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GESTIÓN DE CONVENIOS COMERCIALES INTERNACIONALES PARA PYMES.

Actualmente, los convenios comerciales son importantes a nivel mundial debido a que
todas las economías por naturaleza requieren un bien o servicio que es abundante en
otra nación, sin embargo, a pesar de necesitarlo, hay un atraso en la capacidad de
hacer negociaciones que además de comprar le convengan al crecimiento de un país.
Debido a esto se creó el tratado de libre comercio (TLC), el cual es un acuerdo
comercial regional o bilateral para ampliar el mercado de bienes y servicios entre los
países participantes.

En las últimas dos décadas, la firma de tratados de libre comercio, aunque no siempre
ratificados, se han incrementado considerablemente en la economía mundial. Pero en
ninguna otra región del mundo ha sido tan preponderante como en América Latina,
donde 33 de 39 países pertenecen al menos a un TLC, conformando una enmarañada
red de acuerdos comerciales, de la cual gran parte ha sido encabezada por Estados
Unidos.

El tratado de libre comercio (TLC), firmado entre los gobiernos de Colombia y Estados
Unidos, recientemente ratificado por el congreso de este país, marca una nueva etapa
en el proceso de entrega de la soberanía nacional a favor de sus monopolios. El
derecho que desde la independencia de España, en las primeras décadas del siglo XIX,
conquistamos los colombianos conjuntamente con venezolanos, ecuatorianos,
bolivianos, peruanos, y panameños, por obra del ejército libertador dirigido por Simón
Bolívar, a tomar de manera autónoma las decisiones sobre los aspectos fundamentales
que afectan nuestra vida: cultura y sistema educativo y comunicacional, hábitos de
vida y consumo, relaciones internacionales, economía, recursos naturales: mineros,
hídricos, biodiversidad…, queda reducido por obra de la oligarquía neoliberal
gobernante en Colombia, a su mínima expresión. (PLANO MACRO)

A lo largo de historia, hemos podido evidenciar que el intercambio internacional de


excedentes en las economías nacionales produce cambios para las naciones que han
implantado distintos sistemas, que les permite la comercialización de sus productos.
Muchas de estas naciones han logrado un desarrollo económico y a su vez un
desarrollo humano, gracias a estos acuerdos; pero también existen países en los que
las políticas implementadas han producido un malestar social. Tales son los casos de
naciones como Estados Unidos, que, gracias a los tratados de libre comercio, pudieron
expandir su mercado a tales magnitudes, que sus productos se pueden encontrar en
cualquier parte del mundo como en Japón, pero, evidentemente, ese no es el caso de
Colombia.

En Colombia el tratado de libre comercio (TLC) no ha cumplido con las expectativas de


los empresarios, que eran altas cuando se firmó el tratado con la economía más
grande del mundo, ya que la realidad no ha estado ni cerca de los alúmbralos de las
proyecciones, los resultados han dejado mucho qué desear, pues no se han cumplido
los objetivos ni en materia de diversificación ni en llevar las llamadas exportaciones
“no tradicionales” al lumbral. Tampoco ha sido nada rentable para ningún renglón del
agro, ni para las pequeñas y medianas empresas, el argumento contra estos acuerdos
es que están inundando al país de productos foráneos que llegan sin aranceles o con
aranceles reducidos, con el agravante que vienen de países desarrollados como EE.UU,
o del conjunto de la Unión Europea, que subsidian a sus productores, lo que les
permite exportar a precios por debajo de sus costos de producción, algo con lo que los
campesinos colombianos no pueden competir. (PLANO MESO)

La preeminencia de este tratado sobre las leyes colombianas e incluso sobre la


constitución nacional, significa que Colombia deja de ser, ya en forma casi total, un
país soberano y que su política exterior será determinada por el gobierno de los
Estados Unidos.

La ruina que genera este tratado, sobre la agricultura y totalidad de los sectores
económicos y empresas no monopolizadas de colombia, además de aumentar el
desempleo y la explotación de los trabajadores y el saqueo de las riquezas naturales
del país, incrementan los desplazamientos forzados, así como una mayor represion y
violencia contra los trabajadores y el pueblo colombiano, que seguramente protestará
y luchará, como lo ha hecho históricamente, por su soberanía y sus derechos
humanos: económicos, políticos, culturales y ambientales.

Analistas consideran que en este momento la prioridad debe ser sacarles el jugo a
los TLC vigentes, pues las balanzas en la mayoría de los casos son deficitarias. Solo con
algunos como la CAN, Triángulo Norte y Chile el país ha logrado alcanzar resultados
favorables. (CONSECUENCIAS PRONÓSTICO DEL PROBLEMA)

CONTROL DEL PROBLEMA


 Mejorar nuestra competitividad en el sector agropecuario
 La aplicación de las salvaguardias, es decir, aranceles y sobre-aranceles que
contemplan los acuerdos cuando las importaciones de ciertos productos
afectan gravemente la producción nacional. Estas salvaguardias cobijarán –a
petición de los campesinos– a la papa fresca y a la prefrita congelada, cebolla
de bulbo, fríjol, arveja, tomate, pera, leche en polvo, quesos frescos y
lactosueros, y principalmente frente a productos provenientes de los países de
la CAN y el Mercosur, y por el término de dos años.

Las reglas del juego para todos son ser más eficientes, más productivos y competitivos.
En el caso del Cesar, varios subsectores, como el ganadero, principalmente en el tema
de leche y sus derivados, en el año 2012, con la llegada del TLC, estaban bastante
pesimistas: pero hay opciones en materia de carne, palma, frutas y hortalizas, entre
otros productos. En estos sectores mencionados, la economía del departamento tiene
grandes posibilidades de nuevos negocios, como bien lo advirtieron algunos de los
expertos asistentes a un evento de la Cámara de Comercio de Valledupar, realizado el
mismo año. Al igual que la mayor parte del país, el Cesar tampoco se preparó para
afrontar la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC), entre Colombia y
los Estados Unidos. Y aunque el departamento del Cesar tiene potencial para llegar a
los mercados internacionales, por su geografía, su vocación agropecuaria y la calidad
de sus productos; lamentablemente, en la actualidad, no cuenta con la infraestructura
necesaria para competir y vender en esos mercados y enfrentar –como debe ser- el
Tratado de Libre Comercio firmado con los Estados Unidos el 15 de mayo del 2012.

Según José Luis Urón, presidente de la Cámara de Comercio de Valledupar en ese


entonces, el Cesar a pesar de tener muchas oportunidades no está preparado para
enfrentar el tratado.

“Primero hay que garantizarle al sector agropecuario vías terciarias óptimas para sacar
los productos a los mercados internos y los puertos para la exportación, hoy como está
el departamento del Cesar, en más de un 80% de sus vías terciarias destruidas e
intransitables, no somos competitivos en ningún mercado. En segundo lugar, la
seguridad, como convencer a empresarios de otras regiones del país que vengan a
establecerse en Valledupar y en el Cesar, si no somos capaces de garantizarles la vida,
los bienes y la honra a esos ciudadanos y mucho menos para poder traer a
empresarios de otros países a que establezcan sus empresas en el departamento.
Tercero los costos de los servicios públicos, sobre todo de energía, que no permite que
podamos avanzar en la tecnificación del aparato productivo, aquí tenemos unas
apuestas económicas muy importantes, 65 mil hectáreas de palma sembradas en el
departamento, de los cuales 55 mil están en producción, pero tienen las mismas
dificultades, energía, vías terciarias e inseguridad”.

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