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Articulo Gestalt
Articulo Gestalt
No es la primera vez que tengo que responder a alguna crítica contra la terapia
gestalt (TG), por lo general dictámenes descalificadores fundamentados en
planteamientos encorsetados de quienes esgrimen la metodología
científica como único marchamo de calidad para ponderar una terapia
psicológica, y sobre todo quienes niegan validez y metodología científica a
cualquier psicoterapia que no se ajuste al racionalismo de la terapia cognitivo-
conductual (TCC).
Pero hay también otro aspecto que la terapia cognitiva esgrime para
diferenciarse de las demás, y es considerarse como la única avalada por la
metodología científica. Lo que no deja de ser cierto — cierto que se la considere
así, no que sea la mejor psicoterapia —, pero de ahí a execrar a cualquier otra
terapia psicológica e incluir a la terapia gestalt en el mismo saco que las falsas
terapias y considerarla una pseudociencia, hay un abismo que sólo se podría
entender en base a un rechazo obsesivo, a un absoluto desconocimiento de la
TG, a una jactanciosa soberbia de creerse en posesión de la verdad, o también al
frecuente vicio de la generalización basada en la ignorancia.
Pondré como ejemplo los distintos enfoques terapéuticos con los que los
psiquiatras de distintas tendencias que utilizan o descartan algunos
tratamientos como la utilización o no de litio o de antipsicóticos en depresiones
resistentes; la preferencia por uno u otro ISRS en los TOC; y así, tantos y tantos
protocolos con los que distintos equipos médicos podrían aplicar distintos
tratamientos a un mismo paciente sin que necesariamente uno de ellos fuera el
único válido y el resto tuviera que descalificarse.
Aunque no sea este artículo el contexto más propicio para describir qué es, en
qué se fundamenta y cuales son las vertientes de la TG, bueno sería matizar que
se trata de una psicoterapia humanista (que algunos incluyen dentro de la
psicología existencial) en la que encontramos dos tendencias (o escuelas) bien
definidas.
Seamos claros y valientes. Yo al menos voy a serlo, como también seré crítica al
manifestar que el método científico no puede —ni debe— ser utilizado como
patente de corso para validar cualquier práctica —sea la que sea— sin antes
reconocer que es un método susceptible de falibilidad, subjetividades en su
interpretación, manipulación y sometimiento a intereses ajenos a la ciencia
como, por ejemplo, los intereses económicos.
Con todo ello, al final se corre el peligro de confundir algo tan frágil como una
mera conjetura estadística, con una prueba contundente de verdad absoluta y
única que tanto valdría para la validación de un fármaco o de una terapia, como
para negar la bondad y condenar al resto por simple exclusión metodológica.
A título personal, intento ser siempre objetiva, realista y honrada al exponer mis
preferencias y criterios. Motivo por el cual también exijo que los demás lo sean
conmigo y con aquello en lo que creo. Por ejemplo, no tengo ningún reparo en
admitir que muchos trabajos científicos — metodológicamente correctos —
equiparan la utilidad de las psicoterapias (incluida la cognitivo-conductual)
frente a placebo ( An analysis of psychotherapy versus placebo Studies ), y no
por ello me siento agredida, dejo de creer en los beneficios de mi trabajo como
terapeuta gestalt, ni tampoco se me ocurre iniciar una cruzada para
desprestigiar la metodología científica de unos trabajos por mucho que estos
cuestionen la utilidad de mi actividad profesional.
Pondré más ejemplos. Cualquier psiquiatra bien formado y honrado sabe que la
hipótesis serotoninérgica de la depresión no está plenamente demostrada. Ni
tampoco lo está que utilizar inhibidores selectivos de recaptación de serotonina
sean la causa de la elevación de este neurotransmisor en los espacios
intersinápticos que justificaría el beneficio de esta familia de antidepresivos.
Por ello, para que exista una pacífica convivencia entre distintos
posicionamientos, escuelas, tendencias y disciplinas en cualquier ámbito del
saber, de la ciencia, de la filosofía o hasta del arte, es imperativo hacer un
ejercicio de humildad y autoevaluación antes de emprender un ataque contra
alguien o algo que no esté en sintonía con las propias directrices y convicciones,
y aun más si este ataque parte de la soberbia de creerse en posesión de la verdad
desde un sectarismo que valora la validación, la metodología y la estructura del
procedimiento por encima de los resultados obtenidos en el bienestar del
paciente.
La no demostración de la eficacia de un procedimiento terapéutico no implica
que éste sea ineficaz y aun menos una pseudociencia. Si la terapia cognitivo
conductual hubiera prescindido de publicar trabajos científicos en las décadas
precedente y hoy siguiera siendo tal cual es, no por ello se convertiría en una
mala praxis falaz, engañosa o peligrosa. Del mismo modo, que la terapia gestalt
no se prodigara en publicar artículos, no es razón para tildarla de pseudociencia.