Está en la página 1de 12

1

UNA MIRADA A LOS DELITOS DE CUELLO BLANCO.

Desde la antigüedad se ha asociado la delincuencialidad con la pobreza o marginalidad,

apuntando directamente a que los actores de las conductas penales se caracterizan por

desarrollarse en contextos donde se entrevé la precariedad desde el punto de vista

económico, convirtiéndose en necesario acudir a la ilegalidad para poder sustentarse a sí

mismo y a las personas que dependan materialmente del sujeto pasivo.

Cierto es que no solo las personas de escasos recursos pueden incurrir en la realización de

conductas tipificadas penalmente, es más, dentro de la “alta sociedad” se observa como los

sujetos que pertenecen a ella en repetidas ocasiones transgreden el orden legal y

constitucional para conseguir a todo costo la satisfacción de sus intereses, estos delitos son

aún más dañosos para la sociedad que aquellos cometidos comúnmente por los delincuentes

pobres; pues afectan directamente bienes jurídicos de mayor relevancia como lo son la

economía, política, y hasta el mismo orden interno de la nación.

Aun conociendo las graves implicaciones que acarrea la comisión de conductas penales por

personas de la alta sociedad, estos se encuentran generalmente favorecidos en la aplicación

de las políticas criminales frente a los delincuentes comunes o marginales; pues

erróneamente se concibe que los primeros no son un verdadero peligro para la sociedad,

cuando verdaderamente son la basura más corrosiva para el ordenamiento jurídico; ya que

se encuentran directamente relacionados con la corrupción pública y privada.

Teniendo claro lo anteriormente enunciado, en el presente texto se desarrollará en sus

aspectos generales y fundamentales la temática correspondiente a los delitos denominados

como: “DE CUELLO BLANCO”, partiendo de lo expuesto por Edwin H. Sutherland,


2

sociólogo de profesión quien fue la primera persona en referirse públicamente respecto a

estas conductas y las implicaciones de las mimas en la sociedad.

Primeramente otorgamos la siguiente noción de los delitos de cuello blanco, expuesto por

Gutiérrez (s.f) en su artículo denominado Investigación y enjuiciamiento de los «delitos de

cuello blanco» en el sistema judicial norteamericano, la cual se refirió al tema de la

siguiente manera:

Desde su aparición, el concepto de white-collar crime ha padecido graves imprecisiones :

«no esta claro si el termino caracteriza actos o actores, clases de ilícitos o clases de

infractores . . . hay frecuentes disputas sobre si el fen6meno es necesariamente «cuello-

blanco» e incluso mas serios desacuerdos sobre si la conducta es criminal» (15). Sutherland

entendía por white-collar crime «el crimen cometido por una persona de respetabilidad y

nivel social alto en el curso de sus ocupaciones» , y de acuerdo con esta definici6n, los

primeros estudios -procedentes de la escuela que llevaba su nombre (the Sutherland

tradition)- se centraron en la persona del delincuente y fueron esencialmente descriptivos,

porque pretendían sobre todo documentar la existencia de actos ilícitos llevados a cabo no

tanto por comerciantes o empresarios individuales como por grandes empresas americanas

que debían ser sancionadas penalmente. Frente a esta concepci6n apareci6 una segunda

escuela que secund6 el punto de vista de Tappan en su debate con Sutherland (the Legal

tradition) y, en consecuencia, traslad6 el centro de su estudio desde el delincuente hasta el

tipo de ofensa.

Tomando como referencia lo expuesto por Sánchez (s.f) en su artículo denominado “Los

delitos de cuello blanco”, encontramos que:


3

“El término delito de cuello blanco fue acuñado por el sociólogo norteamericano Edwin H.

Sutherland. El 27 de diciembre de 1939 pronunció la conferencia inaugural de la reunión

anual de la American Sociology Society, de la que era presidente, dedicándola al White

Collar Criminality . Diez años más tarde, en 1949, el contenido de su discurso fue

publicado por la editorial Dryden Press de Nueva York, aunque para ello su autor tuvo que

ceder a las exigencias censoras que le impusieron tanto la Universidad de Indiana como la

propia editorial, no siendo hasta 1983 cuando su monografía salió a la luz en su integridad.”

Como se observa, no es tan longevo como se cree el termino de delitos de cuello blanco,

este se conoce simplemente desde poco menos de la mitad del siglo pasado, aun cuando es

de conocimiento común que este es uno de los yerros con los que ha cargado la humanidad

desde el momento de su organización social hasta nuestros tiempos; sorprende un poco que

esta tesis haya sido desarrollada desde el ámbito sociológico y no del criminológico como

debió suceder desde un principio.

Continua Sánchez (s.f), refiriéndose a Edwin Sutherland en los siguientes términos:

“Sutherland asociaba el concepto de delito de cuello blanco con una doble condición: la

pertenencia social del sujeto activo (persona respetable de elevada condición social) y el

ámbito en donde se enmarca la actividad delictiva (delito que se comete en ejercicio de la

profesión de aquél)”

Lo cierto es que el delincuente de cuello blanco no se cree así mismo un infractor, ya que

no se ve recriminado por la sociedad ni mucho menos etiquetado como vándalo, hecho que

permite la naturalización de estas conductas y su persistencia en el tiempo, pues son

costumbres que van siendo heredadas de generación en generación.


4

La dualidad de la balanza que mide las sanciones a imponer a los delincuentes de cuello

blanco o de la alta sociedad y aquellos que pertenecen a los sectores menos favorecidos es

tangible, mientras a los últimos se les sanciona con todo el peso de la ley, a los primeros se

les permiten ciertas concesiones como consecuencia a su ubicación dentro de la sociedad;

una aberración que expuso valientemente Sutherland y que la criminología acogió poco a

poco.

Siguiendo este orden de ideas el catedrático de criminología de la universidad de California

Geis (s.f) expresó en su texto “EL DELITO DE CUELLO BLANCO COMO CONCEPTO

ANALÍTICO E IDEOLÓGICO” que:

“Sutherland pronunció el discurso presidencial ante la Sociedad. Proclamó que los delitos

económicos cometidos por personas que ocupaban posiciones de poder en los mundos de la

empresa, la política y las profesiones demostraban que las interpretaciones de la conducta

delictiva centradas en cuestiones como la pobreza, los hogares rotos y los desórdenes

psiquiátricos no eran satisfactorias, puesto que tales circunstancias estaban lejos de ser

características de los delincuentes de cuello blanco, situados en los estratos más altos del

sistema social. Sutherland mantuvo que el sentido de su discurso presidencial era

únicamente el de remediar los puntos flacos del conocimiento teórico de las causas del

delito, que no trataba de realizar una crítica de las fechorías de los poderosos. Nadie resultó

engañado por el discurso. Constituía una virulenta acusación respecto a la conducta ilegal

de las personas que violaban las leyes diseñadas para regular el modo en que hacían su

trabajo.”

Expresa el creador de la tesis sociológica de la asociación diferencial que las causas del

delito no se supeditan solamente a las esferas de la pobreza y marginalidad, pues también


5

los de la alcurnia son susceptibles y quizá en mayor medida de cometer conductas punibles,

lo cual se le facilita por su posicionamiento social y capacidad de mover las masas.

Por su parte RAGAGNIN (2005), en su texto “El relato de las noticias sobre delito de

cuello blanco” se expresa respecto a la teoría de Sutherland así:

“El sociólogo llega a la conclusión de que estas infracciones no provocan penas de prisión,

sino que son sometidas a comisiones administrativas, pero más allá de la ausencia de

reprobación social, son consideradas delito (Sutherland, en Virgolini, 2004). Con sus

investigaciones se aleja del paradigma positivista lombrosiano que basa la consideración

del delincuente según características físicas, biológicas y patológicas determinantes o

asociadas a la pobreza.

Autores como Durkheim y Merton, de la denominada corriente estructuralfuncionalista,

comprueban que la criminalidad no es monopolio de los estratos más bajos de la escala

social, sino que se repite como fenómeno en todas las sociedades y en todos los sectores

sociales. Ellos consideran al delito como parte integrante y funcional del sistema, necesario

para reestablecer el equilibrio y el desarrollo sociocultural.”

Con esta teoría del etiquetamiento se parten las tesis que versaban sobre las características

físicas del delincuente, se precisa además que los actos delictivos realizados por las

personas de cuello blanco no son sancionados como debe ser por la jurisdicción penal, son

castigados a través de amonestaciones de carácter administrativo en su gran mayoría,

prueba fidedigna de la brecha que existe entre estos y los delincuentes de cuello azul.

Edwin Sutherland no es el único que ha realizado tra[ CITATION Esp16 \l 2058 ],


6

Este libro se puede tomar como la secuela de El Delincuente de Cuello Blanco, es más,

Clinard y Yeager dedican su libro a Edwin Sutherland y lo reconocen como el pionero en la

investigación de este tema. Consideran que su obra es una continuación con mayor

profundidad y perspectivas nuevas que da el paso del tiempo. La revisión que se hace ya no

es de 70 empresas sino de 500. Desde esta perspectiva se ve a la empresa como una parte

fundamental del estilo de vida norteamericano y como necesaria para mantener el

desarrollo económico (Clinard & Yeager, 1980, pp. 1-3). Teniendo eso en cuenta se revela

que el costo del crimen de empresas supera notablemente el crimen de calle. (Clinard &

Yeager, 1980, pp. 7-12). Una crítica que se hace es a la misma criminología pues su

enfoque siempre ha sido sobre los delitos que se cometen en las clases más bajas y se ha

olvidado de los delitos de los poderosos: “los criminólogos se están empezando a dar

cuenta que han contribuido a la imagen pública del criminal como una persona de clase

baja que comete crímenes convencionales” (Clinard & Yeager, 1980, pp. 15-16).

[ CITATION Rod12 \l 2058 ], hace una critica al tratamiento del delito de cuello blanco dentro

de las distintas sociedades, hasta el punto de convertirlo en natural, es decir pasar de lo

ilegal a lo legal con fundamento en el sujeto que realizo la conducta y no la gravedad de

esta, hablaríamos de un derecho penal de autor y no de acto como debería, su reproche se

evidencia en la transcripción citada a continuación:

“La configuración social de lo que es delito y a quiénes consideramos responsables para

imponerles penas, como el castigo mayor de la sociedad, no pasa solamente por

las tipificaciones penales, detrás de ellas existen una serie de variables sociales, como

valores, creencias, estereotipos, formas de reaccionar frente a los comportamientos

desviados, una red de instituciones y conceptos que denominamos control social. Se


7

trata de una serie de mecanismos, formales e informales, que establecen los límites de los

comportamientos y determinan las respuestas a esos comportamientos por parte del cuerpo

social. Este proceso, que en muchos casos es sutil, como en la educación en la infancia o

en los propios medios de comunicación, va configurando mentalmente aquello que se

considera admitido y prohibido, aceptado o inaceptable. Así, aunque unas normas

tipifiquen determinadas conductas como delito, a veces existen fuerzas sociales que las

reducen a la inaplicabilidad, como sucedió con los delitos de insumisión o como sucede aún

ahora con el aborto consentido.”

Los delitos de cuello blanco, poseen un tratamiento completamente distinto a aquellos

cometidos con regularidad por personas desposeídas, la prensa generalmente es una de los

grandes artífices de la naturalización del ilícito en la alta sociedad; cundo un pobre comete

un delito es catapultado y catalogado como escoria de la humanidad, basura que debe ser

desechada, un animal que no posee derechos; la contracara de esto es cuando el sujeto

activo de la acción hace parte del grupo selecto al que se le denomina de cuello blanco.

Se observa como la misma sociedad convierte un acto jurídicamente reprochable en una

alabanza en favor del delincuente, los delitos de cuello blanco son una realidad y son

mucho más graves que aquellos de vágatela comúnmente asociados a la marginalidad, estos

delitos de cuello blanco pueden acabar económica y políticamente un país, el ejemplo de

Colombia cuando menos es perfecto para ilustrar las consecuencias que acarrea no

sancionar como corresponde a estos transgresores del orden legal y constitucional, ya que

aún en épocas tan difíciles como la que afronta el país y el mundo en la actualidad debido a

la pandemia del Covid-19, existen inescrupulosos que toman para sí mismos los recursos

que inicialmente fueron destinados para la salvaguarda de los más necesitados.


8

El doctor [ CITATION Seg13 \l 2058 ], se expresa en los siguientes términos sobre el

tratamiento mediático de los delitos de cuello blanco:

“El tratamiento mediático de la criminalidad de cuello blanco es un asunto espinoso,

delicado, no solo en razón de la ausencia de estudios e investigaciones sobre este tipo de

delitos en el Ecuador, sino por la dispersión conceptual existente en el Código Penal, que

no tipifica este delito; al contrario, lo trata bajo figuras penales como malversación,

peculado, concusión, prevaricato o enriquecimiento ilícito. Esta dispersión jurídica es, sin

duda, motivo de confusión tanto para clasificar este delito como para elaborar estadísticas

oficiales y, por cierto, comprender sus causas o motivos, para su tratamiento. Pero es

espinoso, además, por las posibles consecuencias y represalias que podría acarrear su

visibilización pública. El tratamiento mediático sesgado, que destina grandes espacios a la

violencia delictiva, mas no a las diversas formas de delincuencia, obviamente construye una

visión distorsionada del fenómeno delictivo. Por un lado, presenta casos de delitos

violentos y sangrientos, con elevada frecuencia e importancia; por el otro, esconde otros

tipos de criminalidad más graves, menos visibles, como los delitos de cuello blanco.

Los delincuentes de cuello blanco suelen ser objeto de admiración y trato indulgente por

parte de los medios de comunicación, más allá de la gravedad del perjuicio social y

económico ocasionado. Sorprende la desproporción entre el tratamiento a un delito que

implica enormes daños sociales y económicos, en comparación con los delitos comunes. Al

respecto, Sutherland estima que el costo de los delitos de cuello blanco es varias veces

superior al de los delitos comúnmente considerados como el problema del crimen. Las

noticias relacionadas con los delitos de cuello blanco son presentadas de forma trivial o

virtualmente ignoradas.”
9

Teniendo como bases lo desarrollado con anterioridad en el presente texto, nos surge un

interrogante: ¿necesitan se resocializados los delincuentes de cuello blanco?, es decir, será

plausible la aplicación de la privación de la libertad en centro penitenciario para personas

que en su vida han recibido la mejor de las educaciones y aun así han decidido sumergirse

en el mundo de lo ilegal.

En este orden de ideas el profesor [ CITATION Aba17 \l 2058 ] concluye que:

“La ‹‹resocialización›› se construye sobre una noción simplista que vincula delincuencia y

exclusión social, asociándose tal finalidad con la consecución de la inclusión social

efectiva. En este sentido, los delincuentes de cuello blanco, al no encontrarse sometidos a

tal situación, no precisarían ser resocializados. Esta limitación del término, lejos de resultar

llamativa, es perfectamente comprensible si se atiende a la gestación histórica del concepto,

al carácter selectivo de las políticas penales y a la cultura capitalista en la que se

desarrollan. Ante tal incapacidad, urge la formulación de categorías aplicables a toda forma

delictiva, resultando necesario no solo la destrucción definitiva del vínculo que une

delincuencia y exclusión social, sino también el cuestionamiento de la estructura social

actual y de las relaciones de poder entre los diferentes grupos.”

Expresa el autor que la resocialización desde el punto de vista simplista busca encontrarle

un lugar en la sociedad al delincuente, pero los denominados de cuello blanco, ya se

encuentran bien situados en su colectividad, por lo cual la práctica de las políticas

criminales se queda corto al momento de penalizar a estas personas, es necesaria una

reestructuración integral de los sistemas penales en aras de establecer estrategias

funcionales para la reconversión de los delincuentes de clase alta.


10

Para finalizar, puntualizamos que la teoría expuesta por el maestro Sutherland que versa

sobre el etiquetamiento social pegó verdaderamente en el clavo, pues como se vio, es

posible que se realice una mayor cantidad de delitos en la alta sociedad en comparación a la

parte menos favorecida de esta; las teorías que catalogaban como delincuentes a la personas

según su morfología, origen o clase social fue completamente abolida; no se necesita ser

marginal para incurrir en el delito; la muestra más tangible sobre esta temática es la

corrupción, el veneno de todas las sociedades orquestado por los personajes que se

encuentran en la cúspide de la misma.

Bibliografía

Abad, C. F. (2017). ¿Necesitan los delincuentes de cuello blanco ser resocializados?

España. Obtenido de https://journals.openedition.org/configuracoes/4190

Espinosa, P. B. (2016). El delincuente de cuello blanco en Colombia a partir de la

modernidad tardía: una mirada desde la criminologia cultural. Bogota, Colombia.

Obtenido de

https://repositorio.uniandes.edu.co/bitstream/handle/1992/19060/u728515.pdf?

sequence=1

Geis, G. (s.f.). EL DELITO DE CUELLO BLANCO COMO CONCEPTO ANALÍTICO E

IDEOLOGICO. California, Estados Unidos. Obtenido de

https://s3.amazonaws.com/academia.edu.documents/40268605/el_delito_de_cuello_

blanco_como_concepto_anlitico_e_ideologico.pdf?response-content-
11

disposition=inline%3B%20filename

%3DEL_DELITO_DE_CUELLO_BLANCO_COMO_CONCEPTO.pdf&X-Amz-

Algorithm=AWS4-HMAC-SHA256&X

RAGAGNIN, F. I. (2005). El relato de las noticias sobre el delito de cuello blanco. Buenos

Aires, Argentina. Obtenido de

https://palabraclave.unisabana.edu.co/index.php/palabraclave/article/view/1460/162

Rodriguez, L. Z. (2012). El dificil tratamiento del derecho penal del delito de cuello blanco.

Obtenido de

http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/view/13063

Sánchez, P. G. (s.f.). Los delitos de cuello blanco. Madrid, España. Obtenido de

file:///C:/Users/rolando/Downloads/Dialnet-LosDelitosDeCuelloBlanco-

3816236.pdf

Segovia, L. O. (2013). Tratamiento mediatico de los delitos de cuello blanco. Quito,

Ecuador. Obtenido de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16057409005

Zar, M. A. (s.f.). Investigacion y enjuiciamiento de los "delitos de cuello blanco"en el

sistema judicial norteamericano. Obtenido de

file:///C:/Users/rolando/Downloads/Dialnet-

InvestigacionYEnjuiciamientoDeLosDelitosDeCuelloBl-46513.pdf
12

También podría gustarte