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Aquel, cuya conciencia está despertada, puede curar solo con su
pensamiento. Cuando se enferma, él inmediatamente eleva su pensamiento y ahí
erige su error que es la causa de su enfermedad. Luego, él desciende a su corazón
donde también erige su error que es la causa de su enfermedad. Por fin desciende
al área de la voluntad y ahí erige su error. Después de esto dice: ¡Que se haga la
voluntad de Dios! Cuando dice así, la enfermedad y su dificultad desaparecen.
El amor es una fuerza potente que cura todas las enfermedades. Si
pronunciáis correctamente la palabra Amor ya podéis curarse. Por ejemplo, si
sufrís de reumatismo, digan profundamente dentro de sí, con fe y confianza en lo
Grande:
“Dios es Amor y en el Amor no existen enfermedades”.
Si decís dos o tres veces estas palabras, vuestra enfermedad desaparecerá.
Cuando decís las palabras Dios es Amor, levantaos inmediatamente de su cama.
Cuando os duele alguna parte, pongan la mano sobre el sitio enfermo y
pronuncien lo siguiente:
“Esta es la vida eterna que (yo) Te conozca a Ti el Único Dios Verdadero y a
Cristo a Quien has enviado. Esta es la vida eterna para que (yo) conozca el
Amor”.
“Yo soy joven y puedo trabajar con afán 20 años más”. Con estas palabras
podemos alargar nuestra vida.
“Yo, quien sirvo al Señor, quiero que todo mi cuerpo esté sano,
porque pertenece al Señor. Él es una célula del Gran Cosmos, por eso debe
ser sano”.
Os voy a dar un diagnóstico para que podáis conocer si amáis a Dios.
Toses mucho. Di a ti mismo: “¡Amo al Señor!” Si la tos cesa, tú verdaderamente
amas a Dios. Si no cesa, tú no Le amas. Eres pobre. Di: “¡Amo al Señor!” Si la
pobreza te abandona, tú amas a Dios. Si no te abandona, no Le amas.
Estás indispuesto, di: “Yo creo en Dios dentro de mí, creo en Dios
fuera de mi.”
Cuando sientas que estás indispuesto, agrio, nervioso, di varias veces lo
siguiente: “¡Señor, calienta mi corazón con Tu Amor!”.
Estás indispuesto, di: “Ahora Dios está dispuesto. Todos los mundos y
todos los ángeles son alegres. ¿Por qué entonces yo tengo que tropezar?”
Si estás enfermo, di: “Señor, de aquí por delante Te serviré con toda
mi mente, corazón, alma y con toda mi fuerza”.
Donde quiera que estés, en cualquier condición en que te encuentres, sea como
labrador de la tierra, de la viña, como trabajador de la fábrica, que sirvas por
doquier con amor desinteresado, sin dinero alguno.
Hagan una prueba con vosotros o con otros que están en su lecho de
muerte, diciendo: “¡Señor, de aquí por delante dedicaré toda mi vida a Ti!
¡Trabajaré por Ti! ¡Déjame en la Tierra!” y haz una confesión delante de Dios
en tu alma.
Cuando sientas un pesar en tu estómago, levántate, pon tus manos sobre
la barriga, la derecha sobre la izquierda con pulgares uno contra otro y
dí: “¡Todos mis trabajos están arreglados!”
Hagan una prueba con las palabras: “Dios es Amor.” Que veáis que
fuerza se esconde en ellas. Introducid estas palabras en vuestra mente, en vuestro
corazón, y en vuestra voluntad, y veréis que si estáis enfermos sanaréis. Si hasta
ahora habéis mirado de aquí por delante veréis, si solo habéis sentido, de aquí por
delante amaréis. Una fuerza grande y potente es el Amor, pero debéis de saber
como aplicarla.
Subrayan con tres líneas, de que estaréis arreglados en los tres mundos -
Arreglados en pensamientos, sentimientos y acciones -. Decíos la fórmula: “¡Yo
estaré arreglado en mis pensamientos, en mis sentimientos y en mis hechos,
para que vea la vida y que sirva conscientemente.”
Leed (estudiad) cada palabra y pensad en la estructura, en el sentido de cada
palabra. Porque ¿sabéis una cosa?, que os digo yo, en vosotros no quedará
enfermedad ninguna si vosotros lográis mover vuestra vida armónicamente.
Alguien dice: “¡Yo no tengo dinero!” La riqueza, la felicidad, la alegría consisten
en el entendimiento interno de la vida.
Alza tu mano derecha hacia arriba y di: “Señor, invoco a todas las
fuerzas razonables que llenan todo el Cosmos, todas las fuerzas
constructivas que construyen y curan, que me conecte con ellos y que
aparten todas las fuerzas impuras que molestan a mi salud”.
“¡El Gran Espíritu del Universo, Quien vivifica todas mis células, que
me dé vida y salud!”.
En el cuerpo del hombre hay médicos - células específicas -, que son mejores que
los médicos más excelentes de la Tierra. Ellos están en el hombre y dicen: “Amo,
tú sólo danos tus opiniones y mandatos, lo que tú quieras, nosotros lo
haremos”. Ellas pueden curar perfectamente.
Pídeles y dí: “Os pido que recojáis todos los datos, necesarios para mi
sanación y cread todas las condiciones para trabajar.”
Dilo sólo una vez, sin que interfieras más en su trabajo. Lo dirás con fe, sin duda
y con buena disposición, porque si no, la ley no vale.
Una inglesa estuvo enferma por 12 años, casi llegó a ser inválida. Un día
encontró el libro “Curación de manera Divina”, donde se dice que cuando
alguien empieza a creer en Dios y acepta Su Amor, puede sanar de todas las
enfermedades, y así ella decidió dedicar su vida en servicio a Dios. Y dijo a sí
misma tranquilamente pero con firmeza: “Acepto el Amor Divino como base de
mi vida”. Repitió estas palabras por largo tiempo, insistiendo con afán y como
por un milagro se levantó de su cama.
Así se curaba aquella gente que con paciencia esperaban su sanación. Ellos
fueron preparados internamente. Cristo les ha dicho: “Que se haga de acuerdo
con vuestra voluntad”. Tal es el caso con la mujer que estaba enferma por 12
años sangrando, también con aquel que estuvo enfermo por 38 años, o con
aquella madre a cuyo hijo Cristo resucitó. Este mismo día en Israel murieron
muchos hijos. Pero Cristo resucitó solo uno. ¿Por qué? - Él estaba listo -. Y
cuando venga el Cristo no va a sanar a todos, sino solo a aquellos cuya
conciencia estará despertada.
El Maestro