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Consejos para La Iglesia 11
Consejos para La Iglesia 11
1
Los ojos del Señor se fijan en cada uno de sus
hijos; tiene planes acerca de cada uno de ellos. Es
propósito suyo que aquellos que practican sus
santos preceptos sean un pueblo distinguido. Al
pueblo de Dios de la actualidad tanto como al
antiguo Israel pertenecen las palabras que Moisés
escribió por inspiración del Espíritu: “Porque tú
eres pueblo santo a Jehová tu Dios; Jehová tu Dios
te ha escogido para serle un pueblo especial, más
que todos los pueblos que están sobre la haz de la
tierra”. Deuteronomio 7:6.
La formación de un carácter
semejante al de Cristo
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El ideal del carácter cristiano es asemejarse a
Cristo. Con esto se abre ante nosotros una senda de
progreso constante. Tenemos un objeto que
conquistar, una norma que alcanzar, que incluye
todo lo bueno, lo puro, lo noble y lo elevado. Debe
haber una lucha continua y un progreso constante
hacia adelante y hacia arriba, hacia la perfección
del carácter.
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palabras de vida eterna. Guiado por “el Espíritu de
verdad”, será conducido a toda verdad. No será
honrado, amado y alabado por el mundo; pero será
precioso a la vista del Cielo. “Mirad cual amor nos
ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de
Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no
le conoce a él”. 1 Juan 3:1.
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se espacie en pensamientos de los cuales no
obtenemos beneficio alguno, debemos escudriñar
las Escrituras diariamente y cumplir en la vida
cotidiana los deberes que tal vez ahora nos resulten
penosos, pero que alguien debe cumplir.
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que vencer”. Romanos 8:37.
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perfección del carácter divino y apropiándonos la
justicia de Cristo por la fe, hemos de ser
transformados a su misma imagen. Por lo tanto, no
reunamos todos los cuadros desagradables, las
iniquidades, las corrupciones y los desalientos,
evidencias del poder de Satanás, para grabarlos en
nuestra memoria, para hablar de ellos y lamentarlos
hasta que nuestras almas estén llenas de desaliento.
Un alma desalentada está en tinieblas, y no sólo
deja de recibir ella misma la luz de Dios, sino que
impide que llegue a otros. Satanás se deleita viendo
los cuadros de los triunfos que obtiene al restar fe y
aliento a los seres humanos.
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nuestros deseos de consagrarlo todo a Dios en una
vida útil y abnegada. Debemos hacer esto en el
círculo del hogar, en la iglesia, entre aquellos con
quienes tratamos y con aquellos con quienes
hacemos negocios. En las mismas vocaciones
comunes de la vida es donde se ha de negar al yo y
mantenerlo en sujeción. Pablo podía decir: “Cada
día muero”. 1 Corintios 15:31. Es esa muerte diaria
del yo en las pequeñas transacciones de la vida lo
que nos hace vencedores. Debemos olvidar el yo
por el deseo de hacer bien a otros. A muchos les
falta decididamente amor por los demás. En vez de
cumplir fielmente su deber, procuran más bien su
propio placer.
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hombres falibles por nuestro modelo, cuando
tenemos un Dechado seguro e infalible. No
debemos medirnos por el mundo ni por las
opiniones de los hombres, ni por lo que éramos
antes de aceptar la verdad. Nuestra fe y nuestra
posición en el mundo, tal como son ahora, deben
compararse con lo que habrían sido si nuestra
senda nos hubiese llevado siempre hacia adelante y
hacia arriba desde que profesamos seguir a Cristo.
Esta es la única comparación que se puede hacer
sin peligro. En cualquier otra que se haga, habrá
engaño. Si el carácter moral y el estado espiritual
de los hijos de Dios no corresponden a las
bendiciones, los privilegios y la luz que él les ha
concedido, aquellos son pesados en la balanza, y
los ángeles los declaran faltos.
El pecado imperdonable
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está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu
testifica a su espíritu que es de Dios. Pero más
tarde, cae bajo la tentación; lo domina el orgullo, la
suficiencia propia, o alguna otra característica
mala; y rechazando toda la evidencia de su carácter
divino, declara que lo que antes reconoció como
ser del Espíritu Santo era poder de Satanás. Por
medio de su Espíritu es como Dios obra en el
corazón humano; y cuando los hombres rechazan
voluntariamente al Espíritu, y declaran que es de
Satanás, cortan el conducto por medio del cual
Dios puede comunicarse con ellos. Al negar la
evidencia que a Dios le agradó darles, apagan la
luz que había resplandecido en sus corazones, y
como resultado son dejados en tinieblas. Así se
cumplen las palabras de Cristo: “Mira pues, si la
lumbre que en ti hay, es tinieblas”. Lucas 11:35.
Por un tiempo, las personas que han cometido este
pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero
cuando se presentan circunstancias que han de
desarrollar el carácter, y manifestar qué clase de
espíritu las posee, se descubrirá que están en el
terreno del enemigo, bajo su negro estandarte.
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Confesando o negando a Cristo
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sentimiento de amor enfermizo y meditando en
nuestra supuesta mala suerte y pruebas.
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