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Evaluación y Prevención de Riesgos Ambientales en Centroamérica

EVALUACIÓN Y PREVENCIÓN DE RIESGOS


AMBIENTALES EN CENTROAMÉRICA

PILAR ANDRÉS XXX


RAMONA RODRÍGUEZ XXX
(ED.)
Dades CIP recomanades pel Servei de Biblioteques de la UdG

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El libro se ha editado con fondos económicos procedentes de la Fundació Autònoma Solidària (FAS)

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ISBN: 978-84-96742-37-6
DL:

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Impresión interior:

Girona, abril de 2008


PRESENTACIÓN

En Marzo de 2004, con financiación del Programa ΑLFA (Programa de


Cooperación Académica entre la Unión Europea y América Latina) de la
Comisión Europea, se constituyó la “Red para la Evaluación y Prevención de
Riesgos Ambientales en el entorno Centroamericano”-CentralRisk-, que tuvo
por miembros fundacionales a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
(FAREM, UNAN-Managua), a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos
(UAEM, México) a la Universidad Luterana Salvadoreña (ULS, San Salvador),
a la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA, Barcelona, España), a la
Universitat de Girona (Girona, España), a la Université Blaise Pascal (Clermont-
Ferrand, Francia), al Politecnico di Milano (Milano, Italia) y al Centre de Recerca
Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF, Barcelona, España).
En su documento de fundación, la red declaraba cuatro objetivos prioritarios
que habrían de enmarcar su actividad: “Formar técnicos latinoamericanos en
evaluación y prevención de riesgos ambientales”, “Dotar a las universidades
centroamericanas de personal formado en esta disciplina y capacitado para
implantarla en sus licenciaturas”, “Estimular el papel de las universidades
centroamericanas como piezas clave en la resolución de los conflictos ambientales
locales” y “Sentar las bases para la creación de grupos de investigación mixtos
Europa-América Latina en el ámbito de la evaluación de riesgos ambientales”.
Como primer proyecto, en marzo de 2004 se inició la “Maestría en Evaluación
y Prevención de Riesgos Ambientales en el entorno Centroamericano”, dirigida
a formar a 16 licenciados latinoamericanos y europeos (cinco nicaragüenses,
cuatro salvadoreños, tres mexicanos, dos españoles, un francés y un italiano)
procedentes de los organismos de la red. La maestría tuvo una duración de
dos años, con 12 meses de formación teórica en Nicaragua (FAREM, Estelí ) y
España (Universitat de Girona) y con otros 12 meses de formación práctica en
los diferentes países de la red, que culminaron con la presentación de trece tesis
de maestría que versan sobre diferentes aspectos de la prevención de riesgos, y
que fueron desarrolladas sobre casos de estudio reales en Nicaragua, México
y El Salvador, gracias al apoyo de numerosas administraciones y profesionales
locales.
Los contenidos teóricos se ordenaron en cinco bloques: Riesgos geológicos,
Riesgos hidrogeológicos, Riesgos biológicos, Riesgos derivados de la
industrialización y del proceso urbanizador y Vulnerabilidad de las poblaciones
ante los riesgos ambientales. A estos bloques se incorporaron algunas asignaturas
transversales, destinadas a dotar a los estudiantes de herramientas básicas
para la mejor comprensión del resto de los contenidos. Entre ellas se cuentan,

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principalmente, las que contemplan el uso de los Sistemas de Información
Geográfica o los métodos básicos para enfrentar proyectos de planificación
del territorio. En la actualidad, varios de los estudiantes que formaron parte
de esta primera experiencia se han incorporado a los equipos de investigación
que desarrollan los proyectos de la Red, y colaboran, a la vez que profundizan
en su formación, en la educación de las jóvenes canteras de sus universidades.
Gran parte de nuestros objetivos, por lo tanto, se han cumplido. Y es por ello
por lo que, en este libro, pretendemos poner a la disposición de las instituciones
y estudiantes mesoamericanos, una parte sustancial de los contenidos teóricos
sobre los que se trabajó en esta primera edición de la maestría. Esperamos que la
recopilación que presentamos sea de utilidad para el avance de los estudiantes de
la región.

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AGRADECIMIENTOS

A los profesores que participaron en la maestría como docentes y


directores de investigación:

Angel Ibarra (ULS), August Bonmatí (UdG), Benjamin Van Wyk (UBP), David
Tábara (ICTA, UAB), Enrique Ongay (UAEM), Joaquim Comas (UdG), Ignasi
Rodríguez-Roda (UdG), Joan Bach (ICTA, UAB), Joan Franch (CREAF/UAB),
Josep María Alcañiz (CREAF/UAB), Josep Mas Pla (ICTA, UAB), Josep Vila
(UdG), Manuel Poch (UdG), Mauricio Mora (Universidad de Costa Rica), Miquel
Rigola (UdG), Robert Savé (IRTA, Barcelona) Scira Menoni (PdM), Simona
Caragliano (ISIG), Susana Martínez (UdG), Topiltzin Contreras (UAEM) y
Xavier Gabarrell (ICTA, UAB).

A los profesionales que, desde El Salvador, México y Nicaragua,


apoyaron con su conocimiento del territorio, la realización de los
trabajos en campo:

Erick van Eek (UCA, Nicaragua), Jairo Morales (UNA, Nicaragua), Valentino
Sorani (UAEM, México), Wilfried Strauch (INETER, Nicaragua), Mauricio
Lacayo (UNAN, Managua)

A las instituciones que, en los tres países donde se desarrollaron los


trabajos de campo, nos apoyaron, a veces con sus datos, y siempre con
el tiempo y las sugerencias de su personal:

- En El Salvador: OPAMMS, SNET, Alcaldía de Apopa, UNES.


- En Nicaragua: La sección geofísica de INETER, la Alcaldía de Granada,
la Alcaldía de Estelí, el Hospital San Juan de Dios (Estelí).
- En México: Dirección Técnica del Corredor Biológico Chichinautzin,
personal de REDMESO, Centro de Investigaciones Biológicas (CIB /
UAEM).

A la dirección y administración de la FAREM (Estelí), sin cuyo


atrevimiento y entusiasmo nunca hubiese nacido esta iniciativa.

Ramona Rodríguez, Pilar Andrés


Estelí (Nicaragua)
Enero de 2008

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LOS AUTORES

Dra. Pilar Andrés. Doctora en Ciencias por la Universidad Autónoma de


Barcelona (1990). Investigadora del Centro de Investigaciones Ecológicas
y Aplicaciones Forestales (CREAF) (www.creaf.uab.es/spa/index.htm).
Desarrolla investigación en territorios antropizados, tema en el que
participa como coordinadora o investigadora en proyectos nacionales e
internacionales sobre planeamiento territorial integrado, restauración de
territorios degradados y ecotoxicología en suelos. Desde 1999, colabora en
maestrías internacionales en América Latina. Desde 2004, coordina la red
CentralRisk para la Evaluación y Prevención de Riesgos Ambientales en
América Central. En 2004-2006 fue coordinadora de la maestría que recoge
este texto. Actualmente, dirige el proyecto “Evaluación Social Muticriterio
para la gestión de los recursos naturales y el desarrollo sostenible de la zona
semiseca del Paisaje Terrestre Protegido Miraflor-Moropotente (Nicaragua)”.

MSc. Ramona Rodríguez Pérez. Licenciada en Ciencias de la Educación con


Especialidad en Biología y Ciencias Naturales por la Universidad Nacional
Autónoma de Nicaragua (UNAN Managua) y Master en Medio Ambiente
y Recursos Naturales por la UAB. Desde 1994 hasta 2005, Directora del
Centro Universitario Regional del Norte. Actualmente es Decana de la
Facultad Regional Multidisciplinaria de Estelí y profesora titular. Enseña
Ecología y, Ordenamiento Territorial. Ha coordinado proyectos de
investigación en Biogeografía y Programas de Maestría en conjunto con
universidades nacionales y extranjeras.

Dr. Josep M. Alcañiz Baldellou. Doctor en Ciencias Biológicas (1980).


Catedrático de Edafología y Química Agrícola en la Universidad Autónoma
de Barcelona. Investigador adscrito al Centre de Recerca Ecológica i
Aplicacions Forestals (CREAF). Imparte asignaturas de Edafología general
y de Gestión y Conservación de suelos para estudiantes de Biología y
Ciencias Ambientales. Es profesor de cursos de doctorado y de postgrado
sobre rehabilitación de suelos degradados. Su ámbito de investigación se
centra en la materia orgánica del suelo. Ha trabajado en las posibilidades
de aplicación de lodos de depuradora, compost y otros biosólidos para la
rehabilitación de suelos en canteras, y en los problemas de contaminación y
efectos tóxicos asociados a la aplicación de estos residuos.

Dr. Joan Bach Plaza. Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad


Autónoma de Barcelona (UAB). Desde 1979, es profesor de la UAB,
donde actualmente es Catedrático de Escuela Universitaria del Área de
Geodinámica externa e Hidrogeología del Departamento de Geología.
Realiza investigación en hidrogeología, principalmente en la evaluación
de la cantidad y calidad de recursos hídricos y en geología ambiental, en la
evaluación de riesgos derivados de los procesos externos. También colabora
en la mejora de recursos para la enseñanza y divulgación de la Geología.

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Dr. August Bonmatí. Ingeniero Técnico Agrícola por la Universidad
Politècnica de Catalunya (1990), Ingeniero Agrónomo por la Universidad
de Lleida (1996) y Doctor Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Lleida
(2001). Actualmente es profesor asociado del Departamento de Ingeniería
Química, Agraria y Tecnología Agroalimentaria de la Universidad de
Girona (UdG), técnico del departamento de Gestión de Materia Orgánica
de la Agència de Residus de Catalunya (Generalitat de Catalunya), e
investigador en el Laboratori d’Enginyeria Química i Ambiental de la UdG.
Su principal campo de investigación es la gestión y tratamiento de residuos
sólidos y aguas residuales, especializado en el tratamiento anaeróbico
de efluentes orgánicos. Asimismo ha colaborado en diversos proyectos y
cursos en Centro y Sudamérica.

Dr. Joaquim Comas. Licenciado en Ciencias Químicas por la UAB (1993)


y Doctor Ingeniero Industrial por la Universidad de Girona (UdG, 2000).
Actualmente es investigador del Laboratori d’Enginyeria Química i
Ambiental (http://lequia.udg.cat) y profesor titular del Departamento de
Ingeniería Química, Agraria, y Tecnología Agroalimentaria de la UdG. Su
principal línea de investigación es el desarrollo y aplicación de herramientas
de ayuda a la decisión para dominios ambientales, principalmente para
tratamiento biológico de aguas residuales y gestión de cuencas fluviales.

M. en C. Topiltzin Contreras MacBeath. Licenciado en Biología por la


Universidad Autónoma del Estado de Morelos (1988) y Maestro en Biología
de Sistemas y Recursos Acuáticos por la Universidad Nacional Autónoma
de México (1999). Actualmente es Profesor de Tiempo Completo Titular
adscrito al Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad Autónoma
del Estado de Morelos, donde es coordinador del Cuerpo Académico
en Biología de la Conservación. Sus líneas actuales de investigación se
relacionan con el conocimiento y gestión de la biodiversidad en México.
Es presidente del Consejo Asesor del Área Natural Protegida “Corredor
Biológico Chichinautzin” y ha participado en diversas Comisiones Mexicanas
relacionadas con la gestión de los recursos naturales. Desde 1997 coordina la
Red Mesoamericana de Recursos Bióticos (www.redmeso.net), organización
que agrupa a 23 Instituciones Académicas de la Región Mesoamericana y
que desarrolla investigación y aplica modelos y tecnologías dirigidas hacia
el manejo sustentable de los recursos naturales, buscando siempre el respeto
hacia la diversidad biológica y cultural.

Dr. Xavier Gabarrell Durany. Licenciado en Ciencias Químicas (Química


Industrial) por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y doctor
en el Programa de Biotecnología (1995). Profesor Titular de Ingeniería
Química y ex-director (2003-2006) del Instituto de Ciencia y Tecnología
Ambientales (ICTA) de la UAB. Se ha especializado en la docencia e
investigación en el ámbito de la Ingeniería Ambiental. Enseña seguridad,
higiene y análisis de riesgo industrial. Su investigación en el Departamento
de Ingeniería Química y en el ICTA durante los últimos 15 años se
ha focalizado en la Biotecnología Ambiental (tratamiento de residuos
mediante hongos, etc.), así como en la ecología industrial, flujos materiales,

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la prevención ambiental, gestión de residuos y evaluación ambiental
en la empresa. Es coordinador e investigador principal del grupo de
investigación “Sostenibilidad y Prevención Ambiental” (SosteniPrA, http://
www.sostenipra.cat/). Profesor Visitante en la Universidade Federal de
Sao Carlos, Engenharia Civil (DECiv), Programa de Pós-Graduacçao em
Engenharia Urbana (2007). Coordinador en la UAB del Joint European
Master Programme in Environmental Studies (JEMES).

Dr. Ángel María Ibarra Turcios. Doctor en Medicina, con estudios de


postgrado en Salud Pública y Master en Medio Ambiente y Recursos
Naturales por la UAB. Ha publicado varios libros y artículos sobre la
problemática ambiental y de la región (vulnerabilidad, desastres naturales,
sustentabilidad y globalización. Ha sido rector de la Universidad Luterana
Salvadoreña (ULS). És Presidente de la Unidad Ecológica Salvadoreña
(UNES) que agrupa a diversos movimientos ambientalistas, y és miembro e
la Red de Ecología Política de América Latina.

Dr. Josep Mas-Pla. Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad


Autónoma de Barcelona (UAB, 1988) y doctor en Hidrología y Recursos
Hídricos por la Universidad de Arizona (1993). Ejerció como profesor
titular en la UAB (1993-2006) y, desde 2006, desarrolla sus tareas docentes
e investigadoras en la Universidad de Girona (UdG). Realiza investigación
en hidrogeología, especialmente en el ámbito ambiental referido a la
evaluación de los recursos hidrológicos y a la prevención de la calidad de
las aguas subterráneas. También ha desarrollado estudios en relación a la
geomorfología y los procesos geodinámicos.

MSc. Mauricio Lacayo Escobar. Graduado en la Universidad Nacional


Autónoma de Nicaragua (Managua). Realizó estudios de maestría en
Ecología Marina (Universidad Libre de Bruselas, Bélgica) y estudios de
Post Grado en Manejo de Lagos y Embalses, en la Universidad de Sao
Pablo (Brasil). Es profesor titular de la Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua (Managua). Desde hace 30 años imparte docencia universitaria
en las especialidades de ecología marina, limnología, evaluación de impacto
ambiental y residuos sólidos. Es asesor de municipalidades y autoridades
regionales autónomas en relación a gestión ambiental. También ha
desarrollado consultorios al sector público y privado en lo relativo con las
auditorias ambientales y evaluaciones de impacto ambiental.

Dra. Scira Menoni. Profesora de urbanismo en la Facultad de Ingeniería


del Politécnico de Milán (Italia). Enseña prevención de los riesgos a través
del urbanismo y de la planificación territorial. Se ocupa de la prevención de
riesgos a través de medidas no estructurales y de planes de emergencia. Ha
trabajado como investigadora o coordinadora en diferentes proyectos de la
UE, como Armonia (Applied multi Risk Mapping of Natural Hazards for
Impact Assessment) o Scenario (Support on Common European Strategy
for sustainable natural and induced technological hazards mitigation). Su
libro mas reciente (2005) se titula “Costruire la prevenzione”. Ha coordinado
proyectos nacionales sobre la vulnerabilidad al riesgo sísmico de ciudades

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históricas. Actualmente, coordina un proyecto con otras universidades
sobre alarma temprana en sus aspectos técnicos, comunicativos y urbanos

Dr. Manuel Poch. Licenciado y doctorado por la Universidad Autónoma


de Barcelona (UAB). Profesor de esta universidad hasta 1995, cuando
se incorpora a la Universidad de Girona (UdG), donde fue decano de
la Facultad de Ciencias y vicerrector de Prospectiva. Actualmente es
Catedrático de la Universidad de Girona y director del Laboratorio de
Ingeniería Química y Ambiental. Es Secretario del Consejo para el Uso
Sostenible del Agua (CUSA) de la Generalitat de Catalunya. Enseña e
investiga sobre la aplicación de los principios de ingeniería a la resolución
de problemas ambientales, especialmente relacionados con el agua. Su
interés ha evolucionado desde el estudio de los procesos de tratamiento
de aguas residuales, hasta planteamientos más globales relacionados con
la gestión integral y el uso del agua. Ha desarrollado sistemas de ayuda
para la selección de los sistemas de saneamiento técnica, económica y
ambientalmente más adecuados para núcleos pequeños y ha trabajado en
la definición de protocolos para el establecimiento de límites de vertidos en
instalaciones industriales.

Dr. Ignasi Rodríguez-Roda. Licenciado en Ciencias Químicas por la


Universidad Autónoma de Barcelona (UAB, 1992) y Doctor Ingeniero
Industrial por la Universidad de Girona (UdG, 1998). Actualmente es
profesor titular del Departamento de Ingeniería Química, Agraria, y
Tecnología Agroalimentaria de la UdG e investigador del Laboratori
d’Enginyeria Química i Ambiental. Su principal campo de investigación es
el desarrollo y aplicación de sistemas de ayuda a la decisión para dominios
ambientales, principalmente en los que respecta al tratamiento biológico
de aguas residuales.

Dr. David Tarrasón i Cerdà. Doctor en Ciencias del Suelo por la


Universidad Autónoma de Barcelona (UAB, 2004). Fue profesor asociado
de Edafología de la UAB. Ha participado en proyectos de investigación
en el Departamento de Fisiología Vegetal de la Universidad de Barcelona
(UB, 1997-1999), en el CREAF (2000-2004) y en la Università degli Studi
di Milano Bicocca (Italia, 2003), especializándose en restauración de
suelos degradados, ecología del suelo y análisis de flujos de carbono y
nutrientes del suelo y su modelización. Desde 2005, participa en proyectos
de investigación en el ámbito de la agroecología y desarrollo rural en
Latinoamérica. En Perú, colaboró como investigador en la evaluación
integrada de la calidad de suelos de montaña en los Andes Centrales.
Actualmente es investigador del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions
Forestals (CREAF), donde desarrolla su investigación postdoctoral en
ecología de suelos de sistemas de trópico seco de montaña en la región
centro norte de Nicaragua.

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Dr. Benjamin van Wyk de Vries. Licenciado en Geología por la Universidad
de Londres (1985) y Doctor por la Open University de Inglaterra (1993)
con la memoria de investigación “Tectonics and magmatic relationships
of Nicaraguan volcanic systems”. HDR por la Université Blaise Pascal
(Francia, 2001) en “Volcano tectonics”. Actualmente, es profesor de
volcanología, en el Laboratoire Magmas et Volcans del Observatoire de
Physique du Globe de Clermont-Ferrand (Francia). Sus principales campos
de investigación son la tectónica de volcanes y los riesgos volcánicos.
Imparte cursos en América Latina, Francia y las islas británicas. Asimismo
ha colaborado en diversos proyectos en Centro y Sudamérica, sobre riesgos
volcánicos, riesgos sísmicos y exploración mineral y geotérmica.

Dr. Josep Vila Subirós. Licenciado en Geografía por la Universidad


Autónoma de Barcelona (UAB, 1993) y doctor en Geografía por la
Universidad de Barcelona (UB, 2000). Profesor Titular de Geografía Física
de la Universidad de Girona (UdG) y miembro del grupo de investigación
“Medi Ambient i Tecnologies de la Informació Geogràfica” (web2.udg.
edu/aigua) adscrito al Instituto de Medio Ambiente de la Universidad de
Girona (www.insma.udg.edu). Realiza investigación en ecología del paisaje,
así como en ordenación y gestión de espacios naturales protegidos.

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INTRODUCCIÓN

CENTROAMÉRICA: UNA REGIÓN DE MÚLTIPLES


AMENAZAS Y ALTA VULNERABILIDAD.
ALGUNOS APUNTES CONCEPTUALES

Ángel María Ibarra Turcios

I. Introducción
Centroamérica constituye una pequeña y singular zona geográfica del planeta
que, debido a sus relaciones ecosistémicas, dinámicas de integración e historia
común, puede ser considerada como una sola región articulada con el sur de
México y el Caribe. Esta región tropical es una franja continental delgada situada
en el “Cinturón del Fuego” circumpacífico. Bañada por los océanos Pacífico y
Atlántico-Caribe, tiene una geomorfología diversa y relativamente reciente,
compuesta por altas montañas y volcanes, valles y planicies aluviales y costeras,
que se caracteriza por una intensa actividad tectónica y volcánica. Su posición
y configuración geográfica la predispone a la incidencia de un amplio número
de amenazas naturales y, particularmente, a enfrentar fenómenos climáticos y
oceanográficos extremos.
Su territorio comprende siete países -Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador,
Nicaragua, Costa Rica y Panamá-, con una extensión aproximada de 533 000
km2, en el que se asientan sociedades multiculturales y multilingües, con casi 35
millones de habitantes, formados por grupos indígenas, ladinos, mestizos, afro-
caribeños y blancos. Sirve de corredor para el flujo de especies entre América del
Norte y Sudamérica. La exuberante biodiversidad constituye uno de sus tesoros
más privilegiados, junto a la relativa abundancia de agua y la alta fertilidad de
sus suelos. El istmo posee importantes reductos de bosque tropical húmedo, el
8% de la superficie de los manglares del mundo y la segunda barrera de arrecifes
del planeta. Además, posee una gran herencia arqueológica, histórica y cultural.
No obstante esas cualidades, una de las características más notorias de esta
zona es la alta prevalencia de eventos naturales que, debido a la precariedad
socioambiental en que vive gran la mayoría de la población, con bastante
frecuencia se convierten en desastres, causando graves impactos en materia de
pérdidas humanas, socioambientales y económicas.

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Ángel María Ibarra Turcios

Los huracanes o tormentas, inundaciones, deslaves, sequías, terremotos,


erupciones volcánicas, epidemias - de cólera, dengue hemorrágico, neumonía,
conjuntivitis y diarreas por rotavirus -, incendios forestales, explosiones,
contaminaciones masivas, entre otros, son eventos que producen tragedias en
grandes segmentos de la población en casi todos los países que conforman la
región.
Según informes de la OFDA- USAID, agencia oficial estadounidense que
llama desastre solamente a los grandes eventos, entre los años de 1960 y 1996
se registraron unos 100 desastres en Centro América. También refiere que,
entre 1992 y 1997, en América Latina y el Caribe, hubo 110 eventos de alta
magnitud, muchos de los cuales se ubicaron en una franja que incluye a México,
Centroamérica, Colombia, el Caribe insular y Venezuela. Sin embargo, un
inventario de fenómenos de menor intensidad (deslizamientos, inundaciones,
etc..) realizado por la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en
América Latina, LA RED, en ocho países de América Latina entre 1988 y 1998
identificó más de 20.000 eventos con impactos locales y nacionales.
Por otro lado, según el Centro de Coordinación para la Prevención de los
Desastres Naturales en América Central –CEPREDENAC-, entre 1960 y 1999,
el número total de muertes atribuibles a desastres totalizó 56 669 personas,
además de 123 346 heridos y 10 247 330 personas desplazadas o evacuadas. El
costo económico acumulado por el impacto de desastres en Centroamérica ha
sido muy alto, y está estimado en un total de 15 535 millones de dólares para un
período de casi 40 años (CEPREDENAC, 2000).
En octubre de 2005, Centroamérica fue afectada duramente por los impactos de
la Tormenta Stan. Guatemala y El Salvador sufrieron los mayores daños. Debido
a las lluvias intensas, se originaron inundaciones en las zonas bajas, sobre
todo costeras, y deslizamientos y aluviones en las zonas altas y montañosas.
Más de 2000 personas perdieron la vida. Las poblaciones de las regiones más
afectadas han perdido sus casas, sus animales, sus cosechas y semillas, y muchas
veces, todos sus medios de vida y fuentes de ingreso. Gran parte de las bases
productivas agropecuarias han sido destruidas o dañadas. La Tormenta Stan
mostró nuevamente el alto grado de vulnerabilidad, sobre todo de la población
rural pobre, ante las amenazas naturales y aumentó el grado de pobreza y
desnutrición en las zonas más afectadas.
En El Salvador, la Tormenta Stan afectó a cerca del 45% de los municipios del
país, mayormente por inundaciones en la parte costera y por deslizamientos y
derrumbes en las partes altas. El gran impacto en términos económicos y, sobre
todo, sociales se debe en gran medida a una deficiente gestión del territorio,
del medio ambiente y del riesgo, y a la complejidad del evento mismo, que fue
acompañado por la erupción del volcán Ilamatepec (Santa Ana).

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Centroamérica: Una región de múltiples amenazas y alta vulnerabilidad. Algunos apuntes conceptuales

Al mismo tiempo que las comunidades pobres sufren los duros impactos de
estos fenómenos, también se han profundizado los procesos de deterioro del
medio ambiente, tanto en las áreas rurales como en las ciudades, agudizando los
problemas relacionados con el limitado acceso al agua y su mala calidad, la falta
de prácticas de conservación y el uso inapropiado de los suelos, la contaminación
por pesticidas y la pérdida de fertilidad de los suelos, la acelerada deforestación y
la disminución de la diversidad biológica, los procesos expansivos e incontrolados
de urbanización, el manejo inadecuado de desechos sólidos urbanos y de
desechos peligrosos y la contaminación atmosférica e industrial, entre otros.
A pesar de la importancia que ambas problemáticas tienen para la vida cotidiana
de la mayoría de la gente y para la sustentabilidad de la región, usualmente las
problemáticas relacionadas con la vulnerabilidad y el deterioro ambiental son
abordados de manera aislada y por separado, ignorándose la íntima relación que
existe entre los procesos de degradación ambiental y la generación de riesgos que
conducen a las situaciones de desastres.
Los severos impactos sufridos ante los recientes eventos naturales, vuelven a
poner en el centro de la atención pública los graves niveles de pobreza, miseria
y exclusión que padece la población, y desenmascaran la imagen de progreso
y bienestar que maneja la propaganda oficial. El aumento de la frecuencia y
magnitud de los daños ocasionados por los desastres mencionados cuestionan los
discursos oficiales acerca de los “avances del desarrollo” expresados en la bonanza
del sistema financiero y la estabilidad de indicadores macroeconómicos.
Sin embargo, a pesar de la magnitud de los daños causados por los eventos a
los que han estado sometidos la población y los ecosistemas, así como de la
posibilidad real de que esta tendencia se agudice a corto plazo, la problemática
de los desastres nunca había sido tomada en cuenta por los planes de desarrollo
económico y social de los países centroamericanos. Solo hasta hace muy pocos
años, la sociedad en su conjunto, comienza a configurar la idea clara y a tomar
conciencia de lo que significa, en materia de calidad de vida, vivir en una zona
de alto riesgo y convivir diariamente con desastres de distinta índole, intensidad
y magnitud, con excepción de las zonas y poblaciones en permanente estado de
riesgo por inundación en las zonas costeras. Mientras, en los gobiernos persiste la
visión reactiva, fisicalista, verticalista, asistémica y atomizada ante los desastres.
Hoy en día, el conocimiento científico sobre las causas determinantes de la
ocurrencia de ciertos tipos de fenómenos naturales que pueden provocar un
desastre, es bastante avanzado. Ahora se puede conocer con altos niveles de
certidumbre cómo se originan un sismo o una erupción volcánica, la temporada
de ciclones, la intensidad de un huracán, cuáles son las zonas con mayor riesgo
y, en algunos casos, en qué momentos pueden tener lugar dichos fenómenos
naturales. Más difícil es pronosticar eventos que son producto de la actividad
humana -antropogénica- y que no pueden ser analizados desde esta perspectiva

19
Ángel María Ibarra Turcios

que, por lo general, se restringe al conocimiento de lo propiamente natural o


tecnológico.
Partiendo de esta perspectiva, es necesario avanzar en el conocimiento de los
fenómenos y sus causales, que debe orientarse hacia la búsqueda de los factores
que inciden y conjugan dando paso al surgimiento de desastres. Estos son los
llamados factores de vulnerabilidad.
Aunque el análisis de los desastres es bastante complejo con relación a otras
problemáticas sociales, las experiencias históricas en este campo han demostrado
que cada desastre se expresa de manera diferente y con intensidad distinta
dependiendo de la vulnerabilidad y fragilidad de las estructuras que sustentan el
desarrollo y de la sociedad en su conjunto, de los factores presentes y de cuál de
ellos es el dominante en cada situación de riesgo en particular.
En Centroamérica, se han desencadenado desastres donde lo económico ha
sido el factor determinante, unos en donde lo central es la ignorancia sobre
el manejo de los riesgos potenciales y otros en donde lo político ha sido el eje
preponderante; sin embargo, a pesar de la diversidad de factores que intervienen
en los desastres de las últimas décadas, han estado presentes tres variables: la
exclusión social y la pobreza estructural, la depredación ambiental y la creciente
y cada vez más inadecuada distribución poblacional.
A estas variables y factores de vulnerabilidad hay que sumar los diferentes tipos
de amenaza que en principio aparece cuando, de la expectativa teórica, se pasa
a la probabilidad concreta de que uno de estos fenómenos se concretice en un
tiempo y en un lugar determinado e inadaptado para soportarlo sin daños y
pérdidas y recuperarse rápidamente. Es esa vulnerabilidad o fragilidad la que
cambia la probable ocurrencia del fenómeno en amenaza.

II. Región de múltiples amenazas


las amenazas que pueden originar desastres, y que tienen presencia en la región
se agrupan en: amenazas naturales (que según su origen pueden ser amenazas
hidrometeorológicas o climáticas y amenazas geológicas), amenazas
socionaturales y amenazas antrópicas. En la región se presentan variable y
crecientemente los tres tipos de amenazas y, las que generan desastres de gran
magnitud, abarcan el territorio de todos los países (Figura 0.1)

20
Centroamérica: Una región de múltiples amenazas y alta vulnerabilidad. Algunos apuntes conceptuales

Figura 0.1.- Principales eventos ocurridos en América Central entre 1960 y 2001. Fuente:
CEPREDENAC (2001).

A) Amenazas naturales
Se originan en la dinámica del planeta que está en constante formación.
Normalmente, la especie humana no puede actuar en su ocurrencia o evitar que
estos fenómenos se produzcan. Como ya se mencionó, se subdividen en:

A.1) Amenazas hidrometeorológicas o climáticas


Comprenden, por ejemplo, el fenómeno de El Niño y La Niña, ciclones,
tormentas tropicales, huracanes, incendios forestales espontáneos, tormentas
eléctricas, sequías, inundaciones, desbordamientos, etc. En el caso de El
Salvador, las inundaciones son consideradas como el primer tipo de fenómenos
hidrometeorológicos que afectan al país. Entre 1970 y 1990, se registraron
cuatro inundaciones de grandes proporciones. En general, en toda la región
centroamericana las grandes inundaciones durante el mismo período afectaron
especialmente a Costa Rica en 1978, Belice en 1979 y Honduras en 1979 y 1982.
Mención especial merecen las tormentas tropicales y los huracanes. La tormenta
Olivia afectó a El Salvador en 1971 y el huracán Irene produjo desastres en
Nicaragua el mismo año. En 1974 el Fifi, y más recientemente, a finales de
octubre de 1998, el Huracán Mitch asoló dramáticamente toda la región, produjo

21
Ángel María Ibarra Turcios

cerca de 20 000 víctimas mortales entre muertos y desaparecidos, destruyó gran


parte de los ecosistemas y cultivos de Honduras y Nicaragua y afectó seriamente
a la población de Guatemala y El Salvador. Este huracán es el desastre de alcance
regional más devastador de los últimos tiempos.

A.2) Amenazas geológicas


Incluyen, entre otras, la erosión terrestre y de las zonas costeras, los
deslizamientos y hundimientos, los sismos y terremotos, las erupciones
volcánicas, etc. Centroamérica es una zona altamente sísmica, en donde
durante el mismo periodo (años 70-90) se destacan varios eventos tales como
el terremoto de Managua en 1972, considerado uno de los más destructivo del
hemisferio occidental, ocasionando por lo menos 10 000 muertes. En Costa Rica,
se desarrolló otro terremoto en 1973, en Guatemala se contabilizaron dieciséis
mil muertos como efecto del terremoto ocurrido en febrero de 1976. Este mismo
año, se produjo otro evento similar en Honduras y siete años después, en Costa
Rica, se generaron dos terremotos más, finalizando ese periodo con el evento
sísmico de El Salvador el 10 de octubre de 1986, que dejó 1500 muertos, más de
veinte mil heridos y pérdidas por valor de casi 700 millones de dólares, además
de 60 000 mil casas destruidas y trescientas mil personas sin vivienda.
Durante los meses de enero y febrero del año 2001, el pueblo salvadoreño volvió
a ser impactado severamente por tres terremotos (13 de enero, 13 de febrero y 16
de febrero), los que causaron graves estragos a lo largo de la cadena montañosa
central del país, dejando más de 2000 muertes y aproximadamente 1,2 millones
de personas damnificadas, incrementando la vulnerabilidad ambiental, con
destrucción de más de trescientas mil viviendas y pérdidas económicas mayores
del 12% del PIB.

B) Amenazas socionaturales
Este tipo de amenazas se expresan en fenómenos que parecen ser causados por
la dinámica natural de la Tierra, pero en realidad en su devenir está impresa la
acción humana. Amenazas aparentemente naturales como las inundaciones,
muchas son provocadas por la construcción de viviendas en lugares pantanosos
y sin las medidas cautelares ambientalmente necesarias. La incapacidad humana
para manejar adecuadamente las cuencas hidrográficas, la total destrucción
de manglares y el aniquilamiento de los mantos acuíferos y de la capacidad
productiva de los suelos son otras acciones humanas que coadyuvan en el
surgimiento de este tipo de amenazas.
Es fundamental diferenciar las amenazas naturales de las socionaturales, porque
ello permitirá accionar sobre las causas de los desastres.

22
Centroamérica: Una región de múltiples amenazas y alta vulnerabilidad. Algunos apuntes conceptuales

C) Amenazas antrópicas
Son consecuencia directa de la actividad humana sobre los componentes de la
naturaleza o sobre la población, que ponen en alto riesgo la calidad de vida de las
comunidades. Entre ellas, podemos mencionar los incendios o la contaminación
por vertimiento de sustancias liquidas, sólidas o gaseosas al ambiente, tales como
plaguicidas, aguas servidas, derrames de petróleo, etc. En este grupo destacan
la erosión y desertificación provocadas por el hombre. Ambas se presentan en
niveles que cada vez exigen más atención, puesto que segmentos importantes de
los suelos están en acelerado proceso de desertización, por lo que disminuye la
productividad y se vulnera la ya precaria seguridad alimentaria.
Uno de los casos que explican más gráficamente este tipo de amenazas es la
contaminación de las fuentes de agua, tanto superficiales como profundas. En
Centroamérica, como en la mayor parte del continente, ésta ha alcanzado niveles
alarmantes; además, la contaminación del aire se ha presentado como un grave
problema, principalmente en las áreas metropolitanas de la región. Así mismo,
la gran cantidad de desechos sólidos, tanto industriales como urbanos, tratados
de una manera irresponsable, ha comenzado a generar también serios problemas
de contaminación de suelo y en ninguno de los países se presentan alternativas
ecológicamente viables.
Por otro lado, casi todas las industrias de la región, sean éstas mineras,
metal mecánicas, textiles, agroindustriales, curtiembres, etc., trabajan con
tecnologías contaminantes y obsoletas. En ninguno de los países se respetan los
reglamentos de construcción, en pocas ciudades se cuenta con la existencia de
planes de desarrollo urbano y de ordenamiento del territorio y se irrespetan las
reglamentaciones sobre el manejo de desechos tóxicos y de sustancias peligrosas

III. Los desastres son construidos socialmente


A pesar de que vivimos en una región de multiamenazas, lo que se evidencia en
hechos tales como que las costas del Atlántico de Honduras y Nicaragua sean
“bañadas” directamente por el 6% de las tormentas y huracanes que se originan
en el Caribe durante la estación lluviosa y de que, en El Salvador, a partir de
su fundación, la ciudad capital haya sido destruida por sismos unas 17 veces, es
evidente la inexistencia en las instancias estatales de mecanismos de prevención
y mitigación propios del manejo actual de desastres, la ausencia de concepción
de las vulnerabilidades y el desconocimiento de la gestión de los riesgos.
La sola magnitud de esos daños ocasionados por los desastres en casi todos los
países de la región, que según un estudio del SICA antes de los terremotos en
El Salvador planteara que “...el Huracán Mitch y otros fenómenos naturales han
costado a Centroamérica en los últimos tres años unos dieciséis mil millones de
dólares y han provocado la reducción del 1,3 por ciento del Producto Interno Bruto

23
Ángel María Ibarra Turcios

(PIB) regional” y de que la recurrencia e intensidad de los impactos causados por


los mismos se haya incrementado de manera significativa en los últimos años,
obliga a todos los sectores y grupos sociales a tomar en serio esta problemática
y a buscar concertadamente las mejores formas y estrategias de enfrentarlos,
basadas en concepciones claras y científicamente fundamentadas.
La concepción que en la actualidad es ampliamente aceptada en instituciones
académicas y ambientalistas sobre los desastres llamados “naturales”, ha
llevado a cuestionar y criticar en profundidad algunas interpretaciones bastante
difundidas sobre el origen de los mismos. Así, al consultar en diversas fuentes
la historicidad de la comprensión que la sociedad tiene sobre los desastres, se
encuentran varias deformaciones socioculturales sobre su génesis o causalidad.
Por ejemplo:

- Se ha considerado que los desastres son producto de fuerzas


sobrenaturales que actúan como un “castigo” hacia la humanidad por su
insolencia y soberbia. Generalmente, se atribuyen a voluntades divinas
o diabólicas, fuerzas extrañas e incontrolables, llevando al fatalismo, la
resignación, el conformismo y la inactividad. “Dios nos castiga con las
sequías, las lluvias, las inundaciones y los terremotos por pecadores...
para llamarnos al arrepentimiento” “son acciones de Satanás”, son
frases lapidarias difundidas en segmentos importantes de la población.
Un estudio de CEPRODE sobre el terremoto de San Salvador de 1986,
encontró que el 27% de la muestra encuestada lo asoció a un castigo de
Dios.
- También los desastres son atribuidos a la intención vengativa de la
naturaleza ante los ataques inmisericordes por la especie humana,
trasladando el castigo divino a la penalización “premeditada” de la
naturaleza, concepción que insistentemente es difundida y reforzada
por la mayoría de medios informativos, incidiendo consiguientemente
en las actitudes derrotistas, el inmovilismo y fatalismo humano.

- El estudio mencionado anteriormente refiere que el 73% de los


encuestados asoció inmediatamente el evento a una causa natural.
Además, cuando se les preguntó sobre el futuro, la respuesta del 73% fue
en términos fatalistas: únicamente el 27% creía que el esfuerzo propio
podría ayudarles a mejorar sus actuales condiciones.

- Otra versión dice que los desastres, por ser naturales, no pueden
prevenirse, porque “... hasta en los países desarrollados suceden desastres
provocados por la naturaleza...”. Esta interpretación tiene la virtud de
desviar la responsabilidad social hacia los fenómenos naturales que
siempre han sucedido. Se promueve el pesimismo e inmovilismo de los

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Centroamérica: Una región de múltiples amenazas y alta vulnerabilidad. Algunos apuntes conceptuales

afectados y afectadas, superponiendo conciente o inconcientemente dos


términos totalmente diferentes: desastre natural y fenómeno natural.

- Aunque estas visiones distorsionadas han sido plenamente superadas


científicamente, los gobiernos de la región centroamericana siguen
estando muy apegados a las mismas. Por lo tanto, no es casual que los
impactos causados por inundaciones, sequías, epidemias o sismos,
sean considerados por los funcionarios gubernamentales como daños
causados por la “fuerza de la naturaleza” o como “actos punitivos de
Dios” fuera de control y exentos de cualquier responsabilidad humana.

IV. ¿Qué son los desastres y cómo se generan?


Al tomar parte en la actual discusión teórica sobre el tema, y retomando aportes
conceptuales que distintos investigadores(as) de LA RED han hecho, en este
trabajo se asume que un “desastre” es el conjunto de daños y pérdidas generadas
a partir de la generación de un fenómeno que, por sus características, se convierte
y materializa en una amenaza (natural, socio natural o antrópica) íntimamente
relacionada con la vulnerabilidad o vulnerabilidades (tipo de vivienda, de suelo
inestable donde se construye, lugar donde se ubica la edificación, situación
económica precaria), presentes en un lugar y momento determinados.
Para los seres humanos, no todos los fenómenos son peligrosos, sino solo aquellos
que en razón del tipo y magnitud, así como por lo sorpresivo de su ocurrencia,
puedan afectarles como, por ejemplo, las lluvias torrenciales y continuas en una
zona seca, un sismo de considerable magnitud, etc. Estos si pueden considerarse
peligrosos, aunque por lo general siempre se ha convivido con ellos y forman
parte del medio ambiente natural dinámico y cambiante.
Un fenómeno natural se entiende como toda manifestación de la naturaleza
que, en ciertas condiciones, si existe vulnerabilidad global o ciertos factores de
fragilidad en la zona de desarrollo del fenómeno, puede convertirse en amenaza.
Pero no todo fenómeno natural es, por sí mismo una amenaza. Ello está en
dependencia de múltiples factores que se vinculan a su presencia. Por ejemplo,
lluvias de regular intensidad pueden ser beneficiosas en una zona agrícola
que espera la temporada normal de lluvias, pero este mismo evento puede ser
perjudicial para otras zonas que radican en riberas de ríos y de posibles deslaves
y donde la población no está en condiciones de soportar sus efectos.
Se han tipificado los fenómenos naturales apuntando los siguientes: de cierta
regularidad (las lluvias en invierno) y de aparición extraordinaria (un terremoto
en la zona central del país). Los últimos pueden ser previsibles o imprevisibles,
dependiendo del nivel de conocimiento que sobre el funcionamiento de su
naturaleza se haya alcanzado. Por ejemplo, se puede prever y pronosticar hasta

25
Ángel María Ibarra Turcios

cierto punto el rumbo y escala de un fenómeno natural como una tormenta


tropical o un huracán, así como las posibles áreas afectadas.
El desarrollo de un fenómeno natural, ordinario o extraordinario, no
necesariamente desemboca en un desastre. Los fenómenos o eventos naturales
son parte activa de la formación de la estructura geográfica de la tierra, porque el
planeta no ha culminado su proceso de formación y este proceso da lugar a que
ocurran estos fenómenos, por lo tanto los efectos de ciertos fenómenos naturales
no necesariamente deben ser desastrosos, sólo cuando afectan una fuente de
vida o una forma de vida en función de una geografía determinada.

V. ¿Qué son los riesgos, las amenazas y la vulnerabilidad?


Puede afirmarse con seguridad que el desastre es el resultado del manejo
inadecuado de los riesgos, entendiendo el “riesgo” como la coexistencia en
un lugar y tiempo determinado de una(s) amenaza(s), (fenómenos naturales,
socionaturales y antrópicos) y una(s) vulnerabilidad(es), (pobreza, desempleo,
malas construcciones, escasos recursos naturales, etc.), que interdependiente
una de la otra y manejadas inadecuadamente pueden provocar daños y pérdidas.
Ninguno de estos factores, separadamente, puede dar paso al riesgo o al
desastre.
De allí que el riesgo, puede definirse como la probabilidad de que ocurra un
desastre y está determinado por:

- su carácter social, es decir que aparece en el proceso de intercambio


continuo y constante entre la comunidad humana y su entorno,
mediatizado este por circunstancias políticas, sociales y económicas,
aún en sus manifestaciones naturales. No está definido por fuerzas
sobrenaturales, ni por fenómenos naturales.
- su carácter diferenciado, ya que no afecta de la misma manera a
los diferentes actores sociales presentes en un mismo escenario. La
percepción del riesgo se deriva de esta característica, ya que el riesgo
tiene diferentes niveles de prioridad o importancia dependiendo de la
visión que cada actor social tenga sobre el mismo.

- el carácter dinámico y cambiante, como producto de sus dos elementos


generadores, que a su vez expresan esas dos cualidades. Al riesgo hay que
describirlo como un proceso, siempre en movimiento y actualización y
no como algo estático.

Se ha hablado de amenazas y vulnerabilidades y, para defi nirlas, se debe


reconocer que en la práctica no se puede separar una de la otra y que de su
interrelación puede derivarse un desastre. Para graficar lo anteriormente

26
Centroamérica: Una región de múltiples amenazas y alta vulnerabilidad. Algunos apuntes conceptuales

expuesto, tomaremos como ejemplo el caso de la construcción de casas a la


orilla de los ríos o en suelos con fuertes inclinaciones, habitadas por familias
con escasos recursos económicos, baja escolaridad, limitada o ninguna
atención en salud es una situación típica que presenta el binomio amenaza-
vulnerabilidad.
Por un lado, habitar en la ribera de los ríos, en principio, no debería significar
peligro para la población pero ¿qué convierte este hecho en amenaza? En una
situación precaria, como la ejemplificada, existe una gran probabilidad de que la
población no esté adaptada para enfrentar un fenómeno natural o humano que
se puede producir. De allí se puede decir que una “amenaza” es la probabilidad
de que un fenómeno, originado por la naturaleza o la especie humana, se
produzca en un tiempo y zona determina no adaptada para enfrentarlo sin
traumatismos.
Retomando el mismo ejemplo, en él se presentan ciertas condiciones no
naturales que afectan la calidad de vida de las personas, factores económicos,
educativos y de salud que, como debilidades, impiden que la población tenga
posibilidades para resistir las amenazas y recuperarse ante los daños generados
por un posible desastre. La “vulnerabilidad” es la condición propicia de la
población de sufrir pérdidas o resultar afectada por la materialización de
una amenaza y por la incapacidad local para recuperarse de los efectos de un
desastre.
La vulnerabilidad debe ser evaluada ante cada amenaza tomando en cuenta que
no sólo depende de la convivencia de la población con las amenazas, sino también
de la presencia de distintos factores presentes en la comunidad. Entonces se
puede hablar de una vulnerabilidad global y para aproximarnos a su abordaje lo
hacemos desde distintos puntos de vista llamados factores de vulnerabilidad.
Las condiciones de vulnerabilidad se van gestando y pueden ir acumulándose
progresivamente, configurando una situación de riesgo. Finalmente, se puede
decir que detrás de cada condición de vulnerabilidad física existen causas
socioeconómicas que reafirman la idea inicial de que los desastres naturales no
existen.
Estudiar y actuar sobre los desastres a partir de este enfoque pretende sensibilizar
a la población sobre su situación de vulnerabilidad y otorgarle las herramientas
teóricas necesarias para lograr condiciones de seguridad sustentable. El
derecho a un hábitat seguro desde la perspectiva de la sustentabilidad debería
ser incorporado con mayor fortaleza como una reivindicación vital en la lucha
ambientalista y social.

27
Ángel María Ibarra Turcios

VI. Referencias
• BID y CEPAL (2000). “Un tema de desarrollo: la reducción de la vulnerabilidad
frente a los desastres”. México DF, México.
• Capacidad 21-PNUD y Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) (1999). “Manual
Metodológico: Formulación de Agendas para la Sustentabilidad en el Desarrollo
Local”. San Salvador, El Salvador.
• CEPRODE (2000). “La Gestión del Riesgo”. San Salvador.
• Commoner B. (1992). “En paz con el planeta”. Editorial Crítica, Barcelona.
• Equipo Maíz. (2000). “Con el agua hasta el cuello”. San Salvador.
• Evans V. (1994). “Percepción del riesgo y noción del tiempo”. Revista Desastres y
Sociedad. Año 2, Número 3. La Red. Lima. Perú.
• Fernández Pérez M.(1999). “Diagnósticos Ambientales Participativos”. Parque
Metropolitano de la Habana. La Habana. Cuba.
• Ibarra A.M. (1996). “Hacia una educación ambiental para una sociedad sustentable”.
Memorias del I Congreso ambientalista de El Salvador. UNES. San Salvador.
• Ibarra A.M. (1999). “Mitch en El Salvador”. Editorial Heinrich Böll. San Salvador.
• Ibarra A.M. (1999). “Objetivos de la educación ambiental y la realidad ambiental
salvadoreña”. Revista Ecología Salvadoreña. San Salvador.
• Ibarra A.M., Campos U. y Pereira D. (2003). “Hacia una Gestión Ecológica de los
Riesgos”. UNES, 3ª Edición. San Salvador. El Salvador.
• IDNR (1994). “Yokohama Declaration: Guidelines for natural disaster prevention,
preparedness and mitigation”. Japan.
• LA RED (1998). “Desinventar. Sistema de Inventario de Desastres y de Apoyo en la
Gestión de Riesgos, Manual del Usuario”. Versión 5.2. Edición electrónica.
• Leff E. (1994). “Ecología y Capital: Racionalidad Ambiental, Democracia Participativa
y Desarrollo Sustentable”. Siglo XXI/UNAM. México.
• Leff E. (1994). “Sociología y Ambiente: Formación Socio-económica, Racionalidad
Ambiental y Transformación del Conocimiento”, en Leff. E. (Coordinador), Ciencias
Sociales y Formación Ambiental. GEDISA/UNAM. Barcelona.
• Oficina Humanitaria de la Comunidad Económica Europea y Coordinadora de
Comunidades del Bajo Lempa (1999). “Plan de Emergencia Local de la Cuenca Baja
del Río Lempa, San Salvador”. Comité de Emergencia Nacional, OEA.
• Ordóñez A. et.al. (1999). “Mapeo de Riesgos y Vulnerabilidad en Centroamérica y
México, Estudio de capacidades locales para trabajar en situaciones de emergencia”.
OXFAM, Managua.
• PRODERE – NACIONES UNIDAS et al. “Organización Local Para Situaciones de
Emergencia”. Sin Fecha ni número de edición.
• Riechmann J. y Tickner J. (2002). “El Principio de Precaución, en medio ambiente y
salud pública: de la teoría a la práctica”. Icaria Editorial S.A. Barcelona.
• Soto L.Z. (1998). “Guía de la Red para la gestión local del riesgo. Módulos para la
capacitación”. La Red- ITDG. Lima.
• Wilches-Chaux G. (1998). “Guía de la Red para la gestión local del riesgo” (primer
volumen). La Red- ITDG. Lima.

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CAPÍTULO 1
VOLCANISMO Y SISMICIDAD

Benjamin van Wyk de Vries


Daniel Andrade

1.0 Introducción
Todos sabemos algo sobre los volcanes. Todos hemos visto uno, al menos desde
lejos, o en un libro, o en la televisión o en Internet. En Centroamérica, la mayor
parte de la población vive cerca de un volcán y tiene cierta experiencia sobre
su actividad. En ciertos casos, ¡incluso es posible conducir hasta el cráter de los
volcanes activos y mirar en su interior! En Costa Rica, por ejemplo, los volcanes
Póas e Irazú pueden visitarse fácilmente; en Nicaragua se puede conducir hasta el
Masaya y tomar un refresco en su cráter; en El Salvador, los cráteres del Izalco o
del Santa Ana pueden ser observados desde una carretera cercana. En Guatemala
se pueden visitar de cerca el Fuego o el Pacaya tras una corta caminata. En
Honduras, en cambio, es necesario buscar un poco los volcanes, pero ahí están,
especialmente en el Golfo de Fonseca. Incluso para los panameños hay volcanes,
por ejemplo El Valle o el Cerro Baru, aunque no sean tan evidentes en el paisaje.
Así, todos tenemos en mente la imagen de un volcán y una cierta idea sobre su
significado, sobre lo que pueden hacer y sobre su relación con la humanidad.
Sin embargo, para el lector puede ser difícil dar una “definición formal” sobre
lo que es un volcán; e incluso puede ser más difícil que un grupo de personas
coincidan en su definición si se le pide a cada una que dibuje un volcán en una
hoja de papel. También hay poco acuerdo entre la gente de la calle cuando se le
pregunta ¿qué es un volcán? Incluso entre los geólogos, cuyo trabajo es estudiar
los volcanes, existen visiones variadas. Así, es importante empezar por definir lo
que es un volcán de forma clara y precisa, para luego entender cómo es posible
que dicho objeto pueda ser visto de formas tan diversas.
Un volcán es una montaña que crea una interfase entre el interior de la Tierra
y su exterior. Esta es una de las razones por las que los volcanes son vistos de
formas tan diversas. De hecho, los volcanes están cubiertos por un “ambiente”
superficial y complejo que esconde su naturaleza más profunda (Figura 1.1).

29
Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

1.1. ¿Qué es un volcán?


La que sigue, es mi definición personal sobre lo que es un volcán: “Un volcán es
un sistema natural para trasladar energía desde el interior de la Tierra hacia el
exterior, por medio de la transferencia de magma. La creación de dicho magma
ocurre en profundidad, por fusión de rocas que luego se mueven hacia la superficie
hasta, eventualmente, erupcionar material rocoso, formar un edificio volcánico e
inyectar materiales (rocas y gases) en la atmósfera”.
Antes de nada, se ha de hacer notar que, según la definición, un volcán es algo
natural. Es decir que no existen volcanes “hechos por los hombres”, si bien es
posible construir pequeños modelos análogos (a escala) para estudiar diferentes
problemas científicos. Si al lector le interesa explorar esta idea, puede construir
los modelos presentados en la figura 1.2.
Un volcán transfiere energía en forma de calor y materia (magma y rocas). El
interior de la Tierra está caliente, y el magma que se forma allí puede alcanzar
temperaturas de hasta 1200° C (para comparación, el aluminio funde a 660 ºC).
Este magma caliente es extraído desde la profundidad y es transferido hacia la
superficie de la Tierra, donde pierde su calor rápidamente al entrar en contacto
con la atmósfera o con los océanos. Si alguna vez el lector visita de cerca un
volcán, se dará cuenta de que, cuando no está en erupción, el calor también se
difunde por recalentamiento del suelo en las cercanías, por aguas termales o por
fumarolas de gases calientes. Todas estas formas de calor pueden ser agrupadas
bajo la denominación de “calor geotérmico” (Figura 1.3).
“Magma” es otro término que vale la pena definir con claridad. “Magma” es
simplemente cualquier roca fundida, en estado líquido, mientras que “lava” es el
nombre que se da al magma una vez llega a la superficie de la Tierra. Los magmas
contienen casi siempre fragmentos en estado sólido, como por ejemplo cristales
de varios minerales que crecen durante el enfriamiento y pedazos de roca que
son arrancados del conducto durante el ascenso a la superficie.
Los magmas contienen también grandes cantidades de gases disueltos, que
se liberan cuando el magma pierde presión al acercarse a la superficie. Este
fenómeno es idéntico al que se da en una botella de cerveza: la cerveza contiene
gases disueltos (dióxido de carbono) que se liberan y aparecen solamente cuando
se abre la botella, es decir cuando la cerveza pierde presión. La diferencia es que
el magma está muy caliente y la presión liberada es generalmente enorme. Varias
manifestaciones peligrosas de la actividad volcánica, por ejemplo las grandes
explosiones, se deben a la liberación violenta de gases volcánicos.

30
Volcanismo y sismicidad

Figura 1.1.- ¿Qué es un volcán? Este esquema muestra un volcán en su ambiente natural. El
volcán no es solamente un objeto geológico, sino un sistema ambiental que incluye fauna, flora,
poblaciones humanas (edificios, casas, etc.), agua y ríos. El volcán también es una fuente de
interacciones con la atmósfera.

Figura 1.2.- Modelos de volcanes para preparar fácilmente en casa. El primer modelo es un
simple tubo unido a una placa de madera a través de un hoyo. Se debe construir un volcán de
arena seca por encima del hoyo. Si se sopla por el tubo o se bombea aire con una jeringa, va a
ocurrir una “erupción” en el cono. El segundo modelo sirve para observar el efecto del peso de
un cono volcánico sobre las rocas de basamento deformables. Se debe verter un poco de miel
en un recipiente y luego construir un cono de azúcar por encima. Al hacer varios experimentos
con capas de miel de diferente espesor y con conos de tamaño constante se podrán observar
resultados interesantes. Cuando la capa de miel es poco espesa, el cono de azúcar se aplanará
lentamente; en cambio, con un gran espesor de miel, (mayor que el radio del cono) el volcán de
azúcar se va hundirá un poco, ¡pero su forma no cambiará!

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Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

Figura 1.3.- Un volcán generalizado. Foto del Cerro Negro (Nicaragua) en erupción en 1995,
con una fuente de lava (erupción estromboliana), domos y coladas de lava. El diagrama muestra
también el sistema volcánico y magmático bajo el volcán.

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Volcanismo y sismicidad

Figura 1.4.- Contexto de la tectónica de placas. a) Mapa de América Central con los mayores
volcanes y fallas. Nótese la “Zona de Subducción”, que es una enorme falla que separa el Océano
Pacífico de la corteza de la Placa del Caribe (América Central). b) Corte esquemático mostrando la
placa del Pacífico hundiéndose por debajo de la placa del Caribe (América Central). Los volcanes
son abastecidos por magmas que provienen de la fusión de rocas a 150 km de profundidad.

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Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

Los magmas se forman por fusión de la roca en el interior de la Tierra, a


profundidades de entre 100 y 200 Km. La roca se funde de diversas maneras;
una de ellas ocurre simplemente cuando las rocas llegan a zonas tan calientes
del interior que empiezan a fundirse: es lo que sucede bajo gran parte de
Centroamérica. Otra ocurre cuando una roca que se encuentra a gran
profundidad es llevada rápidamente hacia zonas de menor presión, lo que
también causa fusión. El diagrama de la figura 1.4 muestra las maneras en que se
forma el magma en el interior de la Tierra bajo América Central.
Existen también algunos tipos “extraños” de magma como, por ejemplo, fangos
que pueden formar “volcanes de lodo” en superficie. A veces, antiguas capas de
fango enterradas en la Tierra se saturan tanto de agua subterránea que se vuelven
líquidas de nuevo y pueden empezar a fluir hacia la superficie y erupcionar de
forma similar a la de un volcán. En planetas diferentes del nuestro, los volcanes
se forman a partir de otros tipos de líquidos, por ejemplo agua o dióxido de
carbono, aunque estos hechos no afectan a nuestra actividad en la Tierra y
pueden considerarse una curiosidad científica.
Sin embargo, ciertos volcanes pueden erupcionar azufre puro, lo que representa
una importante fuente de recurso mineral. Ocasionalmente, se pueden
encontrar coladas de lava de azufre en el Póas (Costa Rica) y en el Momotombo
(Nicaragua), aunque son bastante raras.
Así pues, los magmas erupcionan al llegar a la superficie de la Tierra y
forman los volcanes. Los magmas pueden erupcionar en forma de lava, lo que
significa que simplemente salen del cráter como un líquido muy caliente que
se mueve lentamente sobre el suelo hasta perder su calor y solidificarse (Figura
1.5.c). Esto es típico de los magmas que contienen pocos gases disueltos. En
cambio, cuando los magmas son ricos en gases, pueden liberarlos de forma
muy violenta y dar lugar a explosiones de magnitudes muy variadas. Durante
este proceso, el magma suele romperse en pedazos y conformar una mezcla
de gases y fragmentos de roca que son expulsados por el cráter durante las
explosiones volcánicas (Figura 1.5.b). Estos fragmentos de roca son conocidos
como piroclastos. De hecho, los volcanes están formados en gran parte por
piroclastos. A veces, los magmas pueden perder sus gases sin dar lugar a una
erupción. Es el caso del Masaya (Nicaragua), donde se han medido enormes
cantidades de gases saliendo del volcán sin que ocurra ninguna erupción. Esto
significa que hay un gran volumen de magma líquido estancado bajo tierra,
rellenando una cámara magmática.

34
Volcanismo y sismicidad

Figura 1.5.- Actividad volcánica y fenómenos eruptivos. a) Actividad sin erupción. Este tipo
de actividad está normalmente asociada a efectos climáticos. Deslizamientos y derrumbes son
muy frecuentes sobre las laderas de un volcán, que normalmente pueden tener capas de rocas
poco resistentes (cenizas o tefras). La lluvia se mezcla fácilmente con fragmentos de roca sueltos,
para provocar flujos de lodo, o lahares. Estos flujos se depositan sobre las planicies al pie del
volcán, donde causan daños en cultivos y estructuras humanas (ver también la Figura 1.7.b). b)
Tefra y “bombas volcánicas” son productos comunes de las erupciones explosivas. Las bombas
normalmente no alcanzan a más que un kilómetro del cráter, y son peligrosas solamente para
personas que viven o trabajan sobre los flancos del volcán (¡los volcanólogos por ejemplo!). La
ceniza volcánica no es peligrosa en sí misma, pero sus efectos casi siempre son muy costosos
ya que puede ser acarreada por el viento a grandes distancias y así afectar zonas muy lejanas al
volcán en erupción. c) Coladas de lava. Normalmente viajan unos pocos kilómetros desde el
volcán antes de detenerse. Son flujos muy lentos (menos de 1 km por hora hasta 1 m por día), no
son peligrosas de inmediato, pero pueden destruirlo todo a su paso. d) Los flujos piroclásticos
son avalanchas de rocas y gases, muy calientes y muy rápidas, que ocurren durante erupciones
grandes y explosivas. Hay dos tipos principales: Flujos densos, con muchos bloques, que fluyen
dentro de valles y quebradas de forma similar a una corriente rápida. El otro tipo son las “oleadas
piroclásticas”, que son nubes de ceniza de alta temperatura, más densas que el aire y que fluyen
como una corriente de viento o nube ardiente. Son muy energéticos y pueden sobrepasar
fácilmente obstáculos topográficos; es decir que pueden salir de los valles o quebradas.

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Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

Las cámaras magmáticas son zonas de acumulación de magma bajo tierra


(Figuras 1.1 y 1.3). Se forman cuando o donde los magmas ascendentes se
detienen o son bloqueados por alguna razón. Pueden ser bloqueados por
formaciones rocosas resistentes que impiden su paso, o simplemente porque el
magma es más denso que las rocas que lo rodean y no puede subir. De hecho, la
mayor parte de los magmas creados en profundidad nunca alcanzan la superficie.
Puede que el magma de los volcanes represente menos del 10% del volumen total
de magma que se crea en las profundidades, lo que significa que, en el interior
de la Tierra, bajo los volcanes, ocurren constantemente grandes cambios que no
observamos directamente en superficie.
Cuando el magma se acumula bajo tierra, empieza a enfriarse muy lentamente
y a formar cristales. Los elementos más pesados del magma, como el hierro,
el calcio o el magnesio, forman rápidamente cristales como el “olivino” (un
mineral verdoso), el “piroxeno” (un mineral oscuro) y la “plagioclasa” (un
mineral blancuzco). Este proceso, llamado “cristalización”, hace que el magma
se vuelva menos denso y que pueda continuar su ascenso hacia la superficie.
Además, estos cristales no atrapan los gases del magma y, en consecuencia, el
magma se enriquece en gases y se vuelve cada vez menos denso, pero también
más explosivo. Al llegar a la superficie, provocará importantes explosiones.
Así, un volcán es una secuencia de coladas de lava erupcionadas y de capas de
piroclastos acumuladas durante las explosiones. Los gases liberados por los
volcanes modifican la atmósfera de la Tierra. Así mismo, una vez que un volcán
empieza a crecer, el viento y la lluvia empiezan a erosionarlo. A menudo, las
erupciones ocurren con intervalos de cientos de años y, así, flora y fauna pueden
desarrollarse alrededor del volcán y formar ecosistemas que pueden modificar
el volcán original. De esta forma, las superficies volcánicas frescas y jóvenes se
convierten en ambientes complejos.
La ocurrencia sucesiva de erupciones modifica el paisaje cercano a los volcanes,
así como sus suelos, su agua y su atmósfera, creando complejas interrelaciones
con el entorno. Los volcanes pueden permanecer activos y no permitir el
desarrollo de ecosistemas maduros cerca de sus cráteres, o presentar largos
periodos de calma durante los cuales pueden ser colonizados por flora y fauna
e incluso por civilizaciones. Eventualmente, los volcanes también “mueren”, se
extinguen y no tienen más actividad, aunque sus conos, su ambiente y su paisaje
permanecerán tanto tiempo como perduren las rocas volcánicas erupcionadas.
Gran parte del paisaje de Centroamérica está formado de estos ambientes
volcánicos, en los que ya no se puede esperar que ocurran erupciones, si bien el
conjunto del ecosistema está construido sobre el antiguo material volcánico.
Así, vemos que un volcán es un ambiente muy complejo, a través del cual
el interior de la Tierra entra en contacto con la biosfera y con la atmósfera.
Cualquier persona que observe un volcán lo hará desde su propio contexto de

36
Volcanismo y sismicidad

percepción. Para un vulcanólogo, lo importante será el volcán “básico”, para un


agricultor, la fertilidad de sus suelos; para un biólogo, su flora y su ecosistema;
para un agente de la defensa civil, sus amenazas potenciales; para un periodista,
el reportaje para el periódico de mañana; para los hombres de negocios y los
operadores de turismo, los beneficios económicos que puedan obtener; para
un guerrillero, la oferta de escondite; para los religiosos, el volcán será de
inspiración divina o una señal del diablo, etc. En realidad, ¡no es sorprendente
que los volcanes sean apreciados de forma tan diversa por gente tan diversa!

1.1.1 Tipos de actividad volcánica

1.1.1.1 Fumarolas
Las fumarolas son zonas donde los gases volcánicos llegan a la superficie de la
Tierra tras haber escapado del magma y haber atravesado las rocas del subsuelo.
Son muy comunes en los cráteres de los volcanes activos. Incluso los volcanes
dormidos o extintos pueden conservar mucho calor remanente y formar aguas
termales y fumarolas.
Las fumarolas son importantes, ya que transfieren gases desde el magma hacia
la atmósfera y así constituyen un aporte de gases al medio atmosférico. La mayor
parte de los gases están compuestos por vapor de agua, dióxido de carbono y
dióxido de azufre (que huele a huevos podridos), pero también se encuentran trazas
de muchos otros elementos, algunos de ellos muy tóxicos, como plomo, arsénico,
flúor y cloro y otros económicamente importantes como cobre, plata y oro. No es
muy buena idea hacer minería en volcanes activos pero, en cambio, los volcanes
extintos suelen ser grandes fuentes de recursos minerales. El problema es que los
trabajos de minería a menudo liberan también los elementos tóxicos contenidos en
los minerales, que luego constituyen fuentes de contaminación ambiental.
Los gases calientes que escapan de los magmas se mezclan a veces con el agua
subterránea, lo que da lugar a la formación de fuentes termales. Tales zonas
representan importantes reservas de energía, que a veces son aprovechadas para
producir electricidad, como en el Miravalles (Costa Rica) o en el Momotombo
(Nicaragua). A menudo, estas zonas calientes están asociadas a volcanes extintos
o a cámaras magmáticas que se han solidificado pero que están aún calientes.

1.1.1.2 Gases volcánicos


Cuando los volcanes son más activos, los gases salen del magma a través del
cráter y pasan directamente a la atmósfera formando una nube alargada llamada
“pluma”. El mejor ejemplo lo constituye el Masaya en Nicaragua aunque, a lo
largo de Centroamérica, se pueden observar plumas de gases en el Arenal (Costa
Rica), en el San Cristóbal (Nicaragua), en el San Miguel (El Salvador) y en el

37
Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

Pacaya (Guatemala). Estos gases son relativamente inofensivos, pero al entrar


en contacto con el agua atmosférica (las nubes) pueden formar ácidos agresivos
que luego caen sobre la Tierra en forma de lluvias ácidas. Las lluvias ácidas
pueden ser dañinas para la agricultura y para la salud en general. En el Masaya
(Nicaragua), por ejemplo, las permanentes emisiones de gases han provocado
indirectamente la destrucción de extensas zonas de cultivo, volviéndolas
infértiles. Las lluvias ácidas también destruyen objetos metálicos, como cables
de telecomunicaciones, techos de cinc o los refuerzos de hierro de los muros. Los
gases volcánicos pueden causar problemas respiratorios en hombres y animales,
así como contaminar fuentes de agua superficiales provocando perdidas en el
rendimiento de la agricultura y de la ganadería y problemas de salud.

1.1.1.3 Ceniza y tefra


Durante las erupciones, los magmas pueden perder sus gases de forma muy
violenta y formar así una gran cantidad de fragmentos de roca de todos los
tamaños (piroclastos). Los fragmentos grandes (mayores de 2 mm de diámetro)
caen directamente sobre el volcán, mientras que los fragmentos más finos,
llamados “ceniza”, pueden ser acarreados por el viento a través de largas distancias
(Figura 1.5.b). Al depositarse, la ceniza volcánica puede tener los mismos efectos
nocivos que los gases volcánicos, ya que contiene compuestos sulfurosos tóxicos.
Varios tipos de cultivos mueren rápidamente al contacto con la ceniza. El ganado
que se alimenta de pasto o agua contaminados por ceniza puede sufrir graves
problemas de salud. En los humanos, lo más común es que la presencia de ceniza
en la atmósfera cause problemas respiratorios e irritación de los ojos.
Además, la ceniza puede infiltrarse fácilmente en cualquier maquinaria y
provocar daños en motores o sistemas eléctricos. Existen varios ejemplos de
aviones que han atravesado nubes de ceniza volcánica durante el vuelo y que han
sufrido serios daños en sus turbinas. Alrededor del mundo, se ha desarrollado
un sistema de alerta temprana que sirve para evitar que ocurran desastres de
tráfico aéreo ligados a nubes de ceniza.
La cantidad de ceniza producida por un volcán depende del tipo de erupción (ver
más abajo), pero es siempre un peligro sea cual sea el tipo de actividad volcánica.
El término “tefra” sirve para denominar a cualquier tipo de fragmento de roca
expulsado por un volcán, y que es transportado por la atmósfera antes de caer al
suelo; es un término genérico.

1.1.1.4 Erupciones freáticas


Las erupciones freáticas ocurren cuando un magma provoca, indirectamente,
el calentamiento brusco de un cuerpo de agua y la subsiguiente explosión de
vapor. Esto ocurre a menudo cuando un magma llega cerca de la superficie y

38
Volcanismo y sismicidad

recalienta el agua subterránea que está bajo el volcán: el agua se transforma en


vapor y provoca una explosión. Erupciones de este tipo son bastante comunes y
producen importantes cantidades de ceniza, como es habitual en el San Cristóbal
(Nicaragua) o en el Póas (Costa Rica) (Figura 1.7.a). Las erupciones freáticas son
relativamente pequeñas, y solamente son peligrosas cuando se está cerca del punto
de emisión. Cuando ocurren durante largos periodos de tiempo, pueden provocar
un importante deterioro de las condiciones ambientales en la zona de influencia
del volcán. Además, dado que ocurren cuando un magma se acerca rápidamente
a la superficie, las erupciones freáticas pueden ser un anuncio de que se avecinan
eventos más importantes.

1.1.1.5 Erupciones freatomagmáticas


Un magma puede entrar en contacto directo con un cuerpo de agua (un lago, por
ejemplo). Cuando esto sucede, el intenso calor del magma provoca que el agua se
transforme en vapor casi instantáneamente, dando lugar a una explosión. Esta
explosión, a su vez, provoca que el magma se rompa en muchos fragmentos. Pero
estos fragmentos calientes vuelven a entrar en contacto con el agua, la cual vuelve
a explotar y a formar fragmentos de magma más pequeños. Este proceso se repite
hasta que el magma se rompe en fragmentos muy pequeños (tipo ceniza) que ya se
han enfriado, o hasta que ya no hay más agua disponible. Este tipo de reacciones
provocan algunas de las explosiones volcánicas más potentes. Son muy peligrosas,
ya que pueden lanzar fragmentos de roca a grandes distancias, pero también
porque el material eyectado está menos caliente y es más denso. Así, estas rocas
pueden formar más fácilmente flujos piroclásticos (ver más abajo).

1.1.1.6 Erupciones estrombolianas


La isla de Estrómboli, al sur de Italia, ha dado nombre a este tipo de erupciones,
que ocurren cuando un magma se encuentra cerca de la superficie, dentro de
un conducto volcánico, y los gases que son liberados salen en forma de grandes
burbujas. Mientras las burbujas de gas estallan violentamente en el cráter, los
fragmentos de magma son expulsados al aire. Normalmente, hay una columna
de burbujas ascendiendo por el conducto, y así las erupciones estrombolianas
ocurren a intervalos bastante regulares. El Pacaya (Guatemala) y el Cerro Negro
(Nicaragua) son muy conocidos por su actividad estromboliana (Figuras 1.6.a,
1.7.c). Generalmente, este tipo de erupciones no son muy peligrosas y es posible
acercarse bastante al punto de emisión para hacer observaciones. Son eventos
espectaculares y muy emocionantes, por lo que representan atractivos turísticos.
Las erupciones estrombolianas forman cantidades importantes de ceniza,
que son depositadas en las cercanías del volcán provocando los problemas ya
mencionados. La ciudad de León (Nicaragua), por ejemplo, se ve habitualmente
afectada por la ceniza de las erupciones estrombolianas del Cerro Negro.

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Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

1.1.1.7 Erupciones vulcanianas


La isla de Vulcano, también en el sur de Italia, ha dado nombre a este tipo de
erupciones, que ocurren cuando una parte del magma se ha enfriado dentro de
su conducto, cerca de la superficie, y ha formado un tapón. La presión de los
gases liberados a mayor profundidad aumenta por detrás del tapón hasta que
éste se rompe y ocurre una explosión. Esta explosión puede ser muy potente,
como en el Arenal (Costa Rica) o en el Santiaguito (Guatemala) y puede ser
bastante peligrosa para las zonas cercanas al volcán (Figura 1.6.b). A menudo,
estas erupciones forman flujos piroclásticos (ver más abajo).

Figura 1.6.- Volcanes en Centroamérica. Tipos de volcanes. a) El Cerro Negro, un pequeño cono
de 300 metros de altura, compuesto por escoria, bloques, y algunas lavas. Este volcán es muy
joven: nació en 1850. b) El Santa María. Un gran estratovolcán guatemalteco de 2 500 metros
de altura. El Santaguito es un domo de lava que nació en 1926 después de la gran erupción del
Santa María de 1902. El cráter de esa erupción no se formó en la cumbre del volcán, sino al pie.
c) El Mombacho, el Zapatera, y el lago de Nicaragua. El Zapatera es un escudo volcánico, con
pendientes muy suaves (en contraste con el Santa María, por ejemplo). El Mombacho es un
volcán mucho más cónico pero está quebrado por tres avalanchas de escombros (ver también la
Figura 1.7.f). d) Imagen satelital de los volcanes Orosí y Cacao; se observa claramente la forma
muy erosionada de este volcán. Sobre Cacao hay relieves con forma de ‘V’ y escarpes anulares,
que son evidencias de grandes deslizamientos antiguos.

40
Volcanismo y sismicidad

Figura 1.7.- Formas y tamaños de los volcanes. Tipos de erupción. a) Volcán San Cristóbal
(Nicaragua), con una pequeña erupción de cenizas subiendo unos 300 m por encima del cráter.
Este tipo de erupción es fréatomagmatica o fréatica, es decir un producto del sobrecalentamiento
del agua en contacto con magma, o simplemente del agua en forma de vapor escapando a gran
presión. Normalmente, este tipo de actividad es una señal de reactivación del volcán, si bien
no siempre alcanza al nivel de una erupción fuerte. El San Cristóbal ha mostrado este tipo de
actividad durante 30 años sin mayores cambios. b) Volcán Concepción, Lago de Nicaragua. Esta
vista del volcán fue tomada desde un depósito de lahar (flujo de lodo y rocas) que bajó del volcán
durante una lluvia fuerte. Se ve un chagüite a los dos lados, que fue destruido parcialmente por el
lahar. Este tipo de actividad no está asociada directamente con una erupción del volcán, pero es
un fenómeno peligroso muy común: en el volcán Casita en 1998, más de 2000 personas murieron
atrapadas por un lahar después del Huracán Mitch. c) Cantera abierta en un cono de escoria,
cerca de Managua. Se ven las capas de escoria (piedra pómez de color negro). Las capas están
cortadas por pequeñas fallas normales (Figura 1.8), asociadas con las fallas de Managua (Figura
1.9). Este tipo de depósito viene de una erupción estromboliana similar a las del Cerro Negro
(Figuras 1.3 y 1.6.a). d) Estratovolcán en estado de reposo: volcán Maderas, Lago de Nicaragua.
El volcán está completamente cubierto de vegetación, y no ha tenido erupciones desde hace más
de 8 mil años. El relieve del volcán está quebrado por fallas asociadas con el efecto del peso de
este cono sobre su base, que está formada por una gruesa serie de capas de arcilla (ver también la
Figura 1.2). Mientras el volcán está inactivo, las fallas siguen creciendo y, de vez en cuando, dan
lugar a derrumbes y a lahares dañinos. e) Caldera de Apoyeque (Chiltepe, Nicaragua). Este hoyo
de más que dos kilómetros de diámetro y 500 m de profundidad fue formado por una erupción
pliniana. Una gran cantidad de magma salió rápidamente desde la cámara magmática, lo que

41
Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

provocó la formación de esta enorme depresión. Se ha calculado que durante la erupción, la nube
de ceniza pudo haber alcanzado unos 30 km de altura y que los flujos piroclásticos recorrieron
20 km desde el volcán. Al caer y depositarse, la nube de cenizas formó una capa de pómez de
hasta 1m de espesor, visible en Managua y sus alrededores. f) El volcán Mombacho. Este volcán,
construido principalmente por erupciones estrombolianas y coladas de lava, ha sufrido varios
derrumbes mayores. El archipiélago de Las Isletas, visible en el Lago de Nicaragua, es el producto
de un deslizamiento, que llego a 12 km del volcán. Se ve muy claramente la cicatriz del colapso.
Este colapso y avalancha ocurrió en la época precolombina. Un evento similar ocurrió en el
flanco sur del volcán y destruyó completamente el antiguo pueblo indígena de Mombacho en
el año 1570. Ninguna de estas avalanchas fue acompañada por una erupción de volcán, lo que
indica que la ocurrencia de estos eventos es muy difícil de predecir.

1.1.1.8 Erupciones plinianas


Los “Plinios” pertenecieron a una familia romana que fue testigo de la erupción
del volcán Vesubio (Italia) que, en el año 79, enterró la ciudad de Pompeya.
“Plinio el Viejo”, que estaba a cargo de algunos barcos romanos en la zona,
murió en su intento de salvar gente de la erupción. En cambio, “Plinio el Joven”
escribió una descripción detallada de la erupción, cuyo texto ha sobrevivido
hasta nuestros días: es la descripción escrita más antigua que se conoce de una
erupción.
Lo que sucede durante una erupción pliniana es que los fragmentos de magma
son eyectados de forma continua mezclados con los gases, que son liberados con
mucha energía durante una explosión de larga duración en el conducto. Este
fenómeno puede durar varias horas o hasta días, de forma estable, permanente
y con gran fuerza. Los fragmentos de magma y los gases calientes emitidos se
mezclan con el aire de la atmósfera, que se calienta y empuja el conjunto hasta
decenas de kilómetros de altura. Por sus características, las erupciones plinianas
pueden trasportar ceniza a distancias enormes y cubrir extensas zonas con sus
depósitos. Las erupciones más recientes de este tipo en Centroamérica ocurrieron
en el Santa María (Guatemala) en 1902 y en el Cosigüina (Nicaragua) en 1835
(Figura 1.6.b). En ambos casos, murió mucha gente y se provocaron enormes
daños. Se conocen también erupciones plinianas más pequeñas, llamadas
“micro-plinianas”, como por ejemplo en el Cerro Negro en 1992.

1.1.1.9 Coladas de lava


Cuando el magma llega a la superficie y no explota por falta de gases, forma una
colada de lava (Figura 1.5.c). A pesar de que esta sea una de las imágenes más
clásicas de un volcán en erupción, en realidad no es un fenómeno peligroso, al
menos para la vida humana. Sin embargo, las coladas de lava pueden destruir o
inutilizar todo lo que encuentren a su paso, cubriendo lentamente el suelo, las
casas y los caminos con una capa de roca. Para la mayor parte de Centroamérica,

42
Volcanismo y sismicidad

las coladas de lava representan peligros menores, ya que son muy pocas las rutas
de estos flujos que alcanzan zonas urbanas. No obstante, grandes extensiones de
tierra han sido cubiertas de lava por los volcanes Arenal, Masaya, Cerro Negro,
Izalco y Pacaya en tiempos históricos.
Las coladas de lava fluyen de forma similar a cualquier líquido, siguiendo
quebradas o valles y evitando muros o colinas. Las coladas de lava pueden
tomar formas variables, dependiendo de su viscosidad, antes de enfriarse. La
viscosidad es una medida de la resistencia a fluir de un líquido. Por ejemplo, la
leche es menos viscosa que la miel. De forma similar, hay coladas de lava que
fluyen fácilmente (son poco viscosas) y forman largas lenguas; y también hay
otras lavas que fluyen con mucha dificultad y forman aglutinamientos conocidos
como “domos de lava” sobre el punto de emisión. Por ejemplo, en el Santiaguito
(Guatemala), ha estado creciendo un domo durante por lo menos 70 años (Figura
1.6.b). A veces, este domo da lugar a explosiones vulcanianas.
Algunas lavas viscosas (que fluyen con dificultad), tienen en superficie la
apariencia de aglutinamientos de bloques filudos e irregulares: se las llama
“lavas A’a”, que es un término de origen hawaiano. En cambio, las coladas de
lavas poco viscosas forman texturas lustrosas y relativamente lisas, similares a
las de la melaza cuando se enfría: se las llama “lavas pahoe-hoe” y pueden ser
observadas en el Masaya y en El Hoyo (Nicaragua). Cuando un cráter se llena de
lava que permanece líquida durante largo tiempo, se dice que tiene un “lago de
lava”; el Masaya tiene a veces un lago de lava, en el que se puede ver la lava poco
viscosa burbujeando.

1.1.1.10 Flujos piroclásticos


Cuando se producen erupciones explosivas como cualquiera de las descritas
más arriba (estrombolianas, vulcanianas o plinianas), los fragmentos de magma
son enviados a la atmósfera y luego caen a tierra como ceniza o tefra. Pero, a
veces, ocurre un fenómeno muy curioso: la mezcla de gases y fragmentos que
sale del cráter es tan densa que no puede ascender en la atmósfera y, más bien, se
derrumba en su conjunto para formar una especie de avalancha que desciende a
gran velocidad por los flancos del volcán. Estas avalanchas son conocidas como
“flujos piroclásticos” (Figura 1.5.d).
Hay varios tipos de flujos piroclásticos, que llevan asociados importantes
peligros:

- Flujos de bloques y ceniza. Son avalanchas de bloques, ceniza y


gases calientes, que se forman cuando las coladas o los domos de lava
se derrumban, o cuando ocurren explosiones vulcanianas de gran
tamaño. Generalmente, viajan unos pocos kilómetros, sobre los flancos
del volcán, pero se detienen rápidamente en las zonas planas. Tienen

43
Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

velocidades de entre 30 y 100 km/h, temperaturas de entre 100 y 600° C


y son muy peligrosos localmente.
- Oleadas piroclásticas (surges). Son mezclas de ceniza fina, gases
volcánicos y aire caliente, que forman una nube densa que puede
viajar fácilmente sobre los flancos del volcán a gran velocidad (más de
100 km/h). Estas nubes son muy calientes (más de 200 °C) y pueden
carbonizar fácilmente cualquier material orgánico que encuentren a
su paso. Son flujos muy peligrosos. Las oleadas piroclásticas se crean
también durante erupciones freatomagmáticas, cuando estas tienden a
ser menos calientes pero igualmente destructivas. Mientras estos flujos
se mueven, van depositando los fragmentos más grandes, sin perder
mucho calor. En un momento dado, se vuelven más ligeros que el aire y
se elevan para formar una nube muy alta, conocida como “nube fénix”,
que puede transportar ceniza a enormes distancias.
- Flujos de pómez y ceniza. Son flujos producidos durante las erupciones
plinianas. Tienen temperaturas y velocidades similares a las oleadas
piroclásticas, por lo que pueden deslizarse cubriendo grandes distancias
sobre el suelo, superando con facilidad desniveles topográficos. Sus
depósitos son llamados “ignimbritas”. Una gran parte de Centroamérica
está cubierta por depósitos de ignimbritas de antiguas erupciones
(Figura 1.7.e). Afortunadamente, este tipo de erupción es poco frecuente.
La erupción pliniana del Illopango, en el año 300, envió flujos de pómez
sobre una gran parte del valle Central de El Salvador, destruyendo la
civilización pre-maya que habitaba la zona. Los flujos de pómez del
Santa María (Guatemala), en 1902, mataron a mucha gente.

1.1.1.11 Lahares
A menudo, en Centroamérica, tras una lluvia muy fuerte, la gente habla u
oye hablar de “lavas que bajaban del volcán”. En realidad, estos flujos no son
verdaderas “lavas”, en el sentido de roca fundida, sino mezclas muy densas de
rocas volcánicas, ceniza y agua. Estas mezclas son conocidas como “lahares”,
una palabra de Indonesia, donde estos fenómenos son también comunes, y que
significa “río de lodo” (Figuras 1.5.a y 1.7.b). Estos flujos son muy destructivos.
Su trayectoria es previsible, ya que se mueven por los cursos de agua (valles y
quebradas), pero son tan impetuosos que pueden destruir puentes y edificios
y cubrir fácilmente campos y pueblos al desbordarse de sus cauces. Dado que
muchos volcanes están formados por materiales sueltos y fácilmente erosionables
(ceniza, tefra, pómez), hay potencialmente mucho material disponible para
mezclarse con el agua y formar lahares. Un volcán no necesita estar en erupción
para formar dichos eventos: lo único que se necesita es suficiente agua. El lahar
más destructivo ocurrido recientemente en Centroamérica tuvo lugar en un
volcán inactivo, el Casita (Nicaragua), en 1998, tras el huracán Mitch.

44
Volcanismo y sismicidad

1.1.1.12 Inundaciones
Como cualquier montaña, un volcán puede provocar inundaciones después de
fuertes lluvias. Los volcanes tienden a concentrar agua en áreas pequeñas como
quebradas y valles profundos, y así durante las épocas lluviosas dan lugar a
inundaciones.

1.1.1.13 Deslizamientos
Los volcanes están muy a menudo constituidos por rocas sueltas y poco
compactas. En ellos, la erosión crea zonas con pendientes muy fuertes e
inestables, que pueden deslizarse fácilmente. Como en cualquier parte, este tipo
de deslizamientos está a menudo asociado a fuertes lluvias, como fue el caso
del Casita (Nicaragua) en 1998. Sin embargo, en los volcanes pueden ocurrir en
cualquier momento otros deslizamientos de gran envergadura, no necesariamente
asociados con la lluvia, sino más bien con inyecciones de magma, terremotos, o
simplemente con el hecho de que la estructura del volcán se ha vuelto tan débil
con el tiempo que ya no puede soportar su propio peso. Estos colapsos pueden
ser gigantescos, con volúmenes de varios kilómetros cúbicos de roca y pueden
devastar extensas áreas. Ejemplos de colapsos volcánicos ocurridos en el pasado
pueden ser claramente observados en el Mombacho (Nicaragua) o en el Santa
Ana (El Salvador) (Figuras 1.6.c, 1.7.f).

1.1.2 Tipos de volcanes


Los volcanes tienen formas y tamaños variados. En el caso de Centroamérica
los podemos dividir en volcanes escudo, estratoconos, calderas, conos de
escoria, anillos de toba y maares (“maares”, con dos “a”). Los volcanes escudo
se caracterizan por tener flancos con pendientes débiles, como el Póas (Costa
Rica), el Telica y el Zapatera (Nicaragua) (Figura 1.6.c). Generalmente, están
conformados por muchas coladas de lavas superpuestas y por unas pocas
capas de piroclastos. Los estratoconos son volcanes como el Fuego, el Pacaya
(Guatemala), el San Miguel (El Salvador), el San Cristóbal, Maderas y Mombacho
(Nicaragua) y el Arenal (Costa Rica) (Figura 1.7.d, 1.7.f). Están conformados, en
mayor proporción, por capas de piroclastos, pero también tienen coladas de lava.
Las calderas son enormes depresiones de la superficie, de varios kilómetros de
diámetro y de forma circular u oval, que se forman durante grandes erupciones
que evacuan el magma contenido en una cámara magmática. Algunos ejemplos
son El Valle (Panamá), Miravalles (Costa Rica), Illopango (El Salvador), Atitlán
(Guatemala) y Apoyeque (Nicaragua) (Figura 1.7.e).
Las erupciones relativamente pequeñas forman edificios llamados conos de
escoria, como por ejemplo el Cerro Negro (Nicaragua), que luego pueden crecer
hasta estratoconos (Figura 1.7.c). Los anillos de toba y los maares son creados

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Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

durante erupciones freáticas y freatomagmáticas. Estos edificios tienen cráteres


más grandes y más profundos que los conos de escoria, a causa de la gran fuerza
de las explosiones. Tales formas pueden ser vistas en Managua, en el cráter y
cono de toba de Tiscapa, o en los cráteres de Nejapa y Asosca.

1. 2 Temblores de tierra y sismos


Los temblores y terremotos (sismos) se producen cuando ocurren movimientos
de la corteza de la Tierra a través de fallas o fracturas. Si bien los volcanes pueden
ser muy explosivos, casi nunca provocan grandes movimientos en las fallas, y
por eso no producen grandes temblores.

1.2.1 Tipos de sismos


Los temblores o sismos de origen volcánico raramente causan daños. Hay varios
tipos de sismos:

1.2.1.1 Sismos tectónicos


Son producidos cuando la corteza de la Tierra se rompe y se mueve a lo largo
de una falla o fractura. Al igual que en otras partes del mundo, la corteza de la
Tierra en Centroamérica está fracturada en grandes segmentos que se mueven
en varios sentidos y a diferentes velocidades, empujándose o estirando los unos
de los otros. Al principio, las rocas de la corteza resisten dichos movimientos
pero, a medida que las presiones aumentan, la corteza empieza a romperse. El
sismo es el movimiento que se produce durante esas rupturas. Si la ruptura es
grande, se puede sentir un temblor de tierra. Igualmente, si uno está cerca del
sitio de ruptura, es más posible que sienta el temblor que si está alejado de él.
Para simular un sismo se puede, por ejemplo, deslizar un bloque de madera sobre
una superficie áspera y sentir claramente las vibraciones que este movimiento
provoca. Un temblor de tierra es similar, pero de tamaño mucho mayor. Los
sismos ocurren en superficie o más comúnmente en profundidad. El epicentro
es el punto de la superficie terrestre bajo el cual ocurrió un sismo, es decir que
se define con dos coordenadas: latitud y longitud. El hipocentro, en cambio,
es el punto de la Tierra donde ocurrió el sismo, es decir que se define con tres
coordenadas: latitud, longitud y profundidad.

1.2.1.2 Sismos volcano-tectónicos


Son sismos provocados por rupturas de la corteza de la Tierra pero, en este caso,
las rupturas están relacionadas con el movimiento de los magmas. Generalmente,
son de tamaño muy pequeño, solo perceptibles con instrumentos especialmente
diseñados, por lo que no son peligrosos. Más bien, cuando estos sismos son

46
Volcanismo y sismicidad

detectados, pueden constituir señales preventivas, ya que indican que un volcán


puede estar reactivándose.

1.2.1.3 Tremor
Es un tipo de sismo causado por el movimiento de un magma en la corteza.
Como cualquier fluido que se mueve por un canal (por ejemplo, el aire en una
trompeta), el magma causa vibraciones y ruido al moverse por una fractura o
un conducto subterráneo. El tremor no es peligroso y es muy útil, ya que ofrece
información a los vulcanólogos sobre el movimiento del magma en profundidad
(Figura 1.8).

Figura 1.8.- Tipos de fallas y sismos. A. Los tres principales tipos de fallas, asociados con la
extensión, compresión y movimientos transcurrentes de la corteza de la Tierra. B. Dos tipos de
sismos importantes. La mayoría de sismos son combinaciones de los dos tipos mostrados (tectónicos
y volcánicos). Un sismo tectónico (movimiento de una falla) da lugar a la formación simultánea
de dos ondas llamadas “P” y “S”. Las ondas “P” viajan siempre más rápido y llegan al sismómetro
antes que las ondas “S”. La diferencia del tiempo de llegada entre las dos ondas permite estimar la
distancia entre la fuente del temblor (una falla) y el sismómetro. Con las medidas simultáneas de
varios sismómetros distribuidos en una región es posible localizar con buena precisión la fuente
del temblor. La duración y la amplitud máxima de la onda registrada por el sismómetro permiten
calcular la magnitud del sismo. El tremor volcánico está formado por vibraciones más continuas: se
ha observado que este tipo de señal sísmica puede durar un tiempo largo (entre horas y días) durante
una erupción. El tremor es producido por el movimiento de fluidos (magma o gases volcánicos) en
los conductos volcánicos; su magnitud en la escala de Richter es siempre inferior a 3 (ver Tabla 1).

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Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

1.2.2 Tamaño de un sismo


El tamaño de un sismo se mide utilizando la “escala de Richter”, que es
una estimación de la energía liberada por el sismo. La escala no tiene límite
superior ni inferior; sin embargo, las dimensiones y las características físicas
de nuestro planeta impiden que existan sismos naturales superiores al grado
10 o inferiores al grado -2. Es importante hacer notar que la escala de Richter
es de tipo logarítmico, lo que quiere decir, por ejemplo, que un sismo de grado
6 es diez veces mas fuerte que un sismo de grado 5, cien veces más fuerte que
uno de grado 4, mil veces más fuerte que uno de grado 3, etc. (Tabla 1.1). Los
sismos volcano-tectónicos tienen un grado máximo de 3 o 4, y el tremor es
menor, por lo que solo se detectan con instrumentos especiales (sismómetros).
Normalmente, los sismos de grado 5 ya son sentidos con bastante fuerza, y los
sismos de grado superior al 6 empiezan a provocar serios daños. Cuanto más
cerca estemos del epicentro, mayores serán los efectos de un sismo. Estos efectos
se estiman mediante la escala de Mercalli que va del I al XII (Tabla 1.2). Durante
los grandes sismos (superiores al grado 7), los daños pueden ser enormes, como
lo muestran claramente la experiencia y la historia.

Magnitud Masa de TNT


Energía equivalente cotidiana
de Richter equivalente
-1,5 1 gramo Golpe de un mazo
1 170 gramos Explosión de una granada
2 29 kg Explosión de un tanque de gas
3 181 kg Explosión de bomba mediana
4 6 toneladas Pequeña bomba atómica
5 199 toneladas Terremoto de San Salvador 2001 (5,5 Richter)
6 1 270 toneladas Terremoto de Managua 1972 (6,5 Richter)
7 200 000 toneladas Terremoto de Guatemala 1976 (7,5 Richter)
8 6 millones de t Terremoto de México 1985 (8,1 Richter)
9 200 millones de t Terremoto del Océano Índico 2004 (9,1 Richter)
10 260 millones de t Terremoto de Valdivia Chile 1960 (9,6 Richter)
Tabla 1.1.- Magnitud de Richter. La escala de Richter es una medida de la cantidad de energía
liberada por un sismo; se la puede comprender también al compararla con la cantidad de energía
liberada por una determinada masa de TNT durante una explosión.

1.2.3 Fallas
Las fallas son fracturas de la corteza de la Tierra, formadas por el movimiento
de segmentos adyacentes de la misma. En Centroamérica, las fallas más grandes
se encuentran en la “zona de subducción”, que es donde la corteza del fondo del
océano Pacífico se hunde bajo el continente (Figura 1.4). En Guatemala, la falla
de Montagua forma el borde geológico entre Norte y Centroamérica. Fallas más

48
Volcanismo y sismicidad

pequeñas cruzan la mayoría de los volcanes de Centroamérica. Estas fallas son más
pequeñas y producen sismos menos grandes pero, a menudo, están muy cerca de
pueblos y ciudades y pueden causar importantes daños. Managua está construida
sobre fallas, así como San Salvador y la ciudad de Guatemala (Figura 1.9).

Figura 1.9.- Ejemplo de una zona de fallas: El Graben de Managua. La imagen de la izquierda
corresponde a la topografía de la zona de Managua. El mapa muestra las fallas y las estructuras
volcánicas más importantes de la zona. La actividad de las fallas y de los volcanes están
seguramente muy interrelacionadas, pero hasta la actualidad no se entiende muy bien cómo
ocurren estas relaciones.

1.2.4 Peligros sísmicos


En Centroamérica se conocen dos tipos principales de sismos peligrosos. Los
primeros son los sismos de la zona de subducción, que ocurren costa afuera,
bajo el mar. Pueden ser tan energéticos que causen daños en grandes zonas.
Dado que ocurren en el mar, pueden también formar tsunamis, que son grandes
olas, como en el caso de Nicaragua en 1992. El segundo tipo de sismo peligroso
es el que ocurre en fallas locales. A lo largo de toda Centroamérica, hay una
gran cantidad de fallas locales, menos grandes. Por su tamaño, estas fallas
provocan, como máximo, sismos de grado 6 en la escala de Richter. Pero, dado
que los hipocentros se encuentran cerca de la superficie (a menos de 10 Km), sus

49
Benjamin van Wyk de Vries y Daniel Andrade

efectos pueden sentirse muy fácilmente en las poblaciones cercanas. Como ya se


había mencionado, las ciudades de Managua, San Salvador y Guatemala están
ubicadas sobre este tipo de fallas. La gran falla de Montagua, en Guatemala, es
un sitio donde también ocurren grandes sismos, dado que es un límite geológico
importante entre Norte y Centroamérica (Figura 1.4).

1.2.5 Mitigación del peligro sísmico


Al igual que las erupciones, los sismos no pueden ser evitados, si bien ambos
tipos de fenómenos son diferentes. Los sismos sacuden la Tierra durante
pocos minutos, pero no cubren el suelo con capas de roca o ceniza, ni causan
deterioros continuos en el medio ambiente, como hacen las erupciones. Los
sismos terminan rápidamente y causan diferentes problemas. En primer lugar,
es necesario localizar dónde se encuentran las fallas, determinar su tamaño y
estimar su potencial para causar sismos, ya que no todas las fallas provocan
sismos. Luego, se debe procurar que las construcciones (edificios, puentes, casas)
de las cercanías sean lo suficientemente fuertes para resistir los potenciales
sismos. Comúnmente, los grandes sismos provocan deslizamientos de tierras,
por lo que la estabilidad de los terrenos debe ser también considerada. A
menudo, tras los grandes sismos ocurren incendios que pueden causar severos
daños adicionales. Desafortunadamente, muchos viejos edificios no han
sido construidos para resistir grandes sismos, o la planificación y las normas
utilizadas para su construcción no fueron suficientemente buenas. Por lo tanto,
aún existen elevadas probabilidades de que ocurran daños y desastres.
Entonces, ¿qué hacer en caso de sismo? En varios lugares, como en edificios
públicos por ejemplo, deberían existir espacios de refugio en caso de sismo. Por
supuesto, estos espacios deben ser cámaras reforzadas que resistan las sacudidas.
Durante un fuerte sismo, es una buena idea buscar refugio en zonas abiertas,
estando siempre atentos a los objetos que empiezan a desprenderse y a caer.
Como medida preventiva, hemos de intentar localizar caminos alternativos de
escape ya que, en Centroamérica, cada ciudadano tiene elevadas probabilidades
de experimentar al menos un terremoto en su vida.

1.3 Referencias
• Cas R.A.F. and Wright J.V. (1987). “Volcanic Successions”. Unwin Hyman Inc., 528 pp.
• Francis P. (1993). “Volcanoes: A Planetary Perspective”. Oxford University Press,
443 pp.
• Rose W., et al. (Eds.) (2006). “Volcanic Hazards in Central America”. The Geological
Society of America Special Paper 412, 276 pp.
• Sigurdsson H., et al. (Eds) (2000). “Encyclopedia of volcanoes”. Academic Press –
San Diego, 1417 pp.
• The Smithsonian Institution - Global Volcanism Program Website: www.volcano.si.edu

50
Volcanismo y sismicidad

51
CAPÍTULO 2
LOS RIESGOS GEOLÓGICOS EN EL SISTEMA DE CUENCA:
PROCESOS FLUVIALES Y GRAVITACIONALES

Josep Mas-Pla
Joan Bach Plaza

2.0 Introducción
En el contexto del planeta Tierra, existen diversos ciclos dinámicos que
configuran la morfología de la superficie terrestre. Por un lado, los ciclos
dinámicos internos son responsables de la creación del relieve a través de
la tectónica de placas, cuya manifestación más evidente la constituyen los
volcanes y los terremotos. Por otro, los procesos dinámicos externos causan la
degradación de los relieves a través de la erosión y el transporte de las rocas que
los forman. Se trata de procesos fluviales, gravitacionales, eólicos, marinos, etc.
Estos últimos dependen a su vez de las condiciones climáticas que definen la
magnitud de la temperatura y de la precipitación, siendo la presencia de agua
uno de los principales agentes que los gobiernan.
Sin embargo, estos procesos no actúan en un mundo deshabitado. La ocupación
humana del territorio, especialmente durante el siglo XX, con un desarrollo
demográfico muy intenso, se ha instalado en zonas donde estos procesos son
especialmente activos. Este hecho ha creado un conflicto entre el desarrollo
socio-económico y la presencia de actividad geológica, la cual se manifiesta
periódicamente (erupciones volcánicas, inundaciones, deslizamientos de ladera)
y repercute en contra de los intereses de la población, causando daños de distinta
índole. En esta situación aparece el concepto de riesgo, que se define en función
de las pérdidas que pueden ser ocasionadas por un proceso natural que se
produce con una determinada periodicidad.
En un marco geográfico concreto, estos procesos que interactúan con las
actividades humanas se circunscriben al perímetro de una cuenca hidrográfica.
En sí misma, una cuenca hidrográfica es la superficie terrestre que se halla
drenada por un mismo sistema fluvial (Figura 2.1). Así, hablamos de cuencas de
grandes dimensiones, como la cuenca del río Amazonas, si bien podemos reducir
su escala hasta considerar la del afluente menor de la red de drenaje.

53
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

Figura 2. 1.- Concepto de cuenca hidrográfica. Fuente: Elaboración propia.

Figura 2.2.- Esquema metodológico para la realización de mapas de vulnerabilidad, o


susceptibilidad, peligrosidad y riesgo, según Ferrer (1991). Fuente: González de Vallejo et al., 2002.

54
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

No obstante, el sistema fluvial no es el único elemento de interés en una cuenca. El


relieve del interior de su perímetro, las pendientes de las vertientes y de los ríos, la
naturaleza geológica de sus montañas y, como hemos mencionado, el clima bajo
el cual se hallan, determinarán un conjunto de procesos geodinámicos externos
que actúan constantemente con intensidades variables. Por ejemplo, el caudal
de los ríos es continuo, aunque puede variar desde muy escaso, en periodos
de sequía, hasta extremadamente abundante en momentos de muy intensa
precipitación. La evolución misma de las vertientes suele ocasionar movimientos
de pequeñas masas de terreno en cada aguacero; no obstante, determinadas
circunstancias pueden provocar el deslizamiento de grandes masas de terreno,
modificando el relieve local y aportando sedimentos a zonas topográficamente
inferiores. En ambos tipos de procesos, cuando su magnitud es máxima, existe la
probabilidad de que afecten negativamente a la ocupación humana del territorio.
Es por esta razón por la que el estudio del riesgo geológico, relacionado con los
procesos externos, debe basarse en el conocimiento de su dinámica y en una
correcta cartografía de las zonas en que estos pueden ocurrir, distinguiendo en
estos mapas los diferentes grados de intensidad posibles.
En este capítulo se considera el riesgo derivado de los procesos geológicos
externos que actúan en el sistema cuenca, especialmente los relacionados con
inundaciones y deslizamientos gravitacionales, sin considerar los procesos
eólicos, costeros o glaciares. En particular, se describen las particularidades de
su dinámica y la tipología de riesgos asociados, así como una breve introducción
a las formas de valoración del riesgo.
Los riesgos anteriormente mencionados son especialmente relevantes en la zona
centroamericana. La existencia de periodos de intensa precipitación, relacionados
con situaciones meteorológicas extremas, como los huracanes procedentes
del Caribe y del Golfo de México, tienen un fuerte impacto en el territorio,
causando fuertes crecidas de los ríos y movimientos de tierras en las vertientes.
La naturaleza volcánica del relieve, a menudo compuesto por rocas volcánicas
no consolidadas, así como aspectos antrópicos relacionados con una ocupación
urbana dispersa y una deforestación de los montes aumentan la probabilidad de
que estos fenómenos interaccionen con el hombre. En otras palabras, aumentan
su exposición al riesgo. El tratamiento extenso del riesgo geológico en el entorno
americano se halla extensamente descrito por la OEA (1993).

2.1 El concepto de riesgo geológico


Como se ha comentado en la introducción a este capítulo, el riesgo geológico
deriva de la acción habitual de los procesos naturales, los cuales pueden ocurrir
con distintas magnitudes. En su ocupación del territorio, el hombre ha creado
estructuras y estrategias para evitar (o al menos minimizar) el impacto de estos
procesos, de manera que solamente haya pérdidas cuando estos se manifiesten

55
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

con magnitudes extraordinarias. En el cálculo del riesgo deben determinarse las


magnitudes que darán lugar a pérdidas y la periodicidad con que suelen ocurrir.
La terminología asociada al riesgo es fundamental para presentar las
metodologías usadas para su estimación. Cabe distinguir conceptos como
“peligrosidad” (hazard, en inglés), vulnerabilidad o susceptibilidad (vulnerability)
y, finalmente, riesgo (risk) (Smith, 2001).
La peligrosidad se refiere a la frecuencia o periodicidad de un proceso. Se
define como la probabilidad de que suceda el fenómeno, con una intensidad
determinada, en un periodo de tiempo específico. Se trata pues de un concepto
estadístico: el intervalo de recurrencia o periodo de retorno (T) se halla
asociado a la probabilidad de excedencia (P), en una relación inversa, T=1/P.
Estadísticamente, la probabilidad de ocurrencia P(p>X) de un proceso de
magnitud X, correspondiente a un intervalo de recurrencia T, en un periodo de
n años, viene dado por:
n
1
P( p > X ) = 1 1
T

Por ejemplo, la posibilidad de que un río presente un caudal Qmax, asociado a


un intervalo de recurrencia de 100 años, en los próximos 15 años, es del 14%.
Para conocer la relación Qmax/T es necesario disponer de un registro histórico
de la ocurrencia de estos procesos y de la magnitud que alcanzaron.
Otro término relevante en el estudio del riesgo es la vulnerabilidad, la cual
define el grado de daños o pérdidas potenciales en una localidad o región, como
consecuencia del evento de un proceso natural de una magnitud determinada.
Se trata pues de un conocimiento del territorio, de cómo le afectará el proceso
evaluado en cada una de las intensidades que puede presentar. Como tal, este
conocimiento puede ser cartografiado, creando un mapa de vulnerabilidad. Las
cartografías de zonas inundables son ejemplos de mapas de vulnerabilidad.
Los mapas de vulnerabilidad tienen diversas finalidades que, en todos los casos,
están dirigidas a la prevención del riesgo. Se usan como base de programas
de gestión, de toma de decisiones sobre el uso del territorio y de políticas de
desarrollo y, también, para fines didácticos y de educación de la ciudadanía.
El concepto de riesgo se refiere a la cantidad de pérdidas potenciales debidas
a estos procesos naturales. Cuantitativamente, el riesgo (R) viene dado por el
producto entre la peligrosidad (P), la vulnerabilidad (V) de los elementos (bienes)
expuestos y el coste de los mismos (C),
R =P V C

56
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

donde P y V son adimensionales y, por consiguiente, R tiene las unidades de C.


El producto parcial P×V suele denominarse riesgo específico (Varnes, 1984).
La figura 2.2 señala el proceso de elaboración de mapas de riesgo geológico
(Ferrer, 1991, citado en González de Vallejo et al., 2002). En este esquema se
muestran los distintos elementos que configuran la elaboración de estos mapas:
el reconocimiento del territorio en sus aspectos litológicos y estructurales y el de
la naturaleza y tipología del proceso, que dan lugar al mapa de vulnerabilidad o
susceptibilidad; el análisis de los factores que inician los procesos y su frecuencia,
diferenciados cartográficamente para construir el mapa de peligrosidad y,
finalmente, la evaluación de los bienes expuestos, la estimación de las pérdidas
potenciales y la estimación de su coste en la zona estudiada. El tratamiento
cartográfico con sistemas de información geográfica (SIG) permite obtener el
mapa de riesgo concluyente.
A partir de la metodología descrita es posible, pues, dejar de considerar los
riesgos geológicos como sucesos aleatorios ante los cuales no es posible adoptar
estrategias de protección. El riesgo geológico puede reconocerse a partir del
estudio de los sistemas dinámicos de la superficie de la Tierra y, lo que es más
importante, se puede calcular su probabilidad de suceso y expresar esta de forma
cartográfica. Ello permite anticiparse al riesgo.
La idea de anticipación se resume en tres posibles actuaciones frente a los riesgos
geológicos, según la regla de las tres “P” (Brusi y Roqué, 1998):

- Previsión. Ante la certeza de que el riesgo es inherente a determinados


entornos geológicos (llanuras aluviales, laderas, etc.), es preciso
determinar, con antelación, la probabilidad de ocurrencia de un
fenómeno con sus distintos grados de intensidad y representarlo
cartográficamente. También deben aproximarse las consecuencias e
implicaciones sociales de este riesgo y las pérdidas de bienes ante cada
posible intensidad.
- Predicción. Desde la perspectiva científica, se trata de conocer las
respuestas del proceso dinámico a los factores que lo desencadenan.
Habitualmente, el inicio de un proceso extraordinario viene
determinado por numerosos factores, y se ha de disponer de un sistema
de control que permita valorar la tendencia del factor y predecir sus
posibles consecuencias. Las alertas meteorológicas basadas en imágenes
de satélite y los registros de precipitación en tiempo real son datos
básicos en el origen de inundaciones o deslizamientos.
- Prevención. Contempla el conjunto de medidas de previsión y la
predicción que se adoptan en el territorio con la finalidad de minimizar
las pérdidas económicas y sociales. Estas medidas están basadas en una
estructuración del uso del espacio acorde con la posibilidad del riesgo,

57
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

o en una actuación de ingeniería sobre el proceso en cuestión (por


ejemplo, modificación de la sección y características de un cauce para
permitir un mayor drenaje o estabilización de laderas mediante muros,
anclajes, etc.).

Puede añadirse un cuarta “P” referente a la percepción del riesgo por parte
de la población. La percepción ha de desarrollarse tanto a nivel institucional
como social y personal. El grado de percepción es dependiente del estado
socioeconómico de la población; los sectores más necesitados pueden desestimar
el riesgo de las inundaciones y ocupar zonas inundables de la llanura aluvial
ante la necesidad de encontrar alojamiento, demostrando las profundas
razones sociales que se hallan en la base de la percepción y la actitud frente al
riesgo geológico. El acceso a la información objetiva (lamentablemente no
siempre equilibrada en los medios de comunicación cuando tratan desastres
naturales) es una herramienta básica en la prevención. Un mayor conocimiento
y divulgación sobre la peligrosidad de distintos entornos, una fuerte implicación
de la administración, así como unas tareas didácticas, especialmente necesarias
en las zonas más vulnerables y entre los sectores más indefensos, son elementos
básicos en la minimización del riesgo.

2.2 Riesgos asociados a procesos fluviales


Las inundaciones se caracterizan, entre todos los riesgos geológicos, por ser
aquellos que ocurren con mayor frecuencia (en función del clima, se sobrentiende)
y por afectar intensamente a las actividades humanas, sencillamente por el hecho
de que el crecimiento urbano, industrial y agrícola suele desarrollarse a lo largo
de las zonas aluviales originadas por la sedimentación fluvial.

2.2.1 La generación de escorrentía. El hidrograma


Los procesos fluviales son el resultado complejo del comportamiento de toda la
cuenca hidrográfica ante un periodo de precipitaciones. La escorrentía superficial
se genera por lluvias intensas que sobrepasan la capacidad de infiltración de
agua en el suelo. Una lluvia de elevada intensidad y larga duración tiene como
consecuencia el crecimiento del caudal de los ríos; es decir, aumenta del volumen
de agua que pasa en cada unidad de tiempo por la sección transversal del cauce.
La representación gráfica del caudal en función del tiempo se denomina
hidrograma (Figura 2.3). En periodos sin precipitación, el caudal de los
ríos tiende a disminuir progresivamente, siendo estos alimentados por las
aportaciones de los afluentes y, en aquellos casos en que los materiales del
subsuelo del lecho del río constituyan acuíferos, por las aportaciones de agua
subterránea que alimentan el drenaje superficial (Winter et al., 1998). Con la
lluvia, el caudal tiende a aumentar alcanzando un valor máximo, habitualmente

58
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

con posterioridad al episodio lluvioso. El valor máximo del caudal se denomina


pico del hidrograma y al tiempo transcurrido desde el inicio de la lluvia hasta el
pico se llama tiempo de respuesta. Con posterioridad al pico, el caudal decrece
progresivamente hasta la aparición de otro episodio lluvioso.
Desde la perspectiva de prevención del riesgo, el caudal del pico del hidrograma
y el tiempo de respuesta son de gran interés. Concretamente, ambos parámetros
determinan el máximo caudal y el tiempo en que este se ha alcanzado tras
una precipitación en una cuenca determinada y, con ello, la magnitud de la
inundación y el tiempo disponible para la prevención de la población expuesta
al riesgo.
Hidrológicamente, cada precipitación, definida por una intensidad, una duración
definida y una distribución espacial dentro de la cuenca, dará lugar a un
hidrograma distinto. Así mismo, cada cuenca originará un hidrograma propio,
en función de su geología, la tipología de la red de drenaje, la distribución y tipo
de cobertera vegetal, y la extensión y la ubicación de las zonas urbanizadas. Es
bien conocido que la impermeabilización del suelo reduce el almacenamiento de
agua en superficie y su infi ltración, aumentando el porcentaje de agua de lluvia
que se transforma en escorrentía superficial. En estos casos, los hidrogramas de
zonas urbanizadas tienden a mostrar picos más elevados y tiempos de respuesta
menores (Dune y Leopold, 1978).

Figura 2.3.- Ejemplo de un hidrograma generado por una precipitación, con los correspondientes
parámetros: tiempo de respuesta (Tr) y pico del hidrograma (Qmax).Fuente: Elaboración propia.

59
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

Figura 2. 4.- Estimación del intervalo de recurrencia y caudal máximo para el río Fluvià, según
los métodos de Weibull y Gringorten. Fuente: Elaboración propia sobre datos cedidos por la
“Agència Catalana de l’Aigua”.

2.2.2 La medida del caudal: aforos


Uno de los aspectos básicos en la obtención de hidrogramas es la medida del
caudal, conocida como un aforo. Las administraciones hidráulicas suelen
disponer de estaciones de aforo situadas en los puntos más representativos de
los diversos ríos que gestionan. Estas estaciones son ejemplos de obra civil, en
los que se ha regularizado la sección del cauce de manera que el caudal que
pasa es proporcional a la altura de la lámina de agua. De este modo, la lectura
de la elevación del nivel de agua en el río mediante registros manuales o
informatizados permite la recopilación de los datos de caudal. Habitualmente, las
bases de datos de caudal ofrecen el caudal medio diario, expresado en unidades
de metros cúbicos por segundo (m3/s-1).
Sin embargo, no siempre se dispone de una estación de aforo en el tramo del río
que se debe monitorizar. En estos casos, la toma de datos de caudal in situ es una
tarea propia del trabajo de campo. Para realizarla, existen varios métodos, entre
los que destacan el uso de molinetes o el uso de trazadores químicos.
Los molinetes consisten en aparatos que disponen de una hélice unida a un
cuerpo pesado o lastre que se sumerge en el río. Las revoluciones de la hélice
permiten registrar la velocidad de la corriente en el punto donde se sitúa.
Obviamente, el tipo de molinete debe escogerse en función de las dimensiones
del cauce y del caudal a medir.

60
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

El cálculo del caudal se obtiene mediante la siguiente ecuación:


Q= Av
donde, Q es el caudal, A es el área de la sección transversal del cauce y υ es
la velocidad registrada con el molinete. En cauces con fondo irregular, es
conveniente fragmentar la sección en subsecciones menores y medir la velocidad
y el área en cada una de ellas, de manera que la variabilidad morfológica del lecho
quede integrada en la medida del caudal. En caso de no disponer de un molinete,
se puede usar un objeto flotante para medir su velocidad de desplazamiento en
tramos continuos y regulares y, con ella, estimar la velocidad del flujo superficial.
Es evidente que esta medida solo es aproximada y apta para cauces de bajo
caudal, y debe usarse siempre con una saludable dosis de cautela.
El uso de trazadores químicos consiste en verter una sustancia fácilmente
identificable en el río y tomar muestras de agua a una cierta distancia del punto
de vertido. La evolución de la concentración del trazador con el tiempo permitirá
calcular la velocidad de la escorrentía (Custodio y Llamas, 1976).
Cada una de estas medidas es solamente representativa del punto y del momento
de muestreo. Habida cuenta de la variabilidad del caudal representada en el
hidrograma, es evidente que una única medida es insuficiente para caracterizar
el régimen fluvial de un tramo de río.
En el estudio del riesgo por inundaciones, el interés radica en conocer la
capacidad de drenaje de una sección determinada. En otras palabras, cuál es el
caudal que puede evacuar esta sección sin desbordar y causar la inundación de las
zonas limítrofes. Este cálculo se basa en la expresión de la ecuación de Manning,
enunciada en 1889. Esta ecuación relaciona los parámetros geométricos de la
sección con su estado natural: tipo de lecho (pedregoso, suave, con rápidos y
charcas, etc.), disposición y tipo de la vegetación, etc. La ecuación de Manning
viene definida por la relación:

R 2 / 3 s1 / 2
v=
n
donde, v es la velocidad de la corriente (en ms-1), R es el radio hidráulico o
cociente entre el área de la sección y el perímetro húmedo del lecho (en m),
s representa la pendiente del tramo de río, y n es un coeficiente de rugosidad
que viene tabulado en libros de texto (por ejemplo, Barnes, 1967; Arcement y
Schneider, 1989 entre muchos otros) o en referencias de Internet.
En este sentido, la previsión de inundaciones en un tramo determinado de un
río puede obtenerse a partir de los datos de capacidad de drenaje de la sección,
calculados por ejemplo mediante la ecuación de Manning, y la periodicidad
con que este caudal máximo se da en este tramo. El cálculo de la periodicidad

61
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

debe estimarse en base a registros de estaciones de aforo, como se describe en


el apartado siguiente. No obstante, en zonas donde no existan estos registros
(y no puedan ser extrapolados de cuencas vecinas) la periodicidad de avenidas
puede calcularse usando datos geomorfológicos correspondientes a avenidas
históricamente documentadas (Benito et al., 1998; Thorndycraft et al., 2002).

2.2.3 Estimación de los caudales máximos


La estimación de los caudales máximos, basada en registros continuos de
caudales, se realiza mediante la aplicación de métodos estadísticos simples que
permiten determinar el intervalo de recurrencia (T), también denominado
periodo de retorno de un determinado caudal. Estrictamente, el intervalo de
recurrencia se define como “el tiempo que transcurre entre dos eventos (avenidas)
de la misma magnitud (caudal)”. Estadísticamente, corresponde al inverso de la
probabilidad de ocurrencia de un determinado caudal cada n años (T=1/P).
El cálculo del intervalo de recurrencia suele basarse en los caudales diarios
máximos anuales. El método estadístico utiliza el valor máximo de caudal
(instantáneo o medio diario) anual medido en la estación de aforo, disponiéndose
de tantos datos como años de registro. Los métodos de cálculo más sencillos son
las expresiones de Weibull y Gringorten (Shaw, 1994):
n +1
Weibull : T= ,
m
n + 0.12
Gringorten : T =
m 0.44

donde T es el intervalo de recurrencia (en años), n es el número de años de


registro (por tanto, el número de datos disponibles de caudal máximo) y m
corresponde al rango del caudal una vez ordenados los valores de caudales
máximos de mayor (m=1) a menor (m=n). Un ejemplo de la aplicación de ambas
fórmulas aparece en la figura 2.4, para la estación de aforo del río Fluviá en Olot
(Girona).
Ambos métodos tienen la limitación de que no es posible extrapolar la relación
entre el caudal y el intervalo de recurrencia para valores de T superiores al
número de años de registro. El uso de distribuciones estadísticas diseñadas
para eventos extraordinarios permite superar esta dificultad, siempre y
cuando los datos concuerden con la distribución propuesta. La distribución de
Gumbel puede usarse para la descripción estadística de valores máximos para
poblaciones de datos que se comportan según las distribuciones estadísticas más
habituales (exponencial, normal, log-normal, etc.), siendo esta la razón por la
cual la distribución de Gumbel suele usarse para el estudio de valores máximos
de distintas variables en hidrología (precipitación, caudales, etc.).

62
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

La expresión matemática de la distribución de Gumbel para el cálculo del


caudal máximo (Qmax) para un determinado intervalo de recurrencia (T) es la
siguiente (Shaw, 1994):
6 T
Q max = μ ne + ln ln
T 1

donde μ y σ son, respectivamente, la media y la desviación estándar de los valores


de caudal máximos anuales y donde ne es el número de Euler (ne ≈ 0.5772).
Nótese como la fórmula de Gumbel permite calcular los Qmax para cualquier
intervalo de recurrencia. La fiabilidad del método dependerá del número de datos
disponibles (es decir, años de muestreo) para que los dos valores estadísticos μ y
σ sean representativos.
La figura 2.5 muestra las relaciones Qmax/T para dos estaciones de aforo
aplicando la distribución de Gumbel. Para el caso del río Fluvià se observa que la
relación Qmax/T estimada coincide con los valores del intervalo de recurrencia
de los datos reales para los n años disponibles, estimados mediante el método de
Weibull. En este caso, puede afirmarse que la distribución de Gumbel representa
la probabilidad de ocurrencia de estos caudales y que, por consiguiente, esta
puede ser usada para extrapolar el cálculo de Qmax para tiempos de recurrencia
superiores a los n años de registro. Por ejemplo, se puede estimar el caudal
para un T=500 años requerido en determinadas legislaciones como límite de
seguridad en la construcción de infraestructuras próximas a cauces. Por el
contrario, esta coincidencia entre la distribución de los datos reales y la función
de probabilidad de Gumbel no se cumple para el río Foix (Barcelona). La causa
de esta divergencia puede hallarse en el singular comportamiento de esta cuenca,
de carácter cárstico en algunas zonas y con la variabilidad climática propia de
las zonas mediterráneas. En el caso del Foix, la distribución de Gumbel no puede
ser usada para la estimación de Qmax en intervalos de recurrencia superiores
a los n años de registro, siendo preciso usar otras distribuciones estadísticas o
datos geomorfológicos para estimar la probabilidad de ocurrencia de un Qmax
determinado.
En síntesis, la disponibilidad de un registro de caudales lo suficientemente largo
que permita el análisis estadístico descrito, posibilita el cálculo de la relación
Qmax/T, incluso para valores de T superiores al registro. En aquellas secciones
del cauce próximas a la estación de aforo y donde esta relación sea representativa,
la aplicación de la ecuación de Manning permite estimar el caudal máximo
que el cauce puede drenar. Comparando este caudal máximo con los Qmax
estimados se puede prever la periodicidad de este caudal y, en consecuencia, el
riesgo asociado a los procesos fluviales en este punto.
La metodología expuesta es un ejemplo simple de cómo combinar el tratamiento
estadístico de bases de datos hidrológicos con medidas de campo para asesorar

63
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

sobre el riesgo de inundaciones. Existen, obviamente, otros métodos más


complejos basados en cálculos hidráulicos (flood routing) y en la modelización
matemática de cuencas hidrográficas (Maidment, 1998). La finalidad de todos
estos métodos es cartografiar las zonas expuestas a riesgo para determinados
intervalos de recurrencia, a la vez que sugerir acciones de modificación del
mismo cauce o de las actividades sobre el territorio afectado que minimicen las
pérdidas ocasionadas por las posibles inundaciones.

Figura 2.5.- Estimación del intervalo de recurrencia y caudal máximo para los ríos Fluvià y
Foix. Los círculos corresponden a los datos reales y la línea continua a la distribución estadística
obtenida según el método de Gumbel. Fuente: Elaboración propia sobre datos cedidos por la
“Agència Catalana de l’Aigua”.

2.2.4 Dinámica y morfología fluviales


El riesgo asociado a la dinámica fluvial descrito en el apartado anterior considera
la incapacidad de drenaje de un tramo del río ante una crecida del caudal, así
como el consiguiente desbordamiento del agua y la inundación de los terrenos
colindantes con el cauce, con una determinada periodicidad (Figura 2.6). Además,
se ha de considerar el potencial erosivo y de arrastre del agua desbordada, así

64
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

como el depósito posterior de sedimentos en las zonas afectadas como procesos


adicionales que incrementan los efectos negativos de las crecidas fluviales.
Frecuentemente, nos referimos a estos sucesos como casos extraordinarios,
olvidando que las llanuras aluviales donde se ubican las actividades humanas son
creaciones de la propia dinámica fluvial en respuesta a un contexto geológico-
climático. Es necesario reconocer que, desde esta perspectiva, la llanura aluvial
pertenece al río y que este la ocupa durante sus mayores crecidas, de manera que,
sin sorpresa alguna, las pérdidas ocasionadas pueden ser previsibles y, para ello,
la gestión del territorio debe estar dirigida a minimizar las pérdidas potenciales.

Figura 2. 6.- Relación entre intervalo de recurrencia (Tr) y alcance de la zona inundable. ). Fuente:
Elaboración propia.

Sin embargo, la ocupación del territorio ha conllevado la alteración de la dinámica


y de la morfología fluviales, sin reconocer que ello implica frecuentemente la
disminución de la capacidad de drenaje y, por consiguiente, un aumento del
riesgo. En este sentido, las actuaciones sobre el medio fluvial deben considerar,

65
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

a priori, la reacción del río frente a los cambios producidos, y si esta implica una
mayor exposición a una inundación.
A semejanza de otros procesos geológicos, los procesos fluviales también poseen
una dinámica compleja, determinada por muchas variables interrelacionadas, que
definen la morfología del cauce y de la llanura aluvial. Dada la diversidad de estas
variables, que se exponen más adelante, no es posible pensar en un río como en un
proceso uniforme, en equilibrio estático, sino en que este presenta una dinámica
compleja derivada de la interrelación de múltiples factores ambientales (Schumm,
1977). En particular, Mackin (1948) definió que los ríos presentan un equilibrio
dinámico, entendiendo que, con los años, tienden a ajustar su pendiente para
proveer, con el caudal disponible y las características del cauce, la velocidad
necesaria para transportar la carga de sedimento que origina la cuenca.
Esta definición nos advierte sobre una serie de relaciones trascendentes en la
dinámica fluvial y sobre cuáles son las variables que la gobiernan: 1) el caudal,
como respuesta a la climatología y al comportamiento hidrológico de la
cuenca, 2) la pendiente del río, fijada por la geomorfología de la cuenca y que
determina la velocidad del movimiento de agua por gravedad, 3) el tamaño
del sedimento, según las litologías dominantes en la cuenca, y 4) la carga de
sedimento, en función de la litología y de los procesos de denudación de las
vertientes. Cualquier cambio en una de estas variables implica modificaciones
en la dinámica fluvial en la dirección apropiada que absorba el efecto del cambio
producido. Ello generará diversas consecuencias, por ejemplo, la erosión de los
propios depósitos aluviales o del substrato en que se encaja el cauce, o el depósito
del sedimento que transporta. El resultado final es que cualquier cambio da
lugar a una modificación de la morfología en planta, con variación del trazado
del canal y de su área de influencia y con el consiguiente impacto sobre las
actividades humanas cercanas al río.
Como ya se ha comentado, el riesgo deriva de la exposición de los bienes a
fenómenos destructivos que actúan con una determinada periodicidad. En
el desarrollo urbanístico y económico, planeado o aleatorio, la ocupación
de los márgenes fluviales es una constante en cualquier lugar del planeta.
El sobrecrecimiento de muchos núcleos urbanos ha forzado a los nuevos
ciudadanos a ocupar espacios naturales que, en un inicio, no fueron edificados
para evitar una innecesaria exposición a riesgos ambientales (por ejemplo, zonas
próximas a cauces o laderas). Con la llegada de nueva población o con la creación
de nuevos espacios industriales, se tiende a ocupar estos espacios sin asumir
(ya sea por ignorancia o por negligencia) el riesgo que comportan. En el caso
de los espacios fluviales, cualquier variación en su morfología en planta afectará
consecuentemente a esta ocupación del territorio.
La morfología en planta de los ríos suele presentar dos aspectos extremos: cursos
meandriformes y cursos trenzados (Knighton, 1984; Watson et al., 2005). No

66
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

se trata en ningún caso de formas estáticas, sino que cualquier alteración de las
variables anteriormente mencionadas puede ocasionar modificaciones en su
morfología, conllevando la variación del ancho del cauce, la erosión intensa en
la cara externa de un meandro o la sedimentación en zonas limítrofes. Schumm
(1981) representó gráficamente las variaciones de la morfología en planta de los
ríos en función de cada una de estas variables (Figura 2.7). En ellas introduce
el concepto de estabilidad relativa y lo representa junto con la variación de las
variables dinámicas. Este nuevo término adquiere una gran importancia, pues
nos indica el nivel de riesgo relacionado con la modificación de la morfología
en planta de un río en función de su trazado actual y de los cambios naturales o
antrópicos introducidos en la cuenca.
Con respecto a los cambios en el sistema fluvial, es lícito preguntarse cuál es la
periodicidad con que ocurren, como primera aproximación a la evaluación del
riesgo. El cálculo de los intervalos de recurrencia de caudales máximos basado,
por ejemplo, en la distribución de Gumbel, nos permite una aproximación a la
ocurrencia de desbordamientos en función de la capacidad de drenaje del cauce.
En algunos casos, en cauces naturales o, especialmente, en cauces modificados
artificialmente para aumentar esta capacidad, la periodicidad puede ser del
orden de décadas o siglos. Esta baja probabilidad de ocurrencia implica, a su vez,
un riesgo menor.
En el contexto de la dinámica fluvial, no solo deben considerarse aquellos
procesos que requieren caudales máximos, sino también aquellos otros con
caudales suficientes para modificar el talud de un cauce o trasladar una barra
fluvial. Estos caudales suelen producirse a escala anual y comportan pequeñas
modificaciones continuas que, con el paso del tiempo, pueden dar lugar a
modificaciones relevantes del sistema fluvial y a una afectación al territorio y a
los bienes que soporta. El caso más evidente es la migración uniforme y continua
de los meandros en muchos ríos (Figura 2.8).
Adicionalmente, las presiones humanas sobre el medio fluvial también
comportan una modificación, frecuentemente drástica, de alguna de las
variables, con lo que se genera una respuesta por parte del río. Por ejemplo, a
gran escala, la retención de sedimentos y la disminución de caudal que suponen
los embalses, dan lugar a una severa modificación de las variables. A una escala
menor, la construcción de muros en los márgenes del cauce para protegerlos
de la erosión traslada la dinámica erosiva a otros tramos del río no protegidos.
Otros aspectos, como cambios en el uso del territorio, minería o explotación
de recursos forestales, agricultura, urbanización y, finalmente, los efectos del
cambio climático, son factores que han influenciado o influenciarán la dinámica
y la morfología reciente de los ríos (Mount, 1995).

67
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

Figura 2.7.- Estructuración de la morfología en planta de los cauces en función de las variables
hidrogeomorfológicas. Modificado de Schumm, 1981.

Figura 2.8.- Morfología en planta, dinámica interna y desplazamiento de un meandro.


Modificado de Christopherson (1994).

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Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

2.3 Riesgos asociados a procesos gravitacionales


Los fenómenos gravitacionales constituyen, junto con las inundaciones, el
riesgo geológico más relevante relacionado con los procesos geodinámicos
externos en el entorno centroamericano. Ambos se hallan relacionados
con el factor precipitación, dado que la presencia masiva de agua durante
periodos de elevada e intensa precipitación facilita la inestabilidad de las
laderas. Sin embargo, el enfoque de la previsión del riesgo asociado a procesos
gravitacionales es notablemente distinto al de las inundaciones. En estas,
las zonas de riesgo están limitadas al trazado lineal del lecho del río y a los
terrenos circundantes. En aquellos, los movimientos de masa pueden darse en
cualquier vertiente de la cuenca que posea las características geológicas y los
factores apropiados para que se inicien la inestabilidad y el transporte en masa
de material rocoso. Concretamente, se entiende por proceso gravitacional el
desplazamiento de materiales en una vertiente, impulsados por su propio peso
bajo la acción directa de la gravedad, así como por otros factores que favorecen
el inicio del movimiento.
Es por ello que la cartografía del riesgo gravitacional es más compleja, a priori,
que la de las inundaciones, dado que requiere examinar la superficie completa de
la cuenca (excepto los terrenos llanos1 o con muy escasa pendiente, obviamente)
y que no existe un registro periódico de esta dinámica (como en el caso de los
caudales), dado que acontece cuando los factores son propicios. Por este motivo,
en este apartado se describen, en primer lugar, los factores de carácter geológico,
geotécnico y climático y posteriormente la tipología de los movimientos
gravitacionales. Finalmente, se describen las aproximaciones metodológicas al
estudio del riesgo asociado a estos procesos.
La bibliografía relacionada con la estabilidad de laderas y el riesgo asociado a
procesos gravitacionales es muy extensa y, frecuentemente, está estrechamente
relacionada con el campo de la geotecnia. Algunos textos fundamentales son
Varnes (1984), Smith (2001), González de Vallejo et al. (2002) y Cornforth
(2005), entre muchos otros de geología física o ambiental e ingeniería
geológica.

1 Los procesos gravitacionales pueden desarrollarse también en terrenos llanos en forma


de colapso de los niveles subyacentes. Son procesos propios de terrenos con litologías
carbonatadas o evaporíticas, de carácter soluble.

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Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

2.3.1 Tipos de vertientes: laderas y taludes


La tipología de los movimientos gravitacionales depende de la litología y
estructura interna de los materiales que constituyen la vertiente natural (ladera)
o artificialmente modificada (talud). La primera distinción tiene lugar entre
rocas consolidadas y rocas no consolidadas2 . Entendemos por consolidación el
proceso geológico por el cual la roca adquiere una consistencia sólida y compacta,
resistente a la rotura, con una reducción significativa de su porosidad. En el
caso de las rocas ígneas, la consolidación tiene lugar durante el enfriamiento
del magma en cualquiera de sus manifestaciones petrológicas. Las rocas
sedimentarias adquieren la consolidación a partir de la presión ejercida por los
estratos superiores y mediante cementación de los clastos y la matriz acumulada
en los distintos ambientes sedimentarios. Los procesos metamórficos suelen tener
lugar en estado sólido, sin que varíe por ello la consolidación de la roca, si bien
los cambios mineralógicos y la generación de la esquistosidad pueden modificar
el grado de consolidación. De este modo, la evolución estructural de cada
formación geológica afecta a la consolidación de las rocas a través de las redes de
fracturas -fallas y diaclasas- con distintos espaciados y densidades. Cada una de
estas discontinuidades disminuye el nivel de consolidación y puede actuar como
una línea de corte o rotura. Así mismo, la presencia de diques y filones en rocas
ígneas o metamórficas y la estratificación en las rocas sedimentarias pueden ser
origen de debilidades en la vertiente.
Las rocas no consolidadas son aquellas acumulaciones recientes de materiales
rocosos en las vertientes que no han tenido tiempo de cementarse, y también las
formaciones edáficas. En terminología geotécnica, ambas suelen denominarse
suelos. Son pues depósitos formados por agregados naturales resultantes de
la denudación de vertientes y depositados mediante procesos de gravedad con
mayor o menor participación de una fase fluida. Por ejemplo, nos referimos a
depósitos de bloques de roca, coluviales, de piedemonte o formando glacis
de acumulación. En el entorno centroamericano, las vertientes en edificios
volcánicos, constituidas por material extrusivo, de carácter piroclástico (bombas,
lapilli, cenizas) son también ejemplos de rocas no consolidadas.
Esta breve descripción de las posibles características litológicas y estructurales
de las vertientes de la cuenca sugiere que el reconocimiento geológico básico es
fundamental en la delimitación de las zonas de riesgo.

2 Desde la perspectiva geotécnica es más apropiado hablar de rocas consolidadas o rocas


de baja consolidación, dado que la consolidación es un estado de la roca en función de su
historia geológica.

70
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

2.3.2 Propiedades geotécnicas de los materiales geológicos


El inicio potencial de un movimiento gravitacional se debe a la creación de una
superficie de rotura como resultado de las deformaciones acumuladas. Por lo tanto,
nos hallamos ante un balance de fuerzas entre el peso del volumen potencialmente
desplazable y la fricción o rozamiento interior que se opone al desplazamiento
a lo largo de una posible superficie de corte. La fuerza de rozamiento se halla
caracterizada por la cohesión del material y por su ángulo de rozamiento interno.
El balance entre ambas determina la estabilidad del talud o ladera.
La cohesión del material viene determinada por la fuerza de unión entre las
partículas o elementos que constituyen la roca. Obviamente, la cohesión es
muy elevada en rocas consolidadas y menor en rocas no consolidadas y suelos,
donde depende de la fracción arcillosa y del contenido en agua. El ángulo de
rozamiento interno es el ángulo de fricción entre dos planos de la misma roca.
En el caso de las rocas no consolidadas y de los suelos, es el máximo ángulo de
estabilidad (pendiente) que adoptan los elementos que las forman cuando se
disponen en una superficie libre.
Ambas propiedades son las que definen, en parte, la morfología de las vertientes
estables. Las variaciones de estas propiedades, debidas a distintas causas,
son las desencadenantes de los procesos gravitacionales. Por esta razón, el
reconocimiento del tipo de roca, de sus propiedades geotécnicas y de los
factores descritos a continuación, son básicos en la elaboración de mapas de
vulnerabilidad frente a movimientos por gravedad.

2.3.3 Factores influyentes en la estabilidad de vertientes


La estabilidad de una vertiente está determinada por distintos factores (González
de Vallejo et al., 2002):

- Factores geométricos, como la altura y la inclinación del talud o ladera,


- Factores geológicos, como la litología o la alternancia litológica y la
presencia de planos de debilidad (contactos estratigráficos, fracturas,
disoluciones, etc.),
- Factores hidrogeológicos, como la mayor o menor saturación de agua de
los poros del suelo o roca, que influyen en su peso y en sus propiedades
geotécnicas, y
- Factores geotécnicos, relacionados con el comportamiento mecánico del
terreno, a su resistencia a la rotura y a la deformabilidad.

Los factores geológicos, hidrogeológicos y geotécnicos se consideran factores


condicionantes y son intrínsecos a la naturaleza geológica del terreno. Por otro

71
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

lado, los factores desencadenantes son de carácter externo y actúan modificando


las características y las condiciones de equilibrio.
La presencia de agua es muy importante en la estabilidad, dado que cambia
en el tiempo a partir de la variabilidad en la precipitación. La relación entre
inestabilidades y periodos lluviosos es bien conocida. Un incremento del
contenido en agua reduce la resistencia al corte de los planos de rotura, aumenta
el peso del material por saturación, puede provocar la meteorización y/o
disolución de los materiales del talud y la apertura de grietas por meteorización
física (congelación) y puede producir erosión interna por flujo subsuperficial
o externo. Por ello, las características hidrogeológicas de las laderas y de los
taludes, su porosidad y su permeabilidad, su capacidad de infi ltración y la
oscilación del nivel freático son parámetros básicos a considerar en la previsión
de inestabilidades.
Obsérvese que hay una serie de factores que son modificables por acción humana.
Favorecer o evitar la infi ltración de agua, modificar el ángulo natural del talud
y sobrecargar la vertiente o su zona superior por acumulación de materiales
(edificaciones, terraplenes, etc.) son acciones que influyen en los factores y
pueden desencadenar el desplazamiento por gravedad.
Evidentemente, algunos fenómenos naturales extremos como la precipitación
relacionada con ciclones o huracanes y los movimientos sísmicos pueden ser
también responsables de estos procesos.

2.3.4 Tipología y clasificación de los movimientos gravitacionales


Para el estudio de los movimientos gravitacionales, es necesario distinguir sus
distintas tipologías y ser precisos en su designación, dado que cada una de ellas
corresponde a la acción de factores distintos. En un estudio de riesgo, la correcta
designación comporta, asimismo, una valoración intrínseca de la peligrosidad
del movimiento.
Se distinguen tres tipologías de movimientos gravitacionales:

- Desprendimientos. Se trata de caídas libres muy rápidas de bloques


o masas rocosas, aprovechando como superficie de rotura planos
de discontinuidad preexistentes. Cuando los estratos se orientan en
sentido contrario a la ladera, estos movimientos se denominan vuelcos.
Pueden dar lugar a avalanchas rocosas y, en caso de que incluyan una
abundante proporción de materiales finos, ocasionan avalanchas de
derrubios.
- Deslizamientos. Consisten en movimientos de masa, suelo o roca, que
deslizan respecto al substrato, sobre una o varias superficies netas de
rotura, al superarse la resistencia al corte. En algunos casos, pueden

72
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

derivar en flujos. Los deslizamientos rotacionales son frecuentes


en suelos cohesivos homogéneos y, en ellos, la rotura tiene lugar en
superficies curvas o en “forma de cuchara” (Figura 2.9). Una vez iniciado
un deslizamiento rotacional, la masa de suelo empieza a rotar, pudiendo
fragmentarse en distintos bloques que le otorgan una morfología
escalonada. En la zona inferior, los materiales se acumulan dando lugar
a un lóbulo más o menos fluido, en función del contenido en agua.
- Flujos o coladas. Son movimientos de masas de suelo (barro o tierra),
derrubios o bloques rocosos con abundante presencia de agua, que
les otorga un comportamiento “fluido”. En estos procesos, el agua es
el principal factor desencadenante, dado que reduce la resistencia al
movimiento. Los suelos arcillosos suelen ser los más proclives a este
tipo de movimiento. Movimientos lentos, prácticamente imperceptibles
a escala anual del suelo, como la reptación (creeping) o la solifluxión,
también se clasifican como flujos.

La clasificación de los tipos de movimientos gravitacionales se ha distribuido


en un diagrama triangular (Carson y Kirkby, 1972). En él, se los relaciona con
dos características fundamentales en el contexto de los estudios de riesgo: la
presencia de agua y la velocidad a que ocurren (Figura 2.10). Por esta razón,
insistimos en las connotaciones dinámicas de una apropiada nomenclatura de
los movimientos identificados en el campo.

2.3.5 Metodología de análisis del riesgo asociado a procesos


gravitacionales
Los métodos para el análisis del riesgo se basan en un detallado estudio de
campo en el que se observan y cartografían los factores descritos, así como en
una recopilación histórica de los procesos gravitacionales sucedidos, prestando
especial atención a su tipología y su magnitud. La expresión cartográfica es,
pues, básica en estos métodos. El uso de SIG permite realizar interpolaciones
estadísticas para el cálculo de la probabilidad de suceso de un proceso
gravitacional (Marquínez et al., 2000; Menéndez-Duarte et al., 2002).
En la zona centroamericana, el huracán Mitch, en octubre de 1998, fue
responsable de numerosos procesos gravitacionales, asociados a otros desastres
geológicos y socioeconómicos que acompañaron a esta tragedia. Ello dio lugar a
numerosos estudios científico-técnicos en relación al riesgo geológico, algunos
de los cuales se exponen en el apartado siguiente.

73
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

Figura 2.9.- Esquema de un deslizamiento rotacional. 1. Corona: Material que aún permanece en
su lugar, prácticamente no desplazado y adyacente a las partes más altas del escarpe principal.
2. Superficie original del terreno: Superficie inclinada o talud de una ladera antes de que ocurra
el deslizamiento. 3. Hombro:Zona que se encuentra en la transición de la superficie inclinada o
talud de una ladera y la corona. 4. Pie de la ladera: Parte más baja de la ladera. 5. Pie de la superficie
de corte: Línea de intersección (en ocasiones cubierta) entre la parte inferior de la superficie
de falla y la superficie original del terreno. 6. Escarpe principal de corte: Escalón o superficie
abrupta localizada en la parte superior de la ladera y contigua a la corona; resulta del movimiento
del talud pendiente abajo y forma parte de la superficie de corte. 7. Superficie de corte: Zona o
lugar geométrico donde se rompe o pierde el equilibrio de una porción de los materiales que
componen una ladera y se deslizan ladera abajo por la acción de la gravedad, separándose de la
ladera remanente. 8. Cuerpo principal: Aquella parte del material desplazado sobre la superficie
de corte; en ocasiones ese material permanece sobre la superficie de deslizamiento, pero otras
veces se “vacía” totalmente, dando como resultado los flujos al pie del deslizamiento. 9. Flanco: El
costado de un deslizamiento de tierras. 10. Zona de acumulación o base: Área dentro de la cual el
material desplazado queda encima de la superficie original del terreno; es decir, el área cubierta
por el material desplazado, abajo del pie de la superficie de falla. 11. Plataforma: Porción superior
del talud más allá de la corona. 12. Punta: Punto de la base del deslizamiento que se encuentra
más distante de la corona. Fuente: Mendoza y Domínguez, 2004.

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Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

Figura 2.10.- Clasificación ternaria de los procesos gravitacionales en función de la presencia de


agua y su velocidad. Fuente: Modificado de Carson & Kirkby, 1972.

Entre las aportaciones al estudio de la peligrosidad asociada a movimientos de


ladera, citamos el estudio de Vilaplana et al. (2002), basado en una metodología
expuesta en Corominas et al. (2003). Esta contempla: 1) la adquisición de
datos litológicos, diferenciando las litologías rocosas y las correspondientes a
depósitos superficiales (“suelos”, en sentido geotécnico), así como las direcciones
de debilidad estructural como estratificaciones, foliaciones, densidad de
fracturación de las rocas y pendiente (dirección y magnitud) de las laderas y
2) la realización de un mapa de indicadores de actividad gravitacional, usando
como tales grietas, cicatrices y acumulaciones superficiales recientes, árboles
inclinados o sepultados en sedimentos, daños en infraestructuras y edificios,
afectación de los deslizamientos de mayor entidad a la red de drenaje y acciones
erosivas fluviales en las vertientes. Esta información es tratada mediante SIG. Las
referencias históricas complementan la base de datos.
El primer paso en la identificación de las zonas de máximo peligro consiste en
identificar aquellas áreas potencialmente afectables por procesos gravitacionales,
es decir, en realizar un mapa de vulnerabilidad. Datos como litología y ángulo
de estabilidad, medidos en movimientos recientes de ladera, aportan una
primera distinción entre áreas vulnerables y no vulnerables. La magnitud del
fenómeno se estudia en base a la litología de la ladera y a la estructura interna
de las rocas. Asimismo, se propone incluir en la cartografía de la peligrosidad

75
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

no solo las zonas susceptibles a movimientos gravitacionales (según las distintas


tipologías propias de la zona), sino también las zonas de acumulación de los
materiales transportados.
Para evaluar el peligro, es preciso determinar la magnitud y frecuencia de los
movimientos. Se entiende por magnitud la capacidad para producir daños
y puede estimarse por el volumen de material removido y por su velocidad de
desplazamiento. El volumen afectable puede estimarse mediante la observación
de campo y su velocidad, en función de cálculos numéricos. Así mismo, en
este tipo de análisis se ha de considerar la capacidad para retener el material
desplazable e impedir su avance usando obras de ingeniería civil. En caso de que
el volumen calculado sea superior a esta capacidad, los movimientos de ladera
se consideran peligrosos, dado que las obras de prevención y remediación son
ineficientes o demasiado costosas.
La frecuencia viene expresada por el intervalo de recurrencia, anteriormente
definido. Dado que estos procesos no son continuos en el tiempo, sino que
ocurren esporádicamente, es útil definir unos rangos temporales de frecuencia
en función de las observaciones de campo y de los registros históricos. En el caso
del Pirineo, estudiado por Corominas et al. (2003), se denominan de frecuencia
alta aquellos procesos observados en ciclos de 40 años, de frecuencia moderada
entre 40 y 500 años y de baja frecuencia por encima de 500 años. Esta frecuencia
se define para cada tipo de proceso gravitacional.
Finalmente, la zonación de la peligrosidad se realiza mediante SIG, interpolando
las variables anteriores en cada una de las celdas en que se ha discretizado la
zona de estudio. Como sugieren estos autores, la complejidad de estos procesos
implica una simplificación de los mismos, lo cual añade incertidumbre a la
evaluación del riesgo.
Los movimientos de ladera en Nicaragua, a raíz del huracán Mitch, fueron
estudiados por Vilaplana et al. (2002). En este trabajo, los autores aplican el
método expuesto y consideran la dificultad intrínseca para definir los rangos
de peligrosidad en función de la magnitud y de la frecuencia, dados los daños
esperables en el territorio concreto de estudio. La ocurrencia de movimientos
pre-Mitch y/o su activación durante el Mitch o su acontecimiento con
posterioridad al Mitch, fue usada como referencia para establecer los rangos de
peligrosidad.

2.4 Riesgo geológico en Centroamérica


Los procesos geodinámicos externos son responsables de numerosos ejemplos de
riesgo geológico en el área centroamericana. La presencia habitual de huracanes,
que conllevan condiciones meteorológicas extremas, es responsable de una
frecuencia elevada de procesos muy activos. Estos, junto con la estructuración

76
Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

social del territorio, han sido responsables de graves situaciones de riesgo, ya sea
de tipo fluvial o gravitacional. Volviendo a la definición de riesgo, estos procesos
reiterados bajo las condiciones climáticas mencionadas, han estado presentes a
lo largo de toda la historia reciente de la zona, si bien no han constituido una
amenaza hasta la expansión demográfica y la ocupación intensa del territorio
propia de los últimos decenios.
Como se ha comentado, la presencia excesiva de agua es un factor desencadenante
de los procesos gravitacionales, especialmente de los deslizamientos y flujos en
materiales de baja consolidación. Las lluvias de alta intensidad son responsables
directas de estos fenómenos, habiéndose definido un umbral de 70 mm h-1 como
inicio de algunos de estos procesos en México. Al mismo tiempo, la severidad de
sus consecuencias aumenta dramáticamente conforme crece la intensidad horaria
con respecto a este valor (Mendoza y Domínguez, 2004). Los impedimentos
artificiales al drenaje de la precipitación incidente, habitualmente relacionados
con la urbanización, son un elemento adicional que favorece la inestabilidad de
las laderas.
La presencia de sismos, también habituales en esta región, constituye en sí misma
otro riesgo geológico, a la vez que es otro factor desencadenante de procesos
gravitacionales. Sin embargo, la suma de riesgos fluviales y gravitacionales
asociados a periodos de elevada precipitación hace que estos factores reciban
mayor consideración en la previsión del riesgo. La capacidad de prevenirlos, a
través del seguimiento meteorológico en tiempo real, es mayor que en el caso de
los temblores sísmicos.
El huracán Mitch fue responsable de diversos procesos gravitacionales de
distinta intensidad, muchos de los cuales tuvieron consecuencias trágicas.
Ello llevó a una detallada investigación de estos fenómenos por parte de los
institutos científicos centroamericanos en colaboración con otros centros
extranjeros, para delimitar las zonas de mayor riesgo y establecer protocolos
de protección civil ante posibles situaciones extremas. Esta actuación científica
ha dado lugar a una extensa bibliografía, imposible de sintetizar en un breve
espacio. Diversos estudios, como los de Buckman et al. (2001), Cannon et al.
(2001), Harp et al. (2002), CENAPRED (2001, 2004), UNESCO et al. (2003) y
SNET (2003), entre otros muchos, son ejemplos relacionados con la descripción,
previsión y gestión del riesgo geológico dentro del sistema cuenca. Asimismo,
las páginas Web correspondientes a los institutos nacionales de investigación
contienen información interesante y conexiones a estudios y centros científicos
complementarios.

77
Josep Mas-Pla y Joan Bach Plaza

2.5 Referencias
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Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos fluviales y gravitacionales

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En red
Riesgo geológico en Centroamérica
INETER http://www.ineter.gob.ni
SNET http://www.snet.gob.sv

79
CAPÍTULO 3
LOS RECURSOS HÍDRICOS EN EL SISTEMA
CUENCA: DISPONIBILIDAD Y CALIDAD

Joan Bach Plaza


Josep Mas-Pla

3.0 Introducción
En general, se considera el agua como un recurso renovable, ya que se entiende
que los flujos de agua de la hidrosfera, conocidos como “ciclo del agua”, dan lugar
a una renovación del agua presente en los continentes. Esta afirmación puede
ser aplicable al conjunto de la Tierra, pero no a todos los lugares en el mundo,
puesto que la cantidad disponible de agua viene condicionada por su desigual
distribución en el espacio y en el tiempo. Hay zonas determinadas en la Tierra
que tienen suficiente agua, mientras que otras presentan graves problemas de
escasez, incluso para cubrir sus necesidades más básicas.
Por otra parte, determinadas zonas reciben grandes cantidades de agua, pero no
repartidas uniformemente en el tiempo, sino en un corto periodo del mismo,
lo que no produce beneficios, sino daños humanos y materiales al provocar
inundaciones.
Esta diversidad de situaciones posibles plantea la necesidad de cambiar la
concepción del recurso agua hasta considerarla como un “recurso limitado”
capaz de generar conflictos actuales o futuros entre países o regiones. Los
problemas que se presentan alrededor del recurso agua derivan del aumento
de su consumo y de la pérdida de su calidad para determinados usos, lo que
contribuye a aumentar las zonas de escasez.
Las soluciones empleadas hasta ahora para resolver la falta de agua en zonas
concretas de la Tierra han consistido en la realización de grandes obras (embalses,
desviación de cauces, trasvases, etc.), con costes económicos y medioambientales
muy elevados. En la actualidad, se van incorporando otras medidas que tienen
en cuenta una gestión más racional del agua, como la mejora de la eficiencia en
su uso y la reutilización y reciclaje del agua empleada.
La idea de que las aguas continentales se movían describiendo un cierto ciclo
continuo es muy antigua. Salomón, en el Eclesiastés 1:7, comenta: “todos los ríos
van a parar al mar y, aunque los ríos siguen fluyendo hacia él, el mar todavía
no se ha llenado”. Esta afirmación se refiere a las partes del ciclo del agua más

81
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

directamente observables: la circulación superficial del agua y la estabilidad del


nivel del mar.
Lógicamente, para completar el ciclo sería necesario incluir el mecanismo
de retorno del agua desde el mar hasta las fuentes, que originan los ríos. Este
retorno puede explicarse por dos vías distintas, una por el medio aéreo y la otra
por el subterráneo
Los griegos fueron los primeros en elucubrar sobre el origen del agua
subterránea. Condicionados por su entorno geográfico-geológico, con áreas
profundamente carstificadas en proximidad del mar, les impresionaba la
magnitud de las aportaciones de los ríos comparada con la escorrentía producida
por las precipitaciones. De esta manera, aceptaron como axiomático que las
precipitaciones atmosféricas no bastaban para mantener los grandes caudales
subterráneos que emergían espontáneamente o que eran alumbrados por el
hombre. La trascendencia de esta creencia está en el hecho de que el pensamiento
griego llegó a constituir un dogma científico durante casi 2000 años.
Al despreciar la idea de que los ríos procedían exclusivamente del agua de las
precipitaciones, tuvieron que proponer modelos que aludían a una circulación
subterránea del agua desde los océanos hacia los manantiales, enfrentándose con
dos problemas principales: por un lado, el ascenso del agua desde el nivel del
mar hasta las cotas elevadas de las fuentes y, por otro, la pérdida de la salinidad
del agua del océano.
Hasta el siglo XVII, por vía experimental, no se logró el cambio de mentalidad
que supone completar el ciclo del agua a partir de la infiltración del agua
procedente de las precipitaciones.

3.1 El ciclo del agua


Actualmente, se considera que el conjunto del agua que contiene el planeta
Tierra, evaluado en unos 1360 millones de km3, es estable y se ve sometido a un
constante movimiento gracias a la acción del Sol y a la fuerza de la gravedad. A
esos grandes flujos de agua, vapor de agua, hielo y energía que están moviéndose
continuamente a nuestro alrededor en la superficie terrestre, dentro de la
hidrosfera, se les conoce como el ciclo del agua o ciclo hidrológico.
El motor que pone en marcha todo el proceso es la energía solar, que posibilita la
evaporación del agua, los movimientos de las masas de aire y agua y la circulación
atmosférica y oceánica en general. Por su parte, la energía gravitatoria contribuye
a crear un gradiente que permite la circulación del agua en sus diferentes estados,
desde posiciones más elevadas hacia otras más bajas.
Para sopesar mejor los distintos procesos que forman el ciclo hidrológico se
utiliza, a modo de balance, un modelo cuantitativo simplificado (Figura 3.1).

82
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

Los océanos son un buen sitio para iniciar el recorrido, ya que cubren casi las
tres cuartas partes del globo y contienen el 97% del conjunto de agua planetaria.
Por consiguiente, en ellos tiene lugar la mayor parte de la evaporación y de la
precipitación. Si se asume que la evaporación anual media del conjunto del
planeta es igual al 100%, el 86% se produce en los océanos. El otro 14% de la
evaporación ocurre en los lagos y superficies húmedas de los continentes,
incluyendo el movimiento del agua en el suelo hacia las raíces de las plantas y su
posterior devolución a la atmósfera por la transpiración. Se estima que el volumen
total de agua evaporada anualmente desde los océanos es de unos 419 000 km3,
mientras que unos 69 000 km3 se evaporarían desde la zona continental.

Figura 3.1.- Balance simplificado del ciclo del agua. Fuente: Christopherson, 1992.

Del 86% de evaporación oceánica, el 66% se combina con un 12% procedente


del continente, para dar lugar al 78% de la precipitación que incide directamente
sobre los océanos. El 20% restante de la evaporación oceánica, junto con el
2% de la evaporación continental, producen el 22% de precipitación incidente
sobre la zona terrestre. Claramente, la mayor parte de la precipitación en los
continentes deriva de la evaporación oceánica. En volúmenes totales, se estima
que la precipitación directa sobre los océanos corresponde a unos 382 000 km3,
mientras que la incidente sobre la zona continental es de unos 106 000 km3.
Así, el volumen de agua que reciben las zonas emergidas a través de las
precipitaciones es superior al que es devuelto a la atmósfera por evaporación de
estas zonas. La diferencia corresponde a un volumen anual de unos 37 000 km3,
un 8% del total del agua implicada, que vuelve a los océanos cerrando el balance
mediante los procesos de circulación continental del agua líquida. La mayor
parte de esta circulación corresponde a la circulación de aguas superficiales y
el resto al movimiento lento, bajo la superficie, de las aguas subterráneas. Cabe

83
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

indicar que las pequeñas cantidades de agua de los cursos superficiales son muy
dinámicas en comparación con la mayor cantidad de agua subterránea.
Si se considera solamente la parte del ciclo que afecta a la zona continental y
se asume que la precipitación incidente (106 000 km3) es igual al 100%, al
conjunto de tierras emergidas se le atribuye una evapotranspiración (conjunto
de evaporación más transpiración) de aproximadamente un 65%, de manera que
el resto se reparte entre un 24% para la circulación superficial y un 11% para la
circulación subterránea.
Es importante destacar que, en un año medio, la zona continental recibe, en relación
a los océanos, un excedente de precipitación respecto a la evaporación de unos 37
000 km3, que constituyen el agua que circula superficial y subterráneamente por
ella, hasta retornar a los océanos. Este volumen de agua representa una primera
aproximación a los recursos hídricos potenciales aprovechables por la humanidad.
Si bien estas cifras globales ofrecen un balance positivo para la existencia
de aguas superficiales y subterráneas en el continente, en muchas zonas del
planeta las características climáticas dan lugar a balances muy diversos, incluso
deficitarios, de manera que las pérdidas por evapotranspiración superan los
aportes por precipitación.
Por otra parte, el agua no se mantiene durante el mismo tiempo en cada
compartimento de la hidrosfera, sino que tiene periodos de renovación muy
diferentes. Una molécula de agua permanece en la atmósfera de diez a doce días
por término medio. El agua retenida por la biosfera puede renovarse de manera
muy rápida, en cuestión de pocas horas o de unos cuantos días. El agua que
integra las aguas dulces continentales presenta una gran diversidad de tiempos
de renovación, y, generalmente, se le asigna un valor medio de unos tres meses.
Por su parte, en los océanos, una molécula de agua puede permanecer una media
de unos 3000-4000 años, debido a que el retorno de las aguas continentales a los
océanos representa menos del 1% y a que no se da una mezcla con las aguas más
profundas, excepto en las regiones frías, donde el agua fría es más densa y se
hunde hacia las zonas profundas.

3.2 Recursos hídricos en el sistema cuenca

3.2.1 Balance hídrico en el sistema cuenca


En las zonas continentales, a escala local, se establece una unidad de territorio,
la cuenca hidrográfica, que es la base que permite estudiar los flujos de agua de
manera más concreta y valorar las cuantías de agua disponibles como recurso
hídrico.

84
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

Se estudiarán aquí, a modo de balance, todos los flujos que se producen en


un sistema cuenca, primero en condiciones naturales y posteriormente con
intervención humana.
Se entiende por cuenca hidrográfica una superficie de terreno que concentra
las aguas de precipitación en un sistema de drenaje. Los límites geográficos de
la cuenca están formados por las crestas de las montañas, que actúan como
divisorias de agua, delimitando la superficie que corresponde a cada valle. El
hecho de que las zonas continentales presenten su superficie morfológicamente
distribuida en cuencas es consecuencia del modelado que la actividad del agua
realiza sobre la Tierra como agente de procesos externos. Por esta razón, por lo
que respecta a la actividad superficial de las aguas, la cuenca hidrográfica es una
unidad natural del territorio. Esta posibilidad de poder fraccionar el territorio en
porciones para el estudio de la dinámica hídrica, por lo menos a nivel superficial,
ha permitido que se adopte la cuenca hidrográfica como unidad de gestión de los
recursos hídricos.

3.2.2 Ciclo del agua en una cuenca


En una primera aproximación, se suele aplicar el modelo genérico del ciclo del
agua a esta porción menor de territorio, es decir, se establece el funcionamiento
natural del ciclo del agua en una cuenca, sin intervención de la acción humana,
analizando las variables o componentes naturales del ciclo que intervienen a
partir de la llegada de agua a este sistema. Las entradas a la cuenca corresponden,
fundamentalmente, a las precipitaciones (P), a pesar de que también podemos
considerar en algunos casos la entrada de agua procedente de otras cuencas
vecinas. Con relación a la entrada de agua al sistema cuenca, se establecen tres
procesos de respuesta posibles (Figura 3.2):

Figura 3.2.- Ciclo del agua a nivel de cuenca. Fuente: Bach, 2001.

85
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

- Cuando el agua procedente de las precipitaciones llega al suelo, una


parte circula en superficie hacia la red de drenaje y hacia las zonas de
agua libre (lagos, mares, etc.). Se trata de la escorrentía superficial (R),
que no debe confundirse con la circulación superficial continuada de
agua por la cuenca, que será comentada en el próximo apartado.
- Otra parte del agua atraviesa la superficie del terreno, entra en el suelo y
el subsuelo y alimenta las aguas subterráneas que constituyen la reserva
de agua del suelo y los almacenes de agua que forman los acuíferos. Se
trata de la infi ltración (I).
- En todas las etapas del ciclo se producen procesos de retorno del
agua a la atmósfera, donde aquella recupera el estado de vapor,
principalmente por evaporación en la superficie del suelo, debido al
efecto de la temperatura y a la transpiración asociada a la vegetación. La
evaporación y la transpiración se agrupan en un solo término, llamado
evapotranspiración (ET).

Esta dinámica implica una igualdad entre las entradas y las salidas, de manera
que puede representarse por la ecuación:
P = ET + R + I.
Esta visión del ciclo del agua describe los procesos que tienen lugar cuando entra
agua en el sistema, pero no suministra información sobre el resto de la dinámica
que ocurre a continuación. Por ejemplo, las aguas que se infiltran y llegan a los
acuíferos circulan en su interior y pueden volver a aflorar en los manantiales o
surgencias difusas e integrarse en la red de aguas superficiales.
Es necesario, por tanto, considerar la cuenca hidrográfica como un sistema en el
que se producen unos flujos de entrada de agua, otros de salida y, también, unos
flujos internos que interrelacionan los flujos y almacenes de aguas superficiales
con los subterráneos.

3.2.3 Balance hídrico de una cuenca en condiciones naturales


Si estudiamos el balance de una cuenca hidrográfica desde esta nueva óptica, los
flujos que consideramos, sin contar aún con la intervención humana en ella, son
los siguientes (Figura 3.3):

- El agua que entra, procedente de las precipitaciones (P) o de otra cuenca


(Eac) da lugar a las aguas superficiales de escorrentía (R) o a las aguas
subterráneas por infiltración (I).
- El agua que sale de la cuenca, el caudal de circulación (Q) o la salida
subterránea al mar o a otra cuenca (Sac), es consecuencia de la interacción
entre las aguas superficiales y subterráneas de la cuenca, de manera que

86
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

según el estado en que se encuentran, el agua del río se infiltra (Ii) y


alimenta o recarga a los acuíferos, o bien, el agua de los acuíferos sale
(Is) y se integra a las aguas del río en lo que se considera la descarga o el
drenaje del acuífero. También debemos considerar, entre las salidas, la
evapotranspiración (ET) como el retorno del agua a la atmósfera.

Figura 3.3.- Flujos en el balance hídrico de una cuenca en condiciones naturales. Fuente: Bach, 2001.

Las reservas de agua del sistema están constituidas por el agua almacenada, ya
sea como aguas superficiales (Re) en lagos o en forma de nieve o glaciares, ya
como aguas subterráneas (Ra) en los acuíferos.
La expresión del balance de agua que se obtiene a partir de los flujos establecidos
es la siguiente:
P + Eac = ET + Q + Sac ± variación de las reservas (Re + Ra)
Si se considera una cuenca que no presenta entradas de agua procedentes de
otras cuencas, ni tampoco salidas del flujo subterráneo a otra cuenca o al mar, el
balance se simplifica:
P = ET + Q ± variación de las reservas (Re + Ra)
Si consideramos el balance en un periodo grande de tiempo, la variación de las
reservas puede despreciarse y se puede establecer la siguiente igualdad, aún más
simplificada:
P = ET + Q

87
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

Esta expresión del balance de agua en una cuenca permite visualizar el agua que
puede ser recurso para las actividades humanas y realizar una rápida estimación
de estos recursos. Las precipitaciones (P) se miden en una serie de estaciones
meteorológicas dentro y fuera de la cuenca. Las aguas que han circulado (Q)
en una cuenca a lo largo de un periodo determinado (generalmente de un
año), representan los recursos hídricos naturales de la cuenca. El valor de este
volumen de agua se obtiene a partir de las estaciones de aforo situadas a la salida
de la cuenca y en puntos internos. A partir de los datos de precipitaciones y de
la circulación, se puede realizar una estimación de la evapotranspiración real.
Este razonamiento no siempre es válido, ya que no todos los acuíferos drenan
sus aguas exclusivamente por los ríos (en las zonas costeras algunos drenan
subterráneamente al mar). Por tanto, al realizar el balance se deberá considerar
la salida subterránea al mar o a otra cuenca (Sac).
Es importante, tal como ya se ha indicado, no confundir el agua llamada de
escorrentía superficial (R), que es la fracción del agua de precipitación que, sin
infiltrarse, circula por la superficie terrestre hasta la salida de la cuenca, con la
circulación superficial (Q), que corresponde a toda el agua que sale de la cuenca,
fruto de la interacción entre las aguas superficiales y subterráneas de la cuenca.
Respecto a la evapotranspiración (ET), debemos indicar que se trata de un
parámetro muy difícil de evaluar, que solo se mide con una cierta precisión en
estaciones experimentales (pequeñas cuencas de investigación, lisímetros, etc.)
tras controlar el resto de flujos de entrada y salida de agua. A menudo, para
obtener una primera aproximación de su cuantía, se utilizan fórmulas empíricas
como la de Thornthwaite, que relaciona la evapotranspiración potencial (la
máxima posible, considerando que siempre hay suficiente reserva de agua
que se puede evapotranspirar) con las temperaturas. También se emplean las
fórmulas de Turc y Coutagne, que calculan la evapotranspiración real (la que se
produce según las condiciones de humedad del suelo), considerando además las
precipitaciones. En general, la cuantificación de la evapotranspiración se suele
obtener por diferencia entre el valor de los aportes por precipitación (P) y los
caudales de circulación (Q), que pueden conocerse con datos reales:
ET = P – Q

3.2.4 Intervención humana en el balance hídrico de una


cuenca
La intervención humana en los flujos de agua que se han definido en el apartado
anterior consiste en generar otra interacción entre las aguas superficiales y las
subterráneas dentro del sistema cuenca considerado.
La sociedad demanda un volumen de agua para los distintos usos, que se extrae
de las aguas superficiales y subterráneas de la cuenca, de manera que una parte

88
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

de este volumen se consume, mientras que el resto retorna a la cuenca una vez
se ha utilizado, aunque con una calidad generalmente diferente a la que tenía
inicialmente. Cabe recordar que, para regular los recursos de aguas superficiales,
se construyen embalses, que pasan a formar parte de las reservas de aguas
superficiales (Re).
Al considerar la intervención humana, aparecen unos flujos nuevos (Figura
3.4). Al realizar el balance global es necesario considerar la salida de agua de
la cuenca, que corresponde al agua consumida (C) y, solamente en algunos
casos, a los volúmenes de agua utilizada que directamente se retornan al mar
o a otra cuenca (Srd). Al considerar los flujos internos, aumenta la complejidad
del diagrama, ya que tanto las extracciones para los usos (Exe, Exa) como los
retornos de las aguas utilizadas pueden relacionarse con las aguas superficiales o
subterráneas (Sre, Sra). También puede darse la reutilización (Reu) del agua.

Figura 3.4.- Flujos en el balance hídrico de una cuenca con intervención humana. Fuente: Bach,
2001.

Concretamente, los nuevos flujos internos considerados son los siguientes:

- El agua que se extrae para su uso procede, bien de las aguas superficiales
de la cuenca (Exe) (ríos, lagos, embalses), bien de los almacenes
subterráneos (Exa) llamados acuíferos, que se nutren de las aguas que se
infiltran.

89
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

- Los retornos de las aguas utilizadas pueden dirigirse hacia diferentes


almacenes o flujos: a las aguas superficiales (Sra), a los acuíferos (Sra),
directamente al mar o a otra cuenca (Srd) o ser utilizados de nuevo, es
decir, reutilizados (Reu).

Sin considerar los flujos internos, la expresión de balance de agua que se obtiene
a partir de la intervención humana en la cuenca es la siguiente:
P + Eac = ET + Q + C + Sac + Srd ± variación de las reservas (Re + Ra)
El balance simplificado de la cuenca con intervención humana, sin considerar las
entradas procedentes de otras cuencas, las salidas subterráneas a otras cuencas y
las salidas posteriores al uso hacia otras cuencas o al mar, se puede expresar de la
manera siguiente:
P = ET + Q + C ± variación de las reservas (Re + Ra)
El consumo humano se calcula como el agua consumida (C), es decir como la
diferencia entre las extracciones o demandas y los retornos (C = extracciones
– retornos). Esta visión permite hacer énfasis en los retornos, como una clave
importante de la gestión del agua en el sistema cuenca.

3.2.5 La cuenca hidrográfica y la cuenca hidrogeológica

Figura 3.5.- Situación de no coincidencia entre cuenca hidrogeológica y cuenca hidrográfica.


Fuente: Bach, 2001.

90
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

Hasta este momento, solamente se ha considerado la cuenca hidrográfica como


un sistema físico que concentra las aguas superficiales, pero no se ha tenido
en cuenta que los límites de las aguas subterráneas contenidas en los acuíferos
no tienen que coincidir forzosamente con los de la cuenca hidrográfica. La
distribución de los acuíferos obedece a la estructura geológica profunda y, por
ello, no siempre la denominada cuenca hidrogeológica (correspondiente a un
acuífero determinado) coincide con la cuenca hidrográfica del río principal de la
zona (Figura 3.5).
Esto supone un problema real para la cuantificación de recursos, que se ha de
tener en cuenta y que se ha de tratar desde el punto de vista de flujos que entran
o salen de la cuenca considerada, desde o hacia otras cuencas.

3.2.6 El caudal mínimo o de conservación (caudal ecológico)


La intervención humana en la dinámica hídrica del sistema cuenca incluye,
por un lado, la construcción de embalses que regulan la circulación de las aguas
superficiales y, por otro, un aumento del consumo de agua, procedente tanto de
las reservas de aguas superficiales como de las subterráneas. En ambos casos, el
resultado es una disminución de los caudales circulantes (Q) en la red hidrográfica.
A raíz de esta problemática, la gestión de los recursos hídricos en una cuenca
hidrográfica debe contemplar la necesidad de conservar un caudal mínimo de
circulación por el río, necesario para mantener el conjunto del ecosistema fluvial
con unas características determinadas. Este caudal mínimo se denomina caudal
mínimo o de conservación.
La cuantía del caudal mínimo repercute tanto en los procesos biológicos como
en las características de la vegetación de ribera y en la posibilidad de que el río
sirva de abrevadero a una serie de animales, como en las dinámicas de erosión,
transporte y sedimentación fluvial o de recarga de acuíferos.
Debemos también considerar que, en los periodos secos, el caudal que circula
en algunos ríos menores de nuestro entorno puede deberse únicamente a los
retornos de las aguas utilizadas (efluentes de las depuradoras). Estos retornos
tienen, en general, calidades inferiores a las que presenta el río en los periodos
húmedos, lo que repercute negativamente en el conjunto de los procesos
biológicos del ecosistema fluvial.

3.3 Usos del agua


Generalmente, se considera el agua como el más valioso de los recursos naturales,
pues forma parte de todos los seres vivos y de muchos minerales y rocas y,
además, es hábitat imprescindible para muchos organismos. Para el hombre,
constituye el primero de sus alimentos, después del aire. Es también fundamental

91
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

para la higiene, tanto del individuo como de su medio e imprescindible para el


desarrollo de agricultura, industria y comunicaciones.
Existen diferentes criterios para establecer una clasificación de los usos del agua.
Si el agua empleada para realizar una actividad ya no puede ser utilizada de
nuevo, su consumo se denomina uso consuntivo, es decir, que hay un consumo
del agua o que, al menos, se pierde su calidad por contaminación o sufre
un cambio de estado (se evapora). Es el caso del agua destinada a actividades
agrícolas. Si, una vez empleada en una actividad, el agua puede ser utilizada de
nuevo, ya que no se dan alteraciones importantes ni de cantidad ni de calidad
del recurso, se habla de uso no consuntivo, como es el caso de algunos usos
energéticos y recreativos.

3.3.1 Usos consuntivos


Se suelen distinguir cuatro usos consuntivos: doméstico, industrial, agrícola y
ecológico.

- Uso doméstico. Agrupa los consumos que cubren las necesidades de


agua del hogar, comercio o servicio público (limpieza, saneamiento,
preparación de alimentos), y una pequeña parte (entre 1,5 y 3 litros
por persona y día), que satisface las necesidades biológicas de la especie
humana. En las ciudades y pueblos, el agua destinada a este uso se
distribuye por medio de la denominada red de agua potable. En países
con gran escasez de recursos hídricos, resulta eficaz disponer de dos
redes de distribución de agua para usos domésticos, una de agua potable
y otra con agua de peor calidad, destinada a usos no alimentarios. El
agua potable procede principalmente de embalses con tratamiento
previo de potabilización, y de aguas subterráneas que, generalmente,
solo requieren un tratamiento de desinfección. La cantidad de agua
destinada a este uso guarda relación directa con el nivel de vida, el
desarrollo económico y la población y puede oscilar desde más de 150
l/habitante y día en los países desarrollados, hasta unos pocos litros en
países del tercer mundo. El término medio del consumo doméstico en
los países industrializados es de unos 250 l/habitante y día, al inicio del
siglo XXI. El agua destinada a fines domésticos supone menos de un
10% del consumo mundial.
- Usos industriales. Corresponden a las demandas de agua de los
diferentes procesos industriales, en los que se esta se destina a
diversos usos: como materia prima (en las industrias químicas), como
agente refrigerante (en las industrias energéticas), como transporte
de materiales, como medio de limpieza, como depósito de vertidos y
diluyente de productos residuales. Normalmente, esta agua se sirve

92
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

desde la misma red de distribución que el agua doméstica, pero es


posible conocer su consumo a través de los contadores. La fabricación
de algunos productos requiere gran cantidad de agua. Por ejemplo, se
precisan 2000 l de agua para fabricar 1 kg de plástico o 250 l para 1 kg
de papel. La cantidad de agua destinada a estos fines está en relación
directa con el grado de desarrollo industrial. A escala mundial, supone
la segunda gran demanda de agua, aproximadamente una cuarta parte
del consumo total.
- Usos agrícolas. Se trata del agua destinada a cubrir las necesidades de las
explotaciones agropecuarias, fundamentalmente el riego indispensable
para los requerimientos biológicos de las plantas cultivadas. Estos usos
vienen condicionados por las características climáticas de la zona, los
tipos de suelos y cultivos, la mecanización agrícola y los sistemas de
riego. La distribución del agua se realiza desde embalses, ríos o lagos
a través de canalizaciones, muchas de ellas construidas en antiguos
planes de regadío, o bien, a partir de pozos en las zonas donde no hay
disponibilidad de aguas superficiales. La eficiencia de los sistemas
tradicionales de riego, como por ejemplo el llamado “riego a manta”,
que consiste en la inundación de la parcela, es inferior a un 40%, ya que
el agua se pierde tanto por evaporación hacia la atmósfera como por
infiltración hacia el subsuelo. Los métodos modernos son más eficientes,
como por ejemplo el “riego por goteo”, ya que pueden graduar la
cantidad de agua que requiere cada planta, pero están aún poco
utilizados. La cantidad de agua destinada a usos agrícolas es la mayor
de todas y representa una media, a escala mundial, del 65% del total de
agua consumida (Figura 3.6).
- Uso ecológico. Se trata del agua destinada al mantenimiento de los
sistemas ecológicos, como ríos o zonas húmedas. Este uso ha surgido
recientemente como una necesidad para neutralizar la sobreexplotación
de recursos hídricos, que da lugar a la disminución de caudales de
las aguas superficiales y al descenso de niveles freáticos en las aguas
subterráneas, lo que ocasiona momentos de extrema sequía, tanto en los
cursos superficiales como en los humedales. Este uso plantea establecer
unos caudales mínimos para mantener el equilibrio en la dinámica del
ecosistema acuático y la recarga de los acuíferos. El cálculo de la cuantía
de estos caudales es difícil, pero se considera que, en una cuenca fluvial,
corresponden aproximadamente a un 10% del total de los recursos
hídricos.

93
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

Figura 3.6.- Porcentajes de consumo de agua doméstica, industrial y agrícola en distintos países
del mundo. Fuente: Calvo et al. (1996).

3.3.2 Usos no consuntivos


Los principales usos de tipo no consuntivo son el energético, la navegación y el
recreativo.
Entre los usos energéticos, cabe destacar los destinados a la producción de
energía hidroeléctrica, basados en el aprovechamiento de saltos de agua en
zonas de orografía importante, aunque los porcentajes de esta energía a escala
mundial son pequeños. Aún menos significativa es la energía mareomotriz, que
aprovecha la oscilación de las mareas. En otros tipos de energías, como en la
nuclear, el agua actúa como refrigerante.
La posibilidad de comunicación e intercambio entre países y continentes da
relevancia a la navegación marina y fluvial. La navegación fluvial requiere de
unos caudales de circulación mínimos y, además, está sujeta a una normativa

94
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

más estricta que la navegación marítima, para evitar la pérdida de calidad del
agua que pudiera ser limitante para otros usos.
El uso recreativo abarca la utilización de las aguas costeras, ríos, lagos y embalses
para ocio y deportes. Este uso tiene una gran importancia en el desarrollo
turístico y la ocupación de las zonas costeras de los continentes.
Los recursos hídricos que se utilizan para usos consuntivos proceden, en su
mayoría, de aguas superficiales o subterráneas continentales, y únicamente las
plantas desalinizadoras son capaces de producir un recurso consumible a partir
de agua de mar. Por ello, a continuación se caracterizan las aguas continentales
como fuentes primarias de los recursos hídricos disponibles para los usos
consuntivos.

3.4 Elementos del balance hídrico

3.4.1 Precipitaciones y cálculo de aportes


La precipitación es la cantidad de agua meteórica total, líquida o sólida, que cae
sobre una superficie horizontal determinada, llamada sección pluviométrica que
es, en general, la superficie colectora del pluviómetro. La lluvia es la pluviosidad
y la nieve, la nivosidad.
La altura de precipitación es la altura de la capa de agua que se acumula sobre
una superficie horizontal, si todas las precipitaciones quedasen acumuladas
sobre ella. Se asimila al volumen total de agua caída dividida por la sección
pluviométrica. Tiene dimensiones de longitud y se expresa habitualmente en
mm. Puede referirse a diversos intervalos de tiempo (día, mes, año...).
Los datos pluviométricos permiten trazar líneas de igual altura de precipitación
o isoyetas.
Los aportes (A) que recibe una cuenca, debidos a la precipitación, se calculan
mediante el producto de la altura de la precipitación media sobre la cuenca (P)
en mm, por su superficie (S) en m2 (A = P·S).
Para medir las precipitaciones existen tres tipos de pluviómetros: simples,
registradores o pluviógrafos y totalizadores. Las medidas se dan en l m-2 = 1mm.
La precipitación media anual es la media aritmética de las precipitaciones
anuales expresadas en mm, a partir de una serie de años lo más larga posible (en
general más de 30 años). También se suelen utilizar los valores extremos, el año
más húmedo y el año más seco.
La precipitación mensual media es la media aritmética de las alturas de
precipitación del mes considerado sobre un gran número de años.

95
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

Para obtener la precipitación media sobre una cuenca, a partir de los datos de
distintas estaciones meteorológicas, se pueden utilizar varios métodos:

- Media aritmética. Consiste en calcular la media de las alturas


de precipitación medidas en el mismo intervalo de tiempo, en las
estaciones de la cuenca. No es muy recomendable porque da demasiada
importancia a los valores extremos.
- Método de Thiessen. Consiste en atribuir a cada pluviómetro una zona de
influencia determinada. Estas zonas quedan delimitadas de tal forma que
un punto situado dentro de ellas esté siempre más cercano, en distancia
horizontal, al pluviómetro considerado. Para obtener los polígonos, se
trazan rectas uniendo las estaciones meteorológicas, formando triángulos.
Después, se trazan las mediatrices de cada una de las rectas anteriores y,
de la intersección de estas nacen los polígonos (Figura 3.7).
- Método de las isoyetas. Se basa en los mapas de isoyetas. Las isoyetas
son curvas que unen los puntos que reciben la misma precipitación en
un periodo de tiempo dado. Primero se construye el mapa de isoyetas
con las estaciones pluviométricas, mediante interpolación e intentando
amoldarlas a la topografía. Se calcula la superficie comprendida entre
dos isoyetas. Se admite que la precipitación en esta superficie es igual
a la media aritmética de las dos isoyetas que la comprenden. De esta
manera, los aportes de lluvia se obtienen mediante el producto de la
superficie por la media aritmética. Se repite el mismo proceso para cada
banda y se suman todos los aportes, obteniéndose así los aportes de toda
la cuenca (Figura 3.8).

Figura 3.7.- Precipitación media sobre una cuenca, a partir del método de Thiessen. Fuente: Bach,
2004.

96
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

Figura 3.8.- Precipitación media sobre una cuenca, a partir del método de las isoyetas. Fuente:
Bach, 2004.

3.4.2 Evapotranspiración
En los estudios hidrogeológicos, la evaporación y la transpiración están fundidos
en un único parámetro: la evapotranspiración (ET). Para su cálculo, se considera
la suma de todas las pérdidas por transformación del agua en vapor, sea cual
fuere el factor que ha actuado. La ET es función de la alimentación en agua, es
decir, del grado de humedad del suelo, el cual limita con frecuencia su acción.
De esta manera se introducen dos conceptos:

- Evapotranspiración potencial, ETP. Es la que tendríamos si el terreno


estuviera saturado de agua. Representa la cantidad de agua que resultaría
evaporada y transpirada si las reservas en agua fuesen suficientes para
compensar las pérdidas máximas.
- Evapotranspiración real, ETR. Es la que tenemos en las condiciones
naturales de humedad del suelo, en función del agua de que dispone y
de los fenómenos biológicos de la cubierta vegetal.

Cuando el contenido en agua del terreno es suficiente, ETR=ETP. Según la


precipitación incidente, puede haber agua excedente. En caso de déficit, ETR<ETP.
La cantidad de agua evapotranspirada se expresa en altura de agua en mm.

97
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

La evapotranspiración se puede calcular a partir de medidas directas, que se


basan en la realización de balances de agua en cuencas experimentales o en
aparatos como los lisímetros. Generalmente, en los estudios de balances en las
cuencas hidrográficas se recurre a la utilización de fórmulas empíricas, aun a
riesgo de cometer errores considerables.
Una de las fórmulas más utilizadas para el cálculo de la evapotranspiración
potencial es la fórmula de Thornthwaite, que utiliza como variable primaria la
temperatura mensual media, T, obtenida de las temperaturas medias diarias del
aire:
a
T
ETP = K · 16 10
I

donde:
ETP = evapotranspiración potencial en mm/mes
N d
K es un valor que se calcula con la fórmula: K= ·
12 30
N = número máximo de horas de sol. Según la latitud, suele obtenerse de tablas
d = número de días del mes
I = índice de calor anual, que corresponde a: I = in 1.514
T
i = índice de calor mensual, que se obtiene con la fórmula: i n =
5
a = 675·10-9 I3 – 771·10-7 I2 + 1792·10-5 I + 0,49239
Para el cálculo de la evapotranspiración real anual se utiliza la fórmula de Turc,
que experimentó en más de 200 cuencas de diversas partes del mundo, llegando
a la expresión:
P
ETR =
2
0.9 + P2
L
donde:
ETR = evapotranspiración real en mm a-1
P = precipitación en mm a-1

T = temperatura media anual en ºC


También para el cálculo de la evapotranspiración real anual se utiliza la fórmula
de Coutagne:
ETR = P - P 2

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Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

donde:
ETR = evapotranspiración real en m a-1
P = precipitación en m/año
1
=
0.8 + 0.14T

La fórmula sólo es válida para valores de precipitación comprendidos entre:

3.4.3 Circulación superficial

3.4.3.1 Escorrentía
Se denomina escorrentía a la parte de la lluvia que ni se infiltra en el terreno
ni se pierde por evaporación, por lo que discurre libremente sobre la superficie
formando cursos de agua superficial.
Se denomina ciclo de escorrentía a la distribución del agua de lluvia y al
recorrido que esta sigue desde que cae sobre la tierra hasta que llega a los cursos
de agua, al mar o a la atmósfera (Figura 3.9).
Al principio de un aguacero, una gran cantidad de agua es interceptada por
la vegetación (IN) y no alcanza el suelo, perdiéndose posteriormente por
evaporación. Si la precipitación continúa, el agua llega al suelo. Una parte de
ella se infi ltra y la otra queda retenida en las cavidades del terreno (DS). Esta
agua retenida en la superficie del terreno se evapora en su totalidad, mientras
que una parte del agua infi ltrada es evapotranspirada. Si la intensidad de lluvia
excede la capacidad de infi ltración del suelo, comienza el flujo del agua sobre
la superficie del terreno (escorrentía superficial, E). Parte del agua infi ltrada
en el suelo puede quedar a poca profundidad y volver a salir a la superficie
en alguna depresión (escorrentía hipodérmica, EH). Otra parte percola
y alcanza la superficie freática y puede llegar hasta el curso de agua bajo su
lecho (escorrentía subterránea, ES). Una tercera parte queda retenida por el
suelo en la zona no saturada (humedad del suelo, HS) y posteriormente es
evapotranspirada (Figura 3.10).
Las cantidades de agua que se reparten entre cada uno de los procesos descritos
vienen condicionadas por las características de cada cuenca, que a su vez
dependen de su morfología, del tipo de materiales que forman la capa superficial
y de la vegetación existente.

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Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

Figura 3.9.- Ciclo de escorrentía. Fuente: Bach, 2004.

Figura 3.10.- Repartición del agua de una lluvia de intensidad uniforme. E: escorrentía superficial;
EH: escorrentía hipodérmica; ES: escorrentía subterránea; HS: humedad del suelo; DS:
acumulación en las depresiones del terreno; IV: intercepción por vegetales. Fuente: modificado
de Benitez (1972).

100
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

3.4.3.2 Medida del caudal o aforo


Para medir el caudal de una corriente (Q) de forma directa, se pueden utilizar
distintos métodos: construcción de vertederos, medición de la velocidad
mediante molinetes o flotadores, realización de aforos químicos o medidas
indirectas.

- Vertederos. Para corrientes muy pequeñas se utilizan vertederos


de tipo triangular y para corrientes pequeñas se utiliza vertederos
rectangulares.
- Aforos con molinete. Se llama molinetes hidráulicos a aquellos que
se destinan a la medición mecánica de la velocidad del agua en la que
están sumergidos (son los más utilizados para la realización de aforos
directos en canales y ríos). Se fundamentan en que el movimiento de la
corriente hace girar una hélice o rueda de cazoletas, de manera que, si
la velocidad (v) del flujo es constante, la hélice girará con una velocidad
constante (r.p.m.) y se establecerá una relación unívoca entre ellas. La
función v = f(n) está determinada por el fabricante del aparato, según
el tipo de hélice utilizado.

Los tipos de molinete más utilizados son los que van fijados a una barra vertical
que se apoya en el fondo del cauce. El molinete queda solidario a ella y debe
orientarse manualmente en un plano vertical paralelo al eje de la corriente.
También se usan los que van suspendidos de un cable. En este caso, deben ir
provistos de un timón o cola orientadora para orientarlos correctamente. La
longitud del cable mide la profundidad.
La elección del lugar de aforo es esencial para su correcta determinación. En
general, el régimen del río debe ser lo más tranquilo posible (laminar) y se han
de evitar remolinos y contracorrientes, pero también aguas muertas. También
se procurará que el lecho del río no tenga ni grandes piedras ni vegetación
que altere el régimen (si es necesario se limpiará la sección). Deberá situarse la
sección de aforo perpendicular a la corriente y la medida del área de la sección
de aforo debe hacerse con la máxima exactitud.
La velocidad del flujo en un curso fluvial es mayor en el centro y en la parte
cercana a la superficie del agua del canal, lejos de la influencia de los efectos
de fricción. Mediante el molinete, se puede medir la velocidad de las aguas
en distintos puntos de la sección transversal, para obtener las líneas isotacas,
de igual velocidad. En la práctica, se divide la sección en franjas verticales, de
manera que en los límites de cada una se mide la velocidad con el molinete.

101
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

donde:
Vi = velocidad promedio en la vertical (5 puntos sobre la vertical: cerca del fondo,
80% de “h”, al 60%, al 20% y cerca de la superficie)
hi = espesor de agua bajo el punto i
li = distancia al origen (orilla) del punto i
A = coeficiente correctivo de los extremos (1/3 orillas suaves, ½ abruptas, 2/3
paredes verticales limpias)
Cuando no se tiene molinete, para tener una estimación del caudal se mide
la velocidad (v) superficial del flujo mediante un objeto que flote en el agua
(flotador). Se deben realizar varias medidas en distintas líneas de flujo, cercanas
a la orilla y en el centro. Con todas las medidas se obtiene una velocidad media.
En la sección S se mide el área (A) ocupada por el agua: la anchura y una altura
media (a partir de diferentes medidas de alturas).

- Aforos químicos. Se basan en la variación de concentración que


experimenta una disolución al ser vertida sobre el cauce del río cuyo
caudal queremos medir. Hay dos grupos:
• Aforos químicos de régimen constante. Se supone que el río lleva
un caudal constante de una débil concentración (C0) de una
sustancia química. Se vierte un caudal “q” constante, con una
fuerte concentración (C1) de la misma sustancia química, durante
el tiempo suficiente. Aguas abajo, Q2= Q1+q y la concentración C2
es menor que C1 y mayor que C0. Podemos establecer: Q1·C0+ q·C1=
Q2·C2, con lo que el caudal es:
C1 C 2
Q1 q
C2 C0

• Aforos químicos por integración. Se vierte repentinamente en un


cauce estrecho (con caudal Q, que es el que se quiere medir) un
volumen V de disolución concentrada C1 con un peso P de sustancia
química disuelta (P = C1·V). Se produce una nube expansiva que
aumenta de dimensiones a medida que es transportada aguas abajo.
En un punto S2 del río, se extraen «p» muestras a intervalos regulares
Δt, en un tiempo T = (p - 1) Δt, desde que comienza el paso de la
nube hasta que se termina. Se obtendrá así una serie de p muestras,
cuyas concentraciones n2, dibujadas en un sistema cartesiano, darán
una curva en forma de campana, siendo las abscisas los tiempos de
extracción y las ordenadas las concentraciones C, de cada una. El
área de esta curva mide, en la escala adecuada el peso p de la sal
arrojada al cauce.

102
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

Si se aplican incrementos finitos se aplica la fórmula:


P
Q=
t C2

donde Δt = incremento constante entre muestras, Σ = abarca el


conjunto de todas ellas.
P
Q=
T C

T = tiempo total de paso de la nube


C = concentración media de todas las muestras
Los productos químicos utilizados suelen ser: fluoresceína (en
realidad su sal sódica, llamada uranina), fácilmente detectable con
fluorómetros y mucho menos tóxica que el dicromato sódico
• Medida indirecta de la velocidad. Se obtiene aplicando la ecuación
de Manning (1889). Esta ecuación relaciona los parámetros
geométricos de la sección con su estado natural: tipo de lecho
(pedregoso, suave, con rápidos y charcas, etc.), disposición y tipo
de la vegetación, etc. La ecuación de Manning viene definida por la
relación:
R 2 / 3 s1 / 2
v=
n

donde v es la velocidad de la corriente (en m/s), R es el radio


hidráulico o cociente entre el área de la sección y el perímetro
húmedo del lecho (en m), s representa la pendiente del tramo de río,
y n es un coeficiente de rugosidad que viene tabulado en libros de
texto.
• Para tener un control permanente del caudal de un curso de agua se
construyen las estaciones de aforo o hidrométricas (Figura 3.11), en
las que se establece una relación entre el caudal y la altura de agua
para una determinada sección, Q = f(h).

3.4.3.3 Hidrograma
Se llama hidrograma, en sentido amplio, al gráfico que relaciona alguna
propiedad del flujo del agua, como el caudal, la velocidad, la altura de agua, etc.,
con el tiempo. En la práctica, suele referirse a la curva que muestra la variación
de caudal con el tiempo, Q = f (t)
Cuando ocurre una precipitación, se produce una aportación de agua al río,
según los componentes definidos al describir la escorrentía (apartado 3.4.3.1).
Pero que el río lleve agua depende de las características del aguacero y de la

103
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

cuenca. Con la lluvia, el caudal tiende a aumentar, (curva de concentración),


alcanzando habitualmente el valor máximo con posterioridad al episodio
lluvioso. El valor máximo del caudal se denomina pico o punta del hidrograma
y el tiempo transcurrido desde el centro de gravedad de la lluvia hasta el pico
se llama tiempo de respuesta. Con posterioridad al pico, el caudal decrece
progresivamente, (curva de descenso y curva de agotamiento) hasta la aparición
de otro episodio lluvioso (Figura 3.12).

Figura 3.11.- Estación de aforo. Fuente: Bach, 2004.

Figura 3.12.- Características del hidrograma tipo. Fuente: Benítez (1972).

104
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

La separación de los componentes del hidrograma es aproximada y se reduce a


diferenciar la escorrentía superficial (E) (que engloba la hipodérmica, EH) y la
precipitación sobre el canal (P), de la subterránea (ES). Se supone que, durante
la curva de concentración, la escorrentía subterránea (ES) es despreciable y que
durante la curva de agotamiento solo hay ES.
El método de Barnes es el más exacto para separar los componentes del
hidrograma. Se basa en que la curva de agotamiento es de tipo y=e-αx; por
ello su representación en papel semilogarítmico es una recta de pendiente α.
Prolongando esta recta hasta la vertical de la cresta, se obtiene AB, descenso de
la ES. Uniendo CB, se obtiene la recta de concentración de la ES. Restando las
ordenadas de la curva CBA del hidrograma global, se obtiene el hidrograma de
E+EH. Operando igual, se obtiene la recta DE, curva de descenso de la EH, y
restando se obtiene el hidrograma de E (Figura 3.13).

Figura 3.13.- Separación de los componentes del hidrograma según el método de Barnes. Fuente:
Benítez (1972).

La curva de agotamiento del hidrograma indica el volumen de agua almacenada


que pasa a formar parte del caudal superficial. La forma de esta curva depende
solo de las características de la cuenca, y puede ser calculada por una ecuación
de tipo exponencial, debida a Maillet:
t
Qt = Q 0 e

105
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

donde:
Qt = caudal en m3/s, en el instante t.
Q0 = caudal en m3/s, al comienzo del agotamiento t=t0.
t = tiempo en segundos.
a = coeficiente de agotamiento
La ecuación se demuestra suponiendo que el proceso de agotamiento del volumen
de agua subterránea almacenado es similar al del vaciado de un depósito a través
de un tapón poroso.
El volumen o aportación de la circulación superficial, consiste en considerar
el volumen de agua que se obtendría como consecuencia de la circulación del
caudal medio a lo largo de todo un año (hm3a-1).
El caudal específico (caudal unitario) se obtiene al dividir el caudal medio anual
por la superficie de la cuenca. Indica la participación de cada parcela en el caudal
que nos de por segundo.
Qm
Qe =
S
donde: Qe = caudal específico, ls-1Km-2 (m3 s-1Km-2), Qm = caudal medio anual,
l/s, S = superficie de la cuenca en km2.
Los valores de los caudales específicos permiten conocer las zonas de la
cuenca que aportan una mayor cantidad de agua, que en general depende de la
pluviometría y de las características de la cuenca.
El coeficiente de escorrentía es la relación entre el volumen de agua de
escorrentía total y los aportes de agua precipitados en la cuenca, en un intervalo
de tiempo determinado:
V
C=
A
donde: C = coeficiente de escorrentía, V = volumen de agua de escorrentía total,
A = Aportes recibidos por precipitación.
Este coeficiente se puede definir como relativo a una lluvia aislada o a un
intervalo de tiempo en donde ocurren varias lluvias.

3.5 Nociones geológicas básicas


el estudio de las aguas subterráneas requiere el conocimiento del subsuelo
donde el agua se almacena y da lugar a los embalses subterráneos o acuíferos.
Las características imprescindibles que debemos conocer son la litología y la
estructura geológica.

106
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

La litología, o naturaleza de los materiales, nos permitirá establecer sus


propiedades físicas, que nos indican si estos pueden ser potencialmente capaces
o no de almacenar agua. Para ello, debemos conocer los principales tipos de
rocas que forman la corteza terrestre, que se pueden clasificar a partir de unos
procesos geológicos que las han originado:

- Rocas ígneas o magmáticas. Proceden de la solidificación de un magma


(porción fundida).
- Rocas sedimentarias. Proceden de la actuación de los procesos
geológicos externos en las rocas aflorantes en la superficie terrestre. El
paso previo lo constituyen los sedimentos.
- Rocas metamórficas. Se originan por la transformación que se produce
debido a las variaciones de presión y/o temperatura en las rocas
existentes (sin llegar a fundirse).

La clasificación detallada de cada grupo de rocas puede consultarse en cualquier


manual geológico, por ejemplo en Tarbuck & Lutgens (2000).
La estructura geológica define la geometría que presentan los materiales que
forman el subsuelo. Nos interesa conocer su forma y espesor en profundidad, así
como la distribución de su afloramiento en superficie. La estructura geológica se
deduce a partir de la información obtenida en los afloramientos que se observan
en la superficie terrestre, que da lugar al mapa geológico, y con los datos de los
sondeos y también de manera indirecta con la información geofísica. A partir
de toda la información disponible, se pueden dibujar cortes geológicos y bloques
diagrama, que permiten visualizar la geometría de los posibles acuíferos.
A continuación, se muestran ejemplos de algunas estructuras geológicas.

- Capas horizontales. Conjunto de capas de origen sedimentario


dispuestas horizontalmente. La erosión de la red de drenaje pone al
descubierto las capas más profundas (Figura 3.14 a).
- Capas monoclinales. Conjunto de capas de origen sedimentario con
estructura monoclinal (buzando hacia el sur) en contacto con una
intrusión plutónica situada en la zona norte (Figura 3.14b).
- Capas plegadas. Conjunto de capas de origen sedimentario plegadas, con
los ejes de los pliegues de dirección E-W. Se observan dos anticlinales y
un sinclinal en el centro (Figura 3.14c).
- Capas discordantes. Dos conjunto de capas de origen sedimentario con
estructuras distintas (discordantes). El conjunto inferior está plegado,
tal como habíamos observado en el ejemplo anterior. Por encima se sitúa
otro conjunto de capas que está dispuesto horizontalmente. La erosión

107
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

ha dejado al descubierto, en la parte oeste, los materiales del grupo


inferior (Figura 3.14d).
- Estructura compleja. En este ejemplo, observamos una estructura compleja
formada por un conjunto de materiales plegados en la parte inferior, al que
se le superponen otros materiales procedentes de cabalgamientos vergentes
hacia el este. Todo el conjunto está afectado además por una falla normal
en el extremo sureste. La erosión posterior ha dejado al descubierto parte
de los materiales de la unidad inferior (Figura 3.14e).

Figura 3.14.- Estructuras geológicas: a) capas horizontales, b) capas monoclinales, c) capas


plegadas, d) capas discordantes y e) estructura compleja. Fuente: Hamblin & Howard (1999).

3.6 Las aguas subterráneas


A pesar de que las aguas subterráneas representan menos de un uno por ciento
(0,62 %) del total de agua contenida en la Tierra, su volumen es unas 40 veces
superior al de las aguas superficiales que forman ríos y lagos. De esta manera
las aguas subterráneas, entendidas como todas las aguas situadas debajo de la
superficie terrestre, constituyen la mayor fuente de agua potable y la de más
fácil aprovechamiento, ya que, aunque el agua sólida de los glaciares es más
abundante, requeriría un costo muy superior para su aprovechamiento.
El agua está presente en cualquier lugar bajo la superficie terrestre, pero más
de la mitad de todas las aguas subterráneas (incluyendo la mayoría de las que
realmente se utilizan) se encuentran hasta una profundidad de unos 750 m de la
superficie. A mayor profundidad, la cantidad de agua se reduce gradualmente,
aunque lo hace de manera irregular.

108
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

3.6.1 El agua en el subsuelo: porosidad y permeabilidad


La experiencia adquirida en la construcción de pozos nos permite saber que, a
medida que profundizamos en el terreno, primero encontramos un nivel edáfico,
el suelo, generalmente húmedo, y a continuación un tramo de la formación
rocosa en la que los poros están rellenos de agua y aire en una proporción variable
y cambiante según el ritmo de infiltración, denominada zona no saturada o
vadosa. A medida que se profundiza en la zona no saturada, el porcentaje de agua
de los espacios vacíos es cada vez mayor, hasta que todos están llenos de agua,
lo que se define como zona saturada, también llamada zona freática. La parte
superior de la zona saturada se denomina nivel freático. El agua que integra la
zona saturada por debajo de la superficie freática, es la propiamente denominada
agua subterránea o freática (Figura 3.15).

Figura 3.15.- El agua en el suelo. Fuente: Modificado de Christopherson (1992)

El agua subterránea no permanece estancada y quieta, sino que se mueve,


formando parte de la dinámica del ciclo hidrológico. La cantidad de agua
que encontramos en una formación rocosa y la dinámica que presenta vienen
condicionadas principalmente por dos características de las formaciones
geológicas: la porosidad y la permeabilidad.

109
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

La porosidad se refiere al volumen de espacios abiertos (poros) que hay en


el interior de los materiales, ya sean espacios entre los componentes que los
constituyen, o espacios producidos por fracturación de la roca o disolución de
sus componentes. Se define como el porcentaje del volumen de huecos o poros
(Vp) con respecto al volumen total de la formación rocosa considerada (Vt). Es
decir: Porosidad (p) = Vp/Vt.
En materiales sueltos, como la arena de un río, la porosidad depende del grado de
compactación de los granos, de su forma y distribución por tamaños. Los granos
pequeños pueden introducirse en los huecos existentes entre los granos de mayor
diámetro, actuando de matriz, de forma que los materiales heterométricos (con
granos de tamaños variados), suelen tener una porosidad menor que otros en el
que los granos están bien clasificados (tamaños uniformes). Cuando la porosidad
depende del tamaño y distribución de los granos de la roca, se la conoce como
porosidad primaria.
En materiales consolidados, la porosidad depende del grado de cementación y
del estado de disolución y de fracturación de la roca. Es el caso, por ejemplo,
de la porosidad en las rocas ígneas y metamórficas, debida a la fracturación y
fisuración.
Algunos tipos de rocas, como las calizas y las areniscas, pueden presentar ambos
tipos de porosidad, primaria y secundaria.
La permeabilidad mide la capacidad que tienen los materiales para permitir el
flujo de un fluido en su interior. Una formación que tenga una porosidad baja
presentará también una permeabilidad baja. Sin embargo, una porosidad alta no
necesariamente implica una permeabilidad alta, porque el tamaño y continuidad
de los poros también condiciona el movimiento del fluido.
La relación entre el tamaño del poro y la atracción molecular de la superficie
de la roca tiene un papel determinante en su permeabilidad. Esta atracción da
lugar a una fina película de agua adherida a la superficie del sólido, a pesar de la
acción de la gravedad. Si el poro tiene un tamaño muy pequeño, toda el agua que
contiene queda retenida por la atracción molecular de la parte sólida, de manera
que, a presiones normales, el agua queda fijada y la permeabilidad es baja. En
las arcillas, por ejemplo, las partículas tienen diámetros muy pequeños (menores
de 0,005 mm) y, aunque pueden tener porosidades altas, su permeabilidad es
típicamente muy baja porque sus poros son muy pequeños.
Al contrario, en sedimentos con granos de tamaños mayores, tipo arenas (entre
0,06 y 2 mm), los poros son mayores y superan el tamaño del agua pelicular, de
manera que en el centro de los poros el agua tiene libertad de movimiento y el
sedimento es permeable. Si el diámetro de los poros aumenta, la permeabilidad
se incrementa. Las gravas, con poros muy grandes, son más permeables que las
arenas y pueden proporcionar abundantes volúmenes de agua en los pozos.

110
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

3.6.2 Acuíferos
Cuando una formación geológica tiene la capacidad de almacenar agua
(porosidad suficiente) y de permitir que fluya (permeabilidad alta), de manera
que pueda ser explotada con eficiencia, ya sea mediante extracciones mecánicas o
en surgencias naturales, recibe el nombre de acuífero. Las formaciones de gravas
y arenas son generalmente buenos acuíferos ya que suelen tener permeabilidades
altas y presentan dimensiones considerables. Las calizas carstificadas y las
rocas volcánicas recientes también suelen ser buenos acuíferos. Los acuíferos
constituyen verdaderos embalses subterráneos y se pueden gestionar como tales.
Se utilizan una serie de términos para hacer referencia a las características
hidrogeológicas de los materiales cuando no se comportan como acuíferos. Así,
acuitardo se utiliza para formaciones geológicas que, aunque almacenan agua
y la transmiten en cantidades significativas a escala regional, no son suficientes
para abastecer por si mismas de forma instantánea a los pozos, como por
ejemplo, las arcillas arenosas, los limos, loess, etc. El término acuícludo se refiere
a formaciones geológicas que almacenan agua pero que no la transmiten, como
ciertos basaltos con vacuolas no conectadas. Cuando una roca ni almacena ni
transmite agua, se habla de acuifugo, como es el caso de los granitos frescos
(Figura 3.16).

Figura 3.16.- Clasificación hidrogeológica de las formaciones geológicas. Fuente: López Vera
(1991).

Según las condiciones en las que se encuentra el agua dentro del acuífero se
distinguen dos grandes tipologías de acuíferos:

- Acuíferos libres o no confinados. Se encuentran inmediatamente bajo


la superficie del terreno, de manera que la zona saturada de agua está a
presión atmosférica, ya que se encuentra en contacto con la atmósfera a

111
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

través de los poros vacíos de la zona no saturada. Al construir un pozo


en estos acuíferos, el nivel de agua coincide con el nivel freático y nos
indica la altura real de su zona saturada de agua. Son acuíferos libres la
mayoría de las formaciones aluviales de las redes fluviales, generalmente
muy utilizadas para riego.
La recarga o entrada de agua al acuífero se realiza en los acuíferos libres
a través de la infiltración de agua (procedente de las precipitaciones,
cursos superficiales, riego, etc.) desde la superficie del terreno, por
la zona no saturada hasta la zona saturada, en toda la extensión del
acuífero. Esta situación, tan cercana a la superficie de todo el acuífero,
facilita la posibilidad de contaminación por infiltración de fluidos
procedentes de actividades superficiales.
- Acuíferos cautivos o confi nados. Se trata de acuíferos situados
en profundidad, entre formaciones de muy baja permeabilidad
(acuícludos), que se encuentran aislados de la superficie terrestre
excepto en las zonas de recarga situadas en zonas montañosas, donde
los materiales permeables aparecen en superficie (Figura 3.17). La
geometría de estos acuíferos esta condicionada por la estructura
geológica de la zona.

Figura 3.17.- Ejemplo de acuífero confinado o cautivo. Fuente: Strahler (1987).

En estos acuíferos, el agua ocupa la casi totalidad de la formación que


la contiene y está sometida a una presión superior a la atmosférica ya
que, debido a la profundidad a la que se sitúan, se incrementa la presión
hidrostática. Cuando se perfora un pozo, el nivel del agua asciende
rápidamente hasta estabilizarse a una determinada altura (nivel
piezométrico), según la diferencia de presión entre el nivel freático de
la zona de recarga y la presión del punto donde se construye el pozo.
De acuerdo con esta altura y la de la superficie topográfica del pozo, se
denominan pozos surgentes a aquellos en que el nivel piezométrico está

112
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

situado a una cota superior a la del pozo, de manera que el agua sale
sola por la boca del pozo y pozos artesianos (no surgentes) a aquellos
cuyo nivel piezométrico queda por debajo de la superficie del terreno
en el pozo. Las alturas de agua de los pozos de estos acuíferos permiten
interpretar una superficie piezométrica ideal, que refleja las condiciones
de presión a las que está sometida el agua en el acuífero.
La recarga de estos acuíferos se realiza también por infiltración de
agua (procedente de las precipitaciones, cursos superficiales, riego, etc.)
desde la superficie del terreno, pero solo en la zona donde los materiales
del acuífero afloran. Es decir que el área de recarga está limitada a la
zona donde los materiales del acuífero aparecen en superficie y, por
ello, suelen ser menos vulnerables a la contaminación que los acuíferos
libres.
Además de los términos “acuífero libre” y “confinado”, también se
suele utilizar el de acuífero semiconfinado para referirse a aquellas
formaciones geológicas limitadas por acuitardos, que permiten cierto
flujo hacia el acuífero principal.

3.6.3 Movimiento del agua subterránea


De acuerdo con la gravedad, el agua dentro del acuífero fluye desde las zonas
de nivel freático o piezométrico elevado hacia áreas de nivel bajo. Este
movimiento del agua no es igual en todos los acuíferos, ni en cualquier lugar
de un mismo acuífero. En 1856, el ingeniero francés Henry Darcy propuso, a
partir de trabajos experimentales, que la velocidad del agua subterránea está
relacionada con el gradiente hidráulico, que expresa la variación de nivel freático
o piezométrico entre dos puntos (I) y con un coeficiente de permeabilidad (K,
también denominado conductividad hidráulica, en unidades de m/s o m/día)
que depende de las características de los materiales y del fluido. La ecuación
conocida como Ley de Darcy expresa el caudal (Q) que circula por un área (A)
determinada del acuífero: Q = K I A.
El flujo del agua subterránea encuentra una gran resistencia de fricción, que da
lugar a un movimiento muy lento, generalmente menor a 0,5 m/día.
Para definir las características de los acuíferos, se utilizan los conceptos de
“transmisividad” y “coeficiente de almacenamiento”.
La transmisividad (T) se define como la conductibilidad hidráulica (k) por
el espesor saturado (e): T = k e. Corresponde a la cantidad de agua en m3/día,
que pasaría por una faja vertical de terreno de anchura unitaria y cuya altura
fuera el espesor medio (e) de acuífero saturado, bajo un gradiente unidad, a una
temperatura determinada. Se expresa, generalmente, en m2/día

113
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

El coeficiente de almacenamiento (S), en acuíferos libres, es igual a la porosidad


eficaz (me), es decir, al volumen de agua extraíble por bombeo de una unidad
de volumen de acuífero saturado. En los acuíferos cautivos o artesianos entran
en juego los efectos mecánicos de compresión del terreno y de compresión de
la propia agua. Entonces, se define como el volumen de agua extraíble de una
columna vertical de terreno que tenga como base la unidad de área y como altura
todo el espesor saturado, si se produce una disminución de una unidad del nivel
piezométrico. Es un factor adimensional.
Para el estudio de fluctuaciones del nivel freático o piezométrico y del flujo en un
acuífero, se utilizan mapas de superficies freáticas o piezométricas, en los que
se representa la posición de estas superficies por medio de curvas de igual altura
freática o piezométrica, denominadas isopiezas. Un mapa de isopiezas es similar
en aspecto a un mapa topográfico, pero sus formas son mucho más suaves. En
estos mapas se pueden deducir las direcciones del flujo, ya que siempre son
perpendiculares a las isopiezas y en sentido a la de menor valor. También permiten
estudiar la oscilación estacional que presenta esta superficie, como consecuencia
de la distribución irregular de los periodos de recarga y las extracciones.

Figura 3.18.- Relación río-acuífero. Fuente: Winter et al. (1998).

En los acuíferos libres, la superficie freática suele estar estrechamente relacionada

114
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

con la superficie topográfica, de manera que la circulación subterránea tiene una


disposición parecida a las aguas superficiales, con tendencia a fluir hacia el fondo
de los valles, lagos o zona de costa. Pueden establecerse distintas relaciones
entre las aguas superficiales y subterráneas según la época del año o la zona de
la cuenca que tratemos. Por ejemplo, un río puede actuar de zona de recarga en
un tramo de su cauce y de descarga en otro, pasando de ser un río que alimenta
al acuífero (influente) en el primer caso, a ser un río que lo drena (efluente) en el
segundo (Figura 3.18).
Cuando la superficie freática del acuífero es interceptada por la forma del terreno,
el agua fluye por la superficie terrestre dando lugar a una descarga natural del
acuífero denominada manantial o fuente, que puede dar lugar al nacimiento de
un río, a una laguna, etc.

3.6.4 Extracción del agua subterránea


El sistema más utilizado para extraer el agua de los acuíferos son los pozos.
En los acuíferos libres, se trata de realizar una excavación desde la superficie
del terreno y atravesar la zona saturada para, posteriormente, sacar el agua.
Antiguamente se construían los pozos manualmente, de forma cilíndrica
con diámetros no menores a 1,5 m y se revestían de ladrillo. Actualmente, en
los países industrializados, existen máquinas especializadas que realizan la
perforación o sondeo, ya sea a percusión o a rotación, según el tipo de materiales
que se deban atravesar y, posteriormente, su entubación con acero provisto de un
filtro en la zona saturada del acuífero. Los diámetros de estos pozos de sondeo
son muy variados, desde 10 cm hasta más de 50 cm, según el tipo de acuífero y la
cantidad de agua que se requiera.
Una vez construido el pozo en un acuífero libre, el agua se distribuye en su
interior según la situación del nivel freático. Si iniciamos el bombeo mecánico
del agua, al extraer más agua del pozo que la que entra desde el acuífero al pozo,
el nivel de agua desciende progresivamente, de manera que el nivel freático
alrededor del pozo adopta una forma cónica, denominada cono de depresión. La
formación del cono de depresión aumenta la tasa de afluencia de agua en el pozo
y así incrementa su rendimiento. Pero este efecto es limitado. Más allá de un
límite crítico de depresión, el rendimiento ya no aumenta. El cono de depresión
puede extenderse varios kilómetros en un pozo con un caudal de extracción
grande, y el efecto combinado de varios pozos cercanos deprime de manera
generalizada la superficie freática (Figura 3.19).

115
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

Figura 3.19.- Formación del cono de depresión en el bombeo de un pozo. Fuente: Strahler (1987).

En los acuíferos confinados, cuando la perforación llega a la zona permeable,


el agua asciende según la presión a la que se encuentra. Si el pozo artesiano es
surgente no será necesario bombear; en caso contrario, deberemos bombear
el agua igual que en los acuíferos libres. A medida que se extrae agua de los
acuíferos confinados y se supera la cuantía de su recarga, disminuye la presión
del agua, de manera que los pozos artesianos surgentes pueden dejar de serlo y,
en general, desciende el nivel piezométrico del acuífero.
Los trabajos de Dupuit (1863) constituyen la base del estudio dinámico de las
aguas subterráneas cerca de las obras de captación, por permitir deducir la
ecuación general del flujo en régimen de equilibrio o de flujo permanente, a
partir del principio de conservación de la masa y la Ley de Darcy. Posteriormente,
otros autores deducen la ecuación general del flujo para régimen transitorio.
Las distintas soluciones analíticas de la ecuación general de flujo relacionadas
con el movimiento del agua subterránea hacia los pozos pueden consultarse en
Custodio y Llamas (1976) o en Martínez Alfaro et al. (2005) entre otros.

3.6.5 Impactos derivados de la explotación de aguas


subterráneas
El ritmo anual de extracción de agua de un acuífero no debería ser superior al
de su recarga en el mismo periodo de tiempo. Cuando, de manera continuada, se
extrae más agua del acuífero de la que entra como recarga, se llega a una situación
de sobreexplotación. Entre los efectos de la sobreexplotación cabe destacar:

116
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

- Descenso del nivel freático o piezométrico del acuífero. El primer


reflejo de esta problemática es un descenso de los niveles superior a la
oscilación anual o interanual debida a la irregularidad de la recarga.
En esta situación, los valores previos a la explotación continuada no
se recuperan ni en los episodios de máxima recarga, observándose
un progresivo descenso del nivel regional del acuífero. Esta situación
provoca la disminución de caudal o el secado de manantiales y ríos y
la desaparición de zonas húmedas que correspondían a la presencia
superficial del nivel freático. También obliga a profundizar los pozos
que se quedan sin agua, ya que el fondo del pozo se sitúa por encima del
nivel freático y suele generar una situación de pugna entre los usuarios
del mismo acuífero para conseguir agua (Figura 3.20).
- Subsidencia y hundimientos del terreno. El agua contenida en los poros de
los materiales proporciona un soporte al conjunto de la formación rocosa.
Al descender el nivel freático aumenta el espesor de la zona no saturada
y disminuye el soporte que ejercía el agua Entonces, la subsidencia o
compactación que se produce puede reflejarse con hundimientos en la
superficie del terreno. Esta problemática ocurre sobre todo en acuíferos en
formaciones recientes poco consolidadas o aún no compactadas.
- Intrusión marina. En los acuíferos litorales, por debajo de la línea
de costa, existe una zona de mezcla (interfase) entre el agua dulce
continental y el agua salada marina, que se desplaza hacia el interior
del continente o hacia el mar, según la presión del agua dulce que
tiene menor densidad. El descenso del nivel freático que provoca la
sobreexplotación de las aguas continentales reduce la presión del agua
dulce y acarrea el desplazamiento de esta interfase hacia el interior. Esta
situación repercute en una salinización progresiva de los pozos situados
en las zonas próximas al mar (Figura 3.21).

3.7 Calidad de las aguas y contaminación


el concepto de calidad del agua surge de considerar el agua como un recurso y
en relación directa al uso al que esta quiere destinarse. Por ejemplo, no se exigirá
la misma calidad en un agua que se utiliza para el consumo humano que para la
que se utiliza como riego.
Tanto las aguas superficiales como las subterráneas adquieren su composición
química predominante como consecuencia de la acción disolvente que ejercen
sobre las rocas. La disolución y la mineralización alcanzada por el agua están
en relación directa con el contenido en sales solubles de las rocas drenadas. Las
aguas subterráneas tienen mayor probabilidad de disolver materiales (por la
mayor superficie de contacto, velocidad lenta de circulación, mayores presiones y
temperatura a las que están sometidas) y más facilidad para disolver el dióxido de

117
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

carbono del suelo no saturado. Esta dinámica de las aguas subterráneas hace que
su concentración salina sea generalmente superior a la de las aguas superficiales
y, por otra parte, que el contenido en materias en suspensión y materia orgánica
sea menor.

a) b)
Recarga = descarga Recarga = descarga
precipit
prec ipit
pitació
ación
ació
precipitación n
precipitación
cultivos
cultiv
cultiv
v
Área de recarga Área de descarga pozo de bombeo
nivel
recarga
freático fuente fuente
recarga
reca
ecarga
rga perdida
río o zona
húmeda río o zona
acuífero acuífero nivel freático húmeda
descarga secos

flujo subterráneo
Flujo subterráneo

Figura 3.20.- Descenso del nivel freático regional del acuífero desde a) las condiciones naturales
(antes de la explotación) hasta b) las condiciones seguras (post-desarrollo). Fuente: Alley et al. (1999).

Figura 3.21.- Intrusión marina en los acuíferos litorales. Fuente: Christopherson (1992).

118
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

El aumento de las actividades humanas en la superficie terrestre permite que se


produzcan nuevos aportes de sustancias que cambian la composición natural de
un agua. Cuando la calidad natural de un agua es alterada por la acción humana,
de forma que queda total o parcialmente inutilizada para el uso al que se destina,
se considera que está contaminada y, al proceso que la ha afectado, se le llama
contaminación.
La composición del agua y el conocimiento de los efectos que puede causar cada
uno de los elementos que contiene, definen la calidad de un agua y permiten
establecer sus posibilidades de utilización. En general, se denomina agua
potable a la que puede ser consumida por el ser humano sin peligro para su
salud. Los criterios para determinar la potabilidad se basan en la composición
química y bacteriológica del agua. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
y la mayoría de países industrializados tienen una normativa que establece las
concentraciones máximas admisibles de cada uno de los parámetros del agua.
Las sustancias contaminantes están en estrecha relación con el origen o fuentes
de contaminación. En general, estas fuentes se agrupan por sectores de actividad
(doméstico, agrícola-ganadero, industrial) y existen productos característicos de
cada uno de ellos. Así, la contaminación urbana, se manifiesta por aumento de
la salinidad en el agua, adición de materia orgánica (nitratos, nitritos y amonio)
y posible contaminación biológica. La contaminación de origen agrícola se
manifiesta por fuertes incrementos de compuestos nitrogenados y por la presencia
de organoclorados y otros compuestos orgánicos en las aguas. Los residuos
animales y vegetales dan unos productos semejantes a los de la contaminación
doméstica. La contaminación por vertidos industriales es mucho más variada,
siendo frecuente la adición de sustancias tóxicas, elementos radiactivos y
cambios importantes en el pH de las aguas, con el desencadenamiento de
diversos procesos de disolución o precipitación.
Algunas medidas para la solución de problemas de contaminación son:

- Métodos preventivos. Actuaciones encaminadas a evitar la llegada de


contaminantes a la zona saturada, reducir su peligrosidad y limitar
la cantidad de contaminante que llega al acuífero, especialmente
de aquellos no degradables. La mayoría de las veces estos métodos se
limitan a medidas de ordenación del territorio y usos del suelo, sin que
se precisen estructuras costosas.
En las tablas 3.1 y 3.2 se presentan las medidas preventivas contra la
contaminación producida por vertidos, almacenamiento y tratamiento
de sustancias sólidas, así como contra la contaminación producida por
la descarga de sustancias líquidas.
El ordenamiento de las actividades contaminantes en áreas cuya
vulnerabilidad sea previamente determinada, requiere el establecimiento

119
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

de perímetros de protección (Figura 3.22), dentro de los cuales se


prohíben o limitan ciertas actividades, especialmente en las proximidades
de las captaciones o en las zonas de recarga de los acuíferos. La zona uno
o perímetro inmediato a la captación ha de tener una solera impermeable
y estar vallada. Se prohíbe cualquier actividad en esta zona, de unos
pocos metros de diámetro. La zona dos viene determinada por el radio de
influencia o diámetro medio del cono de bombeo, en esta zona no debe
permitirse ninguna actividad potencialmente peligrosa, incluido el tráfico
rodado o la conducción por tuberías de sustancias peligrosas, petróleo,
etc. La zona tercera es menos restrictiva con respecto a las actividades que
pueden desarrollarse en ella, pero estas deben ser controladas al igual que
en toda la zona de recarga del acuífero, vigilándolas y adoptando medidas
especiales frente al vertido por accidente de sustancias contaminantes.
- Métodos correctivos. Una vez producida la contaminación de un
acuífero, la protección de las captaciones y la eliminación de los
contaminantes constituyen un problema de difícil solución.
Los intentos de eliminación del contaminante suelen basarse en la
alteración del sistema de flujo subterráneo, mediante la modificación
de los bombeos, la construcción de barreras de presión o depresión, y
la intercepción y extracción del contaminante por bombeo, incluso
construyendo barreras subterráneas impermeables.
Mediante la combinación de barreras, se modifica el nivel freático,
y es posible dirigir el flujo subterráneo y desviar el penacho de
contaminación en la dirección que nos convenga, al objeto de proteger
las captaciones de agua.

Figura 3.22.- Perímetros de protección. Fuente: López Vera (1991).

120
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

Fuentes de contaminación Medidas preventivas


Vertederos (Relleno de depresiones) Impermeabilización del lecho,
drenaje y depuración de lixiviados
Vertidos al aire libre Erradicarlos
Residuos de jardín Vertidos controlados o compost
Vertidos en diques Aislamiento del terreno y
control de los lixiviados y
productos del lavado
Residuos de cola de procesos industriales
Residuos apilados
Almacenamiento de materiales Cubierta impermeable y control
industriales (materias primas) de los productos de lavado
Cementerios En la zona no saturada
Enterramiento de animales y a suficiente distancia
sobre el nivel freático
Depósitos de almacenamiento superficial Solera impermeable y drenaje
Depósitos subterráneos Por encima del nivel freático.
Solera impermeable y drenaje
Tabla 3.1.- Medidas preventivas contra la contaminación producida por vertidos, almacenamiento
y tratamiento de sustancias sólidas. Fuente: elaboración propia.

Fuente de contaminación Medidas preventiva


Percolación subsuperficial Instalar en zona no saturada a suficiente
distancia sobre el nivel freático
Pozos de inyección Control hidrogeológico de la calidad del
acuífero receptor del vertido y posible
comunicación con otros acuíferos
Riesgos Drenajes someros, dotación adecuada
de riego
Balsas de percolación Control de los productos vertidos y del
acuífero
Tabla 3.2.- Medidas preventivas contra la contaminación producida por la descarga de sustancias
líquidas.

121
Joan Bach Plaza y Josep Mas-Pla

3.8 Referencias
• Bach J. y Brusi D. (1988). “Reflexiones y recursos sobre la didáctica del ciclo del agua”.
Henares, Rev. Geol. 2: 223-232. Univ. Alcalá. Madrid.
• Bach J. (2001). “Los recursos hídricos y el sistema cuenca”. Alambique 27:70-80.
Barcelona.
• Benítez A. (1972). “Captación de aguas subterráneas”. Dossat. Madrid.
• Castany G. (1971). “Tratado práctico de las aguas subterráneas”. Omega. Barcelona.
• Chow V.T., Maidment D.R. and Mays L.W. (1994). “Hidrología aplicada”.
McGrawHill. Bogotá.
• Custodio E. y Llamas M.R. (1976). “Hidrología subterránea”. 2 Tomos. Omega.
Barcelona.
• Domenico P.A. y Schwartz F.W. (1998). “Physical and Chemical Hydrogeology”.
Wiley. New York.
• Fenzl N. (1989) “Nicaragua: Geografía, Clima, Geología e Hidrogeología”. UFPA/
INETER/INAN. Belém.
• Fetter C.W. (2001). “Applied Hydrogelogy”. Pearson Education International,
Prentice-Hall. Upper Saddle River, NJ.
• Fetter C.W. (1993). “Contaminant Hydrogelogy”. Macmillan Publishing Company.
New York.
• Freeze R.A. and Cherry J. (1979). “Ground Water”. Prentice-Hall. Englewood Cliffs,
New Jersey.
• González M. y García D. (2001). “Restauración de ríos y riberas”. Escuela Técnica
Superior de Ingenieros de Montes. Madrid.
• Hamblin W.K. and Howard J.D. (1999). “Exercises in Physical Geology”. Prentice
Hall. Madrid.
• López Vera F. (1991). “Contaminación de las Aguas Subterráneas”. MOPU. Madrid.
• Llamas J. (1993). “Hidrología general. Principios y aplicaciones”. Servicio
Publicaciones Universidad del País Vasco. Bilbao.
• Martínez J. y Ruano P. (1998). “Aguas subterráneas. Captación y aprovechamiento”.
Progensa. Sevilla.
• Martínez Alfaro P.E. Martínez Santos P. y Castaño S. (2005). “Fundamentos de
Hidrogeología”. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid.
• Monsalve Sáenz G. (1999). “Hidrología en la Ingeniería”. Alfaomega. Bogotá.
• Price M. (2003). “Aguas subterráneas”. Limusa. México.
• Poch M. (1990). “Las Calidades del agua”. Rubes. Barcelona.
• Tarbuck E.J. and Lutgens F.K. (1999). “Ciencias de la Tierra”. Prentice Hall. Madrid.

Internet
UNESCO 2006: Water a shared responsibility http://www.unesco.org/WATER/wwap
USGS Water Resources of the Caribbean http://pr.water.usgs.gov
Nicaragua
INETER www.ineter.gob.ni

122
Los recursos hídricos en el sistema cuenca: disponibilidad y calidad

MARENA http://www.marena.gob.ni
El Salvador
SHN http://www.snet.gob.sv/Hidrologia/index.htm
FONAES http://www.fonaes.gob.sv/areas/crhidricos.htm
Cooperación Iberoamericana: http://www.cyted.agua.uba.ar/
México
CENAPRED http://www.cenapred.unam.mx/es/
Servicio Geológico Mexicano http://www.coremisgm.gob.mx/

123
CAPÍTULO 4
EROSIÓN: EVALUACIÓN DEL RIESGO EROSIVO Y
PRÁCTICAS DE PROTECCIÓN DEL SUELO

Josep Maria Alcañiz

4.0 Introducción
La erosión es un proceso natural que conlleva la pérdida de suelo de un
determinado lugar y que afecta a todos los terrenos que se encuentran expuestos
a la acción de la lluvia o el viento. A una escala geológica, también se debe
considerar la erosión fluvial y la producida por los glaciares. Los procesos
erosivos se contraponen a los de formación de suelo por meteorización de las
rocas o por acumulación de sedimentos. El proceso natural de la erosión se ve
fuertemente incrementado en aquellas zonas donde las actividades humanas
han modificado el equilibrio de los factores del medio natural, dejando el suelo
desprotegido de la cubierta vegetal, compactando la superficie o alterando el flujo
del agua de escorrentía. Las formas de erosión acelerada, que tienen su origen
en el uso inadecuado o demasiado intenso del suelo, son las que se estudiaran
en este capítulo, pues conllevan pérdidas sociales y económicas importantes en
Centroamérica.
El suelo es una fina capa superficial de la Biosfera, en la que tienen lugar muchos
procesos esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas terrestres, por
ejemplo, el suministro de agua y de nutrientes para las plantas, la descomposición
de los restos orgánicos de los seres vivos, o la producción de fitomasa (tabla
4.1). Es un recurso natural limitado en extensión y en productividad, dado
que no toda la superficie terrestre está cubierta de suelos, y que ni todos son
aprovechables para las actividades humanas ni tienen la misma fertilidad. Existe
una gran diversidad de suelos que difieren en composición y propiedades, por lo
que la utilización correcta de este recurso debe atender a sus aptitudes naturales
para cada tipo de uso. Además, se debe tener en cuenta que el tiempo de
formación del suelo es muy superior al de los ciclos de las actividades humanas
que pueden degradarlo, por lo que su correcta gestión y explotación debe hacerse
considerando que es un recurso natural frágil y no renovable. El escenario del
cambio climático que se refleja en un aumento de las temperaturas medias
(mayor evapotranspiración) y un régimen de lluvias más irregular, pueden
contribuir a incrementar las pérdidas de suelo por erosión.

125
Josep Maria Alcañiz

Funciones del suelo


Producción de alimentos, fibras, energía, minerales,
Económicas
vías comunicación, etc.
Suministro de nutrientes, reciclaje de materia
Ecológicas
orgánica, ciclo del agua, filtro de contaminantes.
Hábitat para la fauna y microorganismos, banco de
Biológicas
genes, reserva de biodiversidad, etc.
Almacén de agua, control de la escorrentía,
Hidrológicas
suministro para las plantas
Fuente y sumidero para contaminantes, reciclaje
Control de la
residuos. Capacidad filtrante, Fuente y depósito de
contaminación
gases invernadero.
Paisaje y patrimonio Indicador de la evolución del paisaje, preservación
cultural material paleontológico
Tabla 4.1.- Funciones del suelo. Modificado a partir de Bullock et al, 1999.

Muchas de las actividades humanas que se desarrollan en el suelo comportan


un riesgo importante de erosión, por lo que, en la mayoría de los casos, se hace
necesaria la adopción de medidas de prevención y de conservación del suelo
como, por ejemplo, el laboreo mínimo, labrar siguiendo las curvas de nivel o la
reposición de la materia orgánica perdida con el estercolado. El laboreo intensivo
continuado produce también un desplazamiento del suelo pendiente abajo que, a
su vez, contribuye a la erosión (tillage erosion). La prevención y control de la erosión
se convierten, pues, en una necesidad para el sostenimiento de las comunidades
campesinas que dependen directamente de la productividad agrícola o ganadera
de sus suelos, para asi contribuir a evitar la espiral de pobreza que genera la
destrucción de los recursos naturales en muchos lugares de Centroamérica.

4.1 Los costes de la erosión


Los costes sociales y económicos de la erosión son complejos de calcular. Por
una parte, se deben considerar las pérdidas de cosecha por reducción de la
superficie de suelo cultivable o de su productividad (FAO, 1993). Hay que
tener en cuenta que lo primero que se pierde por erosión es la parte superficial
del suelo, generalmente la más fértil, por lo que el daño económico puede ser
importante aunque no se pierda mucho espesor de suelo. Debemos añadir
también los costes por el mayor requerimiento de fertilizantes y por un mayor
consumo de combustible o de esfuerzo en suelos erosionados. Entre los costes
indirectos de la erosión se deben incluir los derivados de la contaminación de las
aguas, el colmatado de embalses por los sedimentos, el incremento del riesgo de
inundación al disminuir la capacidad de almacenamiento de agua en los suelos
erosionados, la pérdida de biodiversidad, o los relacionados con el incremento

126
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

de polvo atmosférico en zonas afectadas por erosión eólica, lo que tiene


repercusiones en los costes de la sanidad o en el mantenimiento de los fi ltros
de los motores de combustión. En la tabla 4.2 se citan las principales causas y
algunos efectos de los procesos erosivos.

Proceso Erosivo Causas principales Efectos socio-económicos


Deforestación Pérdida de vidas humanas
Cambios de uso del suelo Daños en viviendas e
infraestructuras
Deslaves y Sobreexplotación del
derrumbes suelo Pérdida de suelos agrícolas
Pendiente elevada Alteración del paisaje
Composición del suelo
Deforestación Pérdida de productividad de
la tierra
Cambios de uso del suelo
Mayor presión sobre
Sobreexplotación del
Pérdida de suelos recursos naturales
suelo
Emigraciones
Erosión hídrica
Erosión eólica
Deforestación de cuencas Pérdida de vidas humanas
Ampliación de la frontera Destrucción de
agrícola infraestructuras
Vías de comunicación mal Inundaciones
Desbordamiento de
ubicadas
ríos Pérdidas de cultivos
Deterioro de los drenajes
Contaminación de las aguas
naturales
Enfermedades
Urbanización de las
llanuras aluviales
Tabla 4.2.- Algunas causas y efectos de la erosión. Fuente: elaboración propia.

4.2 Tipos de erosión


La superficie terrestre se ve afectada por la acción de fuerzas naturales que
producen o facilitan el desplazamiento de partículas individuales o de la masa
del suelo. La fuerza de la gravedad es el principal motor de los procesos erosivos
pero, por sí misma, solo es capaz de producir erosión cuando la pendiente es
suficientemente elevada para permitir el deslizamiento del suelo. En este caso,

127
Josep Maria Alcañiz

ocurren los movimientos en masa, como los deslaves, derrumbes, reptaciones,


etc. Cuando, además de la gravedad, interviene la energía cinética de un fluido
como el aire o el agua, los desplazamientos de partículas son muy importantes y
extensos. En el caso de la erosión eólica las partículas pueden ser transportadas
por el viento a grandes distancias. La erosión hídrica, no obstante, es la que tiene
mayores repercusiones ambientales y económicas en el contexto centroamericano
y es la que se estudiará con detalle en este capítulo. En la figura 4.1 se muestra
una clasificación de los tipos de erosión.

4.3 Tasas de erosión tolerables


Todo uso del suelo conlleva un riesgo de erosión determinado, por lo que
es conveniente establecer unos valores máximos de pérdida de suelo que se
considere que permiten un uso sostenible del mismo, sin perjudicar a las
funciones ambientales y económicas que debe realizar. La tasa de erosión
tolerable debe ser menor o igual a la tasa de formación o de recuperación natural
del suelo. Para suelos agrícolas de climas templados o cálidos, la FAO propone
como tasa aceptable pérdidas inferiores a las 10 Mg ha-1 ha-1 pero, en condiciones
climáticas desfavorables a la meteorización, o en suelos muy delgados, este valor
puede ser excesivo. La pérdida de 1mm de suelo equivale aproximadamente a la
pérdida de entre 10 y 15 toneladas por hectárea del mismo.

Figura 4.1.- Tipos de erosión en función del agente dominante. Fuente: Modificado a partir de
Lal, 1990.

Desde un punto de vista aplicado, se puede definir el concepto de vida útil de


un suelo (L) frente a una tasa de erosión, como el tiempo en que permanecerá
productivo afectado por esta tasa de erosión (Stoking & Pain, 1983).

128
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

L = (Pi - P0)da / (Z-Z0)


donde:
Pi = profundidad actual (m)
P0 = profundidad mínima efectiva (m)
da = densidad aparente (Mg m-3 x 103)
Z = tasa de degradación anual media (Mg ha-1 a-1)
Z0 = tasa de erosión tolerable (Mgha/año)
En la tabla 4.3 se muestra un ejemplo de la vida útil de dos suelos de distinta
textura, sometidos a distintos grados de erosión. Estos datos deben ser
considerados como un ejercicio para poder estimar el efecto que puede tener
sobre un determinado suelo distintas prácticas de cultivo más o menos erosivas,
pero no para calcular pérdidas reales.
Debe tenerse en cuenta que la erosión hídrica no es un proceso continuo de
degradación, sino que se produce por eventos de lluvia muy irregulares en
intensidad y frecuencia. Por lo tanto, las tasas medias de erosión solo tienen un
valor indicativo. Para establecer grados de intensidad de la erosión hídrica, la
FAO (1979) propuso las categorías que se muestran en la tabla 4.4.

Tipo de suelo Textura Franco-arenosa Textura arcillosa


Densidad aparente 14 000 13 000
(Mg/ha·m)
Tasa aceptable 1 1
(Mg ha-1 a-1)
Profundidad 0,20 0,15
mínima útil (m)
Profundidad actual (m) 0,5 0,3 0,25 0,3 0,25 0,20
Tasas erosión Vida útil (años)
(Mg ha-1/a-1)
2 2800 1400 700 1950 1300 650
5 700 350 175 488 325 163
10 311 156 78 217 144 72
20 147 74 37 103 68 34
50 57 29 14 40 27 13
100 28 14 7 20 13 7
Tabla 4.3.- Ejemplo de vida útil frente a diferentes tasas de erosión. Fuente: Stoking and Pain, 1983.

129
Josep Maria Alcañiz

Intensidad Mg ha-1 a-1 mm a-1


Ligera <10 <0,6
Moderada 10-50 0,6- 3,3
Alta 50-200 3,3-13,3
Muy alta >200 >13,3
Tabla 4.4.- Categorías para considerar distintos grados de erosión hídrica, expresadas en Mg ha-1
a-1 y en mm a-1. Fuente: FAO, 1979.

4.4 Procesos que intervienen en la erosión hídrica


Desde el momento en que una gota de lluvia incide sobre la superficie del suelo,
tienen lugar una secuencia de procesos que producen el desplazamiento y el
transporte de partículas. A efectos de estudio es conveniente diferenciar entre
los siguientes tipos si bien en la mayoría de casos se dan simultáneamente:

• Erosión por salpicadura, chapoteo (splash)


• Erosión por escorrentía superficial (overland flow)
• Flujo laminar o difuso (sheet erosion, inter-rill erosion)
• Flujo concentrado (rill erosion, gully erosion)
• Erosión por flujo subsuperficial (piping)
• Movimientos en masa
- Deslaves (flujos de barro)
- Derrumbes (deslizamientos por gravedad)

4.4.1 Erosión por salpicadura (splash)


Consiste en el arranque y desplazamiento de partículas del suelo por impacto
de las gotas de lluvia (Figura 4.2). Depende sobre todo de la energía cinética con
que impactan las gotas de lluvia sobre la superficie del suelo. Cada tormenta
aportará una energía cinética acumulada en función de las dimensiones de las
gotas (intensidad de la lluvia) y de la cantidad de agua caída. Depende también
de la resistencia específica de cada suelo a este proceso erosivo, es decir de la
estabilidad de la estructura, de la textura, contenido de materia orgánica,
cobertura vegetal, etc. En la superficie de los suelos afectados por este proceso
se observa a menudo la aparición de “pináculos” (Figura 4.2). Para medir la
cantidad de partículas desplazadas por el salpique se utilizan embudos o tazas
situadas a nivel del terreno, o mejor las denominadas tazas de Morgan que
permiten cuantificar el desplazamiento en una ladera (Porta et al, 2003).

130
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

4.4.2 Erosión laminar (sheet erosion)


Se produce por la circulación de una lámina fina de agua por la ladera, siempre
que la superficie sea uniforme. Para que aparezca la escorrentía sobre la superficie
del suelo la intensidad de la precipitación debe ser mayor que la capacidad
de infiltración del suelo (flujo hortoniano), o bien que esté ya saturado. La
velocidad del agua de escorrentía laminar es limitada, por lo que la capacidad de
arrastre también, lo que selecciona partículas de tamaño pequeño y afecta a una
superficie relativamente amplia. Como consecuencia, en la superficie de un suelo
afectado por este tipo de erosión puede aparecer una capa de gravas o piedras,
más o menos continua, acumuladas. Se denomina también erosión entre-surcos
(inter-rill erosion) porque ocupa las superficies más o menos regulares que hay
entre dos canales o surcos (Figura 4.3).

Figura 4.2.- (a) Desplazamiento de partículas en una ladera producido por el salpique. (b)
Aparición de pináculos o micropedestales bajo las piedras que actúan de escudo protector.
Fuente: elaboración propia.

Figura 4.3.- La erosión laminar predomina en las superficies regulares de una ladera situada
entre dos surcos (sheet erosion). En estos se concentra el flujo de agua y aumenta la capacidad de
socavación y arrastre (rill erosion). Fuente: elaboración propia.

131
Josep Maria Alcañiz

La erosión laminar depende principalmente de la intensidad de la precipitación y


de la erosionabilidad del suelo.
Di ~ k i I 2
donde:
Di = flujo de sedimento
k i = erosionabilidad del suelo
I= intensidad de la lluvia
Para medir la erosión laminar se emplean los llamados canales Gerlach, que
consisten en un canal situado a ras del suelo, con uno de los bordes laterales
perfectamente acoplado a la superficie del terreno. El colector tiene un desagüe
conectado a un depósito que almacena el agua y las partículas transportadas por
la escorrentía. Una tapa semiabierta evita la entrada directa de agua de lluvia en el
canal. También se pueden emplear estaquillas o clavos fijados en el suelo (erosion
pins) repartidos por una ladera o talud, que permiten medir periódicamente la
distancia entre el extremo superior y la superficie del terreno. Las variaciones en
relación al nivel del suelo dependen de las pérdidas o acumulaciones producidas
por la erosión.

4.4.3 Erosión por escorrentía concentrada


Se produce por la concentración del flujo superficial en cicatrices o incisiones
lineales sobre el terreno (Figura 4.3). La capacidad de transporte de partículas
aumenta al crecer la velocidad del agua en el surco y también al aumentar la
densidad del fluido por la mayor concentración de partículas en suspensión. En
esta situación se produce la socavación de las paredes del cauce que suministra
más partículas y también erosión remontante. Adopta distintas morfologías
lineales y tamaños excavados por la fuerza erosiva del agua: surcos, regueros
(rill) que pueden ser eliminados fácilmente por las operaciones de laboreo,
arroyaderos o cárcavas (gully) de varios decímetros de profundidad y barrancos
de dimensiones métricas que, cuando se anastomosan, confieren al paisaje
un aspecto desertizado (badlands). Este tipo de erosión es muy destructiva
y debe combatirse desde su inicio evitando la formación de surcos largos. Se
puede expresar como capacidad de socavación del suelo, que es función de la
erosionabilidad del reguero y la fuerza hidráulica de socavación. A su vez,
influyen la pendiente del surco, su longitud y el área de captación.
Dc ~ k r (τ - τc)

donde:

Dc = Capacidad de socavación

132
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

k r = erosionabilidad del reguero

τ = fuerza hidráulica de socavación

τc = fuerza hidráulica crítica


Se puede medir por técnicas microtopográficas, estableciendo microperfiles o
midiendo el volumen de las cárcavas. Existen métodos de campo para estimar
las pérdidas de suelo, por ejemplo, el denominado VADEA (Valoración del daño
por erosión actual) publicado por Herwerg (1996) y que, por su simplicidad, ha
tenido una considerable difusión en Centroamérica. Se trata de un procedimiento
rápido, de bajo coste, pensado para evaluar los daños más que para cuantificar
la erosión. Se centra en la medida de cárcavas y surcos de erosión, y está muy
adaptado a la agricultura de laderas.

4.4.4 Erosión por flujo subsuperficial (Piping)


Consiste en la formación de túneles, grietas o cavidades tubulares dentro del
suelo por la circulación subsuperficial del agua, que socava el terreno. Puede
estar asociada a galerías de animales. En fases avanzadas, se producen pequeños
hundimientos o deslizamientos. Se produce también en terrenos que presentan
cambios bruscos de permeabilidad interna, grietas, o suelo dispersable (arcillas
sódicas).

4.5 Movimientos en masa


Consisten en el desplazamiento de una masa importante de suelo por acción del
agua y de la gravedad. Se clasifican en función de los mecanismos de ruptura
dominantes: desprendimientos, derrumbes y vuelcos cuando la fuerza de
la gravedad predomina, aunque la lluvia o la escorrentía sean la causa que
origina el movimiento. Se describen como deslizamientos cuando la masa de
suelo se desplaza conservando la disposición original de las capas y pueden
ser rotacionales o translacionales según la forma del plano de deslizamiento.
Cuando el suelo queda saturado de agua, puede pasar de estado sólido a fluido,
produciendo una colada o flujo de suelo que generalmente es muy destructivo.
Son los denominados deslaves, muy frecuentes en las laderas de Centroamérica
afectadas por los huracanes.
En la aparición de movimientos en masa influyen varios factores, como el
tipo de sustrato geológico y la topografía por un lado (factores pasivos), y la
pluviometría, sismicidad y acciones antrópicas (factores activos) por otro.

133
Josep Maria Alcañiz

4.6 Erosión por laboreo (tillage erosion)


Actualmente, entre los fenómenos erosivos se incluyen también los
desplazamientos de suelo producidos por los arados de vertedera y otros aperos
agrícolas en laderas que son labradas repetidamente. Las partes culminales de las
lomas pueden quedar desprovistos de suelo que se acumula en el pie de monte.

4.7 Modelos para estimar las pérdidas de suelo


La importancia económica y las repercusiones ambientales que tiene la erosión
han llevado al desarrollo de muchos modelos para estimar las pérdidas de suelo,
especialmente en áreas de cultivo o cuencas hidrográficas. La complejidad de
los procesos erosivos, los muchos factores que intervienen y la irregularidad
espacial y temporal, suponen una dificultad para poder hacer predicciones de
las pérdidas de suelo que sean fiables. En los apartados anteriores, se han citado
algunos métodos para medir las pérdidas reales de suelo que han producido
determinados eventos de lluvia. También se recurre a la medida de los
sedimentos transportados por un río, que proceden de la erosión que se da en
una determinada cuenca, si bien estos datos no están directamente relacionados
con las pérdidas de suelo que se originan a nivel de ladera o parcela y que son los
que más interés tienen en la gestión agroambiental de una zona. Debe tenerse en
cuenta que los sedimentos en suspensión transportados por un río son tan solo
una parte del material erosionado en la cuenca, dado que una parte importante
sedimenta a poca distancia del origen y que se producen removilizaciones en el
propio cauce. Se pueden obtener medidas más precisas del suelo erosionado en
una ladera instalando parcelas con colectores de sedimentos en su base. Estos
datos son importantes para poder medir las pérdidas reales de suelo y poder
validar los modelos de predicción de la erosión.
Los modelos que tratan de estimar las pérdidas de suelo se pueden subdividir
en dos grupos. Aquellos que se basan en los procesos físicos que tienen lugar
en la erosión, es decir que se basan en ecuaciones matemáticas que tienen
en cuenta las leyes de conservación de la masa y la energía, y los modelos
empíricos que utilizan una serie de algoritmos matemáticos y de correlaciones
con factores erosivos, pero sin que se pueda establecer una relación directa de
causa-efecto con las pérdidas de suelo. Estos últimos suelen ser del tipo “caja
negra”, es decir, que se conocen las entradas y salidas principales del sistema,
pero no el funcionamiento del proceso. Conviene recordar que los modelos para
predecir la erosión han sido establecidos considerando unos límites para cada
variable, por lo que no se debe extrapolar su uso fuera de estos márgenes. Los
resultados que proporciona un modelo deben interpretarse correctamente. Por
ejemplo, si proporciona valores medios anuales de pérdida de suelo, no podemos
utilizarlo para calcular la erosión que producirá un evento concreto de lluvia.
Dada la complejidad de los fenómenos naturales que intervienen en la erosión,

134
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

hay modelos que tienen un enfoque probabilístico, es decir que asocian una
probabilidad a cada suceso erosivo. De entre los modelos existentes podemos
destacar los siguientes.

- El modelo CREAMS (Chemical, Runoff and Erosion from Agricultural


Management Systems). Establecido por Knisel (1980), combina una
componente hidrológica con la erosión-sedimentación y la concentración
de nutrientes. Predice pérdidas anuales o mensuales, aunque necesita
muchos datos meteorológicos y de condiciones de uso del suelo.
- El modelo WEPP (Water Erosion Prediction Project). Es un modelo
basado en procesos físicos y trabaja con cálculos diarios. Se basa en que
el arranque de partículas y su deposición en los surcos depende de la
capacidad de transporte del flujo de escorrentía.
- El modelo KINEROS2 (A Kinematic Runoff and Erosion Model). Está
diseñado para modelar la intercepción, la infiltración, la escorrentía
superficial y la erosión que producirían eventos de lluvia individuales
(Smith et al., 1995).
- El modelo EUROSEM (European Soil Erosion Model). Propuesto por
Morgan et al. (1994), es un modelo físico parecido a KINEROS2 que
simula eventos de escorrentía.
- La Ecuación Universal de Pérdida de Suelo (USLE). Es, sin duda, el
modelo de caja negra que ha tenido más difusión. Fue propuesto por
Wischmeier y Smith (1978) y resulta útil para tomar decisiones sobre
el uso y la conservación del suelo. Considera seis factores y estima las
pérdidas medias anuales de suelo a nivel de parcela agrícola o laderas
de pendiente moderada. Ha sido actualizado y ampliado en diferentes
versiones (RUSLE, Revised Universal Soil Loss Equation).

4.7.1 Ecuación universal de la pérdida de suelo y sus versiones


actualizadas

4.7.1.1 Estructura de la USLE


La USLE es un modelo relativamente simple, que considera que las perdidas de
suelo en una finca o parcela agrícola dependen de la agresividad de cada episodio
de precipitación, de la capacidad de resistencia de cada suelo al impacto de las
gotas de lluvia, de la pendiente de la ladera, de la longitud que recorre el agua
de escorrentía en la ladera, siendo estas pérdidas modificadas por el grado de
protección que ofrece la cubierta vegetal o las prácticas de conservación que se
apliquen. El esquema del modelo es el siguiente:

135
Josep Maria Alcañiz

donde:
A = Estimación de las pérdidas medias por erosión anual (Mg ha-1 a-1)
R = Erosividad de la lluvia (MJ ha-1 mm h-1 a-1)
K = Erosionabilidad del suelo-erodibility (Mg ha-1 a-1)
L = Factor longitud ladera (adimensional)
S = Factor pendiente (adimensional)
C = Protección del suelo por el cultivo o vegetación (adimensional)
P = Factor prácticas de conservación del suelo (adimensional)

El modelo da una estimación de la cantidad media anual de suelo que se puede


perder en una finca agrícola, pero no tiene en cuenta si ha habido erosión
y sedimentación dentro de la propia parcela. Más información sobre las
limitaciones de la USLE se puede consultar en Hudson (1993). También existen
hojas de cálculo que facilitan las operaciones necesarias para estimar las pérdidas
de suelo según USLE (ver en referencias, Internet).
A continuación, se presenta un resumen de cada uno de los factores considerados
en USLE.

4.7.1.2 Factor erosividad de la lluvia (factor R)


Depende de la intensidad de la lluvia y de la cantidad de agua caída en cada
episodio de precipitación a lo largo de años. Se calcula como la suma de los
productos de la energía cinética de cada episodio de lluvia por su intensidad
máxima, considerando intervalos de 30 minutos.
R = ∑E I30
donde:
E = energía cinética de la lluvia
I30 = Intensidad máxima en 30 minutos de cada episodio (mm h-1)
Para su cálculo, se necesita disponer de información de estaciones pluviométricas
que hayan registrado de forma detallada la cantidad de agua de lluvia en función
del tiempo durante unos 10 años. Este factor se basa en que las lluvias de mayor

136
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

intensidad contienen una proporción mayor de gotas de tamaño grande, por lo


que la energía cinética con que impactan sobre la superficie del suelo es también
mayor. Existen diversas ecuaciones que relacionan la intensidad de la lluvia con
la energía cinética equivalente, por ejemplo la que fue propuesta por Wischmeier
& Smith,
Eci = 11,87 + 8,73 log Ii (Jm-2 mm-1)
El detalle del procedimiento de cálculo se puede consultar en Porta et al.
(2003). Es importante resaltar que la erosión es un fenómeno muy irregular que
se origina de forma mayoritaria durante intervalos de tiempo relativamente
cortos de precipitación muy intensa. Por lo tanto, las intensidades medias de
precipitación diaria no sirven para estimar la agresividad de la lluvia. En la tabla
4.5 se muestra un ejemplo de los valores de intensidad y de energía cinética
correspondientes a episodios de lluvia ocurridos en una localidad de Cataluña
(NE, España).
En la USLE no se tiene en cuenta de forma directa la capacidad erosiva de la
escorrentía superficial y, por lo tanto, es un modelo que explica mejor la erosión
por salpique o de tipo laminar que la de flujo concentrado.

R = EC*I30
Evento Precipitación I30 EC
Fecha I15 (mm h-1) (MJ ha-1
Nº total (mm) (mm h-1) (MJ ha-1 )
mm h-1)
1 22/05/2001 16,6 19,2 22,4 3,11 59,7
2 15/07/2001 22,4 26,4 48,8 4,37 115,3
3 19/07/2001 31,4 8,8 11,2 5,57 49,0
4 30/08/2001 15,2 14,8 27,2 2,84 42,1
5 17/09/2001 24,0 23,6 25,6 4,78 112,7
6 22/09/2001 15,0 6,0 7,2 2,31 13,9
7 18/10/2001 19,0 9,6 10,4 3,53 33,9
8 20/10/2001 15,8 9,2 12,8 2,61 24,0
9 15/11/2001 35,8 6,8 8,8 5,93 40,3
10 16/11/2001 27,4 11,6 15,2 4,48 52,0
11 05/03/2002 18,6 6,0 7,2 2,60 15,6
12 03/04/2002 41,0 12 13,6 7,11 85,3
13 07/04/2002 14,6 4,8 5,6 2,02 9,7
14 02/05/2002 17,2 2,4 3,4 2,29 5,5
Tabla 4.5.- Precipitación total, I30, I15, energía cinética y erosividad de la lluvia, calculados a partir
de los registros pluviométricos de una estación meteorológica situada en Taradell (NE España).
Fuente: elaboración propia.

137
Josep Maria Alcañiz

4.7.1.3 Factor K - erosionabilidad (erodibility)


Expresa el conjunto de factores intrínsecos de cada suelo que influyen sobre la
erosión, es decir, indica la vulnerabilidad específica de cada tipo de suelo.
Representa la pérdida anual de suelo por unidad de factor R. Depende por lo
tanto de la textura y estructura (tipo y estabilidad) del suelo, del contenido de
materia orgánica, de la capacidad de infi ltración, de la pedregosidad superficial,
etc. El establecimiento de este parámetro en el modelo se realizó en parcelas
experimentales tipo USLE (20m de largo por 5m de ancho aproximadamente) en
las que se midió la cantidad de suelo perdido por unidad de precipitación erosiva.
También se puede recurrir al empleo de simuladores de lluvia, que permiten
comparar suelos distintos bajo unas mismas condiciones de precipitación.
Cuando la USLE se emplea para estimar las pérdidas potenciales de suelo en
función de distintos manejos o prácticas de conservación, se suele determinar
el factor K mediante figuras que dan un valor aproximado en función del
contenido de limo y arena muy fina, porcentaje de arena gruesa y contenido de
materia orgánica del suelo. Se suele afinar el valor de K considerando también el
tipo de estructura del suelo y la clase de permeabilidad.

4.7.1.4 Factores topográficos (S, L)


Expresan las pérdidas de suelo en función de la inclinación de la ladera y del
recorrido máximo del agua de escorrentía a lo largo de una vertiente, siguiendo
la línea de máxima pendiente. El factor L viene definido por el número de
unidades de longitud de la parcela USLE estándar:

donde:
L = valor del factor
l = longitud de la ladera considerada en m
m = exponente que depende del tipo de pendiente:
m = 0,6 para pendientes > 10%
m = 0,5 para pendientes 10-3%
m = 0,3 para pendientes <3 y de mucha longitud
El factor S depende de la pendiente de la ladera o parcela:

donde s = pendiente en %

138
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

Muchas veces, se calculan de forma combinada los factores LS y se emplean


nomogramas para su determinación gráfica aproximada (ver en referencias,
Internet). No se consideran la rugosidad ni la forma de la pendiente, por lo que
en laderas irregulares puede dar resultados alejados de los reales.

4.7.1.5 Factor cubierta del suelo (C)


Expresa la protección del suelo por la cubierta vegetal en comparación con el
suelo desnudo (C=1). Puede variar mucho estacionalmente en terrenos con
vegetación caducifolia y en suelos de cultivo. Lo que importa es el recubrimiento
efectivo del suelo por la vegetación más que la densidad de la formación vegetal.
En suelos agrícolas, se debería calcular un factor C para cada tipo de cultivo y
periodo vegetativo. Existen muchas tablas publicadas de valores del factor C,
por ejemplo en Porta et al. (2003), pero se deberían escoger aquellas que reflejen
mejor el tipo de cultivo o de vegetación de cada región.

4.7.1.6 Factor prácticas de protección del suelo (P)


Representa la reducción de las pérdidas de suelo cuando se emplean técnicas de
conservación, en comparación con las que ocurrirían si no se aplicaran. Permite
evaluar la eficacia de diversas técnicas de conservación de suelos en la reducción
de la erosión y ser utilizado como instrumento de gestión, ya que si se fija una
pérdida máxima tolerable de suelo, nos indica las prácticas de conservación
más eficientes para conseguir este objetivo. Este factor toma el valor 1 en la peor
de las situaciones, es decir con el suelo en barbecho, labrado en el sentido de
máxima pendiente, y su valor disminuye cuanto más eficiente sea la medida
tomada. Entre las prácticas de conservación habituales estarían el cultivo a
nivel, el cultivo en franjas, la construcción de terrazas y bancales, las técnicas de
laboreo mínimo, etc.

4.7.2 Modelos derivados, la RUSLE y la MUSLE


El modelo básico de la USLE se ha mantenido, si bien las versiones revisadas
(RUSLE) incluyen mejoras en la medida de la erosividad de la lluvia en
condiciones áridas, la consideración de que la erosividad del suelo puede variar
estacionalmente, un mayor detalle en el establecimiento del factor protección de
la cubierta del suelo, mediante el empleo de subfactores que consideran el uso
previo de la tierra, restos vegetales, cubierta herbácea y rugosidad del terreno,
la posibilidad de ajustar el factor topográfico a pendientes de formas variables,
etc. La versión disponible actualmente es la RUSLE2 que se puede consultar en
la Web del National Soil Erosion Research Lab del Departamento de Agricultura
de EEUU, donde se ofrece una versión informática de este modelo (ver en
referencias, Internet).

139
Josep Maria Alcañiz

Tanto USLE como RUSLE son modelos elaborados para predecir pérdidas
de suelo a escala de parcela, finca o ladera, pero no sirven para cuencas
hidrográficas. Para esta finalidad, se propuso la MUSLE (Modified Universal Soil
Loss Equation), que estima la producción de sedimento en una cuenca para cada
evento de precipitación y sustituye el factor erosividad de la lluvia por el factor de
energía o capacidad de transporte de la escorrentía (Q · q p). MUSLE es adecuada
para cuencas de unos 100 km2.
Y = 11,8(Q · q p) 0.56 · K · L · S · C · P
donde:
Y = producción de sedimento a la salida de la cuenca (Mg)
Q = volumen de escorrentía producido por cada evento de lluvia (m3)
q p (factor de escurrimiento) = velocidad máxima de caudal (m3 s-1)
Los otros factores son iguales que en la USLE.
Las unidades de Y se convierten en Mg ha-1 cuando Q se expresa en mm y q p en
mm h-1. Dado que la tasa de escorrentía por unidad de superficie disminuye a
medida que aumenta la superficie de la cuenca, el modelo contiene una tasa de
desplazamiento implícita.

4.8 Prácticas de conservación de suelos


La protección del suelo contra la erosión requiere compatibilizar su uso con
medidas que eviten o limiten su degradación. Existen numerosos procedimientos
que actúan sobre la cubierta vegetal, el control de la escorrentía, o sobre los
factores topográficos, sea de forma única o combinada. Los más simples
consisten en seleccionar el tipo de vegetación más efectiva para la fijación del
suelo, combinar cultivos, la rotación de cultivos, cultivo en fajas en una ladera,
establecimiento de barreras vivas entre cultivos, etc. Cuando estas medidas no
son suficientes, se pueden construir terrazas con los correspondientes canales de
drenaje que permitan la evacuación del agua de escorrentía de forma controlada.
Cuando se trata de paisajes montañosos con laderas pronunciadas se pueden
construir bancales, como los que construyeron los pueblos incas o mayas en
América para poder establecer sus cultivos y viviendas y que tienen un valor
histórico y paisajístico indudable.
Existen bastantes publicaciones donde se describen estas prácticas de
conservación. Podemos destacar el clásico Manual de Conservación de Suelos
del Departamento de Agricultura de EE.UU., el manual de Prácticas Integradas
para el Manejo y Conservación de Suelos Agrícolas de la FAO (1998), o de suelos
forestales (FAO, 1988), prácticas de conservación de suelos y aguas validadas
en Bolivia (Arteaga, 2002). También se dispone de páginas Web especializadas

140
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

al respecto (ver en referencias, Internet). A continuación, se explican las


características principales de las terrazas y bancales si bien se remite al lector a
las obras más especializadas citadas.

4.8.1. Terrazas y bancales


Son obras que limitan el recorrido del agua de escorrentía o modifican el perfil
topográfico de una zona, de manera que disminuyan los procesos erosivos sin
impedir el uso agrícola o forestal del suelo. En la figura 4.4 se muestra un esquema
de una terraza agrícola en la que se indican los elementos básicos que la componen:
canal, lomo y talud. Este tipo de terrazas no modifica la pendiente general de la
ladera, sino que tan solo acorta la distancia que recorrería la escorrentía en la ladera,
desviándola lateralmente hacia los cauces naturales. Los bancales, en cambio, tienen
un perfil en escalera, por lo que alteran la topografía natural al nivelar el terreno.
Las principales funciones que realizan las terrazas son: reducir la erosión
laminar y/o en regueros (factores LS de la USLE), nivelar el terreno para facilitar
la mecanización agrícola (solo los bancales), retener agua y mantener la humedad
del suelo y evacuar el exceso de agua de escorrentía sin erosión.
Estas obras de conservación del suelo se pueden clasificar como sigue:

• Según el perfil
- Bancales (estrechos y altos), normalmente nivelados
- Terrazas: plataformas de base ancha (anchas, poco desnivel, ligera
pendiente). Existen muchas variantes y formas de construcción.
• Según el control del agua
- Absorción
- Desagüe o drenaje

Figura 4.4.- Esquema de una terraza de cultivo. Fuente: TRAGSA-MMA (1998)

141
Josep Maria Alcañiz

Figura 4.5.- Esquema de terrazas diseñadas para la evacuación de la escorrentía (drenaje o desagüe)
y las que su función es almacenar el agua en el suelo (absorción). Fuente: elaboración propia.

En la figura 4.5 se muestra la diferencia entre las terrazas de absorción y las de


drenaje. En las primeras, la principal función es evacuar el agua de escorrentía
de forma controlada, mientras que las segundas facilitan la infi ltración y
retención del agua en el suelo, por lo que son muy apropiadas para las zonas
áridas. El diseño de las terrazas debe dificultar lo mínimo posible el uso del
suelo. La decisión de construir terrazas de drenaje o absorción se debe tomar
en función del clima de la zona y de la capacidad de infiltración de los suelos.
Es muy arriesgado construir terrazas de absorción en climas con precipitaciones
intensas, aunque sean ocasionales, ya que si se sobrepasa la capacidad de
retención de estas, se pueden producir cárcavas. También es importante hacer
un mantenimiento periódico de los bancales y terrazas, retirando sedimentos
que puedan obstruir los canales y reparando los lomos y taludes.
En zonas de pendientes suaves, se pueden cultivar la plataforma, el lomo y el
canal, siempre que se pueda garantizar que no se erosionarán. En caso contrario,
se debe mantener el talud con vegetación permanente (barreras vivas) o, si es
muy vertical, se puede construir con muros de piedra seca (barrera muerta de
piedras) u otras técnicas.

4.8.1.1 Cálculo del espaciamiento de las terrazas


Cuando se planifica la construcción de terrazas en una zona, hay que determinar
la altura o separación vertical y la anchura o intervalo horizontal, además de la
forma del perfil y del sistema de construcción. El diseño de las terrazas debe ir
acompañado de una red de drenaje bien organizada y dimensionada. Para una
determinada pendiente del terreno, el intervalo vertical y el horizontal están
relacionados. El intervalo horizontal está muy condicionado por el uso del suelo

142
Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de protección del suelo

(por ejemplo, por el tipo de cultivo que se quiera implantar). Se pueden calcular
atendiendo a la modificación del factor topográfico de la USLE.

Cálculo de la anchura de las terrazas (intervalo horizontal):


Anchura (m) = (100 LS / 0,75 +0,53p + 0,076 p2)2
donde:
LS = factor USLE
p = pendiente (%)

Cálculo del intervalo vertical (altura) según el Ministerio de Agricultura


español:

donde:
h = altura en m
p = pendiente (%)
En la tabla 4.6 se proponen unas longitudes máximas de las terrazas en función
de la pendiente que se pueda dar al canal construido sobre suelos poco o muy
erosionables. Si la situación de las quebradas o torrentes naturales no permite un
desagüe directo, se deberán construir canales protegidos con bloques de piedra
u hormigón para bajar las aguas hasta el fondo del valle.
En la tabla 4.7 se comparan las dimensiones verticales y horizontales de bancales
diseñados atendiendo a diferentes criterios, según países. Se debe buscar una
solución de compromiso entre la mínima altura posible de talud y la máxima
anchura (es decir, superficie cultivable) atendiendo al tipo de cultivo que se
quiere instalar, sus requerimientos de mecanización, estabilidad de los taludes y
coste de construcción.

Longitud lateral Pendiente lateral máxima del bancal


(m) (%)
erosionables poco erosionables
< 30 2,00 2,50
31-60 1,00 1,50
61-150 0,50 0,65
151-365 0,35 0,50
Tabla 4.6.- Longitud lateral de las terrazas de desagüe, según Beasley.

143
Josep Maria Alcañiz

p 15% p 20% p 25% p 30% p 35% p 40%


Criterio
H L H L H L H L H L H L
Ramser 2,13 14,2 2,64 13,2 3,15 12,6 3,66 12,2 4,17 11,9 4,68 11,7
Israel 3,50 23,3 4,00 20,0 4,50 18,0 5,00 16,7 5,50 15,7 6,00 15,0
Saccary 3,35 22,3 3,37 18,6 4,00 16,0 4,38 14,6 4,73 13,5 5,06 12,6
MAPA 3,90 26,0 4,58 22,9 5,17 20,6 5,70 19,0 6,18 17,7 6,63 16,6
Schwab 3,05 20,3 3,96 19,8 4,88 19,5 5,80 19,3 6,71 19,2 7,62 19,1
Tabla 4.7.- Espaciados verticales (H) y horizontales (L) en metros de las terrazas según diferentes
criterios y pendientes de la ladera original (p). Elaboración propia a partir de los autores

4.8.1.2 Movimientos de tierras para la construcción de bancales


La construcción de bancales supone excavar suelo de unos puntos para
terraplenar en otros. Estas operaciones se deben realizar teniendo en cuenta
que el suelo está formado por distintas capas u horizontes que no tienen las
mismas propiedades ni fertilidad, por lo que si no se realiza correctamente,
el resultado final puede ser peor que la situación de partida si se entierran las
capas más productivas. Dentro de lo posible, se debe separar previamente la capa
superficial (horizonte A) para reponerlo una vez nivelado el terreno. Los rellenos
de terraplenes se pueden construir con los materiales más pedregosos y estériles,
colocando en superficie los horizontes B y A del suelo original.

4.9 Referencias
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www.fao.org/docrep/T2351S/T2351S06.htm)
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http://www.umanitoba.ca/outreach/tillage_erosion/background/background.asp
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Hojas de cálculo para USLE
http://www.co.dane.wi.us/landconservation/uslepg.htm http://soilerosion.net/
Nomogramas para el cálculo del factor LS
http://edafologia.ugr.es/alumnos/u9915.htm
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http://www.ars.usda.gov/main/docs.htm?docid=2973
http://fargo.nserl.purdue.edu/rusle2_dataweb/RUSLE2_Index.htm
Conservación de suelos
PASOLAC http://www.pasolac.org.ni/
Soil and Water Conservation Society http://www.swcs.org/
NRCS http://www.nrcs.usda.gov/programs/swca/

146
CAPÍTULO 5
AGROECOLOGÍA: UNA PERSPECTIVA INTEGRADORA PARA
LA SOSTENIBILIDAD DE LOS SOCIOAGROECOSISTEMAS

David Tarrasón

5.0 Introducción

La agroecología como alternativa: de la modernización de la


agricultura a un enfoque crítico
Los cambios experimentados en el pasado siglo, acrecentados en los años
’50 con la llamada revolución agrícola contemporánea y, en las décadas de los
’60-70, con la Revolución Verde, provocaron una fuerte intensificación de
la producción agrícola. Estos cambios originaron un modelo de agricultura
basada en variedades mejoradas y en altos insumos químicos y de energías
procedentes de combustibles fósiles, orientado a maximizar la producción y las
ganancias. Los avances tecnológicos asociados a este modelo (irrigación, uso de
fertilizantes inorgánicos, plaguicidas, herbicidas, mecanización del laboreo del
suelo, modificación genética de especies vegetales), han permitido un fuerte
crecimiento del sector agroindustrial, triplicando el rendimiento de las tierras de
cultivo del mundo en el último siglo (Riechmann, 2003). Sin embargo, a partir
de los años ’90, se ha producido un estancamiento de la producción agrícola
neta per capita, como resultado de la reducción de la producción anual y del
aumento de la población (Gliessman, 2002). La reducción de la producción se
debe a la sobreexplotación de recursos y a los efectos sobre las tierras agrícolas
que la agricultura moderna ha provocado. En este sentido, el modelo agrícola
desarrollado bajo esta óptica maximizadora lleva asociados varios problemas
ambientales, económicos y sociales.

- Impactos ambientales. El porcentaje de tierras cultivadas degradadas


en el mundo creció de un 10% en 1970 a un 40 % en 1990 (Oldeman,
1994). Las principales manifestaciones de degradación del suelo se
deben a la pérdida de suelo (erosión eólica e hídrica), compactación,
pérdida de materia orgánica y diversidad microbiana, empobrecimiento
de la reserva de nutrientes y salinización, todas ellas relacionadas con
las prácticas agrícolas que sustentan la agricultura moderna (labranza
intensiva combinada con el monocultivo y las rotaciones de cultivo
cortas) (Gliessman, 2002).

147
David Tarrasón

Para alcanzar altos rendimientos de los cultivos, se requiere un uso


intensivo de agroquímicos. Los fertilizantes sintéticos son producidos
a partir de derivados del petróleo y de depósitos minerales. Cuando
son aplicados al suelo, una parte es rápidamente absorbida por las
plantas, pero el resto, debido a su naturaleza mineral, se pierde por
lixiviación, provocando la eutrofización de los ecosistemas acuáticos y la
contaminación de fuentes de agua potable. Los plaguicidas, la mayoría
de ellos elaborados con metales tóxicos (arsénico, plomo, mercurio o
zinc), por su alta toxicidad y tiempo de permanencia en el medio, causan
daños graves sobre la salud y el ambiente1.
El uso excesivo de agua en la agricultura ha provocado el agotamiento
de fuentes de agua (explotación de acuíferos subterráneos, drenaje de
ríos etc.) y la modificación del curso de los ríos, llegando a ejercer un
fuerte impacto sobre los patrones hídricos globales.
La agricultura moderna ha ido uniformizando cada vez más los
cultivos a partir de la variedades seleccionadas (ver apartado 5.5), que
responden a los intereses de las grandes empresas de la agroindustria.
A esto hay que sumarle los efectos de las prácticas agrícolas sobre el
ambiente (degradación de suelos, contaminación de agua, deforestación,
desertización, etc.) que revierten directamente sobre la biodiversidad
Todo ello ha ocasionado grandes pérdidas de biodiversidad agropecuaria,
como lo demuestra la alta tasa de desaparición de la diversidad genética
de cultivos y de las razas de ganado tradicional (entre un 2 y un 5 %
anual, respectivamente) (Money, 2002)
- Impactos económico y social. La agricultura moderna oculta costes
que no son medidos por los precios del mercado. En este sentido,
la crítica ecológica resalta que sus valores de producción están
mal medidos, al no incluir estos costes o externalidades (efectos
nocivos, tales como contaminación de alimentos y agua, destrucción
o abandono de recursos genéticos, uso de energías no renovables,
etc.) (Martínez-Alier, 1993), que se descargan sobre el resto de la
sociedad, las generaciones futuras y los demás seres vivos con quienes
compartimos la Biosfera 2 .
La mayor parte de los pobladores del planeta que padecen hambruna,
no son consumidores urbanos que compran los alimentos, sino
agricultores, productores y vendedores de productos agrícolas3. Las

1 Sobre el tema léase Naredo, J.M. (2001).


2 Según Pimentel et al. (1995), en EE.UU la erosión del suelo debida a la agricultura causa
daños por valor de 44 billones de dólares cada año.
3 Casi tres cuartas partes de la población del planeta que padece desnutrición vive en áreas
rurales (Mazoyer and Roudart, 1998).

148
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

razones que explican esta realidad responden a un distanciamiento


cada vez mayor entre la agricultura moderna, resultado de la revolución
agrícola contemporánea, y la agricultura tradicional y/o campesina.
Estas diferencias no solo se producen entre países del norte y del sur, sino
también entre los mismos países en vías de desarrollo, donde debido a la
dificultad de acceso a la tierra por parte de los campesinos con pocos
recursos, se ha mantenido la estructura de tenencia de los grandes
latifundistas, que han podido mecanizarse y aprovechar las ventajas de
contratación de estos países. Esto ha generado una gran desigualdad
dentro de muchos países de América Latina, África y Asia, donde las
condiciones de trabajo en las grandes explotaciones representan una
ventaja competitiva de cara a la agroexportación.
Por ejemplo, hoy en día un obrero de una gran explotación agrícola
de un país en vías de desarrollo, ganando menos de 1000 dólares por
año, puede llegar a producir más de 1000 t de cereales, lo que reduce
el coste de la mano de obra por kg de cereal a menos de 0,001$ (1000$
activo-1 año-1/106 kg activo-1 año-1 = 0,001$) (Mazoyer and Roudart,
1998).
Otra causa de esta desigualdad es que, para la mayoría de campesinos
del mundo, no es posible competir con los precios internacionales de
los productos básicos que, en muchos casos, son inferiores a su coste
de producción, de manera que tienen dificultades para vivir de su
trabajo y renovar sus medios de producción, creándose así una fuerte
dependencia de productos de consumo básico importados4 . A esto, hay
que añadirle el descenso de los costes de transporte y la liberalización
creciente del comercio entre países (tratados de libre comercio) que
excluyen todavía más a la mayoría de los agricultores, que no pueden
competir con los bajos precios de los mercados internacionales
(Mazoyer et Roudart, 1998). Esto ha ocasionado un gran desequilibrio
entre los países desarrollados que, con un porcentaje de activos agrícolas
minoritario5, marcan las directrices de las políticas agrarias mundiales
y establecen los tratados internacionales para la comercialización de
productos agropecuarios, y los países en vías de desarrollo que, con
un porcentaje de activos agrícolas mayoritario, están sujetos a las
dinámicas y cambios globales.

4 Un claro ejemplo de ello es la crisis del maíz en México. Desde la puesta en marcha, en
enero de 1994, del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), el precio
del maíz ha ido incrementando hasta un 738 por ciento.
5 En 1997, según la Organización Internacional del Trabajo, en Europa oriental el número
de activos agrícolas era del 20%, en América Latina del 25%, en África y en Asia alrededor
del 63%, mientras en la Unión Europea apenas alcanzaba el 5,2% (OIT/97/23) http://www.
ilo.org/public/spanish/bureau/inf/pr/1997/23.htm

149
David Tarrasón

En la actualidad, muchos agricultores (campesinos, agricultores


familiares, etc.) han ido abandonando las estrategias que les permitían
controlar el riesgo de pérdida de cultivos frente a eventos naturales.
El abandono de muchas prácticas de manejo tradicional se ha debido
principalmente a una paulatina erosión de conocimientos, (acelerada por
la ampliación de la frontera agrícola) y a la intensificación productiva.

5.1 La agroecología, un nuevo paradigma productivo


En respuesta a los efectos dañinos de la agricultura moderna (cambios de uso
del suelo, efectos nocivos de los pesticidas, pérdida de biodiversidad, erosión
cultural, etc.), en la década de los setenta aparecieron una serie de movimientos
que empezaron a establecer las bases para un nuevo paradigma productivo. Leff
(2001), define la Agroecología, como “un nuevo paradigma productivo, como una
constelación de ciencias, técnicas, saberes y prácticas que se configuran para una
agricultura más sostenible, orientada hacia el bien común y el equilibrio ecológico
del planeta, y como una herramienta para la autosubsistencia y la seguridad
alimentaria de las comunidades rurales”.

5.1.1 Agroecología, ecosistema y sociedad


En una entrevista6, Ramón Margalef define la ecología como “una red del
conocimiento para entender como son las cosas”, una ciencia que ha permitido
comprender las relaciones existentes entre los distintos compartimentos que
conforman el ecosistema, en lo que conocemos como procesos ecológicos. La
visión ecológica en la agroecología parte de la idea de que un campo de cultivo
es un ecosistema (Hecht, 1999) y de que, por tanto, está sujeto a las relaciones
complementarias entre los organismos vivos y su ambiente, que se mantiene
dentro de un estado de equilibrio dinámico (Odum, 1996).
Mas allá del simple conocimiento de los ecosistemas productivos, la
agroecología nos proporciona un enfoque que refleja la naturaleza de los
agroecosistemas7 como resultado de una coevolución entre cultura y ambiente
(Gliessman, 1990). La agroecología ve necesario un cambio de las premisas
dominantes de la ciencia moderna, pasando a un enfoque holístico, que tenga

6 Ramon Margalef, modest founding father of ecological science. Entrevista en “The


Guardian”. Michael Eaude (1/06/2004).
7 Mazoyer et Roudart (1998) entienden el (agro)ecosistema como una modalidad de explotar
el ambiente históricamente construido y sostenible. Un sistema de fuerzas productivas
adaptadas a las condiciones bioclimáticas en un espacio determinado, que responde a las
condiciones sociales y a las necesidades del momento. Este enfoque enfatiza la interacción
entre componentes del sistema a diferentes niveles.

150
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

en cuenta las incertidumbres de los sistemas, que considere los fenómenos


según el tiempo y el lugar en que se producen y reafi rme la pluralidad de
pensamiento (Noorgard and Sikor 1999).
Por lo tanto, se hace necesaria una nueva forma de investigación, con
la participación y valorización incluyente del conocimiento local de los
agricultores, que pasan de ser objeto de estudio a ser sujetos, junto al
investigador, de las transformaciones en curso. Se plantea, pues, el desarrollo
como un proceso coevolucionista entre el sistema socio-cultural (conocimiento/
información, valores, tecnología y organización) y el sistema ambiental
(Noorgard and Sikor 1999).
De esta forma, la agroecología ha surgido como un enfoque nuevo del desarrollo
agrícola que define los principios ecológicos necesarios para desarrollar sistemas
de producción sostenibles dentro de marcos socioeconómicos y culturales
específicos.

5.1.2 Una agricultura sostenible


La agroecología, más allá de la producción del sistema, plantea una estrategia
que tiene como objetivo un desarrollo sostenible, estable y equitativo de los
agroecosistemas (Conway, 1985). En la figura 5.1, se observa que, si bien la
agricultura moderna presenta mayor producción a corto plazo, la estabilidad,
sustentabilidad y equidad son menores que en un agroecosistema tradicional.
La productividad del agroecosistema es el resultado del producto valorizado
en relación al ingreso de recursos (cosecha o renta generada por hectárea, o
producción total de bienes y servicios por familia, dependiendo de la naturaleza
del producto y de los recursos empleados); la estabilidad es la constancia
productiva dada bajo un conjunto de condiciones ambientales y económicas.
Esta depende de la capacidad del sistema para volver al estado inicial después de
un disturbio temporal (resiliencia), en función de sus características intrínsecas,
así como de la naturaleza e intensidad de la perturbación. La sustentabilidad
es la capacidad de un agroecosistema para mantener la producción a lo largo
del tiempo, a pesar de las restricciones ecológicas y socioeconómicas a largo
plazo. La ecuanimidad o equidad es el grado de igualdad de distribución de
la productividad del sistema agrícola entre los productores y consumidores
(Conway, 1993).

151
David Tarrasón

Figura 5.1.- Propiedades de los Agroecosistemas. Fuente: adaptado de Conway and Barbier, 1990.

El concepto de sustentabilidad aparece después de la Conferencia de Estocolmo,


en 1972. A pesar de ello, todavía hay un gran debate alrededor del término y
su significado real. Como aducen Caporal y Hernández (2000), se trata de un
proceso todavía incipiente que requiere grandes transformaciones en los estilos
de vida, de producción y de consumo aún dominantes en nuestras sociedades.
En primer lugar, se trata de desarrollar sistemas agrícolas que reduzcan al
mínimo las entradas y que enfaticen las interacciones y los sinergismos entre
los numerosos componentes de los agroecosistemas, mejorando así la eficiencia
biológica y también la protección del medio ambiente (Altieri, 1995).
Un agroecosistema sostenible debe asegurar el mantenimiento de su capacidad
productiva, su capacidad autorreguladora y la preservación de la biodiversidad
ecológica.
Los procesos ecológicos afectan directamente la capacidad productiva. De
esta forma, las estrategias de la agricultura sostenible tienen que ir dirigidas a
minimizar los impactos negativos sobre: (i) los patrones de flujo de energía y
nutrientes (capacidad fotosintética del cultivo, flujo energético a través de las
redes tróficas, la materia orgánica como fuente de carbono y energía, la fuerza
de trabajo, etc.; (ii) los ciclos biogeoquímicos, reguladores de la fertilidad del
suelo, donde el balance de entradas y salidas es fundamental; (iii) los procesos
hidrológicos, el estado de calidad del suelo, la cubierta vegetal, etc.; (iv) los
procesos sucesionales8 en cultivos asociados.
Más allá de la sustentabilidad ecológica, la agroecología trata de hallar una
sinergia entre ecología, economía y ciencias agrarias, para así implementar
estrategias que puedan dar respuesta a la degradación ambiental y la inequidad
social. Para ello, desde la agroecología se propone un planteamiento de las

8 Al observar el desarrollo de los cultivos, podemos diferenciar distintas etapas o ciclos de


desarrollo (véase MILZ, J. 1997).

152
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

acciones en planes de desarrollo rural con propuestas que provengan desde


abajo. Con este fin, la participación activa de los actores puede ayudar a romper
condiciones de exclusión y a suministrar a las poblaciones locales la base para
una implicación más directa en las iniciativas de desarrollo (Clayton et al.,
1997).
El concepto de sustentabilidad agrícola no es una receta de condiciones y
prácticas predefinidas, sino parte de un proceso de aprendizaje, un concepto
abierto. De acuerdo con Pretty (1995): “(…) la agricultura sostenible no tiene
definición unívoca y predeterminada sino que es un enfoque abierto (…) el
conocimiento se construye socialmente (…) es importante una capacitación de los
actores para aprender constantemente la condición de las transformaciones en
acto y saber intervenir sobre ellas (…) un sistema de aprendizaje e interacción son
necesarios para dar espacio a las múltiples perspectivas de las partes interesadas”.
Simultáneamente, se deben incrementar las interacciones y la exploración mutua
entre los actores sociales (ej. comunidades rurales, productores individuales
etc.) y los actores externos del proceso de desarrollo en curso, de manera que
el investigador o especialista desempeñe el papel de facilitador (o acompañante)
de un proceso, más que el de dirigente o controlador (Chambers, 1994). De esta
manera, se podrán llevar a cabo acciones acordes con las prioridades locales,
alimentadas por el diálogo con el conocimiento local. Esto ha motivado que
el pensamiento agroecológico haya incorporado también otros enfoques,
provenientes de la antropología y la sociología, necesarios para que pueda darse
de verdad un proceso orientado los actores que pueda garantizar el éxito de las
acciones dirigidas a un desarrollo rural sostenible. Este requiere la formación
de alianzas estratégicas entre investigadores, comunidades rurales, proyectos,
tomadores de decisiones, y otros actores relevantes en actividades de desarrollo
rural y conservación ambiental (Méndez and Gliessman 2002).

5.2 Concepto y dinámica de los agroecosistemas


El concepto de agroecosistema se refiere a que los sistemas ecológicos están
en la base de todos los sistema agrícolas, a pesar de que esta relación sea muy
tenue en algunos casos (Conway, 1993). Por esto, para su estudio se analizan
los procesos, la estructura y otras características de un ecosistema natural: flujo
de energía, ciclo de nutrientes, mecanismos de regulación de poblaciones, etc.
(Gliessman, 2002).
La diferencia entre un agroecosistema y un ecosistema natural dependerá en gran
medida de las prácticas de manejo empleadas por el agricultor. En este sentido,
el flujo de energía está fuertemente alterado por la naturaleza de las entradas al
sistema (insumos externos) y las salidas con la cosecha. El ciclo de nutrientes
también experimenta una fuerte alteración, ya que una parte de la materia

153
David Tarrasón

(elementos y compuestos esenciales para la vida) no se recicla, al extraerse con la


cosecha o perderse por lavado (lixiviación, con el agua de escorrentía, etc.).
En la figura 5.2 vemos como un campo de arroz que ocupó el lugar de una
antigua várzea inundable mantiene, aunque alterados, los procesos ecológicos
básicos: competencia entre cultivo e invasoras, consumo del arroz por las plagas,
relación de estas con sus enemigos naturales, etc. En la misma figura, podemos
observar también que el grado de alteración de los procesos, de la dependencia
de la materia y energía externa (agroquímicos, combustibles fósiles, semillas,
etc.) y de los mecanismos de regulación de las poblaciones (control de plagas e
invasoras, etc.), responderá a las dinámicas de cooperación/competición social
y económica existentes que, en gran medida, estarán influenciadas por las
diferentes lógicas (o racionalidades) del productor y por las políticas nacionales e
internacionales.

Figura 5.2.- Componentes e interacciones en un agroecosistema. Fuente: adaptado de Conway,


1993

De esta forma, vemos como el agroecosistema nace de la interacción entre la


dimensión biofísica, donde tienen lugar los procesos ecológicos, y la dimensión
socioeconómica que influye y está influida, directa o indirectamente, por la
racionalidad productiva del agricultor. Las políticas y los arreglos institucionales
definen los márgenes de maniobra de los productores y se redefinen
constantemente desde las negociaciones locales.

154
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

5.3 Principios ecológicos en el manejo del suelo


El suelo es un cuerpo tridimensional natural, cuyas propiedades son el resultado
de los efectos integrados de la acción del clima y los organismos que actúan sobre
el material original y bajo la influencia de relieve a lo largo del tiempo (Tan, 1994).
Esta definición ilustra muy bien la ecuación de Jenny, (1941), donde el estado de
desarrollo de un suelo es función del clima (cl), la litología (li), los organismos
(bio), el relieve (re), el tiempo (t) y el uso antrópico (h), expresado como:

S = f (cl, li, bio, re, t, h)


Estos factores han actuado e interactuado durante amplios periodos de tiempo
(eras y periodos geológicos), de modo que la lentitud y complejidad de los
procesos que forman los suelos los convierten en un recurso no renovable a
escala humana.
El suelo, como sustento de cultivos y otras actividades agropecuarias, requiere
ser manejado de modo que no se alteren sus funciones clave. Entre estas,
destacamos su función como suministrador de agua y elementos nutritivos que
requieren las plantas y su papel determinante en la producción de alimentos y
biomasa. Ello nos conduce al concepto de calidad, donde un suelo de calidad es
aquel que puede realizar sus funciones específicas sosteniendo la productividad
biológica y manteniendo la calidad ambiental, de tal forma que se promueva la
salud de plantas, animales y hombres (Doran and Parkin, 1994).
En términos de producción agrícola, por lo tanto, la calidad del suelo se refiere a
su capacidad para sostener la productividad del sistema, de modo que existe una
fuerte relación entre calidad del suelo y agricultura sostenible (Lal, 1998). Un paso
importante para mejorar la calidad del suelo y alcanzar la sostenibilidad agrícola,
es identificar las constricciones del suelo que limitan la producción del cultivo
(p.ej. profundidad efectiva del suelo, profundidad del horizonte organomineral,
compactación, capacidad de retención de agua, tasa de infiltración, textura,
densidad aparente, estabilidad de los agregados, contenido en materia orgánica,
etc.), y manejarlo en función de ellas, para mejorarlo y evitar su degradación.

5.3.1 Manejo sostenible del suelo


Para un buen manejo del suelo, es importante entender que este cuerpo
tridimensional compuesto de aire, agua, elementos minerales y materia
orgánica, funciona como un sistema vivo y, como tal, tiene que estar alimentado
y protegido adecuadamente. La alimentación proviene de la entrada de materia,
que es procesada (descomposición y mineralización) por los organismos del
suelo (mesofauna y microorganismos) y transformada en energía y elementos
esenciales para las plantas. La protección del suelo, frente a la incidencia directa
de la lluvia y el sol, es fundamental para ofrecer las condiciones de temperatura,

155
David Tarrasón

humedad y porosidad óptimas para el desarrollo de los organismos del suelo y


de sus funciones metabólicas, que contribuyen al reciclaje de nutrientes y a la
mejora de la estructura del mismo, entre otras.

5.3.1.1 La materia orgánica como fuente de alimento y protectora


del suelo
La materia orgánica del suelo (MOS) está formada por tres clases de material
orgánico: 1) plantas, animales y microorganismos vivos, 2) fragmentos de
organismos (animales y vegetales) muertos (materia orgánica activa) y, 3)
componentes orgánicos descompuestos (materia orgánica estable o humus).
La MOS confiere una serie de propiedades al suelo, que se relacionan con
atributos físicos (estructura, retención de agua), nutricionales (aporte de
nutrientes) y químicos (capacidad de intercambio catiónico, agente quelante de
micronutrientes). Esto hace que la presencia de materia orgánica se relacione
generalmente con una mayor calidad del suelo, proveyéndole mayor resistencia
frente a perturbaciones (Reeves, 1997; Bouma and Droogers, 1998; Masciandaro
and Ceccanti, 1999).
Para obtener un suelo de calidad, será importante desarrollar un manejo
integrado del suelo y del cultivo (Magdoff, 1987), de modo que se favorezcan
las entrada de materia orgánica para reemplazar las salidas de nutrientes, como
sustituto de otras fuentes de materia necesarias para el crecimiento de los
cultivos. En este sentido, para eliminar por completo el uso de fertilizantes y
agroquímicos para la mejora de la fertilidad del suelo, los sistemas del manejo
agroecológico plantean una serie de estrategias.
Los suelos cultivados tienden a experimentar una rápida disminución en los
niveles de materia orgánica. Sin embargo, esta disminución depende del tipo
de cultivo y las prácticas de manejo del suelo. Si comparamos dos suelos de dos
comunidades campesinas andinas (Cceroncancha y Paltamachay), la primera
con descanso pastoreado de más de 5 años y abono orgánico (estiércol animal),
y la segunda sin descanso y con uso de fertilizante mineral, se observan niveles
de MOS superiores (>50%) en los suelos agrícolas de la primera comunidad
(Figura 5.3)
Esto refleja que hay una entrada de materia orgánica que se va renovando año
tras año. Esta proviene, por un lado, de la incorporación de la biomasa herbácea,
que se desarrolla en el período de descanso y representa una entrada de materia
orgánica que se va humificando lentamente, haciendo aumentar el contenido de
materia orgánica del suelo. Al mismo tiempo, la presencia de cobertura herbácea
que crece durante el periodo de descanso protege el suelo contra la erosión y
evita el lavado de materia orgánica, al reducir el impacto directo de la lluvia y el
arrastre de suelo superficial.

156
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

4,0

3,0
MOS %

2,0
3,67±1,6

1,0
1,57±1,4

0,0
Cceroncancha Paltamachay

Figura 5.3.- Niveles de materia orgánica en los suelos (MOS) muestreados de dos comunidades
andinas (Cceroncancha y Paltamachay) de la Provincia de Huancavelica, Perú. Fuente: datos
propios no publicados.

Este ejemplo ilustra muy bien que, para mantener niveles óptimos de materia
orgánica, debemos mantener sus entradas. Para ello, se puede recurrir a un
conjunto de prácticas agrícolas, tales como la aplicación de los restos de cultivo,
el manejo de cultivos de cobertura, la aplicación de enmiendas orgánicas
(estiércol animal, etc.), etc.

5.3.1.2 El manejo físico del suelo: la labranza mínima o labranza


cero
La necesidad de reducir los impactos negativos sobre los suelos, derivados de
algunas prácticas agrícolas, ha llevado a los agricultores a considerar prácticas
de bajo impacto como alternativas a los sistemas de labranza convencionales
(Cannell and Hawes, 1994). Por esta razón, se han investigado nuevas técnicas
de labranza que reduzcan y eviten la pérdida de suelo cultivable. La labranza de
conservación, definida por la Conservation Tillage Information Center (CTIC),
excluye las técnicas de labranza convencional que remueven el suelo y entierran
los restos vegetales. Existen cinco tipos de sistemas de labranza de conservación:
(i) labranza cero (no-tillage), (ii) labranza con mulch (mulch tillage), (iii)
labranza en franja o zonal (strip or zonal tillage), (iv) labranza en camellón
(ridge tillage) y (v) labranza reducida o mínima. Todos estos sistemas incluyen el

157
David Tarrasón

manejo de restos vegetales de las cosechas anteriores, que se distribuyen sobre la


superficie del suelo. Con estos residuos (el 30% de los restos vegetales), se forma
una capa protectora sobre el suelo. Dejando la tercera parte del residuo vegetal,
se reduce de manera significativa la erosión del suelo (Velásquez et al., 1997). La
labranza de conservación segun las estimaciones de la FAO (2001), se practica en
45,5 millones de ha de tierras agrícolas en el mundo, principalmente en Norte
y Sudamérica, en Sudáfrica y en otras áreas semiáridas, imponiéndose como
alternativa a la labranza convencional.
Los efectos beneficiosos del uso de cultivos de cobertura y la utilización de
mulch9 han sido descritos por muchos autores, en otros Haynes (1980) y Lal, et
al. (1991). Estos efectos se pueden resumir en cuatro funciones fundamentales:
(i) protección contra la erosión (al mejorar de la estructura del suelo), (ii)
mejora de la capacidad de retención de agua, (iii) aumento de la fertilidad
del suelo y reciclaje de nutrientes y (iv) refugio para los insectos enemigos
naturales de plagas y aumento de la biota edáfica y su diversidad (incremento
de la actividad metabólica, efectos en el control de plagas y enfermedades, etc.).
A nivel global, contribuyen a la reducción de la emisión de gases invernadero
(Lal, 1997). En general, los sistemas de labranza de conservación se benefician
de los efectos positivos del uso de mulch. A pesar de ello, este tipo de manejo
se ha implementado principalmente en monocultivos (con lo cual, para obtener
rendimientos óptimos, se continúan aplicando fertilizantes, herbicidas y otros
insumos externos) o en cultivos transgénicos. Este hecho ha forzado a muchos
agricultores, sobre todo de áreas marginales con pocos recursos económicos, a
buscar y/o recuperar prácticas de manejo tradicionales. La labranza orgánica
de conservación (plantación directa), en lugar de herbicidas, utiliza para el
control de malezas estrategias basadas en el uso de cultivos de cobertura mixtos
(combinación de avena, centeno, fríjol de palo, rábano, etc.) que, con sus restos
vegetales, forman una capa de mulch sobre la cual posteriormente se plantan
maíz, fríjol y trigo (diversificación espacial y temporal del agroecosistema). De
esta forma, se reduce mucho la interferencia de malezas durante la estación de
crecimiento del cultivo y se alcanzan niveles agronómicos aceptables.
Según observaciones de campesinos que manejan los sistemas de labranza
orgánica de conservación, los beneficios que se obtienen de estos diseños del
agroecosistema se deben a los distintos cultivos de cobertura usados, a la
cantidad y espesor de sus restos vegetales, al tiempo de permanencia en forma
de mulch y a la dinámica de las poblaciones de malezas. El uso de cultivos de
cobertura mixtos puede facilitar el mantenimiento de una biota compleja de
enemigos naturales. Es muy importante el manejo del hábitat, por los efectos

9 “Living mulch cropping systems” se define como “mixed cropping system, in which one
partner acts chiefly as a live soil cover for a considerable part of the life cycle of the main
crop” (Feil and Liedgens, 2001, en Liedgens et al., 2004).

158
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

que tiene sobre los artrópodos benéficos (depredadores y parasitoides) y la


mejora de su efectividad. Muchos estudios demuestran que existe una relación
positiva entre la diversidad de la cubierta vegetal y la presencia de artrópodos
benéficos. El manejo de hábitat, por tanto, es importante ya que los enemigos
naturales pueden requerir acceso a hospederos alternos, recursos alimentarios
para los adultos, hábitats de hibernación y un suministro constante de alimentos
y microclimas apropiados (Rabb et al. 1976).
Finalmente, de acuerdo con Lal (1998), para aumentar la calidad del suelo es
necesario adoptar un enfoque holístico, a través del cual edafólogos y agrónomos
cooperen con científicos de otras disciplinas (geógrafos, geólogos, ecólogos,
etc.), debido a que la degradación de los suelos responde a numerosos procesos
interactivos.

5.4 Principios ecológicos en el manejo de insectos plagas,


enfermedades y plantas espontáneas

5.4.1 Control de insectos plagas


Entre los principales problemas asociados a la agricultura moderna se encuentran
los sistemas de monocultivo, que reducen la diversidad espacial y temporal10. Los
monocultivos son más propensos a la invasión por plagas (Power and Kareiva,
1990), ya que en ellos no se logran las interacciones entre organismos necesarias
para regular la estabilidad de las poblaciones y amortiguar la incidencia de
invasores con alto potencial reproductivo (Begon et al., 1995).
Por otro lado, el uso de agroquímicos (insecticidas, fungicidas, etc.), del que
dependen los monocultivos, no solo afecta a la población plaga, sino que también
elimina a sus enemigos naturales. De esta forma, el cultivo pierde su capacidad
de respuesta frente a la invasión de nuevas plagas resistentes a los plaguicidas.
La alternativa a los insecticidas y agroquímicos para el control de plagas
pretende suministrar al agroecosistema los mecanismos de autorregulación
de los ecosistemas naturales. Esta regulación, llamada control biológico, es
definida por DeBach (1964) como “la acción de parasitoides, depredadores o

10 El término “agrodiversidad”, propuesto por Brookfield and Stocking (1999), incluye


aspectos ecológicos, tecnológicos, socioeconómicos e históricos. La agrobiodiversidad es
un concepto más específico y se refiere a la diversidad temporal y espacial, derivada de
la presencia de componentes bióticos (cultivos, malezas, insectos, micro-organismos) en
un sistema agropecuario. La diversidad espacial de un agroecosistema se puede expresar
en base a la cantidad de especies cultivadas y a la proporción de superficie que ocupan,
mientras que la diversidad temporal se puede definir por la secuencia de cultivos o
condiciones de las distintos parcelas que componen un sistema. Como cada una de ellas
posee una historia particular, se la vincula al número de lotes.

159
David Tarrasón

patógenos para mantener la densidad de la población de un organismo plaga o un


promedio menor del que ocurriría en ausencia de este”. El aumento en intensidad
de población de los llamados “enemigos naturales” depende de la densidad de la
población plaga, de manera que los mismos depredadores o parasitoides regulan
la población de herbívoros.
El control biológico se puede realizar por:

- Importación, que consiste en la introducción de especies exóticas


depredadoras de insectos plaga. Los principales problemas se deben a
la dificultad de adaptación al nuevo medio y por lo tanto, se obtiene un
porcentaje muy bajo de éxito en el establecimiento de estos enemigos
naturales exóticos. Además, no es raro que algunos de estos organismos
introducidos se transformen a su vez en plaga, debido a la falta de
enemigos naturales que controlen sus poblaciones.
- Aumentación o incremento es la manipulación directa de enemigos
naturales para aumentar su efectividad. Esto se puede lograr mediante
una producción masiva de enemigos naturales exóticos (alóctonos) o
autóctonos y una liberación periódica. El mayor riesgo puede ser debido
a la alteración de la cadena trófica (incertidumbre a medio o largo plazo).

Estas dos estrategias de control biológico requieren de investigaciones que


minimicen las incertidumbres de los posibles efectos provocados por la liberación
de especies para el control de plagas (exóticas o nativas) y optimicen la eficacia
de la intervención (p. ej. sobre la dinámica poblacional para conocer la relación
temporal enemigo natural-plaga)
Finalmente, mediante la conservación o manejo, se facilita el mantenimiento de
una biota compleja de enemigos naturales. Esto se puede obtener asegurando
a los enemigos naturales sus requisitos ecológicos en el ambiente del cultivo.
Existen varias estrategias para conservar las poblaciones de depredadores o
parasitoides. Es muy importante el manejo de hábitat por los efectos que tiene
sobre los artrópodos benéficos (depredadores y parasitoides) y sobre la mejora
de su efectividad. Muchos estudios demuestran que existe una relación positiva
entre la diversidad de la cubierta vegetal y la presencia de artrópodos benéficos.
El manejo de hábitat, por tanto, es importante ya que los enemigos naturales
pueden requerir acceso a hospederos alternos, recursos alimentarios para
los adultos, hábitat para hibernación, un suministro constante de alimentos y
microclimas apropiados (Rabb et al. 1976).
Para satisfacer la estrategia de manejo de plagas, es necesario el refinamiento
y adaptación continua de los enfoques de control biológico y su aplicación.
Además, en cada zona, las especies plaga y los enemigos naturales de estas varían

160
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

de acuerdo a la vegetación y fauna dentro y fuera del cultivo, al tipo y intensidad


de manejo, etc. (Altieri and Nicholls, 2000).
La FAO define el Manejo Integrado de Plagas (MIP) como un sistema de manejo
de plagas que comprende una variedad de métodos de control, incluidos la
conservación de los enemigos naturales, la rotación de cultivos, los cultivos mixtos
y el uso de variedades resistentes a las plagas para mantener las poblaciones de la
plaga a niveles inferiores de los que producen pérdidas económicas. Según Flint
and Van Den Bosch (1981)11, un programa de MIP debería considerar todas las
acciones de control de plagas disponibles, incluyendo la no acción, y evaluar
la interacción potencial entre varias tácticas de control, prácticas culturales,
meteorología, otras plagas y el cultivo a proteger. El MIP emplea plaguicidas, pero
solamente cuando el seguimiento sistemático de las poblaciones de plagas y los
factores naturales de control indican su necesidad12 . (Figura 5.4)

Control biológico vs MIP


El control biológico, se basa en el aprovechamiento de enemigos naturales para la regulación
natural de plagas. La diferencia más importante con respecto al MIP, es que el control
biológico no depende de insumos externos (plaguicidas) para su implementación y, en
particular el tipo conservativo o de manejo de hábitat es una estrategia que enfatiza sobre el
diseño diversificado del agroecosistema para proveer las condiciones ambientales óptimas
para el sustento y reproducción de los enemigos naturales. Esto conlleva una regulación de
plagas a largo plazo, con menores impactos ambientales y un reducido coste económico.
La transición de sistemas de cultivo con problemas de plaga a sistemas agroecológicos solo
dependientes del control biológico de las plagas se puede dar con un inicial uso eficiente
de pesticidas (MIP) seguida por una progresiva sustitución de insumos, y un rediseño del
sistema agrícola. Muchos enemigos naturales son susceptibles a los pesticidas, por lo cual, es
muy difícil integrar las dos estrategias. Se trata en definitiva de un cambio de concepción del
problema: en el caso del MIP, se interviene eliminando directamente la plaga; en el caso del
control biológico, se previene la extensión de la plaga gracias a la comprensión de las complejas
interacciones entre todos los componentes del agroecosistema.

Figura 5.4.- Control Biológico vs MIP Cceroncancha Paltamachay

11 Flint, M.L. and van den Bosch, R. (1981). Introduction to Integrated Pest Management.
Plenum Press, New York.
12 En España, existen proyectos con uso de manejo de plagas integrado (p. ej. en gestión de
cítricos y en el uso de varias especies fitófagas bajo control) con buenos resultados, como
en el caso de la cochinilla acanalada, Icerya purchasi (controlada por Rodolia cardinalis),
o Serpeta fina, Insulaspis gloverii (controlada por Encarsia elongata) o satisfactorios,
como en el caso de la mosca blanca algodonosa, Aleurothrixus floccosus (controlada por
Cales noacki), el ácaro rojo, Panonychus citri (controlado por Euseius stipulatus), o el
cotonet, Pseudococcus citri (controlado mediante sueltas de Cryptolaemus montrouzieri y
Leptomastix dactylopii) (Jacas y Gómez, 2001)

161
David Tarrasón

Otro aspecto a considerar es el contexto socio-económico y político en que se


llevan a cabo estos programas. Por ejemplo, bajo los cambios socioeconómicos
experimentados a través de una apertura a modelos capitalistas, los países de la
ex Unión Soviética y la República Popular China han ido abandonado, en los
últimos años, la estrategia de control biológico aumentativo, puesto que requiere
mucha investigación y mano de obra abundante y organizada. Efectivamente, el
coste monetario de las prácticas de control biológico es un parámetro que debe
ser estudiado en cada contexto.

5.4.2 Control de enfermedades


Al comparar sistemas de agricultura intensiva y extensiva, se ha observado
que, a cuanto mayor es la intensificación, más frecuente es la proliferación de
enfermedades epidérmicas (Nicholls and Altieri, 2002). Así pues, podemos
imaginar que la diversificación del cultivo y un manejo del agroecosistema libre
de insumos externos pueden, a priori, reducir la incidencia de enfermedades.
La agroecología no pretende solucionar un problema (en este caso erradicar
una enfermedad), sino que interviene de forma preventiva, fortaleciendo la
inmunidad del ecosistema. La diversificación genética del cultivo (combinación
de variedades dentro del cultivo, combinación de especies, secuencia de cultivos
no emparentados, etc.) y el incremento de patógenos antagonistas son elementos
claves para el manejo de enfermedades. El manejo temporal del cultivo también
es un elemento clave (p. ej. la siembra adelantada del cultivo con respecto
a la aparición del patógeno puede evitar la enfermedad) o bien la rotación de
cultivos. También existe el manejo mediante el control biológico, en este caso
por antagonismo. Los microorganismos antagónicos se anticipan al patógeno y
lo eliminan por competencia. Para este tipo de manejo, se necesita conocer bien
la enfermedad, los microorganismos benéficos y los ciclos de vida respectivos.
Una de las prácticas más efectivas, por el hecho de no tener que introducir los
microorganismos en el campo de cultivo, es la aplicación directa de abonos
verdes en el suelo. Esto se debe a las propiedades que la materia orgánica confiere
al suelo, al incrementar la biomasa microbiana y su actividad metabólica y, al
mismo tiempo, disminuir la actividad de los propágulos. La acción de los
microorganismos sobre la materia orgánica, durante su descomposición, genera
gran cantidad de productos químicos que pueden actuar en el control de los
patógenos del suelo. Entre otros, el amonio y un gran número de sustancias
volátiles y de ácidos orgánicos, pueden producir una acción nematicida directa o
afectar a la eclosión de los huevos o la movilidad de los juveniles de nematodos;
los fenoles y los taninos son también nematicidas a ciertas concentraciones
(Mian and Rodríguez-Kában, 1982).
Cada planta es susceptible al ataque de un amplio espectro de patógenos. El
establecimiento de una infección en una planta depende de la interacción

162
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

entre los genes de resistencia en el huésped y sus correspondientes genes de


patogenicidad en el parásito. Así pues, la resistencia de la planta a enfermedades
puede mediarse también incrementando la diversidad genética. Existen dos clases
de resistencia del huésped a los parásitos de los cultivos: vertical y horizontal. La
resistencia vertical está controlada por genes únicos y es una forma temporal de
resistencia genética que disminuye cuando aparecen en escena nuevos agentes
patógenos. Por el contrario, en la resistencia horizontal, participan muchos
genes y es una forma más duradera de resistencia a enfermedades.

5.4.3 Manejo de plantas espontáneas


Las plantas espontáneas, consideradas tradicionalmente como “malezas” o
plantas indeseables o “malas hierbas”, no son más que plantas que compiten con
el cultivo. En este caso, se trata de competencia por los recursos. En general, se
trata de especies que ocupan nichos ecológicos todavía no colonizados (suelo
libre de cobertura dentro del cultivo) y que, por su alta tasa de crecimiento
(estrategas de la r o alternancia r-k), afectan el desarrollo del cultivo. Así pues,
la interacción cultivo/maleza es un factor que puede afectar el rendimiento del
cultivo. Para minimizar o controlar el efecto negativo de esta interacción, una de
las estrategias es establecer el periodo crítico de competencia de malezas. Se trata
de intervenir sobre las malezas en el momento oportuno para que no coincida
con el período crítico. Incrementar la heterogeneidad dentro del cultivo, es decir
diversificarlo en especies vegetales y en variedades dentro de una misma especie,
favorece la colonización del suelo por parte de las plantas cultivadas y limita el
establecimiento de la maleza. Es preciso también controlar la densidad y tipo de
maleza, ya que no todas las especies de maleza tienen el mismo efecto sobre el
cultivo. Factores muy importantes son las características del suelo (propiedades
físicas, químicas y biológicas) y su fertilidad. La entrada de nutrientes,
principalmente de N y P es aprovechada por las plantas espontáneas y, por lo
tanto, es importante regular adecuadamente el ciclo de nutrientes y eliminar su
aporte directo, sobre todo en forma mineral. El grado de competencia variará en
función de una serie de factores, que dependen del tipo de manejo y, por tanto,
forman parte de la estrategia para el manejo de espontáneas a niveles que no
sean perjudiciales para el cultivo. Estos factores son: la distancia entre hileras
del cultivo (para evitar la insolación directa que favorece el crecimiento de otras
plantas), una alta densidad de siembra (ya que la maleza compite directamente
con el cultivo), el tiempo de siembra, la rotación y combinación de cultivos y los
cultivos de cobertura precediendo al cultivo. De esta forma, se logra la exclusión
de plantas espontáneas. Al mismo tiempo, cuando las plantas de cobertura
perecen, sus restos quedan depositados en la superficie del suelo, formando
una capa de mulch que permite un control eficiente de las plantas espontáneas.
Mientras el efecto nocivo sobre el crecimiento y desarrollo del cultivo es debido
a la competencia por la disponibilidad de recursos comunes, la otra forma de

163
David Tarrasón

interferencia cultivo/maleza ocurre a través de las interacciones bioquímicas


entre plantas o alelopatía, que implica la liberación al entorno, por parte de una
planta, de un compuesto químico que ocasiona un efecto sobre otra (Begon et
al., 2006).
La gran complejidad de las interacciones que se dan dentro de un agroecosistema
nos hace pensar que, para alcanzar un eficiente control de plantas “indeseadas”,
se requiere un enfoque que vaya más allá de las interacciones cultivo/maleza, un
enfoque agroecológico que nos permita elucidar los mecanismos ecológicos que
determinan la dinámica temporal y espacial de las malezas y sus interacciones
con los demás componentes del sistema (suelo -fertilidad, humedad, etc.-,
cultivo -alelopatía, etc-) Al mismo tiempo, el intercambio de conocimientos
con el agricultor nos permitirá conocer y valorizar aquellas prácticas de manejo
adecuadas para el control de malezas. Finalmente, la historia del agroecosistema
(¿qué cultivos?, ¿cuánto tiempo?, ¿qué densidad?, etc.) nos podrá dar
informaciones útiles para hacer predicciones sobre la evolución de las malezas
y/o respuesta del cultivo.

5.5. El papel de la biodiversidad en los agroecosistemas:


manejo, conservación y recuperación
Algunos de los componentes del agroecosistema tienen un papel ecológico clave en
procesos como la regulación genética, el control de plagas, el reciclaje de nutrientes,
etc. En este sentido, la biodiversidad contribuye al restablecimiento del balance
ecológico del agroecosistema, protegiéndole frente a agresiones externas13.
La agricultura convencional ha tenido y sigue teniendo un fuerte impacto sobre
la biodiversidad. En primer lugar, una agricultura basada en el monocultivo y
uniformizada ha provocado una fuerte erosión de la base genética agropecuaria.
A la pérdida de diversidad, hay que sumarle la pérdida de variedades locales y
criollas, que han sido sustituidas por variedades mejoradas14. Más recientemente,
el desarrollo de la biotecnología ha favorecido la difusión de plantas genéticamente
modificadas15 que han ido ocupando vastas extensiones agrícolas.
La agroecología se basa en sistemas de cultivos complejos y diversificados
y concibe un diseño alternativo del agroecosistema, donde cada uno de los

13 Un sistema complejo tiene más posibilidades de autorregulación que uno sencillo, y por
tanto la estabilidad frente a perturbaciones es mayor (Riechmann, 2003).
14 Sobre la cuestión: Money (2002).
15 Vandana Shiva (2001) plantea los efectos de la biotecnología y, en particular de los
Organismos Genéticamente modificados (OGM), donde la introducción de formas de
vida manipuladas genéticamente puede tener efectos imprevisibles y romper la capacidad
de un ecosistema concreto para recuperar el equilibrio.

164
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

componentes tiene una función específica (directa e indirecta) destinada a


la optimización del funcionamiento del mismo. En este sentido, el grado de
diversidad del agroecosistema depende de cuatro características principales:
(i) la diversidad de la vegetación dentro y alrededor del agroecosistema, (ii) la
durabilidad de varios cultivos dentro del agroecosistema, (iii) la intensidad de
manejo y (iv) la distancia de separación entre el agroecosistema y la vegetación
natural (Southwood and Way, 197016). Estas características representan lo que
se conoce como biodiversidad funcional o planificada, es decir la biodiversidad
asociada con los cultivos y el ganado que el agricultor ha incluido de forma
intencionada (Vandermeer and Perfecto, 1995).
Las plantas que hoy en día forman parte de nuestra dieta se desarrollaron a
partir de lo que se conoce como parientes silvestres. En un primer momento, los
agricultores produjeron las razas tempranas, variedades locales desarrolladas en
sistemas agrícolas primitivos que mantienen características muy similares a las
de sus parientes silvestres a pesar de haber sido domesticadas. La característica
principal de estas razas tempanas es que se adaptaron perfectamente a las
especificidades del ambiente. El mejoramiento genético de estas razas, iniciado
a finales del S. XIX, dio lugar a los cultivares, que sirvieron de base genética
para las variedades cultivadas actuales, de alto rendimiento pero altamente
dependientes de agroquímicos.
En la figura 5.5 se ilustra el espectro de los recursos genéticos con sus cinco
categorías de germoplasma, que muestran la existencia de un continuum
evolutivo que tiene su origen en los parientes silvestres hasta llegar a los cultivares
modernos, según Hoyt (1988).

Figura 5.5.- Continuum evolutivo donde están representadas las cinco categorías de germoplasma,

16 En Altieri y Nicholls (2000).

165
David Tarrasón

desde los parientes silvestres a los cultivares modernos. A partir de Hoyt, 1988.

La erosión genética17 experimentada en el pasado siglo ha llevado a la


necesidad de conservar y valorar las variedades locales de cultivares y de sus
parientes silvestres, estas últimas por su potencial contribución en la mejora
de la producción de alimentos, al poder originar nuevas variedades de cultivos
resistentes a plagas y enfermedades (IPGRI, 2005) y la necesidad de conservarlas.
Existen dos estrategias básicas para la conservación de recursos genéticos: in
situ (en el lugar), en su hábitat natural, y ex situ (fuera del lugar), en bancos de
genes en forma de semilla, tejido o polen, en plantaciones, o en otras colecciones
vivas (jardines botánicos, viveros, etc.). Si embargo, la conservación in situ
juega un papel muy importante en la preservación de la agrobiodiversidad
de los sistemas agrícolas.. Un ejemplo de ello es la labor llevada a cabo por la
Coordinadora de Ciencia y Tecnología en los Andes (CCTA) que, desde 2001,
lidera el Proyecto Nacional “Conservación In Situ de los Cultivos Nativos
y sus Parientes Silvestres” (Proyecto In Situ), donde el objetivo final “es el
conservar in situ los cultivos nativos y sus parientes silvestres, así como los
conocimientos tradicionales relacionados con la conservación, todo esto como
una base de seguridad alimentaria no solo en el Perú sino de la humanidad”. De
acuerdo con su concepción, la CCTA destaca tres aspectos fundamentales: (1)
agrobiodiversidad en el campo de cultivo o “chacra”, (2) los parientes silvestres,
como fuente de diversidad para los cultivos y (3) la cultura, como elemento
fundamental. De esta forma, el proyecto destaca el carácter genético, ecológico y
cultural asociado al agroecosistema: “Los Andes han hecho de las quebradas, las
planicies y las laderas verdaderos jardines sobre los cuales las sociedades humanas
han tejido una alfombra multicolor de culturas” (Juan Torres Guevara, 2005).

5.6 Diseño espacial y temporal de un sistema agroecológico


Las principales características de los sistemas agroecológicos son la valorización
de la diversidad espacial y temporal en el manejo de las especies y la facilitación
del reciclaje de nutrientes. Podríamos decir que se trata de ordenar las especies
vegetales en el tiempo y el espacio (Farrell y Altieri 1995), de manejar los restos
vegetales (cultivos de cobertura) y de reponer continuamente la pérdida de
materia orgánica.
Existen varias estrategias para diversificar agroecosistemas, entre las que
destacamos: (i) la rotación de cultivos, que consiste en alternar en el tiempo

17 La erosión genética es la pérdida gradual de diversidad genética. Cuando la diversidad


genética puede ser empleada en programas de domesticación o de mejoramiento, la
diversidad hallada en el material original viene considerada como recurso genético UICN.
UNESCO. FAO. 1989.

166
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

distintas especies sobre un mismo terreno, (ii) los policultivos, que consisten en
intercalar distintos cultivos (combinación de especies anuales y/o perennes) y
(iii) la agroforestería.
Como ejemplo, los sistemas agroforestales18 basan su estructura en una
estratificación de la vegetación, combinando árboles, cultivos y animales.
Varios son los tipos de sistemas agroforestales en función de su estructura.
Los más comunes son: (i) la agrosilvicultura, que combina cultivos y árboles,
(ii) la silvopastura, donde se maneja simultáneamente el ganado y árboles con
múltiple propósito (maderables, forrajero, etc.) y (iii) la agrosilvopastura, donde
se manejan simultáneamente cultivos, árboles frutales, ganado, etc.
La figura 5.6 ilustra, para un sistema agroforestal en Tlaxcala, México (Farrell
1984), el funcionamiento de un sistema agroforestal, donde se pueden ver las
interacciones entre los distintos componentes del sistema. Los árboles, en el
estrato superior, interceptan directamente la radiación solar, el agua de lluvia y
el viento. De esta forma, se crea un microambiente de sombra y disminuye la
evapotranspiración del cultivo. Asimismo, la caída de hojas al suelo representa
una reposición de materia orgánica que contribuye a mejorar la fertilidad del
suelo y su estructura, creando condiciones buenas para el desarrollo del cultivo.
Los sistemas agroforestales o cultivos asociados, etc. tienen que superar los
problemas de complementariedad y minimizar las interferencias que provoca
la competencia por los recursos (luz, agua, nutrientes, etc.). Para ello, es
importante respetar la dinámica sucesional natural. Liebman (1995) habla de
complementariedad cuando existe un uso combinado de los recursos por parte
de los componentes vegetales del sistema, y también cuando se produce una
facilitación entre especies. Esta puede ser temporal (p. ej. cuando se aprovechan
los distintos periodos de maduración de las especies, minimizando así la
competencia) o espacial (p. ej. la exploración de una mayor superficie de suelo
debido a la complementariedad de patrones de raíces espaciales, etc.). También
se refiere a la complementariedad fisiológica, que se produce cuando se pueden
explotar las distintas características de la fisiología de la planta (p. ej. cultivos
mixtos de plantas C4 / C3, como maíz/fríjol para optimizar al máximo la
radiación solar; uso de plantas leguminosas, que transfieren N al suelo, etc.).

18 Según ICRAF (1982): «La agroforestería es un sistema sustentable de manejo de cultivos


y de tierra que procura aumentar los rendimientos en forma continua, combinando la
producción de cultivos forestales arbolados (que abarcan frutales y otros cultivos arbóreos)
con cultivos de campo o arables y/o animales de manera simultánea o secuencial sobre la
misma unidad de tierra, aplicando además prácticas de manejo que son compatibles con
las prácticas culturales de la población local».

167
David Tarrasón

Figura 5.6.-. Funcionamiento de un sistema agroforestal en Tlaxcala, México. Fuente: Farrell, 1984.

5.7 Los agroecosistemas tradicionales


Los agroecosistemas locales tradicionales que todavía persisten, aunque
modificados y evolucionados, se desarrollaron en tiempos y lugares donde la
única fuente energética provenía de la mano de obra humana y de los recursos
locales. El aislamiento de las comunidades y una agricultura no competitiva han
favorecido el mantenimiento, por parte de las poblaciones locales, de estrategias
de manejo en un ambiente cultural y ecológico específico. Estos sistemas tienen
en común su capacidad de responder a riesgos naturales y de adaptarse a
condiciones muchas veces extremas.
En este capítulo, no podemos ser exhaustivos al presentar los innumerables
ejemplos de agriculturas tradicionales. Nos referiremos, entonces, al caso de
las poblaciones andinas, caracterizadas por su capacidad para superar los
riesgos climáticos de heladas y sequías, mediante un articulado control vertical
de los pisos ecológicos, la adaptación del calendario agrícola y el manejo de la
humedad del suelo (Morlon, 1981; Dollfus, 1991). La figura 5.7 ilustra un ejemplo
del complejo manejo tradicional de un agroecosistema andino con adaptación a
limitaciones locales.

168
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

Los waru-waru en Perú


Hoy en día persisten muchas prácticas de manejo locales que han permitido, o permitieron, a
las poblaciones cultivar en zonas donde sin estas no habría sido posible. Un buen ejemplo lo
encontramos en los llanos aluviales del altiplano peruano andino. En la estación de lluvias, el nivel
de la capa freática se eleva muy cerca o incluso por encima de la superficie del suelo. Los cultivos que
se sembraban (tubérculos la quinua y el tarwi), son muy sensibles al agua y, por tanto, no se podían
cultivar directamente en la pampa ya que las raíces se asfi xiaban. Los waru-waru, es un sistema de
siembra en camellones que permite aislar el cultivo del exceso de agua. La forma y distribución de
los camellones favorece la retención y evacuación del agua que favorece la posibilidad de sembrar
en la estación seca (veranillos) y un produce un efecto termorregulador (con la absorción de calor
del agua durante el día y la restitución durante la noche) que reduce el riesgo de heladas. En el
siguiente gráfico se ilustra el efecto micro y bioclimático de los camellones.

Figura 5.7.- Ejemplo del manejo tradicional de un agroecosistema andino con adaptación a
limitaciones locales. Fuente: Morlon, 1998.

Este tipo de sistemas contribuye al mantenimiento de servicios ecológicos


locales (conservación de agua y suelos, regulación de los ciclos biogeoquímicos,
control de plagas, etc.) y globales (secuestro de carbono, conservación de la
biodiversidad, etc.) Asimismo, la elevada diversidad que albergan estos sistemas
proporciona a las poblaciones locales el mantenimiento de su oekonomia
doméstica (productos no maderables, plantas medicinales, madera para la
construcción de casas, leña, etc.), garantizando la satisfacción de sus necesidades
básicas, su soberanía alimentaria y la diversificación de la dieta y, en algunos
casos, posibilita entradas económicas a través del intercambio local o venta
de productos. Finalmente, estos sistemas protegen los valores culturales de
las poblaciones (sagrados, espirituales, etc.) y son un medio de conservación y
transferencia del conocimiento tradicional.
Los agroecosistemas tradicionales son fruto de la capacidad de observación,
transferencia de conocimiento y aprendizaje de los campesinos, es decir de la
naturaleza experimental del conocimiento tradicional. Altieri (1995) recoge

169
David Tarrasón

diferentes formas de conocimiento local (conocimiento tradicional, nativo


técnico, rural y la etnociencia), a partir de los estudios de varios autores:

- conocimiento del ambiente físico (suelos, clima, vegetación, fauna, etc.)


y de los mecanismos de funcionamiento de los ecosistemas, que resultan
en estrategias multidimensionales productivas (Toledo et al, 1985)
- prácticas de manejo tradicional, incluido el diseño del sistema, técnicas
y herramientas (p. ej. manejo de la fertilidad del suelo, manejo del agua,
control de la sucesión y protección de los cultivos, etc.)
- sistemas de clasificación popular (p. ej. suelos) y taxonomías biológicas
(fauna y vegetación) y conocimiento etnobotánico tradicional

En general, las principales características estructurales de los sistemas


tradicionales son la valorización de la diversidad espacial y temporal en el
manejo de las especies (policultivos, rotación de cultivos, intersiembra, etc.),
la conformación de una arquitectura compleja y estratificada (p. ej. sistemas
agroforestales), el manejo y conservación de la diversidad genética (p. ej. la
conservación in situ de variedades de tubérculos por parte de las comunidades
campesinas andinas) y un manejo integrado de los diferentes componentes del
agroecosistema (agua, suelos, nutrientes, biota, etc.). En la tabla 5.1 se muestra
la correspondencia entre algunos principios agroecológicos en la agricultura
andina (Rist, 1992).
El paso del huracán Mitch, entre octubre y noviembre de 1998 por América
Central provocó, además de miles de víctimas, grandes pérdidas en el sector
agropecuario. En Honduras, las cifras oficiales revelaron las siguientes pérdidas19:
6600 muertos, 1 393 669 personas que perdieron su hogar, 11 998 heridos, 850
millones de dólares en pérdidas en plantaciones de bananos, 800 toneladas de
café perdidas, 10 millones de dólares de pérdidas en ganadería, el 70% de los
cultivos destruidos, 189 puentes destruidos y 1000 millones de dólares en daños
a infraestructuras físicas.
La devastación producida por el huracán, puso en evidencia un sistema de cultivo
que existía en el sur del departamento de Lempira (Honduras), el Quesungual.
Se trata de un sistema agroforestal que ha mostrado tener una alta resiliencia
frente a perturbaciones (FAO, 2005), La denominación de Quesungual se adoptó
por el ser el nombre de la comunidad donde se observó.

19 Fuente: Organización Panamericana de la Salud. En FAO (2000). Efectos de los fenómenos


climatológicos adversos en la producción y el comercio de los alimentos. 26a Conferencia
Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Mérida, México, 10 - 14 de abril del 2000.

170
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

Principio agroecológico Agricultura andina


Mantenimiento de la biodiversidad Aprovechamiento y manejo de la
biodiversidad de especies y ecotipos en un
amplio rango de ambientes geográficos
Arreglos del espacio que facilitan Adaptación del cultivo a diversas zonas
la adaptación del sistema en agroecológicas y pisos ecológicos.
ambientes difíciles.
Empleo de energía endosomática y poca Manejo del ganado para la restitución
dependencia de insumos externos de la fertilidad del sistema de cultivo.
Selección de semillas nativas. Herramientas
manuales o de tracción animal para el
laboreo de la tierra, transporte, etc.
Control ecológico de plagas y enfermedades. Tecnologías campesinas para el control de
plagas en cultivos y parásitos internos.
Integración cultural, que enfatiza Cultura andina, tecnología y conocimiento
el conocimiento tradicional. tradicional conforman una unidad
dinámica abierta a otras fuentes externas.
Bajos costos de producción Predominancia de insumos internos que
económicos y energéticos. minimizan los costos de producción,
permitiendo el automantenimiento y la
sustentabilidad del agroecosistema
Tabla 5.1.- La agroecología en la agricultura tradicional andina. Fuente: Rist, 1992.

5.7.1 La agricultura tradicional en el control de riesgos


ambientales
El Sistema Agroforestal Quesungual, se basa en el manejo de la cobertura del
suelo y consiste en podar los árboles a cierta altura (más o menos entre 1,20 y
1,80 m) para sembrar el maíz y maicillo de primera y el fríjol de postrera. Las
características de este sistema se describen en la tabla 5.2.
Después de años de monitorización, en los sistemas Quesungual se obtuvieron
resultados significativos en:

- Producción. Se ha observado mayor rendimiento en la cosecha de maíz


(16%) y fríjol (11%).
- Reducción de la erosión. En sistemas Quesungual se produce una
reducción de la erosión de hasta un 93% por comparación con el sistema
tradicional de quema (Michelle Deugd, 2000)20

20 Citado en FAO (2005).

171
David Tarrasón

- Fertilidad del suelo. La implementación del sistema Quesungual favorece


la recuperación de la fertilidad del suelo, con un incremento del 1,25%
en el contenido de materia orgánica (CIAT, 2000)21, disminuyendo la
dependencia de fertilizantes químicos.
- Retención de humedad. Se han observado cambios significativos en la
humedad del suelos en la época seca, que llega a ser un 20% más alta que
en sistemas de quema.

Características
• Tres estratos de cobertura
- Manejo de rastrojo y biomasa.
- Cultivos.
- Árboles maderables, frutales y arbustos
• Siembra de fríjol (100-120 libras por manzana) y maicillo (25-35 libras por manzana) al
voleo y maíz al bordón (labranza cero)
• Árboles dispersos, seleccionados con regeneración natural a los que se les aplica
diferentes podas
Requerimientos
• No quema
• Labranza cero
• Siembra directa (siembra al bordón y al voleo)
• Siembra en curvas de nivel
• Manejo Integrado de Plagas (MIP)
• Creación de barreras vivas
• Plantación de árboles de uso múltiple (frutales, medicinales, maderables, forrajeros, etc.)
Tabla 5.2.- Características del Sistema Agroforestal Quesungual.

A estos resultados hay que añadir los beneficios socioeconómicos, en términos


de rendimiento económico, capacidad de inversión (educación, vivienda, nuevos
proyectos productivos, etc.) y seguridad alimentaria.

5.8 Transición de una agricultura convencional a una


agricultura ecológica
En los apartados precedentes, hemos visto los beneficios asociados a prácticas
alternativas de manejo agroecológico. Las motivaciones por las cuales los
productores están dispuestos a asumir el reto de pasar de un sistema de manejo
convencional a un sistema agroecológico son muchas y variadas (enfermedades
padecidas por personas cercanas al ámbito del productor causadas por

21 Ibidem

172
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

agrotóxicos –“veneno”-, aumento de la demanda de productos “saludables”


por parte del consumidor, intervenciones públicas para reducir el impacto de
agrotóxicos sobre el ambiente22 , etc.). Al margen de estas, el productor tiene
que ajustarse a las normas de producción orgánica para tener acceso al mercado
ecológico. Para ello, es preciso seguir una serie de pasos, en lo que llamamos
proceso de “conversión” (Khatounian, 2001).
Para iniciar el camino de conversión, es necesario conocer bien la situación
inicial, o el estado en que nos encontramos en el punto de partida. Para ello, un
enfoque sistémico nos permite levantar las informaciones necesarias para conocer
cómo se estructura el sistema, su funcionamiento y las distintas percepciones
y visones de los actores sobre el mismo. En este sentido, el análisis sistémico
es un instrumento clave, ya que estudia un espacio geográfico que se define
no tanto por las fronteras sino por flujos de intercambio, superimposiciones,
interferencias, tendencias y dinámicas existentes (FAO, 2005). Una vez bien
caracterizado el estado actual o punto de partida, el siguiente paso será elaborar
un plan para alcanzar la situación deseada, teniendo en cuenta las constricciones
del propio sistema, tanto biofísicas como de capital, tenencia, mano de obra y
conocimiento.
Para alcanzar el punto deseado, normalmente se requiere el establecimiento
de una nueva rutina de manutención de la fertilidad y la reestructuración
física y funcional del sistema y de los flujos de materia y energía, incluyendo
el trabajo y el dinero. Para ello, las prácticas de fertilización, de control de
plagas y enfermedades y de supresión de insumos tienen que estar bien
asimiladas y establecidas (Khatounian, 2001). Ello requiere un (re)aprendizaje y
entrenamiento del agricultor y/o técnico que acompaña el proceso, ya que exige
la reorganización de los aspectos agrícolas en un marco conceptual diferente.
En la figura 5.8 se ilustran las cuatro fases productivas necesarias en el proceso
de conversión orgánico.
La eliminación de insumos se da en tres etapas. En un primer momento, se reduce
la intensidad de aplicación y/o la dosis, en la siguiente etapa se racionaliza su uso
y, en la tercera etapa, se eliminan por completo los agroquímicos. Este paso se
alcanza cuando se han restablecido las sinergias entre los distintos componentes
del agroecosistema (suelo/organismos/cultivo). Como en todo proceso, existe

22 A partir de la década del los ’80, Emater-PR implementó unos planes de manejo (Manejo
Integrado de Suelos y Aguas) destinados a minimizar la erosión de los suelos causada por
actividades agropecuarias y de MIP para racionalizar el uso de agrotóxicos. Esta iniciativa
partió de algunos técnicos preocupados con la polución ambiental y con numerosos casos
de intoxicación por agrotóxicos (Silva, J. B., 2006: Conquistas, peligros e dilemas de uma
proposta de implantaçao de agroecologia: o caso de Colombo (PR). En: Lovato and Schmidt.
Argos, Chapecó, Brasil.

173
David Tarrasón

una serie de puntos clave que es importante identificar si se quiere alcanzar el


objetivo marcado. En este sentido, las claves del proceso no solo son biológicas,
sino también socioeconómicas.

Figura 5.8.- Fases del proceso de conversión a orgánico. Fuente: adaptado de Altieri, 1999.

Un aspecto fundamental para el productor, en el proceso de conversión, es


conocer las vías posibles de comercialización de sus productos. Estas suelen
ser nuevos canales alternativos (mercados locales, venta directa a cooperativas
de consumidores, etc.) que tienen que estar bien definidos anteriormente para
asegurar la salida de la producción. Para garantizar la calidad y el origen de
los productos orgánicos y evitar fraudes al consumidor, se creó la certificación
orgánica 23. En la figura 5.9 se presenta un ejemplo (Santos, 2006) de otras
alternativas para garantizar la calidad de productos a través del establecimiento
y fortalecimiento de nuevos espacios de articulación y arreglos institucionales
productor-consumidor.

23 Las primeras normas y procedimientos de certificación de la producción orgánica fueron


establecidas en la década de los ’70 con la fundación de la Federación Internacional de los
Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM) que desarrolló el Sistema de Garantía
Orgánica.

174
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

Sistemas Participativos de Garantía (SPG)


La Rede Ecovida de Agroecología, creada en Brasil en 1998, es un espacio de articulación entre
agricultores familiares ecologistas y sus organizaciones, entidades de asesoría y otros actores
relacionados en el proceso de producción, procesamiento, comercialización y consumo de
productos ecológicos. La Rede Ecovida* reconoce la necesidad de acercar los productores a
los consumidores con el fin de que ambos construyan un mercado en el cual la remuneración
por la actividad y los productos agropecuarios sea justa. Los principios en los que se basa son:
plantear el enfoque agroecológico como base para el desarrollo sostenible; orientarse por
normativa propia de funcionamiento y producción; trabajar en la construcción de un mercado
justo y solidario; y garantizar la calidad de los productos a través de la certificación participativa
en red (CPR). La principal característica del CPR es que prescinde de la figura del inspector
(certificador), mediante la creación de una serie de instrumentos que favorecen simultáneamente
la verificación del cumplimiento de las normas y el perfeccionamiento del proceso productivo.
La CPR quiere ser un proceso de generación de credibilidad en red, con el acercamiento del
consumidor al productor a través de la venta directa o visitas a unidades productivas, realizado
de forma descentralizada y respetando las características locales y la valorización del saber
popular. En Brasil, la discusión sobre la obligatoriedad de la certificación ha llevado a reconocer
que esta puede representar una barrera para los productores. A raíz de los trabajos desarrollados
por Rede Ecovida, varios son los escenarios que se presentan en el futuro:
- que el CPR actual se constituya en un Sistema Participativo de Garantía. La credibilidad
construida junto al consumidor podría encontrar tres situaciones: el reconocimiento de los
SPG por reglamentación de ley, obteniendo de esta forma las mismas condiciones que la
certificación; que fuera reconocida apenas como una “excepción de la ley”; o que quedara
restringida a informalidad.
- la adecuación de la asociación Ecovida al ISO65, obteniendo la acreditación como organismo
certificador.
- la creación de la marca Ecovida®, que estaría presente en todos los productos de los grupos
y asociaciones afi liadas, independientemente de la opción de avaluación de conformidad o
certificación que estas adopten.
* www.ecovida.or.br

Figura 5.9.- Una alternativa a la certificación: los Sistemas Participativos de Garantía (SPG) en
Brasil. Fuente: Santos, 2006.

5.9 Metodología de análisis y evaluación de los agroecosistemas

5.9.1 Identificación y validación de indicadores de sostenibilidad


Para evaluar la sustentabilidad del agroecosistema, es necesario desarrollar
una serie de indicadores. De acuerdo con Reed et al., (2006) los indicadores de
sustentabilidad son el conjunto de características específicas del sistema que
pueden medirse y que nos permiten describir la calidad social, económica y
ambiental del mismo. Los mismos autores hacen una revisión crítica en su trabajo
de la literatura existente sobre el tema para desarrollar y aplicar indicadores de
sustentabilidad a escala local.

175
David Tarrasón

Pluralidad de actores: De acuerdo con Cornelissen et al. (2001), la sostenibilidad


implica un desarrollo dinámico dirigido por las expectativas futuras humanas,
el alcance de las cuales se basa en la información social, económica y ecológica.
Se propone un enfoque que involucre a los actores en el proceso. Según Holling
(1978) y Walters (1986) un manejo adaptativo, entendido este como una
forma de manejo dinámico que va cambiando a medida que se va conociendo
más la realidad agrosocioecológica y económica, está basado en un enfoque
metodológico que estudia experimentalmente el conjunto de opciones políticas.
Escalas de evaluación: De acuerdo con Klaas et al. (2005), distinguimos
diferentes escalas jerárquicas, desde el nivel de finca, comunidad, territorial,
regional, al nacional y global. El nivel de finca representa el punto de partida más
relevante, dado que los atributos sociales, económicos y ecológicos se reúnen a
este nivel jerárquico (de Koeijer et al., 1999).
A niveles jerárquicos bajos (campo, finca o comunidad), los principales objetivos
de evaluación están en monitorear y estimar la viabilidad y el impacto de prácticas
de manejo alternativas a las existentes, con la finalidad de identificar estrategias
específicas que aumenten la sostenibilidad de los recursos naturales24 . A escalas
superiores de análisis, tales como regional o suprarregional, las evaluaciones
están orientadas normalmente a la estima del impacto de programas y políticas
de desarrollo (López-Ridaura et al., 2005)
Atributos de sostenibilidad: en la mayoría de trabajos, la definición de los
atributos generales (propiedades) de sostenibilidad del sistema en examen es
el primer paso para la derivación de indicadores. Se trata de aquellos aspectos
críticos donde la sostenibilidad del sistema puede verse afectada, en términos
sociales, ecológicos y/o económicos. Los atributos de sostenibilidad pueden
agruparse en dos categorías principales: (a) aquellos referidos al funcionamiento
interno del sistema y que son independientes de los cambios producidos y
de la interacción con el ambiente y con otros sistemas y (b) aquellos referidos
al mantenimiento del funcionamiento del sistema una vez introducidos
cambios en su funcionamiento interno o en sistemas con los que interacciona.
Sin partir de una idea predefinida sobre cuales son los atributos clave que
definen la sostenibilidad del sistema (específica al contexto), e interpretando la
sostenibilidad como resultado de un proceso de aprendizaje mutuo (Pretty, 1995),
los atributos de sostenibilidad se derivarán de la exploración de puntos críticos/
objetivos expresados por la pluralidad de actores (incluyendo los científicos).
El proceso adaptativo de co-construcción de indicadores propuesto: para la
identificación de los indicadores se debe tener en cuenta que estos tienen que
cumplir las siguientes condiciones:

24 Ver: Masera et al., 1999; Andreoli and Tellarini, 2000, entre otros.

176
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

1. ser capaces de medir de manera objetiva y consistente la tendencia del


sistema en examen hacia la sostenibilidad del mismo (precisión),
2. ser aplicables por parte de los usuarios locales (simplicidad y
manejabilidad)
3. ser específicos según el contexto y al escala de trabajo (contextualidad) y,
4. responder a las preocupaciones/expectativas de los actores sobre el
futuro (relevancia).

Para ello, se plantean los siguientes objetivos:

- explorar los puntos críticos/objetivos heterogéneos de los múltiples


actores, que se traducen en un amplio abanico de percepciones sobre los
posibles criterios de evaluación,
- identificar los atributos (en las tres dimensiones) de evaluación posibles
de sostenibilidad de las opciones/actuaciones que se han ido formulando
entre científicos y actores locales/instituciones locales para una gestión
sostenible de los recursos y,
- buscar el diálogo (e integración) entre el conocimiento y las valoraciones
científicas y el conocimiento de los productores para encontrar un
equilibrio entre precisión y relevancia de los indicadores de evaluación.

5.9.2 La calidad del suelo como indicador de sustentabilidad


del agroecosistema
La calidad del suelo puede servir como un indicador de sustentabilidad (Massera
et al., 1999) (ver figura 5.10), ya que integra atributos que conciernen a la calidad
ambiental (National Research Council, 1993), la seguridad alimentaria (Lal,
1999) y la viabilidad económica (Hillel, 1991). Sin embargo, y de acuerdo con
Herrick (2000), para que las evaluaciones sean efectivas se tiene que integrar con
otros indicadores biofísicos y socio-económicos.
En relación a las dimensiones técnicas, podríamos introducir una serie de
indicadores cualitativos, que representen los principios tecnológicos que pueden
considerarse en un sistema de agricultura sostenible y que caracterizan a un
modelo agrícola alternativo, como manejo ecológico del suelo y cultivo, control
biológico de plagas y enfermedades, uso de los arreglos espaciales (distancias y
sistemas de siembra, asociación temporal y espacial de cultivos, entre otros), etc.
Los beneficios económicos se podrían estimar a partir, por ejemplo, de la
producción total del cultivo o cultivos, en caso de que se tratara de un sistema
diversificado, por unidad de tierra, flujo de materia y energía (insumos externos/
internos, energía endo y exosomática, etc.). En Benavidez (2000), se proponen los
siguientes indicadores de beneficios socioeconómicos: la cantidad de superficie

177
David Tarrasón

recuperada, la capacidad de carga de las praderas recuperadas y la cantidad de


beneficiarios. Además, indicadores de estabilidad y resiliencia podrían mostrar
los niveles de sustentabilidad social, ya que un sistema más estable y resiliente
dará más garantías a las poblaciones locales y, por tanto, reducirá el riesgo de
inseguridad alimentaria.

La calidad del suelo como indicador de sustentabilidad


Entre los indicadores de la dimensión ambiental, se pueden considerar aquellos relacionados
con los componentes principales del agro ecosistema, el suelo y el agua. Massera et al (1999),
sugieren que cualquier marco metodológico para evaluar la sostenibilidad del manejo
de un agroecosistema tendrá que incluir la definición del estado del suelo (capacidades
y propiedades) y su evolución, a través de la evaluación de la calidad de los mismos. Para
alcanzar los objetivos perseguidos, es decir, “llegar a diseñar agroecosistemas que sean
productivos, resilientes, estables y sostenibles” se debería integrar la evaluación de los
procesos agroecológicos, en un estudio interdisciplinario, con un enfoque de sistema.
Delante de las preguntas: ¿qué indicadores pudiesen ser los más relevantes? o ¿cuáles deberían
utilizarse?, Massera et al (1999) considera que los indicadores deben dar información tanto
sobre los atributos de sustentabilidad como de los puntos críticos identificados en el sistema.
Los indicadores de calidad de suelo deberían escogerse en primer lugar según la capacidad de
estos para describir los procesos ecológicos de los agroecosistemas con particular referencia
a los puntos críticos individualizados en los agroecosistemas en estudio (susceptibilidad a la
erosión, plagas, enfermedades malezas, bajos rendimientos productivos, baja disponibilidad
de N y P, etc.). También, se deberían escoger dependiendo del tiempo que se requiere para
exhibir cambios como respuesta a un manejo determinado, de la accesibilidad a los diferentes
usuarios y de la aplicabilidad en diversas condiciones de campo. Estamos de acuerdo que
para que los indicadores seleccionados sean viables, tenemos que tener en cuenta los recursos
humanos, técnicos, económicos etc. Dado que se propone establecer una metodología que
pueda utilizarse en un amplio rango de contextos, será importante que estos indicadores
requieran del mínimo esfuerzo posible, entendiendo el esfuerzo en términos de recursos.
Según Astier-Calderón et al (2002), los puntos críticos para la definición de los indicadores de
calidad del suelo son los factores o procesos ambientales (o técnicos) que pueden hacer peligrar
la sustentabilidad del agroecosistema definida por los siguientes atributos: productividad,
estabilidad y resiliencia. La productividad es la capacidad del agroecosistema para satisfacer
las necesidades locales de bienes y servicios, la estabilidad se refiere a la propiedad del sistema
de mantener su equilibrio dinámico con una constancia productiva (o beneficios dados), bajo
un conjunto de condiciones ambientales, económicas y administrativas y, la resiliencia es la
capacidad del suelo para resistir perturbaciones, recuperando su estado inicial de equilibrio
dinámico. Estos autores presentan tres casos de estudio con una caracterización de diferentes
sistemas de manejo agrícola en Méjico: (i) en Michoacan, un sistema de producción de maíz
con rotación abono verde- maíz, (ii) en la Reserva de Chamela, un sistema silvopastoril
mejorado en selva baja caducifolia, y (iii) en el Batán, un sistema de agricultura intensiva
y comercial de maíz. En este estudio, los autores seleccionan los indicadores según el
enfoque anteriormente planteado y hacen un seguimiento de la calidad del suelo de manera
comparativa.

Figura 5.10 - La calidad del suelo como indicador de sustentabilidad, según varios autores.

178
Agroecología: una perspectiva integradora para la sostenibilidad de los socioagroecosistemas

Según Vilain (2000), la dimensión social de la sustentabilidad se evalúa por


indicadores que propician un conjunto de objetivos (el desarrollo humano, la
calidad de vida, la ética, el empleo y el desarrollo local, la ciudadanía, la coherencia,
etc.) que se conjuntan en tres grandes componentes: la calidad de los productos y
del territorio, los empleos y los servicios y la ética y el desarrollo humano.
De acuerdo con López-Ridaura et al. (2002), promover el manejo sostenible de
los recursos naturales es una tarea compleja que requiere nuevos enfoques y
estrategias. La integración de conocimientos entre científicos y actores locales
es importante para definir estrategias de gestión de los recursos naturales. En
este sentido, abrir el diálogo entre ambas formas cognitivas ofrece la posibilidad
de desarrollar metodologías híbridas que recojan el conocimiento de ambos
repertorios (Thomas and Twyman, 2004) y de esta forma conseguir un equilibrio
adecuado entre precisión y relevancia en la evaluación (Cook et al., 1998).

5.10 Referencias
• Altieri M.A. (1999a). “Agroecología: Bases Científicas para una Agricultura
Sustentable”. Nordan/Comunidad. Montevideo.
• Altieri M.A. (1999b). “The ecological role of biodiversity in agroecosystems”.
Agriculture, Ecosystems and Environment 74: 19–31.
• Altieri M.A. (1995). “Agroecology: the science of sustainable agriculture”. 2nd
Edition. Westview Press, Inc. London UK.
• Altieri M.A. (1995). “Una alternativa dentro del sistema”. Revista Ceres (FAO) 27 (4)
• Altieri M.A. and Nicholls C.I. (2000). “Teoría y práctica para una agricultura
sustentable”. 1a edición. PNUMA. Red de Formación Ambiental para América Latina
y el Caribe. México D.F. México.
• Altieri M.A. and Nicholls C.I. (2002). “A rapid agroecological method for the
evaluation of sustainability in coffee agroforestry systems”. Rev. Manejo integrado de
plagas y agroecología 64: 17-24.
• Andreoli, M. and Tellarini, V. (2000). “Farm sustainability evaluation: Methodology
and practice”. Agriculture, Ecosystems and Environment 77, 43–52.
• Astier-Calderón M., Maass-Moreno M. and Etchevers-Barra, J. (2002). “Derivation
of soil quality indicators in the context of sustainable agriculture”. Agrociencia
36:605-620.
• Begon M., Harper J. and Townsend C. (1995). “Ecología, individuos, poblaciones y
comunidades”. Ed. Omega. Barcelona.
• Begon M., Townsend C. and Harper J.L. (2006). “Ecology from Individuals to
Ecosystems”. 4th Ed. Blackwell Publishing Ltd. Oxford
• Benavidez G. (2000). “Gestión local de recursos naturales y agroecología: un proceso
de innovación tecnológica y social de recuperación de la base productiva de recursos
naturales en el municipio de Comanche (provincia Pacajes)”. (www.condesan.org/e-
foros/paramos2/CafeGBcomentario.htm
• II Conferencia Electrónica sobre Usos Sostenibles y Conservación del Ecosistema
Páramo en los Andes: “Los Páramos como Fuente de Agua: Mitos, Realidades, Retos
y Acciones” Mayo 15 al 30 de Junio del 2000.

179
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CAPÍTULO 6
RECURSOS NATURALES: APROVECHAMIENTO
SUSTENTABLE DE RECURSOS TERRESTRES Y ACUÁTICOS

Topiltzin Contreras-MacBeath

6.0 Introducción
Vivimos en una época trascendental de la historia de la humanidad, en la que
hemos logrado significativos avances científicos y tecnológicos que han permitido
a algunos tener mejores condiciones de vida pero, desafortunadamente, son solo
unos pocos quienes se han beneficiado del talento y de la abundancia de recursos
que en algún momento existieron en el planeta. Kofi Annan, ex Secretario General
de la Organización de Naciones Unidas, ha mencionado que la comunidad
humana ha alcanzado un punto en el que se enfrenta a una serie de decisiones
que determinarán el futuro de la calidad de nuestras vidas, así como del estado
del ambiente global para las generaciones presentes y futuras. Una posibilidad es
que, al fin, establezcamos un camino hacia una relación armónica con nuestro
entorno mediante el desarrollo sustentable. Pero es muy posible, también, que
decidamos sobre un camino mucho menos iluminado, que nos lleve a acabar
con el capital natural del planeta, limitando enormemente las posibilidades de
nuestros descendientes (GEF 2002). Sin embargo, eventos internacionales como
la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable, celebrada en Johannesburgo
(Sudáfrica) en el 2002, donde se contó con la presencia de líderes de la mayoría
de los países y donde se establecieron metas específicas de desarrollo, así como
un plan de acción, al menos nos da una luz sobre la existencia de un futuro
alternativo posible, en el que cambiemos nuestra relación actual con el resto de
las especies con las que compartimos el planeta.
En este capítulo, se analiza precisamente la importancia que tienen los recursos
bióticos para el hombre, su situación en la región mesoamericana y algunas
medidas de impacto al nivel global, así como generalidades relacionadas con el
desarrollo sustentable.

6.1 Recursos Naturales


Para poder entender el riesgo que representa un inadecuado o insostenible uso
de los recursos naturales, sin duda debemos empezar por la caracterización y
definición de lo que estos son. En este sentido, la definición más simple de

185
Topiltzin Contreras-MacBeath

recurso natural es, además, la más adecuada y se refiere a “todo aquello que
obtenemos de la naturaleza”.
De acuerdo con esta definición, entonces no se trata de las fuentes de energía
o de los elementos que se encuentran en la naturaleza (recursos potenciales),
sino solo de aquellos que estamos en disposición de aprovechar por cuestiones
tecnológicas e inclusive culturales. Un ejemplo de lo anterior se relaciona con
los cambios en la principal fuente de energía a lo largo de la historia de la
humanidad: el fuego en la prehistoria, el carbón durante la revolución industrial
y los derivados del petróleo en nuestra generación, con un creciente desarrollo
de la energía atómica. Todas estas fuentes de energía estuvieron disponibles
al mismo tiempo, pero se hubo de desarrollar la tecnología para su extracción
y transformación y así aprovecharlas. Se espera además que, en el futuro,
predominen fuentes de energía que han existido mucho tiempo antes que las
anteriores, como son la energía solar, las mareas, los vientos y las escorrentías.
Desde el punto de vista cultural, podemos citar el caso de la entomofagia o
consumo de los insectos, algo común en algunas regiones del planeta, pero muy
mal visto en muchas otras. En México por ejemplo, se ha encontrado que se
consumen al menos 57 especies de insectos, que incluyen chapulines (ortópteros),
escarabajos (coleópteros), hormigas y avispas (himenópteros), cigarras
(hemípteros), moscas y mosquitos (dípteros), chinches (hemípteros), piojos
(phthirápteros), libélulas (odonatos) y mariposas (lepidópteros) (Velázquez, sf).

6.1.1 Clasificación de los recursos


Conforme han avanzado las ciencias ambientales, la ecología e inclusive la
economía, han cambiado mucho las clasificaciones de recursos naturales (Lujala,
2003). En este caso, adoptamos la clasificación realizada por Miller (1991), ya que
refleja tanto los tipos como la situación que guardan en la actualidad (Figura
6.1). Estos se describen a continuación.

6.1.1.1 Recursos perpetuos


Se consideran perpetuos o perennes aquellos recursos que son virtualmente
inagotables según la escala humana de tiempo. Dentro de estos, resaltan la
energía solar, los vientos, las mareas y las escorrentías de los ríos. Como se verá
en su oportunidad, sería sustentable el basar muchas de las actividades humanas
en este tipo de recursos, aunque las escorrentías de ríos se han aprovechado
por milenios, con lo que los ecosistemas ribereños han sido modificados
dramáticamente.

186
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

Figura 6.1.- Clasificación de los recursos naturales. Fuente: Miller, 1991.

6.1.1.2 Recursos no renovables


Son aquellos que existen en una cantidad finita en diferentes regiones del planeta
y que tienen la posibilidad de renovación solo mediante procesos geológicos,
físicos y químicos que tienen lugar a lo largo de cientos a miles de millones de
años, periodos mucho más lentos que la velocidad a la que son extraídos. Entre
estos se encuentran los combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, así
como los minerales (plata, oro, cobre, entre otros).

6.1.1.3 Recursos potencialmente renovables


Son los que teóricamente podrían durar de manera indefinida, ya que
son reemplazados más rápidamente por procesos naturales (p. ej. ciclos
biogeoquímicos) que lo que son aprovechados. El hecho de que Miller (1991) haya
añadido la palabra “potencialmente”, responde a que, en la actualidad, hemos
rebasado la capacidad de autodepuración del planeta, de tal forma que el agua
es ya un recurso limitante, hemos perdido grandes extensiones de tierra fértil
y existen regiones, como la zona metropolitana de la Ciudad de México, donde
la calidad del aire está teniendo un impacto negativo sobre la salud pública. El
problema más grave en este sentido ocurre con la perdida de biodiversidad, al
grado que esta se ha considerado en la actualidad como uno de los problemas
globales de mayor trascendencia.

187
Topiltzin Contreras-MacBeath

6.2 Recursos bióticos en la región mesoamericana


Una característica sobresaliente de Mesoamérica se relaciona con uno de los
más importantes eventos en la historia de la región, como lo fue el surgimiento
del Istmo de Panamá en el Plioceno, que conecto Norteamérica y Sudamérica,
lo que permitió el contacto de estas dos regiones biogeográficas en el llamado
Gran intercambio biótico americano (Hallman, 1994) y dio origen además a
numerosas especies endémicas en la región. Esta situación ha conducido a que, en
la actualidad, esta sea considerada como un hotspot, o área con una excepcional
concentración de especies terrestres al nivel global, pero que también tiene una
tasa excepcional de pérdida de hábitat (Myers et al., 2000).
En la tabla 6.1 se muestran los números totales de especies registradas por país
para algunos grupos sobresalientes. Para el caso de peces, los datos son basados
en Froese & Pauly (2004) y se maneja el número total, así como las especies de
agua dulce y salada. Los datos para México se basan en CONABIO, 1998. Por
su parte, los datos de El Salvador son tomados del estudio realizado por la
REDMESO para ese país (Flores et al., 2003).

Peces
País/
(Dulce- Anfibios Reptiles Aves Mamíferos Plantas
Grupo
Salada)
México 2724 295 705 1.054 491 30 000
(502-2222)
Belice 703 42 121 571 163 3409
(83-620)
Guatemala 1026 112 231 738 251 8681
(147-879)
Honduras 1079 111 211 717 228 7524
(89-990)
El Salvador 621 33 100 524 129 1997
(44-577)
Nicaragua 1176 62 172 676 251 6500
(92-1084)
Costa Rica 1254 182 235 864 234 10 979
(168-1086)
Panamá 1513 170 228 929 232 9915
(203-1310)
Tabla 6.1.- Diversidad por países para algunos grupos de organismos. Fuente: elaboración propia
en base a datos de Froese y Pauly (2004), CONABIO (1998) y (Flores et al. 2003).

Desafortunadamente, con los números presentados en la tabla 6.1, no podemos


estimar valores absolutos de biodiversidad al nivel regional, ya que muchas

188
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

especies se comparten entre diferentes países. En este sentido, si sumamos los


totales por países, por ejemplo para peces dulceacuícolas, se obtienen 1328
especies, pero al hacer una depuración de aquellas que se repiten entre los países,
el número total es de 732 especies para la región.

Ecosistemas Productos Servicios


Agroecosistemas Cultivos para alimento Mantener el funcionamiento de
Cultivos para fibras las cuencas (infi ltración)
Recursos genéticos Hábitat de aves, polinizadores
y fauna del suelo
Mejorar la capa fértil del suelo
Secuestro de carbono
Generación de empleos
Costeros Pescados y mariscos Moderar el impacto de
Harina de pescado tormentas (manglares)
Algas marinas Hábitat para vida marina y terrestre (homo)
Sal Mantener biodiversidad
Recursos genéticos Diluir y tratar desechos
Generación de empleos
Recreación
Bosques Madera y leña Remover carbono y contaminantes
Agua de consumo y riego y generar oxígeno
Productos no maderables Reciclar nutrientes
Alimento Mantener el funcionamiento de las cuencas
Recursos genéticos Mantener la biodiversidad
Moderara climas extremos e impactos
Hábitat para la vida terrestre
Recursos genéticos y empleos
Dulceacuícolas Agua de consumo Amortiguar el flujo de agua (inundaciones)
y riego Diluir y arrastrar desechos
Pesca Reciclar nutrientes
Hidroelectricidad. Mantener biodiversidad y proveer hábitat
Recursos genéticos Proveer transportación y empleo
Estética y recreación
Praderas Vida silvestre y Mantener el funcionamiento de las cuencas
productos Hábitat para vida silvestre (homo)
Fibras y granos Remoción de contaminantes
Recursos genéticos Generar suelo
Generar empleos
Recreación
Tabla 6.2.- Productos y servicios aportados por diferentes tipos de ecosistemas. Fuente: elaboración
propia.

189
Topiltzin Contreras-MacBeath

Si tomamos en cuenta que se piensa que en el mundo existen unas 12000


especies de peces dulceacuícolas (Nelson, 2006), entonces en la región se
tienen representadas el 6,1% del total de las especies, situación que habla de la
importancia que esta tiene al nivel global como reservorio de biodiversidad.
Si bien esta concentración de especies es algo digno de considerar, el hecho
va más allá de la simple constatación de tener una gran variedad de hongos,
plantas y animales, ya que los recursos bióticos son el sustento de las actividades
humanas, no solo por los productos que obtenemos directamente de ellos, sino
también por los servicios ambientales que nos proveen. En este sentido, con base
en los datos aportados por Matthews et al. (2000), en la tabla 6.2 se presentan
los productos y servicios que nos aportan diversos tipos de ecosistemas tanto
terrestres como acuáticos.Para tratar de poner en contexto el impacto de la
biodiversidad en la economía, tomando en cuenta lo descrito por Gaston &
Spicer (2006), a continuación se presentan cifras que dan cuenta de algunos de
los aportes de los recursos bióticos desde varios puntos de vista:

Alimento

- De las 300000 spp de plantas existentes en el planeta, unas 12500 son


comestibles
- Existen apenas unas 200 spp de plantas domesticadas para alimento
- El 75% de la energía vegetal proviene tan solo de 12 spp
- El 95% de la proteína vegetal utilizada por el humano es cultivada
- Entre 1996-98 se produjeron 2,7 mil millones de toneladas de productos
vegetales
- Globalmente se mantienen 3,39 mil millones cabezas de ganado
- Entre 1996-98 se produjeron 215 millones de toneladas de carne
- Las pesquerías producen 80 millones de toneladas anuales

Medicinas

- Aún en la actualidad, el 60% de la población mundial basa sus


tratamientos en plantas medicinales.
- De 520 nuevos medicamentos aprobados entre 1993-94, el 39% eran
productos naturales o sus derivados.
- De las 20 medicinas mejor vendidas (no proteicas), 9 eran derivadas de
productos naturales y generaron 16 mil millones de dólares.

190
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

- De las 30000 especies de plantas existentes en México 3000 son usadas


en medicina tradicional.
- Muchos animales se utilizan también con este motivo.

Materiales industriales

- Existe una amplia gama de usos, entre los que destacan: materiales de
construcción, fibras, resinas, pigmentos, gomas, adhesivos, hule, aceites
y ceras, químicos agrícolas y perfumes.
- La madera produjo 6 mil millones de dólares en exportaciones.
- Se cosechan anualmente 3.8 mil millones de metros cúbicos de madera.
- La industria biotecnológica de los Estados Unidos produjo 12000
millones en 1993 y se espera que llegue a 100000 millones para el 2035.

Cosecha recreacional (caza y pesca deportiva, así como


organismos ornamentales)

- En las Islas Británicas 25000 spp se producen en jardines botánicos y se


venden unas 65000 variedades para horticultura.
- Entre 14-30 millones de peces de ornato se venden cada año para
acuarios, lo cual al nivel global son unos 600 millones de dólares.
- De acuerdo con CITES, en 1997 se vendieron: 26000 primates, 235000
pericos y loros, 76000 tortugas, 948000 lagartijas, 259000 serpientes,
344000 orquídeas silvestres, 22000 pieles de felinos, 850000 pieles de
cocodrilos, 1638000 pieles de lagartijas y 1458000 pieles de serpientes.
- El consumo doméstico, no reflejado en las cifras anteriores, llega a 2000
millones de dólares.
- Desafortunadamente, existe un grave problema de comercio ilegal,
tanto de especies como de partes de las mismas, al grado de ser el tercer
mercado ilegal global, por debajo de las drogas y las armas. Para citar un
ejemplo, en los 90s, una pareja de loros Anodorhynchus leari se cotizó en
75000 USD, lo que por gramo es más caro que la heroína.

Ecoturismo

- En 1988, entre 157-236 millones de personas participaron en ecoturismo


internacional. Lo cual contribuyó entre 93-233 millones de dólares en
ingresos locales.

191
Topiltzin Contreras-MacBeath

- El ecoturismo representa cerca del 9% del turismo internacional.


- En 1988, nueve millones de personas observaron ballenas, lo cual generó
mil millones de dólares.
- En Inglaterra se generan 7.5 mil millones de dólares en visitas a zonas
rurales.
- En Sudáfrica, la observación de aves genera 1500 millones anuales.

Pero, como se mencionó en su oportunidad, desafortunadamente existe


un marcado problema asociado a la perdida de biodiversidad en la región
mesoamericana. Para ejemplificar lo anterior, haré una caracterización que
guardan los bosques de la región, mismos que representan aproximadamente
el 2% del total de bosques de mundo y el 14% de los bosques de América del
Norte y el Caribe. De acuerdo con datos de Myers et al. (2000), en la región
solamente queda el 20% de la vegetación original, aunque dichos autores no
consideran la totalidad del territorio mexicano, ni del panameño. Por tal
motivo, considerando los datos de Bárcena y Sánchez (2001), se construyó
la tabla 6.3, donde se aprecia la magnitud de la deforestación. Resalta el caso
de El Salvador, donde solo queda el 5,8% de la vegetación natural, mientras
que, por el contrario, en Costa Rica se observa un incremento del 25,4% de la
vegetación natural en el periodo comprendido entre 1990 y el 2000. En todos
los demás países se observa una fuerte tendencia hacia la pérdida de vegetación
natural, resaltando Honduras y Panamá con el 88,9% y 88% respectivamente
para el mismo periodo.
Los cambios en la cobertura forestal señalados en el apartado anterior se
asocian, por un lado, a la extracción de productos del bosque, así como a la
carencia de programas importantes relacionados con una producción forestal
a través de plantaciones. En este sentido, en la tabla 6.4 se presentan los datos
relacionados con la producción forestal en miles de metros cúbicos. En todos
los casos, las plantaciones forestales representan valores insignificantes,
resaltando el dato de Belice, donde apenas se tienen 3000 hectáreas de
plantaciones.
Afortunadamente, en todos los países, a excepción de El Salvador (solo el 2%
de su superficie total está protegida), se ha puesto énfasis en el decreto de áreas
naturales protegidas como una medida para controlar y revertir la tasa de
deforestación (ver tabla 6.5) que, para la región es del 1,3% anual, lo cual la sitúa
en una de las más altas de todo el planeta (Bárcena y Sánchez, 2001). Ahora bien,
habrá que lograr que estas áreas naturales protegidas funcionen adecuadamente
para que se logren sus objetivos de conservación.

192
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

Superficie Densidad Total Total Total % entre % del


País
total poblacional 1990 1995 2000 90 y 00 total
El Salvador 2072 297,0 890 105 121 13,5 5,8
Guatemala 10 843 102,3 9465 3841 2850 29,5 26,2
Nicaragua 12 140 40,7 7732 5560 3278 42,3 27,0
México 190 869 51,0 129 059 55 387 55 205 42,7 28,9
Panamá 7443 37,8 3266 2800 2876 88,0 36,8
Costa Rica 5106 77,0 1569 1248 1968 125,4 38,5
Honduras 11 189 56,4 6054 4115 5383 88,9 48,1
Belice 2280 10,3 2117 1962 1348 63,6 59,1
Total 241 942 160 150 75 018 73 029 45,6 30,1
Tabla 6.3.- Pérdida de superficie forestal en los países de la Red CentralRisk (en miles de
hectáreas). Fuente: elaboración propia en base a datos de Bárcena y Sánchez (2001).

País Leña y Madera Tablones Paneles Pulpa Papel y Plantaciones


carbón industrial cartón
(miles de ha)
México 16 731 5914 2543 606 511 3047 267
Costa Rica 3440 1651 780 74 10 20 178
Guatemala 13 328 795 355 43 0 31 133
Honduras 6038 664 326 14 0 0 48
Nicaragua 3786 267 155 5 0 0 46
Panamá 969 118 37 21 0 28 40
El Salvador 6809 211 70 0 0 56 14
Belice 126 62 20 0 0 0 3
Total 51 227 9682 4286 763 521 3182 729
Tabla 6.4.- Producción forestal en los países de la Red CentralRisk para 1996 (en miles de metros
cúbicos). Fuente: elaboración propia sobre datos de Bárcena y Sánchez (2001).

6.3 La huella ecológica de la humanidad


A pesar de los datos señalados en el apartado anterior, aunque pudiera parecer
increíble, existe aún en el mundo una corriente ideológica que sostiene que
no existe en el planeta un problema de sobrepoblación y que los impactos
ambientales son exageraciones de los ecologistas. Estas personas, conocidas
coloquialmente como “cornucopianos” (viene del cuerno de la abundancia),
mencionan que el ingenio humano es lo suficientemente amplio como para
solucionar cualquier situación antes de que se vuelva un problema. Como lo hizo
la humanidad cuando empezó a escasear el carbón y desarrolló los derivados

193
Topiltzin Contreras-MacBeath

del petróleo y como, cuando este ultimo empezó a ser limitante, desarrolló la
tecnología nuclear.
Si bien es cierto que no podemos asegurar científicamente en qué momento se
ha excedido la población humana sostenible con el menor impacto ambiental,
la realidad es que a pesar del avance tecnológico desarrollado por el hombre, las
mismas leyes naturales que gobiernan a las poblaciones de plantas y animales,
rigen a la población humana. En este sentido, existen algunos aspectos de
ecología de poblaciones que son infranqueables, como la capacidad de carga,
que se refiere al número máximo poblacional que puede ser mantenido durante
un periodo de tiempo indefinido, por un ambiente particular. En este caso, el
número de personas que puede soportar el planeta sin el menoscabo del entorno.
Por su parte, la resistencia ambiental se define como los límites que impone
el ambiente a un crecimiento poblacional acelerado como el del hombre. Estos
límites son normalmente el agotamiento del alimento y del espacio, la excesiva
producción de deshechos como producto de las actividades de la población y la
susceptibilidad hacia las enfermedades.

Áreas Superficie Superficie total


País
protegidas (ha) (%)
Belice 59 1,029,109 48
Panamá 69 2,226,017 29
Guatemala 104 2.865,830 26
Costa Rica 151 1.257,467 25
Nicaragua 76 3.012,561 24
Honduras 106 2.133.938 18
México 157 21,241,536 11
El Salvador 3 34,313 2
Total 725 33,800.771 100
Tabla 6.5.- Áreas Naturales Protegidas decretadas en los países de la región. Fuente: elaboración
propia en base en datos de Bárcena y Sánchez (2001).

Para tratar de evaluar el impacto del ser humano sobre el planeta, se desarrolló
la llamada huella ecológica (ecological footprint) como una herramienta para
medir y analizar el consumo y desecho humano de recursos naturales, dentro
del contexto de la capacidad de la naturaleza para regenerarse o renovarse, es
decir, su biocapacidad.
Se trata de una evaluación cuantitativa de la superficie biológicamente productiva
(cantidad de naturaleza) requerida para producir los recursos (alimento, energía
y materiales) y para absorber los desechos de un individuo, comunidad, estado
o país. En este sentido, al dividir la superficie ecológicamente productiva del

194
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

planeta entre la población humana global, se obtienen 1,89 hectáreas disponibles


por persona.
Para calcular la huella ecológica, se evalúan aspectos productivos como
agricultura, ganadería, silvicultura, pesquerías, infraestructura o captura de
carbono, y se trabaja bajo una serie de supuestos:

- Es posible hacer un seguimiento de la mayoría de los recursos que


consume la gente y de los desechos que genera.
- La mayor parte de los flujos de consumo y desecho pueden ser asociados
con la superficie biológicamente productiva que se requiere para
mantenerlos.
- Estas superficies pueden expresarse en las mismas unidades (hectáreas)
una vez que se establece la proporción entre la escala y la producción de
biomasa.
- Debido a que estas áreas tienen usos excluyentes, y cada ha estandarizada
representa la misma cantidad de producción de biomasa, se pueden
sumar para definir la biocapacidad planetaria.
- Esta superficie de demanda humana global puede ser comparada con
los servicios ambientales proporcionados por la naturaleza, ya que es
posible también estimar la superficie del planeta que es biológicamente
productiva.

Tomando en cuenta lo anterior, se ha estimado que la huella ecológica total de


la humanidad es de 13.2 billones de hectáreas globales (Ventoulis et al. 2004).
Tomando en cuenta datos del mismo autor (Figura 6.2), se aprecia que desde
mediados de los años 70s hemos rebasado la biocapacidad del planeta.
Para tener una idea de las diferencias entre los países, tomando en cuenta los
datos aportados por Ventoulis et al. (2004), se analizaron los valores de las
naciones pertenecientes a la Red CentralRisk, incluyendo además a Estados
Unidos y Bangladesh, países con la mayor y menor huella ecológica per capita
con 9,57 y 0,50 ha globales respectivamente (Tabla 6.6).
Se calculó, además, el factor territorial nacional (FTN), multiplicando la huella
ecológica per capita del país, es decir las hectáreas calculadas para cada habitante,
por la población nacional y restándole este valor a su superficie territorial:
(FTN= huella X población-superficie)

195
Topiltzin Contreras-MacBeath

Huella ecológica
Población Superficie FTN
País (ha globales
(miles) (miles de ha) (miles de ha)
per capita)
Estados Unidos 9.57 271,290 937,260 -1,658,985
Francia 5.74 59,047 54,918 -284,011
España 4.90 39,439 50,478 -142,733
Italia 3.26 57,298 30,122 -156,669
México 2.59 100,349 190,869 -69,034
Costa Rica 1.91 3,710 5,106 -1,926
Panamá 1.89 2,808 7,443 2,125
El Salvador 1.72 6,122 2,072 -8,457
Nicaragua 1.57 4,812 12,140 4,585
Honduras 1.54 6,249 11,189 4,940
Guatemala 1.30 12,639 10,843 -5,587
Bangladesh 0.50 130,804 14,399 -51,033
Tabla 6.6.- Huella ecológica para algunos países. Fuente: elaboración propia.

Figura 6.2.- Huella ecológica de la humanidad de 1961 a 1999. Fuente: Ventoulis et al., 2004.

De esta forma, Estados Unidos presenta un déficit de 1 658 985 000 hectáreas
(Mil seiscientos cincuenta y ocho millones novecientos ochenta y cinco mil
hectáreas). En otras palabras y bajo esta lógica, para ser autosuficiente, Estados
Unidos necesitaría una superficie más de tres veces superior a la actual.
Volviendo a la tabla 6.6, todos los países europeos y México tienen también
valores deficitarios territoriales considerables, mientras que algunos países de la
región como Panamá, Nicaragua y Honduras tienen valores favorables.

196
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

6.4 Desarrollo sustentable


Existe una alternativa a las tendencias del desarrollo actual, que se ha venido
discutiendo en las últimas décadas y, a pesar de que aún no existen consensos
globales acerca de su implementación y de que los Estados Unidos han bloqueado
casi todo intento por seguir esta vía de desarrollo (Dresner, 2002), se piensa que
el desarrollo sustentable es la alternativa.
Si bien el libro de Rachel Carson “Silent Spring”, publicado en 1962 puede
ser acreditado por el reconocimiento público de la degradación ambiental
causada por las empresas, el libro “Nuestro futuro común” (WCED, 1987), que
es el reporte de la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo, debe ser
considerado como el catalizador de la apreciación global sobre el desarrollo
sustentable.

Figura 6.3.- Modelo simple de un sistema. Fuente: elaboración propia.

A pesar de la aceptación que ha tenido la idea del desarrollo sustentable, tanto


por desarrolladores, como por ambientalistas, resulta realmente difícil llegar
a una definición clara de lo que significa (Dresner, 2002; Gallopin, 2003). Sin
embargo, como tal, la idea que subyace tras el desarrollo sustentable es simple:
los recursos naturales del planeta son limitados; estos son utilizados de manera
desproporcionada por una minoría que vive en los países ricos, lo cual da origen
a una inequidad intra-generacional. La tasa de uso de estos recursos siempre
está incrementándose, lo cual a su vez limita la posibilidad de que las futuras
generaciones tengan un estándar de vida como el presente, lo que crea inequidad
trans-generacional.
Tomando en cuenta lo anterior, de una manera simple, el desarrollo sustentable se
define como “aquel que cubre las necesidades de la generación actual sin comprometer
la habilidad de las futuras generaciones para cubrir sus propias necesidades”.
Buscando describir de la manera más clara posible lo que es el desarrollo
sustentable, con base en lo propuesto por Gallopin (2003), a continuación se
presenta un análisis sistémico del concepto. En primera instancia habrá que
aclarar las características básicas de un sistema.

197
Topiltzin Contreras-MacBeath

6.4.1 Características básicas de un sistema


Un sistema se caracteriza por una serie de partes que interactúan para obtener
un resultado u objetivo. El sistema recibe entradas (inputs), los procesa y produce
salidas (outputs) que son definidas por los objetivos, metas u propósitos comunes
(Figura 6.3). Para que el proceso funcione, tendrán que operar adecuadamente
una serie de elementos subyacentes, que le permiten a este ser eficiente en la
producción de sus salidas.
Por supuesto que cualquier sistema se desarrolla dentro de un entorno o condiciones
espacio-temporales específicas, que influyen en el mismo. En otras palabras, se trata
de sistemas abiertos, pero dichas influencias (representadas por las flechas negras)
están fuera del sistema en sí, por lo que no se discuten en detalle.

Figura 6.4.- Diagrama simplificado de un ecosistema. Fuente: elaboración propia.

6.4.1.1 El ecosistema
En el área ambiental, el ejemplo clásico es el sistema natural o ecosistema (Figura
6.4), en el que al interior tenemos tanto los factores abióticos (nutrientes del suelo,
clima, agua, etc.) como los bióticos, en este caso representados por los niveles
tróficos. Todos estos elementos interactúan al interior del sistema, pero este
recibe también importantes aportes externos, como la luz solar, la inmigración
de organismos y los impactos de fenómenos naturales diversos. El sistema tiene
salidas en la forma de emigración de organismos, pero además ocurre la extracción
de recursos por parte del hombre. Cuando esta extracción es excesiva o afecta a
especies clave, se altera dramáticamente el ecosistema, lo cual lo hace insostenible.

198
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

6.4.1.2 Sistema tradicional


En el sistema humano tradicional, todo gira en relación a las cuestiones
socioeconómicas (Figura 6.5) y más específicamente a los aspectos económicos,
o los mercados. Este sistema es aquel que sitúa al hombre como amo y señor de
la naturaleza, de tal forma que los recursos naturales existen para satisfacer sus
necesidades, el planeta provee los servicios ambientales y de alguna manera los
desechos salen del sistema.

Figura 6.5.- Sistema tradicional. Fuente: Gallopin, 2003.

Se trata de una posición insostenible, ya que se basa en la idea de que lo recursos


naturales son infinitos o de que el hombre tiene la capacidad de encontrar
nuevas formas de hacer más productiva a la naturaleza con base en el desarrollo
tecnológico. El sistema presta además servicios ambientales como la captura de
carbono y agua. Estos servicios se han venido considerando capaces de procesar
los excesos producidos por la actividad económica, cosa que en la actualidad ha
probado ser una falacia, como lo demuestran impactos como la destrucción de la
capa de ozono o el cambio climático.

6.4.1.3 Sistema ecológico


Se trata de la posición verde a ultranza (Figura 6.6), al situar a la sociedad como
una parte minúscula del sistema. Se podría pensar que este sistema es el más
sustentable de todos pero, sin embargo, se trata de una posición poco realista,
que tal vez pudiera haber sido cierta en algún momento de la historia de
la humanidad, pero que en la actualidad, con poco más de 6 mil millones de
habitantes y con los patrones de consumo de los países ricos, no lo es.

199
Topiltzin Contreras-MacBeath

6.4.1.4 Sistema socio-ecológico


La alternativa a los dos sistemas anteriores, es lo que se ha llamado el sistema
socio-ecológico (Figura 6.7), que reconoce la vinculación e interdependencia
entre sociedad y naturaleza, de tal forma que busca poner al mismo nivel a
los aspectos humanos y a los naturales. En este sentido, se parte de la idea
de que se cuenta con un capital natural (recursos bióticos y los servicios
que proporcionan) que es fi nito, de tal forma que el desarrollo, para que sea
sostenible, debe realizarse tomando en cuenta la biocapacidad del planeta. Por
otro lado, se sitúa al capital humano como un componente fundamental para
lograr el funcionamiento del sistema, situación que pudiera parecer trivial, pero
que es muy significativa, ya que, para que funcione, tiene implícitos aspectos
como la equidad, que es poco considerada en los sistemas tradicionales.
Además, se requiere de hombres y mujeres sanos, educados y capacitados,
así como con acceso a calidad de vida, para que sean productivos y aporten
al sistema. Por ultimo, se integra el capital generado, que son todas aquellas
instituciones creadas por el hombre, las leyes, las relaciones entre particulares
y naciones, los sistemas de producción y los mercados y, por supuesto, las
instituciones educativas.
De acuerdo con Gallopin (2003), existen una serie de atributos fundamentales
que son necesarios para que el sistema funcione. Estos se describen a
continuación:

- Disponibilidad de recursos. Esta es una característica obvia y puede


incluir recursos (agua, luz solar, dinero, etc.), activos y dotación de
derechos.
- Adaptabilidad y flexibilidad. Cierto grado de ductilidad es necesario
para detectar e interpretar los cambios que ocurren al exterior del
sistema.
- Homeostasis general (estabilidad, resiliencia, robustez). Tiene que ver
con la capacidad del sistema para mantener o preservar los valores de
las variables esenciales en torno a una trayectoria o estado determinado
(estabilidad), un dominio de atracción (resiliencia), o una estructura del
sistema (robustez).
- Capacidad de respuesta. Capacidad del sistema socio-ecológico para
hacer frente al cambio.

200
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

Figura 6.6.- Sistema ecológico. Fuente: Gallopin, 2003.

Figura 6.7.- Sistema socio-ecológico. Fuente: Gallopin, 2003.

6.4.1.5 Las escalas y enfoques del desarrollo sustentable


Uno de los atributos importantes del concepto de desarrollo sustentable, es su
aplicabilidad a diferentes escalas y bajo diferentes enfoques, de tal forma que
este se emplea desde lo global (al nivel planetario) hasta lo local (al nivel de
comunidades, poblaciones o grupos étnicos), pudiendo además planearse a los
niveles regional (supranacional, como en el caso de la Unión Europea), nacional

201
Topiltzin Contreras-MacBeath

(muchos países en la actualidad cuentan con una estrategia sobre desarrollo


sustentable), e inclusive estatal o provincial.
Alternativamente, se maneja al nivel de sectores o actividades (agricultura,
industria, turismo, empresa, etc.) o por biomas (bosque, sabana, arrecife).
Tal vez el concepto sea tan criticado por lo utópico que resulta el poder llegar en
un futuro cercano al desarrollo sustentable a la escala global, bajo las condiciones
de inequidad existentes actualmente entre los países del norte y sur pero, sobre
todo, porque esto implica romper con el modelo socioeconómico prevaleciente y,
por consiguiente, con la hegemonía de los Estado Unidos de Norteamérica.
Como resultado de una evaluación de la situación global de los ecosistemas
(Matthews et al., 2000) se presentan algunas de las acciones que se han de
realizar para transitar hacia el desarrollo sustentable a escala global. Estas se
enlistan a continuación:

- Eliminación de los subsidios que promueven la ineficiencia económica y


el uso excesivo de los recursos naturales.
- Creación de ambientes económicos y políticas públicas que atraigan
mayores inversiones del exterior en empresas privadas.
- Creación de condiciones que promuevan inversiones socialmente
responsables en los países en desarrollo.
- Promover alianzas entre lo público y privado que integren la
sustentabilidad de largo plazo en la erradicación de la pobreza y el
desarrollo económico.
- Movilizar recursos financieros adicionales hacia el mejoramiento
ambiental.
- Eliminar las barreras en los países desarrollados hacia las importaciones
provenientes de países en desarrollo, particularmente en el sector
agrícola.
- Fortalecer la capacidad y políticas institucionales enfocadas hacia la
protección ambiental y el desarrollo sustentable.
- Incentivar el compromiso de todos los países (desarrollados y en
desarrollo) hacia acuerdos internacionales.
- Expandir y replicar programas exitosos, proyectos experimentales y
políticas exitosas.
- Establecer objetivos y metas claras, así como los medios para monitorear
el progreso.

202
Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de recursos terrestres y acuáticos

Haciendo un recuento de los puntos anteriores, resulta verdaderamente utópico


pensar que, bajo las condiciones económicas, políticas y culturales actuales, se
pudiera llegar al desarrollo sustentable del planeta.
Alternativamente a esta escala global, difícil de concebir, se puede hablar
comunidades sustentables como aquellas que: (i) valoran y respetan a todos sus
miembros, (ii) cultivan relaciones de confianza entre la gente, las organizaciones
y las instituciones, (iii) Cooperan para el bien común, (iv) proveen oportunidades
para la comunicación y el aprendizaje y (v) busca el desarrollo y no sólo el
crecimiento.
De igual forma, una empresa sustentable sería aquella que: (1) reemplaza los
artículos producidos nacional o internacionalmente por aquellos producidos
localmente, (2) se responsabiliza por los efectos que ocasionan a la naturaleza,
(3) no requiere de fuentes exóticas de capital para desarrollarse y crecer, (4)
utiliza procesos de producción que son humanos, dignos y satisfactorios, (5)
crea objetos duraderos, de uso prolongado y cuya disposición final no afecta a
las generaciones futuras y (6) cambia a los consumidores por clientes mediante
la educación.
Si hemos de realizar los cambios, se tienen que dar ahora. Nuestro planeta no
puede resistir por mucho tiempo más, sobre todo sin que perdamos la calidad
de vida que aún existe en algunas regiones. A pesar de la magnitud de los
problemas que enfrentamos, existen algunas tendencias importantes sobre las
que tendríamos que apoyarnos, como el hecho de que los combustibles limpios
y renovables son en la actualidad las tecnologías energéticas de más rápido
desarrollo y de que, a pesar de que aún representan apenas el 2% del consumo
de energía global, el uso de fuentes de energía solar y eólica crecen entre el 20% y
40% anualmente. Cada día, más países les han devuelto el control de los recursos
forestales a las comunidades locales, lo cual abre la posibilidad de un mejor
manejo, y cada día existe mayor conciencia sobre el impacto que las prácticas
tradicionales de producción agrícola tienen sobre el ambiente.
La mayoría de los países del mundo han acordado una serie de metas globales,
llamadas las “Metas del desarrollo del Milenio”: (i) erradicar la pobreza extrema
y la hambruna, (ii) alcanzar educación primaria universal, (iii) promover la
equidad de género y el empoderamiento de las mujeres, (iv) reducir la mortalidad
infantil, (v) mejorar la salud maternal, (vi) asegurar la sustentabilidad ambiental,
(vii) combatir el HIV/SIDA, la malaria y otras enfermedades y (viii) desarrollar
alianzas globales para el desarrollo.
Lo curioso, es que se cuenta con los recursos materiales, científicos y técnicos
para poder alcanzar dichas metas, pero lo que falta es el compromiso de quienes
más tienen con los que no tienen nada.

203
Topiltzin Contreras-MacBeath

Por último, sería importante hacer notar que, si consideramos la biodiversidad


con la que cuenta la región mesoamericana, en una época que ha sido considerada
como la era dorada de la biología debido al avance y a las perspectivas
económicas de disciplinas como las ciencias biomédicas y la biotecnología, los
recursos bióticos deberían ser considerados como estratégicos para el desarrollo
de nuestros países (Contreras-MacBeath, 2006). De ser esto cierto, se debe
poner especial atención hacia el estudio de nuestros bancos genéticos (espacios
naturales), así como al establecimiento de estrategias para su protección legal,
manejo y conservación.
Si, como región, deseamos evitar ser marginados de la revolución biotecnológica
actual, como lo fuimos de las revoluciones industrial, tecnológica e informática,
debemos de establecer estrategias para el fortalecimiento de nuestros recursos
humanos, ya que solo con gente capacitada lograremos salir del subdesarrollo,
conservar nuestro patrimonio natural y transitar hacia el desarrollo sustentable.

6.5 Referencias
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Latina y el Caribe: Desafíos y oportunidades”. CEPAL y PNUMA.
• CCAD (2002). “Naturaleza, gente y bienestar: Mesoamérica en Cifras”. Comisión
Centroamericana de Ambiente y Desarrollo. San José, Costa Rica.
• CONABIO (1998). “La diversidad biológica de México: Estudio de País, 1998”.
Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. México.
• Contreras-MacBeath T. (2006). “Knowledge sharing for sustainable development
through biodiversity conservation in the Mesoamerican region”. Journal of Science
Communication 4(3):1-5.
• Dresner S. (2002). “The principles of sustainability”. Earthscan Publications Ltd.
London. 200 p.
• Flores V.O., Handal-Silva A. y L. Ochoa-Ochoa (eds.) (2003). “Diagnóstico de la
Diversidad Biológica de El Salvador”. REDMESO/SRE, México D. F.
• Froese R., Yand D. and Pauly (eds.). (2004). “FishBase”. World Wide Web electronic
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Serie Medio Ambiente y Desarrollo 64. División de desarrollo sostenible y
asentamientos humanos. CEPAL. Santiago de Chile.
• Gaston K.J. and Spicer J.I. (2006). “Biodiversity: An introduction”. Segunda Edición.
Blackwell Publishing.
• GEF (2002). “The challenge of sustainability. Global Environmental Facility”.
Washington. USA.
• Lujala P. (2003). “Clasification of natural resources”. Paper prepared for presentation
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• Matthews E., Payne R., Rhoweder and Murray, S. (2000). “Pilot analysis of global
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204
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• Miller G.T. jr. (1991). “Environmental science: sustaining the earth”. Tercera Edición.
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• Myers N., Mittermeier R.A., Mittermeier C.G., da Fonseca G.A.B. and Kent, J. (2000).
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Caribbean: Challenges and opportunities”. United Nations Publication. Santiago de
Chile.
• WCED (1987). “Our Common Future”. Oxford University Press. Oxford, UK.
• Velázquez Soto I. (sin fecha). “Flores e insectos en la dieta prehispánica y actual de
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• Venetoulis J., Chazan D. and Gaudet C. (2004). “Ecological Footprint of Nations”.
Sustainability Indicators Program. Redefining Progress. Org.

205
CAPÍTULO 7
CONCEPTOS GENERALES SOBRE RESIDUOS

August Bonmatí
Xavier Gabarrell

7. 0 Introducción
Unos 250 años atrás, la población mundial era de aproximadamente 500 millones
de habitantes. En la actualidad, alcanza ya cifras próximas a los 6500 millones y
las previsiones de las Naciones Unidas para 2050 son de casi 11 000 millones.
Este rápido crecimiento de la población, junto con su concentración en grandes
núcleos urbanos y con el creciente consumo de recursos, ha originado graves
problemas al medio ambiente, como la contaminación de aire, suelo y agua.
La revolución industrial iniciada en Gran Bretaña en el siglo XVIII con el
descubrimiento de la máquina de vapor (conversión de la energía calorífica en
energía cinética), introdujo cambios importantes en los sistemas productivos:
transporte a largas distancias, mecanización de oficios tradicionalmente
artesanales, etc. La industrialización motivada por el desarrollo tecnológico,
incrementó la demanda de mano de obra en las ciudades y favoreció la
concentración de la población en núcleos urbanos.
El crecimiento de los asentamientos urbanos no sólo implicó la necesidad de
abastecer de alimentos y otros productos a la población, sino también la de
suministrar agua potable, depurar las aguas residuales, mantener la calidad del
aire y eliminar los residuos sólidos generados.
Este patrón de crecimiento y concentración de la población en grandes núcleos
urbanos se ha ido reproduciendo en prácticamente todo el planeta y, en la medida
en que se da este fenómeno, los problemas con los residuos generados, las aguas
fecales y la contaminación del aire se agravan.
Los capítulos 8, 9 y 10 de este libro están orientados, al estudio de los Residuos
Sólidos Urbanos y al de los Residuos Industriales. En este breve capítulo, se
recoge una introducción al concepto general de residuo.

207
August Bonmatí y Xavier Gabarrell

7.1 Conceptos básicos y definiciones

7.1.1 Contaminación
Dos de las definiciones más completas del concepto “contaminación” son las
siguientes:

- “Alteración de alguno de los elementos necesarios para la vida (aire, agua


o suelo) o a las perturbaciones sobre los seres vivos como consecuencia
de esta alteración”.
- “Presencia en el agua, aire o suelo de cualquier sustancia (orgánica,
inorgánica, biológica o radioactiva) que reduce su calidad hasta
constituir un riesgo para la salud o que limita o anula su uso; no solo
significa un riesgo para el hombre sino también para la flora y la fauna”.

7.1.2 Ciclo de la materia y la energía en el metabolismo


industrial
La figura 7.1a esquematiza el diagrama de flujo de materias primas, energía y
residuos en un escenario caracterizado por un flujo unidireccional de materia y
energía, que consiste en el movimiento desde las fuentes hasta el consumidor, y
desde este hasta el abandono o aislamiento final de los residuos del proceso. Este
movimiento unidireccional implica una acumulación creciente de materia, que
exige medidas costosas para evitar la degradación de las condiciones de vida.
Las medidas de control en un sistema de flujo unidireccional son necesarias,
pero no suficientes. Tener cada vez más material en circulación implica aplicar
medidas cada vez más costosas y disponer sistemas de aislamiento (vertederos)
con volúmenes de almacenamiento crecientes. Así mismo, el modelo presupone
que las fuentes de materia y energía son lo suficientemente grandes como para
asegurar la pervivencia de los procesos de transformación y consumo.
Cuando parte de la materia y de la energía se reciclan en el sistema, nos
encontramos en una situación de flujo unidireccional con recirculación (Figura
7.1b). Este sería el caso en el que nos encontramos hoy en día, o hacia el que se
tiende. Finalmente, en la figura 7.1.c se representa el sistema ideal, en el que la
energía procede de una fuente exterior inagotable (energía solar) y se recircula
toda la materia.

208
Conceptos generales sobre residuos

Figura 7.1.- Modelos de flujo de materia y energía en el metabolismo industrial: a) Flujo


unidireccional, b) Flujo unidireccional con recirculación, c) Sistema cerrado ideal para la materia,
con recirculación completa y abierto para la energía. Fuente: elaboración propia.

7.1.3 Residuo
Todo proceso productivo actúa sobre el entorno con diferentes grados de
intensidad: consume materia y energía y produce unos bienes y unos residuos.
Una definición jurídica de lo que se considera residuo es la siguiente: “Cualquier
sustancia u objeto del cual su poseedor se desprenda o tenga la intención u
obligación de desprenderse”
Otra definición no tan formal, pero que expresa una de las condiciones de un
residuo es: “Un recurso en un momento y en un lugar inadecuado”.
En efecto, un producto se convierte en residuo en función del espacio y del tiempo.
Nótese que un mismo producto, en el transcurso del tiempo, puede convertirse
en residuo y viceversa. Por lo tanto, la condición de residuo no es inamovible.
Lo mismo sucede en función de dónde se encuentra, geográficamente, dicho
producto. Productos muy aprovechables en un determinado entorno, región
o país, pueden ser desestimados en entornos sociales, culturales o geográficos
diferentes.
Normalmente, cuando se habla de residuos, se piensa en materias de consistencia
sólida. No obstante, los residuos de un proceso pueden ser sólidos, líquidos o
gaseosos. Lo que si es cierto es que la legislación aplicable y la gestión son muy
diferentes en función de que se trate de un residuo sólido, líquido o gaseoso.

209
August Bonmatí y Xavier Gabarrell

7.1.4 Subproductos
Los subproductos son “residuos que se pueden utilizar directamente como
materia prima de otros procesos productivos, o en sustitución de productos
comerciales y que son recuperados sin necesidad de someterlos a operaciones de
tratamiento”.
La utilidad de un subproducto depende del proceso. Un producto puede ser un
residuo para una industria y en cambio una materia prima para otra. Se habla de
residuo cuando la sustancia en cuestión no tiene utilidad para su propietario y
de subproducto cuando tiene alguna utilidad.

7.1.5 Rechazo
Se puede definir el rechazo como “un residuo o fracciones del mismo que no
son valorizables”. Uno de los objetivos de un sistema de gestión de residuos es
minimizar esta fracción.

7.2 Clasificación de los residuos


Hay diversas opciones para clasificar los residuos, en función de su peligrosidad
o de sus propiedades físicas y químicas, según su origen o según otras
clasificaciones más exhaustivas, como las contenidas en el Catalogo Europeo de
Residuos.

7.2.1 Clasificación de los residuos según su peligrosidad

- Residuos Peligrosos. Residuos que, por sus características tóxicas


o peligrosas, o debido a su grado de concentración, requieren un
tratamiento específico y un control periódico de sus efectos nocivos
potenciales.
- Residuos Inertes. Residuos que, una vez depositados en un vertedero,
no experimentan transformaciones físicas, químicas o biológicas
significativas y cumplen con los criterios de lixiviación determinados
por reglamento.
- Residuos No Peligrosos. Por exclusión de los otros dos grupos.

7.2.2 Clasificación de los residuos según su origen


La clasificación según el origen de los residuos se puede realizar de manera
genérica en grandes grupos, como pueden ser: residuos municipales, residuos
industriales, residuos ganaderos, residuos de construcción, residuos sanitarios,

210
Conceptos generales sobre residuos

etc., o de una manera exhaustiva, como es el caso de la clasificación del Catálogo


Europeo de Residuos (CER)1.

7.3 Estrategia de gestión de residuos


Se entiende por estrategia de gestión de residuos el control de la generación,
almacenaje, recogida, transferencia y transporte, tratamiento y evacuación de
los residuos, de forma que sea respetuosa con el medio ambiente.
En el diseño de una estrategia de gestión de residuos es necesario considerar lo
que se denomina “jerarquía de la gestión de los residuos”, que no es otra cosa
que priorizar las actuaciones en función de criterios ambientales. El consenso al
que se ha llegado en esta priorización es el que se muestra en la figura 7.2.

Figura 7.2- Jerarquía en la gestión de los residuos

7.3.1 Reducir (Minimizar)


Significa sustituir una actividad por otra que reduzca o elimine la generación de
residuos desde la fuente que los origina. Ejemplos conocidos de reducción son el
uso de combustible con baja concentración de azufre para reducir las emisiones
de H2S, la substitución del plomo como aditivo en las gasolinas o la modificación
de los sistemas de limpieza (equipos de alta presión) para reducir la generación
de aguas residuales.

1 Esta clasificación se analiza con más detalle en el capítulo 9.

211
August Bonmatí y Xavier Gabarrell

7.3.2 Reutilizar
Consiste en utilizar un producto para el mismo fin para el que se diseñó
originalmente. Los ejemplos más conocidos son la devolución de los envases
de refrescos de vidrio para que sean utilizados nuevamente en el proceso
productivo.

7.3.3 Reciclar
El reciclaje es un método de gestión de los residuos en el que los materiales
considerados reciclables se separan, en algún punto del proceso, del resto
de residuos y se reprocesan hasta alcanzar una calidad aceptable para su
reintroducción en el sistema como productos útiles.
El beneficio (o coste) ambiental del reciclaje se determina comparando:
(Coste de la recogida selectiva o Coste de la separación del material reciclable +
Coste del reciclaje) ≤ (Coste de la recogida y disposición final + Coste ambiental de
la fabricación del material virgen)
Asimismo, es necesario que se cumplan unos requerimientos mínimos: un
suministro fiable y un sistema de recogida y transporte que aseguren un
suministro constante al centro de reciclaje, la existencia de la tecnología que
permita el procesamiento del residuo y, por último, la existencia de mercados
que acepten los productos reciclados.
Los ejemplos más comunes son el reciclaje de papel o el de los envases de
determinados tipos de plásticos.

7.3.4 Tratamiento / Valorización


Por tratamiento, se entiende cualquier método, técnica o proceso que cambie las
características físicas, químicas o biológicas de un residuo, con la finalidad de
neutralizarlo, de recuperar un recurso material o energético, de convertirlo en
un residuo inerte menos peligroso o que se pueda manipular con más seguridad,
de aumentar su aptitud para su recuperación o almacenaje o de reducir su
volumen.
Por otro lado, por valorización se entiende todo procedimiento que permita
aprovechar los recursos contenidos en un residuo.

7.3.5 Eliminación
Se entiende por eliminación todo procedimiento dirigido al vertido de los
residuos o a su destrucción total o parcial, realizado sin poner en peligro la salud
humana y sin utilizar métodos que puedan perjudicar el medio ambiente.

212
Conceptos generales sobre residuos

7.4 Referencias
• Davis M.L. and Cornwell D.A. (1991). “Introduction to environmental engineering”.
McGraw-Hill, NewYork.
• Glynn H.J.G. and Heinke, G.W. (1999). “Ingeniería Ambiental”. Prentice Hall
Hispanoamericana, SA. México.
• Masters G.M. (1991). “Introduction to environment engineering and science”.
Prentice-Hall.
• Tchobanoglous G., Theisen A. and Vigil S. (1994). “Gestión Integral de Residuos
Sólidos”. McGraw Hill, Madrid.

En red
Agència de Residus de Catalunya:
http://www.arc-cat.net/es/home.asp
Ciberamérica- Información por países de la gestión de residuos:
http://www.cpmlnic.org.ni/quienes.htm

213
CAPÍTULO 8
GESTIÓN Y TRATAMIENTO DE
RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS

August Bonmatí

8.0 Introducción
Se pueden definir los Residuos Sólidos Urbanos como “los residuos producidos
en los domicilios particulares, comercios, oficinas y edificios públicos”.
A su vez, estos se suelen clasificar en residuos domiciliarios y residuos
comerciales. La gestión de los residuos comerciales, debido a la gran cantidad
generada, se suele separar de los domiciliares, para así evitar la saturación del
sistema de gestión de los residuos domiciliares.

8.1 Generación y gestión de residuos sólidos urbanos (RSU)

8.1.1 Generación y composición de los RSU


El volumen de residuos sólidos urbanos generado depende de factores tales como
el nivel de vida de la población, de que se trate de una zona rural o urbana, del
nivel de consumo, etc. De manera general, se puede afirmar que la generación de
residuos es mayor en zonas urbanas, en zonas con un nivel de consumo elevado
y en áreas de gran desarrollo industrial.
Así, encontramos valores de generación de RSU per capita que van desde 1,6
kg persona-1 día-1, en países altamente industrializados hasta apenas 0,37 kg
persona-1 día-1 en países con un nivel de industrialización bajo y población
mayoritariamente rural.
Los residuos sólidos urbanos incluyen residuos no peligrosos o inertes, como
pueden ser materia orgánica, papel y cartón, vidrio, plástico, metales, madera,
textiles, etc., y residuos peligrosos (normalmente en pequeñas cantidades) tales
como medicamentos caducados, tubos fluorescentes, neumáticos, baterías,
disolventes, pinturas, electrodomésticos, etc.
La composición de los RSU también varía por zonas. La diferencia más destacable
es que, en zonas rurales y en países menos industrializados, la fracción orgánica
(considerando únicamente los restos de comida) es mucho mayor. En la tabla 8.1

215
August Bonmatí

se pude observar la composición típica de los RSU de un municipio en Nicaragua


y la de una región de la Unión Europea.

Componente Nicaragua Cataluña


Fracción orgánica 82,3 % 45,0 %
(restos comida)
Papel y cartón 4,0 % 25,0 %
Plástico 8,5 % 7,0 %
Metales férricos y no férricos 1,0 % 4,0 %
Vidrio 1,2 % 8,0 %
Otros residuos 3,0 % 11,0 %
Tabla 8.1.- Composiciones típicas de los RSU en Nicaragua (Centroamérica) y Cataluña
(Unión Europea). Fuente: Elaboración propia a partir de Flores et al. (2003) y Agència de
Residus de Catalunya (2006).

8.1.2 Gestión de residuos sólidos urbanos


Un dato técnico muy importante para planificar la gestión de los residuos es
conocer la cantidad y las características (densidad y composición) de los residuos
sólidos que se generan en las viviendas, comercios, mercados, escuelas, etc. A
continuación se describen brevemente las etapas que integran la gestión de los
residuos sólidos urbanos.

8.1.2.1 Actividades en origen


Las actividades en origen comprenden la selección, la manipulación y
el almacenamiento de los residuos. Los métodos de manipulación y
almacenamiento variarán dependiendo de que se realice o no una recolección
selectiva y de su frecuencia. Así, si no existe recogida selectiva, se precisará un
único recipiente para el almacenamiento primario, con una capacidad acorde
con el volumen de generación. Por el contrario, en caso de recogida selectiva, se
necesitarán diversos recipientes según las fracciones separadas en origen.

8.1.2.2 Recolección
Hay dos aspectos que es importante definir en la recolección de los residuos: el
modelo y el sistema de recolección.

- Modelos de recolección. Existen dos modelos principales de


recolección:
• Recolección en masa. Los residuos se recogen mezclados, sin
que haya una selección en origen, y normalmente tampoco una

216
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

selección posterior. Cuando la recolección de residuos no cubre a


toda la población, los residuos no recolectados suelen ser vertidos
sin ningún tipo de control en lugares tan inapropiados como los
cauces de los ríos o las zonas baldías, o bien son quemados al aire
libre. Cabe indicar que, en estos casos, existe un reciclaje informal
de gran parte de los residuos (latas, plásticos, etc.) en el lugar de
origen o en el propio vertedero, de una manera no reglada y con los
consiguientes riesgos sanitarios para las personas que lo realizan.
Por otra parte, los restos de comida se suelen utilizan para alimentar
al ganado o a los animales de compañía.
• Recolección selectiva. En este caso, la recolección de los residuos
se realiza por fracciones. Habitualmente, se separan las siguientes
fracciones: vidrio, papel y cartón, envases ligeros (latas y plásticos),
fracción orgánica y rechazo.
- Sistemas de recolección. Existen básicamente dos sistemas de recolección:
contenedores en la calle y recolección domiciliar o puerta a puerta.
• Contenedores. En este caso, se disponen contenedores en las
calles, de tal manera que la población ha de llevar los residuos
generados en su domicilio hasta los puntos donde están dispuestos
los contenedores. El número de contenedores y la tipología de los
residuos que se recolectan en ellos dependen del modelo de gestión.
Se encuentran sistemas con un único contenedor (recolección en
masa) hasta sistemas con cinco contenedores (vidrio / papel + cartón
/ envases ligeros (plástico + latas) / fracción orgánica / rechazo).
El número de habitantes por contenedor es muy variable, desde
los 100-150 habitantes/contenedor hasta los 250-350 habitantes/
contenedor. El sistema de contenedores es el más extendido en las
grandes ciudades, ya que ordena el sistema de recolección y mejora
mucho las condiciones higiénicas de la población. Los inconvenientes
más destacables son las quejas de los vecinos próximos a los puntos
de recolección, debido a la presencia de vectores sanitarios (perros,
gatos, ratas) o a los malos olores, entre otras, y la alta inversión inicial
(en contenedores y equipos de recolección) y de mantenimiento (en
equipos, en sustitución de contenedores por deterioro, vandalismo
o robo, etc.). Así mismo, para que el índice de recuperación de
materiales se mantenga en un nivel aceptable, es necesario realizar
frecuentes campañas de sensibilización a la población.
• Recolección domiciliar o puerta a puerta. En este caso, cada uno de
los domicilios dispone de un contenedor identificado que se deposita
en el exterior de la vivienda momentos antes de su recolección. En
función de las fracciones que se recolecten en el municipio, cada día
de la semana se recolecta una tipología de residuos determinada.
Este modelo de recolección requiere una mayor implicación de

217
August Bonmatí

la población, pero los índices de recuperación de materiales son


mucho más altos.
Existen otros sistemas de recolección no clasificables directamente
dentro de estos dos grupos. En muchas ocasiones, en un mismo
municipio, coexisten los dos modelos. El modelo se elige en función
de factores tales como la tipología de las viviendas, el tipo de residuo
recolectado, etc.
- Unidades de recolección e itinerario. Es tan importante elegir unas
unidades de recolección adecuadas a las características del residuo
recolectado y a las características de la población (capacidad del
vehículo, medidas que permitan el paso por las calles, tipo de caja,
personal necesario), como optimizar la relación distancia recorrida/
número de camiones.
Otras consideraciones son la frecuencia, horarios, topografía urbana,
tráfico (determina la velocidad del vehículo), recorridos que inicien y
terminen en el centro de descarga, etc.

8.1.2.3 Transferencia
Cuando el volumen de residuos a transportar a las plantas de tratamiento y la
distancia a recorrer hasta ellas son muy grandes, los residuos se suelen transferir
de los pequeños camiones de recogida a camiones mayores con objeto de
optimizar el transporte. Esta operación se realiza en los centros de transferencia
y consta básicamente de tres etapas: descarga, compactación y carga en el camión
de mayor tamaño.

8.1.2.4 Plantas de separación y reciclaje


Este tipo de plantas se instalan en aquellos lugares donde se quiere recuperar
materiales a pesar de que no se realice una recolección selectiva, o también
como complemento a los sistemas donde está implantada la recolección
selectiva. En ellas se pretende recuperar la mayor cantidad de material con
el objetivo de reciclarlo. No obstante, es necesario evaluar la conveniencia de
su instalación ya que los índices de recuperación no son muy elevados, y las
condiciones laborales acostumbran a ser duras (altos riesgos sanitarios, confort
deficiente, etc.).
Los materiales que se suelen separar en estas plantas son los siguientes: plásticos
(PEAD, PET, PVC, film), férricos, no férricos (aluminio), papel y cartón.
Hay una serie de equipos que se encuentran frecuentemente en las plantas de
separación/selección (electroimán, ciclón, trómel, etc.). No obstante, una gran
parte de la selección se realiza manualmente.

218
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

8.1.2.5 Tratamiento y disposición final


Los sistemas de tratamiento y disposición final se describirán con detalle en los
apartados siguientes.

8.2 Elaboración de planes de gestión de RSU


Las etapas que comprenden la elaboración de un Plan de Gestión de Residuos se
enumeran a continuación.

8.2.1 Organización local para el desarrollo del Plan de Gestión


de Residuos
Es necesario identificar los actores sociales que van a participar en la elaboración
del plan y articular su participación. Los actores principales en el proceso son,
entre otros:

- Población. Normalmente se articula a través de asociaciones no


gubernamentales, comités cívicos y vecinales.
- Administración local (municipalidad). Normalmente es la responsable
de la gestión de los residuos.
- Administración provincial o nacional. En función de las competencias
establecidas en las leyes de residuos, su participación e implicación será
mayor o menor.
- Centros de formación (universidades, centros de capacitación, etc.).
Disponen de personal formado para colaborar en la redacción del Plan.
- Empresa y sector privado. La gestión de los residuos la puede realizar
directamente la administración local, pero en muchos casos se contrata
a empresas mixtas o privadas.
- Medios de comunicación. Inciden fuertemente en la opinión pública
y constituyen aliados indispensables para abordar temas de educación,
debate y difusión.
Asimismo, es necesario crear la organización necesaria para elaborar el
Plan de Gestión. Normalmente se establecen dos grupos de trabajo:
- Comité asesor. Es el que establece las directrices políticas del Plan y
establece los consensos entre los distintos actores involucrados.
- Comité técnico. Es el encargado de elaborar el Plan de Gestión en base a
las pautas marcadas por el comité asesor.

219
August Bonmatí

8.2.2 Diagnóstico de la gestión actual de los residuos


Con la finalidad de establecer el punto de partida del Plan de Gestión, es necesario
evaluar de una manera integral el estado del sistema de gestión de residuos sólidos
actual. Este diagnóstico integral ha de comprender los siguientes puntos:

- Caracterización del área de estudio: contexto legal, marco socio-


económico, contexto eco-geográfico, actividad económica (industrial,
comercial, etc.), educación, salud pública, servicios básicos, organización
social.
- Aspectos administrativos y financieros: organismos involucrados en
la gestión de los residuos y sus interrelaciones, el personal empleado
directamente, edictos municipales u otras normas legales, presupuesto
y ejecución del mismo y el sistema económico (impuestos municipales,
inversiones estatales, etc.) para financiar la gestión de los residuos.
- Aspectos técnico-operativos: comprenden la revisión de los métodos
y eficiencia de cada una de las etapas del sistema de gestión de residuos
(caracterización de los residuos, almacenamiento, recolección, transporte,
estaciones de transferencia, centros de tratamiento y disposición final).

8.2.3 Establecimiento del alcance y objetivos del Plan de


Gestión
Las conclusiones del diagnóstico que se ha realizado previamente servirán de
base para establecer el alcance y objetivos del “Plan de Gestión”. Los aspectos
claves a definir son:

- Identificación del área geográfica y periodo de planificación. En


función del tamaño de los núcleos urbanos, el Plan se establece a nivel
municipal, comarcal o intercomarcal (sin olvidar que normalmente se
desarrollará en el marco de un Plan Nacional de Residuos, que marcará
las directrices generales).
- Selección de la tipología de residuos que se consideran. Además de los
residuos domiciliares, se ha de considerar la conveniencia de incluir o
elaborar planes particulares para el resto de residuos que se generan
en la municipalidad (residuos de construcción, residuos comerciales,
residuos vegetales de parques y jardines, residuos sanitarios, etc.),
- Establecimiento del nivel de servicio que se desea alcanzar, objetivos
y metas del Plan. Indirectamente, al establecer el nivel de servicio y,
en consecuencia, los objetivos y metas, se establecen las necesidades
de inversión y recursos necesarios para asegurar la calidad y cobertura
deseadas.

220
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

8.2.4 Identificación y evaluación de alternativas


Con ellas se busca dar respuesta al “qué hacer” para lograr los objetivos
planteados. De esta manera, es necesario identificar y evaluar alternativas para
cada uno de los puntos estudiados en el diagnóstico de la situación de la gestión
de residuos. A modo de ejemplo, y sin ser exhaustivos, algunas consideraciones
al respecto son:

- Aspectos administrativos y financieros. Incluyen: (i) evaluar


la participación del sector privado, (ii) fomentar la creación de
microempresas de gestión de residuos y (iii) diseñar campañas de
educación ambiental y participación de la población.
- Aspectos técnico-operativos. Se evaluarán alternativas para cada una
de las etapas de gestión de los residuos. Algunos aspectos importantes
son: (i) el modelo de recolección y fracciones seleccionadas en origen,
(ii) las unidades de recolección (tipo y cantidad de vehículos, etc.) y (iii)
la necesidad de estaciones de transferencia, centros de tratamiento y
rellenos sanitarios.
- Erradicación de los sistemas informales de recuperación de residuos
existentes. La mejor alternativa para eliminar la recuperación informal
de residuos en vertederos y calles es diagnosticar el sistema establecido
(personas involucradas, tipología de residuos recuperados, precios y
vías de comercialización, etc.), lo que permitirá diseñar estrategias
para incorporar a los recuperadores en el nuevo sistema de gestión,
fomentando la formación de microempresas, cooperativas u otras,
brindando asesoría técnica, estableciendo condiciones mínimas de
seguridad e higiene, etc.
- Evaluación de la sostenibilidad financiera. Probablemente, este sea el reto
más importante al que se han de enfrentar las municipalidades. Con este
fin, se evaluarán económicamente las alternativas que sean factibles social y
políticamente y que cumplan con los objetivos planteados.

8.2.5 Elaboración del Plan de Acción


El Plan de Acción es el documento final que recoge todas las actividades
necesarias a corto, medio y largo plazo para cumplir los objetivos y alcances
definidos. Entre otras cosas, el Plan de Acción debe identificar las actividades
prioritarias, sus correspondientes requerimientos de inversión, los responsables
de cada actividad y los indicadores de avance de los productos parciales y
finales.

221
August Bonmatí

8.2.6 Ejecución y monitoreo del Plan de Acción


Finalmente, para la ejecución del Plan de Acción es necesario disponer del
presupuesto necesario y tratar de asegurarlo, como mínimo, durante el período
de planificación.
Por otro lado, el monitoreo de la implantación y alcance de los objetivos
planteados es una tarea imprescindible y que se debe realizar de manera abierta
y participativa (como mínimo han de participar todos los agentes identificados
en las etapas de elaboración del Plan de Gestión).

8.3 Tratamientos biológicos


Este apartado describe los tratamientos biológicos aplicables a la fracción
orgánica de los residuos municipales. Se describen ampliamente el compostaje
y la digestión anaerobia, para terminar con unos breves apuntes sobre
lombrihumus y bocashi.
Las sustancias orgánicas que forman parte de los residuos municipales,
domésticos o comerciales, se pueden descomponer biológicamente bajo
condiciones controladas, hasta llegar a un estado suficientemente estable que
permita su almacenamiento y utilización sin efectos secundarios indeseables.
Las condiciones controladas confieren una mayor velocidad al proceso, reducen
sus incertidumbres y consiguen un producto final homogéneo. El proceso de
descomposición se puede conducir básicamente de dos formas:

- en condiciones aerobias (en presencia de O2), degradando la materia


orgánica directamente a CO2, estabilizando la materia orgánica más
recalcitrante y obteniendo un producto estable con alta calidad como
abono orgánico (compost),
- en condiciones anaerobias (en ausencia de O2), degradando
parcialmente la materia orgánica a CH4 y CO2 (biogás) y estabilizando
parcialmente la materia orgánica.

Las dos tecnologías se pueden implantar de manera independiente o combinada.


Hay experiencias en las que, en una primera etapa, se aplica la digestión anaerobia
para obtener biogás y se sigue con un proceso de compostaje (maduración) para
estabilizar completamente la materia orgánica y obtener un compost de alta
calidad.
Independientemente de que el proceso sea aerobio o anaerobio, un sistema de
tratamiento biológico consta de las siguientes etapas:

- Pre-tratamiento. Operaciones previas al proceso biológico, para adecuar


el residuo y permitir un desarrollo adecuado del proceso. En función

222
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

del tipo de residuo y de la tecnología aplicada, el pre-tratamiento puede


ser más o menos intenso. El pre-tratamiento incluye normalmente
la eliminación de impropios, la trituración, la mezcla con aditivos
(material estructurante, co-substratos, etc.), la homogenización, el
ajuste de humedad, etc.
- Tratamiento/s biológico/s (se describirán en los siguientes apartados).
- Post-tratamiento. Su objetivo es refinar las características del producto
obtenido. Algunas de las posibles operaciones son la clasificación según
tamaño, la eliminación de impurezas, el ajuste de humedad, las mezclas
con fertilizantes inorgánicos, etc.

8.3.1 Compostaje
Una de las definiciones más completas de compostaje es la siguiente:
“Descomposición biológica aeróbica bajo condiciones controladas para obtener un
producto con una alta calidad y suficientemente estable para su almacenaje y su
utilización sin efectos secundarios (compost)”
Tal como indica la definición, se trata de un proceso biológico aerobio.
Por lo tanto, es necesario mantener las condiciones óptimas para que los
microorganismos responsables del proceso de descomposición, se puedan
desarrollar. La presencia de oxígeno es, en este caso, la condición imprescindible
para que se dé el proceso.
Otro punto importante a destacar de la definición, es que el objetivo del proceso
es la obtención de un producto estable de calidad, el compost. Esto nos indica
que todos los esfuerzos tienen que centrarse en la obtención de un compost de
calidad, que pueda ser útil en la agricultura como enmienda de suelos y fuente
de nutrientes. En la figura 8.1 se muestra de manera esquemática el proceso de
compostaje.

8.3.1.1 Campo de aplicación del compostaje y características del


compost
El proceso de compostaje se puede aplicar a una gran variedad de residuos:
biosólidos (lodos) de depuradoras de aguas residuales municipales e industriales,
residuos ganaderos (estiércol), residuos vegetales de parques y jardines, residuos
de industrias agroalimentarias y fracción orgánica de los residuos sólidos
urbanos.
Tal como se puede ver, el compostaje se puede aplicar a residuos con
características muy diversas (diferentes relaciones C/N, contenidos en humedad,
nutrientes, etc.). En muchos casos, no obstante, es necesario mezclar residuos con
propiedades complementarias para que el proceso se desarrolle adecuadamente.

223
August Bonmatí

Para que un compost se considere de calidad, debe tener las siguientes


características: (i) aspecto y color aceptables, (ii) higienización correcta, (iii),
nivel bajo de impurezas y contaminantes, (iv) nivel alto de componentes
agronómicamente útiles (N, P, K, etc.) y (v) composición constante.
De esta manera, el uso de un compost de calidad reporta una serie de beneficios:
(a) mejora las propiedades físicas del suelo (porosidad, estructura.), (b) aumenta
la capacidad tampón del suelo, (c) añade nutrientes al suelo (N, P, K, etc.),
aumenta la capacidad de intercambio catiónico (CIC) y la capacidad de retención
de agua, (d) reduce la toxicidad de algunos compuestos, se forman quelatos y
complejos organometálicos que secuestran estas sustancias tóxicas y (e) soporta
y favorece el crecimiento de la flora microbiana del suelo.
De igual manera, si la calidad no es adecuada, entraña una serie de riesgos:
(1) presencia de contaminantes (metales pesados), (2) materia orgánica no
estabilizada y (3) presencia de substancias fitotóxicas.

Figura 8.1.- Proceso de compostaje. Fuente: Adaptado de Haug, 1993

8.3.1.2 El proceso de compostaje


La ecuación general del proceso de compostaje es la siguiente:

224
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

La composición de la materia orgánica y, por tanto, los valores de los coeficientes


dependen de cada tipo de residuo y de las condiciones del proceso.
El proceso de compostaje se divide en dos ETAPAS independientes, pero con
un cierto grado de simultaneidad y velocidades diferentes: descomposición y
maduración.

- Descomposición. Las moléculas orgánicas e inorgánicas más sencillas


se descomponen rápidamente, provocando un aumento rápido de la
temperatura, que pasa de un rango mesofílico (<50ºC) a un rango
termofílico (>50ºC). Es interesante que se mantenga el rango termofílico
durante un tiempo suficiente para asegurar la inactivación de los
patógenos y la destrucción de semillas de malas hierbas y de huevos y
larvas de insectos.
- Maduración. En esta etapa, se forman macromoléculas nuevas
(ácido húmico, ácido fúlvico, etc.) y los compuestos más lentamente
degradables continúan su descomposición, formando ácidos grasos.
Es necesario dejar tiempo suficiente para que se degraden estos ácidos,
pues son fitotóxicos.

Todos los factores que afectan a los microorganismos afectan al proceso. Estos
factores se verán influenciados por las CONDICIONES AMBIENTALES
(en función de la tecnología y del control del proceso, se tendrá un mayor o
menor control sobre ellos) y por las características del residuo. Las condiciones
ambientales a tener en cuenta durante el proceso son las siguientes:

- Oxígeno y aireación. El oxígeno es esencial para la actividad biológica,


ya que se trata de un proceso aerobio. Su consumo varía a lo largo del
proceso, dependiendo de la temperatura, la humedad, el tiempo de
degradación y la porosidad de la masa.
Hay diferentes métodos para incorporar oxígeno a la masa en
descomposición. Al ser la característica más relevante, acostumbra a
utilizarse para clasificar los sistemas de compostaje.
- Humedad. El rango óptimo de humedad para que se desarrolle
adecuadamente el proceso es de entre un 40 y un 60%. Humedades
superiores desplazan el aire de los poros y limita su circulación,
generando problemas de anaerobiosis. Humedades inferiores
disminuyen la actividad microbiana, incrementando el tiempo de
proceso o incluso parándolo cuando la humedad es muy baja. En el
proceso de compostaje, hay generación de humedad como resultado de
la descomposición de la materia orgánica y evaporación, por el aumento
de la temperatura, resultando un balance hídrico negativo. Esto implica
la necesidad de añadir agua a lo largo del proceso.

225
August Bonmatí

La adición de material estructurante permite regular la humedad, ya


que absorbe parte de la humedad o la libera según lo necesite el proceso
y, a su vez, aumenta la porosidad permitiendo la circulación del aire.
- Temperatura. Tal como se ha indicado anteriormente, la descomposición
inicial es un proceso exotérmico, lo que produce un incremento rápido
de la temperatura hasta valores superiores a los 50ºC. Se recomienda
un período mínimo de entre una y dos semanas en régimen termofílico
para asegurar una buena higienización. Durante la etapa de maduración,
la temperatura decrece paulatinamente hasta alcanzar la temperatura
ambiente. La evolución típica de la temperatura en un proceso de
compostaje se puede ver en la figura 8.2.
El seguimiento de la temperatura permite controlar el proceso y
determina, junto con otros parámetros, los volteos, los riegos o la
programación del sistema de aireación forzada.
- Nutrientes. Los más importantes son el carbono (fuente de energía para
los microorganismos), el nitrógeno (necesario para la estructura celular)
y los macro y micronutrientes (necesarios para el crecimiento de los
microorganismos).
La relación C/N es el parámetro más importante para que se desarrolle
adecuadamente el proceso. Se consideran óptimos los valores de C/N
comprendidos entre 25 y 35:
• Si C/N>35, el proceso reduce su velocidad hasta que se consume el
C excedente,
• Si C/N<25, la velocidad del proceso no se ve afectada, pero hay
pérdidas elevadas de nitrógeno (en forma amoniacal) hasta que se
alcanzan relaciones C/N adecuadas.

Figura 8.2.- Evolución de la temperatura durante el proceso


de compostaje. Fuente: elaboración propia.

226
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

Con el fin de equilibrar la relación C/N, se mezclan residuos de


diferentes orígenes (co-substrato). Así mismo, interesa que la masa en
descomposición tenga una porosidad suficiente para permitir el paso
del oxígeno (material estructurante). En el caso de la fracción orgánica
de los residuos municipales, se suelen utilizar restos de poda. Hay dos
aspectos a considerar: el tamaño al que se trituran los restos vegetales
(han de aportar C y dar estructura a la masa) y las proporciones en que
se mezclan. Las relaciones habituales residuo/estructurante en volumen
son 2/1, 1/1 y 1/3 dependiendo del residuo a tratar.
- pH y conductividad. El pH y la conductividad son otros dos factores
a tener en cuenta. Conductividades elevadas y un pH alejado de la
neutralidad pueden limitar el crecimiento de los microorganismos.
- Flora microbiana. La flora microbiana responsable del proceso de
compostaje es muy variada. Incluye bacterias, actinomicetes, hongos,
protozoos y algas. Raramente es un factor limitante, por lo que no se
suele inocular durante el proceso. Los microorganismos proceden, de
manera natural, de la atmósfera, del agua, del suelo y del propio residuo.
La flora bacteriana es la más variada y se encuentra localizada en toda
la masa del residuo. Los hongos y los actinomicetes se encuentran en las
partes superficiales de la masa de residuos (a 5-15 cm de la superficie) y
son los responsables de la descomposición de sustancias complejas como
la celulosa y la lignina.

8.3.1.3 Tecnologías de compostaje


El compostaje se puede llevar a cabo por medio de sistemas que van desde los
muy simples tecnológicamente, con un control mínimo sobre el proceso, hasta
los altamente tecnificados, con un control on-line de los parámetros de proceso.
Los sistemas se suelen agrupar en:

- Sistemas Abiertos. Estos sistemas se basan en la formación de un


montón de residuo de forma trapezoidal (con el material estructurante
correspondiente) de una altura de entre 1,2 y 1,8 m. La altura de
la masa en descomposición es el parámetro clave del sistema. Se
necesita suficiente altura para conservar el calor generado y acelerar
el proceso, pero un exceso de altura reduce la porosidad de la masa y,
consecuentemente, provoca problemas de anaerobiosis. Cuando el aporte
de aire se realiza por volteo de la masa de residuos, con la maquinaria
especialmente diseñada para este fin (volteadora) o con el sistema del
que se disponga, se habla de pilas dinámicas. Si la incorporación de aire
se realiza mediante impulsión o aspiración, se habla de pilas estáticas
(Figura 8.3).

227
August Bonmatí

- Sistemas Cerrados. Estos sistemas confinan el material en reactores


cerrados. De esta manera, se ocupa menos espacio y hay un mayor
control sobre el proceso (temperatura, humedad, oxígeno). Asimismo,
permiten un mayor control de las emisiones de substancias indeseables
(NH3, malos olores, etc.). Habitualmente, solo se confina el proceso en
la etapa inicial de descomposición y la maduración posterior se realiza
en un sistema abierto.

Figura 8.3.- Pilas de compostaje estáticas con aspiración de aire. Fuente: Adaptado de
Tchobanoglous, 1994.

8.3.1.4 Emisiones secundarias


Otro aspecto importante a considerar en el compostaje son las emisiones que se
producen a lo largo del proceso.

- Emisiones líquidas (lixiviados). El origen de los lixiviados es el exceso


puntual de humedad de la masa en descomposición. Este exceso de
agua puede proceder del propio residuo o de la lluvia. Su control,
tal como se ha indicado anteriormente, se realiza mezclando otros
residuos que absorban agua. Asimismo, es recomendable realizar el
proceso de compostaje sobre una superficie que impida la infi ltración
de los lixiviados en el subsuelo y disponer de una balsa impermeable
donde se puedan almacenar. Normalmente, los lixiviados se reciclan
para humedecer la masa de residuos en el momento en que su humedad
disminuye. En el caso que se generen en exceso, es necesario depurarlos,
ya que tienen una elevada carga orgánica y conductividad.

228
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

- Emisiones gaseosas. Los principales gases que se emiten en el proceso


de compostaje y que, normalmente, son los responsables de olores
desagradables son:
• Amoníaco: implica una perdida de calidad del compost ya que se pierde
nitrógeno y provoca impactos ambientales como la lluvia ácida.
• SH2, CH4 y Ácidos Grasos Volàtiles (AGV), indicadores de condiciones
anaeróbicas que, por lo tanto, aparecen cuando el proceso no se
desarrolla adecuadamente.
• Compuestos orgánicos volátiles.

Cuando el proceso de compostaje se realiza en condiciones óptimas (mezcla


correcta de residuo y material estructurante, aireación y humedad adecuadas,
etc.), las emisiones gaseosas son mínimas. No obstante, en muchos casos, es
necesario disponer de algún sistema para controlarlas (biofiltros o lavadores
ácidos).

8.3.2 Digestión anaerobia


La digestión anaerobia puede definirse como: “Proceso microbiológico anaerobio
(ausencia total de oxigeno) donde la materia orgánica se degrada progresivamente,
por una población bacteriana heterogénea, hasta metano y dióxido de carbono”.
Este tipo de descomposición no es más que una fermentación catalizada por
bacterias específicas, que sucede espontáneamente en la naturaleza y de la cual
se tienen las primeras noticias gracias a Volta (1776). Es el origen del gas de
los pantanos, del gas natural de los yacimientos subterráneos e incluso del gas
producido en los estómagos de los rumiantes. La figura 8.4 muestra un esquema
del proceso anaerobio.

Figura 8.4.- Proceso de digestión anaerobia. Fuente: elaboración propia.

229
August Bonmatí

8.3.2.1 Campo de aplicación de la digestión anaerobia


En general, la digestión anaerobia se puede aplicar a cualquier residuo. No
obstante, cuanto mayor sea su contenido en materia orgánica, mayor será la
producción de biogás y más apropiado (rentable económicamente) será este
tratamiento (Tabla 8.2).
Los residuos a los que habitualmente se aplica la digestión anaerobia son:

- Residuos sólidos: fracción orgánica de los residuos municipales,


estiércol, lodos estaciones depuradoras de aguas residuales, etc.
- Aguas residuales con alta carga orgánica: aguas de industrias
agroalimentarias (procesamiento de aceite, pescado, ingenios de azúcar,
etc.).
- Aguas residuales urbanas (baja carga orgánica): su aplicación se limita
a los ámbitos geográficos donde la temperatura se mantiene elevada a lo
largo de todo el año.

Como principales ventajas de la digestión anaerobia podemos citar: (i) elimina


los malos olores, (ii) estabiliza y mineraliza parcialmente la materia orgánica,
(iii) tiene un balance energético positivo (generación de biogás), (iv) homogeniza
la composición del residuo y (v) logra una higienización parcial.
Asimismo, cabe indicar que este proceso es más sensible que el compostaje (es
necesario conocer mejor el proceso y controlar más parámetros) y que tiene un
mayor coste de implantación (necesidad de un reactor estanco, equipos para
aprovechar el biogás, etc.).

Sólidos volátiles Producción biogás


Residuo (%) (Nm3 Mg-1)
Estiércol 10-20 25-45
Fracción orgánica 20-30 150-240
residuos municipales
Lodos EDAR 2-4 17-22
Residuos proceso aceite soja 90 800-1000
Aceite residual de pescado 80-85 350-600
Residuos matadero 15-20 50-70
Suero de leche 7-10 40-55
Tabla 8.2.- Potencial de producción de biogás de determinados residuos. Fuente: elaboración
propia.

230
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

8.3.2.2 El proceso de digestión anaerobia


La digestión anaerobia se desarrolla en tres ETAPAS diferentes, pero con
un cierto grado de simultaneidad, donde intervienen diferentes grupos de
microorganismos (Figura 8.5):

Figura 8.5.- Etapas de la digestión anaerobia. Bacterias responsables de la digestión: 1) Bacterias


hidrolíticasacidogénicas, 2) Bacterias acetogénicas (productoras de hidrógeno), 3) Bacterias
homoacetogénicas (consumidoras de hidrógeno), 4) Bacterias metanogénicas hidrogenófi las, 5)
Bacterias metanogénicas acetoclásticas. Fuente: elaboración propia.

- Hidrólisis. En esta etapa, los polímeros orgánicos complejos son


degradados por un grupo de bacterias facultativas (sobreviven en
condiciones de aerobiosis) mediante encimas exocelulares: celulasas,
lipasas, amilasas, proteasas, etc.
- Acidogénesis. La degradación de las sustancias intermedias hasta ácidos
grasos de cadena corta o volátiles u otros compuestos sencillos como los
alcoholes, corre también a cargo de un grupo de bacterias facultativas.
Esta etapa comprende también la degradación de las sustancias
intermedias hasta ácido acético (acetogénesis).
- Metanogénesis. En esta última etapa, se forma el metano gracias a
un grupo de bacterias llamadas metanogénicas. Estas son anaerobias
estrictas (la presencia de oxígeno inhibe su crecimiento) y muy sensibles

231
August Bonmatí

a tóxicos e inhibidores. La formación del metano se realiza a través de


dos rutas metabólicas:
• metanogénesis acetoclástica, a partir de la degradación del ácido
acético
• metanogénesis hidrogenófila, a partir del H2 y del CO2

De la misma manera que en el compostaje, todos los FACTORES AMBIENTALES


que afectan a los microorganismos, en este caso anaeróbicos, afectan al proceso:

- Humedad. Para un correcto desarrollo de la digestión anaerobia, se


necesita una humedad superior al 75%, ya que las reacciones metabólicas
se desarrollan en medio líquido. Este grado de humedad permite
también una distribución homogénea de nutrientes y microorganismos.
- pH. A pesar de que cada uno de los grupos de microorganismos que
toman parte en el proceso anaerobio tiene un rango propio de pH
óptimo, el proceso se desarrolla correctamente si el pH está próximo a
la neutralidad.
- Poder tampón (buffer). El poder tampón se define como la capacidad de
un sistema de amortiguar la modificación del pH. La principal sustancia
que amortigua las modificaciones de pH es el bicarbonato. Se considera
que es suficiente un poder tampón superior a 1,5 g/L CaCO3.
- Potencial redox. El potencial redox es un indicador de la presencia/
ausencia de oxígeno. La digestión anaerobia se desarrolla en un
ambiente fuertemente reductor (ausencia de oxígeno). Los potenciales
redox óptimos son inferiores a los -350 mV. No obstante, el proceso se
puede desarrollar hasta valores próximos a los –200mV.
- Nutrientes. Como para todo proceso biológico, es imprescindible
la presencia de macronutrientes (N, P, K) y micronutrientes en
concentraciones adecuadas. Hay que destacar que el exceso de nitrógeno
(en forma amoniacal) provoca problemas por inhibición de las bacterias
metanogénicas.
- Estabilidad, inhibición y toxicidad. Para que la digestión anaerobia se
realice de manera adecuada, es necesario que las etapas que conforman
el proceso se desarrollen encadenadamente y a velocidades similares.
Por ejemplo, la generación de ácidos en la etapa acidogénica tiene que ser
similar al consumo de estos por parte de las bacterias metanogénicas;
una acumulación de ácidos provocaría la inhibición del proceso.
Así mismo, concentraciones elevadas de determinadas sustancias
(AGV, NH3, H2S, determinados iones, metales pesados, antibióticos,
desinfectantes) pueden provocar fenómenos de inhibición y/o toxicidad.

232
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

- Temperatura. El proceso anaerobio se puede desarrollar a tres rangos


de temperatura: psicrófi lo, mesófilo y termófilo. En general se puede
afirmar que a mayor temperatura mayor velocidad de proceso, no
obstante, es aconsejable que la temperatura sea próxima a la óptima en
cada uno de los rangos:
• Psicrófilo: Tª óptima = 20ºC
• Mesófilo: Tª óptima = 37ºC
• Termófilo: Tª óptima =55ºC
- Tiempo de retención. Se define como el tiempo que el sustrato (residuo)
pasa dentro del reactor, sometido a la actividad de los microorganismos.
Por lo tanto, a mayor tiempo de retención más degradación de la materia
orgánica y mayor generación de biogás. No obstante, se debe llegar a un
compromiso entre el tiempo de retención y la inversión necesaria para
la construcción del reactor.
- Agitación. La agitación del residuo dentro del reactor para posibilitar
el contacto entre los microorganismos y el residuo es clave para el
proceso. La agitación ha de ser suficientemente enérgica para producir
una mezcla homogénea, pero no ha de ser tan intensa que rompa los
agregados bacterianos. La agitación puede ser mecánica o neumática,
mediante la compresión e inyección del biogás generado.

8.3.2.3 Tipologías de reactores


En la figura 8.6 se pueden observar diferentes reactores anaerobios. En función
de las características de los residuos se utilizará uno u otro. En general, para
residuos con un alto contenido en sólidos, se operará de manera discontinua
o con reactores de mezcla completa o flujo pistón sin retención de biomasa.
Cuando el residuo a tratar sea más líquido y con menor contenido en materia
orgánica, se operará en continuo y con reactores que retengan biomasa (filtros,
UASB, lecho fluidizado, etc.).

8.3.2.4 Valorización del biogás


Una de las ventajas de la digestión anaerobia es la generación de biogás y su
aprovechamiento como fuente de energía. El Poder Calorífico Inferior (PCI) del
biogás es de aproximadamente 5600 Kcal m-3. En la figura 8.7 se esquematizan los
usos más frecuentes del biogás y el tratamiento previo que requieren. Cuando el
biogás se quema directamente en cocinas o similares, se debe tener la precaución
de que el lugar esté suficientemente ventilado, para evitar acumulaciones de H2S
ya que, en función de su concentración, puede ser tóxico.

233
August Bonmatí

Figura 8.6.- Tipos de reactores y sistemas de digestión. Fuente: elaboración propia.

Figura 8.7.- Aprovechamiento energético del biogás. Fuente: elaboración propia.

234
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

8.3.3 Otros procesos biológicos

8.3.3.1 Lombrihumus
El lombrihumus es un abono orgánico elaborado con lombrices capaces de
reciclar todo tipo de materia orgánica. En el proceso se obtiene humus, carne
y harina de lombriz. En lombricultura, las principales especies de lombrices
utilizadas son Lumbricus rubellus, Eisenia foetida (lombriz roja californiana)
y Eisenia andrei. La lombriz roja californiana es la más común en América
Latina, utilizándose a gran escala en Cuba, Argentina, Chile, Perú y en el sur del
Ecuador.
Estas lombrices transforman los minerales no asimilables presentes en los
residuos orgánicos en nitratos y fosfatos directamente asimilables por las
plantas. Las lombrices excretan aproximadamente un 60% de la materia orgánica
descompuesta que ingieren en forma de humus de lombriz, lombrihumus o
vermicopost.
El lombrihumus originado es un fertilizante orgánico, biorregulador y corrector
del suelo, cuya característica fundamental es la bioestabilidad. Es de un color
negruzco, granulado, homogéneo y con un olor agradable a humus. El elevado
porcentaje de ácidos fúlvicos y húmicos que contiene no son producidos por el
proceso digestivo de la lombriz, sino por toda la actividad microbiana que tiene
lugar durante el periodo de maduración.
En el proceso de producción de humus de lombriz es esencial tener en cuenta
las características biológicas de la lombriz y las condiciones ambientales óptimas
para su desarrollo. La lombriz habita en los primeros 50 cm del suelo y, por lo
tanto, es muy sensible a cambios climáticos. Además es fotofóbica, por lo que
no deben tocarle directamente los rayos ultravioletas del sol, que la perjudican
gravemente. Las condiciones ambientales para su desarrollo se resumen a
continuación:
- Humedad. La humedad óptima del sustrato se encuentra entre el 70
y el 80 %, para facilitar la ingestión de alimento y el deslizamiento del
animal a través del material. Si hay un exceso de humedad, se originarán
condiciones de anaerobiosis, mientras que un déficit provocará la muerte
de la lombriz.
- Temperatura. El rango óptimo oscila entre los 12 y los 25 ºC, aunque
las lombrices pueden soportar temperaturas puntuales inferiores o
superiores.
- pH del sustrato. Se debe estabilizar en torno a la neutralidad (6.8-7.2).

235
August Bonmatí

El proceso de producción y cría de lombrices consta de las siguientes etapas:

- Precompostaje del material orgánico. Es muy importante hacer una


degradación previa del material (ya sean residuos orgánicos, estiércol,
etc.) porque, si no, las elevadas temperaturas a las cuales se llegaría
durante la fermentación de la materia orgánica, al inicio del proceso,
matarían a las lombrices.
- Siembra de las lombrices. Se siembran las lombrices cuando la
temperatura del material ha bajado hasta unos 30 o 35ºC. Se necesita
una cantidad de 600 a 700 lombrices/m3, lo que corresponde
aproximadamente a unos 200 g/m3. El alimento (residuo a tratar)
se les subministrará en capas delgadas (5 a 10 cm), cada 10 o 15
días, dependiendo de la cantidad de residuo orgánico que se vaya
degradando.
- Obtención del lombrihumus. Primero, es necesario retirar las lombrices
del lecho. Con este fin, se disponen trampas para atraer a las lombrices
y agruparlas para poder extraerlas. Una vez retiradas las lombrices,
se recoge el lombrihumus y se expone al sol para reducir la humedad
hasta el 40 % antes de tamizarlo. El tiempo necesario para obtener
lombrihumus depende principalmente de la densidad de lombrices.
Sembrando 1 kg de lombrices por m3, se puede obtener lombrihumus en
80 días.

8.3.3.2 Bocashi
Bocashi es un nombre de origen japonés, cuyo significado es “materia orgánica
fermentada”. El bocashi experimenta un proceso de descomposición similar al
del compost, con la diferencia de que tiene como base de activación un inóculo
de microorganismos efectivos, que favorecen el proceso de fermentación
acido-láctica, y otros ingredientes agregados con el objetivo de acelerar la
descomposición. Su elaboración requiere entre 10 y 15 días.
Los microorganismos efectivos forman un cultivo microbiano mixto de
especies benéficas seleccionadas (bacterias acidolácticas, levaduras, bacterias
fotosintéticas y actinomicetos), que se utilizan como inóculo para hacer varios
tipos de abonos y también para depurar aguas residuales y aguas superficiales
contaminadas.
Existen numerosas formas de preparar los abonos orgánicos fermentados tipo
bocashi. No solo varía el procedimiento, sino también los componentes que
se utilizan para su elaboración. Normalmente, se disponen capas de residuos
orgánicos triturados, como cascarilla de arroz, tierra, gallinaza o estiércol,

236
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

carbón, pulidora de arroz o cal, y se humedecen con una mezcla de agua, melaza
e inóculo.
El producto final de la etapa de fermentación es un abono orgánico de color gris
claro, seco y con un aspecto de polvo arenoso y de consistencia suelta, con un
olor característico a azúcares fermentados.

8.4 Procesos termoquímicos


en este apartado se introducen los principios básicos de los sistemas de
aprovechamiento térmico de los residuos, comúnmente denominados
“combustión” o “incineración”.
Los sistemas de aprovechamiento térmico son una alternativa a considerar para
el tratamiento de los residuos recolectados en masa, o para aquellas fracciones de
residuos que no se pueden valorizar y cuyo destino final sería, por lo tanto, un
relleno sanitario.
A pesar del rechazo social generalizado, estos sistemas de tratamiento ofrecen
ventajas innegables como una gran reducción de masa y volumen de los residuos
y la posibilidad de recuperar energía.
No obstante, también hay que considerar sus inconvenientes, motivo del alto
rechazo social: (a) formación de emisiones indeseables (gaseosas y sólidas), (b)
necesidad de instalaciones complejas y caras (es necesario disponer de equipos
para recuperar la energía y controlar las emisiones) y (c) no son aplicables a
residuos con un alto contenido de humedad.

8.4.1 Clasificación de los procesos termoquímicos


Los sistemas de tratamiento termoquímico se pueden clasificar en función de los
requisitos de oxígeno. Así tenemos:

- Combustión (Incineración). Operación unitaria que utiliza la


descomposición térmica, vía oxidación de la materia carbonosa de un
combustible, con la cantidad necesaria de oxígeno para que se dé una
combustión completa.
- Gasificación. Combustión parcial del combustible bajo condiciones
subestequiométricas de oxígeno, para generar un gas combustible que
contiene monóxido de carbono, hidrógeno, metano, hidrocarburos
gaseosos, etc.

- Pirólisis. Proceso térmico en ausencia total de oxígeno (proceso


utilizado antiguamente para producir carbón).

237
August Bonmatí

Actualmente, el único proceso implantado a escala industrial para el tratamiento


de residuos municipales es la combustión. Los sistemas de gasificación y pirólisis
están todavía en desarrollo, por lo que únicamente se describirá el proceso de
combustión.

8.4.2 Principios de la combustión


Tal como se ha indicado anteriormente, la combustión es un proceso químico
en el que, a través de una serie de reacciones, se produce calor. Para que estas
reacciones tengan lugar, se deben cumplir una serie de condiciones: (i) atmósfera
oxidante (necesidad de un exceso de O2), (ii) alta temperatura, (iii) un tiempo
de contacto mínimo, y (iv) turbulencia para que se dé un buen contacto entre el
residuo y el O2.
Los combustibles contienen fundamentalmente tres elementos oxidables:
carbono, hidrógeno y azufre. Durante el proceso de combustión, estos elementos
se combinan con el oxígeno del aire y forman sus correspondientes óxidos,
desprendiendo calor según las ecuaciones siguientes:

Para calcular las necesidades de oxígeno de un determinado residuo y así poder


diseñar el sistema de incineración, es necesario conocer la composición elemental
de los residuos a tratar, y hacer alguna simplificación.
El primer paso para calcular el aire de operación, es determinar el aire
mínimo necesario para una combustión completa, es decir, para una completa
oxidación del carbono, hidrógeno y azufre, y no obtener productos parcialmente
oxidados, como pude ser el monóxido de carbono (CO). A este volumen de aire
se le denomina aire teórico, y se calcula mediante las reacciones de oxidación
teóricas, asumiendo que la composición del aire es constante y que los gases de
combustión se comportan como gases ideales.
La cantidad de aire teórico es, en la mayoría de los casos, insuficiente por lo
que normalmente se trabaja con un determinado exceso de aire, llamado aire
de operación. El exceso de aire acostumbra a tener valores máximos del 50%.
Una cantidad mayor de aire puede provocar problemas por disminución de la
temperatura en el horno.

238
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

8.4.2.1 Generación de calor


La incineración de residuos tiene por objetivo no solo una máxima reducción del
volumen, sino también la recuperación del calor que se genera. En este sentido,
es interesante conocer la capacidad de generar calor del residuo para diseñar los
equipos de recuperación de calor.
La capacidad de generar calor por parte de un combustible (en nuestro caso el
residuo) se describe mediante el Poder Calorífico Superior (PCS) y el Poder
Calorífico Inferior (PCI), que se definen de la siguiente manera:

- Poder Calorífico Superior (PCS). Calor de combustión por unidad de


peso de combustible, cuando el combustible está completamente seco.
- Poder Calorífico Inferior (PCI). Calor de combustión por unidad de
peso de combustible, cuando el combustible contiene agua. En este caso,
parte del calor generado se consume evaporando el agua.

La relación entre estos dos parámetros se expresa en la ecuación siguiente:


PCI = PCS – 5CM
donde las unidades del PCI y PCS son cal/gr., M son los gr. de agua que contiene
el residuo mas el agua que se forma y c es el calor latente de cambio de estado,
líquido-vapor, del agua (577 cal g-1).

8.4.2.2 Emisiones gaseosas


Una de las principales preocupaciones de los sistemas de incineración es la
generación de emisiones, que pueden ser perjudiciales para el hombre y el
medio ambiente. Esto ha motivado la elaboración de un gran número de leyes
que regulan los límites máximos de emisión. Las principales sustancias que
actualmente están reguladas en los diferentes países son las siguientes: ácido
clorhídrico (HCl), ácido fluorhídrico (HF), óxidos de azufre (SOx), óxidos de
nitrógeno (NOx), partículas, metales pesados (Hg, Cd, Ti, As, Ni, etc.), dioxinas
y furanos.

8.4.3 Instalaciones de combustión (incineradoras)


En la figura 8.8 se muestra un esquema del proceso de combustión en una
incineradora. Tal como se puede ver, esta consta de las siguientes partes: (i)
recepción y almacenaje de los residuos, (ii) horno de combustión, (iii) generación
de vapor y energía, (iv) depuración de gases y (v) evacuación de cenizas y
escorias.
Los elementos de que consta un horno de combustión son los siguientes (Figura
8.9):

239
August Bonmatí

Figura 8.8.- Esquema del proceso de combustión. Fuente: elaboración propia.

Figura 8.9.- Hornos de parrillas para el tratamiento de residuos sólidos urbanos. Fuente:
Tchobanoglous, 1994.

240
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

- Entrada de combustible primario adecuada para la entrada de los RSU.


- Entrada de aire convenientemente diseñada para mantener en depresión
la fosa de almacenaje de residuos y así evitar los malos olores.
- Entrada de combustible secundario. En caso de que la temperatura de
combustión descienda por debajo de los 900ºC, se añade un combustible
complementario para mantenerla a ese nivel.
- Parrilla donde se disponen los residuos y se vehiculan a lo largo del
horno.
- Salida de humos hacia los equipos de recuperación de energía y
depuración.
- Salida de cenizas y escorias. Normalmente se sumergen en agua para
sellar el horno por la parte inferior y enfriar la masa de cenizas y
escorias.

8.4.3.1 Generación de energía


Las etapas de generación de energía en una planta de combustión son dos:

- Recuperación de calor y generación de vapor, que se realizan mediante


un intercambiador de calor y una caldera para generar vapor.
- Generación de energía eléctrica, habitualmente por medio de turbinas
de vapor. La energía generada dependerá de la cantidad de residuos
incinerados y de su poder calorífico inferior.

Normalmente, la energía obtenida se consume en la propia planta y el exceso se


vende a la red de distribución.

8.4.3.2 Control de emisiones


Los equipos de control de las emisiones son uno de los elementos más
importantes y que implican una mayor inversión en una incineradora.
Los límites de emisiones son cada vez más estrictos, fruto de los avances en
sistemas analíticos y en los equipos de control, lo que en los últimos años ha
obligado a realizar inversiones constantes en renovación de los equipos de
control.
Los equipos más habituales para el control de las emisiones se recogen en la
tabla 8.3

241
August Bonmatí

Emisiones Equipos de control


Partículas En muchos casos se instalan en serie
• Ciclones
• Electrofi ltros
• Filtros de mangas
Ácidos (HCl, HF, etc.) Sistemas de neutralización con CaO o lechada
de cal. Existen tres sistemas diferentes:
• Sistema seco
• Sistema semiseco
• Sistema húmedo
CO y otros compuestos orgánicos La mejor estrategia para evitar su generación es
proporcionar suficiente oxigeno, turbulencia y
temperatura para conseguir una combustión
completa
Metales Pesados, SO2, dioxinas y
• Carbón activo
furanos
NOx • Sistemas de inyección de NH3
• Reducción selectiva no catalítica (SNCR)
• Reducción catalítica selectiva (SCR)
Tabla 8.3.- Equipos para el control de emisiones en incineradoras. Fuente: elaboración propia.

8.5 Rellenos sanitarios


en este apartado se describen las características de un relleno sanitario o depósito
controlado, así como las etapas de su explotación: planificación, construcción,
explotación y sellado final.
Los nombres que reciben los sistemas de aislamiento de residuos son muy diversos
y varían en función de las medidas de control ambiental de que dispongan. Los
sitios de disposición no controlados reciben, entre otros, el nombre de botaderos
o vertederos a cielo abierto; cuando disponen de medidas de control ambiental
reciben los nombres de relleno sanitario o depósito controlado.
Históricamente, el vertido y aislamiento de los residuos es el método más
utilizado, por ser considerado el más económico. Esto es cierto únicamente
si no se consideran los costes derivados de sus impactos sobre el entorno ni el
necesario control tras la clausura del vertedero.
Los posibles impactos que un relleno sanitario puede generar, si no está bien
diseñado, construido y explotado son:

242
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

- Emisiones incontroladas de gases: olores (H2S), gases con efecto


invernadero (CH4) o perjudiciales para la salud (compuestos orgánicos
volátiles).
- Emisiones incontroladas de lixiviados. Estos pueden afectar las aguas
freáticas y/o superficiales.
- Reproducción de vectores sanitarios: ratas, moscas, mosquitos, etc.

Así pues, es necesario supervisar tanto la zona aireada (zona entre la superficie
del suelo y el freático) como la zona freática, así como la calidad el aire.
Algunas definiciones importantes sobre los rellenos sanitarios son las siguientes:

- Relleno sanitario. Instalación física utilizada para la evacuación de


residuos, diseñada y explotada para minimizar los impactos sobre el
ambiente y la salud humana.
- Celda. Volumen de material depositado (normalmente en un día),
aislado mediante material de cobertura.
- Cobertura. Material (suelo natural, áridos, compost) dispuesto en una
capa de entre 15 y 30 cm encima de los residuos. Su objetivo es evitar el
vuelo de los residuos (plásticos), prevenir la entrada o salida de vectores
sanitarios y controlar la entrada de agua.
- Capa final de cobertura o sellado. Se aplica a toda la superficie del
vertedero. El objetivo es interceptar la infiltración de agua y soportar la
vegetación superficial implantada para sellar el vertedero. Consiste en
diversas capas de tierra y otros materiales de un grosor aproximado de
60 cm.
- Terrazas. Para mantener la estabilidad del relleno y disponer los equipos
de recuperación de gases, se suelen hacer terrazas. La altura de las terrazas
es función del tipo de residuos y de la localización y disposición del relleno
y se suelen construir cuando se superan alturas de 1,2 a 1,8 m.
- Lixiviados. Líquido que se infiltra a través de los residuos depositados
y que se emite o se acumula en el fondo del relleno. Su origen es la
humedad que contiene el propio residuo, la precipitación y la escorrentía
no controlada. Los lixiviados contienen los componentes solubles
de los residuos y los resultantes de las reacciones de degradación. Su
composición es muy variable, en función de la edad del vertedero (estado
de descomposición de los residuos que contiene).
- Gas de vertedero. Gas producido en el interior del relleno como resultado
de la degradación anaerobia de la fracción orgánica de los residuos
depositados. Su composición es variable. Contiene mayoritariamente
CH4 y CO2 y pequeñas proporciones de N2, O2, NH3 y otros gases.

243
August Bonmatí

- Instalaciones de control. Capas diarias y finales de cobertura,


instalaciones de recolección de gases y lixiviados, así como las
instalaciones de tratamiento de los mismos.
- Clausura. Actividades destinadas a la clausura de la zona, una vez
completada la operación de explotación y cobertura final.
- Control post-clausura. Actividades asociadas a la supervisón y
mantenimiento, una vez clausurado el relleno. Es aconsejable que el
control se mantenga entre 30 y 50 años.

8.5.1 Clasificación de los rellenos sanitarios


Los rellenos sanitarios se clasifican, según el método, en tres tipos:

- Relleno de celda excavada o zanja. Cuando la capa freática es profunda, se


excava la celda en profundidad. En este caso, la tierra que se ha vaciado se
utiliza como material para la cobertura diaria y final.
- Relleno de superficie o zona. Cuando no se puede excavar, porque la
capa freática es muy superficial o por cualquier otro motivo, los residuos,
después de preparar el terreno, se disponen en superficie formando
terrazas.
- Relleno de vaguada o ladera. Los residuos se disponen en la intersección
entre dos vertientes opuestas de un valle o en una ladera. Es sumamente
importante que no se sitúe en el cauce de un río.

8.5.2 Planificación de los rellenos sanitarios


Los principales puntos a definir a la hora de planificar la construcción de un
relleno sanitario para gestionar los residuos de un determinado municipio o área
geográfica, son: (i) caracterizar los residuos, principalmente su composición, y
densidad, (ii) determinar el volumen de residuos generados y (iii) determinar la vida
útil del relleno, que normalmente se calcula de entre 10 y 20 años.
Una vez definidos estos puntos, queda por decidir la localización del relleno
sanitario, tarea normalmente complicada, no solo porque debe cumplir unas
condiciones técnicas mínimas, sino también porque normalmente provoca un
fuerte rechazo social.
En la elección de la localización de un relleno sanitario, debemos tener en cuenta
lo siguiente:

- Distancia de transporte desde el punto de generación al relleno, ya que


determina los costes de transporte.

244
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

- Restricciones de localización evitando la proximidad a núcleos


habitados, cursos y nacientes de agua, etc.
- Disponibilidad suficiente de terreno. No solo se tiene que considerar
la superficie necesaria para depositar los residuos que previsiblemente
se generen durante la vida útil del depósito, sino también la superficie
necesaria para las instalaciones de control de lixiviados, gases, etc.
- Criterios de accesibilidad. El acceso de transito pesado tiene que ser
posible o en todo caso fácil de adecuar.
- Condiciones del suelo, topografía e hidrogeología de las aguas
superficiales
- Condiciones climáticas. Es importante conocer, entre otras cosas, los
vientos dominantes y el régimen de lluvias, ya que estos determinaran
la forma de explotación.
- Condiciones geológicas e hidrogeológicas. No son aconsejables las
zonas de fallas o con actividad volcánica o con freáticos superficiales.
- Uso final del relleno una vez clausurado. Es interesante planificar qué
uso final se quiere dar al relleno sanitario una vez finalizada su vida útil,
ya que ello puede influir en su diseño y explotación.

8.5.3 Diseño y construcción


El diseño y construcción del relleno debe basarse en los estudios preliminares de
la zona, en las normas de construcción (requerimientos de aislamiento del vaso,
recuperación del gas del vertedero, etc.) y en la supervisión y control del medio
ambiente. Las etapas de construcción son:

- Preparación de la zona. En esta primera etapa se construyen los accesos al


vertedero, los drenajes superficiales para desviar la escorrentía superficial,
los edificios auxiliares y la báscula de control de acceso y se delimita y se
restringe el acceso mediante una valla perimetral.
- Preparación de la zona de vertido. La preparación de la zona de vertido se
inicia con la excavación de la zanja o vaso y con el aislamiento del fondo y
de los laterales. Normalmente, existen normas técnicas de cumplimiento
obligado para el aislamiento de los vasos.

En esta etapa, también se instala el sistema de drenaje y almacenaje de lixiviados


y se inicia la instalación del sistema de recuperación de los gases. Normalmente,
este último se va instalando durante el periodo de explotación del vaso, para
iniciar la recuperación del gas tras la clausura total o parcial.

245
August Bonmatí

8.5.4 Explotación
Durante la explotación del vertedero, es necesario planificar la operación
(horarios, adecuación de la celda y planificación del vertido) y se debe controlar
el gas generado y los lixiviados.

8.5.5 Gas de vertedero


La materia orgánica que contienen los residuos se degrada en condiciones
anaerobias, una vez depositada en el relleno sanitario, generando lo que se llama
gas de vertedero. Habitualmente, el gas generado está saturado de humedad y
tiene un PCS de entre 890 y 1223 kcal m-3. En la tabla 8.4 se puede observar la
composición típica del gas de vertedero.

Componente Volumen (%)


CH4 45-60%
CO2 40-60%
N2 2-5%
Sulfuros, NH3 < 1%
H2, CO, COV < 0,1 %

Tabla 8.4.- Composición típica del gas de vertedero. Fuente: Tchobanoglous, 1994.

Las etapas de generación del gas y la evolución de la composición de los lixiviados se


pueden ver en la figura 8.10. Normalmente, se considera un total de cinco etapas:

- Ajuste inicial. En esta etapa hay una degradación aeróbica hasta que se
consume el O2 existente.
- Fase de transición. En esta etapa se establecen las condiciones
anaeróbicas. La concentración de O2 disminuye y la de CO2 aumenta. La
concentración de ácidos grasos volátiles en los lixiviados se incrementa.
- Fase ácida: La concentración de ácidos en los lixiviados es máxima, lo
que implica un aumento importante de la materia orgánica (DQO) y un
pH en muchos casos inferior a 5. Las concentraciones de CO2 y de H2 en
el gas aumentan.
- Fase metanogénica. En esta etapa se registra la máxima generación de
metano. Es la etapa más larga y en la que es necesario recuperar el gas.
La DQO de los lixiviados y la concentración de AGV disminuyen y el
pH aumenta hasta valores próximos a la neutralidad.
- Fase de maduración. La generación de metano disminuye
progresivamente y la concentración en materia orgánica de los lixiviados
es baja pero difícilmente biodegradable.

246
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

Figura 8.10.- Evolución de la generación del gas de vertedero y composición de los lixiviados:
I) ajuste inicial, II) fase de transición, III) fase ácida, IV) fermentación del metano y V) fase de
maduración. Fuente: Tchobanoglous, 1994.

Figura 8.11.- Sistemas de recuperación de gas: a) zanja de intercepción perimetral, b) pozos de


recogida de gases. Fuente: Tchobanoglous, 1994.

La duración de cada etapa es función de la humedad del residuo y de la


proporción, en los residuos, de materia orgánica fácil o lentamente biodegradable.
La primera se degrada en 5 años y la segunda en un período comprendido entre
los 5 y los 20 años.
La presión en el interior del relleno es normalmente superior a la presión
atmosférica, lo que hace que el gas se mueva de manera natural hacia el exterior

247
August Bonmatí

(control pasivo). No obstante, en algunas ocasiones, cuando la producción de gas


es muy reducida, puede ser necesario forzar su extracción (control activo).
La recuperación del gas se puede realizar mediante zanjas de intercepción
perimetral, cuando el depósito no está aislado, o mediante pozos de
recuperación de gases cuando el vertedero está aislado (Figura 8.11).
El gas recuperado, cuando se produce en pequeñas cantidades, se debe quemar
en una antorcha. Si la producción es elevada, se puede estudiar la rentabilidad
económica de instalar motores de cogeneración para producir energía eléctrica.

8.5.6 Lixiviados
El cálculo de los lixiviados que se generan en un relleno sanitario se hace
mediante un balance de agua, en el que tenemos:

- Entradas. Agua filtrada superiormente, agua aportada por el residuo y


agua aportada por el material de cobertura.
- Salidas. Pérdidas por la parte inferior vaso, agua consumida en la
formación de gas, pérdidas por vapor de agua, evaporación durante el
vertido y capacidad de campo del depósito.

El control de estos lixiviados se realiza mediante (Figura 8.12): (i) el aislamiento


del fondo y las paredes del vaso del vertedero, (ii) la instalación de un sistema de
drenaje para extraer el lixiviado que se genera, (iii) una cobertura con material
de baja capacidad de infiltración (arcillas, etc.) y (iv) una gestión correcta de las
aguas superficiales (drenajes para evitar la escorrentía superficial, etc.).

8.5.7 Clausura y control post-clausura


Una vez terminada la vida útil de un relleno sanitario, es necesario clausurarlo
mediante la cobertura final. El objetivo es sellar el vertedero par evitar la entrada
de agua. La configuración típica es: (i) tierra vegetal (60 cm), (ii) geotextil, (iii)
capa de drenaje (arena, 30 cm), (iv) geomembrana, (v) arcilla compactada (60
cm), (vi) tierra compactada (30 cm) y (vii) residuos.
Durante el control post-clausura, se debe seguir manteniendo y explotando los
sistemas de control y aprovechamiento del gas del vertedero y de los lixiviados.
En función del uso que se prevea dar a la zona, hay que tener en cuenta las
características estructurales (deslizamientos de tierra) y el asentamiento del
vertedero (puede haber pérdidas de volumen de hasta el 30-40%).

248
Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos

Figura 8.12.- Explotación de un depósito controlado: a) excavación y preparación de un vaso


para el vertido de residuos, (b) vertido de residuos sólidos y c) sección del vertedero clausurado.
Fuente: Tchobanoglous, 1994.

8.6 Referencias
• Bollo E. (1999). “Lombricultura: una alternativa de reciclaje”. Quito. Ecuador.
• Davis M.L. and Cornwell D.A. (1991). “Introduction to environmental engineering”.
McGraw-Hill, NewYork.
• Díaz L.F., Savage G.M., Eggerth L.L, y Golueke C.G. (1993). “Composting and
recycling municipal solid waste”. Lewis Publishers, cop. Boca Raton.
• Freeman H.M. (1998). “Standard Handbook of hazardous waste treatment and
disposal”. 2nd Edition. McGrew-Hill. New York.
• Glynn H.J.G. and Heinke G.W. (1999). “Ingeniería Ambiental”. Prentice Hall
Hispanoamericana, SA. México.

249
August Bonmatí

• Haug R.T. (1980). “Compost engineering: principles and practice”. Technomic


Publishing, cop. Lancaster.
• Haug R.T. (1993). “The Practical Handbook of Compost Engineering”. Lewis
Publishers.
• LaGrega M.D., Buckingyham P.L. and Evans J.C. (1995). “Gestión de residuos tóxicos:
tratamiento, eliminación y recuperación de suelos”. McGraw-Hill, Madrid.
• Masters G.M. (1991). “Introduction to environment engineering and science”.
Prentice-Hall.
• Mata-Alvarez J. (2003). “Biomethanization of the Organic Fraction of Municipal
Solid Waste. IWA Publishing”. Cornwall.
• Peavy H.S., Rowe D.R. and Tchobanoglous G. (1985). “Environmental engineering”.
McGraw-Hill, New York.
• Restrepo J. (1996). “Abonos orgánicos fermentados. Experiencias de agricultores en
Centroamérica y Brasil”. San José.
• Soliva M. (2001). “Compostatge i gestió de residus orgànics. Estudis i monografies”
21. Diputació de Barcelona, Àrea de Medi Ambient. Barcelona.
• Stafford P.H. (1980). “Methane production from waste organic matter”. CRC, Pres,
IMC., Boca Raton, Florida.
• Spellman F.K. (1997). “Wastewater biosolids to compost”. Technomic Publishing CO.
Inc, Lancaster-Basel.
• Tchobanoglous G., Theisen A. and Vigil S. (1994). “Gestión Integral de Residuos
Sólidos”. McGraw Hill, Madrid.
• Tchobanoglous G. and Kreith A. (2002). “Handbook of solid waste management”. 2n
edition. McGraw Hill, New York

En red
Agència de Residus de Catalunya:
http://www.arc-cat.net/es/home.asp
European compost network:
http://www.compostnetwork.info/
Consejo Nacional del Ambiente- Perú:
http://www.conam.gob.pe/Modulos/Home/index.asp
Institute for Prospective Technological Studies:
http://www.jrc.es/home/index.htm
The European Anaerobic Digestion Network:
http://www.adnett.org/index.html
Dairy Waste Anaerobic Digestion Handbook:
http://www.makingenergy.com/Dairy%20Waste%20Handbook.pdf
Ciberamérica- Información por países de la gestión de residuos:
http://www.cpmlnic.org.ni/quienes.htm

250
CAPÍTULO 9
LOS RESIDUOS INDUSTRIALES

Xavier Gabarrell

9.0 Introducción
Los residuos pueden clasificarse de distintas formas. Por ejemplo, en función de
su origen, podemos diferenciar las siguientes tipologías de residuos: industriales,
urbanos y agrícolas y ganaderos, entre otros. Otra modalidad de clasificación
sería en función de su estado físico: residuos sólidos, residuos líquidos, fangos y
pastosos y emisiones a la atmósfera. Sin embargo, en este capítulo, no se tratarán
los efluentes gaseosos, aunque tuvieran un origen industrial.
La administración catalana, así como la mayoría de administraciones con
legislación al respecto, divide los residuos líquidos en residuos y aguas residuales,
en función de si se cuenta o no con permiso para verterlos al cauce público. Así,
un residuo líquido será considerado como agua residual si, para el mismo, existe
un permiso o autorización de vertido, mientras que será considerado como
residuo si no se cuenta con dicho permiso. Atendiendo a su origen, las aguas
residuales pueden ser de origen urbano, industrial o ganadero. La gestión de las
aguas residuales se explica en el capítulo 10 de este libro.
La gestión de los residuos industriales se ve afectada por numerosos factores,
tanto internos como externos a la empresa (Figura 9.1), entre los que se cuentan
los avances técnicos que permiten mejorar los procesos y las actividades
industriales, la necesidad de contratar, en algunos casos, seguros que imponen sus
propias condiciones, las normativas de estandarización que el cliente demanda o
el productor quiere seguir, los acuerdos y políticas comunes de las asociaciones
de empresarios u otras organizaciones análogas, las demandas específicas de los
consumidores respecto a los productos, las normativas específicas, los sistemas
de gestión ambientales y las políticas empresariales que se fijan al respecto y los
impuestos, tasas y gravámenes.

251
Xavier Gabarrell

Figura 9.1.- Factores que afectan la gestión de los residuos industriales. Fuente: elaboración
propia

Figura 9.2.- Directivas, y Decisiones europeas que afectan la gestión de los residuos industriales.
Elaboración propia

9.1. Criterios y prioridades de gestión


De alguna manera, el principio físico de conservación de la materia es también
aplicable a la gestión de los residuos. Así, la conservación de las materias primas
y la minimización de la generación conforman el principio básico de la gestión

252
Los residuos industriales

de residuos. Poco a poco, las legislaciones de los diferentes países han ido
incorporando este principio a su marco legislativo.
Para una correcta gestión de los residuos, es prioritario definir políticas y
estrategias que eviten su generación, actuando a nivel de proceso, organización
de los recursos y organización empresarial. Aún así, debemos ser realistas y
asumir que es difícil implementar procesos que no generen residuos o de residuo
cero. Por lo tanto, a menudo y aún aplicando las mejores técnicas disponibles,
diseños óptimos, una producción más limpia, ecodiseño, etc., nuestros
procesos generarán residuos. Por esto, debemos ser capaces de reutilizar estos
subproductos o bien de reciclarlos. Tal y como muestra la figura 7.2 (ver capítulo
7), una vez agotadas las posibilidades de reciclaje y de tratamiento, deberemos
hacer uso de los tratamientos finalistas, o disposición final en vertederos o
depósitos controlados. El principio físico de conservación de la materia, de
alguna forma también es de aplicación en la gestión de los residuos. Así, la
conservación de las materias primas y la minimización de la generación de
residuos conforman el principio básico de la gestión de residuos. Poco a poco,
las legislaciones de los diferentes países han ido incorporando este principio a su
marco legislativo.

9.2 Legislación y definición de residuo


Se presentan, en este apartado, la legislación y el modelo de gestión de residuos
industriales existentes en Cataluña, dado que siguen las pautas europeas y
que cuentan con un desarrollo moderno y reciente. De esta forma, pueden
generalizarse fácilmente a otros entornos y servir de modelo para otras regiones
que quieran implantar modelos de gestión de residuos industriales avanzados.
En el ámbito de Cataluña, la normativa, las políticas y las estrategias de gestión
de residuos están definidas por la Unión Europea, la legislación básica del Estado
español y la de la Generalitat de Catalunya.
Desde su fundación, la Comunidad Europea ha creado una abundante legislación
relacionada con la gestión de los residuos industriales. En 1975, se publica la
Directiva 75/442/CEE, relativa a los residuos, que define el residuo como “toda
sustancia de la que se desprende su poseedor, o esté obligado a desprenderse, en
virtud de las disposiciones nacionales en vigor”. Esta Directiva excluye una serie
de residuos: los residuos radioactivos, mineros y agrícolas, los cadáveres de
animales, las aguas residuales, los efluentes gaseosos y los residuos sometidos a
una regulación comunitaria específica. Define también la gestión de los residuos
como la recogida, clasificación, transporte, tratamiento, almacenaje y deposición
de los mismos y establece que cada Estado Miembro puede crear regulaciones
específicas para categorías especiales de residuos. El objetivo de esta Directiva
era actuar como normativa base sobre la cual cada Estado Miembro pudiera

253
Xavier Gabarrell

tomar decisiones y legislar. Suponía el punto de partida para que los Estados
comenzaran a preocuparse por el medio ambiente y, en concreto, a plantearse
qué gestión realizar con todos los residuos que estaban generando.
En el año 1991, la Directiva 91/156/CEE modifica la Directiva 75/442/CEE, y
define residuo como “toda aquella sustancia u objeto que pertenezca a una de las
categorías de residuos que se presentan en el Anexo I de la citada Directiva”. Se
establece que la Comisión deberá presentar una lista de residuos pertenecientes a
las categorías establecidas en el Anexo I de la Directiva.
Al mismo tiempo, en 1978 se publica la Directiva 78/319/CEE, relativa a los
residuos tóxicos y peligrosos, que se modifica el año 1991 mediante la Directiva
91/689/CEE, relativa a los residuos peligrosos. Su objetivo es evitar la disparidad
existente en la legislación de los residuos peligrosos y aproximarse a su gestión.
Según esta Directiva, un residuo peligroso será “aquel que figure en una lista que
se elaborará según los Anexos I y II y que presente unas propiedades determinadas
en el Anexo III de la citada Directiva”. También propone la elaboración de una
lista de residuos peligrosos.
Las propiedades determinadas en el Anexo III de la Directiva 91/689/CEE son
las llamadas “Frases H”, que representan las características de los residuos
que permiten calificarlos como peligrosos. Así tenemos por ejemplo, la frase
H6: “Tóxico, que se aplica a sustancias y preparados (incluidos los preparados
y sustancias muy tóxicos) que por inhalación, ingestión o penetración cutánea
pueda entrañar riesgos graves, agudos o crónicos e incluso la muerte”.
Por otra parte, en 1993 se publica el Reglamento de la CEE nº 259/93 del Consejo,
relativo a la vigilancia y control de los traslados de residuos en el interior de la
CE y a su entrada y salida de la Comunidad Europea, en el que aparecen la lista
verde (green), la lista naranja (amber) y la lista roja (red) de residuos. Según en
cuál de estas listas se encuentre un residuo determinado, este estará sometido
a unas normas y documentación de transporte específicas o, incluso, estará
bajo prohibición de exportación. Este Reglamento (también conocido como
normativa TFS) ha tenido diferentes modificaciones y ampliaciones (ver la
Decisión 99/816/CE).
De forma esquemática, se presentan en la figura 9.2 las principales directivas
que nos afectan para la gestión de los residuos industriales. Se recomienda
consultar directamente a través de la Web http://europa.eu.int/eur-lex/lex/es/
repert/1510.htm, en cada momento, las normas actualizadas. En las figuras 9.3
y 9.4 se presentan los resúmenes de los marcos legales en el Estado español y en
Cataluña, respectivamente.
La normativa catalana sobre residuos tiene como referencia la Llei 6/1993,
reguladora de los residuos, la Llei 3/1998 de la Intervención Integral de la

254
Los residuos industriales

Administración Ambiental y la normativa estatal básica, establecida por la Ley


10/1998 y la Ley 11/1997 de envases y residuos de envases.

Real Decreto 833/1988


Reglamento para la
ejecución de la Ley
20/1986

MARCO LEGAL DEL


ESTADO ESPAÑOL
Real Decreto 952/1997
que modifica el RD
833/1988 y adopta la
lista europea de
residuos peligrosos

Orden MAM/304/2002 de 8
Ley 10/1998 de 21 de de febrero que publica la
abril, de residuos lista europea de residuos

Figura 9.3.- Marco legal en el Estado español. Fuente: elaboración propia

Ley 6/1993 de 15 de
Ley 15/2003 de 13 de
julio, reguladora de los
junio, reguladora de
residuos
los residuos

Ley 16/2003 de 13
Decreto 34/1996 que Ley 3/1998, de 27 de
de junio. Financiación
aprueba el Catálogo febrero. Intervención
de infraestructuras y
de residuos de integral de la
canon sobre la
Cataluña (CRC) administración
deposición de
ambiental
residuos

Decreto 92/1999 que 1/1/2002 entra en vigor


modifica el Catálogo el nuevo CER. El CRC
de residuos de continúa vigente para
Cataluña (CRC) determinar las vías de
gestión

Decreto 93/1999 LEGISLACIÓN CATALANA


Gestión de residuos

Figura 9.4.- Legislación catalana. Fuente: elaboración propia.

255
Xavier Gabarrell

La Llei 6/1993, modificada el 13 de junio de 2003, establecía la jerarquía de


opciones de gestión de los residuos: minimización, valorización, tratamiento
y disposición final del rechazo. También definía residuo industrial y urbano y
las 3 tipologías de residuos existentes en ese momento: inertes, no especiales y
especiales.
La Llei 6/1993 de Cataluña definía los residuos como cualquier sustancia u
objeto del que su poseedor se desprenda o tenga la intención o la obligación
de desprenderse. Establecía que los residuos municipales son los residuos
domésticos y también los residuos de comercios y de oficinas y servicios, así
como otros residuos que, por su naturaleza o composición, puedan asimilarse
a los domésticos. Posteriormente, en la modificación de esta ley por la Llei
15/2003, se añadía una nueva tipología de residuos, los residuos comerciales o
“residuos municipales generados por la actividad propia del comercio al detalle
y mayorista, la hostelería, las oficinas y los servicios”. Además, se equiparaban a
esta nueva categoría, por lo que a la gestión se refiere, los residuos industriales
con consideración de asimilables a los municipales, según lo acordado en dicha
ley. Los residuos industriales quedan fijados por la ley catalana como sigue:
“materiales sólidos, gaseosos o líquidos, resultantes de un proceso de fabricación,
de transformación, de utilización, de consumo o de limpieza, de los cuales tenga
la voluntad de desprenderse el productor o poseedor y que, de acuerdo con la Llei,
no puedan ser considerados como residuos municipales”.

9.3 Clasificación
Para desarrollar los listados de residuos que anunciaban las Directivas 75/442/
CEE y 91/689/CEE, en 1994 se publican dos decisiones: la Decisión de la Comisión
94/3/CE, en la que se establece una lista de residuos o Catálogo Europeo de
Residuos (CER) y la Decisión del Consejo 94/904/CE, que establece una lista
de residuos peligrosos. Estas listas de residuos se revisarán periódicamente y se
modificarán si fuera necesario.
En el año 2000 se publica la Decisión de la Comisión 2000/532/CE, que presenta
una lista de residuos que integra las dos listas anteriores (Decisión de la Comisión
94/3/CE y Decisión del Consejo 94/904/CE), a las que deroga con su entrada en
vigor el 1 de enero de 2002, y que propone una serie de modificaciones del CER.
La Decisión de la Comisión 2000/532/CE define residuo peligroso como aquel
que presenta una o más de las características del Anexo III de la Directiva
91/689/CE y, por lo que respecta a las características H3 a H8, H10 y H11 del
citado Anexo, una o más de las propiedades que determina el artículo 2 de la
nueva Decisión.
Esta Decisión es modificada posteriormente por la Decisión de la Comisión
2001/118/CE, donde se amplía el artículo 2 y se publica un nuevo anexo, por la

256
Los residuos industriales

Decisión de la Comisión 2001/119/CE, donde se clasifican los vehículos fuera


de uso como residuos peligrosos y por la Decisión de la Comisión 2001/573/CE,
donde se modifica la clasificación de algunos residuos.
Llegamos así a la última versión del nuevo Catálogo de Residuos Europeo
(CER), que entró en vigor el 1 de enero del año 2002. Las legislaciones española y
catalana, así como las del resto de los miembros de la UE, deberán adaptarse, tal
como ya ha ido sucediendo, a los nuevos cambios.
El nuevo CER clasifica los residuos según un código de seis dígitos, donde los
dos primeros identifican el grupo al que pertenece el residuo y los dos siguientes
al subgrupo. De esta manera, para clasificar y codificar un residuo según el CER,
es necesario identificar la fuente que genera el residuo en los capítulos 01 a 12
o 17 a 20. Así, se obtienen los dos primeros dígitos del código del residuo, es
decir, el grupo al cual pertenece. Una vez definido el grupo, se decide, según su
afinidad (con la ayuda de analíticas si es necesario), a qué subgrupo corresponde
y, finalmente, se obtiene el código entero de seis dígitos. En caso de no encontrar
el grupo al que pertenece el residuo en los grupos mencionados, se consultarán
los capítulos 13, 14 y 15. Si todavía no se ha localizado la actividad generadora, se
utilizará el grupo 16.
El nuevo CER presenta una novedad singular, que es la existencia de los llamados
códigos espejo o códigos complementarios, que consisten generalmente en pares
(o tripletes) de códigos. Uno de los códigos identifica al residuo como “Peligroso”
(se identifica con un asterisco “*”) y el otro código identifica que el residuo es
“No Peligroso” (sin asterisco), según la concentración de sustancias peligrosas en
este residuo. Un ejemplo de esta codificación se recoge en la tabla 9.1.
Ahora bien ¿cómo sabremos qué código (con asterisco o sin asterisco) de
la pareja de códigos espejo hemos de asignar a un residuo? El artículo 2 de la
Decisión 2001/118/CE nos remite al Anexo III de la Directiva 91/689/CEE,
relativa a los residuos peligrosos. Este anexo es el que describe las características
de los residuos que permiten calificarlos como peligrosos y que van desde H1
(explosivo) hasta H14 (ecotóxico) (Tabla 9.2)
Pero no cualquier residuo que presente alguna de las características H será
automáticamente peligroso. En caso de que los residuos presenten características
H3 a H8, H10 y H11, solo serán considerados residuos peligrosos aquellos que
sobrepasen mas determinadas concentraciones que marca el artículo 2.
La clasificación y los números R que menciona este artículo 2 de la Decisión nos
remiten a la Directiva 67/548/CEE (sobre clasificación, envasado y etiquetado de
sustancias peligrosas) y a la Directiva 88/379/CEE (sobre clasificación, envasado
y etiquetado de preparados peligrosos) y a sus modificaciones posteriores.

257
Xavier Gabarrell

En definitiva, debemos comprobar si las concentraciones (es decir el porcentaje


en peso) de las sustancias peligrosas en el residuo superan o no los límites
marcados en el artículo 2 de la Decisión de la Comisión 2001/118/CE. Si superan
los límites, al residuo se le asignará el “código espejo” con asterisco y será un
residuo Peligroso.

Código Descripción Clasificación


060502* Lodos del tratamiento in situ de efluentes Residuo peligroso
que contienen sustancias peligrosas
060503 Lodos del tratamiento in situ de efluentes distintos Residuo no peligroso
de los mencionados en el código 060502
Tabla 9.1.- Ejemplos de códigos espejo o complementarios en el CER.

Código Significado

H1 Explosivo
H2 Comburente
H3-A Fácilmente inflamable
H3-B Inflamable
H4 Irritante
H5 Nocivo
H6 Tóxico
H7 Cancerígeno
H8 Corrosivo
H9 Infeccioso
H10 Teratogénico
H11 Mutagénico
H12 Sustancias o preparados que emiten gases tóxicos o muy tóxicos
al entrar en contacto con el aire, con el agua o con un ácido.
H13 Sustancias o preparados susceptibles, después de su eliminación, de dar
lugar a otra sustancia por un medio cualquiera, por ejemplo, un lixiviado
que posee alguna de las características enumeradas anteriormente.
H14 Ecotóxico
Tabla 9.2. Tipos de residuos peligrosos según el Anexo III de la Directiva 91/689/CEE.

9.4 El modelo de gestión y el CRC


En 1996, se publica el Decreto 34/1996 (Figura 9.4), por el que se aprueba el
Catálogo de Residuos de Cataluña (CRC). El CRC, basado en el Catálogo de
Residuos Europeo (CER) de aquel momento, está estructurado en diecinueve
grupos (procesos o actividades industriales generadoras de residuos o familias

258
Los residuos industriales

de residuos) con sus correspondientes subgrupos (según la afinidad del residuo),


clasifica los residuos en Especiales, No Especiales e Inertes y propone el tipo de
gestión (minimización, valorización, tratamiento y disposición del desecho) para
cada código de residuos.
En 1999, debido a la publicación de la Ley estatal 10/1998 de 21 de abril, de
Residuos y a la experiencia en la aplicación del CRC en Cataluña, se redactó
un nuevo Catálogo de Residuos de Cataluña (Decreto 92/1999, de 6 de abril, de
modificación del Decreto 34/1996).
En el CRC, los residuos se codifican con seis dígitos (igual que en el CER), donde
los dos primeros números marcan el grupo al que pertenece el residuo, los dos
siguientes identifican el subgrupo y los otros dos marcan el tipo de residuo. Cada
grupo consta de un subgrupo de “códigos no especificados anteriormente” para
aquellos residuos que no concuerden correctamente con alguno de los subgrupos
especificados en el catálogo. Si no se encuentra la actividad industrial que genera
el residuo y, por lo tanto, el grupo al que pertenece el residuo, se escogerá el
grupo que describa mejor sus características.
Tal y como ya se ha indicado, a partir del primero de enero de 2002, la
codificación y clasificación de los residuos se realiza según el CER (Decisión
2001/118/CE). Ahora bien, el CRC sigue vigente para determinar la gestión de
los residuos, es decir, las operaciones de valorización, tratamiento o disposición
final que pueden aplicarse. Regula los mecanismos de actuación que permiten
adecuar la actividad industrial de Cataluña a los objetivos descritos en la Llei
6/1993 (y la Llei 15/2003), al Decret 2/1991 y a la Ley 10/1998 del Estado.
El Decreto 93/1999, que complementa el CRC (Decreto 92/1999) regula los
mecanismos de actuación en materia de residuos y establece los procedimientos
administrativos para la gestión de los residuos industriales. Establece las
obligaciones de los productores, poseedores, transportistas y gestores de residuos
(Figuras 9.5 y 9.6).
Los productores y poseedores de residuos industriales tienen la obligación de
darse de alta en un registro de productores de residuos. Al mismo tiempo, la
administración les asigna un código de productores (P-XXXXX.X). Deberán
también realizar una declaración anual sobre los residuos generados y sobre
la gestión de los mismos. Para la gestión, se deberán utilizar transportistas
autorizados por la administración (que les asigna un código T-XXXX) y gestores
autorizados (con un código E-XX.XX). Para facilitar el control de los residuos,
se prevé un modelo estándar de gestión, basado en la Ficha de Aceptación (FA)
y en la Hoja de Seguimiento (FS). La FA es característica de cada corriente
residual, el productor y el gestor. La FS se refiere a una misma partida de residuos
transportada conjuntamente, y se relaciona con una FA.

259
Xavier Gabarrell

Productores de Residuos
Las obligaciones de los productores o transportistas de residuos industriales son las
siguientes:
- Codificar y clasificar los residuos de acuerdo con el Catálogo Europeo de Residuos (CER)
- Gestionar los residuos producidos o poseídos de acuerdo con las determinaciones del
Catálogo de Residuos de Cataluña (CRC)
- Estar registrado en el Registro de productores de residuos industriales si la actividad o
empresa así lo requiere
- Cumplimentar correctamente la Declaración anual de residuos industriales cuando sea
necesario (ver el Manual de Gestión)
- Rellenar la ficha de aceptación, (FA) y la Ficha de Seguimiento (FS) de los diferentes residuos
- Usar compañías registradas en el registro de transporte y específicamente autorizadas para
los residuos si fuese necesario (ver Manual de gestión)
- Informar al transportador de residuos, al formalizar el transporte, de las características y
riesgos de los residuos que transporta y de las acciones a emprender en caso de accidente
- Mantener un registro actualizado de los residuos con los siguientes datos:
• Código CER
• Origen del producto (proceso, causa, etc.)
• Descripción
• Gestión dada a cada uno de los residuos
o Destino y fecha de evacuación (si es necesario)
o Documentación empleada (FA, FS, etc.)
o Transportista
Este registro servirá de base para cumplimentar los daos de la declaración anual de residuos
industriales

Figura 9.5.- Obligaciones de los productores o poseedores de residuos en la legislación catalana.


Fuente: elaboración propia.

Gestores de residuos
Las obligaciones y responsabilidades de los gestores de residuos industriales son las
siguientes:
- Estar inscrito en el Registro General de empresas gestoras de residuos de Cataluña
- Garantizar que los residuos que ingresan en su compañía son tratados y evaluados lo
más correctamente posible, de acuerdo con lo indicado en las regulaciones actuales y
especialmente en lo que respecta a la resolución y autorización
- Mantener un registro actualizado de la entrada de residuos y otro de las salidas de residuos
y materiales
- Diseñar y procesar correctamente el resumen mensual de entradas de residuos generados en
la planta, de acuerdo con las instrucciones de la Agencia de Residuos de Cataluña, tal como
lo indica el Artículo 31 del Decreto 93/1999 del 6 de abril referente a los procedimientos de
gestión de residuos
- Gestionar los residuos generales producidos en la actividad a través de compañías del
Registro General de empresas gestoras de residuos de Cataluña
- Estar inscrito en el registro de productor de residuos industriales y hacer una Declaración
anual de residuos industriales como productores de residuos
- Informar inmediatamente a la Agencia de Residuos de Cataluña de cualquier incidente
significativo producido en la planta, especialmente si afecta al proceso de gestión.

Figura 9.6.- Obligaciones de los gestores de residuos en la legislación catalana. Fuente: elaboración
propia.

260
Los residuos industriales

Además del modelo de gestión estándar, hay también en Cataluña un modelo (o


procedimiento) específico y más sencillo para la gestión de residuos en pequeñas
cantidades. También cabe señalar que, para los residuos de residuos de papel/
cartón, chatarra, plástico, vidrio y sansa se utiliza un proceso de gestión más
simplificado.

9.5 Resumen del marco legal en Nicaragua, México y El


Salvador

9.5.1 Nicaragua*
Con base en la Constitución, se aprobó la Ley General del Medio Ambiente (217)
y la Ley de Organización, Competencia y Procedimientos del Poder Ejecutivo
(290), que definen el marco de acción de los organismos estatales y no estatales
y de los ciudadanos, así como la coordinación y los mecanismos de gestión
ambiental para lograr su cumplimiento. La Ley General del Medio Ambiente y
los Recursos Naturales (Ley 217, 1996) tiene por objeto establecer las normas para
la conservación, protección, mejoramiento y restauración del medio ambiente
y los recursos naturales. Sus disposiciones son de orden público, es decir, de
obligatorio cumplimiento. El Decreto 9-96 (julio 1996) contiene el Reglamento
9-97, que reglamenta la Ley General sobre Medio Ambiente y los Recursos
Naturales y que contiene las siguientes disposiciones relativas a la Gestión de los
Residuos No Peligrosos y Peligrosos:

- Artículo 120. Las actividades industriales, comerciales o de servicio


consideradas de riesgo, por la gravedad de los efectos que puedan
generar en los ecosistemas o para la salud humana, serán reguladas y
controladas por el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales y el
Ministerio de Salud. La regulación incluirá normas sobre la ubicación, la
construcción, el funcionamiento y los planes de rescate para disminuir
el riesgo y el impacto de un posible accidente.
- Artículo 131. Toda persona que maneje residuos peligrosos está obligada
a tener conocimiento de las propiedades físicas, químicas y biológicas de
estas sustancias.
- Artículo 133. El Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales
podrá autorizar la exportación de residuos tóxicos cuando no existiese
procedimiento adecuado en Nicaragua para la desactivación o
eliminación de los mismos. Para ello se requerirá el consentimiento
previo expreso del país receptor para eliminarlos en su territorio.

* Ver capítulo 10 para un análisis más completo.

261
Xavier Gabarrell

- Artículo 132. Se prohíbe importar residuos tóxicos de acuerdo a la


clasificación de la autoridad competente, así como la utilización del
territorio nacional como tránsito de los mismos.

Otras figuras legales referentes a la gestión de residuos peligrosos son las


siguientes:

- Decreto No. 168. Ley que Prohíbe el Tráfico de Desechos Peligrosos y


Sustancias Tóxicas (Diciembre 1993). Establece el conjunto de normas
y disposiciones orientadas a prevenir la contaminación del medio
ambiente y de sus diversos ecosistemas.
- Ley General de Salud. Establece que el Ministerio de Salud (MINSA)
emitirá las normativas técnicas sobre Manejo de los Desechos Sólidos.
- NTON 05 013–01. Norma técnica para el control ambiental de los
rellenos sanitarios para desechos sólidos no peligrosos.
- NTON 05 014-01. Norma técnica ambiental para el manejo, tratamiento
y disposición final de los desechos sólidos no peligrosos.
- NTON 05 015–01. Norma técnica obligatoria nicaragüense para el
manejo y eliminación de residuos sólidos peligrosos.

9.5.2 El Salvador
En 1998, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley del Medio Ambiente y desarrolló,
posteriormente, los correspondientes reglamentos. El Reglamento Especial
en materia de sustancias, residuos y desechos peligrosos (Mayo 2000) consta
de 10 capítulos y 82 artículos. Tiene por objeto reglamentar la Ley del Medio
Ambiente, en lo que se refiere a las actividades relacionadas con sustancias,
residuos y desechos peligrosos. Algunos de sus capítulos más destacados son:

- Capítulo II. Del registro, inscripción e importación de sustancias


peligrosas. Incluye normativa sobre obligaciones del importador,
solicitud de importación, extensión del permiso, visado de factura,
vías de importación (vía aérea, marítima o terrestre), libro de registro,
obligatoriedad de permiso, solicitud de registro, anexos a la solicitud de
registro (descripción del producto y características), validez y efectos del
registro y cancelación del registro.
- Capítulo III. Sobre la generación de residuos peligrosos. Contempla la
responsabilidad del generador y demás agentes del proceso, la solicitud
de inscripción, el informe, los requisitos de calidad ambiental (permiso
ambiental) y las obligaciones del generador.

262
Los residuos industriales

- Capítulo IV. De la Generación de Desechos Peligrosos. Contempla el


listado de desechos peligrosos, los deberes del generador, la preferencia
del lugar de tratamiento, la exportación de desechos peligrosos y los
desechos biológico-infecciosos.
- Capítulo V. Sobre transporte, almacenamiento, disposición y
manejo ambientalmente racional de los desechos peligrosos. Incluye
normativa sobre evaluación ambiental, manejo de desechos peligrosos,
incompatibilidad de desechos peligrosos, prestación de servicio y
transporte.
- Capítulo VI. Sobre tratamiento y disposición final de desechos
peligrosos. Contempla tratamiento previo, tratamiento destructivo
(pirólisis, incineración u otro método destructivo), disposición
final, señalización de sitios de confinamiento, selección de sitios de
confinamiento, lixiviados en el confinamiento, información requerida
en los informes de confinamiento, prohibiciones, obligaciones de
tratamiento, emisiones del equipo incinerador, incineración de
desechos peligrosos, desechos peligrosos de actividad minera, bifenilos
policlorados y derivados (el confinamiento de éstos o de desechos
que los contengan, no deberá realizarse en el territorio nacional, y es
obligatorio su tratamiento y eliminación) y materiales caducados
(productos químicos, biológicos u otros, de origen industrial o de uso
farmacéutico).

9.5.3 México
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es el órgano máximo
que regula las actividades que se desarrollan dentro del país. La Ley General del
Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) es la responsable de la
regulación en materia ambiental. En su Artículo III define:

- Residuo: Cualquier material generado en los procesos de extracción,


beneficio, transformación, producción, consumo, utilización, control o
tratamiento cuya calidad no permita usarlo nuevamente en el proceso
que lo generó.
- Residuos peligrosos: Todos aquellos residuos, en cualquier estado físico,
que por sus características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas,
inflamables o biológico-infecciosas (CRETIB), representen un peligro
para el equilibrio ecológico o el ambiente. Los residuos peligrosos
biológico-infecciosos incluyen: materiales de curación que contienen
microbios o gérmenes y que han entrado en contacto o que provienen
del cuerpo de seres humanos o animales infectados o enfermos (p. ej.
sangre y algunos fluidos corporales, cadáveres y órganos extirpados

263
Xavier Gabarrell

en operaciones). Asimismo, incluyen cultivos de microbios usados con


fines de investigación y objetos punzo-cortantes (incluyendo agujas de
jeringas, material de vidrio roto y otros objetos contaminados).
- Material peligroso: Elementos, substancias, compuestos, residuos o
mezclas de ellos que, independientemente de su estado físico, representen
un riesgo para el ambiente, la salud o los recursos naturales, por sus
características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas, inflamables o
biológico-infecciosas.

En el Capitulo V, la LGEEPA establece las actividades consideradas de riesgo y,


en el Capitulo VI, los materiales y residuos peligrosos.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), junto
con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), son las
dependencias responsables del cumplimiento de la LGEEPA.
Los gobiernos estatales y municipales tienen la responsabilidad de los residuos
(residuos municipales o no peligrosos). De acuerdo al Artículo 137 de la LGEEPA:
“Queda sujeto a la autorización de los gobiernos de los estados o, en su caso, de
los municipios, con arreglo a las normas técnicas ecológicas que para tal efecto
expida la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el funcionamiento
de los sistemas de recolección, almacenamiento, transporte, alojamiento, reuso,
tratamiento y disposición final de residuos sólidos municipales”.
En cuanto a la regulación de los residuos peligrosos, la SEMARNAT tiene a
su cargo la Dirección General de Gestión Integral de Materiales y Actividades
Riesgosas, que tiene como misión: “Impulsar el desarrollo sustentable de nuestra
nación mediante el correcto ejercicio de una gestión pública en la eficiencia, en
la eficacia, en la transparencia y en la honestidad, para prevenir y controlar la
contaminación atmosférica del suelo y del agua originada por las emisiones,
los materiales y los residuos peligrosos, así como la ocurrencia de accidentes de
actividades altamente riesgosas”.
La Norma Oficial Mexicana NOM-052-SEMARNAT-93, establece las
características de los residuos peligrosos, el listado de los mismos y los límites
que hacen peligroso a un residuo por su toxicidad para el ambiente. En dicha
norma se plantea que, además de las características CRETIB, se tomará como
base para determinar la peligrosidad de los residuos, el hecho de que éstos estén
contemplados en los listados que se incluyen en sus anexos y que permiten su
clasificación de acuerdo con su origen o composición, tal y como sigue:

- Anexo 2. Giro industrial y proceso.


- Anexo 3. Fuente no específica.

264
Los residuos industriales

- Anexo 4. Materias primas que se consideran peligrosas en la producción


de pinturas. Residuos y bolsas o envases de materias primas que se
consideran peligrosas en la producción de pinturas.

La Norma establece también el procedimiento de la prueba de extracción para


determinar los constituyentes que hacen a un residuo peligroso por su toxicidad
al ambiente.
Según el Reglamento en Materia de Residuos Peligrosos de la LGEEPA, es
generador de residuos peligrosos, la “persona física o moral que como resultado
de sus actividades produzca residuos peligrosos” y tiene la obligación de cumplir el
artículo 8° del mismo: (i) inscribirse en el registro que para tal efecto establezca la
SEMARNAT, (ii) llevar una bitácora mensual sobre la generación de sus residuos
peligrosos, (iii) dar a los residuos peligrosos el manejo previsto en el Reglamento
y en las normas correspondientes, (iv) manejar separadamente los residuos
peligrosos que sean incompatibles en los términos de las normas respectivas
(NOM-054-SEMARNAT-93, que establece el procedimiento para determinar
la incompatibilidad entre dos o más residuos considerados como peligrosos),
(v) envasar sus residuos peligrosos en recipientes que reúnan las condiciones de
seguridad previstas en este Reglamento y las normas respectivas, (vi) identificar
sus residuos peligrosos con las indicaciones previstas en el Reglamento y en las
normas respectivas (NOM-052-SEMARNAT-93), (vii) almacenar sus residuos
peligrosos en condiciones de seguridad y en áreas que reúnan los requisitos
previstos en el presente Reglamento y normas correspondientes, (viii) transportar
sus residuos peligrosos en los vehículos que determine la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes y bajo las condiciones previstas en este Reglamento
y las normas correspondientes, (ix) dar a sus residuos peligrosos el tratamiento que
corresponda de acuerdo con lo dispuesto en el Reglamento y normas respectivas,
(x) dar a sus residuos peligrosos la disposición final que corresponda de acuerdo
con los métodos previstos en el Reglamento y normas aplicables, (xi) remitir a la
SEMARNAT un informe semestral sobre los movimientos que hubiere efectuado
con sus residuos peligrosos durante el periodo en el formato correspondiente y
(xii) las demás previstas en el Reglamento y otras disposiciones aplicables.
La Norma Oficial Mexicana (NOM-087-SEMARNAT-95) establece los
requisitos para la separación, envasado, almacenamiento, recolección,
transporte, tratamiento y disposición final de los residuos biológicos infecciosos.
Se consideran establecimientos generadores de tales residuos los siguientes:

- Nivel I: (a) clínicas de consulta externa y veterinarias en pequeñas


especies y (b) laboratorios clínicos que realicen entre uno y 20 análisis
al día.
- Nivel II: (a) hospitales que tengan entre una y 50 camas y (b) laboratorios
clínicos que realicen entre 21 y 100 análisis al día.

265
Xavier Gabarrell

- Nivel III: (a) hospitales con más de 50 camas, (b) laboratorios clínicos
que realicen más de 100 análisis clínicos al día, (c) laboratorios para la
producción de biológicos, (d) centros de enseñanza e investigación y (e)
centros antirrábicos

9.6 Referencias
• LaGrega M.D., Buckingham P.L. and Evans J.C. (1996). “Gestión de residuos tóxicos.
Tratamiento, eliminación y recuperación de suelos”. McGraw-Hill. Madrid.
• Bilitewski B., Härdtle G., Marek K., Weissbach A. and Boeddicker H.(1997). “Waste
management”. Springer. Berlin.
• Bahu R., Crittenden B. and O’Hara J. (1997). “Management of process industry
waste”. IchemE. Rugby (UK).
• Freeman H. M. (1990). “Hazardous waste minimization”. McGraw-Hill. New York.
• Freeman H. M. (1994). “Industrial Pollution Prevention Handbook”. McGraw-Hill.
United States.
• Tchobanoglous G., Theisen H. and Vigil S. (1994). “Gestión integral de residuos
sólidos”. McGraw-Hill. Madrid.
• Theodore L. and Buonicore A. (1992). “Air Pollution control equipment”. Springer-
Verlag. NY.
• Perry R.H. (1997). “Perry’s Chemical engineer’s handbook”. (Section 26-31)7th ed.
McGraw-Hill, New York.
• Haug R.T. (1980). “Compost engineering. Principles and practice”. Technomic
Publishing C. Inc. Lancaster.
• Wang L.K. and Pereira N.C. (1980). “Solid waste processing and resource recovery”.
Handbook of Environmental Engineering. Vol 2. Humana Press, Clifton.
• Haas C.N. and Vamos R.J. (1995). “Hazardous and industrial waste treatment”.
Prentice Hall. Englewood Cliffs.
• Eckenfelder W., Jr. (1989). “Industrial water pollution control”. McGraw-Hill. New
York.
• Ármalo R.S. 1993. “Tratamiento de aguas residuales”. Reverté SA. Barcelona.
• Cookson J.T. (1994). “Bioremediation engineering: design and application”. McGraw-
Hill. New York.

En red
México
SEMERNAT: http://www.semarnat.gob.mx
Secretaría de Economía: http://www.economia.gob.mx
Europa
UE: http://europa.eu.int/eur-lex/lex/es/repert/1510.htm
Cataluña: http://www.arc-cat.net/home.asp

266
CAPÍTULO 10
LA GESTIÓN INTEGRAL DE LOS RESIDUOS EN
CENTROAMÉRICA. EL CASO DE NICARAGUA

Mauricio Lacayo Escobar

10.0 Introducción
Los bajos niveles de cobertura y la deficiente calidad en la prestación de los
servicios de salud, saneamiento y control de la contaminación ambiental afectan
indiscriminadamente a la población urbana, urbano marginal y rural en los
países de América Latina y el Caribe. En general, en la Región Centroamericana,
los servicios relacionados con el medio ambiente presentan deficiencias
gerenciales, técnicas, operacionales y administrativas.
çAproximadamente el 77% de los residuos que se generan en Centroamérica son
dispuestos en vertederos o botaderos a cielo abierto sin ningún control, creando
problemas de contaminación ambiental a los recursos de suelo, aire, agua y
contaminación visual, lo que aunado a una proliferación de vectores y roedores,
va en detrimento de la calidad de vida de la población centroamericana.
De acuerdo a los datos presentados en el informe de la evaluación regional de
residuos sólidos para América Latina y el Caribe (OPS, Washington D.C. 2002),
el promedio de disposición final para la región (América Latina) en rellenos
sanitarios es del 22,6%, en vertederos o rellenos controlados es el 23,7% y, en
vertederos o botaderos a cielo abierto o cursos de agua, se concentra el 45,3%
restante.
Con relación a la recuperación de materiales con potencial reciclable, en
promedio el 85% de los desechos de la región, de acuerdo al estudio anterior, está
compuesto de papel, cartón, metales, vidrios, orgánicos perecederos y plásticos,
todos los cuales teóricamente son reciclables. Aun cuando los niveles actuales de
recuperación no son altos, existe un gran potencial de recuperación que no está
siendo explotado.
Uno de los problemas más comunes en la región de Centroamérica, referente
a los residuos sólidos, es la falta de infraestructura y recursos, tanto a nivel
de municipalidades como de programas gubernamentales y/o instituciones
encargadas de brindar el servicio. Así mismo se adolece de tarifas coherentes y
de una estructura de cobro eficiente en concepto de recolección y disposición
final, lo cual no permite generar fondos suficientes para modernizar los sistemas

267
Mauricio Lacayo Escobar

de manejo de residuos sólidos y los hace grandemente deficitarios y de muy baja


calidad.
Igualmente, en muchas parte de Centroamérica los ciudadanos no participan
en las iniciativas impulsadas en el tema de residuos sólidos, lo que genera un
pensamiento generalizado de que son los gobiernos locales y nacionales los
responsables de manejar los residuos sólidos; no existe una conciencia clara, por
parte de los ciudadanos, sobre su aporte al problema como generadores y sobre
que deben asumir su responsabilidad como parte de la solución.
A pesar de las tendencias mencionadas en los párrafos anteriores, algunas
ciudades y países de la región han logrado avances significativos, principalmente
en la clausura o cierre de botaderos y en implementación de iniciativas de
valorización de los residuos, así como en la construcción y operación de rellenos
sanitarios.
Nicaragua no escapa a esta problemática referida, la que ha conducido a un
deficiente manejo de los residuos sólidos a nivel nacional y ha escalado una
espiral contaminante significativa, provocando diversos impactos ambientales
negativos tanto a la salud de la población nicaragüense como a los ecosistemas
terrestres y acuáticos.

10.1 Situación geográfica, división política y factores que


inciden en la vulnerabilidad del territorio nicaragüense y de
su población
Como lo indican informes recientes sobre la situación de Nicaragua el país está
ubicado en el centro del istmo Centroamericano, entre Honduras y Costa Rica
y los océanos Atlántico y Pacífico y posee una superficie de 130 682 km2, de la
cual un 13% aproximadamente consiste en aguas continentales, ya sean lagos,
lagunas o ríos.
Con base a la conformación del relieve, Nicaragua se ha dividido en tres grandes
zonas o regiones:

• La región del Pacífico en la que se encuentran tres provincias, y que se


distingue por ser la zona más fértil del país y con mayor densidad de
población.
• La región montañosa Central, localizada en el centro del país y en la
que se encuentra la provincia de Tierras Altas del Interior.
• La región Atlántica, en donde se localizan las provincias de la Planicie
Costera del Caribe y de las Estribaciones Montañosas del Atlántico, con
una extensa llanura y cubiertas en su mayoría por bosques densos y con
una escasa población, que se estima en un 12% de la población nacional.

268
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

Nicaragua es uno de los países con menor densidad poblacional de América


Central, con un promedio de 41 habitantes por kilómetro cuadrado. Sin embargo,
la distribución geográfica de la población no es homogénea, debido a que en la
región del Pacífico la disponibilidad de tierra es de 0,66 ha/habitante, mientras
que en el Caribe alcanza 10,7 ha/habitante. Este aspecto está ligado al desarrollo
histórico de las actividades sociales y productivas. Un hecho relevante, desde
la perspectiva de la gestión de los residuos, es que la población se quintuplicó
entre los años 1950 y 2006, para alcanzar alrededor de 5 millones de habitantes,
periodo en el cual han desaparecido áreas cubiertas de vegetación para ser
incorporadas a actividades agrícolas y ganaderas generadoras de volúmenes
considerables de residuos orgánicos biodegradables.
La vulnerabilidad del país es alta, no solo por la propensión a sufrir desastres
naturales, como los derivados de la frecuente ocurrencia de sismos y huracanes,
que inciden en su desarrollo y agravan la pobreza de grandes sectores de
la población, sino también por la elevada deuda externa, los desequilibrios
en la balanza comercial y de pagos, la escasa diversificación y volumen de
exportaciones y la dependencia de tecnologías e insumos importados, lo cual
limita sus posibilidades de crecimiento económico, así como el establecimiento
de sistemas sustentables para la gestión integral de los residuos (PNUD, 2000).
Nicaragua es el país mas pobre y más fuertemente endeudado de América
Central. El país depende de la asistencia externa, de las remesas y de la inversión
extranjera esporádica para financiar un considerable y crónico déficit en cuenta
corriente (su deuda pública se estimó en 69,5% del PIB en 2004). La distribución
del ingreso es enormemente desigual. Mientras que la pobreza general del país
ha ido disminuyendo lentamente, el 45% de una población de 5,48 millones de
habitantes aún vive por debajo de la línea de pobreza. Menos del 15% de los
niños que ingresa a primer grado terminan la escuela primaria y secundaria.
En relación con los indicadores sociales, según el Banco Central de Nicaragua,
al año 2006 el país presentó una tasa de crecimiento del PIB de 3,7, así como una
expectativa de vida al nacer de 70,8 años, una tasa de mortalidad infantil por
mil nacidos de 26,4 y una tasa de fertilidad de 3,0 hijos por mujer. Todos estos
indicadores reflejan una situación de pobreza del país.

10.2 Manejo de los residuos e impactos que generan presión


El deficiente manejo de los residuos sólidos a nivel nacional es resultado de la
intervención de diferentes factores entre los que se destacan los que se recogen
en la tabla 10.1.

269
Mauricio Lacayo Escobar

Factores Externos Factores Internos


• Poca educación higiénica • Falta de una ley especial de Residuos Sólidos.
sanitaria en la población. • Falta de una institución que coordine un sistema
• Pobre cultura del nacional para el manejo de los residuos sólidos.
aseo de la población. • Pobre planificación en el sector de residuos sólidos.
• Educación pública, • Pocos municipios cuentan con planes de
en relación al manejo de manejo integral de residuos sólidos.
residuos sólidos, deficiente. • Normativas técnicas insuficientes.
• El crecimiento • Escasa utilización de indicadores gerenciales para
demográfico sin control. controlar la eficiencia y apoyar la toma de decisiones.
• La concentración de la • Falta de instrumentos económicos.
población en centros urbanos. • Escaso interés de las autoridades
• La crisis económica del país. municipales por la problemática.
• La escasa participación • Poca coordinación interinstitucional.
de la ciudadanía en el • Escasos recursos humanos calificados.
manejo de los residuos. • Carencia de recursos financieros.
• Débil control y vigilancia • Escasa investigación científica dirigida
de las instituciones vinculadas al manejo de residuos sólidos.
al manejo de residuos. • Injerencia política predominante para la selección
• El uso cada vez de recursos humanos, técnicos y financieros, lo
mas generalizado de que origina problemas laborales frecuentes.
envases sin retorno. • Capacidad técnica y administrativa
limitada en las municipalidades.
• Escasa capacitación y asistencia técnica
a las municipalidades e instituciones de
gobierno vinculadas al manejo.
• Debilidades en el subsistema de información
sobre el manejo de residuos sólidos.
• Falta de instrumentos municipales tarifarios.
• Pobre capacidad de cobro por la prestación
lo que origina una pobre recuperación de las
inversiones por la prestación del servicio.
• Centralismo y operatividad deficiente.
• Poco apoyo hacia las acciones de reciclaje y
participación comunitaria en los municipios.
• Déficit de equipos para la recolección
y disposición final de los residuos.
Tabla 10.1.- Algunos de los factores responsables del manejo deficiente de los residuos sólidos en
Nicaragua. Fuente: elaboración propia.

10.2.1 Residuos Sólidos Urbanos: generación, administración y


prestación del servicio de recolección y disposición final.
La operación de los servicios de recolección y disposición final de los residuos se
lleva a cabo por las municipalidades, producto de la disposición legal establecida
en la legislación ambiental y municipal. En la mayoría de estas municipalidades,
el constante cambio del personal directivo y técnico encargado de la prestación
del servicio produce el rompimiento de la curva de aprendizaje, por lo que
constantemente el servicio se administra por personas con capacidad técnica

270
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

insuficiente para resolver los problemas que representa el manejo de los residuos
sólidos municipales. Esto se asocia a los bajos salarios que se asignan a estos
servicios como resultado de la falta de recuperación de los costos.
En la mayoría de los municipios del país existe una falta de planificación del
servicio, escasos presupuestos y trámites administrativos complicados. No hay
control de las operaciones que, por consiguiente, no están documentadas; no existe
capacidad técnica en el diseño de rutas para la recolección; no existe información
confiable sobre la producción de residuos en lo relativo a las diferentes fuentes
de generación (domiciliar, mercado, industria, comercio, hospitales, etc.), lo que
se traduce en una falta de cumplimiento de las disposiciones y competencias
establecidas al municipio en el marco legal vigente.
Por otra parte, es importante señalar que a lo anterior se suma la falta de
instrumentos locales (ordenanzas municipales) que obliguen a los diferentes
actores a asumir su responsabilidad social y ambiental en el manejo de los
residuos, así como la carencia de recursos humanos calificados en la materia.

10.2.1.1 Producción y composición de los residuos sólidos urbanos


El volumen y composición de los residuos sólidos urbanos en Nicaragua ha
ido variando a lo largo del tiempo, ya que la generación de residuos sólidos
domiciliares o municipales es el resultado tanto del crecimiento relativo de la
población urbana con respecto a la población rural, como del incremento de
bienes de consumo y servicio.
Actualmente, a nivel nacional, se estima en 3700 t d-1 la generación total de
residuos sólidos municipales, lo que equivale a una producción de 1 350 500 t d-1,
de los cuales la ciudad de Managua genera alrededor de 1700 t d-1. La producción
per capita para Managua se calcula en 0,7 kg hab-1 d-1 y, para el resto del país, se ha
considerado una proyección global con una producción por habitante promedio
de 0,45 kg hab-1 d-1 en el área urbana. En cuanto a la generación de residuos
por la población rural, de acuerdo con criterios del Instituto Nicaragüense de
Fomento Municipal (INIFOM), se estima que debe de haber una producción por
habitante al día equivalente al 30% de la producción en el área urbana, es decir,
de 0,14 kg hab-1 d-1.
La composición de los residuos es fundamentalmente orgánica biodegradable,
siendo la misma de entre 60 y 80% (no solo restos de alimentos y residuos de
jardinería, sino también de cuero, textiles, madera y otros), pero empieza a crecer
el volumen de residuos inorgánicos que incluyen, entre otros, desperdicios de la
construcción, plásticos, vidrio y metal, los cuales están siendo sometidos a un
proceso de valorización, aprovechándose entre un 15 y 20% del total de residuos
generado por el país.

271
Mauricio Lacayo Escobar

10.2.1.2 Manejo de los residuos sólidos urbanos


En términos generales, el almacenamiento temporal de los residuos en el país es
inadecuado, debido a la falta de cooperación de la población y de estandarización
y mantenimiento de los recipientes, lo cual dificulta su manejo y deriva en
problemas de olores, proliferación de vectores y sus consecuencias en la salud
pública.
El reciclaje de residuos sólidos en el país no cuenta con mecanismos de
promoción ni incentivos económicos para su desarrollo y ejecución. La actividad
del reciclaje no obedece a proyectos de reciclaje consistentes, sino más bien a una
actividad de subsistencia en manos del sector informal y la indigencia. El mayor
esfuerzo para manejar residuos reciclables ha sido realizado por iniciativas
privadas de empresas extranjeras, sin contar con la colaboración y participación
activa del gobierno central y de los gobiernos locales.
Las empresas recicladoras no se encuentran aún bien establecidas, debido
principalmente a la falta de infraestructura, tecnología e inversión en este rubro.
Esto se puede demostrar al encontrar que la mayoría de los residuos recuperados
para reciclaje son exportados para su manufactura y no están siendo procesados
a nivel nacional, dejando al país sin el valor agregado que pudiera generarse por
el aprovechamiento de estos componentes.
Los principales países donde se orienta la exportación de los residuos son Costa
Rica y El Salvador para el papel y cartón, Costa Rica para el vidrio, Guatemala,
Estados Unidos y Singapur para el metal ferroso y México, China, Guatemala y
Estados Unidos, para el metal no ferroso. El mayor importador de metal ferroso
es Singapur y el mayor importador de papel y cartón en el área centroamericana
es El Salvador
La recolección de los desechos sólidos se realiza aproximadamente en la mitad
de los 153 municipios, sin que haya una cobertura total, ya que alrededor del
35% de los sectores pobres de la población no cuentan con este servicio, en parte
debido a las condiciones topográficas de los lugares en los que se ubican y a la
falta de acceso. Se estima que, en las demás ciudades, la cobertura no alcanza el
50 por ciento.
En todos los municipios del país, el barrido de calles se realiza de forma manual,
limitándose a las principales calles y se estima que el mismo está por debajo
del 20% del total de la infraestructura vial. No se dispone de información
confiable sobre longitudes de calles barridas y frecuencias que nos permita
estimar los rendimientos, debido al pobre empleo de indicadores gerenciales
destinados al manejo de residuos. Así mismo en la mayoría de los municipios
se reportan bajos rendimientos, debido principalmente al estado físico de las
calles, la falta de eficiencia de los operadores y la falta de control por parte de las
municipalidades.

272
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

Con muy pocas excepciones, en la totalidad de los municipios del país no se


brinda tratamiento a los residuos sólidos. La mayoría se disponen en vertederos
a cielo abierto con quemas ocasionales y proliferación de muchos vectores. De los
residuos recolectados, un 94% van a parar a depósitos o botaderos a cielo abierto
o son quemados para reducir su volumen; de estos botaderos, solo un 13%
aproximadamente cuentan con autorización sanitaria para operar (botaderos
controlados). La mayoría de los vertederos han sido ubicados sin criterios
técnicos, representando un serio riesgo para los ecosistemas y la salud de la
población. Si bien parte importante de los residuos generados son dispuestos
a cielo abierto y en rellenos sanitarios, es posible observar la coexistencia de
basureros no autorizados y de vertederos que no cumplen con los principios
y objetivos planteados en esta política. La gran mayoría de municipios no
disponen de los equipos necesarios para el acondicionamiento de los residuos
en los vertederos y se carece de controles para el ingreso de recuperadores de
materiales (“pepenadores” o “churequeros”).
El país carece de un Relleno de Seguridad que permita confinar los desechos
peligrosos tales como los radiactivos. Algunos de estos se encuentran almacenados
en un sitio temporal en el centro de la ciudad de Managua (antiguo Hospital El
Retiro), representando riesgos para la población y el medio circundante.
Hasta ahora, los residuos industriales y peligrosos se han depositado junto con
los municipales sin ningún tratamiento especial, entre los que se destacan los
hospitalarios y los industriales (PGIRS, 2005).

10.2.2 Residuos Peligrosos


Nicaragua no cuenta con un inventario de residuos peligrosos, pero se anticipa
que además de los residuos peligrosos del sector industrial y de los envases
vacíos de plaguicidas, el país tiene que hacer frente al problema que significan
las reservas de plaguicidas fuera de uso o abandonados, entre los cuales destaca
el toxafeno. A estos residuos se suman los bifenilos policlorados, usados como
agentes dieléctricos en transformadores eléctricos, así como los equipos y suelos
o materiales contaminados con ellos, que constituyen residuos peligrosos de los
que hay que disponer.
Aunado a lo cual, existen pasivos ambientales relacionados con las actividades
mineras, entre los que se encuentran residuos peligrosos en forma de relaves
que contienen metales potencialmente tóxicos. Entre los residuos peligrosos
generados en los hogares y otras actividades, destacan los aceites lubricantes y
los acumuladores a base de plomo de los automóviles, las pilas eléctricas usadas
(conteniendo metales tóxicos), los productos de limpieza a base de cloro o de
disolventes orgánicos o las lámparas fluorescentes que contienen mercurio, por
citar algunos ejemplos.

273
Mauricio Lacayo Escobar

En lo relativo a los residuos hospitalarios, la generación nacional se estima


actualmente en 16 t d-1, para una producción anual de 5840 t a-1. Es importante
señalar que gran parte de la producción nacional de estos residuos está siendo
mezclada con los residuos domésticos, a pesar de que algunos de ellos, por sus
características peligrosas, deben manejarse separadamente, como es el caso de
los residuos infecciosos, patológicos, corto punzantes, farmacéuticos, químicos,
radiactivos y genotóxicos.
En el Departamento de Managua, la peligrosidad asociada a la generación de los
residuos hospitalarios, aunque no significa un gran volumen en comparación
con la generación total de residuos sólidos urbanos, es una realidad. Según el
Ministerio de Salud, los centros asistenciales del departamento de Managua se
componen de trece hospitales públicos, siete hospitales privados que funcionan
como empresas previsionales que ofertan servicios al Instituto Nicaragüense de
Seguridad Social, seis Empresas Previsionales de Salud, 21 Centros de Salud y 79
Puestos de Salud, para un total de 2381 camas censables.
La cantidad de residuos para los hospitales públicos se estima en 1,15 kg/cama/
día y, para los privados, en 1,45 kg/cama/día. La producción unitaria reflejada se
encuentra cerca del límite inferior de la registrada por el Centro Panamericano
de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (CEPIS-OPS) la cual oscila entre
1 y 4,5 kg/cama/día. Así mismo, los residuos clasificados como peligrosos debido
a su naturaleza patógena se estiman en 29%. El CEPIS estima que del 10 al 40%
de los residuos hospitalarios en América Latina pueden ser clasificados como
peligrosos debido a su naturaleza patógena.
Tomando en cuenta el universo de centros asistenciales del departamento de
Managua, se estima una generación total de 6110 kg d-1 para una producción de
2230,16 t a-1, de las cuales se estima una generación de 1771,93 kg d-1 de residuos
peligrosos (corto punzantes, apósitos y restos humanos), para un total anual de
646,75 t a-1. Es importante señalar que, dado que no se realiza una separación en
la fuente la globalidad de la generación, se les considera como residuos peligrosos.
La generación de residuos hospitalarios en las diferentes unidades de salud del
Departamento de Managua se expresa en la tabla 10.2.

Centros Asistenciales Producción Diaria (kg) Producción Anual (t)


Hospitales públicos 2002,1 730,76
Hospitales privados 729,35 266,21
Empresas Médicas Previsionales 198,65 72,50
Centros de Salud 1995 728,175
Puestos de Salud 1185 432,52
Total 6110,1 2230,16
Tabla 10.2.- Generación de residuos sólidos para las diferentes Unidades de Salud del
Departamento de Managua.

274
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

Es importante señalar que la estimación de generación de residuos hospitalarios


no involucra la producción en centros de servicios tales como Centros de
Hemodiálisis, Centros de Diagnósticos, Policlínicas, Bancos de Sangre,
Consultorios Odontológicos, Laboratorios de Análisis Biológicos, Necropsias,
Casas Velatorias, Centros de investigación y Clínicas Veterinarias, debido a que
no se tienen estudios relacionados con su caracterización y manejo, aunque se
infiere que los mismos están siendo mezclados con los residuos domésticos, por
lo que es de esperar que la generación en el departamento de Managua pueda
estar incrementada en 1500 kg d-1, lo que totalizaría una producción general de
7610,1 kg d-1.
Otro aspecto relevante a señalar es que solamente tres hospitales de la ciudad
capital (Lenin Fonseca, Alemán Nicaragüense y La Mascota) y once en Centros
de Salud cuentan con incineradores para el tratamiento de los residuos. Su
operación y mantenimiento es deficiente, por lo que en vez de contribuir a
minimizar los riesgos de los residuos hospitalarios, se constituyen ellos mismos
en un riesgo para la salud de los pacientes, del personal médico y de la población
general, debido a que se ubican en áreas densamente pobladas.
Finalmente, en lo relativo al manejo de los residuos sólidos hospitalarios en
la ciudad de Managua y en buena parte del país, aunque existe una normativa
para el manejo de estos residuos (NTON 05 015 – 01 Norma Técnica Obligatoria
Nicaragüense para el Manejo y Eliminación de Residuos Sólidos Peligrosos),
la escasa divulgación en los centros médicos asistenciales de esta norma no
ha favorecido su aplicación práctica, por lo que en la mayoría de los centros
asistenciales, el manejo de estos residuos se considera inadecuado, debido entre
otros, a los siguientes factores:

• No existe separación de los desechos en la fuente.


• Existe un desconocimiento sobre el gerenciamiento del manejo de
residuos hospitalarios que deriva en un escaso control.
• Se adolece de suministro de materiales y equipos.
• Se adolece de planes de manejo de residuos en las unidades de salud.
• Falta de cumplimiento con los mandatos establecidos en la Política
para la Gestión Integral de los Residuos Sólidos 2004-2023, lo que hoy
constituye delito ambiental de acuerdo a la Ley 559.
• Se adolece de un marco legal nacional que regule el manejo integral de
los residuos hospitalarios.
• No existen asignaciones presupuestarias para el manejo de los residuos
hospitalarios.

275
Mauricio Lacayo Escobar

• En la mayoría de centros asistenciales se carece de infraestructura


relacionada con el almacenamiento temporal de los residuos
hospitalarios.
• Se carece de controles efectivos en lo relativo con el manejo de los
residuos.
• Se adolece de planes de capacitación sostenidos en manejo de residuos
hospitalarios.
• Los Comités Nocosomiales, en la mayoría de los centros asistenciales,
no están asumiendo su rol, en relación con el manejo de los residuos
hospitalarios.
• La disposición final de los desechos humanos se viene desarrollando
de forma muy deficiente, dado que para parte de los mismos se hace en
algunos cementerios de Managua.
• La falta de pago por la prestación del servicio de recolección está
incidiendo en la deficiencia del manejo integral de los residuos sólidos
hospitalarios.
• No existe una buena articulación entre la dirección de los centros
asistenciales y los delegados distritales de la municipalidad de Managua,
lo que está provocando una deficiente recolección de los residuos en los
centros.
• Existe un deficiente control del Ministerio del Trabajo en relación con
la higiene y seguridad ocupacional de los trabajadores que manejan los
residuos hospitalarios. (MINSA-OPS/OMS, 2007).

10.2.3 Implicaciones del Manejo Inadecuado de los Residuos


(Impacto)
Dado que el destino de la mayor parte de los residuos que se recolectan ha sido
por lo general un botadero a cielo abierto. Dichos botaderos se han constituido
en sitios contaminados y en un riesgo para los cuerpos de agua superficiales y
subterráneos. Este hecho, aunado a la quema frecuente de basura, está teniendo
implicaciones graves para la calidad de los suelos, el agua, el aire y las cadenas
o redes alimentarias. La situación del ambiente en Nicaragua está teniendo
implicaciones también sobre la salud de la población.
Actualmente, la población está mostrando patologías que bien pudieran derivar
del deterioro ambiental, así como del proceso de urbanización que genera
marginalidad, depauperación y hacinamiento. Como resultado, se producen
fenómenos agudos de contaminación biológica y por substancias y residuos
químicos potencialmente peligrosos para la salud (como por ejemplo mercurio,
cloro, plomo, cianuro, plaguicidas y otros).

276
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

El deterioro de la situación del saneamiento básico, en particular, continúa


ejerciendo presiones significativas sobre la salud de la población nicaragüense, en
la que persisten altas tasas de mortalidad por enfermedades transmisibles ligadas
al medio, propias de los países en vías de desarrollo (enfermedades diarreicas y
respiratorias agudas, malaria, dengue, hepatitis, parasitosis intestinales, etc.).
La recolección y disposición final adecuada de los desechos sólidos es uno de
los aspectos fundamentales de la salud pública, que con el acelerado proceso de
urbanización referido anteriormente cobra singular importancia. El inadecuado
manejo de los residuos facilita la proliferación de artrópodos y roedores que
pueden ser vectores de enfermedades importantes, además de generar mal olor
y afectar los valores escénicos. El manejo de los desechos sólidos peligrosos,
especialmente los hospitalarios e industriales merecen consideración especial.

10.3 Forma en la que el gobierno y la sociedad de Nicaragua


enfrentan los problemas ambientales que generan los residuos
(respuesta)

10.3.1 Marco Jurídico


El marco jurídico vigente en materia de residuos sólidos, encierra algunas
limitaciones en su aplicación práctica y conceptual, como resultado de las
debilidades técnico-administrativas y financieras, mostradas por las instituciones
tanto del ámbito central como del local.
Cabe mencionar que aún cuando se han logrado avances importantes en materia
de desarrollo de normas técnicas, éstas son insuficientes para alcanzar una
gestión integral de los residuos sólidos que sea efectiva desde las perspectivas
ambiental, económica, tecnológica y social (que cubran desde el almacenamiento,
recolección, transporte, reciclaje y tratamiento hasta la disposición final) y que
regulen los diferentes sectores productivos.
Si bien el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) tiene
la competencia general de normar las cuestiones ambientales, incluyendo las
relacionadas con el manejo de los residuos, la actual Ley de General de Salud
duplica esta competencia al conceder atribuciones al Ministerio de Salud
(MINSA) en materia de residuos sólidos, como se indica en su título “Salud y
Medio Ambiente”, el cual establece que el MINSA, en coordinación con las
entidades públicas y privadas que corresponda, desarrollará programas de salud
ambiental y “emitirá la normativa técnica” sobre el manejo de los desechos
sólidos. A su vez, en el capítulo “De los Desechos Sólidos”, la Ley establece que
los mismos se regularán de acuerdo al Decreto 394 “Disposiciones Sanitarias”,
Ley 217 y su Reglamento, Ley de Municipios y su Reglamento, Normas Técnicas,
Ordenanzas Municipales y demás disposiciones aplicables, lo que pone al

277
Mauricio Lacayo Escobar

MINSA en la condición de juez y parte al administrar y regular el manejo de los


residuos en el sector salud.
A pesar de esta duplicidad de atribuciones en materia de regulación y control
de los residuos, es notorio observar que la debilidad en la aplicación de estas
normativas se da por la falta de divulgación y cumplimiento estricto de la ley,
a lo que se suma la falta de una rigurosa fiscalización y vigilancia por parte de
las instituciones competentes. Esta situación es igualmente identificada por
las autoridades municipales que, a falta de legislación especial, han emitido
ordenanzas para enfrentar la problemática basadas en disposiciones generales y
del orden internacional.
En resumen, el marco legal de Nicaragua en materia de residuos sólidos presenta
múltiples debilidades como una legislación dispersa e incompleta, ambigüedad
en el ámbito de competencias de los entes del órgano central administrativo y
de las municipalidades, insuficiencia de disposiciones que obliguen al sector
privado a participar y contribuir en la mejora de esta problemática y, finalmente,
incompatibilidad entre los contenidos legales y las situaciones económica,
social y cultural, que ha dado lugar al abuso en la expedición de instrumentos
administrativos que al final padecen las mismas deficiencias anteriormente
señaladas.
En conclusión, podemos decir que la falta de certeza institucional en la
aplicación de la legislación existente refleja la imperiosa necesidad de
contar con instrumentos orientados al establecimiento de alianzas, fijando
la responsabilidad, compartida pero diferenciada, de todos los sectores
sociales, así como la valorización económica de los residuos. Se precisa una
ley que establezca las obligaciones de las instituciones, de la sociedad y de
los diversos sectores de las economía nacional que contribuyan a su manejo
integral y sustentable, con mecanismos de control apropiados, que garanticen
calidad y seguridad para los operarios de servicios, la educación ambiental
especializada y la gestión integral y ambientalmente adecuada de los residuos
sólidos, peligrosos y no peligrosos.

10.3.2 Políticas, estrategias y planes


El Gobierno de Nicaragua formuló en 1996 la Estrategia Nacional de Desarrollo
Sostenible 1996-2001 (ECODESNIC), la cual establece como políticas en relación
con el sector de residuos sólidos, el mejoramiento de los sistemas de recolección
y disposición de basuras y la implementación de sistemas de tratamiento de
residuos sólidos en los procesos productivos, priorizando aquellos orientados
al reciclaje. Así mismo, dicha estrategia pone énfasis en el mejoramiento de la
capacidad institucional para el manejo adecuado de residuos peligrosos y la
implementación de planes de educación ambiental a todos los niveles.

278
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

En el año 2001, mediante Decreto No. 25-2001 se aprobó la Política Ambiental


de Nicaragua y el Plan Ambiental de Nicaragua para el quinquenio 2001-2005,
en el cual se determinan 30 temas, siendo los desechos sólidos uno de los seis
temas priorizados.
Por otra parte, el Plan Nacional de Desarrollo (2003), en el marco de la gestión
ambiental, mandata a desarrollar la política nacional de residuos sólidos, para
enfrentar los problemas ambientales que se derivan del mal manejo de los
residuos.
En el año 2005, a través del decreto ejecutivo 47-2005, el Gobierno Nacional
desarrolló la Política Nacional sobre Gestión Integral de los Residuos Sólidos.
El instrumento de política desarrolla los elementos conceptuales para avanzar
hacia la gestión integral de los residuos sólidos en Nicaragua, con miras a
administrarlos de una forma compatible con el medio ambiente y la salud
pública. El objetivo central de la misma se orienta a lograr el manejo integral
de los residuos sólidos, no peligrosos y peligrosos, enfatizando en los aspectos
técnicos, administrativos, económicos, ambientales y sociales dirigidos a
evitar y minimizar la generación de los mismos, fomentando su valorización
y reduciendo la cantidad de residuos destinados a disposición final, a fin de
prevenir y reducir sus riesgos para la salud y el ambiente, de disminuir las
presiones que se ejercen sobre los recursos naturales y de elevar la competitividad
de los sectores productivos, en un contexto de desarrollo sustentable y de
responsabilidad compartida.
Como parte de la Política Nacional sobre la Gestión Integral de los Residuos
Sólidos, se estructuró un Plan de Acción para el periodo 2004-2023, el cual
representa el compromiso del Estado y la sociedad en general, en el proceso de
implementación de la Política Nacional, con el fin de garantizar los objetivos y
principios fundamentales pactados por todos. Estas acciones están concebidas
para ejecutarse de manera gradual y con un enfoque centrado en prioridades, en
el periodo señalado.

10.3.3 Arreglos institucionales e instrumentos


El Instituto Nicaragüense de Fomento Municipal (INIFOM) fue creado como
ente de fomento y apoyo del Gobierno Central a los municipios y ha estado
trabajando activamente en la problemática de los residuos sólidos, para lo cual
desarrolló Proyectos Pilotos de Manejo Integral de Desechos Sólidos (PROMIDS)
en varios municipios, con la participación de instituciones del estado (MARENA,
MINSA, MECD), empresa privada y sociedad civil (ONG´s, iglesias).
Los PROMIDS han sido los proyectos en planificación más completos que se han
desarrollado en el país, ya que incorporan ocho componentes que contemplan
la participación de todos los actores y los aspectos para la Gestión Integral:

279
Mauricio Lacayo Escobar

(i) Político, (ii) Gerencial - organizacional (microempresarial), (iii) Técnico-


operacional, (iv) Económico-financiero, (v) Educacional-cultural (participación
ciudadana), (vi) Interinstitucional, (vii) Legal y (viii) Comunicacional.
Este modelo de manejo de residuos, en la práctica produjo resultados positivos
en el corto plazo, pero al faltar consistencia en el seguimiento de su aplicación
y al no cubrir todos los componentes para el manejo integral, muchos de los
municipios donde fue desarrollado no cristalizaron su sostenibilidad.
La aplicación del modelo permitió la elaboración de instrumentos para el
fortalecimiento de las capacidades técnicas de los funcionarios de las alcaldías,
tales como los manuales (de limpieza pública, de rastros, mercados, etc.), así como
la planificación e implementación de un programa piloto de educación ambiental
para el manejo adecuado de los desechos sólidos, resultando de este la elaboración
y validación de la Guía Metodológica de Educación Ambiental, publicada en el
año 2000, instrumento base para la implementación del componente educacional-
cultural en los tres ámbitos de la educación (formal, no formal e informal) y que
ha tenido aplicación por las Alcaldías y Organizaciones No Gubernamentales
que laboran en el ámbito del manejo de residuos sólidos. A este esfuerzo hay
que sumar los del INIFOM, que ha desarrollado a través de los PROMIDS un
programa permanente de capacitación que no resuelve el problema dada la alta
rotación del personal de las municipalidades (PROMIDS, 1996).
El Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) desarrolló
iniciativas para el manejo y tratamiento de residuos sólidos, a través del Fondo
para Pequeños Proyectos del Programa de Apoyo al Sector Medio Ambiente
(PASMA-DANIDA) y Facilidad Ambiental Municipal (FAM) del Segundo
Proyecto de Desarrollo de Municipios Rurales (SPDMR- MARENA). Estos dos
mecanismos financieros lograron importantes resultados en lo concerniente a
las iniciativas municipales para el manejo de los residuos sólidos municipales,
en los aspectos referidos a la producción de abono orgánico, en la recolección y
comercialización de los residuos, en el reciclado y en la educación ambiental.
El INIFOM ha estado implementando un Sistema de Información de los Servicios
Municipales (SISEM) desde 1998, el cual está contribuyendo a generar información
sustantiva que permita una gestión más eficaz en lo relacionado con el manejo de
los residuos sólidos en los municipios, a través de los nodos institucionales del
Sistema Nacional de Información Ambiental (SINIA) y, recientemente, en año
2006 desarrolló los indicadores gerenciales para el manejo de los residuos sólidos,
instrumento de mucha importancia para la labor de los gobiernos locales en lo
relativo con la prestación del servicio de limpieza publica.
Por su parte, la Asociación de Municipios de Nicaragua (AMUNIC), a través
de su Oficina Ambiental, ha impulsado desde hace dos años una Iniciativa
llamada “La basura es un tesoro”, con el objetivo de ayudar a las alcaldías,

280
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

específicamente en el área de Servicios Municipales, en la gestión y manejo de los


desechos sólidos municipales no peligrosos, realizando actividades encaminadas
a crear capacidades en los municipios para dar tratamiento a los desechos
mediante el aprovechamiento económico de los materiales, tanto orgánicos
como inorgánicos, disminuyendo de esta forma los volúmenes que llegan a la
disposición final.
Así mismo, estas actividades cubren los aspectos de recolección, recuperación
de tasas por el servicio y aspectos legales que permitan volver autosostenible este
servicio prestado por las alcaldías, entre otros, mediante cuatro ejes económicos:
(i) ingresos de las tasas por la prestación de este servicio, (ii) cobro por el uso
del vertedero municipal, (iii) venta de abono orgánico y (iv) venta de materiales
inorgánicos para reciclaje. La visión de AMUNIC está centrada en el desarrollo
de estas actividades de forma empresarial.
Paralelo a estos esfuerzos, el INIFOM, a través de las alcaldías, ha promovido la
concesión de servicios de recolección a microempresas en algunos municipios
del país, entre los cuales se encuentran los municipios de Catarina y Diriomo,
el primero conformado por mujeres. Estas experiencias, novedosas en el país,
requieren de mayor apoyo por parte de las alcaldías para que resulten económica
y ambientalmente sostenibles.
Adicionalmente, algunas universidades del país, tales como la Universidad
Nacional de Ingeniería (UNI), la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
(UNAN-Managua) y la Universidad Centroamericana (UCA), han colaborado
en la realización de diagnósticos situacionales y proyectos ligados al tratamiento
y disposición final de residuos.
Igualmente relevante para el logro de la prevención y minimización de los
residuos, ha sido la creación en Nicaragua de un Centro de Producción más
Limpia, en el seno de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y con el apoyo
de los Programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI)
y el Medio Ambiente (PNUMA), cuya misión es impulsar la aplicación de la
metodología de producción más limpia para promover con menos recursos la
competitividad en las empresas de bienes y servicios y generar beneficios para
la sociedad. Dicho centro, entre otros servicios, ofrece evaluaciones en planta,
capacitaciones, transferencia tecnológica, promoción de financiamientos y
promoción de formulación de políticas de producción más limpia. Destacan
entre los servicios que ofrece, los Programas Integrales para el uso eficiente de
materia prima, del agua y sistemas de tratamiento de efluentes y de la energía.
También es importante resaltar la contribución de Organismos No
Gubernamentales (ONGs) que se han dado a la tarea de conducir proyectos
relacionados con las diferentes etapas del manejo de los residuos sólidos. Sin
embargo, estas experiencias, muy positivas, no han tenido una sistematización

281
Mauricio Lacayo Escobar

de los resultados obtenidos, por lo que se propone recuperar y sistematizar las


experiencias positivas a fin de que sean aprovechadas por las autoridades locales
y la sociedad.

10.4 Conclusiones
Como resultado de la pobre educación higiénico sanitaria y ambiental de la
población, la escasa infraestructura para el manejo de los residuos, el débil marco
legal del país y el bajo gerenciamiento por parte de los gobiernos locales, se
concluye que el manejo de los residuos sólidos en el país es deficiente y demanda
urgentemente un proceso serio de intervención del estado y de la sociedad
nicaragüense, lo cual se traduzca en una comunicación efectiva con todos los
actores y sectores sociales que deben estar involucrados en su operación, que
permita encontrar posibles soluciones a la problemática planteada.
En este sentido, se requiere de una buena administración, eficaz y efectiva,
cuyas decisiones en el corto y largo plazo se sustenten en diagnósticos confiables
acerca de la situación de los residuos. Así mismo se hace esencial contar con una
estrategia a largo plazo, clara y bien definida, que describa cómo se establecerá y
operará el sistema.
Tomando en cuenta lo vital que representa las capacidades del recurso humano,
la estabilidad del personal encargado de la operación del sistema es indispensable
para el desarrollo de estrategias a largo plazo y la mejora continua en el
desempeño del mismo.
Es esencial el desarrollo de infraestructura para un manejo seguro de los
residuos, así como el fortalecimiento del marco legal, que se exprese en el corto
plazo en la formulación de la ley especial de residuos sólidos.
Se requiere imperiosamente la introducción de instrumentos económicos como
una herramienta para disminuir la envergadura del problema de la gestión de
los residuos, que estimulen el interés propio de los consumidores, productores
y prestadores del servicio para mejorar el manejo de los residuos sólidos e
incorporar el principio “el que contamina, paga” para cubrir totalmente los
costos de las externalidades ambientales.
Finalmente, es imprescindible la definición de un cobro justo por el servicio
de limpieza y la reintegración de los ingresos a dichos servicios para su
fortalecimiento, así como de aportaciones provenientes de otras fuentes
(incluyendo de fondos ambientales creados a partir del cobro de multas y
pagos de derechos) y de donaciones de agencias de cooperación nacionales e
internacionales.

282
La gestión integral de los residuos en Centroamérica. El caso de Nicaragua

10.5 Referencias
• BCN (2007). “Nicaragua en cifras”.
• A.N. (2003). Decreto No. 3584 Reglamento a la Ley No. 28. “Estatuto de Autonomía
de las Regiones de la Costa Atlántica de Nicaragua”.
• INFOM (1996). “Estudio sobre Sistema de Recolección y Tratamiento de Basura en
41 Municipios de Nicaragua”.
• INIFOM (1996). “Manejo Integral de los Desechos Sólidos a Nivel Nacional”.
(PROMIDS-Nacional).
• OPS/OMS (2002). “Informe de la evaluación regional de residuos sólidos para
América Latina y el Caribe”. Washington D.C.
• Ley No. 217 (1996). “Ley General del Medio Ambiente y los Recursos Naturales”.
Publicada en la Gaceta No. 105 del 6 de junio de 1996.
• Ley No. 40 y 261 (1988). Ley de Municipios, Ley de Reforma e Incorporación a la Ley
de Municipios. Publicada en la Gaceta No. 155 del 17 de agosto de 1988.
• Ley General de Salud. 2002.
• Ley 451 (2003). Ley Especial que autoriza el cobro de contribución especial para el
mantenimiento, limpieza, medio ambiente y seguridad ciudadana en las playas de
Nicaragua.
• MARENA (2001). “Plan Ambiental de Nicaragua”. 2000-2005.
• MARENA-CNEA (2003). “Lineamientos de Política y Estrategia Nacional de
Educación Ambiental”.
• MINSA-OPS/OMS (2007). “Diagnóstico Situacional de los Residuos Sólidos
Hospitalarios en el SILAIS”. Managua.
• NTON 05 013-01. Norma Técnica para el Control Ambiental de los Rellenos
Sanitarios para Desechos Sólidos no Peligrosos.
• NTON 05 015-01. Norma Técnica Obligatoria Nicaragüense para el Manejo y
Eliminación de Residuos Sólidos Peligrosos.
• NTON 05 014-01. Norma Técnica Ambiental para el Manejo, Tratamiento y
Disposición Final de los Desechos Sólidos No-Peligrosos.
• NTON 05 005-03. Norma Técnica Obligatoria para el Control Ambiental de Plantas
Procesadoras de Productos Lácteos.
• OPS/OMS (1994). “Desechos Peligrosos y salud en América Latina y El Caribe”. Serie
Ambiental No.14.
• OPS/OMS (1995). “El Manejo de los Residuos Sólidos Municipales en América Latina
y El Caribe”. Serie Ambiental No.15.
• OPS/OMS (1997). “Análisis Sectorial de Residuos Sólidos en Nicaragua”. Serie
Estudios No.12.
• MARENA (2005). “Política Nacional sobre Gestión Integral de los Residuos Sólidos
(2004-2023)”.
• PNUD (2000). “El Desarrollo Humano en Nicaragua. Equidad para superar la
vulnerabilidad” (idhn2000@tmx.com.ni).

283
CAPÍTULO 11
CONTAMINACIÓN DEL AGUA: ORIGEN,
CONTROL Y MONITOREO

Ignasi Rodríguez-Roda
Joaquim Comas y Manel Poch

11.0 Introducción
El término “agua residual” hace referencia a toda combinación de líquidos
o aguas que transportan residuos procedentes de residencias, instalaciones
públicas y centros comerciales e industriales y a las que, eventualmente, se
pueden incorporar aguas subterráneas, superficiales y pluviales.
La intensa explotación de recursos que supone la creciente industrialización del
mundo, ha agravado notablemente un problema ya de por sí complejo, como es
el del tratamiento de las aguas residuales. Con el paso de los años, no solo ha
aumentado la cantidad de agua residual generada, sino también la concentración
de contaminantes que esta transporta, así como la cantidad de nuevos
compuestos de síntesis (se estima que aparecen hasta 10 000 nuevos productos
cada año) que se producen.
En los complejos ecosistemas naturales, las interacciones existentes entre todos
sus componentes permiten al sistema asimilar las pequeñas perturbaciones
tendentes a modificar su equilibrio natural. Dentro del ecosistema global, el ciclo
hidrológico garantiza la circulación y disponibilidad de agua (aparte las reservas
naturales, cada año llegan a la tierra en forma de precipitación -lluvia y/o nieve-
unos 113 billones de metros cúbicos). El hombre, que antiguamente tan sólo era
una pequeña etapa de este ciclo, se ha convertido en su factor determinante, y la
madre naturaleza se ha visto superada en su lucha por mantener unas mínimas
condiciones que permitan el desarrollo de la vida.
El impresionante volumen de agua residual que producen las aglomeraciones de
población de millones de habitantes, como México DF., Sao Paulo o New York,
o las elevadas concentraciones de combinaciones complejas de compuestos
que caracterizan las corrientes de subproductos de determinados procesos
químicos que sustentan la industria moderna, muestran que el hombre no
tiene límites a la hora de superar la capacidad autodepurativa que presenta
(¿presentaba?) el ecosistema, cada vez más debilitado y susceptible. Queda claro,
pues, que el hombre y su actividad resultan ser los principales responsables
de la contaminación de los recursos hidráulicos. Pero el hombre es también el

285
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

único que puede actuar sobre estos focos contaminantes con objeto de reducir
su impacto hasta unos límites asimilables por el entorno y de facilitar, de este
modo, el restablecimiento del equilibrio natural.
Pese a que, en esta asignatura, nos centraremos en el origen y monitoreo de las
aguas residuales así como en sus sistemas de tratamiento (intensivos y naturales),
cabe recordar que existe un consenso para considerar la depuración como el paso
final de un proceso más global y sostenible, que hace énfasis en una política de
actuación sobre los hábitos y comportamientos, con el fin de controlar y evitar
el consumo elevado e irracional de los recursos, minimizado la generación de
residuos generados en origen.

11.1 Composición del agua residual urbana


Los parámetros que permiten cuantificar y normalizar el nivel de contaminación
de las aguas residuales pueden clasificarse, en primera instancia, en físicos
(temperatura, agua, color y turbidez) y químicos (principalmente sólidos,
materia orgánica, nutrientes, pH, alcalinidad, dureza, cloruros y grasas). La tabla
11.1 muestra los rangos típicos de concentración de los contaminantes químicos
en un agua residual urbana estadounidense.

11.1.1 Parámetros físicos

- Temperatura. Varía en función de la estación del año, pero suele ser


ligeramente más alta que la del agua corriente. Tiene efecto sobre la
actividad microbiana, la solubilidad de los gases y la viscosidad.
- Color. El agua residual presenta un color gris claro, pero se oscurece con
el paso de los días o en condiciones de septicidad. Cualquier otro color
que presente el agua es debido a la presencia de determinados compuestos
como los tintes, la sangre, el cromo, los derivados lácticos, etc.
- Olor. El agua residual fresca se caracteriza por un olor ligeramente
desagradable que denota la presencia de aceites y detergentes.
Cuando envejece, aparecen olores de podredumbre resultantes de
la descomposición de la materia orgánica y otros productos más
complejos.
- Turbidez. Ausencia de transparencia debida a la presencia de una amplia
variedad de sólidos en suspensión en el agua residual.

286
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

Componente Rango medio Valor típico


Sólidos totales 375 - 1800 740
Sedimentables (mg l-1) 5 - 20 10
En suspensión (mg l-1) 120 - 360 230
Fijos 30 - 80 55
Volátiles 90 - 280 175
Disueltos (mg l-1) 250 - 800 500
Fijos 145 - 500 300
Volátiles 105 - 300 200
Materia orgánica (mg O2 l-1)
DBO5 110 - 400 210
DQO 200 - 780 400
COT 80 - 290 150
Nitrógeno total (mg N l-1) 20 - 85 40
Nitrógeno orgánico 8 - 35 20
Amonio 12 - 50 20
Nitritos y nitratos 0 0
Fósforo total (mg P l-1) 4 - 15 8
Orgánico 1-5 3
Inorgánico 3 - 10 5
pH 6.7 - 7.5 7
Alcalinidad (mg CaCO3 l-1) 50 - 200 100
Dureza (mg CaCO3 l-1) 180 - 350 240
Cloruros (mg l-1) 30 - 100 50
Grasas (mg l-1) 50 - 150 100
Tabla 11.1.- Rangos de concentración de los principales contaminantes del agua residual urbana.
Fuente: Metcalf and Eddy, 2003.

11.1.2 Parámetros químicos

- Sólidos totales (ST)


• Sedimentables. Fracción de sólidos, orgánicos e inorgánicos
que sedimenta en una hora en un cono de Imhoff. Representa
aproximadamente el lodo que se puede eliminar en el tanque de
sedimentación (mg l-1).
• En suspensión (SST). Fracción de sólidos, orgánicos e inorgánicos,
que no están disueltos. Solamente se pueden eliminar por
coagulación o fi ltración (mg l-1).
• Fijos. Compuestos minerales o fracción no combustible de los SST
(mg l-1).
• Volátiles. Compuestos orgánicos o fracción combustible de los SST
(mg l-1).

287
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

• Disueltos. Fracción de sólidos, orgánicos e inorgánicos, que no


es filtrable. Incluye todos aquellos sólidos inferiores a 1 milimicra
(mμ).
• Fijos. Compuestos minerales o fracción no combustible de los
sólidos disueltos totales (mg l-1).
• Volátiles. Compuestos orgánicos o fracción combustible de los
sólidos disueltos totales (mg l-1).
- Materia orgánica
• DBO5. Representa la fracción orgánica biodegradable presente en el
agua residual y es una medida del oxígeno disuelto que requieren
los microorganismos para consumir esta materia orgánica, en 5
días y a 20ºC de temperatura (mg O2 l-1).
• DQO. Medida de la fracción de materia orgánica que es degradable
por la acción de agentes químicos oxidantes (dicromato de potasio)
en medio ácido. También se mide por la cantidad estequiométrica de
oxígeno disuelto requerido para llevar a cabo la reacción (mg O2 l-1).
• COT. Carbón orgánico total contenido en la materia orgánica. Se
determina mediante la conversión a CO2 del carbono presente en
la muestra, a altas temperaturas y en presencia de un catalizador
(mg l-1).
- Nitrógeno total
• Nitrógeno orgánico. Incluye el nitrógeno ligado a las proteínas, a
los aminoácidos y a la urea (mg l-1).
• Amonio. Primer producto de la descomposición del nitrógeno
orgánico (mg l-1).
• Nitrógeno Kjeldahl. Parámetro resultante de la suma de los dos
anteriores, el amonio y el nitrógeno orgánico (mg l-1).
• Nitritos y nitratos. Formas más oxidadas del nitrógeno (mg l-1).
- Fósforo total
• Orgánico. Fracción del fósforo que se encuentra ligado a la materia
orgánica (mg l-1).
• Inorgánico. Fracción inorgánica del fósforo que existe como
ortofosfatos y polifosfatos (mg l-1).
- pH. Indicativo de la naturaleza básica o ácida del agua residual.
- Alcalinidad. Se debe a la presencia de iones bicarbonato, carbonato e
hidróxido en el agua residual y ofrece resistencia a los cambios de pH
(mg CaCO3 l-1).

288
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

- Dureza. Principalmente debida a los iones calcio y magnesio disueltos


en el agua (mg CaCO3 l-1).
- Cloruros. Proporcionan mayor conductividad al agua y aumentan su
densidad (mg l-1).
- Grasas. Fracción de materia orgánica soluble en hexano. Incluye grasas
y aceites de origen animal y vegetal (mg l-1).

Para realizar estimaciones de la cantidad y calidad del agua residual generada


por una población, se establecen una serie de valores medios de referencia por
persona y día. Estos valores, recogidos en la tabla 11.2, se calculan a partir de
las concentraciones medias de contaminación, con una generación aproximada
de entre 250 y 450 litros por persona (en función del desarrollo económico de la
zona).

Carga unitaria
Componente
(g persona-1 día-1)
DBO5 95
DQO 180
SST 104
N orgánico 9
N amoniacal 9
Fósforo total 4
Tabla 11.2.- Estimación de la carga contaminante diaria por habitante. Fuente: Metcalf and Eddy,
2003.

11.2 La problemática de las aguas residuales


La composición característica del agua residual es tal que su estancamiento
puede conllevar una serie de consecuencias que dificultan o imposibilitan la vida
por diferentes vías:

- La elevada presencia de microorganismos patógenos (principalmente


procedentes del aparato digestivo humano y animal) favorece la
transmisión de enfermedades como la gastroenteritis, el cólera, la
disentería, el tifus o la hepatitis A. Este hecho es todavía habitual en
zonas subdesarrolladas, donde las precarias condiciones de vida y la
inexistente canalización de las aguas residuales provoca constantes
y peligrosas epidemias entre los niños (decenas de miles de personas
mueren diariamente en el mundo a causa del consumo y uso de agua en
mal estado).
- El elevado contenido en materia orgánica del agua residual (disuelta o
particulada) facilita la actividad microbiana, bien por vía anaeróbica,

289
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

con la consecuente aparición de olores desagradables, bien por vía


aeróbica, hecho que implica una disminución del nivel de oxígeno
disuelto en el agua y dificulta la vida acuática.
- Los sólidos en suspensión de origen inorgánico no son tan
problemáticos como los orgánicos pero, en grandes cantidades, pueden
provocar acumulaciones que dificulten o modifiquen el curso natural
de las aguas superficiales, con las consecuencias que de ello se puedan
derivar.
- Los nutrientes presentes en el agua residual facilitan el crecimiento de
plantas acuáticas. Cuando este crecimiento es excesivo y descontrolado,
provoca la eutrofización del medio receptor, con la consecuente
mortalidad de peces y plantas.
- Las trazas de metales o compuestos tóxicos también pueden llegar
a resultar letales si se produce un aumento significativo de su
concentración por acumulación.

11.3 Tratamiento intensivo de las aguas residuales mediante


las estaciones de tratamiento de aguas residuales (EDAR)
Para tratar de una manera intensiva las aguas residuales, se precisan diversas
operaciones y procesos unitarios. El diagrama de flujo de una EDAR está
integrado por distintas combinaciones de procesos físicos, químicos y biológicos.
El proceso global sigue siempre una secuencia lógica:

- Una primera etapa de pretratamiento, en la que se realiza un primer


desbaste de los sólidos más grandes que arrastra el agua residual que
llega por el colector. La finalidad del pretratamiento es evitar posibles
obturaciones posteriores, además de eliminar el efecto abrasivo de
estos materiales sobre mecanismos y componentes mecánicos, como
las bombas y válvulas que se encuentran a lo largo del proceso. Esta
operación física se suele realizar mediante una secuenciación de rejas,
con distinto paso de luz y automatismo de limpieza, pero también existe
la posibilidad de incluir un triturador que reduzca significativamente
el tamaño de las partículas. La adición posterior de un desarenador
permite separar las arenas más finas (por gravedad) y los aceites y grasas
presentes (por flotación).
- Una segunda etapa, en la que el agua se deja reposar unas horas en
un tanque de decantación primaria con objeto de que sedimente la
materia orgánica sedimentable, así como el resto de arenas o partículas
inorgánicas que no han quedado retenidas en el pretratamiento. Los
sólidos sedimentados (llamados lodos primarios) son enviados hacia
una línea de tratamiento específico (línea de lodos), siendo habitual

290
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

su paso previo por un tamiz que separa parte del material básicamente
inorgánico presente (como los pelos o las colillas de cigarrillos). Cuando
la carga es demasiado elevada, o el tiempo de retención insuficiente, se
puede completar la decantación natural de la materia en suspensión
por adición de coagulantes y floculantes químicos. Este tratamiento
químico es obligado cuando el agua contiene metales o algún tóxico que
pueda interferir en la actividad de los microorganismos en la posterior
etapa biológica.
- Seguidamente, el agua, libre ya de la mayoría de contaminantes
particulados, pasa a la etapa de tratamiento secundario, la más
importante del proceso. El fundamento de esta etapa es acelerar un
proceso biológico que se produce de modo natural en el ecosistema,
es decir, la degradación por parte de una población multiespecífica de
microorganismos de la materia orgánica y de los nutrientes disueltos en
el agua. Esta reacción se lleva a cabo en los biorreactores, en los que
el agua se mezcla debidamente. Cuando el proceso de depuración es
anaeróbico, se aporta oxígeno al agua. Más adelante en este capítulo,
se detallan las configuraciones más habituales, los mecanismos y la
operación que posibilita este binomio depurativo bacteria-sustrato.
- Siguiendo el camino que recorre el agua a lo largo de la EDAR, la
última de las etapas consiste en una nueva separación que suele llevarse
a cabo en los decantadores secundarios, aunque también es habitual
encontrar sistemas de separación por flotación o microfiltración por
membranas. El objetivo es lograr una correcta separación entre el agua
residual tratada y la biomasa presente. El sobrenadante suele ser vertido
directamente hacia el medio receptor, donde sigue su ciclo natural
aunque, en caso de mayor requerimiento de calidad (riego, reutilización,
recarga de acuíferos, etc.), puede recibir un tratamiento más avanzado
como la cloración, el filtrado mediante lechos de arena, la adsorción en
carbón activo, o la ósmosis inversa.
- Paralelamente, las dos fases de decantación generan una elevada
cantidad de sólidos, conocidos como fango o lodos primarios y lodos
secundarios, que precisan de un tratamiento específico para reducir
su volumen y peso y mejorar sus características. Esta nueva secuencia
de procesos se engloba en una nueva línea de tratamiento, la línea de
lodos, que suele constar de un espesamiento inicial por gravedad, una
digestión y estabilización (normalmente anaeróbica y con la adición
de agentes químicos) y una deshidratación final (en general mecánica,
aunque existe la posibilidad de tratamientos térmicos e incineración).

El sistema de lodos activos es el proceso más común de tratamiento biológico


intensivo de las aguas residuales. Consiste en una oxidación bacteriana del residuo
orgánico, seguida de una separación entre los sólidos en suspensión y el agua

291
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

tratada. Simplificando el proceso, se puede considerar que los microorganismos


utilizan el oxigeno disuelto en el agua para consumir el sustrato (su alimento,
que en este caso son las moléculas orgánicas biodegradables contenidas como
contaminantes en el agua residual). La energía obtenida de este modo por los
microorganismos, les permite mantener sus funciones vitales, a la vez que conlleva
una elevada producción de nuevos individuos. En cierto modo, se consigue
transformar la fracción soluble de materia orgánica en materia particulada, hecho
que facilita su posterior separación mediante una simple decantación:

La mayor parte de los microorganismos separados en el decantador es recirculada


al reactor biológico para mantener, de este modo, la concentración necesaria
de biomasa, mientras que una pequeña fracción es purgada diariamente del
sistema y enviada hacia la línea de lodos, con el fin de evitar una acumulación
y envejecimiento excesivo de la biomasa presente en el sistema. La figura 11.1
muestra el esquema básico del sistema de lodos activos, con un reactor biológico
aireado con la biomasa en suspensión que recibe el influente, seguido de un
decantador que separa la biomasa y con un sistema de retorno conformado por
la recirculación y la purga.

influente efluente

recirculación purga

Figura 11.1.- Sistema de lodos activos. Elaboración propia.

En el campo de las aguas residuales, existen diversos vocablos que se utilizan


para referirse a los microorganismos responsables de la depuración. Así,
podemos referirnos a ellos como biomasa, sólidos, licor mezcla (que hace
referencia al líquido de color marrón que resulta de la mezcla entre el agua y
los microorganismos presentes en el biorreactor), lodos, fangos y “bichos” en
determinados casos poco formales. Todos ellos hacen referencia a la población
multiespecífica que conforma la microplantilla de la EDAR, pues no hay que

292
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

olvidar que los microorganismos, organizados en forma de cadena trófica, son


los principales trabajadores responsables del proceso de depuración.
La principal responsabilidad de los operarios y técnicos es la de conducir este
microuniverso que conforman los lodos activos, controlando el ambiente en el
que se ha de desarrollar la población de microorganismos. El objetivo final es
constituir un ecosistema particular y estable, que elimine de un modo óptimo
los contaminantes del agua y que decante con facilidad.
El proceso intensivo de lodos activos se puede realizar en la EDAR bajo diversas
condiciones de operación, en función de la carga de materia orgánica que llega
a los microorganismos. La Tabla 11.3 muestra los tres tipos de carga posibles,
alta, media y baja, juntamente con los rangos habituales de edad celular (sludge
retention time –SRT) o tiempo medio que los microorganismos pasan dentro del
sistema de reacción) y de carga másica (food to microorganism ratio -F/M), o
valor del cociente entre los kg de DBO5 que llegan diariamente al biorreactor y
los kg de microorganismo presentes en el licor mezcla (SSVLM).

F/M
SRT
Tipo de Carga (Kg DBO5/Kg
(edad celular, días)
SSVLM-1 día-1)
Alta 3-5 0,4 - 1,5
Media 5 - 15 0,2 - 0,4
Baja 15 - 30 0,05 - 0,2
Tabla 11.3.- Cargas típicas del sistema de lodos activos. Fuente: Metcalf and Eddy, 2003.

Según la carga contaminante recibida, así como los criterios finales de


tratamiento, el tipo y número de reactores puede ser modificado para establecer
distintas configuraciones de operación (Tabla 11.4). Entre las más habituales
destacan las siguientes: (i) mezcla completa (MC), (ii) flujo pistón (FP), (iii)
estabilización por contacto (EC), (iv) alimentación escalonada (AE), (v) aeración
prolongada (AP) y (vi) carruseles de oxidación (CO)

Configuración SRT F/M CV SSLM tA R:Q


MC 5 - 15 0,2 - 0,6 800 - 1920 2500 - 4000 3-5 0,25 - 1,0
FP 5 - 15 0,2 - 0,4 320 - 640 1500 - 3000 4 - 8 0,25 - 0,75
EC (estab.) 5 - 15 0,2 - 0,6 960 - 1200 4000 – 10 000 3 - 6 0,5 - 1,5
AE 5 - 15 0,2 - 0,4 640 - 960 2000 - 3500 3 - 5 0,25 - 0,75
AP 20 - 30 0,05 - 0,15 160 - 400 3000 - 6000 18 - 36 0,5 - 1,5
CO 10 - 30 0,05 - 0,3 80 - 480 3000 - 6000 8 - 36 0,75 - 1,5
Tabla 11.4.- Parámetros de diseño de las principales configuraciones de lodos activos. SRT: edad
celular en días; F/M: carga másica en Kg DBO5 Kg SSVLM-1 día-1; CV: carga volumétrica en Kg
DBO5 día-1 m3: sólidos en suspensión en el licor mezcla en mg l-1; t A: tiempo de aireación en horas;
R:Q: cociente entre caudales de recirculación y de entrada. Fuente: Metcalf and Eddy, 2003.

293
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

Cuando la EDAR se fija como objetivo la eliminación biológica del nitrógeno y


del fósforo, hay que modificar significativamente la configuración de los sistemas
convencionales de lodos activos, para crear distintos ambientes y facilitar de
este modo que se lleven a cabo las reacciones pertinentes. Para la eliminación
del nitrógeno, se debe convertir el amonio del influente a sus formas oxidadas
(nitrito y nitrato), reacción que llevan a cabo microorganismos autotróficos y,
posteriormente, reducir de nuevo estas especies a nitrógeno gas, que se escapa a
la atmósfera. En este caso, la conversión la llevan a cabo bacterias heterotróficas
facultativas, en presencia de materia orgánica, en un ambiente anóxico (ausencia
de oxígeno molecular). Las reacciones que rigen los fundamentos biológicos de
eliminación del nitrógeno son las siguientes:

• Nitritación
• Nitratación
• Desnitrificación

Para la eliminación biológica del fósforo, se requiere una etapa previa


anaeróbica (sin presencia de oxígeno molecular ni nitratos) y rica en fuentes
de carbono fácilmente biodegradable (por ejemplo ácidos grasos volátiles y
glicógeno, cuyo consumo implica la formación de reservas de PHA y una
ligera liberación de fosfatos), seguida de una etapa aeróbica, durante la cual las
bacterias acumuladoras de fósforo (Phosphate Accumulating Organisms -PAO-)
son capaces de consumir las reservas de PHA, formar glicógeno y biomasa, y
acumular PO43- a unos niveles sensiblemente superiores a los requerimientos
metabólicos de las demás especies presentes en la población del sistema de
lodos activos. Cabe destacar el hecho de que el fósforo es el único contaminante
principal que no es eliminado del proceso por conversión a una fase gas (CO2 y
N2 para la materia orgánica y el nitrógeno respectivamente), sino que se acumula
en el interior de los microorganismos y se elimina a través de la purga. Entre
las configuraciones más habituales de una etapa para la eliminación conjunta
de materia orgánica y de nutrientes destacan las siguientes: (a) Wuhrmann, (b)
Wuhrmann modificado, (c) Ludzack-Ettinger, (d) Bardenpho, (e) Bidenitro, (f)
Phostrip y (g) SBR (Sequencing Batch Reactor).

11.4 Sistemas naturales de tratamiento de aguas residuales


Tal y como se ha descrito con anterioridad, los procesos de tratamiento de
aguas residuales basados en el sistema de lodos activos se caracterizan por una
intensificación del proceso biológico que, de forma natural, puede producirse
en el medio acuático. Esta intensificación implica una reducción del espacio
necesario para llevar a cabo el proceso de depuración, así como la posibilidad
de realizar un control más estricto y óptimo del proceso, al disponerse de

294
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

instrumentos para medir y regular las variables clave del proceso (como el
oxígeno aportado, el caudal de recirculación, el tiempo de retención celular, etc.).
Sin embargo, este aumento del rendimiento del proceso conlleva un aumento del
coste, no tan sólo de operación y consumo energético, sino también de inversión
y de mantenimiento.
Frente a los inconvenientes de estos sistemas intensivos, se han ido proponiendo
sistemas naturales de tratamiento de las aguas residuales, también llamados
sistemas blandos, extensivos o no convencionales, que se basan en el uso
de componentes o matrices naturales. Normalmente, estos sistemas son
construcciones artificiales, pero aprovechan la posibilidad de depuración que
ofrece el suelo cuando el agua se infiltra a su través y, muy especialmente, cuando
el suelo soporta cultivos.
Existen distintas tecnologías consideradas sistemas naturales. Dado que es difícil
que alcancen rendimientos elevados por unidad de volumen, requieren grandes
extensiones de terreno y suelen llevar asociado un sistema de pretratamiento
que reduce la cantidad y el tamaño de los sólidos. El control del proceso es más
difícil que en los sistemas intensivos, ya que se dispone de menos posibilidades
de actuación frente a determinadas perturbaciones. La Tabla 11.5 recoge la
comparación entre los sistemas intensivos y los naturales.

Sistemas intensivos Sistemas naturales


Procesos artificiales y acelerados Componentes naturales
Gasto importante debido el requerimiento Aprovechamiento de energía natural (solar)
de energía eléctrica para el mezclado y el
aporte de oxígeno disuelto
Importante obra civil (cemento para los Obra civil limitada al movimiento de tierras
tanques) y equipamiento mecánico (sistemas
de agitación, estaciones de bombeo, etc.)
Mínima ocupación de espacio Requerimiento significativo de ocupación de
espacio
Requerimiento de mano de obra (y Requerimiento de mano de obra de
supervisión) muy especializada formación básica respecto a los procesos
naturales
Posibilidad de incidir y actuar sobre el Mecanismos de depuración con mucha
proceso en un tiempo de reacción corto inercia, y poca posibilidad de afrontar
mediante la instalación de sistemas de perturbaciones de dinámica rápida
monitorización y control automático
Elevados costes de mantenimiento debido a Integración en el medio natural
la gran cantidad de componentes mecánicos
Tabla 11.5.- Comparación entre los sistemas de depuración de aguas intensivos y naturales.
Elaboración propia.

295
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

Los sistemas naturales se pueden clasificar de múltiples formas, una de las cuales
se basa en el tipo de biomasa. Así podemos distinguir:

- Sistemas con biomasa fija. La biomasa (biopelícula) se desarrolla


sobre un medio de soporte natural (grava, arena, suelo natural, raíces,
etc.). Entre otros, incluyen la infiltración-percolación, los filtros
subterráneos, los humedales y los filtros verdes.
- Sistemas con biomasa libre. Son cultivos libres, donde la biomasa
se desarrolla en suspensión en el medio. Los más populares son los
lagunajes, que pueden ser convencionales o de alto rendimiento.

A continuación, se realiza una breve descripción técnica de las tecnologías


naturales de mayor implantación y aceptación.

Sistemas Ventajas Inconvenientes


Infi ltración- Requerimiento de Sensible a cambios climáticos
percolación espacio medianos Sensible a sobrecargas hidráulicas
Rendimientos de Problemas de colmatación (si
depuración elevados hay falta de mantenimiento o
Nitrificación muy elevada el primario es deficiente)
Filtros Integración paisajística (si Dificultad en detectar y tratar
subterráneos se planta en superficie) problemas de funcionamiento/falta de
Rendimientos de visibilidad del sistema de distribución
depuración elevados (especialmente de colmatación)
Requerimiento de Problemas de colmatación (si
espacio medianos hay falta de mantenimiento o
el primario es deficiente)
Sensible a sobrecargas hidráulicas
Humedales Gran integración paisajística Sensible a cambios climáticos
Mas adaptable a Problemas de colmatación en los
sobrecargas hidráulicas subsuperficiales horizontales (si
Nitrificación muy elevada hay falta de mantenimiento o
(con fi ltros verticales) el primario es deficiente)
Poca experiencia real en
sistemas de flujo vertical
Filtros verdes Sistema de evacuación/ Su implantación depende de las
tratamiento simultaneo condiciones del suelo y subsuelo
Gran integración paisajística Requerimientos de espacio
Posible explotación muy elevados
de la vegetación Sensible a cambios climáticos
Adaptación a sobrecargas
hidráulicas estivales
Tabla 11.6.- Principales ventajas e inconvenientes de los sistemas naturales con biomasa fija.
Elaboración propia.

296
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

11.4.1 Infiltración – percolación


La infiltración-percolación es un proceso de depuración biológica en medio
granular fino (en general arena aportada), en el que las cargas hidráulicas
aplicadas no exceden valores del orden de los centenares de litros por metro
cuadrado. Desde un punto de vista práctico, el agua residual, que ha sido
parcialmente depurada con anterioridad en un tratamiento primario o
secundario, se infiltra de manera programada y discontinua en lechos de arena
que se mantienen en condiciones de no saturación (de este modo se permite
la libre circulación y el intercambio de gases) (Figura 11.2). La infiltración-
percolación permite alcanzar tres objetivos principales de depuración:

- Una eliminación prácticamente total de los sólidos en suspensión


- Una oxidación de la materia orgánica y del nitrógeno, de manera que
la DQO y el NKT en el agua filtrada son inferiores a los 60 y 10 mg l-1
respectivamente (la mayor parte del nitrógeno se oxida biológicamente
a nitrato)
- Una reducción muy importante del número de gérmenes patógenos.
Esta es quizás la propiedad más remarcable de este proceso.

SISTEMA DE IRRIGACIÓN ROTATORIA

ARENA

GRAVA

Figura 11.2.- Esquema del sistema de infi ltración – percolación. Fuente: Material del Laboratorio
de Ciencias del Suelo, Facultad de Farmacia, Universidad de Barcelona.

297
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

11.4.2 Filtros subterráneos


Conocidos también como lechos de arena, son sistemas que utilizan el suelo
aportado (arena con permeabilidad y características controladas) como método
de tratamiento, con un sistema de aplicación subsuperficial del agua. Este tipo
de tratamiento es adecuado para pequeños núcleos (de menos de 300 habitantes
equivalente). Se suelen utilizar cuando el tipo de terreno imposibilita la
infiltración subsuperficial, debido a su baja o excesiva permeabilidad, o cuando
no se dispone de un terreno suficientemente grande.
El principio de depuración se basa en una filtración lenta a través de un medio
granular fino (la arena), que sirve de filtro físico y de soporte a las reacciones
biológicas de carácter aeróbico. El material filtrante se encuentra cubierto por
una capa de grava y otra de tierra vegetal, con el objeto de mejorar la integración
con el paisaje. El sistema de drenaje es opcional pero, si no se instala, hay que
vigilar la distancia respecto a las aguas de los acuíferos cercanos, así como su
posible impacto.

11.4.3 Humedales
Se denomina humedal (wetland) a cualquier depresión en la que el agua se
acumula varios días durante el periodo de crecida (hidroperiodo) y donde se
establece una determinada flora acuática y el suelo se encuentra suficientemente
saturado de agua, hecho que permite la actividad bacteriana (Figura 11.3).
Los humedales artificiales son sistemas diseñados y construidos con el fin de
reproducir de un modo más controlado los procesos de autodepuración que se
producen en los humedales naturales. Los mecanismos de depuración en los
humedales son complejos y engloban la oxidación bacteriana, la filtración, la
sedimentación y la precipitación química. Las zonas aeróbicas se encuentran
situadas alrededor de las raíces y de los rizomas, donde se desarrollan las
correspondientes especies bacterianas (las mismas que se desarrollan en los
sistemas intensivos convencionales).

Figura 11.3.- Esquema simplificado de un humedal. Fuente: Brix, 1993.

298
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

11.4.4 Filtros verdes


Consisten en la aplicación del agua residual sobre un terreno con vegetación
cultivada (Figura 11.4). Los filtros verdes, al igual que todos los sistemas
que impliquen aplicación de las aguas al terreno, no deben considerarse
tan solo sistemas de tratamiento de aguas residuales, sino también sistemas
de eliminación/dispersión de los efluentes. Son, por lo tanto, sistemas muy
adecuados allí donde el medio receptor es sensible a la eutrofización. La
elección de este sistema dependerá tanto de las características hidrogeológicas
(especialmente por lo que respecta a la cercanía de los acuíferos) como de la
capacidad de infiltración del suelo y del subsuelo.

Figura 11.4.- Esquema de funcionamiento de los fi ltros verdes. Fuente: Turon, 2007.

La depuración se consigue por la acción combinada del suelo (filtración,


adsorción, precipitación, etc.), de los cultivos, habitualmente chopos u otros
árboles con evotranspiración elevada (captación de nutrientes, acción de las
raíces, etc.) y de la microbiota asociada (degradación, asimilación, etc.). La
combinación suelo-vegetación reduce las concentraciones de nutrientes, de
materia orgánica y de microorganismos patógenos e indicadores en el efluente.
Los filtros verdes también sirven para reducir la erosión del suelo y ayudan a
mantener su permeabilidad. La absorción por las raíces de las plantas reduce la
cantidad de agua que se infiltra, disminuyendo la posibilidad de problemas de
sobresaturación. Este efecto es máximo en el periodo de presencia de hojas en el
árbol. Para optimizar los sistemas reduciendo la superficie utilizada, son útiles los
cultivos que admiten altas cargas de aplicación, con elevadas tasas de asimilación
de nutrientes y de consumo de agua y con elevada tolerancia a las diversas
condiciones de humedad. Estos cultivos pueden ser agrícolas (por ejemplo
cereales) o forestales (principalmente árboles de hoja caduca como los chopos).
La Tabla 11.7 recoge las principales ventajas e inconvenientes de los diferentes
sistemas mencionados hasta ahora, denominados globalmente sistemas
naturales de tratamiento de aguas residuales con biomasa fija.

299
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

Sistemas Ventajas Inconvenientes


Lagunaje Gran adaptabilidad Calidad variable del efluente
(convencional) sobrecargas hidráulicas según estación (muy sensible
Explotación muy simple a condiciones climáticas
Costes de construcción bajos Presencia de algas en el efluente (si no
si no hay problemas de suelo se aplica un tratamiento posterior)
Gran capacidad de desinfección Requerimientos de espacio
muy elevados
Gran integración paisajística
Sensible a efluentes sépticos
(riesgo de olores)
Lagunaje de alto Adaptabilidad sobrecargas Costes moderados de explotación
rendimiento hidráulicas Requerimientos energéticos
Requerimientos de moderados
espacio medianos
Efluente de gran calidad
Tabla 11.7.- Principales ventajas e inconvenientes de los sistemas naturales con biomasa libre.
Elaboración propia.

11.4.5 Lagunaje
Las lagunas son balsas artificiales donde el agua residual circula y desde las
cuales (después de un tiempo de retención de numerosos días) se descarga
el efluente tratado. Los sistemas de lagunaje están formados por una serie de
balsas construidas por excavación y compactación del terreno, que funcionan
como depósitos de almacenamiento. En general, es necesario impermeabilizarlas
para proteger la contaminación de las aguas subterráneas. Las lagunas pueden
ser anaeróbicas, facultativas o de maduración (aeróbicas). Por norma general, las
lagunas anaeróbicas y las lagunas facultativas se diseñan principalmente para
la reducción de materia orgánica, y las lagunas de maduración para la reducción
de patógenos. Los sistemas de lagunaje son muy simples, tienen un bajo coste de
operación y una gran eficacia depurativa. Por el contrario, sus requerimientos de
espacio son muy elevados (Figura 11.5). Cabe distinguir dos tipos principales de
lagunaje:

- Lagunaje natural, sin requerimiento energético extra


- Lagunaje artificial, con requerimiento artificial de oxígeno (lagunas
aireadas) o con agitación (lagunas de alto rendimiento), donde la
mezcla permite distribuir homogéneamente las algas y aumentar su
contacto con la luz

Al margen de esta primera distinción, las lagunas también se pueden clasificar


de formas muy diversas como, por ejemplo, en función de la actividad

300
Contaminación del agua: origen, control y monitoreo

microbiológica principal (de oxidación, de fermentación ácida, de fermentación


de metano, de algas, de maduración, etc.). La Tabla 11.7 recoge las principales
ventajas de los dos tipos de lagunaje, o sistemas de depuración naturales con
biomasa libre.

Figura 11.5.- Esquema general de funcionamiento del lagunaje. Fuente: CTGREF d’Aix en
Provence, 1979.

11.5 Referencias
Alexandre O., Boutin C., Duchène P., Lagrange C., Lakel A., Liénard A. et Orditz D.
(1998). “Filières d’épuration adaptées aux petites collectivités”. Document technique
FNDAE nº 22. Cemagref Editions. Lion (France). ISBN: 2-85362-495-1.
Comisión Europea (2001). “Procesos extensivos de depuración de las aguas residuales
adaptadas a las pequeñas y medias colectividades”. Oficina de publicaciones oficiales
de las comunidades europeas. ISBN: 92-894-1690-4.
Crites R. y Tchobanoglous G. (2000). “Sistemas de manejo de aguas residuales para
núcleos pequeños y descentralizados”. McGraw-Hill Interamericana, S.A.. Santafé de
Bogotá (Colombia).
EPA (1999). “Manual of Wastewater treatment / disposal for small communities”.
EPA/625/R-92/005. U.S. Environmental Protection Agency – Office of Research and
Development. Office of Water. Washington DC 20460.
Ferrer J. y Seco A. (2003). “Tratamientos biológicos de aguas residuales”. Editorial
Universidad Politécnica de Valencia, ref. 2003.358. Valencia.

301
Ignasi Rodríguez-Roda, Joaquim Comas y Manel Poch

Grady Jr. C.P.L., Daigger G.T. and Lim H.C. (1999). “Biological Wastewater Treatment”.
2nd edition, Marcel Dekker Inc. New Cork.
Metcalf and Eddy (2003). “Wastewater Engineering. Treatment and Reuse”. 4th edition,
McGraw-Hill. New Cork.
Poch M. (1999). “Las Calidades del Agua”. Departament de Medi Ambient de la
Generalitat de Catalunya, Editorial Rubes. Barcelona.
Reed, S.C. and R.W. Crites, E.J. (1995). “Natural systems for Waste Management and
Treatment”. Second Edition. McGraw Hill Co. New York, New Cork.
Rodríguez-Roda I. (1998). “Desenvolupament d’un protocol per l’aplicació de sistemes
basats en el coneixement a la gestió d’estacions depuradores d’aigües residuals
urbanes”. Tesis Doctoral, Programa de Doctorado en Ingenieria Industrial,
Universitat de Girona.
Turon C. (2007). “EDSS-maintenance prototype: an environmental decision support
system to assess the definition of operation and maintenance protocols for horizontal
subsurface constructed wetlands”. Programa de Doctorado en Medio Ambiente,
Universitat de Girona.
WEF (1996). “Operation of Municipal wastewater treatment plants”. Manual of Practice
11. 5th edition, Water Environment Federation. Alexandria.
WEF (2000). “Natural Systems for Wastewater Treatment”. Water Environment
Federation WEF Manual of Practice FD-16.

302
CAPÍTULO 12
SEGURIDAD INDUSTRIAL

Xavier Gabarrell

12.0 Introducción
Los accidentes industriales no son patrimonio de ningún sector industrial. Para
cada una de las diferentes actividades industriales, existe algún tipo de riesgo
asociado. El riesgo cero no existe. Sirva solo de ejemplo la reflexión sobre cómo
el avance tecnológico ha comportado también, casi de forma inevitable, el
incremento de los accidentes industriales.

La industria química
La evolución de la industria química es un hecho reciente y va ligada a la evolución
de otros sectores industriales. Se originó a partir de la revolución industrial que,
en Inglaterra, se produjo a principios del siglo XIX, y que llegó más tarde a otros
países. El auge industrial ocasionó la necesidad de algunos productos químicos,
principalmente álcalis y ácidos (Heaton, 1996) que la industria química debía
satisfacer. Se trataba de procesos industriales de la Química inorgánica. La
industria de la Química orgánica se inició a partir de 1860 con la explotación de
los descubrimientos realizados por Perkin unos años antes sobre los colorantes
sintéticos. La industria química de los tintes sintéticos creció muy rápidamente
y, durante dos décadas, la industria británica dominó el mercado internacional.
Pero la investigación en Gran Bretaña tendía a ser muy académica, mientras
que en Alemania se ponía el acento en los aspectos relacionados con las
aplicaciones. Gran Bretaña perdió la hegemonía del mercado, que pasó a manos
alemanas, quienes antes de la Guerra Europea controlaban el 75% del mercado
internacional. Este dominio fue consecuencia de los avances científicos obtenidos
en el campo de los colorantes, pero también, y al mismo tiempo, del desarrollo
en el proceso de producción del ácido sulfúrico y del proceso de obtención del
amoniaco a partir de nitrógeno e hidrógeno. En esta fase, nacieron algunos de
los grandes grupos industriales actuales alemanes: BASF, Bayer, Hoechst, etc.
Estas empresas diversificaron rápidamente su producción hacia otros campos,
como el de los fertilizantes, los productos farmacéuticos sintéticos, etc.
Sin embargo, la guerra y sus resultados dieron inicio a una fase de profundos
cambios. Tanto Gran Bretaña como Alemania aceleraron la producción de
aquellos productos necesarios para la fabricación de explosivos. Alemania estaba

303
Xavier Gabarrell

aislada de algunos mercados internacionales y, por tanto, no podía exportar sus


productos. Por consiguiente, estos mercados fueron abastecidos por la industria
de Gran Bretaña y de los Estados Unidos de Norte América, principalmente.
La Guerra Europea alertó a los diferentes gobiernos sobre la importancia de la
industria química. Cada estado tenía que tener su propia industria química, y
para ello, sería necesario implementar medidas proteccionistas.
El año 1926 daba a luz a un gigante de la industria química inglesa y mundial:
Brunner Mond, United Alkali Company, British Dyestuffs Corporation y Nobel
Industries se unían para formar la Imperial Chemical Industries (ICI), hoy en
día fragmentada de nuevo. Al mismo tiempo, la industria química americana
crecía y se expandía. Dos nuevas áreas de la industria química se consolidaban:
la petroquímica instalada en los Estados Unidos de Norte América hasta el 1940,
y la síntesis de polímeros.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el avance fue vertiginoso, especialmente
para la industria alemana, que se había visto privada de algunas materias primas
y que tuvo que sustituirlas por productos sintéticos.
Los mayores cambios en la industria química se produjeron a partir de 1945,
debidos a la industria petroquímica, y permitieron la sustitución de las materias
primas utilizadas para la producción de productos intermedios como el etileno,
el propileno, el benceno y el tolueno. La demanda de productos derivados del
petróleo fue en aumento. Conforme aumentaba la demanda, la industria
petroquímica iba deslocalizándose e instalándose en diferentes países.
El extraordinario auge de la industria derivada del petróleo hizo desarrollar los
procesos de craqueo y reformado. Por otro lado, un cierto encarecimiento del
petróleo junto al incremento de los productos del mismo y a las grandes reservas
de carbón originaron una cierta competencia por este último, de tal forma que
se invirtieron cantidades importantes de recursos en investigación y desarrollo
en el campo del carbón.
Con la disponibilidad de materias primas y con la capacidad de fabricar un gran
número de productos útiles, la industria química pudo ampliar su mercado
y continuar desarrollándose. Además, los grandes avances en el diseño y
construcción de equipos y en el control automático de procesos, posibilitaron la
construcción de instalaciones de mayor capacidad, lo cual ofreció importantes
ventajas, tales como un mejor aprovechamiento de la energía, utilización de los
servicios, economía de escala, viabilidad de aprovechamiento de subproductos y
del tratamiento de residuos, etc.
Pero, al mismo tiempo, esta rápida y positiva evolución tecnológica provocaba
un aumento de la probabilidad de grandes accidentes con notable impacto sobre
personas y medio ambiente, tal como queda reflejado en la tabla 12.1, donde se
describen los accidentes industriales más notables ocurridos a partir de 1974.

304
Seguridad industrial

Accidente Consecuencias
Flixborough (UK), 1 de junio de 1974. 28 muertos y cientos de heridos.
En una planta de Nypro la rotura de Destrucción completa de las instalaciones.
una tubería provoca la descarga de unas
80 toneladas de ciclohexano líquido y
caliente. La nube resultante da origen a
una explosión de gran poder destructivo.
Seveso (Italia), 9 de julio de 1976. En una Fue preciso evacuar a más de 1000
planta de Icmesa (Horman La Roche), personas. No hubo muertes como
una reacción química fuera de control consecuencia directa del accidente, pero
provoca el venteo de un reactor, liberando la dioxina afectó a muchas personas
unas 2 toneladas de productos químicos (acné por cloro), se produjeron abortos
a la atmósfera. Entre estos había entre espontáneos y contaminación del suelo.
0,5 y 2 kg de dioxina (TCDD), cuya dosis
letal para una persona de sensibilidad
promedio es inferior a 0,1 mg.
Camping de Els Alfacs, St. Carles de la 215 muertos.
Rapita, Catalunya, 11 de julio de 1978.
Un camión de 39 Tm, sobrecargado
con unos 45 m3 de propileno, dio
origen a una explosión tipo BLEVE al
chocar con la pared del camping.
Cubatao (Brasil), 25 de febrero de 1984. Al menos 500 muertos.
Un oleoducto sufre daños. La gasolina
que escapa se evapora y se inflama, dando
origen a una gran esfera de fuego.
México D.F. (México), 19 de noviembre de 452 muertos y más de 4200 heridos.
1984. Hacen explosión varios contenedores El número de desaparecidos puede
con G.L.P. en San Juan de Ixhuatepec. estar en torno a 1000 personas.
Bhopal (India), 17 de diciembre de 1984. 2500 muertes directas por envenenamiento
Se produce un escape de gas venenoso y aproximadamente el mismo número
(isocianato de metilo) en una planta en condiciones críticas. Unas 150 000
de Unión Carbide que producía una personas requirieron tratamiento médico.
sustancia insecticida. La emisión se esparce Se produjeron efectos a largo plazo,
sobre una superficie de unos 40 km2. como ceguera, trastornos mentales,
lesiones hepáticas y renales, así como
malformaciones embrionarias.

Guadalajara (México), 23 de abril de Los datos oficiales informan de 200 muertos


1992. Se produce una serie de explosiones y 1500 heridos, 1200 viviendas destruidas,
en cadena a lo largo de una red urbana de sí como 450 inmuebles comerciales. Las
alcantarillado de unos 13 km de longitud, al estimaciones de daños económicos están
parecer debido a vertidos de combustible de en torno a los 7000 millones de dólares.
los mismos por parte de la empresa Pemex.
Tabla 12.1.- Algunos accidentes industriales notables ocurridos a partir de 1974. Fuente:
Santamaría, 1994.

Un análisis histórico realizado sobre un total de 5325 accidentes -registrados en


el banco de datos MHIDAS- ocurridos en la industria química y en el transporte
de mercancías peligrosas desde inicios de siglo hasta julio de 1992, pone de relieve
un incremento progresivo de estos accidentes con el tiempo. Aproximadamente
el 95 % de los casos corresponden a los últimos 30 años (Casal, 1996). Así, en el
período 1963-1972 se clasificaron 674 casos, frente a 1746 en el período 1973-1982

305
Xavier Gabarrell

y a 3335 casos en el período 1983-1992. Según los datos registrados sobre estos
accidentes, en un 50 % de los casos se había producido una fuga, en un 44 % de
los casos un incendio, en un 36% una explosión y en un 12 % una nube de gas. El
estudio también clasificaba los accidentes por el número de muertos en los casos
en los que dicha información estaba registrada: en el 58,6% de los accidentes no
hubo muertes; en el 34,7 % hubo entre 1 y 10 muertes; en el 5,9 % hubo entre 11
y 100 personas muertas; en el 0,6 % hubo entre 101 y 1000 muertes, y en el 0,2 %
de los accidentes hubo más de 1000 muertes.
El coste de los accidentes en la industria química es difícil de cuantificar. Así,
por ejemplo, durante 1984, en tan solo 5 accidentes en la industria química
se produjeron unas pérdidas directas estimadas en 268 millones de dólares
(Santamaría 1994). Al coste total material directo de los accidentes es necesario
añadirle el debido a las consiguientes paradas de la producción y pérdidas de
materias primas y producto, el debido a los litigios y a las indemnizaciones por
causa de daños a las personas o a la propiedad, así como las primas de los seguros.
Desde que Rachel Carson, en 1962, advirtiera en su libro Silent Spring de los
efectos medioambientales adversos de algunos pesticidas, y la tragedia de
la talidomida un año antes, ha crecido la conciencia medioambiental sobre
estas cuestiones. En la tabla 12.2 se recogen algunos hitos significativos en
el desarrollo de la conciencia medioambiental. Algunos de los principales
problemas medioambientales van más allá de la industria química: la lluvia
ácida, el efecto invernadero, los residuos nucleares, etc. Pero, sin duda alguna,
la industria química también contribuye aunque solo sea en algunos casos al
consumo de energía. Todo procedimiento químico supone la transformación de
una o varias materias primas en uno o varios productos. A veces, junto a estos,
aparecen otros –subproductos- no deseados e inevitables que pueden tener valor
para otros fines. Dada la imposibilidad práctica, en algunos casos, de llevar a
cabo las transformaciones en su totalidad, la parte de materia no transformada
y las intermedias que no es posible recoger constituyen un conjunto de residuos
que, si escapan al ambiente, son causa de contaminación. El creciente aumento
de la producción llevaba consigo un creciente aumento de los residuos.

Fecha Evento
1950 Envenenamiento por mercurio en Minamata (Japón) 1950-1960.
1952 El smog de Londres causa 4000 muertos
1957 Incendio en el reactor nuclear de Windscale, causando una fuga radioactiva
1962 Publicación de Silent Spring, de Rachel Carson
1966 Desastre de Aberfan
1967 Desastre del petrolero Torrey Canyon cerca de las Islas Scilly
1968 Publicación de la Bomba de la población de Paul Ehrlich
1970 Creación de la Environmental Protection Agency de los Estados Unidos de
Norteamérica

306
Seguridad industrial

Fecha Evento
1970 Gran Bretaña crea la Royal Commission on Environmental Pollution
1970 Año Europeo de la Conservación
1972 Publicación de Los límites del crecimiento
1972 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano en
Estocolmo
1972 La Comunidad Europea decide adoptar una política medioambiental
1976 Publicación de La cuestión de la energía de Gerarld Foley
1979 Riesgos de fusión en la central nuclear de Three Mile Island (USA)
1980 Tras el incidente de Love Canal se establece el superfondo (USA)
1982 Se acuerda una moratoria de 10 años en la comercialización de carne de ballena
1984 Accidente en la planta de Unión Carbide en Bophal (India).
1984 Explosión en una planta de gas natural licuado en Ciudad de México.
1985 El barco Rainbow Warrior es volado por agentes de la inteligencia francesa
1985 La población mundial sobrepasa los 5.000 millones
1986 Desastre en la central nuclear de Chernobyl en Ucrania
1986 Comienza a comercializarse la gasolina sin plomo en Gran Bretaña
1986 El incendio en un almacén de Sandoz en Basilea contamina el Rhin
1987 Se publica Our Common Future de Gro Harlem Brundtland
1987 Año del Medio Ambiente en Europa
1988 Asesinato de Chico Mendes, activista contra la deforestación y la destrucción del
Amazonas
1988 Publicación de la Guía del Consumidor Verde
1989 Accidente del petrolero Exxon Valdez en Alaska
1990 Multa a la compañía Shell con un millón de libras por contaminación petrolífera
en Mersey
1992 Publicación de la norma británica BS 7750 sobre Sistemas de Gestión
Medioambiental
1992 Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Río (Brasil)
1993 Accidente del petrolero Mar Egeo en el puerto de La Coruña
1993 Accidente del petrolero Braer en el Reino Unido
1993 Se publican las normas española UNE 77-801 y UNE 77-802 sobre Sistemas de
Gestión Medioambiental y Auditorías Medioambientales, respectivamente.
Tabla 12.2.- Algunos hitos significativos en el desarrollo de la conciencia medioambiental
1950-1993. Fuente: Hunt, 1996.

Se pueden citar también otros factores importantes que han obligado a realizar
un gran esfuerzo tecnológico en los últimos años. Entre ellos cabe citar las crisis
del petróleo, con el consiguiente encarecimiento de algunas materias primas
y de la energía, la aparición en la escena mundial de zonas geográficas -como
el Sudeste Asiático- con una gran competitividad por su fuerte expansión
económica y bajo costo de la mano de obra, etc.

307
Xavier Gabarrell

La zona Asia/Pacífico es la que presentaba, a principios del siglo XXI, expectativas


más interesantes de crecimiento, debido a un nivel más bajo de consumo de
productos químicos que Europa y Estados Unidos, donde se evidencian síntomas
de saturación. También se trata de países emergentes, con unas enormes
potencialidades de desarrollo económico y menores costes laborales, ventajas
que los principales grupos químicos no quieren desaprovechar. Por este motivo,
la mayoría de multinacionales proyectan realizar en el curso de los próximos
años importantes inversiones productivas en esta área geográfica, manteniendo
al mismo tiempo su posicionamiento en sus mercados tradicionales. Asimismo,
la elevada demanda procedente de estos países implicará, sin duda, una
transformación en las estrategias de negocio de las empresas europeas, en el
sentido de que habrán de introducirse en esos mercados con infraestructuras
propias o en asociación con otras empresas. De este modo, podrán participar de
los crecimientos de una región que, en el año 2000, suponía el 30% del mercado
químico mundial, una cuota prácticamente equiparable a la del mercado químico
europeo, que para entonces estaba entre el 32% y el 35% del global.
Por otra parte, hay que señalar el tema de las patentes que ven expirar su plazo
de vigencia. Así, países con reservas de petróleo y gas natural como México y
Arabia Saudita, se pueden beneficiar de determinados procesos a un bajo coste
e implantarlos de forma rápida, ya que algunos de estos procesos están aún
tecnológicamente vigentes.
Dentro de este concepto amplio de medio ambiente, se ha desarrollado una
sensibilidad especial frente a la posibilidad de accidentes industriales que, por
su magnitud, sean capaces de causar daños importantes a las personas, a la
propiedad o el medio ambiente. Esta preocupación, que en el pasado se asociaba
principalmente con la industria nuclear, hoy en día incluye también la industria
química, sobre todo desde los accidentes de Flixlorough, Seveso, Bhopal, Flix
y los ocasionados por el transporte de mercancías peligrosas. Recordemos que
hay en el mundo más de seis millones de productos químicos registrados, de los
cuales la industria utiliza de forma habitual el 1%.
Así, la calidad de vida que la sociedad percibe ya no se asocia solamente a los
niveles de los productos y servicios accesibles, sino también a la seguridad y
calidad de las industrias que los producen.

Seguridad integrada
La idea básica y objetivo general de la seguridad y la salud laboral es la
eliminación de todos los accidentes, produzcan o no daños personales y
enfermedades profesionales, por medio de la prevención. Este objetivo general
de seguridad incluye también la reducción de sus consecuencias. Germán Burriel
(1997) cita una encuesta realizada en 1991, según la cual 41 millones de europeos,

308
Seguridad industrial

es decir, un tercio de la población activa, pensaban que la salud y la seguridad en


el lugar de trabajo estaban en peligro. En el año 1994, el número de víctimas por
accidente de trabajo en el Estado español fue de 1360.
Estudios realizados en Gran Bretaña señalaban que el coste global de los
accidentes de trabajo, daños a la salud de los trabajadores y daños a la propiedad,
representan entre el 5 y el 10% de todos los beneficios brutos de las empresas.
Si se quieren eliminar los accidentes con daños a las personas y enfermedades
profesionales, es necesario ampliar la prevención a todas las situaciones y
sucesos no deseados que afecten o puedan afectar la integridad de las personas
de las instalaciones y del medio y a la continuidad de los procesos de producción.
Para conseguirlo, se integrará la función seguridad en todas las actividades
de la industria: producción, mantenimiento, distribución, comercialización,
etc. Estamos diciendo, por tanto, que la seguridad debe ser integral tanto
desde el punto de vista organizativo como operacional, y que afecta a todas las
actividades de la empresa: investigación y desarrollo, diseño y proyecto, compras,
producción, operaciones/mantenimiento, distribución, recursos humanos,
finanzas, asesoría jurídica, informática, etc.

Normativa
El conocimiento de la legislación industrial es del todo necesario, porque
condiciona en muchos casos las actuaciones en materia de seguridad.
La legislación europea puede consultarse de forma gratuita en la página
Eur-Lex que está ubicada en la dirección http://eur-lex.europa.eu/es/. En
este sitio de Internet, la legislación se encuentra agrupada y, en especial, los
temas de seguridad se encuentran en el apartado 05.20.20.10 Seguridad de los
Trabajadores.

12.1 Señalización
La señalización está integrada por el conjunto de estímulos que informan a la
persona sobre la mejor conducta a seguir frente a circunstancias que conviene
resaltar. Por lo tanto, debe dar a conocer un mensaje, ser clara y de interpretación
única; ha de informar sobre la conducta a seguir y dar la posibilidad real de
cumplir con aquello que se indica.
La Directiva 92/58/CEE1 del Consejo de 24 de de 24 de junio de 1992, establece
las disposiciones mínimas en materia de señalización de seguridad y salud en el

1 Puede consultarse también en: http://www.mtas.es/insht/legislation/tl_sen.htm, así como


el RD vigente para el Estado español, REAL DECRETO 485/1997, de 14 de abril, sobre
disposiciones mínimas en materia de señalización de seguridad y salud en el trabajo.

309
Xavier Gabarrell

trabajo para los estados miembros de la Unión Europea. En ella se establece que
el empresario deberá prever o cerciorarse de la existencia de una señalización
de seguridad y de salud en el trabajo, cuando los riesgos no puedan evitarse o
limitarse suficientemente por medios técnicos de protección colectiva o con
medidas, métodos o procedimientos de organización del trabajo. La señalización
de seguridad no puede considerarse una medida sustitutoria de la formación e
información de los trabajadores en materia de seguridad y salud en el trabajo;
tampoco elimina el peligro, sino que advierte e informa del mismo, aunque
el peligro continúa existiendo. En la figura 12.1 se presenta un ejemplo de las
señales de obligación.

Figura 12.1.- Señales de obligación. Forma redonda. Pictograma blanco sobre fondo azul (el azul
deberá cubrir como mínimo el 50% de la superficie de la señal). Fuente: http://www.mtas.es/
insht/legislation/tl_sen.htm.

12.2 Substancias químicas y preparados peligrosos

12.2.1 Clasificación
Las substancias, preparados y productos químicos peligrosos son aquellos que
pueden dañar directa o indirectamente a las persona, a los bienes o al medio
ambiente.
El objetivo de su clasificación es identificar todas sus propiedades fisicoquímicas,
toxicológicas y ecotoxicológicas que puedan suponer un riesgo en el momento
de utilizarlas o manipularlas. Existe el compromiso de luchar por conseguir en
el futuro la armonización de los sistemas de clasificación de materias peligrosas,
compromiso recogido en el capítulo 19 del Programa 21 de la Conferencia de las

310
Seguridad industrial

Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de


Janeiro en junio de 1992.
Una vez identificadas las propiedades de peligrosidad de cada sustancia, será
necesario etiquetarlas, indicando en qué consiste el riesgo, con el fin de proteger a
la persona usuaria, al público en general y al medio ambiente. Existen diferentes
categorías de peligrosidad, que se clasifican en general como sigue:

- Explosivos: las sustancias y preparados sólidos, líquidos, pastosos o


gelatinosos que, incluso en ausencia de oxígeno atmosférico, puedan
reaccionar de forma exotérmica con rápida formación de gases y que, en
determinadas condiciones de ensayo, detonan, deflagran rápidamente
o que bajo el efecto del calor, en caso de confinamiento parcial,
explosionan.
- Comburentes: las sustancias y preparados que, en contacto con otras
sustancias, en especial con sustancias inflamables, produzcan una
reacción fuertemente exotérmica.
- Extremadamente inflamables: las sustancias y preparados líquidos
que tengan un punto de ignición extremadamente bajo y un punto de
ebullición bajo, y las sustancias y preparados gaseosos que, a temperatura
y presión normales, sean inflamables en contacto con el aire.
- Fácilmente inflamables: las sustancias y preparados:
• que puedan calentarse e inflamarse en el aire a temperatura
ambiente sin aporte de energía,
• los sólidos que puedan inflamarse fácilmente tras un breve
contacto con una fuente de inflamación y que sigan quemándose o
consumiéndose una vez retirada dicha fuente,
• los líquidos cuyo punto de ignición sea muy bajo, o
• que, en contacto con el agua o con el aire húmedo, desprendan gases
extremadamente inflamables en cantidades peligrosas.
- Inflamables: las sustancias y preparados líquidos cuyo punto de ignición
sea bajo.
- Muy tóxicos: las sustancias y preparados que, por inhalación, ingestión
o penetración cutánea en muy pequeña cantidad, puedan provocar
efectos agudos o crónicos e incluso la muerte.
- Tóxicos: las sustancias y preparados que, por inhalación, ingestión o
penetración cutánea en pequeñas cantidades, puedan provocar efectos
agudos o crónicos e incluso la muerte.
- Nocivos: las sustancias y preparados que, por inhalación, ingestión

311
Xavier Gabarrell

o penetración cutánea puedan provocar efectos agudos o crónicos e


incluso la muerte.
- Corrosivos: las sustancias y preparados que, en contacto con tejidos
vivos puedan ejercer una acción destructiva de los mismos.
- Irritantes: las sustancias y preparados no corrosivos que, en contacto
breve, prolongado o repetido con la piel o las mucosas puedan provocar
una reacción inflamatoria.
- Sensibilizantes: las sustancias y preparados que, por inhalación
o penetración cutánea, puedan ocasionar una reacción de
hipersensibilidad, de forma que una exposición posterior a esa sustancia
o preparado dé lugar a efectos negativos característicos.
- Carcinogénicos: las sustancias y preparados que, por inhalación,
ingestión o penetración cutánea, puedan producir cáncer o aumentar su
frecuencia.
- Mutagénicos: las sustancias y preparados que, por inhalación, ingestión
o penetración cutánea, puedan producir alteraciones genéticas
hereditarias o aumentar su frecuencia.
- Tóxicos para la reproducción: las sustancias y preparados que, por
inhalación, ingestión o penetración cutánea, puedan producir efectos
negativos no hereditarios en la descendencia, o aumentar la frecuencia
de éstos, o afectar de forma negativa a la función o a la capacidad
reproductora.
- Peligrosos para el medio ambiente: las sustancias y preparados que
presenten o puedan presentar un peligro inmediato o futuro para uno o
más componentes del medio ambiente.

12.2.2 Fichas de datos de seguridad


Con el fin de adoptar un sistema de información dirigido principalmente a los
usuarios profesionales, y que les permita tomar las medidas necesarias para la
protección de la salud y de la seguridad en el lugar del trabajo, el responsable
de la comercialización de una sustancia peligrosa, ya se trate del fabricante, del
importador o del distribuidor, deberá disponer de una ficha de datos de seguridad
en el momento de la comercialización. Dicha ficha podrá facilitarse mediante
papel o, preferiblemente, en formato electrónico, siempre que el destinatario
disponga del equipo necesario. El responsable de la comercialización de una
sustancia química o preparado deberá facilitar al destinatario del producto que
sea usuario profesional la citada ficha de datos de seguridad. Las informaciones
se proporcionarán de forma gratuita y nunca más tarde de la primera entrega de
la sustancia, y, posteriormente, siempre que se produzcan revisiones originadas

312
Seguridad industrial

por la aparición de nuevos conocimientos significativos relativos a la seguridad


y a la protección de la salud y del medio ambiente. La nueva versión fechada,
denominada «Revisión ... (fecha)», se proporcionará de forma gratuita a todos los
destinatarios anteriores y que hubieran recibido la sustancia en los doce meses
precedentes. No será obligatorio proporcionar la ficha de datos de seguridad en
caso de que las sustancias peligrosas que se comercialicen vayan acompañadas de
la información suficiente con la que el usuario pueda tomar las medidas necesarias
en relación con la protección de la salud y la seguridad. Sin embargo, se deberá
facilitar la ficha de datos de seguridad si el usuario profesional así lo solicita.
La ficha de datos de seguridad incluirá obligatoriamente los siguientes epígrafes:

- Identificación de la sustancia y del responsable de su comercialización.


- Composición/información sobre los componentes.
- Identificación de los peligros.
- Primeros auxilios.
- Medidas de lucha contra incendios.
- Medidas que deben tomarse en caso de vertido accidental.
- Manipulación y almacenamiento.
- Controles de exposición/protección individual.
- Propiedades fisicoquímicas.
- Estabilidad y reactividad.
- Informaciones toxicológicas.
- Informaciones ecológicas.
- Consideraciones relativas a la eliminación.
- Informaciones relativas al transporte.
- Informaciones reglamentarias.
- Otras informaciones.

El responsable de la comercialización de la sustancia deberá proporcionar las


informaciones correspondientes a estos epígrafes. La ficha de datos de seguridad
deberá estar fechada.

313
Xavier Gabarrell

12.3 El transporte de mercancías peligrosas


Existen acuerdos internacionales que regulan el transporte de mercancías
peligrosas a través de diferentes medios: ferrocarril, marítimo, aéreo y por
carretera.
Solo a modo de ejemplo, introducimos aquí el caso del transporte de mercancías
peligrosas por carretera, que viene regulado por el Acuerdo Europeo relativo al
transporte internacional de mercancías peligrosas por carretera (ADR). El ADR
tiene sus orígenes en el acuerdo celebrado en Ginebra el 30 de septiembre de 1957.
Puede consultarse en su actual versión en la Directiva 94/55/CE del Consejo, de
21 de noviembre de 1994, y sus posteriores adaptaciones.
Entre otras obligaciones, establece que los vehículos que transportan mercancías
peligrosas deben de llevar dichas mercancías identificadas. Los vehículos que las
transportan se señalizarán con unas etiquetas de forma romboide y con un panel
naranja en la parte delantera y posterior del vehículo. Estos paneles rectangulares
estarán divididos en dos partes por una línea. En la parte superior, llevará un
conjunto de cifras que indican las características de la sustancia transportada de
acuerdo con el siguiente código:
- Primera cifra (marca el peligro principal):
2: Gas. Emisión de gas, resultante de presión o de reacción química
3: Líquido inflamable o gases y vapores combustibles
4: Sólido. Inflamabilidad de materia sólida
5: Materia comburente o peróxido orgánico
6: Materia tóxica
7: Radioactividad
8: Corrosivo
9: Peligro de reacción espontánea

- Segunda y tercera cifras (marcan los peligros subsidiarios)


0: Sin significado
1: Explosión
2: Emanación de gases
3: Inflamable
5: Propiedades comburentes
6: Toxicidad

314
Seguridad industrial

8: Corrosividad
9: Peligro de reacción violenta resultado de descomposición espontánea
o polimerización

No es imprescindible que aparezcan las 3 cifras. Dos cifras iguales indican


intensificación del peligro, excepto el “22” que indica gas refrigerado.
Si la cifra va precedida por una X, indicará la prohibición absoluta de añadir
agua sobre el producto.

12.4 Análisis de riesgo


Han sido propuestas diversas definiciones de riesgo, entre las que se encuentran
las siguientes:

• “la situación que puede conducir a una consecuencia no deseada de un


hecho”
• “probabilidad que se materialice un determinado peligro potencial”
(entendiendo por peligro una situación física que puede provocar daños
a la vida, a los equipos y al medio ambiente)
• “consecuencias no deseadas de una actividad dada, en relación con la
posibilidad de que se materialice”
• “posibilidad de sufrir pérdidas”
Un tratamiento más riguroso requiere una definición más precisa que permita
su cuantificación. Así, el riesgo puede expresarse mediante la siguiente
ecuación:
Riesgo = frecuencia x magnitud de las consecuencias probables
El riesgo es, entonces, el producto de la frecuencia prevista para un determinado
suceso por la magnitud de las consecuencias probables. Esta definición
corresponde al término inglés ‘risk’.
Es importante, en este contexto, diferenciar claramente entre riesgo y peligro:

• Se entiende por “peligro” aquella situación física o química que puede


causar un accidente o daños a las personas, al medio ambiente o a la
propiedad. La palabra “peligro” se asocia entonces con el término
“hazard” inglés.
• El “riesgo” estaría asociado a la probabilidad que un peligro desemboque
en un accidente con unas determinadas consecuencias. Por lo tanto,
mientras el peligro es siempre el mismo, el riesgo es variable.

315
Xavier Gabarrell

• Por “accidente” designamos cualquier hecho que implique una


desviación intolerable sobre las condiciones de diseño de un sistema.

12.4.1. Clasificación de los riesgos


Desde un punto de vista general los riesgos se pueden clasificar en:

– Riesgos de categoría A: inevitables y aceptados.


– Riesgos de categoría B: evitables, pero que deben considerarse como
inevitables si alguien quiere integrarse plenamente en la sociedad
moderna.
– Riesgos de categoría C: normalmente evitables, voluntarios y con
compensación.

Los riesgos también se pueden clasificar, según actividad industrial en:

– Riesgos convencionales: relacionados con la actividad y el equipo


existentes en cualquier sector (electrocución, caída, etc.).
– Riesgos específicos: asociados a la utilización o manipulación de
productos que, por su naturaleza, pueden ocasionar daños (productos
tóxicos, radioactivos, etc.).
– Riesgos mayores: accidentes y situaciones excepcionales. Sus
consecuencias pueden revestir una especial gravedad, ya que la rápida
expulsión de productos peligrosos o de energía es capaz de afectar áreas
considerables (vertido de gases, explosiones, etc.).

12.4.2 Etapas del análisis de riesgo


El análisis del riesgo está orientado a la determinación de los siguientes aspectos:

- Accidentes que pueden materializarse


- Frecuencia de estos accidentes
- Magnitud de sus consecuencias

Distinguimos 4 etapas en el análisis del riesgo:

- Identificación de los posibles peligros


- Efectos
- Vulnerabilidad a las consecuencias

316
Seguridad industrial

- Análisis cuantitativo

12.4.3 Metodologías de análisis de riesgo


Estas metodologías pueden clasificarse en:

• Métodos cualitativos. Su objetivo es identificar riesgos, efectos y


causas, sin recurrir al análisis numérico. Incluyen las auditorias de
seguridad (Safety Recrew), el análisis histórico de accidentes, el análisis
preliminar de riesgos (Preliminar Hazard Analysis, PHA), las listas de
control (Check List), el ¿qué pasa si...? (What if…?), el análisis de riesgo y
operabilidad (Hazard and Operability Analysis, HAZOP) y el análisis de
modos de fallo y efectos (Failure Modes and Effect Analysis, FMEA).
• Métodos semicuantitativos. Utilizan índices globales del riesgo
potencial, obtenidos a partir de las estadísticas. Entre ellos se cuentan
el índice Dow, el índice Mound y los índices SHI y MHI (Substance
Hazard Index y Material Hazard Index).
• Métodos cuantitativos. En algunos casos, se mezclan estimaciones
cuantitativas con otros semicuantitativas, como el Árbol de fallos (Fault
Tree, FT), y el Árbol de acontecimientos (Events Tree, ET).

12.4.4 Identificación de peligros


La identificación de los peligros es el paso más importante en el análisis de
riesgos, ya que cualquier riesgo que no se haya identificado no podrá ser
estudiado ni prevenido.
Las técnicas de identificación de peligros no se limitan a individualizar los
accidentes mayores, sino también calculan la posibilidad de que se produzcan
otros incidentes relacionados con el funcionamiento del proceso.
Las técnicas de identificación de riesgos dan respuesta a las preguntas “¿qué
puede ir mal?” y “¿cuál es la razón?”.
En la industria química, por ejemplo, los accidentes acostumbran a ser
el resultado de condiciones de proceso inadecuadas para las diferentes
características físicas y químicas de los materiales y las substancias. Estas
condiciones, excepto en el caso de fallos de diseño, suelen ser desviaciones de
las condiciones normales de funcionamiento y se presentan como problemas no
evidentes desde la experiencia operativa.
Las principales metodologías de identificación de peligros son el análisis
histórico, las listas de control, el ¿qué pasa si..?, el AOSPP, las matrices de
interacción, el Índice de Dow y el árbol de fallos.

317
Xavier Gabarrell

Una vez identificados los posibles peligros, debemos modelizar las posibles
consecuencias de los accidentes que se puedan derivar de ellos. La mayoría
de estos accidentes mayores terminarán en fuego, explosiones o dispersión de
materiales tóxicos o de materiales de alta reactividad.
En caso de incendio, trataremos de estimar el calor emitido en el mismo, por
lo que será necesario conocer la cantidad de combustible involucrado y el
radio o diámetro de las llamas, así como su altura. A partir del calor emitido,
posteriormente podremos estimar la energía que alcanzaría a una superficie
receptora u observador que se encuentre a una determinada distancia.
Para las explosiones, se estimará además de la energía suministrada a la onda
de choque, el alcance de posibles proyectiles (por si los hubiese). Al igual que en
los incendios, el objetivo último será determinar como incide dicha sobrepresión
en un observador o superficie receptora que se encuentren a una determinada
distancia del punto de emisión o explosión.
La modelización de la dispersión de materiales tóxicos pretende seguir la
evolución en el espacio y en el tiempo de la concentración de un contaminante
emitido como resultado de un accidente (se excluye la contaminación difusa).
Conocidos los efectos de un accidente (radiación térmica, onda de choque,
evolución de la concentración de una sustancia tóxica) , se requiere además
conocer sus consecuencias sobre las personas y el medio. Se debe estimar qué
sucedería si estos efectos actuasen sobre una persona, sobre el medio o sobre
edificios, equipos, etc. Esto puede estimarse a partir de datos tabulados y gráficos
o bien mediante los llamados modelos de vulnerabilidad.
Para el estudio de estas metodologías, así como para ampliar los conceptos
presentados, se sugiere consultar los textos de Casal et al. (1996), Santamaría y
Braña (1994), CCPS (1996 y 2000), Burriel (1998), AIChE (1992 y 1994) y INSHT.

12.5 Referencias
AIChe (1992). “Guidelines for Hazard Evaluation Procedures, with Worked Examples”.
2nd edition. New York.
AIChE (1994). “Dow’s fire & explosion index hazard classification guide”. 7th edition.
New York.
AIChE (1994). “Dow’s chemical exposure index guide”. New York.
Burriel G. (1998). “Sistema de gestión de riesgos laborales e industriales”. Editorial
Mapfre. Madrid.
Casal J., Montiel H., Planas E., Rodríguez S. y Vílchez J.A. (1996). “Anàlisi del risc en
instal·lacions industrials”. Edicions UPC. Barcelona.
CCPS and AIChE (1996). “Guidelines for Use of Vapour Cloud Dispersion Models”. 2nd
edition. AIChe. New York.

318
Seguridad industrial

CCPS and AIChE (2000). “Guidelines for Chemical Process Quantitative Risk Analysis.
2nd edition. AIChe. New York.
Heaton A. (1996). “An Introduction to Industrial Chemistry”. 3rd edition. Blackie A&P.
London.
Hunt D. and Johnson C. (1996). “Sistemas de gestión medioambiental. Principios y
práctica”. McGrawHill. Madrid.
Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (sin fecha). “Índices de riesgo de
procesos químicos: metodología de autoevaluación”. Madrid.
Santamaría J.M. y Braña P.A. (1994). “Análisis y reducción de riesgos en la industria
química”. Editorial Mapfre. Madrid.

319
CAPÍTULO 13
MEDIDAS NO ESTRUCTURALES DE PREVENCIÓN:
DESDE LA REDUCCIÓN DE LA VULNERABILIDAD
FÍSICA HACIA EL ORDENAMIENTO URBANÍSTICO

Scira Menoni

13.0 Introducción
Tanto en literatura como en los documentos de los organismos internacionales,
se pueden encontrar muy diversas definiciones de riesgo y desastre, entendiendo
el riesgo como un desastre potencial. Esta potencialidad se expresa como la
probabilidad de que se registren daños cuando ocurre un evento natural como
un terremoto, una erupción volcánica, o una inundación. Los daños pueden
medirse en víctimas o en daños económicos.
Pudiera parecer que este campo de estudio está bien definido sin ambigüedades
pero, en realidad, hay muchas interpretaciones distintas de los términos riesgo,
desastre y otros que forman parte del léxico utilizado por los especialistas, tal
y como lo evidencia el gran número de glosarios elaborados en cada proyecto
por cada organización e institución que se ocupa de ese tema. La comunidad
científica no ha alcanzado todavía un acuerdo sobre su propio objeto de
estudio. Según la disciplina de cada científico, la noción de riesgo incluye solo
los fenómenos que pueden provocar daños o, por el contrario, se amplía hasta
coincidir con la noción de subdesarrollo.
A falta de una definición unívoca de riesgo, tanto los científicos que estudian
los fenómenos naturales como los que tratan problemas de desarrollo afirman
ocuparse del riesgo. Las dos formas de enfrentar la cuestión nos parecen
insatisfactorias, por lo que se explicará en los párrafos siguientes.
El primer tipo de aproximación no tiene en cuenta las diferencias, a veces
radicales, entre las consecuencias de un evento extremo en diferentes regiones
o países, que solo pueden explicarse haciendo referencia a sus distintos grados
de vulnerabilidad. Este último concepto describe la falta de capacidad para
enfrentarse a un evento extremo, ya sea en el sentido físico (resistencia de las
estructuras) ya en el social y económico.
Por otra parte, como afirman Rocha y Christoplos (2001), los riesgos y,
particularmente, los riesgos naturales, no golpean solo a los países pobres o solo

321
Scira Menoni

a los pobres, así como las buenas estrategias de desarrollo no siempre coinciden
con las de prevención de riesgo.
Las dificultades interpretativas no solo afectan al concepto de riesgo, sino
también al de desastre, que ha sido objeto de un vivo debate en un interesante
libro de Quarantelli (1998). El título del libro plantea las preguntas: ¿Qué es un
desastre? ¿Hay una definición de desastre universalmente aceptada, o más bien
se trata de una cuestión relacionada con la sociedad y la cultura a la que afecta?
La frecuencia de los fenómenos, la capacidad de acostumbrarse a ellos y el
desarrollo de medidas de adaptación influyen probablemente sobre la respuesta.
Esta breve nota inicial justifica la necesidad de proponer nuestra propia
definición de riesgo, inevitablemente discutible, pero sin la cual, no se puede
comprender todo lo que diremos en los parágrafos siguientes.

13.1 Definición de riesgo


A partir del importante informe elaborado por un grupo de expertos para las
Naciones Unidas en 1979 (ver UNDRO, 1979), el riesgo se mide en términos de
daños esperados como consecuencia de un evento natural extremo. El riesgo
se obtiene de la convolución, es decir de la combinación, de dos distribuciones
probabilísticas, de las que la primera expresa la amenaza y la segunda la
vulnerabilidad de los bienes y de las personas expuestas a la amenaza.
Según esta definición, se trata de amenazas referentes a eventos que ocurren en
un lugar y un tiempo definidos, es decir que ocurren en un día y hora precisos,
aunque no sea posible preverlos exactamente. Lo mismo puede decirse desde la
perspectiva espacial: se trata de eventos que ocurren en un lugar distinto de aquél
en el que se producirá la mayoría de los daños materiales. Hay que reconocer
además una zona mas amplia, en la que los daños son menos graves, y una zona
externa, periférica al desastre, desde la que llega la ayuda y a la que se llevan
los heridos y los evacuados. Tampoco el lugar donde se producirá un evento
calamitoso se puede prever con exactitud.
La incertidumbre acerca del lugar exacto, del tiempo y de la intensidad de un
evento, que es inseparable de la noción de riesgo y su connotación fundamental,
se utiliza frecuentemente como disculpa para no emprender planes de prevención.
Como han mostrado muchos estudios (ver en particular Ordóñez et al., 1999), la
prevención de los riesgos no es una prioridad para los gobiernos de los países no
desarrollados, a pesar de que estos estén a veces sujetos a amenazas muy graves.
La incertidumbre sobre los daños que se producirían en caso de desastre, hace
que se les relegue a un segundo plano, por detrás de otras demandas sociales que
presionan para causas aparentemente más urgentes.
Además, como sugiere la definición de seguridad que Weick (1987) nos ofrece, la
prevención produce un “no evento”, que no genera beneficios políticos, no es fácil

322
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

de comunicar y es menos visible que las ayudas que se conceden en el momento


de la catástrofe. Sin embargo, hay dos buenas razones para prevenir. La primera
de ellas es ética: como sostiene Hewitt (1983), la incertidumbre sobre el tiempo y
el lugar exactos donde se producirá una calamidad no implican que no sepamos
nada sobre esos eventos, ni que no podamos prever que una zona está amenazada
por fenómenos naturales particularmente severos. Conocemos la historia de
los sitios, que permite trazar mapas de las zonas más sujetas a amenazas y más
frágiles a la hora de enfrentarse a ellas. Se pueden generar mapas que indiquen las
zonas donde la amenaza es más fuerte y donde la vulnerabilidad física y social es
más alta; el factor temporal se puede expresar por medio del tiempo de retorno,
con el que se indica la frecuencia estimada de ocurrencia de un fenómeno de
igual magnitud que el considerado. Ese tiempo de retorno se calcula, sobre todo,
a partir de archivos históricos. Se destaca en ese sentido la Historia editada por
Acosta (1996), que contiene una larga descripción de los desastres que ocurrieron
en los países de América Latina después de la conquista española.
La segunda razón por la que nos parece inaceptable descuidar los riesgos
naturales es económica. Todos los estudios sobre el tema han demostrado que
el coste de la prevención es, por lo menos, de un orden de magnitud menor que
el coste de la gestión de la emergencia y de la reconstrucción después de un
desastre. Además, en muchos países pobres, las calamidades pueden representar
una gran proporción del producto nacional bruto (PNB) y provocar inestabilidad
y perturbaciones en los procesos de desarrollo. Aunque no se hayan estudiado de
manera satisfactoria los efectos macroeconómicos de los desastres, está claro que
los países en desarrollo ponen en riesgo su desarrollo mismo en caso de desastre
lo que, además, provoca la marginalización de algunos grupos sociales (véase
Haas et al., 1977, sobre el terremoto de Managua en 1972). Esa marginalización
agranda el propio riesgo, ya que esos grupos se ven obligados, para sobrevivir, a
ocupar suelos inestables y peligrosos (Pelling, 2003).
En los párrafos siguientes, se identificarán los elementos más destacados de la
definición de riesgo, poniendo ejemplos sobre la realidad de Centroamérica y de
Sudamérica.

13.2 Amenazas naturales: definiciones y situación en


centroamérica
Los países de Centroamérica están particularmente sujetos a una notable
variedad de amenazas naturales (Figura 13.1 y tabla 13.1). De hecho, se trata
de una zona que sufre amenazas geológicas, sísmicas y volcánicas y que está
sujeta a deslizamientos Por otra parte, son particularmente graves las amenazas
meteorológicas e hidrológicas, como huracanes de gran fuerza y frecuentes
inundaciones.

323
Scira Menoni

Ciudades Volcanes Población Distancia


Managua Masaya, Nindiri y Apoyeque 990 000 25 km
Ciudad de México Popocatépelt 15 100 000 50 km
San Salvador Volcán de San Salvador 1 520 000 30 km
Tabla 13.1.-Ciudades de Centroamérica expuestas a riesgo volcánico. Fuente: Chester et al.
(2001).

Figura 13.1.- Número de eventos que han ocurrido desde 1990 en Centroamérica, por países.
Fuente: EM-DAT. The OFDA/CRED International Disaster Database. www.em-dat.net.
Universitdad Católica de Lovaina, Bruselas (Bélgica).

Lo más grave es que una elevada proporción de la población vive cerca de


volcanes activos explosivos (Chester et al., 2001). Si a esto se añaden los demás
riesgos, resulta que la mayoría de los pueblos de Centroamérica viven en zonas
de riesgo y muchas veces expuestos a más de una amenaza natural (Dilley et al,
2005).
Otros capítulos de ese volumen se ocupan de las características específicas de
las amenazas. Aquí solo nos interesa destacar que se trata en muchos casos
de situaciones multirriesgos, es decir de la posibilidad de que un mismo
asentamiento sea amenazado por más de un fenómeno extremo y de que
algunos de ellos, como los deslizamientos, pueden ocurrir como consecuencia
secundaria de otros (por causa de un terremoto, o en forma de lahar después de
una erupción volcánica).
Por último, hay que subrayar otro elemento de gran importancia: aunque los
fenómenos extremos de los que estamos hablando sean de origen natural,
en algunos casos la intervención antrópica puede empeorar la situación. Es el
caso de los riesgos hidrogeológicos, donde la deforestación (Figura 13.2) ha
sido identificada como el factor que ha producido cambios significativos en el

324
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

microclima local y ha empeorado la calidad de los suelos, aumentando la erosión


y disminuyendo la capacidad de absorción del agua (Comfort et al., 1999).

Figura 13.2.- Ejemplo de deforestación en Nicaragua. Fotografía: S. Menoni.

13.3 Desastres en centroamérica


En la tabla 13.2 y en las figuras 13.3 y 13.4, se presenta una síntesis de algunos de
los desastres que han ocurrido en América Central en el siglo XX, considerando
el número de víctimas y los daños económicos, en base a los datos del centro de
investigación de la Universidad de Lovaina en Bélgica (CRED). Esta institución
considera como desastre un evento que tenga, por lo menos, una de las siguientes
consecuencias: (i) más de 10 muertos, (ii) más de 100 personas afectadas por
el evento, (iii) declaración de estado de emergencia y (iv) solicitud de ayuda
internacional.

Figura 13.3.- Número de muertos en Centroamérica por desastres naturales desde 1990. Fuente
: EM-DAT. The OFDA/CRED International Disaster Database. www.em-dat.net. Universitdad
Católica de Lovaina, Bruselas (Bélgica).

325
Scira Menoni

Figura 12.4.- Daños económicos sufridos por desastres naturales en Centroamérica desde
1990. Fuente : EM-DAT. The OFDA/CRED International Disaster Database. www.em-dat.net.
Universitdad Católica de Lovaina, Bruselas (Bélgica)

Daño total
Magnitud
País Año Muertos (millones
(Richter)
de $)
Estado Unidos 1989 62 5,6 7,0
Afganistán 1998 4700 1,7 6,9
Taiwán 1999 2264 14 7,7
El Salvador 2001 844 1,5 7,0
India 2001 20 000 2,6 7,0
Tabla 13.2.- Comparación entre algunos terremotos de semejante magnitud. Fuente: CRED
(Universidad de Lovaina).

Esta fuente es muy útil, aunque presenta algunos problemas de fiabilidad de


los datos, especialmente por lo que respecta al daño económico. Sin embargo,
se trata del único archivo de datos que permite la comparación entre regiones
diferentes del mundo, y por eso es utilizado por mucho autores (Chervériat,
1999).
La situación es, como mínimo, alarmante y justifica un fuerte posicionamiento
a favor de la prevención, sobre todo si se tiene en cuenta que las calamidades
naturales provocan daños que, a veces, no se logran recuperar, como en el caso
de Managua, donde el centro de la ciudad nunca se reconstruyó después del
terremoto de 1972. Otro punto importante ha sido mencionado por Wisner (2001
y 2004), que lamenta que la frecuencia de desastres, aunque pequeños, agota la
resistencia tanto de las estructuras como de la población, incrementando así la
vulnerabilidad frente a eventos realmente extremos.

326
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

Entonces, ¿qué factores han de ser tomados en cuenta para una buena estrategia
de prevención? Las medidas estructurales, que en general limitan la severidad y
la frecuencia de la amenaza, se han mostrado muchas veces insuficientes y, por
otra parte, no son aplicables frente a algunos tipos de riesgo, como el sísmico
o el volcánico. En algunas circunstancias, las medidas estructurales han creado
una falsa sensación de seguridad, por lo que se han ocupado áreas peligrosas con
residencias e industrias. La comunidad científica reconoce ahora que una buena
estrategia de prevención ha de estar basada en una combinación de medidas, por
una parte estructurales y por otra de mitigación y reducción de la vulnerabilidad
y de la exposición tanto humana como económica.

13.4 Medidas de reducción de la exposición


El término exposición se refiere a la cantidad de bienes y personas directamente
sujetos a una amenaza. El caso volcánico es muy claro en este sentido: la zona
en la que se esperan las consecuencias más destructivas de una erupción, sobre
todo de tipo explosivo, se estima en un radio de 10 km (cfr. Andronico y Lodato,
2005). Aunque influyan también factores meteorológicos y morfológicos, esta
es la dimensión de la zona en la que personas y bienes corren riesgo de muerte
o destrucción total. Este ejemplo no es fortuito tratándose de Latinoamérica.
Pelling (2003) cataloga en su libro el gran número de ciudades y de capitales
que los españoles fundaron en zonas de máximo riesgo volcánico, por falta de
conciencia del riesgo mismo (que no existe en la madre patria) y atraídos por la
fertilidad de los suelos.
La medida más eficaz de prevención es, en ese caso, desplazar a la población hacia
áreas menos expuestas. Se trata de una medida que los propios españoles tomaron
tras desastres de gran magnitud. En 1775, la Corona ordenó la reubicación de
Santiago de Guatemala en una zona menos expuesta a los temblores sísmicos.
La misma Corona no permitió reubicar la ciudad de San Salvador, aunque los
debates sobre esta necesidad habían empezado a finales del siglo XVI (Acosta,
1996).
Esta medida se ha intentado aplicar recientemente en Nápoles, en Italia. El
gobierno regional ofreció a los que alquilan pisos en las municipalidades de
la zona roja del Vesuvio (la más crítica) un incentivo económico para que se
desplazaran a otros lugares de la metrópolis. De este modo, se intenta reducir
la cantidad de gente que se tendría que evacuar en caso de alarma, reduciendo
el tiempo necesario para esta evacuación. De esa manera, se puede reducir
también la incertidumbre asociada con la previsión de un cataclismo inminente,
que es bastante amplia dos semanas antes de la erupción, y que disminuye
considerablemente con el paso del tiempo (cuanta menos gente, menos tiempo se
necesita para la evacuación).

327
Scira Menoni

Sin embargo, el desplazamiento no es una medida que se pueda tomar en todos


los casos, no solo por los gastos asociados, sino también por su baja aceptabilidad
social. Algunas actividades están fuertemente relacionadas con un territorio
preciso y no se pueden trasladar sin dañarlas. Entre ellas se encuentran algunas
actividades de alta tecnología así como algunas actividades marginales, que
dependen de una localización concreta. La experiencia de la tribus Aytia en la
Filipinas, durante la evacuación debida a la erupción del volcán Pinatubo en
1991, constituye un ejemplo muy claro en este último sentido (Bautista, 2003).
Los que volvieron poco tiempo después de la evacuación se encuentran hoy en
una situación económica y social más favorable que los que se quedaron en las
zonas propuestas por el gobierno como definitivas, donde no tienen fuentes de
ingresos, ya que sus actividades precisan un entorno de montaña.
Las dificultades asociadas al desplazamiento limitan la posibilidad de
utilizar esta medida y sugieren que se tomen en serio los factores sociales y de
participación de los desplazados. Cuando un gobierno (como en el caso de la
Región de Lombardía y de otras regiones italianas) considera el desplazamiento
como una medida de prevención, tiene que elaborar criterios para elegir los casos
concretos y los procedimientos necesarios, incluyendo algo más que los aspectos
económicos. Por ejemplo, es imprescindible no olvidarse de adquirir las áreas
abandonadas, para que no se produzcan situaciones de doble ocupación, tanto
de las nuevas zonas a las que se desplaza a la gente como de las viejas que los
antiguos propietarios venden o alquilan a otros (como ha ocurrido después de la
transferencia de los derechos de edificación en Anchorage, la capital de Alaska
después del terremoto de 1964, véase Selkregg, 1984). Y, lo más importante de
todo, hay que prohibir cualquier forma de localización en las zonas peligrosas
desde el momento en que se reconocen y se cartografían como tales.

13.5 Medidas de reducción de la vulnerabilidad


El desplazamiento de la población es una medida bastante extrema, que se puede
tomar en un número limitado de situaciones. Por lo tanto, los esfuerzos de
prevención tienen que concentrarse sobre la vulnerabilidad.
Se entiende por vulnerabilidad la fragilidad de un sistema, su propensión a
ser dañado por un estrés extremo (tanto natural como tecnológico) y, en ese
sentido, es el término opuesto a resistencia. Lo más importante a considerar
es que la vulnerabilidad pertenece al sistema, es su característica intrínseca,
que no depende de la amenaza y que cualifica la exposición. Cada objeto y
cada persona expuestos a una misma amenaza reaccionan de diferente manera
dependiendo de su vulnerabilidad y de su nivel de fragilidad o de resistencia. La
vulnerabilidad permite distinguir a los países desarrollados de los países pobres
por su capacidad de enfrentarse con los desastres y de limitar la magnitud de
los mismos. Terremotos de igual intensidad (véase tabla 2) produjeron 844

328
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

víctimas y 1,5 millones de dólares de daños en El Salvador, 20 000 víctimas


en la India y un número menor de muertos en Estados Unidos (62). En el caso
sísmico, la vulnerabilidad que más afecta es la física de las estructuras pero, en
muchos casos, otros niveles de vulnerabilidad son igualmente importantes y más
precisamente la vulnerabilidad social, económica y sistémica.
Las formas de vulnerabilidad más estudiadas hasta ahora son la física (sobre todo
en el campo de la ingeniería sísmica) y la social (sobre todo en Latinoamérica,
donde se han desarrollado estudios específicos sobre ese tema. -Eclac, 1991),
pero las demás formas son igualmente importantes para definir el daño total que
se podría producir en una sociedad y en un territorio como consecuencia de un
evento calamitoso.
Aunque el concepto sea tan útil, no se ha dedicado suficiente atención a generar
modelos de análisis y evaluación, que se limitan actualmente a considerar los
edificios e incluyen unos pocos riesgos, en particular el sísmico. No obstante,
la situación está cambiando, como lo evidencia el número creciente de
publicaciones sobre ese tema en los últimos años.

13.5.1 Vulnerabilidad física


La vulnerabilidad física mide la fragilidad de una estructura frente a un estrés
físico, como podría ser la aceleración horizontal producida por un terremoto o el
impacto (cantidad de agua, su velocidad y altura) de una inundación. En el caso
volcánico, mide el peso máximo de los piroclastos que un techo puede soportar
sin hundirse, así como la presión y la temperatura máxima que los muros pueden
soportar para garantizar la supervivencia de la personas en el interior. Está claro
que la vulnerabilidad física depende del tipo de amenaza y de la presión que esta
puede producir sobre una estructura. Por eso, intervenciones de mitigación para
un tipo de estrés concreto no siempre funcionan bien para otro. Por ejemplo,
los techos muy pesados que caracterizaban las casas de Kobe (Japón) contra los
huracanes han sido una de las causas principales de hundimiento en el terremoto
de 1995.
Sin embargo, algunas reglas, algunos cánones que siempre existieron en el
campo de las construcciones, pueden reducir el daño en caso de fenómenos de
media intensidad y por lo menos salvar más vidas en caso de calamidades de
particular severidad.
Se dispone de esquemas para evaluar la vulnerabilidad de los edificios en el caso
sísmico. Se trata concretamente de un modelo elaborado por el Grupo Nacional
de Prevención del Riesgo Símico (GNDT) de Italia, que se ha aplicado en muchos
otros países, incluso centroamericanos (véase en particular el caso de León
en Nicaragua en Alfio et al., 2001, así como la aplicación ensayada por la Red
CentralRisk en Granada, también en Nicaragua). El parámetro que más influye

329
Scira Menoni

sobre la resistencia de una estructura es su comportamiento dinámico, es decir


su capacidad de vibrar conjuntamente, evitando que distintas partes del edificio
oscilen en direcciones opuestas. Generalmente, los edificios de autoconstrucción
no siguen ni esa norma elemental ni los cánones de la “construcción bien hecha”,
por lo que son los más vulnerables en caso de terremoto. Las construcciones
menos vulnerables son las que siguen las normas antisísmicas, que requieren un
buen nivel de conocimiento por parte de los profesionales y controles por parte
de los inspectores públicos, y faltan en muchos países subdesarrollados.

13.5.2 Vulnerabilidad sistémica


Cuando se consideran otros elementos del entorno urbano, como los servicios
públicos y las infraestructuras, no basta con medir la vulnerabilidad física.
Además, en el caso de las infraestructuras, esta medición tampoco sería posible,
dada su extensión territorial y el hecho de que, en bastantes casos, no podamos
localizarlas con exactitud. Es útil, en este caso, aplicar una perspectiva sistémica,
que considere también la funcionalidad de los servicios y de las líneas vitales, y
su capacidad para desempeñar su servicio aunque hayan sufrido un nivel dado
de daño físico.
Por vulnerabilidad sistémica se entiende la falta de funcionamiento de un
sistema (como podrían ser los servicios públicos o las líneas vitales) que haya
sufrido o no daño físico, ya que en algunos casos, especialmente en un contexto
de emergencia, algunos sistemas no funcionan aunque no hayan sufrido
daño físico. Reducir la vulnerabilidad sistémica es esencial para garantizar
una gestión satisfactoria de las emergencias y para reducir la incomodidad
y los gastos asociados a la falta de funcionamiento de los servicios vitales.
Por ejemplo, una empresa podría sufrir daños económicos notables por la
imposibilidad de distribuir sus productos hacia los mercados externos a causa de
una carretera obstruida por edificios, derrumbes, inundaciones, etc. En Quito,
en septiembre y octubre de 1999, se produjo una crisis de ceniza volcánica que
tuvo por consecuencia el cierre del aeropuerto, con un daño muy grave para
los productores de flores de la región, que no podían exportarlas (D’Ercole &
Metzger, 2000).
La vulnerabilidad sistémica constituye una de las primeras causas de la
ineficiencia de las ayudas humanitarias del exterior, que llegan rápidamente
hasta la capital pero que quedan retenidas allí durante mucho tiempo, porque no
se sabe cómo llevarlas a las zonas que más las necesitan.
La literatura internacional recoge el contraste entre los que sostienen que
la vulnerabilidad es una característica de las grandes metrópolis y los que
consideran más vulnerables las comunidades pequeñas, las rurales y las islas.
Nos parece un contraste aparente, ya que las dos situaciones extremas arriba

330
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

mencionadas presentan en realidad características distintas y diferentes marcos


de vulnerabilidad.
En las megaciudades, hay que tener en cuenta el nivel de exposición y de
concentración de la población, que es muy elevado en lugares públicos y en los
sistemas de transporte. Además, puede ser crítica la interconexión sistémica
entre funciones y sistemas distintos y marcadamente interdependientes. Sin
embargo, como muestra el caso del terremoto de Ciudad de México en 1985
(Quarantelli, 1998), una metrópolis dispone de muchos servicios de un mismo
tipo (como hospitales), así como recursos, medios y profesionales que le permiten
enfrentarse a una emergencia aunque sea grave. Si el parámetro por el que se mide
la vulnerabilidad es la ausencia o presencia del servicio, especialmente de los
servicios para la gestión de una emergencia, las megaciudades se encuentran en
una posición mejor que el resto del país y mejor que las zonas aisladas y rurales.
Si a la falta de servicios se añaden las dificultades de acceso, la vulnerabilidad de
esas zonas aumenta notablemente (Lewis, 1999).
Por el contrario, en los países pequeños, las localidades aisladas dependen
menos de factores tecnológicos y pueden disfrutar de una mayor autonomía
que les permita enfrentarse a una catástrofe confiando únicamente en su propia
capacidad de reacción.

13.5.3 Vulnerabilidad social


El término vulnerabilidad social hace referencia al menos a tres factores
diferentes: la vulnerabilidad de la población, su nivel de preparación y la
vulnerabilidad organizativa y de gestión de las instituciones de socorro.
La vulnerabilidad de la población se refiere a la presencia de algunos grupos
sociales que presentan mayores dificultades para su evacuación, particularmente
los niños muy pequeños, los mayores y los minusválidos. Por esta razón, la edad
de la población y el porcentaje de menores de 10 años y de mayores de 65 se
incluyen como parámetros en las evaluaciones de vulnerabilidad (Granger et al.,
1999).
Un segundo nivel de vulnerabilidad social se refiere a la preparación para
enfrentarse a un desastre con comportamientos correctos que, a veces, pueden
salvar vidas. Este es el campo en el que más trabajan las ONGs y para el que
se dispone de mucha experiencia, por ejemplo en países como Nicaragua y
El Salvador. Las radios locales participan frecuentemente en programas de
capacitación sobre riesgos ambientales y constituyen un instrumento muy útil
en ese sentido. La preparación de la población es imprescindible, sobre todo en
las regiones lejanas, que tienen que esperar mucho tiempo hasta que las ayudas
internacionales y nacionales puedan alcanzarlas.

331
Scira Menoni

Sin embargo, la buena preparación de la población no puede sustituir el socorro


de las instituciones públicas que, en general, disponen de más recursos y medios
que las comunidades locales. Por ejemplo, después de un terremoto, las primeras
24 horas son vitales para salvar a la gente que se encuentra bajo las ruinas. Para
salvar al mayor número de personas posible, hay que utilizar equipamientos
específicos y profesionales entrenados.
Estas consideraciones nos llevan al tercer sentido del término vulnerabilidad
social, que se refiere a la falta de coordinación entre instituciones de socorro,
como la policía, los bomberos o los médicos de urgencias. Su intervención es
eficaz si existen buenas condiciones de trabajo, es decir planes de emergencia
de buena calidad y experiencia extraída de situaciones reales o simuladas.
Los elementos que más influyen sobre la capacidad de intervenir en caso de
catástrofes son: (i) el nivel de cooperación, (ii) saber dónde se encuentran los
recursos necesarios, (iii) tener un plan de emergencia para utilizarlo como guía
de acción inmediata y (iv) tener flexibilidad para enfrentarse a los imprevistos
que caracterizan la condición de riesgo y los desastres.
Existen dificultades para gestionar las emergencias tanto en los países
desarrollados como en los subdesarrollados. La cooperación entre instituciones
diferentes es tanto más complicada cuanta menos costumbre tengan estas de
trabajar juntas, tal como se pudo ver en el caso del huracán Katrina en Estados
Unidos. En los países más pobres, esa dificultad se ve potenciada por la necesidad
de garantizar la cooperación entre instituciones locales e internacionales.

13.5.4 Vulnerabilidad económica


La comparación entre megaciudades y asentamientos pequeños resulta también
útil para definir la vulnerabilidad económica. Si, por un lado, las primeras
pueden sufrir daños muy graves en términos absolutos, pueden sin embargo
contar con recursos y medios que les permitan superar las dificultades y
volver a la normalidad. Por el contrario, los asentamientos pequeños, las islas
y los pequeños estados corren menor riesgo económico en términos absolutos,
pero las pérdidas pueden ser proporcionalmente muy importantes en relación
con su PNB. Van der Veen (2005), en un interesante artículo, considera que la
vulnerabilidad económica está relacionada con tres aspectos principales: (i) la
posibilidad de sustituir una producción por otra, (ii) la posibilidad de trasladar
una producción de un lugar a otro (lo que, como se decía más arriba, puede ser
casi imposible, como es el caso de algunos tipos de cultivos), (iii) la presencia
de hotspots, es decir de lugares de particular concentración de actividades e
infraestructuras.
El conocimiento sobre la influencia de la vulnerabilidad económica en los
desastres naturales no es todavía satisfactorio, por lo que parece necesario

332
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

desarrollar la investigación científica en este campo. Algunos informes recientes


(Van der Veen et al., 2003) indican que sería necesario un esfuerzo para medir las
consecuencias económicas a corto y largo plazo y los efectos multiplicativos de
los daños cuando se tienen en cuenta las consecuencias secundarias e indirectas
de los desastres.
Chervériat (2002) identifica por lo menos tres tendencias del sistema económico
después de un desastre, que dependen del nivel de vulnerabilidad existente en el
periodo previo al mismo. Esas tendencias son: (a) descenso después del evento,
(b) aumento como consecuencia del dinero público o internacional que llega
desde fuera a la zona afectada, (c) ningún cambio perceptible con relación al
periodo previo.
Hay tres posibles explicaciones para estas diferencias de impacto de los desastres
sobre la macroeconomía: los daños directos e indirectos en relación con el PNB,
las características de la amenaza (frecuencia y magnitud) y la vulnerabilidad de
la economía.
La vulnerabilidad económica que más se ha considerado es la que contempla el
descenso significativo del PNB. Algunos estudios macroeconómicos han tratado
la influencia de los desastres sobre sectores específicos, como el turístico o las
pequeñas empresas. Hay pocos estudios sobre los efectos de marginalización
derivada del desplazamiento de grupos o de actividades después del desastre.
En algunos casos, la ayuda externa puede empeorar la situación económica,
importando gratuitamente bienes que todavía se encuentran disponibles en la
zona golpeada y destruyendo así el mercado local.
En cualquier caso, aún considerando solamente las consecuencias
macroeconómicas, está claro que hay diferencias notables entre países ricos y
pobres y entre países grandes y pequeños, con respeto al porcentaje de pérdida en
relación al PNB. Hasta hoy, la mayoría de los países pobres o en vías de desarrollo
no han considerado el seguro como medio para mitigar el riesgo. Justamente, se
afirma que los países pobres, así como su población, no tienen dinero para pagar
los precios de los seguros. Además, hay que considerar que los seguros nunca
podrán cubrir los asentamientos ilegales, que son extensos y ocupan, en general,
áreas muy peligrosas.
A pesar de estas condiciones adversas, algunos proyectos recientes han
inaugurado un período más favorable como es el caso, en Turquía, del proyecto
del Banco Mundial, que se constituyó como garante del seguro contra el riesgo
sísmico. Es necesario entender que el seguro contra los riesgos naturales
funciona de manera bastante complicada y que la compañía nacional que
ofrece el servicio forma parte de una cadena mucho más amplia y compleja,
integrada por instituciones que se aseguran entre ellas mismas. La institución
más alta de la red es generalmente el Estado aunque, en el caso de los países

333
Scira Menoni

en vías de desarrollo, como Turquía, puede ser el Banco Mundial. La ventaja


principal del seguro es la posibilidad de trasladar el riesgo a una tercera parte
que pueda cubrir los gastos de la emergencia y de la reconstrucción sin necesidad
de aportar fondos de otros capítulos del gasto social. Además, como muestran
algunos escenarios desarrollados para Honduras (Linnerooth-Bayer et al., 2003),
el traslado del riesgo garantiza más estabilidad al crecimiento económico, que
no sufre oscilaciones amplias en caso de desastre.
Pero las estrategias que incluyen el seguro contra los desastres naturales no son
buenas en sí mismas. Pueden, de hecho, fomentar comportamientos peligrosos
si no forman parte de una política más completa de prevención. Es necesario
condicionar el seguro a normas de buena construcción y ordenación territorial,
de forma que el seguro solo se pueda obtener a cambio de políticas virtuosas de
mitigación y reducción de la vulnerabilidad y de la exposición.
Podemos tomar como ejemplo el modelo estadounidense del programa NFIP
(National Flood Insurance Program) de seguros contra las inundaciones,
que se gestiona a nivel federal por parte de una institución pública (Fema). El
ejemplo estadounidense se refiere a un seguro voluntario, que solo contratan las
comunidades que lo desean. El problema que se puso de manifiesto con ocasión
del desastre de 1993, es que la mayoría de los afectados por la inundación del
Misisipi no tenían seguro, dado que no habían percibido la situación de riesgo.
Y es que, si el seguro es voluntario, solo los que se sienten amenazados contratan
el seguro, por lo que la percepción del riesgo vuelve ser central para decidirse a
tomar medidas contra los riesgos. Se cierra así el círculo y se vuelve a demostrar
que los diferentes aspectos de la vulnerabilidad son eslabones de una única
cadena.

13.6 El papel del ordenamiento territorial en la prevención


de los riesgos
El correcto ordenamiento del territorio es una de las medidas no estructurales
más importantes y eficaces contra los riesgos naturales. Se puede definir
ordenamiento territorial como la disciplina que tiene por finalidad localizar en
un espacio funciones, asentamientos y servicios. El territorio se caracteriza por
sus componentes físicas y no físicas, como las relaciones sociales, económicas y
políticas. Para entender el desarrollo de un territorio, es necesario estudiar no
solo la forma física de los asentamientos, sino también el uso que la población
hace de ellos y de los edificios, que se transforma en el tiempo como consecuencia
de la evolución previa de las relaciones sociales, económicas y políticas. Se trata,
en definitiva, de prever cómo evolucionará el territorio en el futuro. Ello depende
en alto grado de la capacidad de las administraciones públicas y de los urbanistas
para guiar el desarrollo del territorio hacia formas compatibles con el medio
ambiente y con la prevención de los riesgos.

334
Medidas no estructurales de prevención: desde la reducción de la vulnerabilidad física [...]

Resumiendo lo que hemos dicho en los párrafos anteriores, el ordenamiento


territorial puede intervenir sobre los siguientes factores de riesgo:

- Sobre la exposición, de dos maneras. Por lo que respecta al futuro


desarrollo, hay que impedir la edificación en zonas peligrosas. En ese
sentido, es muy importante disponer de mapas detallados de peligrosidad
que identifiquen, área por área, el nivel de peligro, teniendo en cuenta
las características geológicas y morfológicas locales, que pueden variar
mucho de un lugar a otro de la misma ciudad. Por lo que respecta a los
asentamientos existentes, en algunos casos particularmente críticos, hay
que desplazar la población y las construcciones hacia zonas más seguras.
- Sobre la vulnerabilidad, de muchas formas. El papel del urbanista en
la reducción de la vulnerabilidad es crucial. Puede intervenir sobre la
vulnerabilidad física, incluyendo en las normas municipales normas
referentes a las diferentes amenazas. Tiene, sobre todo, influencia sobre
la vulnerabilidad sistémica, en lo que afecta a factores de accesibilidad,
de localización de edificios estratégicos y de restauración de las ciudades
históricas. Puede, en fin, tomar medidas para que las diferentes
concesiones municipales que controlan los servicios de transporte o de
suministro de agua estén relacionadas en red, y que cada una tenga la
prevención como finalidad propia en el sector de su competencia para la
transformación y desarrollo urbano.
- Por último, el urbanista y las administraciones públicas tendrían
que articular las diferentes medidas para obtener la mayor eficacia
posible. Por ejemplo, tendrían que integrar el seguro (u otras medidas
económicas como los incentivos) con normas de ordenamiento
territorial destinadas tanto a la creación de nuevos asentamientos como
a la transformación de los existentes.

13.7 Conclusiones
En este capítulo se discute la complejidad de los conceptos de riesgo, amenaza,
exposición y vulnerabilidad. Este último concepto es multidimensional, ya
que no se refiere únicamente a la fragilidad física de los objetos, sino también
a la falta de organización y a los problemas causados por la interconexión entre
distintos sistemas.
Los análisis de riesgo no se deben considerar como algo acabado e independiente
de las actividades prácticas. La severidad de los daños y del número de víctimas
potenciales requiere que la teoría esté estrechamente relacionada con las
intervenciones destinadas a la prevención.
Si el desastre no se concibe de esta manera multidimensional, solo se pueden
practicar políticas sectoriales, que se revelan insuficientes. La complejidad, por

335
Scira Menoni

una parte, y la necesidad de comprender los fenómenos de manera precisa, por


otra, imponen una aproximación sistémica que permita elegir entre muchas
opciones las prioridades de intervención.
Hay que definir estas prioridades en programas que ordenen la cooperación entre
actores y que se actualicen según la escala territorial más adecuada para resolver
los distintos problemas. Esto significa que nadie puede reemplazar al Estado,
que tiene una función central e insustituible en los proyectos de prevención de
riesgo, a la vez que las diferentes ONG y las autoridades locales han de operar
en base a una red de cooperación. Encontrar el equilibrio más adecuado no
parece sencillo, ya que algunos problemas solo pueden enfrentarse con recursos
estatales, mientras que algunas cuestiones concretas solo son abordables por
quienes operan localmente.
Además, hay que tener clara la distinción entre medidas a corto y largo plazo. Las
de corto plazo privilegian la preparación de la protección civil y de la población
para enfrentarse con una emergencia masiva. Las medidas a largo plazo intentan
mejorar las condiciones medioambientales, reduciendo los factores que influyen
negativamente sobre la amenaza (como en el caso del riesgo hidrogeológico) y la
vulnerabilidad. La comunidad científica tiene en ese sentido una responsabilidad
precisa: antes de promover tecnologías sofisticadas, hay que promover un modelo
de prevención adecuado a la realidad del país.
Los medios de monitorización tienen que seguir un modelo de prevención que
incluya los planes de emergencia y la preparación de la protección civil después
de una alarma. El sistema de alarma tiene que desarrollar también una forma
de comunicación adecuada con los habitantes en zonas de riesgo, teniendo
en cuenta no solo los factores topográficos sino también la forma en que se
utilizan el territorio y los edificios. Por esto, se pueden proponer metodologías
desarrolladas por las comunidades científicas de otros países y continentes, pero
la aplicación concreta exige adaptar estas metodologías y tecnologías a la realidad
del país que se enfrenta al riesgo, a través de la interacción con las autoridades y
las comunidades regionales y locales.

13.8 Referencias
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338
CAPÍTULO 14
INTRODUCCIÓN A LA CARTOGRAFÍA

Pilar Andrés

14. 0 Introducción
La Cartografía es la disciplina que se ocupa de la representación de la Tierra
sobre mapas. Uno de los primeros dilemas que enfrentó la cartografía fue el
de determinar la forma exacta de nuestro planeta. Los griegos antiguos (entre
ellos Pitágoras – año 582 antes de Cristo-), ya postularon la forma esférica de
la Tierra. Eratóstenes, (Cirene, 276-194 adC.) llegó a calcular la longitud de su
circunferencia en 39 500 km, una estima asombrosamente aproximada a los 40
075 km aceptados actualmente.
Sin embargo, el concepto de la esfericidad de la Tierra, o lo que es lo mismo,
su supuesta forma de esfera perfecta, comenzó a cuestionarse durante la Edad
Media. En el siglo XVII, Newton formuló la hipótesis de que, a causa de su
constante giro, la esfera terrestre estaría sometida a una fuerza centrífuga que
actuaría con mayor intensidad sobre la parte más alejada de su eje de rotación
(el ecuador), provocando un achatamiento que transformaría la esfera en un
elipsoide. La forma elipsoidal fue confirmada en el siglo XVIII por la expedición
de Maupertuis a Laponia (Figura 14.1a). Ahora bien, como es sabido, la
superficie terrestre presenta notables irregularidades topográficas, por lo que el
elipsoide tan solo constituye una forma ideal de referencia, desde la que se elevan
montañas y descienden fosas marinas. Una segunda forma ideal que se emplea
en cartografía es el geoide, que corresponde a la superficie, también teórica,
que describirían los océanos si no se viesen interrumpidos por los continentes
(Figura 14.1b).

14.1 La cartografía y la creación de mapas

14.1.1 Meridianos, paralelos y coordenadas geográficas


Uno de los problemas a resolver para elaborar mapas, es acordar un sistema para
definir, de forma universalmente comprensible, la posición de un punto situado en
algún lugar de la Tierra. Para ello, se han trazado una serie de líneas imaginarias
sobre el globo terrestre, denominadas meridianos y paralelos (Figura 14.2). Si
aceptamos que la Tierra es una esfera perfecta que gira sobre un eje definido por
los polos Norte y Sur, podemos dibujar un plano que corte la esfera pasando por

339
Pilar Andrés

su centro y por los dos polos. Este plano, al cruzarse con la superficie de la esfera,
dibuja en ella lo que llamaremos un círculo máximo. Si vamos rotando este
plano, manteniendo su contacto con el centro y con los dos polos, obtendremos
infinitos círculos máximos. Los meridianos o líneas de longitud son las mitades
de estos círculos máximos. En definitiva, son arcos de 180 grados en dirección
N-S. Todos los meridianos tienen la misma longitud, están muy próximos entre
sí junto a los polos y se distancian al máximo en el punto en que interceptan el
ecuador. Hay 360 meridianos, numerados desde el 0 hasta el 180, en dirección E o
W (180 en cada una de las dos direcciones), partiendo del meridiano que pasa por
Greenwich (UK)y que se considera actualmente el meridiano origen.

Normal al
a b elipsoide
Vertical

Geoide Superficie
12.714 Km.

topográfica
12.757 Km.

Elipsoide
Esfera Elipsoide

Océanos

Figura 14.1.- La forma de la tierra. (a): achatamiento y las medidas del elipsoide; (b) elipsoide y
geoide. Fuente: elaboración propia.

Polo N
90N
meridianos Ecuador

paralelos

90S
Polo S
180W 180 E

Figura 14.2.- Polos, meridianos, paralelos y Ecuador. Fuente elaboración propia.

340
Introducción a la cartografía

Los paralelos o líneas de latitud son círculos completos, paralelos entre sí, que
cruzan perpendicularmente la red de meridianos. El ecuador, que intercepta a
los meridianos por la mitad de su recorrido, es el paralelo más largo y los demás
se van haciendo cada vez más cortos conforme nos acercamos a los polos. A
diferencia de los meridianos, los paralelos son siempre equidistantes entre sí.
Están numerados desde 0 en el ecuador hasta 90 en los polos, en dirección N o S.
Con este reticulado, es posible dar la posición de un punto concreto en el globo
terrestre, gracias a las denominadas coordenadas geográficas (Figura 14.3), que
son dos valores que hacen referencia, respectivamente, a la longitud y a la latitud
y que se expresan en grados (º), minutos (’) y segundos (’’), siendo divisible cada
grado en 60 minutos y cada minuto en 60 segundos.

Figura 14.3.- Latitud y longitud. (α) ángulo de latitud; (β) ángulo de longitud. Fuente elaboración
propia.

La longitud de un punto es la medida del segmento de paralelo comprendido


entre el punto considerado y el meridiano 0, hacia el E o el W. Por lo tanto, tendrá
valores comprendidos entre los 0 y los 180 grados, positivos si se encuentra hacia
su E, o negativos si está hacia su W. Todos los puntos situados sobre el mismo
meridiano tienen la misma longitud. Como los paralelos son circunferencias,
todos medirán 180º, pero como también hemos mencionado que su tamaño
disminuye conforme se acercan a los polos, el valor en kilómetros de cada grado
de longitud es diferente según el paralelo en que nos hallemos. En el ecuador,
cada grado equivale a 111 km (40 075 km/360˚), mientras que a la altura de los
paralelos 60, cada grado equivale a 55,5 km.
La latitud de un punto es la medida del segmento de meridiano comprendido
entre ese punto y el ecuador. Tiene valores comprendidos entre los 0 y los 90

341
Pilar Andrés

grados, hacia el norte o hacia el sur. Todos los puntos situados sobre el mismo
paralelo tienen la misma latitud. Como, en realidad, la Tierra no es una
circunferencia sino un elipsoide, el número de km. contenidos en un grado de
latitud es de 110,57 en el ecuador y de 111,7 junto a los polos. No obstante, dado
lo pequeño de la diferencia, para cálculos generales se acepta que el valor de un
grado de latitud es de 111 km.

14.1.2 Las proyecciones


Dibujar exactamente sobre una superficie plana las formas terrestres, sus relieves
y sus proporciones, viene constituyendo la finalidad de la cartografía. Pero el
hecho de la que Tierra sea esférica supone un importante impedimento para
lograr este fin. Tomemos un globo terrestre de plástico e intentemos extenderlo,
con el mapa pintado en su superficie totalmente expuesto a la vista, sobre una
mesa. Veremos que nos resulta imposible, aunque hagamos múltiples cortes. En
efecto, no es posible desarrollar la superficie de una esfera sobre un plano sin
modificar el dibujo impreso, por lo que, al extender nuestro globo, se producirán
obligadamente distorsiones en alguna de las características del mapa (distancias
entre puntos, formas, etc.). Siendo estrictos, la única manera de contar con un
mapa fiel sería construir mapas sobre fragmentos de esferas, lo que no parece
demasiado operativo. Con el fin de permitir transposiciones aceptables de las
superficies curvas a mapas planos, los cartógrafos han recurrido a “proyectar”
los mapas esféricos sobre superficies planas.
Algunos sistemas de proyección respetan la escala a lo largo de los paralelos,
pero no de los meridianos; otras, por el contrario, son fiables a lo largo de los
meridianos pero no de los paralelos; en otros casos, la variación de la escala en
meridianos y paralelos se compensa, de manera que se mantiene constante la
escala en referencia al área representada. Cuando la proyección se hace de tal
manera que se conservan las formas originales de las superficies proyectadas,
se habla de proyección conforme. Presentaremos ahora brevemente los tipos
principales de proyecciones.

14.1.2.1 Proyecciones cenitales o azimutales


Para explicar este tipo de proyección, jugaremos con la imagen de un globo
terráqueo de plástico transparente, que se ilumina con un foco desde diferentes
puntos y que genera sombras (proyecciones) sobre una pantalla plana.
Dependiendo de la localización del foco se distinguen (Figura 14.4):

- Proyecciones cenitales ortográficas. En ellas, el foco de luz se ha colocado


a una distancia infinita del globo (por lo tanto todos los rayos son
paralelos entre sí) y la pantalla toca el globo en dirección perpendicular
a los rayos luminosos Si el foco se coloca perpendicular a uno de los

342
Introducción a la cartografía

polos (proyección ortográfica polar), los meridianos se proyectarán


como rectas y los paralelos estarán tanto más próximos entre sí cuanto
más cercanos se encuentren al ecuador. Por el contrario, si el foco se
coloca perpendicular al ecuador (proyección ortográfica ecuatorial),
los paralelos se proyectan como rectas y los meridianos estarán tanto
más cercanos entre sí cuanto más próximos se encuentren al borde de la
circunferencia. El foco puede colocarse perpendicularmente a cualquier
otro punto del globo (proyección ortográfica oblicua) y, en ese caso,
meridianos y paralelos aparecen curvados y tanto más cercanos entre
sí cuanto más alejados estén del foco. Las proyecciones ortográficas solo
pueden abarcar un hemisferio, no son conformes ni respetan las áreas.
Además, la escala del mapa resultante disminuye desde el centro hacia
la periferia. A causa de estas deficiencias, pero explotando su aspecto
tridimensional y claro, las proyecciones ortográficas tan solo se emplean
con fines divulgativos, sin que tengan fiabilidad cartográfica.

Figura 14.4.- Principales tipos de proyecciones. Fuente elaboración propia.

343
Pilar Andrés

- Proyecciones cenitales estereográficas. Son aquellas en las que tanto


el foco como la pantalla están en contacto con el globo, en posiciones
diametralmente opuestas. Como en el caso anterior, el foco puede estar
en contacto con los polos, con el ecuador o con cualquier otro punto
de la esfera. Las proyecciones estereográficas permiten representar
superficies más amplias que un hemisferio y producen una proyección
conforme. En el mapa resultante, la distancia entre meridianos y
paralelos contiguos es mayor cuanto más alejados están del centro del
mapa, de modo que la escala crece desde el centro hacia la periferia.
Son muy útiles para representar áreas polares de latitud superior a
los 80º grados. Un caso particular de proyección estereográfica es la
proyección azimutal estereográfica corregida de Lambert. Se trata
de una proyección en la que los meridianos y paralelos proyectados se
espacian de modo que resulten equidistantes en toda la superficie del
mapa y que la escala se mantenga constante a lo largo de los paralelos.
Esta proyección mantiene la forma de las superficies representadas,
cuyas superficies son además proporcionales a las originales en toda la
superficie del mapa.
- Proyecciones cenitales gnomónicas. El foco está ahora situado en el
centro del globo y la pantalla roza su superficie en uno de los polos, en el
ecuador o en cualquier otro punto de la superficie del globo. El espacio
representable es inferior al de un hemisferio. En el mapa resultante,
los meridianos y los paralelos contiguos están tanto más distanciados
cuanto más lejanos se hallen del centro de proyección, al igual que en las
estereográficas, pero en mayor proporción. La proyección gnomónica da
lugar a mapas enormes que han de recortarse para hacerlos manejables
y provoca enormes deformaciones.

14.1.2.2 Proyecciones cónicas


Se obtienen sustituyendo la pantalla plana de proyección por un cono que
contacta con el globo a nivel de una circunferencia conocida como paralelo de
referencia de la proyección. En la proyección cónica simple, el cono se coloca
sobre el Polo Norte y el foco en el centro del globo. Se pueden escoger infinitos
conos, con lo que se obtendría un número infinito de resultados diferentes y
más o menos adecuados según las regiones cartografiadas. En esta proyección,
la escala en el paralelo de referencia es la misma que en el globo original, pero
aumenta conforme nos alejamos de este paralelo, y los meridianos aparecen
representados como rectas convergentes hacia uno de los polos. Es un tipo de
proyección apropiada para regiones extensas en longitud, sobre todo en latitud
media.
Al igual que para las proyecciones azimutales, se han generado versiones de las
proyecciones cónicas que corrigen algunas de sus desventajas. La más extendida

344
Introducción a la cartografía

es la Proyección cónica conforme de Lambert (LCC) que, por transformaciones


matemáticas, produce un mapa conforme.

14.1.2.3 Proyecciones cilíndricas


En realidad, las proyecciones cilíndricas son construcciones matemáticas.
Sin embargo, para seguir jugando con la figura usada hasta ahora, diremos
que se generarían por proyección de la superficie del globo terráqueo sobre
las paredes de un cilindro que lo rodease, desde un foco situado en el centro
del globo. La más conocida es la de Proyección Conforme de Mercator, que
se genera colocando el cilindro en contacto con el ecuador. Es una proyección
muy adecuada para latitudes próximas a la ecuatorial, pero que no es válida a
latitudes superiores a los 80º, en las que se aplican proyecciones estereográficas
polares. Para representar latitudes intermedias, se puede voltear el cilindro
hasta hacerlo contactar con el meridiano que nos interesa y obtener así una
Proyección Transversal de Mercator. Así, para cartografiar Chile o Argentina,
orientados en dirección N-S, es útil la proyección sobre un cilindro que contacte
con un meridiano de longitud 65˚W. Si el cilindro se colocase de forma oblicua,
obtendríamos una Proyección Oblicua de Mercator, útil para cartografiar
Japón, por ejemplo. En estas proyecciones, la escala se mantiene constante en
dos bandas simétricas a ambos lados del meridiano central. Las proyecciones de
Mercator producen mapas conformes, es decir, que reproducen sin alterarlos los
ángulos y formas del terreno real.

14.1.4 Las coordenadas UTM


El sistema de Mercator es actualmente base de la mayoría de la cartografía
disponible para las regiones de la Tierra comprendidas entre los 84º N y los
80º S. En este sistema, la posición de cualquier punto puede ser referenciada en
base al sistema de coordenadas UTM (Universal Transverse Mercator System).
Las coordenadas UTM pueden ser transformadas a coordenadas geográficas, de
manera que un punto puede ser localizado por cualquiera de los dos sistemas.
Las coordenadas UTM son un sistema de referencia cartográfico basado en
la proyección de Mercator. A diferencia de las coordenadas geográficas, más
intuitivas, el sistema UTM es una construcción totalmente artificial. El mapa
correspondiente a este sistema (Figura 14.5) divide el globo terrestre en 60
Zonas de longitud. Cada zona se extiende desde el paralelo 84˚ N hasta el 80˚
S y tiene como límites laterales dos meridianos que distan entre sí un arco de 6
grados. Las zonas están numeradas comenzando por la Zona 1 (que comprende
el huso localizado entre los 180 y los 174 grados, con referencia en Greenwich), y
su numeración progresa en dirección W-E.

345
Pilar Andrés

Figura 14.5.- Sistema Universal de Mercator.

Figura 14.6.- Estructura de una zona del sistema UTM. Fuente: elaboración propia

346
Introducción a la cartografía

En el mapa de la figura 14.5 vemos también una red de Bandas de latitud,


perpendiculares a las zonas e identificadas por letras ordenadas desde la A (en
el Polo Sur) hasta la Z (en el Polo Norte). Como ya se ha dicho, la proyección
más adecuada para las zonas polares es la estereográfica polar, de manera que
las zonas A, B o C no aparecen representadas en el mapa. No existen las letras O,
I, LL, CH ni Ñ. Las bandas C a M están en el Hemisferio Sur y las bandas N a X
en el Hemisferio Norte (Figura 14.6). A diferencia de las zonas de longitud, que
tienen todas la misma anchura, las bandas de latitud son de dimensión variable.
La bandas centrales tienen una altura de 8 grados cada una, mientras que la X
mide 12 grados.
Para cada Zona o huso, la anchura máxima se encuentra en el ecuador y es de
aproximadamente 668 Km (6˚ x 111 km/grado). La línea central de cada zona
(Figura 14.6) coincide con un meridiano del sistema geodésico tradicional, que
se denomina Meridiano Central. El origen de coordenadas UTM en cada zona
es el punto de intersección entre su meridiano central y el ecuador. Este origen de
coordenadas recibe un valor de longitud de 500 km Este. Para la latitud, el valor
asignado al origen de coordenadas es de 0 km en el Hemisferio Norte y de 10 000
km en el Hemisferio Sur. Conforme nos desplazamos desde el ecuador hacia el
norte, los valores de latitud aumentan (de 0 a 10 000 km.), mientras que cuando
nos desplazamos desde el ecuador hacia el sur, los valores de latitud disminuyen
(de 10 000 a 0 km).
Como vemos en la figura 14.6, la intercepción de cada huso con las
correspondientes bandas genera una serie de trapecios, cada uno de los cuales se
divide a su vez en 480 cuadrados de 100 km de lado (Figura 14.7), identificables
por dos letras. Las subdivisiones verticales corresponden a 24 letras, de la A a la
Z, y las horizontales a 20 letras, de la A a la V (no existen O, I, LL, Ñ ni CH).

Figura 14.7.- Organización de las cuadrículas de 100 Km de lado en cada trapecio. Elaboración
propia.

347
Pilar Andrés

14.2 La lectura de los mapas


En este apartado, intentaremos acercarnos a la lectura e interpretación de los
mapas topográficos.

14.2.1 La escala de los mapas


Podemos definir la escala como la relación existente entre la distancia horizontal
entre dos puntos representados en el mapa y la distancia real entre ellos en
terreno. La escala aparece representada en un mapa de dos formas, la gráfica y
la numérica. La escala gráfica consiste en una pequeña regla (Figura 14.8) que,
aplicada sobre el mapa, nos permite determinar directamente las distancias
sobre el terreno. La escala numérica se representa en forma de cociente, con un
1 en el numerador y un número variable en el denominador. Una escala 1:25000
(o 1/25000) ha de entenderse de la siguiente manera: la distancia que midamos
sobre el mapa ha de ser multiplicada por 25000 para obtener la distancia real en
el terreno (en los dos casos han de usarse las mismas unidades de medida). Así,
dos puntos separados 12 cm en un mapa de escala 1:25000, distan en el terreno 3
km (12 x 25 000 = 300 000 cm).

14.2.2 Localización de nuestro mapa en el globo terrestre


Cuando tenemos en las manos un mapa, una primera pregunta es ¿a qué parte del
mundo corresponde? Esta pregunta se puede responder gracias a las coordenadas
geográficas que aparecen en las cuatro esquinas del mapa, y que nos ofrecen
los límites de la hoja en forma de grados, minutos y segundos, con respecto al
meridiano de Greenwich. En el ejemplo de la figura 14.8, correspondiente a una
hoja del mapa topográfico de Estelí (Nicaragua), las coordenadas geográficas
nos dicen que el extremo superior del mapa se encuentra a 86º30’ al oeste de
Greenwich y a 13º10’ al norte del ecuador.
Los mapas ofrecen, además de las coordenadas geográficas, una referenciación
basada en el sistema UTM. Las coordenadas UTM aparecen representadas en los
extremos superior e inferior y en los laterales de los mapas (Figura 14.8), al final
de cada línea de la retícula UTM.
En los mapas encontraremos un recuadro similar al de la Figura 14.9, en el que se
nos informa de (a) la zona y la banda UTM a que pertenece el mapa (en nuestra
figura, zona 36, banda S), (b) el cuadrado de 100 x 100 km dentro del trapecio
definido por la zona y la banda (en nuestro ejemplo, VD) y (c) las instrucciones
para dar la referencia de cualquier punto en el mapa. Los mapas incluyen también
un reticulado kilométrico UTM, de diferente ancho de cuadrícula, dependiendo
de la escala del mapa. En los mapas de escala 1:25000, la retícula mide 1 km
sobre el terreno y 4 cm sobre el mapa, mientras que en los de escala 1:50000 la
retícula es de 1 km sobre el terreno y de 2 cm sobre el mapa.

348
Introducción a la cartografía

Figura 14.8.- Coordenadas geográficas y UTM en los mapas. Fuente: elaboración propia sobre
mapas cedidos por INETER (Nicaragua)

Figura 14.9.- Localización de un punto en el mapa por sus coordenadas UTM. Fuente: Mapas
topográficos del ejército.

14.2.3 Leer las coordenadas de cualquier punto en nuestro


mapa
Cualquier punto de un mapa puede identificarse según el sistema de
coordenadas UTM. Las instrucciones vienen recogidas, como se ha dicho, en
un recuadro similar al reproducido en la figura 14.9. El procedimiento a seguir

349
Pilar Andrés

es el siguiente: (i) localizar la línea vertical de la cuadrícula UTM más cercana


a la izquierda del punto y apuntar los números grandes que aparecen al pie (y
también encima de la línea, (ii) calcular, midiendo en el mapa y aplicando la
escala, el número de decenas de metros desde la línea hasta el punto y añadir el
número correspondiente, (iii) localizar la línea horizontal de la cuadrícula UTM
inmediatamente por debajo de nuestro punto y apuntar los números grandes que
aparecen en sus extremos derecho e izquierdo y (iv) calcular, midiendo sobre el
mapa y aplicando la escala, el número de decenas de metros entre la línea y el
punto y anotar el número. Para el ejemplo de la figura 14.8, sobre un mapa de
escala 1:50000, el punto A tendrá unas coordenadas 36SVD 558541.

14.2.4 La declinación magnética


En algún punto de nuestro mapa encontraremos una imagen similar a la que se
reproduce en la figura 14.10, que nos informa sobre la declinación magnética.
Como se ha dicho, cada una de las 60 zonas que componen la Red Universal
Transversal de Mercator (UTM) es un huso con una anchura de 6 grados de
longitud, construido sobre un meridiano central en dirección N-S. La dirección
de este meridiano central coincide, por lo tanto, con la del Norte Verdadero o
Norte Geográfico.
Si superponemos la red de Mercator sobre la red de meridianos y paralelos,
observamos que las direcciones de las líneas de las dos redes tan sólo son
paralelas a la altura del ecuador, donde ambas apuntan al Norte verdadero.
Conforme aumenta la latitud, los meridianos convergen, mientras que las líneas
UTM siguen siendo equidistantes, por lo que ocurre una divergencia entre
ambas, que denominamos declinación de red o convergencia de cuadrícula (δ),
que es el ángulo que forma el Norte de la Red (GN) con el Norte Verdadero
Además del Polo Norte Geográfico, definido por el eje de rotación de la Tierra,
existe un Polo Norte Magnético, al que apuntan las brújulas. A diferencia del
Norte Geográfico, este Norte Magnético no es un punto fijo, sino que se desplaza
a una velocidad variable, que era de unos 10 km año-1 en los años 70, de 15 km
año-1 en 1994 y de 40 km año-1 en 2004 (según datos de 2004 de la Comisión
Geológica de Canadá). El ángulo formado por el Norte de la Red y el Norte
Magnético se denomina Ángulo Magnético de Red o Declinación Magnética
(ω). Esta declinación puede ser occidental (entonces se la considera negativa y
se le da signo -) o bien oriental (positiva, con signo +). Puesto que, como se ha
dicho, el Polo Magnético varía de posición, los mapas informan también sobre la
Variación anual de la declinación. El valor del ángulo de declinación magnética
en fecha actual se calcula a partir de esta variación y del año en que se hizo el
cálculo inicial (también especificado en mapa).

350
Introducción a la cartografía

Figura 14.10.- Declinación magnética y convergencia de cuadrícula. Fuente: elaboración propia.

14.2.5 Las curvas de nivel


Las curvas de nivel representan el relieve del terreno sobre el mapa. Son líneas
ideales que unen todos los puntos de igual altura (o cota) sobre el nivel del mar,
que se considera como nivel de referencia de 0 metros. Para construir las curvas
de nivel de una montaña, por ejemplo, supondremos que cortamos la montaña
con una serie de planos paralelos a la superficie del mar y equidistantes entre sí.
El conjunto de puntos en los que cada uno de estos planos corta a la superficie
externa de la montaña formará una línea cerrada sobre sí misma y cuyos puntos
están todos a la misma cota. Basta con proyectar sobre el mapa todas las líneas
obtenidas con estos planos de corte, para obtener el mapa topográfico de la
montaña (Figura 14.11). En el mapa de la figura 14.8, una de cada cinco curvas
de nivel tiene un trazado más grueso que las demás y lleva sobrescrita su cota en
metros. Son las denominadas curvas directrices o curvas maestras. Las otras
cuatro curvas, las curvas intermedias, son de trazo más fino y su cota, que no
aparece escrita, se puede deducir fácilmente a partir del valor de las curvas
directrices y de la equidistancia.

351
Pilar Andrés

Figura 14.11.- Proyección de las curvas de nivel de una montaña imaginaria.

Para cada mapa topográfico, la distancia entre los diferentes planos de corte
paralelos es siempre la misma y se denomina equidistancia. En general, esta
equidistancia va asociada a la escala del mapa (10 m para escalas 1:25 000; 20 m
para 1:50 000; 40 m para 1:100 000, etc.).
Las curvas de nivel tienen algunas características que es útil recordar a la hora de
interpretar un mapa: (i) toda curva de nivel es cerrada sobre sí misma (aunque a
veces no se observe en el trozo de mapa visible); (ii) dos curvas nunca se cortan
una a otra; (iii) dos o más curvas pueden fundirse en una en un punto concreto
o en un tramo. En ese caso, están representando superficies verticales; (iv) una
curva de nivel no puede dividirse en dos o más curvas; (v) cuando las distancias
entre las curvas de nivel son constantes, representan una pendiente uniforme,
cuando están muy separadas entre sí, indican pendientes suaves y cuando están
muy juntas indican pendientes abruptas; (vi) las cimas se encuentran dentro de
la curva de nivel de cota más alta y, a menudo, están marcadas con un punto y
un número que corresponde a la cota máxima de la montaña.
Cuando las curvas de nivel presentan unas pequeñas pestañas, indican una
depresión, que está en la dirección que marcan las pestañas.

352
Introducción a la cartografía

14.2.6 La leyenda de los mapas


En cada mapa topográfico veremos que, además de las curvas de nivel, aparece
dibujado un abundante número de símbolos. La leyenda del mapa recoge
el significado de todos y cada uno de los símbolos y colores (si se trata de un
mapa en color) presentes. La lectura de la leyenda es imprescindible para la
interpretación de los mapas (figura 14.12).

Figura 14.12.- Ejemplo de leyenda de un mapa

353
Pilar Andrés

14.3 Cálculos muy básicos sobre los mapas topográficos

14.3.1 Cálculo de las distancias reales


Un mapa topográfico resulta de proyectar, sobre un plano horizontal, superficies
de la Tierra que pueden estar más o menos inclinadas. Esta proyección vertical
implica una reducción sobre el mapa de la distancia real que existe entre dos
puntos del terreno. La estima real de la distancia se obtiene fácilmente por
trigonometría.
Así, en la figura 14.13, la distancia entre A y B, si nos ceñimos en el recorrido
a las irregularidades del terreno, es decir la distancia que recorreríamos
caminando, se denomina distancia natural. La longitud de la recta A-B, es la
distancia geométrica o distancia real. La distancia entre los puntos A’ y B’, que
es la que mediríamos en el mapa, es la resultante de proyectar los puntos A y B
sobre la horizontal y se llama distancia planimétrica o distancia horizontal. La
distancia planimétrica y la geométrica tan solo coinciden cuando el terreno es
totalmente plano.
Se denomina desnivel a la diferencia de cota entre A y B, es decir a la diferencia
(BaB1) - (Aa A1)
Para calcular la distancia geométrica o real (r) entre dos puntos, tendremos
que calcular la longitud de la hipotenusa de un triángulo rectángulo, del que
conocemos la longitud de los dos catetos: la distancia reducida (a) y el desnivel
(b), por lo que:
r = √ (a2 + b2)

cia
tan B
Dis étrica
m
geo
Desnivel
α
A
Perfil real del
terreno

Distancia
natural

A’ B’
Distancia
planimétrica

Figura 14.13.- Distancias naturales y reducidas. Fuente: elaboración propia.

354
Introducción a la cartografía

14.3.2 Cálculo de la pendiente


La pendiente entre dos puntos del terreno es el ángulo, con respecto a la
horizontal, que describe la línea que los une o, dicho de otra forma, el cociente
entre el desnivel y la distancia planimétrica. La pendiente puede expresarse en
porcentaje o en grados. Para calcular la pendiente en tanto por ciento, se emplea
la fórmula:
Pendiente ( %) = 100 x desnivel /distancia planimétrica
Para calcular la pendiente en grados, utilizaremos la trigonometría y
calcularemos la tangente del ángulo (α) que forman la línea de la distancia real
con la de la distancia planimétrica. El ángulo buscado será el arco tangente del
cociente y la pendiente se calculará por la siguiente fórmula:
α = Arco tangente de (desnivel/distancia planimétrica)

14.3.3 Construir un perfil a partir de un mapa topográfico


El corte topográfico o perfil, sirve para hacerse una idea en vertical de cómo
es el relieve que está dibujado en el mapa en horizontal. Para levantar un perfil,
debemos atender a las curvas de nivel, a la distancia planimétrica entre los dos
puntos y a la escala del mapa.
Para construir el perfil entre dos puntos del mapa, comenzaremos por trazar una
línea recta entre ambos puntos. Tomaremos un papel blanco que colocaremos
coincidiendo exactamente con esa línea y marcaremos sobre él todas las curvas
de nivel que interceptemos. Si las curvas de nivel están muy juntas, basta con que
marquemos las curvas maestras.
Tomaremos ahora una hoja milimetrada, sobre la que dibujaremos: (i) un eje
horizontal, que corresponde a las distancias planimétricas. Este eje tendrá la
misma escala que el mapa. Si se quiere variar la escala, será preciso hacer las
transformaciones pertinentes. Sobre este eje, trasladaremos exactamente los
puntos correspondientes a las distancias entre las curvas de nivel, que habíamos
copiado en nuestro papel blanco; (ii) un eje vertical, que corresponderá a las
distancias en altura (cotas). Este eje puede tener la misma escala que el mapa
pero, generalmente, se escoge una escala diferente para evidenciar visualmente
el relieve. Si escogemos, por ejemplo, una escala 1/10000, cada centímetro en el
papel serán 100 metros en la realidad. Marcaremos estas alturas en el eje.
A continuación, para cada punto marcado en el eje horizontal trazaremos, hacia
arriba, una línea perpendicular. Desde el eje vertical, y con origen en el punto
correspondiente al valor de la cota de la curva de nivel del punto considerado,
trazaremos una línea paralela al eje horizontal. Marcaremos el punto de
intersección de las dos líneas trazadas. Repitiendo el mismo procedimiento para

355
Pilar Andrés

cada punto, y uniéndolos todos por una línea, obtendremos el perfi l del relieve
del territorio entre dos puntos seleccionados (Figura 14.14).

Figura 14.14.- Ejemplo de perfi l topográfico.

14.4 Referencias
• Arocha, J.L. (1978). “Fundamentos de Cartografía” 4ª edición. Ediciones del Autor.
JOLAR. Caracas.
• Franco Rey, J. (1999). “Nociones de topografía, geodesia y cartografía”. Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Extremadura. Cáceres.
• Franco S. y Valdez M.A. (2003). “Principios básicos de cartografía y cartografía
automatizada”. Universidad Autónoma del Estado de México.
• Joly F. (1988). “La cartografía”. Oikos-Tau. Barcelona.
• Martín López J. (1997). “Historia de la cartografía y de la topografía”. Universidad
Politécnica. Madrid.
• Martínez Méndez L. (1983). “El concepto de escala en cartografía y su aplicación
práctica”. Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.
• Monkhouse F.J. y Wilkinson H.R. (1966). “Mapas y diagramas”. Oikos-Tau.
Barcelona.
• Panareda J. (1984). “Cómo interpretar el mapa topográfico”. Anaya. Madrid.
• Raisz E. (1978). “Cartografía”. 6ª edición. Omega. Barcelona.
• Robinson A.H., Sale R.D., Morrison J.L. y Muehrcke Ph.C. (1987). “Elementos de
Cartografía”. Omega. Barcelona.
• Vázquez Maure F. y Martín López J. (1995). “Lectura de mapas”. 3ª edición.
Universidad Politécnica de Madrid. Madrid.

356
CAPÍTULO 15
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA

Josep Vila
Diego Varga

15.0 Introducción
En este capítulo se presenta una síntesis de los principales conceptos teóricos
vinculados a los Sistemas de Información Geográfica (SIG), que se complementa
con procedimientos prácticos que complementan la aproximación teórica a los SIG.
En primer lugar, cabe recordar que los Sistemas de Información Geográfica
(SIG) o Geographic Information Systems (GIS) son, ante todo, una tecnología
desarrollada a raíz de la necesidad de disponer de forma rápida de datos
cartográficos y alfanuméricos, en el marco de la llamada sociedad de la
información. Así pues, una primera característica es que permiten disponer,
gestionar y analizar de forma ágil información espacial, es decir, datos referidos
a un determinado ámbito territorial.
Los primeros y rudimentarios SIG no aparecen hasta finales de los sesenta
o principios de los setenta, a partir de sistemas de simulación y modelado
desarrollados desde la planificación del territorio y la ecología, junto a la
generación de las primeras grandes bases de datos de carácter estadístico o
geográfico. Aún así, su verdadero impulso y popularización no llegará hasta la
década de los ochenta, con el espectacular desarrollo de las posibilidades gráficas
de los ordenadores y periféricos y la presencia de una gama cada vez más extensa
y potente de ordenadores personales a precios cada vez más asequibles.

15.1 Definición de los SIG


Existe una multiplicidad de definiciones de los SIG sin que, hasta el momento,
ninguna sea considerada como estándar. Entre esta variedad de definiciones cabe
destacar como un buen ejemplo la realizada por el National Center for Geographic
Information & Analysis (www.ncgia.ucsb.edu), que considera un SIG como un
“sistema compuesto por hardware, soft ware y procedimientos para capturar,
manejar, manipular, analizar, modelizar y representar datos georreferenciados,
con el objetivo de resolver problemas de gestión y planificación”.
Entre las principales características diferenciales de un SIG se pueden destacar
las siguientes:

357
Josep Vila y Diego Varga

• Se trata de un sistema de representación que permite visualizar


entidades gráficas (puntos, líneas, símbolos, imágenes…) referenciadas
mediante coordenadas.
• Dispone de una base de datos adjunta fácilmente manejable.
• La organización de la base de datos hace posible el análisis de las
relaciones espaciales entre los datos almacenados.
• Dispone de un sistema de acceso a la base datos que permite realizar
consultas y simulaciones.
• Dispone de un sistema de generación de cartografía automática a partir
de consultas y simulaciones.
• Dispone de un sistema de generación de información alfanumérica a
partir de consultas y simulaciones.
• Dispone de un lenguaje de programación que permite la implementación
de nuevas aplicaciones para dar respuesta a nuevas necesidades de los
usuarios.
• Dispone de un sistema de importación y exportación de datos gráficos y
alfanuméricos.

Este conjunto de características pone de relieve la gran diversidad de tipos de


SIG que pueden llegar a existir. Una primera diferenciación general separaría
los denominados SIG abiertos, destinados a usuarios expertos, que permiten al
usuario disponer de un sistema más sofisticado y con una gran diversidad de
posibilidades y aplicaciones, de los SIG cerrados con un número de aplicaciones
limitadas con el objetivo de satisfacer una necesidades específicas y particulares
de usuarios no expertos. Evidentemente, entre un SIG absolutamente abierto, sin
limitaciones de ningún tipo, y uno completamente cerrado (por ejemplo con la
posibilidad de realizar una única aplicación concreta), existe una gran variedad
de casuísticas intermedias.
Entre los SIG abiertos podríamos situar cualquiera de los programas estándar
desarrollados por alguna empresa o institución, como por ejemplo:

• ArcGis (www.esri.com/soft ware/arcgis)


• Idrisi (www.clarklabs.org)
• Miramon (www.creaf.uab.es/MiraMon)
• Grass (gras.itc.it). Programario libre

Entre los SIG cerrados cabe destacar aplicaciones concretas realizadas con un
objetivo muy determinado como serían, por ejemplo, los visualizadores de
información que permiten únicamente observar y consultar la información

358
Los Sistemas de Información Geográfica

cartográfica y alfanumérica almacenada por alguno de los programas estándar


de SIG y que suelen ser un modesto soft ware de distribución gratuita. Así por
ejemplo tenemos:

• En ArcGis es el ArcReader (www.esri.com/soft ware/arcgis/arcreader)


• En Miramon es el Miramon Map Reader (www.creaf.uab.es/
MiraMon/mmr)

15.2 Aplicaciones
La flexibilidad implícita en los Sistemas de Información Geográfica ya pone
de relieve la gran cantidad de campos de aplicación en que están presentes. A
continuación, se detallan algunos de los principales campos de aplicación de los
SIG entre los que encontramos de forma muy específica y particular los riesgos
ambientales:

- Recursos naturales y medio ambiente. Es precisamente en este campo


de aplicación donde nace el primer Sistema de Información Geográfica,
el denominado Canadian Geographic Information System (CGIS), que se
empieza a implementar en 1967 con objeto de gestionar los resultados
de los inventarios forestales. Los SIG han tenido un gran desarrollo en el
ámbito de la gestión forestal, de lo que existen múltiples ejemplos a nivel
internacional, empezando por el mismo CGIS. Vinculadas al mundo
forestal, se han desarrollado también múltiples aplicaciones sobre
prevención de incendios forestales y análisis de la pautas de difusión,
que enlazan con la cuestión de los riesgos ambientales.
- Los estudios sobre cambios en los usos y cubiertas del suelo han
utilizado también con gran profusión los SIG que, con la ayuda de los
sensores remotos, permiten una rápida actualización de la información
en un contexto marcado por rápidos cambios.
- Los estudios de impacto ambiental utilizan los SIG aprovechando su
potencial en relación a la integración y análisis de una gran cantidad
de datos sobre, por ejemplo, usos del suelo, vegetación, fauna, litología,
hidrología y patrimonio cultural, entre otros. Así mismo, se pueden
utilizar para definir cuales son las área más optimas para la localización
de determinadas actividades, teniendo en cuenta un conjunto de
condiciones y condicionantes.
- Catastro. Este es uno de los campos en que mayor impulso han recibido
los SIG, al suponer un beneficio directo para el erario público, fruto del
incremento en el control de impuestos derivados de los bienes urbanos
y/o rústicos. Se les conoce específicamente con el acrónimo LIS: Land
Information Systems. En el caso de España, se desarrolló en 1987 el

359
Josep Vila y Diego Varga

Sistema de Información Geográfica del Catastro (SIGCA) (www.catastro.


minhac.es).
- Transportes. En este ámbito, cabe destacar los inventarios de las redes
de carreteras y ferrocarriles, que pueden incorporar información sobre
la señalización, el estado de conservación, la intensidad de tránsito, el
número de accidentes, etc. con el objetivo de disponer de la información
básica y de facilitar su conservación y mejora. Así mismo, los SIG pueden
ayudar a la definición de nuevos trazados, a partir de la aplicación de un
conjunto de condiciones y/o condicionantes.
- Redes de infraestructuras básicas. Los SIG son ampliamente utilizados
para la gestión y la planificación de las redes de infraestructuras básicas,
tales como la red eléctrica, telefónica, de distribución de agua potable,
de gas o de alcantarillado.
- Riesgos ambientales. La prevención de riesgos ambientales y la toma de
decisiones ante catástrofes, tanto de origen natural como tecnológico,
es un campo preferente de aplicación y utilización de los SIG. Entre las
aplicaciones en este ámbito, podemos destacar la determinación de las
áreas de riesgo ante una determinada situación: incendios forestales,
terremotos, inundaciones, contaminación atmosférica, etc. A partir
de aquí, se puede determinar la población susceptible de ser afectada y
las medidas de prevención y/o evacuación. Los SIG se han convertido
en una herramienta fundamental para el diseño y gestión de planes de
emergencia. En la red se encuentran infinidad de páginas dedicadas a
analizar las potencialidades de los Sistemas de Información Geográfica
para gestionar y mitigar situaciones de riesgo ambiental, así como la
presentación de aplicaciones concretas de la utilización de los SIG ante
situaciones de riesgo ambiental. Entre estas podemos destacar:
www.gisdevelopment.net/application/natural_hazards
www.oas.org/pgdm/mitiplan.htm
- Análisis de mercado. A partir de de la consideración de la componente
espacial en la representación de la distribución de potenciales clientes y
puntos de venta o distribución de productos.
- Planificación territorial. Los SIG son una herramienta cada vez más
fundamental para el almacenamiento y gestión de información relativa
a la planificación territorial en general y, de forma muy particular,
al planeamiento urbanístico. En esta línea, desarrollan un papel
primordial en el control de la normativa urbanística, la localización de
nuevos equipamientos e infraestructuras, la revisión del planeamiento y
la definición de escenarios de futuro.

360
Los Sistemas de Información Geográfica

15.3 Características fundamentales de los datos geográficos


Los SIG utilizan los datos geográficos como fuente principal para su
funcionamiento. En este sentido, cabe destacar que los datos geográficos se
caracterizan por disponer de tres grandes tipos de componentes: la temática, la
espacial y la temporal:

- La componente espacial. Un primer factor fundamental es la


“localización”, es decir, la posición de los objetos en el espacio definida
a partir de un sistema de coordenadas. El sistema de coordenadas ha de
ser el mismo para las distintas capas de información que se utilicen para
permitir su combinación (Figura 15.1). Un segundo factor fundamental
son las relaciones espaciales, entre las que se distinguen las relaciones
topológicas y las relaciones geométricas. Las topológicas tienen un
marcado carácter cualitativo y se refieren, por ejemplo, a la contigüidad
física entre los elementos representados. En cambio, las geométricas son
cuantitativas y se calculan a partir de las coordenadas de los objetos,
como sería el caso de la distancia entre elementos representados o de la
superficie ocupada por alguno de ellos.
- La componente temática. La tipología de los objetos representados no
presenta una variación puramente aleatoria, sino que hay un cierto
grado de regularidad en su variabilidad espacial y temporal. En este
sentido, se ha determinado un principio fundamental vinculado a los
valores temáticos, como es la autocorrelación espacial, que se refiere al
hecho de que los objetos más cercanos entre sí tienden a tener valores
temáticos más parecidos
- La componente temporal. La distribución de los valores temáticos
se modifica a lo largo del tiempo, pero de acuerdo con un patrón no
aleatorio, sino regido por algunos principios, entre los que cabe destacar
la autocorrelación temporal. Según esta autocorrelación, los valores
temáticos que cobra un mismo objeto representado a lo largo del
tiempo tienden a ser más parecidos entre sí cuanto menos tiempo ha
transcurrido entre dos representaciones.

Además, los datos geográficos conllevan un conjunto de problemas específicos


derivados de las características mismas de la información geográfica, como son
los problemas de medición, fruto de la necesidad de limitar el marco espacial y
temporal. O como los problemas de la recogida de la información, resultado de
la imposibilidad de recoger de forma sistemática toda la información referida un
determinado territorio.

361
Josep Vila y Diego Varga

Figura 15.1.- Capas de información georreferenciadas. Fuente: elaboración propia.

Figura 15. 2.- Los modelos raster y vectorial de representación. Fuente: elaboración propia.

Finalmente, es necesario comentar la cuestión de la calidad de los datos


geográficos y, en especial, su exactitud. La exactitud se refiere al grado de
proximidad entre una observación y el valor real. El nivel mínimo de exactitud
está limitado por las características y necesidades de cada estudio. Podemos
hablar de la exactitud posicional, o la exactitud en la localización de los
elementos en el mapa. Evidentemente, la magnitud de un posible error está
directamente condicionada por la escala de trabajo, de tal forma que un mismo
error (por ejemplo de 1 mm) es mayor cuanto menor es la escala de trabajo y
viceversa. Por otra parte, tenemos la exactitud temática, o la coincidencia entre
el tipo de elemento que se representa y la realidad. Una mención aparte merece el
concepto de consistencia lógica, que se refiere al hecho de que los elementos que
constituyen el mapa estén correctamente construidos. Por ejemplo, los polígonos

362
Los Sistemas de Información Geográfica

se han de haber cerrado de forma perfecta y no han de existir problemas de


concordancia entre las distintas capas de información.

15.4 La representación de los datos geográficos en un SIG


Los SIG no pueden representar toda la información implícita en la extrema
complejidad inherente al mundo real, por lo que es necesario optar por
simplificaciones que destaquen los elementos que se consideren más relevantes.
Estas simplificaciones se denominan modelos de representación y, en el mundo
de los SIG, existen dos tipos de modelización básicos: el modelo raster y el
modelo vectorial.

15.4.1 El modelo raster


En primer lugar, se caracteriza por centrar su interés en la tipología de los
elementos a representar más que en su delimitación cartográfica precisa. El
espacio se divide en una red regular de unidades diferenciadas, de igual tamaño
y forma, denominadas píxeles o celdas y, por este motivo, se le considera como
una red regular. Cada uno de los píxeles dispone de un valor numérico que
codifica un determinado elemento del mundo real (Figura 15.2).
La representación de los elementos del mundo real se realiza de la siguiente
forma:

• Un elemento puntual = un píxel


• Un elemento lineal = una secuencia de píxeles
• Un elemento poligonal = una agrupación de píxeles

La exactitud posicional de los elementos representados será mayor cuanto menor


sea la superficie que representa cada píxel. La superficie representada por cada
píxel se denomina resolución. Así, un incremento de la resolución supone un
incremento de la exactitud en la localización de los elementos representados.
La localización de los elementos en el modelo raster puede ser de dos tipos:
absoluta o relativa. La localización absoluta viene definida por el sistema
de coordenadas. En cambio, la localización relativa se define a partir de la
localización del píxel en relación al número de fila y columna.
Las representaciones tridimensionales del territorio en un SIG se denominan
Modelos Digitales del Terreno (MDT). Los MDT tienen en cuenta la altitud y
facilitan el cálculo de variables claves, como la orientación y/o la pendiente. En
el modelo raster, el MDT responde también a una red regular de píxeles, donde
cada píxel expresa la altitud en aquella determinada localización (Figura 15.3).

363
Josep Vila y Diego Varga

Figura 15.3.- MDT modelo raster. Red regular de píxeles. Fuente: elaboración propia.

15.4.2 El modelo vectorial


En primer lugar, se caracteriza por ubicar de forma muy exacta y precisa los
elementos representados. Las características del espacio a representar se definen
a partir de una trilogía de elementos: punto, línea y polígono.

- El punto es un objeto espacial sin dimensión, que dispone de


una localización en el espacio, pero sin longitud ni amplitud. Se
representan con un punto elementos con una dimensión despreciable.
La representación en formato de punto o de polígono dependerá de la
correlación existente entre la dimensión del elemento y su escala de
representación.
- La línea es un objeto espacial de una sola dimensión, por disponer de
longitud pero no de amplitud. Se define a partir de una secuencia de
puntos.
- El polígono es un objeto espacial de dos dimensiones, pues dispone
tanto de longitud como de amplitud. Se define a partir de una secuencia
de líneas que se cierra. De la trilogía de elementos propios de la
representación vectorial, el polígono es el que se utiliza de forma más

364
Los Sistemas de Información Geográfica

frecuente y territorialmente más extensa, pues muchos fenómenos


geográficos y territoriales se han de representar mediante polígonos.

La localización de los elementos en el sistema vectorial se realiza a partir de un


sistema de coordenadas.
La estructuración de la información en el modelo vectorial es bastante más
compleja y diversa que en el modelo raster. Así, existen tres grandes tipos de
estructuras de la información vectorial:

- Estructura de datos spaghetti. Cada objeto dispone de un identificador


acompañado de una lista de coordenadas. Se trata de la estructura
más sencilla y genera mucha repetición de información, vinculada a
la duplicación de coordenadas en elementos que comparten puntos
en común. No almacena las relaciones topológicas entre los elementos
representados.
- Estructura de diccionario de vértices. Cada objeto se representa
mediante dos ficheros. En el primero, se almacena una relación de
los vértices con sus coordenadas respectivas y, en el segundo, la
relación de los vértices que definen cada objeto representado. Es una
estructura bastante simple, que resuelve los problemas de repetición de
la información, aunque continua siendo pobre desde un punto de vista
topológico.
- Estructura arco–nodo. El elemento fundamental es el arco, que podemos
definir como una segmento o sucesión de segmentos que empiezan en
un nodo y acaban en otro. Los nodos aparecen en los puntos de conexión
entre dos líneas, o donde empieza o acaba una línea. Es una estructura
compleja, pues cada objeto se representa mediante un total de cuatro
ficheros dedicados, respectivamente, a la topología de los polígonos, a
la topología de los nodos, a la topología de los arcos y a las coordenadas
de los arcos. Es una estructura muy completa desde el punto de vista
topológico, ya que se conocen perfectamente las relaciones espaciales
existentes entre los distintos objetos representados, lo que proporciona
una gran capacidad analítica.

En el modelo vectorial, los MDT se basan en la estructura TIN, un modelo de


representación tridimensional propia de la estructura arco–nodo (Figura 15.4).
Es una red de triángulos irregulares, donde cada nodo almacena las coordenadas
de posición (X e Y) y donde, además, se introduce el valor de la elevación (Z).

365
Josep Vila y Diego Varga

Figura 15.4.- MDT modelo vectorial. Estructura TIN. Fuente: elaboración propia.

15.5 Fundamentos de los SIG raster


La entrada de datos en un SIG raster se puede realizar a partir de diferentes
opciones: (i) imágenes de satélite, (ii)imágenes escaneadas, (iii) importación de
ficheros raster obtenidos, por ejemplo, mediante un satélite o escáner, y que se
importan para convertirlos a un formato raster determinado con el que pueda
trabajar el SIG raster en cuestión y (iv) pasterización o conversión a formato
raster de cartografía digital en formato vectorial.
La presentación de los datos se puede realizar a partir de mapas raster
convencionales, de mapas tridimensionales y también de tablas y gráficos.
Entre los análisis de datos más característicos en los SIG raster se pueden
mencionar los siguientes: (a) reclasificación de datos (edit – assign y reclass), (b)
reagrupación de píxeles (group), (c) superposición de datos (overlay), (d) filtrado
de mapas (filter), (e) cálculo de superficie, perímetro y forma (area, permiter y
cratio), (f) cálculo de distancias euclidianas (distance), (g) análisis de proximidad
(distance–reclass y buffer), (h) cálculo de pendientes (slope), (i) cálculo de
orientaciones (aspect), (j) análisis de sombras (analytical hillshading), (k) cálculo

366
Los Sistemas de Información Geográfica

de cuencas visuales (viewshed), (l) cálculo de cuencas de drenaje (watershed), (m)


eneración de polígonos Thiessen (thiessen), (n) interpolación de valores (interpol-
intercon), (p) uperficies de fricción (cost) y (q) cálculo de caminos mínimos
(pathway).

15.6 Fundamentos de los SIG vectoriales


La entrada de datos en un SIG vectorial se puede realizar a partir de diferentes
opciones:

- Digitalización manual
- GPS (Global Positioning System)
- Importación de ficheros vectoriales obtenidos, por ejemplo, mediante
digitalización o generados por un GPS, y que se importan para
convertirlos a un formato vectorial determinado, en el que pueda
trabajar el SIG vectorial en cuestión.
- Vectorialización, o conversión a formato vectorial de cartografía digital
en formato raster.

La presentación de los datos se puede realizar a partir de mapas vectoriales


convencionales de puntos y/o líneas y/o polígonos, de mapas tridimensionales en
formato TIN y también de tablas y gráficos.
Entre los análisis de los datos más característicos en los SIG vectoriales se pueden
mencionar los siguientes: (1) generalización cartográfica a partir de la agregación
de valores, (2) mediciones espaciales en líneas (longitud y sinuosidad) y polígonos
(perímetro, área y centroide), (3) consultas de la base de datos (atributos y
espaciales), (4) superposición de mapas (overlay), (5) análisis de proximidad
(buffer), (6) cálculo de pendientes (slope), (7) cálculo de orientaciones (aspect),
(8) cálculo de cuencas visuales (viewshed), (9) cálculo de cuencas de drenaje
(watershed), (10) generación de polígonos Thiessen (thiessen) y (11) análisis de
redes (rutas óptimas y áreas de influencia).
La tabla 15.1 presenta, a modo de conclusión, una comparación entre las
principales ventajas e inconvenientes de los SIG raster y los SIG vectoriales, con
el objetivo de ofrecer una visión de síntesis sobre sus principales potencialidades
y limitaciones.

367
Josep Vila y Diego Varga

Ventajas Inconvenientes
Estructura de datos simple. Cada Estructura de datos poco compacta.
píxel dispone de un valor Cada píxel dispone de un valor único
y se generan archivos muy grandes
Rápida y eficaz aplicación de las
operaciones de superposición Ciertas relaciones topológicas
(overlay). Las operaciones se difíciles de representar
establecen y se realizan píxel a píxel
Salidas gráficas de peor calidad fruto
SIG RASTER

Formato muy eficiente para la de la representación menos precisa de


representación de variables con una los elementos propia del modelo raster
alta variación espacial. Se dispone
generalmente de un gran número MDT raster incapaz de adaptarse a una
de píxeles que pueden facilitar topografía muy cambiante por el hecho
una adecuada representación de ser una malla regular de píxeles
de la variabilidad espacial
Formato utilizado para la generación
y tratamiento de las imágenes
satélite. Una de las fuentes de
alimentación principal de los SIG

Estructura de datos más compacta Estructura de datos compleja,


especialmente en el caso
Relaciones topológicas más completas de la arco – nodo
y por tanto más fáciles de representar
Operaciones de superposición
SIG VECTORIAL

Salidas gráficas de más calidad al de capas de información más


disponer de una representación complejo y con el riesgo de generar
precisa de los elemento a partir de la falsos polígonos (“slivers”)
trilogía: punto, línea y polígono
Poco eficiente cuando la
MDT de estructura TIN que variación espacial de las variables
permite intensificar el número de representadas es muy alta
nodos y triángulos en las zonas
de relieve más cambiante Las imágenes de satélite no se
pueden tratar adecuadamente
en formato vectorial
Tabla 15.1.- Comparación entre los SIG raster y los SIG vectorial. Fuente: Elaboración propia a
partir de modificar Gutiérrez y Gould, (1994)

15.7 Prácticas
Para una introducción práctica al manejo de los SIG, se ha escogido el soft ware
ArcGis (http://www.esri-es.com), por ser la herramienta SIG más extendida en
todo el mundo, dadas sus avanzadas capacidades de visualización, consulta y
análisis de información geográfica, además de poseer numerosas herramientas
de integración de datos desde todo tipo de fuentes, sus herramientas de edición y
su dualidad raster y vectorial.

368
Los Sistemas de Información Geográfica

15.7.1 Algunos datos sobre ArcGIS

15.7.1.1 ¿Qué es ArcGis?


ArcGIS es un sistema de información geográfica (SIG) integrado por tres partes
clave:

- El soft ware ArcGIS Desktop, un conjunto integrado de aplicaciones SIG


avanzadas.
- El ArcSDE™ Gateway, una interfaz para administrar las geodatabases, es
decir las bases de datos geográficos, o lo que es lo mismo un sistema de
administración de bases de datos (DBMS).
- El soft ware ArcIMS, un SIG orientado a Internet para distribuir datos y
servicios.

15.7.1.2 ¿Qué es el ArcGIS Desktop?


El ArcGIS Desktop es un conjunto de aplicaciones integradas: ArcMap,
ArcCatalog y ArcToolbox. Usando estas tres aplicaciones juntas, se puede realizar
cualquier tarea SIG, desde una simple hasta una muy avanzada, incluyendo
mapeo, administración de datos, análisis geográficos, edición de datos y
geoprocesamiento. Además, ArcGIS permite tener acceso a abundantes recursos
y datos espaciales disponibles en Internet a través de los servicios de ArcIMS.
ArcToolbox es utilizado para la conversión de datos y el geoprocesamiento.

- ArcMap. ArcMap es la aplicación central del ArcGIS Desktop. Es la


aplicación SIG usada para todas las actividades basadas en mapeo,
incluyendo cartografía, análisis de mapas y edición. En esta aplicación,
se trabaja con mapas. Los mapas tienen un diseño de página que
contiene una ventana geográfica, o una vista con una serie de capas,
leyendas, barras de escalas, flechas indicando el norte y otros elementos.
ArcMap ofrece diferentes formas de ver un mapa (una vista de datos
geográficos y una vista de diseño), en la cual se puede desempeñar un
gran rango de tareas avanzadas SIG.
- ArcCatalog. La aplicación ArcCatalog ayuda a organizar y administrar
todos los datos SIG. Incluye herramientas para explorar y encontrar
información geográfica, para grabar y ver metadatos, para ver
rápidamente cualquier conjunto de datos y para definir la estructura del
esquema de las capas de datos geográficos.
- ArcToolbox. ArcToolbox es una aplicación sencilla que contiene muchas
herramientas SIG útiles para el geoprocesamiento. Hay dos versiones
de ArcToolbox: la ArcToolbox completa, que viene con ArcInfo y una
versión más sencilla, que viene con los software ArcView y ArcEditor.

369
Josep Vila y Diego Varga

15.7.1.3 ¿Qué son las extensiones en ArcGis?


Las denominadas extensiones son todas aquellas funcionalidades del programa
incorporadas a posteriori en el intento de solucionar tareas específicas no
contempladas por defecto en el programa base.
Ya desde la versión 3.x de ArcView, es frecuente usar distintos módulos para
ampliar la funcionalidad de los productos ESRI. De la misma forma, poseemos
en ArcGIS distintas opciones para añadir funcionalidad a nuestro programa
básico mediante las llamadas extensiones, y aumentar así sus potencialidades de
uso (http://arcscripts.esri.com). Algunas de las extensiones más utilizadas son:

- Extensión Spatial Analyst. El módulo de Análisis Espacial de ArcView


(ArcView Spatial Analyst) provee funciones basadas en raster, que
incluyen cuencas, contornos, análisis de distancia, y superposiciones
(overlays) de capas de información. Permite el modelado raster y
vectorial integrado. Este módulo permite la generación de curvas de
nivel a partir de modelos de elevación del terreno (DEM).
La extensión Spatial Analyst de ArcGIS proporciona una amplia gama
de características espaciales, de gran alcance para el modelamiento
y el análisis. Con esta herramienta se puede (a) crear, preguntar,
mapear y analizar píxeles basados en datos del tipo raster, (b) realizar
análisis integrado de raster/vector, (c) álgebra de mapas, (d) consultar
información a través de capas de datos múltiples e (e) integrar
completamente datos raster con fuentes de datos tradicionales de tipo
vector.
- Extensión Geostatistical Analyst. Su importancia radica en la creación
de superficies continuas a partir de medidas registradas en puntos
discretos del área de muestreo. Ayuda a predecir con seguridad valores
para superficies, usando el método de interpolación espacial kriging.
Posee, además, herramientas para calcular errores estadísticos y
umbrales y para modelizar la probabilidad.
- Extensión 3D Analyst. El 3D Analyst es una extensión que permite
visualizar y analizar datos en formato tridimensional (3D). Esta
extensión incorpora un visualizador especializado en 3D, llamado
ArcScene, que aporta la interfaz para ver capas múltiples de datos
tridimensionales, creando y analizando, a la vez que proporciona nuevas
capacidades para ArcMap y ArcCatalog. Permite la visualización y el
análisis efectivo de datos de superficie. Usando esta extensión, se puede
ver una superficie desde varios puntos de vista, consultar superficies,
determinar lo que es visible desde una ubicación seleccionada y crear
imágenes en perspectiva.

370
Los Sistemas de Información Geográfica

15.7.2 Georreferenciar imágenes, digitalizar en pantalla y


añadir a un mapa puntos definidos por coordenadas X, Y

15.7.2.1 Agregar una imagen en ArcMap y georreferenciarla a


partir de un archivo de puntos confeccionado manualmente
El término Georreferenciación se refiere a la localización de una imagen
raster o archivo vectorial en el espacio, definida por un sistema conocido de
referenciación de coordenadas. La georreferenciación puede ser usada para
convertir el sistema de coordenadas de una imagen (fila y columna) en el sistema
de una capa vectorial (p. ej. UTM), o a puntos de control obtenidos por GPS, o
al sistema de otra imagen ya georreferenciada. Los pasos a dar para realizar una
correcta georreferenciación son principalmente: agregar al mapa la imagen raster
y a la capa ya georreferenciada, agregar puntos de control y procesar los datos.

15.7.2.2 Crear un World File


Un World File proporciona información para el registro de una imagen raster, de
tal manera que ésta pueda ser visualizada dentro de la aplicación GIS (Arcview,
Arcinfo, ArcGIS etc.) con sus correspondientes coordenadas reales, definidas en
el sistema cartográfico de representación que estemos utilizando.
El fichero World File está compuesto de información ASCII, editable con
cualquier aplicación como el Wordpad que viene con Windows o con Microsoft
Word. Contiene una serie de números, cuya explicación daremos a continuación,
que sirven para establecer la equivalencia entre el tamaño de la imagen raster
y el territorio que representa o, lo que es lo mismo, la equivalencia entre sus
coordenadas-imagen y las coordenadas reales del espacio que representa. El
formato de los ficheros World File que comentamos es el utilizado por las
aplicaciones de ESRI Arcview y Arcinfo. El aspecto general de un World File es
el siguiente:
0.99999147653587 - A
0.00000000000000 - D
0.00000000000000 - B
-0.99999147653587 - E
720943.99743443715852 - C
3695515.00267636729404 - F
Donde:
A: Dimensiones de un píxel sobre el terreno en el eje x
B, D: Términos de rotación
C, F: Términos de translación; coordenadas reales x,y del píxel situado en el
ángulo superior izquierdo de la imagen

371
Josep Vila y Diego Varga

E: Dimensiones de un píxel sobre el terreno, en el eje y. Este valor es siempre


negativo, porque el sistema de medir las coordenadas relativas de las fotos
(coordenadas-imagen) tiene origen en el ángulo superior izquierdo, y las
coordenadas son positivas en el eje y a medida que se desciende, justo al revés
que en cualquier sistema de representación cartográfico convencional, donde las
coordenadas en el eje y son positivas cuando se asciende.

15.7.2.3 Digitalizar en pantalla


El ingreso de información a través del mouse sobre la pantalla, es lo que conocemos
como digitalización en pantalla. Con esta práctica, se pretende desplegar una
imagen, ingresar arcos y polígonos, agregar polígonos vecinos y dividir polígonos
ya creados. Para ello, se necesita activar la barra de herramientas Editor que
se encuentra dentro de View >Toolbars >Editor. Para comenzar el ingreso de
polígonos, se ha de pulsar el botón Editor y elegir Start Editing. Para dibujar los
polígonos, se ha de seleccionar la herramienta Sketch de la barra Editor.

15.7.2.4 Añadir a un mapa puntos definidos por coordenadas x, y


Es de gran importancia poder contar con una herramienta que nos permita
simbolizar, etiquetar, clasificar, preguntar y analizar diferentes características,
a partir de puntos tomados de terreno vía GPS, o bien datos existentes con sus
respectivas coordenadas. En este ejercicio, se llevarán puntos desde un archivo
Excel hasta ArcGis.
El primer paso, es guardar el archivo Excel como Dbase IV, para que pueda ser
leído en ArcMap. Para visualizar los puntos, se ha de seleccionar del menú Tools
la opción Add XY Data y buscar la ruta donde se encuentra el archivo dbf. Por
último, hay que indicar correctamente el campo que contiene la coordenada X e Y.

15.7.3 Trabajar con Spatial Analyst: álgebra de mapas y


reclasificación
Mediante el módulo Spatial Analyst se incrementan las posibilidades de trabajo
en cuanto al tratamiento de datos geoespaciales basado en archivos de tipo raster.
La extensión permite combinar mapas para establecer relaciones, mediante un
completo grupo de herramientas, a fin de encontrar el emplazamiento perfecto
para un determinado servicio, contemplando una consulta multicriterio
mediante el álgebra de mapas.

15.7.3.1 Introducción al álgebra de mapas


Proporciona instrumentos para realizar operaciones, declaraciones condicionales
y funciones locales, focales, zonales, globales, y de aplicación.
Los operandos pueden ser un campo, un número, o una secuencia. Los

372
Los Sistemas de Información Geográfica

operadores lógicos pueden ser igual a (=), mayor que (>), menor que (<), mayor
que o igual a (>=), menor que o igual a (<=), o no igual o distinto a (<>). Una
instrucción del lenguaje de interrogación puede incluir dos o más expresiones
lógicas conectadas por uno o más conectadores booleanos. Los conectadores
booleanos son AND, OR, XOR, y NOT. Para realizar este tipo de operaciones, se
ha de desplegar la extensión Spatial Analyst y elegir la opción Raster Calculator.

15.7.3.2 Reclasificar imágenes raster


Otra de las funciones habituales en el tratamiento de archivos raster, suele ser la
reclasificación, que consiste simplemente en cambiar el valor de las categorías que
tenemos asignadas, para adaptarlas a la nueva información que se ha generado.
Esto se realiza para obtener nuevas informaciones, para asignar valores a
categorías para las que no tenemos datos, o bien para agrupar categorías entre
sí, además de para ponderar, homogeneizar y/o priorizar unas categorías por con
respecto a otras.
Si ejecutamos la opción Reclassify del cuadro de herramientas, se nos abre una
ventana donde podemos llevar a cabo esta orden.
Primero, definimos el archivo que contiene los datos que queremos reclasificar
y, seguidamente, el campo concreto de la tabla de atributos al que deseamos
vincularnos.
Podemos agrupar diferentes categorías de forma rápida, dándoles el mismo valor,
si seleccionamos todas ellas y pulsamos con el botón de la derecha y escogemos
Group entries.

15.7.4. Trabajar con Spatial Analyst: cálculos de distancia y


análisis superficial

15.7.4.1 Cálculo de distancia, lineal y de coste


El concepto distancia es uno de los más utilizados a la hora de realizar
mediciones superficiales y, en relación a é, podemos ejecutar multitud de cálculos
gracias a las herramientas de análisis espacial.
Conociendo el tamaño de las celdas, podemos calcular fácilmente la Straight
Line Distance (distancia en línea recta o euclidiana) entre dos puntos.
Para realizar un cálculo de la distancia euclidiana, debemos activar la barra de
herramientas de Spatial Analyst y escoger la opción Distance seguido de Straight
Line.
Acto seguido, se abre la ventana de diálogo de dicha función y debemos
introducir las propiedades del cálculo. Debemos especificar la capa que contiene
los elementos a partir de los cuales queremos realizar el cálculo.

373
Josep Vila y Diego Varga

Opcionalmente, podemos establecer la distancia máxima a partir de la que ya no


nos interesa realizar el cálculo. También hemos de especificar el tamaño de las
celdas que tendrá la imagen de salida y el nombre de dicha imagen
Otra gran aportación de este módulo, es la posibilidad de calcular la distancia en
relación a su coste (Cost Weighted Distance), lo que sería equiparable a calcular
la fricción de la distancia, un término muy habitual en modelización estadística,
que se refiere al gasto que se estima necesario para cruzar cada una de las celdas
del territorio. En este caso, la línea recta no tiene por qué ser la distancia más
corta entre dos puntos.

15.7.4.2 Análisis de superficies


Spatial Analyst proporciona gran cantidad de funciones orientadas a realizar
análisis de superficies, a partir de la combinación de archivos raster y vectoriales.
A continuación, vamos a hacer un repaso de las principales aportaciones de la
función Surface Analysis:

- Slope. Este cálculo se extrae a partir de la comparación entre la altitud


de la celda en cuestión y las de sus celdas vecinas, con lo que se obtiene
el grado de inclinación, que se puede expresar en porcentaje o bien
en grados decimales. Este parámetro es también decisivo en cálculos
relacionados con los riesgos naturales, tales como el riesgo de aludes o la
estabilidad de las laderas.
- Aspect. Podemos definir la orientación como la posición de cada una de
las celdas en relación a sus celdas vecinas, tomando por referencia los
puntos cardinales y midiendo dicha orientación en grados (desde el 0
que correspondería al Norte, pasando por el valor 180 que sería el Sur,
hasta llegar otra vez al Norte en el valor 360). Conocer la orientación
del terreno puede ayudarnos a elegir el emplazamiento de determinadas
actividades relacionadas con la aportación energética del sol o bien con
los fenómenos meteorológicos.
- Hillshading. Simulación referente al ángulo de incidencia solar, del que
podemos deducir la aportación energética que cada una de las celdas
recibe. Es imprescindible tener en cuenta el azimut, que es la dirección
en la que incide el sol sobre el terreno y también la altura del sol respecto
al horizonte en el momento de efectuar el cálculo.
- Viewshed. A partir del Modelo Digital del Terreno, podemos identificar
las áreas o celdas desde las cuales son visibles unos elementos concretos
por lo que, en caso de que estos afecten negativamente a nuestra
percepción del entorno, podemos replantearnos su ubicación o tomar
medidas correctivas para paliar sus efectos.

374
Los Sistemas de Información Geográfica

15.7.5 Trabajar con 3d Analyst: análisis tridimensional y


modelos digitales de elevación

15.7.5.1 Análisis tridimensional con 3D Analyst


El módulo 3D Analyst nos proporciona las herramientas necesarias para crear
un modelo de interpretación tridimensional. El 3D Analyst es una extensión para
ArcGis, que permite visualizar y analizar datos en formato tridimensional (3D).
Esta extensión agrega un visualizador especializado en 3D, llamado ArcScene.
EL 3D Analyst permite crear TINs a partir de temas de puntos, polígonos o
líneas, así como desde grids o rasters. El TIN se puede crear en cualquier ArcMap
o ArcScene. El TIN se genera a partir de todos los elementos del tema activo, a no
ser que sólo se tenga seleccionado un set de features del mismo tema activo.

15.7.5.2 Trabajar con Modelos Digitales de Elevaciones (MDE)


Estas modelizaciones se pueden realizar a partir de datos raster y también a
partir de una red de triángulos irregulares, lo que se conoce como TIN.
La primera de las formas de generación de capas superficiales se conoce como
GRID en el entorno de ArcGIS, y su lógica se basa en la creación de una malla
uniforme, en la que cada celda tiene un valor para la coordenada Z, que indica la
altitud de dicha porción de terreno.
La Triangulated Irregular Network (TIN) permite la adaptación del tamaño
de los triángulos en función de la orografía, con el fin de reducir el volumen
de información referente a las áreas llanas, de menor interés, y de aumentar la
resolución cuando la superficie se vuelve más accidentada y poder reproducir
con mayor fidelidad las variaciones del relieve.

15.8 Referencias

Bibliografía básica en español


Barredo J.I. (1996). “Sistemas de Información Geográfica y evaluación multicriterio en la
ordenación del territorio”. RA-MA Editorial. Madrid
Bosque Sendra J. (1997). “Sistemas de Información Geográfica”. 2ª edición, RIALP.
Madrid.
Calvo M. (1993). “Sistemas de información geográfica digitales. Sistemas Geomáticos”.
Oñati, Instituto Vaso de Administración Pública.
Chuvieco E. (2002). “Teledetección ambiental”. Colección Ariel Ciencia. Editorial Ariel.
Madrid.
Comas D. y Ruiz E. (1993). “Fundamentos de los sistemas de información geográfica”.
Editorial Ariel. Barcelona.
Gutiérrez J. y Gould M. (1994). “SIG: Sistemas de Información Geográfica” X Síntesis.
Madrid.

375
Josep Vila y Diego Varga

Moldes F.J. (1995). “Tecnología de los Sistemas de Información Geográfica”. RA-MA


Editorial. Madrid.
Ordónez C. (2003). “Sistemas de información geográfica: aplicaciones prácticas con
Idrisi 32 al análisis de riesgos naturales y problemáticas medioambientales”. RA-MA
Editorial. Madrid.
Peña J. (2006). “Sistemas de información geográfica aplicados a la gestión del territorio:
entrada, manejo, análisis y salida de datos espaciales : teoría general y práctica para
ESRI ArcGIS 9”. Club Universitario. Alicante.

Bibliografía básica en inglés


Bernhardsen T. (2002). “Geographic Information Systems. An introduction”. 3rd edition.
John Wiley & Sons. New York.
Burrough P. (1986). “Principles of Geographical Information Systems for Land Resource
Assessment”. Oxford University Press. Oxford.
Clarke K.C. (2003). “Getting started with Geographic Information Systems”. Fourth
Edition. Prentice Hall. New Jersey.
Goodchild M.F. Steyaert L.T. and Parks B.O. (1996). “GIS and Environmental Modeling:
Progress and research Issues”. GIS World. Fort Collins.
Heit M. and Shortreid A. (eds.) (1991). “GIS Application in Natural Resources”. GIS
World. Forst Collins.
Korte G.B. (2001). “The GIS Book”. 5th edition. Onword Press. New York.

En red
http://recursos.gabrielortiz.com/
http://www.sigte.udg.es
http://gisweb.ciat.cgiar.org/SIG/esp/recursos-sig.htm
http://www.procig.org/principal.htm
http://www.etsimo.uniovi.es/~feli/index2.html
http://www.fao.org/Regional/LAmerica/proyecto/139jpn/ordenam.htm
http://www.usuarios.lycos.es/arcgis/index_es.htm

376
CAPÍTULO 16
LA PLANIFICACIÓN DEL TERRITORIO:
CONCEPTOS Y HERRAMIENTAS BÁSICAS

Pilar Andrés

16.0 Introducción
Al inicio de la historia del hombre, las agrupaciones primitivas de cazadores-
recolectores, de pequeño tamaño y estructura social sencilla, obtenían alimento,
agua, refugio y abrigo de un territorio prácticamente virgen, en el que apenas
dejaban marcas duraderas. La aparición de la agricultura, en el Neolítico, y la
subsiguiente sustitución de bosques por tierras de cultivo y pastos, supuso el primer
paso hacia un cambio dramático en el uso de los recursos naturales. La revolución
industrial, entre los siglos XVIII y XIX, basada en la explotación intensiva de
recursos energéticos fósiles, significó un segundo salto cualitativo en la capacidad
del hombre para incrementar su población y para modificar el paisaje de la tierra.
Entre 1700 y 1900, la superficie de mundial destinada a cultivos pasó de 300 a
1500 (1800 según otros datos) millones de hectáreas y la de pastos, de 400 a 3000
millones de hectáreas. Este incremento se realizó a costa de la disminución de la
superficie forestal y de la transformación de las sabanas, estepas y prados naturales
(Lambin et al., 2003). La tasa de transformación de las cubiertas del suelo crece
de forma acelerada, de manera que, en el último decenio del siglo XX, la pérdida
mundial de superficie forestal fue de 9,4 millones de ha/año (UN 2001).
Si, en un inicio, la transformación de las cubiertas originales de la tierra respondió
a la necesidad de nutrir a las poblaciones, en los últimos siglos ha ido también
orientada a alimentar las complejas economías de los países desarrollados y de
aquellos en transición hacia la economía industrial. Agricultores, ganaderos,
forestales, industriales y pobladores rurales y urbanos compiten hoy en día por el
espacio disponible, que va siendo explotado de forma crecientemente intensiva,
en un planeta con una cantidad finita de recursos no renovables.

16.1 El territorio visto por los ecólogos


Como cualquier sistema vivo, el territorio se caracteriza por:

- su estructura, que viene dada por la forma y extensión de los elementos


que lo integran y por la abundancia y localización espacial de cada uno
de ellos,

377
Pilar Andrés

- sus funciones, que incluyen flujos de energía, materia e información, y


- la capacidad de cambio en el tiempo de la estructura y de las funciones.

Estructura y funciones no son en modo alguno independientes, sino que se


condicionan las unas a las otras de una forma estrecha y compleja, lo que es
materia de estudio para una ciencia de reciente nacimiento, la Ecología del
Paisaje.

16.1.1 La estructura del territorio


Una vista panorámica como la de la figura 16.1 nos permite hacer una primera
aproximación a la estructura del territorio. Contemplado desde un satélite,
el paisaje nicaragüense (Figura 16.1a) aparece como heterogéneo, ya que en él
podemos distinguir claramente las aguas oceánicas de las zonas emergidas
en las que, a su vez, se distinguen aguas continentales, zonas montañosas y
otras más planas. En el paisaje montañoso de la figura 16.1b se distinguen las
laderas escarpadas de las planicies y las zonas de pastos de las boscosas. Esta
heterogeneidad del territorio es intrínseca, puesto que existe naturalmente
incluso en ausencia de intervención humana y está causada por diferentes
factores, entre los que se cuentan la heterogeneidad del sustrato (diferentes
tipos de suelo, de roca madre, de pendiente, de clima, etc.) y las perturbaciones
naturales (inundaciones, incendios, erupciones, etc.). La heterogeneidad del
territorio se manifiesta de dos formas principales:

- los gradientes, o variaciones graduales de una característica del


territorio. Un ejemplo de gradiente (Figura 16.1b) es la pendiente
de las laderas de montaña. Las pendientes van cambiando desde las
cimas, donde son muy fuertes, hasta la base, en donde la topografía es
prácticamente plana, sin que podamos establecer una línea clara que
separe lo plano de lo inclinado.
- los mosaicos, o variaciones discretas de una característica territorial. En
la figura 16.1c, si atendemos a la cubierta del suelo, podemos ver áreas
perfectamente definidas, unas ocupadas por diferentes cultivos, otras
por árboles, otras por construcciones. La transición entre dos tipos de
cubiertas queda nítidamente delimitada por los bordes de contacto entre
las manchas.

Los mosaicos nos permiten introducir algunos componentes importantes de


la estructura del territorio: la matriz territorial, las teselas, los corredores y los
ecotonos:

378
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

a b

Figura 16.1.- Heterogeneidad del territorio: (a) heterogeneidad intrínseca, (b) gradientes, (c)
mosáicos. Fotografías propias (b) y de GoogleEarth (a y c).

Figura 16.2.- Elementos estructurales del territorio: (a) matriz agrícola con teselas forestales;
(b) corredores fluviales en una matriz ganadera. Fotografías propias (b) y procedentes de
ortofotoplano (a).

379
Pilar Andrés

- la matriz territorial es el elemento espacialmente dominante en el


territorio a una escala concreta. En la fotografía de la figura 16.2a, gran
parte de la imagen está ocupada por manchas claras, que corresponden
a zonas de cultivos, por lo que podemos decir que la matriz es agrícola,
aunque en el centro se aprecie una banda forestal más oscura.
- Las teselas (o parches) son áreas con características diferentes de las de
la matriz. Las teselas presentan el aspecto de islas dentro de la matriz.
Dependiendo de las relaciones espaciales y funcionales que mantengan,
dos teselas pueden: (i) estar aisladas entre sí, si no presentan relaciones
funcionales, (ii) ser adyacentes, si están físicamente separadas pero se
mantienen en comunicación a través de distintos tipos de flujos y (iii)
ser vecinas, si sus bordes se tocan.
- los corredores son elementos lineales que conectan las teselas a través de
la matriz. A lo largo de los corredores, que pueden tener una estructura
visible o pueden ser poco apreciables al ojo humano, cursan flujos de
energía y materia. En la fotografía de la figura 16.2b se observa una red
de corredores vegetales establecidos a lo largo de la red hidrográfica, en
una matriz territorial dominada por los potreros.
- los bordes de contacto entre dos teselas diferentes, o entre una tesela
o un corredor y la matriz circundante, se denominan ecotonos y sus
características resultan determinantes en la estructuración de las
relaciones entre las diferentes piezas del territorio, ya que actúan a modo
de membranas celulares, con una permeabilidad concreta dependiendo
de los elementos que los intentan atravesar.

16.1.2 La heterogeneidad y la escala


La heterogeneidad del territorio depende de la escala a la que lo observemos.
Contemplando el globo terrestre desde un satélite (Figura 16.1), la heterogeneidad
queda prácticamente reducida a dos elementos: las tierras emergidas y las oscuras
masas oceánicas. Un vuelo más bajo sobre Centroamérica (Figura 16.2) permite
distinguir varios elementos en lo que antes parecía un espacio homogéneo
(montañas, planicies, lagos, etc.) y, si observamos el territorio desde una avioneta
que vuela bajo (Figura 16.3.3), se despliega ante nosotros la heterogeneidad de
Managua, rodeada de vegetación, a las orillas del lago y con sus trazados de
calles.
En realidad, si alcanzásemos un nivel de observación microscópico,
concluiríamos que las características del territorio son diferentes incluso entre
cualquier punto y el punto más cercano a él.

380
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

Figura 16.3.- Heterogeneidad del territorio y escala. Conforme más nos aproximamos a un punto
del territorio (del 1 al 3), mayor es el número de elementos que se manifiestan. Fotografías de
GoogleEarth.

atmósfera

vegetación, fauna,
artefactos humanos

suelo

Varias capas de
sedimentos
volcánicos

Figura 16.4.- Flujos verticales dentro de dos columnas teóricas descritas en el territorio (a) y flujos
horizontales que relacionas a las columnas entre sí (b). Fuente: elaboración propia.

381
Pilar Andrés

Hasta el momento nos hemos referido a la heterogeneidad horizontal del


territorio, pero existe también una heterogeneidad vertical. En el corte
vertical de la figura 16.4, se aprecian de arriba abajo algunos de los atributos
del territorio en ese punto: varias capas de sedimentos volcánicos, el suelo,
la estructura vertical de la vegetación, algunos elementos que atestiguan la
presencia del hombre (postes) y la atmósfera. En cada una de las dos columnas en
que se ha dividido la fotografía, todos los atributos presentes interaccionan entre
sí en sentido vertical, de tal manera que las características de cada uno dependen
de las de los demás: el tipo de roca definirá el tipo de suelo que se origine sobre
ella; la fertilidad del suelo marcará el tipo de vegetación que se pueda desarrollar
y que, a su vez, ofrecerá al suelo una mayor o menor fertilidad y protección frente
a la erosión. Lo que ocurra en la atmósfera determinará las relaciones entre los
demás atributos. El agua es un conector vertical de primer orden (llueve desde
la atmósfera al suelo, sube por la raíz de los árboles hasta las hojas y es de nuevo
evaporada desde estas a la atmósfera). Pero nuestras dos columnas, cada una con
sus propios flujos verticales, están estrechamente relacionadas entre sí. Puesto
que la superficie describe una pendiente de derecha a izquierda, el agua que
circule superficialmente, transportará partículas de suelo, diásporas, nutrientes,
etc. desde la columna de la derecha hasta la de la izquierda. Los animales que se
desplazan por la superficie trasportarán a su vez información biológica entre los
dos compartimentos.
En realidad, cualquier punto del territorio está estrechamente conectado con
cualquier otro, de manera que una afectación a un punto concreto implica una
cadena de cambios en otros puntos.
La extraordinaria complejidad espacial del territorio haría imposible su estudio
y gestión. Así, a efectos prácticos, se han definido las llamadas unidades
del territorio (land units) que serían “porciones del territorio relativamente
homogéneas en términos ecológicos y a la escala considerada” (Zonneveld, 1995).
En la actualidad, y en sentido estricto, no quedan en nuestro planeta espacios
no intervenidos por el hombre. El paisaje evidencia las marcas de la apropiación
más o menos planificada de los recursos naturales, en forma de lo que se ha
llamado usos del suelo que, según FAO (1995) pueden clasificarse como se
recoge en la tabla 16.2. Un problema añadido a la creciente demanda de espacio
por las diferentes actividades posibles, es el hecho de que a menudo existen
incompatibilidades entre muchos de estos usos del suelo, ya sea en el espacio,
ya en el tiempo. Los usos recreativos pueden convivir en el mismo espacio,
siempre que su intensidad sea moderada, con muchos otros usos (como el
de conservación, los ganaderos o los forestales). En el extremo opuesto, los
usos residenciales densos y muchos de los industriales, suelen presentar serias
incompatibles con cualquier otra utilidad del suelo, al que además inflingen una
degradación difícilmente reversible.

382
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

Grado de modificación
Uso funcional Uso biofísico
del ecosistema
Usos basados en Sin uso
ecosistemas naturales Conservación
Conservación total
Conservación parcial
Recolección Productos vegetales
Productos animales
Productos animales y vegetales
Usos basados en ecosistemas Agrosilvopastoralismo Productos forestales, cultivo,
mixtos naturales y ganaderos acuicultura doméstica
Usos basados en Producción forestal Gestión de los bosques naturales
ecosistemas gestionados Gestión de plantaciones
forestales
Producción ganadera Pastoreo nómada
Pastoreo extensivo
Producción ganadera intensiva
Producción ganadera estabulada
Cultivos Cultivos itinerantes
Cultivos sedentarios, temporales
Cultivos sedentarios
permanentes
Cultivo de humedales
Cultivos de invernadero
Producción mixta
agrícola y ganadera
Pesquería Pesca
Acuicultura
Asentamientos y usos asociados Recreación
Extracción minerales Minería
Canteras
Usos restringidos
por seguridad
Tabla 16.2.- Tipos de usos del suelo según (FAO 1995).

16.1.3 Los flujos en el territorio


Como se ha mencionado en los párrafos anteriores, ninguna de las porciones en
que podamos dividir el territorio, por pequeña que sea, puede ser comprendida
aisladamente, ya que está íntimamente relacionada con muchas otras, a través de
flujos de energía y de materia. Haremos una breve mención, en este apartado, a
algunos de los principales flujos que operan en el territorio.

383
Pilar Andrés

16.1.3.1 Flujos asociados al viento


El viento es consecuencia del desplazamiento del aire desde zonas de la tierra
sometidas a altas presiones hacia otra sujetas a bajas presiones. La dinámica
global de los vientos, afectada por la circulación de la tierra, permite el
transporte, entre regiones muy alejadas entre sí, de energía y materiales. A esta
circulación planetaria, se superponen desplazamientos de masas de aire a escala
más local, provocados por diferencias de temperatura y presión. Para el tema
que nos ocupa, hay que hacer notar que las cubiertas del suelo juegan un papel
importante en la creación de estos diferenciales térmicos.
Una parte de la energía solar que alcanza la superficie de la tierra es reflejada
constituyendo el albedo, que es mayor para superficies claras (como el suelo
desnudo) que para las oscuras (como un bosque denso). La parte de la energía
que no es reflejada es absorbida por los elementos que componen las diferentes
cubiertas (plantas, suelo, materiales de construcción). Las plantas utilizan una
fracción de esta energía para la fotosíntesis y la evapotranspiración. Otra fracción
de la energía absorbida se invierte en calentar las superficies. Cuando disminuye
la radiación solar (por la noche, o con nubes, o en invierno), las superficies
que se han calentado devolverán a la atmósfera la energía absorbida, pero en
la banda del infrarrojo, lo que provocará el calentamiento del aire cerca de la
superficie irradiante. El porcentaje de energía solar que es reflejada, invertida en
metabolismo vegetal, o destinada a calentar el aire, depende de las características
de cada punto del territorio. Así, con una misma radiación solar, el aire es más
caliente sobre las zonas construidas o sobre suelos desnudos que sobre las áreas
cubiertas de vegetación. Y, como este aire caliente es menos denso que el aire
frío, ascenderá en altura dejando un vacío que será rellenado por aire procedente
de zonas vecinas con cubiertas menos absorbentes. Se crean así corrientes de
advección locales, como las brisas nocturnas, que se desplazan desde los bosques
hacia los campos arados, o desde las ciudades hacia las zonas periféricas no
construidas.
La circulación de vientos a escala planetaria afecta a las zonas altas de la
troposfera y desplaza grandes cantidades de energía a larga distancia. El
transporte local, sin embargo, ocurre a menor altura sobre el suelo y transporta
de unos puntos a otros del territorio gases, partículas de suelo, semillas, esporas,
polen, vapor de agua y múltiples contaminantes atmosféricos.

16.1.3.2 Flujos asociados al agua


El ciclo hidrológico está accionado por la energía solar y por la gravedad, gracias a
las cuales el agua cambia de estado y de localización en el territorio (Figura 16.5).
Una parte del agua que es evaporada o transpirada desde el suelo, las láminas de
agua o la vegetación, se condensa de nuevo en la atmósfera y regresa a la tierra

384
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

como precipitación (lluvia, nieve, granizo). Una parte de esta precipitación se


infiltrará en el suelo hasta los acuíferos subterráneos; otra fluirá bajo la superficie
del suelo hasta desembocar en cauces superficiales; una tercera circulará en
superficie hasta incorporarse a la red hidrológica; una última fracción empapará
el suelo y quedará allí a la disposición de las plantas. El reparto del agua de lluvia
entre las cuatro rutas mencionadas depende estrechamente de las características
del territorio sobre el que llueve. Topografía abrupta y suelos compactados
o impermeabilizados facilitan la escorrentía superficial y, en consecuencia,
la aparición de erosión y el comportamiento torrencial de los ríos. Pendientes
suaves, suelos de textura equilibrada y cubiertas vegetales densas ayudan a la
infiltración del agua en el suelo, favoreciendo el almacenamiento en los depósitos
subterráneos y la liberación paulatina del agua a los ríos.

Figura 16.5.- Esquema de ciclo el agua.

Así, la estructura del territorio condiciona las características del ciclo hidrológico
que, a su vez, determinará en buena parte la morfología y metabolismo
territoriales. En su desplazamiento a favor de la pendiente, el agua moviliza y
transporta rocas, partículas minerales, nutrientes y diásporas, que se depositarán
más o menos lejos de su punto de origen dependiendo de su tamaño, de la energía
de la corriente y de la textura de la superficie sobre la que discurre. Pero además
de transportar estos elementos minerales, los cauces de agua condicionan la
distribución sobre el territorio de los asentamientos humanos y de las actividades
agrarias, de la fertilidad y de los riesgos hidrogeológicos.

16.1.3.3 Flujos biológicos


La mayoría de los animales son móviles y se desplazan a través del territorio
para asegurar su supervivencia y reproducción. La superficie que un individuo
necesita para cerrar con éxito su ciclo vital es muy variable, según la especie a

385
Pilar Andrés

la que pertenezca y la disponibilidad de recursos y va desde centímetros hasta


miles de kilómetros. Además, una misma especie puede ocupar diferentes
ambientes en distintos momentos, dependiendo de su biología y de la oferta del
medio. Algunas de las causas de la movilidad de los animales sobre el territorio
son las siguientes:

- cada día, los animales explotan un territorio concreto para obtención de


alimento y agua, protección contra depredadores y abrigo.
- llegado el periodo de reproducción, los animales necesitan ocupar un
territorio que les permita abrigar y alimentar a la prole y que puede ser
diferente del que se habitan durante el resto del año.
- en zonas con estacionalidad marcada, la llegada de la sequía o de
temperatura extremas puede obligar a algunas especies a emprender
migraciones hacia territorios muy alejados del natal.
- en un territorio reducido, la competencia entre especies por los recursos
puede obligar a una de ellas a colonizar un área nueva donde haya
recursos disponibles.
- dentro de una misma especie, las nuevas generaciones tienden a ocupar
territorios diferentes de los que ocupan los padres para reproducirse a
su vez.

En definitiva, la supervivencia de una especie va ligada a un tipo concreto de


estructura territorial, con suficiente espacio favorable continuo o bien con
fragmentos (teselas) de territorio hospitalario convenientemente interconectados.
Cuando el territorio favorable es escaso, o cuando está excesivamente
fragmentado y los animales no pueden desplazarse de un fragmento a otro, la
supervivencia de la especie puede verse comprometida.

16.2 La planificación del territorio


En el cambiante contexto mundial, la planificación del territorio es una
herramienta indispensable para el desarrollo sostenible, tal y como lo reconoce
el documento emitido en 1991 por la Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente
de América Latina y el Caribe titulado “Nuestra Propia Agenda sobre Desarrollo
y Medio Ambiente”, en el que se sientan las líneas maestras que habrán de regir el
futuro de la región en el marco de la sostenibilidad: (i) erradicación de la pobreza,
(ii) aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, (iii) ordenación del
territorio, (iv) desarrollo tecnológico compatible con la realidad social y natural,
(v) nueva estrategia económica y social, (vi) organización y movilización social y
(vii) reforma del Estado.

386
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

A continuación se ofrecen algunas definiciones sobre la planificación del


territorio procedentes de diferentes organizaciones y estados de la región:

- Ley Orgánica de Ordenación del Territorio (Venezuela, 1983):


“Regulación y promoción de la localización de los asentamientos
humanos, de las actividades económicas y sociales de la población, así
como el desarrollo físico espacial, con el fin de lograr una armonía entre
el mayor bienestar de la población, la optimización de la explotación y
el uso de los recursos naturales y la protección y valorización del medio
ambiente, como objetivos fundamentales del desarrollo integral”.
- Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina
(1990): “Camino que conduce a buscar una distribución geográfica de la
población y sus actividades de acuerdo con la integridad y potencialidad
de los recursos naturales que conforman el entorno físico y biótico, todo
ello en la búsqueda de unas condiciones de vida mejores”.
- Ley de Desarrollo Territorial (Colombia, 1997): “Conjunto de
acciones político-administrativas y de planificación física concertadas,
emprendidas por los municipios o distritos y áreas metropolitanas
para orientar el desarrollo del territorio bajo su jurisdicción y regular
la utilización, transformación y ocupación del espacio, de acuerdo con
las estrategias de desarrollo socioeconómico y en armonía con el medio
ambiente y las tradiciones históricas y culturales”.
- Proyecto de Ley de Ordenación Territorial (Costa Rica, 1998): “Proceso
dinámico, interactivo e iterativo de diseño de cambios integrales en
las políticas públicas para la clasificación y uso racional, eficiente y
estratégicos del territorio de acuerdo con criterios económicos, culturales
y de capacidad de carga ecológica y social”.

- Grupo Institucional de Ordenación del Territorio (México, 2000):


“Estrategia de Desarrollo Socioeconómico que, mediante la adecuada
articulación funcional y espacial de las políticas sectoriales, busca promover
patrones sustentables de ocupación y aprovechamiento del territorio”.
- Anteproyecto de Decreto Ley de Planificación Física (Cuba, 2001):
“Disciplina técnico-administrativa destinada a mejorar las condiciones
que tiene el territorio para las funciones sociales y económicas. Se
concreta en los ámbitos nacional, provincial, municipal y urbano y su
contenido fundamental es la estructuración del espacio físico”.
- Proyecto de Ley de Ordenación Territorial (Bolivia, 2001): “Proyecto
de organización del uso y ocupación del territorio en función de sus
características biofísicas, ambientales, socioeconómicas, culturales
y político–institucionales con la finalidad de promover el desarrollo
sostenible del país”.

387
Pilar Andrés

16.2.1 Algunos conceptos importantes sobre ordenación del


territorio
De la revisión de las anteriores definiciones, podemos extraer algunos conceptos
importantes:

- Un territorio hipotéticamente salvaje, no afectado por la acción del


hombre, está naturalmente estructurado. La necesidad de ordenarlo
solo aparece cuando el desarrollo de las sociedades humanas genera la
necesidad de intervenir sobre la tierra para explotarla.
- Ordenar el territorio supone, en consecuencia, definir previamente
qué tipo de desarrollo social se desea. Dependiendo del modelo de
desarrollo que se escoja, las actividades a realizar sobre el territorio
serán diferentes. Por ejemplo, las actividades a localizar no serán las
mismas para una economía basada en el desarrollo industrial que para
otra que pretende un desarrollo turístico.
- La decisión sobre el tipo de desarrollo a implementar incumbe al
ámbito político y ha de respetar los principios de la sostenibilidad.
Una vez decidido el tipo de desarrollo deseado, la planificación pasa a
ser competencia del ámbito técnico. A este nivel, la responsabilidad de
los planificadores consiste en ubicar las actividades sobre el territorio
de forma integrada y armónica, atendiendo al buen desarrollo de las
tres esferas que lo integran: la esfera ambiental, la esfera económica
y la esfera social. Una vez redactado el proyecto de planificación, su
ejecución compete al ámbito administrativo. Se trata aquí de crear, en
los diferentes niveles de la administración (local, regional, nacional o
internacional), las figuras legales adecuadas y los organismos necesarios
para implementar y monitorizar el planeamiento, así como de dotarles
de los instrumentos más adecuados para realizar sus funciones.

En una economía globalizada, el desarrollo local viene condicionado por


estrategias internacionales pero, para simplificar la exposición, nos limitaremos
a considerar la planificación a escala nacional.
Para un país dado, la ordenación del territorio más razonable se construye de
forma piramidal. Se ha de crear un marco nacional de ordenación, generalmente
en forma de “Leyes Nacionales de Ordenación”, que afecta a la totalidad
de la superficie del estado y que, en consecuencia será poco detallado pero
contendrá todos los lineamientos de desarrollo (distribución de la población,
áreas prioritarias para cada actividad económica, etc.) del país. Respetando
los lineamientos de la Ley Nacional, se desarrollan posteriormente los Planes
de Ordenación Territoriales en las unidades administrativas que integran el
estado (Planes Provinciales, Planes Departamentales, Planes Distritales, Planes
Metropolitanos, etc.), con lineamientos más específicos y con mayor escala de

388
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

resolución. Una vez establecidos estos planes, y desplegando sus lineamientos,


pueden definirse los planes que afectan a niveles más locales, como los Planes
Departamentales o los Planes Municipales de Ordenación.
Los planes a los que se ha hecho referencia en el párrafo anterior responden a
la denominación de Planes Territoriales Generales, que han de incorporar de
forma coherente el desarrollo integrado de todos y cada uno de los sectores que
constituyen la estructura y metabolismo del territorio a planificar (calificación
del suelo, redes viales, redes energéticas, distribución de la población, etc.).
Complementarios a estos planes generales, existen los Planes de Ordenación
Sectoriales, que se concentran específicamente en cada uno de los sectores
considerados genérica y transversalmente en los Planes Generales (Planes de
ordenación Forestal, Planes de Ordenación Agraria, Planes energéticos, etc.).

16.2.2 La planificación física del territorio


La planificación física del territorio constituye una parte importante dentro
de la planificación integrada. Su finalidad es distribuir los usos del suelo
demandados por el tipo de desarrollo que se propone para la región, de acuerdo
con sus requerimientos y con las capacidades que el medio ofrece para alojarlos.
La planificación física, por lo tanto, se mantiene contenida dentro de la esfera
ambiental del planeamiento y no contempla las esferas social ni económica
que, como se ha mencionado en párrafos anteriores, han de ser consideradas al
mismo nivel de importancia que la física en la planificación territorial integrada.
Ofrecemos, en este apartado, algunos principios básicos útiles para afrontar este
tipo de planificación.
La planificación física persigue repartir en el espacio uno o varios usos, con la
intención de salvaguardar la estructura y funciones del territorio afectado. El
respeto al ecosistema territorial no ha de ser confundido, sin embargo, con la
prohibición de realizar en él transformación alguna, lo que imposibilitaría
cualquier actividad humana y vulneraría el derecho al desarrollo de un elemento
clave del territorio, las sociedades humanas, a través de sus esferas social y
económica.

16.2.2.1. Exigencias del uso y limitaciones del medio


Se puede decir que, para desarrollarse de forma satisfactoria, cualquier uso (p.
ej. un uso ganadero), presenta una serie de exigencias (p. ej. un clima adecuado,
productividad y calidad nutritiva de los pastos, etc.) que el territorio ha de
satisfacer a través de su aptitud. A la vez, cualquier uso (con excepción del de
conservación) supone un cambio en la dinámica espontánea del territorio
intervenido y resulta, por lo tanto, agresivo (p. ej. la ganadería implica talar
bosques, mantener el potrero abierto por chapia, quema o herbicidas, someter

389
Pilar Andrés

el suelo a pisoteo, etc.). Pero, por sí misma, la agresividad de un uso no implica


obligatoriamente la degradación del territorio. Esta degradación ocurrirá tan
solo si la fragilidad del territorio es alta en relación a la agresividad del uso
en cuestión (p. ej., una carga ganadera dada puede dañar más fácilmente las
funciones de un territorio escarpado, que las de uno plano, menos susceptible
a la erosión) (Figura 16.6). Así, la localización óptima de un uso concreto en el
territorio será aquella en la que el territorio sea apto para acogerlo y presente
una baja fragilidad frente a las amenazas que del uso puedan derivarse. La
agresividad del uso, tras su localización en un punto concreto del territorio, ha
de adecuarse a la fragilidad del territorio, regulando cuidadosamente aquellas
actividades que puedan devenir en riesgos (carga ganadera, quemas, etc.).
La finalidad principal de la planificación física es distribuir las actividades sobre
el territorio de manera que se logre:

MAXIMIZAR LA APTITUD del territorio para acoger el uso previsto


y
MINIMIZAR LA FRAGILIDAD del territorio frente a dicho uso

Demandas del uso Oferta del medio

EXIGENCIAS APTITUD

AGRESIVIDAD FRAGILIDAD

MAXIMIZAR APTITUD /MINIMIZAR FRAGILIDAD

Figura 16.6.- Relación entre los uso y el medio en la planificación física del territorio. Fuente:
elaboración propia.

16.2.2.2 Esquema metodológico para la ordenación del medio


físico
Se puede planificar el territorio de cara a ubicar uno o múltiples usos. Para
simplificar la explicación, nos referiremos aquí al caso más sencillo, la
planificación para un uso único. La metodología que se aplica pretende reducir

390
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

artificialmente la heterogeneidad intrínseca del territorio, para hacerla manejable


con fines de planificación. Se trata, en definitiva, de clasificar el territorio en
unidades funcionalmente homogéneas en su respuesta (aptitud y fragilidad)
frente al uso que se propone instalar. Estas unidades han de valorarse en base
a una escala explicativa del mayor o menor interés de cada unidad para acoger
al uso considerado. La planificación se realiza en base cartográfica, actualmente
con ayuda de las herramientas que ofrecen los SIG. El esquema metodológico
puede resumirse como sigue:

- Estudiar el uso en detalle. Este estudio se ha de realizar de tal manera


que lleguemos a conocer exactamente cuales de sus componentes
(estructurales o funcionales) pueden afectar al territorio o verse
afectadas por él.
- Definir los criterios de planificación. Es uno de los pasos más
importante del proceso. Incluye dos fases:

• definir los criterios rectores de la planificación, en términos de


aptitud y fragilidad, que marcan la relación entre el uso previsto y el
territorio de soporte. Por ejemplo, si se trata de clasificar el territorio
en unidades más o menos adecuadas para el cultivo de una planta
que requiere precipitaciones muy altas y que exige actuaciones que
pueden provocar erosión, dos de los criterios a considerar podrían
ser el de precipitación (las unidades del territorio más aptas serán
aquellas en las que más llueva) y el de erodibilidad del suelo (las áreas
más erodibles serán las más frágiles y por lo tanto las menos aptas).
• establecer la relación que existe entre los criterios, que suele
plantearse en forma de fórmula matemática. Es el momento
de decidir, por ejemplo, si un criterio es más, menos o igual de
importante que otros (de ponderar los criterios).
- Inventariar el territorio donde se pretende localizar el uso. Con el
fin de optimizar el esfuerzo, que siempre es elevado en los procesos
de ordenación, el inventario ha de concentrarse en aquellos atributos
(elementos o procesos) del territorio que puedan verse afectados por
el uso o que, a su vez, puedan limitarlo. El estado de cada atributo
se expresará, en cada punto del territorio, a través del valor de los
parámetros más adecuados. Estos parámetros han de ser medibles
en campo o valorables a partir de registros de datos o de cartografía.
Por ejemplo, si uno de los criterios escogidos para la planificación es
“localizar el uso en pendientes inferiores al 2%”, el parámetro a medir
es la pendiente (en % o en grados para cada unidad del territorio). En
algunos casos, la valoración de un criterio requiere la combinación
matemática de varios parámetros para dar lugar a índices.

391
Pilar Andrés

- Clasificar el territorio en unidades. Dado que, como se viene


repitiendo, cada punto del territorio presenta características propias,
en rigor teórico tendríamos que valorar la aptitud de cada punto para
alojar el uso que nos ocupa. Puesto que esta manera de actuar resulta
evidentemente inviable, los métodos de ordenación pretenden clasificar
el territorio en unidades homogéneas para cada uno de los parámetros
(o índices) estudiados.
Recordemos que la heterogeneidad puede presentarse en forma de
gradientes o de mosaicos. Cuando el valor de un parámetro (o indicador)
varía en el territorio de acuerdo con un gradiente, puede tomar un
número infinito de valores que habrá que reducir a categorías discretas.
Por ejemplo, como la pendiente de un territorio puede variar del 0 al
100%, tendremos que discretizarla o, lo que es lo mismo, deberemos
agrupar los sus infinitos posibles valores en un número manejable de
clases (p.ej. , por el “criterio de pendiente”, podríamos decidir dividir un
territorio en las siguientes clases: Clase 1 con pendiente inferior al 2%;
Clase 2 con pendiente entre el 3 y el 16%; Clase 3 con pendiente entre el
16 y el 45% y Clase 4 con pendientes superiores al 45%).
Cuando el parámetro considerado se comporta en mosaico, suele
presentar valores discretos o cualitativos. Un caso clásico de este tipo
de parámetros es el de “cubiertas del suelo” (p.ej. podríamos encontrar:
una Clase 1 de bosque seco; una Clase 2 de potreros sin árboles; una
Clase 3 de potreros arbolados y una Clase 4 de cultivos).
- Valorar las unidades por su aptitud para el uso previsto. El siguiente
paso consiste en emitir un juicio de valor sobre las clases en que hemos
clasificado el territorio para cada parámetro o índice. Esta valoración
dependerá del sentido que tenga el indicador con respecto al uso
considerado. Supongamos, como ejemplo, que el uso que queremos
implantar implica riesgo de erosión. En este caso, las unidades con
menor pendiente serán las más, por minimizarse en ellas este riesgo.
Así, podríamos dar a la clase A (pendientes < 2%) un valor de aptitud
1 para el uso, a la clase B (pendientes > 45%) un valor 4 y, a las clases
intermedias C y D, valores 2 y 3 respectivamente.
- Combinar las capas de unidades valoradas de todos los parámetros
inventariados. La planificación física se apoya fuertemente en la
cartografía. Llegados a este punto del trabajo, dispondremos de varios
mapas, en cada uno de los cuales el territorio aparece clasificado en
unidades homogéneas para cada parámetro o índice. Ahora bien, si
imprimimos todos los mapas (a la misma escala) en papel transparente
y los superponemos, comprobaremos que lo habitual es que las unidades
de las diferentes capas no coincidan en forma. El mapa resultante
de la superposición de todos los iniciales tendrá un número más alto
de unidades que cada uno de aquellos. Además, cada nueva unidad

392
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

resultante vendrá valorada por un nuevo número, resultante de aplicar


la ecuación de relación entre criterios a la que nos hemos referido en el
primer punto del método
- Reescalar de las unidades combinadas. Así, nuestro mapa se ha
complicado de nuevo. Si las unidades resultantes son demasiado
numerosas, podemos proceder a un último paso de simplificación,
que consiste en agrupar las unidades generadas por combinación de
las iniciales hasta reducirlas a un número fácilmente manejable. Por
ejemplo, podemos agrupar todas las unidades con valor 0, 1 y 2 en una
clase de aptitud A (muy aptas), todas las unidades con valor 3, 4, 5 y 6
en la clase de aptitud B (moderadamente aptas) y todas las que tengan
valores superiores a 6 en la clase C (no aptas).

En la figura 16.7 se recoge en esquema la forma de proceder ante un sencillo caso


hipotético de planeamiento físico para un supuesto uso.
Las figuras 16.8 y 16.9 ofrecen un segundo ejemplo de la metodología para la
planificación física del territorio, procedente en este caso del Proyecto Corine
(2000) que clasificó el territorio europeo en unidades homogéneas por su
fragilidad ante la erosión. Como se puede observar en la figura, los autores
del método consideraron que el riesgo erosivo que presenta un suelo depende
de la combinación de tres factores: su “erodibilidad” (su capacidad para ser
erosionado), la “erosividad” de la lluvia (su capacidad para erosionar) y la
“topografía”. La erodibilidad del suelo se consideró función de su textura,
profundidad y pedregosidad. La erosividad de la lluvia se consideró función
de dos índices, el de Fournier (que indica cómo se reparte la precipitación en el
tiempo) y el de Bagnouls-Gaussen (que define la aridez del clima).
El proceso de ordenación se realizó sobre base cartográfica, partiendo de 6
mapas, correspondientes a los 4 parámetros (textura, pedregosidad, profundidad
y pendiente) y a los dos índices (Fournier y Bagnouls-Gaussen) incluidos en la
fórmula de cálculo del índice de Riesgo Potencial de Erosión. Los valores de
parámetros e indicadores fueron escalados para conseguir un número reducido
(de 2 a 5) de clases.

393
Pilar Andrés

Figura 16.7.- Esquema metodológico para la planificación física del territorio. Para el ejemplo, se
supone que se ha de clasificar un territorio dado en tres clases de aptitud (no apta, apta, muy apta)
para la localización de un uso del que sabemos: (a) que se ve favorecido por el bajo recubrimiento
de los suelos y (b) que se ha prohibido su localización en áreas con pendiente superior al 30%.
Fuente: elaboración propia.

Figura 16.8.- Esquema de la definición de los criterios de planificación empleados para clasificar
el suelo europeo en unidades homogéneas según su fragilidad frente a la erosión en el curso del
Proyecto CORINE. Fuente: adaptado del Proyecto CORINE.

394
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

Figura 16.9.- Esquema de la construcción de los mapas de unidades del territorio para los
parámetros e indicadores empleados en la elaboración del Mapa de Riegos Rrosivos en Europa
en el curso del Proyecto CORINE. El cuadro presenta, par acada uno de los nueve mapas, las
clases en que se ha clasificado el territorio y su valoración (descripción) según el rango de valores
que toma el parámetro (o índice) correspondiente. Fuente: adaptado del Proyecto CORINE.

A continuación, los mapas correspondientes a tres de los parámetros se


combinaron para elaborar el “Índice de Erodibilidad”, y se generó el mapa del
“Índice de Erosividad” por combinación de los mapas de “Clases de Variabilidad
de la Lluvia” y de “Clases de Aridez”. En la última fase, se combinaron estos dos
últimos mapas con el de pendientes para obtener el mapa de “Índice de Riesgo
Potencial de Erosión”, que presenta al territorio clasificado en cuatro clases (de
riesgo de erosión nulo, bajo, moderado y alto).

16.3. La planificación integrada del territorio


Tras examinar con un cierto detalle los conceptos y métodos en los que se
apoya la planificación física del territorio, es conveniente retomar el sentido
que subyace a las defi niciones recogidas en el apartado 16.2 de este capítulo.
La planificación física no tiene sentido en sí misma si no obedece a la satisfacción
de las esperanzas sociales de desarrollo. Pero, en este momento de la historia
de la humanidad, marcado por la extrema incertidumbre a corto y medio

395
Pilar Andrés

plazo (previsiones de cambio climático, agotamiento de fuentes de energía


convencionales, nuevas alianzas internacionales en construcción, etc.), la toma
de decisiones sobre el tipo de estructura social, económica y física más adecuada
para alcanzar un desarrollo equilibrado afronta serias dificultades.
Planificar, en esta situación, obliga a hacer una arriesgada elección entre
múltiples escenarios posibles, que difícilmente pueden ser calificados como
buenos o malos en términos absolutos, por una parte a causa de la ya mencionada
indeterminación sobre los condicionantes futuros y por otra, no menos
importante, porque la multiplicidad de actores implicados en cualquier proceso
social pone sobre la mesa necesidades, esperanzas y prioridades frecuentemente
contradictorias.
Las metodologías que se vienen empleando para elaborar los Planes de
Ordenamiento (a sus diferentes escalas territoriales y niveles administrativos),
que son los principales instrumentos disponibles de planificación integrada
del territorio (Tabla 16.3) evidencian un cierto nivel de incapacidad para
enfrentar estas situaciones complejas. La ausencia de participación efectiva
en la planificación de todos los actores sociales, la falta de fórmulas de
comunicación entre actores que se expresan en lenguajes diferentes (el técnico,
el administrativo, el lenguaje de la calle, etc.), la falta de información veraz
sobre las consecuencias de las propias elecciones y la incomunicación entre
actores (desconocimiento de las valoraciones y expectativas de cada cual) son
parte de las dificultades que se presentan a la hora de alcanzar el consenso
social necesario para hacer viable cualquier intento de planificación.

16.3.1 Nuevas propuestas metodológicas


Los Métodos de Evaluación Social Multicriterios, y más concretamente los
Métodos Multicriterios de Ayuda a la Toma de Decisiones (Multicriteria Decision
Aid –MCDA), que resultan de gran utilidad a la hora de abordar la toma de
decisiones en situaciones complejas, están comenzando a postularse como
nuevas herramientas metodológicas de soporte para la planificación integrada
del territorio.
Esta familia de métodos parte del principio de que, en situaciones de
incertidumbre y cuando los actores implicados en la planificación son numerosos,
no existen soluciones buenas, pero si posibles soluciones de compromiso.
Entiéndase aquí por “soluciones buenas” aquellas presuntamente correctas según
criterios técnicos sectoriales (ambientales, económicos, etc.) o que pretendan
satisfacer a todos los actores. La imposibilidad de alcanzar una correcta solución
técnica se justifica, entre otros motivos, por las múltiples indeterminaciones
que subyacen al conocimiento y modelización de los sistemas complejos. La no
pertinencia de una solución que satisfaga por igual a todos los sectores sociales

396
FASES ETAPAS SUBETAPAS ACTIVIDADES
Evolución histórica del planeamiento
Marco jurídico de la ordenación vigente
Estudios preliminares
Identificación de actores clave de todos los sectores sociales
Identificación de las visiones y expectativas de los actores
Cartografía territorial valorada del patrimonio natural y cultural
Análisis ambiental
DIAGNÓSTICO Cartografía territorial de procesos materiales, energéticos, de riesgo
Estructura demográfica y tendencias de cambio
FORMULACIÓN Análisis Estructura social: cultural, tenencia de la tierra, datos habitacionales
socioeconómico Estructura económica: sectores productivos, empleo
Estructura política y administrativa
Valoración global Identificación de disfunciones, oportunidades y limitaciones
Identificación Escenarios tendenciales
de escenarios Escenarios deseados (por los diferentes actores sociales)
PROSPECTIVA
Elección de un Procesos de acuerdo para la defi nición del escenario
escenario futuro
Formulación de programas, proyectos y acciones
Formulación de Estudio de la viabilidad económica e institucional de la propuesta
actuaciones Temporización de las actuaciones
INSTRUMENTACIÓN Identificación de indicadores para valorar acciones y escenarios
IMPLEMENTACIÓN Facilitación de los mecanismos de integración administrativa
Pactos y soporte Acuerdos sobre responsabilidades sobre acciones
Negociación con otras entidades de soporte
APROBACIÓN Ley, ordenanza, decreto, etc., según el nivel de planeamiento
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

EJECUCIÓN Puesta en funcionamiento según calendario


Plan de monitoreo sobre los indicadores y responsables del mismo
MONITOREO Retroalimentación del proceso según la evolución de indicadores
Tabla 16.3. Planificación integrada del territorio. Esquema tradicional de trabajo para la elaboración y ejecución de Planes de Ordenamiento. El esquema
es aplicable a planes a diferentes escalas (nacional, regional, municipal, etc.) con las correspondientes adaptaciones derivadas del marco legal vigente en
cada caso. Fuente: elaboración propia

397
Pilar Andrés

se apoya en el legítimo ejercicio de la libertad de elección de cada individuo sobre


el propio destino, lo que se traduce en la aplicación de preferencias y criterios de
evaluación divergentes en la valoración de los escenarios de futuro posibles. Las
soluciones de compromiso son aquellas que, aun no satisfaciendo en su totalidad
los criterios particulares de cada actor, permiten establecer un nivel satisfactorio
de negociación, en el que cada actor cede parcialmente en sus exigencias a favor
de la satisfacción, también parcial, de las del resto de los actores.
El proceso de construcción y aceptación de un escenario de planificación, bajo el
enfoque de los MCDA incluye, de forma muy esquemática, los siguientes pasos:

- Identificar a todos los actores implicados en el planeamiento a


cualquier nivel (político, administrativo, económico, técnico, asociativo,
etc.) y escala espacial (local, municipal, estatal, etc.), así como las
relaciones que existen entre ellos (de cooperación, dependencia,
confrontación, dominio, etc. )
- Definir la estructura y funcionamiento actuales del territorio a
planificar. Esta definición ha de incluir todas las esferas (política,
ambiental, social, administrativa, cultural, económica, etc.) que integran
el territorio, y ha de realizarse de forma transparente, para que pueda
ser evaluada por todos los actores en cada uno de sus componentes.
- Identificar criterios de evaluación. Se trata de establecer el listado de
criterios en que se basa cada uno de los actores para evaluar la situación
en que se encuentra su territorio. Para cada criterio, se han de identificar
uno o varios parámetros o indicadores (p.ej., un posible criterio como la
“contaminación de la ciudad”, podría evaluarse a partir de indicadores
de calidad del aire y de calidad del agua) que permitan su valoración.
- Identificar escenarios de futuro. Los escenarios de futuro no son, en
este tipo de metodologías, una propuesta que parte en exclusiva de
los planificadores. Se trata más bien de recoger, ordenar y evidenciar
los escenarios que residen en el imaginario de los diferentes actores
incluyendo, en efecto, los de los propios planificadores.
- Valorar los escenarios. Los escenarios (incluyendo el escenario actual)
se han de poder evaluar en base a los valores que tomarían, en cada uno
de ellos, los indicadores que valoran los criterios previamente aportados
por los actores
- Estudiar la actitud de cada actor frente a los múltiples escenarios
propuestos. Esta valoración conjunta de escenarios facilitará establecer,
dependiendo del tipo de relación existente entre los actores, las posibles
vías de pacto entre ellos, ya que ofrece una primera imagen sobre qué
escenarios serían colectivamente inaceptables, sobre cuales generarían
conflictos sociales y sobre cuales serían viables tras ser convenientemente
modificados a través de pactos.

398
La planificación del territorio: conceptos y herramientas básicas

La aplicación de este tipo de metodologías se basa en el constante intercambio


de información entre actores, así como en la más absoluta transparencia en el
manejo que se hace de la información, lo que redunda en la apropiación de los
futuros planes por los diferentes sectores sociales.

16.4 Referencias
Anta S. Arreola A.V., González M.A. y Acosta J. (compiladores) (2006). “Ordenamiento
Territorial Comunitario: un debate de la sociedad civil hacia la construcción de
políticas públicas”. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. México.
ISBN: 968-817-793-8.
CEPAL (2001). “Indicadores de sustentabilidad ambiental y de desarrollo sostenible”.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Estado de Arte y Perspectiva.
Santiago de Chile.
CIAT y PNUMA (2000). “Desarrollo de Indicadores. Lecciones Aprendidas de América
Central”. Centro Internacional de Agricultura Tropical. Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente. Cali, Colombia.
CIAT, BM y PNUMA (1998). “Atlas de Indicadores Ambientales y de Sostenibilidad
para América Latina y el Caribe”. Centro Internacional de Agricultura Tropical.
Banco Mundial. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Cali,
Colombia.
Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe (CDMA-
ALC) (1991). “Nuestra propia agenda sobre desarrollo y medio ambiente”. Banco
Interamericano de desarrollo (BID). Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y Fondo de Cultura Económica.
De Mattos C. (1987). “Paradigmas, modelos y estrategias en la práctica latinoamericana
de planificación regional”. CIUDAD. Serie Textos Ciudad Nº6. Quito.
Forman R.T.T. (1995). “Land mosaics. The ecology of landscapes and regions”. Cambridge
University Pres. Cambridge.
Forman R.T.T. y Godron M. (1986). “Landscape Ecology”. Wiley & Sons. New York.
Gómez Orea D. (1996). “La ordenación del territorio: una aproximación desde el medio
físico.” Editorial Agrícola Española. Madrid.
Guidelines and Methodologies”. CDS/ONU. New York, USA.
Massiris, A. (2002). “Ordenación del Territorio en América Latina”. Scripta Nova 6 (125).
Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona.
MOPU (1992). “Guía para la elaboración de estudios del medio físico”. Servicio de
Publicaciones del Ministerio de Obras Públicas. Madrid.
Munda G. (1997). “Environmental economics, ecological economics and the concept of
sustainable development”. Environmental Values 6 (2): 213-233.
Munda G., Nijkamp P. and Rietveld P. (1994). “Qualitative multicriteria evaluation for
environmental management”. Ecological Economics 10: 97-112.
Sánchez M.T., et al. (2005). “El empleo de indicadores para la caracterización y
diagnóstico de los componentes del territorio, en estudios aplicados al ordenamiento
territorial a escala mesorregional. El caso de la mesorregión sur-sureste”. En: III
Congreso Internacional de Ordenación del Territorio. Universidad de Guadalajara.
México.

399
Pilar Andrés

SEMARNAT (2000). “Ordenamiento Ecológico General Del Territorio. Memoria


Técnica”. México.
Zonneveld I.S. (1995). “Land Ecology”. SPB Acad. Publishing. Ámsterdam.

En Red:
CORINE: http://reports.eea.europa.eu/COR0-landcover/en

400
ÍNDEX

Presentación ....................................................................................................... 8

Agradecimientos ..............................................................................................10

Los autores .........................................................................................................11

Introducción .....................................................................................................17

Centroamérica: Una región de múltiples amenazas y alta


vulnerabilidad.Algunos apuntes conceptuales ...................................17
Ángel María Ibarra Turcios ....................................................................................... 17
I. Introducción .........................................................................................................17
II. Región de múltiples amenazas ........................................................................ 20
A) Amenazas naturales...........................................................................................21

A.1) Amenazas hidrometeorológicas o climáticas 21

A.2) Amenazas geológicas 22


B) Amenazas socionaturales ................................................................................. 22
C) Amenazas antrópicas........................................................................................ 23
III. Los desastres son construidos socialmente.................................................. 23
IV. ¿Qué son los desastres y cómo se generan? ................................................. 25
V. ¿Qué son los riesgos, las amenazas y la vulnerabilidad? ............................. 26
VI. Referencias ........................................................................................................ 28

Capítulo 1Volcanismo y sismicidad ........................................................... 29


Benjamin van Wyk de Vries Daniel Andrade ........................................................ 29
1.0 Introducción...................................................................................................... 29
1.1. ¿Qué es un volcán? .......................................................................................... 30
1.1.1 Tipos de actividad volcánica .........................................................................37
1.1.1.1 Fumarolas 37

1.1.1.2 Gases volcánicos 37

1.1.1.3 Ceniza y tefra 38

1.1.1.4 Erupciones freáticas 38

1.1.1.5 Erupciones freatomagmáticas 39

1.1.1.6 Erupciones estrombolianas 39

1.1.1.7 Erupciones vulcanianas 40

1.1.1.8 Erupciones plinianas 42

1.1.1.9 Coladas de lava 42

1.1.1.10 Flujos piroclásticos 43

1.1.1.11 Lahares 44

1.1.1.12 Inundaciones 45

1.1.1.13 Deslizamientos 45
1.1.2 Tipos de volcanes ........................................................................................... 45
1. 2 Temblores de tierra y sismos .......................................................................... 46
1.2.1 Tipos de sismos .............................................................................................. 46

1.2.1.1 Sismos tectónicos 46

1.2.1.2 Sismos volcano-tectónicos 46

1.2.1.3 Tremor 47
1.2.2 Tamaño de un sismo ..................................................................................... 48
1.2.3 Fallas ............................................................................................................... 48
1.2.4 Peligros sísmicos............................................................................................ 49
1.2.5 Mitigación del peligro sísmico .................................................................... 50
1.3 Referencias......................................................................................................... 50

Capítulo 2Los riesgos geológicos en el sistema de cuenca: procesos


fluviales y gravitacionales .........................................................................53
Josep Mas-PlaJoan Bach Plaza.................................................................................... 53
2.0 Introducción .....................................................................................................53
2.1 El concepto de riesgo geológico ......................................................................55
2.2 Riesgos asociados a procesos fluviales .......................................................... 58
2.2.1 La generación de escorrentía. El hidrograma ........................................... 58
2.2.2 La medida del caudal: aforos ....................................................................... 60
2.2.3 Estimación de los caudales máximos .........................................................62
2.2.4 Dinámica y morfología fluviales................................................................. 64
2.3 Riesgos asociados a procesos gravitacionales .............................................. 69
2.3.1 Tipos de vertientes: laderas y taludes ..........................................................70
2.3.2 Propiedades geotécnicas de los materiales geológicos .............................71
2.3.3 Factores influyentes en la estabilidad de vertientes ..................................71
2.3.4 Tipología y clasificación de los movimientos gravitacionales ................ 72
2.3.5 Metodología de análisis del riesgo asociado a procesos
gravitacionales .........................................................................................................73
2.4 Riesgo geológico en Centroamérica ...............................................................76
2.5 Referencias .........................................................................................................78
En red

Capítulo 3Los recursos hídricos en el sistema cuenca:


disponibilidad y calidad ................................................................................81
Joan Bach Plaza Josep Mas-Pla................................................................................... 81
3.0 Introducción.......................................................................................................81
3.1 El ciclo del agua ................................................................................................ 82
3.2 Recursos hídricos en el sistema cuenca ....................................................... 84
3.2.1 Balance hídrico en el sistema cuenca ......................................................... 84
3.2.2 Ciclo del agua en una cuenca ...................................................................... 85
3.2.3 Balance hídrico de una cuenca en condiciones naturales ...................... 86
3.2.4 Intervención humana en el balance hídrico de una cuenca ................... 89
3.2.5 La cuenca hidrográfica y la cuenca hidrogeológica ................................. 90
3.2.6 El caudal mínimo o de conservación (caudal ecológico) .........................91
3.3 Usos del agua .................................................................................................... 92
3.3.1 Usos consuntivos ........................................................................................... 92
3.3.2 Usos no consuntivos ..................................................................................... 94
3.4 Elementos del balance hídrico........................................................................ 95
3.4.1 Precipitaciones y cálculo de aportes ........................................................... 95
3.4.2 Evapotranspiración ....................................................................................... 97
3.4.3 Circulación superficial ................................................................................. 99

3.4.3.1 Escorrentía 99
3.4.3.2 Medida del caudal o aforo .......................................................................101
3.4.3.3 Hidrograma ...............................................................................................103
3.5 Nociones geológicas básicas ......................................................................... 106
3.6 Las aguas subterráneas .................................................................................. 108
3.6.1 El agua en el subsuelo: porosidad y permeabilidad................................ 109
3.6.2 Acuíferos........................................................................................................111
3.6.3 Movimiento del agua subterránea .............................................................113
3.6.4 Extracción del agua subterránea................................................................115
3.6.5 Impactos derivados de la explotación de aguas subterráneas ...............117
3.7 Calidad de las aguas y contaminación ........................................................117
3.8 Referencias....................................................................................................... 122
Internet

Capítulo 4Erosión: evaluación del riesgo erosivo y prácticas de


protección del suelo .....................................................................................125
Josep Maria Alcañiz ...................................................................................................... 125
4.0 Introducción ................................................................................................... 125
4.1 Los costes de la erosión .................................................................................. 126
4.2 Tipos de erosión.............................................................................................. 127
4.3 Tasas de erosión tolerables ........................................................................... 128
4.4 Procesos que intervienen en la erosión hídrica ......................................... 130
4.4.1 Erosión por salpicadura (splash) ............................................................... 130
4.4.2 Erosión laminar (sheet erosion) .................................................................131
4.4.3 Erosión por escorrentía concentrada .......................................................132
4.4.4 Erosión por flujo subsuperficial (Piping)..................................................133
4.5 Movimientos en masa.....................................................................................133
4.6 Erosión por laboreo (tillage erosion) ........................................................... 134
4.7 Modelos para estimar las pérdidas de suelo ............................................... 134
4.7.1 Ecuación universal de la pérdida de suelo y sus versiones
actualizadas ............................................................................................................135

4.7.1.1 Estructura de la USLE 135

4.7.1.2 Factor erosividad de la lluvia (factor R) 136

4.7.1.3 Factor K - erosionabilidad (erodibility) 138

4.7.1.4 Factores topográficos (S, L) 138

4.7.1.5 Factor cubierta del suelo (C) 139

4.7.1.6 Factor prácticas de protección del suelo (P) 139


4.7.2 Modelos derivados, la RUSLE y la MUSLE.............................................. 139
4.8 Prácticas de conservación de suelos ............................................................140
4.8.1. Terrazas y bancales .....................................................................................141

4.8.1.1 Cálculo del espaciamiento de las terrazas 142

4.8.1.2 Movimientos de tierras para la construcción de


bancales 144
4.9 Referencias....................................................................................................... 144
En red

Capítulo 5Agroecología: una perspectiva integradora para la


sostenibilidad de los socioagroecosistemas ......................................... 147
David Tarrasón................................................................................................................ 147
5.0 Introducción ....................................................................................................147

La agroecología como alternativa: de la modernización de la


agricultura a un enfoque crítico 147
5.1 La agroecología, un nuevo paradigma productivo.................................... 150
5.1.1 Agroecología, ecosistema y sociedad ........................................................ 150
5.1.2 Una agricultura sostenible ..........................................................................151
5.2 Concepto y dinámica de los agroecosistemas .............................................153
5.3 Principios ecológicos en el manejo del suelo .............................................155
5.3.1 Manejo sostenible del suelo ........................................................................155

5.3.1.1 La materia orgánica como fuente de alimento y


protectora del suelo 156

5.3.1.2 El manejo físico del suelo: la labranza mínima o


labranza cero 157
5.4 Principios ecológicos en el manejo de insectos plagas, enfermedades y
plantas espontáneas...............................................................................................159
5.4.1 Control de insectos plagas .........................................................................159
5.4.2 Control de enfermedades ............................................................................162
5.4.3 Manejo de plantas espontáneas .................................................................163
5.5. El papel de la biodiversidad en los agroecosistemas: manejo,
conservación y recuperación .............................................................................. 164
5.6 Diseño espacial y temporal de un sistema agroecológico ........................ 166
5.7 Los agroecosistemas tradicionales ................................................................168
5.7.1 La agricultura tradicional en el control de riesgos ambientales ............171
5.8 Transición de una agricultura convencional a una agricultura
ecológica..................................................................................................................172
5.9 Metodología de análisis y evaluación de los agroecosistemas ..................175
5.9.1 Identificación y validación de indicadores de sostenibilidad ................175
5.9.2 La calidad del suelo como indicador de sustentabilidad del
agroecosistema ...................................................................................................... 177
5.10 Referencias ......................................................................................................179

Capítulo 6Recursos naturales: aprovechamiento sustentable de


recursos terrestres y acuáticos............................................................... 185
Topiltzin Contreras-MacBeath .............................................................................. 185
6.0 Introducción.....................................................................................................185
6.1 Recursos Naturales..........................................................................................185
6.1.1 Clasificación de los recursos ...................................................................... 186

6.1.1.1 Recursos perpetuos 186

6.1.1.2 Recursos no renovables 187

6.1.1.3 Recursos potencialmente renovables 187


6.2 Recursos bióticos en la región mesoamericana ......................................... 188
6.3 La huella ecológica de la humanidad ...........................................................193
6.4 Desarrollo sustentable ................................................................................... 197
6.4.1 Características básicas de un sistema....................................................... 198

6.4.1.1 El ecosistema 198

6.4.1.2 Sistema tradicional 199

6.4.1.3 Sistema ecológico 199

6.4.1.4 Sistema socio-ecológico 200


6.4.1.5 Las escalas y enfoques del desarrollo sustentable ............................... 201
6.5 Referencias ...................................................................................................... 204

Capítulo 7Conceptos generales sobre residuos..................................207


August Bonmatí Xavier Gabarrell ........................................................................ 207
7. 0 Introducción ................................................................................................... 207
7.1 Conceptos básicos y definiciones ................................................................. 208
7.1.1 Contaminación............................................................................................. 208
7.1.2 Ciclo de la materia y la energía en el metabolismo industrial .............. 208
7.1.3 Residuo .......................................................................................................... 209
7.1.4 Subproductos .................................................................................................210
7.1.5 Rechazo ..........................................................................................................210
7.2 Clasificación de los residuos..........................................................................210
7.2.1 Clasificación de los residuos según su peligrosidad ................................210
7.2.2 Clasificación de los residuos según su origen ..........................................210
7.3 Estrategia de gestión de residuos...................................................................211
7.3.1 Reducir (Minimizar) ....................................................................................211
7.3.2 Reutilizar .......................................................................................................212
7.3.3 Reciclar ...........................................................................................................212
7.3.4 Tratamiento / Valorización .........................................................................212
7.3.5 Eliminación ...................................................................................................212
7.4 Referencias ........................................................................................................213
En red

Capítulo 8Gestión y tratamiento de residuos sólidos urbanos .... 215


August Bonmatí................................................................................................................ 215
8.0 Introducción ....................................................................................................215
8.1 Generación y gestión de residuos sólidos urbanos (RSU) .........................215
8.1.1 Generación y composición de los RSU ......................................................215
8.1.2 Gestión de residuos sólidos urbanos .........................................................216

8.1.2.1 Actividades en origen 216

8.1.2.2 Recolección 216

8.1.2.3 Transferencia 218

8.1.2.4 Plantas de separación y reciclaje 218

8.1.2.5 Tratamiento y disposición final 219


8.2 Elaboración de planes de gestión de RSU....................................................219
8.2.1 Organización local para el desarrollo del Plan de Gestión de
Residuos ..................................................................................................................219
8.2.2 Diagnóstico de la gestión actual de los residuos .................................... 220
8.2.3 Establecimiento del alcance y objetivos del Plan de Gestión ............... 220
8.2.4 Identificación y evaluación de alternativas ............................................. 221
8.2.5 Elaboración del Plan de Acción ................................................................ 221
8.2.6 Ejecución y monitoreo del Plan de Acción.............................................. 222
8.3 Tratamientos biológicos ................................................................................ 222
8.3.1 Compostaje.................................................................................................. 223

8.3.1.1 Campo de aplicación del compostaje y características


del compost 223

8.3.1.2 El proceso de compostaje 224

8.3.1.3 Tecnologías de compostaje 227

8.3.1.4 Emisiones secundarias 228


8.3.2 Digestión anaerobia .................................................................................... 229

8.3.2.1 Campo de aplicación de la digestión anaerobia


230

8.3.2.2 El proceso de digestión anaerobia 231

8.3.2.3 Tipologías de reactores 233

8.3.2.4 Valorización del biogás 233


8.3.3 Otros procesos biológicos .......................................................................... 235

8.3.3.1 Lombrihumus 235

8.3.3.2 Bocashi 236


8.4 Procesos termoquímicos ............................................................................... 237
8.4.1 Clasificación de los procesos termoquímicos ......................................... 237
8.4.2 Principios de la combustión ...................................................................... 238

8.4.2.1 Generación de calor 239

8.4.2.2 Emisiones gaseosas 239


8.4.3 Instalaciones de combustión (incineradoras) ......................................... 239
8.4.3.1 Generación de energía 241

8.4.3.2 Control de emisiones 241


8.5 Rellenos sanitarios ......................................................................................... 242
8.5.1 Clasificación de los rellenos sanitarios.................................................... 244
8.5.2 Planificación de los rellenos sanitarios .................................................... 244
8.5.3 Diseño y construcción ............................................................................... 245
8.5.4 Explotación ................................................................................................ 246
8.5.5 Gas de vertedero .......................................................................................... 246
8.5.6 Lixiviados ..................................................................................................... 248
8.5.7 Clausura y control post-clausura ............................................................. 248
8.6 Referencias....................................................................................................... 249
En red

Capítulo 9Los residuos industriales ....................................................... 251


Xavier Gabarrell ........................................................................................................... 251
9.0 Introducción ....................................................................................................251
9.1. Criterios y prioridades de gestión ............................................................... 252
9.2 Legislación y definición de residuo .............................................................. 253
9.3 Clasificación ................................................................................................... 256
9.4 El modelo de gestión y el CRC...................................................................... 258
9.5 Resumen del marco legal en Nicaragua, México y El Salvador .............. 261
9.5.1 Nicaragua...................................................................................................... 261
9.5.2 El Salvador .................................................................................................... 262
9.5.3 México........................................................................................................... 263
9.6 Referencias ...................................................................................................... 266
En red

Capítulo 10La gestión integral de los residuos en Centroamérica.


El caso de Nicaragua ....................................................................................267
Mauricio Lacayo Escobar .......................................................................................... 267
10.0 Introducción.................................................................................................. 267
10.1 Situación geográfica, división política y factores que inciden en la
vulnerabilidad del territorio nicaragüense y de su población ....................... 268
10.2 Manejo de los residuos e impactos que generan presión ........................ 269
10.2.1 Residuos Sólidos Urbanos: generación, administración y prestación del
servicio de recolección y disposición final........................................................ 270

10.2.1.1 Producción y composición de los residuos sólidos


urbanos 271

10.2.1.2 Manejo de los residuos sólidos urbanos 272


10.2.2 Residuos Peligrosos................................................................................... 273
10.2.3 Implicaciones del Manejo Inadecuado de los Residuos (Impacto).....276
10.3 Forma en la que el gobierno y la sociedad de Nicaragua enfrentan los
problemas ambientales que generan los residuos (respuesta) ........................ 277
10.3.1 Marco Jurídico ........................................................................................... 277
10.3.2 Políticas, estrategias y planes................................................................... 278
10.3.3 Arreglos institucionales e instrumentos................................................ 279
10.4 Conclusiones ................................................................................................. 282
10.5 Referencias..................................................................................................... 283

Capítulo 11Contaminación del agua: origen, control y monitoreo .


285
Ignasi Rodríguez-RodaJoaquim Comas y Manel Poch ................................... 285
11.0 Introducción ................................................................................................. 285
11.1 Composición del agua residual urbana ..................................................... 286
11.1.1 Parámetros físicos ...................................................................................... 286
11.1.2 Parámetros químicos ................................................................................ 287
11.2 La problemática de las aguas residuales .................................................... 289
11.3 Tratamiento intensivo de las aguas residuales mediante las estaciones de
tratamiento de aguas residuales (EDAR) .......................................................... 290
11.4 Sistemas naturales de tratamiento de aguas residuales .......................... 294
11.4.1 Infi ltración – percolación ......................................................................... 297
11.4.2 Filtros subterráneos .................................................................................. 298
11.4.3 Humedales.................................................................................................. 298
11.4.4 Filtros verdes .............................................................................................. 299
11.4.5 Lagunaje...................................................................................................... 300
11.5 Referencias ..................................................................................................... 301
Capítulo 12Seguridad industrial .............................................................303
Xavier Gabarrell ........................................................................................................... 303
12.0 Introducción ................................................................................................. 303

La industria química 303

Seguridad integrada 308

Normativa 309
12.1 Señalización .................................................................................................. 309
12.2 Substancias químicas y preparados peligrosos.........................................310
12.2.1 Clasificación ................................................................................................310
12.2.2 Fichas de datos de seguridad....................................................................312
12.3 El transporte de mercancías peligrosas .....................................................314
12.4 Análisis de riesgo ..........................................................................................315
12.4.1. Clasificación de los riesgos.......................................................................316
12.4.2 Etapas del análisis de riesgo .....................................................................316
12.4.3 Metodologías de análisis de riesgo .........................................................317
12.4.4 Identificación de peligros ..........................................................................317
12.5 Referencias .....................................................................................................318

Capítulo 13Medidas no estructurales de prevención: desde la


reducción de la vulnerabilidad física hacia el ordenamiento
urbanístico ....................................................................................................... 321
Scira Menoni ..................................................................................................................... 321
13.0 Introducción...................................................................................................321
13.1 Definición de riesgo ..................................................................................... 322
13.2 Amenazas naturales: definiciones y situación en centroamérica ......... 323
13.3 Desastres en centroamérica ........................................................................ 325
13.4 Medidas de reducción de la exposición..................................................... 327
13.5 Medidas de reducción de la vulnerabilidad ............................................. 328
13.5.1 Vulnerabilidad física ................................................................................. 329
13.5.2 Vulnerabilidad sistémica.......................................................................... 330
13.5.3 Vulnerabilidad social.................................................................................331
13.5.4 Vulnerabilidad económica ........................................................................332
13.6 El papel del ordenamiento territorial en la prevención de los riesgos.. 334
13.7 Conclusiones ..................................................................................................335
13.8 Referencias......................................................................................................337

Capítulo 14Introducción a la cartografía.......................................... 339


Pilar Andrés...................................................................................................................... 339
14. 0 Introducción .................................................................................................339
14.1 La cartografía y la creación de mapas ........................................................339
14.1.1 Meridianos, paralelos y coordenadas geográficas .................................339
14.1.2 Las proyecciones ........................................................................................ 342

14.1.2.1 Proyecciones cenitales o azimutales 342

14.1.2.2 Proyecciones cónicas 344

14.1.2.3 Proyecciones cilíndricas 345


14.1.4 Las coordenadas UTM.............................................................................. 345
14.2 La lectura de los mapas................................................................................ 348
14.2.1 La escala de los mapas .............................................................................. 348
14.2.2 Localización de nuestro mapa en el globo terrestre ............................ 348
14.2.3 Leer las coordenadas de cualquier punto en nuestro mapa................ 349
14.2.4 La declinación magnética ........................................................................ 350
14.2.5 Las curvas de nivel ....................................................................................351
14.2.6 La leyenda de los mapas ...........................................................................353
14.3 Cálculos muy básicos sobre los mapas topográficos ............................... 354
14.3.1 Cálculo de las distancias reales .............................................................. 354
14.3.2 Cálculo de la pendiente .............................................................................355
14.3.3 Construir un perfi l a partir de un mapa topográfico ...........................355
14.4 Referencias ..................................................................................................... 356

Capítulo 15Los Sistemas de Información Geográfica........................ 357


Josep Vila Diego Varga ................................................................................................. 357
15.0 Introducción.................................................................................................. 357
15.1 Definición de los SIG ................................................................................... 357
15.2 Aplicaciones .................................................................................................. 359
15.3 Características fundamentales de los datos geográficos ........................ 361
15.4 La representación de los datos geográficos en un SIG ............................ 363
15.4.1 El modelo raster ......................................................................................... 363
15.4.2 El modelo vectorial ................................................................................... 364
15.5 Fundamentos de los SIG raster .................................................................. 366
15.6 Fundamentos de los SIG vectoriales .......................................................... 367
15.7 Prácticas ......................................................................................................... 368
15.7.1 Algunos datos sobre ArcGIS .................................................................... 369

15.7.1.1 ¿Qué es ArcGis? 369

15.7.1.2 ¿Qué es el ArcGIS Desktop? 369

15.7.1.3 ¿Qué son las extensiones en ArcGis? 370


15.7.2 Georreferenciar imágenes, digitalizar en pantalla y añadir a un mapa
puntos definidos por coordenadas X, Y .............................................................371

15.7.2.1 Agregar una imagen en ArcMap y georreferenciarla a


partir de un archivo de puntos confeccionado manualmente
371

15.7.2.2 Crear un World File 371

15.7.2.3 Digitalizar en pantalla 372

15.7.2.4 Añadir a un mapa puntos definidos por coordenadas


x, y 372
15.7.3 Trabajar con Spatial Analyst: álgebra de mapas y reclasificación ...... 372

15.7.3.1 Introducción al álgebra de mapas 372

15.7.3.2 Reclasificar imágenes raster 373


15.7.4. Trabajar con Spatial Analyst: cálculos de distancia y análisis
superficial............................................................................................................... 373

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