Está en la página 1de 4

INFORME DE LECTURA

RICHARD RORTY
UNA ÉTICA PARA LAICOS
PRESENTACIÓN DE GIANNI VATTIMO

YINED MELIZA ORTIZ URREGO

CARRERA
PSOCOLOGÍA

MATERIA
FUNDAMENTOS DE ÉTICA PROFESIONAL

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA SECCIONAL OCCIDENTE

SANTA FE DE ANTIOQUIA

SEPTIEMBRE DE 2020
INTRODUCCION
En el texto base se lleva a cabo una elaboración de las controversias sobre la naturaleza
de la moralidad. También hay una discusión sobre el relativismo y fundamentalismo, en el
cual, se argumentan una serie de críticas acerca de este último, sus concepciones y
planteamientos. Además, se brinda un panorama positivo del relativismo como una forma
de mejorar la condición humana.
PALABRAS CLAVE
Moralidad, felicidad, Relativismo, fundamentalismo.
Se da un panorama acerca de las controversias sobre la naturaleza de la moralidad,
donde se afirma que lo esencial es, no tanto la correspondencia con los datos de hecho, sino
la búsqueda compartida de la felicidad, la concordancia y, si se desea, también la caridad.
Por un lado, se explica que la actitud de la Iglesia ha impactado negativamente en la
felicidad humana, ya que, esta afirma que existe una estructura base de la existencia que
puede funcionar como punto de referencia moral, es decir, que nuestra molaridad depende
de algo ya existente y se afirma que cualquier ideal debe estar fundado sobre algo
trascendente que nos muestre lo que es bueno y malo, el cual además debemos seguir e
intentar cumplir sin reproche, ni critica, dejando de lado la posibilidad de ayudarnos a
cumplir nuestros deseos, alcanzando con ello la máxima felicidad posible.
Por otro lado, algunos autores como Santayana plantean que la única fuente de ideales
morales es la imaginación humana. Pensar de esta forma permite ver el mundo desde otra
perspectiva, y se amplían las posibilidades para buscar la felicidad humana. Además, se
rechaza el hecho de reconocer cosa alguna como definitiva, porque consideran que el objeto
de cualquier especulación filosófica o culto religioso es producto de la imaginación
humana.
En consonancia con esto el pragmatismo afirma que no sólo “es verdadero aquello que
funciona” sino también “estamos en el mundo no para mirar cómo marchan las cosas sino
para producir, para hacer, para transformar la realidad”.
A su vez, el autor presenta sus argumentos a favor del relativismo visto cómo una
manera de vivir “sin conceptos como obligaciones morales incondicionadas fundadas sobre
la estructura de la existencia humana. Se dice que la sociedad libre es una sociedad
relativista. Sólo bajo esta condición puede permanecer libre y flexible […] Considerada
como la apertura a nuevas posibilidades, la disponibilidad para tomar en consideración
todas las sugerencias acerca de aquello que podría aumentar la felicidad humana. Creemos
que estar abiertos a un cambio de doctrina es el único modo de evitar los males del pasado”.
Es decir, el relativismo permite al ser humano tomar en cuenta no solo una idea o
concepto acerca del mundo como verdadero, sino una amplia gama de alternativas,
posibilitando así una disminución en las actitudes y actos discriminatorios, intolerantes, etc.
Además, mencionan que el fundamentalismo, es una invocación absurdamente acrítica
de los textos de las Escrituras. Mientras que estos ven algunos deseos humanos como
malvados, los relativistas los ven como una forma de mejorar la vida humana. Por ejemplo:
Para Stuart Mill, Dewey, Habermas y los demás filósofos relativistas de la democracia
social la respuesta a la pregunta “¿son malos algunos deseos humanos?” es “no, pero
algunos deseos ponen un palo entre las ruedas de nuestro proyecto de maximizar la
satisfacción completa del deseo” […] No existe un deseo intrínsecamente malvado, sólo
existen deseos que subordinar a otros en pro de la equidad.
Por otro lado, el término espiritualidad es visto de manera diferente para el
fundamentalismo y el relativismo. El primero se refiere a tener la esperanza de trascender la
finitud y el segundo afirma que lo importante es tener la esperanza de un mundo donde los
seres humanos lleven vidas largamente más felices que aquellas que viven en la actualidad.
Debemos tener en cuenta que para el relativismo es totalmente valido abandonar un
ideal y empezar a anhelar otro. Un día un objeto o pensamiento podría ser suplantado por
otro mejor. No hay un final para este proceso de sustitución, no existe un punto en que sea
factible la pretensión de haber encontrado la idea justa, y haberlo hecho de manera
definitiva. No hay nada ya existente con lo cual hubieran de intentar corresponderse
nuestras convicciones morales.
Para terminar, puedo concluir que éticamente hay que reconocer que cada ser humano
tiene ideales que pueden ir cambiando con el paso del tiempo y su nivel de desarrollo, y es
importante como psicólogos comprender las diferencias del otro, aceptando sus condiciones
y respetando su dignidad como persona. Ningún individuo vale más o menos que otro, por
lo tanto, no es preciso establecer jerarquías o niveles de aceptación y respeto por economía,
orientaciones, ideologías, deseos, pensamientos, actitudes, acciones, etc.
Además, teniendo en cuenta lo que sabemos sobre relativismo, es importante adoptar
una posición de apertura a lo que los otros son y piensan como importante, sin dejar de lado
la objetividad en cuanto a los limites humanos, para vivir en sociedad y equidad.
Considero que hay aspectos éticos que son universales y que permiten mantener el orden
social, por ejemplo: el respeto por la vida y la dignidad humana. Por lo tanto, los ideales
que violen o vayan en contra del bienestar del otro, no deben ser aceptados, ni vistos como
buenos dentro de las concepciones relativistas.
También cabe resaltar que, sin importar el campo de acción profesional sea clínico,
educativo, organizacional, jurídico, etc., siempre nos vamos a topar con personas que se
orientan a aspectos fundamentalistas y trascendentales, o relativistas y seculares para pensar
en la ética. Es por ello, que como psicólogos no debemos limitarnos a establecer cuál de las
dos posturas es correcta o incorrecta, sino más bien respetar las ideologías ajenas sin entrar
a imponer las nuestras.

REFERENCIA
Vattimo, R. R. (2011). Richard Rorty. Buenos Aires: ©Katz Editores.

También podría gustarte