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GOBERNANZA

La gobernanza explicada desde un ámbito político es un término ciertamente amplio y complejo de


tratar, a lo largo de este trabajo se abarcarán o vincularán términos relacionados o mejor dicho que
van de la mano de la gobernanza como la participación ciudadana, el ordenamiento territorial,
políticas públicas y el desarrollo.
Primero que todo se debe tratar la relación gobierno-sociedad, la cual hace referencia al centro de
las políticas públicas las cuales vienen de ser sumamente reprimidas por parte de la administración
pública de las visiones gerenciales, las cuales limitaron al Estado a la única y exclusiva
incorporación de los desarrollos realizados en la administración privada, con lo cual se pretende
centralizar la gobernanza en un solo enfoque, quitándole aquel nivel analítico el cual es sumamente
necesitado para una buena gestión, en consecuencia a esto minimizan la participación ciudadana
haciéndola ver solo como un instrumento para la toma de decisiones en la sociedad y no como un
nivel superior a la democracia.
Cuando hablamos de participación ciudadana en los asuntos públicos, llegamos a una paradoja: por
un lado, tenemos un elevado grado de optimismo sobre los alcances que esta participación pueda
llegar a tener, pero por el otro una muy baja intervención real de la ciudadanía dentro de las
políticas públicas. La paradoja anterior nos conduce directamente a cuestionarnos acerca de las
capacidades organizacionales de la población para generar la participación ciudadana y para influir
en las decisiones sobre el desarrollo social, esto último nos lleva a no solo a cuestionar la
efectividad de la democracia sino también al desarrollo como causa y consecuencia de la
participación ciudadana en las políticas públicas.
Cuando se habla de políticas públicas, es una vieja costumbre decir que estas se dividen en dos
dimensiones: “Arriba y abajo”.
El término “desde arriba” en las políticas públicas, hace referencia a programas de acción
gubernamentales dirigidos a un cierto sector de la sociedad o hacia un espacio geográfico
determinado. Estos programas van acompañados de muchas preferencias valorativas alrededor de
quien toma la decisión y a partir de que monto de recursos, con lo cual aquellos que toman las
decisiones se imponen ante los “administrados” que vendría siendo la sociedad. Otra forma de
decirlo, es que se entiende que la política pública es una acción del gobierno destinada a cumplir
unos objetivos específicos orientados a las problemáticas públicas. Las políticas públicas además
denotan el privilegio al trabajo a las personas preparadas que toman decisiones.
Del otro lado tenemos el término “desde abajo” en las políticas públicas se origina con las
demandas sociales, pero se deja ver mucho más en el corazón del conflicto de intereses de los
diversos actores. Aquí el gobierno debe actuar en función de la presión ejercida por parte de los
diversos grupos sociales mediante demandas políticas. Para hacer más efectiva esta presión, los
actores sociales reúnen un conjunto de capacidades y destrezas tales como: Capacidades
organizacionales, destrezas técnicas, destrezas políticas, arraigo social, entre otras.
A partir de lo anteriormente tratado, podemos concluir que a la hora de hablar de gobernanza ya no
es solo en función de las buenas prácticas administrativas, sino que implica un cambio en la
concepción del Estado y de las políticas públicas, asumiendo la complejidad social que la vincula.
Esta forma de ver la gobernanza, la cual implica ciudadanos activos y una sociedad participativa,
hace referencia a sociedad civil, en la cual después de la euforia de la transición, se llega a un
desencanto por aquellas expectativas que no se lograron realizar. Según la ideología de Arato
(Arato, A. 1996.) uno de los más grandes impulsores de la sociedad civil, evidenciando los
resultados obtenidos en la Europa del este, afirmaba con gran asombre que “se produce un
desplazamiento de la acción hacia las élites políticas, las contra élites o los partidos políticos. Sólo
ellos están capacitados para llevar a cabo las estratégicas misiones de negociación y diseño de
pactos con los antiguos detentadores del poder".
Se podría llegar a pensar que con llevar a la practica la democracia participativa para que en un
golpe de suerte se genere el desarrollo. Pero si analizamos se estaría partiendo de una lógica
totalmente contraria a la de los años de industrialización, cuando se creía a ciencia cierta que basta
desarrollar el margen económico para que en consecuencia se alcance la democratización.
Normalmente el desarrollo es tomado en cuenta como una consecuencia de las políticas públicas,
pero no es para nada habitual ubicarlo como parte de la elaboración de políticas. Así mismo, si la
falta de desarrollo demuestra la ineficiencia de las políticas, para enfrentarnos a esta restricción es
necesario apoyarnos en la participación democrática.
Algo que vale la pena recalcar es la importancia del control sobre las condicionantes de la
exclusión, ya que esto en la sociedad excluida podría generar un sentimiento de injusticia y como
consecuencia se llegaría a los conflictos. Además de esto, los problemas de gobernabilidad no han
de ausentarse, grandes e importantes grupos de la sociedad se han desconectado. Aquellos grupos
sociales buscan refugio en nichos, a veces llegando a ser realmente una “nación independiente” ya
que estos cuentan con sus propias normas y sistemas de gobierno, además de contar con su
respectivo territorio. Estos grupos de personas, que representan un segmento de la población, se
apoyan en redes sociales de confianza mutua, es decir, ellos no se sirven del sistema judicial oficial
y del sistema público de seguridad social. La informalidad para estas personas se ha convertido en
su estilo de vida, sus contratos laborales, sus propiedades incluyendo las viviendas, los acuerdos
matrimoniales, como es el caso de los llamados indocumentados.
Como consecuencia de la fragmentación a gran escala en un país se generan grandes divisiones a
nivel interno. Esta fragmentación se puede entender como una multiplicidad de grupos con intereses
no armonizados y con bajos niveles de compatibilidad entre ellos, lo que en realidad buscan es
influenciar el proceso de elaboración de políticas públicas para que estas les puedan resultar
beneficiosas
Esto nos da a entender que, aunque la falta de desarrollo de una nación es un factor de ineficiencias
de las políticas para poder hacerle frente a esta problemática, la participación democrática es un
componente necesario, pero no suficiente de la gobernanza. Además de esto se requiere romper
aquel circulo vicioso que se describe de la siguiente manera: no se alcanza el desarrollo por la falta
de participación en las decisiones públicas, y no hay una demanda participativa por parte de la
sociedad porque no contamos con el nivel de desarrollo necesario.
Considerando lo tratado anteriormente, se puede decir que las formas de articulación en la
actualidad alrededor de la democracia participativa, no logran alcanzar el nivel de presión necesario
para poder modificar las tendencias de las políticas, dado esto ¿Qué cosa podría lograrlo entonces?
Al intentar responder a esta pregunta es prudente tener en cuenta los modelos alternos de relación
gobierno-sociedad. Un gran contrapunto interesante es el modelo social de la Unión Europea, aquel
modelo con una visión pragmática busca asegurar la competitividad económica de manera mundial,
incorporando la participación social en las decisiones públicas:
El consenso social es algo muy importante, mediante el dialogo y organizaciones de enlace en la
sociedad, las cuales sean capaces de prestar servicios de interés colectivo como la representación de
una opinión pública y la información efectiva. El modelo social europeo en conjunto con la
economía social del mercado, actualmente continúan siendo elementos básicos en los acuerdos
económicos y sociales de la Unión Europea. Dado que la participación se le fue facilitada a la
sociedad en el proceso decisorio tanto en temas económicos como sociales, se promueve la cultura
y los principios de solidaridad y de inclusión social.
Al hacer la referencia al modelo social en la Unión Europea, podemos contrastar la situación
latinoamericana, donde los gobiernos restringen los aspectos de política social y economía. Aquella
visión puede probablemente provenir de los procesos históricos que conformaron a sus gobiernos
anteriormente. Se podría decir que Europa ha respondido con una adaptación ofensiva a los dilemas
que se han sido planteados a la gobernanza por el proceso de globalización, en contraste América
Latina ha llevado a cabo una adaptación defensiva, esto podría ser un legado del pasado reciente y
muy posiblemente aun no superado del autoritarismo en sus gobiernos.
Desde los inicios del siglo XX en Europa ya se empezaba a hablar acerca de la relación entre la
democracia y el desarrollo, así como en torno al dilema que se presenta entre reforma y revolución,
o frente al dilema entre derrumbe del sistema o sujeto revolucionario.
Para el efecto, en América Latina aquella discusión se ubicaba en aquellos efectos positivos que
habría provocado la industrialización no solo en torno a lo económico, sino también en el ámbito
político al tomar un modelo de desarrollo en cual confiaba plenamente en los efectos económicos,
sociales, políticos e ideológicos progresivos de la industrialización. Además de esto también se
pensaba que este progreso llegaría a generar el fortalecimiento de instituciones.
Pero el problema radica en que aquellas promesas del desarrollismo y la modernización política se
esfumaron lentamente ante los obstáculos generados por la sucesión entre las diversas etapas que
contemplaba la teoría. Ciertamente en sus inicios la industrialización generó un incremento en las
condiciones de vida de la población, esto fue por el único hecho de la simple traslación de la mano
de obra a sectores mucho más productivos.
La gran dependencia a las importaciones para el crecimiento, la aceleración de la desigualdad
social, la marginalidad de los excluidos y la corporatización de las organizaciones sociales fueron
factores que juntos trazaron los límites del desarrollo a nivel mundial, el cual cambiaba
aceleradamente, concibiendo asi nuevas restricciones para el desarrollo nacional, ya que se le
abrieron oportunidades a la centralización de la producción por corporaciones internacionales.
Para el contraste, en América Latina la crítica interna no fue la encargada de resolver la
confrontación entre nacionalismo y la apertura a capitales extranjeros, sino la exclusión de la acción
política de las organizaciones sociales.
Con respecto a los feroces autoritarismos políticos y la absolutización del mercado, se vieron surgir
intentos provenientes de diferentes actores sociales que intentaban cambiar estas tendencias, aquello
logró que la sociedad civil latinoamericana, muy distinta de los modelos norteamericanos y
europeos. Por más que se intente considerar estos modelos iguales o tan si quiera similares, a
diferencia de lo ocurrido en Europa, en América Latina la sociedad civil era un elemento
compresivo el cual permitía evidenciar los diferentes actores que están a favor del cambio político y
socioeconómico, sin dejar de lado las relaciones entre el estado y la sociedad.
La participación ciudadana fue obligada a abrirse camino por las estrechas brechas del
autoritarismo, a esto se le añaden las demandas de democracia y el desarrollo de los derechos para
la ciudadanía, esto a la vez es una obligación del estado.
Claramente, las políticas tradicionales si identifican los derechos básicos de la ciudadanía en alguna
de sus dimensiones, la aparición de diferencias no solo de acentos sino también de conceptos. Esta
relación podría establecerse mucho mejor con tradiciones de teoría política, pero no tiene porqué
significar la pretensión de establecer procesos lineales. De esta manera podría llegarse a vincular la
concepción de los derechos civiles con la ciudadanía del liberalismo, los derechos políticos con la
ciudadanía republicana y a la vez los derechos sociales con la ciudadanía socialdemócrata. Esto
responde al gran reto de superar las democracias condicionadas por los pactos con las elites, pero
así mismo se incorporaría la redistribución de la riqueza.
Toda esta transición hacia la democracia política fue el resultado del compromiso de los grupos
demócratas en conjunto con las elites económicas, sin embargo, aquel compromiso no tardaría en
mostrar falencias en la medida en que el pacto político no llegó a ser suficiente para modificar la
situación económica. Los partidos de izquierda que alcanzaron llegar al gobierno fueron
desgastándose tras no poder resolver el dilema entre otorgar una respuesta apropiada a las demandas
sociales, o crear una estabilidad por medio de acuerdos con los organismos multilaterales.
A causa de lo anterior, tuvieron que prolongar las políticas de los gobiernos antecesores, esto
obviamente produjo que los efectos excluyentes sobre la mayoría volvieran, con lo que terminaron
creando una desilusión por el gobierno elegido. Frente a las problemáticas lo que aconteció fue que
los gobiernos de izquierda pusieron en marcha algunos programas sociales que por una parte sí
podrían aliviar las carencias de la sociedad, pero no modificaron las tendencias a la exclusión. Al
fin y al cabo, el desarrollo y la gobernanza son términos muy difíciles de conciliar.
En consecuencia, múltiples actores sociales en América Latina no solo demandarían por derechos
humanos civiles y políticos, sino que también hicieron relevantes los económicos y sociales como
un requisito indispensable en la democracia retornada, dándose cuenta que estos derechos no se
generan gradualmente ni se mantienen una vez conquistados.
Este impulso por reivindicar los derechos sociales y económicos hizo cobrar conciencia y darse
cuenta que a la par de la exigibilidad de la garantía de los derechos, se debe y se necesita mantener
mecanismos de influencia en las políticas públicas y que estas demanden a instituciones especificas
a participar en estas.
Con base en lo anteriormente tratado no es de sorprender que cuando se hable de gobernanza se le
asocie con la participación ciudadana. No obstante, el panorama siempre apunta hacia las
organizaciones clasistas lo cual es evidenciado sobre todo en países de Europa en los cuales ya
existen instituciones enfocadas en generar dicha participación, lo que pasa es que lo anteriormente
mencionado en realidad es el origen de sus restricciones. A lo que se quiere llegar con esto es que el
modelo social y la economía de mercado europeo giran alrededor de las organizaciones clasistas. El
proceso de la democracia y la participación se vieron sumergidos en una crisis la cual fue
ocasionada por el cansancio ciudadano y las desilusiones de la población por parte de la clase
política y las instituciones clasistas que deberían garantizar la participación pública, pero no solo de
las clases altas.
En conjunto con lo anterior, se empezaron a generar nuevos métodos de agregación y participación
social ya sea desde el enfoque de nuevos movimientos sociales, el renacimiento de la sociedad civil
o desde la gobernanza multinivel. Por ende, podemos entender que la mayor problemática o
restricción que trae consigo el modelo europeo es la dificultad para mantener una relación entre la
participación en las políticas de organizaciones clasistas y las organizaciones de diversidad social.
Con respecto a la problemática anterior podríamos decir que se logró establecer la diferencia entre
democracia participativa y dialogo social. Con esto se evidenciaron la creación de diversos
organismos verticales con sus respectivos procesos electivos periódicos de sus representantes,
además estos cuentan con una estructura institucionalizada. Por otro lado, se formaron otras formas
de agregación social (étnicos, feministas o con un objetivo en específico) los cuales se identifican
con los términos de democracia participativa y dialogo civil, todos estos organismos carecen de una
estructura vertical y todo lo anteriormente mencionado.
Ahora hablemos sobre América Latina, el desarrollo de aquellos mecanismos que certificaran la
participación son bastante recientes o aun no alcanzan todos los países de la región. Algo que hay
que reconocerle a la región es el presupuesto participativo de Brasil, el cual fue extendido a muchas
ciudades de América Latina, llegando incluso hasta Europa. La mayoría de las organizaciones o
instituciones participativas son desarrolladas en el ámbito local del gobierno, esto trae consigo las
principales restricciones a la participación, la más grave entre estas es la incapacidad de control de
las variables fundamentales que afectan al desarrollo.
Antes de seguir, debemos hacer una pequeña reflexión preguntándonos lo que es la participación,
para algunos el simple hecho de decir lo que se piensa ya es participar, pero en políticas publicas la
participación tiene otras implicaciones. Esto nos permite hablar sobre los diferentes niveles de
participación en las distintas etapas de política. ¿De qué depende el nivel de participación que se
alcanza en cada etapa? Esto a la vez nos lleva al dilema de si es la oferta participativa lo que genera
el impulso inicial y conforma a las formas de organización social, o si es la de manda de participar
lo que genera canales para la participación y la generación de estructuras del gobierno
correspondientes.
Tomando de referencia a Nuria Cunill (Cunill, N. 1995), la cual se inclina por la primera opción del
dilema afirmando así que la participación social no se compadece completamente con las ofertas
estatales y además los actores emergentes no poseen la suficiente fuerza para darle una buena
dirección a sus demandas para construir nuevas y mejores relaciones entre el Estado y la sociedad.
Algo que se puede afirmar es que el equilibrio que existe entre el consenso y la presión será un
instrumento eficaz para poder evidenciar los alcances de dichos procesos participativos, pero en
conjunto a esto

Seguramente, el equilibrio entre consenso y presión será lo que mejor pueda explicar
los alcances reales de los procesos participativos, pero además hay otros elementos
que concurren, y entre ellos la preocupación pedagógica de los diversos actores es, sin
lugar a dudas, uno de los principales. El balance entre representación (que propicia el
involucramiento de un mayor número) y participación directa (que incrementa la
identificación de los individuos con los procesos) parece ser otro factor más a
considerar.

La institucionalización de los procesos participativos contribuye a una mayor capacidad


de "exigibilidad" por parte de la población al hacer "justiciables" 38 sus demandas de
intervención en las decisiones públicas. Pero la institucionalización no es un remedio
mágico, sino que genera nuevas contradicciones como: a) mayor desgaste de las
organizaciones de base al tener que enfrentar espacios en donde además del gobierno
hay otros sectores de la sociedad; b) posible distancia con el proyecto inicial de la
organización al tener que negociar sistemáticamente con otros sectores.

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