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LUISA VALENZUELA Y LAS PALABRAS

Déborah Ruiz Cedeño


En el ensayo “Peligrosas palabras” Luisa Valenzuela hace reflexiones acerca del decir y el no

decir a través de las palabras, ejemplificando su pensamiento con un maravilloso cuento corto

que incluye al final. Dice que “la tarea de escribir es desgarradora y dichosa al mismo tiempo” y

también hace referencia a las veces en que se quiere decir algo, pero no se puede. No obstante,

con tan pocas palabras, tanto en su ensayo como en sus cuentos, ¡dice tanto! La polisemia que

nombra en su ensayo se refleja completamente en su estilo.

En “Días cuando no pasa nada”, por ejemplo, puede que no haya acciones como tal o que

no sea un suceso extraordinario que deba ser contado, sino que plasma en el pensamiento del

personaje protagónico -no señala si es personaje masculino o femenino, quizá ella no le de

importancia, pero yo sugeriría que es femenino por cómo reflexiona acerca de lo que va a decir y

“reprime los impulsos”- una serie de ideas que le dan movimiento y hace juegos de palabras por

su sonoridad, sobre todo. Como la comparación entre “días” y “Díaz”, floreal y espiral, le da al

texto una cualidad de movimiento muy particular desde lo estático, desde no nombrar acciones

dinámicas, solo juegos con las palabras que, además, dan particularidades a los personajes:

Floreal parece quedarse con lo obvio, con las reglas gramaticales sobre los géneros en las

palabras (como si fueran inherentes a ellas), en cambio, la personaje sin nombre, reflexiona en

torno a ellas de una manera más profunda: “se dice la para evitar la cacofonía o lo que sea, pero

espiral es palabra masculina, como todas las que terminan en al: mineral, pedal, fanal, animal”.

Parece ser una invitación abierta a reflexionar qué nos dicen las palabras más allá de lo

que está nombrado directamente, en el ensayo ella lo identifica como “lo que no se dice” o como

el silencio que cobra “la importancia de un grito”; pero yo prefiero pensar en lo que se sugiere
desde lo nombrado, o lo indirectamente dicho, porque lo que “no se nombra” hace más bien

referencia a una negación: en sus palabras no está negando, construye diferentes significaciones

dadas por el contexto, por la transformación de la palabra a partir del cómo y no del qué.

“Espiral” no tendría el mismo sentido si estuviera aislada de las otras palabras ya mencionadas, o

de “total” e incluso de “Floreal”, tampoco si en ellas involucrara cuestiones de género a partir de

“es nombre de mujer”.

En realidad, aprendí muchísimo leyendo estos textos y los disfrute. También, me surgen

dudas y comentarios acerca de lo dicho, lo sugerido y lo no dicho, como lo plantea en el ensayo,

que hacen aún más ricas las lecturas: en el cuento ella no nombra las polisemias, las

transgresiones al lenguaje o las cuestiones de género involucradas más allá del lenguaje, pero las

sugiere en lo que sí escribe.

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