El texto empieza hablando acerca de la importancia de entender cómo se produce la
integración multisensorial en el contexto de la percepción de los alimentos y su importancia para las grandes industrias productoras de alimentos y de bebidas con el fin de indagar aún más en los procesos utilizados por las personas para evaluar la aceptabilidad y el sabor de los nuevos productos. Por ejemplo, los sentidos del gusto y el olfato tienden a confundirse entre sí comúnmente y por eso es por lo que a veces podemos afirmar que hemos perdido el sentido del olfato cuando en realidad hemos perdido el gusto y viceversa. Andy Tylor y sus colegas realizaron un experimento en donde los participantes tenían que calificar continuamente la intensidad percibida del sabor en sus bocas mientras masticaban un chicle con sabor a menta. El hallazgo principal de este experimento fue demostrar que la intensidad percibida/real del olor a mentol aumentaba muy rápidamente cuando las personas empezaban a mascar chicle. Luego, mientras que la intensidad real del olor a mentol se mantuvo bastante constante durante el transcurso de 4-5 minutos de masticar, su intensidad percibida disminuyó rápidamente y sólo pudo volver a subir por la liberación de azúcar adicional. Además, Delwiche y Heffelfinger también informaron de que se facilitaba la detección de los pares sabor-olor en concentraciones subumbrales cuando se presentaban en combinación que cuando los estímulos se presentaban por separado. También se mencionan estudios acerca de la capacidad de los olores para modificar las cualidades del sabor. Cuando los olores "dulces", que en sí mismos no tienen sabor, se añaden como saborizantes a las soluciones que los participantes tienen que probar, tienden a aumentar la dulzura percibida de esas soluciones. Además cabe señalar que esos efectos de aumento del dulzor y de supresión no pueden explicarse simplemente en términos de interacciones químicas entre los olores y los sabores presentes en la solución, porque el efecto puede suprimirse simplemente pellizcando la nariz de los participantes, también es pertinente destacar el hecho de que el mismo olor desconocido pueda inducir diferentes cualidades gustativas en función de su repetido emparejamiento con un sabor específico muestra que la modificación de las cualidades gustativas por los olores no se debe a una característica particular del olor sino que es una consecuencia del aprendizaje. No obstante, se hace énfasis en que es necesario cuestionar en qué medida la atribución de las cualidades gustativas a los olores refleja un cambio en su valencia hedónica, basándose en la idea de que el dulzor está relacionado con las cualidades de los alimentos que nos gustan. Después se presenta el debate acerca de si la percepción de los sabores inducidos por olores puede ser considerada una experiencia sinestésica (experiencia consciente de atributos sensoriales inducidos sistemáticamente que no son experimentados por la mayoría de las personas en condiciones comparables). Según esa definición, no puede ser que la percepción del sabor represente una experiencia sinestésica, ya que la experimenta todo el mundo. Además, el texto diferencia los dos tipos de percepción del sabor: sintética y analítica y luego se debate acerca de si el aumento de la percepción en los niveles de dulzura depende de una o de otra. No obstante, también se habla acerca de las dificultades en investigaciones de este tipo dentro de las cuales se encuentran las dificultades de los participantes para discriminar los componentes de sabor y olor de una mezcla. Después se hace una revisión sobre las propiedades del sistema olfativo, que aportan a que se dé el sabor como un sistema perceptivo distinto a partir de la teoría de quién Gibson propuso que las percepciones no se basan en el hecho de tener sensaciones, lo que implica que los sistemas perceptivos atraviesan la clasificación de los tipos de receptores disponibles. Es decir, algunos receptores pueden ser anatómicamente similares, pero funcionalmente separados y, a la inversa, otros receptores pueden estar funcionalmente unidos mientras están anatómicamente separados. También se ahonda en el rol del sistema trigeminal y su interacción con los sentidos del gusto, visión y audición, así como también se hace una revisión completa de las propiedades del sistema gustativo y su papel fundamental en el proceso de reconocer la percepción del sabor como una actividad multimodal. Finalmente, se concluye la percepción del debe ser utilizada para describir las combinaciones de sabor, el olfato, el sistema trigémino, y el tacto, a los que añadimos pistas visuales y auditivas, que también influyen en nuestra percepción al degustar la comida, siendo el acto de comer un agente de combinación entre las distintas cualidades de lo que se está ingiriendo. Referencias