La historia de la economía pública y de las finanzas públicas, refleja el
progreso de la economía analítica; es decir, que los desarrollos de las finanzas públicas fueron fraguados por grandes teóricos generales y no por especialistas de las finanzas públicas, entre estos, Adam Smith, Ricardo, Mill, Dupuit, Edgeworth, Wicksell, Lindahl, Pigou, Keynes y Samuelson.
Aunque los desarrollos no fueron exclusivamente de la economía, pues
también se debe contar con la influencia de los desarrollos políticos y sociales; y tampoco se pueden circunscribir a partir de la economía clásica, puesto que con el surgimiento del mercantilismo, la complejidad de la estructura impositiva aumento considerablemente. Los fisiócratas tenían su teoría de la imposición y los cameralistas habían escrito sobre la administración de las finanzas públicas. Sin embargo, Smith ofrece un punto de vista adecuado para rastrear el surgimiento del pensamiento moderno de la economía pública (Musgrave, 1985: 2).
Desde Adam Smith, los estudiosos de la tributación han estado
interesados en las cualidades de un buen sistema de impuestos. Tal requerimiento, tradicionalmente exige que la carga de impuestos sea distribuida de una manera equitativa. Este requerimiento ha tomado dos formas, una exige que la tributación corresponda con los beneficios recibidos, y la otra que la tributación corresponda con la capacidad de pago (Musgrave, 1987).
La Economía como disciplina se ha ocupado tradicionalmente del estudio
del sector privado de la economía (de sus agentes económicos – individuos, empresas y economías domésticas–); es decir, del mercado. Sin embargo, el crecimiento del sector público y su incidencia en las actividades económicas privadas, aunado a sus características particulares de decisión política, condujeron a la constitución de una disciplina autónoma para su análisis. Esta disciplina, denominada en principio “finanzas públicas”1, ha empezado a designarse, desde los años setenta del siglo XX, “economía pública”. En principio trató los mismos problemas, más allá de las limitaciones presupuestales de ingresos, gastos y deuda pública. Ampliando de este modo, su campo de análisis a los bienes públicos, a la incidencia de los impuestos y gastos en el bienestar, a los efectos de las regulaciones públicas, los derechos de propiedad, el problema de las externalidades y los procesos de toma de decisiones públicas. Subyace un rasgo común a las múltiples definiciones de “finanzas públicas”: la delimitación de sus actividades a los componentes presupuestarios de ingresos, gastos y deuda pública. El Libro V de “La riqueza de las naciones” de Smith2 se constituye en la base de los tratados modernos de las finanzas públicas. Smith, al estudiar los problemas económicos públicos, contempla tres temas referentes a los gastos públicos, los ingresos públicos y las deudas públicas.
El enfoque metodológico de las finanzas públicas no presenta mayor
diferencia con los criterios generalmente considerados para la ciencia económica en general. Así, para Musgrave (1959: 3):
Al conjunto de problemas que se centran en torno al proceso de
ingreso- gasto del Estado se le denomina tradicionalmente Finanzas Públicas. Siguiendo este convenio, se emplea el mismo término en el titulo de este volumen, pero con mucha vacilación. Aún cuando las operaciones del erario público suponen flujos monetarios de ingresos y gastos, los problemas básicos no son cuestiones financieras. Por tanto, debemos considerar nuestra tarea como una investigación sobre los principios de la economía pública. O, más exactamente, sobre aquellos aspectos de la política económica que surgen en las operaciones del presupuesto público.
La economía pública, en una concepción más amplia, se constituye en el
análisis del sector público, lo cual incluye los ingresos, la deuda y los gastos del sector público como componentes del presupuesto y, a su vez, base del análisis de las finanzas públicas. Cubre, además, todas las actuaciones del sector público: actividades presupuestarias, de regulación, de diseño de políticas públicas, de gestión de agencias públicas y de evaluación y control públicos.
Sin embargo, algunos autores prefieren mantener la tradición ortodoxa y
han titulado sus trabajos como “The Theory of Public Public Finance”, caso (Musgrave 1959) y Buchanan (1976). Otros consideran equivalentes los términos “economía pública” y “finanzas públicas”. A partir del trabajo de Musgrave (1959), se encuentra que autores como Kolm (1964) y Johansen (1970) reemplazan el concepto de “finanzas públicas” por uno más amplio: “economía pública”. Los autores más recientes y reconocidos en este campo han titulado sus manuales como “Economía pública”: Atkinson y Stigltz (1988), Auerbach (1987), Laffont (1990), Jha (1998) o “Economía del sector público”: Boadway y Wildasi (1986), Brown y Jackson (1986) y Stigltz (1988).
Las finanzas públicas y la economía pública en general han
experimentado una evolución significativa desde la segunda mitad del siglo XX. En esta evolución ha incidido el estudio de los bienes públicos y su análisis integracionista de los ingresos
(tributación) y del gasto a partir del paradigma Wicksell-Lindhal-Mugrave-
Samuelson, e incluso desde los cambios en los manuales de la disciplina propiciados por el mismo Musgrave. Al mirar la evolución de los trabajos de investigación y el contenido de los manuales, puede observarse que han cambiado los temas, su importancia relativa y las técnicas o instrumentos de análisis, en esencia provenientes de la economía. Esta evolución también ha estado ligada a los desarrollos de la sociedad, del Estado, de la misma economía como disciplina y de la forma de analizar y resolver los problemas.