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Daniel Felipe Sánchez López

Historia y pensamiento del capitalismo


Departamento de Historia
Universidad Nacional de Colombia
Docente: Juan Carlos Villamizar

Reseña 5: Assadourian, C. (1978). La Producción de la Mercancía Dinero en la Formación


del Mercado Interno Colonial. Economía, 1(2), 9-56.

Carlos Sempat Assadourian es un historiador armenio nacido en 1937 y nacionalizado


argentino. Se ha especializado en historia económica colonial y comercio regional en
América entre los siglos XVI y XVII. Estudió en Santiago de Chile y en Córdoba y se ha
desempeñado como docente en El Colegio de México. Algunos de sus escritos son: El
tráfico de esclavos de Córdoba, 1588-1610, La producción de la mercancía dinero y El
sistema de la economía colonial: mercado interno, regiones y espacio económico.

Sempat inicia su artículo con una breve introducción donde problematiza el entendimiento
que se le ha dado al sistema económico colonial, en el cual la dominación política y la
realización internacional han sido factores importantes, sin embargo, aduce que es un
esquema unilateral que ha llevado a desnaturalizar ‘‘el conocimiento de la producción
colonial como sistema económico que está articulado también por sus propias leyes
internas.’’ En este sentido, su hipótesis busca una ‘‘realización primera’’ de la mercancía
dinero en el espacio productor de metales, como lo entiendo, una realización M-D (donde
M=mercancías y D=salario como equivalente general) en los sectores de producción
regional (específicamente en Perú). La producción de mercancía dinero, si bien responde a
un nivel en la economía de exportación, responde a su vez a un nivel en la formación y
producción del mercado interno colonial. (Sempat, pp. 11-12) A continuación describo sus
tres enfoques.

En un primer momento, ‘‘la demanda de mercancías en la producción de la mercancía


dinero’’, inserta el aspecto cuantitativo y la forma mercantil de la demanda de medios de
producción y de subsistencia del sector minero y cómo este arrastra a otros sectores.
Inicialmente diferencia dos etapas de producción metalífera: huayra y azogue. La primera,
de fundición y primitiva, solo demandó materiales como los combustibles y el soroche. La
segunda, que implicó el uso de mercurio y que ingresó hacia el tercer cuarto del siglo XVI,
demandó muchos más materiales, así, el consumo productivo de materias primas se volvió
constante. Es por lo anterior que el autor señala que dentro del mercado minero confluyeron
dos tipos de demandas, la de medios de producción y la de medios de subsistencia. Con
respecto a la primera, se debe a que estos tienen una calidad de mercancía y que se cambian
por dinero en el asiento minero (p. 13), con respecto a la demanda de medios de
subsistencia, esta dependió de la transformación del indígena (campesino) productor a
consumidor dada la desconexión que tuvo con la agricultura y la profundización en la
cantidad de fuerza de trabajo que exigía la minería. Con la llegada del azogue y tras
anudarse las diferentes actividades económicas al polo minero, se produjo una división
geográfica del trabajo, al tiempo que una distribución interregional de la mercancía dinero,
esto llevó a su vez a una especialización empresarial en alguna fase productiva, conectada
directamente con una división del trabajo que permitió transformar los excedentes de valor
de uso de la producción aldeana en mercancías y luego impulsó la creación de un sector de
empresas agrarias mercantiles. Para cerrar la idea, el autor expone la operación T-D-M.
Como lo percibí, la fuerza de trabajo indígena (T) gana un salario ‘‘equivalente general’’
(D) que permite una operación de cambio por la mercancía (M). Es por esto que Sempat
resalta la importancia del empleo minero en el desarrollo de una economía regional, ligado
al aumento de la demanda de medios de subsistencia por parte de los españoles, el relativo
incremento demográfico de los indígenas (4,5%) y el aumento de consumo de medios de
producción, todo gracias al azogue. Otro elemento importante es que antes de que la
concentración de plata se diera para la exportación, esta ya había rondado entre el centro de
producción metalífero y las regiones; su consecuencia sería la monetización efectiva a
mediados del XVII.

En el segundo pasaje, ‘‘fuerza de trabajo y energía campesina en la producción de la


mercancía dinero’’, revisa cómo dentro de la minería se desarrollan relaciones de
producción, donde el predominio de moneda o metálico incide en la génesis y en la
ampliación del mercado interno, además repasa la forma mixta entre el sistema moderno de
salario y los regímenes primitivos. Primeramente, el autor hace énfasis en la extracción
metalífera tradicional o huayra, donde la participación indígena en los diferentes estadios
de producción era muy importante, pues estos fueron productores de metal, propietarios de
la plata refinada, vendedores de soroche y dominaban el mercado de los combustibles. (p.
26) Además de mostrar la existencia de mineros indígenas independientes y profesionales
(como el caso de los Yaconas), conceptualiza sobre la tasa de monetización indirecta, que
responde a la circulación mercantil del excedente agrícola, mientras que la tasa de
monetización directa era la renta que se pagaba a través del ingreso del trabajo en la mita
minera, ya no en productos agrícolas sino en tributo expresado en metálico, sin embargo, la
última fue un método coactivo para agregar fuerza de trabajo. El proceso productivo se
transformó por la aplicación del quinto, o impuesto directo a la producción y por la
absorción en la renta del encomendero, así, la huayra fue una etapa de tránsito hacia el
mercado colonial en la cual se inscribió el trabajo indígena en la esfera del mercado dinero
y del consumo. Continuando, para la década de 1570 y con la llegada de Francisco de
Toledo, se desprenden nuevas condiciones técnicas que permiten la acumulación de capital,
asimismo, el salario por jornal se torna dominante en esta etapa donde el azogue responde a
las políticas de la corona, aunque, como debate el mismo Sempat, el trabajo forzado
también fue una realidad, es decir que hubo un mecanismo coactivo que permitió el trabajo
monetizado y la mita, que a su vez conllevó a que la operación T-D-M se transformara en
Trabajo-Dinero-Renta-Encomienda, estancando la compra directa de mercancías por
quienes representaban la fuerza de trabajo e iniciando el ciclo de rotación de la
monetización a la economía mercantil. (pp. 34-36) Es así que el salario, antes recibido por
la fuerza de trabajo, se realizó como renta monetaria en la encomienda, y, al tiempo,
reprodujo una nueva categoría de consumidores de mercancías y de trabajadores
calificados, que, junto al trabajo simple, expresaron mayor ganancia al español. (p. 42)

El tercer apartado, ‘‘Las formas del trabajo campesino en la producción agraria de


mercancías’’, trata de mostrar cómo el trabajo excedente le es arrancado al productor
campesino por medio del incremento de la circulación de mercancías agrarias en el
mercado interno (p. 13), que corresponde también a las dos etapas antes mencionadas.
Primeramente, la etapa de huayra estuvo divida en tres: a. 1543-50, donde no hubo
normatividad del excedente campesino ni circulación mercantil interaldeana; b. Se
profundizaron las campañas militares y se reglamentó el tributo, igualmente, se empezó a
consumir la energía excedente del campesino. Por último, posterior a 1560, aparecen
‘‘combinadas las dos formas de la renta de la encomienda: D (trabajo-salario minero) + D
(valor de uso-mercancía) o monetización directa e indirecta de la renta.’’ (p. 44) Sin
embargo, una conclusión es que esa ‘‘nueva circulación mercantil no desintegra la antigua
cohesión de las aldeas’’, pero sí lleva a que el ‘‘excedente de las aldeas campesinas sea
consumido como mercancía y realizado en D por los productores’’ (pp. 45-47). Esta
dinámica formalizó la producción y circulación de la mercancía dinero en Potosí entre
encomenderos, Estado, mineros y comerciantes.

Por otra parte, la etapa minera del azogue y el aumento real de la producción argentífera
incrementó el flujo de importaciones y exportaciones posterior a 1576. El resurgimiento
minero provocó un aumento en los precios de los artículos agrícolas, que incrementarían
constantemente en los primeros años del azogue y, al igual que en regiones de Córdoba y
Chile, perduraría hasta 1630. Con este incremento del excedente mercantil hubo un cambio
en el modo de producción agrario, que veía como la encomienda decaía por la pérdida del
control sobre el producto excedente de la energía de trabajo, así se dio el tránsito de la renta
en productos a la renta en dinero, no obstante, con Toledo se desarrolló una solución a la
reproducción ampliada que se aspiraba, básicamente con la dominación de la tierra y la
transferencia de excedentes, el aumento masivo de la fuerza de trabajo minera y la
absorción de la mano de obra indígena en empresas españolas. (pp. 51-52) Con respecto al
crecimiento de la producción mercantil agraria desde 1575, Sempat afirma que: 1. hay un
doble control económico y político que se nutre del trabajo excedente de los campesinos,
pues el Estado, por medio de la coacción y de la figura del corregidor, permite un proceso
de acumulación; 2. Que las empresas agrarias absorben la fuerza de trabajo con métodos
coactivos, así también, se apoderan de la producción del excedente y condicionan la
expansión del mercado interno; 3. Si bien se mantiene la economía campesina de
producción-consumo familiar, no se debe olvidar que está sujeta a un sistema económico
mercantil que ya ha acentuado la autoexplotación absoluta; 4. La mita agraria tiene la forma
de una venta forzada de T, donde el Estado determina el salario y este puede llegar a manos
de la encomienda o ser un ingreso familiar. Finalmente, el autor cierra describiendo las tres
formas de trabajo campesino al año, que se transformará en el siglo XVII, probablemente,
por la búsqueda de una tasa inferior de explotación: 1. La renta de la encomienda; 2.
Sistema de mita para empresas agrarias y; 3. economía campesina de producción y
consumo. (pp. 54-55).

Para concluir, considero que es un texto complejo y enredado por la cantidad de conceptos
que emplea. Si bien el autor trata de ir despacio y desarrollar cada punto de una manera
clara y certera, en ciertos momentos retoma puntos anteriores llevando a que se pierda el
hilo de la lectura. No obstante, es un texto bastante enriquecedor y que permite situarnos en
esta parte del mundo que ha tenido tanta relevancia, como bien lo muestra, en el desarrollo
de la economía mundial por medio de una economía interna primero arcaica y luego
colonial, que estableció muy bien sus redes regionales y comerciales, impulsando los
beneficios de las empresas nacientes españolas, pero que como efecto negativo llevó a unos
sistemas de coacción de la fuerza de trabajo, que enriquecía a unos, pero que llevó no solo a
la decadencia de la subsistencia sino al exterminio mismo de la población aborigen.

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