser tal. La escuela
es, asimismo, una organización laboral. A ella se integran los maestros, según las
normas, las jerarquías, las competencias que definen un espacio de trabajo y por
lo cual reciben un salario. Los maestros se apropian, reconstruyen y construyen
las prácticas –con sus sentidos compartidos– que les ofrece –y permite– la cultura
institucional (Ezpeleta, 1989).

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