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Primeras Armas

Bolívar comenzó su carrera de libertador enunciando una proporción aritmética


de carácter militar, al parecer exagerada, pero si se analiza su pensamiento, se
encuentra exacta. En efecto, en su célebre Memoria de Cartagena, refiriéndose
a la pérdida de Venezuela en 1812, expresó este vigoroso concepto: "Coro es
a Caracas como Caracas es a la América entera". Es decir: si con los recursos
de Coro Monteverde conquisté a Caracas, con los de Caracas se podía libertar
a toda la América; idea a primera vista exagerada, pero en realidad justa
porque en la mayor parte de las acciones decisivas de la Independencia:
Boyacá, Carabobo, Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho, brilló en primer
término el genio venezolano.

Por otra parte los iniciadores de la revolución le habían merecido estos juicios:
"Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían
enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos
buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado
alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje
humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación,
dialéctica por táctica y sofistas por soldados" (1). Crítica exacta, insuperable,
compendió de cuánto se debía censurar a los ilusos fundadores de la patria.

Con estas expresiones se proponía ilustrar en la Nueva Granada y demás


países hermanos el patriotismo de los ciudadanos, elevarlos a la altura de los
héroes y obtener de ellos resultados decisivos. Su lenguaje vehemente lo
imponía el estado de anarquía política de toda nuestra América y la necesidad
de crear vigor y unión en los pueblos. La provincia de Cartagena, por ejemplo,
se hallaba aislada del resto de la Nueva Granada, y era necesario romper el
cerco y abrir la navegación del Magdalena.

Liberación del Magdalena.

Las más grandes ideas subsisten sin resultado, mientras no se comprueba su


utilidad. Los conceptos geniales emitidos en la Memoria de Cartagena, no
produjeron ningún efecto, y el Gobierno sólo le dió al joven Bolívar el puesto
pasivo de comandante de Barranca, puerto notable por tener un pequeño
fuérte, con 70 hombres de guarnición, cuando a sus compañeros de viaje, los
Carabaños, Campomanes y Labatut les encomendaron empresas militares de
importancia.

Pero Bolívar no se dió por vencido, con voluntarios y reclutas elevó su partida a
250 hombres, y el 23 de diciembre partió con ellos de improviso sobre Tenerife.
Los enemigos sorprendidos no lo esperaron, al día siguiente entró a la Villa y
proclamó la libertad de navegación del Magdalena. Reunió el Cabildo, y en
ardiente arenga hizo la apología del gobierno republicano. Aumentó su hueste
con muchos partidarios, continuó su marcha, derroté sendos destacamentos en
Plato y Sambrano, y el 27 de diciembre entró triunfante en Mompox. Esta
patriótica Villa lo auxilié con entusiasmo y generosidad insuperables, y Bolívar
partió de ella el 29 de diciembre con 500 hombres en una escuadrilla de los
mejores buques del lugar. El español Capmani con tres compañías evacuó el
Banco, donde entró Bolívar el 10 de enero. Lo acompañaban numerosos
momposinos entusiastas de la libertad. Tales fuéron sus primeros hechos de
armas, con los cuales quedaron restablecidas las comunicaciones de
Cartagena con el interior del virreinato.

Liberación de Ocaña.

Los españoles habían reunido 640 hombres para defender a Ocaña, apoyo
principal de Santa Marta, pero atemorizados por la rapidez del insurgente
evacuaron la plaza y lograron retirarse embarcados por el río César en
dirección de la Villa de Upar. Adelantándose Bolívar les cortó la retirada en el
sitio de Chiriguaná donde se vieron obligados a combatir desde sus buques a
los situados en la orilla con gran desventaja; los principales fuéron vencidos y
los restantes tuvieron que capitular poco más adelante. Grupos enemigos
existentes en la región se reunieron en Tamalameque y fuéron derrotados
escapándose con muy pocos hombres los oficiales españoles Capmani y
Capdevila (2).

Luego le fué muy fácil a Bolívar ocupar la ciudad de Ocaña por su escasa
guarnición, acobardada por los golpes dados a las diferentes columnas
realistas de la provincia. Llegó el 8 de enero a Puerto Real y enseguida liberté
la mencionada ciudad de Ocaña, oprimida por los realistas de Santa Marta.
Este acto tuvo grande influencia en los acontecimientos posteriores.

En defensa de Pamplona.

Buscaba los mediós de seguir adelante cuando recibió el 23 de enero cartas


importantes del coronel Manuel del Castillo, de Pamplona, invitándolo a
concurrir con sus tropas a la defensa de aquella ciudad amenazada por el
coronel Ramón Correa desde Cúcuta. Este oficial, hombre de honor y de
prestigio, disponía de una columna de 1.400 combatientes en la frontera de
Venezuela, formada con tropas de Maracaibo y varias partidas de los realistas
de Mérida y Trujillo. Al llegar situé el cuerpo principal en Cúcuta y sus
avanzadas en San Cayetano, Salazar, Bochalema y Chinácota. Con la
posesión de estos valles Monteverde tenía abiertas las puertas del Nuevo
Reino de Granada.

El ejército de Tiscar en Barinas.

En Barinas habían formado de orden de Monteverde un ejército con infantería


de las provincias altas y caballería de los llanos. Tenían 2.500 infantes
regulares y adiestraban 500 más para reunir 3.000. A esto se agregaban 1.700
jinetes a las órdenes de Yañez y Nieto. Todas estas tropas se habían puesto a
las órdenes del capitán de fragata Antonio Tiscar y se las destinaba a pacificar
la Nueva Granada (3). De manera que con las de Correa podían reunir más de
6.000 hombres.

Bolívar no pudo sacar de Ocaña sino algunas armas sobrantes y el mismo


número de 400 soldados que lo acompañaban cuando entró a la ciudad; pero
resueltos y animosos por la seguridad que les inspiraba su caudillo, marcharon
llenos de confianza, seguros de vencer.

Con esta amenaza a la espalda, Correa no se atrevía a invadir a Pamplona y


en efecto no dió ningún paso en ese sentido. El 9 de febrero partió la
vanguardia hacia el pueblo de La Cruz en dirección a Salazar, para de allí
seguir a Pamplona, y seis días después salió Bolívar con la retaguardia. El
Gobierno de la Unión con expresiones lisonjeras lo invitó también a salvar a
Pamplona y al contestarle agradeciendo el honor de considerarlo dispuesto a
tan generosa empresa, le informa tener el permiso del magnánimo presidente
Torices, se ofrece a las órdenes del gobierno general en cuanto pueda ser útil a
la patria, y le promete no sólo defender a Pamplona, sino libertar a Cúcuta, y
todavía mucho más, redimir a Venezuela (4).

El camino de Ocaña a Salazar seguía algunas leguas por una áspera meseta,
ascendía luego los estribos de la serranía por los Callejones o grietas de piso
húmedo y resbaloso abiertas por las aguas, y luego continuaba por el filo
escarpado de las montañas, bajo frecuentes lluvias en regiones frías y
despobladas. Era la primera marcha de esta clase del caudillo que debía cruzar
la cordillera de los Andes en varias direcciones.

La columna de Correa.

El coronel Correa había diseminado sus tropas: sólo tenía 750 hombres en
Cúcuta, 200 en San Cayetano, como vanguardia, 240 más adelante en Salazar
y 100 en el Alto de la Aguada, en junto 1.300 hombres, y esperaba las tropas
de los llanos para proceder a la invasión, pero éstas dilatarían en llegar, por
falta de muchos elementos necesarios a una expedición tan importante. La
decisión de Monteverde a este respecto era firme y segura: como socorro a la
empresa en proyecto había mandado en una goleta armas y municiones a la
ciudad de Santa Marta.

Combates parciales.

En Pie de Cuesta al Sureste de Bucaramanga se hallaba el coronel Castillo al


frente de 300 hombres y contaba además con 200 en marcha desde Santa
Rosa y 350 disciplinándose en Pamplona, por todo 850 hombres, única
defensa de la Nueva Granada en esa frontera.

El 20 de febrero el coronel Bolívar partió de San Pedro para reforzarlo. En el


camino existían varios destacamentos de Correa que podían estorbar su
marcha, pero con habilidad logró evadir a uno y vencer a otro. El 21 en la
noche llegó al alto de la Aguada, punto de paso obligado en la elevada
montaña de la cuesta de Quebrada Honda. El enemigo ocupaba el desfiladero
de la Cumbre, difícil de tomar, más un hábil espía enviado por Bolívar, le hizo
creer en la existencia de otra fuérza insurgente avanzando del lado de
Pamplona. El capitán español Capdevila amedrentado al presentarse la
avanzada de Bolívar al mando de Contreras, abandonó la estrecha garganta
con sus 100 hombres, se retiró a Salazar perseguido por los de Bolívar, y unido
allí a otro destacamento igual de Delgado, siguieron ambos maltrechos hacia
Arboledas (5).

Dejando estas partidas a su derecha, Bolívar cruzó a la izquierda y siguió a


marchas precipitadas a San Cayetano, a orillas del río Zulia. Proponías destruir
los destacamentos del lugar sin dejarlos incorporar a Correa. La vanguardia al
mando de Pedro Guihín, desalojó a una partida de españoles en el alto de
Jagual y a toda velocidad continuó tras ella hacia el pueblo de San Cayetano,
abandonado la víspera por el destacamento de Correa. En tan activa
persecución los del Jagual se disolvieron. La descubierta patriota guiada por el
subteniente Rodríguez y el ayudante Vergara, ocupó a San Cayetano, pero
inopinadamente se vio obligada a sostener una lucha desigual al siguiente día
25 contra la columna vencida la víspera, empeñada en recuperarlo. Los
soldados patriotas colocados en línea a la orilla del río, hacían un violento
fuégo. Al llegar la vanguardia de Guillín, Bolívar dispuso cruzar el río
precipitadamente. La columna enemiga al ver los preparativos emprendió la
retirada a Cúcuta, sin cuidarse de sus muertos y heridos. Por estas rápidas
marchas de los independientes, los destacamentos refugiados en Arboledas no
pudieron reunirse a Correa, por la vía del Gritadero, sino en Cúcuta, siguiendo
veredas extraviadas, y reducidos en número. El mayor Narváez con 100
hombres persiguió a los de San Cayetano largo trecho (6). Aunque estos
movimientos se ejecutaron con tan corto número de soldados vale la pena
recordarlos por la exactitud de las previsiones y su ejecución.

Batalla de Cúcuta.
28 de febrero de 1813.

En cuenta Bolívar de que los destacamentos vencidos en Salazar de las


Palmas y en Arboledas, al mando de los comandantes Capdevila y Delgado, en
junto 300 hombres, corrían hacia Cúcuta por la vía del Gritadero, quiso
adelantarse para atacar a Correa antes de que recibiera ese auxilio; y al efecto
lanzó sus tropas sobre el alto del Jagual, batió a dos compañías estacionadas
en ese lugar y avanzó rápidamente sobre Correa. La vanguardia al mando de
Narváez no pudo alcanzar a los que se retiraban.

El 27 de febrero en la tarde, cuando ya Bolívar tenía reunidos sus


destacamentos, atravesó el río Zulia y al amanecer del 28 aceleradamente
avanzó a la ciudad de Cúcuta donde se habían encerrado los españoles. A las
9 de la mañana una fuérte columna ocupó la altura mayor del Valle. Los
españoles intentaron atacarlo por la espalda, pero los de Bolívar los
rechazaron. Entonces atacaron a la izquierda de los independientes de donde
también fuéron desalojados violentamente. El centro combatía desde el
principio con vigor. Cuando ya tenían tres horas de combate, el coronel Bolívar
ordeno a Ribas su segundo, cargar a la bayoneta al centro de los enemigos
con energía y rapidez, y se produjo la derrota. Viéndose separadas la derecha
y la izquierda también se pusieron en fuga.

Los realistas huyeron en dirección de Venezuela. Todo habría concluido pero


fué necesario perseguir todavía destacamentos importantes situados, uno en el
Valle del infierno, y el otro en el dela Laja. El Comandante Ramírez los hizo
desbandar a los dos. Con estas operaciones quedó libre de enemigos de la
independencia el extremo oriental de la Nueva Granada (7).

Los españoles perdieron todas sus fuérzas, dispersas o prisioneras y poco


menos de 100 entre muertos y heridos. La de los patriotas fué de muy pocos de
unos y otros. Las puertas de Venezuela quedaron abiertas para los audaces
invasores. Bolívar había realizado sus operaciones como las había anunciado.
Gracias a esta previsión le dieron el premio, solicitado con tanto empeño, de
invadir a Venezuela.

Tal era su anhelo; seguro de triunfar, dada su audacia, tenía confianza en sí


mismo y conocía a los adversarios.

Predice el futuro.

Su mirada abarcaba el porvenir. En la proclama dada en la Villa de San


Antonio, frontera de Venezuela, el 10 de marzo de 1813, dijo estas palabras:
"¡La América entera espera su libertad y salvación de vosotros, impertérritos
soldados de Cartagena y de la Unión! No, su confianza no es vana, y
Venezuela bien pronto os verá clavar vuestros estandartes en las fortalezas de
Puerto Cabello y de La Guaira.

"Corred a colmaros de gloria adquiriéndoos el sublime renombre de


libertadores de Venezuela" (8).

Notas:

(1)Memoria dirigida a los Ciudadanos de la Nueva Granada. Cartagena, 15 de


diciembre de 1812. Imprenta de Diego Espinoza. Lecuna. Cartas del Libertador,
tomo 1, pags. 36 y 37.

(2)Restrepo, Historia de la Revolución de Colombia, tomo 1, pag. 183.

(3)Urquinaona, Relación Documentada del Trastorno de las Provincias de


Venezuela, hasta la exoneración del Capitán General Domingo de Monteverde,
Madrid, 1820, pag. 142.

(4)Al Secretario de Estado del Gobierno de la Unión. Cuartel General en Ocaiía


Independiente, 8 de febrero de 1813. O'Leary, tomo XIII, pag. 140.

(5)Bolívar al Poder Ejecutivo de la Unión. Salazar a 22 de febrero de 1813.


O'Leary, XIII, pag. 141.
(6)Bolívar al Presidente del Poder Ejecutivo de la Unión. San Cayetano, 25 de
febrero. O'Leary, XIII, pag. 147.

(7)O'Leary, Documentos, torno XIII, pags. 147 a 149.

(8)Lecuna. Proclamas y Discursos del Libertador, pag. 29.

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