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Por Que Sufre un Maestro?

"Los yoguis altamente avanzados conocen el método metafísico de la transferencia física


de las enfermedades. Un hombre fuerte puede ayudar a uno más débil a llevar un peso;
un superhombre es capaz de reducir los fardos físicos o mentales de sus discípulos,
compartiendo el karma de sus acciones pasadas. Tal como un hombre rico pierde algún
dinero cuando salda las elevadas deudas de su hijo pródigo, que se salva así de las
funestas consecuencias de sus locuras, un maestro sacrifica de buena gana parte de su
salud corporal para aliviar el sufrimiento de sus discípulos."

Gracias a un método secreto, el yogui une su mente y su ser astral con quienes sufren; la
enfermedad se transmite, totalmente o en parte, al cuerpo del santo. Habiendo
cosechado a Dios en el campo físico, un maestro no se preocupa por lo que le suceda a
esa forma material. Aunque puede permitirle experimentar determinada enfermedad
para aliviar a otros, su mente no se ve afectada jamás; se considera a sí mismo afortunado
por ser capaz de ofrecer tal ayuda.

El devoto que ha alcanzado la salvación final en el Señor, comprende que su cuerpo ha


cumplido totalmente su objetivo; entonces puede utilizarlo como crea adecuado. Su labor
en el mundo es aliviar el dolor de la humanidad, ya sea por medios espirituales, con
consejos intelectuales, a través de la fuerza de voluntad o por la transferencia física de la
enfermedad. Huyendo al superconsciente cuando lo desea, un maestro puede olvidar el
sufrimiento físico; a veces elige soportar el dolor corporal estoicamente, como ejemplo
para los discípulos. Adoptando las enfermedades de otros, un yogui puede satisfacer por
ellos la ley kármica de causa y efecto. Esta ley actúa mecánicamente o matemáticamente;
su funcionamiento puede ser manipulado científicamente por un hombre de sabiduría
divina.

La ley espiritual no requiere que un maestro enferme cuando cura a otra persona.
Generalmente las curaciones tienen lugar gracias al conocimiento por parte del santo de
distintos métodos de curación instantánea, en la que no se produce daño para el sanador
espiritual. No obstante, en raras ocasiones, un maestro que desea acelerar mucho la
evolución de sus discípulos, puede liberar en su propio cuerpo una gran parte de su karma
no deseado.

Jesús se señaló a sí mismo como redentor de los pecados de muchos. Con sus poderes
divinos, su cuerpo no tenía por qué verse jamás sujeto a la muerte por crucifixión, si no
hubiese querido cooperar con la sutil ley cósmica de causa y efecto. Asumió las
consecuencias del karma de otros; especialmente de sus discípulos.
Así fueron grandemente purificados y estuvieron preparados para recibir la conciencia
omnipresente que descendió más tarde sobre ellos.

Sólo un maestro autorrealizado puede transferir su fuerza vital o transmitir a su cuerpo las
enfermedades de los demás. Un hombre corriente no puede utilizar este método yóguico
de curación, ni es deseable que lo haga; pues un instrumento físico defectuoso es un
obstáculo para la meditación en Dios. Las escrituras hindúes enseñan que el primer deber
del hombre es mantener su cuerpo en buenas condiciones; de lo contrario su mente es
incapaz de permanecer fija en concentración devocional.

No obstante, una mente muy fuerte puede superar todas las dificultades físicas y alcanzar
la realización en Dios. Muchos santos han ignorado la enfermedad y tenido éxito en la
búsqueda divina. San Francisco de Asís, gravemente enfermo, curaba a los demás e
incluso los rescataba de la muerte.

Muchas personas creen que todo maestro espiritual tiene, o debería tener, la salud y la
fuerza de un Atleta. La suposición es infundada. Un cuerpo enfermo no indica que un gurú
no esté en contacto con poderes divinos, del mismo modo que una larga y saludable vida
no indica iluminación interior. En otras palabras, las condiciones del cuerpo físico no
pueden ser tomadas como prueba de un maestro. Sus títulos distintivos deben buscarse
en su propio campo, el espiritual."

Yogananda
Por Que Sofre um Grande Mestre?

“Por um método secreto de ioga, o santo une sua mente e seu veículo astral
aos do indivíduo que está sofrendo; a doença se transfere, inteira ou em parte,
à forma carnal do iogue. Como um segador que efetua a colheita de Deus no
campo físico, um mestre já não se preocupa com seu corpo. Embora ele possa
permitir a esse mesmo corpo que adoeça a fim de aliviar outras pessoas, sua
mente, impoluta, não é afetada. Considera-se feliz ao poder prestar essa ajuda.
Para quem alcança a salvação final no Senhor, o corpo, em verdade,
preencheu seus objetivos; um mestre o usa, então, da maneira que lhe parece
mais conveniente.

A obra de um guru no mundo é aliviar as tristezas da humanidade, seja por


meios espirituais seja por conselho intelectual, pelo poder da vontade ou ainda
pela transferência física das doenças. Escapando para a superconsciência
sempre que o deseja, um mestre pode olvidar sua enfermidade física; às vezes,
para oferecer um exemplo a seus discípulos, escolhe suportar a dor corporal
com estoicismo. Impondo a si mesmo os males alheios, um iogue pode
satisfazer, em benefício de outros seres, a lei cármica de causa e efeito. Esta
lei funciona automática e matematicamente; suas operações podem ser
cientificamente manipuladas por homens de sabedoria divina.

A lei espiritual não exige que um mestre se torne doente cada vez que ele cura
alguém. Geralmente um santo restitui a saúde a um sofredor pondo em prática
o conhecimento que tem de vários métodos de cura instantânea que não
resultam em danos para o taumaturgo espiritual. Em ocasiões raras, entretanto,
um mestre, desejoso de acelerar bastante a evolução de seus discípulos,
consome voluntariamente, em seu próprio corpo, uma boa parte do carma
indesejável deste.

Jesus ofereceu-se como resgate pelos pecados de muitos. Com seus divinos
poderes, Cristo nunca se sujeitaria à morte pela crucificação se não quisesse
cooperar com a lei sutil de causa e efeito. Assim, transferiu para si as
conseqüências do carma de outros, especialmente o de seus discípulos, Foram
estes sumamente purificados, tornando-se aptos a receber a consciência
onipresente ou Espírito Santo que mais tarde desceu sobre eles.
Só um mestre com a realização de Deus pode transferir sua força vital para
outros corpos ou deslocar para o seu as doenças alheias. Um indivíduo comum
não pode usar este método iogue de cura; nem é desejável que o faça, porque
um instrumento físico doentio é um obstáculo à meditação profunda. As
Escrituras hindus ensinam que o dever imperioso do homem é conservar seu
corpo em boas condições; do contrário, sua mente é incapaz de permanecer
fixa em concentração devocional. Mentes muito fortes, contudo, podem
transcender todas as dificuldades físicas, e alcançar, experimentalmente, a
percepção de Deus. Numerosos santos não tomaram conhecimento da
enfermidade e obtiveram sucesso em sua busca divina. São Francisco de
Assis, severamente atormentado por doenças, curou outros homens e até
ressuscitou mortos.

Muita gente acredita que um grande mestre deveria ter a saúde e a força de um
Sandow. A suposição é infundada. Um corpo doente não indica que faltam
divinos poderes a um guru, nem a saúde permanente indica necessariamente a
iluminação interna. As qualificações que distinguem um mestre não são
físicas, mas espirituais.”

Yogananda

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