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Conservar los alimentos en casa no es difícil, pero deben tenerse en cuenta diferentes
aspectos que, en ocasiones, suelen olvidarse. Una incorrecta manipulación y la mala praxis en
casa son algunas de las principales causas de toxiinfección alimentaria. Los alimentos se
deterioran sobre todo por el efecto de los patógenos. Controlar el tándem tiempo y
temperatura es primordial. A temperatura ambiente, las bacterias se multiplican en pocos
minutos y a una velocidad muy rápida. A temperaturas de refrigeración, esta multiplicación se
retrasa y, con la congelación, se frena la proliferación. El tiempo también determina la
presencia de patógenos: cuanto más tiempo esté un alimento a una temperatura ambiental,
más rápido se contamina. El artículo explica cuántos días pueden estar los alimentos en
la nevera y cuáles no se deben conservar en frío.
Una buena conservación es un valor añadido para preservar la calidad de los alimentos, sus
propiedades nutritivas, el sabor, olor, color y textura. No todos los alimentos se contaminan
por igual; en función de su composición nutricional, se deterioran de forma más rápida unos
que otros. Los alimentos frescos son los más perecederos (carne picada, pescado fresco,
frutas, verduras, leche y huevos. En segundo lugar, los platos preparados como las salsas,
mayonesas, o cualquier tipo de preparado culinaria de consumo diario. Los alimentos que
menos problemas suponen son las especies, la miel, sal, azúcar o mermeladas son alimentos
cuya composición resulta incómoda para los patógenos y difícilmente pueden sobrevivir en
ellos.
1 día: carne picada y pescado fresco, aunque el pescado puede llegar a estar dos días
siempre y cuando no se haya perdido la cadena de frío y se haya manipulado de forma
adecuada.
2-3 días: carne cruda, carne cocida, pescado cocido y leche pasteurizada.
4 días: postres caseros, leche UHT abierta previamente, verduras cocidas y
embutidos.
5 días: conservas abiertas, verdura cruda y platos cocinados listos para consumir.
2-3 semanas: huevos, mantequilla.
Las frutas son un alimento que va por separado. Su conservación varía en función de la
variedad. Algunas pueden incluso mantenerse a temperatura ambiental como las manzanas,
mandarinas o naranjas. Por el contrario, las más perecederas como las fresas, ciruelas,
albaricoques o nísperos, deben almacenarse en la nevera y consumirse en un periodo no
superior a los tres días.
Frutas tropicales: aguacates, piña, plátanos o papayas, entre otros, son frutas que
tampoco toleran muy bien el frío. Pueden volverse más oscuros y duros y, por tanto, su sabor
y textura quedan alterados. Es preferible mantenerlos fuera de la nevera.