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Astigi Vetus, n 2 1, pp.

13-54

Teoría de la producción de la vida social. Un


análisis de los mecanismos de explotación en el
sudeste peninsular (c. 3000-1550 cal ANE)
Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete,
Roberto Risch y Mª Encarna Sanahuja Yll 1

TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN DE LA VIDA SOCIAL

1. LA HISTORIA Y LA ARQUEOLOGÍA DESDE Las condiciones objetivas de la vida social


EL MARXISMO y la producción

El marxismo se propone identificar y explicar las La vida social presupone la existencia de tres con-
condiciones objetivas materiales en las que se basa diciones objetivas: las mujeres, los hombres y los
la producción de la vida social, así como definir si objetos materiales que aquéllas/os utilizan y que
las relaciones sociales que se establecen en y entre redimensionan la naturaleza, otorgando un carác-
sociedades, explotan, ocultan y/o alienan al indivi- ter social a ciertos segmentos del mundo físico. La
duo social. expresión material de estas tres condiciones objeti-
vas conforma la materialidad social.
En primer lugar, vamos a exponer la teoría glo-
bal de las sociedades a partir de la teoría marxis- En primera instancia, parece evidente que todo
ta de la historia, la teoría clásica del materialis- objeto producido es el resultado de la acción de
mo histórico. Hemos introducido algunos mati- mujeres y hombres en un marco social. Según esta
ces sobre aspectos que creemos que completan idea, los hombres y mujeres ocuparían el papel ex-
la teoría clásica respecto a ciertos conceptos bá- clusivo de agentes sociales, frente a productos u
sicos relativos a la vida social, enunciando igual- objetos sociales resultantes. Sin embargo, a tal su-
mente las implicaciones que en esta última tiene gerencia cabría realizar varias objeciones. En pri-
la materialidad social, objeto de estudio de la mer lugar, las mujeres y los hombres son tanto agen-
arqueología2. tes como productos sociales, dado que han sido
gestadas/os y formadas/os a partir de una vida so-
cial preexistente que, a su vez, involucraba hom-
bres, mujeres y objetos sociales3. En segundo lugar,
las mujeres y los hombres, una vez gestados/as y
1
Universitat Autónoma de Barcelona. Este texto fue presen- formados/as, se convierten a su vez en objetos so-
tado como ponencia en el Congreso de Arqueología Social Ibe- ciales a partir de las relaciones concretas que se
roamericana celebrado en La Rábida (Huelva) entre el 17 y el 21
de junio de 1996. Fue publicado por primera vez en el ámbito
hispanoamericano en «Antropología Americana» (n° 33,1998).
Agradecemos a Felipe Bate los comentarios realizados sobre al-
3
gunos aspectos del original, que hemos intentado aclarar aquí. Esta convicción es una llamada de atención a quienes otor-
El presente artículo se entregó en noviembre de 1999. gan al individuo la clave del proceso histórico. El individuo pue-
2 de ser considerado agente de la historia en cuanto subjetividad
Aportaciones anteriores a la teoría aquí desarrollada se en-
cuentran en otros trabajos anteriores (Lull 1988; Castro et alii conformista y/o resistente, pero siempre correlato y/o producto
1993; Risch 1995; Castro ef a//71996; Lull y Risch 1996) de determinadas condiciones materiales objetivas de existencia.

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establecen en el seno de la sociedad. Por su parte, tos y objetos) se relacionan con la propia produc-
los objetos sociales, al participar y permitir la repro- ción. Las relaciones sociales de producción que
ducción de hombres y mujeres, se constituyen asi- emergen de la producción social y del consumo, in-
mismo en agentes de la vida social. ciden en la distribución e intercambio de los pro-
ductos sociales. Frente al estructuralismo y el
En suma, sujetos y objetos sociales, en tanto historicismo cultural, que consideran que el pensa-
materialidad social, se integran en la producción de miento y/o la conciencia son anteriores a la expe-
la vida social y se expresan como fuerza de trabajo, riencia, el marxismo sostiene que la experiencia ge-
medios de trabajo y/o productos. nera conciencia, y que los individuos como subjeti-
vidades se configuran, a la vez que como agentes
sociales, como productos de las condiciones mate-
El paradigma de la producción riales de la vida social. Finalmente, el marxismo
apunta que la producción misma refleja unas rela-
La producción es un proceso determinado por tres ciones sociales específicas según como operen su-
estadios dialécticamente interrelacionados: la produc- jetos y objetos en la cadena productiva socialmente
ción misma, la distribución y/o intercambio y el consu- necesaria y según formen parte del consumo esta-
mo. Dado que la producción ya implica consumo, los blecido. Este hecho descarta el mecanicismo eco-
elementos básicos de la cadena, producción y consu- nómico, del que tantas veces se ha acusado al ma-
mo, están indisolublemente ligados y aparentemente terialismo histórico.
interactúan mecánicamente, compensándose.

El marxismo sugiere que, dado que la produc- La división del trabajo


ción es social y el consumo es individual, los facto-
res transitivos entre ambos, distribución y/o inter- Ciertos procesos de producción documentados
cambio, actúan como puente relacional entre lo so- a lo largo de la historia sugieren que la producción
cial y lo individual (Marx 1977: 5-34)4. Es en este misma conlleva elementos de división técnica del
ámbito de transitividad producción-consumo don- trabajo que generan puntos de encuentro diversos
de en la propia producción social se establecen las entre grupos concretos de individuos según los lu-
relaciones sociales de distribución y/o intercambio gares que ocupan los sujetos sociales en la produc-
que pueden alejar al individuo de la producción y ción. No obstante, este hecho no implica que a un
hurtarle parte del consumo. reparto dado de tareas correspondan disimetrías
entre grupos de individuos en el acceso al consu-
Con esta formulación quedaría claramente diso- mo. En el caso de que la producción y el consumo
ciada la propuesta marxista de otras aproximacio- supongan una amortización indiferenciada del pro-
nes. Frente a la libre traducción pseudomaterialista ducto social, las relaciones sociales no cambiarán.
que sugiere mecánicamente que lo social determi-
na la producción, el marxismo puede oponer la cer- La división de tareas en el seno de una sociedad
tidumbre de que la vida social está conformada por se establece cuando se exige un aumento socialmente
tres condiciones objetivas (supra) las cuales, aun- necesario de la productividad. Dicha división puede
que constituyan agentes sociales, se presentan en ser el resultado de distintas situaciones materiales
ella como productos sociales. Dado que no existiría de la vida social que obligan o aconsejan un incre-
vida social sin producción de condiciones materia- mento de la producción social a consumir o bien una
les, las relaciones de distribución e intercambio sólo reducción del tiempo de trabajo. En dichos casos se
son posibles según sea la dialéctica interna de la buscará obtener un plusproducto o realizar un me-
producción como condición objetiva de dichas rela- nor gasto de trabajo según sean las exigencias.
ciones. Frente al funcionalismo, que concibe la vida
social como un sistema orgánico equilibrado y Para obtener un plusproducto será necesario es-
autorregulado, conformado por subsistemas tablecer mecanismos de aumento de la producción:
interrelacionados por flujos que circulan en todas el sobretrabajo, la mejora de los medios de produc-
las direcciones, el marxismo propone una relación ción y/o un reparto de tareas que aumente la efica-
dialéctica. La producción social genera las condi- cia productiva. Este último mecanismo supone ubi-
ciones objetivas en las que agentes sociales (suje- car a los individuos en distintos lugares del proceso
de trabajo para asegurar que el aprendizaje y la
experiencia derivada del dominio de un segmento
de la producción repercuta en una mayor eficacia
4
Original en alemán publicado en 1939. del tiempo de trabajo.

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Cuando las relaciones sociales de producción del trabajo que se instaura en tales condiciones, tras-
mantienen unos vínculos integradores, de manera ciende lo técnico y deviene social, pues genera unas
que la producción social cohesiona la vida social, relaciones sociales específicas en cada uno de los
amortizándose en el consumo, cualquiera de los pasos del proceso productivo. Tales relaciones su-
mecanismos que se adopten para incrementar la ponen el origen de las condiciones subjetivas indi-
producción no incorporarán nuevas condiciones a viduales, mediante las cuales los individuos se re-
la vida social. El plusproducto será consumido de conocerán socialmente debido a su participación en
acuerdo con las nuevas necesidades que lo engen- los trabajos concretos que realizan dentro del pro-
draron. ceso productivo.

En estas condiciones, las esferas económica, so- Con la división social del trabajo, el énfasis ya
cial e ideológica permanecerán indiferenciadas y los no recae en el reparto de tareas socialmente esta-
mecanismos de distribución-intercambio no mani- blecido, sino en la división entre el trabajo realiza-
festarán disimetrías sociales. Si no se establecen do y la disimetría de los/as trabajadores/as en cuanto
relaciones sociales de producción que impliquen ex- al acceso a lo producido. El germen de la división
plotación, resultará indiferente la forma que adop- social del trabajo se encuentra en la aparición de
te la distribución o el proceso de producción de ali- contextos relaciónales particulares derivados del
mentos. Frente a la idea de la antropología liberal, reparto de tareas productivas y de las subjetivida-
a veces disfrazada de sustantivista, de que ciertas des sociales que emergen. Las relaciones estableci-
formas de distribución (reciprocidad, redistribución) das en el seno de la producción entre sujetos socia-
se vinculan a formas sociales concretas, puede les particulares pueden seguir un camino que su-
argumentarse que éstas no generan relaciones so- ponga la aparición de relaciones particulares que
ciales de producción específicas. Igualmente, la for- beneficien a ciertos sujetos, en la medida en que
ma productiva desarrollada tampoco tiene porqué éstos se apropien de alguno de los factores de pro-
implicar una forma política determinada, frente a la ducción. El desarrollo de nuevas condiciones de la
presunción que asevera una determinación de este vida social surgirá como consecuencia de la apari-
ámbito desde ciertos procesos productivos (caza- ción del excedente y de la propiedad, con la consi-
recolección = igualitarismo, agricultura de irrigación guiente implantación de situaciones de explotación
= estado). entre sujetos sociales.

Sin embargo, la búsqueda de plusproducto ge- El plusproducto, surgido originariamente de una


nera condiciones necesarias para obtener una ma- exigencia colectiva de mayor aporte energético, se
yor productividad que incorporan a la vida social transforma en excedente cuando es apropiado para
una nueva caracterización de la producción. La pro- ser consumido disimétricamente, es decir, cuando
ducción y las relaciones sociales de producción la división del trabajo pasa a ser social (división so-
involucraban inicialmente a la totalidad de los suje- cial del trabajo). El excedente puede obtenerse acu-
tos y objetos sociales, conformando un contexto de diendo a la plusvalía absoluta mediante el
integración en el cual las esferas económica, social sobretrabajo o bien a la plusvalía relativa si se de-
y política apenas podían diferenciarse. Con la divi- sarrollan los medios de producción para incremen-
sión técnica del trabajo, la vida social inicia su des- tar la productividad. En ambos casos se aumenta la
integración en contextos relacionales particulares. producción, condición necesaria para la aparición
Estos establecen una nueva dialéctica entre los su- del excedente, aunque como hemos señalado, ni el
jetos sociales y su lugar en la producción, que em- sobretrabajo, ni el desarrollo de los medios de pro-
pieza a expresar unas nuevas relaciones sociales de ducción engendran mecánicamente relaciones so-
orden diverso a las previamente establecidas. ciales de producción diferenciadas y opuestas. Por
otro lado, en situaciones de producción de excedente
Con el reparto de tareas, la producción social el reparto de tareas, como mecanismo organizativo
pasa a depender de contextos particulares de la pro- para incrementar la productividad, puede
ducción, lo que supone una fragmentación del suje- redimensionarse con el fin de mantener la disime-
to social global, al redimensionarse éste en sujetos tría social.
sociales particulares. La división del trabajo crea un
nuevo marco relacional, constituyéndose en condi-
ción objetiva de contextos sociales particulares que División social del trabajo y propiedad
dan lugar a percepciones subjetivas diferenciadas
en los sujetos sociales, de acuerdo con el contexto El requisito para establecer la existencia de la
material de la producción que ocupan. La división explotación consiste en determinar que ciertos su-

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jetos sociales no tienen acceso a su parte corres- trabajo. Las propias tareas particulares de los suje-
pondiente del producto social. Sea cual sea la divi- tos sociales los emplazan en diferentes campos del
sión técnica del trabajo, si no hay disimetrías entre proceso de la producción, con lo cual pueden llegar
el producto social y el consumo individual no se a alienarse de la producción global. Dicha ubica-
puede hablar de explotación. Sólo podemos referir- ción abre el camino a una disimetría en la distribu-
nos a la propiedad cuando se instaura la explota- ción y a la división social de trabajo.
ción. De la misma manera que el excedente sólo
puede ser entendido en relación a la explotación, La división social del trabajo diferencia a los su-
ésta sólo puede entenderse en función de la propie- jetos como fuerza de trabajo directamente relacio-
dad. La tríada excedente-explotación-propiedad es nada con el recurso natural o bien como fuerza de
la nueva condición de la sociedad dividida. trabajo que proporciona los medios de producción,
las labores de mantenimiento o conservación de los
Nos parece incorrecto denominar propiedad co- productos o las actividades requeridas para la dis-
lectiva a situaciones de posesión comunitaria de los tribución del producto que la sociedad haya
productos sociales en comunidades donde no se dan implementado. La división social del trabajo supo-
explotación, ni excedentes. La noción de propiedad ne el punto de partida de la conciencia de que se
colectiva surge precisamente en oposición a la de puede obtener plusvalía mediante sobreproducto,
propiedad privada, como mecanismo para limitar o gracias a una organización más «racional» del tra-
acotar la usurpación material por parte de determi- bajo. Condición social antes inexistente5.
nados individuos o grupos (por ejemplo, la salva-
guarda de tierras comunales medievales ante la Estas nuevas condiciones objetivas, al presupo-
expansión de la propiedad feudal). En este sentido, ner la existencia de lugares particulares de
tanto propiedad privada como colectiva o pública recurrencia de individuos, aportarán una nueva di-
son resultado de la lucha social que supone la ob- mensión a la subjetividad de éstos. Estos grupos de
tención y apropiación de excedentes. implicación de individuos con unas relaciones so-
ciales restringidas y específicas, correlato de expe-
Para que la apropiación del excedente se mani- riencias diferenciadas, engendrarán nuevas concien-
fieste deberán establecerse en el seno de la produc- cias de cohesión de un orden diferente al que les
ción social unas relaciones sociales de producción que había conformado como sujetos sociales y que eran
enfaticen lo particular sobre lo social. Dependiendo originarias de la sociedad como un todo. Con el es-
de las nuevas condiciones objetivas surgidas de la tablecimiento de las relaciones sociales por inter-
fragmentación del sujeto social global, lo individual medio de la división social del trabajo entre grupos
surgirá vinculado a los sujetos sociales particulares. de individuos, la ubicación de tales grupos con res-
pecto a la producción generará conciencias particu-
Estas nuevas condiciones objetivas particulares lares derivadas de la experiencia de su propia prác-
generadas a partir de la división social del trabajo tica económica. Así pues, el individuo como produc-
exigen que el sujeto se construya ahora no sólo a to social también se construye como producto de
partir de la producción y las relaciones de la vida las relaciones específicas con su trabajo particular.
social general, sino también a partir del lugar que
ocupa en el proceso de trabajo por mediación de la
división social del trabajo. El ámbito fáctico del in-
dividuo en la producción, es decir, el mundo de su 5
Dicha condición posibilitará a lo largo de la historia la dico-
contexto de trabajo y reproducción, ahora con dos tomía intelectual en torno al concepto de racionalidad y sus
caras, particular y social, reconstruirá al sujeto de implicaciones al nivel de la acción política. Por una parte, se es-
una manera específica. El sujeto se apropiará de tablecerá una posición que ve en la «razón social», existente o
aquello que le vincula a la producción, lo cual per- anhelada, un medio para lograr el bien común. A tal fin, se gene-
rará una ética sobre las conductas socialmente necesarias. Por
mitirá que ciertos sujetos sociales pasen a mediati- otro lado, se producirá una línea de pensamiento que imagina
zar la propiedad como vehículo para asegurar que una razón absoluta en el plano de la metafísica. Desde esta pers-
las relaciones de distribución resulten beneficiosas pectiva, el bien común no será tal si no se ajusta a la idea de un
a nivel individual. bien absoluto, cuya definición pertenece al ámbito de la moral,
como conjunto de normas esencialmente correctas de obligado
cumplimiento. Los conflictos entre las doctrinas inspiradas en
En suma, ante la exigencia inicial de aumento una u otra concepción de la razón resumen en buena parte lo
de la productividad bastaba acudir a la división téc- que se ha dado en llamar historia de la filosofía, historia de las
ideas políticas e, incluso, historia de las religiones. Nada de ello,
nica del trabajo, implementada mediante medios de sin embargo, habría sido posible ni imaginable sin la división
producción específicos, o a la ubicación de diversos social del trabajo, es decir, sin las nuevas condiciones materiales
individuos en los diferentes pasos del proceso de que darán sentido a las conciencias.

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La propiedad se establece cuando algunos de los el acceso al consumo deviene de las propias condi-
grupos usurpan una parte no correspondiente del ciones de la producción y no de supuestas relacio-
producto social o de las condiciones objetivas que nes sociales o ideológicas paralelas a la misma ni
lo procuran. No puede existir propiedad sin apro- de voluntades o moralidades metafísicas ni de una
piación, de manera que la existencia de propiedad supuesta «esencia» natural humana. Bien al con-
conlleva la usurpación de uno o varios sujetos so- trario, el cambio social que conlleva la instauración
ciales por otro u otros sujetos. La propiedad conso- de la explotación transformará los hábitos sociales
lida la división de la sociedad en clases, con sujetos o ideologías originales e integradoras de la socie-
apropiadores y sujetos expropiados. dad, en las cuales las diferencias entre las esferas
económicas sociales y políticas apenas eran percep-
La usurpación que devendrá conciencia de pro- tibles. Serán sustituidas por nuevas prácticas socia-
piedad procede en primera instancia del lugar o si- les basadas en la alienación que obligarán a los in-
tuación que los sujetos sociales particulares, el/la dividuos a ser distinguidos según la nueva conside-
trabajador/a o los grupos de trabajadores/as, osten- ración social del trabajo que han inaugurado,
ten en cada uno de los procesos de la producción. desintegrarán lo social y exigirán nuevos mecanis-
Así, los/as trabajadores/as relacionados/as directa- mos de cohesión entre las esferas económica, so-
mente con los recursos naturales están por defini- cial e ideológica que en esos momentos ya están
ción alejados/as del producto en el caso de que el definidas nítidamente. Tal consideración social de-
consumo de éste dependa de otros procesos poste- penderá ahora de las prácticas sociales e ideológi-
riores. De la misma manera, los individuos que pro- cas que se instaurarán para mantener el nuevo or-
cesan los productos finales, transformándolos, por den. Frente a las teorías sociales iniciadas con
ejemplo, en comida, también estarán alejados del Durkheim (1982) 6 que sostienen que la división so-
origen de la producción de los mismos y depende- cial del trabajo cohesiona la sociedad, deberá en-
rán del aporte de aquéllos. tenderse que dicha división es esencialmente
desintegradora y que la integración social sólo se
En cambio, quienes proporcionan los medios de logra sobre la base de la alienación generada por la
producción para incrementar la productividad o ideología.
quienes gestionan la distribución del producto para
el consumo individual tienen la llave para decidir el
aporte de medios de producción o la forma de dis- Explotación
tribución del producto, puesto que ofertan, respec-
tivamente, los medios para que la productividad no La investigación histórica desde la perspectiva
exija sobretrabajo y para que la distribución respe- marxista exige, por un lado, la investigación de la pro-
te las condiciones sociales establecidas. Es por ello ducción a partir de los diversos procesos de trabajo
que la sociología marxista ha querido ver en los social y, por otro, de las relaciones sociales a partir
poseedores de los medios de producción o en los del lugar que ocupan los sujetos sociales en la pro-
trabajadores no directos el germen de la propiedad ducción y en la sociedad como agentes y a la vez
como umbral de la explotación. Esto, unido a la alie- productos de las relaciones sociales de producción.
nación de los/as trabajadores/as directos/as tanto
en el primer paso de la producción (el sujeto frente Sobre esa base será posible establecer la exis-
a los recursos naturales), como en el último (el suje- tencia en la historia de condiciones materiales ob-
to frente al producto social ya constituido) generó jetivas que, mediante la obtención de excedentes
socialmente una idea de dependencia material a generados a través de plusvalías y la implantación
partir de la cual se pudo gestar la apropiación. de la usurpación legitimada como propiedad, de
terminen a su vez la existencia de relaciones socia-
Por todo ello, sugerimos que las relaciones so- les de producción que conducen a la explotación de
ciales de la producción no surgen, en primera ins- unos sujetos sociales sobre otros.
tancia, de una esfera política independiente, sino
de la misma producción y de la división social del Como hemos indicado, la división social del tra-
trabajo que, tras los procesos de enajenación del bajo posibilita un cambio en el valor de los objetos
producto para un consumo diferenciado (explota- sociales que redunda en un cambio en la simetría
ción), implicará que ciertos grupos de individuos de los sujetos sociales. La apropiación de los me-
instauren un nuevo orden social que respete la pro-
piedad y los mecanismos de explotación que ella
conlleva. Esta disimetría entre los distintos grupos
de individuos en el proceso de trabajo supone que 6
Edición original francesa de 1893.

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dios de producción, de la fuerza de trabajo o de los ponemos la consideración de estos tres tipos de pro-
productos en los procesos de distribución se con- ducción debido a que, desde la economía política
vierte en un mecanismo de enajenación del produc- clásica, lastrada por el peso de perspectivas
to social global, que se traduce en explotación. Esta economicistas y androcéntricas, se ha tendido a
se materializará en dos dimensiones, por un lado a e n f a t i z a r la p r o d u c c i ó n de o b j e t o s sociales
través de un aporte de trabajo disimétrico a la pro- minusvalorando u ocultando las otras dos. Colocar
d u c c i ó n s o c i a l , con i n v e r s i ó n e n e r g é t i c a no las tres producciones en el mismo plano de necesi-
homologable entre los sujetos sociales, y por otro a dad para la producción social exige inevitablemen-
través del consumo diferenciado del producto so- te su valoración conjunta a la hora de emprender
cial global. La explotación involucra igualmente a cualquier investigación.
los sujetos sociales que configuran las condiciones
objetivas de la vida social, a las mujeres y a los hom-
bres, de manera que la diferenciación sexual se La producción básica
muestra como una de las dimensiones fundamen-
tales de las relaciones sociales de producción La reproducción biológica cumple todas las con-
disimétricas. diciones para ser considerada como un trabajo pro-
ductivo, pues implica un gasto de fuerza de trabajo
La explotación engendra la negación de los su- y genera un producto final con valor social. La pro-
jetos sociales desposeídos de parte del producto ducción básica puede efectuares sin medios de tra-
social que les corresponde, y genera una ideología bajo. Sin embargo, ello ocurre también en otros
que oculta la verdadera realidad de su presencia en muchos procesos productivos (por ejemplo, gran
la producción social global, legitimando la usurpa- parte de las tareas de recolección de alimentos), por
ción del excedente y conformando una construcción lo que no representa un factor indispensable en las
alienada de los individuos respecto a las condicio- prácticas productivas.
nes objetivas materiales de su existencia. Inevita-
blemente, la consolidación de la disimetría social y El reconocimiento de la producción básica impli-
de los m e c a n i s m o s de e x p l o t a c i ó n e x i g i r á ca la consideración de la reproducción biológica
adicionalmente el desarrollo de sistemas coerciti- como un proceso de trabajo específico, lo cual evita
vos que aseguren la continuidad de la usurpación y explícitamente la pretendida definición natural del
la perduración de las relaciones sociales de la pro- mismo. Considerar la producción básica introduce
ducción que la posibilitan. además una dimensión específica a la reproducción
social, puesto que constituye la única producción
en la que la obtención de plusproducto, ya sea para
2. LA PRODUCCIÓN DE LA V I D A SOCIAL incrementar la fuerza de trabajo o para compensar
pérdidas de la misma, no depende en ningún caso
Tras revisar las bases de la teoría social marxis- de mejoras de los medios de producción o de la in-
ta, hemos considerado necesario introducir una nue- troducción de sistemas de reparto de tareas que
va perspectiva en la valoración de la producción de incrementen la productividad. Sólo el sobretrabajo
la vida social. Hasta ahora hemos tenido en cuenta de las mujeres permite un incremento de la produc-
de manera global la producción social, pero si que- ción de hombres y mujeres.
remos proceder a situar en el lugar que les corres-
ponde aquellos ámbitos de la producción que habi- La participación de las mujeres en la producción
tualmente han quedado al margen de las investiga- social a través de la reproducción se muestra como
ciones históricas, deberemos pasar a definir la pro- un trabajo socialmente necesario. Toda la produc-
ducción en sus distintos planos. ción básica resultante del trabajo de las mujeres se
configura como materialidad social colectiva, pues-
Consideramos que toda sociedad se reproduce to que los hombres y las mujeres se incorporan a la
mediante tres tipos de producción. La producción vida social. Por definición, la producción básica im-
básica, la producción de objetos sociales y la pro- plica un sobretrabajo para sus trabajadoras. Sin
ducción de mantenimiento. La producción básica embargo, dicho sobretrabajo puede verse compen-
alude la generación de nuevas/os mujeres y hom- sado mediante el acceso indiferenciado al producto
bres, la futura fuerza de trabajo; la producción de social global y/o a través de la gestión de la vida
objetos hace referencia a los alimentos y a todo tipo social. En cambio, cuando las mujeres pierden el
de implementos para el consumo o el uso; la pro- control sobre el producto social en el marco de una
ducción de mantenimiento está destinada a con- situación de fragmentación del sujeto social global,
servar y mantener los objetos y sujetos sociales. Pro- la división sexual del trabajo pasa a configurarse

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como ruptura social que transforma la diferencia La producción de mantenimiento


de sexo en disimetría social. En tal caso, la produc-
ción de excedentes en la reproducción biológica La producción de mantenimiento está destinada
únicamente puede lograrse mediante la plusvalía a conservar y mantener los sujetos y objetos socia-
absoluta. les. Esta producción permite aumentar el valor so-
cial de las cosas sin necesidad de cambiar su valor
de uso, incrementándolo artificiosamente o bien por
La producción de objetos la inversión de trabajo en una mejora de sus carac-
terísticas físicas, químicas, afectivas o estéticas. La
La producción de objetos incluye la consecución producción de mantenimiento puede ser un elemen-
y procesado de los alimentos y la fabricación de los to clave para aumentar la fuerza productiva de un
implementos, que configuran, junto a las mujeres y proceso de producción y para impedir el agotamien-
los hombres, la materialidad de una sociedad. to de los sujetos y los objetos sociales.

La producción de alimentos está orientada a la Las relaciones sociales que conforman la produc-
adquisición de medios subsistenciales para los hom- ción de mantenimiento, así como los productos que
bres y mujeres. Las propias exigencias nutricionales conserva o mantiene esta producción, muestran una
de los individuos impulsan esta producción. Este especificidad propia, así como vínculos específicos
ámbito de la producción de objetos abarca todos con respecto a los otros dos tipos de producción.
los procesos de trabajo que conducen a la disponi-
bilidad para el consumo de los mismos, desde la El reconocimiento de la producción de manteni-
producción primaria de materia natural destinada a miento evita permanentizar la jerarquía entre pro-
la reposición energética de hombres y mujeres, hasta ducción y servicios, con el correlato de valoración
el propio cocinado de la comida, sin el cual no es social diferencial entre productores/as y servidores/
posible completar la producción destinada a la ali- as. No obstante, la dependencia de la producción
mentación. de mantenimiento en relación a la producciones
básica y de objetos instaura las bases para una de-
La producción de implementos o artefactos pue- pendencia social de quienes se especializan en las
de destinarse a la obtención de medios de trabajo y tareas de mantenimiento-servicios, al establecerse
de artefactos de consumo. Los medios de trabajo contextos productivos subordinados y particulares.
son aquellos implementos que podrán ir destina- De hecho, en la producción de mantenimiento no
dos a su incorporación a otros procesos de trabajo se generan nuevos productos, sino que el producto
de la producción de vida social. Tienen, por lo tanto, final resulta el mismo que constituía el objeto de
un destino mediador en la propia producción. Sea trabajo inicial. Por esta razón, el trabajo implicado
cual sea la exigencia social que impulsa la produc- en el mantenimiento ha tendido a ser considerado
ción de medios de trabajo, ésta se gestará en el de bajo valor social. No obstante, esta concepción
ámbito de la producción de objetos implementarios, oculta que sin el concurso de la producción de man-
ya sean los instrumentos necesarios para activida- tenimiento la mayoría de los productos sociales no
des de otras producciones de objetos alimentarios podrían incorporarse al consumo social. Dicha ocul-
o implementarios, o para actividades de la produc- tación ha constituido la base de ideologías que en-
ción de mantenimiento (de objetos o de sujetos so- mascaran el valor del trabajo de la producción de
ciales) e, incluso, para la reproducción biológica en mantenimiento en favor del trabajo en la produc-
la producción básica. ción de objetos.

Por su parte, los artefactos de consumo son Resumiendo, los hombres y las mujeres ligados/
aquellos objetos destinados directamente a su uti- as a la producción de mantenimiento pueden que-
lización y amortización. Tienen, en consecuencia, dar ocultos por las producciones básica y de obje-
un carácter consuntivo final. Su producción tam- tos sociales, de las que dependen, con lo que pue-
bién deviene de exigencias sociales, aunque, en den fácilmente desarrollarse disimetrías en la inver-
este caso, los artefactos de consumo se destinan sión de energía en el trabajo que beneficien a los
a actividades ajenas a los procesos de trabajo. sujetos sociales particulares vinculados a otras pro-
Las actividades relaciónales de los sujetos socia- ducciones. Frente a tal posibilidad, reiteramos que
les, en los órdenes político, ideológico o lúdico, conservar y mantener a los sujetos y a los objetos
demandan gran parte de los artefactos de consu- sociales constituyen tareas necesarias que no de-
mo que la producción de objetos sociales sumi- ben ser obviadas en el análisis de la producción de
nistra. la vida social.

AstigiVetus, ng 1,2001
^o Pedro V. Castro, üylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M Q Encarna Sanahuja Yll

cesaria para realizar la reproducción biológica (infra).


Podría pensarse que el conocimiento, en espe- En la producción de mantenimiento OT es un pro-
cial su generación y transmisión, son parte de la ducto sujeto a procesos de conservación o mante-
producción de mantenimiento o, incluso, que for- nimiento, tanto si dicho producto constituye un ob-
man un tipo de producción específico. Sin embargo, jeto social como si se trata de individuos. En la pro-
todas las actividades, tengan o no un carácter eco- ducción de objetos, OT es sinónimo de recursos na-
nómico, generan y requieren en mayor o menor turales 7 o materias primas. Igualmente constituyen
medida algún tipo de conocimiento. A su vez, los OT las fuentes de energía que se incorporan a los
conocimientos atraviesan transversal y verticalmen- procesos productivos (combustibles).
te todas las producciones, en la medida en que exis-
ten conocimientos que trascienden ámbitos de pro- FT es la fuerza de trabajo. Hace referencia al tra-
ducción concretos, mientras que otros resultan ex- bajo de las mujeres y de los hombres en cuanto su-
clusivos de ciertos trabajos. Por esta razón, la divi- jetos sociales de la producción. £l factor trabajo
sión social del trabajo también puede alejar ciertos supone la inversión de energía por parte de los su-
conocimientos respecto al ámbito económico en que jetos sociales en el proceso de transformación de
éstos se aplican, para convertirlos en un instrumen- OT en P. Esta inversión de energía supone que los
t o de poder y control social. sujetos sociales que aportan FT son los/as produc-
tores/as. La capacidad individual, habilidades apren-
didas, conocimientos y experiencia mejoran la efi-
Los factores de la producción cacia de FT en situaciones de reparto de tareas, de
manera que la experiencia como FT contribuye a la
Cada una de las tres producciones de la vida productividad y constituye una condición objetiva
social imbrica formas productivas y procesos de tra- de la división técnica y social del trabajo.
bajo que le son propios. A la vez, en cada una de
ellas se reconocen varios factores que configuran el La FT de la producción básica procede de un su-
denominado «esquema económico básico» (Risch jeto social específico, las mujeres, lo que supone el
1995) y que pueden ser resumidos en la siguiente punto de partida de la diferencia sexual. En la pro-
formulación: ducción de mantenimiento de objetos, la FT se in-
corpora a procesos de trabajo ajenos a la génesis
OT + FT + M T = > P del producto, de manera que quienes participan en
las tareas de mantenimiento pueden encontrarse en
OT es el objeto de trabajo. Constituye la mate- una posición de dependencia respecto a los sujetos
rialidad que va servir de base y soporte para las sociales que participan en la producción de los ob-
transformaciones que, mediante el trabajo, gene- jetos sociales que constituyen el factor OT de esta
ran el producto. Forma el segmento del mundo físi- producción. Esta situación constituye una condición
co incorporado a la producción. No podemos consi- objetiva material que facilita la implantación de re-
derar que OT equivalga a la materialidad natural en laciones de explotación. Mención aparte merece el
un sentido estricto, puesto que desde el momento mantenimiento de la vida humana, donde en oca-
en que la materia natural es afectada por la vida siones los hijos/as pueden ser usurpados a pesar de
social adquiere dicho carácter social. Por tanto, OT que las mujeres hayan participado tanto en la pro-
se define como naturaleza socializada. ducción básica como en la de mantenimiento.

OT es el primer elemento de la producción, el M T son los medios de trabajo. Se trata de todos


origen del aporte de materia y de energía social- aquellos objetos sociales destinados a formar parte
mente útiles. Desde Aristóteles hasta los fisiócratas de los procesos de trabajo de cualquiera de las pro-
se ha considerado que la tierra, como único elemen- ducciones sociales. Los MT incrementan la produc-
to que da más de lo que recibe, es la base de la
actividad económica y el principio estructurador de
la acción colectiva en muchas sociedades. Sin em-
7
bargo, en esta concepción se obviaba la realidad En una anterior publicación colectiva (Castro eí a///1996c),
el término recursos naturales (RN) ocupaba de forma aproxima-
global de la producción de vida social. Por tal ra- da lo que ahora hemos definido como OT. Las razones de este
zón, debe incluirse en el concepto OT todo soporte cambio obedecen a que el concepto RN estaba demasiado liga-
inorgánico (tierra) u orgánico (biomasa) sobre el que do a la producción de objetos, entendido exclusivamente como
se efectúa el trabajo. De esta manera, el cuerpo de materia prima. De ahí que fuera un tanto reduccionista aplicarlo
al resto de las producciones. OT, en cambio, no posee esta con-
las mujeres constituye el factor OT de la producción notación y ofrece mejores posibilidades para designar la mate-
básica, además de aportar la fuerza de trabajo ne- rialidad social involucrada de partida en toda producción.

Astigi Vetus, nº 1, 2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 21

tividad de los procesos de trabajo, mediatizando la les. En la producción básica, P son los propios hom-
relación entre FT y OT. La disponibilidad de MT en la bres y mujeres en cuanto base de la vida social. En
producción de objetos y mantenimiento de los mis- la producción de objetos, P son aquellos alimentos
mos constituye el factor crucial para obtener un e implementos necesarios para la reproducción so-
plusproducto sin invertir un sobretrabajo en la pro- cial. En la producción de mantenimiento, P es un
ducción. Esta relación transitiva mediadora entre los estado nuevo, en un tiempo posterior, del propio
otros dos factores de la producción supone que las producto que constituía el factor OT del proceso de
mujeres y hombres que proporcionan los MT se en- trabajo. Por esta razón, el trabajo implicado en el
cuentren, en situaciones sociales de división del tra- mantenimiento ha tendido a ser considerado de bajo
bajo, en condiciones objetivas materiales para apro- valor social al no incorporar nuevos productos a la
piarse de los mismos y para imponer con ello rela- vida social, sin tener en cuenta que, sin el manteni-
ciones de explotación. miento, muchos de los productos no podrían seguir
siendo aptos para el consumo.
Resulta posible la existencia de procesos producti-
vos en los que no resulten necesarios MT y en los que
la relación entre FT y OT sea directa. En tal caso, la Las formas de la explotación y los modos
obtención de plusproducto sólo es posible mediante de reproducción social
el sobretrabajo o mediante la división eficaz de tareas.
Todas las producciones son hechos sociales en
En la producción básica no son necesarios los MT. cuanto involucran mujeres, hombres y objetos pro-
Estos, en caso de existir, no resultan relevantes para ducidos y consumidos por la vida social. La distan-
incrementar la producción, que sólo es posible gra- cia entre producción y consumo define lo que he-
cias al sobretrabajo de las mujeres (supra). Esta rela- mos denominado explotación (supra). La explota-
ción directa FT-OT ha sido utilizada en la legitima- ción se genera mediante mecanismos de apropia-
ción de la división sexual del trabajo, naturalizándola ción. Cualquiera de los cuatro factores (OT, FT, MT y
y atendiendo únicamente al plano OT de las mujeres P) implicados en las tres producciones (básica, ob-
en la gestación y el parto, lo que implica obviar el jetos sociales, mantenimiento) es susceptible de ser
factor FT que supone. Las mujeres se enfrentan a las apropiado por agentes ajenos al/la propio/a produc-
relaciones sociales de producción con una única po- tor/a que proporciona la FT. En función de este con-
sibilidad para evitarla implantación de una situación cepto se definen dos tipos de individuos o grupos
de explotación: mantener el control sobre su cuerpo de individuos: unos/as que usurpan y, necesariamen-
y los productos que proporciona. te, otros/as que están en la tesitura de ser apropia-
dos/as en cuanto a su cuerpo, su fuerza de trabajo o
En la producción de objetos sociales y en la de los objetos que gestionan directamente (medios de
mantenimiento, los MT son aquellos implementos producción y productos). No cabe la posibilidad de
que posibilitan la obtención de los productos, así propiedad sin usurpación. En términos energéticos,
como la realización de los procesos de conserva- podemos decir que la explotación es resultado de
ción y mantenimiento. Entre los MT se incluye la un reparto desigual de los costos y beneficios ma-
fuerza de trabajo de origen animal, puesto que los teriales y energéticos dentro de una sociedad.
animales, en tal caso, constituyen implementos so-
ciales destinados a la producción. La apropiación puede tener lugar en uno, varios
o todos los factores de la producción, lo cual permi-
Ciertos procesos de producción alimentaria y de tirá identificar las formas de explotación social. Por
mantenimiento de individuos no exigen la media- lo tanto, la pregunta que debe formularse para de-
ción de MT, sino únicamente la aportación de FT. Al finir las formas de explotación en una sociedad con-
igual que en el caso de la producción básica, estos creta es, por un lado, ¿quiénes realizan el hecho
procesos de trabajo también han solido ser enaje- social de la producción de hombres y mujeres, de
nados de la vida social y reducidos al ámbito de lo objetos y del mantenimiento de los anteriores? y,
natural. Quizás por ello no resulte casual que en la por otro, ¿quiénes se benefician particularmente
división social del trabajo este tipo de tareas se asig- (consumo) de los productos resultantes? Habrá
nen habitualmente a mujeres. igualmente que considerar que las formas de apro-
piación pueden ir acompañadas o no de mecanis-
P es el producto. Se considera producto a la mos de alienación, los cuales tienen por objeto ocul-
materialidad social resultado de las tres produccio- tar y/o alejar de la conciencia del hombre o la mujer
nes de la vida social. Son productos sociales tanto explotada los mecanismos de apropiación que ha-
los hombres y las mujeres como los objetos socia- cen posible dicha explotación.

Astigi Vetus,nºl, 2001


22 Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M a Encarna Sanahuja Yll

El lugar que ocupan individuos o grupos de hom- Objetos de trabajo: artefactos, arteusos
bres y mujeres en función de los mecanismos de y circundatos9
apropiación definirá las relaciones sociales de pro-
ducción (RSP) en cada una de las tres producciones. Arqueológicamente, el factor OT queda identifi-
RSP son síntesis relaciónales que se manifiestan y cado por el plano de expresión de los arteusos de
cobran realidad en la esfera de las prácticas socia- los objetos arqueológicos, puesto que OT constitu-
les (¡nfra). La combinatoria de las RSP de cada pro- ye el segmento del mundo físico apropiado, gestio-
ducción conformará los modos de reproducción so- nado o agotado por la producción social. En la pro-
cial (MRS). ducción básica, los restos óseos de las mujeres pro-
porcionan información sobre la dimensión arteusual
En las teorías clásicas del marxismo, las RSP han de su cuerpo y sobre su participación en la repro-
sido concebidas únicamente desde la perspectiva ducción biológica. En la producción de objetos so-
de la producción de objetos sociales8. Así, se ha de- ciales, OT son las materias primas empleadas en los
nominado feudalismo a la usurpación de los OT, procesos productivos, ya sea la tierra, las fuentes
esclavismo a la usurpación de la FT y capitalismo a de energía o ciertos segmentos de biomasa. En la
la usurpación de los MT, mientras que en las formas producción de mantenimiento de objetos, los arte-
asiáticas la apropiación se centra sobre todo en el factos ocupan, metafóricamente, el papel de OT en
factor P Sin embargo, si consideramos las tres pro- los procesos de trabajo correspondientes, mientras
ducciones de la vida social podremos valorar de que en el mantenimiento de los individuos, los es-
manera más global y matizada las formas de explo- queletos de mujeres y hombres pueden informar
tación. En la producción básica, la explotación pue- sobre la incidencia de esta producción.
de generarse con la apropiación de las mujeres como
OT y FT por parte de los hombres o bien en la usur- El estudio de los arteusos es objeto de las aproxi-
pación del producto (hijos/as) de las productoras maciones paleoecológicas, que tratan de dar cuen-
directas de la reproducción biológica. En la produc- ta de la selección social del medio natural. Para ello,
ción de mantenimiento, la usurpación se puede cen- resulta necesario conocer, además del segmento del
trar en cualquiera de los factores productivos, aun- mundo físico apropiado socialmente, el estado del
que habitualmente la propiedad crucial para esta- medio físico global. A pesar de que las dificultades
blecer relaciones de explotación es el producto so- para una valoración correcta de los recursos natu-
cial objeto del mantenimiento, que es a la vez OTy rales son considerables, proponemos la investiga-
P, aunque también la usurpación de FT asegura la ción del plano de los circundatos de los objetos ar-
explotación de los/as productores/as de servicios. queológicos. Los circundatos informan de las dimen-
siones del mundo físico que no comprenden la so-
cialización de la materia natural. Igualmente, infor-
3. MATERIALIDAD SOCIAL Y ARQUEOLOGÍA man de los parámetros biológicos del cuerpo de las
mujeres en cuanto a OT de la producción básica.
El desarrollo de la teoría social en dirección a la
teoría arqueológica exige establecer claves para
desocultar y reconocer los factores de la produc- La fuerza de trabajo
ción en la materialidad social. Para ello, es necesa-
rio establecer la transitividad existente entre la pro- El factor FT se expresa en forma de inversión de
ducción social y las evidencias arqueológicas. El es- energía humana en la producción. Este gasto de
tudio arqueológico de los productos, de los dese- energía puede ser estudiado desde dos dimensio-
chos de producción y de los medios de producción nes, el propio esfuerzo de los sujetos sociales y el
permite identificar los lugares de la producción y trabajo invertido en los productos. FT, como gasto
establecer cuáles son los MT que participan en el energético, resulta reconocible en la transformación
ciclo reproductivo. El trabajo gastado por las muje- física conseguida, es decir, en los productos resul-
res y los hombres e invertido en los productos per- tantes, así como en los residuos de la FT que son los
mite ubicar a los individuos en la producción. restos humanos.

El desgaste, patologías y modificaciones deriva-


das de los esfuerzos y condiciones materiales del

8
Excepto en algunas aportaciones del feminismo materialis-
9
ta (por ejemplo, Delphy 1982, Falcón 1981/1982) y de la antro- Véase Lull (1988) para una definición inicial de los planos
pología marxlsta (por ejemplo, Meillassoux 1977). de expresión de los objetos arqueológicos.

Astigi Vetus, ns 1,2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 23

proceso de trabajo pueden ser observados en los en su forma concreta y útil, sino también en su for-
restos físicos de los sujetos sociales, de los/as pro- ma abstracta y productiva (Marx 1959: 8 y ss.)10.
ductores/as. Con ello, estaremos en situación de vin-
cular los citados efectos laborales con los parámetros El valor de uso de los artefactos en cuanto me-
de sexo y edad de los individuos. En el caso de la dios de trabajo puede determinarse sobre la base
producción básica, los restos de las mujeres nos in- del estudio de sus cualidades funcionales (materia,
formarán de las incidencias de la gestación y del forma y superficies activas). Para asegurar la utili-
parto. Así mismo, estimando el estado de nutrición, zación de los artefactos en procesos productivos
higiene y salud de los individuos podremos aproxi- específicos debemos contar con su ubicación en
marnos a la simetría o disimetría entre el desgaste contextos arqueológicos relaciónales, donde sea
por trabajo y el acceso al producto social expresado posible establecer la relación transitiva entre los MT
mediante el consumo de alimentos y el beneficio de y otros objetos arqueológicos, bien sean materias
tareas de mantenimiento. primas, residuos de producción o productos. Igual-
mente, resultará posible determinar el uso, eficacia
En segundo lugar, el trabajo invertido en los pro- y amortización de los medios de trabajo mediante
ductos puede determinarse estimando el gasto ener- las huellas de uso y/o desgaste existentes en el pro-
gético exigido en los procesos de producción nece- pio artefacto.
sarios para la obtención y/o mantenimiento de los
mismos. De este modo, podremos establecer el vo- La aproximación a los medios de trabajo tam-
lumen de trabajo necesario para lograr un producto bién puede abordarse desde los propios productos.
determinado, a la vez que definir la secuencia del En ellos se materializan los procesos de trabajo que
proceso y la posible intervención de distintos suje- involucraron ciertos MT. Las huellas del trabajo de
tos sociales en el marco de la división del trabajo. los MT en los productos informan sobre la utiliza-
Para determinar el producto social de la producción ción de aquéllos en la obtención de éstos.
básica, será necesario estimar los parámetros de-
mográficos y vincular las necesidades de la repro- La producción básica y, en muchas ocasiones, la
ducción biológica, tanto para mantener el nivel del mantenimiento de individuos, no incluyen ge-
poblacional, reponiendo nuevos individuos en fun- neralmente MT. Para su estudio contamos con la in-
ción de las tasas de mortalidad, como para incre- formación sobre OT y FT. En la producción básica,
mentar, en su caso, el tamaño global de la pobla- las estimaciones demográficas (mujeres y hombres
ción. En lo que respecta a la producción de mante- en cuanto P) indican el volumen de la misma.
nimiento, pueden llegar a conocerse los cuidados
dedicados a los individuos en cuanto productos so-
ciales, así como las labores de conservación nece- Los productos: arteusos y artefactos
sarias para el almacenamiento de productos
alimentarios o implementarios. Así mismo, el grado Los productos básicos de la sociedad son las
de aprovechamiento de los productos mediante mujeres y los hombres, que constituyen condicio-
mantenimiento (revalorización de medios de pro- nes objetivas materiales de la vida social. El conoci-
ducción, reparación de productos) informará de la miento arqueológico que podemos obtener de és-
intensidad de la inversión de trabajo previa a la tas proviene fundamentalmente del estudio de los
amortización de los objetos. propios restos humanos. En cuanto materia natural
socializada, la materialidad de los hombres y las
mujeres se muestra con una dimensión de arteuso.
Medios de trabajo: artefactos mediales A través del estudio de los restos biológicos de los
individuos se obtiene información sobre su condi-
Los medios de trabajo son implementos media- ción biológica (sexo y edad), así como sobre las re-
dores en la producción que constituyen percusiones de las condiciones materiales de su
arqueológicamente artefactos, es decir, objetos so- existencia (trabajo, alimentación, salud, higiene).
ciales producidos como materia física transformada.
En la producción de objetos sociales, podemos
Los instrumentos de trabajo, cualquiera que sea distinguir la producción de alimentos y la de imple-
su nivel de desgaste, suelen ser las únicas eviden- mentos. Los alimentos, como productos
cias arqueológicas que pueden permitir una valora-
ción cualitativa (cómo se ha producido) y cuantita-
tiva (cuánto se ha producido) del sistema económi-
co y, por lo tanto, acceder al factor trabajo no sólo 10
Primera edición original en alemán, 1867.

Astigi Vetus, nQ 1,2001


24 Pedro V. Castro, Sylvia Gilí, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M 9 Encarna Sanahuja Yll

subsistenciales, participan en el ciclo reproductor en Será necesario establecer el valor social de los pro-
calidad de regeneradores de energía humana, por ductos, ya que de aquél depende su carácter
lo que su consumo efectivo dificulta su constata- excedentario. El valor social del producto no es algo
ción arqueológica. La conservación arqueológica de absoluto, sino que se establece a partir de la rela-
los alimentos, de no mediar mantenimiento expre- ción existente entre la producción social y el consu-
so, suele ser casual o bien detectarse a partir de los mo individual, según cada situación históricamente
arteusos residuales de la alimentación (restos de determinada de la materialidad social. En conse-
vegetales, conchas de moluscos, restos óseos), lo cuencia, el excedente sólo puede ser determinado
que suele permitir una identificación cualitativa de (1) desde un análisis de la globalidad del sistema
la producción (qué se producía), pero no una valo- de producción y (2) desde la definición de la fun-
ración cuantitativa directa. Para ello, deberá acudirse ción que desempeña el artefacto o arteuso dentro
a índices métricos que permitan estimaciones cuan- del esquema económico expuesto.
titativas indirectas mediante el recurso a dimensio-
nes absolutas de referencia' 1 . Los medios de producción, su distribución espa-
cial y su relación con los espacios de consumo per-
En la producción de implementos también exis- miten definir el carácter del sistema de producción.
te la posibilidad de una pérdida de información ar- Para ello será necesario conocer las prácticas socia-
queológica, especialmente cuando los artefactos les que acontecen en una formación económico-
fueron manufacturados a partir de materias primas social, es decir, las formas de relación entre hom-
susceptibles de reutilización o reciclado en nuevos bres, mujeres y objetos sociales en las áreas y luga-
procesos productivos. El ejemplo más claro sería la res de actividad social. Las prácticas sociales tienen
p r o d u c c i ó n de objetos de m e t a l , que pueden la finalidad de reproducir la vida social y es en ellas
refundirse para la producción de otros nuevos. Este donde podremos determinar el ámbito de la pro-
aprovechamiento máximo de la dimensión arteusual ducción, la distribución y el consumo desde el estu-
del artefacto no obsta para que la información de dio arqueológico de la materialidad social.
la producción implementaria pueda ser obtenida a
través de otros ámbitos de la materialidad social.
4 . LAS PRÁCTICAS SOCIALES

Una propuesta de arqueología de los Los tres tipos de producción social enunciados
excedentes más arriba se manifiestan históricamente en prácti-
cas sociales específicas y concretas que constituyen
La noción de excedente debe ser entendida en la expresión fenoménica de los modos de reproduc-
relación a la de propiedad, es decir, como aquella ción social. Las prácticas sociales se expresan en
parte de la producción que no revierte en forma al- lugares que ponen en relación objetos y sujetos.
guna en el sujeto social que la ha generado, de Estos participan en las prácticas sociales al ser sig-
manera que involucra necesariamente la existencia nificados por la producción de vida social específi-
de explotación (supra). ca que los ha generado. La producción social ha
determinado las condiciones objetivas y ha confor-
La determinación arqueológica de los exceden- mado las condiciones subjetivas de los sujetos so-
tes no puede realizarse desde los artefactos consi- ciales. En suma, ha determinado su lugar en la so-
derados aisladamente, dado que éstos son a la vez ciedad y dicho lugar les permite involucrarse en prác-
productos y valores de uso. El consumo de produc- ticas sociales concretas.
tos sociales por parte de los sujetos sociales no de-
pende directamente del lugar que éstos ocupan en Las prácticas sociales producen sociedad en un
la producción. Por ello, un producto situado en un orden distinto a la producción social. Construyen o
espacio de consumo no informa de la relación exis- destruyen sujetos y objetos y establecen todos los
tente con la producción, ni permite saber si existe márgenes posibles de expresión de una sociedad
un desajuste social entre la inversión de fuerza de concreta. Las sociedades se diferencian unas de otras
trabajo y el consumo de los productos obtenidos. por sus prácticas sociales. En cambio, las socieda-
des se equiparan o no entre sí según la producción
de la vida social que permite o soporta dichas prác-
ticas y sin la cual éstas no podrían manifestarse. Por
tanto, las sociedades concretas pueden distanciar-
" La dimensión óptima de referencia es el volumen de sedi-
mento excavado, el cual permite calcular la densidad de restos se en sus prácticas sociales y aproximarse en la pro-
de forma absoluta. ducción social que las procura. De esta forma, al

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Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 25

emprender un estudio de la sociedad humana a ni- del peso de la historia o de las historias en las prác-
vel global será imprescindible enfatizar la produc- ticas sociales y establecer en qué condiciones prefi-
ción de vida social, mientras que para un estudio de guran un a priori de la producción de vida social. De
las sociedades concretas se hará imprescindible la cualquier modo, el cruce entre las dos líneas de in-
investigación de las prácticas sociales que expre- vestigación, la de la producción social y la de las
san los estados de la producción de vida social. prácticas sociales, resulta inevitable, dado que am-
bas construyen o destruyen a los sujetos y a los ob-
Así pues, la investigación sociológica deberá jetos sociales. La diferencia entre las dos estriba en
partir de dos líneas de interés: (1) la investigación que la primera (la producción social) los explica a
de la producción social como soporte de la vida so- través de su lugar real y objetivo en la producción
cial y (2) el estudio de la expresión fenoménica de social, mientras que las segundas (prácticas socia-
la producción social mediante las prácticas socia- les) generan además universos de intersubjetividad
les. Gracias a éstas podremos distinguir las casi in- que trascienden aparentemente la realidad social,
finitas formas diversas de expresión de lo social, que a partir de una fenomenología que instrumentaliza
no hay que confundir con los escasos modos de pro- al sujeto y lo reconstruye formalmente mediante una
ducir lo social, dado que las prácticas constituyen acción mediática.
universos singulares de manifestación de lo social-
-ente producido. Las prácticas sociales constituyen experiencias
relacionales de los hombres y las mujeres entre sí y
Las producciones sociales se manifiestan en prác- con la materialidad que utilizan, generan y que los/
ticas sociales específicas, pues la vida social es tan- as mismos/as conforman. Marcan en un sentido
to manifestación como condiciones objetivas. La concreto combinaciones específicas de las tres con-
condición objetiva de las prácticas sociales es la diciones objetivas de la vida social y dan como re-
propia producción de vida social. Las prácticas se- sultado vivencias, convivencias y conciencias. Es en
rán ¡ntegradoras, desintegradoras, comunitarias, los ámbitos de las prácticas sociales donde se
segmentarias, particulares o públicas según sean las redimensiona la intersubjetividad de los sujetos so-
condiciones objetivas de la producción de vida so- ciales. Por lo tanto, las prácticas sociales constituyen
cial. Sin embargo, producción y prácticas no esta- el universo fáctico de la existencia social. Dado que
blecen un vínculo mecánico e inexorable, puesto que las prácticas sociales se expresan históricamente, la
existe un elemento de lo social, su historia, que ac- combinatoria varía según la articulación de las tres
túa como capital preexistente y valor añadido a las condiciones objetivas implicadas en la vida social. Por
condiciones objetivas de la producción social, cir- ello, las sociedades humanas se asientan y definen a
cunstancia que puede distanciar las propias prácticas partir de determinadas prácticas sociales y sólo son
de las condiciones objetivas que las permiten. Dicho empíricamente en cuanto a dichas prácticas.
capital y valor añadido puede incluso permanentizar
en ciertas sociedades unas prácticas sociales que ex- Las prácticas sociales muestran vínculos de rela-
ceden o trascienden la producción socialmente nece- ción entre mujeres/hombres según sus condiciones
saria en una situación histórica determinada12. Pese a materiales de existencia. La naturaleza de dichos
ello, se conservan y demandan para su realización pro- vínculos corresponde a tres esferas relacionales que
ductos obtenidos a partir de relaciones sociales de pro- denominamos: prácticas socio-parentales, socio-eco-
ducción muy distintas de aquéllas en cuyo seno cobra- nómicas y socio-políticas13.
ron sentido originariamente.

Por todo lo señalado, reiteramos la necesidad de Las prácticas socio-parentales


investigar ambas líneas, producción y prácticas so-
ciales, a fin de determinar si los valores añadidos Las prácticas socio-parentales tienen como pro-
para la ejecución de dichas prácticas descansan en tagonistas a mujeres y/o hombres vinculados por
formas de producción preexistentes. Sólo así, y de lazos de consanguineidad o afinidad. Incluyen acti-
cara a desocultar las alienaciones de los sujetos vidades destinadas a la gestación, al amamanta-
sociales, podremos adentrarnos en la investigación miento, a la realización de aquellas tareas relacio-
nadas con el mantenimiento de la fuerza de trabajo

12
Así, manifestaciones supervivientes del pasado, muchas
de ellas agrupadas en la denominación de «cultura», resultan
13
¡rrelevantes para el funcionamiento económico del capitalismo Para una descripción detallada de cada uno de estos tres
transnacional actual. ámbitos de prácticas, véase Castro ef alii 1996a.

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26 Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M 9 Encarna Sanahuja Yll

de una comunidad (en particular, de aquellos indivi- de a fragmentarse de acuerdo con relaciones de
duos que, por impedimentos físicos, son incapaces consanguieidad y afinidad.
de valerse por sí mismos temporal o permanentemen-
te, como niños/as, enfermas/os, heridos/as) y a la for-
mación de niños y niñas en tanto que hombres y Las prácticas socio-económicas
mujeres, en lo que constituye la primera socializa-
ción de la condición sexual de los sujetos sociales. Las prácticas socio-económicas incluyen aquellas
actividades vinculadas con la producción de objetos
Si las actividades enumeradas se hallan realiza- sociales y con la producción de mantenimiento de
das por individuos ajenos a la esfera socio-parental, los mismos. En la producción y mantenimiento de los
las prácticas resultantes serán consideradas como objetos sociales convergen todos los factores de la
socio-políticas (infra). Así, la alimentación y cuida- producción, suministrando alimentos e implementos
do de una criatura por parte de un individuo con valor de uso. Los productos de las prácticas so-
involucrado en las prácticas socio-parentales cons- cio-económicas pueden ser arteusos y artefactos.
tituye un claro ejemplo de este tipo de práctica,
mientras que si tales cuidados son efectuados en A diferencia de las producciones ubicadas en las
un hospital o en un orfanato constituirán prácticas prácticas socio-parentales, que pueden no exigir MT,
políticas. Por lo g e n e r a l , las prácticas socio- las prácticas socio-económicas se reconocen por la
parentales se hallan en función de otras prácticas presencia de éstos. Su estudio, que deberá incluir la
que trascienden este ámbito. disposición espacial de dichos objetos, informará de
los procesos de trabajo implicados en cada una de
Las prácticas socio-parentales implican, por tan- las ramas de la producción que los involucran. El
to, la producción básica y la producción de mante- plano artefactual de un objeto indica que es pro-
nimiento de los individuos sociales. La FT imbricada ducto de prácticas económicas, pero será su situa-
necesariamente en la prácticas socio-parentales es ción con respecto a otros objetos lo que permitirá
la de las mujeres en la producción básica. En la pro- determinar que se trata de un MT en una práctica
ducción de mantenimiento puede caber la incorpo- socio-económica dada. La relación transitiva entre
ración de la FT de los hombres si no existe una divi- un artefacto medial, apropiado para un proceso de
sión social del trabajo que aisle a las mujeres como trabajo, y otros objetos sociales ligados al mismo
único sujeto social en este tipo de prácticas. Los OT proceso, bien sean arteusos (materia prima, resi-
involucrados en las prácticas socio-parentales son duos) o artefactos (productos) permite asegurar su
las mujeres en cuanto a la producción básica y los carácter de MT. En todo caso, su presencia no res-
propios individuos sociales en cuanto a la produc- ponde únicamente a las prácticas socio-económi-
ción de mantenimiento. cas, sino que cobra significado en las prácticas so-
cio-políticas o socio-parentales como gestoras o
Aunque no resultan imprescindibles los MT, en controladoras de lo producido.
las prácticas socio-parentales pueden ser consumi-
dos objetos sociales; no obstante, la producción de La producción propia de las prácticas socio-econó-
éstos no atañe a esta esfera de prácticas, sino a las micas exige saberes sociales específicos para la ges-
económicas. Los procesos mediante los cuales se tión económica, cuyo aprendizaje tiene lugar en las
obtiene el alimento son distintos de la producción prácticas socio-parentales o en las socio-políticas.
de mantenimiento que supone, por ejemplo, sumi-
nistrarlos a un pariente. Los primeros entran en lo
económico (desde la obtención de ingredientes has- Las prácticas socio-políticas
ta su cocinado), la segunda, en lo parental.
Las prácticas socio-políticas son aquéllas que,
Dado que las prácticas socio-parentales com- mediante acuerdos o imposiciones, están destina-
prenden las actividades básicas del mantenimien- das a establecer las formas políticas e ideológicas
to de la vida e involucran relaciones generadoras que regirán la vida social. Afectarán tanto a la esfe-
de los sujetos sociales en su condición sexual, po- ra de las prácticas socio-parentales como a la de las
demos esperar que se expresen materialmente y socio-económicas. Las relaciones sociales de pro-
a r q u e o l ó g i c a m e n t e en l u g a r e s r e c u r r e n t e s ducción se expresan en las prácticas socio-políticas,
cuantitativamente. Mientras las prácticas socio- tanto si son globales, como si se muestran particu-
económicas y las prácticas socio-políticas pueden lares, bien por la aparición de contextos de produc-
ubicarse en espacios singularizados, la reproduc- ción específicos derivados del reparto de tareas, bien
ción y mantenimiento de los sujetos sociales tien- por su configuración diferenciada en el caso de que

Astigi Vetus, ns 1,2001


Teoría de la producción d e la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 27

la división social del trabajo haya engendrado ex- circundato) hallados en espacios definidos. La rela-
cedente, propiedad y explotación. ción transitiva entre dichos planos permitirá propo-
ner áreas de actividad y lugares de reunión de tales
Las prácticas socio-políticas- involucran objetos áreas. De dicha propuesta será posible inferir los
sociales y dan un sentido específico a la produc- tres tipos de prácticas sociales, atendiendo a la do-
ción, orientándola a la consecución de objetivos que cumentación de procesos de transformación de la
trascienden a los productos y a los/as productores/ materia (prácticas socio-económicas) o a partir de
as concretos. De esta manera, colonizan las distin- la recurrencia o singularidad de las áreas y lugares
tas producciones y las reordenan y reconvierten se- expresados e m p í r i c a m e n t e ( p r á c t i c a s s o c i o -
gún intereses políticos específicos que no existían parentales y socio-políticas) 14 .
por definición en la producción.
Las prácticas sociales se sitúan en el plano des-
Las organizaciones políticas, institucionalizadas en criptivo, señalan una relación de sentido en la
mayor o menor grado, aglutinarán individuos proce- fenomenología material. Nominan solamente el
dentes de distintas unidades parentales para la con- contexto que justifica una reunión de materialidad
secución de fines variados. Sin embargo, la propia social, pero no la explica.
familia fue en origen una creación fruto de una de-
terminación política, aunque las unidades parentales
y políticas no sean necesariamente isomorfas y, so-
bre todo con la aparición del Estado, sus intereses
pueden llegar a ser contrapuestos. El Estado
institucionalizó formas de explotación que se aña-
dieron históricamente a la sexual y las mantuvo gra-
cias al uso de la fuerza o a la amenaza de dicho uso.
Al igual que ocurría con la familia, una decisión polí-
tica zanjó el conflicto consolidando una desigualdad.

En otro plano, la colonización de las prácticas


socio-económicas y socio-parentales por las socio-
políticas puede llegara enajenar la condición de las
mujeres y hombres que participan en ellas, ocultan-
do el valor de su presencia en la vida social y su
relación con las condiciones materiales de la exis-
tencia. Nos referimos al fenómeno conocido como
alienación. La génesis de ideologías alienadoras se
encuentra, por lo tanto, en la construcción de suje-
tos sociales políticamente circunscritos a los luga-
res de la producción donde se formaron. Las condi-
ciones objetivas materiales de la producción engen-
draron sujetos sociales, pero las prácticas socio-po-
líticas actuaron en el sentido de profundizar y man-
tener disimetrías y relaciones de explotación sus-
tentadas en la usurpación del excedente.

Las condiciones objetivas de la vida social po-


seen un claro contenido material que facilita su cons-
tatación empírica. Desde la arqueología es posible
identificar hombres, mujeres y condiciones materia-
les en un espacio físico. Así pues, la arqueología se
encuentra en una posición privilegiada, ya que su
aproximación a las condiciones objetivas de la vida
social es directa o de primera mano.
14
En este trabajo no detallaremos el proceder analítico que
permite definir los tres tipos de prácticas en el registro arqueoló-
La identificación de los tres tipos de prácticas gico, ya que ello excedería el marco de esta publicación. De este
exige la consideración de los planos de expresión modo, nos remitimos a otro lugar (Castro et alii 1996a), donde
de los objetos arqueológicos (artefacto, arteuso, este tema recibió un tratamiento específico.

Astigi Vetus, nº 1,2001


28 Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M 9 Encarna Sanahuja Yll

UN ANÁLISIS DE LOS MECANISMOS DE EXPLOTACIÓN EN EL SUDESTE PENINSULAR


(C. 3000-1 550 CAL ANE)

1 . LOS G R U P O S DEL C A L C O L Í T I C O DEL forma, el único informe de cierta entidad es el reali-


SUDESTE PENINSULAR (C. 3000-2250 CAL ANE) zado por Botella (1973) sobre los huesos de la necró-
polis de El Barranquete (M a J. Almagro Gorbea 1973),
En las páginas siguientes nos centraremos en las aunque sus resultados resultan insuficientes en cuan-
manifestaciones arqueológicas del sudeste penin- to a la obtención de los datos que nos interesan aquí.
sular datadas entre c. 3000-1500 cal ANE, periodo
en que se registran sucesivamente un horizonte En lo que respecta a los lugares donde se reali-
cronológico-cultural (calcolítico) y un grupo arqueo- zó la producción básica, cabe proponer que ésta
lógico establecido rigurosamente sobre la base de se r e s t r i n g i ó a á m b i t o s de p r á c t i c a s s o c i o -
recurrencias artefactuales (grupo argárico). Ambos parentales inferibles a partir de la recurrencia de
casos nos servirán como ejemplo de integración de las c o n o c i d a s c a b a n a s de p l a n t a c i r c u l a r o
las evidencias empíricas con el marco teórico pro- p s e u d o c i r c u l a r . Estas e s t r u c t u r a s han s i d o
puesto. Desarrollaremos el ámbito correspondiente excavadas en los yacimientos mejor conocidos,
a las tres producciones de la vida social, analizando como Almizaraque (Delibes et alii 1986), Los M i -
el estado de cada uno de los factores implicados en llares (Arribas et alii 1985), Las Pilas (Alcaraz 1990),
ellas (explotación de la tierra y de los recursos na- Cerro de la Virgen (Schüle 1980) o El Malagón
turales en general, medios de trabajo, aspectos cua- (Moreno 1993). Su tamaño es variable, oscilando
litativos y cuantitativos de la producción resultante, por lo general entre tres y siete metros de diáme-
y productividad y organización de la fuerza de tra- tro, por lo que es de esperar que albergasen un
bajo). Igualmente, consideraremos los mecanismos número reducido de individuos de ambos sexos.
a partir de los cuales resulta posible mostrar la even-
tual existencia de relaciones de explotación. Deja- Así pues, la única inferencia realizable sobre la
remos para otro lugar la concreción arqueológica escala de la producción básica proviene, como ya
de las prácticas sociales en el Sudeste prehistórico, hemos señalado, de la consideración del aumento
a la espera de que una futura profundización del de los productos (P), es decir, del incremento demo-
registro arqueológico y una mayor accesibilidad a gráfico observado respecto al periodo anterior. Di-
los datos del mismo permitan la definición empírica cho incremento ha podido ser inferido a partir de la
de las mismas. constatación de un aumento en el número y exten-
sión de los asentamientos, tanto a la escala local de
la Depresión de Vera (Almería) (Castro ef a///"1995a)
La producción básica como en la globalidad del sudeste peninsular
(Chapman 1991). Como veremos, el volumen de
El incremento demográfico experimentado duran- fuerza de trabajo generado desde la producción
te el calcolítico en relación al neolítico habla por sí básica constituirá la base del desarrollo de las res-
solo de la importancia de la producción básica. En tantes producciones de la vida social, especialmen-
tanto productoras de la fuente de fuerza de trabajo, te la de objetos sociales.
el papel reproductor de las mujeres resultó especial-
mente crucial. Desafortunadamente, a pesar de la
abundancia de restos humanos documentados en el La producción de objetos sociales
rico registro funerario calcolítico, la carencia casi ab-
soluta de análisis antropológicos limita el conocimien- En esta producción podemos diferenciar entre
to de hasta qué punto fue explotado el potencial alimentos, medios de trabajo y artefactos de consu-
reproductor femenino. Buena parte de los restos óseos mo. Cada uno de estos objetos sociales implica re-
exhumados proceden de las excavaciones pioneras cursos naturales, fuerza de trabajo e instrumentos
de L. Siret en las necrópolis de tumbas colectivas de de trabajo que se articulan en procesos de produc-
Los Millares y La Encantada (Siret 1893, 1906), cuya ción específicos.
investigación fue retomada posteriormente por otros/
as investigadores/as (Leisnery Leisner 1943, Almagro La producción y el consumo de alimentos
y Arribas 1963, M a J. Almagro Gorbea 1965). Muchos El análisis de la producción alimentaria debe ini-
de estos restos se han perdido a lo largo de los años ciarse desde la valoración de la tierra como recurso
y el estudio de los que se han conservado todavía no natural (OT). A la espera de estudios paleoecológicos
ha sido emprendido de manera sistemática. De esta detallados, esta cuestión puede ser abordada a par-

Astigi Vetus, n- 1, 2001


Teoría de la producción d e la v i d a social. Un análisis d e los mecanismos d e explotación en el sudeste... 29

tir del análisis de la naturaleza y distribución geo- litado el acceso a los suelos con mayor humedad
gráfica de los asentamientos. Los trabajos de cam- natural, así como a tierras de secano de aceptable
po realizados en la Depresión de Vera (Castro era///' calidad en las cercanas llanuras terciarias. Las es-
1994a) han permitido constatar importantes dife- pecies vegetales constatadas de forma mayoritaria
rencias entre los yacimientos calcolíticos en función son los cereales y las leguminosas (Arribas 1968,
del volumen de materiales hallados en superficie y Martín Socas 1978, Rivera, Obón y Asencio 1988,
de la continuidad estratigrafía observada en algu- Hopf 1991). Los cereales (trigo y, fundamentalmen-
nos casos. Así, se han documentado importantes te, cebada) pudieron haber sido cultivados en régi-
variaciones en la densidad de fragmentos cerámicos men de secano tanto en las vegas como en las lla-
detectados a nivel de prospección. Además, en mu- nuras (como ocurre todavía en la actualidad), y las
chos yacimientos se registra una marcada escasez legumbres (habas, guisantes) y el lino ocuparían las
de artefactos de molienda, circunstancia que consi- parcelas más húmedas próximas a los cauces
deramos un buen indicador para la inferencia de hídricos. En las tierras de secano, es de esperar un
ocupaciones poco prolongadas, dado que, teniendo régimen de barbecho de duración variable en fun-
en cuenta que la producción y procesado (molien- ción del tipo de suelos y del volumen de precipita-
da) cerealista están constatadas en los poblados ciones anuales. En cambio, en las parcelas con ma-
calcolíticos, la baja frecuencia de molinos indica que yor grado de humedad próximas a los cauces
el poblamiento fue breve, habida cuenta de que la hídricos cabe suponer la práctica de estrategias de
vida útil de éstos se estima entre diez y veinte años secano intensivo con barbechos cortos o bien la
(Schlanger 1991). En este sentido, Fernández-Miran- puesta en práctica de sistemas de riego tecnológi-
da (1992) ya propuso que la mayoría de los yaci- camente sencillos, cuya presencia, sin embargo, no
mientos calcolíticos documentados corresponderían está c o n f i r m a d a por los datos arqueológicos
a pequeñas aldeas. Sólo en algunos se aprecian res- (Chapman 1991). La dieta vegetal se completaba
tos destacados de estructuras arquitectónicas en con el consumo de otras especies documentadas
piedra, y suele ser precisamente en éstos donde se de m a n e r a más e s p o r á d i c a , c o m o o l i v a s /
constata la mayor abundancia de materiales arqueo- acebuchinas, vid o bellotas (Rivera, Obón y Asencio
lógicos. Aún así, la secuencia estratigráfica del po- 1988).
blado de Almizaraque (Delibes era//71986) ha pues-
to de manifiesto que el lugar no se ocupó de forma Recientes investigaciones han mostrado que la
continua y que el tamaño de su población tampoco totalidad de los asentamientos calcolíticos se ubica-
fue constante. ron en lugares cercanos a tierras potencialmente cul-
tivables (Suárez et alii 1986a, Castro et alii 1995a;
A partir de estas evidencias, es posible proponer véase también Gilman y Thornes 1985), por lo que,
un modo diferenciado de ocupación del espacio. en principio, cabe suponer que no se desvincularon
Frente a un número escaso de asentamientos esta- totalmente de la producción alimentaria. Sin embar-
bles y de notable extensión con viviendas de pie- go, es interesante resaltar que yacimientos de la en-
dra, muchas veces acompañadas de otras edifica- vergadura de Los Millares o Las Pilas no se localizan
ciones de carácter defensivo, existió un gran núme- en las zonas con máximo potencial ecológico para la
ro de poblados de corta duración formados por es- explotación agrícola de sus respectivas comarcas. Si
tructuras poco resistentes. Esta polarización se ma- comparamos la dimensión de los asentamientos con
nifiesta, además, en una clara diferencia en cuanto el potencial de suelo cultivable en un radio de dos
al tamaño de los asentamientos (Mathers 1986, kilómetros a su alrededor observamos cómo, por
Chapman 1991, Castro et alfi 1994a). Así, mientras ejemplo, en la Depresión de Vera (Castro et alii 1994a),
que algunos yacimientos no llegan a ocupar más no se observa una correlación significativa 15 (gráfico
que varios cientos de metros cuadrados, otros, como 1). Los grandes asentamientos no muestran una pre-
Los Millares, presentan extensiones de hasta cinco
hectáreas.

1b
La distribución geográfica de los yacimientos C o n objeto de paliar en lo posible eventuales sesgos
actualistas, hemos tenido en cuenta las características del sustrato
revela que se localizan prácticamente en todos los
geológico de la zona de estudio en lugar de los usos modernos de
contextos geo-ecológicos del Sudeste, desde las tie- la tierra. Las formaciones del cuaternario reciente se sitúan próxi-
rras altas hasta la línea de costa. Sin embargo, la mas a los actuales cauces fluviales y presentan superficies hori-
ubicación más característica se realiza sobre terra- zontales, mientras que las formaciones miocénicas presentan los
mayores potenciales para el cultivo de secano. Utilizando varia-
zas fluviales o glacis situados junto a los cauces de bles topográficas (por ejemplo, pendientes) o incluso el uso de la
las ramblas actuales (Siret 1913, Mathers 1986, tierra sub-actual (1978), los cálculos tampoco muestran una re-
Castro et alii 1994a). Dicha localización habría faci- gresión significativa con respecto al tamaño de los asentamientos.

Astigi Vetus, n2 1,2001


30 Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M 9 Encarna Sanahuja Yll

ferencia especial por las zonas con


mayor potencial de cultivo, ya sea de
tierras de secano o de regadío. De ahí
que podamos suponer que, dado el
carácter continuado de su ocupación,
el a b a s t e c i m i e n t o de p r o d u c t o s
subsistenciales debió estar garantiza-
do, al menos parcialmente, por fuentes
externas. Cabe, pues, la posibilidad de
que los poblados mayores dependieran
en cierta medida para su abastecimien-
to alimentario de las comunidades dis-
persas, a cambio de algunos produc-
tos artefactuales 16 (infra).

En cuanto a la ganadería, los restos


óseos procedentes de Terrera Ventura
(Driesch y Morales 1976), Cerro de la
Virgen (Driesch 1972) y Los Millares
(Peters y Driesch 1990) presentan pa-
trones muy similares. Considerando el
número de fragmentos, domina la cría
de ovicápridos, seguidos de suidos y
bóvidos. Sin embargo, en términos de
peso y de valor nutritivo, los bóvidos
tuvieron una importancia similar a los
ovicápridos. Las especies mejor repre-
sentadas pudieron ser alimentadas gra-
cias a los rastrojos dejados tras la co-
secha y al pastoreo en las extensiones
cubiertas por la vegetación natural. Así
pues, se admite que las prácticas ga-
naderas durante este periodo no requi- Gráfico 1. Relación entre el tamaño de los asentamientos calcolíticos y la ex-
tensión (ha) de las tierras de secano y regadío potencialmente cultivables en
rieron movimientos de trashumancia, un radio de 2 km. alrededor de los asentamientos (datos procedentes de Cas-
sino que los animales domésticos pu- tro era///1994a).
dieron ser alimentados con los recur-
sos vegetales disponibles en las inme-
diaciones de los asentamientos (Chapman 1979, muy variable, tanto espacial como
Gilman yThornes 1985). A partir de los patrones diacrónicamente, oscilando entre el 9 % y 18% del
de sacrificio y de la composición sexual del reba- consumo cárnico total. Los productos marinos cons-
ño, diversos investigadores/as sugieren la obten- tituyeron otro recurso alimenticio en la dieta del
ción de productos derivados, como la leche y la III milenio, a la vista de la cantidad de restos
lana (Driesch 1972, Harrison y M o r e n o 1985, malacológicos presentes en muchos yacimientos
Chapman 1991). Al contrario que la ganadería, el de la fachada litoral almeriense-murciana.
peso de la caza en la producción subsistencial fue
Los medios de trabajo (MT) implicados en la
producción alimentaria fueron de diverso orden,
aunque, en general, se trata de utensilios tecnoló-
,6
Sin embargo, no es necesario pensaren una centralización gicamente simples. Debido a que los estudios so-
de los productos secundarios y/o en un control directo de los bre huellas de uso son todavía muy escasos, sólo
relaciones de intercambio interregionales al estilo de los «luga-
res centrales». Un ejemplo de ello lo proporcionan las curvas de es posible hipotetizar sobre la funcionalidad de los
regresión y los contextos de consumo de los «ídolos de Camari- artefactos mediales implicados. Así, las hachas y
llas», que se ajustan más bien a un intercambio recíproco entre azuelas de piedra pulida podrían haber sido em-
comunidades más o menos próximas. Otros materiales, como las
pleadas en el desmonte de los campos previo al
conchas marinas y los instrumentos pulimentados, que encon-
tramos a gran distancia de sus lugares de origen y en contextos cultivo y también en el laboreo de los mismos. Por
altamente variables, apoyan esta interpretación (Risch 1995). su parte, elementos cortantes de sílex o metal po-

AstigiVetus, n9 1,2001
Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 31

drían haber sido utilizados para diversos fines, que La producción y el uso de medios de trabajo
van desde la cosecha de cereales hasta el cocina- En primer lugar, conviene destacar que durante
do de alimentos, pasando por el descuartizamien- el c a l c o l í t i c o se r e g i s t r a una g r a n v a r i e d a d
to de animales. Todos estos instrumentos parecen artefactual, que se manifiesta en una amplia gama
mostrar una amplia distribución en los poblados, de objetos muebles e inmuebles elaborados a par-
aunque es preciso aguardar la publicación deta- tir de diversas materias primas (piedra, arcilla, hue-
llada de las excavaciones realizadas para confir- so, metal). En segundo lugar, resulta característica
mar este punto. la presencia de áreas artesanales destinadas a la
producción de objetos manufacturados, principal-
Finalmente, en los estadios finales de la prepa- mente medios de producción, aunque todavía des-
ración de alimentos intervinieron molinos fabrica- conocemos el grado de vinculación con la produc-
dos en diversas materias primas (véase infra), cuya ción de alimentos por parte de los artesanos/as.
presencia ha sido documentada, al igual que el al-
macenamiento, tanto en amplias áreas al aire libre Diversos trabajos de campo realizados en la De-
(Fortín 1) (Molina et alii 1986) como en el interior presión de Vera y en zonas de la provincia de Murcia
de las cabanas. El procesado cárnico pudo tener lu- han puesto de manifiesto que buena parte de las ma-
gar también en ambos escenarios, a tenor del área terias primas utilizadas para la fabricación de medios
de descuartizamiento detectada en un espacio ex- de trabajo se obtuvieron en las inmediaciones de los
terior del Fortín 1 y a partir de las noticias que seña- asentamientos (Martín Socas et alii 1985, Montero
lan la presencia de restos de fauna y de artefactos 1993, Risch 1995). No obstante, en ocasiones se com-
cortantes en el interior de algunas cabanas. Por úl- prueba el transporte de una cantidad variable de cier-
timo, el cocinado puede ser inferido en la mayoría tas materias primas de procedencia lejana (ciertos ti-
de los yacimientos a la vista del frecuente hallazgo pos de sílex, instrumentos pulimentados de sillimanita
de la asociación hogar, molino o base de trabajo, o basalto, molinos de rocas volcánicas), circunstancia
vasijas de cocina (ollas, cuencos) y semillas carbo- que debió suponer un coste mayor. En asentamientos
nizadas o restos de fauna. El consumo de tales ali- como Los Millares, Terrera Ventura o Almizaraque, sólo
mentos, ya denominados propiamente productos (P), entre el 5% y el 6% de los molinos son de andesita
se habría efectuado en el interior de las propias ca- alóctona (Carrión et alii 1993), mientras que en El
banas o en el exterior de las mismas. Las célebres Malagón el sílex alóctono representa entre el 35% y el
formas cerámicas abiertas características del 4 5 % (Ramos et alii 1991). En zonas pobres en estos
calcolítico (cuencos, escudillas, platos y fuentes) recursos, como la Depresión de Vera, estos porcenta-
pudieron ser los soportes para el reparto y el consu-
jes pueden haber sido mayores, a juzgar por los arte-
mo de los productos alimentarios.
factos publicados por los Siret (1890). Por contra, en el
caso de las hachas pulimentadas, la frecuencia de
Pese a las noticias referentes al uso de bueyes y, en materiales alóctonos es baja. En suma, el volumen de
menor medida, de caballos, como animales de carga recursos líticos introducido en los sistemas de produc-
y/o de tiro (Driesch 1992: 144-150; Peters y Driesch ción por medio de relaciones suprarregionales puede
1990: 57), su verdadera contribución a la producción haberse situado entre un 10-20% del total (Risch 1995).
agrícola sigue siendo incierta. Así las cosas, la fuerza
de trabajo humana (FT) debió constituir la fuente de En lo que respecta a la metalurgia, diversos estu-
energía más importante dentro de la producción dios han mostrado que los asentamientos calcolíticos
alimentaria que acabamos de describir a grandes ras- no se ubicaron, salvo en un pequeño porcentaje, en
gos. Sin embargo, la ya comentada falta de estudios las inmediaciones de las menas de cobre (menos de
paleoantropológicos impide evaluar el efecto de las 2-3,5 km.) (Gilman y Thornes 1985:182-183, Suárez
cargas laborales sobre la población calcolítica. et alii 1986a: 205). Sin embargo, las distancias que
los separan de ellas tampoco fueron excesivas, dado
En definitiva, el patrón calcolítico de asentamien- que aproximadamente el 66 % de los asentamientos
to móvil a lo largo de los valles fluviales sugiere la distan de los afloramientos más próximos entre 3,5 y
práctica de estrategias agropecuarias adaptadas al 10 km., y tan sólo el 8 % lo hace a más de 16 km.
aprovechamiento de los terrenos más favorables (lla- (Suárez et alii 1986a: 205). Por tanto, cabe suponer
nuras terciarias y valles fluviales), perfilándose una que el abastecimiento de mineral de cobre desde cada
tendencia hacia la obtención del máximo rendimien- poblado pudo ser factible mediante la realización de
to mediante una baja inversión en tecnología agrí- pequeñas expediciones.
cola. El incremento demográfico experimentado a
lo largo del periodo habla en favor del éxito de esta Ahora bien, la accesibilidad a gran parte de las
estrategia agropecuaria. materias primas empleadas para la fabricación de

Astigi Vetus, ng 1, 2001


->^ redro V. Lastro, 5ylvia Gilí, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M a Encarna Sanahuja Yll

los medios de trabajo no significa necesariamente los contextos habitacionales donde han sido halla-
que éstos fuesen producidos de forma igualitaria. dos. Entre los artefactos de piedra pulida calcolíticos
De hecho, la concentración de medios de produc- no se constatan cambios en la variedad de instru-
ción en áreas definidas constituye una característi- mentos de trabajo, ni en las técnicas de fabricación,
ca destacada del calcolítico. Algunos ejemplos son ni tampoco en el sentido de una mejora de su efec-
las áreas dedicadas a la producción de puntas de tividad respecto al neolítico. También es preciso in-
flecha del Fortín 1 de Los Millares (Ramos er alii dicar una falta de estandarización de las superficies
1991), la Casa F o «casa de las flechas» de Campos activas y la heterogeneidad del soporte geológico
(Siret y Siret 1890: 78) y los espacios de talla de utilizado, por lo que resulta difícil hablar de instru-
Almizaraque (Siret 1948) y de Cerro de las Canteras mentos especializados. El análisis de los instrumen-
(Motos 1918). El trabajo del sílex también ha sido tos de Almizaraque (Risch 1995) ha puesto de ma-
documentado en el Cabezo del Plomo (Muñoz 1983), nifiesto la ausencia de correlación entre tendencias
Ciavieja (Suárez et alii 1985, 1986b), Las Pilas morfotécnicas y materia prima, ya que la variedad
(Alcaraz 1990) y Puente de Santa Bárbara (Martín de recursos geológicos utilizados para el mismo tipo
Socas et alii 1992-1993). Se han atestiguado áreas de artefacto resulta considerable. Por otro lado, se
de transformación del cobre en el asentamiento prin- ha constatado que la producción de algunos arte-
cipal de Los Millares (Arribas et alii 1979, 1981, factos fue especialmente laboriosa en términos de
1985), Fortín 1 (Molina et alii 1986), Cerro de la tiempo de trabajo invertido (hachas y azuelas puli-
Virgen (Schüle 1980), El Malagón (Arribas et alii mentadas, molinos de rocas volcánicas).
1978, Moreno 1993), Cerro de las Canteras (Motos
1918), Casa C de Campos (Siret y Siret 1890), Es importante recordar que esta inversión nota-
Almizaraque (Delibes etalii 1986), Puente de Santa ble de trabajo en la producción y la distribución sólo
Bárbara (Martín Socas et alii 1992-1993), Ciavieja se observa en una parte de los instrumentos de tra-
(Suárez et alii 1985,1986b), Terrera Ventura (Gusi y bajo. Además, los artefactos realizados sobre mate-
Olaria 1991), Parazuelos (Siret y Siret 1890) y en riales alóctonos muestran una tendencia más pro-
una cabaña excavada recientemente en Las Pilas nunciada a la estandarización morfométrica (lámi-
(Camalich y Martín Socas, comunicación personal). nas de sílex, m o l i n o s de roca v o l c á n i c a de
El Cerro de las Canteras (Motos 1918), la casa C de Almizaraque, hachas de sillimanita del noroeste de
Campos (Siret y Siret 1890) y el Cerro de la Virgen Murcia). Sorprendentemente, ello no implica una
(Ulreich 1995) proporcionan ejemplos del trabajo estandarización de las superficies activas y, por lo
del hueso en espacios concretos, al igual que suce- tanto, del uso del instrumento (molinos de roca vol-
de con la producción de «cuernecillos» de arcilla en cánica). El desgaste de los molinos de roca volcáni-
El Malagón (Arribas et alii 1978) y Cerro de las Can- ca tampoco ha resultado ser mayor que el del resto
teras (Motos 1918) y con la preparación de mate- de los molinos, como cabría esperar, debido a sus
rias colorantes en éste último yacimiento. mayores costos de producción y distribución.

El volumen de producción y el tipo de trabajo rea- Por otro lado, hay que resaltar que en la zona estu-
lizado en algunas de estas áreas de trabajo artesanal diada todas las materias primas alóctonas pueden ser,
supera las necesidades de una unidad doméstica y, en muchos casos son, sustituidas por rocas locales.
autosuficiente. Sin embargo, ello no implica en prin- Además, la elaboración técnica de los instrumentos
cipio una disimetría en el consumo. Acerca de este suele ser diferente según se utilicen unas u otras. Un
tema no hay que olvidar que hay estructuras de al- ejemplo de esta polarización se da en los artefactos de
macenamiento que parecen de acceso comunal, cues- sílex. Frente a una talla escasamente estandarizada y
tión sobre la que volveremos más adelante. Además, con un volumen de producción circunscrito a los gru-
las áreas de trabajo artesanal no ocupan recintos pos locales, existe un trabajo laminar de productos que
específicos, puesto que su ubicación se documenta utiliza materias primas alóctonas.
por lo general en el interior de cabanas donde tam-
bién se realizaron otras actividades. El cobre se introduce como nueva materia prima,
aunque los objetos producidos (en su mayoría cuchi-
En el segmento de la producción mejor conoci- llos, sierras, hachas y punzones) no deshancaron a
do, la industria lítica (Risch 1995), la aparición de sus homólogos funcionales fabricados en piedra o
artefactos pulimentados y tallados en todo tipo de hueso. Se ha señalado que la producción metalúrgi-
contextos domésticos y funerarios del Sudeste indi- ca aprovechó recursos locales y que ocupó un lugar
ca un notable grado de accesibilidad social. En otros secundario en la estructura productiva (Delibes etalii
casos, como, por ejemplo, los molinos de roca vol- 1989, Montero 1993). Sin embargo, es importante
cánica, faltan datos espaciales que informen sobre subrayar que la obtención de objetos metálicos re-

AstigiVetus, n e 1, 2001
Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 33

quinó una mayor inversión de trabajo en compara- La producción y el uso de productos de consumo
ción con la de otros instrumentos, puesto que en su Una vez examinados los productos utilizados
proceso de fabricación intervienen operaciones más como medios de producción, es el momento de ocu-
complejas y costosas que la simple talla o pulido so- parse de los artefactos no destinados directamente
bre materias primas líticas u óseas. Tales operaciones a este fin. En este apartado, destaca también la no-
se derivan principalmente del tratamiento previo del table diversificación de los tipos de artefactos y una
mineral y del fundido del mismo, que exige instala- mayor variabilidad dentro de cada tipo con respec-
ciones y artefactos específicos (hornos, crisoles, to al neolítico. Todas las materias primas disponi-
afiladores) y la obtención de importantes cantidades bles se utilizan para elaborar un amplio abanico de
de combustible (madera). Dado que la eficacia de los productos, entre los que figuran los llamados «ído-
medios de trabajo metálicos no fue mayor que la de los» de hueso, piedra y marfil, las cuentas de con-
otros elaborados con piedra o hueso, su adopción a cha, de piedras semipreciosas y de cascara de hue-
lo largo del calcolítico podría explicarse debido a la vo de avestruz y diversos adornos sencillos de me-
ventaja que supondría la posibilidad de reciclado. Así, tal, ámbar o marfil. Esta diversidad pone de mani-
mientras que la rotura, desgaste o amortización de fiesto la cantidad de fuerza de trabajo invertida en
objetos de piedra y hueso requería recomenzar el la producción artefactual. Asimismo, conviene no
proceso productivo, desde el aprovisionamiento de olvidar la producción textil, atestiguada por el fre-
materias primas en las fuentes naturales de origen, cuente hallazgo de pesas de telar, y en la que,
la refundición de los útiles metálicos dañados permi- presumiblemente, también cobrarían sentido los
tía obtener otros nuevos sin necesidad de acudir a punzones. Entre las materias empleadas para la con-
las menas. En suma, a partir de un stock inicial de fección de prendas de vestir figuran el lino, docu-
objetos metálicos, la metalurgia permite reducir la mentado por ejemplo en Almizaraque (Netolitzky
dependencia de las fuentes de suministro, aunque, 1935) y en la Cueva Sagrada (Rivera y Obón 1987),
obviamente, ésta no debió ser total. La presencia de así como, posiblemente, el cuero y la lana. El cultivo
piezas metálicas fragmentadas en contextos de pro- del lino pudo llevarse a cabo en los terrenos más
ducción metalúrgica, como en Puente de Santa Bár- próximos a los cauces hídricos, mientras que el cue-
bara (Martín Socas et alii 1992-1993), avala la hipó- ro y la lana podían ser obtenidos a partir de la ca-
tesis sobre la refundición de objetos como práctica bana ganadera local.
frecuente. De ser así, el peso de esta producción ha-
bría sido más relevante que el que se le asigna habi- Muchos de los espacios domésticos y funerarios
tualmente, consecuencia de valorar el mayor núme- conocidos presentan artefactos de consumo, aunque
ro de objetos elaborados con otras materias primas. su variedad y cantidad resulta desigual. Determina-
Inevitablemente, la refundición de objetos metálicos das materias primas, como el marfil o los huevos de
fue en detrimento de su «visibilidad» arqueológica, avestruz, proceden de regiones distantes extra-pe-
ya que sólo tendremos documentados aquéllos que ninsulares (Harrison y Gilman 1977) y muestran una
fueron amortizados en tumbas y los que estuvieron amplia distribución, en especial el primero de ellos.
en uso en el último momento de ocupación de cada
asentamiento. Por contra, es de esperar que aquellos En el apartado de los bienes inmuebles destaca
objetos que se desechan al resultar dañados, como la construcción de unidades habitacionales con zó-
los de piedra o hueso, estarán mejor representados calo de piedra de tendencia circular con tamaño
en el registro arqueológico. variable y algunas diferencias entre sí a nivel arqui-
tectónico (Martín Socas y Camalich 1983, Mico
Todo lo expuesto permite plantear que, en el 1991). Como hemos señalado anteriormente, apa-
calcolítico, no se observan tendencias a incremen- recen agrupadas formando parte de los poblados
tar la productividad por medio de la mejora de los mejor conocidos y, posiblemente, proporcionaron
medios técnicos. Esta idea está avalada además por cobijo a un número reducido de individuos. El se-
el hecho de que la cantidad de fuerza de trabajo gundo elemento significativo son las sepulturas co-
invertida en la producción y distribución de algunos lectivas megalíticas de tipo tholos que conforman
instrumentos fabricados en materias primas de pro- necrópolis situadas en el exterior de yacimientos
cedencia lejana no está en relación directa con las como Los Millares, El Tarajal, Almizaraque o Las
ventajas obtenidas en cuanto a productividad. En A n g o s t u r a s . Por ú l t i m o , cabe d e s t a c a r las
términos económicos diríamos que el alto «valor de fortificaciones en piedra documentadas en yacimien-
cambio» no está determinado por el «valor de uso» tos como Los Millares (asentamiento principal y
o utilidad, invirtiéndose un sobretrabajo en la pro- Fortín 1), El Malagón, Cerro de la Virgen, Zájara y
ducción de medios de trabajo que no se correlaciona Cabezo del Plomo. En este punto, conviene también
con un incremento en la productividad. señalar que las estructuras de fortificación mues-

Astigi Vetus, n 2 J, 2001


tran indicios de que su funcionalidad incluyó fines nible se dedicaba a la producción artefactual. La ya
no estrictamente defensivos. Así parece en vista de formulada pregunta acerca de si también participa-
las actividades domésticas o productivas documen- ba en la producción subsistencial podría ser contes-
tadas en las torres I y XI, el bastión VI y la barbaca- tada si contásemos con los inventarios de los me-
na IV de Los Millares o bien en los bastiones V y IX dios de trabajo encontrados en estos asentamientos.
del Fortín 1 (Arribas et alii 1985, Molina et alii 1986). Sólo sabemos que en la Casa C de Campos, donde
se hallaron evidencias del trabajo del cobre y el
La descripción de los parámetros de la fuerza de hueso, también apareció un «juego de muelas» y
trabajo invertida en la producción de objetos socia- una cesta con lentejas (Siret y Siret 1890: 73 y ss.).
les (tanto alimentos como medios de producción o La presencia de molinos y de elementos de hoz pa-
productos de consumo) sólo es inferible a partir de rece confirmada en todos los grandes poblados,
los recursos naturales, los medios de trabajo y los aunque desconocemos su volumen y distribución.
productos, habida cuenta de la ausencia de análisis En este sentido, la información de Motos (1918) re-
paleoantropológicos, sin duda una vía directa y fia- ferente a que en todas las casas del Cerro de las
ble para acceder a la definición del reparto de las Canteras había al menos un molino, sugiere una
cargas laborales de una comunidad. Hemos hecho participación generalizada al menos en las tareas
alusión a que la movilidad de los territorios de ex- finales del procesado alimentario.
plotación agropecuaria y la diversidad de los recur-
sos animales y vegetales aprovechados debieron En cualquier caso, la fuerza de trabajo invertida
formar parte de una estrategia económica global en el sector secundario se basaría sobre todo en el
que supuso un incremento de la productividad en trabajo humano. De este modo, podemos suponer
el sector subsistencial. De esta forma, el conjunto que el gasto de energía y tiempo en este sector de-
de la reproducción social dispondría de mayor can- bió ser elevado. Por otro lado, la inversión de traba-
tidad de materia y energía utilizables. Cabe supo- jo necesaria para la construcción de obras de en-
ner que la elevada p r o d u c t i v i d a d del sector vergadura, como fortificaciones o tumbas colecti-
alimentario fue indispensable para sostener el au- vas, requirió la reunión de importantes contingen-
mento demográfico constatado entre el neolítico y tes de mano de obra, al margen de los lugares es-
el calcolítico (Chapman 1991; Castro et alii 1994a). pecíficos que ocupasen en otros segmentos de la
Sin embargo, la disponibilidad de alimentos no fue producción.
el único requisito para el incremento demográfico
observado en el calcolítico, sino que el potencial
reproductor de las mujeres debió ser el factor crucial. La producción de mantenimiento

En principio, la cantidad y variedad de los pro- En su vertiente referida a los objetos sociales, la
ductos indica también un aumento de la produc- producción de mantenimiento puede ser evaluada
ción en el sector alimentario. Ello se debe a que el a partir de varios indicadores. Así, cabe mencionar
tiempo de trabajo de los artesanos/as dedicados/as la reparación y ampliación de las obras de fortifica-
a la producción de objetos manufacturados reque- ción, tareas documentadas en los asentamientos que
riría un incremento en los rendimientos de la pro- dispusieron de ellas y que, al igual que la construc-
ducción alimentaria que lo compensara. La pregun- ción original, debieron implicar un considerable vo-
ta en torno a los/as citados/as artesanos/as estriba lumen de mano de obra. En el apartado de los me-
en saber si se trataba de campesinos/as que reali- dios de trabajo líticos y metálicos, la conservación
zaron un sobretrabajo en el sector manufacturero, de filos y superficies activas también supuso activi-
o bien de artesanos/as a tiempo parcial o completo dades que conviene tener en cuenta.
compensados/as materialmente. Considerando el
nivel de elaboración de los productos y el escaso Por último, los datos disponibles indican que la
desarrollo de los medios de trabajo nos inclinamos conservación del grano y del agua en silos, cisternas,
hacia la primera de las alternativas, aunque nos mo- vasijas y restos constituyó un factor omnipresente
vemos con hipótesis que la investigación futura de- que se materializó tanto en el interior de las vivien-
berá contrastar. Dada la mayor superficie ocupada das como en espacios abiertos dentro del asentamien-
por ciertos asentamientos y la cantidad de artefac- to (por ejemplo, Campos, Los Millares, Almizaraque,
tos hallados en éstos, resulta previsible que estu- Terrera Ventura, Ciavieja, Zájara, Puente de Santa
viesen habitados por un mayor volumen poblacional. Bárbara). Sin duda, el mantenimiento de estas es-
Las áreas de t r a b a j o a r t e s a n a I de estos tructuras y el cuidado de los bienes depositados frente
asentamientos estables indican que una parte to- a potenciales factores nocivos (roedores, insectos) im-
davía indeterminada de la fuerza de trabajo dispo- plicaron una inversión de trabajo notable.

AstigiVetus, n9 1,2001
r Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 35

En cuanto a la producción de mantenimiento de lectiva de reunión de fuerza de trabajo, medios de pro-


hombres y mujeres (fuerza de trabajo), la constancia ducción y productos, que pudo ser orientada a fines
de actividades de procesado alimentario en el interior diversos. Este segundo nivel puede incluso ser rastrea-
de las cabañas permite inferir la realización en este do espacialmente, como sugiere la distribución de va-
ámbito socio-parental de la mayor parte del consumo rias unidades de habitación unidas entre sí en torno a
alimentario cotidiano, entendido aquí como renova- otra ligeramente mayor en El Malagón (Moreno 1993).
ción de la fuerza de trabajo. No obstante, la presencia
de hogares y acumulaciones de restos alimentarios en De aceptarse este modelo, la unidad de organi-
áreas al aire libre sugiere un cierto nivel de consumo zación productiva mínima, al menos en lo que con-
que trasciende la célula socio-parental. Es de esperar cierne a la producción de alimentos y artefactos,
también que en estas células se realizase parte decisi- estaría configurada por la reunión de un número
va de la socialización de hombres y mujeres. variable de sujetos sociales que, sin embargo, reali-
zarían la producción básica y la mayor parte del
consumo alimentario y de las actividades artesanales
Las relaciones de apropiación y explotación en el marco de células socio-parentales recurrentes
en el calcolítico (cabañas). Los asentamientos calcoliticos pudieron
estar formados por una sola agrupación de células
La producción social calcolítica, como se despren- socio-parentales en el caso de los núcleos de tama-
de principalmente del amplio desarrollo de la pro- ño reducido o bien por la reunión de varias de éstas
ducción de objetos sociales (productos manufactu- en agregaciones supraparentales (quizás clanes),
rados y alimentos), se basó en estrategias que pri- originándose entonces poblados extensos.
maban la inversión de fuerza de trabajo por encima
de la mejora de la productividad mediante la intro- Es hora de dar cuenta de eventuales mecanismos
ducción de mejoras tecnológicas. La intensificación de explotación. Hemos propuesto a grandes rasgos
de la producción básica, unida a la elevada produc- cómo pudo organizarse la producción social, aunque
tividad alcanzada en la producción de alimentos, todavía carecemos de informaciones contextuales
permitieron el crecimiento demográfico y la libera- detalladas de las prácticas en que ésta se expresó.
ción de un tiempo de trabajo que se orientó hacia En cuanto al consumo, dado que los datos referidos
la producción de manufacturas. De esta forma, la a éste en las zonas de habitación resultan todavía
fuerza de trabajo constituyó el factor crítico en el más escasos, los contextos funerarios son los únicos
análisis de la sociedad calcolítica. que pueden ayudarnos a determinar si tuvo lugar un
consumo desigual de la producción social.
La fuerza de trabajo, resultante de la producción
básica realizada por las mujeres (hijas/hijos como po- Los trabajos de Chapman (1981) señalaron la exis-
tencial fuerza de trabajo) en el seno de las células so- tencia de desigualdades en este ámbito, a partir del
cio-parentales definidas por las unidades mínimas de análisis de la composición de los ajuares y de la ubi-
habitación, producción, almacenamiento y consumo cación de las tumbas en la necrópolis los Millares.
(«cabañas»), fue parcialmente invertida en otros sec- Las conclusiones de este autor enunciaban que, aun-
tores productivos (alimentos, medios de producción, que las relaciones de parentesco fueron dominantes,
artefactos de consumo, mantenimiento). A este nivel existieron diferencias en el acceso a la «riqueza» re-
organizativo cabe asignar la realización de prácticas presentada por la posesión diferencial de artefactos
sociales relacionadas con la producción básica, el man- elaborados y de materias primas de origen lejano.
tenimiento de la fuerza de trabajo, el procesado Esta idea puede ser matizada considerando la fre-
alimentario previo al consumo, el consumo mismo y, cuencia y variedad de los valores de cambio deposi-
en algunos casos, la producción de objetos sociales tados en las tumbas. Así, se observa que la mayor
manufacturados (metal, piedra, arcilla, hueso). Sin em- «riqueza» de los ajuares no se expresa con los mis-
bargo, posiblemente el nivel organizativo mínimo de mos tipos de materiales: en las tumbas n° 5 y n° 40
la producción social residió en un segundo plano de dominan los artefactos de marfil, en la n° 12 y la n°
agrupación que vinculó a un número variable de célu- 63 las cuentas de huevo de avestruz, en la n° 8 los
las socio-parentales, tal y como se infiere de la presen- objetos de azabache, en la n° 16, la n° 57 y la n° 67
cia de importantes espacios de molienda y almacena- los materiales de cobre, en la n° 9 las cuentas de ca-
miento al aire libre y también del volumen de mano de laíta, etc. (Chapman 1991: tabla 24). Los productos
obra necesaria para realizar ciertas construcciones que determinan la riqueza de unas tumbas faltan o
(tumbas, murallas). Tales elementos en las agrupacio- son escasos en otras de riqueza similar. Por lo tanto,
nes de células socio-parentales o grupos socio- puede afirmarse que no hay una estandarización en
parentales (quizás linajes) sugieren una capacidad co- cuanto al tipo de objetos depositados y que resulta

Astigi Vetus, nB 1,2001


J O
rearo V. Castro, Sylvia l i i l i , Vicente Lull, Katael Mico, Cristina Kihuete, Kobeno Kisch, M- tncarna 5anahu|a Til 1

imposible establecer una jerarquía de valores de cam- rogeneidad en la distribución de objetos sociales
bio en la materialidad social. Si, como señala Chapman, sólo parece hallarse en función del mayor o menor
las sepulturas colectivas fueron lugares de enterramien- número de integrantes de los grupos productivos20.
to de determinados grupos de parentesco tipo linaje A su vez, el tamaño del grupo en su conjunto marcó
(que, en nuestro caso, equipararíamos con las agrupa- la capacidad para construir tumbas más grandes.
ciones de células socio-parentales citadas anteriormen- Este esquema resulta aplicable a nivel del interior
te), puede sugerirse que las diferencias cualitativas re- de cada asentamiento y también si los compara-
flejan el control de determinadas producciones mos entre sí. Así, la diferencia de tamaño entre Los
artesanales por parte de tales grupos. Millares y EITarajal (asentamiento asociado a la ne-
crópolis de El Barranquete) también se refleja en la
El reciente análisis multivariante realizado por cantidad y variedad de tumbas y ajuares, claramen-
Mico (1993) sobre los ajuares de veinticinco tum- te favorable al primero de aquéllos. Del mismo modo,
bas de las necrópolis de Los Millares y El Barranquete en la Depresión de Vera, la comparación del tama-
confirma, tanto la diversidad de las asociaciones ño y el número de tumbas colectivas del asenta-
materiales (los cinco primeros componentes princi- miento central de Las Pilas (c. 3 ha/10 tumbas) con
pales sólo sintetizaban el 65,7% de la varianza ori- los del pequeño poblado de Almizaraque (c. 0.5 ha/
ginal), como una clara heterogeneidad en cuanto a 3 tumbas) sugiere de nuevo que el tamaño de los
la cantidad de artefactos depositados en cada tum- grupos y, por lo tanto, la disponibilidad de fuerza de
ba. Además, los cálculos de regresión realizados trabajo fue el elemento clave. En el mismo sentido,
muestran que las tumbas con mayor número de ar- la distribución diferencial de áreas artesanales y
tefactos no sólo son las más grandes, sino también productos manufacturados indica que los grupos de
las que cuentan con un mayor número de indivi- mayor tamaño consiguieron que una parte de sus
duos enterrados (cifrado en una media de cincuen- miembros se dedicasen a actividades manufacture-
ta)17. Por lo tanto, existen elementos para sugerir ras no directamente vinculadas con la producción de
que tanto el esfuerzo invertido en la construcción alimentos. De este modo, elementos tales como la
de la sepultura como en los objetos colocados en búsqueda de materias primas de origen lejano, la apa-
su interior dependía directamente de la cantidad de rición de formas artesanales que supusieron un ma-
fuerza de trabajo de cada grupo. Sólo las agrupa- yor coste energético (por ejemplo, la metalurgia) o la
ciones de mayor tamaño, es decir, con más mujeres propia construcción de tumbas monumentales pue-
fértiles y/o individuos dependientes en general, po- den ser considerados plusproductos conseguidos gra-
dían realizar un mayor gasto de energía en la cons- cias a la inversión de un sobretrabajo por parte de
trucción de monumentos funerarios, así como en la los grupos con el tamaño suficiente para realizarla.
elaboración de productos manufacturados18. Dicha inversión fue colectiva y no observamos ele-
mentos para plantear que se acompañó de un con-
En lo observado hasta ahora no encontramos sumo diferencial de los bienes producidos.
elementos concluyentes que permitan afirmar la
existencia de relaciones de explotación19. La hete- En el caso de los poblados de mayor tamaño, asis-
tiríamos a la agregación de un número variable de
agrupaciones de células socio-parentales que pudie-
ron funcionar autónomamente en el plano económi-
17
Véase también Chapman (1991:266), quien enunció con- co, pero que unieron esfuerzos en la construcción y
clusiones similares.
18
Si nuestra interpretación es correcta, se hallaría en contra-
mantenimiento de obras colectivas, tales como los
dicción con la «regla de Chayanov», que tanta importancia ha sistemas de fortificación. Estos sistemas defensivos
cobrado en el «modo doméstico de producción» propuesto por hallarían sentido en el seno de grupos asentados per-
Sahiins (1977). Chayanov (1974; original ruso de 1925) planteó manentemente en un territorio, los cuales realizarían
que cuanto mayor era el grupo familiar campesino, menor era la
fuerza de trabajo por persona invertida en el proceso de produc-
un sobretrabajo para la construcción de mecanismos
ción. En nuestro caso, las observaciones realizadas a partir de de defensa colectivos ante la amenaza ocasional de
los contextos funerarios ponen de manifiesto que la acumula-
ción diferencial de «riqueza» sí depende positivamente del ta-
maño del grupo.
19
A la luz del conjunto de la producción social calcolítica, la
sugerencia final realizada por Mico (1993, Castro ef alii 1995b: 20
Esta situación podría replantearse si en el plano funerario
140) respecto a que las diferencias observadas en el tamaño de se demostrase que los artefactos de mayor coste hubiesen sido
las tumbas y en el número de objetos depositados en ellas se asignados de forma cuantitativamente relevante a ciertos/as
ajustan a una situación de jerarquía social en la línea abierta por sujetos. No obstante, por el momento las diferencias entre el
Chapman (1981), debe esperar a una mejor definición empírica número de elementos de ajuar amortizados (Mico 1993) y el
sobre el tiempo de uso de los contextos funerarios y la asigna- número de cadáveres enterrados en las sepulturas colectivas no
ción de los ajuares a individuos concretos. permite verificar concluyentemente este extremo.

Astigi Vetus, nB 1, 2001


r Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 37

razzias por parte de otros grupos. De esta forma, las y ampliación del Fortín 1; Casa C de Campos; fortaleci-
fortificaciones se explicarían como plusproducto ob- miento de las defensas en la última fase de El Malagón).
tenido mediante un sobretrabajo colectivo, puesto que Tal vez la concentración de medios de producción por
no fueron edificadas gracias a la extracción previa de parte de algunos grupos pudo situar a éstos en dispo-
plusvalías ni sirvieron de apoyo para el desarrollo de sición de controlar en beneficio exclusivo determina-
formas de explotación. dos segmentos ajenos de la producción social y, por
ende, colocarse en situación de privilegio a la hora de
A pesar de la frecuente constatación de obras tomar decisiones políticas. No obstante, de haberse
de fortificación, hay elementos para pensar que las iniciado esta tendencia, diversos factores inherentes a
relaciones entre asentamientos discurrieron esen- la producción de vida social calcolítica pudieron inhi-
cialmente por cauces más pacíficos. Como ha seña- bir el desarrollo de estrategias consolidadas de explo-
lado Risch (1995), la presencia generalizada de ma- tación intra e intergrupal. Dichos factores radicaban
nufacturas en todo tipo de asentamientos puede en la dificultad de extender un control sobre los facto-
interpretarse en función de un modelo de intercam- res de la producción. Así, la movilidad de la población,
bio que implicaría un cierto trasvase de alimentos la disponibilidad de recursos naturales (tierra, mate-
desde los núcleos agrícolas de menor tamaño hacia rias primas) y la sencillez de los medios de trabajo ne-
los poblados más grandes y un movimiento de pro- cesarios para la subsistencia pudieron limitar la im-
ductos artesanales en sentido contrario («sistema de plantación de formas de dominio estables y coerciti-
producción dual»). En el estado actual de la base em- vas, ya que la segmentación grupal siempre existía
pírica, resulta difícil profundizar en la relación entre como salida potencial a la crisis.
la producción de alimentos y la de artefactos a esca-
la territorial, dada la falta de excavaciones en En lo que respecta a la producción básica, tam-
asentamientos de tamaño reducido y a la ya lamen- poco contamos con elementos de juicio para poder
tada fragmentariedad de los datos cualitativos y cuan- indicar una eventual explotación de las mujeres.
titativos sobre los contextos de producción y consu- Hemos recalcado en varias ocasiones su papel crucial
mo. Sin embargo, otras consideraciones indirectas, en la producción social como suministradoras de la
tales como las numerosas similitudes observadas en fuerza de trabajo, pero ignoramos si su trabajo
las manifestaciones materiales de muchas regiones reproductivo fue compensado o no mediante contra-
del mediodía peninsular (desde la desembocadura del partidas favorables a este sexo en otros ámbitos de
Tajo pasando por el sur de Portugal y las cuencas del la producción y del consumo. En este sentido, somos
Guadiana y Guadalquivir), así como la aparente di- dependientes en buena medida de análisis
versidad de las mismas, sugieren una amplia trans- paleoantropológicos aún por emprender. De cualquier
misión de saberes sociales unida o no a la circulación modo, como elemento positivo en favor de la inexis-
de grupos humanos. Este panorama resulta más ajus- tencia de relaciones de explotación sobre las muje-
tado con la existencia de amplias redes de intercam- res consideramos oportuno recordar que éstas no
bio, de movilidad social y de descentralización de la fueron negadas en el campo de la expresión simbóli-
producción artefactual que con la práctica de estric- ca, como demuestra la cantidad de figuraciones fe-
tas normas de exclusividad territorial y productiva. meninas plasmadas sobre diversos soportes (cerámi-
De hecho, la amplia difusión de los materiales carac- ca, «ídolos»). La amplia distribución de estos moti-
terísticos del fenómeno campaniforme a través de vos ha llevado a hablar incluso de una «diosa-ma-
muchas regiones de la Península Ibérica y del occi- dre» calcolítica, asociada a cultos de renovación de
dente europeo testimonia la presencia de poblacio- la fertilidad. Por desgracia, la escasa información so-
nes en contacto y la frecuencia de los mismos. Como bre los contextos materiales en que se producen los
señalaremos más adelante, esta situación de per- hallazgos también impide decidir concluyentemente
meabilidad social se verá alterada profundamente en si formaron parte de ámbitos de expresión de la ca-
el sudeste peninsular durante el periodo argárico, pacidad de decisión femenina sobre su descenden-
como consecuencia de la implantación en la zona de cia o bien de mecanismos de alienación potenciados
un modo de reproducción social diferente. desde una ideología masculina que alentaba la pro-
creación como fuente de poder futuro.
Los únicos elementos que pueden sugerir una si-
tuación de violencia social entre las diferentes comu- En suma, las relaciones sociales de producción
nidades se detectan en los siglos finales del calcolítico caicolíticas caracterizan grupos sociales de carácter
(c. 2700-2300 cal ANE), cuando se registra una inten- corporativo y territorialmente abiertos. A tenor de
sificación en las actividades de defensa (construcción los datos disponibles, tales grupos no desarrollaron
de la cuarta línea de muralla en Los Millares y, poste- mecanismos de explotación en ninguna de las tres
riormente, refuerzo de la línea más interna; fundación producciones de la vida social. Los escasos elemen-

AsHgi Vetus, n- 1,200/


38 Pedro V. Castro, Sylvia Gilí, Vicente Lull, Rafael licó, Cristina Rihuete, Roberto Risch, MQ Encarna Sanahuja Yll

tos que sugieren cierta disimetría se ubican hacia el Los cambios sociales y económicos en torno al
final del periodo, aunque en ningún caso denotan 2250 cal ANE no parecen ser un acontecimiento his-
formas consolidadas de explotación social. tórico exclusivo del sudeste peninsular, sino que po-
drían estar relacionados con toda una serie de trans-
formaciones todavía mal datadas y poco explica-
2. EL GRUPO ARGÁR1CO ( 2 2 5 0 - 1 5 5 0 CAL ANE) das que se observan en los registros arqueológicos
del Mediterráneo oriental y de Europa central y
Las fechas de C14 disponibles para el Sudeste en oriental (véase, por ejemplo, González, Lull y Risch
general y para la Depresión de Vera en particular (Cas- 1992). En muchas regiones, se constata la destruc-
tro, González Marcé y Lull 1993; Castro, Micó y Lull ción de los poblados anteriores (por ejemplo, al fi-
1996) ponen de manifiesto que las manifestaciones nal del Heládico Antiguo II y Troya II), la aparición
argáricas fueron inmediatamente posteriores a las de nuevos asentamientos más preocupados en ais-
calcolíticas, cuando no incluso contemporáneas a és- larse y/o defenderse o la proliferación de rituales
tas durante algunas décadas en torno a 2250 cal ANE. funerarios con un mayor énfasis en enterramientos
individuales con ajuares personalizados. Aunque las
Desgraciadamente, las evidencias disponibles formas en que se manifiestan resultan ser variables
para los momentos finales del calcolítico y los ini- en cada región, la tendencia generalizada que se
ciales de El Argar son todavía demasiado escasas impone después de 2250 cal ANE se caracteriza por
como para conocer con exactitud cuáles fueron los un mayor control de la población y de los medios
cambios sociales y económicos acontecidos en es- de producción, por la importancia de la producción
tos momentos. Por un lado, se observan determina- y uso de armas y adornos de metal y también por el
dos elementos de decadencia, que parecen coinci- énfasis en lo individual sobre lo social, con el previ-
dir (tanto en el sudeste peninsular, como en la sible desarrollo de la diferenciación sexual y la disi-
Estremadura portuguesa) con el fenómeno campa- metría social. A medida que se profundice en el es-
niforme. Así, en Los Millares la última fase de ocu- tudio de los medios y procesos de producción, será
pación se caracteriza por el abandono de línea de- posible determinar las estructuras económicas en
fensiva exterior y por una reducción del espacio ocu- que se basan estos cambios sociales. En este senti-
pado, que parece concentrarse en la zona más in- do, resulta interesante destacar la aparición sincró-
terna del espolón que ocupa el asentamiento (Arri- nica de una serie de medios de trabajo (pulidores
bas et alii 1985). En el Cerro de la Virgen, las técni- con ranura, plaquetas con y sin perforaciones y, po-
cas constructivas de las cabañas se simplifican (Kalb siblemente, moldes de fundición de piedra) tanto
1969), mientras que la calidad de la producción ce- en Grecia (Heládico Antiguo III) como en el Sudeste
rámica parece empeorar en la última fase calcolítica (El Argar), de momento las únicas zonas que cuen-
de Almizaraque (Delibes et alii 986). Por otro lado, tan con investigaciones de entidad equiparable
hay asentamientos que manifiestan un final violen- (Banks 1967, Risch 1995).
to, en vista a la constancia de niveles de destruc-
ción e incendio. Así parece ocurrir, por ejemplo, en Determinar las causas de estos cambios supra-
Campos (Siret y Siret 1890: 73, lám.9). El Malagón regionales será uno de los temas cruciales para la
(Arribas et alii 1978) o Cerro de la Virgen (Schüle investigación de la prehistoria reciente del Medi-
1980). Si la datación del Fortín 1, entre 2450 y 2350 terráneo y Europa central en los próximos años.
cal ANE (Castro, González Marcén y Lull 1993), pue- Recientemente, se ha planteado la posibilidad de
de ser extrapolada a los demás sistemas de fortifi- una crisis medioambiental a gran escala en el Me-
cación que rodean Los Millares, contaríamos con otro diterráneo Oriental y en Mesopotamia. En el asen-
apoyo para hablar de inestabilidad y destrucción del tamiento de Tell Leilan (Siria) se detectaron evi-
«sistema de producción dual» hacia 2250 cal ANE. dencias de un episodio de lluvia de tefra alrededor
de 2200 cal AME, seguido de una fase árida mar-
La mayoría de los asentamientos calcolíticos se cada por la intensificación de la circulación del aire
abandonan, otros son destruidos o desarticulados y (Weiss et alii 1993). Sin embargo, aun aceptando
reconstruidos bajo principios totalmente diferentes este modelo, no se explicaría por qué aparecen sis-
(Cerro de la Virgen, Gatas, Fuente Álamo, Cabezo temas sociales y económicos similares en diferen-
Negro), a la vez que se produce la fundación de tes zonas de Europa. Sólo con proyectos de inves-
nuevos centros de grandes dimensiones (El Argar, tigación dirigidos al análisis de la interacción so-
El Oficio, Zapata). En los nuevos poblados, las remi- cio-natural y de la organización socio-económica
niscencias calcolíticas son escasas o nulas, tanto en en t e m p o r a l i d a d e s definidas por m é t o d o s de
la esfera fenomenológica como en los procesos de datación absoluta, será posible avanzar en el co-
producción y consumo. nocimiento de estos cambios.

Astigi Vetos, n° 1,2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 39

Estimación máxima Estimación mínima Estimación arqueológica

Gráfico 2. Desarrollo demográfico del Bajo Aguas durante la prehistoria reciente. Las estimaciones máxima (Renfrew 1972) y
mínima (Kramer 1978) se han efectuado a partir del área ocupada por los asentamientos. En la estimación arqueológica se ha
considerado la capacidad productiva de los molinos en uso sincrónicamente (véase nota 21).

Gracias a la investigación realizada en el marco o mujer. Las evidencias empíricas que permiten abor-
de los proyectos centrados en los yacimientos de dar la producción básica dependen sobre todo de la
Gatas (Castro et alii 1 994b) y Fuente Á l a m o definición de las pautas de mortandad y de la es-
(Schubart y Arteaga 1986, Schubarty Pingel 1995), tructura demográfica en general.
a d e m á s de la i n f o r m a c i ó n a p o r t a d a por las
excavaciones realizadas en El Rincón de Almedricos Después del 2250 cal ANE se evidencia un cons-
(Ayala 1991) y Cabezo Negro (Ruiz Parra 1990), es tante aumento demográfico, que parece alcanzar
posible aproximarnos a las producciones argáricas, sus cotas máximas durante los siglos finales del gru-
sobre todo en su fase más desarrollada (posterior po argárico. Este aumento se constata principalmen-
al 1900/1800 cal ANE). Diferentes elementos apun- te a tenor del análisis de las evidencias funerarias
tan hacia una situación diferente durante los pri- (Lull 1983) y del número de instrumentos de mo-
meros siglos de ocupación de Gatas o Fuente Ála- lienda registrados en los asentamientos (Risch
mo, en la que estos poblados todavía no habían 1995), más que por las estimaciones basadas en la
adquirido la función central que desempeñarán en superficie ocupada (Chapman 1991, Castro et alii
el segundo milenio. Las formas de enterramiento, 1995a) (gráfico 2). Los cálculos realizados a partir
los lugares de asentamiento, así como los produc- de los materiales Uticos21 indican que muchos de
tos cerámicos y metalúrgicos son los elementos los asentamientos argáricos de altura podían haber
materiales que permiten plantear como hipótesis de dispuesto de más de cuatrocientos artefactos de
trabajo que nos encontramos ante una formación molienda en estado operativo. En contextos cam-
económico-social en desarrollo, más que ante dos pesinos autosuficientes, estos medios técnicos ga-
sistemas totalmente diferentes de organización y rantizarían la alimentación de unas mil personas
apropiación de los factores del esquema económi- (Bartlett 1933, Runnels 1981, Horsfall 1987), míen-
co básico de cada una de las tres producciones.

21
l a producción básica Estos cálculos estimativos han sido realizados a partir del
análisis de los instrumentos de molienda, teniendo en cuenta la
vida de uso y frecuencia de molinos de mano en comunidades
En la producción básica, la mujer ostenta todos
autosuficientes no industrializadas, así como el periodo de ocu-
los factores del esquema económico, mientras su pación de los yacimientos, la parte excavada de ellos y la
producto es la vida humana que devendrá hombre representatividad de las muestras (Risch 1995; 1998).

Astigi Vetus, n° 1,2001


•ou Pedro V. Castro, Sylvia Gilí, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M 9 Encarna Sanahuja Yll

tras que en los molinos estatales mesopotámicos El correlato más directo de esta negación parece
del III milenio estos valores se duplicarían e incluso ser la eliminación de la representación de la mujer
triplicarían (Grégoire 1992). en todas las producciones, al contrario de lo que
ocurría en el periodo anterior.
La clara delimitación del territorio argárico ha-
cia el exterior en cuanto a materias primas y pro-
ductos acabados (Lull y Risch 1996) iría en contra La producción de objetos sociales
de la idea sobre una posible introducción de pobla-
ción externa en el espacio ocupado por el Estado La producción y el consumo de alimentos
Argárico. Parece más probable que el incremento Dado que nos encontramos ante comunidades
demográfico se produjese sobre la base de una cuya producción subsistencial está basada sobre
mayor natalidad global. Además, la mortalidad in- todo en la agricultura y la ganadería, el recurso na-
fantil aumenta hacia el final del periodo (Lull 1983, tural más importante es la tierra. Es un hecho acep-
Buikstra et alii 1995), cuando, como veremos, preci- tado que la mayoría de los grandes asentamientos
samente son mayores los indicios de un aumento argáricos no se encuentran en zonas caracterizadas
de la producción por medio de mecanismos de por un gran potencial de tierras de cultivo en sus
plusvalía absoluta. Todo ello tiene que haber supues- inmediaciones (por ejemplo, Gilman yThornes 1985;
to una mayor explotación de la producción básica y, Castro et alii 1994a). Ello se debe a una preferencia
por tanto, de las mujeres, si se pretendió mantener por los espacios más protegidos y cercanos a zonas
estable la fuerza de trabajo necesaria para mante- montañosas. La explicación tradicional de este he-
ner la tasa de producción de excedentes. cho como un intento de aproximarse a los depósi-
tos de mineral y controlarlos no se sostiene. Los
El control de la producción básica se materializó análisis de isótopos de plomo (Stos-Gale, Hunt-Ortiz
en el control de las mujeres como reproductoras. y Gale 1994), la ausencia generalizada de minera-
Las evidencias que sugieren la existencia de les y escorias o la falta de evidencias de producción
matrilocalidad 22 permiten establecer que la pobla- metalúrgica argárica en yacimientos como Fuente
ción de mujeres se mantuvo fija en un espacio es- Álamo o Gatas (Risch 1995), situados a escasos ki-
pecífico, aquel que correspondía al lugar de la re- lómetros de afloramientos de calcopirita, malaqui-
producción. Por lo tanto, la matrilocalidad, a dife- ta y azurita, representan anomalías importantes.
rencia de lo que se suele opinar, podría facilitar el
control de las mujeres como recurso y fuerza de tra- Por otro lado, en los últimos años, se ha venido
bajo de la producción básica. descubriendo un número cada vez mayor de yaci-
mientos de pequeñas dimensiones situados en zo-
El control directo de la población y su limitada nas llanas o en laderas poco pronunciadas (Mathers
movilidad parece haber hecho innecesario atender 1986, Ayala 1991, Castro et alii 1994a). Sabemos
de forma especial a la producción básica. El ajuar muy poco acerca de estos pequeños poblados, pero
más característico de las mujeres (punzón y cuchi- la relación espacial de los asentamientos argáricos
llo) también enfatiza su papel productor más que con la tierra es muy diferente de la observada du-
reproductor (biológico)23. Ello implica la negación rante el calcolítico. Mientras que antes de 2250 cal
del valor del trabajo realizado por la mujer en dicha ANE constatamos que el tamaño del asentamiento
producción, ya que no parece ser compensada por generalmente no varía de forma proporcional al po-
una menor presencia en las demás producciones24. tencial agrícola de su entorno, en El Argar se esta-
blece una relación inversa (Risch 1995). Es decir, los
yacimientos de mayor tamaño y con más habitan-
22
tes son los que disponen de menos tierra de cultivo
Hipótesis sugerida a partir de la homogeneidad en sus inmediaciones. Esta tendencia es altamente
osteométrica observada en una muestra de esqueletos femeni-
nos argáricos procedentes de las excavaciones de los Siret significativa en cuanto a los terrenos de vega del
(Buikstra y Hoshower 1994). cuaternario medio y reciente, situados más próxi-
23
En este sentido, el punzón acompaña a las mujeres de to- mos a los acuíferos aluviales actuales y, por lo tan-
dos los grupos sociales con ajuar, a diferencia de las armas mas- to, los de mayores índices de humedad relativa. Esto
culinas.
24
Si en un principio los niños y las niñas parecen estar ex- habría implicado, que los grandes asentamientos no
cluidos/as del derecho a enterramiento, podría sugerirse que la serían autosuficientes en cuanto al recurso natural
presencia masiva de tumbas infantiles después de c. 1800 cal prioritario, es decir, la tierra.
ANE (Castro eí alii 1996b) constituye un subterfugio ideológico
que pretendiera conculcar la necesidad de producir más indivi-
duos como fuerza de trabajo socialmente necesaria, al ser éstos Esta situación se produce en un momento en que
reconocidos como sujetos sociales. se registra una reducción de la diversidad

Astigi Vetus, ns 1,2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 41

alimentaria respecto al calcolítico, consecuencia de llados (Hopf 1991:400,407; Stika 1 988: 34-36). Los
una escasa o nula explotación de recursos tales cereales de Fuente Álamo presentan unas dimen-
como la caza, la recolección y el marisqueo. El grue- siones que sugieren unas condiciones de cultivo
so de la alimentación proteínica se extrajo de los extremas (Stika 1988: 36).
animales domésticos. La importancia relativa de las
distintas especies no varía mucho con respecto al Cabe destacar que los únicos yacimientos que
periodo anterior. En las muestras disponibles conti- hasta el momento no se ajustan a esta tendencia y
núan dominando los restos de ovicápridos, segui- presentan una mayor importancia de las legumino-
dos por los de bóvidos, aunque en términos nutriti- sas son pequeños y de llanura, como Almendricos
vos, en muchos yacimientos la relación resulta ser (Ayala 1991) o La Loma del Tío Ginés25, ambos en
inversa. El cambio más destacado es la reducción Murcia. Almendricos es hasta el momento el único
generalizada de la importancia del cerdo y una asentamiento argárico en el que se ha documenta-
mayor variabilidad entre los asentamientos en cuan- do, junto a cereales, la presencia de toda la gama
t o a la importancia de los ovicápridos en relación a de legumbres (Vicia sp., Pisum sp. y Lens sp.). En él
los bóvidos (Driesch 1972, Lauk 1976, Driesch et las evidencias de Vicia sp. son más abundantes que
aliil 985, Milz 1986, Friesch 1987). Además, se pone en los asentamientos de altura estudiados. No sólo
de manifiesto que las diferencias existentes en la las necesidades hídricas de estas especies son ma-
producción de bienes subsistenciales dentro de una yores y requieren ser cultivadas en zonas húmedas
misma región son igual o más importantes que las (suelos cuaternarios de inundación), sino que ade-
existentes entre diferentes regiones. Al igual que más la fuerza de trabajo necesaria para el cultivo
ocurre con los recursos naturales, parece que cada de legumbres es elevada, lo que implica una estre-
asentamiento de altura ajusta su ganadería a las cha relación espacial entre las comunidades y los
condiciones locales. territorios agrarios y se ajusta mejor a un sistema
de asentamiento disperso con cultivos en huertas.
A partir de los únicos muéstreos carpológicos
sistemáticos realizados hasta el momento, proce- Por el contrario, el pequeño tamaño de los cerea-
dentes de Fuente Álamo y Gatas, puede plantearse les, dominantes en los poblados de altura, sugiere
una dominancia muy marcada de la cebada sobre que su cultivo se realizaba en suelos secos, como los
cualquier otra especie vegetal (Stika 1988; Clapham, desarrollados sobre las margas terciarias en toda la
Jones, Reed y Tenas 1994). Hordeum sp. es además el zona de estudio. Sobre todo la cebada puede crecer
género vegetal identificado en mayor número de ya- en zonas de extrema aridez y sobre suelos de fertili-
cimientos argáricos (Siret y Siret 1890, Hopf 1991, dad media y baja (Wilson y Witcombe 1985:36). Sus
Ruiz Parra 1990, Santa-Olalla et alii 1947, Hernández rendimientos bajos y variables no tienen que haber
y Dug 1975, Ayala 1991). El trigo también está pre- constituido un problema mientras hubiese suficiente
sente en la mayoría de los asentamientos, pero se- fuerza de trabajo y tierra disponible. El cultivo exten-
gún los resultados de Gatas y Fuente Álamo sólo re- sivo de cebada debió exceder las posibilidades espa-
presenta entre un 1 % y un 9% de los restos de espe- ciales de los estrechos valles utilizados intensamente
cies cultivadas en todas las fases argáricas. En com- desde el calcolítico y supuso una importante amplia-
paración con el periodo calcolítico, en el que trigo y ción de los territorios agrarios hacia las cuencas ter-
cebada presentaban proporciones más próximas (Cas- ciarias entre 2250 y 1550 cal ANE.
tro et alii 1994a), la dominancia del cultivo de esta
última muestra una clara tendencia hacia la especia- Las evidencias de los grandes asentamientos
lización de los productos subsistenciales. Por otra argáricos nos muestran que una parte importante
parte, las leguminosas también son minoritarias en de sus estructuras estaba destinada al almacena-
cuanto al número de restos. miento y la transformación de los cereales. La pre-
sencia masiva de artefactos de molienda en super-
El predominio de la cebada sobre los demás pro- ficie y en las estructuras excavadas hasta el mo-
ductos subsistenciales agrícolas ha llevado a plan- m e n t o son un e l e m e n t o r e c u r r e n t e en los
tear recientemente una tendencia al monocultivo asentamientos argáricos. Así, cabe destacar la «casa
extensivo cerealista en la última fase argárica (Ruiz C» de Ifre, el departamento XVIII de La Bastida, di-
Parra ef alii 1992; Castro et alii 1994a y b). Además,
el tamaño de las semillas argáricas analizadas, so-
bre todo de las de trigo, lino, mijo y legumbres, cu-
yas exigencias hídricas son más elevadas (250-750 25
Agradecemos a Consuelo Martínez Sánchez su gentileza
mm), es demasiado pequeño como para haber sido por facilitarnos esta información procedente de excavaciones
producido por sistemas de irrigación muy desarro- todavía inéditas.

Astigi Vetus, n9 1, 2001


42 Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuefe, Roberto Risch, M s Encarna Sanahuja Yll

ferentes estructuras aterrazadas de la ladera sur de faunísticos, hogares, hornos y cerámicas aptas para
Fuente Álamo, el espacio 109-210 de la zona C de la preparación y consumo de alimentos, como tam-
Gatas y, posiblemente, la habitación del corte 1 del bién en un territorio más amplio, dado el volumen
Cabezo Negro (Risch 1995). Tal acumulación de fuer- de harina producido en asentamientos como Gatas
za de trabajo excede las necesidades y posibilida- o Fuente Álamo después de c. 1900/1800 cal ANE.
des de u n i d a d e s d o m é s t i c a s c a m p e s i n a s
autosuficientes. En cambio, hallamos contextos ar-
queológicos más parecidos en el «palacio oriental» La producción y el uso de medios de trabajo
de Ebla, datado a principios del II milenio ANE. Aquí, En relación al calcolítico, observamos una reduc-
16 molinos de basalto, con sus correspondientes ción de las materias primas alóctonas y, por lo tan-
manos, estaban dispuestos sobre una banqueta a to de los costos de transporte, independientemente
lo largo de los tres muros de la habitación (Matthiae de que ello afectase a la productividad de los ins-
1982). En muchos de estos espacios argáricos los trumentos, como debió ser el caso del sílex. Sin
artefactos de molienda están asociados a contene- embargo, en este punto, también juega un papel
dores cerámicos o orgánicos para el almacenamien- decisivo la estructuración política del territorio y de
to de cereal, y a artefactos para el mantenimiento las relaciones de intercambio (Risch y Ruiz 1995).
de los instrumentos de trabajo. Sin embargo, son Por otro lado, la explotación de materias primas está
escasos los elementos de sílex con huellas de uso más especializada en cuanto a las rocas utilizadas,
que confirman por otra parte un uso como hoces y/ con lo que mejoran los soportes de los artefactos.
o trillos (Vila, Clemente y Gibaja 1994). En el caso La mayor parte de los recursos líticos procede de
de Gatas, el cereal incluso es almacenado en esta- los grandes cauces fluviales, situados a varios kiló-
do limpio, es decir, sin malas hierbas ni glumas. Si metros de distancia de los grandes asentamientos
nos encontrásemos ante un poblado de la misma de altura, por lo que el territorio de explotación
época en Mesopotamia o Siria, nadie dudaría en geológica se solapa con el territorio agrícola de di-
intepretar tal contexto carpológico como resultado chos asentamientos. La explotación de las materias
de relaciones tributarias (Weiss et alii 1993). primas parece ser más selectiva según las posibili-
dades regionales de cada asentamiento central
En cualquier caso, se constata una separación (Risch 1995).
espacial entre los territorios de producción agrícola
y los espacios en los que se realiza la transforma- La excepción a esta tendencia parecen ser los
ción final del cereal. Mientras los primeros están metales, además de algunas rocas volcánicas utili-
ubicados en las vegas cuaternarias, para las legum- zadas en la producción de molinos (andesitas), ha-
bres y el lino, y en las llanuras terciarias, para el chas y azuelas (basaltos olivínicos) y determinados
cereal, los segundos se encuentran en la mayoría tipos de sílex (por ejemplo, el sílex fosiiífero). Los
de los grandes poblados de altura. Los pequeños resultados preliminares de los análisis de isótopos
asentamientos de llanura están mejor ubicados en de plomo apuntan a que el mineral utilizado para
cuanto a los territorios agrícolas, pero en ellos son los objetos estudiados de Gatas y Fuente Álamo no
escasos o nulos los instrumentos de molienda. procede de los afloramientos de la fachada litoral
almeriense y murciana, por otra parte extensamen-
Nos encontramos, por lo tanto, ante una situa- te muestreados. Como probable área de origen se
ción en la que los asentamientos argáricos más im- sugiere la zona de Linares (Jaén), aunque todavía
portantes concentran buena parte de la producción no pueden excluirse áreas más occidentales de An-
subsistencial cerealista y de los medios de trabajo dalucía (Stos-Gale, Hunt-Ortiz y Gale 1994). Los
necesarios para procesarla, implementando una demás materiales tienen una importancia marginal
enorme cantidad de fuerza de trabajo, que no pare- (<5%) dentro del total de materias primas Iíticas y
ce ser sólo del propio asentamiento. Poblaciones parecen proceder de diferentes regiones del territo-
como las de Gatas IV y Fuente Álamo III y IV, cuya rio argárico 26 .
extensión superficial ha permitido estimar pobla-
ciones de entre 300 y 500 habitantes (Chapman Los procesos de producción de los instrumentos
1991), no sólo procesaron cereal por encima de su se hacen más variados, mientras el volumen de ins-
propias necesidades, sino que incluso debieron uti- trumentos de trabajo producidos aumenta de for-
lizar fuerza de trabajo externa para poder operar
los medios de trabajo registrados en los talleres y
almacenes excavados (Risch 1995). El consumo de
los alimentos parece haberse producido, tanto en 26
En relación a esta problemática puede consultarse Risch
los poblados de altura, según sugieren los restos (1995).

Astigi Vetus, n° 1,2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste...

Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 43

0,003 - i 1 1 1 1 1 1

ma pronunciada. Si utilizamos de forma indicativa indica un uso más especializado de algunas herra-
0,0025-
los datos publicados correspondientes a artefactos / \ 27 . Como hemos comentado más arriba,
mientas
líticos procedentes de estructuras domésticas, el au- muchas de ellas representan una novedad entre los
mento del volumen de la 0,002-
producción entre el periodo -J- medios Vde trabajo de la prehistoria reciente del Su-
calcolítico y El Argar es de un 300%. Con los regis- deste y parece que estuviesen relacionados con la
tros líticos superficiales y sistemáticos realizados en fabricación o el mantenimiento de herramientas de
0,0015- 4- X
un buen número de yacimientos del III y II milenio cal metal.
ANE en la franja litoral de Murcia y Almería estos
valores se incrementan0,001 (Risch 1995). En el casof- de \
Otro cambio ^'
sustancial en los medios de trabajo
Gatas este aumento incluso ha podido ser determi- consiste en la sustitución de la piedra por el metal
nado con un índice de0,0005- medida independiente-I- (volu- en la producción de instrumentos cortantes o pun-
men sedimentario excavado) (gráfico 3). zantes. En el asentamiento de Gatas se constata que,
0- L
entre los niveles calcolíticos y los argáricos, la pro-
i ii ni rv v vi
Una diferencia importante con respecto al pe- porción entre artefactos tallados y tipos de instru-
Gráfico 3. Frecuencia de artefactos de molienda en las diferentes fases de ocupación de los sondeos de Gatas en relación al
riodo anterior
sedimento es la(I:mejora
excavado de lall-IV:
preargárico; productividad en la
Argar; V-VI: Postargar). mentos líticos experimenta un pronunciado descen-
elaboración de los instrumentos de trabajo líticos y, so (véase Lull y Risch 1996). Por otro lado, la mayo-
probablemente, también en la cerámica (Colomer ría de los escasos útiles de sílex argáricos documen-
1995). Además, la inversión de energía por herra- tados se aprovecharon para trabajar materias ve-
mienta, entendida como unidad, es menor (Lull y getales no leñosas (en la siega y la trilla) 28 . La pre-
Risch 1996). La consecuencia más directa de este sencia de huellas de cortes sobre huesos de anima-
ahorro energético es una menor estandarización les, conchas y rocas indica el uso de herramientas
morfométrica de muchos instrumentos líticos. Du- de filos cortantes de otras materias, probablemente
rante El Argar, esta reducción de costos de produc- de metal. Esta consolidación del metal como recur-
ción parece afectar de forma especial los instrumen- so para la producción de medios de trabajo supone
tos cortantes (hachas, azuelas, puntas de flecha e una mejora en los índices de aprovechamiento de
industria laminaren especial).

Por otro lado, desde la perspectiva de su utili-


27
dad, los medios de trabajo mejoran considerable- Es el caso, por ejemplo, de los molinos de micaesquisto
granatífero con superficies activas de perfil transversal convexo,
mente la eficacia con respecto al periodo anterior. de los artefactos abrasivos, tales como los alisadores alargados
En muchos asentamientos se observa una normali- de pizarra con huellas de uso muy específicas, y de los pulidores
zación del soporte material de los instrumentos a con ranura, además de los moldes, las mazas de micro-gabro
partir de una mayor estandarización de las rocas con ranura, las plaquetas con y sin perforaciones, los martillos
especializados y los «yunques» de rocas duras.
utilizadas. Asimismo, se constata un mayor grado 28
A partir de los análisis funcionales realizados porVila, Cle-
de estandarización de las superficies activas, lo que mente y Gibaja (1994).

Astigi Vetus, ns 1,2001


44 Pedro V. Castro, Sylvia Gilí, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M 9 Encarna Sanahuja Yll

la materia prima y, en consecuencia, un aumento tituidas por los grandes edificios o espacios
de la productividad. multifuncionales, donde se producen todos los ob-
jetos sociales necesarios para la reproducción del
La eliminación de las producciones que exigen grupo argárico. Mientras que el desarrollo tecnoló-
un alto grado de elaboración, la reducción de los gico resulta limitado en los primeros, los segundos
«costos» de producción y transporte, la mejora de suponen una enorme concentración de fuerza pro-
las materias primas utilizadas y la mayor especiali- ductiva.
zación y diversificación de los instrumentos de tra-
bajo muestra un énfasis en la mejora de la produc- La producción y el uso de productos de consumo
tividad y en el uso de los medios de trabajo. El ca- Como es de esperar, el giro en los medios de tra-
rácter «especializado» del artefacto argárico se ma- bajo argáricos se refleja en un cambio radical de los
nifiesta por su uso concreto más que por su elabo- productos generados por el sistema de producción.
rada producción y su forma estandarizada. La producción de objetos de consumo más destaca-
da son los tejidos de lino, a juzgar por la presencia
Nos encontramos, pues, ante testimonios que de pesas de telar en muchos talleres30. Hasta el
sugieren una mejora de la productividad y un au- momento, ninguno de los tejidos argáricos conser-
mento de la producción. Además, observamos una vados está realizado a partir de productos deriva-
concentración de la producción en ciertos lugares dos de animales, como la lana o el cuero (Hundt
de actividad. Así, sorprende la abundancia de espa- 1991). Los recursos naturales para la producción de
cios de producción que pueden ser interpretados vestidos también deben proceder de las zonas de
como «talleres» especializados, donde suelen con- vega ubicadas a cierta distancia de los
verger instrumentos de trabajo líticos, óseos, vasi- asentamientos de altura argáricos. Se observa tam-
jas de almacenamiento y pesas de telar. Estas últi- bién en este caso la misma disociación espacial en-
mas indican la importancia de la producción de te- tre los estadios iniciales y finales de los procesos de
jidos de lino. Así pues, parece tratarse de talleres producción, tal como ocurría en la producción
destinados sobre todo a la producción textil y al subsistencial y en la explotación de los recursos
procesado de cereal. líticos.

Por otro lado, los espacios de fundición del me- Los demás productos secundarios no
tal son poco conocidos29. Su uso y mantenimiento instrumentales son escasos y se reducen sobre todo
como medios de trabajo ha quedado atestiguado a armas y algunos elementos de decoración perso-
indirectamente (supra) en los espacios de produc- nal. Desconocemos los lugares de producción de los
ción, su amortización final se realiza en algunos ajua- mismos, pero sí contamos con información detalla-
res argáricos y apenas aparecen artefactos desecha- da acerca de su consumo individualizado, gracias a
dos en los contextos de consumo. El valor social de las evidencias funerarias. Estas manifiestan una
estos instrumentos debió ser elevado y su refundi- apropiación muy desigual de los productos metáli-
ción constante. Los artefactos de sílex, dientes de cos, permitiendo, junto con los ajuares cerámicos,
hoz en su mayoría, testimonian también un eleva- la diferenciación de cinco categorías sociales (Lull y
do valor social, a la vista del acusado desgaste ob- Estévez 1986). Además, cabe recordar que estos
servado, que, en ocasiones, incluso afecta ambos objetos son los únicos que han participado de for-
filos laterales. ma masiva en relaciones de distribución o intercam-
bio interregional.
Los instrumentos de trabajo empleados y acu-
mulados en sus espacios de producción ponen de Asimismo, el rico registro funerario argárico reve-
manifiesto que el sistema de producción argárico la que el volumen total de artefactos amortizados
tuvo un carácter radicalmente diferente al del por cada comunidad en el ritual se incrementa con
calcolítico. Las áreas de trabajo artesanal, respecto al calcolítico. Ello debió de tener consecuen-
espacialmente dispersas y dedicadas a la produc- cias en la producción de objetos sociales, ya que ésta
ción de medios de trabajo y artefactos de consumo, debió reemplazar los medios de trabajo y artefactos
con una amplia circulación transrregional, son sus- de consumo depositados en forma de ajuar.

29
Tenemos noticias de tales espacios metalúrgicos en El Argar,
30
El Oficio (Siret y Siret 1890), La Bastida (Santa-Olalla eralii 1947), La discusión en torno a la identificación arqueológica de
Cobatilla la Vieja (Lull 1983: 335) y Peñalosa (Contreras et alii los telares a partir del número de pesas documentado sigue abier-
1989). ta (Castro Curel 1986).

Astigi Vetus, n° 1,2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste... 45

La producción de mantenimiento Por otra parte, el almacenamiento del cereal en


grano y molido parece haber estado sometido a un
Una de las producciones de mantenimiento más sistema de medidas, que ha podido ser sugerido a
visibles y que parece haber jugado un papel desta- partir del estudio volumétrico de los contenedores
cado durante El Argar es el almacenamiento cen- cerámicos de Gatas33. Así, los análisis realizados
tralizado de instrumentos de trabajo en depósitos apuntan a un patrón de capacidad que está regido
(Risch 1995; 1998). En este sentido, destaca la ocu- por un factor constante de multiplicación de 4,2 para
pación B en el corte 39 de Fuente Álamo, donde se contenedores de hasta alrededor de 35 litros. A par-
encontraron veintidós molinos utilizados y en esta- tir de este volumen, los contenedores duplican
do operativo dispuestos en varias pilas. En la men- aproximadamente su capacidad, presentando valo-
cionada «casa C» de Ifre ocurría lo mismo con diez res en torno a los 53 litros y, finalmente 105 litros.
artefactos de molienda. También se han registrado Esta normalización de las unidades de almacena-
depósitos de dientes de hoz en Fuente Álamo y en miento apunta, al igual que los factores caracterís-
El Argar. En el caso de los artefactos de molienda, ticos de la producción de alimentos, hacia una acu-
los datos cuantitativos recogidos sugieren que en mulación, transformación y distribución de los pro-
los asentamientos existían unos medios potencia- ductos de consumo que excede el ámbito domésti-
les suficientes para incrementar sustancialmente el co y que se encuentra controlada socialmente para
procesado de cereal en cualquier momento. Desde la totalidad de la comunidad desde los grandes
un punto de vista estrictamente económico, este asentamientos de altura.
hecho resulta difícil de explicar, dado que parece
absurdo almacenar el capital constante, y más cuan- Otras producciones de mantenimiento consisten
do éste es fácil de generar. El elevado número de en la conservación de la productividad de los ins-
artefactos y el hecho de que hasta un 50% de los trumentos de trabajo. Es interesante observar que
molinos estuviese almacenado en algunos momen- muchos de los instrumentos Uticos introducidos con
tos o espacios, sugiere que la fuerza de trabajo uti- El Argar y que ofrecen mayor estandarización del
lizada no era constante. soporte material y de las superficies activas, esta-
ban relacionados con el trabajo o el mantenimiento
Aunque carecemos de información acerca de la de herramientas de metal (por ejemplo, plaquetas
distribución y la accesibilidad social de los produc- con y sin perforación, algunos de los pulidores con
tos subsistenciales animales, sí que contamos con ranura central, piedras de afilar y martillos de rocas
claras evidencias de una acumulación de la cebada duras). Una serie de artefactos (percutores y
y, en menor medida, del trigo (Lugarico Viejo) y las alisadores) muy frecuentes en los citados talleres
habas (Gatas III). En toda una serie de yacimientos de producción sirvieron para el mantenimiento de
(véase Lull 1983), se han identificado espacios con las superficies activas de los artefactos de molien-
grandes recipientes de cerámica, arcilla, piedra o da. El mantenimiento de su productividad requería
materiales vegetales que contenían cereal, y que procesos abrasivos y de percusión especializados,
sugieren que existía un almacenamiento centrali- como han comenzado a mostrar estudios experi-
zado, sobre todo de cebada, que excedía el ámbito mentales y funcionales (Menasanch, Risch y
doméstico31. En general, se ha podido determinar Soldevilla 1996).
que la mayor abundancia de estos contenedores
coincide con los espacios y/o los periodos con ma- En general, parece que después de 2250 cal ANE
yor volumen de instrumentos destinados a la mo- la producción de mantenimiento de la fuerza pro-
lienda del cereal. Resulta también destacable el al- ductiva cobró más importancia, a medida que au-
macenamiento de agua en grandes cisternas, como mentaron los niveles de producción básica y de im-
las documentadas en Fuente Álamo (Schubart y plementos. El agotamiento o desgaste detectado en
Pingel 1995) o El Oficio (Siret y Siret 1890)32. los recursos naturales, los instrumentos de trabajo
y la fuerza de trabajo (expresado en la mortalidad
infantil o en el campo de las paleopatologías) es
más elevado que al inicio del periodo argárico. Aun-
que todavía resulta difícil su cuantificación exacta,
31
También deberían incluirse entre las estructuras de mante-
mientras en el calcolítico la producción de objetos
nimiento las construcciones circulares de piedra documentadas supera la producción de mantenimiento, con El Argar
en Fuente Álamo (Schubart y Pingel 1995) y, con dimensiones
más reducidas, en Gatas (Castro ef alii 1994b), si su función como
hórreos queda confirmada.
32 33
Asumiendo que se trata, en efecto, de cisternas construi- Una primera parte de este trabajo ha sido adelantado por
das en época argárica. Colomer (1995).

Astigi Vetus, ns 1,2001


46 Pedro V. Castro, Sylvia Gilí, Vicente Lull, Rafael M i c o , Cristina Rihuete, Roberto Risch, M g Encarno Sanahuja Yll

se establece una situación inversa. El desgaste de par en otras actividades productivas que, al fin y al
la fuerza productiva (FT y MT) supera su ritmo de cabo, proporcionaron en algunos casos el reconocí
recuperación y restitución, lo que convierte las pro- miento social expresado en los ajuares funerarios.
ducciones de mantenimiento de hombres, mujeres
e instrumentos de trabajo en un elemento indispen- Otro elemento relevante radica en la propia com-
sable del sistema de producción. posición de tales ajuares, concretamente en los más
ricos. El análisis efectuado por Lull y Estévez (1 986)
mostró que ciertas mujeres accedieron a objetos del
Excedente y distancia social durante ElArgar máximo valor social (por ejemplo, diademas). Sin
embargo, fueron sistemáticamente excluidas de
La descripción de las tres producciones sociales otros, como hachas, alabardas y espadas, que sólo
durante El Argar y su respectiva ubicación espacial aparecen asociados a hombres (Castro et alii 1996b)
muestran un clara disociación entre las áreas de ex- Lo significativo de esta exclusión reside en el hecho
plotación de las materias primas y de los productos de que a las mujeres, sea cual fuere su posición so-
subsistenciales y las áreas de producción y mante- cial, les fue vedado el acceso y, previsiblemente, el
nimiento de los objetos sociales. Así, mientras que manejo, de los medios de defensa y ataque más efi-
la mayoría de las materias primas y de la produc- caces. La indefensión que de ello se deriva puede
ción cerealista fue producida por una población dis- ser leída en clave de subordinación. En suma, aun-
persa en las llanuras, ésta última dependía de los que todavía carecemos de datos concluyentes, fun-
grandes asentamientos de altura para cubrir sus damentalmente paleoantropológicos, que permitan
necesidades de productos de primera necesidad, asegurar la explotación de las mujeres, existen ele-
sobre todo en lo que se refiere a la alimentación y mentos verosímiles para adelantar una respuesta
el vestido. Por su organización espacial y social po- afirmativa.
dríamos definir el grupo argárico como un «sistema
de producción vertical». Los hombres y mujeres, como resultado de la
producción básica, parecen haber estado sometidos
Los mecanismos de explotación de la sociedad a determinadas barreras espaciales, dada la escasa
argárica quedan definidos por la apropiación de los movilidad que parece caracterizar gran parte de los
distintos factores del esquema económico básico (OT, procesos de trabajo. Sin la existencia de límites te-
FT, MT y P) en cada una de las tres producciones r r i t o r i a l e s que i m p i d a n una c o m u n i c a c i ó n
socialmente necesarias. interregional generalizada entre las diferentes co-
munidades, resulta difícil explicar las notables dife-
En el caso de la p r o d u c c i ó n básica, la rencias observadas, tanto en el uso de materias pri-
matrilocalidad implica, dejando puntualmente de mas como en el desarrollo de las fuerzas productivas
lado su función definidora de prácticas socio- entre los principales asentamientos. Aun así, la sepa-
parentales, una fijación espacial de las mujeres. Este ración espacial entre las áreas de vivienda y las es-
hecho, sin embargo, no tiene por qué haber impli- tructuras de fabricación de productos acabados en el
cado una apropiación de las mujeres a escala glo- interior de cada uno de estos territorios políticos y,
bal, convirtiéndolas en propiedad privada. Los da- en los grandes asentamientos de altura, la presencia
tos demográficos sugieren que las mujeres realiza- de talleres de producción y de espacios de almace-
ron un sobretrabajo reproductivo; sin embargo, para namiento de productos y medios de producción, frente
plantear que el plusproducto resultante (el mayor a la escasez de espacios con un claro carácter do-
número de hijos/as) constituyó un verdadero exce- méstico, sugiere la existencia de mecanismos de di-
dente apropiado (es decir, si las reproductoras fue- sociación entre población y producción.
ron explotadas), es preciso valorar datos correspon-
dientes a otras esferas relaciónales de la vida so- El consumo individualmente desigual de la pro-
cial. En este sentido, la ya comentada asociación ducción de objetos sociales queda patente en la
recurrente de puñal/cuchillo y punzón a un buen producción y el consumo de los artefactos de me-
número de enterramientos femeninos puede ser in- tal. Los recursos naturales y los medios de trabajo
terpretada como una valoración ritual de su papel necesarios para la fabricación de estos artefactos
productivo por encima del reproductivo, circunstan- no eran de acceso generalizado (la materia prima
cia que hace sospechar que la contribución de las era alóctona y, los medios de producción, aparecen
mujeres en la producción básica no implicó el dis- en un reducido número de espacios). Ello supone
frute de contrapartidas laborales en otros ámbitos un incremento artificial del valor de cambio, enten-
de la producción, sino todo lo contrario: además de dido como el costo de la producción metalúrgica,
gestar y parir, las mujeres argáricas debían partici- que no parece haberse dado durante el periodo

Astigi Velus, nº 1, 2001


Teoría de la producción de la vida social. Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste 47

caicolítico, cuando las evidencias de esta produc- ductos de uso social generalizado. La distribución
ción indican que se trató de una actividad menos de los costos y los beneficios de la producción me-
importante, pero más generalizada y con mayor peso talúrgica dentro de la sociedad argárica es desigual
de los recursos locales. Por contra, el uso de arte- y significa la existencia de excedentes materiales y
factos de metal en forma de medios de trabajo pa- explotación social 3 ''.
rece haber sido una necesidad global para toda la
sociedad, dada la escasez y/o el bajo rendimiento Las características cualitativas y cuantitativas de
de los útiles equivalentes fabricados en otras mate- los medios de trabajo líticos y cerámicos indican un
rias primas. Por lo tanto, el desarrollo de las fuerzas aumento de la productividad y de la producción, lo
productivas argáricas supuso el aumento del valor cual muestra que en los grandes asentamientos de
de uso de los instrumentos metálico:., entendido altura existieron los medios materiales necesarios
como protagonismo exclusivo en los procesos de para una producción de excedentes por medio de
trabajo que requerían medios de corte o perfora- estrategias de plusvalía relativa y, sobre todo, abso-
ción. El uso de artefactos de metal como productos luta. Podría plantearse que la explotación argárica
de consumo de carácter coercitivo y ornamental residió precisamente en la apropiación por parte de
vuelve a estar socialmente restringido y representa la clase dominante de los instrumentos de trabajo
para sus propietarios/as unos medios de coerción indispensables para la obtención de productos de
física o directa y psíquica o indirecta (Lull y Risch consumo (alimentos y vestidos), tal y como parece
1 996), cuyo valor de uso excede las prácticas socio- ser el caso de los útiles metálicos. Sin embargo, la
económicas. Así, el grupo argárico representa la pri- abundancia de la mayoría de las materias primas y
mera sociedad que dispone de un armamento es- la sencillez de la producción de otros medios de tra-
pecializado de carácter ofensivo (alabardas y espa- bajo, como los molinos, la cerámica y las pesas de
das), cuya propiedad y manejo fue prerrogativa de telar, sugiere que la f u n c i ó n de los grandes
un reducido grupo de hombres. Este hecho no pue- asentamientos y la explotación social no se basó en
de explicarse tan sólo como solución al problema la apropiación y el control de los instrumentos de
de la protección de la comunidad, ya que de ser así trabajo, a excepción de los útiles metálicos (supra)
lo lógico sería esperar que la responsabilidad de la y de la fabricación cerámica a partir de c. 1800/1700
defensa recayese sobre toda la población y que, en cal ANE (Colomer 1995).
tal caso, el acceso a las armas estuviese generaliza-
do 34 . En cambio, la clara disimetría observada en La reducción de la variedad de productos
este ámbito apunta más hacia una situación de coer- subsistenciales observada durante El Argar, así como
ción social por parte de un sector del grupo. el marcado énfasis en una producción cerealista de
secano, que se caracteriza por una escasa producti-
Al incrementar y controlar el valor de cambio de vidad, pero una elevada resistencia a la aridez y
la metalurgia argárica, el elevado valor de uso de capacidad de adaptación a todo tipo de suelo, pa-
los productos obtenidos implica dependencia en el rece ser la consecuencia de la insuficiencia de las
caso de los medios de trabajo y coerción cuando se zonas de vega más productivas para garantizar las
trata de los productos de consumo finales. Mien- necesidades subsistenciales de la población. La ce-
tras la población depende de los escasos centros de bada no debió ser el producto agrícola exclusivo,
producción, los consumidores de los productos fi- pero pudo representar la única posibilidad de au-
nales disfrutan y amortizan productos en cuya fa- mentar la producción subsistencial, a la vista, tam-
bricación no parecen participar directamente, a juz- bién, de la ausencia de mejoras de la productividad
gar por la segregación espacial constatada entre la en la ganadería, entendida en términos de un ma-
presencia de tumbas de máxima riqueza y los espa- yor aprovechamiento de los productos derivados
cios de fundición. Esta apropiación de armas y or- (Risch 1995). Este a u m e n t o de la producción
namentos sólo parece ser el correlato consuntivo cerealista extensiva fue, al menos en parte, causa y
de una producción socialmente restringida. Este gru- consecuencia del aumento de la fuerza de trabajo
po de consumidores/as convierte la metalurgia en
propiedad apoyándose en el monopolio de los me-
dios de coerción y, así, se sitúa en una posición des-
de donde controlar el valor de cambio de los pro- 35
Un aspecto en el que sería interesante profundizar son los
mecanismos de obtención de los productos metalúrgicos por parte
de las élites (apropiación directa o intercambio). Otro tema relé
v a n t e se p l a n t e a al o b s e r v a r la e l e v a d a n o r m a l i z a c i ó n
34 morfométrica de ciertos recipientes cerámicos (Lull 1983, Colomer
Resulta sugerente que, en el caicolítico, los elementos de
defensa más evidentes (fortificaciones) sí protegiesen a la tota- 1995), hecho que podría estar en función de la existencia de
lidad de la comunidad que dispuso de ellas. talleres especializados bajo control político.

AstigIVetus, n" 1, 2001


48 Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Mico, Cristina Rihuete, Roberto Risch, M" Encarna Sanahuja Yll

en el sistema económico, tal y como manifiesta el ta de la misma. Esta, además de procesar el cereal de
constante desarrollo demográfico observado a lo toda la comunidad, podía ser utilizada en toda una
largo de todo el periodo argárico. Las variaciones serie de actividades de producción y mantenimiento
anuales en las cosechas de especies más sensibles documentadas en los grandes edificios argáricos, pero
a las condiciones de humedad, como las legumbres, sólo compensada en sus necesidades de consumo
el trigo o el mijo (250-750 mm), implicó una mayor indispensables. Por lo tanto, las relaciones entre cla-
o menor dependencia de la población con respecto se propietaria y clase trabajadora no fueron de reci-
a la producción de cebada. Estas necesidades fluc- procidad, sino de explotación. El control espacial y
tuantes también podrían constituir una de las cau- económico de la producción básica y de objetos so-
sas para el almacenamiento de artefactos de mo- ciales indispensables para la vida humana por parte
lienda con un desgaste intenso. Sin embargo, es- de las élites argáricas generó unas formas de explo-
tas estrategias agrícolas y estas prácticas socio- tación inéditas hasta entonces.
económicas no implican en sí mismas formas de
a p r o p i a c i ó n d e s i g u a l , ni la a p a r i c i ó n de los Además, el control de los artefactos de metal
asentamientos de altura con sus talleres y alma- implica que esta clase propietaria controló también
cenes. El transporte de los productos agrícolas, las redes de distribución o intercambio. Se trataría,
como la cebada o el lino, así como de buena parte por tanto, del único segmento de la sociedad que
de los medios necesarios para su transformación, no parece estar espacialmente circunscrito.
desde las zonas de producción primaria hasta los
asentamientos de altura, exigió un sobretrabajo En la producción de mantenimiento de la vida
difícil de explicar en el contexto de una economía social, existen elementos que apuntan hacia un con-
subsistencial autogestionada. sumo desigual y c o n f i r m a n la generación de
plusproducto y de plusvalía en la producción
Las territorialidades manifestadas por la restric- subsistencial. De una parte, hemos señalado en otro
ción de la distribución de materias primas entre los trabajo (Castro ef alii 1996b) que hasta c. 1800 cal
grandes asentamientos y los espacios de almace- ANE los enterramientos masculinos con armas (ala-
namiento de cereal documentados en estos, sugie- bardas y espadas cortas) sólo corresponden a indivi-
ren que las relaciones de propiedad decisivas resi- duos adultos, que, en muchos casos, alcanzaron eda-
den en el principal recurso natural, es decir, la tierra, des avanzadas (véase Kunter 1990; Mico 1993). Esta
así como en una parte relevante de los productos pauta indica que la clase dominante gozaba de una
generados. Mientras una agricultura hortícola con una esperanza de vida mayor, debido al disfrute de unas
elevada productividad se circunscribe a espacios muy mejores condiciones materiales de existencia. Con
concretos situados en las zonas de vega, la agricultu- posterioridad a c. 1800 cal ANE la clase dominante
ra cerealista de secano implica la disponibilidad de estuvo encabezada por un reducido número de hom-
grandes extensiones de tierra y abundante fuerza de bres asociados a espadas largas, por encima de un
trabajo. El elemento decisivo del sistema socio-eco- grupo algo más numeroso, también masculino, ente-
nómico argárico tiene que haber sido el dominio de rrado con ajuares que cuentan al menos con un ha-
los territorios agrarios, cuyos rendimientos cerealistas cha. En este periodo, se amplió el rango de edad de
anuales aparecen acumulados y gestionados en los los individuos masculinos de la clase dominante con
asentamientos centrales. Limitar el acceso social a derecho a ajuar, incluyéndose ahora algunos neonatos
los productos de consumo indispensables, imponer y subadultos (por ejemplo, las sepulturas Argar 307,
un desplazamiento espacial importante y promover 434, 810 y 849). Este hecho, probablemente vincula-
la elaboración de estos productos en talleres deter- do a un nuevo régimen de disposiciones hereditarias,
minados, implica una organización estricta de la fuer- no contradice por ahora la cuestión sugerida para el
za de trabajo y una gestión fiable de los recursos dis- periodo anterior a c. 1800 cal ANE. Sobre este punto,
ponibles, sobre todo si tenemos en cuenta que la es interesante señalar que, si bien las paleopatologías
transformación del cereal en un producto comestible detectadas en Gatas (Buikstra y Hoshower 1994) se
es una necesidad diaria (Lull y Risch 1996). La exis- asocian a individuos pertenecientes a todas las cate-
tencia de patrones volumétricos en los contenedores gorías sociales, aquéllos con mayor reconocimiento
cerámicos es una manifestación de la existencia de en el ajuar funerario tienden a presentar una mayor
este control de la producción. Al permitirse sólo la esperanza de vida. La esperanza de vida de la clase
salida de un producto de corta conservación (harina) dominante pudo incrementarse únicamente al reci-
o de corta vida de uso (vestidos), se disponía de un bir mayores cuidados y/o realizar menores esfuerzos
mecanismo de dependencia efectivo que permitió la físicos en edad avanzada; es decir, gracias a una disi-
concentración de la fuerza de trabajo en determina- metría en el consumo de la producción de manteni-
dos lugares, sin necesidad de una apropiación direc- miento.

Astigi Vetus, n" 1, 2001


Teoría de la producción de la vida social Un análisis de los mecanismos de explotación en el sudeste.. 49

Las evidencias materiales de grupo argárico zada entre las cuencas de Vera y del Guadalentín,
muestran una serie de prácticas socio-políticas que hasta abarcar, transcurridos quinientos años, un te-
acompañan la producción social y que contribuyen rritorio que comprende desde el sur de la Meseta y
a un-a mejor definición de las relaciones sociales de del País Valenciano hasta las costas meridionales
producción. Así, la existencia de territorios demar- de Almería y Granada (González Mareen 1991).
cados resulta contradictoria con la normalización
de la fenomenología en las producciones cerámicas Desde la teoría social, la delimitación espacial
y metalúrgicas (Lull 1983, Risch y Ruiz 1995). Pen- (territorios) y temporal (acumulación y herencia)36
samos que la relación de poder se establece me- implica la institucionalización de unas relaciones de
diante un elemento material y otro formal. En la explotación características de sociedades estatales.
normalización de la expresión formal de los produc- En la sociedad argárica, el excedente deja de ser un
tos secundarios reside la identidad de las relacio- bien de consumo directo, para convertirse en un
nes de explotación y la unidad de los intereses del valor que es gestionado, almacenado y transforma-
poder. Detrás de esta fuerte estandarización de lo do en forma de diferentes bienes materiales y servi-
fenomenológico se esconden marcadas desigualda- cios, según los intereses de la clase dominante.
des entre los individuos en cuanto a los medios de
trabajo, la fuerza productiva y los grados de explota- Desde el punto de vista de la teoría económica,
ción de las comunidades. No todos los asentamientos el modelo argárico resulta original por su capaci-
muestran la misma preocupación por mejorar las con- dad de generar excedentes sin necesidad de desa-
diciones técnicas de la producción y, además, el valor rrollar extensas redes de intercambio. Los exceden-
del trabajo en la producción de plusvalía absoluta tes no fueron transformados en valores de cambio,
parece haber sido variable entre un territorio y otro sino centralizados y redistribuidos con intereses
(Risch 1995). Los objetos sociales y, con ellos, gran mediante una explotación de la fuerza de trabajo
parte de la materialidad social, expresan una homo- en las producciones de objetos sociales (alimentos,
geneidad represiva que oculta las diferencias econó- manufacturas), de mantenimiento y, probablemen-
mico-sociales propias de una situación de conflicto te, en la básica. Las características principales del
territorial y de una excesiva segmentación del siste- sistema de producción vertical, sobre todo en su fase
ma de producción. En la normalización de la expre- final, muestran que se trató de una economía de
sión de determinados productos se manifiesta la iden- subdesarrollo, con una tremenda explotación social
tidad de las relaciones de explotación y la unidad de dada la baja productividad de la economía en rela-
los intereses del poder, por encima de las barreras ción a la gran fuerza de trabajo empleada.
socio-políticas internas y de las diferencias en las for-
mas de producción entre los territorios regionales (Lull
y Risch 1996). Al contrario que en el calcolítico, la
ausencia de relaciones de intercambio generalizadas Hasta aquí hemos desarrollado el análisis de dos
indica que el sistema de información entre las comu- situaciones históricas que implican sociedades de
nidades estaba mediatizado y sesgado por intereses órdenes diversos en lo que concierne a las tres pro-
de clase. Tan sólo las élites se e n c o n t r a b a n ducciones necesarias para la vida social. Las dife-
interconectadas, dieron cuenta de los rasgos mate- rencias entre ambas sociedades trascienden lo me-
riales definitorios de la sociedad argárica y forzaron ramente empírico y sugieren que los modelos so-
las prácticas sociales que la caracterizan. ciales que representan, abierto y cerrado, no se si-
túan en un mismo proceso de desarrollo social, ni
Junto a esta segmentación interna, existe una tampoco parten de un estado similar de las condi-
clara delimitación territorial de El Argar hacia el ciones objetivas de su reproducción.
exterior. Desde el punto de vista material, se apre-
cia una exclusión en el espacio argárico de todo ele- El nivel máximo de discriminación procede de
mento vecino o simplemente ajeno; de hecho, sólo los m e c a n i s m o s de e x p l o t a c i ó n social y sus
se utilizan los recursos disponibles en el territorio correlatos de obediencia y ocultación del sujeto so-
propio (Lull y Risch 1996). El comportamiento coer- cial. Estos pueden ser constatados objetivamente
citivo y unificador del poder argárico a través de en El Argar, frente a los mecanismos de asociación
sus expresiones materiales también queda plasma- o reunión que caracterizan como corporativo y
do en lo que podríamos denominar la «expansión» colectivizante al sujeto social del calcolítico.
del s i s t e m a . La d i s t r i b u c i ó n espacial de las
dataciones absolutas del grupo argárico muestra
que, en el transcurso de su desarrollo, el territorio
argárico se expandió desde un área original locali- ífl
Sobre este tema, puede consultarse Castro eralii (1 996b).

AstigiVetus, nB 1, 2001
Pedro V. Castro, Sylvia Gili, Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete, Roberto Risch, Mª Encarna Sanahuja Yll

todavia i g n o r a m o s si en el c a l c o l í t i c o los g r u - c u l o s e n t r e los g r u p o s p a r e c e n c o r r e s p o n d e r a


-os se r e p r o d u c í a n a costa de u n a p a r t e de sus f o r m a s sociales d e v a r i a d a f i l o g é n e s i s q u e se en
m i e m b r o s , las m u j e r e s , y t a m b i é n si se i n s t a u r a r o n cuentran, reúnen y cooperan generando aglome-
¡elaciones de e x p l o t a c i ó n social en y e n t r e dichos raciones h u m a n a s asentadas o que, por contra,
g r u p o s . De haberse p r o d u c i d o la a p r o p i a c i ó n de la e n t r a n en c o n f l i c t o p o r las d i f e r e n c i a s en la p r o
p r o d u c c i ó n básica por m e d i o d e los n o p r o d u c t o - d u c c i ó n de los d i f e r e n t e s g r u p o s . N o p o d e m o s
res, ésta no a v a n z ó hacia f o r m a s d e e x p l o t a c i ó n h a b l a r d e e x p l o t a c i ó n en s e n t i d o s o c i a l g l o b a l ,
d e f i n i d a s en la p r o d u c c i ó n d e o b j e t o s sociales, ni p e r o s o s p e c h a m o s q u e q u i z á s ésta p u e d a o c u l -
s u p u s o una o r g a n i z a c i ó n q u e m e d i a t i z a r a para su t a r s e en el s e n o d e las a g r u p a c i o n e s d e c é l u l a s
b e n e f i c i o g r a n p a r t e del p r o d u c t o social y q u e i m a - socio-parentales, aspecto que futuras investiga-
g i n a r a m e c a n i s m o s específicos p a r a r e p r o d u c i r s e ciones h a b r á n de d i l u c i d a r Todo lo c o n t r a r i o a c o n -
en esta línea En s u m a , no se h a n d e t e c t a d o m e c a - tece d u r a n t e El A r g a r , d o n d e ya p o d e m o s h a b l a r
n i s m o s de e x t r a c c i ó n de p l u s v a l í a r e l a t i v a y t o d a - d e u n a s o c i e d a d c e r r a d a s o m e t i d a a u n a clase
vía p e r m a n e c e m o s a la espera d e saber si en la d o m i n a n t e . C o n p o s t e r i o r i d a d a c. 1 8 0 0 cal A N E ,
p r o d u c c i ó n básica las m u j e r e s f u e r o n u t i l i z a d a s d i c h a clase d e c i d e i n c l u s o las f o r m a s d e p r o d u c -
c o m o f u e n t e s d e p l u s v a l í a a b s o l u t a en la g e n e r a - c i ó n y d e p r o p i e d a d . En este c o n t e x t o , las m u j e -
c i ó n de fuerza de t r a b a j o . res a l e j a d a s d e la clase d o m i n a n t e p u d i e r o n s u -
f r i r u n a d o b l e e x p l o t a c i ó n : la p r i m e r a , en el s e n o
D u r a n t e el c a l c o l í t i c o , e s t a m o s a n t e s o c i e d a - de su u n i d a d p r o d u c t i v a p a r t i c u l a r y, la s e g u n d a ,
des a b i e r t a s d o n d e la c i r c u l a c i ó n d e i n f o r m a c i ó n en el c o n j u n t o d e las r e l a c i o n e s d e d i s i m e t r í a so-
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