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Fecha publicación: 2004-10-22

Intervención del observador de la Santa Sede ante la ONU sobre la clonación

NUEVA YORK, viernes, 22 octubre 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención


que el observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de las
Naciones Unidas, el arzobispo Celestino Migliore, pronunció el jueves ante la 6ª
Comisión de la Asamblea General de la ONU sobre el punto 150: «Convención
Internacional contra la clonación reproductiva de seres humanos».

***

Señor presidente:

La clonación humana ha estado en la agenda de las Naciones Unidas desde finales de


2001.

Desde el principio pareció claro que, a pesar del título de esta cuestión de la agenda,
«Convención Internacional contra la clonación reproductiva de seres humanos», el
propósito de esta actividad ha sido de hecho hallar un marco jurídico que permitiera y
acelerara el avance de la ciencia médica en la obtención y utilización de células
estaminales, e identificar y prohibir las prácticas que fueran irrespetuosas con la
dignidad humana".

Desde un punto de vista puramente científico, el progreso terapéutico ya logrado con las
llamadas células estaminales adultas, esto es, células estaminales de la médula ósea, de
la sangre del cordón umbilical y de otros tejidos adultos, parece muy prometedora. La
clonación de embriones, por su parte, está todavía muy lejos de aportar el progreso que
sugieren sus partidarios. Todavía está por ver un éxito clínico cierto en la utilización de
células estaminales embrionales clonadas incluso en la experimentación con animales.
La labor que haría seguro experimentar de esta manera en seres humanos podría llevar
mucho tiempo, y estos obstáculos puede que nunca se superen.

Más aún, la distinción que a veces se quiere trazar entre clonación reproductiva y la
terapéutica es engañosa. Ambas implican el mismo proceso técnico de clonación y
difieren sólo en el objetivo. Las dos formas de clonación implican falta de respeto por la
dignidad del ser humano. De hecho, desde un punto de visto antropológico y ético, la
llamada clonación terapéutica, al crear embriones humanos con la intención de
destruirlos, incluso si se emprende con el objetivo de ayudar posiblemente a enfermos
en el futuro, es claramente incompatible con el respeto de la dignidad del ser humano,
porque hace de una vida humana nada más que un instrumento de otra.

Además, dado el hecho de que los embriones clonados serían indistinguibles de


embriones creados por fertilización in vitro y podrían fácilmente ser implantados en
úteros y llevados al nacimiento, creemos que sería prácticamente imposible imponer un
instrumento que permitiera un tipo de clonación y prohibiera el otro.

Si la investigación en células estaminales adultas ya ha demostrado condiciones de éxito


y no plantea cuestiones éticas, es razonable que se prosiga con ella antes de que la
ciencia se embarque en la clonación de embriones como fuente de células estaminales,
algo que sigue siendo problemático tanto científica como éticamente.
¿Significa que nos oponemos al progreso científico? Más bien diríamos que la elección
no es entre ciencia y ética, sino entre ciencia que es éticamente responsable y ciencia
que no lo es. Miles de vidas han sido salvadas por células estaminales adultas, la mayor
parte en el tratamiento de leucemia y otros tipos de cáncer. Fundamentada evidencia
científica ha establecido que los trasplantes de células estaminales adultas son seguros,
y los resultados preliminares sugieren que podrán ayudar a personas con enfermedad de
Parkinson, lesiones medulares, daños cardíacos y muchas otras situaciones. El peligro es
que este progreso hacia los tratamientos se detenga o reduzca su marcha por desviar la
atención y los recursos hacia la clonación de seres humanos como una fuente potencial
de células estaminales.

Señor presidente: mi delegación quería concluir sus observaciones con dos indicaciones
finales. En primer lugar, este Comité y la Asamblea general parece ser el forum
adecuado para nuestras deliberaciones, en cuanto a que las cuestiones que giran en torno
a la clonación de embriones humanos no conocen fronteras geográficas, culturales o
temporales. Pero lo que es más importante, la materia de esta particular búsqueda
científica afecta a la naturaleza y existencia de la vida humana en sí misma. Por lo tanto
un cuerpo que es supranacional tiene el alcance adecuado para abarcar toda la amplitud
de esta cuestión. Este tema –de interés vital para la raza humana en el presente y en el
futuro— bien pertenece a este cuerpo universal.

En segundo lugar, estamos convencidos de que el tema de la clonación de embriones


humanos se puede afrontar mejor con instrumentos jurídicos, ya que el papel del
derecho es esencial para la promoción y protección de la vida humana. Es con el papel
de la ley, basada en la justa razón, como las sociedades pueden regular adecuadamente
lo que parezca desafiar nuestras nociones fundamentales de vida humana y dignidad. En
este contexto, señor presidente, mi delegación ha basado el documento informativo, al
que se ha hecho referencia, en la lógica de la justa razón y no en creencias religiosas.

En conclusión, la Santa Sede está convencida del acierto de un instrumento jurídico


internacional que de forma exhaustiva prohíba la clonación de embriones humanos.

Gracias, señor presidente.

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