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DE LA

INFANCIA
A LA
ADOLESCENCIA

TRADUCCIÓN DE
CONFERENCIAS IMPARTIDAS POR MARIA MONTESSORI.
LONDRES, 1939
REVISIÓN DE LAS NOTAS DE LA TRADUCCIÓN ORIGINAL A CARGO DE CAMILO
GRAZZINI.
TITULO EN ITALIANO: DALL´INFANZIA ALL´ADOLESCENZA
TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL REALIZADA POR MARIA GUADALUPE LLERANDI.
PREFACIO

El método Montessori se articula en cuatro partes, que corresponden a los


cuatro períodos del desarrollo.

Cada una de estas partes se pone sobre un plano diferente, aunque todas
siguen la misma línea. El conocimiento de estos cuatro planos resulta de
extrema importancia.

Del primer plano de desarrollo, que se refiere a niños de hasta siete años,
hemos hablado en el primer libro por lo que ahora nos ocuparemos solamente
de los tres períodos que le siguen: el niño de los siete a los doce años, el
adolescente de los doce a los dieciocho años, y el estudiante universitario.
Hasta estos días, en Francia se han realizado trabajos relacionados
únicamente con el primer plano de desarrollo, mientras que en Holanda e
Inglaterra han logrado tener éxito en diferentes experimentos relacionados con
los planos sucesivos.

Espero que este libro pueda servirnos como estímulo para la creación de
escuelas modernas, inspiradas a ese ideal del que nuestros chicos tienen
necesidad más que nunca.
I. LOS PLANES SUCESIVOS DE LA EDUCACIÓN

A las diferentes personalidades del niño deben corresponder planes sucesivos


de educación.
Nuestros métodos no están orientados de acuerdos con principios
preestablecidos, sino según los caracteres inherentes a las diferentes edades.
Por lo tanto, implican varios planes.
Se podrían comparar estas diferentes edades a la metamorfosis de los
insectos.
Cuando el insecto sale del huevo es muy pequeño y presenta aspecto y
colores definidos. Enseguida, poco a poco, se transforma, aunque permanece
el animal del mismo género que conserva las mismas necesidades y los
mismos hábitos, es un individuo que se desarrolla. Pero, un buen día, se
produce un nuevo hecho: el insecto teje su capullo y se transforma en crisálida.
Después, la crisálida, a su vez, sufre una nueva y lenta evolución. Finalmente,
el insecto sale del capullo en forma de mariposa.
Se puede establecer un paralelo entre la vida de este insecto y la vida del niño.
Pero, precisamente porque la evolución de los caracteres no es tan clara y neta
en el niño como lo es en el insecto, sería más exacto hablar de "renacimiento".
De hecho, en cada etapa tenemos delante de nosotros un niño nuevo, que
presenta características diferentes a las que tenía en la edad precedente.

I. Nuestro primer plan de educación se refiere, por lo tanto, al niño pequeño


desde su nacimiento hasta que cumple siete años más o menos y puesto que
muchas transformaciones tienen lugar en este período tan importante, hemos
establecido las siguientes subdivisiones:
a) para los primeros dos años,
b) de los tres a los cinco años,
c) el sexto y el séptimo año.

II. Para el período de los siete a los doce años (aquel que precede a la
adolescencia y que, a su vez, puede subdividirse) hemos elaborado un plan
diferente. Si los cambios que se producen durante el primer período pueden
ser considerados fases normales de desarrollo, en el período siguiente se
verifican verdaderas y propias metamorfosis.

III. De los doce a los dieciocho años: se puede decir lo mismo de este período
de la adolescencia.
En cada una de estas fases nos encontramos delante a un ser en evolución,
que cada vez es un individuo diferente.
Aquí nos proponemos analizar estas dos últimas etapas ya que la primera ha
sido tratada en una obra precedente. 1
Sólo mediante un análisis atento se pueden individuar los cambios que se
suceden sin solución de continuidad en el niño mientras crece hasta
convertirse en hombre. Son estos cambios los que tienen una importancia
esencial para el método educativo.
Los principios que se aplican últimamente en todo el primer período no son los
mismos que deben seguirse en el segundo. De esta forma entramos en la
"parte práctica de la educación".
Pongamos un ejemplo: cuando el niño comienza a sentir que un diente está
flojo... es signo de que el primer período de su infancia se ha terminado. El
suceso se desenvuelve sin más relevancia en la familia. Cuando el diente se
mueve mucho, se cae; se le da una cierta importancia al hecho, tal vez se
conserva el diente y con esta pequeña ceremonia inicia un nuevo período de
vida. Deberá pasar todavía mucho tiempo antes de que todos los dientes de
leche se caigan y crezcan los nuevos. Pero, si por desgracia, fuera necesario
quitar uno de estos nuevos dientes, no se podría sin el uso de instrumentos
especiales pues se trata de un órgano estable y fuerte. Esto no es más que un
ejemplo tomado de las numerosas manifestaciones de esta edad.
Todas estas características -tanto físicas como psíquicas- constituyen los
anillos de esa larga cadena que es el proceso de metamorfosis del niño: se ve
más robusto y al mismo tiempo más delgado, sus cabellos son menos suaves,
psicológicamente es menos dulce, más rebelde.

1 María Montessori, La Búsqueda del Niño, Garzanti. Milán 1ª. Edición, 1950. El Secreto de la
Infancia, Garzanti, Milán, 1ª. Edición, 1950.
II. METAMORFOSIS

De los siete a los doce años, el chico tiene necesidad de ampliar su campo de
acción.
Como hemos visto 2, al niño pequeño le era suficiente su cerrado núcleo
familiar en el que establecía sus primeras relaciones sociales con los demás.
En el segundo período le es necesario un campo más amplio para sus
experiencias sociales. Su personalidad no se puede desarrollar permaneciendo
en el ambiente restringido de los primeros años.
Necesita que, en su contacto con la realidad, se dé cuenta de lo que
representa el dinero. Sin dinero, nos podríamos mover entre cosas
maravillosas, pero sin poderlas tocar jamás. Seríamos como un pájaro con el
pico roto, que muere de hambre sobre un montón de grano.
El dinero es el medio del que el hombre se sirve para procurarse objetos, es
por esto que asume un vivo interés. Tenemos que conservarlo como "la llave
de oro" que abre las puertas de la súper-naturaleza.
Se necesita pues que los niños tengan una experiencia personal, adquiriendo
ellos mismos algunos objetos y se den cuenta de lo que pueden adquirir con la
unidad monetaria de su país.
Así que ¿qué cosa se puede adquirir con un peso? Y cuando hayamos
adquirido un peso de papel en la papelería, nuestro peso habrá desaparecido:
servirá para adquirir otros objetos, que valen a su vez un peso. Es siempre el
mismo peso que pasa de mano en mano, procurando cada vez algo de lo que
alguien tiene necesidad. ¿Cuánta mercancía se ha podido adquirir con un peso
acuñado hace 50 años? El dinero que manejamos de esta manera es siempre
el resultado del trabajo de los hombres y siempre debe permanecer
únicamente como un medio para adquirir lo necesario.
El niño tiene la necesidad de establecer sus relaciones sociales con una
comunidad más amplia. La escuela como ambiente cerrado, como se concibe
hoy en día, no es suficiente para él. Le faltan los elementos para desarrollar
plenamente su personalidad, se observa en él una cierta regresión, algunas
manifestaciones del carácter que no podemos definir como anomalías pues en
realidad se trata de reacciones a un ambiente que le resulta insuficiente. Pero
no nos damos cuenta de estas situaciones y puesto que queda sobre
entendido que el niño debe hacer lo que le ordena el adulto, aunque el
ambiente en el que vive no sea apto a sus necesidades, cuando él manifiesta
esos altibajos de carácter decimos que es "malo", y lo castigamos;
pero la mayoría de las veces ignoramos la causa de esta "maldad". En
realidad, con su conducta, el chico nos prueba lo que hemos apenas expuesto.
Justamente para poder salir del ambiente cerrado no va a la escuela con gusto
como antes, sino que prefiere ir a buscar ranas o a jugar por la calle. Estos
hechos, que pueden parecer insignificantes, revelan que el niño tiene
necesidad de extender el campo de acción en el que se ha desenvuelto hasta
ahora.
"Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"... Una parte de
nuestra vida pertenece a Dios, el resto al hombre. Dependemos del ambiente

2 MARIA MONTESSORI, El Secreto de la Infancia, Garzanti.


del que formamos parte, de la vida social. Cuando vive en condiciones
favorables a su personalidad, el niño manifiesta una actividad extraordinaria.
Su inteligencia nos sorprende, porque todas sus facultades trabajan juntas,
como sucede normalmente en el hombre. No se trata ya de modificar los
métodos educativos: se trata de un problema de vida.
Pensemos en la tela de la araña que ocupa un vasto espacio del mismo
animal. Esta tela representa su campo de acción al capturar a los insectos que
quedan atrapados en ella. Ahora bien, esta tela se construye siguiendo un plan
preciso: la araña produce un hilo que une a dos ramas, dos piedras, dos puntos
de apoyo cualquiera. Después teje los rayos y de acuerdo con lo establecido
con el plan de la construcción, finalmente, teje su tela alrededor del centro,
procediendo en círculos a una distancia calculada siempre exactamente. Si los
puntos de apoyo están cercanos, la tela será pequeña, mientras más se alejen
el uno del otro, la tela será más grande; pero en todos los casos, será tejida
siguiendo un plan preciso, siempre con la misma exactitud.
Como esta tela, también la psique del niño se construye siguiendo un plan
exacto y esta construcción abstracta le permite percibir lo que pasa en el
camino fuera de su portal inicial.
Dependiendo de la complejidad del mundo cultural en el que vive el niño, su
tela será más o menos grande y le permitirá llegar a un mayor o menor número
de objetivos.
Nosotros debemos respetar esta construcción interior y sus manifestaciones
que, a veces, pueden parecernos inútiles. Esta construcción es necesaria, ya
que, gracias a este trabajo, el niño engrandece su campo psíquico y, por
consiguiente, su capacidad receptiva.
Podemos considerar a la escuela según dos puntos de vista: como un lugar en
el que se imparte la instrucción o como una fase de preparación para la vida.
En este último caso la escuela debe satisfacer todas las necesidades de la
vida.
Una educación cuya única meta sea la de corregir al niño o que suprima lo que
constituye su verdadera existencia lo empuja hacia las anomalías de carácter.
Debido a esto, algunas actividades (como la de los "boy scout") que ofrecen al
niño la posibilidad de una vida organizada fuera de la escuela, siempre son
muy interesantes para los niños.
El pasaje a la segunda fase de la educación es el cambio del plano sensorial-
material, al plano abstracto. Alrededor de los siete años se deja sentir la
necesidad de la abstracción y de la intelectualización.
Hasta esta edad el niño se ha preocupado solamente por establecer relaciones
entre los objetos, los ordena y absorbe el mundo exterior mediante sus
sentidos.
Al comienzo de los siete años, en cambio, se produce una evolución hacia las
esferas intelectuales y morales.
Se pueden establecer paralelos entre estos dos períodos que, sin embargo,
pertenecen a planos diversos. A los siete años se perfila una primera
orientación hacia los problemas morales, hacia la formulación de los juicios.
Una de las características más singulares que observamos es el interés que
nace en el niño sobre ciertos hechos que
antes no advertía. Ahora le preocupa saber qué es justo y qué es incorrecto; se
presenta frente a él el gran problema del Bien y del Mal. Esta preocupación
está dictada por una sensibilidad interior particular: la conciencia y esta
sensibilidad es una característica totalmente natural.
El período comprendido entre los siete y los doce años es un período
particularmente importante para la educación moral... Es necesario que el
adulto se dé cuenta de la evolución que se cumple en el ánimo del chico en
este momento y que se dirija a él en una forma adecuada.

Si en el primer período la maestra debía tener una gran delicadeza e intervenir


lo menos posible en la actividad del niño (actividad casi siempre motriz y
sensorial), ahora su delicadeza debe verterse hacia el plano moral, en el que
reside el verdadero problema de esta edad. Pensar que el problema de la
moralidad se presente sólo en edades más avanzadas, significa no darse
cuenta de la transformación que se está dando. Si no le proporcionamos la
ayuda necesaria en este período tan delicado, enseguida el problema moral se
presentará de un modo más complejo y la adaptación a la vida social será
mucho más difícil.
Es en esta edad es cuando nace en el niño el concepto de justicia,
contemporáneamente a la comprensión de la relación de las propias acciones y
las exigencias de los demás. Este sentimiento, tantas veces ausente en el
hombre, existe en cambio, durante el desarrollo del niño y el hecho de sentirse
malentendido o traicionado puede generarle una falsa idea de la justicia.
La justicia que se usa comúnmente, ya sea en la escuela o en la familia, puede
ser definida como "justicia distributiva" o lo que es lo mismo “igualdad para
todos” tanto en la distribución de los castigos como en la de los premios. Tratar
en manera particular a un individuo podría parecer como una injusticia y esto
lleva al concepto de derecho. Se llega así a una afirmación de la individualidad
en el sentido del egoísmo y del aislamiento que, ciertamente, no favorece al
desarrollo posterior. En cambio, la justicia real desgraciadamente no se
considera nunca y es la que nace de la educación interior. El principio de la
justicia distributiva y del derecho individual puramente exterior destruye el
sentimiento natural e innato de la verdadera justicia.
III. CARÁCTER MORAL DEL NIÑO DE LOS SIETE A LOS DOCE AÑOS

Las tres características que hemos apenas analizado -la exigencia del chico de
salir del ambiente cerrado, el pasaje de su espíritu a un plano abstracto y el
nacimiento de su sentido moral- nos sirven como base para la formulación del
plan de este segundo período.
Cuando el niño ha dejado el espacio reservado que constituye el ambiente del
primer período, es necesario proporcionar la cultura que le ayude a ampliar sus
experiencias sociales.
Precisamos de algunos puntos importantes, notando incidentalmente el
paralelismo que existe entre este período y algunos aspectos del precedente.
En efecto, el primer período comprende algunas actividades que llamamos
"ejercicios de vida práctica" y que constituyen un esfuerzo por ampliar los
límites impuestos por las actividades habituales de la infancia. Estos ejercicios
de paciencia, de exactitud y de repetición tienen una enorme importancia
porque ayudan al niño a superar personalmente esos límites, logrando de esta
forma su independencia.
Prolongar estos ejercicios sería inútil pues ahora el niño es independiente y
está en grado de aplicarse él solo en actividades para las que antes necesitaba
la ayuda del adulto puesto que ahora ha logrado alcanzar la coordinación de
sus movimientos.
Pero los gestos de cortesía que le hemos enseñado para entrar en contacto
con los demás, deben ser transportados a un plano diferente: debemos
hablarle, por ejemplo, de la ayuda que se debe dar a los débiles, a los viejos, a
los enfermos. No se trata ya de ejercitarse en el cumplimiento de los
movimientos: hemos llegado a la introducción de las relaciones morales, de
aquellas que despiertan a la conciencia. Si, hasta ahora, era importante no
empujar a una persona mientras pasamos cerca, ahora es mucho más
importante no ofender a esta persona.
Los "boy scout" han obtenido un notable suceso precisamente porque reúnen y
organizan a chicos en nombre de los principios morales y les indican lo que sí
se debe hacer y lo que no se debe hacer. Los chicos que se unen a estos
grupos, generalmente, no cometen acciones contrarias a los principios de su
asociación. Existe en esta agrupación un valor humano que es un punto de
partida: el nacimiento de la dignidad. Esta actividad de grupo implica, además,
ejercicio físico: largas caminatas, de esta forma los chicos se acostumbran a
afrontar una vida más seria y al mismo tiempo más difícil.
Mientras que el niño pequeño buscaba la dulzura de la vida, el chico siente
ahora la necesidad de enfrentarse con sus primeras dificultades. Pero, para
realizar estos esfuerzos, hace falta tener una meta: en esto consiste la
diferencia entre un maestro de escuela que lleva a los niños de paseo y una
organización como los “scout”. El primero, es cierto, los hace salir del ambiente
cerrado de la escuela y les deja caminar y advertir físicamente el mundo que
les rodea. Pero no es suficiente para elevar la dignidad del chico que
permanece en un círculo cerrado. Aunque sean muy frecuentes estos paseos
es posible que no cambien nada, puesto que la adhesión de los pequeños
alumnos es pasiva. Es muy diferente si estos mismos niños salen por su cuenta
de la escuela con un fin determinado y libremente aceptado.
Los “scout” son, por lo tanto, una asociación de jovencitos que han pedido ser
admitidos en esta sociedad que les propone, sobre todo, un fin moral, por
ejemplo: defender a los débiles y mantenerse siempre en un cierto nivel moral.
Aquí el chico tiene la posibilidad de aceptar y prometer o rechazar: ningún
maestro lo obliga a entrar en esta sociedad; pero si quiere formar parte de ella
debe obedecer por iniciativa propia los principios. El encontrarse reunidos con
otros individuos que han aceptado libremente los mismos principios, constituye
un atractivo esencial. Los límites no son ya las paredes de una habitación sino
solamente los del orden moral.
Los scouts tienen reglas de vida más difíciles y más rigurosas de lo que se
creía que los niños de esta edad pudieran soportar. Las largas caminatas, las
noches al aire libre, la responsabilidad de las propias acciones, el fuego, las
casas de campaña, etc., representan esfuerzos colectivos. El principio moral
que se encuentra en la base es lo que une a los individuos. Se convierte en
una exigencia y esto es lo verdaderamente esencial.
También aquí vemos un paralelismo con el primer período: antes se pedía el
consentimiento del niño para presentarle un material. Ahora, lo que era
sensorial se ha vuelto abstracto.
Por lo tanto, vemos que en este segundo período existen posibilidades
superiores a aquellas que conocíamos en el niño: ya no son subordinadas a las
órdenes de alguien más, sino que a los imperativos de su propia conciencia.
IV. LAS NECESIDADES DEL NIÑO DE LOS SIETE A LOS DOCE AÑOS

¿Qué hacer entonces, en práctica, con un niño de siete años? Tengamos


presente, ante todo, el cuadro que hemos trazado y que nos permite
comprender a este niño y ayudarlo con sus deseos (que no ha manifestado
pero que hemos adivinado). Esta comprensión es el punto de partida; debemos
simpatizar con este pequeño que ha cambiado tanto en el aspecto exterior
(modo de vestir, de peinarse, etc.) como en la intimidad de su personalidad. El
chico es ahora un individuo fuerte, que entra en un mundo nuevo: el mundo de
lo abstracto. Es un mundo rico en el que comienzan a interesarle más que los
objetos, las acciones realizadas por los hombres. Llega y ¡Oh novedad!,
comienza a juzgar. Mientras hasta ahora había dirigido su interés a las cosas
(el agua de las flores que tenía que cambiar, las pequeñas cosas que cuidaba,
etc.) ahora se preocupa de cómo y por qué. Todo aquello que lo había atraído
sensorialmente en el pasado lo interesa ahora desde un punto de vista
diferente: quiere saber qué hay que hacer, le preocupa el problema de la causa
y sus efectos.
Pero este ser que se asoma como renacido en este mundo, resulta un poco
incómodo para el adulto; por eso, sin una nueva dirección pedagógica, puede
entrometerse un sordo conflicto entre el adulto y este nuevo niño. El adulto se
cansa y termina por no responder a las innumerables preguntas que le hace,
rogándole que se calle, dándole respuestas demasiado largas... o demasiado
cortas; en resumidas cuentas, se comporta con él como se comportó con el
pequeño cuando comenzaba a caminar y le suplicaba que se quedara tranquilo
y no lo dejaba ser turbulento y hacer lo que deseaba siguiendo sus instintos. El
mismo malentendido se produce en el plano abstracto. A cada uno de sus
nacimientos, el niño debe afrontar una nueva lucha, una nueva incomprensión
lo aflige cada vez que emprende una actividad nueva y sin duda preciosa. En
cambio, el mismo adulto debería ayudarlo creándole el ambiente apto para su
desarrollo. Así como debemos ayudar al niño que da sus primeros pasos,
debemos ayudar al chico que comienza a caminar en el mundo de lo abstracto.
La educación debe ser una guía en este período que es el más crítico tanto en
la vida como en la escuela. Por eso es necesario enseñar a la maestra sus
nuevos límites, así como lo hicimos en lo que concernía al niño pequeño. El
niño pequeño debía "contar las palabras" ahora debe saber con precisión lo
que debe hacer, lo que debe decir y con qué medida debe responder a las
preguntas. Debe tener conciencia de que su deber es decir poco y decir sólo la
verdad... pero no toda la verdad: debe decir solamente aquello que es
"necesario y suficiente". Para el niño es indispensable advertir la seguridad del
adulto.
En todos los períodos de la vida del niño es esencial que disponga de un
campo de actividad propia para poder conservar un equilibrio entre la acción y
el pensamiento.
En efecto, es como si su pensamiento tendiera a perderse en la abstracción
con razonamientos sin fin, así como de pequeño se perdía en delirios del
mundo fantástico. Entonces le dábamos objetos determinados en un ambiente
predispuesto en el que adquiría su independencia, gracias a sus esfuerzos
personales y este trabajo le daba dignidad. Su experiencia personal le
proporcionaba las respuestas exactas. El rol de la educadora consiste en
interesar profundamente al niño en una actividad exterior a la que le pueda
dedicar todas sus posibilidades. Se trata de ayudarlo a conquistar su libertad y
su independencia interesándolo en una realidad que será descubierta
enseguida por su actividad. La actividad es el medio por el cual el niño
logra liberarse del adulto.
Examinemos pues las principales exigencias del niño de siete años. Algunas
cosas han cambiado en su cuerpo: antes que nada, los dientes y el cabello.
Enseñémosle la higiene de dientes y cabello. Después, los pies y las piernas:
el chico de siete años tiene piernas robustas y trata de huir del ambiente
cerrado en el que ha vivido hasta ahora; en lugar de cerrarle la puerta,
preparémosle buenos pies. En un tiempo, el ser humano tenía que caminar
largos tramos y la hospitalidad al peregrino consistía antes que nada en curar
sus pies, aún antes de ofrecerle algo para comer.3
3 Génesis 18, 4-5 “Tomen un poco de agua y lávense los pies y reposen bajo el árbol. Buscaré
después un poco de pan para que coman y puedan seguir”. Estimulemos nuestra imaginación
entorno a estas bases fundamentales de la historia de la humanidad. Gabriele D’Annunzio dijo estas
palabras simbólicas en La Hija de Jonio, Acto III, escena última: “Yo beso tus pies que van...” y en el
Acto II, escena IV: “...te besaré los pies que conocen los caminos”

Por lo tanto, si este niño manifiesta el deseo de escapar de casa, llamemos su


atención, con cierta solemnidad, hacia sus pies; aún antes de ponerse en
camino, tomará mayor conciencia de lo que está por hacer. Guiando su
atención hacia la parte de su cuerpo que está por comprometer en esta acción,
lo inducimos a pensar que tiene que cuidar sus pies para caminar, tanto
simbólica como prácticamente. Todas estas actividades deben ser
consideradas en un plano más elevado: ahora educaremos al niño en su plano
abstracto.
Es noble el pie, es noble la caminata y gracias a sus pies el niño, que ya
camina, puede pedirle al mundo externo algunas respuestas a sus preguntas
secretas.
Pero, para salir, necesita prepararse: el chico en fuga abre la puerta y se va.
Enseñándole la necesidad de una preparación, lo obligamos a reflexionar.
Necesita comprender que "salir" es una actividad para la que hay que adquirir
conocimientos y preparar ciertos objetos.
El uso de estos objetos requiere de una serie de ejercicios prácticos. Mientras
que para un niño pequeño el cuidado del vestir era un hecho puramente
estético, para el chico de siete años la ropa adquiere una importancia
relacionada con el fin que desea alcanzar.
Antes que nada, se trata de simplificar la salida. Hay que llevar consigo la
menor cantidad de carga posible, por consiguiente, necesita "escoger". Estas
preocupaciones materiales eliminan la idea de la fuga; pero ya que el instinto
que lo empuja a huir existe, es el mismo instinto el que le hace dirigir su
atención a los preparativos necesarios. Por sucesión lógica viene la respuesta
y el razonamiento procede de causa a efecto.
La maestra debe tener presente que el fin perseguido no es aquel inmediato (el
paseo), sino que su verdadera finalidad es la de lograr que el ser espiritual al
que está educando encuentre su propio camino.
Para comprender la importancia de estos ejercicios que deben permitirle
experiencias sociales, no basta limitarse a considerar la salida del niño como
un simple ejercicio: la maestra está destinada a hacerle vivir sus adquisiciones.
Solamente de este modo tomará conciencia de su realidad y es esto a lo que
nosotros llamamos experiencia.
Un niño encerrado en sus límites, aún si son amplios, permanece incapaz de
valorizarse y no podrá adaptarse al mundo externo. Para que progrese
rápidamente la vida práctica y la vida social deben ser íntimamente asimiladas
por su cultura. Se objeta generalmente que el chico tiene ya mucho trabajo
como para que actividades que le ayuden en esta tarea se puedan introducir en
el horario ordinario. Esto es un error: es mucho más cansado usar sólo la mitad
de las facultades que la naturaleza nos ha dado; es como si uno quisiera
caminar con un pie, con el pretexto de que usar los dos pies, le causa doble
fatiga. La cultura y la y la experiencia por lo tanto deben adquirirse
contemporáneamente.
La salida, que no ha sido solamente con un fin práctico, sino que le hace vivir
una experiencia, le llevará a tomar conciencia de la realidad. Está en la
maestra hacer que las enseñanzas morales de la vida emerjan de las
experiencias sociales.

La moral comporta al mismo tiempo un lado práctico, que regula las relaciones
sociales y un lado espiritual que precede al despertar de la conciencia del
individuo.
Es difícil que estas relaciones sociales asuman una realidad concreta mientras
se involucre sólo la imaginación. Hay que traducirla en práctica. No bastan los
sermones para despertar la conciencia: es necesario que el chico ejercite una
vigilia constante de sus propias acciones. La educación tiene por lo tanto la
posibilidad de resolver el problema al momento en que se ayuda asimismo a
través de las acciones.
Está claro que la caminata no se realiza involucrando únicamente los pies. Hay
que moverse con soltura, ligereza y rapidez para ser capaces de proceder en
todos los elementos. No olvidemos que estos esfuerzos están destinados a
tener una repercusión en el conocimiento del mundo que nos rodea y estos
esfuerzos deben tender hacia este fin perceptible.
Así que si quisiéramos llegar a la cima de una montaña y nuestra sola
preocupación fuera la de poner atentamente un pie delante del otro, el
cansancio nos debilitaría rápidamente y no lograríamos nuestra meta. Pero si
camináramos en grupo y subiéramos gozando del panorama maravilloso que
poco a poco fuéramos descubriendo allá arriba, llegaríamos sin fatiga a la cima
y habríamos obtenido felicidad y salud: habríamos tomado conciencia moral de
nuestro esfuerzo.
Esta toma de conciencia no constituye una fatiga suplementaria. Denle al niño
la conciencia de su propia dignidad; se sentirá libre y el trabajo no le pesará.
En Holanda, los niños circulan en bicicleta desde la edad de 5 años. También
la natación debería ser enseñada a temprana edad. Cuando se empieza a salir
del ambiente doméstico, hay que pensar a la defensa personal: hay que
armarse de nuevos instrumentos, adquirir nuevas capacidades. Hay que
aprender a tener cuidado de los vestidos propios, a ver si todo está en orden,
aprender a pegar los botones, a limpiar las manchas, etc. Nosotros hemos
preparado con este fin el material que comprende diferentes telas de lana, de
seda, de lino, de algodón, etc., las hemos manchado con sustancias de
diferente naturaleza: los chicos se han interesado mucho en este
ejercicio. Los grandes no sólo aprenderán a hacer estas cosas, sino que
tendrán claro el concepto que para salir hay que estar preparados y en orden.
Un individuo acostumbrado a no soportar una mancha en su ropa, la limpia
apenas se ensucia; existe una sensibilidad especial, una sensibilidad activa
que se debe desarrollar. Un niño educado de este modo sabe distinguir que
posee esta sensibilidad y esto hace que nazca en él el deseo de corregirse y
de un autocontrol constante. No quiere tener ninguna huella de desorden en él
mismo ni dejar ninguna a su paso.
Otro ejercicio útil es el de preparar una mochila. Para hacerlo correctamente se
necesita, sobre todo, tomar las medidas y operar según el método. Hay que
saber preparar y empacar lo necesario, aunque sólo sea para tomar una
merienda al aire libre (platos, vasos, cubiertos, etc.)
Es también muy importante para un niño que sale, saber orientarse en el
campo, reconocer la posición del sol, los puntos cardinales, tener una idea de
la hora, etc.
Hagámosle observar, por ejemplo, que el musgo en un bosque, cubre
solamente el lado de los árboles que está expuesto hacia el norte. Hagámosle
prever el tiempo por medio de la observación de las nubes y estudiar la
dirección del viento. Todas estas cosas despiertan la atención y constituyen el
verdadero conocimiento; cuando los chicos comienzan a interesarse, hablan
del argumento entre ellos y con sus hermanos más pequeños haciéndolos
participar de sus propias experiencias. De esta forma, cuando los hermanos
mayores salen, a su regreso traen al grupo familiar cultura y civilización, en una
palabra: progreso, y alrededor de ellos se crea una atmósfera más elevada.
Toda esta actividad representa un símbolo de la vida. Y ya que la vida fuera de
casa es diferente a la vida del ambiente cerrado, hace falta también una guía y
una meta. En una palabra: para salir, hay que estar preparados.
Si el segundo período fuese considerado desde el mismo punto de vista del
precedente, tendríamos que dejar que el niño saliera y fuera donde quisiera,
pero, por supuesto, se perdería.
Antes, la maestra perfecta era aquella que haciéndose a un lado dejaba
trabajar al niño solo. No sería posible aplicar el mismo procedimiento ahora, ya
que el muchacho vive dos existencias paralelas: su existencia dentro del hogar
y su existencia en la sociedad. Esto es un hecho nuevo. Los “scout” nos
ofrecen elementos útiles para este propósito: cuando van al campo o a los
bosques se dedican a realizar ejercicios de agilidad. También la experiencia
práctica es útil en esta edad: así que estos chicos, para decidir el destino de su
"salida" observan los objetos de quiénes ya han ido anteriormente por ese
camino y les han dejado expresamente, estas señales les sirven para encontrar
el camino. Los grupos que se siguen a cierta distancia aprenden a reconocer, a
partir de la posición de un objeto preestablecido considerado como señal, la
dirección que ellos mismos deben tomar. Se trata de un ejercicio activo que
acostumbra a los muchachos a observar y a buscar... ¡es muy diferente del
sistema que conduce al niño de paseo tomándolo de la mano!
Otra actividad de los “scout” consiste en estudiar las huellas de los animales.
Cuando el niño era más pequeño lo hacían observar los mínimos particulares
del ambiente, así aprendía a moverse con cuidado, a tocar los objetos sin
dejarlos caer, sin romperlos, etc. También ahora es importante para la
continuación de su desarrollo que observe cada cosa en el universo en el que
se mueve. La elección de estos ejercicios está en relación con su edad y debe
realizarse basándose en consideraciones de orden físico: los ejercicios que
comportan los movimientos, por ejemplo, son dictados más por la edad del niño
que por el grado de su inteligencia.
Un ejemplo: un niño de una escuela holandesa sabía trabajar con el cuadrado
de un binomio que corresponde al conocimiento de jóvenes de edad más
avanzada. Pero un día, él y algunos compañeros de su misma edad le pidieron
permiso a su maestra para ir a recoger cerrillos apagados que se encontraban
en el bosque. No se comportó diferente a los demás; como ellos, se
preocupaba solamente de ver quién había encontrado más sin importarle las
explicaciones que la maestra estaba dando en otro lugar. Esta preocupación
era el testimonio de su edad; un niño se interesa todavía en estas pequeñas
cosas, sin embargo, su inteligencia es capaz de hacer algunos rebotes
hacia un orden de ideas más avanzado. Se puede decir que, aunque un chico
pueda evadir el plano intelectual, queda ligado a su edad en el plano práctico.
V. PASAJE A LA ABSTRACCIÓN. EL ROL DE LA IMAGINACIÓN. LOS
PASEOS AL AIRE LIBRE: CLAVE DE LA CULTURA.

Cuando nos proponemos preparar a los chicos para "salir" del lugar cerrado en
el que han sido educados hasta los siete años, se presenta en la mente un
gran cuadro. Salir de una habitación, de una clase, para afrontar al mundo
externo, que comprende toda la multiplicidad de las cosas, quiere decir que
evidentemente se abrirá una puerta inmensa a la instrucción. Es un
acontecimiento comparable al que ocurre en la historia de la pedagogía al de
abrir el libro de Comenius, "Orbis Sensualium Pictus".
Antes de Comenius, se ofrecía al niño el conocimiento limitado con el medio
exclusivo de la palabra. Comenius imaginó que el - y parece que fue la primera
piedra de un nuevo método educativo- ofrecer el conocimiento de la urbe
mediante las imágenes, el conocimiento debía resultarle muy grande.
Compuso pues, un libro de figuras que representaban todo aquello que existe
en el mundo: plantas, animales, piedras, razas humanas, cartas geográficas,
acontecimientos históricos, industria, comercio, medicina, higiene, producción
de la primera máquina y el modo en el que funcionaba, etc. Cada idea estaba
representada por una figura y comentada con pocas palabras. Parecía fácil
abrazar el todo viendo las figuras del libro. Fue en realidad un primer ejemplo
de aquello que fueron más tarde las enciclopedias, con la diferencia que las
enciclopedias volvían a valerse de la palabra y así el "Orbis Sensualium Pictus"
permaneció más que único en la historia de la pedagogía.
Sin embargo, siguiendo esta idea se ha comenzado a enseñar por medio de
objetos tangibles. Pero, dado que las ideas se empobrecen al ser divulgadas,
la maestra que exponía las ideas de Comenius -que sabía todo-
substituyéndolas con sus palabras, no dio al alumno más que sus míseros
conocimientos traducidos en imágenes.
Enseguida se pensó que la figuración en dos dimensiones era insuficiente para
la comprensión del chico. Se le presentaron entonces aquellos modestos
conocimientos de forma real. Pero, delante a la dificultad de procurarse y de
conservar los objetos, se pensó encerrarlos en un museo. Cada escuela
moderna que se respete debe tener su propio museo. Así, al lado de los chicos
encerrados, se tendrán objetos encerrados.
Alrededor del chico que necesita ver las cosas para comprenderlas, reina una
atmósfera pesada y deprimente, debida a la subestima de su inteligencia por
parte del adulto. Las capacidades intelectuales del chico permanecen
insospechadas. Pero nosotros, a quienes el chico ha revelado esta enorme
potencialidad, esperamos que la verdadera idea de Comenius sea retomada,
ofreciendo a los chicos el conocimiento del Mundo en su realidad.
Cuando el chico sale, es precisamente el Mundo Real que se ofrece ante sus
ojos. En lugar de fabricar algunos objetos que representen ideas y encerrarlos
en un armario, dejemos salir al chico mostrándole las cosas en su autenticidad.
En su conjunto, el mundo repite siempre -o casi siempre- los mismos
elementos. Si se estudia, por ejemplo, la vida de las plantas o de los insectos
en la naturaleza, se tiene más o menos una idea de ellos en el mundo. Nadie
conoce TODAS las plantas. Pero basta observar un pino para poder imaginar
cómo viven todos los demás pinos. Cuando estemos en el grado de
comprender las diversas funciones de la vida de los insectos que vemos en el
campo, podemos hacernos una idea de la vida de todos los
demás insectos. Nadie ha visto bajo sus ojos a todos los insectos del universo.
El mundo se adquiere psicológicamente mediante la imaginación y alcanza el
conocimiento total. Estudiar estas cosas es, en un cierto sentido, una
meditación sobre el particular. Profundizando en la personalidad de un
individuo, se estudia un fragmento de la naturaleza.
Cuando se encuentra un río o un lago... ¿es necesario haber visto todos los
ríos o los lagos del mundo para saber qué cosa es? La imaginación puede
representarnos al mundo inmediatamente. Una máquina, un hombre que
pesca, un hombre que trabaja, todos son particulares que forman en
conocimiento. Este es un método de cultura universal. Es evidente que la
posesión de las cosas reales y su contacto real llevan, antes que nada, a una
suma real de la cultura, la inspiración que ésta causa hace más viva la
inteligencia que se ha interesado y que ha querido saber. Entonces, de todas
estas cosas vistas con los propios ojos, surgen intereses intelectuales (el clima,
los vientos, etc.) y las instrucciones se vuelven vivientes. En lugar de ser
ilustradas son vivificadas.
Para concluir, la salida es una llave nueva para hacer posible que la cultura
impartida normalmente en la escuela sea más completa.

Ninguna descripción, ninguna imagen de ningún libro puede sustituir la visión


real de los árboles de un bosque y toda la vida que se desarrolla en su entorno.
Los árboles despiden algo que le habla al espíritu, algo que ningún libro,
ningún museo podrá mostrar jamás. Viendo un bosque nos damos cuenta que
no existen solamente los árboles sino todo un conjunto de vida: esta tierra, este
clima, esta potencia cósmica son necesarios para el desarrollo armonioso de
todos los seres vivientes. Esta miríada de vida que rodea a los árboles, su
majestuosidad y su variedad, son algo que es necesario ir a descubrir, que
nadie puede llevar al interior de la escuela.

Cuántas veces el ánimo del hombre -especialmente el ánimo del niño- se ve


menguado precisamente porque no se pone en contacto con la naturaleza. Y
cuando se da este contacto se hace sólo con un fin material. ¿Cómo podría un
chico describir la diferencia entre la naturaleza vista de día o de noche, si
desde el momento en que apenas se obscurece, se va a dormir?
He escuchado a un chico de 8 años decir esta frase que me ha impresionado
profundamente: "Daría cualquier cosa por poder ver las estrellas una noche".
Había oído hablar de las estrellas, pero no las había visto. Sus padres
pensaban que no había que dejar que el chico se quedara despierto siquiera
una noche, por bien de su salud.
Todo este esfuerzo centrado sobre la persona física, ha convertido a todo
mundo en neurótico. De hecho, se constata una disminución en la fuerza
nerviosa, no obstante, el progreso en la higiene que refuerza a la persona
física. Si la tensión en los adultos es anormal, es porque se han formado una
falsa idea de la vida. Y todos estos prejuicios crean la misma cantidad de
obstáculos en la vida intelectual del muchacho. ¿Qué mal puede haber en dejar
que un niño se levante más tarde si, excepcionalmente, se le permitió ir tarde a
la cama para consentirle descubrir las estrellas o los ruidos de la noche? El
espíritu del chico se encuentra, en esta edad, en un plano abstracto; no se
conforma ya con recibir los hechos: busca descubrir las causas. Hay que
utilizar este estado psicológico que le permite considerar las cosas en su
conjunto y conducirlo a reconocer que todo en el universo está relacionado.
Así, cuando él investiga las causas de la inmensa variedad de los efectos, el
mundo que tiene enfrente puede responder a esta exigencia natural.
Pero presentar la idea del conjunto no es tan fácil como ilustrar los particulares.
Así, no es suficiente que la maestra se limite a amar y comprender al chico;
necesita, antes que nada, amar y comprender el universo. Es necesario, por lo
tanto, que ella misma se prepare y trabaje. En el centro del problema está
siempre el chico, pero ahora la maestra responde ese llamado que se
encuentra en el mundo abstracto. Cuando el niño era todavía pequeño,
bastaba llamarlo por su nombre para que se volteara; ahora es necesario
llamar a su ánimo y ya no es suficiente hablarle: se necesita interesarlo.
Aquello que debe aprender debe ser interesante, debe fascinarlo, es
absolutamente necesario ofrecerle cosas grandiosas: para comenzar
¡ofrezcámosle el Mundo!
Dice en el Génesis: "Dios creó el cielo y la tierra". Esto es muy simple, pero es
grandioso. Así el alma está siempre despierta. Aún los particulares más
pequeños, cuando son presentados como parte de un todo, se transforman en
algo interesante y el interés aumenta poco a poco de la misma forma en la que
va aumentando el conocimiento. Por otra parte, el conocimiento que ofrecemos
ahora al chico no debe ser sobre el mismo plano, no debe ser puramente
sensible: es necesario que él recurra continuamente a su imaginación. La
imaginación es el gran potencial de esta edad y, desde el momento en que
nosotros no podemos ofrecerle el todo, a él le corresponde imaginarlo. La
instrucción de los chicos de los siete a los doce años debe llamar a su
imaginación, de la que, por supuesto, debe desencadenarse la representación
de la realidad. Por lo tanto, es necesario ser rigurosamente exactos: la
precisión, como el número y como todo lo que es matemático, servirá para
construir esta representación de la realidad. Así, pues, ¿qué es lo que
impresiona a la imaginación? Antes que nada, la grandeza y después el
misterio. La imaginación es capaz de reconstruir el conjunto cuando conoce los
detalles reales.
La imaginación no le fue dada al hombre por el simple placer de poder soñar
cosas maravillosas; así como las cuatro características comunes de los
hombres (el lenguaje, la religión, el culto a los muertos y el arte) no le fueron
dadas para vivir en contemplación. La imaginación es verdaderamente grande
sólo cuando el hombre, gracias al valor y a la voluntad, la utiliza para crear, de
otra forma se dirige a un espíritu que vaga en el vacío.
El mundo está lleno de obstáculos, pero la vida espiritual le ofrece al hombre la
fuerza para superarlos y cumplir su misión. Así, por ejemplo, el amor a la patria
está basado en la imaginación; ¿no es acaso la imaginación la que nos hace
entender qué cosa es nuestro país, qué cosa son nuestros compatriotas?
Nuestra lucha en favor de la infancia necesita de la imaginación ya que
conocemos personalmente a un número limitado de niños.
Pero esta patria, estos niños, todo aquello que imaginamos existe a propósito y
nosotros sabemos que ahí está.
Quien no posee este modo de imaginación no es más que un pobre ser
viviente. Pero el chico que posee demasiada fantasía es un ser agitado y
nosotros no sabemos cómo calmarlo. No decimos: "Suprimamos esta
imaginación de la mente del niño", sino que decimos: "La imaginación no es
suficiente para su espíritu." Es necesario nutrir también el otro aspecto de su
inteligencia, aquel que lo relaciona con el mundo externo: su actividad. Así
podremos disciplinarlo.
La imaginación del chico es errante, imprecisa, ilimitada. Pero apenas entra en
contacto con el mundo externo tiene necesidad de exactitud. Esta necesidad es
tal, que el adulto no tendría la capacidad de inculcársela.
Queda claro que ya existe en él un potencial. Cuando se despierta su interés
sobre una base de realidad, nace inmediatamente el deseo de saber más. Es
posible entonces ofrecerle definiciones exactas y los chicos demuestran a su
manera este deseo de determinación. Por ejemplo, hemos tenido en una de
nuestras escuelas a un pequeñín de siete años que había seleccionado el
estudio del río Reno. La maestra había preparado un mapa del río con sus
afluentes, pero el niño no se sintió satisfecho. Quiso conocer la longitud relativa
de cada uno de los afluentes -y aquí está la idea matemática-. Para poder
construir mejor su propio mapa, consiguió un papel milimetrado y de esta forma
surgieron en él al mismo tiempo el sentido de las proporciones y el interés por
los estudios. Por voluntad propia, continuó trabajando en el mismo estudio
durante más de dos meses y no se sintió satisfecho hasta que lo terminó
meticulosamente. Su satisfacción nacía del hecho de haber podido
experimentar la idea con los métodos matemáticos.
A este propósito haremos un paralelo con los infantes que tocaban los objetos
cada vez con mayor delicadeza. Este ejercicio parecía satisfacer algo muy
dentro de ellos.
Pero mientras en ese entonces nos movíamos en el plano del tacto, ahora se
trata de satisfacer el plano de la imaginación. Así, en planos diferentes, se
encuentran fenómenos paralelos. Claro, cuando se suscitaba un interés en el
niño pequeño, la respuesta era infantil. Pero cuando despertamos el interés en
la cultura, ésta puede desarrollarse. Basta un particular, ya sea en el campo de
la física o de la química, que se produce este despertar. Rápidamente surgen
una cantidad de ejercicios de determinación que llevan a una cultura exacta y
profunda.
La imaginación es la base misma del espíritu, es la que eleva a cada cosa a un
nivel superior, el plano de la extracción. Pero la imaginación tiene necesidad de
un soporte: tiene que ser construida, organizada. Solamente entonces el
hombre puede alcanzar un nivel elevado, ya que entra en el infinito.

Aquí se perfila una especie de plan de estudio: dar el Todo, presentando el


Particular como medio. Por ejemplo, cuando consideramos el estudio de los
seres vivos, lo importante es establecer desde el principio la clasificación. En
un tiempo se trató de suprimirla pues se pensaba que era árida y difícil, pero en
realidad es la que constituye la clave de estudio del todo. No ayuda solamente
a comprender, sino que, además ayuda a recordar. Representa, por lo tanto,
una base que es necesario establecer desde el principio.
La maestra debe compenetrarse en la grandeza de este todo para poderlo
transmitir. El punto de partida no debe ser sólo la clasificación de algunos
detalles, sino la clasificación del todo que de esta manera viene a proyectarse
a los ojos de la mente y servirá de base para que cada particular encuentre su
justo lugar en el espíritu. Por ejemplo, digamos que el mundo es el globo en
cuya superficie vivimos; pero decimos de manera casi inmediata que este
planeta también recibe reflejos del mundo de los astros. No se puede aislarlo
del conjunto, no se puede observar sólo. Considerándolo de modo abstracto,
podemos definirlo como el imperio de los tres reinos: reino animal, vegetal y
mineral. Tomamos un globo diferente al que se utiliza para geografía: la parte
en blanco representa la tierra, y la parte en negro el agua.
Esto no sirve al estudio de la Geografía, sino que está destinado a estimular la
imaginación que trabaja partiendo de este globo.
Hablar de los animales, de los vegetales, de los minerales es una abstracción,
pero nosotros diremos: "El hombre vive sobre estas tierras y el hombre debe
conquistar el mundo...", la inteligencia del hombre debe conquistar el mundo,
como la inteligencia del niño ha conquistado el ambiente que lo circundaba.
Cada cosa está estrechamente ligada con este planeta: cada ciencia no
estudia más que los particulares de un conocimiento total. Hablar de la vida del
hombre sobre la superficie del Globo Terráqueo, significa estudiar la historia.
Cada particular se vuelve interesante por el hecho de estar estrechamente
unido a los otros. Podemos comparar el conjunto a una tela: cada particular es
un bordado y el conjunto forma una trama maravillosa.
Para que el niño de los siete a los doce años pueda tener una idea de uno de
los conjuntos de la naturaleza, por ejemplo, del planeta sobre el que vivimos,
tendremos que comenzar por proporcionarle los nombres.
Para poder realizar un trabajo útil, tenemos que llegar a darle una idea de
todas las ciencias, no con los particulares y precisiones, sino solamente con la
impresión; se trata de "sembrar la ciencia" en esta edad en la que existe una
especie de período sensible de la imaginación. Una vez que se ha dado la idea
del conjunto, entonces hay que mostrarle cada rama de la ciencia: Mineralogía,
Biología, Física, Química, etc.
Como hemos visto, del examen del detalle nace el estudio del conjunto.
Sí, es naturalmente obligatorio comenzar por un particular. Pero como no existe
ninguno que no forme parte del todo, basta con escoger uno cualquiera que
constituirá el anillo de unión con el conjunto.
Después de esta conferencia, el material descrito fue modificado por la Dra. Montessori: el negro
(agua) lo cambió por el color azul. Además, la Dra. Montessori preparó para la Casa de los Niños
otro globo que mostraba caracteres sensoriales más evidentes: La tierra está representada por una
superficie áspera de color nu4, el agua por una superficie lisa y azul, de esta forma, la discriminación
visual se conjuga con la táctil. (confrontar con el ejercicio de liso-áspero)
VI. EL AGUA

Para comenzar, hay que escoger un elemento de grandes dimensiones,


también en cantidad, porque si un elemento está representado grandemente,
quiere decir que su función es importante. Por esto, el agua es uno de los
elementos más grandiosos de la Tierra. Decimos antes que nada que muchos
animales viven en el agua, sobre todo en los océanos y que estos animales
presentan un particular interés. Desde el momento en que la imaginación no
podría ser suficiente para darnos una idea del número de estos animales, el
sistema decimal, gracias al cual podemos construir números enormes servirá
para este fin y es así que la ciencia de las matemáticas ayuda a la imaginación.
Para dar una idea de esta cantidad se puede decir que algunos peces
depositan cada año 70 x 10 ч huevos y se puede agregar que otros animales
minúsculos existen en una cantidad tan enorme que ningún niño podría escribir
ese número. Mostramos estos animales en el microscopio agregando que, a su
vez, viven en colonias inmensas, formando en el mar una mancha tan grande
que una nave emplearía seis días para rodearla. El espíritu ofrecerá a la
imaginación una ayuda mucho más valiosa que si se dijera simplemente "Esta
cantidad es muy grande, es enorme".
Hacemos notar que los seres que viven en la Tierra se encuentran solamente
sobre la superficie, mientras que los que hemos apenas mencionado se
encuentran a todas las profundidades del océano. En ciertos puntos el océano
es tan profundo que podría contener la más alta de las montañas. Esto servirá
para darle una idea de la relación que existe entre los seres que viven sobre la
Tierra y aquellos que viven en los mares.
Tanto más que, mientras sobre la Tierra se encuentran los desiertos que
frecuentemente están deshabitados por completo, en el agua de los océanos
estos animales se encuentran por todos lados.
¿Qué cosa mantiene la higiene en este mundo? Si se examina al agua se
encuentra siempre compuesta del mismo modo; esta composición puede ser
determinada exactamente en forma matemática. Y, ¿desde cuándo el agua se
compone de esa manera?... sin duda, desde siempre y para siempre. ¿Por
qué? Pues si cambiara, aún en lo más mínimo, todos los seres vivientes que en
ella se encuentran morirían. He aquí, puesto a la luz, el problema vital del
agua.

Subdivisión del Estudio del Agua.


El agua es un elemento de gran interés: es necesario conocerlo a fondo. Se
presenta, como casi todos los cuerpos, en tres fases: sólido, líquido y gaseoso.
Hagamos hincapié en este hecho: ¿Por qué el agua se nos presenta en sus
tres aspectos de manera más común que cualquier otro elemento? Además, en
el estado sólido pareciera asumir a capricho formas diferentes (nieve, hielo).
Podemos provocar el paso de un estado a otro por medio del calor (enfriándola
o calentándola) pero, desde el momento en que sus transformaciones se
producen tan fácilmente, ¿no es lógico tomarla como sustancia base? Para
esto nos sirve la medida de la temperatura y decimos: "0° es el punto en que el
agua se transforma en hielo y 100° es el punto en el que se transforma en
vapor; el intervalo entre estos dos grados se divide en 100 partes iguales que
son los grados centígrados".
En la vida práctica vemos continuamente cómo se transforma el agua en vapor.
Así transformada es mucho más ligera entre más fría este. Y esto es un punto
que tiene en común con otros elementos. Pero para el agua, esto es solamente
a partir de 4 grados sobre 0: de hecho, por debajo de los 4° se hace más ligera.
Es una característica propia del agua y es por esta razón que cuando penetra
en el estado líquido al interno de una roca, enfriándose aumenta de volumen y
la rompe, así como rompe tuberías y calentadores de agua. Estos incidentes se
producen constantemente en la naturaleza.
Así el agua prosigue sin detenerse en su obra.
Este fenómeno es una bendición para los seres que viven en el agua ya que si
se solidificara se haría más pesada, los aplastaría a todos, en cambio,
representa para ellos una verdadera protección. Debemos notar que las leyes
de la naturaleza no son absolutas: pasa que el agua, solidificándose, se vuelve
más ligera y esto sucede contrariamente a todas las leyes. Si el agua fuera un
animal, se podría decir que se comporta así por adaptación. Los fenómenos de
la Naturaleza son siempre instructivos si los examinamos sin prejuicios.
Cuando se introducen substancias sólidas en el agua sólo el agua se evapora y
se separa de las sustancias mismas. Así el agua de mar evaporada forma las
nubes sobre la Tierra, después, desciende como lluvia, mientras que los
cuerpos sólidos que en ella se encontraban permanecen en el mar. Las nubes
tienen mucha actividad: su magnificencia despierta el interés y el estado
particular en el que está que ya no es líquida, estimula la curiosidad.

Afrontemos el estudio del agua en el estado líquido partiendo del problema de


los ríos que transportan al mar sustancias sólidas que flotan en sus aguas. Las
aguas de los ríos contienen grandes cantidades de sales. También la ciencia
de las Matemáticas en este caso ayudará a la imaginación: decir que los ríos
transportan una enorme cantidad de sales está bien. Pero decir que el
Mississippi por si solo revierte en el mar 70 millones de kilogramos de materia
calcárea al día y que todos los otros ríos realizan la misma operación en
proporción a su tamaño. Entonces surgen las preguntas: ¿Qué sucede?
¿Desaparece? ¿Es un milagro? No, interviene un fenómeno que permite que la
Tierra continúe subsistiendo. Cuando vemos nuestras embarcaciones navegar
en los océanos nuestro pensamiento vuela a esta agua, en la que se realiza un
trabajo continuo para mantener intacta su composición. 5
5 ElPrincipio de la Teoría Cósmica fue inspirado por un libro muy conocido en Italia: “Agua y Aire”
del célebre Antonio Stoppani, paleontólogo, geólogo, sacerdote y escritor, tío de Doña Reñidle
Stoppani Montessori, madre de la Dra. Montessori, quien con frecuencia se complacía en recordar
su célebre ascendencia materna.

La idea ha sido lanzada al aire. Todo se une en el universo y cuando se parte


de un detalle siempre se llega por correlación al todo.
Además de todo esto, el agua es un solvente: algunas sustancias se disuelven
en el agua, por ejemplo, el azúcar y una vez disueltas desaparecen a la vista.
La gran fusión cósmica del agua es la de disolver la roca: de hecho, disuelve
masas inmensas, montañas altas millones de metros que podrían parecer los
elementos más duraderos de la Tierra.
Esta parte del estudio del agua -la más misteriosa, porque es la que el ojo no
puede ver- es precisamente la que produce mayor interés. Explicaremos pues
que el agua disuelve la materia calcárea contenida en la roca: esta singular
función dará una idea de la inmensa cantidad de ésta que existente en la
superficie de la tierra.
Para darnos cuenta de la masa de la materia calcárea, podemos pensar en un
prisma con una superficie equivalente a dos veces la superficie de Europa y
una altura de 3,000 metros. Proporcionar estos datos precisos ayudan a la
imaginación.
Veamos ahora el mecanismo del fenómeno: el agua se apropia de la materia
calcárea, la absorbe y la transporta con ella misma y si nuestros ojos no
pueden ver la realización de este trabajo es porque al agua le toma mucho
tiempo cumplir esta gran obra y nosotros estamos acostumbrados a darnos
cuenta sólo de las cosas que suceden al momento. Sin embargo, una serie de
experimentos nos permiten comprobar esta acción que realiza el agua: los
pequeños orificios que se observan sobre la superficie de monumentos
antiguos, las grietas de lastras de piedra que pavimentan los parques... pero
bueno, regresaremos a este argumento cuando estudiemos la acción del agua
sobre la tierra.
El agua que es la gran escultora de las rocas y transporta una gran cantidad de
sustancias, entre otras formas, por medio de los ríos. Si queremos darnos una
idea de la extensión de los ríos sobre la Tierra, no hay por qué preocuparse:
basta dar una ojeada al mapamundi y veremos que un sólo río comprende -con
sus afluentes- una vasta parte de la superficie terrestre. Los chicos se
impresionan por la inmensidad de las cuencas fluviales que recogen el agua de
todas las partes del mundo y la llevan al mar con todas las sustancias
disueltas. Hay que mostrarles varias representaciones de estos ríos: por el
momento no es necesario nombrar los afluentes, el sólo verlos estimula la
imaginación.
Ahora hagamos observar que todos los grandes ríos de la Tierra vierten sus
aguas a un sólo océano: el Atlántico, ya sea directamente o a través de otros
mares (el Océano Glacial Ártico, el Mar Mediterráneo, etc.) que están siempre
en comunicación con el Atlántico. Si algunos grandes ríos desembocan en
algún otro lugar, por ejemplo, en el Pacífico, en sus desembocaduras se
forman pequeñas islas que son barreras destinadas a proteger al Océano
Pacífico. Esto significa que se puede considerar al Atlántico como el inmenso
recolector de todas estas sustancias.
Hemos hablado ya de la enorme cantidad de sales que por sí solo el
Mississippi revierte en el mar. Lo mismo sucede con todos los otros ríos: el
agua se transforma después en vapor, pero abandona las sustancias que ha
transportado consigo. Esta agua destructiva, este obrero tan ligero, tan fresco,
realiza tranquilamente su trabajo: una gran cantidad de sustancias calcáreas se
depositan en el fondo del mar y puesto que hasta ahora el Atlántico no se ha
colmado, es evidente que estas sustancias son distribuidas en todos los otros
mares. Este fenómeno de la distribución constituye otro campo, que podría
entrar, al menos en parte, en la geografía física (por ejemplo, las corrientes
marinas), de las que tendremos ocasión de hablar más adelante.
El fenómeno más singular es que toda esta materia calcárea desechada en el
mar por millones y millones de años, no ha alterado para nada la composición
del agua, de la que depende la vida de todos los seres que pueblan el mar. El
problema cósmico consiste por lo tanto en eliminar todo este carbonato de
calcio, para que el agua permanezca inalterada. Pero ¿cómo hacer para
eliminar una sustancia que está ya disuelta? Imposible poner a hervir el agua
del mar. A este punto interviene en la profundidad del océano otra fuerza
activa: Una energía que provee a reordenar toda la sustancia disuelta. Esta
energía es la Vida. Existen por esta razón seres vivientes que se encargan de
fijar este carbonato de calcio.
Existen siempre por un lado una parte de las fuerzas físicas que destruyen y
por otro, fuerzas vitales que reconstruyen. Desde tiempos inmemoriales estos
animalillos desarrollan su función: son aquellos que se revisten de una concha
calcárea y constituyen una verdadera fuerza, que tiene la tarea de apoderarse
del carbonato de calcio excedente y de fijarlo.
El estudio de las conchas y caracoles acuáticos es interesantísimo para los
niños.
Existen conchas tan grandes que una sola de sus valvas puede pesar 300 Kg.
y hay también otras minúsculas y microscópicas: los foraminíferos, por ejemplo,
de los que se pueden observar fragmentos en el microscopio, son seres
invisibles, unicelulares, que constituyen una especie de polvo, comparable a la
arena del desierto, esta arena, acumulándose forma depósitos calcáreos.
Los animales que en este campo tienen la función más importante son los
corales. Los corales tienen la particularidad de estar fijos: siempre absorben
carbonato de calcio, se multiplican y crecen hasta salir a la superficie, donde
forman islas, vastas regiones.
Considerando por una parte la existencia de los ríos sobre la Tierra, por otra,
esas formaciones coralinas, se descubre que estos fenómenos tienen una
relación entre ellos: uno representa la fuerza que destruye, el otro la energía
que, simultáneamente, reconstruye.
La cantidad misma de las islas coralinas es un punto interesante que vale la
pena señalar: son enteros continentes que desaparecen, mientras otros se
crean. Hoy, estas islas son muy conocidas y se ve claramente que forman las
islas del Pacífico, con una extensión de tierra comparable con Asia. El hecho
singular es que todas estas construcciones están situadas en el Océano
Pacífico y no en el Atlántico, en donde los ríos depositan la mayor parte del
material.
Veamos por qué.
Es conocido que los corales, para prosperar, tienen necesidad de aguas
tranquilas y limpias. Ahora, el depósito de los materiales necesarios que vivan
se encuentra en el Atlántico, pero los seres que utilizan este depósito se
encuentran alejados a millones de kilómetros. Se puede establecer un paralelo
con aquello que sucede en la industria: la producción se cumple en un
determinado lugar y los hombres en los países más lejanos utilizan con calma
esos productos. Es una organización maravillosa, que comprende por una
parte la producción o depósito de materiales en aguas turbias y tumultuosas y
en algún otro lugar se consuma la reconstrucción. ¿Quién pues transporta esta
sustancia lejana hacia los corales que no pueden moverse? Deben existir los
medios de comunicación y de distribución de diferente importancia,
precisamente como para la distribución y el transporte de los productos
industriales.
Aquí comenzamos a descubrir la organización viviente, misteriosa en sí, pero
simple de comprender: abordemos la geografía física, la zoología, para explicar
la función de la vida en el universo, la mineralogía y algunos principios de física
para describir las propiedades del agua y, finalmente, nos servimos de algunos
elementos de química para esclarecer como el agua puede destruir las rocas.
Todos estos elementos forman parte de un conjunto, apasionante como una
fábula: nos cuentan la Historia de la Tierra.
A menudo se presenta a los chicos una clasificación de las conchas, pero
existe tal variedad y con nombres tan difíciles que no se debe considerar como
un estudio importante como para imponerlo.
Aquello que es necesario presentar inmediatamente a los estudiantes no es la
descripción de todas estas conchas -monovalvas, bivalvas, etc.- sino la noción
de la inmensa variedad de formas que la naturaleza puede asumir. Esto es lo
que conmueve a la imaginación, la habilidad estética de estos animales que no
se cubren con una concha sólo para defenderse, sino que, además, le dan
diversas formas adornándolas con diseños singulares dependiendo de su
especie, así como el ser humano construye su casa con otros propósitos, no
solamente para protegerse de la intemperie.
Atraigamos pues la atención del niño a la obra de la vida: esto es lo importante.
Si estos animales fueran dotados de inteligencia y pudieran discernir, sin duda
dirían: "Trabajamos para mantener pura el agua de los océanos y somos
incansables, pues si no elimináramos todo este carbonato de calcio, la vida en
el mar no sería posible".
Pero no podrían jamás imaginar de ser los arquitectos de nuevas tierras, de
nuevas cadenas de montañas, de islas lejanas, sobre las cuales nuevas
criaturas vendrán a establecerse.

En realidad, la finalidad de estos seres vivientes está muy lejos de ser sólo la
que aparenta ante sus ojos: a primera vista su función pareciera ser la de
buscar las mejores y más felices condiciones de vida. Los corales podrían
pasar por seres inconscientes, gozando de los placeres materiales de la vida
en modo parcial e indiscriminado. Es muy singular observar cómo los corales
presumen de vivir bien: buscando una cierta temperatura, se aseguran un tipo
de agua con buena cantidad de cloro y prosperan en lugares limpios (como lo
hacemos nosotros cuando vamos a vivir al campo), lejos de esas aguas
impuras y turbias que son los ríos que bajan de las montañas. Ni se preocupan
por saber que los materiales de los que se sirven provienen justo de los ríos de
los que quieren estar lo más lejos posible, en lugares espléndidos, sanos y
templados: quieren vivir en óptimas condiciones higiénicas.
Pero su trabajo (que es esencial) consiste justo en absorber esa agua; deben
apropiarse del carbonato de calcio y restituir el agua purificada: todos los
animales secretores tienen la misma finalidad. La cantidad de agua que
absorben es considerable: ¡equivale, en proporción, a la que absorbería un
hombre que bebiese litros de agua al segundo!
Los corales cumplen un trabajo tan importante que tienen necesidad de ayuda:
existen, pues pequeñas algas que trabajan continuamente para dotarlos de
oxígeno. Estos corales se podrían comparar a señores servidos por sus
criados. Tenemos la impresión de encontrarnos en medio de una fábula
fantástica y sin embargo se trata de la más pura realidad, pero una realidad
que debe satisfacer a la imaginación.
Este movimiento del agua, bastante difícil de explicar, depende de un gran
número de factores, muchos de los cuales son factores cósmicos. Pero las
corrientes no serían suficientes para crear el movimiento necesario, para que el
carbonato de calcio fluya hacia los secretores, se debe contar con el
movimiento de los seres vivos. Nuestro interés se vuelca hacia los animales
superiores que pueblan las aguas: los peces que presentan infinidad de
variedades, pero un sólo tipo en general que puede definirse así, “dos grandes
masas musculares en movimiento como si fueran una cuchara que mezcla y
remueve sin parar el azúcar en el fondo del océano”.
Podemos pues considerar dos grandes grupos de animales: los animales
secretores y pesado que se quedan en el fondo del agua sin moverse, o casi
sin moverse, y los peces que se mueven continuamente con su esqueleto
ligero que basta apenas para sostener los músculos en movimiento.
Esta infinita variedad de peces constituye un grupo con relaciones sociales
muy peculiares. Es así como empezamos a estudiar la vida de los peces en el
mar. Es una vida muy interesante y aún más interesante es este movimiento
perpetuo que tiene la misión cósmica de mezclar el agua. ¡Este trabajo hace
verdaderamente placentera la vida de los peces! Con frecuencia decimos: “es
feliz y libre como pez en el agua”.
Nótese que la realización de una gran tarea lleva felicidad a los seres vivientes
que la realizan. Pero apenas expresamos esta idea, su lógica salta a los ojos:
para cumplir una gran tarea hay que trabajar en las mejores condiciones
posibles.
Estudiar las diversas corrientes marinas es difícil, pero observar su dirección en
un mapa geográfico es fácil; se puede decir a los niños que existen ríos
inmensos, no sólo en la tierra, sino que también en los mares.
¿Cómo pueden existir las corrientes de agua en la misma agua? De hecho, el
mar está surcado por innumerables corrientes, tantas que se podría establecer
una especie de anatomía del océano para ilustrar exactamente su itinerario.
El agua del mar tiene sus leyes exactas, eternas: cada corriente corre siempre
en la misma dirección. Y el estudio de las corrientes de la superficie revela la
existencia de las que se encuentran a mayores profundidades. En la base del
sistema existen factores externos (por ejemplo, la temperatura, el sol, la
atracción solar o lunar): al interior se encuentra todo el trabajo de los animales,
que jalan el agua de arriba hacia abajo y después la empujan de abajo hacia
arriba. Así se puede comparar esta circulación a la de la sangre en el cuerpo
animal: la sangre impura fluye hacia los pulmones y se purifica. De la misma
manera, los animales secretores de los que hablamos representan los
pulmones del océano: se encargan sin descanso de eliminar del agua el
carbono de calcio. Esta función se desarrolla a gran escala como si la Tierra
fuera una persona viva: esta noción (que queda indeterminada en la
imaginación del chico, pero que corresponde a la realidad) hace que cada uno
de los particulares estudiados a continuación lo conduzcan una vez más a la
visión del conjunto.
Entonces el conocimiento, aportando sus determinaciones, irradia desde el
centro... como una semilla que se desarrolla poco a poco.
El estudio de las corrientes superficiales nos conduce a la Geografía. Estas
corrientes, trazadas en el mapa con rojo si son cálidas y en azul si son frías,
son evidentes al ojo del niño. Se puede ayudar a su imaginación diciéndole que
cada una de estas corrientes representa un río enorme, en el que la cantidad
de agua transportada corresponde a mil ríos Mississippi o mil Ríos del
Amazonas reunidos. Seguimos la corriente ecuatorial a partir del Golfo de
México: cuando se divide, una de sus dos ramas forma la Corriente del Golfo y
la otra regresa sobre sus pasos a cerrar el anillo.
El movimiento de las corrientes se puede comparar con la actividad de la vida
práctica: por ejemplo, cuando se barre una habitación se acumula todo el polvo
en un ángulo antes de recogerlo. Aquí el carbonato de calcio desaparece.
Ahora, en el extremo de este anillo se encuentra efectivamente un inmenso
recolector que es el Mar de Sargassi.
Dada la existencia de un movimiento circular formado por las corrientes,
evidentemente los objetos que vienen a encontrarse sobre la circunferencia
(por ejemplo, pedazos de madera, a veces de grandes dimensiones, hasta
árboles enteros) jalados por la corriente de la fuerza centrífuga, se alejan a lo
largo de la tangente, recorriendo siempre el mismo camino. Esta agua
trabajadora transporta siempre los residuos: por esto, en las regiones de los
glaciares, donde no crece ninguna forma de vida vegetal, se encuentran
grandes cantidades de leños que permiten a los habitantes de esas regiones
construir sus casas y calentarse. Para los niños, estas anécdotas son aún más
interesantes que una fábula.
Observemos por un momento el mapa de las corrientes y después dejémoslo
durante un cierto tiempo a la vista de los niños para atraer su atención ya que
ellos asimilan el ambiente por instinto. Cada uno de ellos se dedica al trabajo
que he escogido, pero el mapa está ahí y les interesa. Hagámosles observar el
Pacífico en donde el clima es caliente, todas las corrientes son paralelas, en
cambio en otras partes de la Tierra su curso es irregular.
De la observación visiva de estas corrientes se puede concluir que el agua fría,
es más densa y tiende a bajar, mientras el agua caliente, más ligera, sube: por
otra parte, el agua purificada del sedimento calcáreo es más ligera de la que
todavía está saturada y por eso tiende a volver a subir a la superficie.
La anécdota de la botella que contenía un mensaje lanzada al mar por un
náufrago en el extremo de Cabo de Hornos (al extremo sur de América) y
encontrada en Irlanda es una clara demostración del movimiento de las
corrientes.
Claro que sería fascinante poder penetrar en el majestuoso misterio que el
agua lleva consigo. Así nace el deseo de celebrarla con versos. La forma en
que se comporta, su finalidad inteligente, su misión grandiosa nos hacen sentir
su maternidad. ¿No es acaso la madre de todos los seres vivientes, el agente
de la Creación? San Francisco de Asís lo había comprendido bastante bien y
en un momento de amor fraternal hacia los elementos, había celebrado "...
hermana agua la que nos es muy útil, eres humilde, eres preciosa, eres casta"
Y amada por todos, porque todos los seres vivientes tenemos sed, tanto los
animales como las plantas no podríamos vivir sin ella. ¿Cómo se podría no
tenerle admiración y reconocimiento y unido a todo esto, deseos de conocerla?
El estudio del agua puede pues convertirse en algo apasionante y varios datos
precisos obtenidos de las investigaciones científicas seguramente lo ilustrarán
mejor.
Observamos ahora al agua desde un punto de vista diferente. Ya le hemos
hablado al niño de su propiedad disolvente y hemos visto que su gran función
cósmica consiste en disolver las rocas. Consideramos pues al agua como un
solvente: esto es un concepto preciso. Examinemos ahora el mecanismo de
esta propiedad: este examen nos lleva directamente a la química.
El agua en su calidad de "solvente" entra en una "solución" y este poder de
solución tiene límites bien precisos que se pueden medir: a este punto
interviene una vez más el factor matemático. Diremos que el agua que
permanece en la superficie es "saturada" y que las sustancias en exceso
forman un "depósito". Mezclamos después el agua con otra sustancia bien
conocida: el almidón y mostramos que, aunque en mínima cantidad, el almidón
no es soluble: se mezcla, pero no se disuelve.
Decimos ahora que este almidón permanece "en suspensión" y he aquí otro
concepto preciso. Finalmente metemos una piedrecilla en el agua: veremos
que no se disuelve.
El agua sigue siendo el solvente por excelencia. Existen, naturalmente, algunas
sustancias que no se pueden disolver, pero, otro hecho singular es que las
sustancias que disuelve se hospedan pasivamente en ella. La roca es la
sustancia de la que nunca se sacia, nunca deja de devorarla. Corre en su
búsqueda hasta las profundidades de la tierra. Y bueno ¿cómo es que la
piedrecilla que pusimos en el agua no se disuelve?
¿Qué misterio es éste? He aquí algo diferente para lo que hace falta una
explicación complementaria: no solamente el agua disuelve las sustancias
sólidas, sino que disuelve también algunos gases, en particular el dióxido de
carbono o anhídrido carbónico, el conocido gas que emiten todos los animales
de la Tierra y la Tierra misma. Ahora, el agua para poder realizar su acción
sobre la roca, debe contener disuelto este gas que existe también en el
océano.
Ya que el agua no puede arrastrar la enorme roca, primero la transforma, la
hace friable y después se la lleva.

Estas transformaciones son diferentes de aquellas que se obtienen mediante


una simple solución, como nos enseña la química, el agua realiza sobre la
piedra una acción tanto física como química.
A este punto mostraremos a los niños una botella de agua que contenga bajo
presión una gran cantidad de anhídrido carbónico, o sea una solución
presurizada de ácido carbónico. El agua que penetra en la tierra puede
contener una gran cantidad de este gas, justo porque está bajo presión: esto es
lo que sucede cuando el agua excava bajo tierra las cavernas, las galerías y
los pozos. Pero cuando el agua resurge a la superficie restituye todo el exceso
de carbonato de calcio que contenía bajo presión y es así como se producen
sobre la costra terrestre grandes formaciones de minerales.
Tenemos como ejemplo a las rocas volcánicas y a las calizas. Es lo que
sucede con la botella que deja salir el ácido carbónico bajo presión apenas se
quita el tapón y la presión baja.
El agua penetra en la tierra para cargarse de la sustancia rocosa que llevará
consigo y la depositará en la superficie. Aquí esta roca forma originales
construcciones como un genial arquitecto. El agua es pues activa, golosa,
capaz de contener una enorme cantidad de este gas del que está ávida y que
es su colaborador en la importante obra de devorar rocas. Vemos por qué el
agua de lluvia, que contiene más ácido carbónico del que contenía cuando era
vapor en las nubes, deja sus huellas en la piedra.
VII. ALGUNAS EXPERIENCIAS DE QUÍMICA

Examinando el mapa de las corrientes marinas nos hemos damos cuenta de


que los cuerpos líquidos tienen pesos diferentes y que los líquidos más ligeros
flotan sobre aquellos más pesados. Ahora estableceremos algunos términos
técnicos o científicos mediante ejercicios, aunque no estén en relación con
aquellos que sirven para las corrientes marinas. Se trata de ejercicios paralelos
a los de la vida práctica, gracias a los cuales el niño aprendió a moverse con
movimientos precisos. De la misma manera, el uso de probetas y embudos
constituye un nuevo trabajo manual útil en este estudio.
Algunas manipulaciones son comparadas con las que trabajaba el pequeño en
Casa de los Niños cuando traspasaba líquidos de un vaso a otro. En este
ejercicio necesita tener más cuidado ya que el recipiente es más pequeño.
Veremos pues en una probeta líquidos de peso diferente: ahora introduciremos
un concepto nuevo "peso específico". La mejor manera de comprender esta
palabra es viendo diferentes líquidos sobreponerse. En el fondo del tubo se
queda el mercurio, arriba ponemos agua, después aceite y por último alcohol
etílico. Para reconocerlos mejor le pondremos tintas de colores diferentes a
cada uno de los líquidos (a) Tomemos otras dos probetas (b): en una ponemos
agua y una pizca de azúcar cristalizado en otra agua y almidón. El azúcar se
disuelve muy lentamente, aunque en los primeros instantes pareciera que no
es soluble en el agua.
a) b)
Pero si calentamos la probeta, el azúcar desaparece inmediatamente. En lugar
de una solución fría tenemos una solución con calor (c) c)

Este pequeño experimento que es de gran interés para los niños requiere de
una cierta atención: de este modo estamos impartiendo a los pequeños
alumnos una noción práctica –que el azúcar cristalizado es soluble en agua
caliente, no en agua fría- y al ismo tiempo educamos su paciencia.
Por lo que respecta a nuestro almidón, permanece inalterado, sin disolverse, ni
siquiera si agitamos la probeta, el agua se vuelve turbia, opaca: está "en
suspensión".
Por lo que asumimos que, una solución puede estar colorada y permanecer
transparente, mientras que el líquido que contiene una sustancia en
suspensión se vuelve opaco. Las dos probetas preparadas lo demuestran
claramente.
Tomemos ahora una solución azul de sulfato de cobre y agua y veamos si es
posible liberar al agua de esta sustancia. Para filtrarla comenzaremos por
aprender cómo preparar un filtro en un embudo, cómo amarrar el papel, cómo
tomar las medidas para evitar que el papel sea muy grande para el embudo ya
que el filtro debe permanecer bajo el nivel de éste. Para que nuestro pequeño
experimento resulte más evidente, filtremos primero el agua que contiene el
almidón. Veremos que vuelve a estar clara y habremos demostrado con qué
facilidad se puede liberar el agua de una sustancia contenida en suspensión.
Ahora repitamos la operación con la solución de sulfato de cobre: verificaremos
que esta agua, aunque filtrada, permanece colorada. La solución, pues,
constituye un líquido que es una nueva sustancia.
Hemos visto que, un líquido en el que se encontraba una sustancia suspendida
puede volver a ser claro cuando es filtrado, aunque esto no significa que se le
haya quitado la sustancia que estaba suspendida anteriormente. Para hacerlo,
hace falta que el líquido pase por otra operación: hay que llevarlo a ebullición.
Si no disponemos del recipiente necesario para la destilación no podemos
obtener nuevamente agua pura:
pero podemos ver qué cosa permanece en la sustancia disuelta cuando el
agua se haya evaporado completamente. Esta operación de llama
"calcinación". Pensemos al carbonato de calcio que permanece en el fondo del
mar cuando se evapora el agua.
Si, por el contrario, resta un depósito en la probeta podemos (prácticamente, si
no completamente) liberar el líquido de esta materia mediante la "decantación".
Estas palabras nuevas son términos técnicos precisos que podremos escribir
en un cuadernillo o en fichas separadas dando la explicación exacta de cada
uno.

Hacemos notar que para hervir estos líquidos siempre se pone una redecilla
entre la flama y el matraz y debemos estar atentos para no quemarlo cuando el
líquido esté completamente evaporado.
Esta experiencia demuestra que el agua desapareció sin haber podido llevarse
nada consigo: el sulfato de cobre permanece como una sustancia sólida que
podemos recoger y poner nuevamente en el agua obteniendo otra vez una
solución azul, idéntica a la anterior. Así ha sido posible quitar la sustancia que
se encontraba antes en el agua y unirla nuevamente a otra.
He aquí actividades simplísimas pero que precisan de mucho tiempo pues hay
que tener la paciencia de esperar que los líquidos se depositen, se disuelva o
evaporen.
Además, se necesita mucha calma y mucha atención. El efecto psicológico
obtenido con este tipo de ejercicios en niños de esta edad se podría comparar
al juego del silencio de los más pequeñitos. Los niñitos contienen
rigurosamente todos los movimientos, en este caso los movimientos deben ser
pausados y realizados con un alto grado de concentración.
Podemos indicar otro ejercicio que no es complicado en sí ni difícil de entender
pero que exige paciencia y cuidado; sobre todo es imprescindible una mano
quieta y firme.
Se trata de llenar de agua una probeta. Cuando la probeta está llena hasta la
orilla, si observamos bien la superficie del agua, vemos que es cóncava porque
el agua se adhiere al vidrio. Esta unión se llama "cohesión". La dificultad está
en agregar una pequeña cantidad de agua en esta probeta que ya está llena al
ras. Se verá ahora como la superficie del agua cambia de cóncava a convexa.
Este fenómeno es el resultado de la fuerza de cohesión del agua: esta es la
razón por la cual se forman gotas cada vez que cae, una forma esférica. La
gota es al mismo tiempo cóncava y convexa.
Podemos explicar a los niños cómo se forman las estalactitas y las
estalagmitas: son todos argumentos que concentran su atención en el agua.
Ahora llevémoslos a descubrir, a través de la experiencia, el principio de los
vasos comunicables.
Tomemos una probeta en forma de U y expliquemos que el agua puede salir
del terreno porque tiende a ponerse al mismo nivel de una falda acuífera que
se encuentra bajo tierra. Muchos manantiales se deben a este fenómeno. Así,
para utilizar en una colina el agua que se encuentra a la misma altura en otra
colina, basta ponerlas en comunicación: si los antiguos Romanos hubieran
conocido este principio, no hubieran construido los inmensos acueductos que
despiertan nuestra admiración: hubiera sido suficiente establecer una
comunicación de un punto a otro. Además, hagámosles observar que la
superficie de los líquidos constituye un plano horizontal. Para demostrarlo, nos
servimos de un tubo a V. En el brazo oblicuo, la superficie del líquido asume la
forma de una elipse, en el otro, teniéndolo vertical, la forma es de un círculo.
Esto prueba que la superficie del líquido siempre permanece en posición
horizontal: basta pues que un líquido esté en reposo absoluto para que se
establezca tal posición. De todas estas demostraciones se derivan principios
que nos consentirán pasar a determinaciones matemáticas cuando se afronte
el estudio de los instrumentos científicos.
Hablemos ahora de la composición química del agua. Es necesario que el niño
sepa algo de esta ciencia que en nuestros días ya ha asumido gran
importancia. No podemos presentarle todavía grandes teorías ni la ciencia
exacta de la química, esto sucederá más tarde. Pero él se encuentra en una
edad en la que debe simplemente recibir la semilla que germinará después:
tiene necesidad de una idea, una impresión que desate su interés. Si este
interés surge, será capaz de estudiar y comprender rápidamente la materia. De
otra forma, esta ciencia tan desarrollada con gran influencia sobre la civilización
actual, le parecerá obscura.
Entonces, hay que buscar todo lo que puede ser accesible al espíritu del niño
para lanzar las bases del estudio futuro. Esto significa que antes de presentar
la ciencia es necesario sembrar algunas impresiones. También aquí será
oportuno recurrir a la imaginación para crear estas impresiones y llegar poco a
poco a las primeras conclusiones. Para esto hay que buscar símbolos
accesibles al niño, encaminarlo a esa lógica primitiva que lo haga razonar. No
hay nada que pueda hablarle mejor a su imaginación que la ciencia por el
sentido de magia que le es propio: el hecho de que de un cuerpo asociado a
otro cuerpo -como sucede con el agua- se forme un tercero, por así decirlo,
invisible... ¡da verdaderamente una impresión de magia! Es el espíritu que
permanece delante a la creación que surge.
El hidrógeno, un gas ligero, invisible, que trata de huir y el oxígeno, otro gas
presente siempre en el aire que no vemos, pero del que tenemos tanta
necesidad y del que los niños han escuchado hablar siempre, lo respiramos...
hasta los peces en el agua lo necesitan. El oxígeno es un gas prodigioso:
debido a él se originan las combustiones.

El aire está compuesto de oxígeno, presente en cantidad cuatro veces superior


al nitrógeno, otro gas que tiene la tarea de moderar al oxígeno: sin el nitrógeno
el oxígeno lo quemaría todo. Conocemos al nitrógeno pues con frecuencia
escuchamos hablar de sustancias nitrogenadas. Durante la II Guerra Mundial,
Alemania usaba el nitrógeno para fabricar gases explosivos.
Esto nos sugiere una observación muy singular: de los dos gases que
componen la atmósfera uno quema y el otro explota. Pero, además, el oxígeno
unido al hidrógeno forma el agua.
VIII. EL CARBONO EN LA NATURALEZA

El aire que respiramos está contaminado por anhídrido carbónico que es


emitido por los pulmones. Ahora, este anhídrido carbónico es un veneno para
nosotros y para los animales. ¿Cómo es que no nos hemos asfixiado todos?
He aquí otro misterio similar al del agua. Existe un elemento que ha mantenido
al aire puro durante siglos desde los primeros orígenes del mundo.
Se ha hecho la hipótesis de que al principio existieron únicamente el hidrógeno
y el Oxígeno, completamente invisibles. Sucedió una explosión y las cataratas
del cielo se abrieron y así fue creada el agua. El agua está formada por dos
partes de hidrógeno y una de oxígeno. Esta sustancia que antes no existía
pudo haberse formado en un instante por una chispa: así es como en el
laboratorio se obtiene el agua. Se trata de un experimento que no se debe
presentar a los niños al principio, pero se puede explicar el fenómeno como si
se narrara una fábula explicando como el agua, invisible pero sensible al tacto,
se formó de dos elementos que también lo eran.
Y ya que nos encontramos en el argumento de la creación de un cuerpo,
diremos a los niños que la química es el estudio de los cuerpos nuevos que se
van creando. Les mostraremos como ejemplo un terrón de azúcar en un
refractario, le ponemos un líquido que en apariencia es similar al agua, pero
sólo en apariencia, pues es ácido sulfúrico. Si mezclamos bien las dos
sustancias en el agua el azúcar se disolverá. Se observa que del refractario se
eleva una nubecilla de humo y asistimos, como por encanto, a la formación de
un elemento nuevo: el carbono. El azúcar blanco es en realidad un fragmento
de carbono. Se explica así que el carbono, según las formas y los aspectos
asumidos, puede tener cualidades y usos diversos.
Propiamente dicho, todas las sustancias que se queman se convierten en
carbón: los árboles, la carne que se olvida en el fuego se convierten en carbón,
nosotros mismos no somos más que carbón combinado con otros elementos.
El carbono o carbón es uno de los elementos más importantes y más difusos
en la Tierra.
El niño se ha servido de símbolos. Las letras del alfabeto no son más que
símbolos: son sólo un pequeño número, pero uniéndose forman
combinaciones, palabras, poemas. Las notas musicales son símbolos,
representados por puntos y la música nos hace felices, nos hace cantar, bailar.
¿Por qué pues no podríamos expresar con símbolos también otro gran
fenómeno como es el de la creación?

Los cuatro elementos que representamos de esta forma son la llave del
universo 6 : Hidrógeno Oxígeno Nitrógeno Carbono H O N C Son fáciles de
recordar porque tienen respectivamente 1, 2, 3, 4, dientecillos. Efectivamente
nos hacen pensar en llavecillas. Podremos representarlas bajo la forma de
cuerpos provistos de brazos capaces de aferrarse entre ellos. Son elementos
que se abrazan irresistiblemente, por ejemplo, el hidrógeno abraza al oxígeno y
el oxígeno que tiene dos brazos puede aferrarse a dos hidrógenos. Así se
obtiene el agua que se representa de esta forma:
H2O (agua)
O 6 Los colores se han dado para poder identificar a cada elemento de alguna
manera. (n.d.t.)
En cambio, el carbono que tiene cuatro brazos, se sirve de dos brazos para
aferrar con cada uno dos oxígenos y se une a ellos para formar el anhídrido
carbónico que se representa así: CO2 (anhídrido carbónico)
Estos dos elementos (o sea el oxígeno y el carbono) tienen una importancia
fundamental: se podría decir que son los dos motores del universo.
El nitrógeno tiene tres brazos y se combina con tres hidrógenos. Forma un
compuesto muy conocido y de gran utilidad: el amoníaco. El amoníaco es la
última forma que asumen las sustancias nitrogenadas del organismo cuando
entra en proceso de descomposición. NH3 (amoníaco)

La atención del niño es atraída del modo en el que se unen estas sustancias.
He aquí la representación o la fórmula de estructura del ácido nítrico. El
hidrógeno (en este caso) tiene cinco brazos; con cuatro de ellos se une a dos
oxígenos que tienen, como hemos visto, dos brazos cada uno. El último brazo
del nitrógeno se une a un brazo de otro oxígeno el que, a su vez, con el brazo
que tiene todavía libre, toma a un hidrógeno. HNO HNO3 (ácido nítrico)
Para nosotros es muy difícil pasar del amoníaco al ácido nítrico, pero en la
naturaleza, el fenómeno se repite continuamente y se provoca por la
intervención de unos seres vivientes llamados microbios que están dotados de
un poder que nosotros no poseemos: Separan los hidrógenos y los sustituyen
por oxígenos. Si estos microorganismos no existieran, la Tierra se llenaría de
amoníaco y las plantas ya no podrían encontrar nutrientes, pues el mundo
vegetal se nutre de nitratos derivados del ácido nítrico. Estos organismos
contribuyen a la nutrición de las plantas, gracias a su obra se producen estas
transformaciones químicas.
En el anhídrido carbónico, del que hemos hablado hace poco, la sustancia
principal es el carbono. Cuando hablamos de carbonato de calcio, también se
trataba de carbono.
Entonces, ¿también las rocas están compuestas de carbono? Mostremos la
fórmula del carbonato.

Esta es la representación del calcio: Ca


El carbono tiene cuatro brazos, con dos se une a un oxígeno. Con los dos que
le
quedan toma un brazo de cada uno de otros dos oxígenos. De esta forma cada
uno de estos últimos tiene un brazo libre con él, los dos oxígenos se unen a los
dos brazos de un átomo de calcio. CaCO CaCO3
Cuando el agua de lluvia cargada de anhídrido carbónico golpea la roca (que
es
carbonato de calcio) se transforma en bicarbonato de calcio que es soluble al
agua, es por eso que la piedra se desmorona.
Contemporáneamente, sucede lo contrario, o sea que se crean nuevos
continentes. El bicarbonato de calcio, por eliminación del anhídrido carbónico y
del agua (que es como decir por eliminación del ácido carbónico) se transforma
en carbonato de calcio. H2CO CO CO3 (ácido carbónico)

Como es insoluble, determina la formación de estructuras calcáreas como las


estalactitas y estalagmitas, madréporas y corales, con la consiguiente
formación de arrecifes y atolones. Ca(HCO HCO3)2 (bicarbonato de calcio)
Esto es el gran drama de la naturaleza, gracias al cual las montañas se
descomponen y se forman tierras nuevas. Es así como el agua disuelve y crea
continuamente.7
Es interesante asistir a los procesos que avienen entre todos estos elementos
a los que se pueden considerar como la llave que guía la dinámica interna de la
naturaleza. Si estos conocimientos se ofrecen al niño de esta manera
simplificada, surge en él un deseo apasionado de saber qué cosa sucede:
cuando se habrá familiarizado con estas sustancias será fácil para él
representarlas con simples símbolos.

7 Las relaciones químicas que intervienen en el proceso de degradación de las rocas calcáreas son
por lo tanto las siguientes:
H20 + CO2 2CO3 (ácido carbónico)
H2CO3+CaCO3 3)2 (bicarbonato de calcio)
Las reacciones químicas que intervienen en el proceso de formación de estructuras calcáreas son
las siguientes:
Ca(HCO3)2 2+H2O+CaCO3
El anhídrido carbónico, durante tal proceso, se esparce en el aire. Aunque los procesos de estos
dos ciclos (degradación y
formación) no tengan una relación recíproca, las dos reacciones químicas (de descomposición y de
composición) que
determinan este incesante y dramático “ciclo de la piedra” pueden ser resumidas en la única
reacción reversible aquí indicada:
H2CO3+CaCO3 3)2
IX. ALGUNAS NOCIONES DE QUÍMICA INORGÁNICA

Es necesario comprender bien el punto de vista del que partimos para


presentar a los chicos estos elementos embrionarios de la ciencia: se trata de
dar una representación sensorial e imaginativa, mediante símbolos visuales
claros que permitan determinar los particulares.
Sustancialmente, nos proponemos que se suscite en los pequeños alumnos el
interés y si no se logra inmediatamente, hay que presentar las cosas en un
cierto ambiente -siempre ateniéndonos al mismo principio- y esperar la
reacción. Si vemos que el entusiasmo no se enciende todavía, no perdamos
tiempo: pasemos a otra cosa. Si en cambio surge el entusiasmo, quiere decir
que tenemos frente a nosotros un nuevo camino que podemos recorrer con el
niño. Pero, sobre todo, recomendamos que no se comience muy tarde: la
química puede ser presentada ya desde los nueve años y en algunos casos, su
interés podría presentarse unos años antes.
Nosotros los adultos nos preguntamos siempre si el niño sabrá
verdaderamente entender estos problemas que a nosotros nos parecen tan
difíciles. ¿Podrá comprender las moléculas y el átomo? ¿Qué cosa entenderá
de estas fórmulas? Nos parece imposible que pueda continuar el estudio de la
teoría atómica, pero en este momento no se trata de presentarle una ciencia
sino de ofrecerle un punto de partida capaz de despertar en él un interés que
se desarrollará más tarde. Recomendamos, sobre todo, no dar demasiadas
explicaciones, basta precisar claramente los nombres.

He aquí una anécdota que ilustra nuestro consejo:


Un niño le pregunta al padre por qué las hojas son verdes y el padre, feliz de
aprovechar esta ocasión, se lanza en una documentada explicación de la
clorofila, el aire, la fotosíntesis ¡parece no tener fin! En niño escucha por
educación, pero dentro de él piensa: "¡Qué desgracia haber desencadenado
este diluvio!"
Por lo que se refiere al problema de la molécula y el átomo, podemos explicarlo
así.
Busquemos la parte más pequeña de alguna cosa: por ejemplo, dividamos una
figura geométrica en tantas figuras cada vez más pequeñas, hasta que no sea
posible continuar. Bien, el átomo es esta parte de una sustancia que no se
puede dividir.
Encontremos una analogía: "Para la humanidad el átomo es el hombre: si se
corta en pedazos, ya no es un hombre". Partiendo de este ejemplo podemos
decir que el hombre y la mujer son dos átomos de la humanidad: el conjunto de
hombre-mujer constituye una molécula, o sea que una molécula está
constituida por dos partes.
Los niños no dejan de hacer preguntas del tema pues lo que los interesa es la
representación simbólica. Lo que les fascina del agua es el hecho que el
oxígeno y los hidrógenos desean permanecer unidos o que se buscan, como
empujados por una misteriosa simpatía. Del mismo modo, el carbono va
corriendo a unirse con el oxígeno para formar el anhídrido carbónico.
El hidrógeno tiene una sola posibilidad de unirse, el oxígeno tiene dos, y así
van las cosas. Por esto, teniendo 1, 2, 3, 4 brazos sienten continuamente la
necesidad de abrazarse a otros cuerpos. Si estos átomos fueran sólidos se
unirían entre ellos, para poder estar siempre satisfechos. Pero en lugar de
hablar de sus brazos, ahora podemos decir que estos cuerpos tienen un valor
de 1, 2, 3, 4: lo llamaremos "valencia" y diremos que el hidrógeno tiene una
valencia, el oxígeno dos y así con los demás.
Hay que tener el valor de usar lo más pronto posible los términos precisos:
mientras más difíciles son, más atractivos son para el niño. Podremos decirle
ahora que el hidrógeno es monovalente, el oxígeno es bivalente, etc. Es más
fácil expresarse así que decir que tienen 1, 2, 3 brazos.
De cualquier forma, estos átomos no se unen sólo en proporción a su valencia:
debe existir también una afinidad que le empuje a buscarse. Se podría decir
que existe un instinto innato que les induce a unirse a un elemento más que a
otro: en esta elección y no en las valencias está encerrado el secreto. Es por
eso que no se puede jugar con estos cuerpos. Pero los símbolos nos muestran
claramente cuáles son las sustancias y cómo se forman. Esto nos conduce a
escribir las fórmulas. Cuando todas las valencias están satisfechas, o sea que
están saturadas, la sustancia obtenida es estable.
Si no existe afinidad entre dos cuerpos, no se pueden unir. Así el oxígeno y el
nitrógeno que desde siglos entran en la composición del aire, no se pueden
fusionar.
Es como si existiera en los átomos una fuerza interior que les da la posibilidad
de elección. La unión corresponde al poder de las valencias. Se trata de
aquello que tiene características innatas en los átomos mismos. De esta forma,
los átomos son empujados a escoger y formar otra sustancia estable que será
un cuerpo nuevo.
La piedra está formada de oxígeno, carbono y calcio y, sin embargo, ni el
mármol ni el alabastro son oxígeno, que además es un gas y no son tampoco
carbón ni calcio.
Estamos delante a otra materia, una creación nueva: una piedra.
Todo lo creado, agua o piedra - deriva de estos átomos que se buscan, se
unen y juntos proceden a una nueva creación. Estos átomos buscan siempre
los mismos cuerpos, los mismos, no otros. Los límites se fijan por leyes: todas
estas particularidades de la creación constituyen un todo maravilloso que no
podemos dejar de enseñar a los niños.
A esta creación, representada en modo visible con formas y colores, con las
letras del alfabeto o las notas musicales, aportamos la idea de estabilidad. El
método experimental nos permite asistir verdaderamente a la creación de un
cuerpo, como hemos visto con el carbono: es un hecho exquisitamente
sensorial, que abre el interés de un niño. No hace falta por ahora penetrar más
a fondo en el estudio de la química inorgánica, o sea del campo al que
pertenecen todos los cuerpos minerales.
X. ALGUNAS NOCIONES DE QUÍMICA ORGÁNICA

Podemos presentarle al niño algunas nociones de química orgánica:


generalmente se piensa, equivocadamente, que sea más difícil... tanto ¡Qué se
le enseña hasta la universidad! Pero si la presentamos en forma visiva, ¿por
qué la primera fórmula de química orgánica debería ser más difícil que las
otras?
C2H4O2 (ácido acético)
¿Qué hay de complicado en esta fórmula que representa al ácido acético? 8
Ahora podemos escribir la del ácido butílico que se diferencia de la precedente
sólo porque hay dos hermanos más de carbono.

8 En lugar de la fórmula C2H402 del ácido acético es preferible usar la escritura racional CH2—
COOH porque se puede
poner en evidencia el grupo funcional carboxílico –COOH que caracteriza a los ácidos grasos
saturados monobásicos.

C C4H8O2 (ácido butílico)


Ahora podemos pasar a la del ácido palmítico, que comporta una larga cadena
de átomos de carbono: C16 16 16H32 32 32O2 (ácido palmítico)
Al grupo OH se le llama oxhídrico.
Hagámosles observar que el carbono, que entra en la composición de estas
materias orgánicas, constituye su espina dorsal y que lo que vemos fluctuar a
su alrededor no es otro elemento que agua: nada nuevo. Con los mismos
elementos -hidrógeno, oxígeno y carbono- se puede hacer una cantidad de
combinaciones diversas.
Pensemos en un vestido, bordado con hilos de colores diferentes. La variedad
del bordado y el talento de la costurera dependen no tanto de la valencia -que
serían los puntos bordados- sino de la fantasía, de la potencia o sea de la obra
de la vida.
Eso que nosotros queremos ilustrar no es la estructura interna de los átomos
sino la fuerza externa que les tiene unidos en un determinado modo. Ahora eso
que los mantiene unidos no es la afinidad química: es la vida. Esta
concentración tal vez puede ser difícil pero no lo es la fórmula. Las moléculas
pueden ser grandísimas, hasta comprender cada una, 300 átomos, o más.
Tengamos presente que la característica que distingue a la química inorgánica
es la estabilidad de los cuerpos que se han formado, como una familia que se
conserva a través de siglos. En cambio, la característica esencial de la química
orgánica es la inestabilidad del compuesto, o sea las sustancias formadas de
grupos de átomos unidos por una fuerza externa, de modo que los átomos se
intercambian mientras el tipo del compuesto no varía.

Existen también otras fórmulas, un poco más complicadas, en las que los
átomos de carbono no se representan como hermanos que se tienen por
mano.
Encontramos siempre al carbono y después a los oxhídricos, pero, además,
aparece una novedad: algunos átomos de oxígeno que se infiltran como por
ejemplo en la fórmula del almidón o en la de la glucosa.
Ahora veremos una figura esquemática que constituye un ejemplo de
correlación: es un árbol, con las raíces, el tronco, las ramas y las hojas.
La acción de la que hemos hablado se ejercita sobre todas sus partes. El árbol
trae su nutrimento de la tierra a través de las raíces.9
9 Aquí describimos el “ciclo del nitrógeno”, particularmente por lo que respecta al proceso de
mineralización. Por eso el
nitrógeno, contenido en las sustancias con proteínas vuelve al estado mineral mediante la
demolición de éstas. La Dra.
Montessori, en este estudio, no toma en consideración el proceso de fijación electroquímica y
fotoquímica del nitrógeno
atmosférico que se convierte en ácido nítrico y por lo tanto en nitrato.

La química nos revela que las raíces del árbol absorben sustancias nutritivas,
las principales son el agua y el nitrógeno. Pero para que este nitrógeno pueda
servir como nutriente, se debe presentar en una composición química especial
y esto representa un problema esencial: ¿quién provee este nitrógeno del que
las plantas tienen tanta necesidad y que absorben en continuación?, ¿quién
regresa al seno de la tierra la cantidad necesaria de nitrógeno? Nada se mueve
en la naturaleza sin que nazca este problema. Todos los seres vivientes tienen
necesidad de que alguien les ayude a vivir: se perfila así el problema (que tiene
tanta importancia en la educación) del secreto de la naturaleza.
Las sustancias orgánicas que han dejado de vivir caen sobre el terreno. Ya sin
vida, la fuerza que mantenía unidos a los átomos en la gran molécula se acaba
y entonces las moléculas se deshacen y los átomos se dividen siguiendo su
instinto: el carbono se va con dos oxígenos y así los demás.
Regresamos de las composiciones orgánicas a las inorgánicas. De eso que era
un ser vivo, queda muy poca cosa: un poco de anhídrido carbónico, un poco de
amoníaco, un poco de agua, mientras las sustancias orgánicas desaparecen.
Todo este trabajo de disgregación es obra de seres infinitamente pequeños y
se realiza bajo tierra.

Un día en Roma fui al cementerio de los pobres durante una exhumación de


restos (operación que se realiza cada diez años para recuperar espacio) y vi
que los obreros escarbaban sin encontrar nada en el terreno, solo unos pocos
residuos. Estaban escarbando en una hermosa tierra negra, limpia, una buena
tierra sana, sin olores.
Las plantas absorben con sus raíces las sustancias orgánicas nitrogenadas de
esa tierra. Queda sólo el amoníaco que la planta no puede absorber de esta
manera. Es necesario que los compuestos del nitrógeno y del hidrógeno se
transformen en compuestos de oxígeno. Mientras esto es muy difícil de obtener
en nuestros laboratorios químicos, en la naturaleza los microbios se dedican
continuamente a ese trabajo subterráneo y como resultado de su obra,
provienen los nitritos y los nitratos que las plantas pueden absorber. Sin estos
microorganismos el pasaje de la muerte a la vida no existiría. Cuando todas las
sustancias orgánicas desaparecen, quedan el anhídrido carbónico, el agua y el
nitrógeno. El nitrógeno se transforma y entonces las plantas lo pueden
absorber.
En el otro extremo de nuestro árbol se encuentran las hojas verdes.10
10 Aquí ilustra la “fotosíntesis” un aspecto del “ciclo del carbono-nitrógeno”. Para tal procedimiento
bioquímico, que se desarrolla en las partes verdes de las plantas, se transforman los compuestos
orgánicos del carbono. Es interesante notar la modernidad de esta contribución de María
Montessori: propone una visión unitaria de los ciclos vitales que resultan correlacionados, poniendo
a la ecología en la línea de la “Educación Cósmica”.

La sustancia que le confiere al follaje este color se llama clorofila y tiene la


tarea de absorber el anhídrido carbónico (dióxido de carbono) del aire -que es
el veneno emitido continuamente por todos los animales y también por la tierra.
Lo descompone, quedándose con el carbono y liberando el oxígeno. El árbol se
vuelve un verdadero depósito de carbono. Esto lo sabemos bien pues
utilizamos la madera para calentarnos y también sabemos que los grandes
yacimientos de carbón están constituidos por árboles fósiles. Es claro pues,
que las hojas son necesarias para absorber el carbono y purificar el aire.
Pero la clorofila sola no podría cumplir esta función, necesita de la colaboración
de los rayos solares. Ni siquiera el árbol puede realizar solo su gran tarea si no
es ayudado por otra fuerza independiente: la energía solar.
De esta manera, el árbol está relacionado por una parte con los
microorganismos invisibles y por otra parte con el sol. Del contacto con los
microbios nacen tantas cosas buenas: las flores, los frutos... ¡cómo es
generoso y cuánto trabaja el árbol!
Prepara el carbono, purifica el aire, nos da frutos y nos da flores. Todas las
plantas pueden provocarnos este pensamiento, también las hierbas más
modestas que el árbol cumplen una tarea útil como verdaderos y propios
laboratorios industriales pues preparan una gran cantidad de sustancias
nutritivas. Pensemos en la patata, el trigo, el betabel, en la caña de azúcar...
Este es el íntimo secreto de la creación.
Nosotros nos damos cuenta de que estas bellas y vigorosas plantas se dedican
a su trabajo, que no es diferente al de los corales que construyen un
continente. Son tantos obreros que se proveen de su alimento y buscan las
mejores condiciones de vida. He aquí el ciclo de la vida, como hemos visto el
ciclo de la piedra. Todos los seres vivientes tienen el fin de contribuir al
bienestar de los demás seres vivientes. Es difícil establecer un paralelo entre
los fenómenos de la naturaleza y aquellos de la vida humana. Y más aún,
existe un paralelismo sobre todo por el hecho de que los hombres, en su
complejo, deben tener una gran tarea en la creación en un plano
indudablemente más elevado del que tiene la naturaleza. Cada hombre trabaja
para otros hombres. La industria y el comercio pueden ser considerados
actividades análogas a aquellas que se desarrollan en la naturaleza. ¿No se
podría estudiar la historia de la humanidad desde este nuevo punto de vista?
Si establecemos una unión entre la naturaleza y la súper-naturaleza que el
hombre se ha construido, todo lo que pertenece a la primera, ilustra lo que
vendrá en la segunda.
Así podemos observar la diferencia entre la estructura de las células vegetales
y aquella de las células animales.
Las células que constituyen las plantas son espesas, robustas y poco
permeables. Dan la impresión de la fuerza de los vegetales y de la potencia de
sus defensas. Así, las plantas invaden todo el espacio a su alrededor cuando
crecen. Las ramificaciones y sus características peculiares, las raíces fijas a la
tierra para mantenerse firmes y seguras, las hojas para absorber los rayos del
sol. La planta es hermosa, limpia con diversos colores y perfumes. Sus raíces
transforman la podredumbre en belleza.
Los animales, en cambio, comienzan su ciclo con células de forma casi
siempre esférica, con una membrana tan fina y ligera que parece estar
continuamente en peligro. Tímidas de aspecto, estas células permanecen en
sus límites contrarias a las de los vegetales, no invaden el espacio que les
rodea. Cuando crecen, se repliegan en sí mismas en uno o dos extractos o tal
vez más. La complejidad de sus funciones permanece siempre dentro.
Además, los animales no pueden adquirir las sustancias de las que se nutren si
no se mueven para procurárselas.

¿Cuál de los dos posee las características de la superioridad? Los animales


representan el plano superior de la naturaleza, aunque las características que
nosotros consideramos superiores son atributos de las plantas. Los animales
aparecen como seres humildes, sin defensa, siempre en movimiento,
abandonados por aquí y por allá.
Sin embargo, decimos: “el animal es superior propio por esto”. Se llama
"animal" porque hay en él algo que lo mueve. Siempre en peligro, está obligado
a buscar cada día su propio alimento. Depende completamente del mundo
vegetal, tanto para la alimentación como para la purificación del aire que
respira, además de que no tiene la pureza del vegetal, que está siempre
perfectamente limpio. Se podría creer que el animal tenga que estar siempre
en lucha contra el mundo vegetal, sin embargo, son dos formas de vida
necesaria una a la otra y que se ayudan recíprocamente.
En este punto surge el interés por el comportamiento de la humanidad. La
naturaleza nos revela que el ser verdaderamente superior y fuerte es aquel
que, a pesar de su debilidad, siempre puede llevar la ventaja.
XI. CONCLUSIÓN

Todo lo que hemos indicado hasta ahora no es más que un ejemplo para la
aplicación del método. Nos proponemos conducir a los niños para afrontar
concepciones más elevadas. Es necesario, sobre todo, comprender bien que
nuestro fin es el de seguir las necesidades del crecimiento y de la vida, en la
medida de lo posible.
Hemos dado una breve introducción de algunos ciclos, como por ejemplo el del
carbonato de calcio, pero todo está relacionado y lo que nos interesa es que se
puedan orientar en estas correlaciones. Aportar nociones separadas significa
crear confusión: es necesario poder determinar la relación que existe entre los
hechos individuales y cuando esta relación sea establecida, también la relación
entre los particulares aparecerá clara. El espíritu entonces estará satisfecho y
surgirá el deseo de proseguir en la búsqueda.
Además, determinando con el niño la correlación entre las cosas, obedeciendo
a una tendencia fundamental del espíritu humano, creamos para él una filosofía
y ¿por qué el niño no podría estudiar filosofía?
Ya que el hombre está dotado de un espíritu matemático y filosófico, buscamos
dentro de los límites razonables, voltear el espíritu del niño hacia la matemática
y la filosofía.
He aquí pues uno de los principios fundamentales de la educación: enseñar los
detalles significa llevar confusión, establecer las relaciones entre las cosas
significa dar conocimiento.
APÉNDICES

A. EL NIÑO FRENTE A LA TIERRA

Consideraciones generales.

La imperiosa necesidad que se siente en nuestros días en la enseñanza


secundaria no pone sólo un problema pedagógico, sino que también un
problema humano y social que se pueden sintetizar así: las escuelas como se
presentan hoy no son adecuadas ni a las necesidades del adolescente ni a la
época en que vivimos.
La sociedad -en la que las complicaciones y las contradicciones están llegando
al paroxismo- se encuentra a punto de afrontar una crisis que amenaza la paz
del mundo y la civilización misma. Los progresos realizados por la ciencia y sus
aplicaciones prácticas, aun estando en estrecha relación con esta crisis, no son
su causa. Esta se debe sobre todo a la desproporción que existe entre el
desarrollo del hombre y el del mundo externo, del cual no ha sabido seguir el
ritmo acelerado.
Mientras que el progreso material, extremadamente rápido, ha transformado la
vida social por completo, las escuelas se encuentran inmovilizadas en un
estado que no responde ni siquiera a las necesidades del pasado por lo que
presenta un neto contraste con el progreso humano.
Si una reforma de la escuela secundaria no puede resolver por sí misma todos
los problemas de nuestra época, de cualquier modo, constituyen una etapa
necesaria y debe contribuir en el plano práctico a la reconstrucción de la
sociedad, aunque sea en modo incompleto.
El problema de la educación presenta hoy una importancia de orden general,
es necesario que su solución favorezca y proteja el desarrollo del hombre.
Ayudando al individuo a superarse, la educación ayuda a la sociedad misma a
mejorar.
La educación de los adolescentes asume una importancia fundamental porque
la adolescencia es la edad en la que el jovencito se convierte en hombre, o
sea, en miembro de la sociedad.
Si la pubertad desde el punto de vista físico es un período de transformación
entre el estado infantil y el del adulto, desde punto de vista psicológico
constituye un período de transición entre la mentalidad del jovencito que vive
en familia y la del hombre que debe vivir en la sociedad.
El joven ha cumplido desde su nacimiento hasta los 12 años un ciclo completo.
De los siete a los doce años ha podido (gracias a su libertad y a nuestra forma
de comportarnos ante él) alcanzar un grado de cultura que lo anticipa tres años
en comparación con chicos de otras escuelas; nuestra educación le ha
ofrecido, además de cultura, la facultad de facilitar sus relaciones sociales con
otros individuos.
A esta edad, el chico concluye un período de su vida, y la naturaleza lo
muestra claramente. Es este el momento de dirigir los estudios hacia la
humanidad, la vida humana, en particular a los hombres que han ayudado al
progreso de la civilización.
La naturaleza debería constituir el interés preponderante del joven hasta los
doce años; después de esa edad es necesario desarrollar en él el sentimiento
de la sociedad que debe contribuir a llevar más comprensión entre los hombres
y, por consiguiente, más amor. Con este motivo, cultivamos la admiración y la
comprensión por el trabajo y la vida del hombre. Seguimos insistiendo en
actividades manuales (con la tierra, los gases, etc.) Hacemos que el muchacho
participe en la obra social; démosle la ayuda intelectual, mediante los estudios
a comprender el trabajo del hombre en la sociedad para desarrollar en él la
comprensión humana y la solidaridad que tanto nos faltan en nuestros días.
Cuando una nueva moral inspire a las generaciones futuras, la base de la
fraternidad y de la paz, será construida con el sentimiento de amor no sólo a la
patria sino a la humanidad entera.
Estas dos nuevas necesidades en el adolescente -sentirse protegido durante el
período delicado de transición física y ser puesto en grado de comprender el rol
de hombre que deberá seguir en la sociedad- hacen que surjan dos problemas
igualmente importantes, que tocan a la educación de esta edad.
Tenemos que darnos cuenta de que la característica social de nuestra época
destinada a suscitar las repercusiones más fuertes es la inseguridad del
porvenir.
El mundo material en completa evolución, presenta la incertidumbre y los
peligros debidos a un nuevo orden. Hemos perdido la "seguridad" que
teníamos en un tiempo.

Ya pasaron los días en que la profesión se transmitía tranquilamente de padre


a hijo. La certeza de un buen empleo, que recompensaba a los buenos
estudiantes se ha perdido. La familia no puede garantizarla como en aquellos
días. Ni siquiera el Estado está en condiciones de asegurar un empleo a los
ciudadanos destinados a las profesiones superiores cuando salen de las
escuelas especializadas. Por lo tanto, es necesario hacer frente a las nuevas
dificultades de inseguridad que las condiciones modernas han provocado.
El mundo se encuentra, por una parte, en estado de disgregación, y por otra
parte en estado de reconstrucción. La alternancia del progreso y de la
regresión crea la inestabilidad. El mundo se puede comparar a un terreno que
pasa por la prueba del arado.
En estas condiciones sociales, debemos tener presente que la única guía
segura para la educación es la personalidad misma de los chicos que debemos
educar.
Por lo tanto, hay que preparar esa personalidad humana en todas las
circunstancias imprevistas, no sólo basándose en las condiciones que se
podrían prever lógicamente, sino que es necesario desarrollarla evitando
cualquier especialización rígida para crear una capacidad de adaptación dúctil
y viva. En esta batalla feroz en la que desgraciadamente se ha convertido la
vida social, el hombre necesita además de valor, un carácter fuerte y un
espíritu vivaz. Es necesario que consolide sus principios con una impostación
moral justa y al mismo tiempo que adquiera la capacidad práctica necesaria
para afrontar las dificultades de la vida.
La capacidad de adaptación es esencial en nuestros días ya que el progreso
abre continuamente nuevas carreras, pero también suprime o revoluciona
continuamente algunas actividades tradicionales.
No se trata de excluir de la escuela secundaria la preparación de profesiones
intelectuales ni mucho menos de disminuir la cultura. La educación debe, por el
contrario, ser vasta y completa no solamente para aquellos que se dedican a
un trabajo intelectual, sino para todos los hombres que viven en una época
caracterizada por el progreso de la ciencia y de sus aplicaciones.
Los trabajadores tienen necesidad de ser educados, deben estar en grado de
comprender los problemas complejos de nuestro tiempo, si no, no serán otra
cosa que un ejército de brazos incapaces de reconocer la función de su trabajo
en la complejidad de la sociedad. En el estado en el que se encuentran todavía
actualmente, se podría decir que no tienen cabeza, así como los intelectuales
permanecerán enfermos hasta que sus manos permanezcan incapaces. Su
espíritu se volverá estéril si no toman conciencia de la grandeza de la realidad
práctica que los rodea.
Hombres que tienen brazos, pero no tienen cabeza y hombres que tienen
cabeza pero que no tienen brazos están igualmente fuera de cualquier lugar en
la comunidad moderna.
El problema de la reforma de la escuela secundaria no se podrá resolver ni
suprimiendo la "cultura" ni desatendiendo la necesidad de preparar a la
juventud a las profesiones intelectuales.
Es esencial que esta preparación no adormezca a los hombres en un
sentimiento equívoco de seguridad, y no los haga incapaces de hacerle frente
a las dificultades imprevistas de la realidad, dejándoles en la oscuridad de las
condiciones del mundo en el que están destinados a vivir.
No hace mucho tiempo, se introdujeron en la educación los deportes al aire
libre para ofrecer la posibilidad de ejercicio físico a los chicos que tenían una
vida encerrada y sedentaria; hoy se advierte la necesidad de una mayor
dinámica en la educación, del carácter de una conciencia más clara de la
realidad social.
La escuela secundaria, como se encuentra estructurada al día de hoy, no tiene
otra meta que preparar a los alumnos a una carrera, como si las condiciones
sociales en las que vivimos fueran todavía tranquilas y estables. Esta escuela
no se preocupa de cultivar en modo particular la personalidad del joven y no
provee ni siquiera los cuidados físicos necesarios en este período de la
adolescencia. Así, no solo no corresponde a las condiciones sociales de
nuestro tiempo, sino que desatiende lo que debiera ser su principal tarea:
proteger y favorecer el entreabrirse de la personalidad de los adolescentes, ¡la
energía humana de la que depende el futuro!
Los jóvenes están obligados a trabajar por "deber", por la "necesidad", no por
interés.
No se les propone ningún fin concreto, que les ofrezca una satisfacción
inmediata y renueve el interés por un esfuerzo continuo. Se ven dirigidos por
una fuerza exterior e ilógica y lo mejor de su energía individual se ve
desperdiciado. Adolescentes y jóvenes son tratados hasta su madurez como a
los niños de las escuelas primarias. A catorce, a dieciséis años son aún sujetos
a la mezquina amenaza de "la mala calificación" con la que los profesores
evalúan su trabajo: es un método análogo a aquel con el que se pesan los
objetos inanimados, con la ayuda mecánica de una báscula. El trabajo viene
"medido" como un material sin vida, y no "juzgado" como producto de la vida.
Ni siquiera de estas calificaciones depende el porvenir del estudiante. En estas
condiciones los estudiantes constituyen un lío opresor, que pesa sobre la
juventud mientras que debería constituir un privilegio: la iniciación a las
ciencias, el orgullo de nuestra civilización. El joven que es el hombre del
mañana, es plasmado en un timbre angosto y artificial. ¡Qué vida miserable les
ofrecemos! ¡Qué penitencia sin fin, qué inútil renuncia a sus más queridas
aspiraciones!
La escuela secundaria, en la forma en la que existe actualmente, es, además,
un obstáculo al desarrollo físico de los adolescentes. En realidad, el período en
el que el cuerpo alcanza su madurez fisiológica es un período difícil: el
organismo se transforma en un rápido desarrollo y es tan delicado que los
médicos lo comparan al momento del nacimiento y al del rápido crecimiento de
los primeros años. Se constata una predisposición particular a ciertas
enfermedades, agrupadas bajo el nombre de "enfermedades de la
adolescencia". La predisposición a la tuberculosis es uno de los principales
peligros a los que está expuesto el joven en este período de transición en el
que se convierte a adulto. 11
11 En la época en que la Dra. Montessori dio esta conferencia, seguramente el peligro de las drogas
no había hecho su aparición. Desgraciadamente, en nuestros días diferentes tipos de drogas son un
peligro aún mayor que la tuberculosis para los chicos de esta edad. (n.d.t.)

Pero se trata de una época aún más crítica desde el punto de vista psicológico.
Es la edad de las dudas y de las excitaciones, de las emociones violentas, del
desánimo, en algunas ocasiones se observa una disminución de las
capacidades intelectuales. La dificultad de concentrarse en el estudio no se
debe a la falta de buena voluntad: constituye una de las características
psicológicas de esta época. La potencia de asimilación y la memoria que
alimentaba a los niños un vivo interés por los particulares y por las cosas
materiales, parece que han cambiado de naturaleza.
Examinemos ahora lo que sucede en el adolescente mientras frecuenta la
escuela secundaria. A cada hora cambia de maestro y de materia: cambia sin
un espíritu de continuidad. Pero en una hora no es posible adaptarse a un
pensamiento nuevo: y cuando el alumno ha podido adaptarse, llega otro
profesor que le enseñará otra materia. En esta perpetua agitación espiritual
transcurre el período más difícil de la vida humana. El profesor se limita a
impartir nociones, muchas nociones, tratando una cantidad innumerable de
argumentos, pero todos con la misma superficialidad. Se enseña latín,
matemáticas, del mismo modo que religión, mientras que la religión no es una
materia como las demás, exige un estudio especial, como ocurriría a un estudio
especial de leyes en la estructura de nuestra sociedad.
Actualmente, se enseñan las cosas esenciales con el mismo programa con el
que se enseñan los hechos secundarios: es hora de que el adolescente se
vuelva consciente de lo que le espera en la vida.
La adolescencia se caracteriza por ser un momento de grandes esperanzas, de
predilección por trabajos creativos, de necesidad de reforzar la fe en sí mismo.
El chico se vuelve de repente hipersensible a los modos bruscos, a las
humillaciones que hasta ahora había soportado con paciente indiferencia. Las
reacciones llenas de rebelión y de amargura que se derivan de estos hechos,
muchas veces originan graves anomalías del carácter mientras, justo durante
este "período sensible", se deberían desarrollar los sentimientos de justicia y de
dignidad personal, o sea las características más notables que deben prepara al
hombre para convertirse en un ser social.
La transformación es considerable. Se le ha dado a esta época el nombre de
"renacimiento" y es que verdaderamente se nace por segunda vez. Es el
nacimiento a una nueva vida. El individuo se convierte en un recién nacido
social.
Estamos frente a un hombre social que no existe todavía, pero que ya nació.
Físicamente, todavía está lleno de debilidades y de nuevas necesidades:
según los médicos esta edad presenta una mortalidad que se puede comparar
a la del primer año de vida. Por otra parte, es fácil comprender como el rápido
crecimiento del cuerpo puede debilitar al individuo.
¿Qué cosa es este desarrollo? Un misterio. Como el recién nacido es
espiritualmente un misterio, así lo es el neonato social. También aquí, como
cada vez que nos encontramos frente a un misterio de la creación, debemos
considerar esta creación como divina: esta creación no se debe a la voluntad
del muchacho. Se trata de un período decisivo, delicado, digno de todo nuestro
respeto, que ha sido confiado a nuestra responsabilidad. Ahora, ¿en qué
consiste este período? Lo ignoramos aún: debemos apresurarnos a
comprenderlo. Pero debe ser el muchacho el que nos revele aquello que le
sucede durante este crecimiento que es la creación efectiva, real del
hombre social. Por consiguiente, debemos proveer para ponerlo en las
condiciones que le son necesarias para realizar sus revelaciones. Hasta ahora
el joven ha permanecido en la familia, en la escuela. Nos hemos dado cuenta
de que no trabaja con gusto, que se cansa muy rápido, que se perfilan en él
una cantidad de defectos.
Ya que estamos ante la presencia de un cambio radical en su persona,
debemos darnos cuenta que es necesario un cambio radical en su educación.

Debemos considerar aquí dos tipos de dificultades.


1. Las dificultades inherentes a la forma actual de la sociedad.
2. Las dificultades debidas a las exigencias vitales del adolescente.
En la vida no debe permanecer una “incógnita” en la que el huérfano se siente
perdido, en la que el emigrante se desespera por encontrar la salvación porque
la aplicación de sus capacidades, permanece imposible. El suceso depende de
la confianza en sí mismos, en el conocimiento de las propias capacidades y de
las múltiples posibilidades de adaptarse y hacerlas valer.
La conciencia de la propia utilidad, la convicción de que pueda proporcionar
ayuda a la humanidad por varios medios, llenan el corazón de una fe noble y
de una dignidad casi religiosa. Pero el sentimiento de independencia que se
deriva debe surgir de la capacidad de bastarse a sí mismo y no de una vaga
libertad debida a la ayuda benévola y gratuita de los adultos.
Dos tipos de fe pueden elevar al hombre: la fe en Dios y la fe en sí mismo. Son
estas las formas de fe que deben coexistir. La primera que se refiere a la vida
interior del hombre y la segunda que comprende la vida social.

Consideraciones generales.

La reforma esencial consiste, por lo tanto, en poner al adolescente en grado de


adquirir la independencia económica. Se trata de crear una “escuela
experimental de vida”.
Esta “independencia” tiene un valor más educativo que práctico. Es más útil
para el desarrollo psíquico del adolescente que para su vida material. Aunque
un joven dispone de un gran patrimonio, que parece garantizar la seguridad
material más allá de las vicisitudes de la vida, de la misma forma tendrá gran
ventaja de ser guiado hacia la independencia económica: su personalidad será
valorizada por el hecho que, por una parte, se sentirá capaz de lograr éxito en
la vida con sus propios esfuerzos y por mérito propio. Por otra parte, estará en
contacto con la realidad suprema de la existencia.
Se trata pues, de poner al adolescente en grado de ganarse el dinero con su
trabajo.
Estamos convencidos de que las limosnas dañan la dignidad del pobre y
buscamos ofrecerle la posibilidad de ganar lo que recibe, ¿por qué no aplicar el
mismo principio a las personas que estamos educando?
El trabajo del que hablamos debería constituir, sin ninguna idea de
competencia, una valorización de las cualidades del individuo en una práctica
que le permita utilizar sus dotes de ingenio y de revelarse más allá de la
especialización.
Esta concepción implica un principio general: aquello que tiene importancia es
el trabajo mismo, no el tipo de trabajo al que uno se dedica. El trabajo es
siempre noble.
La única cosa indigna es vivir sin trabajar por lo que es indispensable entender
el valor del trabajo en todas sus formas, ya sean manuales o intelectuales. La
experiencia práctica hará comprender que los dos aspectos se integran y son
igualmente esenciales en la existencia civil.
Esta conciencia de la educación directa tiene una cierta analogía con un
método que se practica desde 1837 en algunas escuelas modernas de América
(escuelas secundarias y Universidades): el método de auto-ayuda de Mary
Lyon. Pero el objetivo de este método es exclusivamente dar a los estudiantes
pobres la posibilidad de pagar los gastos de sus estudios con su propio trabajo,
en lugar de darles becas de estudio que necesariamente tienen un número
limitado. Este sistema está organizado por la misma escuela y por lo tanto es la
escuela la que da el trabajo, remunera y coordina a los alumnos es decir los
“auto-ayuda”. El trabajo se realiza dentro de la escuela (con los mismos
colegas universitarios) o externamente, pero siempre en relación con las
organizaciones escolares. Este uso se ha desarrollado ampliamente en los
Estados Unidos y ha sido un éxito.
La auto-ayuda ha demostrado tener una función moral, ya que deja salir la
conciencia de la inercia en la que se encuentran generalmente los jóvenes que
se mantienen pasivos en sus familias y les enseña prácticamente el valor del
tiempo y de sus capacidades, conduciéndoles a darse cuenta de que son seres
capaces de participar en la vida social. Además, está probado que el trabajo
material no retarda los estudios, por el contrario, ayuda a intensificarlos. Los
estudiantes que tienen necesidad de trabajar generalmente son los que
obtienen mejores logros escolares.
Estos logros apoyan nuestra afirmación de que un trabajo productivo, capaz de
asegurar la independencia económica del adolescente o de darle la primera
noción de esta independencia, puede convertirse en un principio general para
su educación social.
Hoy en día los jóvenes se lanzan a la sociedad sin alguna preparación
preliminar. Se ven obligados a afrontar sus experiencias sin ninguna ayuda y
ésta es una pérdida de energía muy dañina. Si la experiencia se hace con la
ayuda de la escuela, los chicos son guiados por una serie de actividades
prácticas, simples y fáciles. Dedicarse a un trabajo placentero es como un
reposo y todo trabajo debe tener una finalidad.
Por otra parte, podemos considerar este proyecto cono una continuación de los
ejercicios de vida práctica que han dado buenos frutos en los niños, partiendo
desde los más pequeños de Casa de los Niños.
En nuestras Casas de los Niños, los pequeños de tres años aprenden a
sacudir, a secar, a ordenar, a poner y servir una mesa, a lavar los platos, etc.,
al mismo tiempo que aprenden a bastarse a ellos mismos vistiéndose y
desvistiéndose, colgando sus vestidos en el armario o en un cajón, limpiándose
los zapatos, etc. Estos ejercicios forman parte del método pedagógico y no
tienen nada que ver con las condiciones sociales de los alumnos. Los hijos de
familias con una posición social alta que están acostumbrados a tener
servidumbre, realizan los mismos ejercicios de vida práctica cuando frecuentan
nuestra Casa de los Niños. Estos trabajos tienen un fin educativo y no utilitario.
Los niños reaccionan con una verdadera explosión de independencia hacia
cada forma de asistencia inútil que reprime sus actividades y les impide usar
sus propios medios. Son estos niños “independientes” los que aprenden a
escribir a los cuatro años y medio, aprenden espontáneamente a leer y tienen
progresos sorprendentes en Matemáticas.
El precoz desarrollo intelectual de estos niños muestra que el trabajo no los
cansa.
Ellos mismos nos han revelado la existencia esencial de su desarrollo
diciéndonos:
“¡Ayúdame a hacerlo sólo!”

Reformas de acuerdo a las exigencias vitales de los adolescentes.


Durante el difícil período de la adolescencia, se desearía que el joven viviera
fuera de su ambiente habitual, lejos de la familia, en el campo, en un lugar
tranquilo en contacto con la naturaleza. Aquí, la vida al aire libre con una sana
alimentación y cuidados individuales, debería ser la primera condición para la
organización de un centro de estudios y de trabajo.
Esta teoría se basa en una fórmula que ya ha sido experimentada en todo el
mundo.
La creación de escuelas secundarias lejos de las grandes ciudades, ya sea en
el campo o en ciudades pequeñas de provincia, se remonta a varios siglos.
Estas instituciones surgieron en Inglaterra y se abren a todas las clases
sociales (Eton, Harrow, etc.). Los mismos principios de encuentran en
universidades como Oxford o Cambridge. Estas escuelas tuvieron tal éxito en
Inglaterra y en los Estados Unidos que alrededor de las universidades,
ubicadas originalmente en lugares aislados, se formaron poco a poco
ciudades enteras.
La vida al aire libre con sol y una alimentación rica de vitaminas, cultivada en
campos cercanos, es una ayuda preciosa para el físico del adolescente,
mientras que la tranquilidad de los lugares, el silencio y las maravillas de la
naturaleza, satisfacen las exigencias de su espíritu favoreciéndolo la reflexión y
la meditación. Además, en un colegio es más fácil armonizar el ritmo de la vida
cotidiana con las exigencias de los estudios y del trabajo, mientras que en la
atmósfera familiar tiene que conformarse con las exigencias de la vida de los
padres.
Nuestro plan de estudio no es una simple réplica de estas universidades que
prosperan en el campo o en pequeñas ciudades de provincia. Su valor y su
significado no están en el campo, sino en él trabajo que se realiza en él. Es
más, está en el “trabajo” en general, con sentido social inherente a la
producción y a la ganancia económica.
La observación de la naturaleza no es solamente un enriquecimiento del
espíritu desde el punto de vista filosófico y científico. También está es la base
de una cantidad de experiencias sociales que alimentan el interés para el
estudio de la civilización humana.
Cuando se habla de “trabajo en el campo” no se piensa en transformar a los
estudiantes en campesinos. El método intenso de la agricultura moderna no se
basa en el trabajo manual del hombre, sino en la obra de su ingenio. Gracias a
la ciencia, producto de la civilización, el hombre ha creado en cierto modo una
“sobre construcción”.
El trabajo en los campos es una introducción a la naturaleza y al mismo tiempo
a la civilización: abre el acceso a una serie ilimitada de estudios científicos e
históricos.
Por lo que se refiere a los resultados obtenidos, constituyen una iniciación del
mecanismo social fundamental de la producción y de los intercambios sobre los
que se apoya la base económica de la sociedad.
Este tipo de trabajo introduce a los jóvenes al seno de la vida social mediante
la experiencia unida al estudio.
A esta organización la hemos llamado “Los jóvenes en el campo” o “Jóvenes
campestres”, porque se trata realmente de penetrar en la civilización partiendo
desde sus orígenes, es decir, la transición en la que los pueblos pasaron a la
vida sedentaria fijándose en los campos y abriendo una era de vida pacífica y
de progreso civil. Así lograron diferenciarse de los nómadas que continuaron
siendo bárbaros y guerreros.
La escuela de estos jóvenes o, mejor dicho, su casa en el campo o provincia,
les debe ofrecer la oportunidad de una experiencia social, porque su vida está
organizada en una escala más amplia y con mayores posibilidades de
independencia que en la familia.
Es necesario que este tipo de organización sea resultado de diferentes
actividades.
La subutilización podría llevarla al fracaso. Es importante abrir la pensión, la
tienda, la granja o el taller que se complementan unos a otros.
Una granja moderna, mientras que exige una serie de trabajos científicos y
manuales, ofrece la posibilidad de producir y de intercambiar productos,
entrando así en contacto con la sociedad por medio de una tienda o un taller.
Al abrir una pensión, la “Pensión de los Jóvenes Campestres”, la escuela
adquiere la posibilidad de introducir a los alumnos en el amplio campo de las
actividades que una iniciativa de este género implica.
Este instituto, teniendo que hospedar a muchachos y muchachas, tiene que ser
dirigido por un matrimonio, que además de las funciones materiales, ejercite
una acción moral y protectora hacia los jóvenes. Será una pensión familiar.

Participando en la administración del instituto, los jóvenes adquieren


experiencia en todos los campos que una empresa hotelera encierra, desde el
estudio de las soluciones más confortables hasta la organización material y
social, la administración y el control financiero.
Los niños pequeños han demostrado que pueden tener la casa limpia y en
orden; saben servir una mesa y lavar los platos. Por supuesto que para los
adolescentes será más fácil aprender a tener una pensión en orden, sobre todo
porque se trata de una preparación profesional para la que existen escuelas
especializadas.
Esta hostería, con sus múltiples actividades, podrá extenderse más allá de
proporcionar servicio a los mismos alumnos. Siempre permaneciendo simple y
rústica, podría ser equipada para albergar por breves períodos a familias de los
alumnos que de este modo podrán darse cuenta de la vida de sus hijos en el
colegio y contribuir al mismo tiempo al equilibrio económico de la institución.
La pensión, concebida en su proyecto moderno, con simplicidad artística,
embellecida con la alegría de los muchachos y libre de construcciones
artificiales, debe ofrecer toda una gama de actividades destinadas a desarrollar
el sentido artístico en la habitación.
Finalmente, otra institución social de gran importancia en el campo
suplementario es la tienda que será una empresa social. Una tienda abierta en
la ciudad más próxima permitirá a los “Jóvenes del Campo” vender los
productos de su trabajo en los huertos y en los jardines, además de vender
otros productos que realicen en sus talleres o, eventualmente, que realicen
otras personas. Por ejemplo, podrían comercializarse las producciones
artesanales de las personas de la región.
Este comercio debe presentar ciertas características particulares y conservar la
tradición del pasado en la que el artesano expresaba su talento en cada objeto
trabajado.
Esta tienda puede ser considerada como el renacimiento histórico de la bodega
medieval que era un lugar de reencuentro y un símbolo de sociabilidad.
Preservando su carácter artístico y dedicada a alguna idea religiosa, la bodega
servía como escenario para vender y comprar con honestidad y simplicidad. De
hecho, constituía una especie de institución pública para el pequeño comercio,
donde se canjeaban objetos individuales que estimulaban un intercambio de
noticias y de sentimientos. Era parte de la vida social.

La vieja costumbre de mezclar los negocios con la amistad y de establecer


contactos personales es una reminiscencia del pasado y será útil reutilizarla
entre los jóvenes, alegres, entusiastas, ávidos de variedad.
La tienda demanda una ingeniosa iniciativa de comercio y de intercambio.
Debe enseñar el arte de satisfacer las necesidades del público y de
intercambiar palabras e ideas con el hombre de la calle, junto con la exacta y
rigurosa contabilidad de los libros comerciales.

B. PLAN DE ESTUDIOS Y DE TRABAJO

No es posible fijar a futuro un programa particular de trabajo y de estudio.


Podremos indicar solamente un proyecto general: el programa deberá
concretarse espontánea y naturalmente, basándose en la experiencia.
Los estudios no están necesariamente ligados desde el inicio a los programas
actuales de las escuelas secundarias, ni mucho menos deben adoptar los
“métodos” vigentes.
Por otra parte, se trata de extender el campo del conocimiento y no de
reducirlo.
Nuestra reforma está basada sobre todo en el modo de impartir ese
conocimiento y el “método” de enseñanza.
Nuestro plan de estudios busca sobre todo destacar valores en las condiciones
sociales actuales. Por lo tanto, una educación de este tipo no tiene el derecho
a reducir la instrucción a la simple especialización, necesaria para asegurar un
“buen lugar” en el futuro. Centrarse únicamente en la necesidad de una
especialización es erróneo, pues ésta debe considerarse tan sólo como un
“medio práctico” para introducirse en la sociedad.

Antes que nada, enunciamos dos principios esenciales:

1. Para descansar no es necesario tomar vacaciones pues constituyen una


pérdida de tiempo e interrumpen la continuidad de la vida. El reposo se
encuentra en el cambio de ocupación: las vacaciones pueden darse en la
variedad de las ocupaciones, en la diversidad de los intereses.

2. El estudio responde a “una necesidad de la inteligencia”, por lo tanto, se


busca que sea adecuado a la naturaleza psíquica del individuo. No sólo no
representa un “cansancio mental” sino que responderá a esta necesidad
regenerando el espíritu y reforzando su desarrollo.

Hemos demostrado la validez de estos dos principios en nuestras Casas de los


Niños. Los estudios y el trabajo, sin crear fatiga alguna, aumentan en tal modo
la voluntad de los niños que, en la tarde, incansables continúan trabajando
luego de llegar a la casa.
Cuando comenzamos nuestra primera Casa de los Niños, los pequeños
empezaban a trabajar a las ocho de la mañana y terminaban a las seis de la
tarde. Algunos de ellos se llevaban el material a casa para seguir trabajando
con su familia. No ha sido menor el resultado que hemos encontrado en los
adolescentes. Sin embargo, para obtener este resultado es necesario “darle
gusto” a la naturaleza, respondiendo a las necesidades particulares de cada
edad. En esta tarea delicada tendremos que dejarnos guiar por la experiencia.

Cuidados Morales
Por cuidados morales entendemos la relación que se debe establecer entre los
alumnos, los maestros y el ambiente. Es necesario que el maestro tenga el
mayor respeto por la joven personalidad que tendrá por alumno. En el alma del
muchacho se guardan grandes valores. Todas nuestras esperanzas de
progreso para el porvenir son puestas en el espíritu de estos muchachos y de
estas jovencitas. Además, serán los jueces del presente.
Recordemos que en el secreto del adolescente se esconde la vocación íntima
del hombre.
Si es verdad que en el curso de las generaciones se realiza un progreso social,
el desarrollo de estos jóvenes, cuando sean adultos, será mayor al que tienen
sus maestros en la actualidad.
En cada adolescente se puede encontrar la imagen de Jesús que se siente
unido al Padre Celestial, tanto que se olvida de sus padres terrenales y
maravilla a los doctores ancianos con su sabiduría. No olvidemos que a pesar
de esto Jesús “siguió a sus padres obedientemente y trabajó sumiso
preparándose para su misión”.
Este respeto es esencial para los jóvenes. Jamás se debe tratar a los
adolescentes como si fueran niños. Ya han superado esta etapa y es mejor
tratarlos como si su valor fuera superior al que tienen en su estado actual. Así
se evita minimizar sus méritos y no se corre el riesgo de herir su dignidad.
Es necesario dar bastante autonomía a los jóvenes para que puedan
comportarse siguiendo su iniciativa individual. Hay que proveerles los medios y
la libertad necesarios para que puedan crear. No obstante, a fin de que la
acción individual sea libre y fecunda, debe ser realizada dentro de ciertos
límites y sometida a ciertas reglas que constituyen una orientación necesaria.
Estas reglas y estos límites deben ser observados en todo el instituto. No se
debe dar a los adolescentes la impresión de ser inconscientes e incapaces de
disciplinarlos.

Estas reglas, análogas al material didáctico destinado a los niños más


pequeños, deben ser “necesarias y suficientes” para mantener el orden y
asegurar el progreso. La organización debe ser concebida de manera que el
adolescente no se sienta extranjero y pueda adaptarse a cualquier ambiente.
Esta adaptación se manifiesta entonces con una “colaboración” la cual es
fuente de armonía social y un acelerador del progreso individual.
El ambiente debe facilitar el “libre albedrío”, pero es necesario evitar que el
joven desperdicie tiempo y energía siguiendo preferencias vagas e inciertas.
De la unión de estas disposiciones veremos surgir no sólo la disciplina. Está la
evidencia de que la disciplina es un aspecto de libertad individual, y un factor
esencial para el éxito en la vida.
Es indispensable observar escrupulosamente el orden en el que las diferentes
ocupaciones deben seguirse durante el día y escoger con mucho cuidado el
momento para cada cambio. Hay que aprovechar toda oportunidad que
contribuya al progreso de la organización.
Junto con las ocupaciones activas, será oportuno tener presente la necesidad
de la soledad y de calma, que son dos de las necesidades que tiene el
adolescente.
El tratamiento físico demanda una particular atención, dadas las condiciones
fisiológicas de la adolescencia. Se trata de un período de crisis durante el cual
todas las glándulas endocrinas entran en actividad y su influencia hace que el
organismo entero esté en fermentación. El cuerpo crece rápidamente, pero no
lo hace a ritmo uniforme. Esto explica el porqué de ciertos desequilibrios
funcionales. En la primera fase de la adolescencia, las piernas se alargan
mucho más rápidamente que el torso y naturalmente que el tórax. El resultado
es una insuficiencia del corazón y de los pulmones que provocan palpitaciones
y una disminución de la resistencia pulmonar.
Tampoco la fuerza muscular crece en proporción a la estatura debido al
crecimiento de las piernas.

La adolescencia física puede ser dividida en tres períodos:


1. Desarrollo de las piernas.
2. Desarrollo del torso, sobre todo el tórax.
3. Desarrollo de la fuerza muscular.
Ya que estas transformaciones se presentan con intervalos muy seguidos
durante casi dos años, es pertinente vigilar el crecimiento del adolescente,
registrando sus medidas antropométricas y examinando periódicamente su
corazón, sus pulmones y sus demás órganos internos aun cuando goce de
perfecta salud.
Es necesario asegurar que la alimentación sea abundante y nutritiva, pero con
poca o ninguna adición de carne durante este período. En el campo donde los
vegetales, las frutas, los huevos y los lácteos conservan todo su valor, los
alimentos vegetarianos crudos y sobre todo las frutas acompañadas de lácteos
y huevo deben ser abundantes en la alimentación diaria. Las legumbres
apenas cosechadas y la fruta madurada completamente en la planta
representan un inestimable tesoro, en lugar de vegetales marchitos y fruta que
madura artificialmente con un valor nutritivo insuficiente, como nos es común
encontrar en las ciudades.
Los venenos de uso común como el alcohol y el tabaco deben ser
absolutamente prohibidos en la vida del adolescente. Podemos sustituirlos con
dulce, porque el azúcar es un nutriente de primera necesidad, tomada con
moderación como sucede con el niño en la primera infancia.
Tomar el sol, los baños, la natación, y en general la vida al aire libre deben ser
prácticas cotidianas. Lugares en donde sea más fácil realizar paseos largos, a
la orilla del mar o en los bosques, son mucho más favorables que las montañas
donde las excursiones fatigan el corazón debido a que el tórax de los
adolescentes no está suficientemente desarrollado.

Programas y Métodos

El programa general de los estudios puede dividirse en tres partes. He aquí las
exigencias principales:

1. Dar vía a las posibilidades de expresión personal del adolescente, o sea


facilitar con ejercicios y otros medios externos para el desarrollo de su
personalidad interior.
La mejor manera para llegar a esta meta son los ejercicios artísticos,
dejándolos elegir libremente tanto para el género del ejercicio como el
momento en que lo practicarán.

Algunos muchachos escogen el trabajo individual, otros el trabajo en grupo.


Estos ejercicios se refieren a las artes:

a) La música. Ejecuciones de piezas en las que los alumnos aprenderán a


identificar a los compositores y sus épocas, como se hace normalmente
con los estudios literarios, cantos corales, estudio de instrumentos como
solistas y en orquestas.

b) El lenguaje. Dicción, elocución, representaciones dramáticas, declamación


de poesía. Cultivar el arte de hablar con lógica, de exponer las propias
ideas, de razonar y discutir. Lectura en voz alta con la capacidad de
mantener viva la atención del público, conferencias sobre ideas
personales.
c) Los trabajos artísticos. Diseño, modelado de figuras sólidas, de plastilina o
barro con diferentes propósitos: diseños ornamentales, reproducción de la
naturaleza, creaciones de la propia imaginación, etc. Estos trabajos no
deben ser considerados como un estudio artístico, sino que serán
destinados a facilitar la expresión del sentimiento artístico personal en
relación con un trabajo manual y adquirir un cierto conocimiento de las
técnicas modernas.

2. Responder a aquellos que consideramos como elementos creadores del ser


psíquico en el hombre.
El chico tiene necesidad de ser valorado. Su instinto lo induce a ver todo bello,
lo alienta a admirar todo lo que se presenta ante sus ojos. Debemos favorecer
esta tendencia. Su personalidad debe ser observada y ayudada con la
condición de que la ayuda se limite a lo estrictamente necesario. Si queremos
darles a los alumnos una educación religiosa apta para su edad, esta
educación debe fundamentarse en el contacto. Dios ama a la criatura, la ve
continuamente, no la abandona jamás. Si queremos darle una idea religiosa de
la naturaleza, debemos siempre hablar del individuo, del animal individual.
Todo debe ser bien claro, bien diferenciado y, por así decirlo, revelado y
analizado: el joven, el padre, la madre, las personas, los animales. En este
período se trata, sobre todo, de facilitarle la construcción de su personalidad.
Tratemos de hacer la obra que le aclare sus ideas, presentando cada cosa y
cada idea bajo un aspecto concreto y haciendo más tangible aún aquello que
sea abstracto.

La cultura “creadora”, destinada a la construcción de las bases mismas de la


personalidad, se divide en tres ramas:

a) La educación moral. constituye la base del equilibrio espiritual sobre el


que se apoya todo lo demás y que puede ser comparado con el equilibrio
físico, sin el cual es imposible tenerse en pie o cumplir con la mayoría de
las actividades motrices.

b) Las Matemáticas. Hoy la inteligencia humana ya no es una inteligencia


natural. Sin una inteligencia matemática, sin la educación y el desarrollo
matemático, no es posible participar en nuestra época ni comprender su
progreso. Un espíritu sin cultura matemática hoy se compararía con un
hombre que ignoraba el alfabeto en tiempos en los que se dominaba la
cultura literaria. En el estado natural, el espíritu humano ya es matemático:
tiende hacia la exactitud, la medida y la confrontación. Es capaz, dentro de
ciertos límites, de comprender muchos de los efectos con los que la naturaleza
afecta a los hombres mientras cuida celosamente el mundo de las “causas”.
Por lo tanto, dada la importancia vital de las matemáticas, es necesario
que la escuela recurra a un “método especial” para enseñarlas y que dé
los suficientes elementos de manera correcta, clara y comprensible.

c) Los idiomas. El desarrollo del lenguaje forma parte de la misma personalidad


humana. Las palabras son el medio natural de expresión del pensamiento y por
consiguiente establecen la comprensión entre los hombres. Si en un tiempo era
suficiente conocer únicamente un idioma, hoy es indispensable enseñar varios.
El latín, que tenía una importancia preponderante cuando la cultura era sobre
todo cultura literaria, no es ya tan esencial en nuestros días. No se debe, de
ninguna manera, imponer el aprendizaje de forma obligatoria porque se trata
de un idioma inútil excepto para algunos estudios clásicos con una finalidad
netamente profesional. De cualquier modo, dada la importancia histórica del
latín, se debe enseñar a todos los que lo deseen por lo que debería existir
como materia electiva.

Los profesores de latín tienen la posibilidad de “penetrar” y de incentivar a


los alumnos despertando su interés y haciendo atractivo el idioma al que
se conectan los orígenes de nuestra civilización.

3. Poner al adolescente en relación con la civilización actual, enseñándole una


cultura general y también un medio de experiencia.

a) Estudio de la Tierra y de la naturaleza viviente. Esto se refiere a la ecología


con documentación acerca de los períodos prehistóricos, biología,
cosmografía, botánica, zoología, fisiología, astronomía y anatomía comparada.

b) Los estudios inherentes al progreso humano y a la construcción de la


civilización a través de las ciencias físicas y químicas. Estos estudios, aún
siendo en su mayoría teóricos, siempre deben dar lugar a experimentos
prácticos. Así se ofrece a los alumnos la posibilidad de observar y de
experimentar directamente. Gracias a estas bases, podrán asimilar las
materias más difíciles y que no es posible demostrar en la escuela. Las
nociones prácticas ilustran la teoría, la hacen más atractiva e impulsan al
alumno a ir siempre hacia delante.
La escuela deberá poseer un “museo de las máquinas”, fácilmente manejables
que permitan a los chicos desmontarlas, remontarlas y repararlas. Allí deben
estar presentes el plano inclinado, los engranes, el torno, la rueda y todos los
elementos que ayudan a obtener el máximo rendimiento con el mínimo
esfuerzo. Las lentes y los prismas para la concentración y la desviación de la
luz, pueden constituir un “material” para el estudio de las leyes esenciales de la
física, con sus fórmulas y sus cálculos matemáticos. Lo mismo sucede con la
estática. Podemos usar materiales simples que se encuentran fácilmente, para
ilustrar las leyes que regulan el equilibrio de los edificios y de los puentes.

Los “Jóvenes del Campo” deben estar habituados a servirse de las máquinas:
máquinas de escribir, máquinas textiles para teñir y estampar, calculadoras,
impresoras, cámaras fotográficas y de video, equipos de audio, microscopios,
etc. Debe conocer el alfabeto Morse para saber utilizar las diferentes máquinas
en la vida cotidiana: no sólo la bicicleta “para ir más rápido”, sino los pequeños
utensilios de uso familiar, como el pelador de verduras, el prensa papas, la
aspiradora, la lavadora, la plancha, etc. Las máquinas son un órgano
multiforme en la vida del hombre moderno.
Aquí se impone una reflexión. Con las máquinas, la civilización le ha dado
al hombre un poder enormemente superior al que disponía en sus orígenes,
pero, para que la obra de la civilización se desarrolle, es necesario que también
el hombre se desarrolle. El mal de nuestra época se debe al desequilibrio que
existe en la diferencia del ritmo evolutivo: la máquina se desarrolla a un ritmo
acelerado, en tanto el hombre ha permanecido relegado. Así, el hombre vive
dependiendo de las máquinas mientras debería dominarlas. El progreso no
debe llevar al triunfo del materialismo; al contrario, debe “elevar” al hombre. Es
maravilloso elevar el propio ideal siempre más alto, hay que enseñar a los
adolescentes cuál es nuestra tarea en la Tierra. Esta potencia que la máquina
le ofrece al hombre debe crearle deberes nuevos, una moral siempre más alta.
El hombre dotado de poderes “sobrenaturales” puede divisar a través de las
lentes, objetos infinitamente pequeños o muy lejanos. Puede hacer cálculos
matemáticos que habrían sido absolutamente inaccesibles y, además,
inconcebibles para el hombre natural. Hoy puede escuchar voces que vienen
de distancias enormes, puede medir las ondas que hacen posibles las
comunicaciones. Viaja con una rapidez que aumenta cada vez más, vuela en
los cielos y surca la superficie de los mares. La máquina le confiere un inmenso
poder, un poder no menos fantástico del que tienen los héroes en las fábulas y
el progreso del ambiente social que le corresponde. Pero si la educación no lo
ayuda a introducirse en este mundo, permanecerá “fuera de la sociedad”. El
hombre de esta “súper naturaleza” es el rey de la Tierra, de las cosas visibles e
invisibles, penetra en los secretos de la vida dando origen a una fauna y a una
flora que constituyen esta súper naturaleza, haciendo progresar con la química
los productos naturales de la Tierra, transformando los cuerpos, con el toque
de una varita mágica. Esta es la prueba de la grandeza humana colectiva y
el hombre puede darle a esta obra su contribución. El hombre que ostenta este
poder se vuelve peligroso. En este nuevo mundo debe imponerse una nueva
moral individual y social: una moral que lleve a las directivas nuevas sobre el
bien y el mal, sobre las graves responsabilidades que los individuos asumen
hacia la humanidad entera, a partir del momento en el que el hombre
incrementa su poder más allá de su naturaleza. La máquina no debe hacer otra
cosa que sustituir al esclavo de la nueva civilización.

c) La historia de la humanidad. Debe ser lo más completa posible. Es necesario


presentar un cuadro general en el que será necesario escoger los períodos
particulares para un estudio individual más profundo. Una biblioteca
especializada, provista de atlas geográficos, un museo de historia con retratos
y reproducciones de documentos históricos y prehistóricos que ofrezca a los
alumnos material precioso para sus investigaciones personales.
El capítulo de la historia más importante para los adolescentes es el que trata
de las exploraciones y de las invenciones. Será bueno ilustrar las explicaciones
con imágenes de la vida social antes y después del descubrimiento que se está
estudiando para que sea posible hacer una comparación de la vida humana
durante los diferentes estados de su evolución.
Otro aspecto de la historia, que es particularmente apto al período sucesivo, es
aquel que estudia el desarrollo humano en relación con los factores
geográficos, el contacto entre los diversos pueblos, la mezcla, la asimilación de
las diversas razas humanas y de las culturas, las guerras y la conquista de los
imperios; todo acompañado de escenas breves de los sentimientos, usos y
costumbres de las varias épocas, sobre la influencia de las religiones y del
sentimiento de patria y sobre el comportamiento del hombre.

d) Argumentos especiales. Junto con estas consideraciones de orden general


es interesante profundizar en el estudio de una época, de un suceso o de la
vida de algún personaje que haya suscitado particular interés entre los
alumnos. Este estudio ofrecerá la ocasión de coleccionar, consultar y
confrontar los documentos, artículos y retratos hasta conseguir la comprensión
total del argumento.
Es necesario dar una ojeada a la situación presente en el propio país, a su
constitución, a sus leyes, a sus características particulares y a sus
características morales. Este cuadro deberá ser ilustrado abundantemente
por referencias concretas y enriquecido con visitas a lugares que tengan
alguna importancia histórica.

Los Métodos
Los mejores métodos son aquellos que suscitan el máximo interés en el
alumno: le dan la posibilidad de trabajar solo, de experimentar y alternar los
estudios con ocupaciones en la vida práctica.
Una pizarra en la que se encuentren escritos claramente y a la vista de todos,
el grado de cultura solicitado por las leyes de la enseñanza secundaria,
constituye un óptimo estímulo y proporciona las directivas sin imponer
obligaciones. Además, es necesario dejar a aquellos que quieren trabajar, la
posibilidad de alcanzar y de superar el nivel requerido por las reglamentaciones
oficiales.
Ya que esta escuela de “Jóvenes Campestres” se extiende durante todo el
período de la pubertad hasta los 18 años, en los últimos años habrá que
ayudar a los alumnos a prepararse para entrar a la universidad o para superar
los exámenes necesarios para conseguir un diploma.

Consideraciones Prácticas.
Un plan del que hoy en día estamos muy alejados no podrá realizarse más que
por grados. Naturalmente se trata de una escuela abierta a cualquier chico que
haya superado la escuela primaria y no sólo a aquellos que vengan de
escuelas especializadas; una escuela para alumnos normales, pero en la que
también los chicos lentos, retrasados o que simplemente sufran de cualquier
anormalidad psíquica, como timidez o bloqueos mentales, se sientan seguros
de encontrar una ayuda eficaz, de obtener una mejoría efectiva.
Un terreno vasto y espacioso, cerca del mar y cercano a una ciudad, constituye
la localidad más favorable para establecer una escuela de este tipo. Los
profesores deben estar dispuestos a vivir en la misma escuela, asumiendo
parte del trabajo de conducción y participando en la vida cotidiana del instituto.
Es necesario instaurar una disciplina severa tanto para el personal docente
como para los alumnos para asegurar orden en la vida interna y unidad a los
objetivos: los adolescentes se adaptarán necesariamente a un ambiente
ordenado.
Será oportuno recurrir a la obra de jóvenes maestros –hombres y mujeres- que
vengan de fuera. Naturalmente deberán ser calificados para la enseñanza en
las escuelas secundarias, pero esto no significa que permanezcan libres de
enseñar según sus métodos: deberán, al contrario, adoptar los métodos del
instituto para que su colaboración sea eficaz. Estos maestros externos deben
ser jóvenes, tener espíritu abierto y estar listos a tomar parte activa en la vida
de la escuela, aportando su propia contribución. Por otra parte, deberán ser el
mínimo necesario para impartir determinados conocimientos en el momento
que los métodos del instituto lo requieran.
Junto con los profesores que imparten las materias escolares comunes, será
necesaria la participación de técnicos, por ejemplo, un instructor para la
agricultura y la jardinería, un administrador o contador que enseñe a
administrar la tienda y la pensión, un maestro para los trabajos artísticos.
Todos los miembros del personal deben ser calificados para los trabajos
prácticos que deben realizar: cocina, costura, contabilidad, etc. Será
interesante contratar a un trabajador competente que sepa realizar diferentes
trabajos y ayudar en la vida cotidiana.
Como los niños más pequeños en nuestras escuelas han aprendido a doblar
sus vestidos, a coser, a poner en orden sus cosas, los “Jóvenes Campestres”
deben aprender a ajustar los objetos que se descompongan, a reparar un
automóvil a cambiar un vidrio roto, a ajustar una cerradura, etc. Deben ser
capaces de trazar un camino, de realizar la conexión eléctrica para un timbre,
de serruchar la leña y realizar pequeños trabajos.
A este punto, necesitamos preguntarnos cómo se podrán ganar la vida. Esta
ganancia que, naturalmente no puede ser inmediata, será posible sólo a través
de la colaboración de los adultos. Los adultos comenzarán a ganar, dando el
ejemplo del trabajo y harán poco a poco que los jóvenes participen en la
organización económica y material, así como en la ejecución de los trabajos.
Por ejemplo: una fábrica moderna ya organizada o un jardín donde se cultiven
flores, puede contratar a los jóvenes. Basta establecer un contrato previo entre
la escuela y las empresas cercanas.
Del mismo modo, la tienda puede ser abierta por una asociación de adultos,
por ejemplo, un grupo de familiares de los alumnos. Un adulto podrá hacerse
responsable pero los muchachos, colaborando en turnos aportarán una nota
juvenil y de gallardía al mismo tiempo que desarrollarán las primicias de su
trabajo y de su ingenio.
Sería bueno establecer al final de este período una preparación de un mes más
o menos, seguida de una especie de examen, no de las materias de estudio
sino de los problemas de conciencia.

En este momento de algún modo se presenta la entrada del joven en la vida y


es aquí que debemos prepararlo a lucha contra las fuerzas del mal a las que se
enfrentará.
Deberá vencer las tentaciones. Por esto no podemos dejar que se presente
delante del “príncipe de este mundo” sin una adecuada preparación, un
resumen de todo lo que ha hecho hasta ahora, un examen de conciencia que
constituya una especie de diploma de admisión para entrar en la vida.

C. LA FUNCIÓN DE LA UNIVERSIDAD

Las escuelas están hechas para jóvenes y para adolescentes. Una sola
escuela está destinada para los adultos: la universidad.
Después de los 18 años la “preparación del organismo” se terminó y las
mismas leyes reconocen la madurez física del individuo, autorizándolo a
contraer matrimonio. A los 21 años el ser humano se considera como liberado:
mayor de edad. Generalmente se entra a la universidad después de los 18
años y en ella se permanece hasta los 21 o en ocasiones hasta dos o tres años
después. La universidad es por lo tanto una escuela para adultos.
Esta es la única consideración –de orden puramente físico- que pone a la
universidad en una posición diferente a la de otras escuelas.
Su organización no es sustancialmente diferente, la universidad es la
prolongación directa de las otras escuelas. Los estudiantes continúan las
lecciones, escuchando a los profesores, y afrontando exámenes de los que
depende el suceso de su carrera. La única diferencia consiste en el hecho que
los estudiantes universitarios no deben repetir las lecciones y hacer tareas en
casas, eso significa que, ya que son personas habituadas a un trabajo
impuesto y continuamente controlado, ahora trabajan menos.
Tienen, de hecho, vacaciones más largas. Pero para todo lo demás dependen
de sus familias como en los estados precedentes. Las familias vigilan, por así
decir desde el punto de vista financiero, el éxito de los estudios valorándolos
con base en los exámenes y a las calificaciones reportadas.
En la universidad tenemos personas que viven como niños, aunque son
adultos. En cambio, durante esta fase de la vida deberían tomar conciencia de
sus responsabilidades y de su tarea social que es la de crear una familia. Sin
embargo, demuestran por lo general, una falta de conciencia y tienen una idea
falsa de la vida.
No se puede esperar que hombres y mujeres así contribuyan a mejorar la
sociedad.
En la Edad Media, la vida de los estudiantes se caracterizaba por la grandeza y
la dignidad. Existían centros de estudio como la célebre Universidad de Boloña,
a la que acudían jóvenes de todos los países de Europa. Cada uno de estos
estudiantes tenía el sentido de la responsabilidad intelectual hacia su país de
origen, que estaba orgulloso de que algunos de sus ciudadanos asistieran a
esa universidad. La Universidad de Boloña exponía orgullosamente en las
paredes de su anfiteatro escudos de esmalte y Oro, representativos de las
ciudades y países de los alumnos. Los estudiantes participaban en discusiones
filosóficas y políticas que los llevaba a tomar conciencia de su valor y de su
responsabilidad moral. La solemnidad de las ceremonias formales y los mantos
de armiño de los profesores eran continuos llamados a la dignidad del instituto.
En las universidades más antiguas no había más exámenes que el de
titulación. Los estudiantes se ocupaban de sus estudios, empujados por un
apasionado interés de la conquista de conocimientos elevados. Su tiempo era
contado y precioso. Las fiestas universitarias, inspiradas en una empresa
artística, constituían verdaderas y propias ocasiones en la vida pública. Las
universidades eran “centros de cultura” que irradiaban la civilización con una
finalidad universal y los estudiantes –los que eran estudiosos- eran los
propagadores.
Pero hoy la civilización y la cultura se transmiten por otros medios, por medios
cada vez más extensos y fáciles. La cultura se difunde a través de la estampa y
las comunicaciones rápidas que establecen una especie de nivelación
universal.
Además, las universidades se han transformado poco a poco en simples
escuelas profesionales, en las que sólo el grado de cultura es superior al de las
otras escuelas, pero han perdido el sentido de su dignidad y de su grandeza
que era un instrumento esencial para el progreso de la civilización.
Los estudiantes que como única meta se proponen obtener un oscuro empleo
personal, no pueden tener más conciencia de esta misión que creaba en un
tiempo el “espíritu universitario”. El sólo deseo de trabajar lo menos posible, de
pasar a cualquier costo los exámenes y de aferrar el diploma que servirá a la
carrera de cada uno, se ha convertido en el motivo esencial, común a todos los
estudiantes. Así, al progreso de la cultura que ha transformado la existencia,
corresponde la decadencia de las instituciones universitarias. Los verdaderos
centros de progreso se han transferido a los laboratorios de investigación
científica que son lugares cerrados ajenos a la cultura común.
La decadencia general de las escuelas que se verifica hoy en día no deriva de
una disminución de la cultura impartida a los estudiantes sino de la falta de
correspondencia entre las organizaciones de estos institutos y las necesidades
actuales. La escuela se ha quedado bajo el nivel alcanzado externamente en la
civilización. Las bases materiales de la civilización han cambiado a tal punto
que ya anuncian el alba de una civilización nueva. En este período crítico de la
historia de la humanidad, la vida misma del ser humano tiene la necesidad de
una nueva adaptación.
Este es el problema esencial de la educación.
La educación no consiste en buscar métodos nuevos en vista de una
transmisión árida de conocimientos. Debe proponerse contribuir en el
desarrollo del ser humano. Por consiguiente, debemos tomar en consideración
la vida misma del hombre, la vida en sus valores. Si la base de la educación se
convierte en la “formación del hombre” será necesario coordinar entre ellos
todos los grados de estudio, desde la infancia hasta la edad adulta, desde el
jardín de niños hasta la universidad, porque el hombre, aun atravesando
diferentes fases interdependientes, es uno y único. La fase que precede
prepara la sucesiva, forma las bases, cultiva las energías. La falta de
coordinación entre los grados sucesivos de enseñanza, también constituyen un
obstáculo en las escuelas que existen en la actualidad. Las universidades
tienen un plan de estudios propio, pero encuentran a los estudiantes
insuficientemente preparados para seguirlo.
Lo mismo sucede en la escuela media con relación a la escuela elemental.
Esta falta de preparación de la personalidad influye de manera negativa sobre
todo el desarrollo de la vida escolar.
Si además la educación mira no sólo a la cultura, sino que también al
desarrollo del hombre, una rigurosa coordinación se vuelve indispensable y
esencial en todos los períodos de la vida.
Durante las experiencias hechas con los chicos de la escuela elemental hemos
relevado que las bases de todas las ciencias se deberían introducir justo entre
los seis y los doce años. Existe de hecho en el desarrollo psíquico un período
sensitivo que se podría llamar “el período sensitivo de la cultura”, durante el
cual se organiza el plan abstracto del espíritu humano. Este es el momento en
el que se deben echar las semillas. Se puede comparar este período del alma
humana al campo donde se siembra el trigo, que esperará la estación nueva
para germinar.
La finalidad de la educación es la de estudiar todos los medios posibles para
“sembrar este trigo” a la edad más adecuada. Esta “siembra” no debe interesar
sólo a la educación primaria, sino también a la universitaria, del mismo modo
que el cultivo del lino debe interesar al fabricante de telas. Porque, si falta la
materia prima de calidad, resulta inútil tener buenos instrumentos para
trabajarla.
Lo mismo pasa con la vida psíquica: a una cierta edad, una actividad interior da
origen a los primeros desarrollos intelectuales, suscitando reacciones de
entusiasmo y despertando capacidades que sin esta actividad permanecerían
adormecidas. Vendrá la época de la juventud, que desarrollará estos centros
de interés. Pero si las semillas del conocimiento no fueron sembradas en la
estación adecuada, no queda más que la inercia que rechaza cada esfuerzo y
cualquier estudio permanece estéril. Se podría decir que cuando se ha
cometido este pecado contra las leyes de la vida, el trabajo se convierte en una
árida fatiga, una especie de condena, no diferente a aquella que la Biblia
describe para Adán. Evidentemente, no es el trabajo en sí, sino el trabajo fuera
de las leyes el que fue condenado por la maldición divina. Así, el estudiante
prosigue sin entusiasmo y sin pasión el curso árido y forzado de los estudios
universitarios. Se necesitaría un estímulo supremo, un rayo de luz para llamar a
los corazones replegados en la inercia y en el error y para reanimar la vida
lánguida: no podrá jamás hacerlo esta escuela árida, que subestima la
personalidad del estudiante y continúa a agravar su inercia.
También para la adquisición de la cultura, los diferentes grados de la
enseñanza tienen un interés común o, mejor dicho, las escuelas superiores
tienen un interés de control hacia las escuelas elementales, ya que estas
últimas van preparando las energías humanas.
Los profesores universitarios, tanto de materias literarias como científicas,
tendrán delante de ellos a discípulos ardientes, a críticos inteligentes, a
verdaderos colaboradores, si sus alumnos tuvieron un desarrollo adecuado y
normal. De otra forma, no se encontrarán más que con espíritus indiferentes e
inertes que rechazan la cultura, jóvenes arrogantes que tendrán que frenar
como potros rebeldes.
La colaboración es aún más necesaria cuando se trata de la personalidad
humana en su totalidad, porque la vida humana no tiene sed sólo de cultura. La
cultura implica un estado receptivo, mientras que la vida es activa y expansiva
y tiende a crear al externo.
Estudiar no es vivir: vivir es precisamente la cosa más necesaria para poder
estudiar.
Hemos podido palparlo directamente: el estudio, aunque sea ampliado, aunque
sea asimilado, no satisface a la personalidad humana. Quedan otras
necesidades, que, si no son satisfechas, conducen a conflictos interiores que
influyen en el estado mental y alteran la claridad. La felicidad, el sentimiento del
propio valor, la satisfacción de sentirse apreciados y amados por los demás, de
sentirse útiles y capaces de producir, son factores de inmenso interés para el
alma humana.

La nueva universidad deberá tomar su nueva dignidad de estos factores y no


sólo de la cultura. La consideración moral y filosófica de la vida y del fin de la
humanidad era, en un tiempo, la base misma de la universidad, la cultura era
un medio espléndido para elevar a la humanidad a un nivel superior. Hoy, la
moral del hombre no puede ser desarrollada ni por la filosofía ni por las
discusiones de conceptos metafísicos, sino únicamente por la actividad, por la
experiencia, por la acción.
Es interesante notar cuánto le interesan al chico las actividades prácticas en el
período precedente a la adolescencia. El trabajo manual con un fin práctico
ayuda a adquirir una disciplina interior. Cuando la mano se perfecciona en un
trabajo escogido espontáneamente y nace la voluntad de lograr, de saltar un
obstáculo, la conciencia se enriquece de algo muy diferente a una simple
cognición: es el sentimiento del valor propio. Desde la más tierna edad el
hombre encuentra su más grande satisfacción al sentirse independiente. El
sentimiento de poder bastarse a sí mismo surge como una revelación y es sin
duda un elemento fundamental de la vida social.
Es evidente que la necesidad de ayudar a los otros o de buscar su
colaboración no puede nacer cuando se depende completamente de ellos y se
está convencido de la propia incapacidad. Al final, el sentimiento del valor
individual y la posibilidad de participar en una organización social, constituyen
las fuerzas vivas. Esto no se adquiere aprendiendo simplemente de memoria
las lecciones o resolviendo problemas que no tienen nada que ver con la vida
práctica.
Es necesario que la vida se convierta en el centro de interés y la cultura en un
simple medio. Nada demuestra la necesidad de la cultura más que la
constatación de cuánto sea necesaria para vivir en modo consciente e
inteligente. Comprender la ayuda esencial que esto nos trae, sentir la
necesidad para llegar al suceso y, por consiguiente, considerarla como la
fuente de la felicidad espiritual, es lo que alienta a estudiar siempre más.
La relación que existe entre la vida y la cultura demuestra claramente como los
chicos están en grado de aprender mucho más de lo que la escuela de hoy
pretende enseñar con sus programas anticuados.
Tengamos presente que durante la infancia se debe despertar el primer interés,
sembrar la semilla de todas las ciencias.
El hombre crece como un todo: si el desarrollo de una de sus partes esenciales
es defectuoso, se generan complejos que pueden llegar a turbar la mente.

El individuo que toma conciencia de los propios valores es propenso a la


asociación.
Representa una energía. Hemos visto como la asociación entre chicos se da
espontáneamente, por si sola, para pensar y para comprender. Parece que la
verdadera comprensión va de la mano con la discusión, con la crítica, con el
consentimiento de los demás. Es necesario que el gusto de conocer sea
inmediatamente comunicado a los demás: en esta comunión se desarrolla el
entusiasmo.
Estudiar y pensar inducen a la asociación no menos que la actividad manual.
Quien se dedica a un trabajo muy difícil para sus fuerzas tiene la necesidad de
asociarse con otros individuos. Pero, también para comprender, la ayuda de los
demás es necesaria.
La colaboración espontánea es una manifestación verdaderamente reveladora.
La asociación suscita nuevas fuerzas y estimula las energías. La naturaleza
humana tiene necesidad de la vida social, tanto para el pensamiento como
para la acción.
Todas estas evidencias nos inducen a reconocer tangiblemente la imposibilidad
de cerrar la educación en los límites de un aula escolar, en la que los jóvenes
que estudian permanezcan inertes, perpetuamente sujetos al despótico querer
del profesor y separado del resto del género humano. Esto vale también para
los niños más pequeños.
La primera reforma de la educación debe consistir en ofrecer a los muchachos
un ambiente vasto, actividades variadas y la posibilidad de trabajar en grupos.
La adolescencia representa un período de germinación para la construcción de
la sociedad. Ahora la sociedad se construye mediante actividades diversas y
no puramente intelectuales, pero, sobre todo, tiene necesidad de que el
individuo, desarrollando sus experiencias sociales, adquiera el creciente
sentimiento de la propia conciencia.
Un muchacho inerte, que no ha trabajado nunca con sus manos y no se ha
dado cuenta de que “vivir” significa vivir socialmente y que para pensar y crear
hay que alcanzar, sobre todo, la armonía de la propia alma, será un
adolescente egoísta, pesimista y melancólico que buscará en los valores
superficiales de la vanidad la compensación de un paraíso perdido. Una vez
convertido en hombre se presentará a las puertas de la universidad para
preguntar ... ¿qué cosa? Para pedir una profesión que le permita garantizar su
vida material en una sociedad que le es ajena e indiferente, para participar en
una civilización que ignora. No se puede comenzar a considerar al hombre sólo
cuando ya se ha convertido en hombre, hay que ocuparse antes. Si queremos
encontrarnos un día de frente a un hombre, debemos buscar antes al niño.
Separar las diferentes fases de la vida es absurdo. El hombre es el resultado
del niño y las causas del bien y del mal que encontramos en los adultos se
habrían podido descubrir fácilmente durante el breve período de su
crecimiento.
La distinción que nosotros establecemos entre los intereses del muchacho y los
del adulto, tanto para la educación como para las cuestiones sociales, hacen
pensar en la lucha que enfrentaron en la Edad Media dos países que se decían
poseedores de valiosas reliquias. Uno tenía los tres cráneos de los Reyes
Magos niños, el otro los tres cráneos de los Reyes Magos adultos.
Este criterio fatal, esta especie de barrera psíquica que separa netamente los
dos campos de interés, es la base de graves errores y constituye una seria
amenaza para la humanidad. ¿Por qué jamás, delante a los peligros que
amenazan a la salvación de los pueblos, no se considera la defensa suprema,
que consiste en cuidar, corregir y fortificar a la humanidad con todos los medios
posibles, cuando se encuentra en el período de formación? Hoy en esta
civilización prodigiosa, lo que hace falta es la fuerza espiritual del hombre, la
rectitud de conciencia y sobre todo el sentido de la vida humana que triunfa en
el universo.

El hombre que llega a la universidad dejó atrás la infancia y la adolescencia, ya


es un hombre hecho y gran parte de su destino social y de su éxito en los
estudios dependen del modo en el que se desarrolló esta formación.
Lo que importa es “el fin del hombre”. Este fin no puede reducirse a guardar
nociones para el ejercicio de una profesión. Los estudiantes universitarios son
adultos que deberán ejercer una influencia sobre la civilización de su época.
Los educadores y por consiguiente los dirigentes de la humanidad futura, salen
de la universidad. De la universidad salen los hombres que guiarán a las
multitudes y serán los defensores de la civilización. Cuando hayan superado
los exámenes, se encontrarán delante a las puertas del mundo, tendrán la
necesidad de una seria preparación moral. Una vez convertidos en hombres,
no permanecerán en la escuela simplemente para saber un poco más de los
demás. Es cierto que la cultura representa sólo una parte, aunque importante,
de su preparación; pero estos hombres serán capaces de encontrar todo
gracias a este medio. El ambiente social se infiltra a través de ella. Es
importante, pues, intensificarla y hacerla penetrar en la conciencia, es un arma
defensiva para la humanidad y para la civilización.
Como la religión, que está al alcance de todos, asume mayor intensidad en los
misioneros y en los sacerdotes y los hace trabajar por el bien de la humanidad,
así la cultura, que se difunde por todas partes y es asimilada por los pueblos,
asume una mayor profundidad en ciertos individuos, que se convierten en sus
apóstoles para sostener la civilización.
En la universidad la preparación debería ser pues, más extensa y más activa.
Si la educación conducida entre cuatro paredes es inadecuada para los niños,
podrá satisfacer todavía menos a los hombres. Para un adolescente, es
necesario sentirse independiente: el hombre debe haber ya realizado su
independencia. Las experiencias sociales deben tener una continuidad.
Un hombre que nunca hubiera trabajado, que nunca hubiera tratado de
ganarse la vida, que nunca se hubiera acercado a las diferentes edades y a las
diferentes clases sociales, difícilmente sería digno de acceder a un puesto
directivo.
Este “valor de la personalidad” debe ser cultivado activamente mediante
experiencias concretas. La conciencia del hombre moderno ciertamente no se
formará filosofando o meditando.
La universidad por su mismo carácter, debe enseñar a estudiar. El título
demuestra simplemente que se ha aprendido a estudiar, que se es capaz de
adquirir por si solo la cultura, que se está bien orientado en el camino de las
investigaciones científicas.
Demuestra, por lo tanto, que la instrucción no es la tarea esencial de la
universidad. Si se ha aprendido a estudiar, es evidentemente que se ha hecho
para continuar estudiando. Una persona titulada es una persona que sabe
navegar mejor en el océano de la cultura. Ha recibido una orientación, es un
trabajador que tiene una brújula para comunicarse con los astros que le
alumbran el camino.
Este es el verdadero significado de una persona titulada.
Si el título es sólo un certificado que hace constar la capacidad de aprender,
¿por qué los estudios universitarios deben durar de cuatro a seis años? Una
persona que estudia en la universidad sabe que deberá estudiar toda la vida o
renunciar a todo su valor. ¿Por qué pues debe ser atormentado esos tres o
cuatro años para la adquisición de una cultura que nunca tendrá fin? Debe
existir otro medio para formar a los jóvenes y permitirles adecuarse a la
civilización y a las exigencias de nuestro tiempo.
Sería de gran ventaja, para un verdadero estudiante, conquistar la
independencia
económica durante los estudios universitarios. Muchos jóvenes trabajan ya
como maestros en escuelas privadas, como periodistas, artistas, asistentes,
comerciantes, etc. Muchos ya son empleados en un laboratorio, o en la
diplomacia: estos trabajadores tienen mayor probabilidad de trabajar por amor
a los estudios y por el progreso humano y no por una meta individual e
inmediata. Si se emplean por algunos años más poco importa, porque sus
estudios nunca deben tener fin.

Lo mismo se puede decir para aquellos que desean convertirse en profesores


universitarios: estudian, pero no van a la escuela y sin embargo se ganan
modestamente la vida precisamente para poder estudiar y alcanzar un día
objetivos cada vez más altos. Una persona que estudia no debe preocuparse
por un examen como un niño que teme a los gritos de su padre que lo
mantiene, no debe estar forzado a copiar para obtener una buena calificación.
Un adulto debe, sobre todo, saber conquistar la propia independencia y su
propio equilibrio moral. Se deberían ofrecer todas las facilidades posibles para
crear alguna forma de trabajo que permita que los estudiantes se inicien en la
independencia económica, de modo que sean enteramente libres para estudiar
y capaces de encontrarse un puesto adapto según su propio valor.

La vida del ser humano se podría comparar a las tres etapas de Cristo.
Primero el Niño Jesús, milagroso y sublime: es la época de la “sensibilidad
creativa”, de la construcción mental, capaz de una actividad férvida, ardiente,
en la que se deben sembrar todas las semillas de la cultura.

En seguida, la época de la adolescencia: época de revelaciones interiores, de


las sensibilidades sociales. Es la edad en que Jesús adolescente se detuvo a
discutir con los doctores y se olvidó de su familia, ya no habla como un niñito
sino como un brillante maestro y después se dedica a los trabajos manuales y
ejerce un oficio.
Por último, viene el hombre que se alista para su misión en el mundo. ¿Y qué
hace Él para prepararse? Enfrenta al diablo y lo vence. Es la preparación. El
hombre tiene la fuerza de conocerse y de enfrentar los peligros, las tentaciones
del mundo, para empeñarse y para vencer. Según el sentido literal, las
tentaciones a vencer son las del Evangelio: la tentación de la posesión y la
tentación del poder. Existe en el hombre algo que está más allá de las
tentaciones: él puede comprender el único medio para crear un mundo
purificado, potente y rico; saber vencer individualmente las tentaciones de
poseer y de poder.

Este es el camino que nos lleva a Su reino. Pero para encontrarlo mediante la
educación, hay que dirigirse hacia el niño y considerarlo bajo otro aspecto.

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