Está en la página 1de 4

Alquimia en la obra de William Blake

(una visión hermética del Matrimonio del


Cielo y el Infierno)
Alquimia
Ecos de la tradición alquímica en la obra visionaria de William Blake.
Autor: Cadena Áurea
diciembre 14, 2016

William Blake tempranamente experimentó a una serie de visiones místicas que serían
seminales en su obra, la cual estaría siempre marcada por el daemon de la imaginación.
Blake, por otra parte, aunque en gran medida autodidacta, tuvo acceso a la obra de otros
místicos y alquimistas que fueron también importantes en la conformación de su
particular visión.

Kathleen Raine, una de las grandes expertas en la obra de Blake, traza la influencia de la
alquimia en la obra de Blake en su libro Blake and Tradition. Hacemos aquí una glosa
de lo que expone esta gran crítica literaria que se caracteriza por una gran sensibilidad a
la imaginación poética. 

Para los alquimistas el espíritu y la materia, activo y pasivo, luz y oscuridad, arriba y
abajo, son, como el yin yang de los chinos, principios complementarios, ambos
igualmente enraizados en lo divino. El deus absconditus está oculto y operando en la
materia, en igual medida que se encuentra en el orden espiritual. Las palabras de Blake
sintetizan la filosofía alquímica: “Dios está en los efectos más bajos al igual que en las
causas más altas”. El Matrimonio del Cielo y el Infierno está escrito bajo la influencia
directa de esta filosofía –explícitamente, puesto que Blake reconoce su deuda a Böhme
y a Paracelso.  

La cita completa de Blake, que emula a la Tabla Esmeralda de Hermes Trismegisto, es


“Dios está en los efectos más bajos al igual que en las causas más altas, y así Él se ha
convertido en un gusano para nutrir a los débiles. Puesto que debemos recordar que la
creación es Dios descendiendo en correspondencia a la debilidad del hombre, ya que
nuestro Señor es la palabra de Dios y todas las cosas en la Tierra son la palabra de Dios
y en su esencia son Dios”. Y en otra parte Blake parece explicar el motivo de su
hierosgamos entre el cielo y el infierno: “Dios está dentro y afuera: incluso en las
profundidades del infierno”.
Raine sugiere que Blake concibió su matrimonio entre lo superior (lo celeste, el águila)
y lo inferior (lo infernal, la serpiente) en base a la tradición alquímica, específicamente a
la Tabla Esmeralda que ha servido como plantilla para innumerables alquimistas
describiendo las correspondencias entre el cielo y la tierra y la “operación del Sol” o el
reestablecimiento de la materia a su condición original. Blake seguramente había leído
al alquimista Thomas Vaughan, quien parafrasea a Hermes Trismegisto, sosteniendo
que en una estela de Menfis estaba escrito: 

Heaven above, Heaven beneath;

Starres above, Starres beneath;

All that is above, is also beneath;

Understand this, and be happy.

[Cielo arriba Cielo abajo;

Estrellas arriba, Estrellas abajo

Todo lo que está arriba, también está abajo;


Entiende esto, y sé feliz].

Esta es la idea central del hermetismo, que sería recogida por Paracelso con su concepto
del firmamento interno, afirmando que en la constitución del hombre están las estrellas,
“¿que otra cosa es la imaginación sino una estrella en el hombre que actúa a través de su
círculo?” En su diccionario de alquimia Martin Ruland hace eco: “La Imaginación es la
Estrella en el Hombre, el cuerpo Celestial y Supracelestial”. Esta misma noción de la
imaginación es central en Blake:

El Mundo de la Imaginación es el Mundo de la eternidad, el seno divino al que todos


iremos al morir el cuerpo vegetativo. En ese mundo eterno existen las realidades
permanentes de cada cosa que están reflejadas en el cristal vegetal de la naturaleza.
Todas las cosas están comprendidas en el cuerpo divino del Salvador, la verdadera viña
de la eternidad, la imaginación humana.

Si seguimos trazando la evolución de esta idea podemos llegar a Aleister Crowley,


quien dijo “Todo hombre y toda mujer es una estrella”. No es esta, sin embargo, la
noción científica moderna de que el ser humano es polvo de estrella. Más preciso sería
decir que la mente humana es luz celestial y que la imaginación es un espejo en el cual
se proyectan los rayos de la divinidad.

*  *  *

Raine cree que la importante noción de la conjunción de los opuestos, que sería tan
importante en Jung, pero que es también central en Blake, le viene también de la
alquimia, la cual es la ciencia del matrimonio del espíritu y la materia, del fuego y el
agua. “Lo que suele considerarse su aportación más original al pensamiento es
justamente este concepto de una solo principio que opera en contrarios”, dice Raine. Y
ve en estos versos de las Visiones de las Hijas de Albion una respuesta alquímica. “La
materia-serpiente que se renueva a sí misma en la bóvedas de la decadencia”.

¿Acaso el águila no desprecia la tierra y desecha los tesoros que cubre?

Pero el topo sabe lo que allí hay y el gusano ya te lo dirá:

¿no erige él una columna en los cementerios putrefactos

y un palacio eterno en las fauces de la tumba voraz?

Tenemos aquí claramente la imagen de la renovación de la naturaleza en la muerte y


una evocación del primer estadio de la alquimia, el llamado nigredo, en el cual la
putrefacción es usada como una simiente para iniciar la obra, que culminara con la
construcción de “un palacio eterno” (un cuerpo de luz). Blake personifica este estado de
la materia asociado con Saturno, con la tierra negra, con el frío y con el invierno (el
renacimiento del Sol en el solsticio) en Matron Clay, uno de los personajes de su poema
The Book of Thel (el nombre Matrona Arcilla es seguramente  una alusión también a la
arcilla adánica y a la prima materia de los alquimistas). “La Madre Tierra, la más baja y
humilde materia, es la esposa del Padre, le dice la matrona Clay a Thel”, explica Raine.
La Tierra es el vaso hermético del espíritu, el santo grial, el vientre que es fecundado
por la luz. En el poema de Blake, Clay le dice a Thel:
Me ves a mí, una cosa ruin, y en verdad lo soy,

Mi vientre en sí mismo es frío, y muy oscuro,  

Pero aquel que ama lo bajo, derrama su aceite sobre mi cabeza,

Y me besa a mí, y enlaza sus listones nupciales sobre mi seno,

Y dice “Tú, madre de mis hijos, te he amado a ti

Y te he dado una corona que nadie puede quitarte”. 

Esa es la corona del espíritu que transfigura la “prisión de la materia” en un jardín de


luz, el tálamo donde se opera “el milagro de la única cosa”. La polarización entre lo
espiritual y lo material es sólo una ilusión, un juego, una seducción y un sacramento. En
famosos versos en los que el diablo habla (el diablo como la energía divina del cuerpo
que no puede ser reprimida), Blake dice:

1.-El hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma.


Aquello que llamamos cuerpo es una porción de alma
percibida por los cinco sentidos, pasajes principales del
alma en esta edad.
2.-La Energía es la única vida, y procede del cuerpo;
y la Razón es el límite o circunferencia externa de la energía.
3.-La Energía es delicia eterna. 

Delicia eterna es el juego de los contrarios, la danza de los opuestos, la eterna escena
que se repite cada año cuando la luz muere en la tierra negra, sólo para volver a renacer,
como la serpiente que muda de piel. La delicia eterna que se repite en cada uno que
repite esta operación solar, en el amor, en la alquimia.

También podría gustarte