Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Montessori - de La Infancia A La Adolescencia PDF
Montessori - de La Infancia A La Adolescencia PDF
INFANCIA
A LA
ADOLESCENCIA
TRADUCCIÓN DE
CONFERENCIAS IMPARTIDAS POR MARIA MONTESSORI.
LONDRES, 1939
REVISIÓN DE LAS NOTAS DE LA TRADUCCIÓN ORIGINAL A CARGO DE CAMILO
GRAZZINI.
TITULO EN ITALIANO: DALL´INFANZIA ALL´ADOLESCENZA
TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL REALIZADA POR MARIA GUADALUPE LLERANDI.
PREFACIO
Cada una de estas partes se pone sobre un plano diferente, aunque todas
siguen la misma línea. El conocimiento de estos cuatro planos resulta de
extrema importancia.
Del primer plano de desarrollo, que se refiere a niños de hasta siete años,
hemos hablado en el primer libro por lo que ahora nos ocuparemos solamente
de los tres períodos que le siguen: el niño de los siete a los doce años, el
adolescente de los doce a los dieciocho años, y el estudiante universitario.
Hasta estos días, en Francia se han realizado trabajos relacionados
únicamente con el primer plano de desarrollo, mientras que en Holanda e
Inglaterra han logrado tener éxito en diferentes experimentos relacionados con
los planos sucesivos.
Espero que este libro pueda servirnos como estímulo para la creación de
escuelas modernas, inspiradas a ese ideal del que nuestros chicos tienen
necesidad más que nunca.
I. LOS PLANES SUCESIVOS DE LA EDUCACIÓN
II. Para el período de los siete a los doce años (aquel que precede a la
adolescencia y que, a su vez, puede subdividirse) hemos elaborado un plan
diferente. Si los cambios que se producen durante el primer período pueden
ser considerados fases normales de desarrollo, en el período siguiente se
verifican verdaderas y propias metamorfosis.
III. De los doce a los dieciocho años: se puede decir lo mismo de este período
de la adolescencia.
En cada una de estas fases nos encontramos delante a un ser en evolución,
que cada vez es un individuo diferente.
Aquí nos proponemos analizar estas dos últimas etapas ya que la primera ha
sido tratada en una obra precedente. 1
Sólo mediante un análisis atento se pueden individuar los cambios que se
suceden sin solución de continuidad en el niño mientras crece hasta
convertirse en hombre. Son estos cambios los que tienen una importancia
esencial para el método educativo.
Los principios que se aplican últimamente en todo el primer período no son los
mismos que deben seguirse en el segundo. De esta forma entramos en la
"parte práctica de la educación".
Pongamos un ejemplo: cuando el niño comienza a sentir que un diente está
flojo... es signo de que el primer período de su infancia se ha terminado. El
suceso se desenvuelve sin más relevancia en la familia. Cuando el diente se
mueve mucho, se cae; se le da una cierta importancia al hecho, tal vez se
conserva el diente y con esta pequeña ceremonia inicia un nuevo período de
vida. Deberá pasar todavía mucho tiempo antes de que todos los dientes de
leche se caigan y crezcan los nuevos. Pero, si por desgracia, fuera necesario
quitar uno de estos nuevos dientes, no se podría sin el uso de instrumentos
especiales pues se trata de un órgano estable y fuerte. Esto no es más que un
ejemplo tomado de las numerosas manifestaciones de esta edad.
Todas estas características -tanto físicas como psíquicas- constituyen los
anillos de esa larga cadena que es el proceso de metamorfosis del niño: se ve
más robusto y al mismo tiempo más delgado, sus cabellos son menos suaves,
psicológicamente es menos dulce, más rebelde.
1 María Montessori, La Búsqueda del Niño, Garzanti. Milán 1ª. Edición, 1950. El Secreto de la
Infancia, Garzanti, Milán, 1ª. Edición, 1950.
II. METAMORFOSIS
De los siete a los doce años, el chico tiene necesidad de ampliar su campo de
acción.
Como hemos visto 2, al niño pequeño le era suficiente su cerrado núcleo
familiar en el que establecía sus primeras relaciones sociales con los demás.
En el segundo período le es necesario un campo más amplio para sus
experiencias sociales. Su personalidad no se puede desarrollar permaneciendo
en el ambiente restringido de los primeros años.
Necesita que, en su contacto con la realidad, se dé cuenta de lo que
representa el dinero. Sin dinero, nos podríamos mover entre cosas
maravillosas, pero sin poderlas tocar jamás. Seríamos como un pájaro con el
pico roto, que muere de hambre sobre un montón de grano.
El dinero es el medio del que el hombre se sirve para procurarse objetos, es
por esto que asume un vivo interés. Tenemos que conservarlo como "la llave
de oro" que abre las puertas de la súper-naturaleza.
Se necesita pues que los niños tengan una experiencia personal, adquiriendo
ellos mismos algunos objetos y se den cuenta de lo que pueden adquirir con la
unidad monetaria de su país.
Así que ¿qué cosa se puede adquirir con un peso? Y cuando hayamos
adquirido un peso de papel en la papelería, nuestro peso habrá desaparecido:
servirá para adquirir otros objetos, que valen a su vez un peso. Es siempre el
mismo peso que pasa de mano en mano, procurando cada vez algo de lo que
alguien tiene necesidad. ¿Cuánta mercancía se ha podido adquirir con un peso
acuñado hace 50 años? El dinero que manejamos de esta manera es siempre
el resultado del trabajo de los hombres y siempre debe permanecer
únicamente como un medio para adquirir lo necesario.
El niño tiene la necesidad de establecer sus relaciones sociales con una
comunidad más amplia. La escuela como ambiente cerrado, como se concibe
hoy en día, no es suficiente para él. Le faltan los elementos para desarrollar
plenamente su personalidad, se observa en él una cierta regresión, algunas
manifestaciones del carácter que no podemos definir como anomalías pues en
realidad se trata de reacciones a un ambiente que le resulta insuficiente. Pero
no nos damos cuenta de estas situaciones y puesto que queda sobre
entendido que el niño debe hacer lo que le ordena el adulto, aunque el
ambiente en el que vive no sea apto a sus necesidades, cuando él manifiesta
esos altibajos de carácter decimos que es "malo", y lo castigamos;
pero la mayoría de las veces ignoramos la causa de esta "maldad". En
realidad, con su conducta, el chico nos prueba lo que hemos apenas expuesto.
Justamente para poder salir del ambiente cerrado no va a la escuela con gusto
como antes, sino que prefiere ir a buscar ranas o a jugar por la calle. Estos
hechos, que pueden parecer insignificantes, revelan que el niño tiene
necesidad de extender el campo de acción en el que se ha desenvuelto hasta
ahora.
"Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"... Una parte de
nuestra vida pertenece a Dios, el resto al hombre. Dependemos del ambiente
Las tres características que hemos apenas analizado -la exigencia del chico de
salir del ambiente cerrado, el pasaje de su espíritu a un plano abstracto y el
nacimiento de su sentido moral- nos sirven como base para la formulación del
plan de este segundo período.
Cuando el niño ha dejado el espacio reservado que constituye el ambiente del
primer período, es necesario proporcionar la cultura que le ayude a ampliar sus
experiencias sociales.
Precisamos de algunos puntos importantes, notando incidentalmente el
paralelismo que existe entre este período y algunos aspectos del precedente.
En efecto, el primer período comprende algunas actividades que llamamos
"ejercicios de vida práctica" y que constituyen un esfuerzo por ampliar los
límites impuestos por las actividades habituales de la infancia. Estos ejercicios
de paciencia, de exactitud y de repetición tienen una enorme importancia
porque ayudan al niño a superar personalmente esos límites, logrando de esta
forma su independencia.
Prolongar estos ejercicios sería inútil pues ahora el niño es independiente y
está en grado de aplicarse él solo en actividades para las que antes necesitaba
la ayuda del adulto puesto que ahora ha logrado alcanzar la coordinación de
sus movimientos.
Pero los gestos de cortesía que le hemos enseñado para entrar en contacto
con los demás, deben ser transportados a un plano diferente: debemos
hablarle, por ejemplo, de la ayuda que se debe dar a los débiles, a los viejos, a
los enfermos. No se trata ya de ejercitarse en el cumplimiento de los
movimientos: hemos llegado a la introducción de las relaciones morales, de
aquellas que despiertan a la conciencia. Si, hasta ahora, era importante no
empujar a una persona mientras pasamos cerca, ahora es mucho más
importante no ofender a esta persona.
Los "boy scout" han obtenido un notable suceso precisamente porque reúnen y
organizan a chicos en nombre de los principios morales y les indican lo que sí
se debe hacer y lo que no se debe hacer. Los chicos que se unen a estos
grupos, generalmente, no cometen acciones contrarias a los principios de su
asociación. Existe en esta agrupación un valor humano que es un punto de
partida: el nacimiento de la dignidad. Esta actividad de grupo implica, además,
ejercicio físico: largas caminatas, de esta forma los chicos se acostumbran a
afrontar una vida más seria y al mismo tiempo más difícil.
Mientras que el niño pequeño buscaba la dulzura de la vida, el chico siente
ahora la necesidad de enfrentarse con sus primeras dificultades. Pero, para
realizar estos esfuerzos, hace falta tener una meta: en esto consiste la
diferencia entre un maestro de escuela que lleva a los niños de paseo y una
organización como los “scout”. El primero, es cierto, los hace salir del ambiente
cerrado de la escuela y les deja caminar y advertir físicamente el mundo que
les rodea. Pero no es suficiente para elevar la dignidad del chico que
permanece en un círculo cerrado. Aunque sean muy frecuentes estos paseos
es posible que no cambien nada, puesto que la adhesión de los pequeños
alumnos es pasiva. Es muy diferente si estos mismos niños salen por su cuenta
de la escuela con un fin determinado y libremente aceptado.
Los “scout” son, por lo tanto, una asociación de jovencitos que han pedido ser
admitidos en esta sociedad que les propone, sobre todo, un fin moral, por
ejemplo: defender a los débiles y mantenerse siempre en un cierto nivel moral.
Aquí el chico tiene la posibilidad de aceptar y prometer o rechazar: ningún
maestro lo obliga a entrar en esta sociedad; pero si quiere formar parte de ella
debe obedecer por iniciativa propia los principios. El encontrarse reunidos con
otros individuos que han aceptado libremente los mismos principios, constituye
un atractivo esencial. Los límites no son ya las paredes de una habitación sino
solamente los del orden moral.
Los scouts tienen reglas de vida más difíciles y más rigurosas de lo que se
creía que los niños de esta edad pudieran soportar. Las largas caminatas, las
noches al aire libre, la responsabilidad de las propias acciones, el fuego, las
casas de campaña, etc., representan esfuerzos colectivos. El principio moral
que se encuentra en la base es lo que une a los individuos. Se convierte en
una exigencia y esto es lo verdaderamente esencial.
También aquí vemos un paralelismo con el primer período: antes se pedía el
consentimiento del niño para presentarle un material. Ahora, lo que era
sensorial se ha vuelto abstracto.
Por lo tanto, vemos que en este segundo período existen posibilidades
superiores a aquellas que conocíamos en el niño: ya no son subordinadas a las
órdenes de alguien más, sino que a los imperativos de su propia conciencia.
IV. LAS NECESIDADES DEL NIÑO DE LOS SIETE A LOS DOCE AÑOS
La moral comporta al mismo tiempo un lado práctico, que regula las relaciones
sociales y un lado espiritual que precede al despertar de la conciencia del
individuo.
Es difícil que estas relaciones sociales asuman una realidad concreta mientras
se involucre sólo la imaginación. Hay que traducirla en práctica. No bastan los
sermones para despertar la conciencia: es necesario que el chico ejercite una
vigilia constante de sus propias acciones. La educación tiene por lo tanto la
posibilidad de resolver el problema al momento en que se ayuda asimismo a
través de las acciones.
Está claro que la caminata no se realiza involucrando únicamente los pies. Hay
que moverse con soltura, ligereza y rapidez para ser capaces de proceder en
todos los elementos. No olvidemos que estos esfuerzos están destinados a
tener una repercusión en el conocimiento del mundo que nos rodea y estos
esfuerzos deben tender hacia este fin perceptible.
Así que si quisiéramos llegar a la cima de una montaña y nuestra sola
preocupación fuera la de poner atentamente un pie delante del otro, el
cansancio nos debilitaría rápidamente y no lograríamos nuestra meta. Pero si
camináramos en grupo y subiéramos gozando del panorama maravilloso que
poco a poco fuéramos descubriendo allá arriba, llegaríamos sin fatiga a la cima
y habríamos obtenido felicidad y salud: habríamos tomado conciencia moral de
nuestro esfuerzo.
Esta toma de conciencia no constituye una fatiga suplementaria. Denle al niño
la conciencia de su propia dignidad; se sentirá libre y el trabajo no le pesará.
En Holanda, los niños circulan en bicicleta desde la edad de 5 años. También
la natación debería ser enseñada a temprana edad. Cuando se empieza a salir
del ambiente doméstico, hay que pensar a la defensa personal: hay que
armarse de nuevos instrumentos, adquirir nuevas capacidades. Hay que
aprender a tener cuidado de los vestidos propios, a ver si todo está en orden,
aprender a pegar los botones, a limpiar las manchas, etc. Nosotros hemos
preparado con este fin el material que comprende diferentes telas de lana, de
seda, de lino, de algodón, etc., las hemos manchado con sustancias de
diferente naturaleza: los chicos se han interesado mucho en este
ejercicio. Los grandes no sólo aprenderán a hacer estas cosas, sino que
tendrán claro el concepto que para salir hay que estar preparados y en orden.
Un individuo acostumbrado a no soportar una mancha en su ropa, la limpia
apenas se ensucia; existe una sensibilidad especial, una sensibilidad activa
que se debe desarrollar. Un niño educado de este modo sabe distinguir que
posee esta sensibilidad y esto hace que nazca en él el deseo de corregirse y
de un autocontrol constante. No quiere tener ninguna huella de desorden en él
mismo ni dejar ninguna a su paso.
Otro ejercicio útil es el de preparar una mochila. Para hacerlo correctamente se
necesita, sobre todo, tomar las medidas y operar según el método. Hay que
saber preparar y empacar lo necesario, aunque sólo sea para tomar una
merienda al aire libre (platos, vasos, cubiertos, etc.)
Es también muy importante para un niño que sale, saber orientarse en el
campo, reconocer la posición del sol, los puntos cardinales, tener una idea de
la hora, etc.
Hagámosle observar, por ejemplo, que el musgo en un bosque, cubre
solamente el lado de los árboles que está expuesto hacia el norte. Hagámosle
prever el tiempo por medio de la observación de las nubes y estudiar la
dirección del viento. Todas estas cosas despiertan la atención y constituyen el
verdadero conocimiento; cuando los chicos comienzan a interesarse, hablan
del argumento entre ellos y con sus hermanos más pequeños haciéndolos
participar de sus propias experiencias. De esta forma, cuando los hermanos
mayores salen, a su regreso traen al grupo familiar cultura y civilización, en una
palabra: progreso, y alrededor de ellos se crea una atmósfera más elevada.
Toda esta actividad representa un símbolo de la vida. Y ya que la vida fuera de
casa es diferente a la vida del ambiente cerrado, hace falta también una guía y
una meta. En una palabra: para salir, hay que estar preparados.
Si el segundo período fuese considerado desde el mismo punto de vista del
precedente, tendríamos que dejar que el niño saliera y fuera donde quisiera,
pero, por supuesto, se perdería.
Antes, la maestra perfecta era aquella que haciéndose a un lado dejaba
trabajar al niño solo. No sería posible aplicar el mismo procedimiento ahora, ya
que el muchacho vive dos existencias paralelas: su existencia dentro del hogar
y su existencia en la sociedad. Esto es un hecho nuevo. Los “scout” nos
ofrecen elementos útiles para este propósito: cuando van al campo o a los
bosques se dedican a realizar ejercicios de agilidad. También la experiencia
práctica es útil en esta edad: así que estos chicos, para decidir el destino de su
"salida" observan los objetos de quiénes ya han ido anteriormente por ese
camino y les han dejado expresamente, estas señales les sirven para encontrar
el camino. Los grupos que se siguen a cierta distancia aprenden a reconocer, a
partir de la posición de un objeto preestablecido considerado como señal, la
dirección que ellos mismos deben tomar. Se trata de un ejercicio activo que
acostumbra a los muchachos a observar y a buscar... ¡es muy diferente del
sistema que conduce al niño de paseo tomándolo de la mano!
Otra actividad de los “scout” consiste en estudiar las huellas de los animales.
Cuando el niño era más pequeño lo hacían observar los mínimos particulares
del ambiente, así aprendía a moverse con cuidado, a tocar los objetos sin
dejarlos caer, sin romperlos, etc. También ahora es importante para la
continuación de su desarrollo que observe cada cosa en el universo en el que
se mueve. La elección de estos ejercicios está en relación con su edad y debe
realizarse basándose en consideraciones de orden físico: los ejercicios que
comportan los movimientos, por ejemplo, son dictados más por la edad del niño
que por el grado de su inteligencia.
Un ejemplo: un niño de una escuela holandesa sabía trabajar con el cuadrado
de un binomio que corresponde al conocimiento de jóvenes de edad más
avanzada. Pero un día, él y algunos compañeros de su misma edad le pidieron
permiso a su maestra para ir a recoger cerrillos apagados que se encontraban
en el bosque. No se comportó diferente a los demás; como ellos, se
preocupaba solamente de ver quién había encontrado más sin importarle las
explicaciones que la maestra estaba dando en otro lugar. Esta preocupación
era el testimonio de su edad; un niño se interesa todavía en estas pequeñas
cosas, sin embargo, su inteligencia es capaz de hacer algunos rebotes
hacia un orden de ideas más avanzado. Se puede decir que, aunque un chico
pueda evadir el plano intelectual, queda ligado a su edad en el plano práctico.
V. PASAJE A LA ABSTRACCIÓN. EL ROL DE LA IMAGINACIÓN. LOS
PASEOS AL AIRE LIBRE: CLAVE DE LA CULTURA.
Cuando nos proponemos preparar a los chicos para "salir" del lugar cerrado en
el que han sido educados hasta los siete años, se presenta en la mente un
gran cuadro. Salir de una habitación, de una clase, para afrontar al mundo
externo, que comprende toda la multiplicidad de las cosas, quiere decir que
evidentemente se abrirá una puerta inmensa a la instrucción. Es un
acontecimiento comparable al que ocurre en la historia de la pedagogía al de
abrir el libro de Comenius, "Orbis Sensualium Pictus".
Antes de Comenius, se ofrecía al niño el conocimiento limitado con el medio
exclusivo de la palabra. Comenius imaginó que el - y parece que fue la primera
piedra de un nuevo método educativo- ofrecer el conocimiento de la urbe
mediante las imágenes, el conocimiento debía resultarle muy grande.
Compuso pues, un libro de figuras que representaban todo aquello que existe
en el mundo: plantas, animales, piedras, razas humanas, cartas geográficas,
acontecimientos históricos, industria, comercio, medicina, higiene, producción
de la primera máquina y el modo en el que funcionaba, etc. Cada idea estaba
representada por una figura y comentada con pocas palabras. Parecía fácil
abrazar el todo viendo las figuras del libro. Fue en realidad un primer ejemplo
de aquello que fueron más tarde las enciclopedias, con la diferencia que las
enciclopedias volvían a valerse de la palabra y así el "Orbis Sensualium Pictus"
permaneció más que único en la historia de la pedagogía.
Sin embargo, siguiendo esta idea se ha comenzado a enseñar por medio de
objetos tangibles. Pero, dado que las ideas se empobrecen al ser divulgadas,
la maestra que exponía las ideas de Comenius -que sabía todo-
substituyéndolas con sus palabras, no dio al alumno más que sus míseros
conocimientos traducidos en imágenes.
Enseguida se pensó que la figuración en dos dimensiones era insuficiente para
la comprensión del chico. Se le presentaron entonces aquellos modestos
conocimientos de forma real. Pero, delante a la dificultad de procurarse y de
conservar los objetos, se pensó encerrarlos en un museo. Cada escuela
moderna que se respete debe tener su propio museo. Así, al lado de los chicos
encerrados, se tendrán objetos encerrados.
Alrededor del chico que necesita ver las cosas para comprenderlas, reina una
atmósfera pesada y deprimente, debida a la subestima de su inteligencia por
parte del adulto. Las capacidades intelectuales del chico permanecen
insospechadas. Pero nosotros, a quienes el chico ha revelado esta enorme
potencialidad, esperamos que la verdadera idea de Comenius sea retomada,
ofreciendo a los chicos el conocimiento del Mundo en su realidad.
Cuando el chico sale, es precisamente el Mundo Real que se ofrece ante sus
ojos. En lugar de fabricar algunos objetos que representen ideas y encerrarlos
en un armario, dejemos salir al chico mostrándole las cosas en su autenticidad.
En su conjunto, el mundo repite siempre -o casi siempre- los mismos
elementos. Si se estudia, por ejemplo, la vida de las plantas o de los insectos
en la naturaleza, se tiene más o menos una idea de ellos en el mundo. Nadie
conoce TODAS las plantas. Pero basta observar un pino para poder imaginar
cómo viven todos los demás pinos. Cuando estemos en el grado de
comprender las diversas funciones de la vida de los insectos que vemos en el
campo, podemos hacernos una idea de la vida de todos los
demás insectos. Nadie ha visto bajo sus ojos a todos los insectos del universo.
El mundo se adquiere psicológicamente mediante la imaginación y alcanza el
conocimiento total. Estudiar estas cosas es, en un cierto sentido, una
meditación sobre el particular. Profundizando en la personalidad de un
individuo, se estudia un fragmento de la naturaleza.
Cuando se encuentra un río o un lago... ¿es necesario haber visto todos los
ríos o los lagos del mundo para saber qué cosa es? La imaginación puede
representarnos al mundo inmediatamente. Una máquina, un hombre que
pesca, un hombre que trabaja, todos son particulares que forman en
conocimiento. Este es un método de cultura universal. Es evidente que la
posesión de las cosas reales y su contacto real llevan, antes que nada, a una
suma real de la cultura, la inspiración que ésta causa hace más viva la
inteligencia que se ha interesado y que ha querido saber. Entonces, de todas
estas cosas vistas con los propios ojos, surgen intereses intelectuales (el clima,
los vientos, etc.) y las instrucciones se vuelven vivientes. En lugar de ser
ilustradas son vivificadas.
Para concluir, la salida es una llave nueva para hacer posible que la cultura
impartida normalmente en la escuela sea más completa.
En realidad, la finalidad de estos seres vivientes está muy lejos de ser sólo la
que aparenta ante sus ojos: a primera vista su función pareciera ser la de
buscar las mejores y más felices condiciones de vida. Los corales podrían
pasar por seres inconscientes, gozando de los placeres materiales de la vida
en modo parcial e indiscriminado. Es muy singular observar cómo los corales
presumen de vivir bien: buscando una cierta temperatura, se aseguran un tipo
de agua con buena cantidad de cloro y prosperan en lugares limpios (como lo
hacemos nosotros cuando vamos a vivir al campo), lejos de esas aguas
impuras y turbias que son los ríos que bajan de las montañas. Ni se preocupan
por saber que los materiales de los que se sirven provienen justo de los ríos de
los que quieren estar lo más lejos posible, en lugares espléndidos, sanos y
templados: quieren vivir en óptimas condiciones higiénicas.
Pero su trabajo (que es esencial) consiste justo en absorber esa agua; deben
apropiarse del carbonato de calcio y restituir el agua purificada: todos los
animales secretores tienen la misma finalidad. La cantidad de agua que
absorben es considerable: ¡equivale, en proporción, a la que absorbería un
hombre que bebiese litros de agua al segundo!
Los corales cumplen un trabajo tan importante que tienen necesidad de ayuda:
existen, pues pequeñas algas que trabajan continuamente para dotarlos de
oxígeno. Estos corales se podrían comparar a señores servidos por sus
criados. Tenemos la impresión de encontrarnos en medio de una fábula
fantástica y sin embargo se trata de la más pura realidad, pero una realidad
que debe satisfacer a la imaginación.
Este movimiento del agua, bastante difícil de explicar, depende de un gran
número de factores, muchos de los cuales son factores cósmicos. Pero las
corrientes no serían suficientes para crear el movimiento necesario, para que el
carbonato de calcio fluya hacia los secretores, se debe contar con el
movimiento de los seres vivos. Nuestro interés se vuelca hacia los animales
superiores que pueblan las aguas: los peces que presentan infinidad de
variedades, pero un sólo tipo en general que puede definirse así, “dos grandes
masas musculares en movimiento como si fueran una cuchara que mezcla y
remueve sin parar el azúcar en el fondo del océano”.
Podemos pues considerar dos grandes grupos de animales: los animales
secretores y pesado que se quedan en el fondo del agua sin moverse, o casi
sin moverse, y los peces que se mueven continuamente con su esqueleto
ligero que basta apenas para sostener los músculos en movimiento.
Esta infinita variedad de peces constituye un grupo con relaciones sociales
muy peculiares. Es así como empezamos a estudiar la vida de los peces en el
mar. Es una vida muy interesante y aún más interesante es este movimiento
perpetuo que tiene la misión cósmica de mezclar el agua. ¡Este trabajo hace
verdaderamente placentera la vida de los peces! Con frecuencia decimos: “es
feliz y libre como pez en el agua”.
Nótese que la realización de una gran tarea lleva felicidad a los seres vivientes
que la realizan. Pero apenas expresamos esta idea, su lógica salta a los ojos:
para cumplir una gran tarea hay que trabajar en las mejores condiciones
posibles.
Estudiar las diversas corrientes marinas es difícil, pero observar su dirección en
un mapa geográfico es fácil; se puede decir a los niños que existen ríos
inmensos, no sólo en la tierra, sino que también en los mares.
¿Cómo pueden existir las corrientes de agua en la misma agua? De hecho, el
mar está surcado por innumerables corrientes, tantas que se podría establecer
una especie de anatomía del océano para ilustrar exactamente su itinerario.
El agua del mar tiene sus leyes exactas, eternas: cada corriente corre siempre
en la misma dirección. Y el estudio de las corrientes de la superficie revela la
existencia de las que se encuentran a mayores profundidades. En la base del
sistema existen factores externos (por ejemplo, la temperatura, el sol, la
atracción solar o lunar): al interior se encuentra todo el trabajo de los animales,
que jalan el agua de arriba hacia abajo y después la empujan de abajo hacia
arriba. Así se puede comparar esta circulación a la de la sangre en el cuerpo
animal: la sangre impura fluye hacia los pulmones y se purifica. De la misma
manera, los animales secretores de los que hablamos representan los
pulmones del océano: se encargan sin descanso de eliminar del agua el
carbono de calcio. Esta función se desarrolla a gran escala como si la Tierra
fuera una persona viva: esta noción (que queda indeterminada en la
imaginación del chico, pero que corresponde a la realidad) hace que cada uno
de los particulares estudiados a continuación lo conduzcan una vez más a la
visión del conjunto.
Entonces el conocimiento, aportando sus determinaciones, irradia desde el
centro... como una semilla que se desarrolla poco a poco.
El estudio de las corrientes superficiales nos conduce a la Geografía. Estas
corrientes, trazadas en el mapa con rojo si son cálidas y en azul si son frías,
son evidentes al ojo del niño. Se puede ayudar a su imaginación diciéndole que
cada una de estas corrientes representa un río enorme, en el que la cantidad
de agua transportada corresponde a mil ríos Mississippi o mil Ríos del
Amazonas reunidos. Seguimos la corriente ecuatorial a partir del Golfo de
México: cuando se divide, una de sus dos ramas forma la Corriente del Golfo y
la otra regresa sobre sus pasos a cerrar el anillo.
El movimiento de las corrientes se puede comparar con la actividad de la vida
práctica: por ejemplo, cuando se barre una habitación se acumula todo el polvo
en un ángulo antes de recogerlo. Aquí el carbonato de calcio desaparece.
Ahora, en el extremo de este anillo se encuentra efectivamente un inmenso
recolector que es el Mar de Sargassi.
Dada la existencia de un movimiento circular formado por las corrientes,
evidentemente los objetos que vienen a encontrarse sobre la circunferencia
(por ejemplo, pedazos de madera, a veces de grandes dimensiones, hasta
árboles enteros) jalados por la corriente de la fuerza centrífuga, se alejan a lo
largo de la tangente, recorriendo siempre el mismo camino. Esta agua
trabajadora transporta siempre los residuos: por esto, en las regiones de los
glaciares, donde no crece ninguna forma de vida vegetal, se encuentran
grandes cantidades de leños que permiten a los habitantes de esas regiones
construir sus casas y calentarse. Para los niños, estas anécdotas son aún más
interesantes que una fábula.
Observemos por un momento el mapa de las corrientes y después dejémoslo
durante un cierto tiempo a la vista de los niños para atraer su atención ya que
ellos asimilan el ambiente por instinto. Cada uno de ellos se dedica al trabajo
que he escogido, pero el mapa está ahí y les interesa. Hagámosles observar el
Pacífico en donde el clima es caliente, todas las corrientes son paralelas, en
cambio en otras partes de la Tierra su curso es irregular.
De la observación visiva de estas corrientes se puede concluir que el agua fría,
es más densa y tiende a bajar, mientras el agua caliente, más ligera, sube: por
otra parte, el agua purificada del sedimento calcáreo es más ligera de la que
todavía está saturada y por eso tiende a volver a subir a la superficie.
La anécdota de la botella que contenía un mensaje lanzada al mar por un
náufrago en el extremo de Cabo de Hornos (al extremo sur de América) y
encontrada en Irlanda es una clara demostración del movimiento de las
corrientes.
Claro que sería fascinante poder penetrar en el majestuoso misterio que el
agua lleva consigo. Así nace el deseo de celebrarla con versos. La forma en
que se comporta, su finalidad inteligente, su misión grandiosa nos hacen sentir
su maternidad. ¿No es acaso la madre de todos los seres vivientes, el agente
de la Creación? San Francisco de Asís lo había comprendido bastante bien y
en un momento de amor fraternal hacia los elementos, había celebrado "...
hermana agua la que nos es muy útil, eres humilde, eres preciosa, eres casta"
Y amada por todos, porque todos los seres vivientes tenemos sed, tanto los
animales como las plantas no podríamos vivir sin ella. ¿Cómo se podría no
tenerle admiración y reconocimiento y unido a todo esto, deseos de conocerla?
El estudio del agua puede pues convertirse en algo apasionante y varios datos
precisos obtenidos de las investigaciones científicas seguramente lo ilustrarán
mejor.
Observamos ahora al agua desde un punto de vista diferente. Ya le hemos
hablado al niño de su propiedad disolvente y hemos visto que su gran función
cósmica consiste en disolver las rocas. Consideramos pues al agua como un
solvente: esto es un concepto preciso. Examinemos ahora el mecanismo de
esta propiedad: este examen nos lleva directamente a la química.
El agua en su calidad de "solvente" entra en una "solución" y este poder de
solución tiene límites bien precisos que se pueden medir: a este punto
interviene una vez más el factor matemático. Diremos que el agua que
permanece en la superficie es "saturada" y que las sustancias en exceso
forman un "depósito". Mezclamos después el agua con otra sustancia bien
conocida: el almidón y mostramos que, aunque en mínima cantidad, el almidón
no es soluble: se mezcla, pero no se disuelve.
Decimos ahora que este almidón permanece "en suspensión" y he aquí otro
concepto preciso. Finalmente metemos una piedrecilla en el agua: veremos
que no se disuelve.
El agua sigue siendo el solvente por excelencia. Existen, naturalmente, algunas
sustancias que no se pueden disolver, pero, otro hecho singular es que las
sustancias que disuelve se hospedan pasivamente en ella. La roca es la
sustancia de la que nunca se sacia, nunca deja de devorarla. Corre en su
búsqueda hasta las profundidades de la tierra. Y bueno ¿cómo es que la
piedrecilla que pusimos en el agua no se disuelve?
¿Qué misterio es éste? He aquí algo diferente para lo que hace falta una
explicación complementaria: no solamente el agua disuelve las sustancias
sólidas, sino que disuelve también algunos gases, en particular el dióxido de
carbono o anhídrido carbónico, el conocido gas que emiten todos los animales
de la Tierra y la Tierra misma. Ahora, el agua para poder realizar su acción
sobre la roca, debe contener disuelto este gas que existe también en el
océano.
Ya que el agua no puede arrastrar la enorme roca, primero la transforma, la
hace friable y después se la lleva.
Este pequeño experimento que es de gran interés para los niños requiere de
una cierta atención: de este modo estamos impartiendo a los pequeños
alumnos una noción práctica –que el azúcar cristalizado es soluble en agua
caliente, no en agua fría- y al ismo tiempo educamos su paciencia.
Por lo que respecta a nuestro almidón, permanece inalterado, sin disolverse, ni
siquiera si agitamos la probeta, el agua se vuelve turbia, opaca: está "en
suspensión".
Por lo que asumimos que, una solución puede estar colorada y permanecer
transparente, mientras que el líquido que contiene una sustancia en
suspensión se vuelve opaco. Las dos probetas preparadas lo demuestran
claramente.
Tomemos ahora una solución azul de sulfato de cobre y agua y veamos si es
posible liberar al agua de esta sustancia. Para filtrarla comenzaremos por
aprender cómo preparar un filtro en un embudo, cómo amarrar el papel, cómo
tomar las medidas para evitar que el papel sea muy grande para el embudo ya
que el filtro debe permanecer bajo el nivel de éste. Para que nuestro pequeño
experimento resulte más evidente, filtremos primero el agua que contiene el
almidón. Veremos que vuelve a estar clara y habremos demostrado con qué
facilidad se puede liberar el agua de una sustancia contenida en suspensión.
Ahora repitamos la operación con la solución de sulfato de cobre: verificaremos
que esta agua, aunque filtrada, permanece colorada. La solución, pues,
constituye un líquido que es una nueva sustancia.
Hemos visto que, un líquido en el que se encontraba una sustancia suspendida
puede volver a ser claro cuando es filtrado, aunque esto no significa que se le
haya quitado la sustancia que estaba suspendida anteriormente. Para hacerlo,
hace falta que el líquido pase por otra operación: hay que llevarlo a ebullición.
Si no disponemos del recipiente necesario para la destilación no podemos
obtener nuevamente agua pura:
pero podemos ver qué cosa permanece en la sustancia disuelta cuando el
agua se haya evaporado completamente. Esta operación de llama
"calcinación". Pensemos al carbonato de calcio que permanece en el fondo del
mar cuando se evapora el agua.
Si, por el contrario, resta un depósito en la probeta podemos (prácticamente, si
no completamente) liberar el líquido de esta materia mediante la "decantación".
Estas palabras nuevas son términos técnicos precisos que podremos escribir
en un cuadernillo o en fichas separadas dando la explicación exacta de cada
uno.
Hacemos notar que para hervir estos líquidos siempre se pone una redecilla
entre la flama y el matraz y debemos estar atentos para no quemarlo cuando el
líquido esté completamente evaporado.
Esta experiencia demuestra que el agua desapareció sin haber podido llevarse
nada consigo: el sulfato de cobre permanece como una sustancia sólida que
podemos recoger y poner nuevamente en el agua obteniendo otra vez una
solución azul, idéntica a la anterior. Así ha sido posible quitar la sustancia que
se encontraba antes en el agua y unirla nuevamente a otra.
He aquí actividades simplísimas pero que precisan de mucho tiempo pues hay
que tener la paciencia de esperar que los líquidos se depositen, se disuelva o
evaporen.
Además, se necesita mucha calma y mucha atención. El efecto psicológico
obtenido con este tipo de ejercicios en niños de esta edad se podría comparar
al juego del silencio de los más pequeñitos. Los niñitos contienen
rigurosamente todos los movimientos, en este caso los movimientos deben ser
pausados y realizados con un alto grado de concentración.
Podemos indicar otro ejercicio que no es complicado en sí ni difícil de entender
pero que exige paciencia y cuidado; sobre todo es imprescindible una mano
quieta y firme.
Se trata de llenar de agua una probeta. Cuando la probeta está llena hasta la
orilla, si observamos bien la superficie del agua, vemos que es cóncava porque
el agua se adhiere al vidrio. Esta unión se llama "cohesión". La dificultad está
en agregar una pequeña cantidad de agua en esta probeta que ya está llena al
ras. Se verá ahora como la superficie del agua cambia de cóncava a convexa.
Este fenómeno es el resultado de la fuerza de cohesión del agua: esta es la
razón por la cual se forman gotas cada vez que cae, una forma esférica. La
gota es al mismo tiempo cóncava y convexa.
Podemos explicar a los niños cómo se forman las estalactitas y las
estalagmitas: son todos argumentos que concentran su atención en el agua.
Ahora llevémoslos a descubrir, a través de la experiencia, el principio de los
vasos comunicables.
Tomemos una probeta en forma de U y expliquemos que el agua puede salir
del terreno porque tiende a ponerse al mismo nivel de una falda acuífera que
se encuentra bajo tierra. Muchos manantiales se deben a este fenómeno. Así,
para utilizar en una colina el agua que se encuentra a la misma altura en otra
colina, basta ponerlas en comunicación: si los antiguos Romanos hubieran
conocido este principio, no hubieran construido los inmensos acueductos que
despiertan nuestra admiración: hubiera sido suficiente establecer una
comunicación de un punto a otro. Además, hagámosles observar que la
superficie de los líquidos constituye un plano horizontal. Para demostrarlo, nos
servimos de un tubo a V. En el brazo oblicuo, la superficie del líquido asume la
forma de una elipse, en el otro, teniéndolo vertical, la forma es de un círculo.
Esto prueba que la superficie del líquido siempre permanece en posición
horizontal: basta pues que un líquido esté en reposo absoluto para que se
establezca tal posición. De todas estas demostraciones se derivan principios
que nos consentirán pasar a determinaciones matemáticas cuando se afronte
el estudio de los instrumentos científicos.
Hablemos ahora de la composición química del agua. Es necesario que el niño
sepa algo de esta ciencia que en nuestros días ya ha asumido gran
importancia. No podemos presentarle todavía grandes teorías ni la ciencia
exacta de la química, esto sucederá más tarde. Pero él se encuentra en una
edad en la que debe simplemente recibir la semilla que germinará después:
tiene necesidad de una idea, una impresión que desate su interés. Si este
interés surge, será capaz de estudiar y comprender rápidamente la materia. De
otra forma, esta ciencia tan desarrollada con gran influencia sobre la civilización
actual, le parecerá obscura.
Entonces, hay que buscar todo lo que puede ser accesible al espíritu del niño
para lanzar las bases del estudio futuro. Esto significa que antes de presentar
la ciencia es necesario sembrar algunas impresiones. También aquí será
oportuno recurrir a la imaginación para crear estas impresiones y llegar poco a
poco a las primeras conclusiones. Para esto hay que buscar símbolos
accesibles al niño, encaminarlo a esa lógica primitiva que lo haga razonar. No
hay nada que pueda hablarle mejor a su imaginación que la ciencia por el
sentido de magia que le es propio: el hecho de que de un cuerpo asociado a
otro cuerpo -como sucede con el agua- se forme un tercero, por así decirlo,
invisible... ¡da verdaderamente una impresión de magia! Es el espíritu que
permanece delante a la creación que surge.
El hidrógeno, un gas ligero, invisible, que trata de huir y el oxígeno, otro gas
presente siempre en el aire que no vemos, pero del que tenemos tanta
necesidad y del que los niños han escuchado hablar siempre, lo respiramos...
hasta los peces en el agua lo necesitan. El oxígeno es un gas prodigioso:
debido a él se originan las combustiones.
Los cuatro elementos que representamos de esta forma son la llave del
universo 6 : Hidrógeno Oxígeno Nitrógeno Carbono H O N C Son fáciles de
recordar porque tienen respectivamente 1, 2, 3, 4, dientecillos. Efectivamente
nos hacen pensar en llavecillas. Podremos representarlas bajo la forma de
cuerpos provistos de brazos capaces de aferrarse entre ellos. Son elementos
que se abrazan irresistiblemente, por ejemplo, el hidrógeno abraza al oxígeno y
el oxígeno que tiene dos brazos puede aferrarse a dos hidrógenos. Así se
obtiene el agua que se representa de esta forma:
H2O (agua)
O 6 Los colores se han dado para poder identificar a cada elemento de alguna
manera. (n.d.t.)
En cambio, el carbono que tiene cuatro brazos, se sirve de dos brazos para
aferrar con cada uno dos oxígenos y se une a ellos para formar el anhídrido
carbónico que se representa así: CO2 (anhídrido carbónico)
Estos dos elementos (o sea el oxígeno y el carbono) tienen una importancia
fundamental: se podría decir que son los dos motores del universo.
El nitrógeno tiene tres brazos y se combina con tres hidrógenos. Forma un
compuesto muy conocido y de gran utilidad: el amoníaco. El amoníaco es la
última forma que asumen las sustancias nitrogenadas del organismo cuando
entra en proceso de descomposición. NH3 (amoníaco)
La atención del niño es atraída del modo en el que se unen estas sustancias.
He aquí la representación o la fórmula de estructura del ácido nítrico. El
hidrógeno (en este caso) tiene cinco brazos; con cuatro de ellos se une a dos
oxígenos que tienen, como hemos visto, dos brazos cada uno. El último brazo
del nitrógeno se une a un brazo de otro oxígeno el que, a su vez, con el brazo
que tiene todavía libre, toma a un hidrógeno. HNO HNO3 (ácido nítrico)
Para nosotros es muy difícil pasar del amoníaco al ácido nítrico, pero en la
naturaleza, el fenómeno se repite continuamente y se provoca por la
intervención de unos seres vivientes llamados microbios que están dotados de
un poder que nosotros no poseemos: Separan los hidrógenos y los sustituyen
por oxígenos. Si estos microorganismos no existieran, la Tierra se llenaría de
amoníaco y las plantas ya no podrían encontrar nutrientes, pues el mundo
vegetal se nutre de nitratos derivados del ácido nítrico. Estos organismos
contribuyen a la nutrición de las plantas, gracias a su obra se producen estas
transformaciones químicas.
En el anhídrido carbónico, del que hemos hablado hace poco, la sustancia
principal es el carbono. Cuando hablamos de carbonato de calcio, también se
trataba de carbono.
Entonces, ¿también las rocas están compuestas de carbono? Mostremos la
fórmula del carbonato.
7 Las relaciones químicas que intervienen en el proceso de degradación de las rocas calcáreas son
por lo tanto las siguientes:
H20 + CO2 2CO3 (ácido carbónico)
H2CO3+CaCO3 3)2 (bicarbonato de calcio)
Las reacciones químicas que intervienen en el proceso de formación de estructuras calcáreas son
las siguientes:
Ca(HCO3)2 2+H2O+CaCO3
El anhídrido carbónico, durante tal proceso, se esparce en el aire. Aunque los procesos de estos
dos ciclos (degradación y
formación) no tengan una relación recíproca, las dos reacciones químicas (de descomposición y de
composición) que
determinan este incesante y dramático “ciclo de la piedra” pueden ser resumidas en la única
reacción reversible aquí indicada:
H2CO3+CaCO3 3)2
IX. ALGUNAS NOCIONES DE QUÍMICA INORGÁNICA
8 En lugar de la fórmula C2H402 del ácido acético es preferible usar la escritura racional CH2—
COOH porque se puede
poner en evidencia el grupo funcional carboxílico –COOH que caracteriza a los ácidos grasos
saturados monobásicos.
Existen también otras fórmulas, un poco más complicadas, en las que los
átomos de carbono no se representan como hermanos que se tienen por
mano.
Encontramos siempre al carbono y después a los oxhídricos, pero, además,
aparece una novedad: algunos átomos de oxígeno que se infiltran como por
ejemplo en la fórmula del almidón o en la de la glucosa.
Ahora veremos una figura esquemática que constituye un ejemplo de
correlación: es un árbol, con las raíces, el tronco, las ramas y las hojas.
La acción de la que hemos hablado se ejercita sobre todas sus partes. El árbol
trae su nutrimento de la tierra a través de las raíces.9
9 Aquí describimos el “ciclo del nitrógeno”, particularmente por lo que respecta al proceso de
mineralización. Por eso el
nitrógeno, contenido en las sustancias con proteínas vuelve al estado mineral mediante la
demolición de éstas. La Dra.
Montessori, en este estudio, no toma en consideración el proceso de fijación electroquímica y
fotoquímica del nitrógeno
atmosférico que se convierte en ácido nítrico y por lo tanto en nitrato.
La química nos revela que las raíces del árbol absorben sustancias nutritivas,
las principales son el agua y el nitrógeno. Pero para que este nitrógeno pueda
servir como nutriente, se debe presentar en una composición química especial
y esto representa un problema esencial: ¿quién provee este nitrógeno del que
las plantas tienen tanta necesidad y que absorben en continuación?, ¿quién
regresa al seno de la tierra la cantidad necesaria de nitrógeno? Nada se mueve
en la naturaleza sin que nazca este problema. Todos los seres vivientes tienen
necesidad de que alguien les ayude a vivir: se perfila así el problema (que tiene
tanta importancia en la educación) del secreto de la naturaleza.
Las sustancias orgánicas que han dejado de vivir caen sobre el terreno. Ya sin
vida, la fuerza que mantenía unidos a los átomos en la gran molécula se acaba
y entonces las moléculas se deshacen y los átomos se dividen siguiendo su
instinto: el carbono se va con dos oxígenos y así los demás.
Regresamos de las composiciones orgánicas a las inorgánicas. De eso que era
un ser vivo, queda muy poca cosa: un poco de anhídrido carbónico, un poco de
amoníaco, un poco de agua, mientras las sustancias orgánicas desaparecen.
Todo este trabajo de disgregación es obra de seres infinitamente pequeños y
se realiza bajo tierra.
Todo lo que hemos indicado hasta ahora no es más que un ejemplo para la
aplicación del método. Nos proponemos conducir a los niños para afrontar
concepciones más elevadas. Es necesario, sobre todo, comprender bien que
nuestro fin es el de seguir las necesidades del crecimiento y de la vida, en la
medida de lo posible.
Hemos dado una breve introducción de algunos ciclos, como por ejemplo el del
carbonato de calcio, pero todo está relacionado y lo que nos interesa es que se
puedan orientar en estas correlaciones. Aportar nociones separadas significa
crear confusión: es necesario poder determinar la relación que existe entre los
hechos individuales y cuando esta relación sea establecida, también la relación
entre los particulares aparecerá clara. El espíritu entonces estará satisfecho y
surgirá el deseo de proseguir en la búsqueda.
Además, determinando con el niño la correlación entre las cosas, obedeciendo
a una tendencia fundamental del espíritu humano, creamos para él una filosofía
y ¿por qué el niño no podría estudiar filosofía?
Ya que el hombre está dotado de un espíritu matemático y filosófico, buscamos
dentro de los límites razonables, voltear el espíritu del niño hacia la matemática
y la filosofía.
He aquí pues uno de los principios fundamentales de la educación: enseñar los
detalles significa llevar confusión, establecer las relaciones entre las cosas
significa dar conocimiento.
APÉNDICES
Consideraciones generales.
Pero se trata de una época aún más crítica desde el punto de vista psicológico.
Es la edad de las dudas y de las excitaciones, de las emociones violentas, del
desánimo, en algunas ocasiones se observa una disminución de las
capacidades intelectuales. La dificultad de concentrarse en el estudio no se
debe a la falta de buena voluntad: constituye una de las características
psicológicas de esta época. La potencia de asimilación y la memoria que
alimentaba a los niños un vivo interés por los particulares y por las cosas
materiales, parece que han cambiado de naturaleza.
Examinemos ahora lo que sucede en el adolescente mientras frecuenta la
escuela secundaria. A cada hora cambia de maestro y de materia: cambia sin
un espíritu de continuidad. Pero en una hora no es posible adaptarse a un
pensamiento nuevo: y cuando el alumno ha podido adaptarse, llega otro
profesor que le enseñará otra materia. En esta perpetua agitación espiritual
transcurre el período más difícil de la vida humana. El profesor se limita a
impartir nociones, muchas nociones, tratando una cantidad innumerable de
argumentos, pero todos con la misma superficialidad. Se enseña latín,
matemáticas, del mismo modo que religión, mientras que la religión no es una
materia como las demás, exige un estudio especial, como ocurriría a un estudio
especial de leyes en la estructura de nuestra sociedad.
Actualmente, se enseñan las cosas esenciales con el mismo programa con el
que se enseñan los hechos secundarios: es hora de que el adolescente se
vuelva consciente de lo que le espera en la vida.
La adolescencia se caracteriza por ser un momento de grandes esperanzas, de
predilección por trabajos creativos, de necesidad de reforzar la fe en sí mismo.
El chico se vuelve de repente hipersensible a los modos bruscos, a las
humillaciones que hasta ahora había soportado con paciente indiferencia. Las
reacciones llenas de rebelión y de amargura que se derivan de estos hechos,
muchas veces originan graves anomalías del carácter mientras, justo durante
este "período sensible", se deberían desarrollar los sentimientos de justicia y de
dignidad personal, o sea las características más notables que deben prepara al
hombre para convertirse en un ser social.
La transformación es considerable. Se le ha dado a esta época el nombre de
"renacimiento" y es que verdaderamente se nace por segunda vez. Es el
nacimiento a una nueva vida. El individuo se convierte en un recién nacido
social.
Estamos frente a un hombre social que no existe todavía, pero que ya nació.
Físicamente, todavía está lleno de debilidades y de nuevas necesidades:
según los médicos esta edad presenta una mortalidad que se puede comparar
a la del primer año de vida. Por otra parte, es fácil comprender como el rápido
crecimiento del cuerpo puede debilitar al individuo.
¿Qué cosa es este desarrollo? Un misterio. Como el recién nacido es
espiritualmente un misterio, así lo es el neonato social. También aquí, como
cada vez que nos encontramos frente a un misterio de la creación, debemos
considerar esta creación como divina: esta creación no se debe a la voluntad
del muchacho. Se trata de un período decisivo, delicado, digno de todo nuestro
respeto, que ha sido confiado a nuestra responsabilidad. Ahora, ¿en qué
consiste este período? Lo ignoramos aún: debemos apresurarnos a
comprenderlo. Pero debe ser el muchacho el que nos revele aquello que le
sucede durante este crecimiento que es la creación efectiva, real del
hombre social. Por consiguiente, debemos proveer para ponerlo en las
condiciones que le son necesarias para realizar sus revelaciones. Hasta ahora
el joven ha permanecido en la familia, en la escuela. Nos hemos dado cuenta
de que no trabaja con gusto, que se cansa muy rápido, que se perfilan en él
una cantidad de defectos.
Ya que estamos ante la presencia de un cambio radical en su persona,
debemos darnos cuenta que es necesario un cambio radical en su educación.
Consideraciones generales.
Cuidados Morales
Por cuidados morales entendemos la relación que se debe establecer entre los
alumnos, los maestros y el ambiente. Es necesario que el maestro tenga el
mayor respeto por la joven personalidad que tendrá por alumno. En el alma del
muchacho se guardan grandes valores. Todas nuestras esperanzas de
progreso para el porvenir son puestas en el espíritu de estos muchachos y de
estas jovencitas. Además, serán los jueces del presente.
Recordemos que en el secreto del adolescente se esconde la vocación íntima
del hombre.
Si es verdad que en el curso de las generaciones se realiza un progreso social,
el desarrollo de estos jóvenes, cuando sean adultos, será mayor al que tienen
sus maestros en la actualidad.
En cada adolescente se puede encontrar la imagen de Jesús que se siente
unido al Padre Celestial, tanto que se olvida de sus padres terrenales y
maravilla a los doctores ancianos con su sabiduría. No olvidemos que a pesar
de esto Jesús “siguió a sus padres obedientemente y trabajó sumiso
preparándose para su misión”.
Este respeto es esencial para los jóvenes. Jamás se debe tratar a los
adolescentes como si fueran niños. Ya han superado esta etapa y es mejor
tratarlos como si su valor fuera superior al que tienen en su estado actual. Así
se evita minimizar sus méritos y no se corre el riesgo de herir su dignidad.
Es necesario dar bastante autonomía a los jóvenes para que puedan
comportarse siguiendo su iniciativa individual. Hay que proveerles los medios y
la libertad necesarios para que puedan crear. No obstante, a fin de que la
acción individual sea libre y fecunda, debe ser realizada dentro de ciertos
límites y sometida a ciertas reglas que constituyen una orientación necesaria.
Estas reglas y estos límites deben ser observados en todo el instituto. No se
debe dar a los adolescentes la impresión de ser inconscientes e incapaces de
disciplinarlos.
Programas y Métodos
El programa general de los estudios puede dividirse en tres partes. He aquí las
exigencias principales:
Los “Jóvenes del Campo” deben estar habituados a servirse de las máquinas:
máquinas de escribir, máquinas textiles para teñir y estampar, calculadoras,
impresoras, cámaras fotográficas y de video, equipos de audio, microscopios,
etc. Debe conocer el alfabeto Morse para saber utilizar las diferentes máquinas
en la vida cotidiana: no sólo la bicicleta “para ir más rápido”, sino los pequeños
utensilios de uso familiar, como el pelador de verduras, el prensa papas, la
aspiradora, la lavadora, la plancha, etc. Las máquinas son un órgano
multiforme en la vida del hombre moderno.
Aquí se impone una reflexión. Con las máquinas, la civilización le ha dado
al hombre un poder enormemente superior al que disponía en sus orígenes,
pero, para que la obra de la civilización se desarrolle, es necesario que también
el hombre se desarrolle. El mal de nuestra época se debe al desequilibrio que
existe en la diferencia del ritmo evolutivo: la máquina se desarrolla a un ritmo
acelerado, en tanto el hombre ha permanecido relegado. Así, el hombre vive
dependiendo de las máquinas mientras debería dominarlas. El progreso no
debe llevar al triunfo del materialismo; al contrario, debe “elevar” al hombre. Es
maravilloso elevar el propio ideal siempre más alto, hay que enseñar a los
adolescentes cuál es nuestra tarea en la Tierra. Esta potencia que la máquina
le ofrece al hombre debe crearle deberes nuevos, una moral siempre más alta.
El hombre dotado de poderes “sobrenaturales” puede divisar a través de las
lentes, objetos infinitamente pequeños o muy lejanos. Puede hacer cálculos
matemáticos que habrían sido absolutamente inaccesibles y, además,
inconcebibles para el hombre natural. Hoy puede escuchar voces que vienen
de distancias enormes, puede medir las ondas que hacen posibles las
comunicaciones. Viaja con una rapidez que aumenta cada vez más, vuela en
los cielos y surca la superficie de los mares. La máquina le confiere un inmenso
poder, un poder no menos fantástico del que tienen los héroes en las fábulas y
el progreso del ambiente social que le corresponde. Pero si la educación no lo
ayuda a introducirse en este mundo, permanecerá “fuera de la sociedad”. El
hombre de esta “súper naturaleza” es el rey de la Tierra, de las cosas visibles e
invisibles, penetra en los secretos de la vida dando origen a una fauna y a una
flora que constituyen esta súper naturaleza, haciendo progresar con la química
los productos naturales de la Tierra, transformando los cuerpos, con el toque
de una varita mágica. Esta es la prueba de la grandeza humana colectiva y
el hombre puede darle a esta obra su contribución. El hombre que ostenta este
poder se vuelve peligroso. En este nuevo mundo debe imponerse una nueva
moral individual y social: una moral que lleve a las directivas nuevas sobre el
bien y el mal, sobre las graves responsabilidades que los individuos asumen
hacia la humanidad entera, a partir del momento en el que el hombre
incrementa su poder más allá de su naturaleza. La máquina no debe hacer otra
cosa que sustituir al esclavo de la nueva civilización.
Los Métodos
Los mejores métodos son aquellos que suscitan el máximo interés en el
alumno: le dan la posibilidad de trabajar solo, de experimentar y alternar los
estudios con ocupaciones en la vida práctica.
Una pizarra en la que se encuentren escritos claramente y a la vista de todos,
el grado de cultura solicitado por las leyes de la enseñanza secundaria,
constituye un óptimo estímulo y proporciona las directivas sin imponer
obligaciones. Además, es necesario dejar a aquellos que quieren trabajar, la
posibilidad de alcanzar y de superar el nivel requerido por las reglamentaciones
oficiales.
Ya que esta escuela de “Jóvenes Campestres” se extiende durante todo el
período de la pubertad hasta los 18 años, en los últimos años habrá que
ayudar a los alumnos a prepararse para entrar a la universidad o para superar
los exámenes necesarios para conseguir un diploma.
Consideraciones Prácticas.
Un plan del que hoy en día estamos muy alejados no podrá realizarse más que
por grados. Naturalmente se trata de una escuela abierta a cualquier chico que
haya superado la escuela primaria y no sólo a aquellos que vengan de
escuelas especializadas; una escuela para alumnos normales, pero en la que
también los chicos lentos, retrasados o que simplemente sufran de cualquier
anormalidad psíquica, como timidez o bloqueos mentales, se sientan seguros
de encontrar una ayuda eficaz, de obtener una mejoría efectiva.
Un terreno vasto y espacioso, cerca del mar y cercano a una ciudad, constituye
la localidad más favorable para establecer una escuela de este tipo. Los
profesores deben estar dispuestos a vivir en la misma escuela, asumiendo
parte del trabajo de conducción y participando en la vida cotidiana del instituto.
Es necesario instaurar una disciplina severa tanto para el personal docente
como para los alumnos para asegurar orden en la vida interna y unidad a los
objetivos: los adolescentes se adaptarán necesariamente a un ambiente
ordenado.
Será oportuno recurrir a la obra de jóvenes maestros –hombres y mujeres- que
vengan de fuera. Naturalmente deberán ser calificados para la enseñanza en
las escuelas secundarias, pero esto no significa que permanezcan libres de
enseñar según sus métodos: deberán, al contrario, adoptar los métodos del
instituto para que su colaboración sea eficaz. Estos maestros externos deben
ser jóvenes, tener espíritu abierto y estar listos a tomar parte activa en la vida
de la escuela, aportando su propia contribución. Por otra parte, deberán ser el
mínimo necesario para impartir determinados conocimientos en el momento
que los métodos del instituto lo requieran.
Junto con los profesores que imparten las materias escolares comunes, será
necesaria la participación de técnicos, por ejemplo, un instructor para la
agricultura y la jardinería, un administrador o contador que enseñe a
administrar la tienda y la pensión, un maestro para los trabajos artísticos.
Todos los miembros del personal deben ser calificados para los trabajos
prácticos que deben realizar: cocina, costura, contabilidad, etc. Será
interesante contratar a un trabajador competente que sepa realizar diferentes
trabajos y ayudar en la vida cotidiana.
Como los niños más pequeños en nuestras escuelas han aprendido a doblar
sus vestidos, a coser, a poner en orden sus cosas, los “Jóvenes Campestres”
deben aprender a ajustar los objetos que se descompongan, a reparar un
automóvil a cambiar un vidrio roto, a ajustar una cerradura, etc. Deben ser
capaces de trazar un camino, de realizar la conexión eléctrica para un timbre,
de serruchar la leña y realizar pequeños trabajos.
A este punto, necesitamos preguntarnos cómo se podrán ganar la vida. Esta
ganancia que, naturalmente no puede ser inmediata, será posible sólo a través
de la colaboración de los adultos. Los adultos comenzarán a ganar, dando el
ejemplo del trabajo y harán poco a poco que los jóvenes participen en la
organización económica y material, así como en la ejecución de los trabajos.
Por ejemplo: una fábrica moderna ya organizada o un jardín donde se cultiven
flores, puede contratar a los jóvenes. Basta establecer un contrato previo entre
la escuela y las empresas cercanas.
Del mismo modo, la tienda puede ser abierta por una asociación de adultos,
por ejemplo, un grupo de familiares de los alumnos. Un adulto podrá hacerse
responsable pero los muchachos, colaborando en turnos aportarán una nota
juvenil y de gallardía al mismo tiempo que desarrollarán las primicias de su
trabajo y de su ingenio.
Sería bueno establecer al final de este período una preparación de un mes más
o menos, seguida de una especie de examen, no de las materias de estudio
sino de los problemas de conciencia.
C. LA FUNCIÓN DE LA UNIVERSIDAD
Las escuelas están hechas para jóvenes y para adolescentes. Una sola
escuela está destinada para los adultos: la universidad.
Después de los 18 años la “preparación del organismo” se terminó y las
mismas leyes reconocen la madurez física del individuo, autorizándolo a
contraer matrimonio. A los 21 años el ser humano se considera como liberado:
mayor de edad. Generalmente se entra a la universidad después de los 18
años y en ella se permanece hasta los 21 o en ocasiones hasta dos o tres años
después. La universidad es por lo tanto una escuela para adultos.
Esta es la única consideración –de orden puramente físico- que pone a la
universidad en una posición diferente a la de otras escuelas.
Su organización no es sustancialmente diferente, la universidad es la
prolongación directa de las otras escuelas. Los estudiantes continúan las
lecciones, escuchando a los profesores, y afrontando exámenes de los que
depende el suceso de su carrera. La única diferencia consiste en el hecho que
los estudiantes universitarios no deben repetir las lecciones y hacer tareas en
casas, eso significa que, ya que son personas habituadas a un trabajo
impuesto y continuamente controlado, ahora trabajan menos.
Tienen, de hecho, vacaciones más largas. Pero para todo lo demás dependen
de sus familias como en los estados precedentes. Las familias vigilan, por así
decir desde el punto de vista financiero, el éxito de los estudios valorándolos
con base en los exámenes y a las calificaciones reportadas.
En la universidad tenemos personas que viven como niños, aunque son
adultos. En cambio, durante esta fase de la vida deberían tomar conciencia de
sus responsabilidades y de su tarea social que es la de crear una familia. Sin
embargo, demuestran por lo general, una falta de conciencia y tienen una idea
falsa de la vida.
No se puede esperar que hombres y mujeres así contribuyan a mejorar la
sociedad.
En la Edad Media, la vida de los estudiantes se caracterizaba por la grandeza y
la dignidad. Existían centros de estudio como la célebre Universidad de Boloña,
a la que acudían jóvenes de todos los países de Europa. Cada uno de estos
estudiantes tenía el sentido de la responsabilidad intelectual hacia su país de
origen, que estaba orgulloso de que algunos de sus ciudadanos asistieran a
esa universidad. La Universidad de Boloña exponía orgullosamente en las
paredes de su anfiteatro escudos de esmalte y Oro, representativos de las
ciudades y países de los alumnos. Los estudiantes participaban en discusiones
filosóficas y políticas que los llevaba a tomar conciencia de su valor y de su
responsabilidad moral. La solemnidad de las ceremonias formales y los mantos
de armiño de los profesores eran continuos llamados a la dignidad del instituto.
En las universidades más antiguas no había más exámenes que el de
titulación. Los estudiantes se ocupaban de sus estudios, empujados por un
apasionado interés de la conquista de conocimientos elevados. Su tiempo era
contado y precioso. Las fiestas universitarias, inspiradas en una empresa
artística, constituían verdaderas y propias ocasiones en la vida pública. Las
universidades eran “centros de cultura” que irradiaban la civilización con una
finalidad universal y los estudiantes –los que eran estudiosos- eran los
propagadores.
Pero hoy la civilización y la cultura se transmiten por otros medios, por medios
cada vez más extensos y fáciles. La cultura se difunde a través de la estampa y
las comunicaciones rápidas que establecen una especie de nivelación
universal.
Además, las universidades se han transformado poco a poco en simples
escuelas profesionales, en las que sólo el grado de cultura es superior al de las
otras escuelas, pero han perdido el sentido de su dignidad y de su grandeza
que era un instrumento esencial para el progreso de la civilización.
Los estudiantes que como única meta se proponen obtener un oscuro empleo
personal, no pueden tener más conciencia de esta misión que creaba en un
tiempo el “espíritu universitario”. El sólo deseo de trabajar lo menos posible, de
pasar a cualquier costo los exámenes y de aferrar el diploma que servirá a la
carrera de cada uno, se ha convertido en el motivo esencial, común a todos los
estudiantes. Así, al progreso de la cultura que ha transformado la existencia,
corresponde la decadencia de las instituciones universitarias. Los verdaderos
centros de progreso se han transferido a los laboratorios de investigación
científica que son lugares cerrados ajenos a la cultura común.
La decadencia general de las escuelas que se verifica hoy en día no deriva de
una disminución de la cultura impartida a los estudiantes sino de la falta de
correspondencia entre las organizaciones de estos institutos y las necesidades
actuales. La escuela se ha quedado bajo el nivel alcanzado externamente en la
civilización. Las bases materiales de la civilización han cambiado a tal punto
que ya anuncian el alba de una civilización nueva. En este período crítico de la
historia de la humanidad, la vida misma del ser humano tiene la necesidad de
una nueva adaptación.
Este es el problema esencial de la educación.
La educación no consiste en buscar métodos nuevos en vista de una
transmisión árida de conocimientos. Debe proponerse contribuir en el
desarrollo del ser humano. Por consiguiente, debemos tomar en consideración
la vida misma del hombre, la vida en sus valores. Si la base de la educación se
convierte en la “formación del hombre” será necesario coordinar entre ellos
todos los grados de estudio, desde la infancia hasta la edad adulta, desde el
jardín de niños hasta la universidad, porque el hombre, aun atravesando
diferentes fases interdependientes, es uno y único. La fase que precede
prepara la sucesiva, forma las bases, cultiva las energías. La falta de
coordinación entre los grados sucesivos de enseñanza, también constituyen un
obstáculo en las escuelas que existen en la actualidad. Las universidades
tienen un plan de estudios propio, pero encuentran a los estudiantes
insuficientemente preparados para seguirlo.
Lo mismo sucede en la escuela media con relación a la escuela elemental.
Esta falta de preparación de la personalidad influye de manera negativa sobre
todo el desarrollo de la vida escolar.
Si además la educación mira no sólo a la cultura, sino que también al
desarrollo del hombre, una rigurosa coordinación se vuelve indispensable y
esencial en todos los períodos de la vida.
Durante las experiencias hechas con los chicos de la escuela elemental hemos
relevado que las bases de todas las ciencias se deberían introducir justo entre
los seis y los doce años. Existe de hecho en el desarrollo psíquico un período
sensitivo que se podría llamar “el período sensitivo de la cultura”, durante el
cual se organiza el plan abstracto del espíritu humano. Este es el momento en
el que se deben echar las semillas. Se puede comparar este período del alma
humana al campo donde se siembra el trigo, que esperará la estación nueva
para germinar.
La finalidad de la educación es la de estudiar todos los medios posibles para
“sembrar este trigo” a la edad más adecuada. Esta “siembra” no debe interesar
sólo a la educación primaria, sino también a la universitaria, del mismo modo
que el cultivo del lino debe interesar al fabricante de telas. Porque, si falta la
materia prima de calidad, resulta inútil tener buenos instrumentos para
trabajarla.
Lo mismo pasa con la vida psíquica: a una cierta edad, una actividad interior da
origen a los primeros desarrollos intelectuales, suscitando reacciones de
entusiasmo y despertando capacidades que sin esta actividad permanecerían
adormecidas. Vendrá la época de la juventud, que desarrollará estos centros
de interés. Pero si las semillas del conocimiento no fueron sembradas en la
estación adecuada, no queda más que la inercia que rechaza cada esfuerzo y
cualquier estudio permanece estéril. Se podría decir que cuando se ha
cometido este pecado contra las leyes de la vida, el trabajo se convierte en una
árida fatiga, una especie de condena, no diferente a aquella que la Biblia
describe para Adán. Evidentemente, no es el trabajo en sí, sino el trabajo fuera
de las leyes el que fue condenado por la maldición divina. Así, el estudiante
prosigue sin entusiasmo y sin pasión el curso árido y forzado de los estudios
universitarios. Se necesitaría un estímulo supremo, un rayo de luz para llamar a
los corazones replegados en la inercia y en el error y para reanimar la vida
lánguida: no podrá jamás hacerlo esta escuela árida, que subestima la
personalidad del estudiante y continúa a agravar su inercia.
También para la adquisición de la cultura, los diferentes grados de la
enseñanza tienen un interés común o, mejor dicho, las escuelas superiores
tienen un interés de control hacia las escuelas elementales, ya que estas
últimas van preparando las energías humanas.
Los profesores universitarios, tanto de materias literarias como científicas,
tendrán delante de ellos a discípulos ardientes, a críticos inteligentes, a
verdaderos colaboradores, si sus alumnos tuvieron un desarrollo adecuado y
normal. De otra forma, no se encontrarán más que con espíritus indiferentes e
inertes que rechazan la cultura, jóvenes arrogantes que tendrán que frenar
como potros rebeldes.
La colaboración es aún más necesaria cuando se trata de la personalidad
humana en su totalidad, porque la vida humana no tiene sed sólo de cultura. La
cultura implica un estado receptivo, mientras que la vida es activa y expansiva
y tiende a crear al externo.
Estudiar no es vivir: vivir es precisamente la cosa más necesaria para poder
estudiar.
Hemos podido palparlo directamente: el estudio, aunque sea ampliado, aunque
sea asimilado, no satisface a la personalidad humana. Quedan otras
necesidades, que, si no son satisfechas, conducen a conflictos interiores que
influyen en el estado mental y alteran la claridad. La felicidad, el sentimiento del
propio valor, la satisfacción de sentirse apreciados y amados por los demás, de
sentirse útiles y capaces de producir, son factores de inmenso interés para el
alma humana.
La vida del ser humano se podría comparar a las tres etapas de Cristo.
Primero el Niño Jesús, milagroso y sublime: es la época de la “sensibilidad
creativa”, de la construcción mental, capaz de una actividad férvida, ardiente,
en la que se deben sembrar todas las semillas de la cultura.
Este es el camino que nos lleva a Su reino. Pero para encontrarlo mediante la
educación, hay que dirigirse hacia el niño y considerarlo bajo otro aspecto.