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Julia es una paciente de 27 años que acaba de ser externada de un hospital situado en Capital
Federal por motivos clínicos. Fue internada por un estado de anemia muy importante que
amenazaba con su vida, mide 1,64 Mts. y pesa 38 Kg. Actualmente se encuentra compensada
orgánicamente, los médicos que la atienden estiman que su peso no podrá sobrepasar por mucho
el actual por la cantidad de años que pasó con bajo peso. Tiene un diagnóstico médico de anorexia
purgativa, come y luego se provoca vómitos, saca lo que ingiere.
Tuvo anteriormente dos internaciones psiquiátricas, la problemática de la alimentación la
acompaña desde hace varios años.
Durante la internación reciente fue acompañada por un equipo de Ats que funcionaba en el
hospital. El psiquiatra que conduce el caso indica que la paciente continúe con AT en forma
domiciliaria, por lo que este equipo acompaña su externación durante los primeros días.
La familia de Julia está formada por su madre, su padre y una hermana mayor que ella. Ellos
residen en provincia, y como había que abonarle los viáticos al At que concurriese, su mamá
decide buscar uno que viva por la zona cercana a su domicilio. Se contacta conmigo la hermana de
la paciente solicitando mi coordinación de un At para Julia.
Me conecto con el psiquiatra. Se trataba de almorzar con Julia (a solas con ella, aunque su familia
esté presente en la casa en ese horario), registrar hechos que pudieran ser de importancia, no
impedir que ella se provocase vómitos e informar de lo más pertinente. El AT transcurriría todos
los días menos los domingos, de 13 a 15 horas.
Desde la indicación del psiquiatra algo nos sugiere que hay alguna relación entre los episodios de
anorexia de la paciente y lo familiar. Interviene separando.
Me comunico con la casa, atiende su padre (le comento que llamo por el AT a Julia) y al escuchar
de qué se trata mi llamado, me pasa de inmediato con su esposa.
La mamá de Julia tiene varios requisitos con relación a la elección de la At que concurriría (que sea
una mujer, recibida de psicóloga, que tenga formación en AT, saber cómo era su personalidad, que
viva en provincia cerca de su casa para que le salga menos, que le cobremos poco dinero, etc.,
etc., etc.) Por la cantidad y la manera en que insiste con sus pedidos, me quedo con la sensación
de haber recibido requerimientos en exceso.
Comienza a acompañar a su hija, Silvia (una At que se viene formando conmigo en el tema, casi
psicóloga, que vive en capital pero no le molesta viajar hasta provincia)
Silvia traba una buena relación con Julia, registra en poco tiempo un hecho importante respecto
de la relación de la paciente con la comida y con su madre. Ubica que Julia se transforma cuando
su mamá insiste y hostiga con que coma «todo lo que le ha servido en el plato». Se trataba de
«comer todo».
Silvia acompaña a la paciente durante unos pocos días. De repente, a pesar que su hija se siente
bien con ella, es la madre quien interrumpe y le suspende el próximo encuentro de un día para
otro.
Interrumpe el trabajo con esta At como lo había hecho con el equipo anterior, de manera
precipitada, sin informar al psiquiatra.
Al enterarme de esto, me comunico con la hermana de la paciente y me cuenta:
que a su madre no le gustó que la At (que almorzaba con su hija) le dijera que no comía pescado y
haberle tenido que servir otra comida,
que era una pena porque a Julia le había caído bien Silvia,
que de todos modos, el problema no es Julia sino su madre que magnifica las cosas y no acepta a
ningún At,
y que me volvería a llamar si a su madre se le pasaba la molestia.
Llamo al psiquiatra, le cuento acerca de la interrupción del AT para que evaluase la situación y
proceda como crea necesario.
La At comenta que efectivamente algo de esto había ocurrido aunque con alguna diferencia, como
ella no comía eso que la madre de Julia había preparado, ésta última le ofrece prepararle otra
cosa. Y fin del AT.
Parece que la dinámica familiar está marcada por algunos excesos, esta madre saca y pone a su
antojo, se hace lo que ella quiere.
Pareciera que ella y la comida que prepara fueran una misma cosa, en este contexto, rechazar la
comida que hace, sería rechazarla a ella.
El At sale despedido por la misma problemática por la que entra, aquello por lo cual está
atravesada la paciente: cuestiones atinentes a la comida, con todo lo que esto parece significar
para esta madre.
Cabe el interrogante: ¿Julia responde al accionar de esta madre con los episodios de anorexia que
acompañan su vida? Y no comer o sacar lo que ingiere parece ser la única manera de andar por la
vida de otro modo que taponada por «toda la comida que su madre prepara».
La mamá de Julia no soporta que se deje comida en el plato, como si el hambre de su hija tendría
que tener la medida exacta dada por lo que acaba de servirle. Si se rechaza lo que ella prepara, se
la rechaza a ella. Luego es ella quien rechaza dejando afuera al otro.
Julia, por ahora, no encontró otro modo de hacer con esto, aunque al precio de su propia
desaparición, corriendo serios riesgos de salud.
En ella no aparece la pregunta ¿qué quiere cuando me pide que coma «todo» lo que ha puesto en
mi plato?, pregunta que está en relación al deseo y se tratará de posibilitar en su tratamiento.
Entre otras cosas, desde el AT, se tratará que esta pregunta pueda producirse en ella.
Dice Haydée Heinrich, ubicando algunas cuestiones en torno a los «estados límite», que la
pregunta por el deseo es clave para el sujeto, para poder ubicar si se está o no alojado en el Otro.
Pregunta que a veces, en quienes presentan episodios de bulimia o anorexia, no puede ser
formulada.
Me pide que coma pero ¿qué es lo que quiere? La primera parte de la frase, en la anorexia no
abre a la segunda, aparecen los actos que comportan estos episodios.
«…por el circuito comer-no comer-vomitar, circuito en el que no hay espacio para la producción
significante. Podríamos decir que se trata de una boca que no ha pasado del comer al hablar… la
anoréxica come -nada- como una manera de indicarle al Otro que no es con el objeto de la
necesidad con el que se alimenta el deseo…» (1)
En un intento de diferenciación, ya que una cosa es la necesidad y otra el deseo.
Para el ser hablante, la necesidad se encuentra atravesada por el registro significante y si bien
existe el intento de nombrar el objeto de la necesidad, en cada vuelta no puede alcanzarse. Esta
diferencia entre lo esperado y lo obtenido, relanza el deseo.
«Cuando la anoréxica se niega a comer, está intentando decir qué es lo que quiere: palabras, esas
palabras que hacen a lo humano, que lo insertan en una historia, que lo vinculan con el Otro, en
una dependencia distinta a la de la comida, que lo inscriben como un ser de deseo y no de
necesidad» (3)
En la anorexia el Otro confunde necesidad con amor, cree que amar a su niño es llenarlo de
comida, como si alimentarlo alcanzaría para cumplir con la función materna.
Función que incluye mucho más que el hecho de cubrir las necesidades básicas de un niño
(aunque no sin vérselas con esto), una madre mientras da de comer a su niño le habla (haciendo
entrar su bagaje simbólico), lo mira, lo sostiene. Distintas formas en que erogeniza los bordes de
un cuerpo que nace a lo pulsional. Estos bordes irán cobrando valor como sede de satisfacción al
ser contorneados por el Otro, no sin la inclusión de la demanda.
Un bebe no nace hablando, será con la interpretación de una madre sobre su llanto que hará de
ese grito una palabra. Si cuando un niño llora, su madre responde a esto dando de comer y
solamente, aparece taponando el despliegue de interpretaciones que ese llanto podría tener.
Cuántas veces una madre escucha llorar a su niño y se encuentra preguntándose ¿y ahora qué es
lo que quiere? sin encontrar respuesta, después de alimentarlo, bañarlo, abrigarlo y sosteniéndolo
en sus brazos.
¿Qué quiere un bebe cuando grita? es siempre una interpretación aunque sin ella, nunca dejaría
de gritar para pasar a hablar.
No habrá posibilidad de advenir al mundo del lenguaje si no es de la mano de otro que, atravesado
por el mundo significante, nos hable, interprete ese primer grito para convertirlo en palabra.
Bibliografía:
«Manuscrito G. Melancolía», Tomo I, Ed.Amorrortu, S.Freud
«Duelo y melancolía», Tomo XIV, Ed.Amorrortu, S.Freud
«El sujeto y el Otro: la alienación», Sem.11, J.Lacan
«Algunas ideas sobre la anorexia», Borde R S de la neurosis, H.Heinrich
«La función de una pregunta: -¿puedes perderme?-», Imago, Estados límite 17, AAVV (H.Heinrich)
«Las indomables», G.Raimbault y C.Eliacheff
(1) Pág.79, Borde R S de la neurosis, H.Heinrich