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sábado, 09 de abril de 2011

A modo de introducción

“La auténtica vida que vivimos es la que llevamos dentro” expresó Goethe. 
Estamos en la era de la información globalizada, pero yo me he dedicado siempre a lo
único verdaderamente importante y necesario: El Conocimiento.  Nuestra forma de ver
la vida, nuestra Cosmovisión, junto a la enseñanza eterna del dolor, debiera conducirnos
realmente a un estado mirífico de serenidad y de espera confiada. ¿Por qué esto no es
así, o al menos no lo es todavía? Pues porque nuestro cerebro no ha encontrado aún su
centro auténtico, luminoso, cosa que lo mantendría en un éxtasis continuo. Y, sin
embargo, no es así, porque aún somos viatores, estamos en búsqueda, y nos
encontramos, en cierto modo, perdidos. Vivimos en la angustia. Y en el miedo. Y no
hay nada peor que estar parado, alejado del centro, ajeno por completo a tu propia
naturaleza-.
La única y auténtica libertad se encuentra en nosotros mismos,  es ese camino de
regeneración interior Animus-Anima, ese encuentro con el  Arquetipo, sumergirnos en
nuestro Inconsciente Colectivo, recuperar la Memoria de la Sangre, volver al Origen por
el camino del Amor Mágico, del A-MOR sin amor, volver a ser lo que fuimos antes de
ser contaminados por la historia, por el tiempo, antes de que la Atlántida/Hiperbórea se
hundiera…
Para alcanzar esto, se hace necesario el Silencio. En el silencio de mi contemplación, en
el silencio de adentro, ¡hay tanta plenitud! Yo he descubierto  que el silencio y la calma
liberan lo auténtico de las cosas. Alumbran las cosas desde dentro. En nuestro mundo
del estrépito, el silencio es de urgente necesidad. Si en un momento se llegara a la calma
completa; si enmudeciera todo lo incidental, caduco y múltiple; si cesara el clamor de
los sentidos, acaso entonces, se llegaría a pensar el ser hasta su borde y amarlo de
corazón indiviso. Y es que he aquí una gran verdad: el que quiera oír lo auténtico,
tendrá que acallar una vez todas las voces. El silencio no significa mera ausencia de
palabras. No es una cosa negativa, sino que él mismo es algo. Es una profundidad, una
plenitud, una corriente apacible de vida oculta. Todo lo grande y auténtico se cosecha en
el silencio. Sin el silencio erramos la realidad, no sondeamos el ser...
Publicado por Pedro Casado en 7:16

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