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Formación para la investigación en Trabajo Social

Afinidades electivas de los enfoques praxeológico y ontológico1

Daniel Mauricio Guasgüita Moreno2

Resumen

Este escrito expone los elementos esenciales de dos tipos de formación para la investigación que,
en mayor o menor medida, han tenido influencia en Trabajo Social. Por un lado, se encuentra la
formación praxeológica desarrollada en UNIMINUTO y, por el otro, la formación ontológica
impulsada por la Escuela de Brasil. La relación de ambos tipos de formación para la
investigación da lugar a una serie de afinidades electivas que es preciso identificar para
reflexionar sobre la discusión del marxismo crítico en la profesión.

Palabras claves: Formación para la investigación; Praxeología; Ontología; Afinidades electivas.

Abstract

This paper exposes the essential elements of two types of training for research that, to a greater
or lesser extent, have had an influence on Social Work. On the one hand, there is the
praxeological training developed in UNIMINUTO and, on the other hand, the ontological
formation promoted by the School of Brazil. The relationship of both types of training for
research gives rise to a series of elective affinities that must be identified in order to reflect on
the discussion of critical Marxism in the profession.

Key words: Training for research; Praxeology; Ontology; Elective affinities

Sumario: 1. Formación praxeológica, 2. Formación ontológica, 3. Afinidades electivas, 4.


Conclusión.

Dos factores homogéneos jamás podrán formar un todo


o, en el mejor de los casos, el todo que formen resultará estéril.
1
Este artículo es una reflexión sobre los dos enfoques para la investigación que influyeron al autor durante su
formación profesional.
2
Trabajador Social de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Correo electrónico: dguasguitam@gmail.com
Isak Dinesen

1. Formación praxeológica

UNIMINUTO tiene una particular relación con la investigación, por cuanto ha generado, junto
con su fortalecimiento como universidad, un tratamiento constante y creativo de la praxeología
como modelo educativo y metodología de investigación. Este hecho es fácilmente verificable en
la obra del Padre Carlos Juliao Vargas, quien ha sido el responsable de alentar la reflexión sobre
la praxeología -como categoría filosófica, pedagógica y epistemológica- y de promover la puesta
en marcha de, lo que suele llamarse, iniciativas praxeológicas.

Modelo educativo praxeológico

En UNIMINUTO todo está basado en tres campos de formación: “desarrollo humano, práctica
social y profesional y, competencias profesionales específicas”[CITATION Jul08 \p 3 \t \l
9226 ].

El desarrollo humano es entendido, en tanto formación humana, como la generación de una


cultura y filosofía institucional que tenga como fin último equilibrar la formación académica con
el proyecto personal de vida. Por su parte, la práctica social y profesional, es el carácter de
responsabilidad social que se desea provocar. Este tipo de sensibilidad para con las
problemáticas de las comunidades y del país, ha de ser consciente y crítica en la promoción del
desarrollo humano y social. Las competencias profesionales son el resultado de un proceso
cognitivo e investigativo que, potenciando la relación teórica/práctica, genere una actitud
reflexiva en la aplicabilidad del conocimiento para transformar la realidad. Estos campos de
formación se desarrollan en una población objetivo, compuesta por los estudiantes, las
comunidades y las organizaciones con las que trabaja la Corporación Universitaria Minuto de
Dios.

Estos campos de formación son perfilados por las acciones de docencia, investigación y
proyección social. Acciones que, a su vez, son orientadas por la praxeología en tanto “teoría de
la acción (logos-discurso-praxis)”[CITATION Jul11 \p 27 \t \l 9226 ]. La preocupación del
Modelo Educativo de UNIMINUTO por integrar el saber (teoría) con el actuar (praxis), se
configura por las mismas características de la obra del Minuto de Dios. En ella “los estudiantes
tienen de dónde sacarle provecho al centenar de actividades que desarrolla (…). Pueden hacer
trabajos de campo en las comunidades marginadas de Colombia en donde El Minuto de Dios
brinda su colaboración” [CITATION Jul07 \p 214 \t \l 9226 ].

Esto es lo que el modelo praxeológico permite. Como tal, la praxeología es un “esfuerzo de


hermenéutica práctica que articula las funciones universitarias de investigación, de compromiso
social crítico y de formación profesional al interior de un contexto pluridisciplinario”
[CITATION Jul11 \p 13 \t \l 9226 ]. Lo que quiere decir esto es que la praxeología supone la
articulación investigación-acción-formación y, por lo tanto, se modela como una praxeología
pedagógica.

En la Facultad de Educación de UNIMINUTO, desde 1992 hemos estado trabajando en ella [la
praxeología], con el deseo de recuperar la fuerza, teórica y práctica, de la acción educativa para la
pedagogía; por ello, construimos el concepto de praxeología pedagógica, inscrito de entrada en un
proceso investigativo práxico y multidisciplinar. Tomamos el concepto “praxeología” de las
ciencias humanas y sociales (economía, sociología del trabajo, ciencias de la organización y de la
decisión, aplicaciones didácticas diversas, entre otras), todas ellas enfocadas a la cuestión de la
acción eficaz, en su carácter de acción interactiva y comunicativa. Pero quisimos ir más allá de
esta perspectiva en la que la acción queda reducida “al ajuste de los medios al cumplimiento de
un fin dado” (Daval 1963, p. 139); por eso, nuestro enfoque se preocupa también por el
significado y la pertinencia de las prácticas, y no sólo por su eficacia. Ello significa que, además
de la perspectiva lógica, tenemos también en cuenta las dimensiones ética y hermenéutica de la
acción.[CITATION Jul07 \p 230 \t \l 9226 ]

La praxeología como proceso investigativo

“El objeto principal de la praxeología es la elaboración, experimentación y validación de


modelos de acción”[CITATION Jul11 \p 35 \t \l 9226 ], es decir, la construcción de saberes
transferibles y utilizables por otros para clarificar, en quienes realizan una práctica, el sentido de
la acción. El quehacer praxeológico como proceso investigativo utiliza la “noción
investigación/intervención [para] asumir a la investigación como producción de conocimiento,
pero imbricada en una práctica social y/o profesional”[CITATION Jul11 \p 68 \t \l 9226 ]. Al ser
parte de la investigación social aplicada, esa noción sugiere abordar la realidad con un carácter
emancipatorio, conjugando “un conocimiento práctico de tipo transformador y un conocimiento
teórico de tipo científico”[CITATION Jul11 \p 71 \t \l 9226 ]. Siendo esta la posición de la
praxeología en el asunto de la investigación social, aquella postula dos presupuestos
fundamentales para la investigación praxeológica. De un lado, la existencia de un acto previo de
conquista del objeto frente a la lógica del sentido común; del otro, la imposible separación entre
objeto y método, porque éste construye a aquél en la medida en que la perspectiva adoptada por
el investigador toma la iniciativa interrogando al objeto de la realidad. Es a partir de estos dos
principios básicos que es posible hablar de las líneas directrices que guían un proceso de
investigación praxeológico: 1) La elaboración de saberes de la práctica, específicos y
transferibles (dimensión investigativo-científica); 2) La gestión más pertinente y eficaz de las
acciones (dimensión pragmática); 3) La emancipación política y social de estos campos de
práctica (dimensión política); 4) La comprensión del surgimiento y constitución de esos campos
de práctica (dimensión histórica); 5) La formación de los actores comprometidos en esos campos
de práctica, sus contenidos y métodos (dimensión formativa)[CITATION Jul11 \t \l 9226 ].
Luego de esto, queda entender que la investigación praxeológica se articula sobre una
fenomenología que la lleva a construir un razonamiento sobre una situación, en este caso una
práctica; una teleología precisada en los objetivos que se pretenden alcanzar; una
operacionalidad dirigida por las opciones realizadas entre las diversas hipótesis de acción; y una
axiología fundada en valores filosóficos, morales o políticos que, en prospectiva, determinan el
proceso praxeológico [CITATION Jul11 \t \l 9226 ].

Ahora, metodológicamente hablando, un trabajo praxeológico se orienta por un conjunto de


principios contenidos en cuatro fases. Tal procedimiento no pretende ser ninguna receta, por el
contrario, cada actor/investigador es el gestor de su propia práctica, cada investigador habrá de
adaptarlos según sus conocimientos y competencias y de acuerdo con los problemas de la
práctica que analiza. Para la reflexión y aplicación praxeológica las cuatro fases o momentos
son:

1) Ver: Esta observación es la fase de exploración y de análisis/síntesis que responde a la


pregunta ¿Qué sucede? Este momento implica tres etapas: la auto-observación, la
problematización y la planeación de la investigación/intervención.
2) Juzgar: Es la fase de interpretación, de reacción que responde a la pregunta ¿Qué puede
hacerse?
3) Actuar: En la intervención o fase programática se responde a la pregunta ¿Qué hacemos
en concreto?
4) Devolución creativa: Basada en la reflexión en la acción es una fase prospectiva que
responde a la pregunta ¿Qué aprendemos de lo que hacemos?

2. Formación ontológica

Desde que Aristóteles[CITATION Ari \n \t \l 9226 ] afirmara que “Hay una ciencia que estudia
el ser en tanto que ser y los accidentes propios del ser”[CITATION Ari \p 115 \n \y \t \l 9226 ],
la ontología, que se supone es tal ciencia, se ha identificado como una metafísica. Es por esto,
que resulta extraño en la historia de la filosofía entender al marxismo como una ontología,
debido al declarado rechazo que aquel ejerce frente a toda mistificación de la conciencia, frente a
toda manifestación en el hombre que no responda a un principio materialista. Sin embargo, “la
pregunta por el ser no implica necesariamente complicidad con las determinaciones metafísicas
del ser”[CITATION Álv15 \p 13 \l 9226 ], es decir, la ontología no siempre responde a una
necesidad metafísica, lo que explica el hecho de que en el inmenso caudal de interpretaciones
que la tradición marxista ha hecho de la teoría marxiana, haya lugar para la ontología. Si algo es
cierto es que Marx nunca se interesó, explícitamente, por este problema, cosa que no oculta que
en su obra haya una referencia al trato del ser social. Trabajar por esclarecer el tipo de ontología
que existe en Marx, ha sido el interés de un número de pensadores asociados al marxismo
occidental: Carol Gould, Antonio Negri, Michael Hardt, Étienne Balibar, son algunos de ellos,
pero quien formó y estableció un cuerpo teórico explícito en torno a este problema fue, sin duda
alguna, György Lukács. No es por casualidad, entonces, que su última obra lleve precisamente el
nombre de Ontología del Ser Social. Dividida en dos partes, esta obra ha sido víctima del
desconocimiento casi que total en los círculos académicos, incluso en los que tratan la filosofía.
Tal fenómeno puede ser atribuible, por lo menos, a tres motivos. El primero, corresponde a la
fecha de su publicación: es en la década de 1970 cuando el socialismo y la teoría marxista
empiezan a ser vistos como proyectos del fracaso. Por lo tanto, -este es el segundo motivo- si ya
pensar el marxismo era difícil en tiempos del DIAMAT y el HISMAT, cuán grande habrá de ser
su dificultad en los años venideros cuando la herencia de las teorías “post” y neopositivistas
conquisten el centro del debate en las Ciencias Humanas y Sociales. Por último, y como
consecuencia de los motivos anteriores, la Ontología de Lukács, no podía llamar la atención de
nadie y menos aún de editoriales que pudieran emprender su traducción sistemática del alemán al
castellano. Apenas existe, en nuestro idioma, tres capítulos. Uno (Marx, ontología del ser social)
es responsabilidad de la editorial española Akal, mientras que los otros dos (Ontología del ser
social: El trabajo y Ontología del ser social: La alienación) pertenecen a la editorial argentina
Herramienta. Con un panorama así, es compresible que esta obra, con grandes dificultades,
pueda ser leída y analizada, incluso, pueda ser identificada en el sumario bibliográfico del autor
húngaro. Pero, aunque esto sea así, en la historia del pensamiento también hay curiosas
excepciones y, paradójicamente, nuestra profesión representa una de ellas. Lo que sorprende a
primera vista es: ¿Cómo una profesión que históricamente ha adquirido un carácter de
subalternidad frente a la sociedad y a las discusiones propias de las Ciencias Humanas y
Sociales, puede tomar partido y contribuir a la solución de un problema filosófico y además
fortalecer la lectura crítica de la obra de Marx? Después de todo el Movimiento de
Reconceptualización ha dejado más que programas de liberación inconclusos y ha confirmado,
una vez más y mayoritariamente en Brasil, el noble oficio del viejo topo. La discusión
profesional de los últimos años en este país ha resultado en una fuerte producción teórica en
Trabajo Social y, lo que en Uniminuto y Colombia conocemos como Escuela de Brasil, ha ido
tomando como suyo lo mejor del marxismo crítico y, con él, también la Ontología del Ser
Social3, para construir los fundamentos ontológicos del nuevo proyecto ético-político profesional
crítico. Las ideas elementales de la Ontología de Lukács han llegado a un mayor número de
personas, en su mayoría Trabajadores Sociales, gracias al empeño de esta Escuela en la
traducción del portugués al castellano de textos del propio Lukács y ensayos que profesionales
3
Antes del golpe de estado de 1964, Nelson Werneck Sodré y Michael Löwy, habían reconocido la importancia de
Lukács para explicar los problemas literarios y obreros. Pero no fue sino en plena lucha contra el régimen que las
obras del húngaro empezaron a ser divulgadas, de la mano de Carlos Nelson Coutinho, Leandro Konder, José Paulo
Netto y otros jóvenes intelectuales asociados al Partido Comunista Brasilero. La opción por Lukács correspondía al
empeño de emprender una desestalinización del marxismo, que permitiera ejercer una crítica literaria y un análisis
de los problemas de la realidad brasilera. Así fue como las traducciones de sus libros empezaron a proliferar: Teoría
de la novela, El asalto a la razón, Estética, Historia y conciencia de clase, y Ontología del Ser Social. Esta última
es la que más ha ejercido influencia en los marxistas brasileros, en general, y en el Servicio Social Crítico, en
particular. Para entender cómo Lukács tuvo tal influencia en Brasil ver el artículo de Celso Frederico[CITATION
Fre09 \n \t \l 3082 ]: A recepção de Lukács no Brasil.
han hecho sobre su obra. Sirviéndose de la Cortez Editora para difundir esta corriente teórica en
nuestra profesión han logrado conformar la Biblioteca Latinoamericana de Servicio Social
Crítico4. Biblioteca que debería ser lectura obligada y permanente consulta para todo profesional
comprometido con la reflexión crítica de su quehacer. Sin embargo, el más significativo avance
de dicha Escuela ha sido el desarrollo y potencialización de la relación que pueda existir entre la
Filosofía y el Trabajo Social. Veamos de qué manera se da esto, exponiendo las categorías
esenciales de la Ontología del Ser Social y su contribución a nuestra profesión.

Breve edificio conceptual de una ontología histórico-materialista

Se debe partir del hecho de que “en la historia de la filosofía raramente el marxismo fue
entendido como una ontología”[CITATION Luk \p 130-131 \t \l 9226 ], no obstante “las
enunciaciones de Marx, correctamente entendidas, son enunciaciones acerca de un ser”
[CITATION Luk07 \p 67 \t \l 9226 ]. Y como Marx hace del problema central, la producción y
reproducción de la vida hombre, la base de ese ser que se enuncia, es el trabajo. El trabajo como
elemento ontológicamente primario es el desarrollo de una dialéctica entre necesidad y libertad,
una dialéctica entre condiciones objetivas y posiciones teleológicas [ CITATION Gue03 \l
9226 ]. Al interior de esta dialéctica, la competencia biológica de los seres vivos con su mundo
ambiente se transforma y pasa a representar en el trabajador, el producto que desea crear
poniendo en marcha el proceso de trabajo. Tal representación es, fundamentalmente, el papel de
la conciencia. La conciencia es el elemento que logra establecer al trabajo como punto de partida
de la humanización del hombre, y como presupuesto de la construcción del ser social. Esta
facultad de la conciencia se logra por su capacidad racional y valorativa para crear una
representación previa al producto del proceso de trabajo. Las abstracciones de la voluntad del ser
humano pueden concretizarse en los fines que su racionalidad proyectó al inicio del proceso de
trabajo, principalmente, porque en la contradicción hombre/naturaleza, propia del trabajo, la

4
Al menos son 14 los números que componen esta modesta biblioteca en el idioma castellano: Servicio Social y
División del Trabajo (2001); El Servicio Social en la contemporaneidad (2003); Capitalismo Monopolista y
Servicio Social (2002); La Naturaleza del Servicio Social (2000); Tercer Sector y Cuestión Social (2005); Ética y
Servicio Social: fundamentos ontológicos (2004); Servicio Social: identidad y alienación (1997); La
Instrumentalidad del Servicio Social (2007); Necesidades Humanas (2002); ¿Adiós al Trabajo? (2001);
Metodología y Servicio Social (2000); La Política Social Hoy (2004); Coyuntura Actual Latinoamericana y
Mundial (2009); Servicio Social Crítico (2003).
instrumentalidad surge, inevitablemente, en su interior, haciendo esto posible. La capacidad de
instrumentalidad es la síntesis de enfrentamiento entre teleologías y causalidades en el proceso
de trabajo. La satisfacción de la necesidad material pone en movimiento el proceso de trabajo,
cuya realización solo puede tener lugar con la ayuda de una cadena de mediaciones. Sin
embargo, estas nunca se manifiestan como son, constituyen la esencia tras el fenómeno. Para
conocerlas hay que hacer un rodeo y, la razón dialéctica al ser la “única capaz de dar a la acción
una orientación”[CITATION Luk70 \p 55 \t \l 9226 ], se convierte en el centro de ese
procedimiento. Cuando no ocurre esto, cuando nada nos dice que hay algo detrás de lo que
vemos, nuestro pensamiento opera bajo la razón instrumental, es decir, bajo un marco
inmediatista, formalista y funcional.

La ontología histórico-materialista como proceso investigativo

El objetivo de la investigación marxista es reproducir en el plano del pensamiento, lo más fiel


posible, el movimiento de la realidad para, con esto, pensar objetivamente las posibilidades de su
transformación. Por eso para el marxismo la ciencia no es un fin, sino un medio. En el caso de
nuestra profesión, se llamará a este proceso investigativo como la reconstrucción ontológica del
escenario de intervención profesional. Para empezar, es preciso considerar al Trabajo Social
como una profesión cuya práctica se desenvuelve en la lucha de clases y en la división social del
trabajo, y cuyo ejercicio profesional se enmarca en el de un trabajador asalariado. Como el
Trabajo Social surge cuando el Estado modifica su tratamiento a la cuestión social, y son las
políticas sociales, precisamente en tanto práctica social y en tanto expresión de respuestas
institucionales, el instrumento constitutivo de esta modalidad de atención, la profesión “es
constituida, constituyente y constitutiva de las relaciones sociales capitalistas [y, por lo tanto] la
lógica de constitución de las políticas sociales reside en su conversión en instrumento al servicio
del capital” [CITATION Gue03 \p 185,188 \l 9226 ]. Las demandas sociohistóricas que
posibilitaron y posibilitan la existencia del Trabajo Social le hicieron y hacen creer a los
profesionales que la capacidad de responder a ellas no es más que un oficio de caridad, o en el
mejor de los casos, una labor que es necesaria, pero natural de hacer. La ilusión de servir
[ CITATION Mar921 \l 9226 ] es dada por la racionalidad hegemónica del orden burgués: la
racionalidad formal abstracta. Esta razón instrumental, siendo subjetivista, formalista,
subordinada y funcional, no hace más que ocultar el significado sociohistórico de la profesión y
el carácter esencial de su instrumentalidad, tras la apariencia de servir a la clase trabajadora bajo
el manto del Estado. Para romper con está ilusión es necesario hacer uso del pensamiento
dialéctico. Es por el carácter teleológico de la razón dialéctica que se logra comprender en su
totalidad la instrumentalidad de la profesión. Aquella que se manifiesta en tres niveles: 1) como
funcionalidad; 2) como peculiaridad operativa; 3) como mediación [ CITATION Gue03 \l
9226 ].

En el primero, la profesión se expresa como un instrumento de control, que, a través de las


políticas y servicios sociales, constituidos como espacios de intervención, produce y reproduce
material e ideológicamente el orden burgués. En el segundo, la instrumentalidad de la profesión
se entiende en el contexto de las respuestas dadas a las demandas sociales. Ambos hechos,
ambos niveles de la instrumentalidad de la profesión, no son más que el resultado de un evidente
descuido (o rechazo) por el método dialéctico. La instrumentalidad es una condición necesaria
para la comprensión histórica de la profesión, pero insuficiente si la conciencia no aprehende
todos los nexos del proceso en que aquella se desenvuelve. Hacerlo, significa reconocer el tercer
nivel en que se manifiesta la instrumentalidad de la profesión. Esos nexos son las mediaciones
ocultas tras la aparente ilusión de servir, que representan la razón de ser, y por lo tanto la razón
histórica de la instrumentalidad. Solo la razón dialéctica, en tanto método y estructura del
pensamiento, logra reconstruir ontológicamente con la mayor fidelidad posible el movimiento de
la realidad, poniendo en marcha el trinomio categorial: singular – universal - particular
[ CITATION Pon03 \l 9226 ]. Decir que el movimiento de la realidad se reconstruye bajo la
dialéctica singular – universal – particular, es lo mismo que decir que aquella se conoce por la
relación, también dialéctica, inmediaticidad – legalidad social – mediaciones. La síntesis de la
dialéctica entre universal y singular resulta ser la mediación. Ella permite develar los complejos
sociales y, al ser captada por la razón, posibilita, “a través de aproximaciones sucesivas, negar la
factualidad/inmediaticidad y develar la génesis (nacimiento) y modo de ser (funcionamiento) de
los complejos y fenómenos que existen en una determinada sociedad” [CITATION Pon03 \p 210
\l 9226 ]. Con esto, la mediación se convierte en una categoría fundamental para el trabajo del
profesional. No hay duda de que la mejor forma para develar las mediaciones de la
instrumentalidad profesional es por el método dialéctico. Este, con las características ya
expuestas, es quien permite reconstruir con la mayor fidelidad posible el movimiento del objeto,
en este caso los escenarios de intervención de la profesión se convierten en el objeto a reconstruir
ontológicamente por parte del profesional. Y ¿cómo se logra tal cosa?

La singularidad en la profesión se manifiesta en la constante carga de problemas individuales,


familiares, grupales, comunitarios, psicosociales, organizacionales, programáticos y operativos, a
los que ella le debe hacer frente en un contexto institucional que en cierto grado determina su
acción por las demandas específicas que le impone. En este terreno singular, los problemas y las
demandas institucionales aparecen como un fin en sí mismo, y no como una mediación, lo que
provoca un enaltecimiento exagerado de los fines. El campo singular, es el mismo mundo de la
pseudoconcreción, y este, al ser un “claroscuro de verdad y engaño”[CITATION Kos96 \p 28
\t \l 9226 ] hace que el fenómeno muestre y oculte al mismo tiempo la esencia, lo que para la
singularidad sería contener ya, en las observaciones empíricas individuales, una relación con la
universalidad y la particularidad. La universalidad reflejada en la legalidad social, es decir, en
las grandes determinaciones sociales5, ya se halla inmersa en la singularidad, sin embargo, estas
leyes sociales resultan “tan bellas como inútiles si no logran particularizarse en el plano real
cotidiano del quehacer profesional”[CITATION Pon03 \p 215 \l 9226 ]. Estas leyes quedarían en
un lugar inevitablemente abstracto si no se contrastan con la realidad cotidiana misma. El
problema social que la profesión atiende debe estar suficientemente claro para el profesional,
como para que este, logré ver en él, el campo de mediaciones que particularizan su intervención.
“La particularidad es el espacio reflexivo ontológico donde la legalidad universal se singulariza
y la inmediaticidad de lo singular se universaliza”[CITATION Pon03 \p 216 \l 9226 ]. Por lo
tanto, cuando se mediatiza la singularidad, “esa mediación se da a través de determinaciones
históricas”[CITATION Pon03 \p 217 \l 9226 ], es decir, de determinaciones universales. Como
“lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones”[CITATION
Mar07 \p 21 \t \l 9226 ], mediatizar la práctica profesional, resulta en la capacidad para la
profesión de comprender elementos, que de no estar presente esta categoría, junto con la de
concreción, pasarían por alto, en perjuicio de una praxis crítica. Estamos hablando de la rica
totalidad de múltiples determinaciones y relaciones tales como: el “proceso productivo dentro de
un contexto espacio-temporal; construcciones de la cultura, del lenguaje; relaciones entre fuerzas
sociopolíticas presentes; constitución de las instituciones, mercado, Estado, partidos, sindicatos;

5
Hablamos aquí de leyes universalmente tendenciales como las relaciones sociales de producción, la relación
capital-trabajo, las leyes del mercado, la relación Estado-sociedad, la ley de la plusvalía, etc.
movimientos sociales; (…) configuración de políticas sociales y de su red organizacional”
[CITATION Pon03 \p 218 \l 9226 ], y un amplio etcétera.

Queda claro, entonces, que este pasaje del ser-en-sí de los profesionales, al ser-para-sí, significa
la consolidación de su ser social, cosa que no es más que el resultado de la astucia de la razón
dialéctica.

3. Afinidades electivas

“Aquí se ha producido una separación y una nueva composición y por lo tanto estamos
legitimados para usar el término «afinidad electiva»”[CITATION Goe08 \p 28 \l 9226 ]. Esta
conclusión que Goethe pone en boca del Capitán es justo lo que se genera del encuentro entre la
praxeología y la ontología aquí tratadas. Mientras se efectúa una separación por las
características mismas de cada formación para la investigación, otros elementos hacen posible
una composición, una afinidad. Si nos conformáramos con apenas unos puntos en común o un
cierto parentesco, la afinidad de ambas sería estática. Para que sea electiva debe crearse además
de la posibilidad de relación, una necesidad de convergencia, una analogía como objetivo que
permita su dinamización. La elección en este caso es la impostergable discusión que sobre el
marxismo crítico debe darse al interior de la profesión y en general en las Ciencias Sociales.
Llegado a este punto y teniendo en cuenta que la afinidad electiva es “el proceso por el cual dos
formas culturales -religiosas, intelectuales, políticas o económicas- entran, a partir de
determinadas analogías significativas, parentescos íntimos o afinidades de sentidos, en una
relación de atracción e influencia recíprocas, elección mutua, convergencia activa y refuerzo”
[CITATION Löw11 \p 139 \y \t \l 9226 ], es hora de plantear las posibles afinidades electivas
entre la praxeología del Minuto de Dios y la ontología de la Escuela de Brasil.

Crítica. Praxeología y ontología son críticas, tanto de la pasividad que suele acompañar a la
investigación, como de las desigualdades sociales producto del orden social vigente. Su interés
reside en cuestionar, de un modo u otro, el estado de cosas de una sociedad dividida en clases. Es
cierto que la ontología histórico-materialista es sumamente precisa en postular al socialismo
como estadio necesario para eliminar la explotación y la dominación, y lograr la libertad del
hombre, pero eso no se podrá lograr si no se abandona el vanguardismo, y se asume al marxismo
como parte de algo más grande que es el saber crítico de los pueblos, en donde también está la
praxeología. Significa esto basar la lucha por el socialismo -o por una sociedad alterna al
capitalismo, en suma, una sociedad más racional- en la pluralidad y la diversidad que son
características constituyentes del sujeto del cambio en la época actual: el sujeto popular.
[ CITATION Rau06 \l 9226 ]

Intervención. El destino de esta categoría en Trabajo Social, por herencia del pasado clínico de
la profesión, ha sido el del escepticismo. Pero lo cierto es que toda ruptura genera una
continuidad y, así como la ontología no siempre es cómplice de las determinaciones metafísicas
del ser, la intervención no siempre es cómplice de las determinaciones funcionalizantes del
Trabajo Social. De hecho, la noción de intervención lleva dentro de sí una relación indisociable
con una práctica profesional que le exige ser “una investigación al servicio de la
acción”[CITATION Jul171 \p 223 \t \l 9226 ]. De ahí a que ese servicio contribuya a legitimar o
transformar el orden social dependerá del proyecto ético-político que el profesional, consciente o
inconscientemente, asuma. La discusión del marxismo en Trabajo Social tiene que pasar
necesariamente por el problema de la intervención, porque es en ella donde las posibilidades y
límites de la profesión respecto a la transformación de la realidad pueden hacerse evidentes. Los
dos tipos de formación para la investigación que se expusieron aquí pueden contribuir a dicho
objetivo. Uno, por problematizar la noción de investigación-intervención y el otro por posibilitar
la reconstrucción, en el plano del pensamiento, del escenario de intervención profesional.

Hermenéutica. El segundo momento de la praxeología -el juzgar- pone en primer plano algo
que ha pasado de largo por el marxismo vulgar: la hermenéutica. Toda esta etapa es una
invitación a entrar en el conflicto de las interpretaciones, a explicitar el momento por el que toda
investigación pasa, incluso la investigación marxista. En este caso, la investigación ontológica,
como casi todo en el marxismo, persigue el objetivo de “terminar con la obnubilación de la
consciencia”[CITATION Sac68 \p XIII \l 9226 ]. Este objetivo está inmerso en la célebre tesis
XI sobre Feuerbach, pero el mismo movimiento de la realidad ha hecho que la interpretación se
pierda en la transformación. Cuando Marx escribe que “Los filósofos no han hecho más que
interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”[CITATION
Mar06 \p 59 \t \l 9226 ], no está diciendo que deba dejarse a un lado la interpretación de la
realidad, sino que, a partir de su correcta interpretación, pueda ocurrir su transformación. Marx,
dándole un instrumento de reflexión a la realidad, es como la marca en forma perdurable. No ha
sido fácil entender este hecho en Trabajo Social por la tendencia a crear una oposición irreflexiva
entre los paradigmas clásicos que han guiado el quehacer profesional, sin tener en cuenta que el
lugar donde ellos se manifiestan es un “mundo en el que todo está preñado de su
contrario”[CITATION Ber89 \p 10 \l 9226 ]. La lógica paradójica no es eclecticismo. De hecho,
expresar y captar esa contradicción ha sido lo más distintivo y notable del espíritu marxista. Por
lo tanto, este punto de quiebre es el que muestra al investigador social que tipo de hermenéutica
existe en Marx: la hermenéutica de la sospecha, como reducción de las ilusiones y mentiras de
la conciencia [CITATION Ric90 \p 32 \l 9226 ].

Praxis. La praxis suele ser un tema recurrente en aquellas formas de investigación que se
interesan por contribuir a la transformación de la realidad. Y es básicamente porque ella, aparte
de referirse a la unidad o relación dialéctica entre teoría y práctica, también se establece “como
respuesta filosófica a esta cuestión filosófica: ¿quién es el hombre?, ¿qué es la realidad humano-
social?, y ¿cómo se crea esta realidad?” [CITATION Kos96 \p 239 \l 3082 ]. La verdadera
concepción filosófica de la praxis, es decir, aquella que entiende la actividad humana como
objetiva, científica y creadora[ CITATION Sán80 \l 9226 ], tiene como centro de su
planteamiento a la “determinación de la existencia humana como transformación de la realidad”
[CITATION Kos96 \p 240 \l 9226 ]. La praxeología tiene claro esto al partir del principio
antropológico de que la persona humana es un ser que actúa y reflexiona sobre su actuar, por eso,
“la acción política tiene que ver con un quién, no con un qué”[CITATION Jul11 \p 26 \t \l
9226 ]. La praxis es un humanismo. Solo por la actividad humana y por el desarrollo del ser
social es posible la praxis. Así es como Lukács[CITATION Luk \n \t \l 9226 ] afirma que la
libertad [como objetivo contenido en la praxis en tanto transformación de la realidad] es el
resultado de la propia actividad del género humano.

Dialéctica. Puede decirse que todos los errores de envergadura a los que vuelve constantemente
el Trabajo Social se deben a su indiferencia o rechazo por la dialéctica como comprensión de la
realidad y como método de investigación. Del marxismo se podría decir lo mismo, solo que
marxismo sin dialéctica no es marxismo, o bueno, al menos no marxismo crítico, sino vulgar.
Tanto ontología como praxeología basan su quehacer investigativo en la dialéctica, lo que es ya
suficiente razón para volver la mirada hacía ellas. Por un lado, el quehacer fundamental de la
praxeología es el desplazamiento de lo concreto vivido a lo concreto pensado para retornar a lo
concreto construido y de ahí a lo concreto aprehendido. Y para eso ¿qué necesita el
praxeólogo?: un “ejercicio de abstracción, de pensar por separado aquello que no está
separado”[CITATION Jul11 \p 31 \t \l 9226 ]. Resulta entonces perfectamente coherente con la
forma de proceder que Marx compartió en la Introducción a los Grundrisse: “partir del supuesto
efectivo, (…) [pasar por la] representación caótica, (…) [llegar a las] determinaciones más
simples (…) [y, de ahí] emprender el viaje de retorno (…) [para construir] una rica totalidad con
múltiples determinaciones y relaciones”.[CITATION Mar07 \p 21 \t \l 9226 ]. Y para eso ¿qué
necesita el investigador? la capacidad de abstracción [CITATION Mar99 \p XIII \t \l 9226 ].
Ahora, por la ontología ya quedó explícito, en la medida de lo posible, cómo la dialéctica toma
forma en el trinomio singular-universal-particular. Un versado discípulo de Lenin, como lo fue
Lukács, tuvo claro desde un principio la importancia del método dialéctico y en especial de su
carácter de totalidad, historicidad y contradicción para la investigación.

4. Conclusión

El propósito de incluir en la reflexión sobre el Trabajo Social a los dos tipos de formación para la
investigación aquí expuestos radica en su potencial creativo. Si de lo que se trata es de identificar
en las demandas del tiempo presente la actualidad del marxismo, lograremos ampliar la discusión
más allá de los puntos en los que todos estamos de acuerdo. Dando paso a una nueva
composición intelectual, con el marxismo y los clásicos como referente teórico, es que la
profesión podrá identificar problemas, campos y debates emergentes. Es esto, en últimas, lo que
define al pensamiento crítico, en especial, si es fiel a la precaución gramsciana de que crear una
nueva cultura, en este caso una nueva cultura investigativa, no significa sólo hacer
individualmente descubrimientos "originales", significa también y especialmente difundir
críticamente verdades ya descubiertas, "socializarlas" por así decirlo y por lo tanto hacer que se
conviertan en base de acciones vitales, elemento de coordinación y de orden intelectual y
moral[CITATION Gra86 \l 9226 ]. Tal cosa fue lo que se buscó con este escrito.

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