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Una aproximación a la biografı́a

cientı́fica de Jorge Alvarez Lleras


Leidy Paola Rodrı́guez Prieto*

Figura 1: Jorge Álvarez Lleras

Álvarez Lleras fue un hombre de filiación conservadora y recios principios


católicos heredados de su familia, un hombre que practicó la ingenierı́a técnica
y que se preocupó también por problemas teóricos en las copiosas páginas que
componen sus literatura. En ellas se trataron temas de astronomı́a, meteorolo-
gı́a, cálculo, fı́sica y geografı́a. Escribió también varias notas biografı́as de Julio
Garavito y Humboldt. Tampoco escaparon a su pluma las reflexiones polı́ticas
y sociales.

1. Introducción
Nació en Bogotá el 16 de abril de 1885 en el hogar formado por Don Enrique
Álvarez Bonilla y Doña Elena Lleras Tirana.
* Proyecto Curricular de Matemáticas, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bo-

gotá - Colombia, e-mail: leidyrguez@hotmail.com

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Jorge Álvarez Lleras cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional de
San Bartolomé, del cual se graduó como Bachiller en 1901. Inició sus estudios
universitarios en la Facultad de Matemáticas e Ingenierı́a de la Universidad Na-
cional al lado de su maestro y por mucho tiempo compañero de trabajo Julio
Garavito Armero. Optó el tı́tulo de Ingeniero Civil el 1 de diciembre de 1906,
e inmediatamente después se vinculó a la Biblioteca Nacional, donde ejerció el
cargo de director desde mediados de 1906 hasta finales de 1907.
Entre 1908 y 1910 prestó sus servicios en la Facultad de Ingenierı́a de la Uni-
versidad de Pasto, durante estos años desempeñó la Secretarı́a de la Facultad,
al mismo tiempo que dictaba varias cátedras, con als cuales se inició en la labor
de profesorado, la cual le dedicó largos añois de su vida, que le merecieron ser
considerado como un verdadero maestro de juventudes.
En los años de 1911 y 1912 fue llamado por la Junta del Ferrocarril de Antioquia
para prestar sus servicios como ingeniero en esta construcción. En este cargo,
prácticamente el primero donde desarrolló sus conocimientos de ingenierı́a pro-
piamente dicha, supo adquirir la práctica necesaria para asimilar completamente
el acervo de sus conocimientos teóricos, y lo hizo en tal forma que desde ese en-
tonces fue tenido como uno de los expertos ferroviarios de mayor autoridad en
el paı́s.
El 12 de septiembre de 1925 hubo una comida para celebrar la supresión del
transbordo en Facatativá. En el centro de la fotografı́a, orondo y marcial, el
presidente ingeniero Pedro Nel Ospina, a la derecha en la foto, el ingeniero
Laureano Gómez ministro de obras, en el extremo el director de Ferrocarriles
Nacionales, ingeniero Darı́o Botero Isaza. Del otro lado del Presidente está don
Félix Salazar, gerente del Banco de la República, y en el extremo el ingeniero
director de la Oficina Comercial, Jorge Álvarez Lleras. De pie, en el extremo
izquierdo, el héroe de este proceso, ingeniero mecánico Peter C. Dewhurst. El
penúltimo Jorge Triana.

Figura 2: Comida para celebrar la supresión del transbordo de Facatativá

Al iniciarse el año de 1913, hubo de abandonar sus tareas ferroviarias para


trasladarse a Bogotá a prestar sus servicios técnicos en la entonces Dirección
de Obras Públicas Departamentales, donde colaboró a plena conciencia en las
múltiples labores que se le encomendaron. En ese mismo año entró a formar

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parte por primera vez del cuerpo de docentes de la Facultad de Ingenierı́a de la
Universidad Nacional, teniedo a su cargo las cátedras de ferrocarriles, hidráulica
y algunas otras.
A finales de 1914 hubo de dejar de lado sus labores en las Obras Públicas de
Cundinamarca para atender el obligado llamamiento que le hizo el Gobierno al
designarlo como ingeniero ayudante del Observatorio Académico Nacional.
Allı́ al lado de don Julio Garavito, que habı́a sido su profesor de Matemáticas y
de Astronomı́a, pudo Álvalrez Lleras dar rienda suelta a sus aficiones cientı́ficas.
Durante los tres años que trabajó en esta primera etapa del Observatorio, cuya
dirección iba a asumir más tarde, colaboró con el ilustre sabio en las labores de
su cargo.
En cumplimiento de la Ley 74 de 1916, en el año 1918 el Gobierno Nacional
procedió a organizar el Servicio Metereológico Nacional, Álvarez estuvo a su
cargo un año dándole una primera organización.
A su regreso de Europa en 1921 se desempeñó como ingeniero director de la Ofi-
cina de Ferrocarriles y Carreteras Nacionales del Ministerio de Obras Públicas,
y asumió nuevamente sus cátedras en la Facultad de Matemáticas e Ingenierı́a
de la Universidad Nacional.
En 1923 fue designado por el Ministerio de Obras Públicas para efectuar una
explotación en la Intendencia Nacional del Chocó, dónde tuvo una importante
producción escrita que fue publicada en varias revisas.
En 1924 desempeñó el cargo de Jefe de la Sección de Compras de Materiales del
Ministerio de Obras Públicas, y en 1925 fue Ingeniero Interventor en el montaje
del Puente del Ferrocarril de Girardot.
En el año de 1925 fue Presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros.
En 1927 fue nombrado interventor en la obra de Bocas de Ceniza en el rı́o
Magdalena. Su desacuerdo respecto a la forma como se estaban manejando los
recursos lo obligan a retirarse y a denunciar desde sus artı́culos en los Anales
de Ingenierı́a sus opiniones en relación al caso. En 1928 viaja a Estados Unidos
para asumir el cargo de cónsul de Colombia, y para llevar a cabo la corrección
de textos de las Escuelas Internacionales por Correspondencia en Scraton.
En 1928 partió para los Estados Unidos a ocupar el cargo de correctos de textos
de las Escuelas Internacionales por Correspondencia en Scranton, habiendo sido
el autor de los textos de Electrotecnia.
El Decreto n.◦ 1806 de 1930 reorganiza el Observatorio Astronómico Nacional.
En cumplimiento de la norma, es nombrado director Jorge Álvarez Lleras, cargo
que desempeñó durante varios años.Durante la larga permanencia, que se pro-
longó por espacio de dieciséis años, al frente de esta entidad, las instalaciones del
observatorio se destinaron no sólo a actividades astronómicas, sino que además
sirvieron como sede a la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Fı́sicas y
Naturales y a la Sociedad Geográfica de Colombia durante sus primeros años
de funcionamiento.Colaboró estrechamente en la fundación de la Academia Co-
lombiana de Ciencias Exactas, Fı́sicas y Naturales, creada por la ley 24 de 1933,
y reglamentada por los decretos 424 de 1934 y 1218 de 1936. Ocupó la Presiden-
cia de esta corporación desde mismo momento de su fundación en 1936 hasta
1949, y fue además el conductor de la revista, cuyo primer número se publicó

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en diciembre de 1936.
También ocupó la presidencia del Ateneo Nacional de Altos Estudios, ası́
como también de la extinguida Sociedad Colombiana de Etnologı́a.
El gobierno quiso reconocer a Jorge Álvarez su meritoria labor cientı́fica y le
confirió la Orden de Boyacá en el Grado de Oficial.
El 29 de Mayo de 1947, el Presidente Mariano Ospina Pérez, en sesión solemne
de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, al entregarle el diploma como Presi-
dente Honorario de la misma, colocó en su noble pecho la venera de Boyacá.
Tiempo después de recibir la Orden de Boyacá en el grado de oficial, de manos
del presidente Mariano Ospina Pérez el dı́a 29 de mayo de 1947, su salud comien-
za a decaer de manera constante. En 1949 tuvo que dejar las labores académicas
que le comprometieron a lo largo de su vida. Por su parte, la Academia Colom-
biana de Ciencias Exactas, Fı́sicas y Naturales y el Observatorio Astronómico
Nacional lo distinguieron como presidente honorario, en agradecimiento por la
labor cientı́fica que desarrollo en cada una de estas corporaciones. Falleció al
lado de los suyos el 20 de abril de 1952.

2. Su familia
Jorge Álvarez Lleras fue hijo de Don Enrique Álvarez Bonilla y Doña Ele-
na Lleras Tirana. Su padre, oriundo del departamento de Boyacá, se dedicó al
periodismo, al desarrollo de actividades literarias y al ejercicio de la polı́tica.
Integró la Comisión para la Historia Nacional, hoy Academia Colombiana de
Historia, en calidad de miembro de número desde su fundación en 1902 hasta
la fecha de su fallecimiento en 1913. Entre sus escritos destacan la biografı́a de
Camilo Torres y algunas notas biográficas sobre la familia de éste personaje, ası́
como el libro intitulado Historia documentada de Colombia.
Su madre, Doña Elena Lleras Triana, de estirpe preclara, cual la mujer fuerte
del Evangelio, supo formar a sus hijos dentro del espı́ritu de Cristo y la respon-
sabilidad que les correspondı́a en el concierto social.
Su abuelo materno, don Lorenzo Marı́a Lleras, fue periodista polı́tico, poeta y
docente. Dirigió el Colegio de Nuestra Señora del Rosario y fundó el del Espı́-
ritu Santo, institución en la cual se organizaron las primeras representaciones
escénicas del Teatro Nacional. Por otro lado, su abuela materna era hermana
del naturalista José Jerónimo Triana, otra de las figuras cimeras de la historia
natural en Colombia. Dentro de esta rama familiar por lo menos dos nombres
más son de obligatoria mención: el del bacteriólogo Federico Lleras Acosta y el
del geólogo y mineralogista Ricardo Lleras Codazzi.

3. Sus estudios
Luego de haber aprendido los rudimentos de la ciencia en el regazo materno,
pasó al Colegio Nacional de San Bartolomé, donde con gran lucimiento adelantó
los estudios secundarios recibiendo el grado de bachiller el dı́a 8 de noviembre

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de 1901.
Llamado por sus aficiones a las ciencias matemáticas, inició al lado de Garavi-
to, los estudios de ingenierı́a en la Facultad de Matemáticas e Ingenierı́a de la
Universidad Nacional al lado de su maestro y por mucho tiempo compañero de
trabajo Julio Garavito Armero. Optó el tı́tulo de Ingeniero Civil el 1 de diciem-
bre de 1906.
Poco era el porvenir de los jóvenes ingenieros en aquellos tiempos, cuando las
obras públicas que se adelantaban en el paı́s, no obstante el impulso que logró
dares el Gobierno de Reyes, eran muy pocas y estaban confiadas al personal
foráneo, y las obras particulares prácticamente eran nulas, reduciéndose a una
que otra mensura. Fue por ello que al salir Jorge Álvarez Lleras de las aulas
universitarias, le correspondió dedicar sus actividades a labores que no eran
propiamente las de la técnica de ingenierı́a. LLamado, a mediados de 1906, a
ocupar la Dirección de la Biblioteca Nacional de Bogotá, ocupó ese cargo hasta
fines de 1907. Pero no puede decirse que, a pesar de sus estudios universita-
rios, su presencia en la dirección de la Biblioteca que fundara don Manuel del
Socorro Rodrı́guez, hubiera sido exótica, Sus aficiones literarias, heredadas de
sus antecesores, tanto por la lı́nea paterna como por la lı́nea materna, tuviera
entonces una plena satisfacción al poder disponer, para su alimento intelectual,
de los volúmenes confiados a su cuidado. Quizá esta época de su vida, al igual
de las veladas hogareñas, influyó en la formación de su intelectualidad, cuando
años más tarde, al mismo tiempo que estudiaba los fenómenos siderales, escribı́a
páginas literarias de gran valı́a, que le hicieron acreedor a distinciones por mu-
chos ambicionadas y por pocos oobtenidas, ocupando un sillón en la Academia
Colombiana de la Lengua.

4. Su obra
Alvarez publica a lo largo de su vida innumerables obras matemáticas, as-
tronómicas y económicas.

1. Una de las tareas fundamentales propuesta por Álvarez Lleras fue la de


separar funciones puramente astronómicas de las metereológicas.
2. En 1930, durante su dirección en el Observatorio Astronómico Nacional,
se dotó al Observatorio de nuevos y modernos aparatos de observación y
medición, con los cuales logró establecer con precisión la posición astro-
nómica de Bogotá.
3. Combatió, no sin ardor, las teorı́a de Einstein y de Minkowski, al mismo
tiempo que las teorı́as cuánticas.
4. Como consecuencia de su orientación epistémica, consideró el advenimien-
to de la fı́sica moderna como una ”peste un ”hecho perturbador.en el feudo
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de la fı́sica clásica.

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5. Hizo aportes en fı́sica experimental.
6. Poseı́a una extensa cultura y, además, tenı́a una fina pluma literaria de
prosista.
7. También fue un gran vulgarizador exaltado y con tintes de militantismo.
8. Incursionó en la epistemologı́a, defendió el positivismos en la fı́sica moder-
na e hizo suyas las ideas del filósofo inglés Herbert Spencer (1820-1903)
9. Realizó medidas sobre la radiación solar, la meteorologı́a y el magnetis-
mo terrestre en la región de la Sabana de Bogotá; también llevó a cabo
observaciones de eclipses
10. Fue uno de los representantes más notables de los miembros de la élite
colombiana -si se consideran los puestos que él controlaba, los medios de
que disponı́a, y la influencia que ejercı́a- que tomaron la cabeza de la
oposición oficial, no sólamenta contra las geometrı́as no euclidianas, sino
también contra la teorı́a de la relatividad y la teorı́a cuántica.

5. Las concepciones de Álvarez


1. Álvarez encarnó la corriente antimodernista de la fı́sica. La actividad di-
vulgativa de Álvarez en el dominio cientı́fico y filosófico tenı́a grosso modo
la orientación siguientente:

Difundir y defender la obra de Garavito


Combatir la fı́sica moderna en tanto que generadora de ideas abs-
tractas, de nuevos formalismos y de concepciones no clásicas. Para
llevar a cabo su tarea, no ahorró los medios que estaban bajo su
control.

2. Álvarez estaba bien informado, al menos en los rasgos generales, de los


nuevos fenómenos y problemas de la fı́sica moderna. Pero él no compren-
dı́a que algunos hechos que resistı́an a las explicaciones clásica exigı́an
nuevas hipótesis osadas y de nuevos conceptos en vistas de una unificación
satisfactoria. Él prefirió permanecer en la retaguardia de un clasicismo de
lo más dogmático y ortodoxo, profesando una idolatrı́a a su maestro Gara-
vito, su ”guı́a ”mentor a su pensamiento, .Evangelio de certeza”(sic). ”La
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tarea de Garavito, expresó Álvarez, en el campo de la Óptica Astronómica


ha sido esencialmente conservadora y destinada a salvar viejos principios,
[...]. Él pudo demostar que hechos aparentemente en contradicción, en el
dominio de la Óptica, pueden fácilmente ponerse de acuerdo, explicán-
dolos dentro de la mecánica clásica y de acuerdo con la vieja geometrı́a
euclidiana, sin necesidad de echar por tierra esos dos pilares milenarios
sobre que han descansado hasta ahora la razón humana: El Tiempo y el
Espacio”.

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3. Sostenı́a que la fı́sica moderna era un conjunto caótico de hipótesis y de
teorı́as, üna ciencia en bancarrota”, donde ”la obra de Lorentz, de Min-
kowski y de Einstein tiene un alcace igual a la de Lenine”(sic). Sus decla-
raciones más aparatosas datan de los años 1925 y 1945.
4. En 1940, Álvarez, con una retórica y un estilo platónico, emprendió, con
un ataque frontal, una cruzada contra la fı́sica moderna bajo la forma de
un diálogo a cuatro voces, que llamó .El último diálogo de Platón”. Esta
caricatura cientı́fico-filosófica mereció una respuesta de Rozo bajo el tı́tulo
de Hedimaquia,donde éste muestra con una justa divertida que se trata de
ideas anacrónicas e indefendibles. A su vez el arquitecto F. Weil contraata-
có, tomando como blanco no sólo la Hedimaquia, sino otra publicación de
Rozo. De manera sucinta, Weil estima que el espacio de cuatro dimensiones
es un çrimen matemático tomar la velocidad de la luz igual a la unidad es
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digno de un ”milagro”. En su diatriba, éste afirma que Rozo quiere supe-


rar los ”pseudo-intelectuales como Einstein, Minkowski y Eddington”(sic),
y termina su amalgama invocando un apocalı́ptico ”derrumbe de nuestra
civilización”.
5. Álvarez no veı́a ningún tipo de antagonismo entre la fı́sica clásica y la
religión: ”Todo conflicto entre la religión y la verdadera ciencia positiva es
imposible [...]. El determinismo cientı́fico no interfiere de ninguna manera
con los principios morales y religiosos. [...El hecho que...] los fenómenos
naturales obedezcan a las leyes mecánicas no implica la de que no obedezcan
a algo que sin contradecirlos, escapa a ellas”.
6. En 1946, la revista de la Academia publicó una traducción de un artı́culo de
Einstein. Álvarez la precedió de una nota introductoria serena, ponderada
y equilibrada. Al comienzo da la impresión de haber cambiado su actitud
antirrelativista; mas infortunadamente, al final de su comentario regresa a
los absolutos newtonianos y a su escepticismo referente a las nuevas ideas.
Su antirrelativismo primario subsistió aún hasta su muerte, acaecida en
1952.

6. El sentimiento antirrelativista congénito de


Jorge Álvarez Lleras
Algunos miembros de la élite -en su gran mayorı́a eran ingenieros- estaban
al corriente de los problemas fundamentales de la fı́sica prerrelativista: el esta-
tus del éter y su cinemática, las experiencias de Fizeau y de Michelson-Morley,
la aberración astronómica, la masa variable del electrón en movimiento y, en
general, de la problemática de la electrodinámica (y la óptica) de los cuerpos y
medios refringentes en movimiento. El ingeniero Álvarez Lleras fue quien, por
la primera vez en una publicación colombiana, hizo referencia a las ideas relati-
vistas en 1915, [Álvarez, 1915]. No se trataba de una exposición sistemática de
la relatividad, sino más bien de exhibir su refutación, con el objetivo expreso

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de poner en relieve las ideas y trabajos de Garavito. En ese artı́culo, Álvarez
menciona el principio de relatividad de Einstein, el espacio-tiempo de Minkows-
ki; y afirma la imposibilidad de concebir una cuarta dimensión, lo mismo que la
contracción de Lorentz, la cual juzga inaceptable.
Antes de 1923, las ideas sobre la teorı́a de Einstein eran conocidas en Colombia
(y su difusión misma) de manera vaga, por alusiones indirectas y fragmentarias,
no se contaba con una exposición sistemática. Las referencias que se hacı́an de
dichas ideas siempre eran acompañadas de fuertes crı́ticas, objeciones, incom-
prensiones y oposición; sobre todo, provenientes de Garavito y Álvarez [Garavi-
to, 1917; Álvarez, 1920, 1938]. A partir de la lectura atenta de esas referencias
y de su nivel presumimos que, en esa época, en Colombia no se disponı́a de los
artı́culos de primera mano o de las monografı́as que ya circulaban en Europa,
entre 1911 y 1922.
En 1926, los Anales de Ingenierı́a transcrivió un artı́culo de divulgación del
fı́sico español Blas Cabrera, , publicado antes en una revista de Madrid. Allı́
se exponen los modelos atómicos, la antigua teorı́a de los quanta, la mecánica
cuántica y la teorı́a de la relatividad. Más tarde, en 1928, se tradujo del francés
un artı́culo, , el cual presenta una posición crı́tica casi de rechazo contra la rela-
tividad, considerada como una ”métaphysique”más y como une teorı́a que viola
el ”sentido común ”la experiencia”. Esta publicación excitó el sentimiento anti-
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rrelativista congénito de Jorge Álvarez Lleras y lo indujo a preceder este artı́culo


de una nota de presentación donde él escribe esencialmente que la relatividad
es un ”teorı́a cuestionada”, que sirve de diversión a una inmensa ”pléyade de
escritores, filósofos, fı́sicos y matemáticos”.
El hecho de que la penetración de la relatividad haya sido lenta, tardı́a y muy
polémica en Colombia, tiene una explicación, no se encontraban en ese entonces
monografı́as, artı́culos, libros o cualquier otro tipo de divulgación cientı́fica. No
es un caso singular, aislado o excepcional, puesto que en Europa el advenimiento
de las teorı́as relativista y cuántica suscitó igualmente oposición, controversias
y crı́ticas de la parte de ilustres fı́sicos, matemáticos y filósofos. El caso de la
relatividad que nos interesa, que en el tiempo limitaremos al periodo que va de
1915 a 1920, fue el más crı́tico y fue ilustrado principalmente por las posicio-
nes de Garavito y de Álvarez, sobre todo las del primero. La polémica muestra
una adhesión absoluta y sin apelación a la fı́sica newtoniana, y desde luego,
al espacio absoluto tomado como soporte necesario de la geometrı́a euclidiana
concomitante. El substrato filosófico de fondo lo constituı́a una especie de episte-
mologı́a ecléctica, fusión de concepciones inspiradas en Poincaré y, en un menor
grado, en Bacon, Descartes, Kant, Comte y Spencer, que Garavito y Álvarez
habı́an seleccionado. La aceptación del principio de relatividad galileana por el
pequeño número de los que se interesaban (que aquı́ hemos llamado la élite) era
más que natural, puesto que aquello era parte esencial de la mecánica newto-
niana, la cual es correcta y exacta en la explicación de los fenómenos donde las
velocidades son muy inferiores con respecto a la de la luz. Todo fı́sico de antes
de 1905 aceptaba, no sólamente dicho principio, sino también el conjunto de las
concepciones newtonianas absolutas y de sus consecuencias.

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La autoridad indiscutible de Garavito y de Álvarez contribuyó, no obstante, de
una cierta manera, al anti-relativismo naciente. Hay que anotar también que
sus puntos de vista no fueron suficientemente analizados ni evaluados de mane-
ra seria y competente; por el contrario, se tomaron como opiniones verdaderas
e inmutables, como adquisiciones definitivas. Esto contribuyó, desde luego, a
levantar una barrera que impidió, por muchos años, el estudio y la intelección
de novedades insospechadas de la naturaleza. Se argüı́a sucintamente que la
constancia de la velocidad de la luz, .a causa de su absurdidad”, incomodaba
a les ”panegiristas de la relatividad”; otros fueron decepcionados por un libro
de Einstein, , mientras que otros veı́an en él la evidencia. Todavı́a, hasta 1939,
algunos colombianos dudaban de la exactitud y de la precisión de la experiencia
de Michelson-Morly y de otras similares, [Notas de la dirección, 1939]. Es cierto
que un pequeñı́simo número de cientı́ficos, estadounidenses en particular, defen-
dı́an esa posición. Era notorio que Álvarez alimentaba un escepticismo hacia la
existencia de una velocidad lı́mite (el muro de la luz), lo mismo que hacia la cur-
vatura del espacio, y la homogeneidad del espacio y del tiempo. Él se apoyaba
en Émile Borel y en Henri Poincaré, a quienes interpretaba arbitrariamente, a su
manera. Además, proclamaba que entre menos comprendemos, más devenimos
relativistas intransigentes.
La desconfianza, más aún, la oposición de Garavito y Álvarez hacia las geome-
trı́as no euclidianas y a su eventual utilización en el dominio de la fı́sica eran
notorias, aún si ellos pensaban que un espacio y una geometrı́a deseuclidianiza-
dos podı́an ser concebibles y plausibles en un sentido estrictamente abstracto,
teórico y analı́tico, . Según ellos, esto no constituı́a un argumento para acreditar
sus legitimidades, porque estas no implicaban su realidad, y tampoco correspon-
dı́an a la experiencia y a la conceptualización a priori, [Arboleda y Anacona,
1994b; Albis, 1997]. Aún la deseuclidización de la geometrı́a en provecho de
una riemannización, aun a medias, beneficiosa para la nueva teorı́a de la gra-
vitación, no era viable para ellos, ya que la propuesta de Einstein hacı́a que la
distribución de la materia determinara la geometrı́a localmente; es decir, que
la fı́sica impusiera la geometrı́a a través de la estructura de un espacio me-
trizable a posteriori. El enunciado relativista y apodı́ctico: La materia crea la
geometrı́a, era para ellos una aporı́a insuperable, ya que iba en contravı́a de las
entelequias newtoniana y kantiana , como a estas se les consideraba. Para ellos
era aún superfluo y absurdo considerar la plausibilidad de un universo espacio-
temporal cuadridimensional, como lo habı́a concebido primero Poincaré, y luego
Minkowski. Hora bien, por haber rechazado este aporte heurı́tico, entonces, in-
habilitaron la hermosa posibilidad de apreciar la nueva invariancia métrica, la
simetrı́a subyacente de la relatividad y su estructura tı́picamente geométrica en
el sentido de Klein. Esta postura antigeométrica, como ya hemos visto, se debió
a un rı́gido eclecticismo, sin margen de tolerancia .epsilónica”, protegido por una
barrera epistemológica y por un obstáculo ontológico, lo que impidió la recepción
de la nueva geometrı́a y la nueva fı́sica geometrizada en Colombia. El mismo
fenómeno se repitió, más tarde, cuando se concibió la gravitación geometriza-
da, esta vez la geometrı́a riemanniana sufrió el mismo rechazo que la geometrı́a

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poincaro-minkowskiana. El prestigio y la autoridad de Álvarez no eran, desde
luego, despreciable en la capital, es decir, en Colombia, puesto que él ocupaba
simultáneamente ciertos cargos claves: director del Observatorio Astronómico,
director de los Anales de Ingenierı́a, director de la Revista de la Academia de
Ciencias, presidente de esta y de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, y, ade-
más, profesor universitario y decano en la universidad. Él se expresaba con el
acento del militante, en nombre de la Academia y la comprometı́a cuando iba
en contravı́a de las ideas de Einstein, y del propio Rozo, o defendı́a las concep-
ciones clásicas de Euclides, de Newton, de Garavito, del éter, del empirisme, etc.

No hay que olvidar que la Revista de la Academia concedió poco espacio


a las ideas contrarias a la tradición, es decir, a las concepciones relativistas, al
menos al comienzo de su publicación; un porcentage apreciable de sus publica-
ciones son anti-relativistas, rompiendo ası́ el equilibrio de un órgano cientı́fico
y autónomo de información oficial. En un conjunto de ”glosas de carácter per-
sonal”sobre la fı́sica, hecho por Álvarez a propósito de las nuevas definiciones y
de los nuevos términos de la fı́sica, muy poco lugar es otorgado a los vocablos
cuánticos y ninguno a los relativistas. Exhibamos dos ejemplos de esta especie
de barrera oficial. Con razón del primer centenario de la muerte del fı́sico y
matemático francés André Marie Ampère (1775-1836), .el Newton de la electri-
cidad”según James Maxwell, la Academia de Ciencias (Álvarez era entonces su
presidente) envió un mensaje al comité organizador, de este tenor: la Academia
”haciéndose intérprete de los sentimientos del pueblo colombiano [...] hace votos
[...] porque, en el terreno de la Fı́sica Moderna, se torne pronto a los métodos
lógicos de la escuela de Newton”. A propósito de los artı́culos publicados por los
Anales de Ingenierı́a Álvarez previno, en un editorial, que .esta Revista no pue-
de acoger la información cientı́fica que se ha enviado sino a tı́tulo de conceptos
provisorios o provisionales”(sic), [Álvarez, 1925]. Algo parecido no sucedı́a con
las publicaciones con vocación clásica.

7. Relación cronológica de los trabajos de Álva-


rez
1. (1915): Importante informe relativo a varias labores cientı́ficas del doctor
Julio Garavito. Ana. de Ing. 23 (1915) 89. También en la Rev. Acad. Col.
de Cienc. 1 (1936) 66.
2. (1920, 1938): Julio Garavito (Ensayo biográfico y literario). Ana. de Ing.
27 (1920) 362; Rev. Acad. Col. de Cienc. 2 (1938) 313.
3. (1925): La ciencia en bancarrota. Ana. de Ing. 32 (1925) 645.
4. (1926): El doctor J. Garavito y las teorı́as eléctricas modernas. Crı́tica a
la hipótesis de los electrones. Ana. de Ing. 34 (1926) 230.

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5. (1931): Reseña histórica del Observatorio Astronómico y Meteorológico de
Bogotá. Ana. de Ing. 39 (1931) 274; Rev. Acad. Col. de Cien. 2 (1938) 283.
6. (1932a): La mecánica y la filosofı́a natural. Nuevos aspectos del determi-
nismo cientı́fico. Ana. de Ing. 40 (1932) 199; Dyna II (1934) 45, 69; Rev.
Acad. Col. de Cienc. 2 (1938) 446.

7. (1932b): La crisis de la Fı́sica Moderna y nuestra crı́tica a la hipótesis de


los electrones. Ana. de Ing. 40 (1932) 481.
8. (1936): Explicación preliminar. Rev. Acad. Col. de Cienc. 1 (1936) 51.
9. (1937): El positivismo en la fı́sica moderna y la evolución de la ciencia.
Rev. Acad. Col. de Cienc. 1 (1937) 314.
10. (1938): El centenario del fundador del electromagnetismo y la Academia
Colombiana de Ciencias Exactas, Fı́sicas y Naturales. Rev. Acad. Col. de
Cienc. 1 (1937) 188.

11. (1938): Los fundamentos del electromagnetismo y las teorı́as eléctricas


modernas. Rev. Acad. Col. de Cienc. 2 (1938) 104.
12. (1940): El último diálogo de Platón. Rev. Acad. Col. de Cienc. 3 (1940)
262.
13. (1941a): Notas de la dirección : La ciencia desinteresada. Rev. Acad. Col.de
Cienc. 4 (1941) 258.
14. (1941b): Epı́stola aclaratoria de un diálogo de Platón. Rev.Acad. Col. de
Cienc. 4 (1941) 363.
15. (1942a): La obra máxima de Garavito. Rev. Acad. Col. Cienc. 5 (1942)
148.
16. (1942b): El último diálogo de Platón y una aclaración necesaria. Rev.
Acad. Col. Cienc. 5 (1942) 139.
17. (1942c): Glosas técnicas al diccionario de la Real Academia Española de
la lengua. Rev. Acad. Col. de Cienc. 5 (1942) 171, 308; 5 (1943) 308.

18. (1945): La inauguración de un busto de Garavito en el Observatorio As-


tronómico Nacional. Rev. Acad. Col. de Cienc. 6 (1945 ) 429. Algunos
errores contenidos en el discurso fueron indicados oportunamente por el
ingeniero, domiciliado en la ciudad de Pereira, A. J. Ángel E., Rev. Acad.
Col. de Cienc. 6 (1946) 591.

19. (1946): Nota, una valiosa opinión sobre Newton y su obra. Rev. Acad. Col.
de Cienc. 7 (1946) 7.

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Figura 3: Los fundamentos del electromagnetismo y las teorı́as eléctricas mo-
dernas

Referencias
[1] D. Bateman Alfredo El Observatorio Astronómico de Bogotá. Monografı́a histórica
1803-1953, Universidad Nacional de Colombia (1953), Capı́tulo XXIII.

[2] Ortega R., D., y Arias A., D Miembros Correspondientes. (Sobre la candidatura, para
miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia). Boletı́n de Historia
y Antigüedades., Bogotá (1941), 174–180.

[3] Medina Muñoz, L. R. Tradición Académica. Diccionario biográfico y bibliográfico de


la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Fı́sicas y Naturales, Edición Especial
Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Fı́sicas y Naturales. Bogotá, D.C. (2000),
93–95

[4] Luis Carlos Paty, Michel Formación de Cultura Cientı́fica en Colombia Ensayos sobre
Matemáticas y Fı́sica, Instituto de Educación y Pedagogia, Universidad del Valle, Cali
(Colombia), (2004), 111–151.

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