Después de todo esto, se me acercaron los jefes y me
dijeron: «El pueblo de Israel, incluso los sacerdotes y le- vitas, no se ha mantenido separado de los pueblos ve- cinos, sino que practica las costumbres abominables de todos ellos, es decir, de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos. De entre las mujeres de esos pueblos han tomado esposas para sí mismos y para sus hijos, mezclando así la raza santa con la de los pueblos vecinos. Y los primeros en cometer tal infidelidad han sido los jefes y los gober- nantes». Esdras 9: 1 – 2 NVI … en que cuando el desánimo toma lugar en nuestras vidas una de las primeras cosas que sucede es que descuidamos nuestra área espiri- tual.
1. La antesala del pecado es el desánimo. El enemigo cuando comienza a
trabajar en la vida de alguien lo hace desde la estrategia del desánimo por- que si logra desanimarlo lo llevará directo a pecar y como consecuencia a alejarse de Dios.
2. El desánimo lleva a liderar de manera equivocada, desde el desenfoque
que no busca renovarse y levantar el servicio a Dios pues se concentra en otras cosas. Esdras llegó a un pueblo que no estaba dispuesto a salir del pe- cado en el que estaba, aun conociendo que era desagradable a Dios.
3. Esdras, en lugar de hacer un llamado de atención, de confrontar al pueblo,
llamar a los líderes a una reunión y mostrarles los que estaban haciendo, enfoca su corazón en Dios. Él sabe cómo y en qué consisten las restauracio- nes. Este sacerdote se humilla delante de Dios y no se hace el desentendido frente a lo que está sucediendo.
4. Rasgarse las vestiduras, arrancarse el cabello de la cabeza y barba y pos-
trarse angustiado es señal del dolor que embargó el corazón de Esdras. Él no estaba dispuesto a reiniciar de esa manera, por eso pudo descubrir poco a poco que Dios lo había enviado a restaurar toda la vida espiritual de su pueblo.
5. Cuando Dios nos llama, en el camino vamos descubriendo lo que debe-
mos hacer. Hay cosas que él no muestra de manera inmediata, sino a medida que avanzamos en el propósito. Dios no le habla a Esdras sobre la condición espiritual de su pueblo, seguramente para que no se cargara antes de tiem- po, sino que permite que llegue y él mismo se dé cuenta.