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ELECTROSHOCK

Este fragmento fue extraído de las clases teóricas dictadas por Christian Ferrer, profesor
titular del seminario de Informática y Sociedad de la carrera de Ciencias de la
Comunicación; facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires; segundo
cuatrimestre de 2003.

"La primera víctima de la silla eléctrica respondía únicamente al nombre de "Dash". Era un
perro de la calle que fue utilizado para probar la eficacia de la electricidad cuando es
aplicada al arte de matar. Ocurrió en New York el 30 de junio de 1888. En un reciente
libro, Executioner´s Current: Thomas Edison, George Westinghouse and the Invention of
the Electric Chair, cuyo autor es Richard Moran, se cuenta que primero le hicieron pasar
300 voltios por el cuerpo de Dash, lo que lo hizo aullar; luego se intentó con 400 voltios,
que tampoco lograron acabar con su vida; al fin se subió la corriente a 700 voltios, lo que
le dejó la lengua colgando, pero aún seguía vivo. Al cuarto intento el perro murió. La
comisión estatal encargada de buscar un método alternativo a la horca, que era el único
establecido hasta ese momento, consideró treinta y cuatro posibilidades distintas (que
incluían, increíblemente, la eyectación desde un cañón, el hervido, y el abandono en
medio de una jauría de animales salvajes) y pronto redujeron el abanico a cuatro: el
garrote vil, la guillotina, inyecciones hipodérmicas (rechazada porque "la morfina podría
legar a eliminar en el reo el gran miedo de la muerte" y la electrocución, que fue la
elegida. Thomas Alva Edison, el inventor de la lamparita de luz y del fonógrafo, fue uno de
los consultados y recomendó recurrir a la energía alterna. Dos años más tarde, Francis
Kemmler, quien había asesinado a su mujer, fue el primer hombre que sería sentenciado a
morir electrocutado. La nueva fórmula judicial que le fue leída es la siguiente: "Has sido
condenado a sufrir la pena de muerte por medio de la electricidad". El sentenciado
respondió al tribunal: "Estoy dispuesto a morir por la electricidad. Soy culpable y debo ser
castigado. Estoy listo para morir por la electricidad que por el colgamiento. No me causará
ningún dolor". Se equivocaba. (....)

TIBBLES

Este fragmento fue extraído de las clases teóricas dictadas por Christian Ferrer, profesor
titular del seminario de Informática y Sociedad de la carrera de Ciencias de la
Comunicación; facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires; segundo
cuatrimestre de 2003.
"A uno de los relatos más antiguos que conocemos sobre la relación entre los hombres y
animales se lo encuentra en el Génesis donde se cuenta la historia del Arca de Noé. Dios,
una vez que le informa a Noé del próximo diluvio que él mismo provocaría a fin de acabar
con la iniquidad de los hombres, le dice:"Todas cuantas cosas hay sobre la tierra
perecerán. Más contigo yo estableceré mi alianza y entrarás en el arca tu y tus hijos, tu
mujer y las mujeres de tus hijos. Y de todos los animales de toda especie meterás dos en
el arca, macho y hembra, para que vivan contigo. De las aves según su especie, de las
bestias salvajes según la suya, y de todos los que se arrastren sobre la tierra según su
casta: dos de cada cual entrarán contigo para que puedan conservarse. Por lo tanto
tomarás contigo de toda especie de comestibles, y los pondrás en tu morada, y te servirán
tanto a ti como a ellos de alimento". Cabe rescatar de este famoso pasaje las órdenes que
Dios da a Noé: que salve no solamente a un núcleo humano sino que se ocupe de la
salvación de los animales, y no sólo de las consecuencias del diluvio, sino que también
asegure su conservación y reproducción; luego, que conviva con los animales en el arca, es
decir, que compartan su suerte mutuamente; y por fin que garantice la nutrición de esos
animales, que han sido extirpados de su ambiente natural, a pesar de ser inocentes de
toda iniquidad. Cabe destacar también que fueron animales los que avistaron la tierra
nuevamente para los seres humanos, pues primero Noé soltó a un cuervo, que no volvió, y
luego a una paloma, que volvió con una ramita de olivo en el pico, siendo eso el emblema
de la paz de ahí en más. Así como la orden que recibió Noé lo obliga a estar al cuidado de
los animales, el arca misma es la metáfora de la comunidad de todos los seres en los
momentos difíciles.

Una anécdota puede ayudar a entender el significado del término "descuido humano" en
relación con los animales. Ocurrió en 1893. Ese año se hizo un descubrimiento notable en
Nueva Zelanda. En una pequeña isla llamada Stephens, que está ubicada en el Estrecho de
Cook, que separa las dos grandes islas, la Isla del Norte de la Isla del Sur, habían
sobrevivido especies animales, particularmente pájaros incapaces de volar, que hacía
siglos estaban extintos en el resto del archipiélago. Rápidamente el gobierno neocelandés
declaró a la isla reserva natural y prohibió las visitas humanas a esa cápsula quedada en el
tiempo con el fin de que los científicos pudieran hacer investigaciones. Pero un año más
tarde todos los pájaros estaban muertos. Conocemos el nombre del asesino, sin embargo
inocente. Se llamaba "Tibbles", y era un gato.

Como se sabe, Oceanía es un continente que, debido a la separación de tierras que


causaron los desplazamientos continentales de millones de años atrás, quedó desligado
de la suerte natural de las otras tierras. En Nueva Zelanda, para cuando llegaron los
Maoríes desde la Polinesia, y allí se establecieron, hacia el año 1300 después de Cristo,
había pájaros gigantes llamados Moa, dieciséis especies de ellos. El pájaro Moa era el ave
gigante más grande que existía en el mundo, aunque algunas de sus especies no pasaban
del tamaño de un pollito. Se extinguieron hacia el año 1600, pues los Maoríes se
alimentaban de ellos. Sin embargo, en la isla Stephens habían sobrevivido varias especies
de aves no voladoras, intocadas por ningún contacto humano desde hacía millones de
años. Los Maoríes no parecen haberse interesado en esa isla. El gobierno neocelandés
decidió construir un faro en la isla, y en 1898 envió a un farero, quien a su vez llevó un
gato por compañía. En un solo año Tibbles había acabado con la vida de todos los pájaros
no voladores. Un solo año de contacto con los seres humanos había destruido a noventa
millones de años de evolución. Para siempre. Esto enseña que el "ecologismo" no consiste
en mezclar a todos los animales en un solo circuito, sino en respetar el medio en el que
ellos, y nosotros, vivimos. No han sido pocos los millonarios que han importado jabalíes o
ciervos para cazar en sus propiedades, y luego éstos se convirtieron en plagas. A veces
animales y seres humanos no deben convivir juntos. Un caso forestal sirve de ejemplo: la
localización del árbol más viejo del mundo hasta ahora identificado, de unos cuatro a
cinco mil años, en los Estados Unidos, está mantenida en secreto hasta que éste muera.
Los árboles mueren de pie pero tardan mucho. Ese árbol viene muriendo hace cientos de
años, pero no hay motivo alguno para permitir que una horda de turistas ayude a
marchitarlo más rápido".

HISTORIA DEL "ESPECISMO" Y SUS CONTRADICTORES

Este fragmento fue extraído de las clases teóricas dictadas por Christian Ferrer, profesor
titular del seminario de Informática y Sociedad de la carrera de Ciencias de la
Comunicación; facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires; segundo
cuatrimestre de 2003.

"Quien lea la Biblia quizás se sorprenda al darse cuenta que en el paraíso Adán y Eva no se
alimentaban de carne animal. Aparentemente, eran vegetarianos, o bien Dios no era
argentino. Según se lee en el Génesis "Dios le concedió al hombre dominio sobre los
animales". El problema consiste en interpretar la palabra "dominio" en ese contexto. Fue
recién en 1988 cuando una Encíclica Papal emitida por Juan Pablo II estableció que "el
dominio concedido al hombre por el creador no es un poder absoluto". Hasta entonces
primaba la vieja idea de Santo Tomás de Aquino de que el hombre dispone de permiso
para hacer uso de los animales, advirtiéndose solamente contra la crueldad innecesaria.
San Francisco de Asís fue una anomalía en esta historia: él reclamaba compasión con los
animales, y los consideraba sus iguales. Compasión significa "padecer junto al otro".

Sabemos que en la antigüedad Pitágoras era vegetariano, pues creía que las almas
humanas transmigraban hacia los animales. Leonardo da Vinci también fue vegetariano, al
igual que Montaigne y Voltaire. Pero en la filosofía de Descartes, que ejerció una
influencia enorme durante siglos, los animales eran autómatas, máquinas que no
experimentaban placer o dolor. Pero a fin de cuentas, los libros que se dedicaron a pensar
la cuestión de los animales fueron poquísimos. Entre la antigüedad y el año 1970 pueden
contarse tan solo unos cien títulos dedicados al tema, o que bien le dedican una parte
sustancial de sus contenidos al problema. En cambio, en las últimas tres décadas ya son
miles los estudios y libros que han tratado la cuestión de los "derechos del animal".
Evidentemente, la difusión del ecologismo y la creciente preocupación pública por la
desaparición de especies animales en todo el mundo son dos de las causas que ayudan a
explicar esta proliferación de trabajos.

Entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX se fundaron las primeras sociedades
filantrópicas, también conocidas como "sociedades de protección al animal". Su propósito
era combatir la crueldad con los animales. Las primeras víctimas que fueron defendidas
por estas sociedades no fueron perros o gatos, como podría suponerse, sino caballos,
asnos y mulas. Es sencillo deducir por qué: las sociedades filantrópicas surgen a medida
que se desarrolla la revolución industrial y se exaspera el crecimiento urbano
descontrolado. Los caballos, asnos y mulas, la así llamada "tracción a sangre", eran los
medios de viabilidad más habituales de la época, y el maltrato era continuo y a la vista de
todos. A fines del siglo XIX aparecieron las organizaciones en contra de la vivisección, que
se dedicaban mayormente a crear conciencia contra esa práctica. La cuestión de la lucha
contra la disección en vivo de animales cobra sentido en una época en que la
experimentación científica se estaba "profesionalizando", en que se requerían cada vez
mayores cantidades de animales para experimentar, y en la cual se practicaba la
vivisección obligatoriamente en las escuelas públicas. También a fines de ese siglo
aparecieron las sociedades promotoras del vegetarianismo".

" (...) Solemos pensar que el "naturismo" es un invento contemporáneo propio de las
sociedades "desarrolladas" y que involucra a costumbres de cierta clase media. Nada más
erróneo. El naturismo fue una doctrina ampliamente difundida desde finales del siglo XIX,
en especial por los anarquistas. Los anarquistas, preocupados por mejorar la calidad de
vida e los trabajadores, desarrollaron una ecología social de los pobres que es poco
conocida. En este "ecologismo popular" confluían distintas ideas: la propagación de la
"buena vida", el fomento de una alimentación "proteínica racional" en los barrios obreros;
la difusión de la "biofilia" o amor a la vida; la práctica del vegetarianismo, es decir, la
alimentación a base de proteína vegetal; la creación de centros de medicina natural; la
difusión de la idea de la "procreación conciente" o responsable. En definitiva, el naturismo
como ideal de vida social. El naturismo se difundió particularmente entre los anarquistas
españoles, y ello implicó la fundación de comunas vegetarianas, el establecimiento de
restaurantes vegetarianos y la organización de piquetes contra carnicerías. En las escuelas
"racionalistas", fundadas por maestros anarquistas, no se practicaba la disección de
animales, sino que se enseñaba la vida de la naturaleza a través de excursiones al campo,
o por medio de paseos por la ciudad destinados a identificar y escuchar los pájaros, o bien
incluso aprendiendo a inspeccionar los nichos de insectos que se ocultan debajo de las
baldosas. Lo que se buscaba era que la existencia humana estuviera en equilibrio con la
naturaleza, intento que quedó trunco con el declive de los sindicatos anarquistas hacia la
década del ´30. La relación entre vegetarianismo y anarquismo no supone una
excentricidad política o doctrinaria, sino una profunda comprensión de la cultura popular.
Los pobres siempre han comido vegetales, pues la carne animal (conejos, jabalís, ciervos,
ostras, faisanes) ha sido siempre un privilegio de ricos. Al ganado, los pobres siempre lo
han cuidado para poder consumir la leche y sus derivados (...)"

"Entre 1930 y 1975 las sociedades de protección al animal fueron los organismos más
conocidos, y casi los únicos, en la defensa de sus "derechos". Sin embargo, fueron muy
escasos los resultados logrados, justamente porque no hacían política, sino "campañas de
concientización". Eran "filantrópicas" y no movimientos políticos, porque en Europa y
Estados Unidos, donde llegaron a ser ricas y poderosas, podían recibir donaciones
únicamente si renunciaban a la acción política. Muchas empresas donaban fondos a estos
organismos a fin de serles descontados impuestos. Sin embargo, una época en que se
criaba intensamente el ganado para matarlo, en que aparecían miles de males
desconocidos antes a causa del tipo de alimentación no natural (la así llamada "vaca
loca"que llevó al sacrificio de millones de cabezas de ganado cinco años atrás en Europa),
en fin, una época en que se contaban por millones los animales con los que se
experimentaba en laboratorios, ya necesitaba de otro tipo de acción política y de formas
distintas de relación con lo público y el Estado. Como consecuencia lógica de la acción de
los movimientos por los derechos de las minorías, hizo su aparición el moderno
"Movimiento de Liberación de los Animales", que copiaba los métodos y algunos de los
propósitos de esos otros movimientos sociales. Aquí la política no se reducía a la
filantropía, sino que se propagaba una nueva definicón de la relación entre el hombre y el
animal. Ocurrió hacia 1975".

PETER SINGER Y LA DEFINICIÓN DEL ESPECISMO

Este fragmento fue extraído de las clases teóricas dictadas por Christian Ferrer, profesor
titular del seminario de Informática y Sociedad de la carrera de Ciencias de la
Comunicación; facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires; segundo
cuatrimestre de 2003.

En 1975, un joven filósofo australiano nacido en 1946, Peter Singer, publicó un libro
titulado Animal Liberation. Se transformaría en un éxito en ventas, lo cual es raro para un
libro de filosofía. Ya lleva vendidos un millón de ejemplares. Esa cifra supone un interés
público en el tema. Más adelante, Peter Singer se transformaría en un renombrado y
polémico especialista en problemas de bioética, autor de numerosos libros casi todos
publicados en castellano, y al fin, desde hace unos años, es Profesor de ética en la
Universidad de Cambridge. Poquísimas han sida las veces en que un filósofo ha tenido la
oportunidad de dejar su nombre vinculado a un concepto, o a una actitud, y sin duda
nunca tan rápidamente. Voltaire y Maquiavelo ya son voces del diccionario. En otros
casos, conceptos como "luchas de clases", "dialéctica del amo y del esclavo" o "voluntad
de poder" son inmediatamente asociables a Marx, Hegel y Nietzsche. En el caso de Peter
Singer, su nombre quedará para siempre vinculado al concepto de "especismo" al cual
definió y pensó.

Es importante hacer notar que Singer evitó colocar la palabra "derechos" en el título de su
libro, pues siendo un adherente a las tesis de la filosofía utilitarista, se propone pensar el
problema en relación a los "intereses" de un grupo, en este caso, los animales.
Comentemos los argumentos del libro de Singer. El entiende a la crítica del especismo
como una exigencia ético-política que puede permitirnos ampliar nuestro horizonte moral.
Nos propone entonces un "giro mental". Sostiene que la discriminación en base a la
"especie" es equivalente al racismo. Singer, que profesa el utilitarismo, propone seguir
principios morales que disminuyan el sufrimiento y aumenten el binestar de todos. Por lo
tanto, no sería aceptable explicar la inferioridad de la especie en función de los intereses
de un grupo definido por su status superior. La lucha por la "liberación animal" sería una
batalla moral destinada a evitar que se siga provocándose sufrimiento al reino animal.
Aquí Singer amplía los límites del pensamiento utilitarista clasico, pues tener
consideración hacia los intereses de todos no se restringiría arbitrariamente a los
miembros de la propia especie. ¿Cuáles son los atributos del "especismo"? El especismo
supone pautas de comportamiento que siempre benefician al mismo grupo. Además, el
grupo "explotado" no puede autoorganizarse en defensa propia. Encima, casi todos los
grupos "opresores" están directamente beneficiados de la opresión y se benefician de ella.
Luchar contra el especismo supondría entonces cambiar nuestra mentalidad y el lenguaje
mismo con el que nos referimos al reino animal. Singer insiste en que la liberación de los
animales es también la liberación de los seres humanos, porque somos también animales.

Ahora bien, Singer nos dice que el principio de igualdad no exige un tratamiento igual o
idéntico para con todos, sino una misma consideración hacia los intereses de todos, para
lo cual primero habría que aceptar que los animales tienen intereses. Y el primer interés
de un animal es no sufrir. Pero sólo los humanos podrían restringirse entonces de causar
dolor a propósito. Sería una restricción que parte de un principio moral. Pues la demanda
de igualdad es un presupuesto ético, y no la afirmación de un hecho. En otras palabras, no
hay pruebas científicas para "comprobarlo" y, de hecho, en el pasado se publicaban libros
"científicos" que sostenían la inferioridad "natural" de los esclavos, o de las mujeres, o de
personas que no fueran bancas. La demanda de igualdad, en tanto horizonte moral y
político, no depende de la raza, la inteligencia, la fuerza física u otros factores. Opera
como una norma orientadora relativa a como debiéramos tratar a los seres humanos.
Pero Singer propone que la demanda de igualdad debe medirse en relación a los interes
de todos los seres, sean humanos o no-humanos. Justamente el especismo niega los
intereses de otras especies a partir de los prejuicios favorables a la propia especie. Pero
¿cuál es el interés a tener en cuenta aquí? Jeremías Bentham, uno de los fundadores del
utilitarismo, sostenía que la capacidad de sufrimiento es la característica básica que le
otorga a un ser el derecho a una consideración igual. De modo que la capacidad de sufrir o
gozar es un requisito para tener cualquier otro interés. Si un ser sufre no puede haber
justificación moral alguna para negarse a tener en cuenta su sufrimiento.

¿Qué puede contra-argumentársele a Singer? El mismo desactiva las objeciones. Primero:


se puede decir que los animales carecen de inteligencia humana. Pero sabemos que un
mono es más inteligente que un bebé, y no por eso consideramos a un bébe un inferior.
Segundo: se suele decir que los animales no son autónomos, en el sentido en que lo son
los seres humanos. Pero tampoco un enfermo grave o un bebé lo pueden ser, y no por eso
los descuidamos. Tercero: se dice que los derechos suponen reciprocidad, y los animales
no la conceden. Pero tampoco los niños suelen dar reciprocidad, ni tampoco puede darlo
quien experimenta una "vida vegetativa", y el hecho de que las futuras generaciones no
estén todavía aquí no necesariamente nos debería habilitar para destruir la tierra. Cuarto:
algunos argumentan que los animales no pueden articular un lenguaje, y en este sentido
no puede pensarse una continuidad con lo humano. Pero tampoco los bebés pueden
hacerlo, aún cuando dispongan de la facultad para desarrollarlo en el futuro, y en otras
épocas los sordomudos carecían de lenguaje. Un argumento que también podría ser dicho
es que esos supuestos intereses de los animales serían definidos y promovidos por los
propios seres humanos. Pero justamente a eso es a lo que Singer llamaba "un cambio de
mentalidad". Es decir, la ampliación de nuestra esfera de inquietud moral hasta incluir a
los animales no-humanos y dejar así de tratarlos como si fueran utilizables para cualquier
finalidad.
Tengamos en cuenta que ciertas industrias que industrializan animales son inmensamente
crueles, por ejemplo, la caza de animales por su piel, en general hecha con trampas que
causan un intenso dolor, o que hacen agonizar al animal durante días. O bien la compra-
venta de animales "exóticos" que acaban por exintinguir a una especie. O bien,
subproductos de ese negocio como adquisición ilegal de polvo de cuerno de rinoceronte,
habitual entre los ricos de extremo oriente por creer que es un afrodisíaco, y que
probablemente termine con la actual población de rinocerontes en un par de décadas. La
cría de ganado, a su vez, supone la castración, la separación de madre e hijo, el marcado,
el transporte al matadero, y la muerte antes de tiempo. Ninguno de estos actos podrían
serles practicados a los seres humanos sin quebrantar la ley, sea ésta legal o moral. De allí
que para Singer, el vegetarianismo constituya a la vez una forma política de boicot y un
modo de transformación socio-histórico de la vida. Singer no descuida el costado
económico en su crítica: el ganado necesita de alimento proveniente de tierras de cultivos
que podrían alimentar al hombre. En otras palabras, la cría de ganado sería anti-
económica, desde el punto de vista moral del vegetariano, pues los vegetales producen
diez veces más proteínas que la carne. A la vez, se destruyen y talan bosques para hacer
lugar a tierras de pastoreo, fenómeno que se ha agudizado en Centroamérica y todo para
exportar carne al primer mundo. También las flotas pesqueras capturan un cincuenta por
ciento de pesca inservible, que muere en el buque- factoría. En Occidente, la práctica del
vegetarianismo no tiene dos siglos. La primera "sociedad vegetariana" fue fundada en
1874. Pero en China e India hace miles de años que la comida está preparada a base de
vegetales.

La posibilidad de comer a un animal o de permitir que se hagan experimientos con ellos


depende del ocultamiento del proceso, en particular a los niños. De hecho, comemos el
cadáver de un animal que ha sido matado. Qué, además, se los mate con crueldad, es un
rasgo específicamente humano. Los animales no parecen estar interesados en la conducta
cruel. En la actualidad hay numerosos movimientos por la liberación animal que, gracias a
sus acciones, han logrado hacer disminuir el negocio de las pieles y han podido terminar
con la experimentación con animales en algunas industrias. No es poco para un
movimiento nuevo. Algunas de estas acciones han sido violentas, otras se han sostenido
en fuertes campañas públicas de concientización, y otras aún de la acción inteligente de
una sola persona, dispuesta a golpear y negociar, como lo fue el caso de Henry Spira, del
que inmediatamente hablaremos. Pero cabe hacer recordar que, en 1988, una
adolescente norteamericana llamada Jennifer Graham inició un juicio al Estado de
California por habérsele bajado la nota en la clase de biología luego de haberse negado
ella a realizar una vivisección. La niña ganó el juicio, y hubo que cambiar la ley: de allí en
adelante no pudo exigirse a un alumno que practique obligatoriamente una disección en
vivo a un animal".
LA GUERRA DE UN SOLO HOMBRE

Este fragmento fue extraído de las clases teóricas dictadas por Christian Ferrer, profesor
titular del seminario de Informática y Sociedad de la carrera de Ciencias de la
Comunicación; facultad de Ciencias Sociales; Universidad de Buenos Aires; segundo
cuatrimestre de 2003.

"El 15 de abril de 1980 un aviso pago a página entera fue publicado en el New York Times,
el diario más importante de esa ciudad y de los Estados Unidos. El aviso mostraba a un
conejo blanco e incluía la siguiente pregunta: "¿A cuántos conejos deja ciegos Revlon por
causa de la belleza?". Ese aviso logró que Revlon, una gran corporación que se dedica a la
cosmética, perdiera ese mismo día cientos de miles de dólares en la Bolsa. Quien había
puesto ese aviso era Henry Spira, maestro de escuela y único miembro de una
organización dedicada a la "liberación animal" llamada Animal Rights International. Ante la
falta de respuesta de Revlon, el aviso se repetiría dos veces más, hasta que, un año
después, Revlon se rindió. La empresa aceptó dejar de experimentar productos
cosméticos en conejos, y donó 750.000 dólares a la Universidad a fin de desarrollar tejidos
artificiales en los cuales testear esos productos. Luego, las demás empresas cosméticas
importantes también renunciaron una detrás de la otra a experimentar con conejos,
temerosas del alto costo a pagar, en términos de "publicidad negativa": prefirieron
negociar. Hasta ese momento la pasta de rouge o de rimmel era testeada en los ojos de
los conejos, a los que se le embadurnaban la piel próxima a fin de averiguar qué efectos
producía el exceso de sustancias cosméticas. El resultado era la ceguera final del animal,
previa ulceración progresiva de la zona. Tales experimentos que, legalmente no se podían
hacer con humanos pero sí con animales, no eran conocidos, en general, por las
"usuarias". Aquella publicidad logró su cometido, en parte porque apuntó a conmocionar
la sensibilidad pública, y en parte porque golpeó sobre una corporación que difícilmente
podría haber defendido experimentos cuya "utilidad pública" era, por entonces, dudosa.

Un solo hombre, apoyado por simpatizantes, había logrado derrotar a una gran empresa.
Fue importante en ese triunfo el hecho de que el objetivo de su ideólogo, Henry Spira,
fuera negociar, es decir, darle tiempo a la empresa para que pudiera reconvertir el testeo
de sus productos. La contrapartida suponía el fin de las acciones militantes contra Revlon.
Pero más importante es la vida del propio Spira. Esa vida demuestra todo lo que un
hombre decidido, práctico y con una idea puede hacer. Henry Spira había nacido en 1927
en Antwerp, Holanda. De familia judía, todos dejarían Europa en 1938 previendo la
tormenta y la matanza que se avecinaba. Emigraron a Panamá, donde Henry Spira
aprendió el castellano. En 1940 la familia Spira se estableció en New York, y el hijo
adolescente pronto comenzaría a activar entre grupos sionistas (...)"

"El 5 de abril de 1973 un joven filósofo, Peter Singer, publica en la revista The New York
Review of Books un comentario favorable a la edición reciente de un par de libros que
trataban el tema de los derechos del animal. En si, sería uno de los primeros artículos en
tratar la cuestión desde un punto de vista filosófico-político, y además en una revista
respetada en el mundo del "progresismo" norteamericano. En ese mismo año Spira lee en
un pequeño diario trotskista una crítica a la crítica de Singer, básicamente una denuncia
de la "bancarrota - intelectual - de - los - liberales - de - izquierda - que - en - vez - de -
defender - a - los - trabajadores - se - dedicaban - a - causas - innecesarias". Pero Spira
busca el artículo original de Singer. Al año siguiente, 1974, Singer ofrece un curso en la
Universidad de New York, que era un avance de sus investigaciones que confluirían en la
publicación de su libro Animal Liberation. Se anotaron veinte alumnos, y uno de ellos era
Henry Spira. El curso se ofreció a la manera de "extensión universitaria" y eso permitió a
Spira matricularse, ya que no tenía estudios "superiores". Al final del curso, seis de los
estudiantes formaron el núcleo original del nuevo movimineto de liberación animal. El
objetivo del grupo consistía en adaptar la tradición de lucha del feminismo y del
movimiento por los derechos civiles a las luchas en favor de los animales.

Decidieron comenzar por un caso ejemplar, el Museo de Historia Natural, que no sólo
funcionaba como museo sino también como laboratorio. Spira se informó que desde hacía
quince años allí se realizaban experimentos con felinos. Se les extirpaban sus órganos
sexuales y se les producían lesiones cerebrales a fin de averiguar como afectaba ello a su
conducta reproductiva. Un experimento tan cruel como innecesario. Aprovechándose de
que en Estados Unidos cualquier ciudadano puede pedir información al gobierno acerca
del uso que se le da a los dineros públicos, Spira logró averiguar que ya se habían usado
millones de dólares en experimentos crueles llevados a cabo en esa renombrada
institución. El grupo comenzó una campaña con carteles y reparto de panfletos en las
puertas del Museo, y se llegaron a realizar escraches en el barrio en que vivía el
investigador en jefe del laboratorio. Luego varias radios tomaron el caso. En uno de los
piquetes frente al Museo un volante le fue entregado a un hombre trajeado, quien se
acercó a Spira, ofreciéndole su tarjeta y explicándole que él era vegetariano y también
publicista, y que si alguna vez deseaba mejorar la presentación de los panfletos, que lo
llamaran. Cuatro años más tarde, Spira lo llamaría por teléfono. Bien, al principio, el
Museo no reaccionó, pero pronto se vio obligado a defender a sus experimentos. Por
entonces, Spira convenció a un joven legislador de la ciudad de New York, Ed Koch, que
una década después se transformaría en el alcalde de la ciudad, a realizar una visita al
museo. A la comisión legislativa que visitó el museo le fueron mostradas las jaulas con
animales y el laboratorio. Koch inquirió por la naturaleza de los experimentos que allí se
estaban realizando y le explicaron que se había encerrado a un gato macho con lesiones
cerebrales inducidas en una jaula donde también había un gato hembra y conejo hembra,
con el objetivo de saber cómo la lesión afectaba la preferencia sexual del felino. Koch les
preguntó que sucedía entonces. Le respondieron que el gato se iba indistintamente con la
coneja o con la gata. Koch les preguntó: "¿Y qué opina la coneja de todo esto?".
Claramente los millones de dólares gastados en un experimento insensato carecían de
sentido. Hay que tener en cuenta que el clima de opinión por aquellos años no favorecía
este tipo de activismo en favor de los animales. Por un lado, los "líderes de opinión", los
políticos, y los periodistas no tomaban en serio a estos problemas. Por otra parte, el
desprecio de la comunidad científica por quienes objetaban los experimentos con
animales era inconmensurable. La comunidad científica los consideraba "fanáticos anti-
ciencia". Sin embargo, Henry Spira se cuidó siempre de atacar a la ciencia. Para él, el
problema consistía en la experimentación innecesaria, que era la mayor parte de la
misma. Pero al fin la presión de la opinión pública logró que el Museo se viera obligado a
suspender los experimentos y a deshacerse de los investigadores. Una de las razones de
esa suspensión fue que en octubre de 1976 la revista más prestigiosa del mundo de la
ciencia, Science, publicó un artículo criticando las investigaciones llevadas a cabo en el
Museo. Eso fue el golpe de gracia para esos experimentos sórdidos (....)"

"Pero para Henry Spira ese trinunfo fue sólo el comienzo. El siguiente paso lo llevó a
enfrentarse con la industria de la cosmética, consiguiendo un triunfo casi inimaginable en
décadas anteriores. Luego, en los años noventa, Spira diseñó una campaña destinada a
conmover a un gigante, Mc Donald´s. Pues si los experimentos "científicos" realizados en
el Museo de Historia Natural suponían la castración y daño de cientos de felinos, y si la
experimentación en cosmética atañía a la suerte de miles y miles de conejos, la
producción de carne vacuna o de pollo para hamburguesas implicaba la muerte de
millones de animales. Sin embargo, la campaña contra Mc Donald´s terminó en un juicio
iniciado por la empresa que años después sería perdido por Spira. A pesar de ello, el juicio
se constituyó en una victoria "pírrica" para Mc Donald´s, que ni siquiera intentó cobrar los
cientos de miles de dólares que le fueron cargados a Henry Spira. Eso hubiera terminado
por generar más animosidad contra la empresa. Henry Spira antes de morir en el año
2001, consiguió muchos logros para la causa de "liberación animal", justamente porque él
hizo política, aquello que las sociedades filantrópicas anteriores se habían negado a hacer.
Pero, además, porque Henry Spira reconoció el potencial filosófico y político que se
escondía detrás de la palabra "liberación", que fue una de las demandas clave de los años
sesenta y setenta."

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