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Jorge Alejandro Alvarado

Becerril Coca & Becerril


2019

EL SECRETO PROFESIONAL ENTRE ABOGADO – CLIENTE EN MEXICO

El secreto profesional en México es un tema frecuentemente poco abordado en los foros


jurídicos mexicanos. Este tema se ve muchas veces relegado en su análisis a consecuencia
posiblemente de la propia cultura jurídica mexicana dado que, en la mayoría de los casos, las
instituciones gubernamentales o jurisdiccionales no cuentan con las facultades de investigación
necesarias o, aun contando con ellas, no las explotan. Esto ocasiona que estas instituciones entren
en franco conflicto con dicha figura, que protege los derechos constitucionales a la intimidad, de
defensa y de inviolabilidad de las comunicaciones privadas. Contadas excepciones, son los órganos
gubernamentales especializados en competencia económica y telecomunicaciones, en donde,
producto de su propia naturaleza jurídica de autonomía constitucional y de la seriedad en las
investigaciones materia de sus fines de creación, se ha dado la mayor evolución doctrinal y
jurisdiccional en el tema.

En este sentido, el presente artículo tiene como propósito realizar un breve repaso jurídico
a dicha figura, así como contextualizar al lector respecto de sus implicaciones particularmente en la
materia civil, sin bien tomando elementos que se han desarrollado en otras materias jurídicas, como
la de competencia económica.

Así, nuestra legislación jurídica mexicana no proporciona una definición de lo que deberá
entenderse por "secreto profesional", aunque sí regula dicha figura como más adelante se
relacionará. Para efectos del presente artículo y dada la claridad en el concepto, utilizaremos la
definición elaborada en la ejecutoria del Primer Tribunal Colegiado de Circuito en Materia
Administrativa Especializado en Competencia Económica, Radiodifusión y Telecomunicaciones. De
acuerdo con este tribunal colegiado especializado, el secreto profesional entre un abogado y su
cliente es:

"[...] una medida de protección que deriva de los derechos constitucionales a la intimidad, de
defensa y de inviolabilidad de las comunicaciones privadas, [...] consistente en que el (abogado)
tiene el deber de preservar la confidencialidad de la información y de los documentos que el
(cliente) le refiere para estar en condiciones de producir su defensa y, por consiguiente, se le exime
de la obligación de poner en conocimiento de las autoridades hechos que pudieran estar
relacionados con la comisión de un ilícito, los cuales cuenta con la protección constitucional y legal
consistente en tenerlos como secreto profesional, y por tanto, como confidenciales"1
En resumen, y de conformidad con esta definición, el secreto profesional consiste en la
obligación que tiene el abogado de guardar como confidencial la información que su cliente le haya
brindado para la prestación de los servicios profesionales en cuestión.

Partiendo de esta definición básica, a primera vista parecería bastante evidente que las
facultades de investigación que tienen ciertos órganos de investigación a saber: Comisión Federal
de Competencia Económica, Instituto Federal de Telecomunicaciones, Ministerios Públicos y en
general los órganos jurisdiccionales que tienen como obligación la averiguación de la verdad
histórica o legal, podrían entrar en conflicto con la institución del secreto profesional.

En términos generales, los requerimientos de información y las citaciones emitidas por estos
órganos gubernamentales o jurisdiccionales pueden ser transmitidos a cualquier persona que tenga
relación con la materia de la investigación, lo cual claramente puede incluir a los abogados y demás
profesionistas del agente investigado. Similarmente, las visitas de verificación pueden ser
legalmente practicadas en cualquier lugar en el que se estime que puedan encontrarse elementos
probatorios relevantes para la investigación, lo cual claramente incluye las oficinas de los abogados
y demás profesionistas al servicio del agente investigado.

Ahora bien, tanto el Código Civil Federal ("CCF") como el Código Federal de Procedimientos
Civiles ("CFPC") regulan el secreto profesional. Sin embargo el primero de ellos tiene una regulación
de naturaleza prohibitiva más que reguladora en el sentido de que su artículo 2590 sanciona la
conducta del procurador o abogado que revele a la parte contraria los secretos de su poderdante o
cliente, o que le suministre documentos o datos que lo perjudiquen, haciéndolo responsable de
todos los daños y perjuicios, quedando, además, sujeto a la responsabilidad penal que pueda
actualizar. Sin embargo, no se dan mayores elementos normativos de dicha figura.

Por su parte, el artículo 90 del CFPC desarrolla más las aristas de dicha figura al señalar que
las personas que deben guardar secreto profesional, están exentas de la obligación de exhibir
documentos y cosas que tengan en su poder cuando fueren requeridas para ello dentro de una
investigación, en los casos en que se trate de probar contra la parte con la que están relacionados.
Por ello podemos concluir que esta disposición constituye una excepción a la regla general de que
todo tercero está obligado a prestar auxilio a los órganos gubernamentales o jurisdiccionales en las
averiguaciones de la verdad. Este hecho hace evidente el choque entre el secreto profesional y la
potestad de los órganos en sus investigaciones, conflicto que se pretende resaltar en el presente
artículo.

De igual forma es relevante citar el artículo 36 de la Ley Reglamentaria del artículo 5o.
Constitucional, relativo al ejercicio de las profesiones en la Ciudad de México:

"Artículo 36.- Todo profesionista estará obligado a guardar estrictamente el secreto de los asuntos
que se le confíen por sus clientes, salvo los informes que obligatoriamente establezcan las leyes
respectivas."
En este contexto, el lector deberá advertir que muchas veces, los propios cuerpos
normativos que otorgan facultades a las autoridades para la realización de investigaciones para la
averiguación de la verdad, señalan la aplicación supletoria de la legislación civil federal antes citada.
Un ejemplo claro de esto es el artículo 121 de la Ley Federal de Competencia Económica ("LFCE")
donde la legislación supletoria de dicho dispositivo legal es el CFPC.

En este sentido se señala el conflicto entre dicho secreto profesional (amparado en el


artículo 90 del CFPC) y las facultades de investigación de las autoridades gubernamentales o
jurisdiccionales. Como se señala en materia de competencia económica, dentro de las facultades de
investigación previstas en la LFCE se encuentran las siguientes: (i) practicar visitas de verificación en
cualquier lugar en el que presumiblemente existan elementos para la debida integración de la
investigación; (ii) citar a declarar a cualquier persona que tenga relación con los hechos que se
investigan; y (iii) requerir de cualquier persona los informes y documentos que estimen necesarios.

En relación con las visitas de verificación, la LFCE faculta a los funcionarios que las llevan a
cabo para: (a) acceder a cualquier oficina, establecimiento, medio de transporte, aparato
electrónico, archivos o cualquier otro medio que pudiera contener evidencia de conductas
contrarias a la LFCE; (b) verificar los libros, documentos y papeles en general del visitado que se
relacionen con su actividad económica; (c) hacer u obtener copias en cualquier medio (imagen
forense de discos duros, fotografías, videograbaciones, etc.) de cualquier documento o aparato
electrónico revisado; (d) asegurar todos los documentos o aparatos electrónicos del visitado en la
medida que resulte necesario para la investigación; y (e) solicitar a cualquier funcionario,
representante o empleado del agente visitado explicaciones sobre hechos, información o
documentos relacionados con el objeto de la visita de verificación, asentando sus respuestas en el
acta de la visita.

Es pertinente recordar que, en términos del artículo 90 del CFPC, las personas que deben
guardar secreto profesional están exentas de la obligación de exhibir documentos y cosas que
tengan en su poder cuando fueren requeridas para ello dentro de una investigación, en los casos en
que se trate de probar contra la parte con la que están relacionados.

En relación con lo anterior, es importante tener en cuenta que como ha sido reconocido por
nuestros tribunales, el secreto profesional deriva de los derechos fundamentales a la intimidad, de
defensa y de inviolabilidad de las comunicaciones privadas, establecidos en la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos ("CPEUM").

Por lo tanto, el artículo 119 de la LFCE o cualquier otra legislación que dote a los órganos
gubernamentales o jurisdiccionales de facultades de investigación en la averiguación de la verdad
debe ser compatible con la figura del secreto profesional para ser constitucionalmente válido. Más
aún, ante múltiples interpretaciones posibles de dicha disposición, debe optarse por aquella que le
permita a esta figura del secreto profesional subsistir en el ordenamiento jurídico mexicano.

Por ende resulta evidente que, siguiendo una interpretación conforme a la luz de los
principios pro personae y de conservación de la ley, la omisión legislativa en el artículo 119 de la
LFCE o cualquier otra legislación análoga, consistente en no incluir una excepción para la figura del
secreto profesional, debe ser interpretada como involuntaria. De esta manera, se cumplen los
requisitos establecidos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación2 para que opere la
supletoriedad de la ley, y en particular, el artículo 90 del CFPC. Consecuentemente, la obligación de
cooperación prevista en la LFCE o cualquier otra legislación análoga es compatible con la CPEUM y
debe subsistir.

Como conclusión, se puede señalar que el secreto profesional sintetiza un mecanismo de


protección constitucional a los derechos fundamentales a la intimidad, de defensa y de
inviolabilidad de las comunicaciones privadas, constituyendo un grado de excepción frente a las
facultades investigadoras de los órganos del Estado en la averiguación de la verdad y a la obligación
de todo gobernado, en todo tiempo, a prestar auxilio a los tribunales y órganos gubernamentales
en las averiguaciones de la verdad. Excepción permitida dada la especial posición de los
profesionistas frente a sus clientes, que les significa el acceso a información privilegiada y sensible
para la defensa de sus intereses. Esto último implicaría un punto de conexión relevante con el
derecho fundamental de audiencia, lo que permitiría concluir la angular importancia del secreto
profesional como figura jurídica y sus implicaciones para todo Estado de Derecho.

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