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PUERTO A PUERTO: LA CARTOGRAFÍA PORTULANA,

ORIGENES Y USOS.

Introducción

La cartografía como representación gráfica de la visión de mundo y la realidad


vista por un determinado sujeto, constituye la mejor evidencia del paso del hombre
sobre el globo terrestre. Su importancia no sólo se encuentra medida en el mapa
por ser un documento útil, para el estudio físico e histórico, sino también, porque a
partir de la deconstrucción del mismo, es posible identificar relaciones sociales y
de poder que responden a objetivos e intereses específicos.

El mapa, a lo largo de los tiempos, ha ido adoptando innumerables formas según


las necesidades propias de cada época, en muchos casos gracias al progreso del
conocimiento científico y técnico o a la precoz inquietud del hombre por conocer
cada vez más allá de su inmediata territorialidad.

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En ese sentido los mapas náuticos suelen ser un fiel ejemplo de lo comentado
antes. Esto nos remonta necesariamente al siglo XIII, cuando aparecen los primeros
mapas náuticos -eje fundamental para el posterior desarrollo de la cartografía
moderna- impulsados por la implementación de la aguja imantada y la rosa de los
vientos, estos respondían a la necesidad de establecer ubicaciones y conexiones
entre diferente lugares, lo que permitió el incremento del ritmo de navegación bajo
el interés mercantil de la burguesía mediterránea, dándose así un giro en la
creación de los vínculos comerciales, entre diferentes territorios y especialmente
entre los puertos.

Es precisamente gracias a la cartografía Medieval y a la creación de las cartas


portulanas que fue posible, conducir a puerto seguro los navíos que emprendían la
travesía de viajar por el mar y así, asegurar la posibilidad de retornar a su lugar de
origen.

Orientación en medio de la deriva: la carta Portulana

Las cartas potulanas fueron mapas para navegar, centradas en el mediterráneo y


destinadas a orientar la navegación por diferentes puertos y centros de producción.
En ese sentido las cartas portulanas y la cartografía náutica albergaban un fin de
utilidad, más hacia el comercio que para la guerra. En cualquier caso este tipo de
representaciones funcionaron como herramientas de poder político y comercial
(Pujades, 2007). El perfil de las costas del mediterráneo, ya conocidas por los
griegos, pudo haber servido de modelo a las primitivas cartas de ayuda a la
navegación.

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(Imagen 1). Representación del mundo por Pomponio Mela C.40ª. De J.C.

Esta idea tiene fundamento en el mapa circular del mundo elaborado por
Pomponio Mela hacia el año 40 A.C (imagen 1), este representaba una silueta del
denominado “Mare Nostrum” o mar mediterráneo, mucho antes de que Claudio
Ptolomeo redactara su Geographia en el siglo II. Posterior al siglo XII, muchos de los
mapas que representan este mar van a estar ampliamente influenciados por los
modelos ptolemaicos1.

El uso de elementos como la aguja imantada en el siglo XII en las naves que
recorrían el mediterráneo, tuvo como primera consecuencia el que los periplos2
ampliaran sus contenidos; ya que en ellos no sólo se describían las costas, las
variaciones de los vientos o los lugares recorridos sino, que también, se
comenzaron a incorporar los rumbos para navegar entre los diferentes puertos. En

1
Ptolomeo se acercó a la Geografía a través de la Astronomía. Su primera obra titulada Registro de ciudades contenía un
catálogo de las ciudades del mundo localizadas mediante latitud y longitud y un compendio de información referida a
cada una de ellas. En su tratado se hace llamativo por contener instrucciones para representar la parte habitada de la
Tierra, conocida en su época por medio de los mapas. Es lo que hoy se entiende como Cartografía.
2
Los periplos eran documentos antiguos que contenían diferentes observaciones hechas en un viaje por mar que podían
ser de utilidad a los navegantes futuros en información como por ejemplo: distancias entre puntos, descripciones de la
costa, vientos, corrientes, bancos de arena, puertos etc. Estos eran utilizados en sus inicios por
navegantes griegos y romanos. Hoy en día estos documentos son considerados como fuentes históricas y geográficas.
este sentido los periplos abrieron paso lentamente a los portulanos, dándose así un
avance en el trazado de perfiles y la fijación de distancias entre diferentes lugares
dibujados algunas veces sobre un pergamino 3 como sucedía comúnmente, los
cuales durante años dieron origen a las primeras cartas de marear.

A nuestros días han llegados fragmentos de portulanos medievales limitados a


determinados tramos de costas, el más antiguo data del siglo XI, incluido en la
historia eclesiástica escrita por Adam de Bremen4. Otros de los portulanos conocidos
son posteriores al siglo XIII y a la aparición de la carta náutica más antigua
conservada, la Carta Pisana (Cerezo, 1994).

La Carta Pisana (imagen 2) fue un mapa realizado a finales del siglo XIII,
alrededor de 1275 - 1300. Se encontró en Pisa. En él se muestra en conjunto el Mar
Mediterráneo, el Mar Negro y una parte del Océano Atlántico, es la carta náutica
más antigua que se conoce hasta la actualidad y se ha dicho a partir de su estudio,
que no es simplemente un mapa o documento que incluye instrucciones de
navegación, se trata de una carta que muestra un estudio detallado de costas y

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puertos, pero no tiene ninguna indicación de la topografía o de la toponimia del
interior (Gelcich, 1889).

Una de las apreciaciones que se le puede adjudicar a la carta Pisana es dada, a


partir de sus trazos pues en ellos, se puede apreciar los trazos finos de detallados
en los perfiles de las costas mediterráneas representadas, de lo cual se podría
deducir la posible realización de dibujos anteriores con características más toscas
que las que se evidencia en la carta pisana y, por ende, con influencia directa en
esta. Esto permite pensar la primera mitad del siglo XIII aunque de manera
transitoria, como la época de las primeras cartas náuticas originadas en el Mare
Nostrum (Gelcich, 1889, pág. 27).

3
Ejemplo de esto es la Carta de San severo, revísese Recherches sur l’historie de la Science Nautique, abbé Authiaum.
4
Más información revises: E. L. Stevenson, portolan charts, their irigin and characteristics, with a description of those
belonging to the hispanic society of American. Cit. T. Lanman, On the origin of Portulan Charts, pág 3.
Imagen 2. Carta pisana, anónima Italia, siglo XIII. Biblioteca nacional de Francia. Depto.
de cartas y planos. Res Ge B 118. Amb.

Según parece, la información náutica escrita en los libros portulanos y


suministrada antes quizás por trasmisión oral, de generación en generación y de

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un territorio a otro, proporcionó los datos necesarios para realizar tratados sobre
las cartas de marear.

De lo anterior se podría justificar la idea de que la carta náutica utilizada en el


Mediterráneo cerca del siglo XIII, fue producto derivado del portulano y de la
aguja de marear. La idea de situar en un plano una serie de lugares característicos
de la geografía costera, conforme a los rumbos indicados por los instrumentos de
la época y la ayuda de cálculos matemáticos y astronómicos registrados en los
portulanos, se plasmó en el trazado de la carta arrumbada conocida también como
carta portulana y carta de compás (Gelcich, 1889).

La aparición de las cartas portulanas, sin evidencia de directa relación con las
cartas y mapas de la antigüedad y sin pruebas se ser el resultado de un constructo
casi que especulativo en una marco teórico-matemático -como lo fueron las carta
de la escuela de Alejandría- son, en muchos casos, presentadas como producto de
una mutilación conceptual con los sistemas de trazado cartográfico, de notable
influencia en el desarrollo tanto de la geografía como de la náutica en general.
¿A que respondió la creación de la carta portulana?

La carta portulana apareció y se desarrolló a razón de una necesidad práctica de


navegación y comercio bajo la influencia de un ambiente cultural, alentado por
hombres dedicados al estudio de las ciencias matemáticas, de la astronomía y la
náutica, entre los cuales se destacan personajes como Sacro Bosco y Raimundo
Lulio.

Por otra parte es interesante abordar la aparición de las cartas portulanas, no como
una idea esporádica e individual de una sola persona o circulo socio-cultural de un
determinado país, sino, por el contrario, como producto de nuevas ideas y
prácticas de distintas procedencias, perfeccionados por medio del intercambio de
pensamientos y experiencias de núcleos sociales en relación con la misma
actividad.

Algunos autores en especial el uruguayo Rolando Laguarda en su libro


Introducción a la cartología portulana. Estudio de las cartas de navegar medievales (1999),

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han tratado de establecer algunos antecedentes de estas cartas, a partir de los
legados de carácter cartográfico de Marino de Tiro y Ptolomeo, lo cual podría
sonar lógico desde un punto de vista sistemático, es decir, considerando esos
antecedentes como el aporte de la figura del Mediterráneo, desde el cual los
cartógrafos habrían trazado los rumbos y las distancias medidas entre ellas. Aún
no se conoce con certeza, a pesar de existir muestras de cartas portulanas, si estos
mapas fueron creados para ser destinados a personajes importantes de la política y
mercaderes, como objeto de obsequio o copias de taller, o solo como forma de
orientación entre navegantes, sin embargo, esto no tiene tanta relevancia, si no se
interrelaciona con su determinado contexto y con su proyecto de creación.

Varios de los investigadores que han abordado el tema de la cartografía y en


especial sobre los portulanos han promovido la idea de que el proceso de gestación
y desarrollo de las cartas portulanas, no debió ser muy distinto al seguido muy
seguramente en la elaboración de las cartas para navegar en el océano y mares de
las Indias, a partir del primer viaje de Colón (Laguarda, 1999, pág. 29). Sin
embargo la elaboración y función de portulanos, en el contexto sobre todo hispano-
americano estuvo mediado por los trabajos de los cosmógrafos al servicio de la
casa de contratación de Sevilla, quizás inspirados en los primeros personajes que
llevaron a cabo la realización de las cartas medievales.
De forma sustancial lo anterior modeló la labor de los talleres de mapas, pues cada
uno de ellos contaba con un estilo propio, las formas de los trazados, colores y la
ornamentación: estos fueron elementos claves a la hora de que cada escuela o taller
imprimiera su propio sello a través de sus formas de trabajo. De allí que fueran tan
reconocidas por su forma de elaborar los mapas y cartas, las familias Dulcert
(imagen 3), Creques, Prunes los cuales a su vez estaban adscritos a una misma
escuela, la Mallorquina.

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(Imagen3).1339. Angelino Dulcert. Biblioteca Nacional, París. Tomado de: Les cartes
portolanes: la representació d´una mar solcada. Ramón Pujades i Bataller.

A menudo es designada la cartografía medieval como catalana por ser elaborada


en los territorios marítimos de la corona de Aragón- Cataluña, Valencia y Mallorca.
Sin embargo lo cierto es que fue realmente en la ciudad de Palma de Mallorca,
donde se llevaron a cabo las cartas de marear con rasgos muy precisos en relación
con otras elaboraciones en el Mediterráneo (Cortés, 1990).

Según Julio Guillén (1943) el estilo desarrollado por el taller mallorquín fue “rígido
y le parece que está:

“sometido a unas ordenanzas o a un examen o normas


gremiales, y así, pintan sólo sobre pergamino, y éste
siempre con el cuello hacia la izquierda: los largos y
pequeños mares interiores presentan toda su extensión
atravesados por líneas onduladas verticales y azules…….
Mientras los portulanos italianos hablan a través de su
toponimia, un latín correcto, en los nuestros es vulgar,
muy bajo y están llenos de catalanismos, que permiten
atribuirlos con seguridad”5 (Guillén, 1943, pág. 42).

Consecuente con lo anterior Ernesto García Camero en su texto la Cartografía


Mallorquina (1982) distingue dos clases de cartas en relación con el estilo trabajado
por este taller: la primera de tipo náutico- geográfico, de las cuales las cartas más
representativas son del tipo del atlas de Abraham Cresques (1375) y angelino
Dulcet (1339); el segundo tipo de carta es netamente náutica, a la mano de
personajes como Pere Rosell.

Por último, aunque muchos afirman que la cartografía Mallorquina perdió


vigencia después del proceso del descubrimiento de América y de la centralización
del tema mercantil y náutico por parte de Sevilla, esto no sucedió de esa manera,
porque en el Mediterráneo los portulanos seguían siendo útiles para la navegación,
además muchos de los cartógrafos mallorquinos, se encargaron de realizar un
acopio muy detallado de la información del nuevo mundo, para la realización de
numerosos atlas elaborados después de la primera mitad del siglo XVI (Camero,

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1982, pág. 11).

Son aproximadamente cuatrocientos años de utilidad, auge y florecimiento de esta


forma de ver, pensar y representar no sólo el espacio marítimo sino también el
mundo, que a través de la observación y la experimentación, llevaron a
importantes avances y desarrollos en la ciencia moderna. Legados que en su
momento aseguraban que aunque no hubiera un rumbo fijo para quien navegaba
en el “Mare Nostrum”, siempre habría un puerto esperando su llegada.

Óscar Leonardo Londoño

5
Los términos utilizados en las cartas de origen mallorquíno, eran lemosinismos, derivados de la principal lengua
hablada en los reinos de balear y de Valencia.
Referencias

Camero, Ernesto. (1982). Evolución de la cartográfica náutica mallorquina del siglo XIV y
XVII: en la real academia de ciencias exactas, físicas y naturales. Madrid.
Cerezo,R. (1994). La Cartografía Náutica Española en los siglos XIV, XV y XVI. Madrid.

Cortés, M. (1990) Breve compendio de la esfera y del arte de navegar. Madrid.


Ed. Naval.
Gelcich, E. (1889). Estudios sobre el desenvolvimiento histórico de la navegación:
especialmente referidos a las ciencias náuticas. Madrid, Libro de Pascual Aguilar.
Guillén, J. (1943). Cartografía Marítima Española, en torno a varios de los problemas de
su estudio. Madrid.
Pujades, R. (2007). Les cartesportolanes: la representación medieval a’ una mar solcada.
Barcelona: ICC, InstitutCartográfic de Catalunya: InstitvtD'EstvdisCatalans:

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IEMed.
Rolando, L. (1996). Introducción a la cartología portulana. Estudio de las cartas de
navegar medievales .Montevideo, pesce, S.L.R. 162 págs.

Bibliografía Complementaria
Aguilar, J. (1967). Historia de la cartografía. Buenos Aires, Ed. Codex S.A.
Barber, P. (1999). El gran libro de los mapas. Barcelona, Paídos.
cartografía. México, F.C.E.
Creques, A. (1978). Mapamundi, the catalán atlas of the year 1375 .USA, AbansBooks.
Crone, G.R. (2000). Historia de los mapas. España, F.C.E.
Harley, J.B. (2005). La nueva naturaleza de los mapas: ensayos sobre la historia de la
Lister, R. (1979). Old maps and globes. London, Ed. Bell & Hyman.
Llompart, G. (1975). Aspectos iconográfes en l’ atlas catalá de cresques Abraham.
Barcelona, Ed. Diáfora,
Llompart, G. (1997). Registro de los cartógrafos medievales activos en el puerto de
Mallorca en: anuario de estudios medievales. Barcelona, vol. 27, n° 2, 117-148.
Olivero, J. M. (2007). Cartografía y navegación: Del portulano a la carta esférica, del
siglo XIII a comienzos del siglo XIX. Uruguay.

Fuentes Electrónicas.
BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA, exposición Cassini,
http://cassini.ehess.fr/cassini/fr/html/index.htm, consultada el 5 de mayo de 2012.
BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA, exposición l’ atlas catalán
http://expositions.bnf.fr/ciel/catalan/index.htm, consultada el 10 de octubre de 2012.
BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA, exposición histoire de la cartographie
http://expositions.bnf.fr/cartes/index.htm, consultada el 15 de agosto de 2012.

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