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CAPITULO VIGESIMOPRlMERO

LA SUSPENSION DEL -ACTO RECLAMADO EN EL AMPARO


INDIRECTO O BI·INSTANCIAL
SUMARIO: I.-Suspensión de oficio y a petición de parte: A. La suspensión
oficiosa. B. La suspensión a petición de parte. n.-Condiciones de proceden-
da de la suspensión a petición de parte: A. Certeza de los actos reclamados.
B. Susceptibilidad de paralización de los actos reclamados conforme a su natu-
raleza. C.· Satisfacción de los requisitos previstos en el artículo 124 de la Ley
de Amparo: a) Solicitud de la suspensión; b) No contravención a normas
de orden público: 1. Introducción; 2. Algunas ideas doctrinales sobre el orden
público; 3. El orden social; 4. Normas de derecho público y de derecho
privado; 5. El orden público; 6. Las normas de orden público y su distin-
ción de las de derecho público: e) No afectación al interés social. d) La
suspensión del acto reclamado frente a. las normas de orden público y al inte-
rés social. e) Presunciones legales y casos jurisprudenciales sobre afectación
al interés social y contravención a disposiciones de orden público. i) Difi-
cultad en la reparación de los daños y perjuicios que cause la ejecución del
acto reclamado. lIJ.-La suspensión contra el cobro de impuestos, multas u
otros pagos fiscales. IV.-La suspensión contra actos que afecten la libertad
personal del quejoso: A. Contra actos de autoridades no judiciales (adminis-
trativas en - general, policíacas y del Ministerio Público). B. Contra actos de
autoridad judicial: a) Planteamiento de la cuestión; b) El otorgamiento de dicha
suspensión no es oficioso; e) La suspensión provisional contra una orden judi-
cial de aprehensión o un auto de formal prisión; b) La suspensión definitiva
contra una orden judicial de aprehensión o un auto de formal prisión; e) La
jurisprudencia de la Suprema Corte; f) la decisión del Pleno de la Suprema
Corte de B de noviembre de 1955; g) Conclusiones. C. Interpretación por la
Suprema Corte del artículo 136 de la Ley de Amparo. V.-Requisitos de efecti-
vidad de la suspensión a petición de la parte: A. Requisito en amparos civiles,
administrativos y laborales: a) La fianza; b) La hipoteca; e) La prenda;
d) Carácter de las garantías; e) Su fijación; f) Reglas [urisprudenciales acerca
de la fianza; g) La contra-garantla; h) El incidente de daños y perjuicios;
i) Oportunidad procesal para otorgar la garantía; ;) Cancelación de las garantías
y contra-garantías y modificabilidad de su monto. B. Requisitos de efectividad de
la suspensión de ampar~ contra materia fiscal: a) Regla general; b) Excepciones.
C. Requisitos de efectividad de la suspensión en amparos penales. VI.-EI inci-
dente de suspensión: A. Su naturaleza; B. Solicitud de la suspensión; C. Auto
inicial. D. La suspensión provisional. E. El informe previo. F. La audiencia
incidental. G. La suspensión definitiva: a) L1. Interlocutoria suspensional; b)
Reglas legales y jurisprudenclalés que norman dicha interlocutoria; e) El otorga-
miento de la suspensión definitiva; d) Facultades del Juez. de Distrito al con-
ceder la suspensión definitiva; e) La denegación de la suspensión definitiva; f)
Incidente de suspensión sin materia. VII.-L1 revocación y modificación de la sus-
pensión por causas supervenientes. VIIJ.-EI incidente de incumplimiento o desobe-
diencia a las resoluciones suspensionales: A. Su procedencia: a) Desacato a la
suspensión provisional; b} Desobediencia a la suspensión definitiva. B. Princi-
pios fundamentales de observebilidhd de las resoluciones suspensionales. C. Suhs-
tandación del incidente de incumplimiento a las resoluciones suspensionaJes.
718 EL JUICIO DE AMPARO

1. SUSPENSiÓN DE OFICIO Y A PETIOÓN DE PARTE

Respecto del otorgamiento de la suspensión del acto reclamado en los juicios de


amparo indirecto, o sean aquellos en los que los Jueces de Distrito COnocen en primera
instancia, existen dos formas de concederse, a saber: o icioJamente Oc el ór ano de
contro sine ua flan det lile 'oso tal como o es Ieee el artícu-
o 122 de la Ley de AmpalQ, que dice: "En los Casos de la competencia de los Jueces
de Distrito, la suspensión del acto reclamado se decretará de oficio o a petición de la
parte agraviada, con arreglo a las disposiciones relativas de este capítulo:'

A, La suspensión oficiosa
La JlJspensión oficiosa o de oficio es aquella que se concede por el Juez de Dis-
trito sin que previamente exista ninguna gestión del agraviado solicitando su otor a-
IDJen o. r el a sus caSI n o lCl0sa en a . e un acto 'ti
motu ro rio 'de la 'urisdi ción obedece a 'la ravedad del acto reclamado re
o ríes o e Uf de e'feotarse éste uede sin materia el juicio e aro ae o ¡ro o i-
bilidad de Uf se curo la la sentencia constituciona ue confiera al ue'oso la
tecClón de a Justicia Federal.
La procedencia de la suspensión de oficio en el juicio de amparo indirecto, está
en razón de dependencia con dos factores: la naturaleza del acto reclamado, que acusa
gravedad en cuanto a los efectos de su ejecución para ,el agraviado, y la necesidad de
conseNJar la materia de amparo, evitando la imposibilidad de que se restituya al que.
joso en el uso y goce de la garantía constitucional violada, Estos dos factor!", determi-
nantes exclusivos y limitados de la procedencia de la suspensión oficiosa, se encuentran
previstos en el artículo li3 de la Ley de Amparo en sendas fracciones,
La primera de ellas establece:

"Procede la suspensión de oficio: 1. Cuando se trate de actos que importen peligro de


privación de la vida, deportación o destierro o alguno de los prohibidos por el artículo zz
de la Constitución Federal."

Esta disposición, como se ve, consagra la procedencia de la suspensión de oficio


tomando como criterio la gravedad de los actos reclamados desde el punto de vista de
su naturaleza material, como son aquellos' que importen el peligro de privación de la
vida, deportación o destierro, mutilación, infamia, azotes, marca, palos, tormento, multa
excesiva, confiscación de' bienes o cualquier otro que se traduzca ea la imposición
de penas inusitadas (esto es, distintas de las establecidas por el Código Penal o por la
legislación penal complementaria) y trascendentales (o sea, que se hagan ext'S?sivas
a los parientes o familiares del procesado). El criterio mencionado consiste, pues,' en la
enumeracián limitada de los 'actos respecto de los cuales procede la suspensión oficiosa,
por lo. que, si se trata de un acto diverso de los referidos, ésta sería impE.~cedente.
La fracúón II -del artículo 123 de la Ley de Amparo contiene como criterio deter-
minante de la procedencia de la suspensión oficiosa el segundo de los factores a que
ya aludíamos, o sea, el consistente en la necesidad imprescindible de evitar la consu-
mación .del acto reclamado para impedir que el juicio de amparo quede sin materia,
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 719

Dice al respecto la citada fracción: "Procede la suspensión de oficio: II. Cuando se trate
de algún acto que, si llegare a consumarse haría físicamente imposible restituir al que-
joso en el goce de la. garantía individual reclamada:'

De acuerdo, pues, con esta disposición legal, es la imposibilid<tti material o [isic«


de reparar la violaci6n a la garantía individual en que incurra la autoridad respon-
sable, el elemento que determina la procedencia oficiosa de la suspensión. A dife-
reacia de la fracción anterior, la que comentamos no encierra un criterio limitativo
o enumerativo respecto al establecimiento de los casos de procedencia de la suspen-
sión de oficio, sino que, dados los términos de su redacción, deja arbitrio al juzgador
para apreciar cuándo se trata de actos cuya ejecución, de consumarse, haría imposible la
restauración al agraviado del goce y disfrute de la garantía individual infringida. Tales
son, verbigracia, los actos cuya consumación prive de la vida a una persona o importen
la. destrucción de una cosa no fungible individual yconcretamente determinada.
También procede la suspensión de oficio tratándose de delermin<ttio lipa de que-
josos y de actos reclamados, y el caso respectivo se contrae a aquél en que dichos
sujetos procesales sean núcleos de población y los actos "tengan O puedan tener por
consecuencia la privación total o parcial, temporal o definitiva" de sus bienes agrarios o
la sustracción de los mismos del régimen jurídico ejidal (art. 123, frac. IJI).'"
En cuanto a la concesión de la suspensión oficiosa en los casos a que se re-
fieren las tres fracciones del artículo 123 de la Ley de Amparo, dicho precepto esta-
blece que aquélla se decretará de plano "en el mismo 'auto en que el juez admita
la demanda, comunicándose sin demora a la autoridad responsable, para su inmediato
cumplimiento, haciendo uso de la vía telegráfica, en los términos del párrafo tercero
del artículo 23 de esta Ley".
En otras palabras, tratándose de la suspensión" oficiosa, 110 existe la suspensión
provisional ni la definitiva, ni se forma el incidente respectivo, separado del expe·
diente que concierne a la tramitación substancial del amparo.8 23
Naturalmente que la concesión de plano dé la suspensión del acto reclamado
no es definitiva e inmodificable, pues está sujeta a la facultad que el artículo 140
del mencionado ordenamiento confiere al Juez de Distrito para revocar o modificar
el proveído en que la decretó, mientras no se pronuncie sentencia ejecutoriada en el
juicio de amparo correspondiente. Al ejercitar esta facultad, cuya procedencia está
basada en la aparición de censas supervenientes durante la secuela del procedimiento
que vengan a desvirtuar los fundamentos que tuvo el juzgador para conceder la sus-
"pensión, -el~Juez de Distrito.debe cerciorarse _de quedejaron de existir los elementos o
condiciones que señala el artículo 123 para la procedencia- de "la suspensión- d-e oficio,
obrando en su consecuencia, de acuerdo con las modalidades especiales" del caso
concreto.

822 L1. crítica a este caso de procedencia oficiosa de la suspensión la formulamos en el Capí-
tulo XXVI de este libro.
823 Sin embargo, por razones especialmente de carácter práctico, dicho incidente debe for-
marse por cuerda separada del' principal, ya que el Juez de Distrito siempre conserva su juris-
dicción en la cuestión suspcnsional para decidir sobre el incumplimiento al auro respective y
sobre la modificación o revocación de la suspensión por causas supervenientes, facultades 9ue no
podría ejercitar si los autos principales, y entre ellos el proveído que hubiese decretado oficiosa-
mente la mencionada medida cautelar en el auto admisorio de la demanda, se enviaran a su superior
jerárquico para la substanciación del recurso procedente. "
B. La J~Jpe1Uión a peJición de parle
La sus ensián a etición darle es rocedente
se encuentran revistos en el artículo 123 de la
ce a e artículo 124 e ro 10 oc enamiento..
de arte está sujeta a determinados r uisitos est eci os en a
a ro ar en s especies, a S3 r: re uiJifos e procedenCIa requiJitos de efecJjv/ tid.
los prImeros es consbtuí os por aque as con iciones que se reurur para
que surja la obligación jurisdiccional de conceder la suspensión; los segundos implican
aquellas exigencias legales que el agraviado o quejoso debe lIenar para que surta JUJ
e[ectos la suspensión obtenida. En la Ley de Amparo, al hacerse alusión a ambas
especies de requisitos indistintamente se emplean las ideas "conceder la suspensión"
y "surtir ésta sus efectos" como si fueran sin6nimas e implicarán la misma 00011;0·
tación; mas nosotros, para fijar con más exactitudel alcance de dichas categorías de
requisitos, hemos empleado y contraído el término "concesión" en lo que toca a la
procedellria de la suspensión a petición de parte, y las palabras "producción o caus«.
cián de ejectos' por lo que atañe a la efecJividad de la misma.

II. CoNDICIONES DE PROCEDENClA DE LA SUSPENSIÓN A PETICIÓN DE PARTE

La procedencia de dicha suspensión se funda en tres condiciones genéricas, neo


cesariamente concurrentes, y que son: que Jos actos contra los cuales se haya soljej,
lado dicha medida cautelar, sean ciertos; que la naturaleza de los mismos er .
aralizaci6n,o y ue, reuniéndose os os remos anteriores, se satí agan los
Sitos reuss Os en e ariJO/ o 12 e e m aro.

11.. Certeza de 10J actos reclamados


Como afirmamos en el capítulo precedente, la suspensión opera frente a los actos
que se reclamen, de. tal manera que si éstos no existen, o si el quejoso no comprueba
su existencia en la audiencia incidental a que se contrae el artículo 131 del invocado
ordenamiento, es decir, no desvirtúa el informe previo negativo de las autoridades
responsables, no existe materia sobre qué decretar la citada medida cautelar, por lo
que procede negar ésta.8 2•

B. StlJceplibilidad de paralización de 10J actos reclamsdos conforme a J1I naturaleza


Pero no basta que los actos que se impugnen en amparo sean ciertos para que
contra ellos se otorgue la suspensión, sino que es menester que, conforme a su natu-
raleza, sean suspendibles, es decir, que no Sean íntegramente negativos ni estén total-
l:i~" La ;u";sprudencía de la Suprema Corte ha establecido que si el' agraviado no desvirtúa el
infor.!.lle previo en que las aut~ridades responsables hayan n~gado la e~istencia de los actos red~­
mados, debe negarse la suspensión, por carecer ésta de" metena {Apéndice al Tomo CXVIlI. Tesis
Hl). Tesis 120 de l:t Compilación 1917·196.5 y tesis IliJ del Apétldice 197.5, MaJer-;a General,
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 721

mente consumados. Por acto negativo en su integridad se entiende aquel en que el


rehusamiento de la autoridad para obsequiar las peticiones o instancias del particular,
agota la actividad de ésta, sin que de dicho acto se hagan derivar por el quejoso actos
consecuentes positivos, contra los cuales procede la suspensión, según dijimos. Por
acto totalmente consumado debe conceptuarsé a aquel que finaliza la actividad autori-
taria que se combata, sin que al órgano del Estado responsable le sea ya dable realizar
ninguna consecuencia o efecto del propio acto.
La improcedencia de la suspensión contra' actos íntegramente negativos o total-
mente consumados es obvie, ya que dicha medida cautelar nunca tiene efectos restitu-
torios o destructivos de los actos que con antelación a eUa se hubiesen realizado,
operando solamente contra actos de carácter positivo, para impedir que éstos se eje-
cuten o que generen sus consecuencias inherentes, como lo afirmamos en el capítulo
precedente.

C. Satisfacción de los requisitos previstos m el articulo 124 de la Ley de Amparo


a) Solicitad de la SIIspemión
El primero de tales requisitos consiste en que el agraviado pida la suspenslon
del acto reclamado (frac. 1 del precepto mencionado). Esta condición es inherente al
principio de la petición de parte como causa generadora de la actuación jurisdiccional,
de tal suerte que, no existiendo aquélla, no puede ésta desplegarse. La solicitud debe
ser expresa} esto es, formularse claramente por el quejoso en su demanda de amparo
o durante la tramitadón del juicio (art. 141), so pena de que en éste no se suscite
cuestión alguna relativa a la suspensión del acto reclamado.
El requisito de la solicitud necesaria de la suspensión tiene su razón de ser en
que, según el criterio sustentado por el legislador, la naturaleza de los actos recla-
mados, distintos de los mencionados en el artículo 123, no acusan la suficiente gra·
vedad para que la concesión de dicha medida cautelar se formule oficiosamente, por
lo que es el propio interés del agraviado, manifestado en la petición correspondiente, lo
que debe constituir la base del otorgamiento de la suspensión.

b) No contravención a normas de ordm públim. (art. 124, frac. Il, de la Ley de


Amparo)
Este requisito exige que, de otorgarse la- suspensión, "no se contravengan di.rpo~_
siciones de orden público". La fijación del concepto "normas o disposiciones de orden
público" entraña una de las cuestiones más arduas que afronta no sólo la teoría y la
jurisprudencia en materia de amparo, sino aun la doctrina jurídica en general. Sin
embargo, a sabiendas de los errores y deficiencias en que incurramos, trataremos de
ofrecer un criterio, más o menos uniforme, par~ fincar la solución que pudiera darse
a tan ingente problema.

1. Introducción
Si cualquier cuestión jurídica es opinable, es decir, susceptible de apreciarse diver-
. samente, pocas como la relativa a la determinación del concepto de "orden público"
722 EL JUIOO DE AMPARO

presenta tan graves dificultades tanto en su aspecto puramente teórico como en su apli-
cación práctíca, Sobre todo, el juzgador de ampado tropieza cotidianamente, en su
constante labor tendiente a resolver los arduos y espinosos problemas suspensionales,
con serios escollos para precisar si las normas legales que acostumbran invocar en sus
informes previos las autoridades responsables COmo fundatorias de los actos que se les
reclaman en la vía constitucional, ostentan o no el carácter de "normas de orden, públi-
co" para negar o conceder al quejoso la suspensión definitiva. Y es que la idea de
"orden público", que tiene .perfiles tan sinuosos y vagos, no ha logrado comprenderse
en una definición atingente ni fundarse en un criterio certero, claro e invariable que
fije su esencia ·misma, para calificar, conforme a ella, todas las disposiciones legales
que suelen colocarse sobre el tapete de la estimación judicial, sin que se impida, por
ende, el empirismo, la mayoría de las veces casuístico, que frecuentemente enseñorea
las decisiones que se emiten a prop6sito de la institución suspensional dentro de nues-
tro juicio de garantías. Parece ser que el "orden público" es un enigma indescifrable,
una incógnita que difícilmente puede despejarse con propensión de generalidad; r el
solo intento, ya no digamos de definirlo, sino de-o describirlo con un criterio uni-
forme, valedero para .todos los casos concretos en que suele debatirse, se ha visto
abandonado bajo el ominoso signo del fracaso apenas se ha pretendido iniciar. Esta
impotencia de la mente jurídica frente al coloso conceptual que representa la idea de
"orden público", se ha registrado no sólo en la legislación, sino aun en la doctrina
y en la jurisprudencia; o sea, que el legislador, así como el teórico del Derecho y el
juzgador mismo, se han declarado derrotados en la batalla por su captación en pro-
posiciones lógicas definidas ante las abrumadoras dificultades que obstaculizan se-
mejante empresa. El "bomo juridictls en sus variados aspectos intelectivos, se ha
Jl
,

resignado a abrigar en su mente un concepto intuitivo de "orden público", incapaz


de externarse en un criterio general que lo explique y comprenda, haciéndolo apli-
cable a los ilimitados casos concretos en que opera; y sólo aflora a la objetividad
de la vida jurídica en condiciones de particularidad y casuismo, A lo más que se ha
llegado en la tarea especulativa sobre el concepto de "orden público", tanto en la doc-
trina como en la jurisprudencia, es a formular hipótesis más o menos generales en
que determinados tipos de leyes presentan el carácter de "normas de orden público";
y se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que a esa pobre y restringida meta ha
.arribado nuestra Suprema Corte, la cual, en diferentes tesis jurisprudenciales, ha esta-
blecido casos generales en que se versa dicho orden y en los que, por ende, es impro-
cedente la suspensión definitiva del acto reclamado, sin brindar un criterio invariable
y uniforme <Jue sirva para destreñar las notas propias de dicho complicado con-
cepto y que, a manera de arcanos, permanecen en lo más recóndito de su ser jurídico.
Es más, ante la labor ímproba de proceder empíricamente en la enunciación de hipó-
tesis generales, pero determinadas, de "orden público", y comprendiendo Con toda
sensatez que no es posible establecer por modo. exhaustivo todos los casos en que tal
orden puede actuar, nuestro máximo tribunal ha dejado en libertad y aptitud a sus
inferiores jerárquicos, sobre todo a los Jueces de Distrito, para determinar o no, en
cada caso concreto, la presencia del "orden público" en las leyes que se debatan en un
incidente de suspensión, considerando que aun el legislador es susceptible de equi-
vocarse en la imputación de dicho orden a las normas jurídicas que elabora, al suponer
fundadamente que no basta que una ley se auto-adscriba dicho , carácter para os-
LA SUSPENSiÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 723

tentarlo legítima y verdaderamente, como sucede con varios ordenamientos que sería
prolijo mencionar. En semejantes circunstancias, el juzgador de amparo, fuera de las
hipótesis de "orden público" establecidas por la jurisprudencia y por la ley (art, 124,
frac. JI, último párrafo, de la Ley de Amparo), tiene que acudir a la idea intuitiva
que de dicho orden tenga para resolver en sentido concesorio ~ denegatorio un pro-
blema suspensional, tornando en· consideración las modalidades propias del caso concre-
to de que se trate, las cuales, a su vez, al apreciarse subjetivamente por el juez, pueden
o no responder a dicha idea, misma que, por no descansar sobre un criterio lógico-
jurídico sólido y consistente, en muchas ocasiones no rebasa los límites de un mísero
y estrecho casuismo, sembrando la veleidad y, por tanto, la inestabilidad, en las reso-
luciones judiciales. Ahora bien, el. juez acomodaticio, carente de inquietud investiga-
dora, abúlico para todo 10 que signifique creación jurídica, sin preocuparse por aportar
ideas tendientes al esclarecimiento de hondas y trascendentales cuestiones de Derecho
ni por cooperar en el proceso evolutivo de éste, puede muy bien sentirse satisfecho
con haber resuelto más o menos acertadamente el problema concreto, específico, que
se le haya planteado sin pretender que sus opiniones puedan proyectar un rayo de
luz, por más tenue que sea, en la dilucidación de cuestiones jurídicas generales, pero
el juez que propenda a encontrar la verdad jurídica, no únicamente en la concreción
sino en la abstracción, no s610 en el ámbito del casuismo sino en las regiones de la
generalidad; el juez, en una palabra, que sea digno de su condición primaria de juris-
ta, debe afanarse no solamente por realizar la actuaci6n concreta de la ley, como di-
jera Cbiovende, sino por contribuir con sus ideas a la soluci6n de los problemas que
interesan vivamente a una instituci6n de Derecho; y aunque tales ideas sean equivo-
cadas y falibles por la misma imperfección humana, no por sus yerros deben dejar
de ser materia de inquisición analítica por los que, en una gradación jerárquica, pueden
enmendarlos, posibilidad que ya supone un impulso creativo.

2. Algunas ideas doctrinales sobre el orden ptÍblicc:.


En la doctrina reina una gran confusión acerca de 10 que debe entenderse por
"orden público", pues cada tratadista que se ha ocupado de esta materia, parte de un
diferente punto de vista para expresar la idea respectiva, sobre todo en el campo
del Derecho Internacional Privado, en el que casi todos los autores convienen en
afirmar que la aplicación de la legislación. positiva extranjera dentro de un país,
cleb~ ser excluida cuando lesione dicho orden. Sin embargo, como ya lo hemos adver-
tido, en la literatura jurldlca "no" se 'descúbré una" idea'<clara;' precisa y exhaustiva
sobre el orden público que viniese a revelar su esencia, ya que los juristas, al elucubrar
acerca de dicho concepto, se concretan a darlo por supuesto y conocido. Así, el mismo
Niboyet ha expresado que "lo que hoy es orden público, no lo será dentro de algunas
semanas o de algunos años" y que la noción respectiva "no es solamente variable de un
país a otro; también varía dentro de un país con las distintas épocas".82G
Las dificultades que presenta la definición de la idea de "orden público" se ponen
de-manifiesto, por otra parte, si se toma en cuenta que su contenido queda sujeto
a la acción del tiempo y a las modalidades del espacio como categorlas siempre con-
dicionantes del conocimiento humano; de ah! que el concepto del orden público no
825 Derecho Internacional Privado, págs. 400 y 405.
724 EL JUICIO DE AMPARO

haya rebasado los límites de la intuici6n o del sentido común Como índices de su deter-
minaci6n y aplicación casuisticas, pues como dice el doctor Aljonsln, "a pesar de que
parece constituir la llave de tantos problemas jurídicos y que es, tan a menudo, la
última ratio del juez, ni su sentido, ni su alcance ni su legitimidad han logrado impo-
nerse", agregando que "todavía se está a la búsqueda de su exacto valor y, si se
puede decir, de' su propio equilibrio" y que "Todos los jurisconsultos, todos los prác-
ticos tienen el sentimiento de que ésta (la noci6n de orden público) es una noci6n
arbitraria, huidiza, que escapa a toda definici6n precisa y que constituye el elemento
perturbador del derecho internacional privado",'" y, pudiéramos decir nosotros, pa-
rafraseando a 'dicho autor uruguayo, de toda la Ciencia Jurídica y, en especial, de la
institución suspensional en nuestro juicio de amparo.
Seria demasiado prolijo citar las opiniones de diferentes tratadistas acerca de la
imprecisión, .vaguedad e Indole escurridiza del concepto de "orden público"; bástenos
para subrayar las notas negativas mencionadas, que acentúan lo arduo del tema que
nos hemos propuesto tratar, evocar las palabras desconsoladoras de dos de los más
connotados especialistas en Derecho Internacional Privado, Pillet y Niboyel, quienes
sobre el particular han aseverado: "la noción de orden público pasa, a justo titulo,
por ser una de las más oscuras del derecho internacional privado (por extensión,
diríamos, de toda. rama jurldica en que dicha idea se aplica por necesidad) y no es
exagerado decir que todo 10 que le concierne es aún objeto de las más vivas contro-
versias" y que "El acuerdo unánime sobre el principio del orden público cesa en
cuanto hay que precisarlo." 827
Podría decirse, como conclusi6n de lo que se acaba de exponer, que cada autor
tiene su propia idea de orden público y la diversidad de las concepciones respectivas,
que adentra al investigador en un verdadero laberinto provocando en su pensamien-
to una grave confusión, obedece a diferentes puntos de vista, los cuales, como án-
gulas parciales de observación, no han arrojado ninguna Juz capaz de descorrer el-
denso velo de nebulosidades en que se envuelve el concepto a que nos referimos.
AsI, para Mancini "el orden público depende exclusivamente de la voluntad del
Estado y comprende todas las leyes necesarias para proteger al Estado de sus enemí-
gas interiores y exteriores. los principios superiores de la moral humana y social, las
buenas costumbres, los derechos primitivos inherentes a la naturaleza humana, y las li-
bertades a las cuales ni las instituciones positivas, ni ningún gobierno, ni los actos
de la voluntad humana podrían aportar derogaciones válidas y obligatorias para esos
estados y el orden econ6mko".828 Como se ve, Mancini, lejos de formular un concepto
general de orden púbJico, Se interna por el Iácil y empírico camino de la enumera-
ci6n de hip6tesis legales en las que dicho orden debe campear, no s610 sin resolver
el problema que plantea su determinación. sino introduciendo mayor confusión en su
inteligencia, al suscitar nuevas y difíciles cuestiones por dilucidar, como son las consis-
tentes en precisar qué se entiende por "protección al Estado", "principios superiores
de la moral humana y social", "buenas costumbres", "derechos primitivos propios de Ja
naturaleza del hombre", ele.

826 El Orden Público, Ed. 1940. pág. 14.


821 Manual de Derecbo InternaáonaJ Privado, París, 1924, pág. 406.
828 Cita contenida en el libro intitulado "El Orden Púb/iul'. de Quintín Alfonsín.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 725

Pillet emite una idea más aceptable de "orden público", al afirmar que "El papel
del Estado en nuestras sociedades modernas es doble, ... concentra en él y repre-
senta necesariamente los intereses de la comunidad, y además es el autor de los
intereses particulares. Las leyes que corresponden a la primera de dichas tareas son
las leyes de orden público del derecho internacional", es decir, "las que conciernen
sobre todo a la comunidad, las que benefician igualmente a todos, las que están es-
critas en interés de todos y no solamente en interés de cada uno". Comentando a dicho
tratadista, el doctor Alfonsin sostiene que "por lo tanto, será fácil,' en general, saber
si una ley de indole privada es o no de orden público. Para eUo habrá que con-
sultar a quien beneficia su aplicación: si beneficia en cada caso a ciertas personas
determinadas, con exclusión de las demás, la ley es de orden privado; si, por el
contrario, se puede considerar que beneficia a todo el mundo o a cualquier persona,
la ley es de orden público." aae
Por su parte, V alery, adoptando un método enunciativo de las hipótesis legales
de orden público, asevera que este carácter 10 ostenta toda norma jurídica que· per-
sigue cualquiera de estas finalidades: la cosa pública, es decir, la seguridad interior
y exterior del Estado, la conservación de la actual forma de gobierno, la tranquilidad
del país, su organización administrativa, la tutela de las buenas costumbres o los prin-
cipios tradicionales de la moral, la protección a los derechos individuales, a la vida,
a la salud, a los bienes, al pensamiento, al trabajo, etc. El mencionado autor, además,
agrega que las leyes de orden público se reconocen por el fin que Se propuso el le-
gislador al dictarlas y porque su violación está generalmente sancionada por eUas
mismas, mediante la prevención de una penalidad o de la nulidad de los actos que se
realicen en su contravención, agrupando dentro de ellas a las normas prohibitivas
y a las irnperativas.P?
WeiJI, al igual que Fiore, identifican las "normas de orden público" Con las "nor-
mas de derecho público", considerando equivalentes, en consecuencia lógica con dicha
identiticaci6n, a las "normas de orden privado" y las "normas de derecho privado".
Siguiendo Su equivocada idea, el primero de los tratadistas mencionados reputa como
de orden público todas las leyes que tradicionalmente ~e han estimado como de .de-
recho público, tales como las constitucionales, las de procedimiento civil y penal, las
penales sustantivas, etc., y comprendiendo probablemente que un método enunciativo
nunca conduce a una concepción general y científica que pueda aplicarse con validez
a casos concretos numéricamente ilimitados y no sólo a los que encuadren dentro de las
- hipótesis - enumeradas caprichosamente, . recurre a un criterio vago e impreciso de
calificación, estimando como normas de orden público las que "proveen al interés
general, o por lo menos al concepto, tal vez equivocado, que del mismo se haya for-
mado el legislador, desde el punto de vista económico, moral o religioso".831 La co-
rrelatividad o correspondencia que se ha pretendido establecer entre normas de "orden
público" y normas de "derecho público" y entre normas de "orden privado" y normas
de "derecho privado", nos parece muy deleznable. En efecto, los partidarios del dua-
Iismo jurldico, que hacen derivar las dos grandes ramas del Derecho, el público y el
privado, de la famosa sentencia de U/piano en el sentido de que "publicum ius es/Jo
8::0 El Orden Público, págs. 140 y 141, de Quintín Alfons¡n.
630 Op, cis., pág. lSI.
831 M4t1ual de Derecho Internacional Privada. Tomo 1, pág. S02.
726 EL JUICIO DE AMPARO

quad a4 ita/ti! Romani spectaJ,' privatuJ, qllod ad singulorum utilitatem: sunt enim
quaeddm p'¡1Ia!tlm",832 han adscrito las diferentes disciplinas' integrantes de la Ciencia
Jurídica y los distintos ordenamientos componentes del Derecho Positivo, a alguna de
dichas dos ramas, sustentando para ello diversos criterios de clasificación, tales como
el interés protegido por las normas de que trate y la índole de las relaciones regula-
das por ellas, principalmente; y aun en la actualidad subsiste, por lo general, en el
pensamiento jurídico, la tendencia de . . . hacer encuadrar, dentro del Derecho Público
o del Derecho Privado, los diferentes. derechos específicos. Así, se ha afirmado que el
primero de ellos está constituido, fundamentalmente, por el Derecho Constitucional,
el Penal, el Administrativo y el Procesal; y el segundo, por el Civil y el Mercantil;
. pero ruando ~pá1'ece en el escenario de la especulación jurídica. y dentro del Derecho
Positivo mismo un nuevo Derecho, el social, como SOn v. gr., el laboral O el agrario,
los sostenedores del riguroso dualismo tropiezan con escollos muchas veces insupera-
bles para adscribirlo al Derecho Público o al Derecho Privado, lo que obedece a la
insuficiencia o falta de idoneidad de los criterios tajantes e inconmovibles de clasi-
ficación, que conducen a la perplejidad cuando la disciplina jurídica de nueva apa-
iición presenta notas o caracteres de ambos derechos indistintamente o perfiles pro-
pios irreductibles a los de éstos. Por tanto, no parecería del todo aventurado, ni
mucho menos absurdo, situarse en la postura monista, para la que el Derecho es uno,
.constituido, sin embargo, por diferentes ramas entre las que existe tal vinculación,
tal interdependencia, que no es posible separarlas mediante un proceso discrimina-
torio, más especulativo que práctico, por lo que el dualismo c1asificativo resultac.in-
adecuado a medida que, merced a la evolución del Derecho, se reafirmen dicha vincula-
ción o interdependencia. Siguiendo la tesis que identifica a las normas de derecho
público con las de orden público, y que parecen propugnar, entre otros Weiss y Fiare,
resultará que todas las disposiciones que integren la Constitución, el Código Penal, las
diferentes leyes administrativas o los ordenamientos adjetivos, serán indiscutiblemente
de orden público, 10 que es inadmisible, pues éste, según veremos, se localiza en lo que se
llama tr causa final" de la norma jurídica, es decir, en su motivación real y en su teleo-
logia y no en su mera adscripción formal a cualquiera de las ramas que tradicional
y conservadoramente se han estimado pertenecientes al Derecho Público, motivación y
teleología que indistintamente pueden condicionar a una disposición legal que corres-
ponda a alguna de tales ramas o a las disciplinas llamadas de Derecho Privado.
Paul Bernard, profesor de la Facultad de Derecho y de Ciencias Económicas de
MontpelJier, alude a diferentes 'especies de "orden público", considerando compren;
didas dentro de la idea respectiva a la "tranquilidad pública", "seguridad pública" y
"moralidad pública", concluyendo, sin precisar la noción respectiva, que "El orden
público es alguna cosa más que la ausencia de trastornos públicos, como la salud
no puede confundirse con la ausencia de enfermedad" y que "El orden público es el
fruto. de una obra constructiva resultante de los esfuerzos para instaurar un orden
viviente, dinámico y positivo," .833
yeorges Burdeau, por su parte, considera que el orden público también persigue
fines económicos, tales como la fijación de salarios, de precios, de abastecimiento de

832 Digesto, Lib. 1, Tít. 1, pág. '2,


esa Cfr. La Notion D'Ordro Public en Droit Administriui],
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 727

bienes y servicios, etc., afirmando que en una economía donde el liberalismo tradi-
cional ha cedido en el Estado contemporáneo a una economía dirigida, ésta implica
un factor importante de dicho orden, al vincularse con los intereses colectivos.8 8"

3. El orden social

La det~rminación de la idea "normas de orden público" impone, como necesidad '


lógica previa e imprescindible, la obligación de precisar qué se entiende por "orden
público", lo cual, a su vez, constriñe a pensar sobre el concepto de "orden". Este,
en su género gramatical masculino, revela una idea equívoca, es decir, de diferentes
acepciones, equivaliendo a "disposición de cosas cuyo arreglo se combina de una
manera feliz, armoniosa, de suerte que entre ellas no haya confusión, interferencia o
caos", o bien a "naturaleza, rango, clase o cualidad de algo". Por tanto, en la primera
de las acepciones apuntadas, que es la que nos interesa a propósito del tratamiento de
la cuestión que nos hemos propuesto abordar, orden es un Ir cosmos" en el sentido
griego del concepto, o sea, un arreglo, una conjugación, una sistematización, dentro
de un ámbito determinado, entre variadas fuerzas, actividades, intereses, relaciones,
etcétera, asegurando su respectiva existencia y desarrollo mediante su respeto recípro-
co. Establecer un orden implica crear, entre factores o elementos desiguales que por
propia inclinación propenden a lesionarse mutuamente, una situación armónica, un
estado de compatibilidad con vista a un fin superior distinto de los objetivos particu-
lares de Jos factores o elementos ordenados. En consecuencia, el orden Se traduce
en el encauzamiento común deIa acción y de las relaciones de los entes ordenados a
efecto de eliminar entre éstos la violencia, los conflictos cruentos y las colisiones
fácticas que conduzcan al caos.
El orden, esto es, la disposición armoniosa de -las cosas, el arreglo de los entes,
la compatibilidad de actividades varias y muchas veces opuestas, el encauzamiento de
múltiples relaciones, la sistematización de actos O hechos disímiles, la combinación
de intereses contrarios, se encuentra creado o se puede establecer en las dos grandes
esferas de la creación: la natural y la humana, de lo que se colige que existen dos
tipos primarios de órdenes: el de la naturaleza y 'el de la cnltura. El primero
de ellos, como grandioso sistema implantado por lo que Anaxágoras denominaba el
"nous' o inteligencia ordenadora y que no es sino el inconmensurable, infinito y único
Espíritu-que-es. Dios.. causa. primera, motor inmóvil y fin último de todo lo existente,
tiene como materia de articulación, como objeto 'de arreglo, conjugación o disposición,
a múltiples y variadísimos fenómenos que se registran en todas las órbitas de lo
creado, incluyendo al hombre mismo como ser susceptible a la acción de las exigen-
cias de la naturaleza sobre su propia individualidad, es decir, en función de sus ins-
tintos inherentes a su índole animal.
Pero el hombre está dotado de un alma, es decir, de un elemento espiritual
volitivo, sentimental e intelectual que 10 presenta y caracteriza como un ser que piensa,
que quiere, que odia o ama, y en ejercicio de las facultades que le otorgan estás dis-
tintas potestades anímicas, puede o no ceñir sus actos al imperio de las exigencias
naturales, las cuales sólo someten por medio fatal el mecanismo de su entidad pura-
834 Cfr. Tmité de Sciencc Politique.
728 EL JUICIO DE AMPARO

mente biol6gica que se desenvuelve en un paralelismo con la vida animal presionada


por los instintos.
La capacidad intencional, afectiva o intelectual del hombre origina una actividad
que puede no sujetarse a los imperativos de las leyes de la naturaleza y el fruto
o testimnnio de ella es la constante y siempre anhelada superación humana que no se
registra en el reino animal, cuyos entes han permanecido y permanecerán en una
situaci6n estática, pese al transcurso de los siglos, como reflejo directo de la acción
inalterable y permanente de los fenómenos naturales. Ahora bien, como el hombre
es un zoon poJitikon, según la concepción aristotélica, es decir. como su estado nor-
mal se implica en la convivencia con sus semejantes, hecho éste que constituye el
subsfrátum mismo de la sociedad, la conducta de cada sujeto que como miembro forma
parte integrante de ésta, reclama una armonía, un arreglo, Una combinación, una
compatibilidad para hacer posible y asegurar la existencia y subsistencia del conglo-
merado humano. En otras palabras; toda sociedad, por imperativos de su propia
conservación, exige un orden que tienda a proscribir de su seno la violencia y el
caos que la desintegrarían, y ese orden, que no es dado en la Naturaleza, aunque
pudiera estar influenciado por ella, es producto de la creaci6n humana (cultura), por-
que su materia misma está compuesta por las diversas, variadas y múltiples conductas
de cada individuo de la comunidad y por sus respectivos intereses, no s6lo diferen-
tes, sino muchas veces antagónicos.
El orden latid, que no es sino el arreglo sistematizado de todas las fuerzas o
energías que en su seno se desarrollan, derivadas de elementos o factores de diversa
índole que se dan dentro de la comunidad misma, y por lo que toca a las sociedades
organizadas jurídicamente, es creado o reconocido por el Derecho Positivo) bien que
se integre por leyes escritas o bien que se componga por normas consuetudinarias.
La finalidad última o remota a que propende el Derecho consiste, pues, en el esta-
blecimiento n en el reconocimiento de un orden social como medio indispensable
para la subsistencia de la sociedad y sin el cual ésta se disgregaría degenerando en
caos) bien sea que las normas jurídicas impriman nuevas tendencias u orientaciones
a la vida social generalmente en un impulso de progresión, según sucede, por lo
común) a raíz de movimientos revolucionarios auténticos, o bien que) en un afán
conservador, se concreten a aceptar las situaciones sociales dadas) O sea, las ya existen-
tes. De ahí que el orden social, como contenido del orden jurídico, es decir, plas-
mado creativa o recognoscitivamente en sus normas, se revele, en un momento histó-
rico determinado y a propósito de una cierta- sociedad, impregnado de tendencias
ideol6gicas evolutivas, imbuido de un espíritu conservador del estado social existente
o afectado por impulsos francamente regresivos. Podríamos afirmar, como corolario
de lo que se acaba de exponer, que el orden social, que no es, en último análisis,
sino la vida social sistematizada, y el orden jurídico, se encuentran en una relación
teleol6gica, esto es, que el fin último del Derecho estriba en la implantaci6n o en la
aceptación de un orden actual o potencial dentro de la sociedad que se estime justo
de acuerdo con un criterio de justicia formal, cuyo contenido siempre está sujeto a la
relatividad del tiempo y del espacio en vista, de que su sentido se fija ideol6gica-
mente, o sea, atendiendo a un ideario determinado que obedece, por lo general, a una
observaci6n critica de la 'realidad social, que provoca, en sus sustentadores, un designio
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 729

de conservación de ésta o un anhelo de transformarla, según los resultados positivos


o negativos, favorables o desfavorables, que de tal observación se obtengan.

4. Normas de derecho público y norma, de derecho privado

Ahora bien, el Derecho, al fungir como medio de mantenimiento del orden social,
regula las múltiples relaciones que se entablan dentro de la sociedad; o sea, encauza
la conducta de cada uno de ssu miembros individuales entre sí, la actuación de la
colectividad misma desarrollada a través de sus órganos directivos y la actividad que
aquéllos y ésta puedan desplegar recíprocamente. De esta guisa, y desde un punto
de vista estrictamente jurídico, las relaciones susceptibles de regularse por el Derecho
son de tres clases, a saber: de coordinación, de supraordínadén y de supra a sabor-
dinaci6nJ traduciéndose respectivamente en vínculos o nexos que se entablan entre
simples particulares, entre distintos órganos del gobierno social o estatal y entre éstos,
por una parte, en ejercicio del poder público o de la actividad de imperio que corres-
ponde al pueblo o al Estado, y los gobernados por la otra. La diversidad de las
relaciones sociales susceptibles de regularse jurídicamente, ha servido a la doctrina
para clasificar a las ramas del Derecho Positivo en normas de derecho público y nor-
mas de derecho privado. Las primeras son las que ordenan las relaciones de supraor-
dinación y de supra a subordinación y las segundas las que encauzan las de coordi-
nación, conteniéndose su senda agrupamiento en sistemas dispositivos unitarios que
configuran, respectivamente, al Derecho Público y al Derecho Privado como las dos
grandes ramas del orden jurídico integral del Estado y las dos fundamentales disci-
plinas de la Ciencia Jurídica. Así, el Derecho Constitucional, y concretamente la Cons-
titución, están compuestos por principios y normas de derecho público, ya que la
materia principal de la regulación que establecen está formada, por una parte, por
relaciones de supraordínación, o sea, por nexos que se entablan entre los diferentes
órganos del gobierno estatal (Derecho Constitucional Orgánico) previa su estructu-
ración normativa; y, por la otra, por relaciones de supra a subordinación, es decir,
por las que existen entre dichos órganos y el gobernado moral o físico (garantías
individuales). A su vez, al Derecho Administrativo también se le ha reputado como
una rama del Derecho Público, en virtud de que las normas y principios que en su
mayoría lo constituyen, rigen igualmente dichos dos tipos de relaciones, y, por cuanto
al Derecho Penal, su carácter público proviene de que es el Estado, en ejercicio de una
potestad propia .inher~te a su poder de imperio, al que incumbe la averiguación de los
delitos y la persecución de los delincuentes. anteTos órganos jurisdiccionales por él
creados, de tal suerte que en lo que atañe a dicha doble función investigatoria y per-
secutoria, la entidad estatal, al través del Ministerio Público, hace nacer entre ella y el
particular responsable de la comisión de un hecho delictivo una relación de supra
a subordinación regida por las normas jurídicas penales. Por lo que concierne al
Derecho Procesal, sea civil, criminal, administrativo o del trabajo, también pertenece
al Derecho Público porque las reglas que lo integran, o bien estructuran a los órganos
estatales ante los que se ventilan los procedimientos respectivos, o bien rigen las rcla-
ciones que entre dichos órganos se entablan (relaciones de supraordinación) o las que
se forman entre ellos y los particulares contendientes a propósito del proceso (rela-
ciones de supra a subordinación).
730 EL JUICIO DE AMPARO

Dentro del Derecho Privado, en el que las relaciones reguladas son de coordina-
ción, existen las dos clásicas ramas específicas, el Derecho Civil stricto sensu y el
Mercantil, siendo los sujetos de_la normación por ellas establecida, personas particu-
lares morales o físicas, y si el Estado es susceptible de aparecer Como entidad en un
vínculo de coordinación a través de sus diversos órganos, ello no sucede en ejercicio
del poder público o de la potestad de imperio que corresponde a su naturaleza
propia, sino en la medida de que, prescindiendo de su soberanía, realiza actos jurídi-
cos bilaterales en concurrencia COn los particulares, colocándose en un plano de igualdad
con éstos, aunque no por modo absoluto.
Si se escudriña en la diversidad de ramas específicas del Derecho Positivo, se des-
cubrirá con facilidad la existencia de normas jurídicas que no son eminente ni estric-
tamente relacionales, sino estructurales de organismos o entidades, es decir, consti-
tutivas y denotativas de su ser propio. Tales normas, que se encuentran en las llamadas
"leyes orgánkaJ" y en cuanto a su aspecto puramente estructural, o sea, no funciona!
(carácter éste que ya supone una ordenación relacional y, por tanto, susceptible de
enfocarse, en lo que atañe a la clasificación normativa de Derecho Público o de Dere-
cho Privado al través de los criterios anteriormente apuntados), pueden adscribirse
a una u otra de dichas dos grandes ramas del Derecho, atendiendo a la naturaleza
de la entidad u organismo que estructuren, pudiendo ser, por ende, jurídicas públicas
o jurídicas privadas según el caso.
Sin embargo, y pese a lo que se ha expresado, no es posible formular tajante-
mente, con demarcaciones precisas, sistemas normativos cuyas disposiciones específi-
cas pertenezcan íntegramente al Derecho Público o al Derecho Privado, pues aun
dentro de las ramas que tradicional o clásicamente se han considerado adosadas al uno
o ,al otro, suelen encontrarse reglas concretas que no participan de la naturaleza del
todo regulador. En otras palabras, dentro de la Constitución misma o dentro de las
propias Jeyes administrativas, que~ in genere, corresponden al Derecho Público, según
. se dijo, se descubren normas que, en atención a la índole de las relaciones que rigen,
deben estimarse de derecho privado; y a la inversa, dentro del Código Civil y de los
ordenamientos mercantiles, existen normas de derecho público cuya calificación depen-
de del tipo de vínculos que regulen, por lo que es un grave error conceptuar a todas
las disposiciones específicas sin distinción, que integren un cierto cuerpo normativo,
como participes de la naturaleza de éste, de donde resulta que dentro de un deter-
minado ordenamiento jurídico, se registra una interferencia o articulación de dispo-
siciones que pertenecen al Derecho Público o al Derecho Privado y que' hace imprac-
ticable cualquier adscripción absolutista de una rama jurídica a alguno de tales tipos
de Derecho.
Por otra parte, el dualismo jurídico, para e! que toda norma o es de Derecho
Público o es de Derecho Privado, sin posibilidad de optar por una clasificación inter-
media, y que, puede decirse, representa una corriente doctrinal que es trasunto de
una ideología liberal clásica (de acuerdo con la cual sólo exi~!ían dos sujetos de dere-
cho, el Estado y e! individuo), se ha visto desconcertado Con la aparición de nuevas
relaciones sociales que difícilmente pueden considerarse, en rigor y exclusivamente de
coordinación, de supraordinaci6n o de supra a subordinación, y cuya regulación ha ori-
ginado e! surgimiento de disciplinas jurídicas antes desconocidas, como es, principal-
mente, el Derecho de! Trabajo, y el cual, merced a las dificultades que presenta su coa-
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 731

tumaz inclusión en el Derecho Público o en el Derecho Privado, se ha bautizado, no sin


razón, con la denominación de Derecho Social tomando en cuenta que sus disposicio-
nes encauzan relaciones entre dos clases económicamente diferentes, es decir, la traba-
jadora y la patronal y que, ni configuran ninguna entidad estatal, ni su situación
se equipara a la de los simples particulares.

5. El orden público

El orden público es, prima facie, una especie del orden social genérico. Este,
según lo hemos indicado, se traduce en la vida sistematizada de la. sociedad, en el
arreglo o composición de los múltiples y diversos fenómenos que se registran dentro
de la convivencia humana con miras a obtener el equilibrio de las diferentes fuerzas,
actividades o poderes que en su seno se desarrollan, a fin de establecer una compa-
tibilidad entre ellos, que garantice su coexistencia y respeto recíprocos. Cuando dicho
orden social se procura por el Derecho, sea público, privado o social, aquel se convierte
en el objetivo último perseguido por éste; en otras palabras, el orden jurldico como sis-
tema normativo, es el medio idóneo e imprescindible, dentro de una sociedad o Estado
organizados jurldicamente, para lograr el orden social, llamado también estatal desde
un punto de vista político-formal.
Ahora bien, el orden social, al implicar en sí mismo un sistema, arreglo o compo-
sición de la vida Integra de la sociedad, puede propender a la preservación de la colee-
tividad misma o a la tutela de sus componentes individuales. Dicho de otra manera,
para realizarse a sí mismo mediante la implantación de tal sistema, arreglo o compo-
sición, el orden social puede tener dos ámbitos de operatividad, a saber: la propía
comunidad o las entidades particulares que la forman, siendo, por tanto, doble la
materia sobre la que actúa. En el primer caso, el orden social sistematiza, arregla °
compone la vida de la sociedad con el propósito de satisfacer necesidades colectivas,
procurar un bienestar común O impedir un mal que afecte al propio conglomerado
.humano, fenómenos éstos que no podrían registrarse sin una adecuada ordenación.
En el segundo caso, para regular la vida de la sociedad, el orden social estatuye un
arreglo, sistema o composición de la actividad particular de los miembros indivi-
duales de la colectividad, tutelando sus derechos e intereses. De ello se infiere que, te-
niendo el orden social dos esferas ~e operatividad, constituidas respectivamente por la
.comunidad .misma y Ror los individuos que la forman aisladamente considerados, su con-
sistencia o implicación genérica puede perseguir cualquiera d.-los dos objetivos especlficos
que acabamos de mencionar; ° sea, que si el orden social es uno genéricamente hablando,
desde un punto de vista específico, se traduce en dos órdenes distintos: el orden social
público y el orden social privado. El primero de ellos, es deeir el orden público consistiré,
por ende, en el arreglo, sistematización o composición de la vida social con vista a /a
determinada finalidad de JatiJfacer una lleceJÍdad colectiva, a procurar un bienestar
público o a impedir uH mal al conglomerddo humano, entendiendo por colectividad, pue-
blo o conglomerado al elemento población que, como ingrediente substancial, forme cual-
quiera de las entidades político-jurídicas que concurran en la organización del Estado,
° sea, de la Federación, de_los Estados miembros o de los municipios, en términos
de nuestra estructura constitucional; y de la que ,-se deduce, en consecuencia, que
732 EL ]UJOO DE AMPARO

existen tres tipos de orden público: el nacional o federal, el estatal stricto rens« y el
municipal. Por el contrario, el órden social será específicamente privado, cuando
el arreglo, sistematización o composición de la vida social, se establezca con el pro.
pósito directo e inmediato de preservar, bajo diversos aspectos, a los miembros sin-
.gulares de la sociedad, evitándoles un mal, procurándoles un bien o satisfaciéndoles
una necesidad, mediante una adecuada regulación de sus particulares derechos e in.
tereses. De lo anteriormente expuesto se concluye que cualquier desajuste en el orden
social público afecta, ipso facto, a la sociedad misma, poniéndola en riesgo de sufrir
un daño, de no ver satisfecha alguna necesidad suya o de imposibilitarla para obtener
un bien; en cambio, si se quebranta el orden social privado, las víctimas directas
que resientan ese quebrantamiento serán los particulares, entre quienes exista estable.
cido dicho orden.
Las ideas esbozadas con antelación llevan a la conclusión de que, tanto el orden
público como el orden privado, tienen Una finalidad mediata común, consistente en
realizar el orden social genérico, distinguiéndose esencialmente por los objetivos direc-
los, inmediatos o próximos que ambos persiguen dentro de dicha finalidad lata. En
otros términos, en el orden público, el orden social se logra mediante la preservación
o tutela del conglomerado humano mismo, bien sea, como ya dijimos, satisfaciendo
una. necesidad colectiva, evitando un mal social o procurando un beneficio a la socie-
dad; por el contrario, en el orden privado, son las esferas individuales las que consti-
tuyen su materia de protección, como vehículo para arreglar sistemáticamente la vida
de la comunidad. '
La índole de los objetivos directos, inmediatos o próximos que al través de la im-
plantación de un orden dentro de la sociedad se persigan, implica el único criterio
a priori, meramente formal, con validez general, que nos permite determinar si dicho
orden es público o privado. En otras palabras, sólo nos es dable definir al orden público
en función de su teleología formal, quedando sujeto a la experiencia histórica con-
dicionada a su vez por el tiempo y el espacio, el contenido de los objetivos inrne-
diatos, directos o próximos de tal orden. Hemos afirmado, en efecto, que el orden
público, como sistematización, arreglo o composición de la vida social al través de
sus muy variadas y múltiples manifestaciones, tiende a evitar un daño o a impedir
la causación de un mal a la colectividad, a satisfacer una necesidad pública o a obtener
un bienestar o provecho común; pero la fijación concreta de estos diversos objetivos
genéricos, sólo puede conseguirse a posteriori, atendiendo a las siempre cambiantes
condiciones de la socie~ad especifica de que se 'trate.eee De ahí que, si bien es verdad

83:! La variabilidad del orden público y su atributo necesariamente consecuente, cual es


Ia ellalalidad del mismo, han sido proclamadas por diferentes autores al afirmar que: el or-
den público depende "de las ideas particulares de cada legislador y de las influencias infinita.
mente diversas a las cuajes obedece por acción de las costumbres, de las tradiciones, de la
religión, del clima, de la constitución política," (Weiss, OP.. cit.l ; "el orden público es
absolutamente estatal, en el sentido de que recoge su contenido y su validez del derecho esta-
tal; es un instituto jurídicamente libre porque el Estado lo maneja a su voluntad y sin
sujeción a derecho internacional alguno; sus dispo'siciones son actuales, puesto que varían con
la voluntad del Estado, y sólo pueden ser conocidas mediante una enumeración a posteriorl"
(Alfonsín, o». cit., pág. 12l); "el orden público es variable; variable en el sentido de actual
(vale decir que varía de un lugar a otro y de un momento a otro), y además en el sentido
de que no es único e idéntico..... (Idem, pág. 116); "cada Estado posee su orden público
particular (o sea que el orden público es relativo) y no se pueden determinar con una fórmula
absoluta cosas relativas, a menos que dicha fórmula sea muy ,,'aga e inútil" (Idem, pág. 138).
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 733

que el orden público denota un concepto formal inalterable basado en la Indo1e de


tales objetivos genéricos, desde el punto de vista de su contenido es esencialmente
variable, sujeto, por tanto, a modalidades espaciales y temporales. En consecuencia,
e! error en que ha incidido la doctrina y las dificultades con que se ha tropezado
para suministrar una idea de "orden público" con perspectivas de generalidad, han
obedecido a una pretensión quimérica y, por ende, imposible de realizarse, cual es la de
imputar a dicho orden un contenido invariable, sustraldo a la influencia de! tiempo
y del espacio y desligado de la experiencia histórica de los pueblos; pues, si Como
método lógico de investigación, se hubiese adoptado la distinción aristotélica entre
la forma y la materia, haría mucho que tal idea, desde el punto de vista teleológico
formal, habría quedado dilucidada.

6. lAJ normas de orden público y su distinaán de las de derecho público

En ocasiones anteriores hemos sostenido .que en un Estado organizado jurídica-


mente es e! Derecho e! que implanta y asegura el orden social genérico. Ahora bien,
existiendo dentro de éste, según se dijo, dos tipos de órdenes sociales específicos,
o sean, el público y el privado, resulta que en el Derecho Positivo se registran dos
clases de normas jurídicas: las de orden ptiblico y las de orden privado, cuya califi-
cación es independiente de su adscripción al Derecho Público o al Derecho Privado,
conforme 10 demostraremos oportunamente.
Toda norma jurídica tiene una cansa final, esto es) una motivación y una teleolo-
gia. La motivación se implica en todo el conjunto de factores o circunstancias, posi-
tivas o negativas, dadas en la realidad social, que determinan la creación de la norma;
y la teleología se integra con los fines u objetivos específicos que se persigan me-
diante la regulación normativa. AsI, verbigracia, en la vida de la sociedad, en e! seno
de la convivencia humana, pueden surgir necesidades, situaciones o problemas que
requieran una satisfacción, un tratamiento o una solución; por tanto, si se pretende,
por medio del Derecho, concretamente, del orden jurídico, procurar estos objetivos, los
mismos constituirán la teleología de dicho orden y las mencionadas necesidades, situa-
ciones o problemas su motivación. En consecuencia, los factores determinantes de una
norma jurídica y los fines especlficos directos o inmediatos perseguidos por ella,
forman de manera indisolublemente 16gica su causa final, en la que radica la Indole
"de- orden -público o de orden privado de la propia norma. Por tanto, si la expedí-
ción de una disposición normativa reconoce COmo causa próxima "una necesidad que-o
experimente el conglomerado humano como elemento integrante de cualquiera de las
entidades jurldico-pollticas en que está organizado el Estado Mexicano (Federación,
Estados miembros y municipios), una situaci6n perjudicial en que aquél se encuen-
tre o pueda encontrarse o un problema que lo afecte o pueda afectarlo; y si dicha
expedición propende, por modo directo e inmediato, a colmar tal necesidad, a re-
mediar O preveni,r la mencionada situación o a resolver o a evitar el citado problema,
procurando, también como objetivo próximo, beneficiar a la colectividad, se estará
en presencia de una norma de orden público. Por el contrario, si la regulación jurldica
está determinada por motivos que s610 conciernen a los miembros individuales de la
sociedad en cuanto tales, es decir, como susceptibles de considerarse independiente-
734 EL JUICIO DE AMPARO

mente de ésta, y si dicha regulación tiende a llenar sus necesidades, a solucionar sus
problemas o a tratar sus situaciones particulares, las normas que la establezcan serán
de orden privado. El criterio de calificación que se ha esbozado, y cuya imperfección
no desconocemos, sirve para constatar, si, atendiendo a su causa final inmediata y
directa (motivación y teleología), una norma jurídica determinada debe o no repu-
tarse de orden público; y como dicha causa tiene una naturaleza ontológica, trascen-
dente u objetiva, dado que se registra en la vida social misma, su ponderación es
susceptible de formularse no únicamente por el legislador. sino también, en cada caso
concreto, por el juzgador,ase de tal suerte qne ao basta, como índice absolutamente
certero y apodíctico, que una ley se auto-titule de orden público para que por modo
ineluctable se le atribuya necesariamente este carácter, sino que es menester que los
fines directos e inmediátos por ella perseguidos, propendan a satisfacer una urgencia
colectiva, a procurar un bienestar social o a evitar un mal a la comunidad. De esta
guisa, s6lo a posteriori, analizando la norma jurídica de que se trate al través de su
causa final, puede constatarse su índole de orden público o de orden privado, atribu-
tos que, por estar estrechamente ligados a la dinámica social, son eminentemente
variables en el tiempo y en el espacio, cicrunstancia ésta que devela su contingencia,
en el sentido de que, si bien en un principio pueden tales factores caracterizar a una
ley, dejan de peculiarizarla en la medida que desaparezcan del escenario de la reali-
dad los motivos que la determinaron o de que los fines perseguidos se hayan conse-
guido o dejen de tener actualidad.

Estas consideraciones han inducido al Primer Tribunal Colegiado en MaJeria Administra-


tiva del Primer Circuito a establecer una importante tesis jurisprudenciaJ en la que sostiene
que, en cada caso concreto, las autoridades responsables y el tercero per;udicado, si lo hubiere,
deben aportar las pruebas idóneas para demostrar que el otorgamiento de la suspensión caJ/sttría
afectaciones al interés social o contravenciones a disposiciones de orden público. En la referida
tesis se asevera: "No basta que el acto se funde formalmente en una ley de interés público, o
que en forma expresa o implícita pretenda perseguir una finalidad de interés social, para que
la suspensión sea improcedente conforme al artículo 124 de la Ley de Amparo, sino que es
menester que las autoridades o los terceros perjudicados aporten al ánimo del juzgador ele-
mentos de convicción suficientes para que pueda razonablemente estimarse que, en el .caso
concreto que se plantee, la concesión de la suspensión causaría tales perjuicios al interés
social, o que implicaría una contreoencián directa-e ineludible. prima [ocie y para los efectos
de la suspensión, a disposiciones de orden público, no sólo por el apoyo [ormalmente buscado
en dichas disposiciones, Si110 por las características materiales del-acto mismo. Por 10 demás,
aunque pueda ser de interés público ayudar a ciertos grupos de personas, no se debe confundir
el interés particular de uno de esos grupos COn el interés público mismo, y cuando no esté
en juego el interés de todos esos grupos protegidos, sino el de uno solo de ellos, habría
que ver si la concesión de la suspensión podría dañar un interés colectivo en forma mayor que
como podría dañar al quejoso la ejecución del acto concreto reclamado.' O sea que, en términos

836 A esta conclusión ha llegado la jurisprudencia de la Suprema Corte, según se ad-


vierte de la tesis número 728 visible en el Apéndice al Tomo CXVlIl del Semanario judicial
de la Federación que establece: "Si bien es cierto qué" la estimación del orden público en
principio corresponde al legislador que la hace vaItir al dictar una ley, no es ajeno a la fun-
ción de los juzgadores apreciar su existencia en los casos concretos que se les sometan para
su resolución. Resulta, pues, indudable que los jueces, en casos determinados, pueden califi-
car y estimar la existencia del orden público con relación a una ley, y .así no podrán declarar
éstos, que no siendo ya aplicable una ley en los conceptos que la informaron por cuestión
de orden público, conserve aún ese carácter y que subsisten sus finalidades:' (Tesis 131 de la
Compilación 1917·196J, y tesis 130 del Apéndice 197J, Materia General.l
LA SUSPBNSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 735

generales y para aplicar el criterio de interés social y de orden público contenidos en el


precepto a comento. se debe sopesar o contrabalancear el perjuicio que podría sufrir el que·
[oso COn la ejecución del acto reclamado, y el monto de la afectación a sus derechos en
disputa, con el perjuicio que podrían sufrir las metas de interés colectivo perseguidas con
el acto concreto de autoridad." 8S6 bis
Si el carácter de orden público de una norma jurídica radica en su causa final,
es decir, en su motivación real y en su teleología inmediata y directa como elementos
extrínsecos o exotéricos a la propia norma, resulta que no es posible identificar a las
disposiciones legales que ostenten dicho atributo con las que integran el Derecho
Público. En otras palabras, aunque comúnmente la mayoría de las normas jurídicas
públicas suelen ser de orden público, este último carácter no por necesidad se deriva
de la adscripción de las mismas a un conjunto positivo que tradicionalmente se haya
reputado como componente de tal Derecho, pues puede suceder que una disposición
normativa privada presente la índole de orden público. La no identificabilidad entre
las normas de este orden y las de derecho público, por una parte, y las de orden
privado y las de derecho privado, por la otra, obedece a la diversidad de criterios de
calificación respectivos. En efecto, una norma es de Derecho Público o de Derecho
Privado, según que regule relaciones de supra a subordinación o de supraordinación,
por un lado, o de coordinación, por el otro, de tal suerte que es la naturaleza misma
de la materia de regulación como supuesto abstracto y, por ende, como elemento in-
trínseco de la norma, 10 que imputa a ésta cualquiera de los dos caracteres mencio-
nados; en cambio, una disposición legal será de orden público o de orden privado,
en la medida que su causa final esté constituida por motivos reales determinantes y por
objetivos directos e inmediatos que propenden a remediar un mal social, a satisfacer
una necesidad colectiva o a procurar un bienestar a la comunidad, pudiéndose regis-
trar dicha causa. final, tanto en las normas que, desde el punto de vista de su mera
adscripción, pertenezcan a alguna rama del Derecho Público, del Privado o, incluso del
Social. En otros términos, si una norma, aunque regule relaciones de coordinación, persi-
gue por modo directo e inmediato cualquiera de los citados objetos y está motivada por
el designio de conseguir éstos, será una norma de derecho privado pero de orden
públicol" a la inversa, si las relaciones que encauce una norma jurídica son de supra a
subordinación, la misma será de derecho público atmque de orden privado, en tanto
que su motivación y su teleología no ostenten los aspectos anteriormente indicados,
como acontece, por lo general, con las distintas leyes administrativas que regulan la
actividad de los órganos de Estado frente a los particulares o viceversa. Ahora bien,
-deliberadamente excluimos de-.dicha idoble calificación a_las normas cuya ,!!ateria de
ordenación la constituyen las relaciones de supraordinacién, es decir, las que se _enta:-
blan entre los propios órganos del poder estatal y las que los estructuran, en virtud
de que tales normas, pertenecientes al Derecho Público, son concomitantemente de
orden público, puesto que su finalidad directa.e inmediata estriba en organizar al mis-
mo Estado al través de sus múltiples entidades autoritarias, encauzando su funciona-
miento y su actuación recíproca, a efecto, de evitar el mal social que implicaría el
caos y la confusión que originaría la actividad caprichosa y arbitraria de las autori-
-dades estatales por la ausencia de toda pauta legal que determine y dirija sus corres-

336 b1a Apéndice 197J, Tesis '2, Sección "Tribunales Colegiados", pp. n y 93. Ademá<
consúltese el Informe de 1977, misma sección, págs. 49 a 52, tratándose de las materias expropia
toria y de tramportes públicos. '
736 EL JUICIO DE AMPARO

pondientes funciones, en aras de la seguridad de todos y cada uno de los individuos


que en número ilimitado integren la sociedad y de la propia subsistencia de ésta como
cuerpo polltico 'estructurado jurídicamente (Estado),

c) No afeetad6n al interés social (art, 124, frac. Il, de la Ley de Amparo)

Para que se conceda obligatoriamente la suspensión contra los actos reclamados,


se requiere, además, que su otorgamiento "no cause perjuicio al interés social".
La idea de tr interés social", estrechamente vinculada al concepto de normas de or-
den público, es muy dificil de definir en atención a su carácter multívoco o anfibo-
lógico y, en esta virtud, nos permitimos formular algunas consideraciones en tomo
a ella con el propósito de describirla con la menor imprecisión posible.
Los "intereses" de una persona, en su acepción objetiva o trascendente y prescin-
diendo de la connotación que la idea respectiva tiene en el derecho crediticio como
.sínónimo de "réditos", se implican en el conjunto de bienes materiales o inmateriales
(derechos) que componen su esfera particular. Sin embargo, el concepto de "intere-
ses" no debe tener esa sola equivalencia, pues ésta lo identifica con el de "derechos
subjetivos", lo cual es impropio, ya que en muchas ocasiones el simple "interés" de un
sujeto, es ajeno o diverso a su ámbito jurídico. Aguzando la mente, y no sin el temor
de incidir en vaguedades, podemos afirmar que la idea de "interés" resulta de una
relación intelectiva entre el pensamiento y un elemento objetivo cualquiera, de cuya
aprehensión o captación el hombre hace derivar un provecho. Por tanto, el interés
de una persona radica en el provecho que puede obtener de un acto O de una situación
trascendente dada, aunque para lograrlo, carezca de un verdadero derecho subjetivo
como potestad obligatoria y coercitiva otorgada por la norma jurídica objetiva.8 S7

837 El concepto de "interés", cuyo tratamiento exhaustivo daría amplio margen para una
extensa monografía, es de vital importancia dentro de la técnica de nuestro juicio de amparo,
pues de Su calificación depende la procedencia o improcedencia de la acción constitucional. En
efecto, el juicio de garantías es improcedente cuando la ley o el acto que se reclame "no afecte
los intereses [uridicos del quejoso" {art. 73, frac. V, de la Ley de Amparo). Ahora bien.
esta última idea debe ser objeto de una acertada discriminación o de una atingente diferenciación
de la de "simple bueré$" y de la de "derecho subjetivo" propiamente dicho. El concepto de
"interés" in genere, según lo acabamos de aseverar. se traduce en toda situación o estado del
cual una persona puede derivar, a su favor, un provecho o beneficio; en otras palabras, el "inte-
rés" no es sino el "querer" humano (elemento subjetivo) enfocado hacia la formación o subsis-
tencia de una situación de la cual el hombre obtiene o puede obtener un beneficio o hacia la
eliminación de 10 que pueda producirle o le produzca un daño o perjuicio (elemento objetivo).
Pues bien, cuando dicha situación no esté prevista normarivamente o, existiendo de lana no sea
contraria a algún ordenamiento positivo (ley o reglamento), su creación o mantenimiento o su
supresión, en sus respectivos casos, al generar actual o potencialmente un provecho o beneficio
o al evitar o pretender impedir una damnificación, s6lo serán causas de simples intereses, los
cuales, al verse afectados por algún acto de autoridad (lato sensu}, no pueden provocar la proce-
dencia del juicio de amparo contra éste. En cambio, si la mencionada situación de provecho está
prevista legal o reglamentariamente o si el estado fáctico de dañe es contrario u opuesto a
una norma jurídica, puede afirmarse que, bajo tales condiciones, la persona que pretende bene-
ficiarse o se beneficia o la que se dafie o vaya a dañarse, respectivamente, tiene un interés ju-
rídico en la formación o subsistencia especifica de tal situación o en la eliminación de dicho
estado. .
Conforme a las ideas que someramente se acaban de exponer, es lógico distinguir el
"interés juddico" "del "derecho subjetivo". que aparentemente se confunden, y cuya senda
afectación por algún acto de autoridad hace procedente el juicio de amparo contra éste. ~
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO lNDIREcro 737

Formulada la anterior consideración, puede decirse que el "interés social" se tra-


duce en cualquier hecho, acto o situación de los cuales la sociedad pueda obtener un
provecho o una ventaja o evitarse un trastorno bajo múltiples y diversos aspectos,
previniéndose un mal público, satisfaciéndose una necesidad colectiva o lográndose
un bienestar común. Ahora bien, es evidente que el interés de la sociedad es un
interés de contenido eminentemente humano. En efecto, la persona moral "Estado"
tiene como elemento humano a la sociedad en general y ésta se compone de un número
de individuos que se asientan permanentemente sobre un territorio determinado. Por
ende, los intereses del Estado deben ser los mismos intereses sociales 888 y éstos se
derraman, por así decirlo, en todos y cada uno de los sujetos particulares que inte-
gran la sociedad, de tal suerte que, cuando dicha persona moral está interesada en
alguna materia cualquiera, es· para beneficio de todos y cada uno de los miembros
individuales que componen su elemento humano.
La connotación que el concepto "interés del Estado" tiene en los términos esbo-
zados anteriormente, ha sido subrayada con claridad y énfasis por el ilustre tratadista
Curé de MaJberg en su importantísima obra intitulada "Teoría General del Estado",
afirmando al respecto 10 siguiente:
efecto, si el "interés jurídico" se revela en alguna situación, estado, hecho o acto de 105
cuales una persona puede derivar cualquier provecho o beneficio, siempre que tales situaciones,
estado, hecho o acto estén previstos normativamenre, el "derecho subjetivo" entraña Wl3 fa-
cultad obligatoria, coercitiva otorgada a un sujeto por la norma jurídica objetiva para exigir
de otro el cumplimiento de un deber correlativo (potestad de exigencia). De ello se deduce
que puede existir un interés jurídico sin que haya concomirantemente un derecho subjetivo,
cn la medida en que la causa generadora del provecho o beneficio en que dicho interés se
manifieste esté consignada por alguna ley o reglamento, pero sin que la persona que se apro-
vecha o beneficia sea titular de ninguna facultad coercitiva, imperativa u obligatoria para hacer
respetar u observar dicha causa frente al sujeto que tenga el deber de acatarla, incluyendo a los
órganos estatales mismos. Por ende, si se patrocina la idea de "interés juridico" que hemos
esbozado, se concluye con evidencia que el juicio de amparo seña procedente no s610 contra cual-
quier acto de autoridad que lesione un verdadero derecho subjetivo, sino aun en el caso de que
afecte alguna causa generadora de un provecho o beneficio en favor de un sujeto, impidiendo
que éste lo obtenga u obstaculizando su goce, siempre que tal causa esté consagrada normativa-
mente. En esta virtud, se ampliaría el objetivo tutelar del juicio de garantías a efecto de pre-
servar, mediante el impulso individual, toda ley o reglamento que, al proteger a la sociedad
misma. aproveche o beneficie a personas determinadas aunque no les conceda derecho subjetivo
alguno y las cuales podrían, mediante la acción constitucional, perseguir la invalidación de cual-
.quier acto de autoridad contrario a tales ordenamientos. Como se ve, estas consideraciones, que
apenas nos permitimos barruntar, vendrían a introducir importantes innovaciones en la técnica
del juicio de amparo por lo que concierne a su procedencia.
838 No puede existir, dentro de una sana lógica jurídica, un divorcio o apóstasis entre
la sociedad y el Estado, ya que aquélla es uno de los elementos substanciales de éste. La en-
tidad estatal no 'puede existir y ni siquiera ser concebida, sin-cun. respectivo conglomerado hu-
mano, y esta imposibilidad se acentúa si se toma en cuenta que el Estado no es sino la. propia
sociedad organizada jurídica y políticamente. En otros términos, la sociedad, aisladamente con-
siderada, estimada en si misma, tiene s610 existencia real o material corno conjunto de indio
viduos que viven permanentemente sobre un cierto territorio, adquiriendo personalidad moral
en la medida en que se organiza en Estado, es decir, cuando se estructura jurídicamente y
se crean sus órganos directivos, los cuales constituyen su gobierno. Por tanto, no es posible iden-
tificar a los "intereses del Estado" o "intereses sociales" con los intereses gubernamentales, ya
que, bajo el supuesto contrario, se incidiría en el error lógico de confundir al todo con alguna
de sus partes, pudiendo afirmarse que, si desde un punto de vista puramente deonto!6gico,
los "intereses" del gobierno deben coincidir con los intereses estatales o sociales, en ocasiones
reales más o menos frecuentes suelen no sélo ser distintos sino opuestos, cuando los sujetos
físicos que en un momento determinado encaman a algún 6rgano gubernativo actúan en su
propio provecho desentendiéndose de la misión que tienen encomendada y utilizando su actividad
pública para su medro personal.
738 EL JUICIO DE AMPARO

''Admitir que pueda haber en el Estado un interés colectivo que tomara su consistencia
fuera de los intereses individuales. es desconocer que el Estado no es un fin. sino un medio.
es decir, una institución que DO exista más que con un objeto humano. S6lo los hombres, en
efecto, pueden 'ser .sujetos de intereses, y por lo tanto, es imposible concebir que el Estado
tenga .i~tereses suyos que no sean intereses humanos. Evidentemente, para que los fines hu-
manos en vista de los cuales el Estado se ha instituido, puedan ser alcanzados, es indis-
pensable que. ciertos medios de acción. ciertas facultades o recursos les sean asegurados en
propiedad; parece así que el Estado tuviera intereses propios, y que la satisfacción que
reclamen estos intereses sea la condición misma de las satisfacciones a las cuales aspiran los
i?tereses particulares de sus miembros. No obstante, resulta siempre que el Estado, ser colee-
tIVO y. abstracto. es incapaz de gozar por sí mismo. y por consiguiente no es posible admitir
una utilidad o un interés puramente estatal. Es este un punto que puede considerarse como
establecido desde la célebre demostración que del mismo dio Ihering. Aun en el caso en que
el concepto de un interés propio del Estado parece afirmarse con la mayor claridad, este
concepto aparente no resiste un atento examen; es así como los bienes de dominio privado
del Estado. aunque se traten en derecho como siendo de propiedad de la persona estatal
misma, es decir, como formando sus bienes patrimoniales propios, no sirven para procurar
un fin particular al Estado, sino que son destinados realmente a procurar a la nación
ventajas cuyas utilidad, finalmente, recogen sus propios miembros. Por lo tanto, desde el
punto de vista jurídico, se puede hablar de bienes del Estado o también de intereses del
Estado; pero desde el punto de vis/a de la realidad, el pretendido interés colectivo del Estado
se resuelve invariablemente en intereses individuales, y ello no solamente en el sentido de
que, de hecho, los individuos son los que se benefician de las medidas tomadas por el Estado
en vista del interés nacional, sino también por el motivo de que la actividad estatal, cuando
. se ejerce por cuenta del grupo nadollaJ, 110 puede tener otro fin, realmente, que dar satis-
facción a los intereses de sus miembros presentes y futuros, que pasan a ser así los verde-
deros destinatarios de las medidas de interés nacional. Ciertamente está permitido oponer
el interés colectivo a los intereses individuales, si con ello se quiere indicar que el Estado,
como gerente de los asuntos del grupo entero, DO puede trabajar para. una categoría especial
y privilegiada de sus miembros, sino que debe, por el contrario, mantener el equilibrio
entre todos los intereses particulares. Esto es precisamente lo que expresa la fórmula trivial
según la cual, en el Estado, el gobierno debe funcionar en interés de todos, que esta misma
fórmula implica que los intereses a los cuales el Estado debe atender, no son en realidad otros
que los de sus propios miembros." 889

De las consideraciones anteriormente apuntadas se deduce que el "interés estatal


o social" se identifica con el "interés público-o-interés del pueblo", Ahora bien, den-
tro de la estructura constitucional de México, existen tres personas morales de Derecho.
Público, principalmente, que son: el Estado Nacional o Federal, los Bstudos Federa-
dos y las entidades municipales. Cada uno de estas tres personas jurídicas tiene un
elemento humano o pueblo desde el punto de vista político, aunque sociológicamente
presenta una unidad denominada "pueblo mexicano", en cuya virtud puede afirmarse
que, conforme a nuestra estructura constitucional, hay tres tipos de interés social o
estatal, a saber; el federal o nacional, el local y el municipal.
La idea de "interés social", que someramente hemos delineado, impone lógica-
mente la conclusión de que el mismo constituye el subslrátum de la causa final de las
normas de orden público, es decir, su motivación real y su teleología. Por ende, toda
disposición jurídica que . . ostente este carácter, es, a su vez, por modo concomitante,
de interés social o estatal, puesto que, al establecer una determinada regulación, tiende
a crear situaciones de aprovechamiento colectivo bajo múltiples y diversos aspectos,
Ahora bien, si toda norma de orden público es simultáneamente de interés social, no
889 ''Op. cit., págs. 41-42.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDmECTO 739

todo interés social se implica en ella por necesidad, en virtud de que las situaciones
en que éste se puede manifestar suelen no perseguirse por ordenación jurídica alguna.
En efecto, hay casos en que una actividad francamente arbitraria de las autoridades, es
decir, no encauzada jurídicamente, propenda por modo directo e inmediato a crear
estados de provecho o tutela para la sociedad, o sea, para los individuos que en nú-
mero ilimitado la compongan, sin que utilice, para conseguir dicha finalidad creativa,
las normas jurídicas como medio. de donde resulta que. en las condiciones apuntadas,
el interés social, no involucrando el substráJum de ninguna causa final normativa,
presentará un carácter exclusivamente fáctico.
De lo que llevamos expuesto con antelaci6n se deduce que un concepto apriorís-
tico, con validez general, de "interés social", s6lo es dable formularlo sustentando un
criterio estrictamente formal, o sea" haciendo consistir dicho interés en toda situación
creada normativamente o por algún hecho o acto de autoridad, de la que la sociedad
pueda obtener algún provecho o beneficio por modo directo e inmediato en el más
amplio sentido de la palabra. Queda, por tanto, a la prudente apreciación judicial la
determinación, en cada Caso concreto, del consabido interés, cuya constatación especí-
fica, s6lo obtenible de manera a posteriori, no es fácil de lograrse, pues en cuántas
ocasiones, merced a la estrecha interdependencia que existe entre los diferentes fac-
tores sociales. en especial dentro del ámbito económico, no es posible demarcar con
precisión y con límites perfectamente definidos, las esferas en que se mueven los inte-
reses individuales, en que predominan los de la sociedad y en que están en juego
los de los grupos o clases sociales, cuya preservación, no sin cierta contingencia,
puede significar paralelamente una situación provechosa o benéfica para la colectivi-
dad misma. Es en la concreción del concepto genérico y meramente formal de "inte-
rés social", donde reside la más delicada tarea del juzgador de amparo, la cual, en
ausencia de un criterio material invariable que descanse sobre bases o principios que
de manera general indique el contenido de dicho concepto, s6lo es llevadera con dig-
nidad y atingencia cuando su desempeño se finque en el patriotismo, en la honestidad
y en el sentido de responsabilidad.

d) La stcspensián del acto reclamado frente a las normas de orden ptiblico


y al interés social

La_citada iCl~.t~tución procesal, que tiene como objetivo esencialísimo conservar la


materia del amparo, evitando que- el aCto 'de aúfóridad que 'se impugne quede 'consu-
mado irreparablemente o produzca situaciones de difícil destrucción, está condiciona-
da, en cuento a su procedencia misma, como hemos dicho, a dos importantes requi-
sitos que Se prevén en la fracci6n II del artículo 124 de la Ley de Amparo, consis-
tentes en que la paralización de la actividad autoritaria reclamada no contravenga
disposiciones de orden público, por una parte, ni afecte el interés social, por la otra,
Dicho en ·otras palabras, y a contrario sensu, cuando tal contravención o la indicada
afectación ocurran, no debe otorgarse la suspensión de los actos combatidos. Ahora
bien, en su operatividad real, los dos citados requisitos de procedencia de dicha medida
cautelar suelen actuar en las siguientes principales hip6tesis que nos permitiremos
señalar a continuación: I
740 EL JUICIO DE AMPARO

1. Cuando el acto reclamado consista en una ley anto-aplicativa, es decir, en un


ordenamiento cuyas disposiciones, por sí mismas, establezcan a cargo de los particu-
lares determinadas obligaciones y prohibiciones o consignen una cierta conducta que
éstos deban observar, sin que para ello se necesite, por modo indispensable, la reali-
z~ón de un acto de autoridad concreto, posterior y distinto de la ley que se combata,
sélo es dable conceder la suspensión definitiva respecto de las prevenciones, a fin de
que éstas no operen frente al quejoso mientras se resuelva- el amparo correspondiente
por sentencia que cause ejecutoria, Ji 10J motivos determinantes de tal ley o 1M fina-
lidadeJ directM e inmediasas 'file perJiga no propendan a JatiJfacer nna necesidad
social, a evitar IIn mal colectivo o a promrar IIn bienestar al Plleblo en los términos
que precedentemente hemos expuesto, ya que en el caso contrario, se trataría de una
ley de orden público, cuya eficacia normativa no debe ser paralizada o detenida, lo que
sucedería si, por virtud de la suspensión, la situación concreta del promotor de la acción
constitucional quedase al margen de los mandamientos legales respectivos. !
2. Si el acto que -se reclame es aplicativo de lino norma de orden público de
acuerdo COn el concepto formal que sobre ésta hemos expresado, es evidente que la sus-
pensión de dicho acto no debe otorgarse, ya que, de impedirse el mismo o sus conse-
cuencias inherentes, se crearía o se continuaría una situación especial para el quejoso
fuera de las disposiciones normativas correspondientes, dejando éstas sin observancia,
lo cual implicarla un óbice-para la consecución de sus objetivos sociales. Claro está
que para negar la suspensión de un acto de autoridad en los términos que se acaban
de señalar,..00 basta que el órgano estatal responsable se contraiga a afirmar que el
propio acto se funda en una verdadera norma de orden público y que, por tanto, sea
aplicativo de ésta, sino que es menester que aporte al juzgador los elementos condu-
centes para demostrar, aunque s610 sea presuntivamente, tales extremos, según lo ha
sostenido la jllriJprlldencia del Primer Tribunal del Primer 'Circuito en Materia' Ad-
ministrativa, que puede consultarse. en el Informe de 1974, Sección "Tribunales Cole-
giados", páginas 55 a 57.
3. Si la situación concreta del quejoso y que éste pretende defender mediante
,;1 juicio de amparo, se adecúa a una situacián abstracta prevista en fina norma de orden
público, y el acto de autoridad que se reclame tiende a desconocer o a afectar a la
primera de tales situaciones, es obvio que la suspensión contra dicho. acto debe conce-
derse. pues su otorgamiento no sólo no contravendría la citada norma, sino que la ha-
ría respetar, paralizando o deteniendo la actividad autoritaria que, en oposición o al
margen de ella, se pretenda desplegar.
4. Cuando el acto reclamado, por más arbitrario, desmánico o tiránico que se
suponga y aunque revele una notoria inconstitucionalidad (cuestiones éstas cuya califi-
cación es ajena a la institución suspensicnal), persigue como fin inmediato y directo
algún provecho a la sociedad, bien sea procurando satisfacer una necesidad colectiva,
evitar un mal público 11 obtener un verdadero beneficio común, la suspensión no debe
concederse, ya que en caso de que se otorgase, se afectaría el interés social, cuya ne-
cesaria preservación rebasa en muchas ocasiones los límites de la juridicidad, circuns-
tancia ésta que sólo es motivo de invalidación del expresado acto, pero no de su parali-
zación dentro del juicio de amparo._
5. Pudiendo suceder, como acontece frecuentemente, que una ley ° ~ acto de
autoridad stricto sensu, al afectar a un partieular, forje un ambiente prop;~io para /a
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO lNOIRECTO 741

incubacion de un mal social o para la impedicián de nn bienestar colectivo, según


ocurre, generalmente, tratándose de las actividades gubernativas con tendencias mo-
nopolizadoras, la suspensión contra dicha ley o acto es indiscutiblemente procedente,
ya que su otorgamiento no s610 no lesionaría el interés social, sino que lo benefi-
ciaría al remover, en una proyección de futuridad, los obstáculos que evitan su preser-
vación, la cual no se lograría si, negándose dicha medida cautelar, se conservase la
situaci6n 'antisocial emanada del acto reclamado. .
Hemos someramente delineado las principales hipótesis que en la práctica suelen
darse acerca de la improcedencia o procedencia de la suspensi6n en un juicio de am-
paro con vista a las normas de orden público y al interés social fuera de las presun-
ciones legales en que dicha medida cautelar no debe concederse y que se contienen
en la fracci6n Il, último párrafo, del articulo 124 de la ley de la materia, sin que las
conclusiones generales que de tales hipótesis se deriven sean susceptibles de regir
por modo absoluto todos los casos especlficos que la realidad presenta a la conside-
ración del juzgador constitucional, quien, para lograr una actuación atingente en el
tratamiento de las múltiples y variadas cuestiones suspensionales, quizá las más deli-
cadas y trascendentales que suscita la problemática del juicio de garantías, debe estar
dotado de un fino y tácito sentido de apreciación, para determinar casuísticamente
la presencia o ausencia de las condiciones previstas en la disposición legal invocada y
cuya aplicación certera, apenas orientada por conceptos meramente formales como
son los de "normas de orden público" y de "interés social", requiere firmes cualidades
humanas en quien la realiza, saturadas de patriotismo, solidaridad colectiva, justicia,
valor civil e independencia funcional.
Para terminar la breve exploración del dificil y arduo tema que abordamos y a
propósito de cuyo tratamiento la actividad pensante y expositiva experimenta una sen-
saci6n de inseguridad, de temor a incidir en errores y de frustración en el logro de los
fines especulativos perseguidos, creemos importante subrayar con énfasis esta idea:
la suspensión del acto reclamado es una institución procesal que presenta una tónica
francamente social, ya que su procedencia sólo se registra en términos generales, según
dijimos, cuando el interés de la sociedad no prevalece en cada caso concreto sobre los
intereses especiales del quejoso, o cuando lá tutela de éstos, al través de la paralizaci6n
de los actos reclamados, no daña los del conglomerado humano o no deja ínobser-
vadas normas de orden público. Podemos afirmar, por tanto, que un espíritu de so-
lidaridad colectiva enseñorea las decisiones judiciales relativas a la suspensión en el
juicio. dearñparo .'1 que al jravés de ellas, es como el juzgador constitucional puede
velar por la preservación de los auténticos intereses sociales, bien sea no impidiendo
la actividad autoritaria que realmente los proteja o tienda a protegerlos, o bien dete-
niendo la que propenda a dañarlos mediante la afectaci6n de la esfera particular del
agraviado personal. El régimen jurídico condicionante de la procedencia suspensional
es lo que constituye el aspecto social más relevante de nuestro juicio de amparo, -el
cual, si se gestó en un ambiente de clásico individualismo, ahora anacrónico, es decir,
Como medio protector de las garantlas individuales, ha rebasado en la actualidad los
limites mezquinos que su incubación histórica le señalaba, para convertirse, dada
su propia Indole teleológica, en una iustituci6n de tutela de todo el sistema constitu-
cional que es la columna vertebral de la vida de México; y si tan importante es nulí-
ficar mediante el amparo un acto de autoridad que sea opuesto a la Ley Fundamental,
742 EL JUICIO DE AMPARO

no lo es menos convalidarlo en el supuesto contrario. De ahí que la invalidación y la


convalidación de los actos de eualquier órgano gubernativo del Estado, sean los dos
objetivos cardinales de la finalidad genérica del amparo, debiendo concluirse, COn todo
rigor lógico, que si la Constitución es su fin tutelar y que si en la Constitución se han
plasmado normativamente las más Caras aspiraciones del pueblo mexicano, es en nues-
tra gloriosa institución de control donde éstas encuentran su más eficaz baluarte
jurídico, puesto para apuntar con índice de fuego cualquier acto de autoridad que las
traicione, así como para respaldar el que tienda a realizarlas.

Estas ideas nos conducen a la conclusión de que el juicio de amparo, al través de la sus-
pensión del acto reclamado, es una institución jurídico-constitucional armonizadora del interés
particular del gobernado con el interés social, y cuya coordinación o composición obedece, a
su vez, a un interés superior que a ambos comprende, a saber, el que radica en la obser-
vancia y mantenimiento del régimen de derecho en nuestro país.
, Este pensamiento no entraña ninguna Innovación en cuanto a la consideración sobre la
naturaleza del amparo, pues ya en el siglo pasado no faltó jurista que se preocupara por
demarcar las dos esferas en que incide su operatividad, como son, la individual y la social o
pública. Así, don Manuel Duhlán afirmaba: "En la cuestión de los juicios de amparo. como
en todas 11s grandes cuestiones filosóficas, se presentan dos sistemas que traen dividido al
mundo en el campo de la jurisprudencia y de la legislación. El individualismo, que aspira
a que sea el derecho privado la regla predominante en todas las relaciones y aplicaciones
sociales, y el sistema que pretende que el interés del Estado sea el principio regulador a que
deba darse preferencia (esiaismo), Considerados ambos sistemas en un sentido exclusivo,
no pueden servir de guía al jurisconsulto en su estudio, ni ilustrar al legislador en sus
profundas elucubraciones sobre la más conveniente marcha de la sociedad. La aplicación
aislada de los principios de cualquiera de los dos sistemas, conduce irremisiblemente o al
despotismo más inicuo o a la desorganización social." "Así es que la verdad está en alejar
el antagonismo de ambos principios y en procurar su conciliación." "Esta doctrina debiera
tenerse muy presente en la materia de los juicios de amparo. Tan elevado pensamiento corre
el riesgo de que, apoderándose de él los partidarios de una u otra escuela (los del indivi-
dualismo o los del estatismo), o lleguen a nuliñcarlo por trabas y restricciones innecesarias"
esterilizando de este modo una de las mejores ideas .de la Constitución; o 10 conviertan en
un arma anárquica, haciendo ineficaz la acción del poder público" y cooperando así al des.
crédito de tao interesante recurso. El' individualismo tenderá a dar a estos juicios una' infun-
dada extensión, exagerando las aplicaciones de su principio, con 10 que conseguiría debilitar
el poder de la autoridad o perturbaría' frecuentemente el ejercicio de sus facultades
legítimas. Si la (ley que reglamentase este recurso hubiera de seguir la inspiración exclusiva
de este sistema, ancha puerta quedaría abierta a las más especiosas pretensiones; no habría
acto oficial que no pudiera reclamarse, porque todos irremisiblemente vienen a herir un
interés privado, o a restringir el derecho individual; y si la ley atendiera sólo a esto, sin
examinar ni fijar hasta dónde puedan ser necesarias y legítimas esas restricciones en favor
de la sociedad, se vería a cada momento enervada la acción del poder, subvertidos los prin-
cipios que fundan su necesaria existencia, e interrumpida la justicia, dándose un incesante
motivo a la más escandalosa impunidad. En bien, pues, del mismo derecho individual, debe
trabajarse porque el recurso de amparo, por reglas meditadas' y precisas que fijen su ejercí-
ero, no quede envuelto en las teorías de un individualismo exclusivo, para que deje de
vérsele como un medio peligroso para el orden; sino que sirva tan s610 para satisfacer una
necesidad legítima, conteniendo a cada funcionario en la órbita que la Constitución le hubie-
re señalado."
Después de formular otras consideraciones en torno a la idea de que en el ejercicio del
amparo deben conjugarse los intereses particulares y los sociales. el citado jurista llega a
esta enfática conclusión: .... . no es acertado deiarse guiar en esta materia por un sistema ex-
c/usiv(), ni preocuparse del Iriunf() de sus fJ:/eas, sino que aiendiendo al objeto primordial que
la Constitución se propuso al instituir tal recurso, débeú consultar qué es lo que reclama el
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDmECTO 743
I

derecho privatio, y al mismo tiempo qué e! lo que en tal CaJO d611Umda el vet'Jadero interés
de la !otiedad.u SolO

e) Presunciones legmes y casos jurisprudenciales sobre "',,/ación al interés social


y con/rltlJención a disposiciones de orden público
Hemos afirmado anteriormente que, conforme a la jurisprudencia de la Suprema
Corte,·u el juzgador de amparo tiene amplio arbitrio para determinar, en cada caso
concreto, si la suspensión lesiona el interés social o infringe normas de orden. público.
No obstante, dicho arbitrio se encuentra restringido por la Ley de Amparo y por
diferentes tesis jurisprudenciales, en que se presume o se establece la improcedencia
de la citada medida cautelar, por producir, en el supuesto de concederse, cualquiera de
los fenómenos apuntados. .
Así, el expresado ordenamiento considera (art.. 124, frac. Ir, párrafo segundo)
que se causa perjuicio a la sociedad y se violan disposiciones de orden público, si la
suspensión origina los efectos o las consecuencias siguientes:
la continuaú6n del funcionamiento de centro! de vida 1 lenocinios:
la produccMn- y. el comercio de droga! enervante!,·
/4 cOnJumad4n o continllad6n de delito! o de sus e/sao!,'
el aJza de precio! COn re/«Mn 4 artiru/o! de primera nscsJid4d o de conssmo ns~s!ario,·
la evitación de medidas para combatir epidemia¡ de carácter gr4t/e/
el peligro de invasMn de enfermedades exótica.r en e/ pab,'
la obstlltuJizaúóu de la campaña con/ra el alcoholismo 1 contra 14 venta de !lIbstttnda.r que
envenendrJ al individuo y degeneren la raza.
el incumnlimiemo de los órdenes mi/itttres.¡;',ll hlll
Esta enumeración legal casuística de las hipótesis.en que nbligatoriamente debe
negarse la suspensión, se comprende dentro de los conceptos generales de "interés
social" y "normas de orden público" que explicamos con antelación, pues en tales hi-
pótesis se supone que los actos reclamados tienden a evitar perjuicios morales o mate-
riales a la colectividad, mediante la prevención de Jos fenómenos que los puedan
provocar, de tal suerte que, si se paralizan dichos actos, se colocaría a la sociedad
en un grave riesgo de damnificación.
Por su parte, la jurisprudencia de la Suprema Corte ha consignado múltiples casos
específicos en que declara improcedente la suspensión, porque de otorgarse, se afecM·
e1a el interés social o se violarían normas de orden público, tomando en cuenta, unas
veces, que los actos reclamados propenden a procurar un bienestar a la colectividad,
~ y_otras,_ a evitarle un daño o a satisfacer una necesidad pública. Si se escudriñan tales
casos, se advertirla qUe el fundamentó, "real o aparente,-que en ellos' se-invoca-para consi- '.
840 Revista jurídica "El Derecbo", T. l. págs. 115 Y 116.
841 Aféndice al Tomo cxvm, Tesis 726. TeJiJ 131 de la Compilación 1917~1965, y te-
sis 130 de Aténdice 1975,. Mat~ia General.
&11 hl! Este último _caso se incluyó en la disposición legal citada mediante reforma que se
publicó en el Diario Oficial el 30 de noviembre de 1982. El incumplimiento de las órdenes. mili.
tares, debe contraerse a los juicios de amparo que promueva'l los miembros del. Ejército contra las
órdenes de sus superiores ;erárquicos y que sean' de naturaleza estrictamente castrense, en cuyo
supuesto la improcedencia de la suspensión es evidentemente correcta, ya que los Jueces federales
no deben ingerirse en el régimen militar ni interferir los actos de las autoridades__ militares. Es
obvio, por tanto, que dicha medida cautelar sí es procedente cuando el juicio de garantías no sea
promovido por miembros del Ejército, ni en el caso de que se trate de resoluciones administrativas
o jurisdiccionales de las autoridades militares de acuerdo a su competencia, sino s610 de estricta.s
órdenes militares a militares.
744 EL JUIOO DE AMPARO

derar improcedente la suspensión, radica en cualquiera de dichos objetivos, que son


precisamente los que caracterizan a las "normas de orden público" y al "interés social",
según lo hemos sostenido.'"
E) Dificllltad en la reparación de 101 dañoI y perjllicioI 'lile cause la ejecllción
dtl acto redamado
ID tercer requisito de procedencia de la suspensión a petición de parte que COn.
tiene el artículo 124 de la Ley Orgánica de los artículos 103 y 107 constitucionales,
consiste en que "sean de difícil reparación los daños o perjuicios que se causen al
agraviado con la ejecución del acto". El concepto de "difícil reparación" empleado
en esta disposición legal, es sumamente vago e impreciso de determinar en forma abs-
tracta y general, por 10 que sería muy aventurado pretender elaborarlo. Sin embargo,
podemos afirmar que un daño o un perjuicio que cause la ejecución del acto reda-
mado son difíciles de repararse, cuando se tienen que poner en juego varios, costosos e
intrincados medios para obtener la restauración de la situación que prevalecía con
anterioridad al desempeño de la actuación autoritaria impugnada. Esta apreciación,
repetimos, no pretende ser una definición del concepto de "difícil reparación", el cual,
como hemos afirmado, no' es susceptible de formularse abstractamente, sino que se
evidencia en cada caso concreto que Se presente. La Suprema Corte no se ha preocu·
pado aún por delimitar el sentido y alcance de la expresión "difícil reparación" ern,
p1eadaen la fracción III del articulo 124 de la Ley de Amparo, por lo que carecemos
de una pauta jurisprudencial que nos pudiera orientar para forjar una concepción
general que pudiese abarcar todos los casos concretos que ocurran. En vista de ello y
fundamentalmente, de la quasi-imposibilidad (si se nos permite lógicamente esta
expresión)' de precisar la idea general de daños y perjuicios de "difícil repara(ión",
842 Atendiendo a la prolijidad de las tesis jurisprudendales respectivas, aludiremos s610 a
algunas de ellas que aparecen compiladas en el AphJdüe al Tamo CXVIIl del Semanario Judicial
de la Federación, en la Compilaci6n 1917-196' y en el APéndice 197'. debiendo fijarse su pre-
ciso y justo alcance mediante la consulta de las ejecutorias que las integran. Así, según la Corte,
la suspensión es improcedente: contra actos que tiendan al aseguramiento de los bienes objeto del
delito (Tesis 138 del Ap. Tesis 25 de la Ccmp., r tesis 28 del Apéndice 197:5, Primera Sala);
contra los procedimientos encaminados a la tlverigutlct6n de los delitos (Tesis 322 del Ap. Tesis 100
de la Comp. y tesis 109 del Apéndice 1975, Primera Sala); contra resoluciones agrarias dotasodas o
restitutorias de Z'idos (Tesis' 418 del Ap. Tesis 82 de la Comp., Segunda Sala); contra actos que
importen el tras 'a40 de 101 empleados públicos (Tesis 435 del Ap.); contra la aplicaci6n de las
leyes expropia/arias (Tesis 466 del Ap. Tesis 95 de 111 Comp., y tesis 389 del Apéndice 1975,
Segunda Sala). salvo que le invoque como utilidad pública el embellecimiento y saneamiento de
una colonia (Tesis 463 del Ap. Tesis 92 de la Cornp., y tesis 386 del Apéndice 19751 Segunda
Sala); contra la expulsión de extranjeros pemicioios (Tesis 473 del Ap. Tesis 101 de la Comp.,
y tesis 395 del Apéndice 1975, Segunda Sala); contra acto! (jue tiendan a 'Suprimir [uegos de azar
(Tesis 594 del Ap. Tesis 152 de la Comp., y tesis 422 del Apéndice 1975, Segunda Sala); contra
procedimientos ¡udiciales en materia sucesoria (Tesis 556 del Ap.); contra setos prohibitivos
para ejerce'- la medicina al que se ostenta como médico sin tener título (Tesis 678 del Ap. Te.
sis 162 de la Comp .• y tesis 4.31 del Apéndice 1975, Segunda Sala); contra actos que importen el
cese de los notarios en sus funciones (Tesis 706 del Ap. Tesis 177 de la Comp., y tesis 454 del
Apéndice 1975, Segunda Sala); contra los efector de la declaración de quiebra (Tesis 874 del Ap.
Tesis 290 de la Comp., y Tesis 306 del Apéndice 1972. Tercera Sala); contra la fijación del salario
mínimo (Tesis 965 del Ap. Tesis 149 de la Comp., y tesis 221 del Apéndice 1975. Cuarta Sala);
contra aaos que entralien medidas de ¡aJubridad pública (Tesis 948 del Ap. Tesis 233 de la
Comp., y tesis 522 del Apéndice de 1975, Segunda Sala); contra disposiciones que reglamentan
el tránsito de vehkulos (Tesis 1101 del Ap. Tesis 255 de la Comp., y tesis 544 del Apéndice 197~,
Segunda Sala); COntra el tumplimienio de las disposiciones en materia de migrafión (Tesis 685 del
AD. Tesis 164 de la Comp., v tesis 435 del Apéndice 1975, Segunda Sala); etc.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro 745

no nos queda sino reiterar nuestra anterior aseveración, en el sentido de que s6lo ca-
suísticamente puede delimitarse su alcance en la aplicaci6n concreta del concepto
en Olesti6n.8f 8

IJI. LA SUSPENSIÓN CONTRA EL COBRO DE IMPUESTOS, MULTAS U OTROS PAGOs


FISCALES

La satisfacci6n de las tres condiciones genéricas de procedencia de la suspensión


a que nos referimos en el parágrafo JI inmediato anterior, qbliga al Juez de Distrito a
conceder dicha medida cautelar en !II aspecto proce!td definitivo. En otras palabras,
y como veremos posteriormente, si el otorgamiento o la denegación de la suspensián
provisional quedan sujetos a la- facultad potestativa de dicho funcionario, la suspen-
sión definitiva debe concederse cuando los actos reclamados sean ciertos, si su na-
turaleza permite su paralización y si no se afecta el interés social ni se contravienen
disposiciones de orden público.
Sin embargo, la obligatoriedad en el otorgamiento de la suspensi6n definitiva no
existe, si los actos reclamados importan el cobro de impuestos, multas 11 otros pago!
fiscales, pues entonces el Juez de Distrito puede discrecionalmente conceder o negar
dicha medida, conforme a 10 establecido poc el articulo 135 de la Ley de Amparo.
En otros términos, aunque se satisfagan las tres condiciones genéricas de procedencia
de la suspensión a que hemos aludido, ésta puede negarse atendiendo a la facultad
discrecional contenida en el precepto invocado.
La discrecionalidad judicial en el otorgamiento o en la denegación de la suspen-
sién para el caso contemplado por el artículo 135 de la Ley, no opera en algunos
supuestos consignados jurisprudencialrnente, en los que la Suprema Corte ha estimado
improcedente dicha medida cautelar.
AsI, la ;urhprudencia ha.sostenido que "si con la suspensión se puede causar un
perjuicio a la sociedad o al Estado, por la falta de servicios prlbUco!, en virtud de no
recaudarse oportunamente los impuestos necesarios para la realización de esos servicios,
el imperativo para el juzgador negar la suspensión, pues con su concesión se imposi-
bilitaría al Fisco para hacer frente a sus erogaciones", aseverándose, además, que "La
facultad discrecional que la ley otorga para conceder la suspensi6n contra el pago de
impuestos, previo depósito, se apUca por regla general a lo! casos concretos, aislados,
que 110 pueden ocasionar perjr,ieioJ al Estado; pero ruando con dicha suspensión se aca-
rrean. evidentes perjuicios al Estado, porque se le prive de sumas cuantiosas, imposi-
bilitando así la marcha normal -de las"funcíooes públicas, es improcedente conceder la
suspensión conlra el pago de impuestos:' ..•
El criterio que funda la (mproccdencia de la suspensi6n en el supuesto a que se
refieren las tesis jurisprudenciales invocadas, consiste en que el monto de los impue!-
843 La. illrisprlldenda, en algunos casos esoecíficos. v sin definir o sin dar ninguna idea
general sobre "daños y perjuicios de difícil reparación", ha sostenido que la sus¡;ensi6n es impro-
cedente por la falta. de este requisito, cuando el acto reclamado entraña el cam io de albacea de
una sucesión (Tesis 79 del Ap. Tesis 32 de la Compiladón, 1 tesis 3' del Apbtd;(e '191$, Tercera
Sala), así Como contra el auto que admite un recurso (Tesis 88~ del Ap. Tesis 157 de la Como
piladón, 1 tesis U, del Apéndire 1975, Materia General), arguyendo que en ambos la lesión
experimentase el quejoso can la ejecución de dichos aetas, es "reparable".
8" Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis '40 y "8. Te¡Í¡ 131 1 14) de la CompiJi#i6n 1917-
196) '1 tesis 210 1 214 del Apéndice 19n, Sef,tlnda Sala.
746 EL JUICIO DE AMPARO

tos, cuyo cobro entrañen los actos reclamados, Jea de tal manera cuantioso, que su no
percepción coloque al Estado en la situación precaria de no poder desempeñar los ser- .
vicios públicos a su cargo, circunstancias éstas cuya estimación, en cada caso concreto,
queda al prudente arbitrio del Juez de Distrito. .
Pero independientemente de la cuantía de los impuestos que se cobren al quejoso,
la juriIprtldencia, en forma tajante y sin dar lugar al arbitrio prudencial o discre-
cional del Juez Federal, ha establecido que si los actos reclamados importan el cobro
de cuotas del Seguro Social (que tienen caráctertributario}, la suspensión es impro-
cedente y debe negarse, "porque con ella-se producirían graves perjuicios al Instituto
(del Seguro Social), colocándolo en el peligro de no poder proporcionar sus servi-
cios, que son de indudable interés público.....'
Esta tesis jurisprudencial sitúa indebidamente al Instituto Mexicano del Seguro
Social en una posición de. hegemonía respecto al Fisco propiamente dicho, pues si en
relación con el cobro de impuestos subsiste la facultad discrecional para conceder
o negar la suspensión cónsignada en el artículo 135, y si sólo se sustituye por la dene-
gación obligatoria de dicha medida cautelar en los casos excepcionales a que hemos
aludido, tratándose del cobro de cuotas de previsión social, la improcedencia del
beneficio suspensional es absoluta, porque, sin importar la cuantía de tales prestado-
nes, éste necesariamente debe negarse. Creemos, en consecuencia, que únicamente en el
caso de que el monto de las citadas cuotas sea de tal manera elevado que pueda ori-
ginar la paralización de los servicios que otorga el mencionado Instituto, debería.no
concederse la suspensión contra la ejecución de las resoluciones que las establezcan.
. Por último, es pertinertte advertir que, una vez que se haya concedido discrecio-
nalmente por el Juez de Distrito la suspensión contra el cobro de impuestos, multas u
otros pagos fiscales, su eficacia está condicionada a diversos requisitos de colmacién
previa, a los que nos referiremos en el parágrafo V de este mismo capítulo.

IV. LA SUSPENSIÓN eONTRA ACTOS QUE AFECTEN LA LIBERTAD PERSONAL


DEL QUEJOSO

A. Contra actos de autoridades no judiciales (administrativas en general,


policiacas y__de! Ministerio Público)
El principio que rige la procedencia de la suspensión cuando en el amparo res-
pectivo se impugnen actos de autoridades administrativas o no judiciales en general,
que afecten la libertad personal del agraviado, consiste en que siempre es obligatorio
para el Juez de Distrito otorgar dicha medida, tanto en Su aspecto provisional como
definitivo (arts. 130, párrafo final, y 136, párrafo segundo, de la Ley de Amparo).
a) Si los mencionados actos aún no se ejecutan, es decir, si todavía no se priva
al 'ivejoso de su libertad personal, la suspensión sólo tiene el efecto de que las autori-
dades responsables no procedan a la detencián del agrat,iado, sin perjuicio de que se le
consigne judicialmente por el delito que se le impute (art. 136, párrafo segundo)
o de que .se practiquen las diligencias de investigación penal pertinentes, contra las
que, en todo caso, es improcedente la suspensi6n.S4 8
8"6 Apéndice al Tomo CXVlII. Tesis 993. Tesis 240 de la Compilación 1917·1965 y I6siJ
294 de/-Apéndi.e 1975, Segunda Sala.
846 Tesis 322 del Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 100 de la Compilación 1917·1965,
y tesis 109 del Apéndice 1975, Primera SaJa.


LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 747

Al concederse por el Juez de Distrito la suspensión, debe decretar las medidas de


aseguramiento que considere adecuadas, tendientes a evitar que el quejoso se sustraiga
a la acción de las autoridades responsables y pueda ser puesto a su disposición, si no se
°
le otorga la suspensión definitiva el amparo, en sus respectivos casos, es decir, cuando
el beneficio suspensional se haya decretado provisionalmente en el auto inicial del inci-
dente relativo, o en forma definitiva en la inter1ocutoria incidental (arts. 130 Y 136,
párrafo segundo de la Ley).
b) Si los actos de autoridad administrativa o no judicial que afecten la libertad
personal ya se hubiesen realizado, o sea, si el quejoso ya estuviese detenido, el Juez de
Distrito puede poner a éste en libertad provisional, decretando las medidas de asegura-
miento que estime idóneas para que el agraviado no se sustraiga a la acción de la
justicia, si no se le concediese el amparo (art. 136, párrafo tercero).
La potestad mencionada sólo es ejercitable al concederse la suspensión definitiva
en la interlocutoria correspondiente. pues el efecto de la suspensión provisional, con-
forme al articulo 130 de la Ley, estriba en el mantenimiento del estado "que guarden
las cosas" o sea, respecto al caso de que tratamos, en que el agraviado permanezca
1

detenido, pudiendo únicamente ser, puesto en libertad caucional por el Juez de Distrito
al otorgar la medida cautelar provisoria (art. 130, párrafo segundo), si el delito por el
que se hubiese practicado de detención se castiga con una pena media aritmética no
superior a cinco años de prisión, 10 que no se puede constatar a priori con los únicos
datos que suministre unilateralmente la demanda de garantías, en la que el agraviado,
por lo general, afiema no haber cometido hecho delictivo alguno.
La libertad provisional del quejoso que puede decretar el Juez Federal no quebranta
el Principio cardinal que rige la eficacia de la suspensión en el sentida de que ésta
carece de efectos restitutorios, ya que la detención de una persona, aunque importe un
hecho momentáneo, genera una situacián continua que se proyecta permanentemente
en el tiempo, traducida en la privación de su libertad personal, Por ende, la suspensión
definitiva, en este caso, al producir la excarcelación del quejoso, simplemente hace cesar
la mencionada situación, es decir, impide) para el futuro, que el agraviado permanezca
privado de su libertad por autoridades administrativas, circunstancia que en sí misma
es inconstitucional.

B. Contra actos de autoridad judicial

a} Planteamiento- de la cuestión-

Existe en la actualidad un palmario desconcierto en 10 que respecta a la procedencia


y alcance de la suspensión en los juicios de amparo que se interpongan contra órdenes
judiria/es de aprehensión y autos de formal prisián, (fiando el quejoso no ha sido aJÍn
afeclado en !ti ¡;berlad personal. Tal sucede, sobre todo en el caso de que la orden
de aprehensión no se haya podido ejecutar en virtud de haberse otorgado, en un juicio de
garantías, la suspensión provisional o la definitiva contra los efectos de dicha orden,
en lo que atañe a la expresada libertad. Frecuentemente, en la realidad se registran
casos en que se ha librado una orden judicial de aprehensión contra alguna persona,
como consecuencia del ejercicio de la acción penal por uno ° varios delitos, cuya penali-
dad media no hace procedente la libertad caucional en los términos del. artículo 20,
748 EL JUICIO DE AMPARO

fracción 1, constitucional; y que el sujeto, contra quien la citada orden se haya dictado,
no pueda ser detenido en virtud de la suspensión provisional o definitiva que se hubiere
concedido en el amparo promovido al respecto.
La mencionada medida cautelar se otorga legal y jurisprudencialmente sin el efecto
de que se paralice el procedimiento penal que, en su primordial fase, culmina con un
auto de formal prisión, ya que sólo tiene eficacia para que el quejoso, en cuanto a su
libertad personal, quede a disposición del Juez de Distrito que haya concedido la sus-
pensión, la cual queda sujeta a las medidas de aseguramiento que dicho funcionario
judicial federal haya decretado, según su prudente arbitrio. Ahora bien, si el juez que
haya librado la orden de aprehensión dicta, dentro del término constitucional, auto
de formal prisión contra el quejoso por uno o varios delitos, cuya penalidad media
exceda de cinco años de reclusión; y si el mencionado quejoso, contra el referido auto,
interpone un nuevo juicio de amparo, solicitando la suspensión de los efectos o con-
secuencias del cirado proveido, que se traducen en la afectación de su libertad pero
sonal para que sufra la prisión preventiva, ¿procede otorgarle dicha suspensión?, y,
en caso afirmativo, ¿qué alcance tiene esta medida cautelar?
La concesión de la suspensión provisional o de la definitiva contra los efectos de
una orden de aprehensión o de un auto de forma! prisión respecto de la libertad pero
sonal del quejoso, en el caso de que éste 1/0 haya sido asín detenido, ha provocado
"diversos comentarios desfavorables, muchas veces, a los Jueces de Distrito que otorgan
el mencionado beneficio suspensional, llegándose a considerar que éste (vulgo, ampa·
ro) es un serio obstáculo para la administración de justicia, que coloca a los delincuen-
tes en una situación de impunidad por los hechos delictivos que les atribuye el Minis-
terio Público y de los cuales resulten presuntos responsables. En algunas ocasiones se
alude despectivamente a nuestro juicio de amparo como medio de burlar la acción de
los tribunales que han dictado contra una persona una orden judicial de aprehensión
o un auto de formal prisión por la comisión de graves delitos, en cuya represión, se
dice, está vivamente interesada la sociedad. El clamor de algunos sectores sociales, pro·
vocado o alentado muchas veces por la publicidad periodística, ha llega al extremo de
censurar acremente a los Jueces de Distrito, quienes, se afirma, mediante autos o reso-
luciones concediendo a los presuntos responsables de un hecho delictivo la suspensión
de la justicia y a que se
contra ·su captura, contribuyen a que se sustraigan a la acción
libren del castigo social que merecen.
Para el jurista, dicho clamor sería irrelevante, como producto de una ignorancia
apasionada, si no suscitase una cuestión jurídica compleja que es preciso dilucidar desde
el punto de vista técnico-legal y jurisprudencial, con el objeto de que, atendiendo a las
soluciones que al respecto se obtengan, se la defina claramente. La mencionada cuestión
plantea los problemas que en un 'principio Se enunciaron, a saber: ¿es procedente, en
todo caso, conceder la suspensión contra los efectos de una orden judicial de aprehen-
sión o de un auto de formal prisión, para que la persona contra quien dichos proveídos
se hayan dictado no sea encarcelada o aprehendida mientras se analiza y resuelve
sobre la constitucionalidad de tales actos? ¿Si procede el otorgamiento de dicha suspen-
sión, qué efectos debe tener ésta?
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 749

b) El otorgamiento de dicha suspensiá» no es oficioso

La suspensión contra una orden judicial de aprehensión o un auto de formal prisión


nanea debe concederse de oficio por el Juez de Distrito, sino a pelición del quejoso, ya
que la paralización oficiosa de los actos reclamados sólo procede cuando éstos importen
el peligro de privación de la vida, deportación o destierro o alguna pena prohibida por el
artículo 22 constitucional (mutilación, infamia, marca, palos y tormento), así como
en los casos en que dichos actos, si llegaran a consumarse, hicieran físicamente imposi-
ble restituir al agraviado en el goce de la garantía individual violada {art. 123 de
la Ley de Amparo). Es evidente que una orden judicial de aprehensión o auto de for-
mal prisión no entrañan ninguno de los fenómenos apuntados, pues si bien es cierto
que, como consecuencia de ellos, se podrla aprehender al quejoso (si la aprehensión no
se hubiere efectuado anteriormente) y que el tiempo de su reclusión no podría ser
invalidado con motivo de la sentencia constitucional ejecutoria que lo ampare contra
dichos proveidos, también es verdad que, al otorgársele la protección federal, se le
restituirla su libertad personal. La suspensión oficiosa sólo debe concederse por el Juez
de Distrito cuando la sentencia que proteja al quejoso no pueda surtir sus efectos por
imposibilidad flsica, según dijimos con antelación.
Partiendo del supuesto innegable de que la suspensión contra los efectos o conse-
cuencias de una orden judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, por lo
que atañe a la libertad personal del agraviado, debe sujetarse al requisito indispensable
de la petición de parle, es pertinente examinar el régimen legal a que dicha medida
cautelar está sometida, para dilucidar las cuestiones planteadas anteriormente.
A diferencia de la suspensión oficiosa, que se concede de plano, la suspensión a
petición de parte presenta dos modalidades procesales fundamentales, tanto en lo que
concierne a su procedencia, como en 10 que respecta a su eficacia, a saber: la provisio-
nalidad (suspensión provisional) y la definilividad (suspensión definitiva).

e) LA suspensión provisional contra una orden judicial de aprehensi6n


o un auto de formal prisión

No existe obligatoriedad para el Juez de Distrito de conceder esta medida cautelar


provisional, sino que su otorgamiento o denegación quedan sujetas al prudente arbitrio
judicial, según se desprende del artículo 130 de la Ley de Amparo, precepto que-sólo
constriñe al juzgadorpaia otorgar la suspensión provisional, cuando los actos reclamados
importan la restricción de la libertad personal f"era de procedimienlo judicial, lo que
no sucede obviamente con una orden judicial de aprehensión o coriun auto de formal
prisión.
Ahora bien; el invocado articulo 130 remite a lo dispuesto por el artículo 124 de
la Ley de Amparo, a efecto de que, en los términos de éste, y principalmente tomando
en cuenta las normas de orden público, el interés social y la dificultad en la repara-
ción de los daños y perjuicios que se pudieren causar al quejoso con la ejecución del
acto reclamado, el Juez de Distrito pueda regular su prudente arbitrio para conceder o
negar la suspensíén provisional. Si dicho funcionario determina discrecionalmente otor-
750 EL JUICIO DE AMPARO

gar esta medida cautelar provisional contra los efectos y consecuencias de una orden
. judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, por lo que concierne a la liber-
tad. personal del agraviado y siempre que ésta tIlÍn no haya sido trlectada, la suspensión
provisional. ímpíde"I•. detenci6n o aprehensión del quejoso, pues la situación de éste,
en el momento en que dicha suspensión se notifique a las autoridades responsables,
consiste en el goce, todavía no perturbado materialmente, de la mencionada libertad.
En estas condiciones, al decretar la mencionada suspensión, el Juez de Distrito debe
tomar las medidas que estime convenientes para el aseguramiento del quejoso, a fin de
que éste 00 se sustraiga a la acción de las autoridades responsables si no se le concede
la suspensión definitiva. Tales medidas de aseguramiento, cuya idoneidad queda al
prudente criterio iudicial, pueden estribar en garantía pecuniaria (depósito en efectivo
o fianza), o en diversas obligaciones que se impongan al agraviado tendientes a evitar
la mencionada sustracción (comparecencia periódica ante el propio juez o ante las auto-
ridades responsables, sujeción ~a la -vigllencia policíaca, prohibición de abandonar deter-
minado lugar e inclusive su reclusión en el sitio que determine el Juez Federal).
Si el quejoso no acata dichas medidas de aseguramiento, lo que supone fundada-
mente su intención de sustraerse a la acción de la justicia, el Juez de Distrito puede
declarar que la suspensión provisional ha dejado de surtir sus efectos, pudiendo ejecu-
tarse el acto reclamado, es decir, la orden judicial de aprehensión o el auto de formal
prisión en lo que atañe a sus consecuencias o efectos frente a la libertad personal.
Debe advertirse que, en su calidad de parte enun juicio de amparo, la autoridad iudi-
cial responsable no puede po,' sí ni ante sí apreciar si el queioso cumplió o no con las
medidas de aseguramiento. Suponer lo contrario, haría nugatoria la suspensión provi-
sional y auspiciaría 4 burla al auto en que ésta se haya decretado, debiendo la autori-
dad judicial responsable informar al Juez de Distrito sobre tal incumplimiento, para
que este funcionario resuelva lo procedente.
La suspensión provisional de los actos que afecten la libertad personal del quejoso,
sólo tiene el efecto, cuando el acto fundamental reclamado sea una orden judicial de
aprehensión o un auto de formal prisión, de que el agraviado no sea detenido o apre-
hendido por las autoridades responsables, sin impedir que el procedimiento penal, en
que dichos actos se hayan dictado, siga su curso normal¿ según lo dispone el artículo
138 de la Ley de Amparo, en relación con el artículo 136, párrafo primero, del propio
ordenamiento. .
Si la suspensión privisional se concede contra los efectos y consecuencias de una
orden judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, en lo que atañe a la
libertad personal del quejoso, y Ji éste ya estuviese detenido, el Juez de Distrito puede
otorgarle su libertad 'caucional si procediere conforme a las leyes penales aplicables y
con base en los datos fehacientes que se suministren a dicho funcionario respecto al
delito por el que la mencionada orden o el citado auto hayan sido pronunciados.
Además, para que el quejoso goce de la libertad caucional, debe cumplir las medidas
<fe aseguramiento que fije el Juez de Distrito para los fines anteriormente expresados
(art. 130, párrafos segundo y sexto, de -ja Ley de Amparo). .
LA SUSPENSiÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 751

d) La Jllspensián definitiva contra una orden juditiaJ de aprehensión


o Nn auto de formal prisión

Dicha suspensión, por modo absoluto, fuera del caso en que se trate del cobro de
impuestos, multas u otros pagos fiscales (para cuya concesión o denegación el Juez
de Distrito tiene facultad discrecional conforme al- articulo 135 de la Ley de Ampa-
ro), sólo procede cuando se satisfacen los requisitos previstos en el articulo 124 de
dicho ordenamiento y que son: a) que la citada suspensión la solicite el agraviado;
b) que con ella no se sigan perjuicios al interés social, ni se contravengan normas de
orden público, y e) que sean de dificil reparación los daños y perjuicios que Se causen
al quejoso con la ejecución del acto reclamado.
Por tanto, para conceder O negar la suspensióndefinitiva contra los efectos o cense-
cuencias de una orden judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, en lo
que atañe a la libertad personal del agraviado que aún no ha sido privado de -ella,
el Juez de Distrito debe determinar, si en el caso concreto de que se trate, se colman o
no dichos requisitos, principalmente el que estriba en que, con el otorgamiento del cita-
do beneficio suspensivo, no se perjudique el interés de la sociedad ni se infrinjan
normas de orden público, tomando en cuenta la gravedad del delito que se impute al
quejoso, la peligrosidad de éste y demás circunstancias que pudieren producir dichos
fenómenos. En tales condiciones, el Juez de Distrito no en todo caso debe conceder la
suspensión definitiva contra las consecuencias y efectos de la orden judicial de apre-
hensión o del auto de formal prisión en cuanto a la libertad personal del sujeto contra
quien los mencionados proveidos se hayan dictado, sino que goza de amplio arbitrio
para apreciar si, con tal medida cautelar, se genera o no la indicada contravención o el
expresado perjuicio.
1. Ahora bien, si el Juez de Distrito estima que se han llenado las condiciones
indispensables de procedencia de la suspensión definitiva conforme al articulo 124 de
la Ley de Amparo y otorga tal medida al quejoso en la interlocutoria correspondiente, el
alcance de dicha suspensión, cuando los actos restrictivos de la libertad personal no se
han consumado, está fijado en el artIculo 136 del invocado ordenamiento, en el sen-
tido de que el agraviado quede a disposición del juzgador federal únicamente en lo
que se refiere a la citada libertad, "quedando a disposición de la autoridad que deba
juzgarlo, cuando el acto emane de un procedimiento del orden penal por lo que hace a
-la-continuación-de-éste"-(párráf('-¡Y:-AI concederl.suspensióñ-definitiva conffi"-lóS- - --_.. - -
efectos y consecuencias de una orden judicial de aprehensión o de un auto de formal
prisión en los términos indicados, el Juez de Distrito, según lo ha establecido la juris-
prudentia de la Suprema Corte al interpretar el articulo 136 de la Ley de Amparo, está
facultado para decretar las medidas de aseguramiento. que estime adecuadas, a efecto
de que el quejoso no se sustraiga a la acción de la justicia en caso de que no se l~
otorgue el amparo, pudiendo consistir tales medidas, en -garantía pecuniaria (depósito
en efecti-vo o fianza), así como en obligaciones impuestas al agraviado (comparecencia
periódica -ante el juzgador federal o ante la autoridad judicial ante quien se siga el
juicio penal), en la vigilancia policíaca e inclusive en-su reclusión en el Jugar que deter-
mine el Juez de Distrito.
752 EL JUICIO DE AMPARO

Para la determinación de las medidas de aseguramiento a que se refieren los párrafos


primero y sexto del artículo 136 de la Ley de Amparo, el Juez de Distrito goza de amplio
e irrestricto arbitrio, regulado poi las modalidades especificas del caso concreto de que
se trate, a fin de decretar cualesquiera de las citadas medidas que sean idóneas para
asegurar la disponibilidad del quejoso en favor de dicho funcionario judicial federal,
y para lograr, por ende, su devolución a la autoridad que lo juzgue en caso de que
no se le conceda el amparo. Tal arbitrio lo reafirma expresamente la decisión tomada
por el Pleno de la Suprema Corte en sesión celebrada el día 8 de noviembre de
1955, ya que en diversas ejecutorias anteriores así lo ha sostenido. Por ende, la reclu-
sión del que;oso en el sitio que designe el Juez de Distrito es una de tantas medidas
potesta/illas de aseguramiento que dicho [uncionario ;udicia! puede decretar, según Sil
prudente arbitrio, sin que esté obligado, por modo necesario, a determinarla, aun en el
caso de qlle el delito qlle se atrihllya al agraviado se sancione con pena de prisión cllYo
término medio aritmético exceda de cinco años de cárcel.su
Conforme al arbitrio judicial, en algunos casos concretos las medidas de asegura-
miento del quejoso podrían simplemente estribar en el otorgamiento de una garantía
pecuniaria y en la presentación regular y periódica del quejoso ante el propio Juez de
Distrito o ante el juez al que se imputen los actos reclamados (órdenes de aprehensión
O autos de formal prisión); y en otros, consistir en la sujeción a la vigilancia policíaca,
en la prohibición para salir de determinado lugar o, inclusive, en la reclusión del
agraviado en él sitio que señale el Juez Federal.
Las medidas de aseguramiento que prudentemente debe determinar el Juez de Dis-
trito, tienen como finalidad legal, clara y terminante, sujetar al quejoso a su disposición
para que, en caso de que no se le conceda la protecci6n. federal, pueda ser devuelto
a la autoridad judicial de la que emanen los actos' reclamados. Por tanto, dichas
medidas deben ser lo suficientemente idóneas para evitar la sustracción del quejoso a
la acci6n de la justicia en la hipótesis mencionada, sin que.sll objetivo estribe en pri-
liarlo de JtI libertad personal para satisfacer 11/1 real o ficticio interés socia! cuando
el delito de que le trate esté penado con una sancián qne exceda de cinco años de
prisión.
2. En caso de que la detención o aprehensión del quejoso ya se haya efectuado,
bien sea con anterioridad a la orden judicial de aprehensión o al auto de formal prisión
o pqr efecto de éstos, previamente al otorgamiento, en su caso, de la suspensi6n pro-
visional, por virtud de la suspensión definitiva, el agraviado puede ser puesto en liber-
tad bajo caución, "conforme a las leyes federales o locales aplicables al caso" (párrafo
IV del articulo 136 de la Ley de Amparo), pudiendo ser revocada dicha libertad
"cuando aparezcan datos bastantes que hagan presumir, fundadamente, que el quejoso
trata de burlar la acción de la justicia" (párrafo V).
3. Como se ve, el artículo 136 de la Ley de Amparo no consigna disposiciones
sobre la procedencia de la suspensi6ndefinitiva, sino reglas respecto a su eficacia,
efectividad o alcance en los diversos casos que dicho precepto contempla y que se
refieren a las afectaciones de la libertad personal por actos futuros inminentes o preté-
ritos, provenientes de autoridades judiciales o administrativas. En otras palabras, y alu-

8f'7 Semanario Judicial de la Federación, Quinta Ep00l (tomo LXXV, pág. 611; tomo
LXXV, pág. 79j3; tomo LXXVI, pág. 26jl; tomo LXXIX, pág. Ij97;. tomo LXXXIII, pág.
5033; tomo LXXXI, pág. 6435; lomo LXXX, pág. 5070).
LA SUSPBNSIÓN EN EL AMPARO INDIREeTO 753

diendo específicamente a la orden judicial de aprehensión o al auto de formal prisión


impugnados en amparo, la concesión o denegación de la suspensión definitiva contra
º
los efectos consecuencias de dichos proveídos, -en lo que atañe a la libertad personal
del quejoso, se rige por lo dispuesto en el artículo 124 de la Ley de Amparo, precepto
que, según el principio jurídico que enseña que "donde la ley no distingue no se debe
distinguir", es aplicable en todo caso en que se trate de la suspensión a petición de
parte, pues claramente establece que, fuera de los casos en que la mencionada medida
cautelar debe otorgarse de oficio por el Juez de Distrito (mismos a los que se aludió),
se decretará cuando concurran las condiciones que e! invocadó artículo 124 previene.
Por otra parte, al constatarse por dicho funcionario que, conforme a este precepto,
procede conceder la suspensión definitiva al quejoso contra los efectos y consecuencias
de una orden judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión en lo que respecta
a su libertad personal, debe fijarse la efectividad o extensión del citado beneficio,
aplicándose lo dispuesto por el articulo 136, párrafos 1 y IV, de! invocado ordenamien-
to, en sus respectivos casos.

e) La jurüprudencia de la Suprema Corte sobre el particular


En la tesis jurisprudencial núm. 138, constante en el Apéndice al Tomo LXIV del
Semanario Judicial de la Federación, nuestro máximo Tribunal estableció el criterio
de que debla negarse la suspensión contra el auto de formal prisión, cuando el delito
respectivo se castigase con pena que excediere de cinco años de cárcel.
Dicho, criterio ha sido substancialmente variado desde hace algunos años, habiéndo-
se sentado la tesis jurisprudencial núm. 661, visible en el Apéndice al Tomo XCVIII
del dicho Semanario reproducida en la Compilación 1917·1965, bajo el número 181,
aJÍ como en el Apéndice 1975, tesis 185, Primera Sala (correspondiente a la 675
de! Apéndice al Tomo XCVII), en la que se sostiene la idea de que, por modo abso-
luto, la suspensión contra cualquier acto que afecte o restrinja la libertad personal,
debe concederse independientemente de la naturaleza del delito que se atribuya al
quejoso y de la gravedad de la pena correspondiente, fundándose para ello en una
interpretación notoriamente errónea del articulo 136 de la Ley de Amparo, al consi-
derarque este precepto contiene reglas de procedencia y no simples disposiciones de
efiCacia o extensión de dicha medida, desentendiéndose, además, de lo "establecido
por los artículos 130 y 124 del citado ordenamiento.
La tesis jurisprudencial núm. 661, 181 o 185, reiterada por innúmeras ejecutorias
posteriores, asienta que:
"Libertad--pefJanal; restricción : ae-lit:~CCnforine' -al artículo 136 de "la Ley de Amparo,
en todos los casos en que se reclama un acto restrictivo de la libertad personal, procede la
suspensión para el efecto de que el interesado quede a disposición del Juez de Distrito, bajo
su amparo y protección independientemente de la naturaleza del becbo delictuoso qlltl se 18
atribuya 1 de la gravedad de la pena que pudiera corresponderle, ya que el precepto citado
no distingue. sino que previene de manera clara, que la suspensión procede en estos casos,
para que el quejoso quede a disposición del Juez de Distrito, en lo que se refiere a su Ii-
bertad personal y a disposición del juez del proceso penal, para la continuación del proce-
dimiento," .
Como se ve, el criterio de la Suprema Corte, contenido en la tesis transcrita, pre~
tende fundarse en una disposición que no se implica en el precepto que invoca, pues
no es verdad que éste consigne un mandamiento sobre procedencia de la suspensión
754 EL JUICIO DE AMPJ\RO

contra actos que afecten la libertad personal. El articulo 136' de la Ley de Amparo, en
su primer párrafo, indica que contra dichos actos "la suspensión sólo producirá el
efecto de que el quejoso quede a disposición del Juez de Distrito, únicamente en lo que
se refiere a su libertad personal". Por tanto,' el error que se comete en la tesis jurís-
pmdencial 661 o 181 y en las ejecutorias dictadas con posterioridad a ella, y que pre-
valecen en la actualidad, consiste en haber sustituido la expresión "sólo producirá el
efecto" por la de "prooede la suspensión", teniendo ambas 'un sentido completamente
distinto. Si, como se ha dicho, fuera del ámbito normativo del artículo 123 de la Ley
de Amparo (que previene la suspensión oficiosa), la procedencia de la suspensión de-
finitiva se rige, en todo caso (salvo la hipótesis contemplada en el articulo 135)" por
lo dispuesto en el artículo 124, y la de la suspensión provisional, por lo establecido en
el articulo 130, resulta que, vinculando lógicamente dichos preceptos con el articulo
136, se llega a -Ia conclusión de que los primeros se refieren al otorgamiento O dene-
gación de la mencionada medida cautelar en sus respectivas fases de definitividad y
provisionalidad, en tanto que el segundo a su eficacia o efectividad, lo cual presupone
siempre su procedencia. .
La trascendencia de la tesis [urisprudencíal transcrita es de gran magnitud, pues
produce diversas consecuencias.. .En primer lugar, al sostener que, independientemente
de la naturaleza del delito y de la gravedad de la pena, siempre debe otorgarse la
suspensión contra actos que afectan la libertad personal (entre los que obviamente
se encuentran la orden judicial de aprehensión y el auto de formal prisióñ), para los
efectos a que alude el artículo 136 de la Ley de Amparo, los Jueces de Distrito tienen
la ineludible obligación de aplicarla, concediendo invariablemente la citada medida
cautelar en 5SU aspectos provisional y definitivo contra las consecuencias y efectos de
.los indicados actos por lo que a la mencionada libertad concierne, no obstante que
la penalidad media con que se sancione el hecho delictivo imputado al quejoso y del
cual sea éste presunto responsable, exceda de cinco años de reclusión. La observancia
obligatoria de la expresada tesis, en segundo lugar, impide la aplicación de los artlculos
130 y 124 de la Ley de Amparo, eliminando el arbitrio judicial que estos preceptos
confieren a los citados funcionarios paar determinar la procedencia de la suspensión
provisional y de la-definitiva. Es más, al fallar los recursos de revisión que se interpon.
gan contra las interlocutorias suspensicnales dictadas por los Jueces de Distrito, los
Tribunales Colegiados de Circuito también están obligados a acatar la rnulticitada tesis
jurisprcdencíal, de donde se colige que, al través de ella, ,la Suprema Corte ha hecho
ineludiblemente partícipes del error en que incurrió, a 10$, mencionados órganos del
Poder Judicial Federal, error que consiste, como ya se dijo, en haber interpretado
indebidamente el artículo 136 y en haber dejado sin observancia los artículos 130 y
124 de la Ley de Amparo, en los casos en que la suspensión se pida contra actos que
afecten laJ.ibertad personal del quejoso. En conclusión, li facilidad con que Se otorgaba
dicha medida suspensiva por los Jueces de Distrito, nO'e!a imputable a éstos, ya que al
concederla, no lo hacían motu proprio, ejercitando su arbitrio o discreción, sino constre-
ñidos por la tan decantada tesis' jurisprudencial de obediencia legal ineludible, sentada
hace ya varios años por la Suprema.. Corte y constantemente reiterada, tesis que hizo
posible que los sujetos contra quienes se dictaba una orden de aprehensión o un auto
de formal prisión por delitos graves cuya penalidad no ameritaba la libertad, no fuesen
detenidos o aprehendidos. '
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro

Sin embargo, no por el hecho de que en todo caso deba concederse la suspensión
provisional O definitiva contra los efectos y consecuencias que, frente a la libertad per-
sonal del quejoso, traen aparejados un auto de forma! prisión o una orden judicial de
aprehensión, debe concluirse que dicho quejoso goce ampliamente de su 1ihertad perso..
na1, pues entre las medidas de aseguramiento que puede decretar el Juez de Distrito,
figúra la que estriba en que el agraviado sea recluido en el sitio que designe dicho
Juez, seg6n también lo ha sostenido la Suprema Corte en varias ejecutorias que ct>n
anterioridad se han mencionado. \

f). La decisión del Pleno de la Suprema Corte de Juslicia


de 8 de noviembre de 195:;
De las ideas que se han expuesto con antelación, se desprenden las siguientes con-
clusiones respecto del sentido y alcance mismo de la jurisprudencia actualmente en
vigor sobre el t6pico que se ha analíaado:
1. La suspensión provisional y definitiva en los juicios de amparo que se prl)-
muevan contra actos que afecten o restrinjan la libertad personal del quejoso, siempre
debe concederse por los [ueces de Distrito independienlemente de la naturaleza del
delito '{ue se le atribuya y de la gravedad de la pena respectiva.
2. Al conceder los Jueces de Distrito dicha suspensión, ésta tiene como efecto
poner al quejoso, en cuanto a su libertad personal, a su disposici6n.
3. Para hacer efectiva la disponibilidad del quejoso y, en su caso, su devoluci6n
a la autoridad judicial de la que hayan emanado los actos reclamados, los [ueces de
Distrito tienen amplio e irrestricto arbitrio para decretar las medidas de aseg1l1'amiento
que estimen adecuadas.
4. La reclusión del '{uejoso en el lugar o sitio '{ue' designe el Juez de Distrito, es
una de tantas medidas potestativas de aseguramiento que pueden o no decretarse, aten-
diendo' a las peculiaridades' o modalidades del caso concr~to de que se trate, con vista,
sobre todo, a la posibilidad de que el agraviado se sustraiga a la acción de la justicia;
posibilidad que, a su vez, se finca en diversas circunstancias personales, cuya aprecia.
ci6n queda sujeta al criterio del Juez Federal.
5. Las medidas de aseguramiento tienen como finalidad legal y jurisprudencial
esencial, asegurar la disponibilidad del '{uejoso en favor del Juez de Distrito y, por
tan/o, '{ue aquél sea restituido o devuelto a In autoridad judicial responsable en caso de
que se le niegue la suspensi6n definitiva o no se le conceda el amparo de la Justicia
Federar - -- - -
6. Las citadas medidas de aseguramiento no tienen como objetivo satisfacer o col-
mar un real o ficticio interés social en la represi6n de un delito mediante la privación
de la libertad del '{uejoso.
7. Dichas medidas de aseguramiento son completamente distÍ1J!as del benejicio de
la libertad caucional o' bajo fianza que establece el artículo 20 constitucional, frac-
ción l, por tener a'{uél/as y éste una procedencia diferente y diversos objetivos.
La decisión del Pleno de la Suprema Corte de Justicia fechada el 8 de noviem-
bre de 1955,'" altera o varia la jurisprudencia que el propio alto tribunal ha sentado
8.8 Tal decisión aparece publicada en el Informe correspondiente al año de 1955. y cuyo
texto reproducimos en el Apéndice de esta obra.
756 EL JUICIO DE AMPARO

en relación con la procedencia y alcance de la suspensi6n en los juicios de amparo en


que se impugnen actos que afecten la libertad personal del quejoso, sin que, por ende,
, se la deba reputar, según vanamente se pretende, como un "simple estudio aclaratorio" o
de "orientaci6n" para los Jueces de Distrito y Tribunales Colegiados de Circuito. Dicba
alteraci6n o variaci6n se ha producido por los siguientes motivos:
19 Porque en el fondo declara improcedente la suspensi6n contra actos que afecten
o restrinjan dicba libertad cuando el delito que se atribuya al agraviado se sancione
con una penalidad media aritmética mayor de cinco años de prisión, al determinar que
las resoluciones suspensivas que pronuncien los Jueces de Distrito deben "hacer excep-
ción expresa del goce de la libertad".
29 Porque establece la reclusión necesaria del quejoso, en el supuesto mencionado,
como medida de aseguramiento que deba decretar e! Juez de Distrito, eliminando asl el
libre arbitrio que dicho funcionario judicial tiene y que ha sido reiterado por la juris-
prudencia de la propia Suprema Corte en las ejecutorias que se han citado con antela-
ci6n, para determinar las medidas de aseguramiento id6neas a fin de hacer <lectiva la
disponibilidad de! quejoso y de evitar que éste se sustraiga a la acción de la justicia en
caso de que se le niegue la suspensión definitiva o la protección federal.
3Q Porque, en consecuencia, hace obligatoria dicha reclusión, como medida nece-
saria de aseguramiento, en e! supuesto que al agraviado se le impute un delito que
se castigue con una pena media aritmética mayor de cinco años de prisión, contra-
riando e! criterio .jurísprudencial prevalente en la actualidad, en el sentido de que tal
medida es potestativa.
49 Porque desvirtúa abiertamente la finalidad de las medidas de aseguramiento
que el Juez de Distrito puede decretar conforme al artículo 136 de la Ley de Amparo,
al establecer"que dicho funcionario, en el juicio de garantías, tiene como limite de su
arbitrio discrecional 10 previsto por la fracción 1 del artículo 20 constitucional, dispo-
sición que consigna como derecbo de todo acusado en un juicio del orden penal la
obtención de su libertad caucional, la cual es esencialmente diversa de las medidas de
aseguramiento, según lo ha establecido el propio alto Tribunal en la ejecutoria "H'er'_
nández Barranco, Medardo", visible en e! tomo CH, p. 2619,' del Semanario Judicial
de la Federación, Quinta Epoca. _ "<,
59 Porque considera, en consecuencia, que la reclusión del quejoso en e! sitio que
señale el Juez de Distrito, viene a satisfacer el interés de la sociedad, consiste, según
la-decisión que se comenta, en que dicbo quejoso se vea.privado de su libertad personal
(mientras se define su responsabilidad penal en la comisión de delitos que se castiguen
con una pena media aritmética mayor de cinco años de prisión, desnaturalizando así la
medida de aseguramiento, cuya finalidad consiste simplemente en hacer efectiva la dis-
pOnibilidad del agraviado en favor del Juez de Distrito y en garantizar 'su devoluci6n
a las autoridades judiciales responsables en caso de que se le niegue la suspensión defi-
nitiva o no se le conceda el amparo de la Justicia Federal.
Ahora bien, implicando la decisión tomada por_el Pleno de la Suprema Corte
de Justicia el dla 8 .de noviembre, de 1955, una alteraci6n, variación, modificación o
interrupción de la 'jurisprudencia firme que el propio alto Tribunal ha establecido ,en re-
laci~¡Í con la procedencia y alcance ,de la suspensión en los juicios de amparo en que
se impugnen actos que afecten O restrinjan la libertad personal del quejoso, su pro-
nunciación no s6lo carece de fundamento legal y constitucional alguno, sino que es
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro 757

violatoria de nuestra Ley Fundamental y de la Ley de Amparo por las razones que
a continuación se exponen:
Para modificar o interrumpir la jurisprudencia establecida es indispensable que la
Suprema Corte, dentro del ámbito de su competencia, dicte las ejecutorias respectivas
en los casos concretos que se sometan a su conocimiento. Actualmente ni el Tribunal
Pleno ni ninguna de las Salas que integran la Suprema Corte, tienen incumbencia
jurldica en el conocimiento de ningún caso de suspensión, 'existiendo, por tanto, la
imposibilidad insuperable para que dicho cuerpo judicial pronuncie las ejecutorias mo-
dificativas o interruptoras de jurisprudencias y, por ende, para enmendar criterios juris-
prudenciales firmes sobre la materiav-
Nuestra Constitución establece él principio de facultades expresas para las autorida-
des federales, de tal manera que, de conformidad con él, ninguna autoridad de la
Federación puede realizar acto alguno' sin tener atribuciones clara y terminantemente
previstas en las disposiciones constitucionales. Cualquier acto que lleve a cabo una
autoridad federal sin facultades legales o constitucionales, está afectado de invalidez
y es violatorio de las garantías de legalidad y de competencia constitucional consagra-
das en el articulo 16 de la Ley Suprema. •H
La resolución del Pleno de la Suprema Corte que se comenta, quebralfjta el citado
principio, por haberse pronunciado sin que dicho organismo judicial haya estado in-
vestido de facultades para variar la tesis jurisprudencial ya transcrita, careciendo, por
tanto, de validez jurídica.
Siendo inválida dicha resolución, la jurisprudencia que establece la procedencia de
la suspensión contra actos que afecten O restrinjan la libertad personal del quejoso,
independientemente de la naturaleza del delito que a éste se atribuya y de la gravedad
de l. pena respectiva, debe conceptuarle constitucional y legalmente firme y vigente, ya
que tal resolución es jurídicamente ineficaz para variarla en los términos en que pre-
tende hacerlo.
Es más, pese a la resolución de 8 de noviembre de 1955, la tesis jurisprudencial •
que constantemente nos hemos referido ha sido reproducida en la Compilad6n 1917·
1965, ba;o el número 181, y en el Apéndice 1975 con el nrimero 185, Primera Sala.
Esta reproducción indica con toda claridad que la resolución mencionada no debe preva-
lecer sobre la invocada tesis de jurisprudencia.
'La multicitada resolución sienta un grave y ominoso precedente para la estabilidad
de la jurisprudencia definida de la Suprema Corte actualmente en, vigor, ya que en
casos posteriores que pudieren presentarse sobrecualquier materia jurídica, dicha juris-
prudencia podía enmendarse o interrumpir-e simplemente a base de una mera "circular".
Para modificar una tesis jurisprudencial, se requiere que la Suprema Corte, funcio-
nando en Pleno o en Salas, dicte cinco ejecutorias na interrumpidas por otra en con-
trario, en diferentes casos concretos, y en las cuales decida en el mismo sentido, una
igual cuestión o un semejante problema jurídico. Dichas ejecutorias deben aprobarse,
cuando menos, por cuatro ministros si se trata de la competencia de alguna de las Salas
y por catorce ministros si los casos contemplados en ellas se refieren a la incumbencia
del Pleno.
La interrupción de la jurisprudencia opéra cuando las salas o el Pleno de la Suprema
Corte, conociendo de fin caso concreto dentro de 1/1 competencia, deciden, mediante
razones o argumentos jurídicos pertinentes, dejar sin efecto la tesis de que se trate.
758 EL JUICIO DE AMPARO

Como se ve, tanto la modificación como la interrupción de la jurisprudencia firme,


necesariamente tienen que provenir de varios o de un caso concreto que se sometan a l
conocimientos de las Salas o del Pleno de la Suprema Corte, dentro de su respectiva
competencia.
La resolución que se comenta no obedeció a ningún caso concreto que se haya so-
metido a la consideración de la Suprema Corte, ni pudo haber provenido lógica y legal-
mente de él, ya que dicho organismo judicial federal carece de competencia por modo
absoluto, según se dijo, para conocer y decidir cuestiones en materia de suspensión
desde que entraron en vigor las reformas de 1950, y por ende, para alterar la juris-
prudencia vigente -en relación COn ésta. Consiguientemente, la Suprema Corte pronunció
tal resolución oficiosamente y sin tener facultades para ello, modificando o interrum-
piendo la tesis jurisprudencial vigente ya citada.
En la referida resolución, se invoca el artículo 20, fracción 1, constitucional, para
llegara la conclusión de que la suspensión en los juicios de amparo que se promuevan
contra actos que afecten o restrinjan la libertad personal, no debe comprender la liber-
tad del quejoso, cuando el delito que se atribuya a éste se castigue con una pena media
mayor de finco años de prisión.
La invJlaci6n de la referida disposición constitucional es notoriamente indebida,
porque tal disposición sólo rige'1!Jos procedimientos o juicios del orden penal y obli-
ga nada más a los jueces que conozcan de dichos juicios o procedimientos, sin ser
aplicable a los juicios de amparo. Por tanto, extender a éstos el artículo 20, fracción 1,
constitucional, equivale a violar este precepto, dándole un alcance que no tiene, que-
brantando el principio clásico en Derecho Constitucional, en el sentido de que las
/ disposiciones de la Ley Suprema deben interpretarse estrictamente. Además, la libertad
caucional, en los términos del artículo constitucional invocado, s6lo obliga cuando el
acusado está ya en poder del juez que haya librado la orden de aprehensión o que
conozca del juicio respectivo, es decir, ruando el acusado ya haya sido privado de
su libertad, pues no se puede otorgar ésta, es decir, restituirlo en ella, cuando aun no
ha sido detenido. En consecuencia, la resoluci6n comentada no se atiene al espíritu ni a
la letra del precepto constitucional de referencia y 10 viola de manera innegable.
Atendiendo a su invalidez jurídica, la citada resolución es inepta para alterar la
jurisprudencia firme en materia de suspensión, la que debe seguirse observando por
los Jueces de Distrito y Tribunales Colegiados de Circuito de la República.

g) La reforma del articulo 136 fechada el 29 de diciembre 'de 1979


y publicada el 7 de enero de 1980
La decisión del Pleno de la Suprema Corte a la que nos referimos en el apartado f)
inmediato anterior repercutió nocíuamente en la reforma legal mencionada. Esta consistió
en haber incorporado al artículo 136 de la Ley de Amparo una adición a su párrafo
segundo, en el sentido de que ~ISj la orden de aprehensión se refiere ti dellios sancio-
nados C01/ pe11a CIIJ'O término aritmético sea mayOt; de cinco años de prisián, la suspension
sólo p;'oducirá el efecto de qlle el quejoso quede a disposición del [aez de. Distrito en
el lftgar que éste señale, únicamente en lo qíie se refiere a Sil libertad personal, para los
efectos de la continuación del procedimiento penal". La interpretación de esta disposición
normativa nos permite llegar a Ias siguientes conclusiones tratándose de la eficacia de la
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 759

suspensión contra órdenes judiciales de aprehensión por los delitos a que el texto
transcrito alude:
a) Si tales órdenes aún no se hubiesen ejecutado, la citada medida cautelar no
tiene 'el efecto de 'lile el qllejoso permanezca gozando de Sil libertad /,erson-ai, sino que
una vez realizada la aprehensión, se le recluya en el sitio que el Juez de Distrito haya
designado en el auto inicial del incidente respectivo, para que, por lo que atañe a dicha
libertad, quede a disposición del indicado funcionario judicial federal.
b) La eficacia de la suspensión queda sujeta a -Ias medidas de aseguramiento que
dicho Juez debe decretar para evitar que el quejoso s~ sustraiga a la acción de la justicia
(párrafo sexto del art. 136).
e) El procedimiento penal, subsiguiente a la orden judicial de aprehensión recla-
mada, debe continuarse por el Juez responsable, en cuya virtud, al dictarse contra el
quejoso el auto de formal prisión que proceda, su situación jurídica cambia y 'qlleda
sin efecto la suspensión, por lo que, en cuanto a su libertad personal, estará sujeto a
dicho juez y ya no al de Distrito. .
d) En vista de que el Juez de Distrito deja de.ejercer jurisdicción sobre la libertad
personal del quejoso a consecuencia del auto de formal prisión, ésta quedará bajo la del
juez responsable.
e) Si el quejoso promueve amparo contra dicho auto, la suspensión que solicite no
varía su situación en lo que a su libertad personal respecta, pues continuará privado
de la misma durante la sustanciación del proceso penal en los reclusorios correspon·
dientes.
Fácilmente se advierte, al través de las breves conclusiones apuntadas, que la dispo-
sición que la reforma de 1979 adicionó al segundo párrafo del artículo 136 de la Ley
de Amparo, hace nugaroria la suspensión contra órdenes judiciales de aprehensión
libradas por delitos que se castiguen con una pena media aritmética superior a cinco
años de cárcel, y como al continuarse el procedimiento penal el juez responsable debe
dictar el auto de formal prisión que proceda, el juicio de garantías que se hubiese
interpuesto contra tales órdenes se vuelve improcedente conforme a la causa prevista
en la fracción X del articulo 73 de la invocada Ley, debiendo sobreseerse. Estimamos,
por tanto, que la citada reforma signijica un atentado contra el amparo en materia penal
cuando el acto reclamado lo constituya tma orden judicial de aprehensión emitida po,-
los 'delitos ya mencionados, dejando sin vigencia la j"risprttdencia que con antelación
comentamos.

h)- cUne/'Ú,oireS-
1. La suspensión contra los efectos y consecuencias de una orden judicial de apre·
hensión o un auto de formal prisión, respecto de la libertad personal del quejoso, no
procede de oficio, sino a petición de éste.
2. La procedencia de dicha suspensión se establece en los artículos 130 (suspen.
sión provisional) y 124 (suspensión definitiva) de la Ley de Amparo. "
3. Conforme a dicho articulo 130, los Jueces de Distrito pueden conceder o negar
la suspensión provisional contra los efectos y consecuencias de una orden judicial de
aprehensión O auto de formal prisión en lo que atañe a la libertad personal del quejoso.
4. Según el artículo 124 de la Ley de Amparo, los Jueces de Distrito están obli-
gados a conceder la suspensión definitiva con~l'os efectos y consecuencias mencionados,
Le'
760 EL JUlOO DE AMPARO

siempre que con su otorgamiento no se perjudiquen los intereses sociales ni se contra-


vengan normas de orden público.
5. El artículo 136 de la Ley de Amparo no contiene reglas sobre la procedencia
de la suspensión contra actos que afecten la libertad personal del quejoso, sino nor-
mas de efectividad y extensión de dicba medida.
6. Al conceder la suspensión provisional y la definitiva contra los efectos y con-
secuencias de una orden judicial de aprehensién o un auto de formal prisión en lo que
concierne a la libertad personal, los Jueces de Distrito están facultados para decretar,
según su prudente arbitrio, las medidas de. aseguramiento que estimen pertinente ten-
dientes a que el agraviado no se sustraiga a la acción de la justicia, pudiendo consistir
tales medidas, entre otras, en la reclusión de aquél en el sitio o lugar que designe el
citado funcionario judicial.
7. La tesis jurisprodencial 661 reiterada bajo el número 181 de la Compilación
1917-1965, y 185 del Apéndice 1975, Primera Sala, y las ejecutorias posteriores dic-
tadas por la Suprema Corte, interpretan erróneamente dicbo artículo 136 y dejan sin
observancia los artículos 130 y 124 de la Ley de Amparo. .
8. Los Jueces de Distrito y los Magistrados de los Tribunales Colegiados de Cir-
cuito tienen la obligación ineludible, so pena de grave responsabilidad oficial, de
ajustar sus resoluciones a dicba tesis jurisprudencial, .concediendo invariablemente la
suspensión provisional y definitiva contra los efectos y consecuencias que, en cuanto
a la libertad personal del quejoso, produzcan la orden judicial de aprehensión o el auto
de formal prisión, tomando las medidas de aseguramiento idóneas, para que aquél no
se sustraiga a la acción de la justicia.
9. Unicamente si la aprehensión o detención ya se efectuaron, los Jueces de Dis-
trito pueden poner al quejoso en libertad caucional si ésta es procedente en los térmi-
nos legales respectivos.
10. La tesis jurisprudencial 661 reproducida en la Compilacián 1917-1965, y en
el Apéndice 1975, y las ejecutorias posteriores dictadas por la Suprema Corte, han
auspiciado la situación de que las personas contra las que se haya dictado una orden
judicial de aprehensión o un auto de formal prisión, no queden sujetas, en cuanto a
su libertad personal, a la autoridad judicial que haya pronunciado dicbos proveídos,
aun en los casos en que los delitos por los que se les considere presuntivamente respon-
sables, ameriten una penalidad media mayor de cinco años de prisión.
11. La Suprema Corte carece de facultades para modificar o interrumpir dicba
tesis jurisprudencial, mientras no se reforme la Ley de Amparo, otorgándole com'pe-
tencia para conocer en revisión del incidente de suspensión.
12. 5610 en el supuesto de que los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten en
materia de suspensión tesis contradictorias y que la contradicción sea denunciada ante
la Suprema Corte, la Sala respectiva de este cuerpo colegiado, al decir cuál de las
tesis en oposición deba prevalecer, puede sentar nueva jurisprudencia en materia
de suspensión.
13. La decisión pronunciada por el Pleno de' la Suprema- Corte el día 8 de
noviembre de 1955, modifica o interrumpe la jurisprudencia firme establecida en ma-
teria de suspensión respecto de actos .que restringén o afectan la libertad personal
del quejoso provenientes de autoridad j;~~jales.
. ~~
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO

14. La citada decisión fue dictada sin que el Pleno de la Suprema Corte haya teni-
do facultades constitucionales ni legales para ello, violando, de esta manera, las disposi-
ciones conducentes de la Constitución de la República y de la Ley de Amparo.
15. La decisión de referencia es, por tanto, constitucional y legalmente inválida
V carece de fuerza obligatoria frente a los Jueces de Distrito, y Tribunales Colegiados
de Circuito, habiendo tenido ambos órganos del Poder Judicial Federal la obligación de
seguir observando la jurisprudencia firme en materia de suspensión, so pena de incurrir
en grave responsabilidad oficial. 84 9

16.. Pese a sus notorios vicios de inconstitucionalidad, la mencionada decisión de-


terminó la reforma que se practicó el 29 de diciembre de 1979 al segundo párrafo
del artículo 136" de la Ley, haciendo nugatorio el juicio de amparo contra. órdenes
judiciales de aprehensión por delitos sancionados con una pena corporal cuyo término
medio aritmético sea superior a cinco años. de prisión.
17. Para restaurar los fueros de nuestro amparo en el caso específico señalado,
debe suprimirse tal reforma y revocarse, por la misma Suprema Corte, la malhadada
decisión de 8 de noviembre de 1955., '

C. Interpretación por la Suprema Corte del arlíclI/o 136 d. la Ley d. Amparo

Al abordar la cuestión especifica que consiste en distinguir entre la "libertad cau-


cional" y las "medidas.ide aseguramiento", la Primera Sala de la Suprema Corte ha
interpretado el articulo 136 de la Ley de Amparo, sustentando ideas semejantes a las
que expresamos en las consideraciones precedentes, a propósito de la suspensión contra
actos de autoridades administrativas o judiciales que afecten la libertad personal del
quejoso.
Dado el interés que reviste dicha interpretación, creemos necesario transcribir los
términos textuales en que se contiene: 850

"Diferencias entre la libertad cauciona! y las medidas de aseguramiento,"


"La libertad caucional se establece en nuestra Carta Magna romo una garantía para el acu-
sado, y opera en todo juicio del" orden criminal, inmediatamente que la solicita. a fin de que
8'9 A similares conclusiones llega el Lic. Guilebaldo Murillo en un enjundioso estudio crítico
acerca de la "decisión" tomada por el Pleno de, la Suprema Corte de Justicia que hemos
comentado. En el expresado estudio, que su autor leyó a guisa de conferencia en la Universidad
_ _ Autónoma de ..Guadalajarak_C:Q. el mes_ de ~b~i1!ie 1956, el citado Jwista considera que el punto
de vista de dicho Tribunal, sostenido en el "dictamen" aprobado el 8~ de noviembre de 19$5, '''n"o -
tiene eatácter obligatorio, sino meramente doctrinal" y que: "Los Jueces de Distrito y los Magistrados
de los Tribunales Colegiados de Circuito, en cumplimiento de la protesta que presentaron al tómar
posesión de sus elevados cargos y en cumplimiento también de lo que dispone el artículo 193 bis
de la Ley de Amparo, tienen, no obstante el dietan"ren antes mencionado, la estricta obligación de
acatar la tesis de Jurisprudencia número 661 del Nuevo Apéndice al Semanario"Judicial de la Fede-
ración. antes 675 del Apéndice al Tomo XCVII, entendida en los términos que expresa la pro-
posición anterior". es decir, la de que "los Jueces de Distrito están facultados para conceder la
suspensión del acto reclamado, cualquiera que sea la pena señalada al delito que se impute al quejo-
so....., sin que para fijar las medidas de aseguramiento "tengan que observar ni en todo ni en
parte lo dispuesto por la fracción I 1 del artículo 20 constitucional, que es inaplicable en materia
de suspensión, pues ésta se rige única y exclusivamente por el citado artículo 136 de la Ley de
"Amparo, rectamente interpretado por la Primera Sala de la Suprema Corte en la tesis de juria-
prudencia definida cuyo alcance trató de fijar el dictamen aprobado por la Suprema Corte".
8$0 Informe correspondiente al año de 1947. Primera Sala. Págs. 22 a 26. .
762 EL JUICIO DE AMPARO

sea puesjo"en- diez"


libertad bajo fianza -hiSta por mil pesos, según sus circuostandiS personales
y la gravedad del delito que se le Imputa, siempre que dicho delito no merezca, ser castigado
con una pena mayor de cinco años de prisión en su término medio aritmético. según la
jurisprudencia de esta Suprema Corte.
"Las medidas de aseguramiento las dicta el Juez de Distrito cuando conceda la suspen-
si6n al quejoso, que reclame un acto que tienda a privarlo de su libertad personal, y esas
medidas tienen por objeto impedir que el agraviado se sustraiga a la acción de la justicia,
de manera que si no obstante el amparo de la justicia federal. el Juez de Distrito pueda fé-
cilmente devolverlo a la autoridad responsable; sin embargo, no deben confundirse las medidas
de aseguramiento con las medidas de seguridad que otorga el Juez de Distrito cuando concede
"u.na--swpeils'Rin respecto de un acto restrictivo de la libertad persona! del quejoso, pues éstas
no tienen por objeto, como las otras, facilitar la devolución del acusado a la autoridad respon-
sable, sino impedir que esta' propia autoridad consume actos vejatorios o maltratos que afecten
la integridad física o moral del propio acusado, para el caso de que no sea posible conce-
derle la libertad caucional.
"En consecuencia, y a fin de evitar situaciones contradictorias con una interpretación
ambigua, resulta necesario establecer en forma sistemática cuándo debe un Juez. de Distrito
conceder la libertad cauciona! y cuándo debe dietar medidas de aseguramiento.
"Si nos atenemos a lo que dispone el artículo 136 de la Ley de Amparo en sus diversos
párrafos, vemos claramente, que en términos generales este precepto señala la procedencia de
la suspensión si el ac¡o reclamado afecta la libertad personal, pues en tal caso la suspensión
sólo producirá el efecto de que el quejoso quede a disposición del Juez de Distrito única-
mente en 10 que se refiere a su libertad personal, quedando a disposición de la autoridad que
deba juzgarlo, cuando el acto emane de un procedimiento del orden 'penal, por lo que hace
a la continuación de éste; de manera que en todos los casos en que una persona pide la
suspensión de un acto que tienda a restringir o restrinja su libertad personal, la suspmJión
siempre se decremrá para que el quejoso quede a disposición del Juez de Distrito, y en esta
situación acordará 10 que sea procedente respecto al alcance que debe darse a la medida, según
las circunstancias del caso,
"Si la restricción de la libertad consiste en Ia detención del quejoso efectuada por auto-
ridades administrativas o por la policía judiúaJ, como responsable de algún delito, el párrafo
JI del artículo 136 ordena que la suspensión se concederá si procediese. sin perjuicio de que
se haga la consignación que corresponde, En este caso. si ya tiene el carácter de acusado. la
libertad cauciona! puede decretarla el Juez de Distrito conforme a las leyes locales o fede-
rales aplicables al caso dentro del espíritu que informa al artículo 20 constitucional, porque
desde el momento en que fue detenido como presunto responsable de un delito goza de ga-
rantías que señala la fracción 1 de este precepto. sin que pueda argüirse en contrario. que
s6lo el juez del proceso tiene la 'facultad de conceder la libertad caucional; en primer lugar.
porque no solamente este juicio puede considerarse del orden criminal, sino también el de
garantías donde se discute y analiza constitucionalmente por el Juez Federal la interpreta-
ci6n y aplicación de la ley penal; porque siendo el efecto de la suspensión, que el acusado
quede a disposición de este juez. como acusado sigue gozando 1
de esa garantía, y no sólo el
juea del proceso, sino el de Distrito•. está obligado a m1ntenerlo en el ejercicio de ella, tal
como lo dispone el párrafo penúltimo del citado artículo 136. el cual textualmente dice: 'en
los casos de! detención por mandamiento de autoridades judiciales del orden penal, o de un auto
de prisión preventiva, el quejoso podrá ser puesto en libertad bajo caución conforme a las
leyes federales o locales, aplicables al caso': y el párrafo siguiente dice: 'la libertad bajo
caución podrá 'ser revocada cuando aparezcan datos bastantes que hagan presumir, fundada.
mente. que el quejoso trata de burlar la acción de la justicia',
"Se advierte que la libertad caucional sólo procede dentro de la suspensión cuando el
que la pide tiene el carácter de acusado y ha sido detenido, bien por las autoridades admi-
nistrativas como en el caso de delito infraganti, o bien por la policía judicial y obra en po-
der 'de ésta. o ya está a disposición del juez del proceso. .
"En cambio, las medidas de aseguramiento claramente se diferencian de la libertad cau-
cional, cuando el quejoso ha sido detenido arbitrariamente por autoridades administrativas,
pues en ese caso la suspensión opera en términos generales, es decir, ~queda el quejoso a dls-
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 763

posici6n del Juez de Distrito, quien lo pondrá desde luego en libertad provisional mediante
las medidas de aseguramiento que estime necesarias, a efecto de que pueda devolverlo a la
autoridad rspoosable si no le concedieran el amparo, pero no solamente en este caso pueden
dictarse medidas de aseguramiento, sino también en aquellas en que el quejoso pide la sus.
pensión contra una orden de detención o contra un auto de formal prisión que todavía no se
han eje.uJado. En otros términos, cuando todavía no ha sido privado el quejoso de su libertad,
y en este caso la suspensión la pide con el objeto de que no sea restringido de la misma; en
esta situación. el Juez. de Distrito puede conceder la suspensión para que el quejoso quede
a su disposición, y en tal caso dictará las medidas de aseguramiento que crea convenientes, a
fin de que el quejoso pueda ser devuelto a la autoridad resocnsable si no obtiene el amparo
de la Justicia Federal, pero esas medidas de aseguramiento no constituyen una libertad,
porque el agraviado no ha sido privado de su libertad. sino queJa suspensión 10 mantiene
libre y en condiciones de que fácilmente pueda ser aprehendido y entregado a la autoridad res-
ponsable haciendo uso de esas medidas de aseguramiento, las cuales pueden consistir en la
fijación de una garantía que no debe ajustarse a lo que dispone sobre la 'libertad cauciona!
el artículo 20 constitucional. sino que el juez, a su arbitrio. y tomando en cuenta las circuns-
tancias personales del agraviado y la mayor o menor gravedad del hecho delictuoso que se le
imputa, la fijará discrecionalmente, o simplemente. esas medidas de aseguramiento pueden
consistir en que le imponga al quejoso la obligación de comparecer las veces que estime aece-
serio, bien sea al Juzgado de Distrito O ante el juez. del proceso. respecto de éste. para la
práctica de diligencias judiciales. o vigilarlo por medio de la policía o cualquiera otra medida
de aseguramiento que juzgue necesaria."

V. REQUISITOS DE EFECTIVIDAD DE LA SUSPENSiÓN A PETICIÓN DE PARTE

Como afirmamos en ocasión precedente, los requisitos de efectividad están integra-


dos por todas aquellas condiciones que el quejoso debe llenar para que surta sus efectos
la suspensión concedida, esto es, para que opere la paralización o cesación del acto
reclamado o de sus consecuencias. Los requisitos de efectividad implican, pues, exigen.
cid! legales posteriores a la concesión de la suspensién.
A diferencia de las condiciones de procedencia de la suspensión a petición de parte,
los requisitos de efectividad se refieren a la causación de los efectos de dicha medida.
Por tanto, puede darse el caso, y de hecho muy frecuente, de que la suspensión haya
sido concedida a virtud de estar llenadas las condiciones de su procedencia, y que, sin
embargo, no se opere la paralización o cesación del acto reclamado o de sus consecuen-
cias, por no haberse aún cumplido los requisitos que la ley señala para su efectividad.
Podemos entonces afirmar que, mientras que las condiciones de procedencia atañen al
otorgamiento-de la suspensión a petición de.parte; los requisitos de efectividad se con-
traen a su operatividad. De aqul se concluye que la procedencia deIa suspensión es la
hipótesis necesaria y previa, sine qua non, de su efectividad. ~
Contrariamente a las condiciones de procedencia. que, por su naturaleza misma, son
exigibles legalmente en todo caso de suspensión a petición de parte, puesto que de su
cumplimiento depende la concesión jurisdiccional de aquélla, los requisitos de efectivi-
dad s610 se establecen {>or la ley {>ara determinmid! M{>6tesis, expresa y limitativamente
previstas. Por consiguiente, la regla gener..l consiste en que la suspensión a petición
de parte se concederá una vez satisfechas las condiciones de su procedencia; y la
excepción, en que sólo en los casos legalmente previstos en forma expresa se exigirá,
además, el cumplimiento de aquellos requisitos que hemos denominado de efectividad a
los cuales aludiremos en seguida.
764 EL JUICIO DE AMPARO

A. Re'flliJilos de efectividad de la suspensión en amparos civiles,


adminislraJivos y laborales

En estos casos, la ley exige para que la suspensi6n surta sus efectos, que el quejoso
otorgue "garantla bastante para reparar el daño e indemnizar los perjuicio\; que con la
suspensión del acto- reclamado se causaren a tercero, si no obtiene sentencia favorable
en el juicio de amparo", según lo dispone el primer párrafo del artlculo 125 de la Ley.
De acuerdo oonlo preceptUado-·por la ··dÍsposíéióñ que acabamos de transcribir, se
requiere la existencia ~e IIn lereero para que la suspensi6n obtenida por el quejoso
surta sus efectos. Abara bien, ¿qué se entiende por tercero? Desde luego, bajo este
concepto no debe comprenderse a cualquier persona que tenga relación con el negocio
que haya dado origen a la interposici6n del amparo, sino aquella que tiene el carácter
de tercero per;lIdieado en los términos del artículo 5', fracci6n JJI, de la Ley. Consi-
guientemente, puede una persona tener interés directo O indirecto en que se ejecute un
acto de autoridad lesivo de los derechos del quejoso y, no obstante, por no ser tercero
perjudicado en los términos de dicho precepto, no tiene la facultad legal de poder
exigir que el agraviado garantice la indemnización a posibles daños o perjuicios que
con la suspensi6n de dicho acto se le pudieren irrogar. La Suprema Corte de Justicia
indirectamente ha restringido el alcance de la connotación de la palabra "tercero" ern-
pleada en el primer párrafo del artículo 125 de la Ley de Amparó, considerando como
tal, al tercero perjudicado en los casos previstos en el artículo 5', fracci6n JIJ, del
propio ordenamiento, al establecer en juna tesis ;lIriJpmdencial que "la suspensi6n
debe concederse sin fianza, cuando además de llenarse los requisitos de ley, no hay
tercero pet"judicado" .851
Ahora bien, ¿en qué puede consistir la garantía a que .se refiere el artículo 125 de
la Ley de Amparo? Puede estribar en cualquiera de los medios jurldicos de asegura-
miento que bajo la categoría genérica de "actos jurídicos accesorios" pueden aducirse
y que el Código Civil concreta en tres especies: la fianza, la bipoteca y la prenda, las
cuales, a su vez, pueden subsumirse dentro de los grupos genéricos de garanlía persJ!.nal
y garanlía real, según la cauci6n concreta de que se trate. Por tanto, podemos .concluir-
que la garantía cuyo otorgamiento impone el artículo 125 de la Ley de Amparo,
puede ser personal, como la fianza, o real, como la hipoteca o la prenda, Además de
estas especies en que puede prestarse la garantía, Como requisito de efectividad de la sus-
pensi6n a petici6n de parte, se suele admitir también el depósilo en dinero, como
medio de caucionar la indemnización a posibles daños o perjuicios que pudieran ocasio-
narse al tercero perjudicado por el hecho de suspenderse el acto reclamado.

a) La fianza
La fianza es, como la define el artículo 2794 del Código Civil, "un contrato por el
cual una persona Se compromete can el acreedor a pagar por el deudor, si éste no lo
hace". Aplicada esta idea a la fianza como garantía para la efectividad de la suspensi6n
del acto reclamado, el concepto respectivo se traducirá en aquel act().por virtud del cual
851 Apéndice al Tomo CXVIIl. Tesis 1067. Tesis 220 de la Compiladón 1917·196', ,
tesis 218 del Apéndite 197', Maleria General.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECIU 765

una persona física o moral contrae la obligación de indemnizar al tercero perjudicado


de los daños y perjuicios que la suspensión le puede irrogar, en el caso de que el
quejoso no obtenga una sentencia de amparo favorable. La fianza a que nos referimos
puede ser prestada por una persona física o por una sociedad constituida precisamente
para el objeto de otorgar cauciones o garantias. En la práctica judicial, cuando el fiador
es una persona física, a la fianza correspondiente se le ha dado en denominar fian-
za personal, lo cual es indebido, puesto que ésta es por naturaleza una caución o garantia
personal, independientemente de la personalidad jurldica del sujeto fiador, que se obli-
ga por raz60 de su persona, a diferencia de lo que sucede con-Jas llamadas "garantías
reales" J en las que el garante se obliga no personalmente con todo su patrimonio en
forma indeterminada, sino gravando un bien o derecho de su propiedad determinados.
La fianza, por ende, como medio específico de otorgamiento O constituci6n de una
garantía, bien sea ésta judicial, legal o convencional, es un acto de aseguramiento
eminentemente personal, bien sea que el fiador esté implicado en una persona física
o en una moral, como sucede COn las compañías afianzadoras.
Por lo que respecta a los derechos y obligaciones' que surgen con motivo de la
fianza y demás modalidades de ésta, tanto entre el fiador y el acreedor, Como entre
el primero y el deudor, que en materia de ampaco están constituidos respectivamente
por el que contrae la obligación de indemnizar en los términos ya apuntados, el tercero
perjudicado y el quejoso, están regulados por las normas relativas del Código Civil y
la Ley de. Instituciones de Fianza principalmente, y por las estipulaciones convencio-
nales que se hayan concertado pqr los sujetos de dicho acto jurídico.

b) La hipoteca

La hipoteCa, que es otro elemento específico por medio del cual el quejoso puede
otorgar la garantía a que se refiere el artículo 125 de la Ley de Amparo, está definida
por el Código Civil en su artículo 2893, como aquella "garantía real constituida sobre
bienes que no se entreguen al acreedor, y que da derecho a éste, en caso de incumplí-
miento de la obligación garantizada, a ser pagado Con el valor de los bienes, en el
grado de preferencia establecido por la ley". En el caso especial de la garantía en mate-
ria de suspensión del acto reclamado, la obligación hipotecaria tiene a los siguientes
sujetos: el acreedor hipotecario, o sea, el tercero perjudicado, y el deudor hipotecario,
que puede ser el mismo quejoso o una tercera persona. A diferencia de lo que sucde con
la fianza, en la hipoteca ya no es la persona misma la que se obliga con todo su patria
monio, considerando éste como un todo.. indeterminado,.. sino. que la obligación surge en
vista de un bien muebléo.Jnmueble (bajo la vigencia del Código Civil de 1884 sólo
inmueble), que se grava expresamente para responder con preferencia al pago. Por ello
se dice que la hipoteca es una garantía real, esto es, debido a que no se constituye
como la fianza, inlniltl penonae, sino en razón de una cosa determinada --res.
Los derechos y obligaciones que surgen de la hipoteca para cada una de las partes,
asl como las diversas modalidades de ésta, están regulados por el Código Civil, cuyas
disposiciones relativas deben también aplicarse por lo que respecta a la hipoteca como
garantia en materia de suspensi60 del acto reclamado.
766 EL JUICIO DE AMPARO

e) LA prenda

La prenda que es otro medio eJpecífico de otorgamiento de la garantía, bien sea ésta
judícial, convencional O legal, "es un derecho real constituido sobre un bien mueble
enajenable para garantizar el cumplimiento de una obligación y su preferencia en el
pago" (art. 2856 del Código Civil). Como garantía para indemnizar al tercero perju-
dicado de los-posibles daños y perjuicios que le pudiera causar la suspensión del acto
reclamado, la prenda es poro usual en la práctica, presentando varias analogías con la
hipoteca por ser ambas garantías reales. Al igual que por lo que atañe a ésta, las diversas
modalidades de la prenda, como garantía en materia de suspensión del acto reclamado, .
deben estar normadas por el Código Civil en sus preceptos respectivos, ordenamiento
que tiene carácter federal en los términos de su primer precepto, por lo que puede con
atingencia aplicarse en materia de amparo dentro de los limites de su naturaleza sus-
tantiva.

d) Carácter de las garantías

Ahora bien, desde el punto de vista de su índole extrínseca, ¿a qué categoría de


garantías pertenece la prevista en el artículo 125 de la Ley de Amparo? Existen,
de conformidad con la manera y forma de su constitución, tres especies de garantías: las
convencionales, las legales y las iudicialeJ. Las primeras se establecen por el consentí-
miento de las partes contratantes, las segundas son ordenadas expresamente por la ley
Y las terceras se constituyen por mandato del órgano jurisdiccional. Por lo que toca a la
garantía a que se refiere el precepto mencionado, se puede afirmar que aquélla tiene una
naturaleza mixta desde el punto de vista de la forma de su constitución, o sea, es legal
y i«dicial a la vez, puesto que, en primer lugar, está impuesta por la ley y, en segundo
término, es el Juez de Distrito el que la establece en cada caso concreto, en acatamiento
de la misma norma jurídica y de acuerdo con sus imperativos.

e) Sil fiiación

La fiiación, tanto de la índole intrínseca específica de la garantía que debe otorgar


el quejoso, como el monto correspondiente (art. 128 de la Ley de Amparo), quedan al
arbitrio del Juez de Distrito asa tomándose generalmente como criterio, para tal efecto,
la gravedad económica de los daños y perjuicios que con la cesación o detención del
acto reclamado y sus efectos pudiera resentir el tercero perjudicado. Cuando dichos
daños y perjuicios nosean apreciables en dinero, el artículo 125, en su segundo párrafo,
confiere al Juez de Distrito o autoridad que conozca del juicio de amparo conforme al
. artículo 37 de la ley relativa, la facultad de fijar discrecionalmente el importe de
la garantía, o sea, según su prudente arbitrio.

8~2 Así lo ha establecido la jurisprudencia de, la Suprema Corte en la tesis 486 del Apéndice
al Tomo CXVIII. Tesis 200 de ¡" Compilación 1917-1965, y tesis 198 del Apéndice 1975, Ma-
teria General. .
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 767

f) Reglas jur¡¡prudenciales acerca de la fianza

No obstante que legalmente pueden reputarse como garantlas que el quejoso debe
otorgar para que surta sus efectos la suspensión de los actos reclamados conforme
al artículo 125 de- la Ley de Amparo, a lá ~ fianza, hipoteca, prenda o depósito en
efectivo, en la práctica es la primera la más usual y, pudiéramos decir, la exclusiva. Por
tanto, a continuación nos referiremos a la fianza en forma particular, resolviendo algu-
nas cuestiones interesantes que se suscitan en tomo a ella.
1. Por lo que concierne a la idoneidad de la fianza, la jurisprudenda de la Suprema
Corte ha establecido una regla, en el sentido de que la caución que otorgue una socie-
dad mercantil que no se haya constituido con el objeto especial de otorgar fianzas. no
. debe reputarse adecrnidáenmateria de amparo.'" Nosotros esHmarriosque esta consi-
deración es correcta, puesto que una sociedad mercantil, que no sea afianzadora, sola-
mente debe realizar los actos propios de su objeto social, por lo que la actividad que no
encuadre dentro de éste, se puede reputar nula.
2. Por lo que toca a la comprobación de la solvencia del fiador, la jurisprudencia.
ha establecido que cuando el importe de la/ fianza no exceda de mil pesos, aquélla
puede acreditarse por cualquier medio legal de prueba, sin que el fiador deba tener
bienes ralees, cuya propiedad siempre se exige, si dicha garantía excede de la men-
cionada cantidad, aunque no se encuentren dentro de la jurisdicción del Juez de
Distrito.BIS'"
3. En cuanto al monto de la fianza que debe otorgar el quejoso para que surta
sus efectos la suspensión de los actos reclamados en el caso a que se contrae el artículo
125 de la Ley de Amparo, la jurisprudencia de la Suprema Corte ha establecido algunas
reglas interesantes y de trascendencia práctica a lasque a continuación nos referiremos.
En primer lugar, cuando la suspensión se concede contra una sentencia recaída a
un procedimiento en el cual las prestaciones del tercero perjudicado n0t.hayan sido
aseguradas, el monto de la fianza debe establecerse atendiendo al importe de la condena
decretada en dicha resolución y al de los intereses legales respectivos calculados por el
término de un año.BlS5
Por el contrario, cuando existe el aseguramiento de las pretensiones del tercero per-
judicado dentro del procedimiento en el cual se haya dictado la resolución Cllyas canse-
cuencias se pretenden suspender, el monto de la fianza que debe otorgar el quejoso
únicamente debe ser calculado para garantizar los perjuicios que la suspensión COrres-
_~.pondiente pueda_ocasionar a dicho te:r~e.t:o perjudicado, estimándose como tales los

853 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 492. Tesis 204 de la Compiladón 1917-196', y
tesis 202 del Apéndice 1975, Materia GrneraJ.
8501 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 488, 490 y 489, que corresponden a las tesis 201, 203
202 de la cilada Compilaeión, y 199, 201 Y 200 del Apéndice 197', Materia General.
ses Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 498 y 499. Tesis 359 de la Comp 1917·1965, Mat.
Civil (Tesis 377 del Aphzdice 197', ídem); Tesis 210 de la Comp. mencionada, Mat. Gen. (Te-
sis 208 del Ap, 19n, ídem); Tesis 358 de la Comp. Mat. Civil (Tesis 380 del Ap. 1975, ídem);
Tesis 211 de la Comp. Mat. Gen. (Tesis 209 del Ap. 197', ídem): El Primer Tribllnal Colegiado
en MaJeria Civil del Primer Circuito ha reducido el lapso para calcular el monto de la fianza a
seis meses (Cír. Informe de 1971. Sección "Tribunales Colegiados", pág. 110). (Idem, Informe
.197), págs. 181 Y 18~, misma Sección.] __
768 EL JUIOO DE AMPARO

intereses legales que origine la suerte principal importe de la condena, por el térmi-
no de un año.&6
4. Existen algunas regla¡ jurisprudencia/es importantes por lo que se concierne a la
¡>bligación que tiene determinada categoría de quejosos de otorgar fianza para que
surta sus efectos la suspensi6n en los juicios de amparo respectivos. Sobre el particular,
la Suprema Corte ba resuelto un conflicto de leyes existente entre las disposiciones
consignadas en los artículos 30 y 92 de la ley de Instituciones de Seguros y de Institu-
ciones de Crédito, respectivamente, por una parte, y los artículo 125, 170, 173 Y 174
de la ley de Amparo y 107, fracciones V y VI, de la Constitución (que corresponden
a las fracciones X y XI del actual precepto constitucional), por otro lado. Conforme a
los dos primeros preceptos indicados, ni las Instituciones de Seguros ni las de Crédito
tienen la obligación de otorgar fianza en los juicios de amparo para que surta sus efec-
tos la suspensión de los actos que dichas entidades impugnen, considerándose para
ello que aquéllas se reputan lo suficientemente solventes para responder de los daños
y perjuicios que la citada suspensión irrogue al tercero perjudicado. La Suprema Corte ha
sentado jurisprudencia en el sentido de que las Instituciones de Crédito (y por exten-
sión las de Seguros y de Fianzas) están obligadas a otorgar garantías y contra-garantías
en materia de suspensión de los actos que reclamen.

Dicho Alto Tribunal funda la anterior conclusión en las siguientes consideraciones, COD
las cuales estamos plenamente de acuerdo: "Si bien el artículo 30 de la Ley de Instituciones
de Seguros (arr. 92 de la Ley de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares), pre-
suponiendo la solvencia' de las mismas, determina que en virtud de aquella solvencia, que se
tendrá por acreditada, no estarán obligadas a constituir depósitos ni a otorgar fianzas legales.
dicho precepto no excluye el acatamiento de 10 prevenido por los artículos 170. 173 Y 174 de
la Ley de Amparo, reglamentarios de las fracciones V y VI del articulo 107 constitucional.
según' los cuales, la suspensión de la ejecuci6n de los laudos (y por extensi6n de cualquier
sentencia definitiva) en. cuanto proceda. s610 surtirá efectos si se otorga caud6n bastante¡ para
responder de los daños y)perjuicios que dicha suspensi6n pueda ocasionar al tercero, En otros
términos, dichos preceptos no consignan excepción alguna por razón de la solvencia del que-
joso en el amparo, y como consecuencia, quien quiera que éste sea, está obligado a otorgar
la caudón o garantía requerida por la Ley, sin que obste 10 dispuesto en el citado artículo
30 de la Ley de Instituciones de Seguros (92 de la Ley de Instituciones de Crédito), ya que
entre dos leyes en contradicción. deben prevalecer las disposiciones de la especial que rige el
acto, y esto con tanto mayor razón, cuanto que en el caso dicha ley especial es la de Amparo,
reglamentaria de la aplicación de un precepto constitucional. cuya observancia es forzosa, a
pesar de lo que en contrario establezcan leyes secundarias. Por tanto, rigiendo la Ley de Am-
paro la materia de suspensión en el juicio constitucional y previniendo, de acuerdo COn la
Constitución, que la suspensión s610 surtirá efectos, tratándose de intereses particulares. cuando
se otorgue cauci6n por los daños y perjuicios que a terceros se puedan ocasionar con ella sin
consignar excepción de ninguna especie por razón de la solvencia del quejoso. cabe afirmar
que no están exentas de la observancia de ese requisito las Instituciones de Seguros" (y por
extensión, decimos nosotros, las de Crédito y de Fianzas). 8:17 Y 858

856 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 497. Esta tesis se reitera por las ejecutorias publicadas
en el Tomo XCVII de la Sexta Epoca del S. ]. de la F., correspondiente al mes de julio de 196s.
Tercera Sala.
a57 Apéndice al Tomo CXVIIJ, tesis 580 r ejecutorias relacionadas: Tomo LXXlI, pág. 5738
Y Tomo XCVI, pág. 281. de la Quinta Epoca. Tesis ;uTisp,udenciaJ 213 de la Compilación 1917-
196J, Y 1eJiJ 211 del Apbldice 197J. Malet"ia General.
858 Sin embargo. fa misma Suprema Corte ha sostenido la idea contraria, en el sentido de
q~e las instituciones de seguros, v por extensión las de fianzas y de crédito. pueden obtener a
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro
,
Basándose en el interior criterio, también la jiiriIprudencia ele la Suprema Corte
ha establecido que la institución descentralizada "Petróleos Mexicanos", debe otorgar
fianza para que surta sus efectos la suspensi6n que se le hubiese concedido contra los
actos de autoridad que hubiese reclamado, aunque se le haya eximido de tal obligaci6n
por la legislaci6n de emergencia.'"
5. Tratándose de la supensi6n contra la ejecución de una sentencia de desahucio,
la jurisprodencia de la Suprema Corte ha establecido que el monto de la fianza para que
dicha medida cautelar surta sus efectos, debe fijarse en el importe de las rentas en un
año, cuando el quejoso no haya sido condenado, además, al pago de cantidad alguna
en favor del tercero perjudicado." o •
6. Respecto de la reivindicación de un inmueble, el monto de la fianza que debe
otorgar el quejoso para retenerlo en su poder debe incluir no s610 el valor de dicho
bien, sino los intereses legales que la cantidad respectiva devengue durante el término
de un año, según 10 ha sostenido también la jtlri!prtllJencia de la Corte.SlJl

g) La contra-garantía
La ley da facultad O derecho al tercero perjudicado para obtener la ejecuci6n del
acto reclamado dejando sin efecto la suspensión obtenida por el quejoso mediante
garantía, si a su vez otorga contra-garantía o, como dice el articulo 126 de la Ley de
Amparo, "caución bastante para restituir las cosas al estado que guardaban antes de la
violación de garantías y pagar los daños y perjuicios que sobrevengn al quejoso, en
caso de que se le conceda el amparo".
La contra-garantía, llamada así porque invalida o hace nugatorios los efectos de la
garantía, es una caución otorgada por el tercero perjudicado para que se ejecute o con-
tinúeIa ejecución del acto reclamado. Desde luego, su efecto asegurador tiene que tener
mayor amplitud que el de la garantía constituida por el quejoso, puesto que no s610
sirve para que el tercero perjudicado resarza a éste de los daños y' perjuícios que se le
irroguen con motivo de la realización del acto reclamado, sino también para hacer
posible la restitución de las cosas al estado que guardaban antes de la violación de
garantías.
Así 10 ha. establecido la ;urisprlldnJ(id de la Suprema Corte en una tesis que dice: "La
contra-fianza que se constituye en los juicios de: garantías debe ser, en términos generales,
de más entidad que la "fianza, por cuanto a que garantiza mayores responsabilidades." 802

La contra-garantía que debe otorgar el tercero perjudicado puede consistir en. los
mismos medios especlficos de aseguramiento que la garantía, esto es,puede constituirse .

su favor la suspensión en un juicio de amparo sin que para su efectividad se requiera el otorga-
miento de las garantías correspondientes. en atención, dice dicho Alto Tribunal. a que su Ley
Orgánica las exime de tal obligación. (Art. 30 de la Ley de Instituciones de Seguros.] (Informe
correspondiente al afio de 1947, Segunda Sala, pág. 130.)
8~9 Apéndice al TOmo CXVIII, tesis 778. Tesis 202 de la CompiJacidn 1917-196JJ y te-
sis 481 del Aphzdice 1975. Segunda Sala.
- 800 Compilación 1917·-196J~ tesis 360, y tesis 381 del Apéndice 197', Tercera Sa1.,.
881 Idem, tesis 361 y tesis 382, respectivamente.
802 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 274. Tesis 194 de la Compilación 1917-196J, tesis 192
del Apénd,ce 197'J Malet;a General. Jurisprudencia conlraria, tesis 273 del mencionado Apén-
dice. Tesis 193 de dicha Compilatión '1 tesis 191 del Apéndice 1975, Male,;a General,
770 EL JUICIO DE AMPARO

mediante fial1za, prmda, hipoteca o depósito m efectivo dentro de los cuales el juez
tiene arbitrio de escogitación.
El monto de la contra-garantía se establece. por el juzgador según el artículo 128
de la Ley de Amparo, debiéndose ceñir, no obstante, a las siguientes condiciones
para tal efecto: a) debe comprender, ante todo, el importe de la garantía otorgada por
el quejoso; b) la cantidad que fije el juez discrecionalmente para indemnizar a éste de
los daños y perjuicios que se le causen con motivo de la ejecución del -acto reclamado;
y c) una suma extra, también fijada por el prudente arbitrio judicial, que sea suficiente
para hacer volver las cosas al estado que tenían antes de la violación alegada por el
quejoso o para indemnizar a éste en caso de que tal restitución sea imposible de lograrse.

Además, la Ley de Amparo, en el mismo artículo 126, impone al tercero perjudicado


como obligaci6n previa al otorgamiento de la contra-garantía, la consistente en el pago de los
siguientes conceptos, según el caso, y que nos permitimos transcribir: "los gastos o primas
pagados, conforme a la ley, a Ja empresa afianzadora legalmente autorizada que haya otorgado
la garantía; el importe de las estampillas causadas en certificados de libertad de gravámenes
y de valor fiscal de la. propiedad cuando hayan sido expresamente recebados para el caso. con
los que un fiador particular haya justificado su solvencia. más la retribución dada al mismo.
que no excederá, en ningún caso. del cincuenta por dento de 10 que cobrada una empresa'
de fianzas legalmente autorizada; los gastos legales de la escritura respectiva y su registro.
así como los de la cancelación y su registro, cuando el quejoso hubiere otorgado garantía hi-
potecada; los gastos legales que acredite el quejoso haber hecho para constituir el depósito".

La posibilidad de constitución de la contra-garantía queda sujeta a dos condi-


ciones contenidas en el artículo 127 de la Ley de Amparo, a saber: a) que con la
ejecución del acto reclamado 110 se deje sin materia el amparo promovido por el que-
joso, y b} que la ejecución del acto reclamado no cause al quejoso afectaciones a de-
rechos no estimables en dinero. La primera condición a que está sujeta la procedencia de
la contra-garantía nos parece del todo atinada, por razones obvias; y en cuanto a la segun-
da, requiere que, cuando con la ejecución del acto reclamado por virtud de 'la cons-
titución de la contra-garantía por el tercero perjudicado, se pueden afectar los derechos
del quejoso no estimables en. dinero, ésta es improcedente.w-
86S La ;urisprudenda ha sostenido que cuando la contra-garantía tenga por objeto dejar sin
efecto la suspensi6n obtenida por el arrendatario, es improcedente, pues al ejecutarse el lanzamiento.
se afectarían derechos no estimables en dinero, ocasionándole "perjuicios no s610 económicos, sino
de orden moral, vejaciones y descrédito. que no serían reparables aunque obtuviera sentencia
favorable en cuanto al fondo del amparo" (Ap. al T. CXVlIl. Tesis 619). (Tesis 347 y ,48 de
la Compilad6n 1917·1965, tesis 367 y 368 del Apéndi~e 197', Tercera Sale.) Esta tesis jurispru-
dencial s610 es aplicable en los casos en que la ejecución del acto reclamado importe el lanzamiento
del arrendatario de un bien inmueble urbano, pero no ~uando se traje de un bien inmueble rústico.
Al efecto, la Tercera Sala de la Suprema Corte ha delimitado en este sentido la indicada tesis
jurisprudencial, al sostener lo siguiente: .... . esa jurisprudencia (la tesis 619) es aplicable única.
mente cuando se trata de lanzamiento de casas habitación, pero no de predios rústicos en que no
existan aquéllas, puesto que no puede considerarse en igualdad de circunstancias los derechos
del inquilino en uno y otro casos, ya que en el segundo solamente se ocasionarían perjuicios
económicos, pero no los de orden moral y las vejaciones, ya que el obligado a desocupar la finca
no queda en una situación de desamparo en unión de su familia: de lo que resulta que sí es
admisible la contrafianza en los lanzamientos de predios rústicos" (Queja 262/59, Raúl Rojas
Ruiz, resuelta el 30 de marzo de 1960. Tomo XXXIII, págs. 142 a 157, Tercera Sala. Sexta E/Jo~a.)
También dicha Sala ha hecho extensiva la Improcedencia de la contrafianza cuando merced a ella
se pretende ejecutar el lanzamiento, en los casos en que el local arrendado se destine para comercios
(Queja N9 54/65, Rosario Aguirre Ascencio; resuelta el 2 de junio de 1966. Tomo CVIII, pás. 130
V 131. Tercera Sala, Sexta Epo~a.)
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 771

Por último, siendo en realidad la contra-garantía B04 una garantía in genere, podemos
afirmar que las reglas legales y jurisprudenciales que esbozamos al tratar de la fianza
en la suspensión del acto reclamado, son aplicables a la primera y, particularmente,
aquella que establece que las Instituciones de Crédito, Seguros y Fianzas no están exentas
de la obligación de prestar contrafianza ante el juez de amparo o la autoridad que
conozca de la suspensión, al pretender, como terceras perjudicadas, la ejecución del acto
impugnado constitucionalmente por el quejoso.

h) El incidente de daños y perjuicios

La exigibilidad de la garantía y contra-garantía a que nos hemos referido, depende


de la realización de dos condiciones previas y necesarias. En efecto, si se trata de hacer
efectivo el importe de la garantía por el tercero perjudicado, se requiere que exista una
sentencia ejecutoriada que haya negado al quejoso la protección federal o declarado
el sobreseimiento; de la misma suerte, para que el quejoso pueda exigir la aplicación a su
favor del importe de la contra-garantía prestada por el tercero perjudicado, es menester
que se haya dictado una sentencia ejecutoriada que conceda a aquél el amparo. Por
ende, la existencia de tales resoluciones jurisdiccionales es el supuesto previo e indis-
pensable para hacer exigibles la garantía y la contra-garantía en materia de suspensión
del acto reclamado.
Las acciones que competen en sus respectivos casos al quejoso y al tercero perjudi-
cado para exigir la aplicación de la contra-garantía o de la garantía, respectivamente,
se deben deducir en la vía incidental, promoviendo el llamado incidente de daños y
perjuicios, según lo dispone el artículo 129 de la Ley de Amparo, que dice:

"Cuando se trate de hacer efectiva la responsabilidad proveniente de las garantías y


contra-garantías que se otorguen con motivo del la suspensión, se tramitará ante la autoridad
que conozca de ella un incidente en los términos prevenidos por el Código Federal de Proce-
dimientos Civiles. Este incidente deberá promoverse dentro de los treinta días siguientes al en
que sea exigible la obligación, en la inteligencia de que no presentándose la reclamación dentro
de este término, sólo podrá exigirse dicha responsabilidad ante las autoridades del orden común."

La acción de daños y perjuicios deberá intentarse, según este precepto, dentro de los
treinta días siguientes a la fecha en que surta sus efectos la notificación de la sentencia
ejecutoria que haya negado o concedido el amparo al quejoso en sus respectivos casos
0sol>r~s~ído el juicio, debiendo su .ti.t'!!~r.",omp!.o~L~nte la autoridad que hubiese
Tampoco el criterio jurisprudencia! que se contiene en la mencionada tesis 619 es operante
cuando la ejecución del acto reclamado propende a entregar un inmueble en caso, de reivindica-
fión (Quejas 10/'8 y 246/'8, resueltas por la Tercera Sala ellO de marzo de" 19'9 Y Queja
95/'9, decidida el 2 de febrero de 1960). (Tomo XXI, págs. 64 a 68. Tercera Sala, Sexta Epoca,
y Tomo XXXII. págs. 246 Y 247, Tercera Sala, Sexta Epoca y tesis jurisprudendaJ 384 del Apén-
dice 197', Tercera Saja.)
864 Sin ajustarse a lo dispuesto en el artículo 127 de la Ley de Amparo el Tercer Tribunal
Colegiado en MaJeria Administrativa del Primer Circuito ha sustentado el criterio de que la con-
tra-garantía que ofrezca el tercero perjudicado no debe ser aceptada para dejar sin efecto la suspen-
sión, si como consecuencia de aquélla se pueden ejecutar los actos reclamados tendientes a ,paralizar
un servicio público como el de transporte. Tal criterio se contiene en las quejas fldmintJJrativas
número 43/72 y 6'/74, en las que se argumenta que "la contra-garantía no debe admitirse cuando
la e;ecución de los actos reclamados traiga aparejado un perjuicio para el interés social, porfJu~
por encima del interés particular está el interés general".
772 EL JUICIO DE AMPARO

conocido de la suspensión la existencia y el monto de los daños y perjuicios, cuyo resar-


cimiento exija.
Las cuestiones sustantivas que se susciten dentro del procedimiento incidental, debe-
rán -ser reguladas y resueltas conforme a las disposiciones que normen la relación
jurídica proveniente de la garantía' o contra-garantía específica que se hubiere otorgado,
o sea, por las relativas a la fianza, hipoteca o prenda, si cualquiera de éstas hubiere
sido prestada como medio de aseguramiento de la indemnización.
El incidente de daños y perjuicios se substancia conforme a las prescripciones rela-
tívas del Código Federal de Procedimientos Civiles, substanciación acerca de la cual
hemos ya tratado en el capítulo X de este libro, por lo cual nos remitimos a las conside-
raciones respectivas que expusimos en aquella ocasión.
Este incidente, entablado ante la autoridad que conozca de la suspensión del acto
reclamado, tiene lugar siempre y cuando la acción de indemnización por daños y
perjuicios se ejercite durante el término de treinta días a que se refiere el artículo 129,
de la Ley de Amparo, pues de lo contrario la responsabilidad caucionada por la garantía
o la contragarantía se hará exigible ante las autoridades judiciales del orden común,
mediante la promoción del juicio que proceda, según la ley-procesal civil local aplicable
y cuando dicha acción se entable contra alguna compañía afianzadora legalmente auto-
rizada, el procedimiento se rige por lo dispuesto en la Ley Fedet'al de Instituciones de
Fianzas.•
En relación con la exigibilidad de las fianzas y contra-fianzas otorgadas por entida-
des afianzadoras legalmente constituidas para tal efecto, surge un problema jurídico,cuya
solución reviste gran importancia práctica y que estriba en un conflicto de leyes que
surge entre el artículo 129 de la Ley de Amparo que hemos comentado brevemente,
y los artículos 93 Y 94 de la Ley de Instituciones de Fianzas. Conforme al artículo 93
indicado, antes de iniciar un juicio contra una institución afianzadora, el beneficiario
debe requerirla por escrito para que cumpla sus obligaciones como fiadora, disponien-
do dicha institución de un plazo de sesenta días hábiles para hacer el pago, si procede.
Por su parte, el artículo 94 mencionado, establece diferentes reglas a las que debe
someterse la substanciación de los juicios que se promuevan contra las instituciones de
fianzas.
Ahora bien, para exigir el importe de las fianzas y contra-fianzas que haya otorgado
una sociedad afianzadora en el incidente de suspensión, ¿el tercero perjudicado o el
quejoso, respectivamente, debe formular el requerimiento a que se refiere el artículo 93 y
promover el juicio respectivo en los términos del artículo 94; o formular, por otro lado,
la reclamación correspondiente conforme al artículo 129 de la Ley de Amparo?
Como se ve, dicho problema se traduce en un conflicto de leyes que surge entre las
disposiciones de la Ley de Instituciones de Fianzas y las de la Ley de Amparo en lo que
concierne a la exigibilidad de las garantías y contra-garantías que se hayan otorgado
en el incidente de suspensión, por lo que la solución correspondiente debe fundamen-
tarse en las reglas jurídicas que resuelven tal especie de cuestiones.
Podemos afirmar que la Ley de Instituciones de Fianzas, al través de los preceptos
antes invocados, contiene reglas generales en lo que respecta a la exigibilidad de las
obligaciones que contrae una compañía afianzadora por virtud de las pólizas de fianza
que expide. Dicha generalidad se revela en la circunstancia de que todo beneficiario o
acreedor particular en una póliza de afianzamiento, de cualquier naturaleza que ésta sea,
.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro 773

debe ejercitar los derechos de reclamación correspondientes conforme a los procedimien-


tos instituidos en los artículos 93 y 94 del citado ordenamiento.
Por otra parte, si analizamos la Indole de las disposiciones involucradas en el articulo
129 de la Ley de Amparo, podemos constatar que aluden a una determinada cate-
goria de benejicierios o acreedores en las pólizas de fianza y contra-fianza que expiden
las sociedades afianzadoras en materia de suspen)ión del acto reclamado, categoría
que está formada, respectivamente, por los terceros perjudicados y por los quejosos.
Además, el mencionado precepto de la Ley Orgánica de los artículos 103 y 107 cons-
titucionales, establece un procedimiento de exigibilidad en una cierta y limitada índole
de fianzas y contra-fianzas ¡udiriales como son las otorgadas en el incidente de sus-
pensión de un juicio de amparo.
Por las conclusiones de interpretación a que se llega mediante el análisis de los
artículos 93 y 94 de la Ley de Instituciones de Fianzas y 129 de la Ley de Amparo,
se puede constatar cap evidencia q~~~o~ primeros preceptos contienen normas
generales respecto del procedimiento de exigibilidad de cualquier fianza en favor de
un particular independientemente de su índole concreta, mientras que el último invo-
lucra disposiciones de excepcián, contraídas a una determinada categoria de beneficiarios
o acreedores (quejosos y terceros perjudicados), así como a una especial Indole de
fianzas y contra-fianzas judiciales (las que se otorgan en el incidente de suspensión
de un juicio de amparo pua los efectos a que aluden los articulas 125 y 126 de la
Ley correspondiente).
Por ende, aplicando la regla jurídica contenida a modo de principio básico en el
articulo 11 de! Código Civil para el Distrito Federal, en el sentido de que las leyes
de excepción tienen preferencia aplicativa sobre las leyes generales en los casas ex-
presamente comprendidos en las primeras, llegamos a la conclusión de que el artícu-
lo 129 de la Ley de Amparo, por contener disposiciones excepcionales, rige en materia
de /exigibilidad de fianzas y contra-fianzas que hubiere otorgado una compañia afian-
zadora en un incidente de suspensión) para los efectos especiales a que se refieren
los artículos 125 y 126 de este último ordenamiento, en vista de lo cual ni los terceros
perjudicados ni los quejosos deben formular el requerimiento a que alude el artícu-
lo 93 de la Ley Federal de Instituciones de Fianzas, ni ejercitar contra la empresa
fiadora la acción de pago conforme e! artículo 94 de este- ordenamiento.
Por otra parte, si bien es verdad que tanto la Ley de Amparo como la de Institucio-
nes de Fianzas son de carácter federal, en la primera existe la modalidad de que,
además, es reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución, por lo que tiene
.._- primada de aplicabilidad sobre la segunda en un: caso de 'conflicto legal, como e!
que tratamos.

• i) Oportunidad procesal para otorgar la garantía .

Del articulo 139 de la Ley de Amparo se deduce claramente que la garantía que
deba prestar el quejoso para que surta sus efectos la suspensión definitiva, debe otor-
garse dentro del término de cinco días, contados a partir de aquel en que haya quedado
legalmente hecha la notificación de la interlocutoria en que tal medida hubiese con-
cedido.
774 EL JUIOO DE AMPARO

Sin embargo, la ;uriJprudencia ha dejado sin aplicación el mencionado precepto, al


sostener que el solo transcurso de dicho plazo sin haberse constituido la garantía,
posibilita a las autoridades responsables para realizar los actos suspendidos; pero que si
éstos aún no se han ejecutado, el quejoso puede otorgar la citada medida de efectividad
en cualquier tiempo.86 6 . .
No está por demás advertir que el no otorgaroiento de la garantía debe comuní-
carse a las autoridades responsables por el Juez de Distrito a petición del tercero
perjudicado, si lo hubiere, para que aquéllas se consideren en libertad de llevar ade-
lante la ejecución de los actos reclamados, sin que baste, para esta finalidad, la mera
solicitud que al respecto formule dicho sujeto procesal ante las propias autoridades.

) Canrelaci6n de las garantías y contra-garantias y modijicabilidad de Sil monto


En cuanto a la cancelación de las fianzas y contra-fianzas que se otorguen en materia
de suspensión del acto redaroado, existen importantes reglas jllrisprtldenciales.
En primer lugar, la Corte ha aseverado que solamente en dos hipótesis puede
decretarse la cancelación mencionada, es decir, ruando el tercero perjudicado o el que·
joso expresan su conformidad para tal efecto, o cuando se comprueba que no se han
causado los daños y perjuicios garantizados.s'":
Congruentemente con la anterior consideración ;urisprudenciaJ, nuestro Alto Tribu-
nal ha sostenido que no basta para decretar la cancelación de las fianzas (y por
extensión de las contra-fianzas) que se otorguen en materia de suspensión del acto
reclamado, el silencio del tercero perjudicado (o del quejoso, en su caso) respecto
de la petici6n correspondiente, ya que dicho silencio no debe reputarse como un con-
sentimiento tácito, en virtud de que a ninguna de dichas partes puede obligarse contra
su voluntad a ejercitar el derecho consignado en el artículo 129 de la Ley de Amparo;
"de manera que, mientras no prescriba la acción del tercero perjudicado (o del quejoso),
o se haya extingnido la fianza (o la contra-fianza), mediante el uso de los derechos
que al fiador (o al contrafiador) concede el artículo 2849 del Código Civil del Distrito
Federal, no es procedente su cancelación.wt
Por otra parte, la jllrisprlldencia de la Suprema Corte ha establecido que el otorga-
miento de la contra-fianza no es motivo para que se cancele la fianza.86 8
Por último, en una tesis, nuestro Alto Tribunal ha declarado 869 que los incidentes
de cancelación de fianzas (y de contra-fianza) no deben desecharse de plano, sino
tramitarse y resolverse de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 358, 359 Y 360 del
Código Federal de Procedimientos Civiles, como supletorio de la Ley de Amparo.
La fijación del monto de las fianzas y contra-fianzas no es inmodificable, sino que
puede aumentarse o disminuirse a petición de parte y con fundamento en hechos super-
venientes, entendiéndose por tales, "no s610 los que tienen lugar en el orden cronológico
80:; Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 500. Tesis 212 de la Compikuión 1917-1965, J •
tesis 21() del Ap;ndice 1975. Materia General. .
866 Apéndice al Tomo CXVII1. Tesis 494. Ldem, Tesis 206 y tesis 204 del Apéndice 1975,
Materia Generai, .
867 Aréndice al Tomo CXVIII. Tesis 495. Tesis 207 de la Compilación 1917-1965, J le-
sis 205 de Apéndice 1975, MaJeria General. ~
868 Apéndice al Tomo CXVITI. Tesis 496. Ldem, Tesis 208 y tesis 206 del Apéndice 1975,
Matería General.
889 Informe correspondiente al año de 1944. Pág. 71. Primera Sala.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 775

de los acontecimientos", sino aquellos que ya existen al establecerse la cuantía de las


cauciones, pero que son ignorados por las partes, principalmente por el juez de Distrito
o por la autoridad que conozca del incidente de suspensión del acto reclamado en
materia de amparo uni-instancial.v?

B. Requisitos de efectividad de la suspensión en amparos sobre materia fiscal


En este tipo de juicios de garantías los requisitos de efectividad se establecen en
razón de la índole misma del acto impugnado en la vía constitucional, o sea, que éste
entrañe el cobro de impuestos; multas u otros pagos fiscaJes.

Así, el artículo 135 de la Ley de Amparo, dispone que: "Cuando el amparo se pida
contra el cobro de impuestos, multas u otros pagos fiscales, podrá concederse discrecionalmen-
te la suspensión del acto reclamado, la que surtirá efectos previo depósito de la. cantidad que
se cobra, en el. Banco de México (actualmente en la Nacional Financiera, S. A.), o en de-
fecto de éste en la institucién de crédito que el juez señale dentro de su jurisdicción, o ante
la autoridad exactora, salvo que de antemano se hubiere constituido ante esta última."

a) Regla general
Como se ve, el requisito que se exige para que la suspensión surta sus efectos contra
el acto reclamado que estribe en el cobro de impuestos, multas u otros pagos fis-
cales, consiste en el depÓsito que el quejoso debe hacer respecto del importe de
dichos conceptos.
El depósito es un acto que consiste en la entrega provisional, con carácter devolutivo,
de un objeto determinado a alguna persona. Como requisito de efectividad de la
suspensión, dicho acto se traduce en la entrega provisional, con carácter devolutivo,
que el quejoso hace al Banco de México, a CUalquier institución de crédito que el juez
señale o a la propia autoridad exactora, respecto del importe de la multa; impuesto o
cobro fiscal en que consista el acto reclamado, entrega que se constituye a la orden
de la autoridad que conozca de la suspensión. Por ende, una vez que se ha verificado el
depósito, sólo dicha autoridad puede ordenar el retiro de la suma que entrañe.

b) Excepciones
La obligación que tiene el quejoso de hacer el depósito de referencia para hacer
.-!,fegiva la.-".!1spen}.ión del acto reclamado cuando. éste implique el cobro_de multas,.
impuestos o pagos fiscales en general, tiene algunas excepciones importantes.
l. La primera de ellas consiste en que, cuando el agraviado hubiere ya garantizado
el adeudo fiscal que se le reclama ante la propia autoridad exactora, no tiene el deber
de hacer un nuevo depósito ante el Juez de Distrito o autoridad que conozca de la
suspensión.

Así 10 ha corroborado la [urisprudencia de la Suprema Corte, al afirmar que "tratándose


de adeudos fiscales, la suspensión debe concederse sin .requislto alguno, si los intereses fis-
cales se encuentran asegurados e~ los procedimientos seguidos .por la autoridad. exactora" y

8TO Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 493". Tesis 20' de la á/ada Compilación y tesis 203
del Apéndi(e 197', Materia General.
776 EL JUICIO DE AMPARO

que "Si se ha trabado embargo en los bienes del quejoso, procede conceder la suspensión
contra los impuestos, multas y pagos fiscales, sin fianza ni depósito. por encontrarse asegurado
el interés fiscal." 811.

2. La segunda excepción legal de que hablábamos implica que "el depósito no se


exigirá, cuando se trate de cobro de sumas que excedan de la posibilidad del quejoso,
según apreciación del juez" (párrafo segundo del articulo 135 de la Ley de Amparo).
El criterio que sirve de fundamento a esta excepción es de equidad, pues sería injusto
que se exigiera a una persona el depósito de una cantidad cuyo monto exceda a s~
posibilidades económicas, circunstancia que debe ser comprobada ante el juez de amparo
mediante los elementos ordinarios de prueba, para que dicho funcionario libere al que.
joso de cumplir con el requisito de efectividad mencionado.
3. La tercera excepción- á -1.- obligación que tiene-e¡ agraviado de constituir el
depósito del importe de la multa, impuesto o pago fiscal en que haga estribar el arto
reclamado con el fin de hacer efectiva la suspensión correspondiente, consiste en la
circunstancia de que se le exime de Henar dicho requisito cuando sea "persona distinta
del causante obligado directamente al pago", esto es, cuando el quejoso no sea-el sujeto
a quien legalmente se impuso y se cobra la multa, el impuesto o una gabela fiscal
cualquiera. Sin embargo, si bien el quejoso en ese caso no está. obligado a constituir
depósito, no por ello no debe asegurar el importe de la multa, impuesto o pago fiscal
por otro medio de garantía diverso, pues como lo dispone el segundo párrafo del
artículo 135 de la Ley de Amparo en su última parte, el interés fiscal se caucionará
en cualquier otra forma aceptada por el propio ordenamiento.
4. Una cuarta excepción que sobre el consabido particular existe, es la consistente
en que, "cuando los adeudos al Fisco no tengan por origen el cobro de impuestos,
puede concederse la suspensión previa fianza" (esta tesis se refiere al artículo 60' de la
Ley de Amparo de 1919, cuyo precepto es semejante al 135 del ordenamiento vigente) ,'12

C. Requisitos de efectividad de la suspensidn m amparos peneles

Cuando los actos reclamados afectan o restringen la libertad personal del quejoso,
la suspensión respectiva está condicionada, en cuanto a su. eficacia, al cumplimiento,
por parte del quejoso, de las medidas de aseguramiento que, según su prudente aro
bitrio, y atendiendo a las modalidades del caso concreto de que se trate, fija el Juez
de Distrito. En relación con este tópico, ya hemos formulado las consideraciones perti-
nentes, por Jo que en esta ocasión, nos remitimos a lo que expusimos en el parágrafo
IV de este mismo capítulo.

VI. EL INCIDENTE DE SUSPENSIÓN

Desde el punto de vista procesal, se denomina así a la forma como se substancia


la cuestión relativa a la suspensión del acto reclamado en un juicio de amparo, cuando
811 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 52 y 545. Tesis 3 y 134 de la CqmpiltKi6n 1917·196',
'Y tesis 113 y 209 del Apéndiu 197). Segunda Saja.
87:l Apéndice al Tomo CXVI1I. Tesis :51. Tesis 2 de la Compilación 1917-196', y tesis 1Ji··
del Apéudit-e 197). Segll11da Sala.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 777

"dicha medida cautelar proceda a pelici6t1 de parle, pues tratándose de la suspensión


oficiosa, no se forma incidente, ya que se decreta en el mismo auto en que se admita
la demanda de garantías (art 123, in fine, de la Ley).

A. Su naturaleza ,
La naturaleza incidental de dicha substanciación deriva de la índole de la cuestión
que se debate, que es de carácter accesorio o anexo a la controversia p~incipal, estri-
bando ésta en decir el derecho sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad del
acto reclamado. En efecto, al promover el quejoso su demanda de amparo, plantea
simultáneamente dos euest~one~:.. ~ 'p!i~cip~l.o f~r:td~~_~::!!...9.?~__en_ sí ~ism~_e:cP~esa
el objeto primordial de fa acción correspondiente y que es la concerniente a la inconsti-
tucionalidad del acto autoritario impugnado; y otra de naturaleza accesoria O anexa a la
primera, que consiste en la paralización o cesación del acto reclamado o de sus consecuen-
cias. Ambas cuestiones se solucionan en forma diferente, por- medios analíticos distintos
y aplicando diversas noimas legales, por lo que su ventilación procesal tiene que re-
vestir formas disímiles. Así, verbigracia, cuando el Juez de Distrito dicta el auto o la
resolución por medio de la cual concede o niega al quejoso la suspensión del acto
reclamado, no aborda la cuestión de fondo o substancial planteada por este mismo, o
sea, la relativa a si tal acto pugna o no COn la Constitución en los diferentes casos con-
signados en el articulo 103 constitucional, sino que su actividad se contrae a constatar
si es o no es de decretarse la paralización o cesación de la actuación de la autoridad
responsable en atención a los imperativos legales sobre el particular (condiciones de
a y
procedencia en materia de suspensión 'petición de parte disposiciones concernientes
a la suspensión de oficio), sin perjuicio de que en la sentencia de amparo considere o no
inconstitucional el acto impugnado.
Se dice que la cuestión que atañe a .Ia suspensión del acto reclamado es accesoria
o anexa l:! la principal, que es la de fondo, en la cual se controvierte la constitucionali-
dad de la actuación autoritaria atacada, porque sin la segunda no puede la primera
suscitarse, ya que es condición sine qua non que el quejoso o agraviado solicite la
protección de la Justicia Federal para que tenga opción a que se le otorgue la suspensión
del acto que reclama de la autoridad responsable. Si no se provoca la cuestión de fondo,
ipso iure no tiene lugar la cuestión sobre la suspensión, de lo que se concluye que ésta
es accesoria de la primera, ya que, por otra parte, su resolución está supeditada, en
cuanto a su aficacia, continuidad o -finalización, al fallo judicial que ponga fin
a la controversia fundamental. Por el_ contrario, bien puede promoverse la petición
del amparo de la Jtisticia Federal contra un acto de autoridad determinado (cuestión de
.fondo) sin solicitar la saspensián del mismo, lo cual también indica que la substancia-
ci6n de ésta es accesoria, pues sólo en los casos limirativamente consignados en el
articulo 123 de la Ley de Amparo el juez de oficio la aborda. Todo lo anteriormente
expuesto revela que, siendo la cuestión relativa a la suspensión del acto reclamado de
índole incidental o accesoria. a la controversia o contienda fundamental, su substancia-
ci6n procesal reviste el carácter de incidente, tal como se le denomina doctrinal, j1lriJpru-
dendaJ V le"aJmenle;872 bl'
812 bis No ha faltado quien pretenda, como Huberto BrÍJt110 Sierra, denominar al incidente
de suspensi6n con el nombre de "auMente de suspensión", Este deseo. que entraña un afán incon-
778 EL JUICIO DE AMPARO

El incidente de suspensión asume la forma de juicio, o sea, es un procedimiento


en el cual tienen lugar el debate entre las partes mediante la formulación de sus res-
pectivas pretensiones contrarias, el acto de comprobación de las mismas y la resolución
jurisdiccional pertinente que se dicte. Por eso nos. vamos a referir a cada uno de los
lttos procesales imputables a las partes y al Juez de Distrito que integran el proce-
dimiento judicial. ~ el incidente de suspensión.

B. Solicitud de la suspensión
a) La petición de suspensión del aeto reclamado se formula, por lo general, junta-
mente con la demanda de amparo, que es, según dijimos en otra ocasión. el acto pro-
cesal por medio del cual el agraviado ejercita la acción constitucional. Podemos' decir,
entonces, que la petición que el quejoso hace al órgano de control, en el sentido de
que se suspenda el acto que afecta. sus intereses y derechos, forma parte integrante
de la demanda de amparo presentada, iniciándose el expediente incidental respectivo
por duplicado Con sendas copias de dicho libelo (arts. 120 y 142 de la Ley de Amparo).
Constituyendo generalmente la petición de suspensión del acto reclamado una parte
integrante de la demanda principal (salvo cuando se trate de un caso de suspensión
de oficio, en el que, para que proceda ésta, no se requiere que exista la solicitud
previa del interesado), necesariamente tiene que adquirir el giro procesal que tome ésta.
Así, si en la demanda de amparo se notan irregularidades, notorias improcedencias de
la acción constitucional en ella entablada o cualquier otro defecto formal o de fondo
y si, consiguientemente, tiene que mandarse aclarar o desecharse de plano, según el caso,
por el órgano de control, la solicitud o petición que eleva el promovente para que
se suspenda el acto que impugna, tiene que originar las mismas consecuencias respecto
de la suspensión, salvo excepciones legales expresas. Por el contrario, si se admite la
demanda de amparo, también el Juez de Distrito aceptará ejercer su función jurisdic-
cíonal en cuanto a la suspensión solicitada, dictando en el incidente correspondiente, que
se forma por duplicado COn sendas copias de dicho ocurso, el auto iniciat'que provisto-
nalmente la decrete, sin perjuicio de la índole y términos en que se pronuncie la
resolución incidental respectiva [ínterlocutoria suspensional},
b) Pero no por el hecho de que el quejoso no solicite la suspensión en la misma
demanda de amparo, debe concluirse que no pueda pedirla con posterioridad, en escrito
diverso, pues el artículo 141 de la Ley establece que el incidente respectivo puede
promoverse l/en cualquier tiempo, mientras no Se dicte sentencia ejecutoria".
La posibilidad de que el quejoso promueva el incidente de suspensión en el caso
de que no hubiere. pedido ésta en su demanda de amparo, existe no sólo en tanto el
Juez de Distrito no pronuncie la sentencia constitucional, sino aun en el supuesto
de que este fallo haya sido recurrido en revisión ante la Suprema Corte o ante el
Tribunal Colegiado dé Circuito que corresponda. Por ende, puede muy bien acontecer
que el procedtmíento de primera instancia se haya concluido, y que, _sin embargo, el
sulto_de iñnovaci6n, contraria. la designación que tradicionalmente, durante siglos, se ha adjudicado
a. la substanciación procesal de cuestiones accesorias que surgen o se plantean en un juicio principal.
Además, el término "accidente" tiene diversas acepciones, sin que ninguna de el/al pueda ser corree-
lamente aplicada en maleria procesal. Dichas acepciones las expone el distinguido filólogo y grao
mñticc don Martín Alonso en su importante obra intitulada "Enciclopedia del Idioma", y cuya auto-
ridad no puede negarse ni desconocerse, a no ser por dicho incomprensible y confuso "innovador".
I
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 779

agraviado promueva la suspensi6n del acto ¡ec1amado mientras Se substancia el recurso


de revisión que se hubiese interpuesto contra la sentencia dictada por el Juez de Distrito.
Además, en el caso de que dicho recurso no se hubiere entablado, también el quejoso
tiene el derecho de solicitar la suspensión, siempre y cuando la sentencia de primera
instancia no haya sido declarada ejecutoriada de acuerdo con la ley.

C. Auto inicial
Al admitir el Juez de Distrito la demanda de amparo, simultáneamente a la pronun-
ciación del proveído inicial que recae a aquélla en tal sentido, dicta el auto que enea-
beza el procedimiento incidental sobre la suspensi6n del acto reclamado. El aulo inicial
que recae en el incidente de suspensión tiene un importante contenrdo, al cual nas
vamos a referir a continuación.
En primer lugar, una vez que el ]uéz de Distrito hace la declaración de tener por
presentado al quejoso solicitando la suspensión de los actos que reclama en su demanda
de amparo y ordena la formación del incidente respectivo, pide a las autoridades res-
ponsables su informe previo} que deberán rendirlo dentro de las veinticuatro horas
siguientes al momento en que reciban la notificación correspondiente. Acto continuo,
en el mismo auto inicial del procedimiento de suspensión, el Juez de Distrito señala
día y hora para la celebración de la audiencia incidental, acerca de la cual después
trataremos.

D. La. suspensián provisional

Ahora bien, en el propio auto inicial, y por la sola voluntad jurisdiccional unilateral,
se puede decretar lo que se llama la snspensián provisional del acto reclamado.
Esta suspensión es, desde luego, una paralización que .afecta a la actividad autoritaria
impugnada en la vía de amparo por el agraviado, y recibe el adjetivo de "provisional",
porque su subsistencia dura mientras el Juez de Distrito dicta la resolución que COrres-
ponda en su incidente de suspensión, concediendo o negando la cesación definitiva
del acto reclamado. Por consiguiente, puede suceder que la suspensión provisional
decretada en el auto inicial que encabeza el incidente de suspensión se erija a la catego-
ría de definitiva, en caso de que así se declare en la resolución incidental, o deje de
subsistir, en el supuesto de que se establezca que no es de suspenderse el acto reclamado.
la suspensión provisional es, pues, efecto de un acto potestativo} unilateral, del Juez
-de-o Distrito, -pues para- decretarla no. resuelve. cuestión .controvertidaulguna. la posibi-
lidad legal de que se conceda dicha suspensión traduce una medida preventiva toma--
da por el legislador para proteger los intereses del quejoso mientras se resuelve sobre la
suspensión definitiva (o suspensión propiamente dicha) del acto reclamado.
la procedencia de la suspensión provisional está prevista en el artículo 130 de la Ley
de Amparo que dice: "En los casos en que proceda la suspensión conforme al artículo 124 de
esta ley, si hubiere peligro inminente de que se ejecute el acto reclamado con notorios per-
juicios pata el quejoso, el Juez de Distrito, con la sola presentación de la demanda de amparo,
podrá ordenar que las cosas se mantengan en el estado que guarden hasta que se notifique
a la autoridad responsable la resolución que se dicte sobre la suspensión definitiva, tomando
las medidas que estime convenientes para que no se defrauden derechos de tercero y se eviten
perjuicios a los interesados, hasta donde sea posible, o bien las que fueren procedentes para
el aseguramiento del quejoso, si se tratare de la garantía de la libertad personal:'
780 EL JUICIO DE AMPARO

La discrecionalidad del Juez de Distrito' en


el otorgamiento o en la denegación de
la suspensión provisional tiene un índice I~tor muy importante, pues el articulo 130, que
se acaba de transcribir, remite al artículo 120, que, como se sabe, consigna los requi-
sitos de procedencia de la suspensión definitiva. Por ende, aunque dicho funcionario
tiene la potestad de conceder o negar la suspensión provisional, su arbitrio debe nor-
marlo por la estimación apriorística sobre si, con dicha medida, se puede afectar el
interés social o vioIarse disposiciones de orden público, o sobre si, de ejecutarse el acto
reclamado. se causarían al quejoso daños y perjuicios de difícil reparación.
Consiguientemente, en el otorgamiento o en la denegación de la suspensión preví-
sional es de capital importancia el recto criterio del Juez de Distrito para determinar
si con dicha medida provisoria se producen o no los fenómenos que se acaban de
apuntar.

Sobre esta facultad discrecional don Fernando Vega se expresaba en los siguientes términos:
"Cuando una regla depende en gran parte del criterio [udicial, cuando el prudente arbitrio
desempeña un papel importante, hasta el punto de suplir el silencio del legislador, es racio-
nalmente imposible dar reglas absolutas, porque el criterio humano es irreductible, esencialmente
disímbolo, explicándonos l.OS3 heterogeneidad, la diversidad de las escuelas, la contradicción
de los sistemas, i la lucha de las opiniones.
"La potestad conferida al Juez de Distrito, de suspender provisionalmente los actos recia.
medos, es de esa naturaleza; su fuente principal está en el criterio, que es su regulador único.
Es de aquella clase de materias en que el Legislador confía más bien en la conciencia del
juez y en su buen sentido práctico, que en Sl,1 penetración propia. El autor de una le)' o
de un precepto general no tiene la doble vista suficiente para abarcarlo todo, ni sus ojos
son los de un Panopreo, o de un Argos." 873

La suspensión provisional se traduce en e! mantenimiento de! "estado que guardan


las co~as" en el'. momento de decretarse, surtiendo efectos de una verdadera parali-
zación del acto reclamado. La obligaci6n que tienen las autoridades responsables de
mantener 'las cosas en e! estado en que éstas se encuentren al decn..tarse la suspensión
provisional, subsiste mientras no se resuelva el incidente correspondiente, negando o
concediendo al quejoso la suspensión definitiva. En e! primer caso, .la autoridad res-
ponsable, a la cual e! Juez de Distrito orden6 mantuviera las cosas en e! estado en que
se encontraban al proveer sobre la suspensión provisional en el auto inicial del inci-
dente respectivo queda en libertad de proseguir la ejecución del acto reclamado; por
el contrario, en el segundo, la "bHgaci6n de abstenerse de realizar dirhO' atto subsiste
mientras NO se dkte sentencia ejecutoriada que resuelva el [ondo !del amparo.
La suspensi6n provisional importa la obligaci6n de "O' alterar el estado en que se
encuentren "las cosas", es decir, la situación creada por los actos reclamados, en el mo-
mento en que se notifique a las autoridades responsables la suspensión citada, de tal
manera que ésta paraliza toda actividad o conducta de dichas autoridades que tienda
a modificar, en cualquier sentido, la referida situación, beneficiando o perjudicando al
quejoso. De ahí que la suspensión provisional tenga efectos múltiples según el caso
concreto de que se trate, pues puede impedir la realización de los actos que se reda-
men (cuando aún no se ejecuten), la causaci6n de sus consecuencias o la de las si-
tuaciones aún no producidas; o bien la conservación de las que hubieren acaecido con
anterioridad al otorgamiento de dicha medida cautelar.
S7:1 La Nuera Ú!)' de Amparo, págs. 66 y 67, edición lHft3.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 781

En síntesis, la suspensión prtnJision'" del acto reclamado es tiquell,. Mdetl ;udid'"


potestativa y unilaJer'" que dicta el Juez de Distrito en el arito inidal del ;"r!deme de
suspensión, previnietld() a 1M autoridades responsables que mantengan 1M coses en el
estado que guarden '" derretarse, mientras no se les notifique la resolutién que con-
red,. o niegue al qu';O!O la suspensión dqinitiva del ecto reclamado [o suspetlsión
propiamente dicha).
Ahora bien, al dictar la suspensión provisional, el Juez de Distrito tiene facultad,
de acuerdo con el articulo 130 de la Ley, para "tomar las medidas que estime conve-
nientes para que no se defrauden derechos de tercero y se eviten perjuicios a los
interesados, hasta donde sea posible, o bien los que fueren procedentes para el asegu-
ramiento del quejoso, si se tratare de la garantía de la libertad personal". Dichas
medidas, que el Juez de Distrito puede adoptar en el mismo auto inicial del proce-
dimiento en el incidente de suspensión, pueden consistir en fianza, hipoteca, prenda o
depésito en efectivo, que el quejoso otorgue para los fines expresados en la dispo-
sición legal que hemos transcrito.
¿Cuáles son los efectos de la suspensión provisional del acto reclamado? Desde
luego, cousisten en la obligación que contrae la autoridad responsable de no seguir
actuando en el negocio o asunto del cual surgió el acto que se impugna. o de conser.
Va! la situación imperante hasta el momento en que se decreta dicha suspensión,
obligaci6n que, como ya advertimos, subsiste mientras no se dicte resolución en el
incidente de suspensión, en la cual el Juez de Distrito conceda o niegue la definitiva.x,
procediéndose en su consecuencia, según también dijimos
Cuando el actu reclamado, por otra parte, afecte la libertad personal, independien-
temente de la índole formal de la autoridad responsable, "la suspensión provisional
surtirá los efectos de que el quejoso quede a disposición de la autoridad que la haya
concedido, bajo la responsabilidad de la autoridad ejecutora y sin perjuicio de que
pueda ser puesto en libertad caucional, si procediere,. bajo la más estricta responsabili-
dad del Juez de Distrito, quien tomará, además, en todo caso, las medidas de asegu·
ramiento que estime pertinentes" disposición corroborada por la [urisprudencia de la
Suprema Corte.
La concesión de la suspensión provisional al quejoso es potestativa o faml/ativa
para el juez de amparo, según se infiere de los términos en que está redactada la
parte relativa del artículo 130 de la Ley. Sin embargo, dicha concesión se convierte
en obligatoria o imperasioa cuando el acto reclamado afecte la libertad personal "fuera
de .procedirniento judicial", teniendo el Juez de Distrito facultad para tomar las me-
didas de aseguramiento que estime pertinentes a fin- de evitar la evasión del quejoso o
su sustracci6n a la justicia (arl. 130, último párrafo).
Por último, debemos recordar que contra el auto que conceda o niegue la suspensión
provisional no procede el recurso de reoisián según 10 ha establecido la jurisprllde1lcia
de la Suprema Corte en la tesis 216 publicada en el Apéndice 1975, Materia General.
Sin embargo, si dicho auto se modifica por algún proveído posterior, contra éste es
procedente el recurso de que;a, conforme al criterio sustentado por el Tercer Tribunal
Colegiado en Materia AdminiIJrativa del Primer Circuitov> bt s

813 bill aro Infof'trle de 191$, págs. 18' Y 186, sección "Tribunales Colegiados".
782 EL JUICIO DE AMPARO

E. El informe previo

1. Consideraciones genera/es
Hemos afirmado que en el auto inicial del incidente de suspensión, el Juez de
Distrito pide a las autoridades responsables su informe previo, que es el acto por virtud
del mal éstas manifiestan Ú son o no ciertos los actos reclamados y esgrimen las
razones que jllzguen conducentes para' demostrar la improcedencia de la smpensián
definitiva solicitada por el quejoso {art. 132, primer párrafo, de la Ley).
A diferen-cia del informe justificado que, como ya vimos, es el documento en que
la autoridad responsable defiende la constitucionalidad del acto reclamado, pugnando
por la negativa del amparo, o por el sobreseimiento del juicio respectivo al invocar
alguna causa de improcedencia de éste, el informe previo no debe aludir, por· modo
absoluto, a la cuestión de fondo suscitada en el procedimiento constitucional, sino que
tiene que contraerse a expresar si los actos impugnados SOn o no ciertos y a alegar
motivos para que' se niegue la suspensión definitiva,
Puede suceder que la autoridad responsable no rinda al Juez de Distrito su informe
previo. En este caso, la Ley de Amparo establece en favor del quejoso una presunción
de certeza de los actos reclamados para el solo efecto de la suspensión (último párrafo
del artículo 132). Esta restricción indica que la existencia de dichos actos sólo se
presume para los fines de la resolución incidental que otorgue o niegue la suspensión
definitiva, pues en el procedimiento de fondo, el agraviado conserva la obligación de
probarlos por los medios que estime pertinentes, so pena de que se sobresea el amparo.
Además de dicha presunción legal, la falta de informe previo hace incurrir a la
autoridad responsable en una sanción, consistente en una corrección disciplinaria que
le puede imponer el Juez de Distrito "en la forma que prevengan las leyes para la
imposición de esta clase de correcciones".
Al rendir su' informe previo, la autoridad responsable puede convenir en la certeza
de los actos reclamados, por lo que en este caso, la cuestión relativa al otorgamiento o
denegación de la suspensión definitiva, se resolverá atendiendo a si se llenan o no las
otras dos condiciones genéricas de su procedencia, mismas a que hemos aludido con
anterioridad.SU,
Puede acontecer, por el contrario, que la autoridad responsable en su informe
previo nieglle la existencia de los actos reclamados. En este supuesto, el quejoso tiene
la obligación procesal de probar su certeza en la audiencia)incidental a que se refiere
el artículo 131 de la Ley, mediante los elementos que este' precepto menciona.
Así 10 ha considerado la jurisprudencia¡ al sentar que: "Debe tenerse como cierto el
informe previo, si no existen pruebas contra lo que en él se afirma, y consecuentemente, ne-
garse la suspensión, si se negó la existencia del acto reclamado, a no ser que en la audiencia
se rindan pruebas en contrario," 8H'
Las afirmacions contenidas en el informe previo tienen una presunción de veraci-
dad, que sólo puede destruirse por las pruebas que aporte el quejoso en la audiencia
8H Véase parágrafo JI, de este mismo Capítulo.
. 815 Aréndice al Tomo CXVHI. Tesis ¡-571. Tesis 120 de la Compilación 1917-196', y te-
sis 118 de Apéndice 197J, Materia General.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 783

incidental. A diferencia del informe justificado, que debe acompañarse con las constan-
cias que respaldan las aseveraciones que en él vierte la autoridad responsable, tratán-
dose del informe preyio, ésta .no tiene la obligación procesal de probar sus asertos,
sin que ello obste para que el Juez de Distrito los aprecie al dictar la interlocutoria
sobre suspensión definitiva, con vista, sobre todo, a los requisitos de procedencia de
esta medida cautelar consignados en las fracciones II y III del artículo 124 de la Ley
de_!\_m:I~aro. 510 _
Sin embargo, tratándose de las aserciones contenidas en el informe previo que con-
ciernan a la afecJací6n del interés social o ti la contravención de normas de orden público
en el caso de que se concediera la suspensión definitiva al quejoso, las autoridades respon-
sables 'deben aportar pruebas en la audiencia incidental que demuestren los citados fenó-
menos, cuando éstos no sean notorios ni evidentes. Este criterio ha sido sustentado [uris-
prudencialmente por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer
Circuito, en ejercicio de las facultades que al respecto establece el artículo 193 bis de la
Ley de Amparo, ya que la materia suspensional, tratándose de amparos bi-instanciales,
es de la incumbencia exclusiva de los Tribunales Colegiados,516 bis
La prevención judicial para que las autoridades responsables rindan su informe
previo debe notificarse a éstas por oficio, al darles a conocer el auto inicial del inci-
dente respectivo en que aquélla se decreta. Sin embargo, "En casos urgentes el Juez
de Distrito podrá. ordenar a la autoridad responsable que rinda el informe de que se
trata, por la vía telegrtifica", debiendo el quejoso expensar los gastos correspondientes
(art. 132, párrafo segundo).
Ahora bien, puede suceder que sean varias las autoridades responsables y que resi-
dan en diversos lugares, algunos de ellos fuera de la circunscripción territorial del
Juez de Distrito. En este caso, a virtud de la distancia, suele acontecer que dichas
autoridades no rindan su informe previo con la debida oportunidad, es decir, antes
de la celebración de la audiencia incidental, por no haber sido notificadas o no existir
constancia de la notificación respectiva. En este supuesto, "se celebrará la audiencia
respecto del acto reclamado de las .autoridadcs residentes en el lugar (de la jurisdic-
ción del Juez), a reserva de celebrar la que corresponda a las autoridades foráneas;
pudiendo modificarse o revocarse la resolución dictada en la primera audiencia, en
vista de los nuevos informes" (art. 133).

2. Caso especial en amparos penales

El articulo 136 de la Ley, en su párrafo-séptimo; otorga-el- derecho ajas partes pa~a


"objetar en ctlalqllier tiempo el contenido del informe previo". Es obvio que esta dis-
posición Se contrae. al quejoso, ya que en los juicios de amparo sobre materia penal
por lo general no existe tercero perjudicado. La objeción a dicho informe procede
mientras el proceso de amparo no esté concluido por resolución que haya causado ejecu-
toria y deberá apoyarse en pruebas idóneas que se adjunten a la promoción respectiva,

S76 Este es el criterio sustentado por la Suprema Corte que no s610 deriva de la tesis ju-
risprudencial ya invocada, sino de las siguientes ejecutorias: Semanario Judicial de la Federación,
Tomo LXXV, pág. 1594; Tomo LXXIII, págs. 71B3 y 5983; Tomo LXXVIII, pág. 280; Tomo
LXXXI, pág. 6383; Tomo CI. pág. 301. Y Tomo cn, pág. 685. Quinta Epoca.
878 bis Or. Informe de 1974. Sección "Tribunales Colegiados", págs. 55 a 57.
,
784 EL JUIaO DE AMPARO

para demostrar la falsedad de las aseveraciones que en él hayan asentado las autoridades
responsables. Esta falsedad consiste en la negativa de los actos reclamados, de tal suerte
que si éstos se realizan después de la interlocutoria suspensional que haya negado la
suspensión definitiva con base en la ausencia de tales actos, dicha realización implicará
una causa superaeniente para revocar o modificar la citada resolución en los términos
del artículo 140 de la Ley, sin perjuicio del delito que las mencionadas autoridades
hayan cometido en los términos del artículo 204 del propio ordenamiento.sts e

F. La aJJdienda incidental

Esta es la que tiene lugar en el procedimiento relativo al incidente de suspensión


y es uno de los actos más importantes de éste. Su señalamiento, como ya dijimos, se
fija en el auto incidental inicial y Su celebración debe acaecer transcurrido el término
de veinticuatro horas que el articulo 131 de la Ley establece para que la autoridad
responsable rinda su informe previo, cuya falta no es óbice para dicha celebración,
excepto en el caso del artículo 133, de que tratamos anteriormente.
La audiencia incidental, como toda audiencia, es un acto; procesal complejo, pues
en ella se registran diversos actos, imputables tanto a las partes como al órgano juris-
diccional o Juez de Distrito. Propiamente, consta de tres periodos procesales, que
son: el probatorio, que a su vez se subdivide en etapa de ofrecimiento de pruebas,
·de admisión de éstas y de desahogo de las mismas; el de alegatos y el de resolucián.
Al tratar el tema relativo a la audiencia constitucional o de fondo en el juicio de
amparo indirecto o bi-instancial, dijimos que el ofrecimiento probatorio es el acto por
virtud del cual las partes aducen al Juez de Distrito los elementos tendientes a demos-
trar sus respectivas pretensiones. Pues bien, en la audiencia incidental, el ofrecimiento
de pruebas es el acto mediante el cual el quejoso, autoridad responsable. tercero per-
judicado (si lo hay) y Ministerio Público Federal aportan al Juez de Distrito los
elementos de convicción que establezcan o no la procedencia de la suspensión definitiva.
En materia de suspensión, el ofrecimiento probatorio es de carácter limitativo,
puesto que la Ley de Amparo, en su artículo 131, únicamente consigna la posibilidad
de que se ofrezcan por las partes las pruebas docnrnentai y de inspección judicial,
cuando no fe trate de actos qlfe importen peligro de privación de la oída, attUfues a
la libertad personal [sera de procedimiento judicial, deportación o destierro, o algll-
no de los prohibidos por el articulo 22 constitucional, en CII)'OS casos también es admi-
sible la prtleba testimonial. (Arts. 31, in [ine, y 17 de la Ley.)'"
Las. pruebas que se aporten en la audiencia incidental deben tender a demostrar
la certeza del acto reclamado, así como las otras dos condiciones genéricas sobre las
!'jiU e Las disposiciones que fundan las anteriores consideraciones se agregaron al articulo 136
de la Ley de Amparo por Decreto Congresional de 29 de diciembre de 1979, publicado el 7 de
enero de 1980, y su texto es el siguiente: "Las partes podrán objetar en cualquier tiempo el con-
tenido deJ informe previo. En los casos previstos en el articulo 204 de esta ley, se considerará hecho
superveniente la demostración de la falsedad del contenido del informe y el Juez podrá modificar
o revocar la interlocutoria en que hubiese concebido o negado la suspensión.
"En estos casos, deberá el propio Juez dar vista al Ministerio Público Federal para los efectos
del precepto legal citado."
t171 La posibilidad de que se ofrezca y admita en la audiencia incidental la prueba. testimonial
cuando los actos reclamados importen peligro de privación de vida, o consistan en deportación,
destierro o en algunos de los prohibidos por el artículo ~2 constitucional. está en contradicción con
LA SUSPENSiÓN EN EL AMPARO INOlRECI'O 785

que descansa la procedencia de la suspensión definitiva, y que son, la suspendibili-


dad de dicho acto y la satisfacción de los requisitos establecidos en las fracciones JI
y JI! del artículo 124 de la Ley. Además, el quejoso debe comprobar su interés jllTi-
dico en la obtención de tal medida cautelar, es decir, demostrar, aunque sea presun-
tivamente, el derecho que pudiere_ lesionarse con los actos que combata.&78
Ahora bien, dada la autonomía procesal del incidente de suspensión las pruebas
'documentales que se hubiesen acompañado a la demanda de amparo o las que obren
en el expediente principal, no surten sus efectos en dicho incidente, aunque las ofrez-
can las partes. Por tanto, en la audiencia incidental deben presentarse copias certifi-
cadas o autorizadas de tales pruebas, pues el Juez de Distrito, al dictar la interlocuro-
ria sobre suspensión definitiva, no puede simplemente "tener a la vista" las constancias
que corran agregadas a los autos principales. A la inversa, tampoco en la audiencia
constitucional deben tenerse como- rendidas las pruebas documentales que obren en
los autos del incidente de suspensión, sin practicarse la compulsa de éstas o sin pre-
sentarse _~~_ certificadas o autorizadas de las mismas.vv
_. La prueba documental implica la constancia escrita de un hecho, pudiendo estribar
en instrumento privado O en instrumento Ptíblico, de acuerdo COn las disposiciones
relativas del Código Federal de Procedimientos Civiles y cuya valoración, en la ínter-
locutoria sobre suspensión definitiva, se norma por las reglas contenidas en este orde-
namiento supletorio.
En cuanto a la inspeccián j"dicial, podemos decir que participa del mismo funda-
mento que la prueba testimonial, o sea, la captación o percepción sensitiva de hechos
y Circunstancias, con la modalidad de· que en aquélla el testigo es el' juez, a diferen-
cia de 10 que sucede en la segunda, en la cual la testificación incumbe a simples
particulares.
Una vez que las partes hayan ofrecido sus pruebas en la audiencia incidental, el
Juez de Distrito debe dictar un proveído admitiéndolas o rechazándolas, según se
haya o no ajustado su ofrecimiento a la ley.
El desahogo de las pruebas documentales se realiza automáticamente con su mera
exhibición, presentación o compulsa en la audiencia incidental; y en cuanto al de la
lo prevenido en la fracción 1 del artículo 123 de" la Ley de Amparo, que obliga al Juez de
Distrito a conceder de oficio y de plano la suspensión en el mismo -auto admisorio de la demanda.
Según hemos dicho, tratándose de la susrensión oficiosa, no existe ninguno de los dos tipos proce-
sales de suspensión, o sea, la provisiona y la definitiva, sin que, por ende, se celebre la audiencia
incidental. Por tanto, respecto de los mencionados actos, no (Jebe formarse, en rigor, el incidente
respectivo, ya que dicha medida "caútelar "se decreta de plano -en" el auto- admisorio de la de-
manda de amparo, de lo que Se concluye que la referida posibilidad probatoria, prevista en el
"segundo párrafo del, art1s.ulo 131 de la Ley, pugna contra el invocado artículo 123.
878 Dicha obligación la ha establecido la jurisprudencia en dos casos específicos, que se
refieren, respectivamente, a que los extraños a un juicio del que emane el acto reclamado deben
comprobar su interés jurídico para obtener la suspensión; y a que el subarrendatario quejoso,
para lograr la citada medida cautelar, debe no s610 comprobar dicho interés con el contrato de sub-
arrendamiento, sino- demostrar que el arrendatario tenía facultad del arrendador pata subarrendar
(Tesis 10~9 y 1036 del Apéndice al Tomo CXVIll del Semanario Judicial de la Federación) Tesis
362 y 383 del Apéndice 197J, Tercera Saja y 214, Materia General, de la Compilación 1917-196J
y tesis 212 del Apélldice 1975, Materia General. .
81D Así lo ha considerado Ja jurisprudencia de la Suprema Corte en las tesis 1064 y 106')
del Apéndice al Tomo CXVnI. Tesis 219 de dicha Compilación y tesis 217 del Apéndice 1975,
Materia General. En los juicios de amparo promovidos por núcleos de población, ejidararics o
comuneros en particular, dicha compulsa debe ordenarse oficiosamente por el Juez de Distrito,
786 EL JUICIO DE AMPARO

inspección 'j udicial, dicha audiencia debe suspenderse pa,a que Se practique tal pro.
banza, reanudándose una vez que haya quedadoconcluida,

Sobre este particular, existe. una importante tesis de la Suprema Corte en el sentido de que
cuando 1ft prueba de inJperdón ocular tenga 'lile desobogarse fuera. de /a residencia del Juez
de Distrito -o no pueda rendirse en la misma juba en. que se hubiere señalado /a celebra-
ción. de /a audiencia incidental, ésta 'deberá transferirse. Dada la trascendencia de la mencionada
tesis, transcribiremos /Ia parte conducente de la misma en que se contiene dicha conclusión:
"El artículo 131 de la ley Orgánica de los artículos 103 y 107 de la Constitución Fe.
deral, expresamente faculta al quejoso'.f?ara que en la audiencia del incidente de suspensión,
ofrezca las pruebas documental y de instecci6n ocular que estime pertinentes.
"La redacción de este artículo supoae que esas pruebas pueden prectícarse en el mismo
día de la audiencia, pero no contiene determinación alguna acerca de que, de no poderse
practicar inmediatamente la prueba de inspección ocular, no sea de aceptarse; disposición que,
de existir, sería absurda, porque en ese caso el beneficio que concede dicho artículo s610 lo
recibirán las personas que radican en el lugar de residencia del Juzgado de Distrito. Tal
absurdo hace suponer que la prevención contenida en el citado artículo 131, respecte al derecho
del quejoso para- ofrecer la prueba de inspección ocular, tiene que ser aplicable en todos los
casos, aun en aquellos en que dicha prueba tenga que ser practicada fuera del 'lugar de residen.
cia del Juzgado de Distrito. Es verdad que en esos casos se hará imposible resolver sobre /a
suspensión en la fecha señalada par(/ la audie'lcia, pero esto sólo significa que esa audie11cia
será transferida. La transferencia de la audiencia en el incidente de suspensión, que hace
imposible que el Juez de Distrito resuelva sobre esta suspensión dentro del término marcado
por el artículo 131 de que se viene hablando, está plenamente autorizada por el artículo 133,
para todos aquellos casos en que alguna o algunas de las autoridades responsables funcionen
fuera del lugar de la residencia del Juez de Distrito y que no sea posible rindan el informe
previo con la debida oportunidad. Si en esos casos, según lo previene el-artículo 133 citado,
el Juez de Distrito está facultado para celebrar la audiencia respecto a autoridades que
residen en el lugar, y reservar la celebración de la que corresponda a las autoridades foráneas,
para fecha futura, seguramente que, por analogía y mayoría de razón, en casos como el actual,
en que no sea posible practicar la audiencia en el término señalado por el artículo 131, por
imposibilidad de recabar desde luego la prueba de inspección ocular ofrecida, entonces el Juez
de Distrito también podrá transferir esa misma audiencia." eso

Una :vez practicadas las pruebas que se hayan ofrecido en la audiencia incidental,
las partes' pueden producir sus alegaciones, que son las consideraciones jurídicas ten-
dientes a demostrar, con apoyo en las probanzas aducidas, que la suspensión definitiva
debe otorgarse o negarse, según el caso, por el Juez de Distrito.
Formuladas las alegaciones por las partes,' dicho funcionario debe dictar, en la
misma audiencia incidental, la resolución que proceda, concediendo o negando la sus-
pensión definitiva de los actos reclamados, "o lo que fuere procedente con arreglo al
articulo 134", precepto al que posteriormente aludiremos.
Un problema que no deja de tener trascendencia procesal consiste en determinar
si la audiencia incidental puede o no diferil'se en forma análoga como suele aplazarse'
la audiencia constitucional con base en lo dispuesto por el artículo 152 de la Ley de
Amparo que ya hemos comentado en un capítulo procedente. En otras palabras, ¿las
partes pueden pedir el diferimiento de la audiencia incidental acreditando ante el Juez
de Distrito que oportunamente solicitaron la expedición de copias certificadas de

aunque la parte quejosa no precise los documentos sobre Ios que debe versar (Informe de 1968,
Segunda Sala, págs. 48 Y 49).
S80 Informe correspondiente al año de 1948, Primera Sala, págs. 61 y 62.
LA SUSPENSiÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 787

constancias que obren en poder de las autoridades responsables o de diversos funcio-


narics, para of recer aquéllas como prueba en dicha audiencia?
Para dilucidar el problema planteado hay que tomar en cuenta la naturaleza misma
del incidente de suspensión. En éste y mediante la intec1ocutoria que se dicte en la
audiencia respectiva, se va a decidir por el Juez de Distrito si concede o no al quejoso
la suspensión definitiva de los actos reclamados. Ya hemos afirmado que el otorga.
miento de esta medida cautelar debe fundarse en la satisfacción concurrente de las tres
condiciones genéricas de procedencia de la misma y que son, la c~rteza de dichos actos,
<¡ue la índole de los mismos permita que puedan ser paralizados o detenidos, y que
con la mencionada suspensión no se afecte el interés social ni se contravengan dispo- ..
sicioncs o normas de orden público. Las pruebas que se ofrezcan y rindan en' la
audiencia incidental deben únicamente tender a demostrar la colmación de dichas tres
condiciones genéricas y el interés [uridico del quejoso q'Ie pueda ser lesionado por los
actos reclamados. Por ende, cuando no persigan esta finalidad, no deben ser ni siquiera
admitidas por el Juez de Distrito.
Conforme a las ideas que se acaban de expresar, .resulta que si las autoridades
responsables no rinden sus informes previos opera la presunción de certeza de los
actos '~eclamados prevista en él artículo 132 t párrafo tercero, de la Ley, presunción que
hace innecesaria toda prueba para dernostraz la primera de las aludidas condiciones
genéricas consistente en la existencia de los actos que se impugnen.
En el supuesto de que maliciosa o dolosamente las autoridades responsables nieguen
los actos reclamados en sus informes previos, y apareciendo la existencia de éstos en
constancias que obren en los expedientes que se encuentren en poder de dichas autori-
dades, el quejoso puede ofrecer en la audiencia incidental la prueba de inspección
ocular para que mediante ella se dé fe del documento o documentos que desvirtúen
los informes previos negativos. En esta hipótesis la audiencia incidental deberá sus-
penderse, pero no diferirse, según 10 indicamos anteriormente. <

Si los informes previos asientan que los actos reclamados ya están consumados y
que contra ellos es improcedente la suspensión definitiva por no satisfacerse la segunda
condición genérica de su procedencia, el quejoso puede también ofrecer la prueba de
inspección ocular para acreditar hechos o circunstancias objetivos, susceptibles de apre-
ciars~ ~r los sentidos, que indiquen que dichos actos aún no se han realizado cabal-
mente para que contra sus efectos, consecuencias o ejecución se le otorgue la mencio-
nada medida cautelar.
En Io que ñtañc a 'la tercera de- -las-condicioncs genéricas de- procedencia de la
suspensión, es decir, la que estriba en que con ella no se afecte el interés social ni se
violen normas o disposiciones de orden público, el Juez de Distrito goza de amplio
arbitrio discrecional para determinar su presencia en cada caso concreto, misma que
no es susceptible de demostrarse mediante prueba directa y sin perjuicio de que las
autoridades responsables aporten los dooonentos probatorios que estimen idóneos para
acreditar dicha afectación o violación, ruando estos fenómenos no sean notorios, según
lo ha sostenido jNl'úpmc!encia/mente el Primer Tribunal Colegiado del Primer Circuito
(Cfr. Informe de 1974. págs. 55 a 57).
Las anteriores consideraciones llevan a la conclusión de que la audiencia incidental
no es susceptible de diferirse en el mismo supuesto en que se aplaza la audiencia
constitucional conforme al artículo 1:52 de la Ley de Amparo. atendiendo a la teleología
788 El JUICIO DE AMPARO

rigurosa y estricta de Jas-pruebas documentales "que en materia de suspensión pueden


rendirse, las cuales sólo son admisibles si tienden a demostrar las condiciones genéricas
de procedencia de la suspensión y a las cuajes reiteradamente nos hemos referido. Esta
conclusión se robustece" si Se toma en menta que únicamente en el caso de que las autori-
dades responsables no hayan sido notificadas para rendir sus informes previos, la au-
diencia suspensional no debe celebrarse. señalándose nueva fecha para que se efectúe,
según se infiere con toda claridad del artículo 133 de la Ley, el cual, por otra parte, ordena
que dicha audiencia sí debe verificarse en lo que concierne a las autoridades notificadas,
disposición terminante que excluye el aplazamiento de la multicitada audiencia fuera
: del único caso apuntado.·.. ·"
Por último, y desde el punto de vista práctico, la posibilidad de que la audiencia
incidental se difiera a petición del quejoso en vista de que a éste no se le expidan las
copias certificadas que hubiere solicitado conforme al artículo 152 de la Ley, prolon-
garía indefinidamente la suspensión provisional que se hubiese decretado en su. favor
en el auto inicial del incidente, prolongación que no se compadece con la agilidad o
presteza con que debe dictarse la intelocutoria que conceda O niegue la suspensión
definitiva.w'
-Las anteriores consideraciones se corroboran por la adición que se introdujo al
artículo 131 de la Ley de Am~aro mediante Decreto Congresional de 29 de diciembre
de 1979 (P'ublirado en el Diario Oficial de la Federación el 7 de enero de 1980),
en el sentido de que "No son aplicables al incidente de suspensión las disposiciones
relativas ~ la admisión de pruebas en la audiencia constitucional. , . ", Esta terminante
prohibición impide el aplazamiento de la audiencia suspensional en el caso previsto
por el artículo 152 de la Ley, así como en el supuesto a que se refiere su artículo 153,
es decir, cuando se objeten de falsos los documentos qu~ apo~ten las ~artes:

eeo ute Sin embargo, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, en una tesis,
ha sustentado el criterio contrario. Or. Itr/arme de 1977, págs. 101 Y 102, Sección "Tribunale::: "
Colegiados", ,
ti6]. L~s-condusiones que hemos apuntado no significan que la audiencia incidental no pueda
diferirse en casos diversos del que prevé el artículo 152 de la Ley, Entre ellos puede mencionarse
el que estriba en que de los iníormes previos se dé fllell/a has/a la m;1111a dll~;e1Jcia sllspemiQnJ
o se reciban en es/e mismo (lC/O procesal, según lo ha sostenido el Tercer Tr,bllflaJ Colegitt;do en
MaJeria AdmÍlziJlraliva del Primer Circuito, argumentando que cualquiera de esas dos orcuns-
rancias colocan ni Quejoso en un estado de indefensión (Or. ln/orme de 1971. Sección "Tribu-
nales -COlegiados'·,"-Pág. 89 e "ínjorme 7e 1978. págs. 90 y 91, misma Secciénf.Por lo contrario,
no es motivo para diferir la audiencia suspensional el hecho de que 110 se hubiese emplazado al
tercero pNiudicmio con anterioridad a la fecha señalada para su celebración, según acertadamente
10 ha considerado el Tribunal Colegiado del Segundo Circuito en una tesis que asienta: "Como el
artículo 131 de la Ley de Amparo impone al juez constitucional la facultad (sic) de ordenarle
a la responsable que rinda su informe previo en 24 horas y además lo obliga a celebrar la a.u-
diencia incidental dentro de un plazo de 48 horas, claramente se advierte la pretensión del legis-
lador para que el problema suspensional sea resuelto en un lapso no mayor de 7~ horas, aunque
no sea emplazado el tercero perjudicado y sin perjuicio de que éste pueda recurrir e.1 fallo inci-
dental tan pronto como se apersone al juicio de garantías, De aceptar lo centrarte resultaría
inútil la disposición contenida en el artículo 131 en consulta, dado Que sería prácticamente im-
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 789

G. lA impensión definitiva
:1) La interlocutoria mspensional
De las consideraciones que hemos formulado se desprende que, como accesorio a
la controversia constitucional que plantea el quejoso, surge un (011 flieto jltrídico entre
éste, por una parte, y la autoridad responsable y el tercero perjudicado (si lo hay),
por la otra, sobre la procedencia o improcedencia de la suspensión definitiva. Dicho
conflicto se forma por las pretensiones opuestas de tales sujetos procesales, -pues el que·
jaso exige que se conceda la citada medida cautelar y sus contrapartes que se le niegue.
Por tanto, la resolución que dicta el Juez de Distrito al dirimir el mencionado conflicto
jurídico, es de carácter destacadamente jlJrisdicciolla/; y como recae a una cuestión
accesoria, de tipo incidental, recibe el calificativo de interlocutoria, no teniendo, por
ende, la naturaleza de "auto", como en forma indebida se denomina por la Ley de
Amparo.
La interlorutoria suspensional puede tener un contenido triple, a saber: concesorio
de la suspensión definitiva, denegatorio de esta medida cautelar o declarativo de qlle
el incidente respecJivo qlleda sin masería.

b) Reglas lega/es y [urisprudenciales que norman dicha interlocutoria


La intcrlorutoria suspensional está sometida a reglas muy importantes, establecidas
legal y jurisprudencialmentc, de tal manera que, al pronunciarla, el Juez de Distrito
debe acatarlas.
1. Dicha interlorutoria no debe conceder la suspenslOn definitiva con el efecto
de que se impida "la continuación del procedimiento en el asunto que haya motivado
el acto reclamado, hasta dictarse resolución firme en él" (art. 138). Esta disposición
legal está corroborada por la jurisprudencia de la Suprema Corte, que reputa al pro-
cedimiento judicial como de "orden público", sin que, por ello, deba suspenderse.v<
Conforme a tal principio, cuando el acto reclamado emane de un procedimiento
judicial °administrativo, la suspensión definitiva sólo debe otorgarse para evitar que
se produzcan, en detrimento del quejoso, sus consecuencias o efectos extraprocesales,
pero no los que origine para impulsar la secuela procesal.
2. Al dictarse la interlocutoria suspensional, el Juez de Distrito no debe analizar
la cuestión de si el quejoso o el tercero perjudicado hayan o no comprobado sus res-
pectivos derechos, pues el examen. de éstos es objeto de la sentencia constitucional.vs
En _otras palabras, si tales derechos implican la materia del amparo, su ponderación
-no debe servir dé- fundamento para .conceder-o negar· fa -suspensión .definitiva, ya que

posible obtener la constancia de emplazamiento del tercero en un lapso tan breve, sobre todo si
éste radica fuera del lugar del juicio. Por lo demás, no hay que olvidar que el incidente suspen-
sional se tramita con la finalidad de resolver si se paralizan o no los actos de autoridad y, ade-
más, que el Juez de Distrito está obligado a salvaguardar los intereses del tercero perjudicado
exigiendo 'la fianza correspondiente, si advierte que puede causársele perjuicio, por todo Jo cual
debe concluirse que la falta de emplazamiento del tercero no le impide al juez celebrar la au-
diencia incidental" (Informe de 1971. Sección "Tribunales Colegiados". Pág. 150). Por su parte,
el Primer Tf'ibunal Colegiado en Materia Adminismuioa del Primer Circuito ha sostenido que el
caso de diferimiento de la audiencia constitucional a que se refiere el articulo 153 de la Ley de
Amparo se debe hacer ex!ensivo para suspender I~ audiencia inciden~al ct.:an1o en el/a se ~mpu{fe
de falso el informe preno (íniorme de 1978, pags. 91 y 92, Sección Tribunales Coleaiados ):
882 Apéndice alTomo CX-VrII. "TesT; 811. Tesis 268 de la Compilación 1917-1965. y tesis 282
del Apéndice 197', Tercera Sala.
S!l3 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 104:\.
790 EL JUICIO DE AMPARO

para que ésta se otorgue, el agraviado debe simplemente demostrar de manera prestm-
tioe, su interés jurídico en la obtención de la citada medida, a efecto de comprobar el
supuesto del requisito previsto en el artículo 124, fracción IlI, de la Ley, cual es la
dificultad en la reparación de los daños y perjuicios que se le pudieren causar con
motivo de la ejecución de los actos reclamados, daños y perjuicios que siempre deben
afectar dicho interés.
3. En impecable congruencia con la naturaleza del incidente de suspensión, la
[urisprndencia ha establecido que en la interIocutoria suspensional no deben "estu-
diarse cuestiones que se refieran al fondo del amparo".ss.
Esta imposibilidad no sólo atañe al examen de la constitucionalidad o inconstitu-
cionalidad del acto reclamado, sino a la procedencia o improcedencia del juicio respec-
tivo, de tal suerte que al concederse o negarse la suspensión definitiva, jamás se deben
tomar en cuenta causas o motivos que pudieren originar el sobreseimiento.v'"
Discrepando radicalmente del criterio jurisprudencial invocado, el licenciado Ricardo
Cauto ha sostenido desde hace tiempo, y reiterado en forma constante, la tesis de que
para negar o conceder la suspensión se debe pre-jflzgar sobre la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de los actos reclamados, independientemente de que en la senten-
cia de fondo el juzgador de amparo se aparte de su criterio pre-decisorio, adscribiendo
dicho letrado a la citada medida la denominación de "amparo provisional".

Pretendiendo apoyar sus consideraciones principalmente en lo que dispone la fracción X


del articulo 107 constitucional, Cauto sostiene que "este precepto viene a cambiar radicalmente
el mecanismo de la suspensión, al introducir, para sus condiciones de procedencia, un nuevo
elemento de estudio, el de la naturaleza de la violación alegadd' agregando que, conforme a
él "el perjuicio social y el colectivo continúan siendo elementos de estudio para la procedencia
de la suspensión; pero ya no son los únicos, su estudio debe hacerse en relación con el de la
naturaleza de la violación' alegada; no le es }'3 suficiente al juez, para fundar la negativa de
la suspensión, decir que la sociedad o el Estado están interesados en la inmediata ejecución del
acto reclamado y que con la suspensión se perjudicarían los intereses colectivos; tiene que estu-
diar también, y esto muy fundamentalmente, la naturaleza de la violación, esto es, su carácter,
su peculiaridad, su importancia, su gravedad, su trascendencia social, para derivar de este estudio
si existe interés de la sociedad que impida que el acto reclamado sea suspendido, el criterio del
juez debe ser el resultado de un estudio de conjunto de la violación, el perjuicio individual
y el interés social, y ese estudio, por la fuerza misma de las cosas, tiene que llevar a la aprecia-
ción de la constitucionalidad del acto reclamadov.we

No compartimos la idea del mencionado jurista, por las razones que nos permitire·
mos aducir a continuación.
El principio que obliga al juzgador de amparo a uo abordar ninguna cuestión que
lataña al fondo del juicio constitucional, para resolver sobre el otorgamiento o la dene-
gación de la suspensión, está firmemente asentado en la diversa índole decisoria de
ambos tópicos. En efecto, la procedencia de la suspensión, como lo hemos aseverado
repetidamente, radica en la reunión concurrente de tres condiciones genéricas, que son:
la existencia de los actos reclamados; la naturaleza de éstos y la satisfacción de los
requisitos previstos en el artículo 124 de la Ley, entre los que se destacan los que se

88. Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 1046. Tesis 189 de la Compilación 1917-1965, y le-
sis 187 del Apé!1di~e 19751 AiaJeria General.
8&5 Así también lo ha considerado la Jurisprudencia en la tesis 1047 del Apéndice citado.
888 Tratado Teórico-Práctico de la Suspcmiól1 en el Amparo. Págs. 51 Y 52, Edición 1957.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 791

refieren a la no contravención de normas de orden público y a la no afectación del


interés social, con motivo de dicha medida suspensiva. A tales condiciones es comple-
tamente extraño el posible aspecto de constitucionalidad o inconstitucionalidad que
pudieren presentar los actos reclamados, pues los vicios de éstos deben ser estudiados
por el juzgador de amparo a la luz de los preceptos de la Constitución que el quejoso
estime infringidos, .analízando .los conceptos de violación que se hayan formulado.
Afirmarnos en ocasión precedente que las ideas de "orden público" y de "interés
social" tienen un contenido eminentemente sociológico, que puede ser ajeno, muchas
veces, a los elementos intrínsecos de la norma jurídica. En otras palabras, el "orden
público" y el "interés social" no importan ingredientes substanciales de la ley, sino que
entrañan su causa final, Iocalizable. en multitud de fenómenos, hechos, factores y cir·
cunstancias que se dan variablemente en un ambiente social determinado. Por ende, y
de acuerdo COn el principio de que los intereses de la sociedad deben prevaler sobre
los intereses particulares, debe atenderse a si los actos reclamados realmente propenden
a preservar unos u otros, para negar o conceder, en sus respectivos casos, la suspensión
contra ellos.
Conforme a su propia finalidad, los actos que se impugnen en amparo pueden estar
determinados por una auténtica causa final de interés social o de orden público, aun-
que sean contraventores de la Constitución. Si se prejuzga sobre la inconstitucionali-
dad de los actos reclamados, aun por modo provisional o interino, para conceder
contra ellos la suspensión, como lo pretende el licenciado Cauto, se interferirían dos
criterios claramente diversos que sirven de referencia lógica al juzgador para otorgar
la citada medida o para impartir la protección federal.
En efecto, si se negase o concediese la suspensión, porque los actos reclamados
pudiesen ser aparentemente constitucionales u ostentarse,: prima [acie, como contrarios
a la Constitución, el juzgador de amparo se desentendería de los elementos rectores de
la procedencia de dicha medida, como son, primordialmente, la no infracción al orden
público y la no afectación del interés social, bastando la calificación previa de la anti-
juricidad de dichos actos para ~rdenar su paralización.

Se podrán aducir innumerables ejemplos en que la finalidad genuinamente social de un


acto de autoridad sea patente, y que, sin embargo, tal acto fuese notoriamente inconstitucional.
AsI, supongamos que en un importante sector de la población capitalina, integrado por per-
sonas de muy escasos recursos económicos, surge un brote epidémico, y que, para conjurarlo,
se requiera el urgente e inaplazable suministro de medicamentos por las empresas productoras
respectivas. Si éstas se negasen a proporcionar las medicinas adecuadas para hacer frente a
la epidemia.: arguyendo cualquier razón :6 ptcfexw;-y si -Ias -nutoridades sanitarias correspon-
dientes, por los medios que estén a su alcance, las obligaran coactivarnente a suministrarlas,
sin fundamento legal alguno, sin orden escrita, sin previa expropiación o sin respetar en
favor de dichas empresas la garantía de audiencia, contra los actos coactivos en que tal obll-
gación se traduzca, cuya Inconstitucionalidad sería manifiesta, obviamente se negaría la sus-
pensión, pues de concederse, se causaría un ingente daño al colocar al sector afectado de la
población en peligro de perecer. Es evidente, que para no conceder la suspensión en este
supuesto, el Juez de Distrito no debe considerar los vicios de Inconstitucionalidad que osten-
tan los actos reclamados, es decir, no debe tomar en cuenta "la naturaleza de la violación
alegada", sino analizar éstos desde el punto de vista de su finalidad social directa e inmediata.

Por otra parte, y en congruencia puntual con la tesis del licenciado Cauto,. podría
en muchos casos negarse la suspensión de los actos reclamados, al prejuzgarse sobre
792 EL' JUICIO DE AMPARO

cualquier causa de improcedencia del juicio constitucional, que posteriormente resultara


. sin comprobación.
Además, hay actos ostensiblemente inconstitucionales, por transgredir una termi-
nante prohibición establecida en la Ley Fundamental y actos cuya oposición a ésta
sólo puede constatarse mediaáte un estudio ponderado que se funde en todos los ele-
mentas de convicción que puedan aportar las partes. En el primer caso, la sola concep-
ción de los actos que se ataquen en amparo, provoca la suspensión oficiosa en los térmi-
nos del artículo 123 de la ley; en cambio, en el segundo, atendiendo a que su posible
constitucionalidad" o inconstitucionnlidad únicamente puede .declararse previo su examen
lógico-jurídico a través de los preceptos de la Le)' Suprema que el quejoso estime vio-
lados, la suspensión debe concederse o negarse analizándolos,' no conforme a dimos
preceptos, sino de acuerdo con los fines directos e inmediatos que los mencionados
actos persigan.
Por otro lado, resulta ineficaz el argumento que esgrime el licenciado Cauto para
apoyar su tesis, en el sentido de sostener que la misma fracción X del artículo 107
constitucional alude a la "naturaleza de la violación alegada" para determinar la pro-
cedencia o improcedencia de la suspensión, pues como dice don MtJriano Azuela, de
ruya opinión participamos, la expresión' "violación alegada" 110 lleva implícita ninguna
idea sobre constitucionalidad o inconstitncionalidad del acto, siendo' más bien sinóni-
ma de "acto reclamado". ssr
Arguye además el licenciado Cauto que la negativa de la suspensión contra actos
que posteriormente se declaren inconstitucionales por la sentencia de fondo que se
pronuncie en el juicio respectivo, coloca al quejoso en una situación de injusticia
contraria a las normas de la Ley Fundamental, sentencia que resultaría prácticamente
nugaror¡a por haberse alterado la materia del amparo· a virtud de la ejecución de dichos"
actos. Estamos conformes con estas apreciaciones; pero para evitar dicha situación, que
evidentemente neutralizarla los efectos pragmáticos que caracterizan a nuestra institu-
ción de control, el remedio no estribaría en la adopción de la tesis de dicho letrado,
sino en revestir de cjecutividad a los fallos que en primera instancia conceden la pro-'
tección federal, admitiéndose el recurso de revisión contra ellos en el efecto devolutivo,
de tal manera que el cumplimiento de tales fallos restituya provisionalmente al agra-
viado en el uso y goce de la garantía individual violada y restablezca las cosas al
estado en que éstas se encontraban antes de la violación, sin perjuicio de que todas
I .Jas consecuencias de dicho cumplimiento se invalidaran, al revocarse las mencionadas
". resoluciones a través de la decisión del consabido recurso. .
4. También rige el principio de in/rielo dorerbo a las interlocutorias suspensiona-
les, en cuanto a que estas resoluciones sólo deben contraerse a los actos respectos de los
cuales se haya solicitado la suspensión por el quejoso, ya que los efectos de esta medida
"no pueden abarcar actos distintos de los que fueron materia de elJa".sss ' .
. Sin embargo, dicho principio adolece del temperamento que consiste en que,l~,ando
la suspensión se otorga contra un Fallo, "se entiende concedida en cuanto a sus efectos",
pues "no debe hacerse distinción" entre tal fallo y su ejecución.v'' Dicho 'de otra
,
8~; Juicio critico sobre la obra anteriormente citada.. ' ;
ssx Apéndice al Torno CXYIII. tesis 1048. Tesis 186 de la Compilacián 1917-196', tesis 184
del Apéndice 1975, M~t/(iria General.
8·'-11 Apéndice.' al Tomo CXVIII, tesis 104~. TeJiJ 188 de la propia Compilariá», tesis uió
del AI,éJJd;c~ 1975. MaJ~rj:t Ge>neraJ.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 793

manera, si el quejoso, en su demanda' de amparo únicamente señala como acto recla-


mado una resolución y pide la suspensión contra la misma, sin especificar los actos
ejecutivos correspondientes, dicha medida, si fuese procedente, se debe entender conce-
dida contra éstos, en caso de que puedan obviamente determinarse por el Juez de Dis-
trito, atendiendo a la indole de la mencionada resolución y a la circunstancia de que
emanen directamente de ella en forma indudable e inminente, es decir, que no sean
futuros e inciertos.
5. Es obligación del Juez de Distrito, al pronunciar la interlocutoria suspensional,
"fijar concreta y daramente el acto que haya de suspenderse","· pues la suspensión
definitiva debe únicamente paralizar los actos especificos que se hayan reclamado y
,sus efectos o consecuencias, sin detener la actividad total que las autoridades respon-
sables puedan desempeñar en relación con el quejoso mediante actos distintos de los
que se hubiesen combatido.

e) El otorgamiento de la suspensión definitiva

Esta medida cautelar debe necesariamente concederse al quejoso por el Juez de


Distrito, si se satisfacen las tres condiciones genéricas de procedencia respectiva a que
aludimos en el parágrafo II de este mismo capitulo. Por ende, en cuanto'~ su otorga-
miento, la suspensión definitiva difiere radicalmente de la suspensión provisional, pues,
salvo que se trate de actos que importen el cobro de impuestos, multas u otros pagos
fiscales, la colmación de las mencionadas condiciones obliga al juzgador a decretarla,
a diferencia de lo que sucede con la medida cautelar provisoria, que queda sujeta,
como ya dijimos, a la discrecionalidad del juez de amparo, a no ser que los actos re-
damados afecten la libertad personal fuera de procedimientos judiciales.
_ Debiéndose conceder la suspensión definitiva, en la misma interlocutoria que la
otorga se fijan los requisitos que debe cumplir el quejoso para que surta sus efectos
(requisitos de efectividad a que nos refetimos con antelación}. Tales requisitos, salvo
el que consiste en depósito o fianza-para garantizar los intereses fiscales en los térmi-
nos del articulo 135, deben satisfacerse dentro del término de cinco días (art. 139),
por lo que, durante él, automáticamente quedan paralizados los actos que se haya
ordenado suspender, recuperando las autoridades responsables su potestad para ejecu-
tarlos, una vez transcurrido, y sin perjuicio de que, en tanto "no se realicen, el quejoso
llene los citados requisitos, según hemos afirmado.
El recurso de revisiónque se interponga contra la interlocutoria que haya concedido
la suspensión definitiva, no impide, que ésta surta todos sus efectos,991 los cuales
estriban en detener los actos reclamados o sus consecuencias, mientras el amparo res-
pectivo no se concluye ejecutoriamente, en primera o en segunda instancia. De esta
guisa, la suspensión definitiva subsiste en pleno vigor durante la substanciación de la
revisión que se haya promovido contra la sentencia constitucional pronunciada por el
Juez de Distrito y hasta que dicho recurso se resuelva como corresponda.
. 890 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 1048. Tesis "190 de la C()f1lpiJatión 1917.1965; te-
sil 188 de! Apéndice 197JJ MaJer;a General.
891 Así 10 establece d artículo 139 de la Ley y la tdis jurisprudencial 1049 del mencio-
nado Apéndice, que corresponde a la tesis núm. 191 de la referida CompiJa(MnJ y tesis 189 del
, Apéndi(e 1975; MaJer;a General.
794 EL JUICIO DE AMPARO

d) FlUllltaJes del Jllez ae Distrito al conceder la suspensión defini¡;va

Estas facultades se instituyen en el artkulo 124, in fine, de la Ley de Amparo, y


consisten en que dicho funcionario judicial procure "fijar la situación en 'lile habrán
.~~~d~k~~~~~=en~_~
medid,,!/ pertinentes para conservar la materia del amparo hasta la terminacián del
juicio".
El ejercicio de tales facultades, que propenden al logro de cualquiera de estos
objetivos, autoriza Iegalmente al Juez de Distrito para establecer, en la misma interlo-
eutoria suspensional, las modalidades que considere idóneas a que debe quedar sujeta
la suspensión definitiva, tanto frente al quejoso como a las autoridades responsables.
Por consiguiente, el establecimiento de dichas modalidades entraña la imposición de
obligaciones a ambos sujetos procesales, y cuya prudente, racional y atinada conjuga-
ción tiende a determinar el alcance justo y equilibrado de la citada medida cautelar.
El cumplimiento de las obligaciones que importan las referidas modalidades tiene
un doble efecto: por una parte, precisar las condiciones a que debe someterse el
quejoso para gozar del beneficio suspensional, evitando que éste se convierta en una
patente de impunidad frente a la conducta no suspendida que en relación con el
agraviado puedan asumir las autoridades responsables; y, por la otra, demarcar a estas
autoridades el ámbito en que no pueden actuar frente al quejoso y a virtud de la sus-
pensión, asl como la esfera en que conservan su jurisdicción propia respecto a él.
A través de la fijación de laS modalidades que definen "k situación en que deben
quedar las cosas" al concederse k suspensión definitiva, así como por conducto de las
"medidas pertinentes para conservar k materia del amparo", tanto el quejoso como
las autoridades responsables se subordinan a la potestad del Juez de Distrito, sin que
a estas últimas les sea dable invocar sus propias facultades legales para eludirla.
En efecto, la autoridad responsable, Como parte en el juicio de amparo, está supe-
ditada a dicbo funcionario judicial en lo que atañe a los actos que se reclamen por
el quejoso, tanto en el procedimiento principal o de fondo,. como en el incidente sus-
pensivo. Al otorgarse la suspensión definitiva, los actos reclamados que Se hayan
paralizado o detenido, no pueden ser ejecutados de ningún modo por las autoridades
responsables, ya que éstas quedan relevadas o desposeídas del imperio que pudiere con-
ferírles la ley que normalmente rija sus actividades. Suponer lo contrario, es decir,
admitir que tales autoridades puedan aplicar al quejoso cualesquiera disposiciones lega.
les para realizar los actos suspendidos, equivaldría- a hacer nugatoria la suspensión,
a desnaturalizar la condición de partes en que aquéllas están colocadas en el incidente
respectivo, y a eliminar la obligatoriedad y coercitividad que reviste la interlocutoria
en que dicba medida cautelar se hubiese decretado, ya que,' a pretexto o con rñctivo
de la citada aplicación, se podría lIevar adelante la actividad paralizada. .:
Es por ello por lo que, mientras subsiste ,la suspensión de los actos reclamados, el
régimen jurídico noemal, dentro del que las autoridades responsables desempeñan
su actuación frente al quejoso y respecto de dicbos actos, experimenta una solución. de
continuidad.. En otras palabras, en cuanto la mencionada medida cautelar esté vigente,
las autoridades résponsables no deben aplicar al quejoso ninguna disposición legal para
ejecutar los actos que se hayan suspendido, pues no debe olvidarse que aquéllas dejan
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 795

de ser órganos con imperio propio en el incidente 'tie suspensión, para devenir partes
procesales sin voluntad coercitiva y sujetas a la potestad judicial.
Ahora bien, cuando el Juez de Distrito, en ejercicio de las facultades que le con-
fiere el artículo 124, in fine, de la Ley, fija la situaci6n en que habrán de quedar las
cosas al conceder la suspensión definitiva y toma las medidas pertinentes para conser-
var la materia del amparo, las modalidades que al respecto se hubiesen establecido
deben ser puntualmente acatadas por las autoridades responsables, sin que éstas pue-
dan, mote proprio, imponer condiciones al quejoso, con el propósito de que su ínsa-
tisfacci6n habilite la realización de los actos suspendidos.
Una vez concedida la suspensión definitiva y fijada por el Juez de Distrito la
situación tantas veces aludida o decretadas las medidas de conservación mencionadas,
pueden surgir conflictos entre las autoridades responsables y el quejoso respecto de la
observancia o cumplimiento de la interlocutoria correspondiente. En tal caso, y previa
la substanciación del incidente de inejecución a que nos referiremos posteriormente,
dicho funcionario está legalmente facultado para dictar las "órdenes necesarias", a
efecto de que la suspensión definitiva y las modalidades que en relaci6n con ésta se
hubiesen establecido, sean debidamente obedecidas, de conformidad con lo dispuesto
por los artículos 143 y 111 de la Ley de Amparo.

e) La denegaci6n de la 111spenJi6n definiliva

Hemos afirmado que la concesión obligatoria de esta medida cautelar deriva, por
modo rigurosamente lógico. de su procedencia, misma que, a su vez, se funda en la
co1maci6n conjunta de tres condiciones genéricas, que son: la certeza. de los actos
reclamados, la suspendibilidad de éstos conforme a su naturaleza, y la satisfacci6n de
los requisitos previstos en el artlailo 124 de la Ley. Pues bien, en sentido Contrario, si
alguna de dichas condiciones no se cumple, la interlocutoria que dicte el Juez de Dis-
trito en el incidente suspensivo debe necesariamente negar la suspensi6n definitiva al
quejoso. Tal sucede. en consecuencia, en cualquiera de estos supuestos:
1. Si los actos reclamados no son ciertos;
2. Si, a pesar de que resulten existentes, su carácter los manifieste como no sus-
ceptibles de ser paralizados, O sea, por lo general, cuando son absolutamente negati-
vos o están totalmente consumados;
3. Si su detención afecta el interés social O viola disposiciones de orden público
(frac. U debrt,·U4); y " _. __ ....
4. Si con motivo de su ejecución no se causan" al agraviado "daños y 'perjuicios
de difícil reparación (frac. III del mismo precepto)"
Las citadas condiciones de improcedencia de la suspensión definitiva se encuentran
en una puntual sucesión Iógica, que debe recorrer el proceso intelectivo de Juez de
Distrito para negar la mencionada medida. De esta guisa, la interlocutoria suspensional
debe examinarlas en el estricto orden en que Se presentan, sin que sea necesario pon-
derar todas, pues basta que alguna opere, para que con apoyo en ella se declare im-
procedente la suspensión, sin invertir, no obstante, la sucesión lógica en que deben
ser analizadas.
La interlocutoria que niegue la suspensión definitiva produce obviamente el efecto
de expeditar "la jurisdicción de la autoridad responsable para la ejecución del acto
796 EL JUIOO DE AMPARO

reclamado" (art, 139), dejando insubsistente la suspensión provisional, si ésta se hu-


biese concedido.
Ta! efecto se ocasiona aunque el quejoso interponga la revisión COntra la indicada
ínterlocutoria (art, 139 Y tesis jurisprudencia! 191 de la Comp. 1917·1965, Mal. Gen.).
Si la resolución que se dicte en este recurso revoca la negativa de la suspensión y se
otorga por el Tribuna! Colegiado de Circuito que corresponda, los efectos de la conce-
si6q del beneficio susp.ensional en segunda instancia "se retrotraerán a la fecha en que
fu~ notificada la suspensión provisional, o 10 resuelto respecto a la definitiva, siempre
que la naturaleza del acto lo permita" (art. 139) (es decir, que éste no se haya
consumado irreparablemente). Esta retroacción importa la destrucción o invalidación
de todas las situaciones que hubiese creado la ejecución de los actos reclamados pro-
veniente de la negativa de la suspensión definitiva en la interlocutoria revocada. Por
tanto, las autoridades responsables tiene la obligación de volver a restablecer las cosas
al estado en que se encontraban al concederse la suspensión provisional o al resolverse,
sobre la definitiva, en el supuesto de que aquélla no se hubiese otorgado; y como tal
obligación puede cumplirse defectuosa o excesivamente, contra los actos de las autorid~­
l
des que traduzcan estos vicios, procede el recurso de queja con fundamento en lo
dispuesto por el artículo 95, fracción Il, de la Ley, caso que analizamos en otra ocasión,
por ]0 que reiteramos las consideraciones que entonces expusimos.ws

f) .lncidente de suspensión "sin materia"

La. interlocutoria suspensíonal no solamente puede conceder O negar la suspensión


definitiva al quejoso, sino declarar que el incidente respectivo ha quedado sin materia.
Esta declaración obedece al fenómeno de litispendencia/ entre dos juicios de amparo,
promovidos por "el mismo quejoso, o por otra persona 'en.ss nombre o representación
ante otro Juez de Distrito (o ante el mismo por identidad de razón), contra el mismo
acto reclamado o contra las propias autoridades" (art. 134 de la Ley), y siempre que
en el incidente relativo a alguno de tales juicios ."apareciere debidamente probado
que ya se resolvió sobre la suspensión definitiva".
En otras palabras, la interlocutoria suspensional debe declarar sin materia el inci-
dente, si en otro juicio ya se hubiere dictado, a su vez, resolución sobre la suspensión
definitiva, solicitada por el mismo quejoso y en cuanto a los mismos actos reclama-
dos, aunque sean diferentes las autoridades responsables Esta identidad debe existir
en cuanto a los dos elementos indicados, aunque del texto del artículo 134 se deduzca
que pueda ser suficiente que las autoridades responsables sean las mismas, circunstan-
da ésta que se antoja anti-jurldica, pues a un órgano estatal se pueden atribuir multi-
tud de actos completamente distintos, que, al impugnarse en amparo, no producen ni
la litispendencia ni la conexidad, en ruya virtud, la suspensión que respecto de unos se
decrete no tendría vinrulaci6n alguna con la que se conceda o niegue en lo referente
a los otros.

892 Véase Capitulo XVIII. Parágrafo 111. Incisos B-~).


LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 797

VII. LA REVOCAOÓN y MODIFICAOÓN DE LA SUSPENSIÓN POR CAUSAS


SUPERVENIENTES

Este tema reviste gran importancia en materia de suspensión. El artículo 140 de la


Ley de Amparo establece que "Mientras no se pronuncie sentencia ejecutoria en el
juicio de amparo, el Juez de Distrito puede modificar o revocar el auto (la interlocu-
toria suspensional) en que haya concedido o negado la suspensión, cuando ocurra un
hecho superveniente que le sirva de fundamento." Ahora bien, aunque este precepto no
distingue entre suspensión provisional y suspensión definitiva, la revocabilidad o madi.
¡habilidad que prevé sólo se refieren a este til¡;mo lipa procesal y a la de oficio.'''
Como se ve, la fijación del concepto "hecho o causa superveniente" importa la
cuestión capital que debe dilucidarse para establecer el debido alcance de dicho pre-
cepto legal y, por ende, de las facultades revocatorias o modificativas que tiene el
expresado funcionario.
El problema que consiste en determinar qué se entiende por "hecho o causa super.
veniente" es de gran trascendencia y significación, porque, a pretexto de un acto pos-
terior que pueda traducir o no según' veremos, un caso de incumplimiento a la sus-
pensión definitiva, las autoridades responsables podrían pedir la revocación o la
modificación de la interlocutoria en que tal medida cautelar se haya' concedido al
quejoso. Por tanto, dado el interés que dicho problema despierta, nos permitiremos ex-
poner algunas ideas tendientes a aclarar el referido concepto, y en las que fácilmente
se descubrirá la solución aproximada y nunca infalible de la cuestión planteada.
La suspensión definitiva se concede o niega por el Juez de Distrito mediante la
constatación de su procedencia. o improcedencia legales, respectivamente, si el caso Con-
creto de que se trate reúne los requisitos que la ley consigna para suspender de oficio
el acto reclamado o si. tratándose de suspensión a petición de parte, concurren o no las
condiciones de procedencia a que se ha aludido en repetidas ocasiones. Pues bien.
puede suceder que el Juez de Distrito haya concedido o negado la suspensión del acto
reclamado, según que se haya cerciorado previamente de la procedencia o improce-
dencia de la misma. Sin embargo. con posterioridad a la inter1ocutoria en la cual Con-
cedió o negó la suspensión y dentro de la secuela del procedimiento, pueden surgir
circunstancias que vengan o bien a hacer improcedente la suspensión otorgada, o
bien a acusar la existencia de las condiciones de procedencia de la misma y que antes
estaban ausentes. Por ende. desde el punto de vista de sus consecuencias inmediatas,
estas circunstancias constitutivas del hecho o causa superveniente, se traducen. o en
la ausencia de los requisitos de procedencia legal de la suspensión ocurrida con poste.
rioridad a la inter1ocu.toria correspondiente. o en la presencia de dichos requisitos des-
. pué< de que se hubiere negado la suspensión. Naturalmente que esas circunstancias no
893 Así 10 ha sostenido el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrasiva del Primer
Circuito, argumentando correctamente que "es posteriormente a la celebración de la audiencia rela-
tiva (la suspensional) cuando el a quo (Juez de Distrito) se encuentra en la hipótesis prevista
por el aludido artículo 140; y es l6gico que así, sea, dado que la suspensión provisional está. legal-
mente prevista para quecsea decretada sin que cuente el juzgador con más elementos que los pro-.
porcionados por la parte quejosa; y su duración es efímera, ya que será en la audiencia a que se
refiere el artículo 131 de la Ley de la Materia, cuando, contando Can mayores elementos, incluso
con los que proporcionen las responsables y los terceros perjudicados, si los hay, el juzgador esté
en aptitud de resolver acerca de la suspensión definitiva" (Informe de 1971. Sección "Tribunales
Colegiados". Pág. 82 e Informe de 1976, Sección "Tribunales Colegiados", pág. 144.
798 EL JUICO DE AMPARO

deben acontecer en cualquier momento -para constituir un hecho o causa superveniente


de concesión ti de negación de la suspensión, sino dentro del periodo procesal como
prendido entre la resolución suspensional, cuya revocación o modificación se pretende,
y la sentencia~ ejecutoria que se pronuncie en el fondo del amparo. En consecuencia,
por causa.o hecho superveniente se entienden aquellas circunstancias que surgen en dicho
periodo procesal y que vienen a acusar, o bien la insubsistencia de las condiciones de
procedencia legal de la suspensión (en caso de que se revoque la interlocutoria que
otorgó esta medida cautelar al quejoso), o bien la presencia de dichas condiciones (en
el supuesto de que se revoque la denegación de la suspensión).
Ahora bien, la constatación de la procedencia o improcedencia de la suspensión
del acto reclamado por causa o hecho superveniente trae consigo respectivamente, la
reuocacián de la interlocutoria que la haya negado o que la haya concedido.
La idea que acabamos de expresar acerca de la connotación de "hecho o causa
superveniente" se contrae al caso de la fevo(aci6n de la interlocutoria suspensional.
Sin embargo, el artículo 140 de la Ley de Amparo también consigna la posibilidad
de que dicha resolución se modifique asimismo por un hecho.o causa del propio tipo.
Evidentemente, el sentido de este hecho o causa debe ser distinto en el caso de rnodifi-
cación, puesto que ésta no entraña ni la procedencia ni la improcedencia de la suspen·
síón, ya que de lo contrario se trataría de una revocación. Cuando el Juez de Distrito.
modifica la interlocutoria suspensional no constata que dicha medida cautelar sea ím-
procedente en caso de que la hubiese otorgado o procedente en el supuesto de que la
haya negado, pues de no ser así, revocaría dichá resolución, esto es, la invalidaría
absolutamente. La modificación, por ende, debe referirse a las modalidades accesorias
de la interlocutoria de suspensión definitiva, mas no a la procedencia o improceden-
cia de ésta. Por tal motivo, las causas o los hechos supervenientes que debe tener en
cuenta el Juez de Distrito para modificar dicha interlocutoria, son todas aquellas cir-
cunstancias surgidas con posterioridad" ésta y hasta antes de que se dicte la sentencia
constitucional ejecutoria, y que viene a alterar las condiciones que dicho funcionario
tuvo en consideración para fijar los efectos y consecuencias,· alcance y demás modali-
dades de la referida resolución.
La iuri.rprll¿encia de la Suprema Corte ha corroborado el contenido dispositivo del artícu-
lo 140 de la Ley de Affiparo.~ entendiendo por causa superveniente la verificación. con
posterioridad a la resolución suspeasicnal de un hecho que cambie el estado j"rídico en que las
cosas estaban colocadas al resolverse el incident~, y sea de tal naturaleza, que ese cambio lleve
consigo, como consecuencia natural y jurídica, la revocación fundada V motivada de la sus-
pensión.8'95
Para precisar la índole misma del hecho o causa superveniente, y con independencia
de las consideraciones anteriormente expresadas, podemos emitir las siguientes ideas.
La suspensión definitiva no oficiosa, para referirnos 5610 a ésta, se concede en el su-
puesto de que se satisfagan tres condiciones genéricas de procedencia, siempre concu-
rrentes, y que son: 1. que sean ciertos los actos reclamados; 2. que siendo ciertos,
su naturaleza permita suspenderlos, o sea, que no se trate de actos totalmente consuma.
89~ Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 1060. Tesis 215 de la Compilación 1917·196) tesis 213
del Apéndice 197J, Materia Genera/. . '
• 89~ Apéndice al '!omo <:XVIII, Tesis 1062. Tesis 217 de dicha Compilación, tesis 21) del
Apendrce 197J, Malerra Genera/. Idem, Informe de 197J, págs. 184 Y 185. Sección "Tribunales
Colegiados".
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDmECTO 799·

dos o absolutamente negativos; y 3. que, reuniéndose los dos extremos mencionados,


se colmen los requisitos que prevé el artículo 124 de la Ley de Amparo en SUS fraccio-
nes II y I1I, cuyo texto se da por conocido. Por ende, el hecho o causa superveniente
es aquella circunstancia, acaecida con posterioridad a la interlocutoria susperuional, que
viene a ctJtnbiar algunas de dichas tres condiciones genéricas en cuya saJhfacción o
no satisfacción se hubiere basddo, respectivamente, la concesi6n o la denegación de la
suspensión definitiva.89!S bis
Ahora bien, operándose tal cambio, no necesariamente debe variarse el sentido
resolutivo de la interIocutoria ruya modificación o revocación se solicite, pues si el
hecho o causa superveniente s610 altera alguna de las mencionadas condiciones genéricas
•pero deja subsistentes a las demás, la suspensión no debe concederse, si con apoyo
en ésta se negó o. viceversa. Como se ve, el hecho superveniente no debe estimarse
como un acto de autoridad propiamente dicho distinto del reclamado, sino 'como una
circunstancia que cambie alguna o todas las condiciones de procedencia de la suspensión
definitiva en el caso concreto de que se trate, bien sea haciendo cierto el acto que
en el momento de dictarse la interlocutoria respectiva no lo era, indicando que la natu-
raleza de los actos reclamados, permite o no su paralización, y demostrando que se
satisfacen o no los requisitos previstos en el artículo 124 de la Ley de Amparo, sin que
tal circunstancia en ningtín caso se reoe]« en la aportación o perfeccionamiento de las
pruebas omitidas o deficientes que el quejoso, el tercero perjudicado o la alltorid,ad
responsable traten de lograr para slIb:.1nar las omisiones o deficiencias probatorias en
que hayan incurrido al pronunciarse la resolución suspensionaJ cuya modificación o
revocación se pretenda.896 .

La modificación o revocación de la interIocutoria que haya concedido o negado la


suspensión definitiva, se substancia en fo.rma incidental, en los mismos términos que
el incidente suspensivo propiamente dicho. Así lo ha considerado la jurisprudencia de
la Suprema Corte, prohibiendo a los Jueces de Distrito que decidan de plano sobre
si la interlocutoria suspensional debe ser modificada o revocada por hechos superve-
nientes.89 1
La resolución que se dicte en el "incidente de modificación o revocación de la sus-
pensión definitiva", es recurrible en revisión ante el Tribunal Colegiado de Circuito
que corresponda, conforme a lo establecido por el artículo 83, fracción I1, de la Ley.

805 bis Entre .Ias diversas hipótesis que pueden aducirse sobre hecho o causa superveniente,
figura la que concierne a la realización- de '10.1 -actos reclamados..que .hayan sido negados por las
autoridades responsables, con posterioridad a la interlocutoria que por la inexistencia de los mismos
no haya concedido la suspensión definitiva al quejoso. Esta hipótesis ha sido proclamada por el
Tercer Tribunal Colegiado en Malcria Administrativa del Primer Circuito, en la tesis siguiente:
"Si las autoridades responsables negaron inicialmente los actos reclamados, 10 que motivó la neo
gativa de la suspensión definitiva por falta de materia y posteriormente los ejecutan o tratan
de ejecutarlos, ello constituye un hecho superveniente para los efectos de dicho artículo:' (ar. ln-
[ormr 1975. Pág. 155. Sección "Tribunales Colegiados"). Este criterio ha sido legalmente adoptado
tratándose de iuicios de amparo en materia penal. según se advierte del artículo 1.:;6. séptimo
párrafo, de la Ley que en ocasión anterior comentamos.
896 A,sí lo ha sostenido la Suprema Corte en las ejecutorias que aparecen en los Tomos
LX.XII, pago 4956; ev, pág. 239: crn, pág. 1683 del Semanario Judicial de la Federación
Quinta Epoca. '
• 891 Aréndi.ce .al Tomo cxv~n, tesis 1061. Tesis 216 de la Compilación 1917.1965 y te.
ns 214 de Apendlce 1975, Materia General.
800 EL JUICIO DE AMPARO

La facultad que tienen los Jueces de Distrito para conocer en materia de suspensión
siempre es ejercitable, en cualquier momento, mientras en el juicio de amparo respec-
tivo no se dicte sentencia o resolución que cause ejerutoria.5 SS Esta jurisdicción abierta
explica el por qué de la duplicidad del incidente de suspensión, ya que, a pesar de que
contra la interlocuroria suspensional se interponga la revisión, el Juez de Distrito
sierupre está en aptitud de conocer y decidir todas las cuestiones que se susciten en
tomo a dicha resolución y de revocar o modificar ésta, cuando ocurra algún hecho
superveniente que le sirva de fundamento. En este último caso, si el mencionado te-
curso aún no se resuelve por el Tnbunal Colegiado de Circuito correspondiente, revo-
cada la ioterlocutoria impugnada, la revisión queda sin materia, y sin perjuicio de
entablarla contra Ja resolución revocatoria o modificada de que se trate.

VIII. EL INCIDENTE DE INCUMPLIMIENTO O .DESOBEDIENCIA DE LAS RESOLuaONES


SUSPENSlONALES .8S'9

A. Su procedencia
Tanto el auto que decreta la. suspensión provisional como la interlocutoria en que
se conceda la suspensión definitiva de los actos reclamados, impone-a las autoridades
responssbtes obligaciones de no hacer, consistentes en abstenerse de llevar adelante la
actividad que haya sido impugnada por el quejoso. En otras palabras, como tales
resoluciones- no constriñen a las mencionadas autoridades para desempeñar. actos. de
carácter positivo, no son susceptibles de ejecutar defectuosa ni excesivamente, salvo
los casos a ·que aludíamos en ocasión precedente, al tratar de la procedencia del recurso
de queja, y en esta virtud, cualquier acto que se despliegue. para realizar la actividad
autoritaria paralizada importará, en términos generales, un incumplimiento a las deci-
siones suspensionaJes y el cual puede registrarse en las hipótesis' que a continuación
nos permitimos señalar.

a) Desacato a la suspensión provisional


El auto que ~torga la suspensión provisional conforme al artículo 130 de la Ley
de Amparo, tiene la finalidad principalísima de "mantener las cosas en el estado de
que se encuentren" mientras dicho proveído no sea sustituido por la ioterloeutoria
suspensional que se dicte en el incidente respectivo y se notifique ésta a las autoridades
responsables. El citado mantenimiento equivale a la conservación de Ja situación que
prevalezca en el caso especial sobre el que verse el amparo, impidiendo a dichas autorí-
dades que, por la realización de los actos reclamados o de sus consecuencias o efectos,
se altere de cualquier modo dicha situación. Por ende, habrá incumplimiento al auto
de suspensión provisional, cuando -las autoridades responsables modifiquen por los
consabidos actos, consecuencias y efectos, el estado de su materia de afectación exis-
..tente en el momento en que tal medida se decrdete. Ahora bien, como el objetivo
898 Apéndice al Tomo cx.VIII. tesis 1041. Tesis 185 de la propia Compikuión, y tesis 183
del Apéndice 197J, MaJeria General.
899 la procedencia de dicho incidente en el caso a que nos referimos está prevista legal-
mente en los artículos 143, 103, 105, párrafo primero, 107 y 111 de la Ley de Amparo.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDmECTO SOl

propio. esencial, del auto de suspensión provisional consiste en conservar la situación


en que vayan a operar los actos reclamados a fin de que no se altere. mientras se pro-
nuncia la interlocutoria suspensional correspondiente, puede afirmarse que las autori-
dades responsables no sólo eJtán obligadas a no realizar tales actos. SIlJ efectos y
consecuencias. sino tampoco cualesquiera otros que tengan el mismo sentido de tr/ec-
tecién, independientemente de la motivación que corresponda a aquéllos y a éstos.
pues la suspensión provisional. a diferencia de la definitiva, no actúa sobre actos cspe~
cíficos, sino que tiende, como ya se dijo. a mantener una situación constriñendo a las
autoridades responsables a no modificarla. 10 que sucedería si, por actos- que pudieran
ser distintos de las reclamadas. se altera dicha situación. En otras palabras existirá
incumplimiento al auto de suspensión provisional, si las autoridades responsables mo-
difican el estado que guardan las cosas al decretar esta medida, por cnalquier arlo
que lo altere o cambie. aunque este acto pudiera tener motivos o causas eficientes di-
versos de los actos reclamados. Por el contrario. las referidas autoridades no incumplen
el citado proveído; si desempeñan frente al quejoso actos COl1 distinto sentido de triec•
. lación que el de los impugnados en la demanda de amparo, de sus consecuencias y
efectos.900
Se presenta el problema de si las autoridades que no sean responsables tienen la
obligación de respetar el auto de suspensión provisional, y sobre este particular, debe
hacerse una distinción. a saber: si las autoridades que no hayan sido señaladas como res-
ponsables en la demanda de amparo son inferiores jerárquicas de las responsables y
si pretenden ejecutar la orden O resolución que se reclame, entonces dicho proveído
debe ser acatado por aquéllas, incumpliéndolo en caso contrario. pues como dice la
Suprema Corte, "se llegaría al absurdo jurídico permitiendo que las autoridades respon-
sables, por medio de sus dependencias, burlaran la suspensión alterando o'" modificando
el estado o situación que guardaban las cosas en el momento en que fue concedida"; 901
en cambio, si las autoridades contra las que no se haya entablado la acción constitucional
realizan actos con igual sentido de afectación que los reclamados, no obrando como
ejecutoras de las responsables. ni siendo de éstas sus inferiores jerárquicos, sino actuando
como ordenadores. per ser, la citada medida cautelar es ineficaz frente a ellas.9 0 2
900 Así, verbigracia, si los actos que se reclaman consisten en la cancelación de la lrcencia
de funcionamiento de un giro mercantil, en la orden de clausura consiguiente y en su ejecución,
las autoridades responsables están impedidas, a virtud de la suspensión provisional 'que a propó-
sito de dichos actos Se haya decretado, para clausurar el consabido negocio por cualquier acto que
tenga un motivo distinto de la mencionada cancelación, pues aunque la causa eficiente de la
clausura reclamada (cancelación de la licencia de funcionamiento) y de la clausura ordenada
en el acto posterior sean diversas, ambas tienen el mismo sentido de afectación (prohibir las activi-
dades del citado giro comercial) alterándose con la ejecución de este último acto la situación que
prevalecía al concederse la suspensión provisional, o sea, la de no clausura.
Por el contrario, si el acto posterior al auto en que se haya otorgado esta medida cautelar
interina, estriba en la imposición de una multa al quejoso, porque el citado establecimiento
mercantil no reúna las condiciones higiénicas previstas en el reglamento correspondiente, las auto-
ridades responsables no habrán incumplido dicho proveído, ya que el mencionado acto tiene un
sentido de afectación diferente al de los reclamados, además de apoyarse también en motivos diver-
sos, y la obligación de pago que se impone al quejoso no viene a modificar la situación de no
clausura en que se encuentre el giro comercial al otorgarse la referida suspensión.
901 S. J. de la F., Quinta Epoca, Tomo XLIX, págs. 209 y 2502.
002 Por ejemplo, si se reclama de alguno de los Procuradores de Justicia la privación ilegal
de la libertad personal de un sujeto (sentido de afectación del acto), la suspensión provisional
que al respecto se conceda obliga no sólo a tales autoridades, sino a las que sean sus inferiores
jerárquicos y a cualquiera otra que vaya a ejecutar la orden correspondiente, quienes no deben
802 EL JUICIO DE AMPARO
,
Por último, si los actos reclamados consisten en una ley o reglamento y en su apli-
cación, la suspensión provisional tiene el efecto de impedir que tales ordenamientos
regulen la situación concreta del quejoso en que tiendan a operar, p-or lo que se incum-
plirá el auto respectivo, si las autoridades responsables, sus inferiores jerárquicos o
cualquiera otra ql!le actúe como ejecutora de las órdenes aplicativas correspondientes,
hacen observar sus normas al agraviado mediante los actos procedentes, a no ser que
el Juez de Distrito haya decretado el mantenimiento de las cosas únicamente por lo
que concierne a determinados preceptos de los cuerpos legales o reglamentarios que
se hayan impugnado, en ejercicio de la facultad discrecional que le confiere el artículo
130 de la Ley de Amparo, pues entonces no surgirá tal incumplimiento, si se aplican al
quejoso las disposiciones relativas respecto de las que no se hubiera concedido la citada
medida cautelar interina.

b) Desobediencia a la suspensión dejinitiva


A diferencia del auto de suspensión provisional, que tiene como objeto funda-
mental conservar la situación o ámbito en que vayan a operar los actos reclamados,
la inter1ocutoria que concede la suspensión definitiva paraliza éstos y sus efectos o con-
secuencias, siempre que ~e reúnan las tres condiciones genéricas que determinan concu-
rrentemente la procedencia de dicha medida cautelar, y que son: 1. la certeza de tales
aetos; 2. que su naturaleza permita su detención, es decir, que no sean totalmente
consumados ni absolutamente negativos; y 3. que se satisfagan los requisitos que prevé
el artículo 124 de la Ley de Amparo, en los casos en que la consabida suspensión
deba otorgarse a petición del quejoso .y que son los más frecuentes. Siendo diversa
la eficacia de ambos tipos de suspensión, las hipótesis de incumplimiento al auto y a la
interlocutoria correspondientes son distintas. En esta virtud, habiendo ya tratado somera-
mente acerca de los casos de desobediencia al proveído que decreta la suspensión pro-
visional, a continuación señalaremos los que puedan traducir en incumplimiento a la
suspensión definitiva, señalamiento que no tiene la pretensión de ser completo, pues
desde ahora reconocemos la posibilidad de que surjan en la vida real del amparo
casos concretos que, por sus peculiaridades específicas, puedan no encuadrarse dentro
de alguna de las hipótesis que vamos a mencionar.
1. Si la suspensión definitiva paraliza los actos reclamados, sus consecuencias y
efectos, imponiendo a las autoridades responsables la obligación pasiva. consistente en
abstenerse de realizarlos, tales autoridades incurren en desobediencia a la inter1ocutoria
respectiva si ejecutan alguno o algunos de tales actos, sus consecuencias o efectos, no
pudiendo existir en este supuesto defecto o exceso de cumplimiento, porque, cómo
dijimos en otra ocasión, estos fenómenos no pueden registrarse cuando de dicho tipo de
obligaciones se trata, dentro de una sana lógica jurídica. 1 ¡
2. Puede suceder que las autoridades responsables realicen actos distintos de los
reclamados en detrimento del quejoso, después de concedida la suspensión definitiva.
alterar la situación que prevalezca al dictarse el auto suspensional y la cual estriba en que el que-
josa no se encuentre detenido; pero si dicha privación proviene de una orden de aprehensión
dictada por cualquier juez penal, la mencionada medida cautelar es ineficaz para impedir que este
acto se ejecute aunque tenga el mismo sentido de afectación que el reclamado, ya que dicho juez no
es ni inferior jerárquico de los procuradores responsables, ni ejecutor de las determinaciones de éstos,
sino que obra por sí mismo como autoridad ordenadora.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro 803

Ahora bien, si dichos actos distintos tienen el mismo sentido de afectación que los
reclamados, pero diferente motivo o causa eficiente, traducido este elemento en algún
hecho o circunstancia posterior a la interlocutoria correspondiente, se estará en presencia
de actos nuevos .que no acusan incumplimiento a dicha medida cautelar. Boa Por el
contrario, si el motivo o causa eficiente del acto posterior, aunque diverso de este
elemento en los actos reclamados, es efecto o consecuencia del motivo o causa de éstos,
las autoridades responsables que ejecuten o emitan dicho acto posterior incurrirán en
desobediencia a la suspensión definitiva.tl:04
Si el acto reclamado y el posterior tienen el mismo motivo o causa efiéiente, pero
diferente sentido de tr/ectaci6n, no habrá in=plimiento a la interloeutoria suspensional,
a no ser que el sentido de afectación en el acto posterior sea efecto o consecuencia del
propio elemento en el acto reclamado.s'"
Por último, es obvio. que si el acto posterior y el reclamado divergen en ambos
elementos y entre los de lino y los de otro no existe ninguna relación causal, no se
estará en presencia de incumplimiento alguno a la suspensión definitiva, por tratarse
de actos subsJancialmente diferentes.
3. Si la suspensión definitiva se concede contra una ley que haya sido reclamada
como auto-efectiva ninguna autoridad, sea o no responsable! debe realizar acto alguno
en perjuicio del quejoso con apoyo en sus disposiciones, pues en caso contrario incurre en
incumplimiento de la inter1ocutoria respectiva) a no ser que la citada medida cautelar
se haya otorgado en relación con alguno o algunos de sus preceptos, porque entonces no se
desobedece la resolución suspensional, si dicha autoridad se funda en las disposiciones
no suspendidas) siempre que el contenido normativo de éstas no esté en relación causal
o teleológica con las que impliquen la materia de la citada suspensión.

903 Verbigracia, si el acto reclamado consiste en una orden de clausura de un establecimiento


mercantil, porque éste carece de la licencia respectiva, y la suspensión definitiva se concedió contra
la ejecución de dicha orden, y si con posterioridad a la interlocutoria suspensional, se constata
que el citado establecimiento no reúne las condiciones higiénicas reglamentarias o legalmente exi-
gibles, las autoridades responsables pueden librar una nueva orden de clausura y ejecutar ésta, sin
que incurran en desacato a dicha suspensión, ya que ambas órdenes, la reclamada y la posterior,
aunque tengan el mismo sentido de afectación (clausura), se basan en diverso motivo o causa
eficiente (falta de licencia en la orden reclamada y no satisfacción de las condiciones higiénicas
en dicho establecimiento), sin que haya ninguna relación causal o telcológica entre estos elementos
de ambos actos.
'9<14. Por ejemplo, si el acto reclamado estriba en una orden de clausura de un establecimiento
mercantil por cancelación de la licencia de funcionamiento (motivo o causa eficiente) y la suspen-
sión definitiva se ·otorgó- contra su .ejecucién, las autoridades_ responsables incurren en incumpli-
miento a la Interlocutoria en que se haya concedido dicho beneficio "suspensional, si-libran otra-
orden de clausura y pretenden ejecutarla o la ejecutan fundándose en la falta de licencia del mencio-
nado establecimiento (motivo o causa eficiente), porque dicha falta, aunque configura un hecho
distinto de la cancelación, es efecto o consecuencia de ésta.
905 Tal sucede, verbigracia, en el caso de que la suspensión definitiva se haya otorgado contra
el cobro de un impuesto, en cuyo acto el motivo determinante o la causa eficiente es la omisión de su
pago por parte del quejoso, incumpliendo las autoridades responsables la interlocutoria respectiva,
si con posterioridad a ésta ordenan y ejecutan la clausura del negocio mercantil sujeto a dicho
tributo, basándose en que no se efectuó el pago de éste y como consecuencia del cobro infructuoso
del mismo. Por el contrario, no habrá incumplimiento, si la suspensión definitiva se concedió contra
la ejecución de una orden de clausura de un establecimiento mercantil por falta de licencia de
funcionamiento y después de dictada la resolución suspensional las autoridades responsables, por el
mismo motivo, imponen una multa al quejoso, ya que se tratará de dos actos diversos por ser dife-
rente su sentido de afectación (clausura y multa), sin que entre ésta '1 aquélla exista una relación
de causa a efecto.
804 EL JUlOO DE AMPARO

La eficacia de la suspensión definitiva frente a autoridades que no hayan tenido


el carácter de responsables en el caso de que la mencionada medida cautelar se hubiera
concedido contra úna ley o reglamento en sí mismos considerados, se basa en una razón
lógica irrefutable, ya que si el objetivo directo del beneficio supensional consiste en
que el ordenamiento reclamado no se aplique al quejoso, tal beneficio resultaría nuga-
torio, si cualquier autoridad, por el solo hecho de no haber sido parte en el juicio de
""'paro respectivo, pudiese realizar actos de aplicación de las disposiciones legales o
reglamentarias, cuya normatfvided fue paralizada.
4. En ocasiones anteriores afirmábamos que cuando el Tribunal Colegiado de
Circuito revoca una interIorutoria del Juez de Distrito que hubiere negado la suspensión
definitiva al quejoso, o ruando en el caso de que el propio juez dicte una nueva
resolución revocando la citada interlorutoria, concediendo el beneficio suspensional al
agraviado en los términos del artículo 140 de la Ley de Amparo, a las autoridades
responsables se les impone obligaciones de hacer, consistentes en nulificar o invalidar
cualesquiera de los actos reclamados que hayan realizado, al haber quedado expedita su
jurisdicción por virtud de la denegación de dicha medida cautelar, así como en dejar
insubsistentes las situaciones que se hubieren formado con motivo de tales actos, según
lo establece el artículo 139 del ordenamiento invocado.
Ahora bien, si tales autoridades no realizan acto alguno para cumplir las citadas
obligaciones de hacer; sino que por cualquier medio hacen subsistir las" situaciones que
se hayan derivado de Jos actos impllgnados en amparo} evidentemente que incurren en
incumplimiento de la interlocutoria suspensional que haya revocado la que negó al que·
'joso la suspensión definitiva. Por el contrario, si las autoridades responsables han desem-
peñado alguna actuación tendiente a volver las cosas al estado en que éstas se encontraban
al decretarse la suspensión provisional, o al pronunciarse la interlocutoria revocada, en el
supuesto de que esta suspensión no se haya concedido, el incidente de incumplimiento
es improcedente, ya que" se estaría frente a una hipótesis de exceso o defecto de eje-
cución de la resolución suspensional revocatoria, que preconiza el recurso de queja
correspondiente, según se ha dicho.

B. Principios fundamentales de obseruabilidad de las resoluciones suspensionales

Respecto de éstas rigen los mismos principios sobre los que descansa la eficacia
de las ejecutorias que conceden la protección de la Justicia Federal. En efecto, aunque la
Jllrisprudencia 006 que establece que las sentencias de amparo no sólo deben ser obedecidas
por las autoridades responsables, sino por las que, no habiendo tenido este carácter,
deban ejecutarlas o acatarlas por virtud de sus funciones, sólo alude a los fallos cons-
titucionales, su alcance debe comprender analógicamente tanto a los autos de suspensión
provisional, como a las inter1ocutorias que otorg¡p. suspensión definitiva, si se atiende
al principio jurídico que enseña que "donde existe la misma razón debe existir la misma
disposición", "
Así, si el espíritu que anima a la jurisprudencia señalada estriba en evitar que las
ejecutorias de amparo sean burladas por las autoridades no responsables, pero que,
1106 Tesis -406 del Apéndice al Tomo CXVIIJ, equivale a la tesis 101 de la: Compilación
1917~196'. 'J tesis 99 del Apéndice 197', M4Ieria General.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 805

conforme a sus funciones, deban cumplirlas, por concurrir con las responsables en la
realización cabal de los actos reclamados contra los que se haya impartido la protección
federal, dicho propósito debe existir tratándose de las resoluciones suspensionales, ya
que sería una aberración inadmisible que, mediante esa sabia extensión de obligato-
riedad, sólo se asegurara la eficacia del juicio de amparo al través de uno de sus aspectos,
cual es el de fondo, y se dejara sin efectividad el que concierne a la suspensión de los
actos reclamados, medida que fácilmente podria ser objeto de ludibrio por parte de
las autoridades que, no habiéndose señalado como responsables, debieran cooperar en la
realización completa de tales actos.
Es más, si la citada tesis jurisprudencial se apoya en la interpretación del articulo
107 de la Ley de Amparo, que establece una especie de responsabilidad solidaria entre
las autoridades responsables y sus superiores jerárquicos en lo que toca al incumpli-
miento de las ejecutorias constitucionales, y si las disposiciones de tal precepto se hacen
extensivas a los casos en que se trate de la inobservancia de las resoluciones sobre
suspensión, según lo estatuye el artículo 143 de dicho ordenamiento, es lógico concluir
que la consabida tesis debe aplicarse, por analogía indiscutible, para referir la obe-
diencia que al auto de suspensión provisional y a la interlocutoria que concede la
suspensión definitiva deben prestar las autoridades no responsables que, en atención
a sus funciones, deben concurrir con las responsables en la realización exhaustiva de los
actos reclamados, conclusión que, por otra parte, ha sido ya apuntada por la propia
Suprema Corte.90 T .
Pero no solamente las autoridades no responsables tienen la obligación de acatar
las resoluciones suspensionales que se dicten en un juicio de amparo en los términos
que se acaban de expresar, sino también los in/criare! jerárq¡¡icos de las responsables
y, en general, cualquiera autoridad que actúe o pretenda actuar como ejeclltora de éstas,
aunque no haya tenido intervención en el procedimiento. constitucional, ya que, si la
suspensión provisional O definitiva se concedió contra la ejecución, efectos y consecuen-
cias de los actos reclamados, su paralización opera absolutamente con independencia
a las autoridades que traten de llevarlos adelante. .
Por último, la consideración de que la debida y puntual observancia de los fallos cons-
titucionales importa una cue-rión de orden público, debe hacerse extensiva al cumplimien-
to de las resoluciones suspensicnalcs, pues de admitir el supuesto contrario, se llegaría
a la aberración de que sólo en tales fallos tenga interés la sociedad, para que se con-
serve el orden establecido por la Ley Fundamental, y que, en cambio, carezca de él en
.cuanto almantenimiento de la materia del amparo, y sin el cual, en muchas ocasiones,
éste resultaría nugatorio e irreparablemente consumados los actos violatorios de- la Cons-
titución. En otras palabras, si el interés social estriba en que las sentencias de amparo
sean puntualmente obedecidas por las autoridades responsables y no responsables en los
casos ya señalados, para evitar la burla y el ridículo que originaría su desacato con
que se afrentaría la majestad de la Justicia Federa! y consolidar la vida institucional
del país, tales fenómenos de evitación y consolidación no se lograrían obviamente, si la
sociedad no estuviese también interesada en que los autos de suspensión provisional'
y las interlocutorias de suspensión definitiva debieran observarse rigurosamente por

9M Informe correspondiente al año de 1945, Segunda Sala, pág. 177 a 178, así como las
ejecutorias visibles en los Tomos LXXXN, pág. 1661; Tomo LXXXV, páS. 23'0, y XLIX,
página 2019, de la Quinta Epoca.
806 EL JUICO DE AMPARO

dichas autoridades, ya que el respeto al juicio de amparo debe ser total, es decir, asumirse
en relación con todas las resoluciones judiciales que en él se dictan, independientemente
del procedimiento en que se pronuncien. A la. misma conclusión se llega desde el
punto de vista estrictamente lógico, pues si el cumplimiento del acto culminatorio
del juicio de amparo, cual es la ejecutoria constitucional, ha sido justamente reputado
como cuestión de orden público por la jurisprudencia de la Suprema Corte, la obser-
vancia de cualquiera resolución judicial que en tal procedimiento se dicte, sobre todo de
las concernientes a la suspensión provisional y definitiva, tiene que participar de dicho
carácter, ya que los atributos del fin o los de la causa deben imputarse, respectivamente,
a los medios y a los efectos.

C. SU!/dncídcíón del incidente de incumplimiento" ItI! resoluciones !uJPen!ionrde!

Este tema lo abordamos en el capítulo XVI (párrafo V, inciso e)), en relación


con la desobediencia a las ejecutorias que conceden la protección federal al quejoso.
En esta virtud, las ideas que en esa ocasión expusimos al referirnos a los artículos 104,
105, párrafo primero, 107 y 111 de la Ley, deben entenderse reproducidas en cuanto a
la tramitación del incidente de incumplimiento a las resoluciones suspensionales por la
remisión expresada que a los preceptos mencionados hace su artículo 143.
CAPÍTULO VIGESIMOSEGUNDO

LA SUSPENSION DEL ACTO RECLAMADO EN EL AMPARO


DIRECTO O UNI-INSTANCIAL

SUMARlO: l.-Ideas generales. II.-Competencia para conocer de la suspensi6n:


A. En amparos directos civiles, penales y administrativos; B. En amparos directos
sobre materia laboral. III.-la suspensión en amparos directos de orden civil. IV.-
La suspensión en amparos directos de orden administrativo. V.-La suspensión en
amparos directos de orden penal. VI.-La suspensión en amparos directos contra
laudos arbitrales: A. En materia de trabajo en general; B. Contra laudos dictados
por el Tribunal de Arbitraje. VlI.-EI incidente de suspensión.
"

l. roRAS GENERALES

Hemos afinnado insistentemente que el amparo directo o uni-instancial procede


contra sentencias definitivas civiles, penales, administrativas o contra laudos laborales
definitivos, bien ante la Suprema Corte, o bien ante los Tribunales Colegiados de
Circuito, según el caso.90S Ahora bien, tales resoluciones, en cuanto a su dictado, son obvia-
mente actos consumados, por 10 que la suspensión opera contra su ejecllci6n, deteniendo
los actos de autoridad tendientes a hacerlas cumplir frente al sujeto procesal a quien le
hayan impuesto determinadas prestaciones en beneficio de su contra-parte o sanciones
de carácter penal. Por tanto, al reclamarse en amparo directo una sentencia definitiva
o un laudo laboral definitivo y pedirse la suspensión contra ellos, esta medida debe
entenderse concesible contra su ejecución, cuando dichas resoluciones no sean exclusiva-
mente declarativa!, habiéndolo estimado así la ;urisprlldencia de tal suerte que nunca
deben reputarse como actos consumados, pues de este carácter solamente participa su
mera pronunciación, como ya se dijo.909

11. CoMPETENCIA PARA CONOCER DE LA SUSPENSIÓN

908 Véase Capitulo XIX .


... Aféndice al Tomo CXVIII, Tesis 1045. Tuis 188 de la Compilación 1917-196', y te-
sis 186 de Apéndke 19n, Materia General.
910 Ello se infiere claramente del artículo 107 constitucional, .frección XI.
808 EL JUIOO DE AMPARO

A. En amparos directos üoiles, penales y administrativos


La competencia para conocer de la suspensión en dichos amparos directos corres-
ponde a la propia autoridad responsable, según lo determina el articulo 170 de la Ley,
que establece:
"En los juicios de amparo de la competencia de la Suprema Corte de Justicia o de los
Tribunales Colegiados de Circuito, en asuntos penales, civiles, administrativos o laborales (sie)
la autoridad responsable mandará suspender la ejecución de la sentencia reclamada, con arreglo
al artículo 107, fracciones X y XI de la Constitución."
Surge el problema, en relación con la competencia para conocer de la suspensión del
acto reclamado en el juicio de amparo uni-ínstancial, consistente en determinar a qué
autoridad responsable corresponde dicha incumbencia, cuando existan varias de ellas,
como sucede, por ejemplo, en el caso en que se pida amparo contra una sentencia
pronunciada por alguna de las Salas del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal y su ejecución que deba llevar a cabo el juez de primera instancia "-quo res-
pectivo. Desde luego, es evidente que la competencia para conocer de la suspensión
de los actos reclamados en el caso apuntado, se establece en favor de la Sala mencio-
nada, ya que es ésta la autora del acto fundamental reclamado, cual es la sentencia en
cuestión. Semejante consideración ha sido formulada por la iurisprudencia de la Suprema
Corte, en el sentido de que el conocimiento de la suspensión en los juicios de amparo
directos corresponde a la autoridad responsable, "sin que corresponda tal facultad al
juez inferior, aunque haya sido designado como autoridad responsable".911

B. En amparos directos sobre material laboral

En estos casos, no incumbe a la autoridad responsable que hubiese dictado el laudo


arbitral reclamado, o sea, al Grupo Especial de que se trate de las Juntas de Conciliación
y Arbitraje, conocer de la suspensión, sino al presidente de ellos (art. 174 de la Ley).'"

III. LA SUSPENSIÓN EN AMPAROS DIRECTOS DEL ORDEN CJVIL'

En los amparos uní-instanciales en que el acto reclamado esté constituido por una
sentencia del orden civil} la suspensión s610 procede a petición de parle, comprendién-
dose dentro de este tipo de resoluciones tanto los fallos civiles en sentido estricto como
los mercantiles. El requisito de la solicitud de la suspensión lo consigna expresamente
911 A'léndice al Tomo CXVUI, Tesis 10'4. Tesis 3'3 de la Compilación 1917·1965, y le.
tis 373 de Apéndice 19n_ Tercera Saja.
1)12 Puede fácilmente advertirse la contradicción entre los articulas no y 174 de la Ley de
Amparo por lo que concierne a la competencia para conocer de la suspensión COntra Jaudos definí-
tivos laborales, pues mientras que el primero faculta a la autoridad responsable, o sea, a la que
hubiese dictado dichos fallos (Grupo Especial de la Junta de Conciliación y Arbitraje), el segundo
dispone que es el presidente de este organismo el que debe proveer sobre la mencionada- medio
da cautelar. Creemos que el artículo 174 debe prevalecer sobre el 170, ya que éste ordena que la
suspensión debe sujetarse a las disposiciones del Capitulo correspondiente de dicha Ley y dentro
de las cuajes se comprenden las establecidas en el citado artículo 174. La contradicdén que
apuntamos obedeció a una ligereza legislativa en que incurrieron las Reformas de 1967. pues se
dejó de modificar el precepto últimamente indicado para cohonestarlo con el 170.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO DIRECTO 809

el articulo 173 de la Ley, debiéndose conceder esta medida cautelar, siempre que
con su otorgamiento no se contravengan normas de orden público ni se afecte el interés
social, y que, de ejecutarse la sentencia civil reclamada, se causen al quejoso daños
y perjuicios de dificil reparación (art. 124, en reladón con el precepto que se acaba de
señalar yeon el 175 de la Ley).
Dada la índole de los intereses que se debaten en un juicio del orden civil strieto
sens« o mercantil, que son generalmente privados, la suspensión contra la ejecución
de los fallos respectivos siempre procede, por ejemplo los requisitos a que se refiere el
artículo 124, fracción Il, de la Ley, y a cuyas disposiciones remite su articulo 173.
Sin embargo, cuando el juicio civil en que se hubiese dictado la sentencia reclamada
versa sobre una cueslión alimenlaria, la suspensión ha sido considerada improcedente
por la jurisprudencia de la Suprema Corte, en el caso de que dicha sentencia condene
al deudor alimentista al pago de pensiones futuras, procediendo tal medida cautelar, en
cambio, en manto a la condena que se refiere a las pensiones insolutas ya exigibles. 91S
Otorgada la suspensión contra la ejecución de una sentencia civil (lato sensu) , su
eficacia se condiciona al requisito consistente en que el quejoso dé fianza para responder
de los daños y perjuicios que, con motivo de la citada medida, se pudiesen causar al
tercero perjudicado (arts. 107 constitucional, frac. X, y 173 de la Ley), quien, a
su vez, tiene el derecho de prestar contra-fianza para llevar adelante la ejecución del
fallo reclamado, dejando sin efecto la aludida suspensión. El objeto de la contra-fianza
estriba en indemnizar al quejoso de los daños y perjuicios que se le pudiesen irrogar
por la ejecución de la sentencia combatida, haciéndose exigible dicha contra-garantía, si
contra el propio fallo se concede el amparo.
Por lo que concierne a la fijación del monto de la fianza y de la contra-fianza y a la
admisión de esta última, son aplicables a la suspensión contra la ejecución de una
sentencia civil definitiva (lato sensu), las disposiciones contenidas en los artículos
125, párrafo segundo, 126, 127 Y 128 de la Ley, que estudiamos en el capitulo inme-
diato posterior, por lo que reproducimos las consideraciones que en tomo il estos pre-
ceptos hemos formulado. 'H
En cuanto a la exigibilidad de las garantías y contra-garantías que se presten en el
incidente de suspensión relativo a un amparo directo en materia civil (lato sensu) ,
se substancia ante la propia autoridad responsable, en los términos previstos en el
articulo 129 de la Ley, que ya examinamos en el capitulo precedente (art. 176).

IV. LA SUSPENSIÓN DE AMPAROS DIRECTOS DEL -ORDEN ADMINISTRATIVO -

Si la sentencia definitiva reclamada, dictada por tribunales administrativos en nego-


cios sobre materia fiscal, declara la validez de la resolución impugoada en el juicio res-
eta Apéndice al Tomo CXVII, Tesis 88 y 89. Tesis 36 de la CompiLuMn 1917-196'. le-
sis 40 del Apéndice 197J, Tercera Saja. .
914 Es importante recordar que, independientemente del caso general en que es inadmisible
la contra-garantía y que se contempla en el artículo 127 de la Ley, la jllrisprlldenáa ha estable-
cido que si la ejecución de la sentencia civil se traduce en el lanzamiento del inquilino del local
que ocupe, no procede otorgar dicho medio de aseguramiento por los "daños morales" que a éste se
le causan por virtud del expresado aeto lApéndice al Tomo CXVlII, Tesis 619. Tesis 347 de la
Compilación 1917·196~. y Tesis 367 de Apéndjre 19n, Tercera Sala), excluyéndose de dicha
;lIrisprllden~ia los casos a que nos referimos en la nota 863.
810 EL JUICIO DE AMPARO

pectivo y si esta resolución impone al quejoso prestaciones de carácter tributario, la


suspensión contra la ejecución del mencionado fallo debe regirse por lo dispuesto
en el articulo 135 de la Ley de Amparo, aplicable por analogia tratándose de dicha
medida cautelar en el juicio uni-instancial de garantías. 9 15
Si conforme a las leyes fiscales la suspensión ya hubiese sido concedida al quejoso
por la autoridad exactoca o por el tribunal administrativo responsable, tal medida debe
subsistir mientras se falla ejecutoriamente el amparo directo contra la sentencia definitiva
que dicho tribunal haya pronunciado. En este caso, la suspensión que el tribunal res-
ponsable decrete a consecuencia del ejercicio de la acción constitucional, no tiene otro
efecto que el de prolongar la que el quejoso ya hubiese obtenido con antelación, al
promover el juicio fiscal en el que haya recaído la sentencia reclamada.
Por otra parte, si el fallo administrativo que se combata en amparo directo impone
al quejoso prestaciones distintas de las fiscales propiamente dichas, la suspensión "debe
regirse por las reglas que atañen a la misma medida cautelar dentro del amparo directo
en materia civil y las que aludimos en el apartado ni que antecede, sin dejar de to-
marse en cuenta lo dispuesto en el articulo 124, fracciones Il y In, de la Ley de Amparo.
En esta hipótesis, el tribunal administrativo responsable, para conceder o negar la sus-
pensión contra la ejecución del fallo reclamado, debe estimar si con ella se afecta o
no el interés social o se contcavienen o no disposiciones de orden público, principal-
mente, 'ya que en las controversias judiciales de índole administrativa no se versan
exclusivamente intereses particulares.
Por último, es obvio que la suspensión en el caso que tratamos sólo procede a
petición del queioso.

V. LA SUSPENSIÓN EN AMPAROS DlREcrOS DEL ORDEN PENAL

La suspensión en este tipo de amparos uni-instanciales se debe decretar ojiciosa-


mente y de plano por la autoridad responsable, es decir, por la que hubiese dictado la
sentencia definitiva penal reclamada (arts. 170 y 171 de la Ley, en relación con el arto
107 constitucional, fcac. X), bastando la sola comunicación de haberse interpuesto
el juicio de garantías.
Los efectos de la suspensión contra un fallo de carácter penal, consisten en paralizar
o detener la ejecución del mismo, impidiendo que, mientras el amparo respectivo no
sea resuelto por el Tribunal Colegiado de Circuito o por la Suprema Corte, el quejoso
compurgue, como reo, las sanciones que se le hubiesen impuesto, así como la interven-
ción de la autoridad administrativa que corresponda para el cumplimiento de las mismas.
Si la pena decretada en el fallo reclamado consiste en la privación de la libertad,
la suspensión opera, además, para el efecto de que el quejoso quede a disposición de la
Suprema Corte o del Tribunal Colegiado de Circuito, por mediación de la autoridad
responsable, pudiendo ésta ponerlo en libertad caucional, Ji procediese (art. 172).'"
915 El precepto invocado lo comentamos en el Capítulo XXI, Apartado 111, a cuyas conside-
raciones nos remitimos.
'BIt' Ello sucede. por ejemplo, en el caso de Que la sentencia reclamada imponga una pena
privativa de libertad no mayor de cinco años de prisión, pues entonces, al interponerse el amo
paro directo y al decretarse la suspensión respectiva por la autoridad que la hubiere pronunciado,
ésta debe otorgar al quejoso su libertad cauciona! (Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 658. Tesis
178 d. la Compi1a<i6n 1917-196', Primera SaJa).
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO DIRECTO 811

Consideramos que la procedencia de la libertad caucional a que se refiere el pre-


cepto . legal señalado, se rige por 10 ordenado en la fracción I del artículo 20 de la
Constitución y por la interpretación jurisprudencial que se ha sustentado respecto de
la disposición correspondiente. Sin embargo, la Primera. Sala de la Suprema Corte ha
estimado jurir[Jrudmci<tlmente que el precepto constitucional citado no debe regir
el otorgamiento de la libertad caucional al quejoso dentro de la suspensión que se le
conceda en el amparo directo que promueva contra una sentencia definitiva de carácter
penal, arguyendo que como el proceso respectivo, "culminó con la sentencia definitiva
de segunda instancia, no son las normas que rigen la concesión del beneficio dentro del .
proceso las que prevalecen, sino aquéllas específicamente referidas al juicio de garantlas
y que tienen por finalidad evitar que el quejoso se sustraiga a la acción de la justicia".""
No estamos de acuerdo con el punto de vista sustentado por dicha Sala, ya que,
independientemente de que el proceso penal propiamente dicho haya concluido con la
sentencia definitiva reclamad» en amparo directo, la Ley de Amparo no contiene nin-
guna norma que establezca la procedencia del otorgamiento de la libertad cauciona! como
efecto inherente a la suspensión que se conceda contra las consecuencias de tal senten-
cia, por 10 que sus preceptos, entre ellos el 172, remiten necesariamente a la disposi-
ción constitucional que se refiere expresamente a dicho tipo de libertad, cual es la
fracción I del artículo 20 de la Ley Suprema del país, misma que es necesariamente
el fundamento del mencionado otorgamiento.

VI. LA SUSPENSIÓN EN AMPAROS DIRECTOS CONTRA LAUDOS LABORALES

A. En materia de trabajo en general

La suspensión en el juicio de amparo directo, cuando se trate de laudo! pronuncia-


do! por la! Juntar de Conciliacién y Arbitraje, además de que debe reunir, en cuanto
a su procedencia, la petición previa del agraviado, queda sometida a la condición de
que "a juicio del presidente de la Junta respectio«; no se ponga a la parte que obtuvo
(se sobreentiende el laudo favorable), si es la obrera, en peligro de no poder subsistir
mientras se resuelve el juicio de amparo" J en cuyo caso, "sólo se suspenderá la ejecución
en cuanto exceda de lo necesario para asegurar tal subsistencia" (art. 174, párrafo
primero de la Ley).
- .. La- citada condición de procedencia ha_ sido co.!'stant~te reiterada por la jtlriJ-
prtldencia de la Suprema Corte, sosteniéndose la restricciónque el artículo 175 invocado
impone en cuanto a la concesión de dicha medida cautelar, en el sentido de que se
suspenderá el cumplimiento de los laudos arbitrales respecto a las prestaciones en favor
del trabajador, euyo monto exceda de lo necesario para asegurar su subsistencia. 9 I s
La facultad discrecional que tienen los presidentes de las Juntas de Conciliación y
Arbitraje para apreciar si con la suspensión se coloca al obrero en peligro de no poder
subsistir, ha sido encauzada por la jtlriJprtldencia que establece el criterio de que dicho

91.7 aro Informe de 1972, Primera gala, págs. 3' a 38. Idem, Apéndite 197J, tesis 183,
Primera SaJa. .
. 918 . Apéndice al Tomo CXVIlI. Tesis 1057. Tesis 175 de 14 CtmJpil«i&n 1917-1965, te-
sil 252 del Apéndice 1975, CUdI1a SaJa.
812 EL JUICIO DE AMPARO

peligro surge, cuando al trabajador "se le ocasionen trastornos irreparables, porque no


disponga de otros elementos para subsistir",." distintos de las prestaciones a que hubiese
sido condenado el patrón. En otras palabras, es la naturaleza de éstas lo que determina
\ si la inejecución de un laudo arbitral suscita el riesgo de que el obrero no pueda
subsistir mientras se faUa el amparo directo, por lo que,' cuando el laudo reclamado
impone al patrón prestaciones que se conceptúan vitales para el trabajador, la suspensión
es improcedente.

Este criterio general ha sido aplicado por la jurispruaen(ia en casos específicos, para
concluir sobre la Improcedencia del beneficio suspensional contra la ejecución de laudos dictados
por las Juntas de Conciliación y Arbitraje.
1. Así. si el laudo condena al patrón a pagar a los deudos del trabajador una indemni-
urión por muerte de éste, la suspensión no debe otorgarse.ese
2. Igualmente dicha medida cautelar es improcedente, si la condena estriba en la reins-
saladón del trabejadcr.ec
3. Tampoco procede la suspensión, si el laudo arbitral reclamado condena al patrón al
pago de la indemniza(ión por arddente de trabajo en favor del obrero.9 2 2
4. La multicitada medida cautelar no debe concederse, además, si la condena estriba en el
pago de salarios, hasta por el importe de éstos en seis mese!,. término que se ha considera-
do como necesario para la tramitación del juicio de garantías.9 28
Esta tesis jurisprudencia! debe entenderse aplicable únicamente en el caso de que el laudo
arbitral reclamado no condene a la reinstalación del trabajador, pues de' 10 contrario, la repo-
sición del obrero en su trabajo, no lo coloca en el peligro de no poder subsistir mientras se
decide el juicio de amparo respectivo, por 10 que contra el pago de los salarios caldos sí es pro-
cedente la suspensión, independientemente de su cuantía, 9Z40

Fuera de los casos jurisprudenciales apuntados, en los que es obligatoria la dene-


gación de la suspensión por el presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje de
que se trate en acatamiento a.Io dispuesto por el artículo 193 de la Ley de Amparo,
'dicho funcionario conserva su facultad discrecional para determinar si concede o no
la citada medida cautelar, atendiendo a si con ella se pone en peligro el trabajador
de no poder subsistir mientras se resuelve el juicio directo de garantlas, facultad que,
como ya se dijo, consagra el artículo 174 de la Ley.
Concedida la suspensión por dicho presidente, para que surta sus efectos, el quejoso
debe otorgar catlción (fíanZ4) para garantizar los daños y perjuicios que con ella se
pudiesen causar al tercero perjudicado, quien, a su vez, tiene el derecho de prestar
contra-fíanZ4 para llevar adelante la ejecución del laudo reclamado.
La fijación del monto de las garantias y contra-garantías queda al prudente arbitrio
del mencionado funcionario y su exigibilidad se substancia incidentalmente ante él, en los
términos del artículos 129 de la Ley, que comentamos en el capitulo inmediato anterior
(art. 176).

919 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 1056.


920 Apéndice al Tomo CXVlIl, Tesis 563.
921 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 891.
92.2 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 13. Tesis 8 de la Compiladón 191:'-196" tesis 9
del ApbJdke 197', Cuarta Sala.
923 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 1058. Idem, Tesis 176 de la Compilaúón y 253 del
Apbtdir. 197'.
••• Apéndice al Tomo CXVI1I, Tesis 973.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO DIREcro 813

B. Contra laudos dictados por el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje

Hemos afirmado 025 que la jurisprudencia, la Constitución y la Ley han hecho exten-
siva la procedencia del amparo directo contra laudos dictados por el Tribunal mencio-
nado, o sea, contra los fallos definitivos que pronuncia este órgano administrativo-
jurisdiccional, en los conflictos jurídicos que surgen entre los trabajadores y empleados
al servicio del Estado y las unidades burocráticas donde desempeñan sus labores. En
consecuencia, de la suspensión contra la ejecución de los referidos laudos conoce el propio
Tribunal en su carácter de autoridad responsable, de acuerdo con los artículos 107,
fracción XI, de la Constitución y 170 de la Ley de Amparo.
Pues bien, aunque la jurisprudencia se funda en la similitud que existe entre los
laudos dictados por las Junlas de Conciliación y Arbilraje y los pronunciados por el
Tribunal de Arbitraje, para consignar la procedencia del amparo directo contra estos
últimos, tratándose de la suspensión ha considerado que esta medida está regida por
princípios diferentes en uno y en otro caso, por lo que las normas legales y jurispruden-
ciales que regulan la suspensión en materia laboral propiamente dicha, no son aplicables
respecto de los fallos que emite el citado Tribunal.

As!, la Suprema Corte ha sostenido que: "Aun cuando es cierto que, en términos ge-
nerales, existe una relación de trabajo entre el Poder Público y sus servidores, también 10 es
que esta relación no tiene las características de un verdadero contrato de trabajo; tal cómo está
previsto en nuestra ley laborista, supuesto que ésta tiende esencialmente a regular las activlda-
des del capital y del trabajo como factores de la producción o sea, en funciones económicas;
10 que no sucede tratándose del Poder Público y de sus empleados, atenta nuestra organización
política y social, porque las funciones encomendadas al Estado no persiguen ningún fin ecoeé-
miro, sino más bien un objetivo de control para la convivencia de los componentes de la
sociedad. Por ello no puede afirmarse que exista paridad en los fenómenos jurídicos enunciados
y, por lo mismo, lóg;,amenl' no plica' auptarst qlle la ;uriJprudencia sustentadd en relaGión
can la suspensión, traJándose de verdaderos contraes de Jraba;o, .haya de regir ese mismo ,
fenómeno, cuando se trala de traba;adores al servicio del Estado." 926

Congruentemente con las consideraciones que informan dicha tesis, la misma iu"¡s~
prudencia ha establecido, en oposición a 10 que sostiene tratándose de laudos de las
Juntas de Conciliación y Arbitraje, que contra la ejecución de un fallo pronunciado
por el Tribunal de Arbitraje que condene a la reinstelacién del trabajador o empleado
burocrático, es procedente la suspensión.ser
-- Es más;-partíendo de la idea-de que las normas .que regulan la suspensión en materia
laboral propiamente dicha no son aplicables a los laudos que dicta el mencionado Tri-
bunal, debe lógicamente concluirse que la suspensión contra la ejecución de éstos, en
perjuicio del, órgano estatal condenado, es procedente en todo caso, sin que su efectivi-
dad deba condicionarse a requisito alguno, por reputarse solvente al Estado "para
responder de las obligaciones que le resulten'"."·

925 Véase Capítulo XIX.


926 Apéndice al Tomo cx.VHI. Tesis 1094. Tesis 200 de la Compiladón 1917-196'. te-
sis 282 del Apbzdire 197', Cuarta Sala.
92'1' Apéndice al Tomo CXVIJI, Tesis 1090. Idem, Tesis 190 de la Compilaáón y 271 del
Apéndice 179).
928 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 1090. Ldem, Tesis 190. ídem, tesis 271.
,

814 EL JUICIO DE AMPARO

VII. EL INCIDENTE DE SUSPENSIÓN

Análogamente a lo que sucede tratándose del amparo indirecto o bi-instancial, la


suspensión en los juicios directos de garantías adopta la forma procesal de incidente,
que se tramita ante la autoridad responsable o ante el presidente de las Juntas de
Conciliación y Arbitraje.
A diferencia del incidente de suspensión en amparos indirectos, en el que se suscita
una verdadera controversia que se dirime por la interlocutoria respectiva, tratándose de
dicha medida cautelar contra la ejecución de sentencias definitivas civiles, administrativas
o penales o laudos arbitrales definitivos, se concede o niega de plano, sin substanciación
especial, bastando la petición del quejoso o la simple promoción del juicio de garantías
en sus respectivos casos (amparos civiles liuo-sense, laborales y administrativos y am-
paros en materia penal). Por ende, en lo que concierne al juicio directo de garantlas,
no existe la suspensión provisional ni la definitiva, sino la suspensién única, cuya con-
cesión o denegación no es intrínsecamente jurisdiccional, sino administrativa, por no
implicar contención alguna, como ya se dijo.
En el mismo auto en que el presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje
o la autoridad responsable otorgan la suspensión contra la ejecución de laudos labo-
rales o de sentencias definitivas, se fijan los requisitos de efectividad que debe cumplir
el quejoso para que dicha medida opere.
Contra el proveido en que se conceda o niegue. la suspensión, en que se fijen fianzas
o contra-fianzas ilusorias o insuficientes; en que se admiten o rehusen estos medios de
garantía; en que se niegue la libertad caucional tratándose de amparos directos contra
sentencias definitivas de carácter penal; o contra cualquier otra resolución que se pro-
nuncie en el incidente suspensional por la autoridad responsable o por el presidente
de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y que cause "daños o perjuicios notorios a
alguno de los interesados", procede el recurso de que;a (art. 95, frac. VIII) del
que conoce, bien la Suprema Corte o bien el Tribunal Colegiado de Circuito correspon-
diente, según incumba a una o a otro la decisión del juicio directo de garantias respec-
tivo (art. 99, párrafo segundo).

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