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¿Qué tan alto la luna? ¿Qué tan lejos las estrellas?

En todo el mundo, los astrónomos emprenden una antigua cruzada. Son gente realista, científicos
que entienden la insignificancia de nuestro planeta en el gran esquema de las cosas.

Desde la época de los antiguos egipcios, los cielos apenas han cambiado; las preguntas son las
mismas: ¿llegaremos a esas estrellas? ¿Qué tan vastos son los cielos? Preguntas que nos llevan... al
filo del tiempo.

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 La luna es nuestro único satélite natural. Está a 400.000 (cuatrocientos mil) kilómetros de
distancia y su luz tarda en llegarnos solo un segundo.
 La tierra es uno de nueve planetas que orbitan el sol.
 El sol está a 150.000.000 (ciento cincuenta millones) de kilómetros de distancia y su luz
tarda ocho minutos en llegar a la Tierra.
 Desde los planetas exteriores, el Sol es solo una estrella brillante. Neptuno está a
4.500.000.000 (cuatro mil quinientos millones) de kilómetros del sol. Su luz tarda ocho
horas y media en llegar aquí.
 Más allá de los planetas están las estrellas, pero a simple vista parecen iguales.
Bidimensionales. Ahora, gracias a la Astronomía, sabemos mucho de su naturaleza y
distancia. Entre éstas estrellas, sin contar el Sol, se encuentra la estrella más cercana: Alfa
de Centauro, la mayor a la izquierda. Alfa de Centauro está a 40.000.000 (cuarenta
millones) de kilómetros de la Tierra. Alfa de Centauro no es solo una estrella, ni siquiera
son dos, es un sistema triple, su luz tarda casi cuatro años y un tercio en llegarnos, o cómo
dicen los astrónomos “Alfa de Centauro está a 4.3 años luz de la Tierra”.

 Aquí a ésta distancia, el Sol es un punto, una modesta estrella visible a simple vista. Hacia
adelante y hacia afuera (aproximadamente a 200 años luz de casa) están las estrellas de
“W Osa Mayor”, gemelas que intercambian materia. Más lejos, las estrellas de Orión.
Desde la Tierra presentan un patrón bidimensional, pero aquí afuera nos damos cuenta de
que están a diferentes distancias, tienen profundidad. Hemos alcanzado 1500 años luz, y
el corazón de la constelación: La nebulosa de Orión. Es una enorme nube de polvo e
hidrógeno, un capullo de gestación, un lugar dónde nacen las estrellas. Si siguiéramos
viajando hacia adelante a la velocidad de la luz, nos tomaría otros 30.000 años llegar al
centro de nuestra galaxia. Pero la dejamos para viajar a un punto de observación afuera,
donde volvemos la mirada a nuestra galaxia, una espiral de 200.000.000 (doscientos mil
millones) de estrellas, la Vía Láctea. Pero es una dentro de un grupo local de galaxias. Ese
grupo a su vez, es parte de un grupo más grande: un supercúmulo. Los supercúmulos
forman marañas, redes que cruzan el universo, el aparente vacío que existe entre las
galaxias. Pero el cosmos es mucho más de lo que vemos, el 90% de su masa es invisible, se
le llama “materia oscura”, un mar de partículas exóticas que posiblemente llenan el
universo. La Vía Láctea es enorme, un rayo que viaje a la velocidad de la luz a 300.000
kilómetros por segundo tardará 100.000 años en cruzar nuestra galaxia. A la misma
velocidad, un viaje a través de nuestro sistema solar es cuestión de horas.

 ¿Cómo saben los astrónomos todo esto? ¿Cómo aprendieron a medir el Universo?

La historia empieza hace más de 2000 años en Egipto, implica geometría básica, cálculos conocidos
para los constructores de templos. La Geometría aportó la primera unidad de medida
astronómica, una unidad tan grande como nuestro planeta.

Mientras la luz del Sol caía verticalmente dentro de un pozo en Asuán, a 800 kilómetros al Norte,
en Alejandría, una columna proyectaba sombra. Era mediodía en ambos lugares, entonces ¿Por
qué la diferencia? Según la leyenda un bibliotecario llamado Eratóstenes se dio cuenta que se
debía a la curvatura de la Tierra: cuándo el Sol caía directamente sobre Asuán, caía en ángulo en
Alejandría: de ahí la sombra. La diferencia en ángulo era de un quinto de círculo, así que la
distancia entre Asuán y Alejandría también debía ser el quinto de algo, un quinto de la
circunferencia de la Tierra: eso es Geometría. Y esa fue la conclusión de Eratóstenes: tenía razón.
La circunferencia de la Tierra es de aproximadamente 40.000 kilómetros.

200 años A.c se sabía que la Tierra era un globo en el espacio. Pero ¿En que parte del espacio?

Una idea griega colocó a la Tierra en el centro de las cosas, a su alrededor, dentro de una serie de
esferas de cristal, orbitaban la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas. Pero los planetas eran un
misterio, se les llamaba estrellas errantes, su progreso a través de los cielos podía ser errático.
Algunas se detenían, retrocedían, y volvían a proceder. El astrónomo griego Ptolomeo tenía una
respuesta, explicó sus divagaciones con epiciclos: pequeñas orbitas que hacían los planetas
alrededor de sus trayectorias orbitales principales, es una idea torpe pero encajaba con las
observaciones. Parece dar resultado con Venus y Mercurio, que atraviesan el cielo en el
crepúsculo. Pero falla con otros, como Marte.

Durante 1400 años no hubo progreso, luego un danés llamado Tycho Brahe tuvo una idea: el Sol
seguía girando alrededor de la Tierra, pero puso a los planetas a girar alrededor del Sol. El paso de
un cometa originó su teoría, observando el gran cometa de 1577, Brahe calculó que en una noche
su movimiento contra las estrellas del fondo era mucho menor que el de la Luna, así puso a los
cometas entre los planetas, y desechó la idea de las esferas de cristal.

Pero Brahe aún tenía a la Tierra en el centro del Universo. El astrónomo y clérigo polaco Nicolás
Copérnico acabó con esa teoría: puso a la Tierra en su lugar como un planeta que gira alrededor
del Sol, pero asumió que las orbitas de los planetas eran círculos, y no pudo explicar las vueltas
excéntricas de Marte. El matemático alemán, Johannes Kepler, sí pudo: calculó que las orbitas de
los planetas no son círculos sino elipses, y que la velocidad de los planetas depende de su distancia
del Sol. La imagen del Sistema solar era completa.

Este es el científico inglés Isaac Newton. Newton explicó más sobre las orbitas con su famosa
Teoría de la gravedad. Imaginó una bala de cañón disparada desde la cima de una montaña, sí es
disparada con más fuerza llega más lejos, y sí es disparada con la fuerza suficiente entra en órbita.
Se convierte en un satélite, como la Luna alrededor de la Tierra. O las muchas lunas que orbitan
Júpiter. Newton reconoció que la fuerza que hace que la bala de cañón caiga sobre la Tierra, es la
misma fuerza que gobierna los movimientos de las lunas y los planetas. Es la fuerza que dicta la
velocidad de las orbitas: en el Sistema Solar, mientras más cerca está un planeta del Sol, más
rápido debe moverse para permanecer en órbita. Y es la fuerza que levanta a los vehículos
espaciales que exploran los planetas.

En los albores de la astronomía moderna, había un mapa del sistema solar, pero era un mapa sin
escala: el punto es Venus, cruzando la cara del Sol, esto sucede cuando la órbita de Venus lo lleva
a través de nuestra perspectiva del Sol. Visto desde dos lugares diferentes en la Tierra, Venus hace
dos recorridos diferentes frente al Sol: esa diferencia es la clave a la distancia de los planetas
desde la Tierra; la trigonometría dio a los astrónomos una respuesta, y esa respuesta aportó una
escala para el sistema solar.

Pero ¿Cómo medir las estrellas?

Cuándo nuestro planeta circunda el Sol, las estrellas más cercanas deberían moverse de lado a
lado conforme nuestra perspectiva del cosmos cambia. Los astrónomos buscaron en vano el
efecto, pero un danés llamado Olaus Roemer encontró otro efecto de la orbita de la Tierra
alrededor del Sol: estaba observando eclipses de lunas de Júpiter, llegaban antes de lo esperado,
descubrió, cuándo la Tierra y Jupiter estaban en el mismo lado del Sol, en sus trayectorias
orbitales. Los eclipses llegaban tarde cuándo la Tierra y Júpiter estaban en lados opuestos y más
apartados, la razón era el tiempo que le toma a la luz viajar de Júpiter a la Tierra. Roemer,
demostró que la velocidad de la luz era medible, no infinita.

Pero el enigma continuaba: ¿Cómo medir la distancia a las estrellas?

Con telescopios más grandes, se descubrieron más y más estrellas. En el siglo XVIII, el astrónomo
inglés William Herschel construyó un enorme telescopio y comenzó a trazar un mapa de los cielos.
Contó las estrellas cuidadosamente, había miles, hizo una gráfica de como pensó estaban
dispuestas y puso al Sol cerca del centro. Herschel pensó que esto era todo lo que había en el
Universo, la prueba de que había más vino en el castillo de Irlanda, donde el tercer Conde de Ros
construyó un telescopio aún más grande. A mediados del siglo XIX, Ross observó nubes tenues y
delgadas, las dibujó, dentro de algunas nubes había estructuras turbulentas. Más allá de la Vía
Láctea, Ross vislumbró misterios. Los astrónomos finalmente se estaban enfrentando a la distancia
de las estrellas. Observaciones nuevas y precisas revelaron que las estrellas cambian de posición
mientras la Tierra orbita el Sol, es difícil notarlo porque están muy lejos. El efecto se llama
Paralaje, se mide observando una estrella desde un lado de nuestra órbita solar, luego, seis meses
más tarde, desde otro lado. La distancia determina cuánto cambia una estrella, mientras más
cerca esté, más cambia. Los astrónomos vieron que las estrellas están increíblemente lejos, a años
luz de distancia.

La astronomía estaba ganando inercia, los científicos pasaron luz estelar a través de prismas, al
separar la luz, pudieron leer el carácter de una estrella en el arcoíris del espectro. La técnica se usa
hasta la fecha, como una huella digital, cada estrella tiene un espectro único. Analizado con un
espectroscopio, revela entre otras cosas la composición, la temperatura y el tamaño de una
estrella. Los espectros se dividen en grupo, categorías que tabulan la temperatura de una estrella
y su verdadera brillantez o luminosidad, como le llaman los astrónomos.

Una estrella amarilla como nuestro Sol tiene una clasificación de luminosidad de 1, las estrellas
más luminosas son azules, tienen una clasificación de 10. O 100. Incluso 1000. Es posible descifrar
la distancia de una estrella, sí se conoce su temperatura y luminosidad. Por ejemplo: sí el espectro
nos dice que la estrella grande de la izquierda, es cien veces más luminosa que la estrella de la
derecha, entonces ¿Por qué resplandecen con la misma brillantez? La respuesta es que la luz
disminuye por el cuadrado de la distancia que viaja. Así que en realidad, la estrella grande está
diez veces más lejos que la estrella pequeña.

Los observadores la han visto desde la Antigüedad, es una mancha borrosa en la constelación de
Andrómeda, cerca o lejos: nadie sabía. Entonces, en 1923, el astrónomo estadounidense Edwin
Hubble, descubrió las cefeidas en sus expansiones exteriores, tan débiles que estaban más allá que
las estrellas de nuestra galaxia. Hubble estaba observando otra galaxia a más de 2.000.000 de años
luz de distancia. Hubble escudriñó las profundidades del espacio y encontró más y más galaxias de
todas formas y tamaños. Hubble descubrió un universo en expansión, las galaxias viajaban hacia
afuera en todas direcciones, mientras más lejos se encontraban, más rápido parecían alejarse. La
evidencia estaba en su luz, se desplazaba hacia el extremo rojo del espectro, una señal de
alargamiento de longitud de ondas. Edwin Hubble había encontrado la pista del origen del
universo: la gran explosión, sus observaciones revelaron un Universo que se expande
permanentemente, un universo que debe tener un punto de partida, un momento en el que el
tiempo y el espacio comenzaron. Hoy, los esfuerzos de los astrónomos por medir el universo
continúan, pero nuestros instrumentos son burdos, las observaciones con los telescopios más
potentes del mundo tienen un margen de error de 30%, necesitamos aparatos más avanzados.

Como el satélite y Parco(¿ que libre de distorsiones atmosféricas, escrudiña las estrellas más
cercanas, midiendo distancias como nunca antes se había hecho. O como el telescopio espacial
Hubble, que continua la labor del mismo Edwin Hubble. En 1994 estudió las cefeidas en una
galaxia demasiado distante para los telescopios de la Tierra: sus observaciones causaron revuelo
en la astronomía. Las cefeidas establecieron la distancia de la galaxia en 50.000.000 de años luz,
esa distancia, unida al desplazamiento al rojo de la galaxia, indicó a los astrónomos que el universo
tenía solo nueve o diez mil millones de años. Sí el universo es tan joven, ¿Cómo es que se han
medido estrellas más viejas? ¿Están enviando señales falsas las cefeidas?
Las lecturas de estas cefeidas son probablemente correctas, podría tomarnos años verlas en
contexto; nuestro concepto de la gran explosión podría estar equivocado. ¿En realidad hubo una
gran explosión? Y sí no la hubo ¿Por qué se expande el universo? Estas son las preguntas que los
científicos confrontan a medida que se acercan de puntillas al filo del tiempo. En años venideros,
nuestras ideas del cosmos podrían ser tan extrañas como el de los observadores antiguos.

ASOMBRO DUDA ANGUSTIA


¿Qué es?  La admiración  Examen crítico  Conmoción
por lo extraño para conciencia
de situación
Consecuencias que  Curiosidad  Señalar 2 tipos  Lleva a
acarrea  Impulsa a de errores. formularse
conocer  Sentidos: nuevas
 Se cobra pueden preguntas
conciencia de equivocarse  Enfrentar
no saber  Pirrón: no se situaciones
 Se busca el pueden límites
saber filosofar enseñar las  Percatarnos de
cosas nuestra
 Cartesiana: debilidad e
duda, debe ser impotencia
un método
para llegar a la
certeza
Representantes  Platón  Jaspers  Jaspers
 Aristóteles  Descartes  Epicteto
 Pirrón de Elis

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