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La praxis en Filosofía según Gramsci, podría definirse como el uso práctico del contenido
teórico que ha sido agrupado dentro de su misma concepción. Allí el pensamiento, se encarga
de construir la concepción del mundo (“creador”) que necesariamente responde a unas
necesidades históricas objetivas y es acogida, de manera permanente, por un gran número de
individuos; originando así, una norma activa de conducta.
Por lo tanto, no se debe enseñar la filosofía de esa manera, ya que, el individuo necesita saber
que ésta aqueja su vida de maneras implícitas en diversos aspectos. Otro aspecto clave, que es
necesario reformar, es la concepción fija del tiempo en forma lineal, donde la historia
transcurre de izquierda a derecha hasta el infinito. Esta concepción debe ser cambiada para
que se nos lleve a una filosofía práctica, puesto que, si se continúa con esa noción, el
individuo ha de pensar que lo que ocurre en su tiempo es algo fijo que le correspondió vivir,
en consecuencia, no percibirá la necesidad de cambiar la realidad, porque vive en cierta
apatía con respecto a su “destino”. Allí surge la necesidad de entender a la historia como algo
cambiante y el hombre como factor determinante de la misma.
La filosofía tiene el compromiso a partir de la praxis, de poder cambiar esa concepción (de
cierto modo ignorante) de la realidad en sí, ya que, el hombre debe entender que sus
pensamientos conllevan a conductas que pueden cambiar la realidad en donde vive, y más
aún, si este tiene necesidad vitales (históricas en algunos contextos) para su subsistencia. Esta
realidad debe ser pensada como un elemento colectivo, ya que debe ser considerada, como
una conglomeración de ideas, de donde, se va a direccionar una conducta social que
conforme una cultura general de la sociedad donde se establezca.
Debe comprenderse al hombre como un ser creador dueño de su propio hilo temporal y, de
cierta manera, espacial. Y a la filosofía como la guía que lleva al individuo a gobernar su
temporalidad:
Debe entenderse, pues, el concepto de «creador» en sentido «relativo», pensamiento que modifica el
modo de sentir de la mayoría y, por consiguiente, modifica la realidad misma, que no puede pensarse
sin esta mayoría. Creador, también, en el sentido de que enseña que no existe una «realidad» en sí
misma, en sí y por sí, sino siempre en relación histórica con los hombres que la modifican, etc.
(Gramsci, 1970, pp.4).