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Teología Pastoral III - Trabajo Práctico N°5

Alumno: Santiago José Varela

Indicar las novedades que plantea la sinodalidad a la pastoral que hayan realizando (en
los últimos tiempos) y cómo pueden mejorar la tarea de animación/liderazgo/pastoreo en
adelante.

Quisiera señalar dos espacios pastorales en los que me muevo o me he movido en


el último tiempo y en donde reconozco una incipiente sinodalidad llamada a ser desplegada.
Por una parte, muchos años trabajé activamente con actividades parroquias, sobre todo, en
grupos de jóvenes. Las parroquias de Buenos Aires han integrado en los últimos años un
cierto conocimiento de la temática sinodal a partir de la convocación al Sínodo Diocesano
que culmina el presente año con la celebración de los 400 años la fundación de la diócesis.
Muchos fieles han participado de sus instancias, sea de las consultas al pueblo de Dios o de
los eventos realizados. Las parroquias han hecho eco del Sínodo según sus criterio y
posibilidades. Veo en esto un movimiento muy positivo que está comenzando. En la vida
práctica y cotidiana los procesos van más lento. En primer lugar porque estamos las
personas, que debemos convertirnos, crecer en humildad y en escucha. Luego porque hay
cierta inercia a esperar la palabra de orden o de autorización del presbítero. Por último,
porque influidos por la vida ansiosa de nuestras sociedades pretender ver cambios
espectaculares en poco tiempo. Creo que en general hay espacios de escucha y diálogo, los
coordinadores de los grupos reflexionan, conversan sus preocupaciones y hay un cierto
diálogo con los sacerdotes que los acompañan (a veces muy aceitado y otras no tanto
dependiendo características personales). Noto que hay una conciencia ganada de que es
necesario escucharse y rezar juntos antes, durante y después de las actividades, existen
ámbitos de formación y planificación, así como de devolución y evaluación. Pero hay
también una cierta prisa que nos lleva siempre estar un poco 'con la lengua afuera'. En
particular en los jóvenes es muy evidente registrar si se sienten escuchados y acompañados.
A pesar de lo dicho la sinodalidad es todavía una tarea. Pienso que hay una
pedagogía de sinodalidad por realizar en los jóvenes. Pequeñas acciones y gestos en los que
vayan progresivamente dándose cuenta de que pueden asumir responsabilidades, pueden
ser parte activa de la vida de la Iglesia. Aquí la creatividad es variopinta pero es importante
para la animación/liderazgo/pastoreo ser conscientes de que tiene una responsabilidad en
formar en este estilo eclesial. Esto se enseña de dos modos: con la actitud y con acciones.
Ya el hecho de ser escuchado, de que su opinión es valorada dice la joven que hay algo allí
que funciona de otro modo. Pero también acciones, esto es en concreto proponer a los
jóvenes que se hagan cargo de una actividad que puedan realiza, o que ellos mismo
propongan algo nuevo. Aquí es donde muchas veces surge el temor o la amenaza. Es difícil
para los adultos, para los que ya tienen un camino recorrido y cierta experiencia ganada,
correrse de ese lugar, dejar que los más jóvenes se equivoquen y estar luego ahí para
ayudarlos y no para decirles cómo deberían haber sido las cosas.
Tenemos como contexto cultural una brecha generacional inmensa, aquí las
parroquias pueden ser verdaderamente signo de algo distinto. Un lugar en donde las
generaciones se encuentran y trabajan juntas, "cuidando los extremos" como diría el Papa
Francisco. En este sentido, verdaderos eventos sinodales dónde se camina juntos son las
fiestas. La capacidad de celebrar y divertirse habla mucho de una comunidad. Caminar
juntos es mocho más que trabajar juntos, y a esto tenemos que atender particularmente. En
muchas parroquias mucha gente experimente fuertes momentos de exigencia y agobio. Hay
que cuidar a los agentes pastorales, es verdad que la misión es una actividad exigente pero
no por eso podemos hacer de las parroquias una carga más. Las parroquias pueden volverse
para algunos espacios de trabajo, antes que de espiritualidad y seguimiento. El trabajo es
necesario y valioso, pero ello tiene sentido cuando se comparte el peso de las
responsabilidades, cuando se comparte la vida. Hay aquí otro punto importante en una
pedagogía sinodal, no quedarnos con los agentes que siempre funcionan y nos resuelven los
problemas, ayudar a quien es muy trabajador a compartir la carga, a dar espacio a otros. En
esto es buena que las parroquias conozcan unos ciertos "reglamentos" consensuados para la
rotación de sus miembros.
El otro espacio que quisiera atender es la catequesis y pastoral en los colegios.
Realmente es otro mundo, sobre todo en los colegios confesionales pero no parroquiales.
Quiero en primer lugar aludir a la importancia del equipo pastoral. Es necesario reunirse,
compartir vivencias del aula, ensayos, actividades. Es necesario caminar juntos con el
corazón en el Evangelio más allá de que sean nuestros trabajos, no es cuestión de hacer lo
propio e irse, porque ahí mucho alumos/as se pierden. El colegio es un lugar de proceso de
fe en el que el equipo de pastoral juega un rol fundamental. Pero también el equipo de
pastoral con los otros docentes; hay colegios en donde catequistas nunca pisan las sala de
maestras o profesores porque tiene su propia sala, esto es bueno y valioso, pero comienza a
ser un límite si nos quita contacto con nuestros compañeros/as de trabajo que también o son
agentes de evangelización o tiene sus necesidades. Asumir la sinodalidad para el equipo de
pastoral de un colegio es caminar juntos entre sí y junto con el resto del cuerpo docente,
como compañeros/as de camino, con relaciones honestas y generosas. Ahí la actitud
empieza desde nosotros, no podemos esperar que siempre los demás respondan a nuestros
itinerario pastorales sin comprometernos con la vida de los otros.
Finalmente está también la escucha y el diálogo con los alumnos. Esto es
especialmente desafiante por motivos ajenos a la pastoral. La verdad, cada vez percibo la
catequesis escolar como un espacio de siembra en donde es importante enseñar pero que lo
mejor que podemos hacer es preparar el terreno. Ya que un alumno/a se vaya del colegio
con una mirada positiva de Dios y de la Iglesia, aunque no participe activamente, es algo
muy valioso. La escucha y el acompañamiento es fundamental, en particular la Capital y el
área metropolitana están llenas de problemáticas de las cuales no podemos desentendernos.
La catequesis en los colegios es muchos más que hablar temas de la fe, es atender a la
drogadicción, a la violencia, al acoso, a la sexualidad, a la redes y a un montón de cosas en
donde la vida de quienes tenemos delante se ve puesta en juego.
La sinodalidad llegó para quedarse a la vida de la Iglesia y a nuestras actividades
pastorales. El gran riesgo es hablar mucho y no convertirse no ponerla en acción. Quien
está dispuesto a vivirla tiene que asumir el riesgo de que su vida se complejice
amorosamente por de repente encontrarse acompañando y caminando con muchos otros.
Pero no como carga sobre exigente sino como quien escuchando al Espíritu se siente
colocado en un específico lugar en el riquísimo entramado del pueblo de Dios. Ese lugar no
puede ser ocupado por otro. Cada uno va descubriendo cuál es su aporte a la evangelización
y con la libertad del Espíritu sabe qué puede y qué no puede hacer.

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