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Boletin 257
Boletin 257
Boletín Nº 257
22 de julio de 2020
*** El autor principal del artículo es el doctor Ciprian Ardelean, de la Universidad Autónoma de
Zacatecas; tres investigadores del INAH llevan a cabo los estudios paleontológicos
Concepción del Oro, Zac.- En este municipio se halló una cueva con herramienta lítica de tradición
tecnológica desconocida, la cual ha sido estudiada a la par de fragmentos de hueso animal, restos
de plantas y ADN ambiental contenido en sedimento recolectado en el sitio; los resultados de los
análisis de laboratorio sugieren que fue ocupada por personas hace aproximadamente entre
30,000 y 13,000 años. La llaman Cueva del Chiquihuite.
Ardelean llegó a este sitio después de un año de recorrer a pie y de manera sistemática
kilómetros de sierra, en la región de Concepción del Oro, en busca de evidencias humanas
antiguas, guiándose por la interpretación de la forma del terreno y con la orientación de
lugareños. En 2010, alcanzó la Cueva del Chiquihuite, ubicada a 2,740 metros sobre el nivel medio
del mar y, aproximadamente, 1,000 metros sobre el suelo del valle.
Los primeros vestigios los halló en 2012, a través de un pozo de sondeo que le indicó el
potencial arqueológico, y en 2016 comenzó la primera temporada de campo, derivada de un
proyecto de investigación avalado por el Consejo de Arqueología del INAH; a la fecha lleva cuatro
temporadas de campo. Desde las primeras capas halló artefactos de piedra de factura extraña que
al principio le costó trabajo entender: lascas transversales, es decir, más anchas que largas.
Volver a caminar sobre el Pleistoceno
La cueva es de paredes grisáceas, tiene dos cámaras interconectadas, cada una de más de 50
metros de ancho, 15 metros de alto y un suelo inclinado repleto de estalagmitas. Estas puntas
carbonatadas son las centinelas del pasado: “Debajo de los espeleotemas uno pisa el Pleistoceno”,
dice con emoción Ciprian Ardelean. Las herramientas más antiguas se alcanzaron a los tres metros
de profundidad, pero en todas las capas se encontraron artefactos.
Entre la fauna se identificó ADN de murciélago presente en todas las capas, así como de
roedores, marmota, cabra, oveja, y baja proporción de aves: gorrión y halcón; en tanto, de
fragmentos de hueso se extrajo microfauna, y en los estratos del periodo LGM se recuperaron
restos óseos que corresponden a géneros más grandes: oso negro, cóndor y nutria.
El paleontólogo Joaquín Arroyo destaca que uno de los pocos huesos fechados fue un
báculo de oso que se halló completo, el cual dio gran expectativa al sitio arrojando alrededor de
27,500 años; destaca que hay muy pocos huesos grandes y están bastante fragmentados.
El especialista llevó a cabo la identificación de los restos óseos y brindó apoyo institucional
para la investigación, por parte del INAH; asimismo, realizó la comparación de los resultados de
estudios de ADN ambiental. El científico advierte que la participación en estudios
interinstitucionales y multidisciplinarios forma parte de las labores del Laboratorio de
Arqueozoología del INAH, del cual es jefe, lo que permite que el Instituto esté involucrado en
estudios internacionales, en este caso, de gran impacto para las investigaciones de prehistoria.
El trabajo forma parte del Proyecto Arqueológico de los Cazadores del Pleistoceno del
Altiplano Norte, de la Universidad Autónoma de Zacatecas, financiado en parte por el Conacyt,
que al momento ha identificado más de 30 sitios de cazadores-recolectores dentro de la cuenca
endorreica de Concepción del Oro, ya registrados ante el INAH.