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FÓRMULAS PARA CURACIÓN

Por el Maestro Beinsá Dunó

            Para conocer si vuestra voluntad se ha desarrollado, o sea, si tenéis


voluntad de aplicar una fórmula oculta, la mejor prueba es la siguiente: alguna
vez os duele la barriga, sentís una rotación dentro, probad vuestra voluntad.
Pongan la mano izquierda atrás sobre la espalda y la mano derecha por delante
sobre la barriga, concentrad vuestra mente y pronunciad la siguiente
fórmula: “Pido que la enfermedad cese”. Si no recuerdas esta fórmula, dí: “La
enfermedad ha cesado”.

            Toma la mano del enfermo y mentalmente di: 


“Señor, Tú Eres fuerte y potente. Si quieres puedes librar a este hombre de
sus sufrimientos”.

Para deshipnotización se hacen pases contrarios: 


“¡En el Nombre del Amor Divino, en el cuál no hay cambio, en el Nombre de
la Sabiduría Divina, y en el Nombre del Verbo Divino, que así sea!” (se
sopla)
Esta es una ley interna. (se hacen tres veces pases contrarios).

Si estás enfermo dí:


“¡Señor, te amo!” y sanarás. La fuerza Divina se manifiesta en los momentos
difíciles de la vida.

            Aquel, cuya conciencia está despertada, puede curar solo con su
pensamiento. Cuando se enferma, él inmediatamente eleva su pensamiento y ahí
erige su error que es la causa de su enfermedad. Luego, él desciende a su corazón
donde también erige su error que es la causa de su enfermedad. Por fin desciende
al área de la voluntad y ahí erige su error. Después de esto dice: ¡Que se haga la
voluntad  de Dios! Cuando dice así, la enfermedad y su dificultad desaparecen.

            El amor es una fuerza potente que cura todas las enfermedades. Si
pronunciáis correctamente la palabra Amor ya podéis curarse. Por ejemplo, si
sufrís de reumatismo, digan profundamente dentro de sí, con fe y confianza en lo
Grande: 
“Dios es Amor y en el Amor no existen enfermedades”.
Si decís dos o tres veces estas palabras, vuestra enfermedad desaparecerá.
Cuando decís las palabras Dios es Amor, levantaos inmediatamente de su cama. 

Cuando os encontráis delante de ciertas dificultades y sufrimientos, digan: “¡El


Amor viene!” Si eres pobre o enfermo o estás indispuesto dí: “¡El Amor
viene!”. El Amor es una gran fuerza de la cuál los espíritus malos, las
dificultades y los sufrimientos huyen. No hay cosa más bella para el hombre que
esto, que se haga consciente de que el Amor ya viene en el mundo. El Amor
sobreentiende la Presencia de Dios.

  “¡Te agradezco, Señor, que me has enviado este sufrimiento!, ¡Te


agradezco, Señor, que me has enviado esta alegría!, ¡Señor, Te agradezco
por todo lo que me envías!” Todo es de Dios. Tal es la Voluntad Divina.

            “¡Señor, en Ti confío,  a Ti encomiendo mi carga!, ¡Te amo, Señor!,


¡Te agradezco, Señor, porque has decidido limpiarme!”

            En caso de insomnio di: 


“Esta noche debo dormir. Yo debo dormir y pediré ayuda a la Conciencia
Infinita, para que me envíe sueño”

            En caso de insomnio di con fe: 


“Señor, yo soy impotente, Tú Eres fuerte, manifiéstate.”

            Cuando os duele alguna parte, pongan la mano sobre el sitio enfermo y
pronuncien lo siguiente: 
“Esta es la vida eterna que (yo) Te conozca a Ti el Único Dios Verdadero y a
Cristo a Quien has enviado. Esta es la vida eterna para que (yo) conozca el
Amor”.

            “Escucho, me levanto, soy sano, soy fuerte, soy bueno.”


(Mientras se pronuncia esta fórmula, que marche como un soldado mentalmente)

            “Yo soy movilizado para servir a Dios”.

            “El Señor es bueno”. Con estas palabras se curan todas las


enfermedades.

            “Señor, Tú siempre Eres bueno. Nunca me has dejado. Y ahora me


rescatarás. Yo creo en Ti y a Ti dejo mi debilidad”.
Siembren un bancal con hermosos claveles, y mientras lo caváis y lo regáis,
alegraos de ellas, diciéndoles: “¡Oh, vosotros, ángeles, serafines y querubines,
criaturas célebres y prudentes, científicos perfectos, vestidos con ropas
blancas, ceñidos con cinturones de oro, ayúdenme para que sane y que me
alegre de vosotros!”.
            Si estás enfermo, imagínate que el Sol y la luz caen sobre ti como una
ducha y como que si te encuentras en un mar de luz, de poder, de salud, de
potencia, de bondad, como que si estás sumergido en Dios. Si la enfermedad está
en un sitio determinado, dirás hacia el sitio enfermo: “¡Sal de aquí, yo tengo
trabajo, yo debo servir a Dios, vete!”. 
Si la enfermedad está por todo el cuerpo, dirás: “¡Vete de mi!”.
Harás pases con la mano derecha desde arriba hacia abajo, acercarás tu mano a la
boca, la sacudirás hacia adelante y al mismo tiempo soplarás tres veces.

            Ejercicio: La mano derecha hacia arriba, la izquierda hacia abajo,


poniéndose en cuclillas, con lo cual  los dedos de la mano izquierda tocan la
tierra y entonces se dice: “¡Yo me conecto con el centro de la Tierra y que a
través de mi mano izquierda el mal pase a este centro!”
Luego el cuerpo se levanta, la mano derecha va hacia abajo, la izquierda hacia
arriba y se pronuncia: “¡Yo estoy conectado con todas las fuerzas inteligentes,
con todas las criaturas Divinas razonables y con Dios, y que la energía
Divina pase libremente a través de todo mi cuerpo!”. Todo esto se repite tres
veces. La fórmula se pronuncia mentalmente con un temblor sagrado en el alma.

“Yo soy joven y puedo trabajar con afán 20 años más”. Con estas palabras
podemos alargar nuestra vida.

Hoy día la gente muere antes de tiempo porque no trabajan conscientemente.


Ellos no saben como trabajar y para quién trabajar, para que alarguen su vida. Si
ellos desean sinceramente servir a Dios, y cumplir su voluntad, su vida se
alargará. El hombre no debe ocuparse con el otro mundo antes de que haya
terminado su trabajo en la Tierra.
“¡Alargaré mi vida!” Con estas palabras podemos alargar nuestra vida. 

“Señor, en Ti está toda mi confianza. Ayúdame, envíame Tu ayuda. Prometo


servirte y dedicar mi vida a Ti.”

            “Señor, de aquí por delante yo dedicaré toda mi vida a Ti, trabajaré


para Ti. Déjame en la Tierra”

            “Yo, quien sirvo al Señor, quiero que todo mi cuerpo esté sano,
porque pertenece al Señor. Él es una célula del Gran Cosmos, por eso debe
ser sano”.

            Os voy a dar un diagnóstico para que podáis conocer si amáis a Dios.
Toses mucho. Di a ti mismo: “¡Amo al Señor!” Si la tos cesa, tú verdaderamente
amas a Dios. Si no cesa, tú no Le amas. Eres pobre. Di: “¡Amo al Señor!” Si la
pobreza te abandona, tú amas a Dios. Si no te abandona, no Le amas.

            Estás indispuesto, di: “Yo creo en Dios dentro de mí, creo en Dios
fuera de mi.”

            “Yo y el Padre somos uno”. Así ha dicho Cristo.

            “Dios es Amor, Dios es Luz, Dios es Vida, que sea bendito Su


Nombre, ahora y por todos Sus tiempos.”

            “Dios es Amor, Dios es Vida, Amor santo, Amor santísimo.”

            Pon tu mano izquierda del lado izquierdo de tu cabeza y dí con


disposición: “Señor, por Tu Gloria, derrama óleo de salud y de vida en mis
células, para que Te sirva con alegría y con gozo.”

            “¡Pureza, pureza derrama, Señor, en mi cuerpo, en mi alma y en mi


espíritu!”

            Cuando sientas que estás indispuesto, agrio, nervioso, di varias veces lo
siguiente: “¡Señor, calienta mi corazón con Tu Amor!”.

            Si vuestra mente está obnubilada, diréis: “Señor, ilumina mi mente con


Tu Espíritu” o: “Señor, da luz a mi mente a través de Tu Espíritu.”

En caso de que vuestras manos estén frías, díganse mentalmente: “En mí hay


una pequeña desarmonía. La arreglaré.”
Esto muestra que habéis cometido error en el Amor.

            “Yo estoy movilizado, yo tengo trabajo. Yo sirvo a Dios y por eso


todos los espíritus que producen enfermedades que se vayan”.

            Estás indispuesto, di: “Ahora Dios está dispuesto. Todos los mundos y
todos los ángeles son alegres. ¿Por qué entonces yo tengo que tropezar?”

            Fórmula con movimientos: “Escucho, me levanto, soy sano, soy


fuerte, soy bueno”.
Los movimientos son: en “escucho”las manos tocan con las palmas las orejas,
luego se alzan hacia arriba paralelamente por encima de la cabeza y se
pronuncia “me levanto”, luego las manos se colocan horizontalmente a los lados
con palmas hacia adelante y se dice “soy sano”, de ahí, se llevan hacia dentro
hasta que las palmas toquen los pechos y se dice: “soy fuerte”,después de esto,
descienden hacia abajo y se dice “soy bueno”.

            Si estás enfermo, di: “Señor, de aquí por delante Te serviré con toda
mi mente, corazón, alma y con toda mi fuerza”. 
Donde quiera que estés, en cualquier condición en que te encuentres, sea como
labrador de la tierra, de la viña, como trabajador de la fábrica, que sirvas por
doquier con amor desinteresado, sin dinero alguno.

            Hagan una prueba con vosotros o con otros que están en su lecho de
muerte, diciendo: “¡Señor, de aquí por delante dedicaré toda mi vida a Ti!
¡Trabajaré por Ti! ¡Déjame en la Tierra!” y haz una confesión delante de Dios
en tu alma.

            Alguien se enferma de muerte, que se vuelva a Dios con las


palabras: “¡Señor, si esto, que se nos predica en Tu Nombre es verdadero,
ayúdame a sanar! ¡Prometo que Te serviré!”
El que haga la prueba sinceramente y de corazón puro, por si mismo se
convencerá, que el Señor es vivo.  Yo quiero que conozcáis a Este Señor y que os
convenzáis de mis palabras.

            Cuando sientas un pesar en tu estómago, levántate, pon tus manos sobre
la barriga, la derecha sobre la izquierda con pulgares uno contra otro y
dí: “¡Todos mis trabajos están arreglados!”

            Cualquier enfermedad que tengas, toma tu sitio enfermo y dí: “¡Servirás


al Señor!”. Alégrate de todo, porque esta determinado que esto ocurra.

            Hagan una prueba con las palabras: “Dios es Amor.” Que veáis que
fuerza se esconde en ellas. Introducid estas palabras en vuestra mente, en vuestro
corazón, y en vuestra voluntad, y veréis  que si estáis enfermos sanaréis. Si hasta
ahora habéis mirado de aquí por delante veréis, si solo habéis sentido, de aquí por
delante amaréis. Una fuerza grande y potente es el Amor, pero debéis de saber
como aplicarla.

            Subrayan con tres líneas, de que estaréis arreglados en los tres mundos -
Arreglados en pensamientos, sentimientos y acciones -. Decíos la fórmula: “¡Yo
estaré arreglado en mis pensamientos, en mis sentimientos y en mis hechos,
para que vea la vida y que sirva conscientemente.”
Leed (estudiad) cada palabra y pensad en la estructura, en el sentido de cada
palabra. Porque ¿sabéis una cosa?, que os digo yo, en vosotros no quedará
enfermedad ninguna si vosotros lográis mover vuestra vida armónicamente.
Alguien dice: “¡Yo no tengo dinero!” La riqueza, la felicidad, la alegría consisten
en el entendimiento interno de la vida.

            Alza tu mano derecha hacia arriba y di: “Señor, invoco a todas las
fuerzas razonables que llenan todo el Cosmos, todas las fuerzas
constructivas que construyen y curan, que me conecte con ellos y que
aparten todas las fuerzas impuras que molestan a mi salud”.

            “¡El Gran Espíritu del Universo, Quien vivifica todas mis células, que
me dé vida y salud!”.

            “Dios es Amor, Dios es Luz, Dios es Vida.” Pronunciad estas palabras


porque ellas esconden una gran fuerza y sirven para sanación de enfermos. 

En el cuerpo del hombre hay médicos - células específicas -, que son mejores que
los médicos más excelentes de la Tierra. Ellos están en el hombre y dicen: “Amo,
tú sólo danos tus opiniones y mandatos, lo que tú quieras, nosotros lo
haremos”. Ellas pueden curar perfectamente. 
Pídeles y dí: “Os pido que recojáis todos los datos, necesarios para mi
sanación y cread todas las condiciones para trabajar.”
Dilo sólo una vez, sin que interfieras más en su trabajo. Lo dirás con fe, sin duda
y con buena disposición, porque si no, la ley no vale.

            Diréis a la enfermedad: “Dios, a Quien yo sirvo, os ordena que me


desatéis. ¡Yo voy a hacer un trabajo Suyo y sin falta debo cumplirlo!”.

            Una inglesa estuvo enferma por 12 años, casi llegó a ser inválida. Un día
encontró el libro “Curación de manera Divina”, donde se dice que cuando
alguien empieza a creer en Dios y acepta Su Amor, puede sanar de todas las
enfermedades, y así ella decidió dedicar su vida en servicio a Dios. Y dijo a sí
misma tranquilamente pero con firmeza: “Acepto el Amor Divino como base de
mi vida”. Repitió estas palabras por largo tiempo, insistiendo con afán y como
por un milagro se levantó de su cama.
Así se curaba aquella gente que con paciencia esperaban su sanación. Ellos
fueron preparados internamente. Cristo les ha dicho: “Que se haga de acuerdo
con vuestra voluntad”. Tal es el caso con la mujer que estaba enferma por 12
años sangrando, también con aquel que estuvo enfermo por 38 años,  o con
aquella madre a cuyo hijo Cristo resucitó. Este mismo día en Israel murieron
muchos hijos. Pero Cristo resucitó solo uno. ¿Por qué? - Él estaba listo -. Y
cuando venga el Cristo no va a sanar a todos, sino solo a aquellos cuya
conciencia estará despertada. 
El Maestro

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