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Comportamiento del suicidio. Colombia, 2015


Violencia autoin igida, desde un enfoque forense

Brígida Montoya Gómez


Trabajadora social
Magister en Salud Pública

Centro de Referencia Regional Sobre Violencia - Medellín


Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses

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Comportamiento del suicidio.
Colombia, 2015
RESUMEN

Durante 2015 se registraron en Colombia 2.068 suicidios, 10% más que en al año inmediatamente
anterior. El decenio 2006-2015 acumuló 18.618 casos, con una media de 1.862 eventos por año,
155 mensual y aproximadamente cinco por día. La tasa de lesiones fatales autoin igidas en 2015,
fue de 5,22 eventos por cada 100 mil habitantes mayores de cinco años, aproximadamente 28%
más que el promedio de la tasa de los últimos nueve años (4,08).

El 80,03% de las víctimas eran hombres; por cada mujer que se suicidó, optaron por la misma
manera de muerte cuatro hombres. En el grupo de edad 70 a 74 años la diferencia se amplía
ostensiblemente, la razón es de 33 suicidios de hombres por una mujer.

La mayoría de los suicidios durante 2015 (48,74%) sucedieron en edades comprendidas entre los
15 y 34 años, con mayor participación de jóvenes entre 20 y 24 años (14,60%), no obstante las
tasas de víctimas de 80 años o más es aproximadamente 61% superior que la tasa de la población
en general.

Las tasas según el sexo evidencian que para los hombres de 80 y más años existe mayor riesgo de
suicidio de 80; la tasa de suicidio para esta edad y sexo es 258,8% superior a la tasa de la población
en general, y 171,7% más elevada que la tasa entre el grupo de los hombres. En las mujeres, el
envejecimiento no tiene un efecto mayor sobre las tasas de suicidio.

Predominó el suicidio en personas que no tenían establecida vida marital (57,18%), la mayoría de
las cuales estaban en condición de solteras. Con respecto a la escolaridad predomina el bajo nivel
de formación académica, más de la mitad (56,21%) de las víctimas solo cursaron educación
preescolar y básica primaria; fue escasa la participación de muertes autoin igidas en personas
con formación universitaria (7,49%).

Los con ictos de pareja o expareja, enfermedad física o mental y problemas económicos, fueron
los principales detonantes del suicidio. El 58,41% de las víctimas acudieron al mecanismo
generadores de as xia, para consumarlo; dicho mecanismo fue más utilizado por hombres que
por mujeres; en segundo lugar se encuentra el uso de tóxicos (20,46%), con mayor ingesta en
mujeres, seguido del uso de armas de fuego, comúnmente utilizado por hombres.

Abril, agosto y marzo concentran el mayor número de suicidios, octubre y noviembre registraron
el menor número de casos. El domingo fue día de la semana más crítico, seguido del día lunes. El
59,01% de los casos se consumaron entre las 6:00 de la mañana y 5:59 de la tarde.

Las tasas más elevadas de suicidio se registraron en los departamentos de Arauca, Amazonas,
Caldas, Huila y Quindío; en tanto que los municipios más afectados fueron Lourdes (Norte de
Santander), Pueblo Rico (Risaralda), Berbeo y Santa María (Boyacá), y Pijao (Quindío).

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INTRODUCCIÓN

Los datos aquí presentados si bien solo describen el comportamiento de algunas variables
sociodemográ cas, tienen la bondad de permitir conocer el panorama general del fenómeno en
el país y compararlo con datos históricos, desde 1999, año a partir del cual el Instituto Nacional de
Medicina Legal ha brindado a la comunidad académica, y a la población en general, las cifras
básicas sobre suicidio.

El interés de estudiar el fenómeno del suicidio se debe a que este es un evento privado que
impacta lo público; traspasa los límites de lo individual y afecta diversos entornos grupales:
familia, escuela, trabajo, círculos de amigos y comunidad, llevando a estos grupos, y a sus
integrantes, a vivenciar pérdidas signi cativas que los sumerge en una serie de sentimientos,
incluyendo la culpa, reproches y estigmatización. En este sentido la Organización Mundial de la
Salud considera cada suicidio como una tragedia, que tiene efectos terribles y de amplio alcance
sobre las familias, los amigos y las comunidades, aun mucho tiempo después de que un ser
querido se haya quitado la vida (1).

En la tarea de entender las causas distales, proximales y detonantes asociadas al acto suicida, la
comunidad académica ha estudiado el problema partiendo de un sinnúmero de interrogantes,
abordados desde diversos enfoques teóricos y metodológicos por variadas disciplinas. Los
resultados, permiten concluir que ningún factor por sí solo es su ciente para explicar las causas
de este acto; la problemática suicida es multifactorial, compleja y dinámica (1,2); además, se torna
en un fenómeno social que trae consigo otras situaciones igualmente problemáticas, como se
verá a continuación:

· Propagación de la onda del shock del suicidio, generado por imitación cuando las personas
atentan contra su propia vida siguiendo el ejemplo de algún personaje, generalmente
célebre, que ha hecho lo mismo, y los eventos son difundidos a través de medios de
comunicación. Se ha estudiado la in uencia en el incremento de suicidios posterior a
reportes que impactan a un público vulnerable, y que son acogidos por los suicidas en
potencia como estímulo, justi cación o reto. Este efecto se ha evidenciado en varios estudios
(3,6), algunos de los cuales han concluido que “la magnitud del incremento en conductas
suicidas y posterior suicidio consumado en adolescentes es proporcional a la cantidad,
duración, cobertura e impacto que los medios de comunicación despliegan con relación a
historias suicidas”(7).

· Afectación del entorno familiar. La noticia de un suicidio siempre es impactante, en especial


para las personas involucradas afectivamente con quien comete el acto; su consumación
llena de un profundo malestar e impotencia a las familias, genera con icto en su dinámica,

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ejercicio de roles y estructura, además de la afectación de la salud mental. En palabras de
Murray Bowen, “la muerte, o la amenaza que ésta supone, representa el acontecimiento más
traumático de cuantos pueden alterar el normal desenvolvimiento de una familia. Nada es
comparable a los efectos traumáticos que provoca en la unidad familiar la desaparición de
alguno de sus miembros. Como es obvio, la intensidad de la reacción emocional dependerá
tanto de la importancia funcional de la persona que desaparece como del método con que
ésta lo hace”(8).

Ante el suicidio, con frecuencia suelen surgir en el entorno familiar inquietudes lacerantes y
sentimientos encontrados que se convierten en una pesada carga:

Sentimientos de culpabilidad: es una manifestación frecuente, se explica por el sentimiento de


incapacidad del grupo primario, por no haber impedido la muerte del ser querido; por no
haber interpretado las señales que vaticinaban lo que ocurriría, por no comprender y atender
las llamadas de atención del suicida, bien sea mediante amenazas, comportamientos,
comentarios o intentos previos; igualmente por no haber sido depositario de la con anza del
sujeto para conocer sus intenciones fatales. En este sentido, surgen interrogantes sobre lo que
se hizo, lo que se dejó de hacer, lo que se dijo, lo que se calló u ocultó, lo que se vio, lo que se
ignoró, la forma como se asumió algún con icto entre el suicida y algún miembro de la familia
o la no resolución del mismo. Es recurrente en los miembros de la familia expresiones como: ¡Si
le hubiera hecho caso! ¡Si le hubiera dicho! ¡Si lo hubiera perdonado! ¡Si lo hubiera amado! ¡Si no la
hubiera dejado! ¡Si la hubiera comprendido! ¡Si lo hubiéramos ayudado! ¡Si hubiera hablado! ¡Si
me hubiera dicho! ¡Si lo hubiera! ¡Si lo hubiera! ¡Si lo hubiera! …

Sentimientos de recriminación. La familia se hace una serie de interrogantes que se pueden


etiquetar de reproche contra el suicida: ¿Por qué nos hizo esto? ¿Por qué nos abandonó? ¿Por
qué precisamente en estos momentos o fecha? ¿Por qué fue tan egoísta? ¿Por qué no pensó en
el dolor de la familia? ¿Qué hicimos para que nos pagara de esta manera?

Sentimientos de vergüenza: la preocupación por la percepción que de la familia tiene el mundo


externo, toma especial atención y genera nuevos estresores sociales: ¿Qué pensarán los
demás de nuestra familia? ¿Nos considerarán disfuncionales? ¿Pensarán que lo
abandonamos? (re riéndose al suicida), ¿Considerarán a la familia incapaz de solucionar sus
problemas? El sentimiento de vergüenza del acto suicida, generalmente surge por las
proyecciones que la familia realiza como mecanismo de defensa ante el desconcierto e
incomprensión de esta manera de muerte, que se agudiza si la apreciación del suicidio tiene
un componente moral pecaminoso (9).

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Sentimientos de estigma social: ante el evento suicida, eventualmente la familia puede


percibirse como un grupo malsano, desafortunado, fracasado, que la lleva a suponer rechazo
social, y que le genera sentimientos de humillación y señalamiento, con la consecuente
reacción de marginación, como mecanismo de defensa. “El estigma del suicidio incorpora el
juicio moral sobre el suicida, pero, especialmente, sobre quienes lo sobreviven y fueron
cercanos a él” (10). Estos sentimientos, al igual que el de vergüenza, agravan la dinámica del
grupo primario, pueden llevarlo a un fenómeno de retraimiento de sus relaciones sociales y
abandono, parcial o total, de actividades que lo conectaban con los subsistemas externos,
afectando a su vez, de forma importante, el proceso de elaboración de duelo.

Adicional a los anteriores sentimientos, el suicido puede ocasionar disfuncionalidad,


enfermedades, o trastornos muy marcados al interior del grupo primario, dependiendo del
ciclo vital de la familia, la intensidad del apego familiar, el nivel de cohesión, el rol del suicida, el
mecanismo de muerte elegido por éste; y por supuesto, dependiendo de la capacidad del
grupo para enfrentar las crisis y di cultades, así como del uso de los recursos ofrecidos por la
red social de apoyo del entorno.

Desde un enfoque causal, se le atribuye a la familia su cuota de participación en el desenlace


fatal; Maria Gouveia sostiene que “la estructura y la dinámica familiar juega un papel
importante en el adecuado desarrollo en la salud mental del adolescente, ya que al haber
cambios en los roles o posibles rupturas, inmediatamente se produce un desequilibrio en el
sistema familiar, provocando en algunos de los miembros la aparición de síntomas como la
ideación suicida”(11).

· Afectación del entorno escolar. Sin dudas para la escuela, orientada en la formación de las
nuevas generaciones y empeñada en brindar las herramientas a la comunidad académica
con el propósito de asegurar el futuro, la muerte infanto-juvenil es algo difícil de asimilar, pero
mucho más difícil de procesar cuando es el propio niño, niña o joven quien in ige su propia
muerte. El impacto cobija tanto a la institucionalidad como a los pares de las víctimas; y es de
proporciones gigantescas. El contexto escolar, además de la carga de duelo, tiene el riesgo de
afrontar un elevado estrés social por el riesgo latente de la imitación del acto fatal por parte de
otros estudiantes, en especial niños, niñas, adolescentes y jóvenes con aislamiento social,
trastornos de ansiedad y uso de sustancias psicoactivas, considerados éstos como población
vulnerable (12).

Adicionalmente a la situación de duelo, la escuela debe afrontar problemas internos latentes,


que se constituyen en factores de alto riesgo para el suicidio; estudios han demostrado
asociación del bullying o acoso escolar con el acto extremo de autodestrucción (13, 14), así
como discriminación sexual, presión de grupo, violencia en el aula y otros problemas

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escolares (15). En los últimos años, se han incrementado las noticias sobre conductas
violentas entre estudiantes, daños físicos y/o psicológicos entre compañeros, que por su
frecuencia está llegando a convertirse en algo cotidiano (16).

Ante la permanencia de factores de riesgo y las vivencias de pérdida por suicidio, le


corresponde a la comunidad educativa duplicar sus esfuerzos para activar las redes sociales
de apoyo disponibles, a n de prevenir nuevos eventos y mitigar los efectos adversos de las
conductas autodestructivas.

· Afectación del grupo de amigos. Estudios han demostrado que los intentos de suicidio
usualmente incrementan la frecuencia de suicidios consumados entre los amigos del caso
primario, lo cual puede signi car que las personas imitan las conductas de sus amigos o que
las personas con riesgo suicida se buscan como amigos (4,12).

El efecto del suicidio en los amigos depende del nivel de a nidad y apego; en una relación
sólida y fuerte constituye una tragedia devastadora, que provoca serios impactos y destrozos
en la vida de los pares, introduciéndoles en un duelo, por regla general, traumatizante y, en
ocasiones, prolongada. Igual que en la familia, en los amigos los persigue la duda si pudieran
haber hecho algo para impedir el acto suicida.

· Afectación de la comunidad y entorno cercanos. La muerte autoin igida genera una


conmoción social que escapa a sus posibilidades, porque “no son los individuos los que se
suicidan, sino la misma sociedad a través de ciertos individuos” (17). Ante nuevos eventos,
usualmente, acontece consternación, rechazo, silencio, y la experiencia de un exceso que no
se sabe de nir con palabras. El incremento de su tasa, probablemente sea indicio de que la
sociedad está pasando por algún tipo de situación o proceso que tiene una forma de
manifestarse en el suicidio.

El sujeto que voluntariamente elige morir decide desvincularse de la sociedad: abandona el


espacio y tiempo por propia convicción y por sus propias manos. Este acto irreparable pone
en cuestión a los demás: el espacio, las alianzas y redes creadas son poco sólidas para sostener
la vida, por eso la comunidad experimenta el suicidio como un afrenta, y afronta un
interrogante inevitable: ¿Por qué el espacio conjunto no es vivible para todos?

Al respecto Abraham Godínez considera que cuando el otro decide morir “su muerte nos
enfrenta a la herida del narcisismo (nuestro vínculo no fue su ciente para que la persona
amada viva), a la soledad (ya no estamos con el ser querido que ha decidido ya no estar en el
mundo), a la propia posibilidad de morir (su muerte hace que nos preguntemos si queremos
vivir). ¿Cómo sobreponerse a esto?”(18).

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El reconocimiento de la afectación de los contextos a consecuencia del suicidio hace de este un


tema relevante, que justi ca el seguimiento a su comportamiento. Consciente de esta necesidad
el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, a partir de 1.999, pone a disposición
de la comunidad estadísticas básicas de los suicidios ocurridos en Colombia, que permite
conocer los altibajos del fenómeno en el tiempo y calcular el riesgo de ocurrencia.

Este capítulo describe los aspectos de tiempo, persona y lugar de los suicidios ocurridos en el país
durante 2015; inicialmente se compara el número de eventos registrados en los últimos diez (10)
años, como referencia para analizar el comportamiento en el último periodo; luego centra el
interés en la distribución de factores sociodemográ cos, características del problema,
distribución espacio temporal, y nalmente, descripción de algunas variables de acuerdo al ciclo
vital de los suicidas.

El objetivo de este informe es describir los aspectos sociodemográ cos de los suicidios ocurridos
en Colombia durante 2015, objeto de la actividad pericial del sistema forense del país, con el
propósito de proporcionar a la comunidad académica, de salud y a la sociedad, información
actualizada sobre el fenómeno, como herramienta básica para profundizar en su estudio,
prevenirlo y atender el impacto que este evento genera en la salud de los allegados de las
víctimas y las comunidades donde estos se consuman.

RESULTADOS

El Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Lesiones de Causa Externa (SIVELCE) del Instituto


Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, reporta 18.618 suicidios ocurridos en Colombia
durante el periodo 2006-2015, con una media de 1.862 eventos por año. El promedio de la tasa
del período fue de 4,20 casos por cada 100.000 habitantes mayores de cinco años. El último año
alcanzó la cifra más elevada del decenio: 2.068 casos y una tasa de 5,22. En contraste con el primer
año del decenio – 2006 -, el incremento de la frecuencia absoluta fue de 18%; y en relación al año
2014 de 10%. La contrastación por tasa evidencia un incremento aproximadamente de 28% en
2015, con respecto al promedio de la tasa de los últimos nueve años.

Estas cifras ponen de mani esto el suicidio como problema de salud pública de gran envergadura
en el país, por su tendencia al incremento; como lo re eja la Figura 1. el aumento ha sido
sistemático año tras año, excepto 2013 que registró una leve disminución.

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Figura 1. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes. Colombia, 2006-2015

Distribución sociodemográ ca

En Colombia, al igual que en la mayoría de los países del mundo, el volumen de hombres que se
quitan la vida es abrumadoramente superior al de las mujeres. En 2015 se suicidaron 1.655
varones en contraste a 413 mujeres, que corresponde a una participación del 80,03%. La
incidencia es cuatro veces más en hombres que en mujeres; relación que ha permanecido estable
en el decenio 2006-2015, y corresponde a la misma razón de Latinoamérica y Suramérica (19). No
obstante, a partir de los 35 años la razón de disparidad es superior a cuatro y se amplia de forma
importante en el grupo etario de 75 a 79 años (razón hombre mujer: 33 a 1), seguido del grupo de
70 a 74 años (razón hombre mujer: 13 a 1).

La mayoría de los suicidios sucedieron en edades comprendidas entre los 20 y 24 años (14,60%),
seguida del grupo de 25 a 29 años (11,80%). La distribución de frecuencias relativas de acuerdo al
sexo de las víctimas evidencia mayor participación de mujeres desde los 10 hasta los 34 años de
edad; a partir de los 35 años es superior el porcentaje de suicidios en hombres, como se aprecia
en la Tabla 1.

Si bien el porcentaje de suicidios en adultos mayores, fue relativamente menor, la observación


por tasa evidencia que las víctimas de 80 años o más, es 61% superior a la tasa promedio de la
población en general.

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Pese al evidente riesgo de autolesión de los hombres adultos mayores, no se puede desconocer
el segundo grupo en riesgo: los hombres entre los 18 y 24 años de edad; al igual que las víctimas
menores de 15 años, en las que si bien el suicidio es relativamente menos frecuente, requiere
especial atención, debido a que su consumación impacta ostensiblemente a la familia, a la
economía del país y a la sociedad, además de afectar signi cativamente los años potenciales de
vida perdidos de la población colombiana (Tabla 1).

Tabla 1. Suicidios según grupo de edad y sexo de la víctima. Colombia, 2015

Las tasas especí cas según el sexo evidencian que el mayor riesgo de suicidio de las personas de
70 años o más solo existe entre los hombres; de los cuales llama especial atención los que tienen
entre 80 y más años de edad, su tasa es 251% superior a la tasa de la población en general, y cerca
de 115 % más elevada que la tasa del grupo de los hombres. Preocupa además que, en relación a
la media de la tasa de lesiones autoin igidas en hombres de 80 años y más, ocurridos en el
periodo 2007-2014 (11,71 por 100.000 mil habitantes), el incremento en 2015 fue
aproximadamente de 56% .

En el caso de las mujeres, el envejecimiento no tiene un efecto mayor sobre sus tasas de suicidio.
Fuera del rango de edad entre los 15-24 años, las mujeres en Colombia mantienen un nivel bajo; a
partir de los 35 años ocurren menos de dos suicidios por 100.000 mujeres mayores de cinco años
en cada grupo de edad, incluyendo a las mujeres adultas mayores (Tabla 1). Se llama la atención

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sobre ello porque el número de mujeres en edades avanzadas es bastante menor que el de los
hombres, “parecería que las mujeres tienen mayor capacidad para sobrellevar las problemáticas
que les presenta la vida, y es posible que la mayor valoración social y familiar en la vejez de las
mujeres que de los hombres también contribuya a ello”(20).

En relación a la educación predominó el bajo nivel de formación de los suicidas, más de la mitad
(56,21%) solo tenían educación preescolar y básica primaria (36,71% y 19,50% respectivamente);
formación secundaria se registró en el 31,98% de los fallecidos; fue escasa la participación de
víctimas con formación superior, esto es, técnica, tecnológica, universitaria y postgrado (7,49%).
Esto da pie a considerar la hipótesis que el alto nivel de educación puede ser un factor de
protección en la medida que facilita la relación y comunicación entre pares, aumenta y fortalece
la red de amigos, dota a las personas de herramientas para afrontar situaciones estresantes, le
permite, en cierta medida, acceder al mercado laboral, y por ende, a la satisfacción de
necesidades básicas, y acceder al sistema de protección social, entre otras contribuciones.

La distribución por sexo según escolaridad muestra que entre aquellos que cometieron suicidio
hay una mayor proporción de mujeres con educación secundaria, tecnológica y profesional que
hombres en los mismos niveles educativos (Figura 2).

Figura 2. Suicidios según escolaridad y sexo de la víctima. Colombia, 2015

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Más de la mitad de los suicidas (57,17%) no tenían establecida vida marital, bien sea por estar
solteros, separados (as), divorciados (as) o viudos (as) al momento de consumar el evento fatal. Es
mayor la participación de mujeres sin vida marital (62,82%) en contraste con los hombres
(55,76%). Estos resultados llevan a pensar que una franja elevada de las víctimas vivenciaban una
gran soledad, lo que podría explicar, en parte, la acción fatídica.

Para Durkheim las personas casadas disfrutan de un gran “coe ciente de preservación”, ya que la
vida marital provee de sentido de cohesión y apoyo, que no está al alcance de las personas con
estado diferente al matrimonio (21), (Figura 3).

Figura 3. Suicidios según estado civil y sexo de la víctima. Colombia, 2015

De los casos de suicidio que se obtuvo información relacionado con factor de vulnerabilidad,
el 79, 29%, al parecer, no pertenecían a ningún grupo en especial; entre las víctimas que
registraban condiciones que las hacían más sensible sobresalen, “otras” (sin especi car),
seguido de campesinos (a) y/o trabajadores (as) del campo; comportamiento que ha sido
consistente en los últimos años.

Otro grupo destacado son los suicidas con antecedentes de consumo de sustancias psicoactivas,
conducta que ha sido documentada como factor de riesgo para esta manera de muerte. En
cuarta línea se registra los grupos étnicos, de los cuales se registraron 21 eventos consumados (13
hombres y 8 mujeres) (Tabla 2).

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Esta variable, factor de vulnerabilidad, en general es susceptible de subregistro debido a que los
datos del sistema forense dependen de la información aportada por la autoridad o laboratorio
responsable de la inspección de cadáveres; y estos no siempre obtienen información oportuna
sobre aspectos personales de la víctima. Por otro lado, hay temas que las familias pre eren callar,
como la orientación sexual de la víctima, problemas familiares, consumo de sustancias
psicoactivas, entre otros, por considerarlo del campo de la intimidad.

Tabla 2. Suicidios según factor de vulnerabilidad y sexo de la víctima. Colombia, 2015

Distribución según características del hecho

Los mecanismos generadores de as xia, como el ahorcamiento, son los más comunes en las
muertes voluntarias en Colombia; en 2015 este tipo de mecanismo fue elegido por el 58,41% de
los suicidas, con mayor participación de hombres que mujeres. El uso de tóxicos ocupó el
segundo lugar, porcentualmente con mayor ingesta entre el grupo de mujeres; en tanto que las
armas de fuego, en tercera línea, fue más utilizado por los hombres. El lanzamiento al vacío,
cali cado como mecanismo contundente, fue la opción de aproximadamente 5,57% de los
suicidas, esta causa de muerte fue porcentualmente más elevada en el grupo de mujeres, ocupó
el tercer lugar en los mecanismos utilizados por éstas con una participación del 8,74%, mientras
que en el grupo de hombres fue la cuarta elección con una participación de 4,78%.

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El uso de mecanismos generadores de as xia en las muertes autoin igidas en Colombia, es una
opción que se incrementa año tras año, como se aprecia en la Tabla 3. El uso de este mecanismo
tiene varias explicaciones, por una parte, son variados los objetos que pueden revestir la forma de
arma letal: los cinturones, cordones, prendas de vestir, tendidos de cama, cortinas, cables,
cuerdas, lazos, bolsas plásticas, entre otros, los cuales son de fácil acceso y se obtienen en la
mayoría de los escenarios donde interactúa el ser humano, incluso algunos hacen parte del
atuendo cotidiano.

Por otro lado, “los partidarios del ahorcamiento prevén una muerte segura, rápida y sin dolor con
poca conciencia de la muerte y lo consideran un método 'limpio' que no dañaría al cuerpo o
dejaría imágenes desgarradoras para los demás”(22).

Tabla 3. Suicidios según mecanismo causal y sexo de la víctima. Colombia, 2015

La distribución de posibles razones detonantes del acto suicida (de 957 casos en los que se
obtuvo información), es similar en los últimos años. El principal motivo tiene que ver con los
con ictos de pareja o expareja, los cuales pueden estar asociados a la ruptura del matrimonio
o relación sentimental, a problemas en la convivencia cotidiana relacionados con factores
como la comunicación, el manejo del poder, in delidad, control o celos, susceptibles de estar
acompañados de maltrato físico, sexual o psicológico, lo cual imprime mayor dimensión a esta
categoría.

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El nivel de afectación de un rompimiento sentimental varía en cada persona, depende del grado
de implicación o identi cación que tenga con la propia relación. Cuando la relación sentimental
es parte importante de la identidad, la disolución requiere de ajustes indispensables en la
persona. En este aspecto, interviene la dependencia (en cualquier sentido: económico,
emocional, físico), es decir, si gran parte de la identidad y/o dependencia de una persona se la da
su pareja, cuando ésta se aleja o retira, la despojan de una parte de ella misma. También depende
del tipo de rompimiento: cuando es inadvertida se provoca una sensación de vacío, impotencia y
desconcierto porque se trata de un proyecto de vida que se trunca o se disipa. En cambio, si la
separación es esperada y previsible, por el deterioro paulatino de la relación, el impacto se
atenúa. Sin embargo, en ambas situaciones, se produce, inicialmente, una negación de la
realidad, que en ocasiones se convierte en el detonante para la conducta suicida (9).

La enfermedad física o mental se encuentra entra entre las principales razones conocidas para el
suicidio. “Es muy probable que las personas que padecen depresiones graves intenten suicidarse
y tienen una alta incidencia de ello, particularmente si no están tomando medicamentos para su
condición”(14). Igualmente, se ha establecido una relación alta entre el suicidio y la esquizofrenia.

Las causas económicas como motivo para quitarse la vida ocuparon la tercera línea entre el grupo
de hombres. Este factor se constituye en el detonante de la autolesión mediante tres vías: 1) por
la pérdida del empleo o falta oportunidad para la vinculación laboral, que trae de suyo pérdida de
ingresos económicos y por tanto, cambios en el estilo de vida, debido a la incertidumbre frente al
tiempo que durará esa situación; de ciente o nulo cubrimiento de necesidades básicas de sus
familias; afectación de la identidad masculina y autoestima, sobre todo cuando prevalece la
creencia que el hombre es el responsable de llevar el pan a su familia. 2) El endeudamiento como
consecuencia de desvinculación laboral; y 3) desempleo y deudas llevan al incumplimiento en las
obligaciones crediticias, al acoso por parte de cobradores, a posibles embargos, al debilitamiento
de la red de amigos y familiares (cuando son involucrados como codeudores), y a la ejecución de
hipotecas y desahucios o desalojos. El cúmulo de estos estresores contribuye a la aparición de
depresión y ansiedad que precipitan a los hombres a la autoeliminación.

En el grupo de mujeres, el tercer lugar, es conferido al desamor, sentimiento que comúnmente


conlleva los mismos patrones que un estado de duelo por la muerte de alguien cercano
afectivamente.

La Tabla 4 lista el comportamiento de las razones que caracterizaron el suicidio en Colombia en


2015. Llama la atención la baja participación de eventos como la muerte o suicidio de un familiar
o amigo, los problemas jurídicos, problemas escolares y el maltrato físico, sexual y/o psicológico.

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Tabla 4. Suicidios según posible razón del suicidio y sexo de la víctima. Colombia, 2015

Distribución espacio temporal

A pesar que la mayoría de los suicidios, 1.566 casos equivalentes al 76,02%, se consumaron en las
zonas urbanas del país, la tasa por cien mil habitantes es ligeramente mayor en la zona rural (4,35)
que en la cabecera municipal (4,25) (Tabla 5).

Tabla 5. Suicidios según zona del hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015

El lugar donde se ejecuta el suicidio está asociado con el mecanismo utilizado; el principal sitio
elegido, tanto en hombres como en mujeres, en todas las etapas del ciclo vital es la vivienda
(Tabla 6).

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Tabla 6. Suicidios según escenario del hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015

El promedio mensual de suicidios durante 2015 fue de 172 casos, en contraste con la media del
decenio (152), el incremento promedio mensual entre el 2015 y el periodo 2006-2014 fue de más
de 11%. Marzo, abril y agosto concentran el mayor número de suicidios, mientras que octubre y
noviembre el menor número. En el periodo 2006-2014, los meses con mayor registro de eventos
fueron enero, mayo y junio; no hay elementos fuertes para explicar el suicidio desde realidades
estacionarias: ni la navidad, ni los períodos vacacionales, son más proclives al suicidio (Figura 4).

Figura 4. Suicidios según mes del hecho. Comparativo últimos diez años. Colombia, 2015

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El domingo concentra la mayor frecuencia de suicidios, tanto de hombres como de mujeres, en


todas las etapas del ciclo vital, excepto en fase de adulto mayor; posiblemente se deba a que es el
día de romper la rutina y la oportunidad de despojarse de asuntos laborales, académicos y otras
actividades cotidianas, que permite la concentración en sí mismo, y focalizar la atención en
sinsabores, angustias, temores, frustraciones, entre otros sentimientos, que activan la conducta
autodestructiva (23); también se caracteriza este día por marcados espacios de inactividad,
ansiedad, soledad y melancolía que favorecen la activación de estados depresivos. El lunes es el
segundo día que concentra mayor número de muertes voluntarias, posiblemente consecuencia
de los altibajos anímicos del día anterior (Figura 5).

Figura 5. Suicidios según día del hecho. Colombia, 2015

Entre los casos que se allegó información relacionada con la hora de ocurrencia del acto
autolesivo, más de la mitad (59,01%) se consumaron en el lapso entre las seis de la mañana y cinco
de la tarde; espacio que se presume propicio, debido a que la mayoría de los integrantes de la
familia y allegados del suicida están ocupados en actividades laborales o académicas, por tanto,
se reduce la posibilidad que estos se enteren de la intensión destructiva y traten de disuadir al
suicida o impedir el acto. Este aspecto adquiere mayor relevancia, si se tiene presente que la
mayoría de los suicidios ocurrieron en la vivienda (Figura 6).

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Comportamiento del suicidio.
Colombia, 2015
Figura 6. Suicidios según rango de hora del hecho. Colombia, 2015

Casos y tasas por departamento y municipio del hecho

En 2015 la tasa de suicidio de Colombia fue de 5,22 por cada 100 mil habitantes mayores de cinco
años; dieciséis (16) departamentos ostentaron tasas superiores a la nacional, de los cuales los
cinco con las tasas más elevadas fueron Arauca (11,68), Amazonas (10,68), Caldas (8,45), Huila
(7,75) y Quindío (7,59). Es importante señalar que Arauca, Huila y Quindío, repitieron los cinco
primeros puestos entre los departamentos con las mayores tasas de suicidio durante 2014.

En contraste, los departamentos con las tasas más reducidas fueron Vichada (1,90), Córdoba
(2,81), Bolívar (2,90), La Guajira (2,94) y el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa
Catalina (3,14).

Cerca del 76% de los municipios obtuvieron una tasa por 100 mil habitantes superior a la
nacional. Los mayores riesgos lo registran los municipios de Lourdes (Norte de Santander)
111,48, Pueblo Rico (Risaralda) 71,20, Berbeo (Boyacá) 67,07, Santa María (Boyacá) 62,03, y Pijao
(Quindío) 58,57 (Tabla 7).

Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

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Tabla 7. Suicidios, casos y tasas por 100.000 habitantes según departamento / municipio del
hecho y sexo de la víctima. Colombia, 2015.

Suicidios de acuerdo al ciclo vital de la víctima

Excepto en la etapa de la niñez, el número de muertes autoin igidas en el último decenio, en


cada etapa del ciclo vital de las víctimas presentó incremento importante; si se toma de
referencia los eventos registrados en 2006, en la etapa de la adolescencia aumentó
aproximadamente 23%, en la juventud 11%, en la adultez 44% y el mayor incremento porcentual
se registró en la vejez, 64%.

La agrupación de los datos de acuerdo al ciclo vital de las víctimas, imprime especial atención a la
etapa de la adultez, la cual reúne cerca del 44% de los suicidas, seguido de la fase de la juventud

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Comportamiento del suicidio.
Colombia, 2015
con una frecuencia relativa aproximadamente de 31%, y la del adulto mayor con una
participación de 15%, (Figura 7). En la gura se excluyeron 513 casos por no disponer de
información sobre la edad de las víctimas.

Figura 7. Suicidio según ciclo vital y año del hecho. Colombia, 2006-2015

En cuanto al método utilizado para acometer el acto autodestructivo fue el mismo en todas las
etapas del ciclo vital de las víctimas: mecanismos generadores de as xia o ahorcamiento. En la
etapa de la niñez fue utilizado por el 100% de los suicidas; en la adolescencia por cerca del 65%;
en la etapa de la juventud por el 59% y en las etapas de la adultez y vejez por el 57%.

El segundo renglón entre los mecanismo utilizados en muertes voluntarias lo ocupó las
sustancias tóxicas (20,46%); el mismo lugar fue compartido en las etapas de adolescencia,
juventud y adultez. El tercer renglón lo ocupó el uso de proyectil de arma de fuego (13,28%); no
obstante en la vejez este método fue la segunda opción (17,05%), en la etapa de adolescencia la
participación fue de 7,10%, en la juventud de 15,18%, y en la adultez del 12,22%.

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Si bien las armas comúnmente categorizadas como armas blancas (corto punzante, cortante y
punzante) fue utilizado por 30 de los suicidas (1,45%), se usó con mayor frecuencia en la etapa de
la adultez (46,66%), seguido por personas en el ciclo de la vejez (30,00%), (Tabla 8).

Tabla 8. Suicidios, según ciclo vital y mecanismo causal. Colombia, 2015

La vivienda es el escenario por excelencia escogido para llevar a cabo el suicidio,


independientemente de la etapa del ciclo vital en el cual se encontraba la víctima en el momento
de la ocurrencia del evento; sin embargo, es el espacio elegido mayormente por la infancia (86%),
seguido por personas inscritas en las etapas de la adolescencia (80 %) y la juventud (70 %), (Tabla
9).

La distribución de suicidios de acuerdo al mes de ocurrencia no permite explicaciones


signi cativas de tipo estacionario. En todas las etapas del ciclo vital de las víctimas, abril es el
periodo más crítico para lesiones fatales autoin igidas, bien sea por ocurrir el mayor número de
eventos u ocupar el segundo lugar; le siguen los meses de marzo y agosto. En ninguno de las
etapas del ciclo vital sobresalen los periodos de inicio de año, de vacaciones (junio y julio) y de
navidad, excepto en la infancia que registra dos casos en los meses que tradicionalmente hay
disfrute de vacaciones escolares de mitad de año, y el mismo número de casos en octubre, mes
que coincide con otro periodo de receso escolares (Figura 8).

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Colombia, 2015
Tabla 9. Suicidios según ciclo vital y escenario del hecho. Colombia, 2015

Figura 8. Suicidio según ciclo vital y mes del hecho. Colombia, 2015

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El domingo es el día que presenta mayor eventos de suicidio en todas las etapas del ciclo vital de
las víctimas, excepto en la vejez, que ocurre con más frecuencia los miércoles. El lunes ocupa el
segundo lugar solo en las etapas de adultez y vejez (Figura 9).

Figura 9. Suicidio según ciclo vital y día del hecho. Colombia, 2015

Casos de ciclos vitales por departamento y municipio del hecho

Los departamentos que presentaron mayor frecuencia relativa de suicidios en la etapa de la


niñez fueron, en primer lugar, Cesar con una participación de 43%, seguido de los
departamentos de Boyacá, Meta, Quindío y Tolima con el mismo porcentaje 14%. En tanto que en
las demás etapas del ciclo vital, los primeros renglones en frecuencias relativas los ocupan
Antioquia y Bogotá, D.C. (Tabla 10).

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Tabla 10. Suicidios según ciclos vitales, departamento / municipio del hecho. Colombia, 2015

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Tabla 10. Suicidios según ciclos vitales, departamento / municipio del hecho. Colombia, 2015

DISCUSIÓN

Las cifras rea rman el suicidio como un problema de salud pública y social que se incrementa en
Colombia con el transcurrir de los años, lo cual va en sintonía con la estimación de aumento a
nivel mundial de la Organización Mundial de la Salud. La tendencia, pone de mani esto las
limitantes y/o incapacidad del Estado y la sociedad en general, para contrarrestar el fenómeno.
Parece ser que las políticas y/o proyectos de prevención de suicidio, o no están llegando a la
población más vulnerable, no se desarrollan con la oportunidad, constancia, recursos y atención
que amerita; no involucra y coordina a todos los sectores que les compete (educación, salud,

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vivienda, bienestar social, etc.) o están inadecuadamente de nidas y/o ejecutadas. El


seguimiento de las cifras de suicidio en Colombia año tras año, son inversas a la pretensión de
disminución de la conducta autodestructiva.

Se estima que los casos en Colombia pueden ser superiores, si se considera que el sistema médico
legal, registra un número importante de muertes violentas indeterminadas y en estudio (2.565 en
total para el 2015), algunas de las cuales son susceptibles de ser de nidas posteriormente como
suicidio por el sistema legal, como producto de la respectiva investigación criminalística y
jurídica. Otro aspecto a considerar es el delgado límite que hay entre algunas muertes
accidentales y suicidio, como aquellas relacionadas con sobredosis de estupefacientes, y
accidentes de transporte ocurrido por asumir comportamientos de alto riesgo en las vías, como
conducir a alta velocidad y/o en estado de embriaguez.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud sugiere que los hallazgos de suicidio en la


Región de las Américas, deben ser interpretados con cuidado, con el argumento que factores
culturales, religiosos y hasta legales llevan a un subregistro, por lo que considera que
probablemente la carga real de suicidio sea mayor (19).

La permanencia y tendencia al incremento del suicidio en Colombia, justi ca indispensable


fortalecer los programas de prevención y de salud para todos los grupos etarios e incrementar la
investigación y conocimiento de este fenómeno, focalizar los factores de riesgo e involucrar a
todos los sectores de la sociedad para enfrentar el problema y asumir su corresponsabilidad,
pues históricamente, el sector salud ha asumido la carga de la prevención y atención, pese a que
los casos consumados afectan ostensiblemente a todos los sectores. Son muchas las
investigaciones que coinciden en que el suicidio es el resultado de una compleja interacción de
factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos, culturales y ambientales.

El mayor número y tasas de suicidios en los hombres en relación a las mujeres ha sido una
constante en la historia de Colombia, que coincide con la distribución en la mayoría de los países
del mundo, excepto China, lo que permite colegir que las lesiones fatales autoin igidas pueden
considerarse un problema de género, porque afectan con mayor frecuencia a los hombres. Una
de las justi caciones tiene que ver con las conductas de riesgo que con frecuencia éstos asumen:
más dominada por la impulsividad, agresividad y la acción frente a estados de desesperación,
frustración y confusión. Por el contrario, las mujeres pueden ser más re exivas, y por tanto
recurrir con mayor asiduidad, a las redes sociales de apoyo, incluyendo la ayuda profesional.
Además, suelen utilizar estrategias menos letales, a n de generar alertas acerca de su estado de
ánimo y necesidades afectivas (23).

Una vez revisados los reportes de Forensis de los últimos diez (10) años, se constata el incremento
de suicidio en adolescentes, en especial en 2015; mucho se ha documentado sobre el riesgo de
suicidio en este grupo etario, con frecuencia se argumenta su relación con características propias

468
Comportamiento del suicidio.
Colombia, 2015
de la etapa del ciclo vital que los caracteriza, se resaltan di cultades en el manejo de los impulsos,
la agresividad, baja tolerancia a la frustración, con la autoestima, ambivalencia entre infancia y
adultez; sin embargo, no siempre se logra discernir entre episodios propios de la edad, o
comportamientos de inestabilidad emocional, compatibles con actos suicidas.

Otro grupo etario que llama la atención por las tasas elevadas de suicidio es el de hombres en la
última etapa de su vida, en algunos probablemente debido a un aumento de ensimismamiento,
o retraimiento propio de este ciclo de la vida, baja capacidad de adaptación al estrés, una mayor
tendencia a la autoprotección y a la evitación y al empobrecimiento del tejido social del anciano,
bien sea por pérdida de sus pares o por el rechazo del entorno (24).

También se ha asociado el suicidio en la vejez a trastornos depresivos y la poca frecuencia de


diagnóstico adecuado, lo que obliga a revisar el tema en la búsqueda de nuevas estrategias de
prevención e intervención en esta etapa de la vida. Sin embargo, Antonio España asegura que no
está claro el papel de las enfermedades que podrían denominarse 'físicas' para diferenciarlas de
las puramente 'mentales'. Este desconocimiento se ve in uenciado por el de ciente número de
investigaciones que en torno al tema se realizan (24).

Con respecto al estado civil de los suicidas en Colombia, la mayor proporción ocurre en personas
que no tienen establecida unión marital; pareciera que el matrimonio con ere seguridad,
tranquilidad y apoyo emocional, y contribuye signi cativamente a la cohesión social, aspecto
que no es nuevo, Durkheim trató de explicar la relación entre estado civil y suicidio y usó el
concepto de integración social, re riéndose a la fuerza de cohesión social de las personas
casadas.

El nivel educativo de los suicidas en Colombia históricamente es más frecuente entre la


población con bajos niveles de educación, lo que lleva a considerar la hipótesis que a mayor
escolaridad menor riesgo de lesiones autolíticas; sin embargo, esta a rmación requiere de
estudio analíticos, debido a que hay documentación de países de la región con tasas elevadas de
escolaridad, como Uruguay, el cual tiene la tasa de mortalidad por suicidio más elevada del
continente (25).

La distribución de suicidios en personas que hacen parte de los grupos considerados


vulnerables, coincide con los hallazgos en los últimos diez años; los campesinos se encuentran en
los primeros lugares, quienes al igual que los indígenas son los sectores más afectados, en
especial adolescentes y jóvenes en virtud de la desproporcionada presencia de formas de trabajo
a temprana edad, la violencia, el desplazamiento forzado, la presencia de grupos ilegales, la
migración, la mendicidad, el fracaso escolar o la ausencia de oportunidades académicas y otras
vulnerabilidades que demandan una atención especial a la situación de estos grupos.

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Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses

La UNICEF estima que “en algunos pueblos indígenas estas cifras alcanzan rangos de hasta 30
veces más que los que aparecen en las estadísticas nacionales” (26). Al respecto ha de tenerse
presente además, que en el recuento de población vulnerable entre los suicidas, no se obtuvo
información en 291 casos, algunos de los cuales, pueden ser susceptibles de cumplir con la
condición de vulnerabilidad. Entre las razones del suicidio, los con ictos de pareja, sumados al
desamor son detonantes importantes.

Los mecanismos utilizados para consumar el suicidio durante 2015 en Colombia, corresponde
con los documentados en el primer informe de la OMS sobre prevención del suicidio, que señala
que en todo el mundo los métodos más comunes son la intoxicación con plaguicidas, el
ahorcamiento y las armas de fuego (1). Sin embargo, la participación de los objetos vulnerantes
varió: en primera instancia se utilizó mecanismos generadores de as xia, seguido de tóxicos y
armas de fuego. El primero de fácil acceso a toda la población, urbana y rural; el segundo de alta
disponibilidad y uso común en el sector rural; no obstante, según consideración de algunos
jóvenes, cercanos a casos de suicidio, parte de la explicación sobre el uso de tóxicos se debe a que
ahora se conocen formas para suicidarse que no son dolorosas y que, por el contrario, les
permiten morir bajo el efecto de sustancias psicoactivas: "hay combinaciones de pastillas que te
pueden llevar a un viaje relajante, increíble" (27). Y las armas de fuego, cada vez se tornan de más
fácil circulación, y de mayor utilización en las áreas urbanas.

CONCLUSIONES

Para comprender las complejas aristas del suicidio y el impacto que genera en los sectores de
salud, economía, educación y social en general, éste requiere ser abordado desde diferentes
enfoques; es necesario interrogar su relación con todas las facetas de la vida personal, familiar,
escolar, laboral y social del suicida; además de tener presente los contextos en los cuales se
ejecuta: rural, urbano, local y regional; pues esta manera de muerte es un fenómeno complejo, en
cuya etiología in uyen factores biológicos, psicológicos, culturales y sociales.

Desafortunadamente, este informe, como todos los epidemiológicos, trabaja con bases de datos
cuantitativos, cerrados, con un número de variables reducidas; que carece de su ciente
información sociodemográ ca, familiares, laborales y sociológicos, que permitiera mayor
análisis y comprensión del fenómeno; no obstante, los datos presentados permiten conocer el
panorama general del país por departamentos y municipios.

Las cifras con rman que el suicidio en Colombia es un grave problema de salud pública, que
pese a los esfuerzos del sector salud para reducir su incidencia, en 2015 se registraron las cifras
más elevadas del decenio, la tasa fue aproximadamente 28% más que el promedio del periodo
2006-2014.

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Comportamiento del suicidio.
Colombia, 2015
Se estima que cada uno de los eventos de suicidio ocurridos generó impacto negativo en las
personas que compartían los mismos entornos de las víctimas, por tanto los daños ocasionados a
la salud mental de sus respectivas familias, allegados y comunidad es de gran magnitud.

El suicidio aumentó en todos los grupos de edad de las víctimas, excepto en los menores de
quince (15) años; el mayor incremento porcentual se registró en la vejez.

Los grupos más vulnerables, de acuerdo a la distribución de las tasas, son los jóvenes entre los 18
y 28 años y los adultos mayores; el mayor riesgo de suicidio de las personas de 70 años o más solo
existe entre los hombres. La elevada razón entre el número de eventos en hombres y en mujeres
encontrada en la población mayor de 70 años así lo con rma.

Coherentes con datos históricos y otros estudios de corte sociológico, predominó el suicidio en
personas con estado civil diferente a casadas o en unión libre, lo cual constata que los supuestos
aportados por Emile Durkheim hace más de 100 años se encuentran vigentes y pueden servir de
base en el entendimiento del suicidio como fenómeno social.

Los resultados sugieren que altos niveles de escolaridad podría disminuir los niveles de suicidio
en Colombia, en 2015 fue menor la participación de suicidas con formación superior.

La frecuencia del suicidio varía de acuerdo al lugar de ocurrencia, el número de casos es mayor en
zonas urbanas, con una razón promedio de 3 a 1; sin embargo la tasa en la zona rural es
ligeramente superior a la urbana. El escenario escogido para consumar este tipo de muerte, es el
considerado de mayor intimidad: la vivienda; y los mecanismos más utilizados en el logro del
propósito fatal son los generadores de as xia mecánica.

Los con ictos de pareja y el desamor tienen gran peso entre las posibles causas del suicidio; al
parecer las di cultades, rupturas o separaciones de pareja, conllevan a sentimientos de tristeza,
impotencia o depresión, que se tornan en detonante de la acción autodestructiva

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