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Cual es la idea central que podemos rescatar para entender toda su línea

de pensamiento

Biografía

Edward Sapir nació el 26 de enero de 1884 en Lauenberg, Pomerania (Prusia),


actualmente Lebork en Polonia. Sus padres eran judíos lituanos que no
tomaron la ciudadanía alemana. El lenguaje originario de Sapir era el yiddish.
Cuando Edward tenía 5 primaveras, los Sapirs emigraron a los Estados Unidos.
Asistió al colegio en Nueva York. Recibió su BA del Instituto de Columbia en
1904, y obtuvo entonces su maestría en lenguaje germánica. En Columbia
conoció a Franz Boas y se matriculó en sus cursos de antropología. Boas lo
introdujo en el campo de la antropología y la lingüística indígena
estadounidense. Seguidamente después de terminar su maestría, realizó un
trabajo de campo en Wishram Chinook en Washington (1905) y Takelma en
Oregon (1906).

En 1907–18 fue un estudioso socio en antropología con Alfred Kroeber en el


Instituto de California (Berkeley), en el cual trabajó en Yana. Hasta 1910 trabajó
en Ute / Southern Paiute como participante de la Universidad de Pensilvania.
Mientras tanto, había enviado su exposición de la gramática de Takelma como
alocución a Franz Boas, que no se publicó hasta 1922 en el cuerpo 2 de la
Manual de lenguas indígenas americanas.

En 1910, debia causa de la interposición de Boas, obtuvo su primer cargo


primordial como director de la recién establecida División Antropológica del
Servicio Geológico de Canadá, ubicada en el Victoria Memorial Museum en
Ottawa. Su trabajo consistía en desenvolver la antropología en Canadá
siguiendo las líneas del esquema de Boas. Brock, el director del Sondeo,
quería "una indagación exhaustiva y científica de las razas nativas de Canadá,
su distribución, idiomas, culturas, etc., y compilar y resguardar registros de las
mismas" (Darnell 1990: 42). Sapir llegó a Ottawa repleto de frenesí y osadía.
Se casó con Florence Delson, con quien tuvo tres hijos.

Se quedaría en Ottawa durante 15 años; de hecho, los abriles de Ottawa


fueron los crecidamente productivos en términos de trabajo empírico referente
a las lenguas amerindias, de publicaciones y de difusión de ideas concerniente
a las relaciones entre lengua, cultura y personalidad. Realizó tarea de campo
en varios idiomas, incluidos Nootka y Sarcee, siendo este final su primer escrito
en dialecto de la familia Athabaskan, con el que Sapir estaría comprometido
durante su carrera. Este cargo radico no solo en los detalles de la descripción
gramatical, sino que también, a través de Athabaskan, "elaboró su posición
sobre la estética y las variaciones de personalidad en la tradición cultural"
(Darnell 1990: 238). Esto ilustra su interés (inspirado por Boas) en la relevancia
de la lingüística para la cultura, que fue declarado explícitamente en su
“Perspectiva temporal en la cultura aborigen americana: un estudio en el
método”, publicado en 1916.

En tanto en los años 1913 a 1920 trabajó en una categorización de las lenguas
indígenas americanas, basándose en el condicional de que el método
lingüístico podía crear sugerencias sobre las relaciones históricas. Como
consecuencia de ese trabajo presentó su clasificación de seis unidades de
lenguas indígenas americanas (publicada en 1921), que fue recibida con
desdén. En ese mismo año su único texto, lenguaje, apareció. En este fértil
texto, escribió concerniente a sus puntos de vista generales sobre el lenguaje y
temas conectados, como la cultura y la literatura, de una manera viable para un
público no lingüístico.

Después de unos años en Ottawa, su exaltación inaugural por las posibilidades


de su trabajo disminuyo. Se sentía aislado en Ottawa y anhelaba, con algo de
ańoranza, un ambiente artístico e intelectualmente más estimulante, como el
que experimentó durante sus años de alumno en la Universidad de Columbia.
Sus sentimientos de recogimiento y naufragio se vieron reforzados por el hecho
de que su indagación antropológica sobre los nativos de Canadá se vio
obstaculizada por la falta de apoyo económico debido a la Primera Guerra
Mundial. Conjuntamente de estas preocupaciones profesionales, las
enfermedades físicas y mentales de su mujer Florence eran una gran inquietud;
ella murió en 1924.

En este período comenzó a escribir poesía y componer música; publicó un


volumen de poesía, Sueños y Gibes en 1917. También escribió bastantes
reseñas literarias en importantes revistas estadounidenses como El dial y
Poesía. Muchos de los 'boasianos' escribieron poesía en estos días. Entre ellos
estaba Ruth Benedict, con quien Sapir intercambió y discutió poemas.

Durante estos años se interesó cada vez más por cuestiones de cultura y
personalidad (véase, por ejemplo, su visión de la cultura en la famosa “Cultura,
genuina y espuria” de 1924). En 1925, a Sapir se le ofreció un puesto en la
Universidad de Chicago. Se le pidió que dirigiera un nuevo programa de
antropología en el Departamento de Sociología y Antropología, junto con Fay-
Cooper Cole. Los años en Chicago (hasta 1931) fueron sus más felices. Tuvo
numerosos estudiantes que asistieron a sus cursos de posgrado en lingüística
y al curso muy popular llamado “La psicología de Cultura". Junto con el
politólogo Harold Lasswell y el psiquiatra Harry Stack Sullivan, Sapir trató de
establecer un programa interdisciplinario sobre el tema de la personalidad y la
cultura ('historias de vida'). El intento no fue muy exitoso en términos de
institucionalización; pero Sapir pronto fue reconocido como una de las figuras
más influyentes en la antropología estadounidense y en el campo cada vez
más profesionalizado de la lingüística (se convirtió en presidente de la
Asociación Antropológica Estadounidense y de la Sociedad Lingüística de
América). En su vida personal se produjo un cambio feliz e importante en
septiembre de 1926 cuando Sapir se casó con su segunda esposa, Jean
McClenaghan.

En 1931, a pesar del clima intelectual inspirador de Chicago, aceptó una


atractiva cátedra de Antropología y Lingüística en Sterling, económica y
profesionalmente, en Yale, después de haberse desilusionado con la cantidad
de esfuerzo administrativo que se le exigía en la Universidad de Chicago. Los
años en Yale parecían ser años difíciles, no en lo más mínimo debido al clima
antisemita allí. Sin embargo, estaba rodeado de nuevo por numerosos
estudiantes (algunos de ellos siguieron a Sapir de Chicago a Yale), como
Stanley Newman, Morris Swadesh, Walter Dyk, Harry Hoijer, Mary Haas y
Benjamin Lee Whorf. Aquí escribió mucho sobre sus ideas maduras sobre la
interacción entre cultura y personalidad. Además de estos temas de cultura y
personalidad, volvió a trabajar en lenguas semíticas e indoeuropeas. En 1937-
1938 sufrió una serie de ataques cardíacos; murió de una enfermedad cardíaca
el 4 de febrero de 1939.

Influencias

Influencias de Boas, Whorf – Sapir

Edward Sapir había nacido en Alemania, como ya lo comentamos fragmentos


antes, pero inmediatamente en el periodo de sus cuatro primaveras en Estados
Unidos, creció bajo la sombra influyente de Boas, donde empezó a interesarse
sensatamente por cuestiones antropológicas, inmediatamente había acabado
una profesión en filología germánica, evidencia de lo cual llegaría a formar su
primera publicación en la que conocemos: una discusión de la teoría del origen
del lenguaje de Herder (Swadesh, 1939; Sapir, 1907). Las influencias
ideológicas de Boas sobre Sapir son decisivas, y Sapir se desliga
posteriormente de la lingüística dando precedencia así a los rasgos físicos y
positivistamente medibles de la lengua destacando su interés por los rasgos
que son poco menos cuantificables, sin embargo sí observables:

[...] todo el objetivo de este artículo ha sido mostrar que los fenómenos
fonéticos no son fenómenos físicos per se, por necesario que pueda ser
llegar a los hechos fonéticos a través de su encarnación física. La presente
discusión es realmente una ilustración especial de la necesidad de llegar
hacia atrás de los datos sensoriales de cualquier tipo de expresión con el
fin de captar las formas intuitivamente sentidas y comunicadas que sólo le
confieren su significado a expresiones de este tipo (Sapir, 1925: 51).

Como enfatizó Boas, los fenómenos culturales pertenecen al reino del


inconsciente, produciendo que Sapir mostrase su interés por el tema, como lo
muestra el título: "La influencia del inconsciente en la organización del
comportamiento social" (Sapir, 1927). A pesar de la influencia boasianas, se
logra verificar que Sapir siempre habría presentado como un lingüista,
prestando mayor interés en el campo de la influencia recíproca de las
categorías gramaticales, como también sobre los conceptos culturales y de los
modelos sociales sobre las estructuras lingüísticas y las diversas variaciones
provocadas por la concepción del entorno; el análisis de los rasgos culturales
contenidos en cada palabra (Sapir, 1967: 8, 10), a los cuales

quizá fuera preciso añadir otros dos aspectos que se reflejan en los
escritos de Sapir. Por una parte, la relación del lenguaje con el medio
ambiente, es decir, lo que podríamos denominar la ecología del lenguaje;
por otra, las implicaciones políticas del lenguaje y su repercusión en el
contexto nacional e internacional (Sánchez-Marco, 1976: 32-33).

Prontamente logramos hallar indicios, sobre la ideología de Whorf

[...] el lenguaje es una guía a la realidad social. Aunque normalmente no


pensamos en el lenguaje como siendo de particular interés para los
estudiantes de las ciencias sociales, con mucha fuerza condiciona ésta
todo nuestro pensar acerca de problemas y procesos sociales. Los seres
humanos somos en un muy alto grado víctimas del lenguaje particular que
se ha convertido en el medio de expresión de nuestra sociedad (Sapir,
1929: 162).

Benjamin Lee Whorf, alumno de Sapir, quien ya a una edad avanzada se


concentró en el estudio de la lengua basada en puntos fundamentales. El
primero de ellos, acerca del establecimiento de la relatividad cultural y
lingüística como base del lenguaje, en otras palabras, nadie puede describir la
naturaleza con total libertad, puesto que nos situamos

[...] limitados por ciertos modos de interpretación, aun cuando nos creamos
más libres. Nos encontramos introducidos en un nuevo principio de
relatividad que dice que la misma realidad física no lleva a diferentes
observadores a la misma imagen del universo, a menos que su trasfondo
lingüístico sea idéntico (Whorf, 1952: 5).

El segundo, se basa con el fin de demostrar que el lenguaje exhibe un carácter


de obligatoriedad

cuando alguien como lógico natural hable de la razón, de la lógica y de las


leyes que rigen el pensamiento correcto, tiende sencillamente a marchar al
compás de una serie de hechos puramente gramaticales que pertenecen al
trasfondo de su propio lenguaje, pero que de ninguna manera son
universales y válidos en todos los lenguajes y de ninguna manera
constituyen una base compartida de la razón (ibid.: 4)

El tercero, expone la existencia de procesos mentales, los cuales anteceden a


u cierto ámbito colectivo
la enorme importancia del lenguaje no implica, en mi opinión, que no se
encuentre algo detrás que pertenece a lo que solemos llamar conciencia.
Mis propios estudios me indican que el lenguaje, sin negar su papel
importantísimo, en cierto sentido es un adorno superficial a procesos de
conciencia más profunda que son necesarios antes que se pueda llevar a
cabo cualquier comunicación, señalamiento o simbolización y que, en un
sentido más estrecho, puede producir comunicación (aunque no una
auténtica correspondencia) sin la ayuda del lenguaje y símbolos. Con
superficial quiero decir algo similar a que por ejemplo todos los procesos
químicos se pueden considerar como fenómenos superficiales en relación
con los yacimientos más profundos de la existencia física, que conocemos
como intraatómica, electrónica o subelectrónica (ibid.: 21).

En el cuarto punto, no se ve contenido formalmente dentro de la lingüística o de


la antropología, sino se presenta en el plano histórico, contenida por una
variedad de pautas normativas y culturales de la lingüística, planteando
“relaciones, más no correlaciones o coincidencia diagnóstica entre las normas
culturales y las pautas lingüísticas” (ibid.: 45). De toda esta ideología plasmada
surge la hipótesis de una lengua constituida con la libertad de percepción,
pensamiento y acción de los seres humanos.

Con el trascurso de los años, surge un nuevo paradigma presentado como


“antropología cognoscitiva”, el cual era una base de sintetizar las diversas
implicaciones hipotéticas de Sapir en relación a Worf. Presentándose como “lo
viejo y lo nuevo”, desarrollando una alternativa constructiva:

Lo que necesitamos es un concepto de cultura más limitado que ponga


énfasis en teorías de cultura. No podemos soñar con formular una teoría
general de la cultura, lo mejor que podemos esperar es una serie de teorías
particulares de la cultura. Estas teorías constituirán descripciones
completas y precisas de sistemas individuales de cognición. Solamente
cuando tales descripciones particulares sean formuladas en una sola
metalengua con propiedades locales conocidas habremos llegado a una
teoría general de la cultura. Una tal teoría general será el equivalente de la
lengua en el cual describimos las culturas (Kay, 1965: 112 apud Tyler,
1969: 14).

Esta antropología se ve representada como un avance etnográfico, el cual


permitirá a futuro el enriquecimiento ideológico de Sapir, “una descripción
cognoscitiva de una cultura no pretende predecir la conducta real de un
individuo. El análisis formal de la cultura, igual que una gramática, trata
solamente de lo que se puede esperar y de lo que es correcto” (Tyler, 1969:
13).

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