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Unidad 2 / Escenario 3

Lectura fundamental

El sentido de lo humano en la
economía globalizada

Contenido

1 El principio de la dignidad humana

2 La economía y su dinámica actual

3 La persona: sujeto de la economía

4 Sujeto y acto económico

5 Comunicación, modernidad y economía global

6 Globalización, sociedad y política en la era de la información

Palabras clave: dignidad humana, globalización económica, modernidad, ética


1. El principio de la dignidad humana
Frente al desafío de realizar una mirada crítica a las posibles tensiones entre las dinámicas de la
economía y la protección de la dignidad humana, es necesaria la claridad respecto de los conceptos
que en tal análisis se abordan.

Respecto de la dignidad humana, debe señalarse que es un principio universal, a partir del cual
se reconoce el valor de las personas como seres racionales, con libertad y autonomía y con
características y condiciones particulares que deben ser respetadas. La palabra dignidad proviene del
latín “dignitas” que significa “valioso, con honor”.

Acuerdos de orden internacional como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (adoptada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948), reconocen el carácter inviolable de
la dignidad y el valor de la persona humana. Asimismo, el orden jurídico colombiano reconoce el
principio de la dignidad humana y desde la Constitución Política este se constituye en el eje para
la consagración de los derechos fundamentales. El primer artículo de la Carta Magna señala que el
Estado colombiano es un estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria y al
mismo tiempo descentralizada (lo que implica que sus entidades territoriales son autónomas), que
es un Estado democrático, participativo y pluralista y que se fundamenta en el respeto de la dignidad
humana, así como en el trabajo y la solidaridad de quienes lo integran. En el resto del articulado,
la Constitución frecuenta la referencia a la dignidad de las personas, como cuando consagra que
todos tienen derecho a trabajar en condiciones de dignad y justicia (art. 25); que debe asegurarse la
inviolabilidad de la dignidad, la honra y la intimidad de las familias (art. 42); que se defiende el derecho
a una vivienda digna (art. 51), o que desde el Estado se reconoce la igualdad y la dignidad de las
diversas culturas que tienen asiento en el territorio (art. 70).

En una de las sentencias en que la Corte Constitucional aborda el tema de la dignidad humana
como centro del análisis para sus decisiones, expresa con claridad el contenido material del principio
de dignidad humana y lo vincula con tres ámbitos de la naturaleza de las personas: el primero es la
autonomía individual, que se traduce en la opción de optar por un determinado proyecto de vida y
de actuar conforme esa elección; el segundo es el de contar con condiciones que le permitan dar
respuesta a sus necesidades y expectativas, materiales o espirituales, para lograr sus propósitos; y el
tercero es la integridad del cuerpo y del espíritu, lo cual es de hecho requisito primordial para que sea
posible la realización de un proyecto de vida. Estos son los ámbitos de protección que, en conjunto,
integran el objeto que deben proteger las normas constitucionales que se desarrollen alrededor del
concepto de “dignidad”.

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El máximo tribunal constitucional ha resaltado además la importancia de extender la noción sobre
la dignidad humana, al pasar de una perspectiva “naturalista” o “esencialista” que la ubica sólo en
referencia a algunas condiciones interiores de la persona humana, a una perspectiva “funcionalista” o
si se quiere “normativista”, que permite ampliar los contenidos de la dignidad hacia la dimensión social
de las personas, quienes finalmente se desarrollan en comunidad.
Esta extensión frente a la noción de la “dignidad humana” es defendida por la Corte por varias
razones: la primera de ellas, porque facilita la racionalización de su guía normativa; la segunda, porque
esto permite mayor coherencia con la línea axiológica de la Carta Política; la tercera, porque permite
materializar con más firmeza el contenido mismo del articulado constitucional. (Corte Constitucional,
2002).
La última frase del texto citado evidencia la relevancia de darle, a través de las leyes y la jurisprudencia,
fuerza material a un intangible de tan alto valor como el principio de la dignidad humana. Esta breve
referencia a su apropiación en el ordenamiento jurídico colombiano, nos ayuda a i) comprender el
alcance que debe dársele a la dignidad humana como base de las acciones sociales y ii) afianzar los
elementos para construir un juicio crítico frente a las dinámicas que puedan amenazar su carácter de
inviolable.

2. La economía y su dinámica actual


La más elemental definición de “economía”, que puede consultarse en el diccionario de la Real
Academia Española, se refiere a la “Administración eficaz y razonable de los bienes”, al “Conjunto
de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad o un individuo” y a la “Ciencia que
estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el
empleo de bienes escasos”, entre otros aspectos.
La vasta literatura que desde hace siglos se ha consignado sobre la economía, sus pilares, los factores
que la afectan, la diversidad de modelos y los efectos de sus variaciones, seguramente ofrece
contenidos de gran profundidad sobre esta ciencia, pero para el propósito de este documento es
pertinente enfocarse en su dinámica actual.
Entre los centenares de autores económicos contemporáneos se encuentra el catedrático español de
Economía Política Francisco Cabrillo, quien en 2009 publicó el artículo “La economía del desarrollo
en el siglo XXI”1 en el que se refirió a su carácter global por la mayor libertad para el movimiento del
capital a través de las fronteras y donde lo que sucede en un país suele tener influencia en el resto del
mundo.

Consultado en http://www.nuevarevista.net/articulos/la-economia-del-desarrollo-en-el-siglo-xxi
1

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Afirma, sin embargo, que esta globalización no supone cambios de fondo o sustanciales respecto del
pasado, sino que más bien se trata de la aceleración de un proceso ante la considerable reducción de
los costos de las transacciones en las finanzas y en el comercio internacional.

Crítico de las políticas proteccionistas, Cabrillo señala que los países con mayor nivel de riqueza son
justamente los que han creado más barreras para que se alcance una real libertad del flujo comercial
en el mundo y pone en evidencia su mirada más aguda cuando asegura son indefendibles, desde
los puntos de vista político y económico, las actuaciones de los países con mayor poder adquisitivo
cuando deciden imponer tales restricciones, dado que terminan siendo incoherentes ante su propia
recomendación de “abrir las fronteras” como estrategia propicia al desarrollo (claro está, cuando
son exportadores), en tanto generan todo tipo de cuestionamientos cuando les corresponde ser
importadores de determinados productos que pueden afectar sectores de sus economías, como el
caso de la agricultura. (Cabrillo, 2009).

A pesar de las contradicciones que advierte respecto del actual modelo económico, el autor defiende
la globalización y la economía de mercado y afirma que el desafío en materia económica está en
ampliar los beneficios del progreso a los países y a las comunidades que viven en condiciones más
vulnerables y asegura que esto no es posible con el impulso de estrategias que tengan como fin
frenar el crecimiento: “Lo que los indios, los chinos o los africanos quieren, no es precisamente que
el desarrollo se detenga, sino que se acelere. Y esto, como muestra la experiencia de las últimas
décadas, sólo se consigue con más globalización y más economía de mercado” (Cabrillo, 2009).

Desde otra perspectiva, el sociólogo y científico social histórico Immanuel Wallerstein, nacido en
Estados Unidos en 1930, ha formulado una línea teórica crítica del capitalismo global en su obra “El
moderno sistema-mundo” (The modern world-system).

Wallerstein enfrentó tesis clásicas de la historia económica soportadas en estudios sobre fenómenos
socioeconómicos de sociedades nacionales, cubriendo en pocos casos áreas continentales. Su
análisis es global, como sistema mundial, al comprender los fenómenos socioeconómicos a partir
de los orígenes del capitalismo, por lo que revisa la historia encontrando incidencias no vistas ni
reconocidas por otros autores2. Explica que las hegemonías económicas marcadas por centros de
poder se mueven de lugar geográfico de manera cíclica, expandiéndose y contrayéndose. Así mismo,
el movimiento se acompaña de transformaciones sociales, tecnológicas, industriales y proletarias,
motivando resistencias y tensiones políticas al sistema económico y político que lo determina.

2
En las obras de Wallerstein se amplía la explicación de sus tesis, entre otras, ‘El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los orígenes
de la economía-mundo europea en el siglo XVI'; 'El moderno sistema mundial II'. El mercantilismo y la consolidación de la economía-mundo europea,
1600-1750' y 'El moderno sistema mundial III. La segunda era de gran expansión de la economía-mundo capitalista, 1730- 1850'.

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Para el autor, el siglo XVII es un ejemplo claro del modelo constante de expansión y contracción, no
obstante, no presentar variación alguna en los límites entre los reinos de la época, ni de movimientos
seculares. Sin embargo, después de 1750 se da un segundo ciclo de expansión capitalista gracias
a un periodo de distintas revoluciones: la industrial inglesa, la emblemática revolución francesa, la
independencia norteamericana, la emancipación de los países que se encontraban bajo la dominación
española, permitiendo la prosperidad de una economía burguesa3 . La "economía-mundo" se extendió
hacia los diferentes continentes y hoy alcanza todo el globo terrestre. Es un nuevo sistema de
apropiación y explotación del trabajo y los recursos, que autores como Aníbal Quijano denominan
capitalismo colonial global.

Con la globalización, el capitalismo ha llegado a uno de sus capítulos de mayor integración mundial
mediante la internacionalización del capital financiero. Lejos de considerarlo como la solución a
situaciones de pobreza e indignidad humana, se considera que ha aumentado de manera considerable
la inequidad, es decir, la brecha entre ricos y pobres con deterioro ambiental progresivo4. De hecho,
sobre su propia lectura de los cinco siglos anteriores, Wallerstein considera dudar de que el “sistema
mundo moderno” sea un escenario de progreso moral y, por el contrario, su análisis lo lleva a creer
que se trata más bien de un entorno de regresión moral. (Wallerstein, 2001)

En el enfoque de la teoría del sistema mundo capitalista se evidencia que existen centro, periferia
y semiperiferia. Para Wallerstein, el relacionamiento económico del centro con los países de la
semiperiferia y de la periferia depende de tres factores que considera estratégicos:

• El nivel de importancia de sus industrias para el funcionamiento de mercancías críticas.

• El nivel de importancia de los países para sostener determinados niveles de demanda de los más
rentables sectores de producción.

• El nivel de importancia de los países en decisiones de alto valor estratégico como su


geolocalización, la potencia militar, la producción de determinadas materias primas, etc.

3
Wallerstein llama a este ciclo "segunda era de la gran expansión de la economía-mundo capitalista", de 1730 a 1850, caracterizada por grandes
revoluciones como se menciona en el texto.
4
Sobre este particular, remito apreciar la presentación inédita del profesor Antonio Elizalde, expuesta en el marco de la Cátedra Latinoamericana
Orlando Fals Borda 1998 en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Es importante considerar el surgimiento de otros indicadores como
recursos para nominar el estado de la condición humana, mirada antropológica que considera las dimensiones biológicas, emocionales, espirituales
y actuantes de las personas. La dignidad se coloca allí como uno de los indicadores superando los límites evidentes de las nociones e indicadores del
desarrollo. La presentación del profesor Elizalde, se expuso en evento público y contamos con su autorización para darla a conocer.

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Así, esta teoría señala que, con la globalización llegan a establecerse formas inequitativas de
generación y apropiación de la riqueza, con interacciones económico-sociales que pueden generar
condiciones de subordinación en las relaciones entre los Estados nacionales, donde los que ostentan
mayor poder y mejores condiciones se apropian de los excedentes de aquellos en situación de
desventaja, a los que se les considera periféricos y semiperiféricos.

La teoría de sistema mundo permite observar globalmente los fenómenos de orden socioeconómico
y valorar la incidencia del capitalismo en el “bienestar” de los pueblos; además cuestiona la idea del
desarrollo, por lo que se asume como una puesta en escena apropiada, que incluye las dinámicas y
procesos (particularmente para nuestros intereses de estudio) de América Latina y demás regiones
continentales al borde del pensamiento centroeuropeo.

3. La persona: sujeto de la economía


Centrarse en la persona significa reconocer las dimensiones que le son propias a cada quien
con el potencial de crecimiento y expresividad. Son importantes la historia, contexto, y toda la
subjetividad propia del ser, asumiendo al sujeto por las capacidades que podrá desarrollar para
hacer futuros posibles para sí y para su ámbito social. Es considerar al otro desde su particular
proceso de autoconstrucción y de descubrimiento de su papel en la cooperación que requiere la
edificación del drama social e histórico, como sujeto biológicosensitivo, ludicoestético, intelectual-
cognoscente, deliberador-dramático. En suma, es valorar la subjetividad en todas sus dimensiones y
particularidades.

Retomando lo expuesto en páginas anteriores sobre el principio de la dignidad humana, sobre


economía y con los elementos de la noción de persona que acaban de señalarse, es importante
reflexionar sobre dos aspectos:

1. Las dinámicas económicas afectan, en últimas, a seres humanos que individualmente enfrentan
ya sea los beneficios por pertenecer a sociedades desarrolladas con sólidos esquemas de
protección de los derechos de sus ciudadanos, o los impactos de la limitada capacidad de acceso
a los bienes y servicios que requieren para vivir dignamente.

2. La libertad que (al menos en teoría) se reconoce universalmente a las personas para tomar
sus propias decisiones y desarrollarse integralmente, se puede ver seriamente limitada si se
pertenece a sociedades subdesarrolladas o en vías de desarrollo (en palabras de Wallerstein, de
países periféricos o semiperiféricos).

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Esto evidencia el alto grado de responsabilidad no solo de quienes adoptan decisiones respecto
de los modelos económicos, sino de todos los sujetos (individuales y colectivos) que actúan de
manera consciente en las dinámicas económicas y se relacionan entre sí: empresarios, trabajadores,
proveedores, consumidores, etc. Sus decisiones y prácticas impactan en determinada medida el curso
mismo de la economía, sea en el ámbito local, nacional o global.

4. Sujeto y acto económico


Enrique Dussel nos proporciona claves de la relación sujeto y economía. El filósofo argentino incluye
la pertinencia del acto económico como un proceso complejo que involucra la interrelación práctica
entre personas y la relación productiva de las personas con la naturaleza (Dussel, 2011).

El acto económico en su forma original es un acto vital tanto para los individuos como para la
comunidad, pues allí se complementan necesidades y satisfacciones mediante el acto del consumo
para la reproducción de la vida de los sujetos, donde la naturaleza es proveedora y los sujetos solo
consumidores. Es decir que, en su forma original, el consumo es solamente para vivir y no pasa
por procesos de producción. Es en la escasez donde aparece la producción como racionalidad
instrumental para subsanarla con uso de tecnologías, desarrollo de saberes especializados,
materialización del trabajo con la aparición de un productor o trabajador, y el consumo que pasa
de ser una relación vital a una relación cultural, donde podemos interpretar que el trabajo es tanto
reproductor de vida como medio para vivir.

5. Comunicación, modernidad y economía global


La comunicación se coloca como eje central de la vida social y está asociada directamente a la
modernidad, entendida ésta como el proceso de articulación expansiva del dominio cultural, político
y económico de Europa hacia los demás continentes, iniciado en el siglo XVI. Con esta expansión,
surgieron entre otros los conceptos de individuo, democracia y economía de mercado, donde
la comunicación, según Wolton, cumplió una labor artesanal, promoviendo una apertura al otro,
aportando herramientas simbólicas, culturales y técnicas.

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El gran cambio desde el siglo XVI es la apertura hacia el otro, que encuentra en los modelos
intelectual y cultural de la comunicación el sustento teórico para abordarla. Las editoriales, la
imprenta, el correo, así como el comercio terrestre y marítimo, fueron los instrumentos de esa
apertura, que se acentuó significativamente gracias al ferrocarril, al teléfono y a los posteriores
desarrollos tecnológicos del siglo XX (Wolton, 2007).

Los acelerados cambios en los modelos sociales y económicos que se experimentan desde los albores
del siglo XX hasta hoy, han estado mediados sin duda por las dinámicas de la comunicación, que
también se han transformado de manera vertiginosa, a la par con los avances tecnológicos.

Y es que el desarrollo tecnológico de las comunicaciones facilitó la creación y posicionamiento de los


medios masivos como fuente de información y entretenimiento para millones de personas alrededor
del mundo, entrando al juego económico global como una industria más. Sectores con poder político
y económico lograron por décadas el monopolio en el manejo de los medios y por supuesto de los
mensajes que desde allí se enviaron a las audiencias. La transmisión social de conocimientos, creencias
y tradiciones, que antes eran labor casi exclusiva de la familia y la escuela, fue asumida paulatinamente
por los medios de comunicación, lo que impactó el mercado, las relaciones sociales y la cultura, entre
otros aspectos.

La masificación de los medios facilitó, además, nuevas formas de orientar las preferencias de consumo
y abrió espacios inéditos para el desarrollo de la publicidad cuyo papel, más allá de la promoción de
bienes y servicios, es crear en la mente del consumidor la necesidad de obtenerlos. Así, medios masivos
y publicidad se constituyeron en instrumento económico de dominación cultural, con la divulgación
de mensajes y producción de información que se regía (o se rige) más por el afán de los rendimientos
financieros que por el propósito de cualificar el criterio de los individuos que conforman las audiencias.

Con la masificación del acceso a la Internet y el desarrollo sorprendente de plataformas para


establecer contactos inmediatos y a bajo costo con interlocutores que pueden estar ubicados al
otro extremo del planeta, se dio un salto hacia la “democratización” del acceso a nuevos medios, al
tiempo que se consolidó la tendencia global de la economía. Hoy es posible conectarse fácilmente
con otras culturas, crear comunidades virtuales alrededor de temas de interés común, intercambiar
conocimientos y experiencias en diversas áreas con personas de cualquier parte del mundo y conocer
con el máximo detalle bienes y servicios que se producen a decenas de fronteras nacionales y
obtenerlos realizando transacciones de pago electrónicas sin más mediador que la plataforma web.
Todo esto supone también profundos desafíos, pues las posibilidades casi infinitas que facilita la
Internet para el acceso a información y el contacto con otros, representan también altos riesgos no
sólo de desinformación, sino de graves afectaciones a la dignidad de las personas.

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El profesor de sociología Zygmunt Bauman, señala que con la globalización dependemos unos de
otros, considerando lo poco importantes que resultan ahora las distancias; algo que sucede en
cualquier rincón del mundo puede tener consecuencias de orden mundial. Dados los instrumentos
técnicos, recursos y conocimientos que la humanidad ha adquirido, las acciones tienen impactos a
inmensas distancias en el tiempo y el espacio. Asegura que, por simples o limitadas que parezcan
ciertas intenciones o proyectos, es un error no reflexionar sobre los factores globales, que en un
momento dado pueden decidir si se logra el éxito o se cae en el fracaso.

Insiste en que lo que las personas hacen o dejan de hacer puede tener consecuencias en las
condiciones de vida de personas o comunidades que habitan en lugares muy remotos y de
generaciones que tal vez no lleguemos a conocer. (Bauman, 2001).5

6. Globalización, sociedad y política en la era de la información


Retomamos el título de esta publicación del profesor Manuel Castell, quien ante el nacimiento del
nuevo milenio avizoró la reconfiguración de la sociedad a partir de los cambios en el desarrollo de la
economía expansiva. La globalización cobija la ciencia y la tecnología de más alto nivel, respaldadas por
las empresas multinacionales preocupadas por la innovación y la punta de los mercados; uno de ellos
es el de la información.

Aunque Castell ampara la comunicación como información, es preciso que los comunicadores
diferenciemos estos campos. Resumiremos aquí que la información se convierte en un producto
de diferente nivel de complejidad, según el acumulado de datos que se tenga. De hecho, el primer
eslabón en una cadena informativa son los datos; sin embargo, estos no son información aún, sino
cuando logran articularse con sentido práctico, es decir, que se conviertan en producto (dentro del
contexto que estamos hablando) como las noticias. La comunicación, por su parte, reconocida como
campo disciplinar, debe contraer transformaciones de sentido para el cambio.

En palabras de Castell, la comunicación está globalizada a través de lo que otros autores denominan
la economía de la comunicación, referenciando los conglomerados dedicados al manejo de
informaciones y espectáculos expuestos a través de los medios masivos; no obstante, esta
globalización tiene sus matices, porque si bien ya no todas las audiencias consumen las mismas

5
Bauman, Zygmunt. “El desafío ético de la globalización” (2001). Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/
viewFile/11245/11908

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películas de producción norteamericana, se evidencia una tendencia a la concentración en cerca
de siete grandes grupos que controlan alrededor del 75% de la producción de contenidos que se
comercializada en el mundo. Aclara, sin embargo, que se consideran las diversidades culturales y no se
produce el mismo programa para todas las audiencias, sino que hay una segmentación del mercado:
se realizan contenidos para mujeres, para niños, musicales, culturales, noticiosos, deportivos, es decir,
producciones para culturas concretas. (Castell, 2000).

A. Una nueva estructura social

Para Castell, los cambios tecnológicos de la información y comunicación superan la revolución


industrial del siglo XVIII por su nivel de afectación a la condición humana: “Todo lo que hacemos,
la organización social y personal, es información y comunicación. Esta enorme transformación
modifica absolutamente todo lo que hacemos, desde las maneras como producimos hasta los modos
como consumimos, vivimos, morimos y hacemos el amor” (Castell, 2000). Es una transformación
constante que, en poco tiempo, supera las innovaciones precedentes y que permite flujos continuos y
rápidos de información, incidiendo en todas las áreas sociales.

Considera Castell que la revolución tecnológica, si bien no determina los cambios históricos
contemporáneos, sí incide en procesos culturales, políticos, sociales y económicos que serían inviables
sin tales avances tecnológicos, como el caso del desarrollo logrado por los mercados financieros.
¿Incidirá a nivel comunitario esta revolución tecnológica? Para el sociólogo español, esta revolución
amplía y ahonda los efectos de las prácticas sociales y precisa que, si la tecnología informática es
asumida con el suficiente cuidado por las sociedades, su presencia puede ser incluso liberadora, en
cambio, si se apropia sin las previsiones necesarias puede derivarse en escenarios destructivos.

Estos avances tecnológicos han facilitado la expansión capitalista, al punto que todos los países del
mundo están conectados a la misma economía. Cabe la pregunta por los ámbitos locales, aquellos que
por razones geográficas y de accesibilidad física se incluyen en su análisis.

Castell aborda la explicación de la economía de hoy en tres ítems: la informacional; la que funciona en
redes y la globalizada.

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Cómo mejorar...
De acuerdo con el enfoque de nuestro módulo, no resta la pregunta por las
transformaciones recíprocas que el ambiente de la virtualidad produce en los
sujetos y las relaciones que se dan entre estos. ¿Qué nuevas subjetividades
están emergiendo con el uso de la virtualidad en la formación?

1. Economía informacional

Hace referencia a la dependencia de la competitividad, la productividad, la capacidad de adquirir


conocimiento y de procesar información, lo cual se hace tangible en las economías más desarrolladas
en relación con sus niveles de producción.

Evidentemente, los auges de capital se asocian con avances tecnológicos y científicos y la


consecuente generación de conocimientos de todo orden, por lo que considera que la infraestructura
tecnológica se constituye en un aspecto clave para optimizar las capacidades de procesar
información, generar conocimiento y crear riqueza, elementos fundamentales cuando de incrementar
la capacidad competitiva de las empresas se trata. En este marco, destaca la importancia de la
educación adaptada a las nuevas formas de producción, basadas en la generación de conocimiento.
Ante tal escenario, las materias primas y los modelos de producción en serie son cada vez menos
valorados en relación con la producción de información.

La economía informacional tiene, para Castell, considerables consecuencias sobre las potenciales
inequidades del orden mundial, dado que la información, la infraestructura tecnológica y el
conocimiento mismo están distribuidos de manera cada vez más desigual.

2. Economía red

Hace referencia al funcionamiento de las organizaciones distribuidas en distintos espacios geográficos


o aun en una misma ciudad, descentralizando funciones y promoviendo autonomía en puntos nodales,
automatizando procesos de negocio, intercambiando información y servicios con entidades externas
a la empresa, donde los procesos de negocio deben considerar los sistemas externos y puntos de
integración (end-points) requeridos para crear procesos de la cadena de valor que extienden los
límites de una compañía.

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Castell afirma que la célebre fábrica de Henry Ford revolucionó la producción de automóviles
cuando logró disminuir los costos de cada unidad con base en el modelo de producción en serie del
mismo modelo. Para la época, las economías de escala alcanzaron un gran impacto porque dejaban
incrementar la productividad elaborando mucho más de lo mismo a menores costos. La economía
actual es muy diferente, porque ahora la productividad depende de la capacidad de procesar, analizar
y generar información, y de la capacidad de adaptarse a las volatilidades de los mercados, de dar
respuesta a las necesidades de las personas, de encajar en su capacidad adquisitiva y de generarles
necesidades que no conocían. En últimas, se trata de lograr una producción flexible, que dé
respuestas oportunas a las demandas variables del mercado.

Concluye el autor que, si bien el capital está hoy centralizado, la gestión y la ejecución están
considerablemente descentralizadas, pero funcionan en red. Esto daría respuesta a la aparente
contradicción según la cual lo relevante ahora son las PYMES (pequeñas y medianas empresas):
en efecto estas son importantes porque se articulan en los proyectos empresariales, pero para
el autor nos encontramos en un más grande proceso de concentración oligopólica de la historia
económica, con oligopolios que invierten en empresas en red que funcionan bajo el esquema de la
descentralización, son flexibles y se adaptan a las variaciones de la demanda mundial.

3. Economía global

En esta dimensión, Castell define la globalización como un proceso histórico, económico, social
y cultural en marcha, que forma parte íntima de nuestra sociedad, con implicación directa del
capitalismo y expansión descontrolada del mercado, donde predominan los movimientos comerciales
sobre las actividades agrícolas e industriales, y donde las empresas transnacionales y los países
productores que concentran el poder comercial imponen su hegemonía y condiciones sobre los países
consumidores, lo que marca una creciente desigualdad.

Afirma además que los costes de producción, si bien son equiparables en cualquier parte del mundo, no
lo es el costo de la mano de obra, donde las condiciones y remuneración en los países de mayor avance
económico superan a los demás, motivando migraciones de trabajadores hacia los países productores
(en su mayoría mano de obra no calificada), sin que cuenten necesariamente con condiciones laborales
dignas y terminen más bien en situaciones de ilegalidad y vulneración de derechos.

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B. La ética vs. los costos de producción

En medio de estas circunstancias, y a pesar del conocimiento sobre estos asuntos, se evidencian dos
fenómenos:

1. Los ingresos por transferencia de remesas hacia países subdesarrollados o periféricos son
significativos y provienen en buena parte de los trabajadores inmigrantes.

2. En varias regiones, como Centroamérica y Asia, se ha incrementado la presencia de maquilas,


que son fábricas diseñadas para obtener el mínimo costo de producción posible y cuyos
trabajadores sirven en condiciones cercanas a la esclavitud, a pesar de poner en el mercado
bienes de alto valor, como equipos electrónicos y textiles de marcas reconocidas a nivel mundial,
no exactamente por sus precios bajos.

En 2013 el mundo conoció la noticia del derrumbe de un edificio en Bangladesh que albergaba cinco
talleres de confección, donde perdieron la vida al menos 300 personas y quedaron unas 1.000
heridas. No era la primera catástrofe de esa naturaleza y pareció ser efímera la conmoción causada
por los reiterados informes sobre las lamentables condiciones de trabajo y seguridad de los empleados
de la industria textil en esa región. En 2015 se conoció un informe de Oxfam Intermón6 que denunció
la situación de alrededor de 263.000 mujeres que producen ropa y viven explotadas en las maquilas
de Centroamérica. El informe asegura que la mayoría de quienes acuden a estos puestos de trabajo
son mujeres con edades entre los 18 y los 35 años, con bajos niveles de escolaridad; suelen ser
madres cabeza de familia procedentes de áreas rurales. Este y otros informes han dado cuenta de la
proliferación, en varios países del tercer mundo, de estos modelos de organización del trabajo basados
en la explotación de la precariedad y la vulnerabilidad de las mujeres.

Una búsqueda rápida en Internet arroja centenares de informes, videos y documentales que
denuncian con el mayor detalle las inhumanas condiciones de los trabajadores de maquilas alrededor
del mundo, pero esto no ha logrado generar en los consumidores la decisión de “protestar” con
acciones aparentemente tan simples y de elemental sentido ético, como no adquirir los productos
que allí se elaboran.

6
Organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo. https://www.oxfamintermon.org

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Referencias
Bauman, Z. (2001). El desafío ético de la globalización. Revista Colombiana de Sociología, 6 (2), 95-
99.

Cabrillo, F. (2009). La economía del desarrollo en el siglo XXI. Obtenido de Nueva Revista de Política,
Cultura y Arte: http://www.nuevarevista.net/articulos/la-economia-del-desarrollo-en-el-siglo-xxi

Castell, M. (2000). Globalización, sociedad y política en la era de la información. Recuperado el 9 de


abril de 2012, de Revista BITACORA.

Corbière, E. J. (2004). Rebelión. Recuperado el 2 de abril de 2012, de La "economía-mundo"


capitalista: http://www.rebelion.org/hemeroteca/economia/040219corbiere.htm

Dussel, E. (2001). Polylog, Foro para el filosofar intercultural 3, 1-43. Obtenido de Principios éticos y
economía. Desde la perspectiva de la ética de la liberación: https://www.polylog.org/index-es.htm

Quijano, A. (2010). Constitucionalidad, Movimientos sociales y DD. HH en América Latina. VI


Encuentro Noviembres Latinoamericanos: Historia, memoria y futuro en América Latina, 200 años
después. México: IPECAL.

Wallerstein, I. (2001). Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido: una ciencia social para
el siglo XXI. México: Siglo XXI.

Wolton, D. (2007). Pensar la Comunicación. Buenos Aires: Prometeo Libros.


INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Comunicación y Sociedad


Unidad 2: La condición humana y subjetiva por una ética
económica
Escenario 3: El sentido de lo humano en la economía
globalizada

Autor: Héver Míguez Monroy


Asesor Pedagógico: Juan Pablo Sierra Penagos
Diseñador Gráfico: Yinet Rodriguez
Asistente: Ginna Quiroga

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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