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La Justicia.

La justicia es la concepció n que cada época y civilizació n tiene acerca del bien


comú n. Es un valor determinado por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la
armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco
adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y
permitiendo acciones específicas en la interacció n de individuos e instituciones.

Este conjunto de reglas tiene un fundamento cultural y en la mayoría de sociedades


modernas, un fundamento formal:

 El fundamento cultural se basa en un consenso amplio en los individuos de una


sociedad sobre lo bueno y lo malo, y otros aspectos prácticos de como deben
organizarse las relaciones entre personas. Se supone que en toda sociedad humana, la
mayoría de sus miembros tienen una concepció n de lo justo, y se considera una virtud
social el actuar de acuerdo con esa concepció n.
 El fundamento formal es el codificado formalmente en varias disposiciones
escritas, que son aplicadas por jueces y personas especialmente designadas, que tratan
de ser imparciales con respecto a los miembros e instituciones de la sociedad y los
conflictos que aparezcan en sus relaciones.

La Justicia es para mí aquello cuya protección puede florecer la


ciencia, y junto con la ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la
Justicia de la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la
democracia, la justicia de la tolerancia.
Hans Kelsen
Mitología griega:
Astrea: Deidad femenina griega (justicia moral), hija de Temis.

Dice: Deidad femenina griega, hija de Temis.

Temis: Deidad femenina griega (justicia divina), madre de Astrea.

Mitología nórdica:

Forseti: Deidad masculina nó rdica.

Mitología romana:

Iustitia: Deidad femenina romana.

Teorías o Doctrinas a cerca de la Justicia formulada a lo largo de la


historia.

Entre otras muchas teorías sobre la justicia, destacamos la de los filó sofos:

Platón: La Justicia como armonía social. En su libro "La Repú blica", Plató n
propone para la organizació n de su ciudad ideal, a través del diá logo de Só crates, que los
gobernantes de esta ciudad se transformen en los individuos má s justos y sabios, o sea en
filó sofos, o bien, que los individuos má s justos y sabios de la comunidad, es decir, los
filó sofos, se transformen en sus gobernantes.

Aristóteles: La Justicia como igualdad proporcional: Dar a cada uno lo que es suyo,
o lo que le corresponde. Dice que lo que le corresponde a cada ciudadano tiene que estar
en proporció n con su contribució n a la sociedad, sus necesidades y sus méritos personales.

Santo Tomás de Aquino: La Ley Natural. Dice que los ciudadanos han de tener los
derechos naturales, que son los que Dios les da. Estos derechos son má s tarde llamados
Los Derechos Humanos.
Para los utilitaristas las instituciones pú blicas se componen de una forma justa
cuando consiguen maximizar la utilidad (en el sentido de felicidad) agregada. Segú n
esta teoría, lo justo es lo que beneficia al mayor nú mero de personas a la vez.

Ulpiano: Justicia es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo


que le corresponde.

LA JUSTICIA COMO VIRTUD.

En la doctrina cristiana, justicia es una de las virtudes cardinales, cuya prá ctica


establece que se ha de dar al pró jimo lo que es debido, con equidad respecto a los
individuos y al bien comú n. La justicia de los hombres con Dios es denominada «virtud de
la religió n», correspondiendo a su debida adoració n y culto, entendiéndose
este deber como supremo acto de fe.

LA JUSTICIA DISTRIBUTIVA.

Un aspecto interesante de la organizació n de las sociedades es có mo se detentan


los recursos disponibles, los bienes producidos y la riqueza disponible. En principio, en la
mayoría de sociedades se han manejado dos conceptos parcialmente incompatibles sobre
qué es una distribució n justa de los bienes y la riqueza:

La justicia según la necesidad, sostiene aquellos que tienen mayores necesidades


de un bien deben poseer asignaciones mayores. En general este criterio es preponderante
al considerar la situació n de personas enfermas o con discapacidades y también a
segmentos de las sociedades con menos capacidad de procurarse bienes como los niñ os,
los ancianos y los marginados.
La justicia según el mérito, sostiene que aquellos que má s contribuyen a la
producció n de bienes y riqueza deben tener también una mayor proporció n de los
mismos. Algunos partidarios del liberalismo sostienen que poner en riesgo el criterio
anterior eliminaría un importante incentivo a la generació n de riqueza y el trabajo
contributivo.

Ya Marx en su Crítica al Programa de Gotha señ aló el error de confundir ambos


tipos de justicia. En la prá ctica en las sociedades modernas los dos criterios de justicia
distributiva coexisten en la asignació n de recursos, aplicá ndose con mayor o menor
prioridad uno u otro segú n el caso concreto.

LA JUSTICIA SOCIAL.

La justicia social remite directamente al derecho de los sectores má s


desfavorecidos de la sociedad, en especial los trabajadores, y al goce de los derechos
humanos sociales y econó micos, conocidos como derechos de segunda generació n, de los
que ningú n ser humano debería ser privado. Para graficar el concepto suele decirse que,
mientras la justicia tradicional es ciega, la justicia social debe quitarse la venda para poder
ver la realidad y compensar las desigualdades que en ella se producen. En el mismo
sentido se ha dicho que mientras la llamada justicia "conmutativa" es la que corresponde
entre iguales, la justicia "social" es la que corresponde entre desiguales.

La idea de justicia social está orientada a la creació n de las condiciones necesarias


para que se desarrolle una sociedad relativamente igualitaria en términos econó micos.
Comprende el conjunto de decisiones, normas y principios considerados razonables para
garantizar condiciones de trabajo y de vida decentes para toda la població n. Involucra
también la concepció n de un Estado activo, removiendo los obstá culos que impiden el
desarrollo de relaciones en igualdad de condiciones.
El filó sofo argentino Alejandro Korn sostiene que la justicia social es un ideal que
solo puede definirse a partir del hecho concreto de la injusticia social. Algunos
estudiosos, sostienen que el concepto «justicia social» se corresponde con la «justicia
distributiva» de Aristó teles, en tanto que la noció n de «justicia conmutativa» del estagirita,
corresponde a la idea clá sica de justicia, en la sociedades 

¿En qué consiste y si realmente existe la justicia?

Esta virtud tiene dos notas esenciales que la tipifican como virtud: la alteridad y la
exterioridad de la acció n justa. La primera exige que haya por lo menos dos personas (de
alter, un otro) pues no se puede dar algo sino a otro, a alguien; la justicia no nació con
Adá n sino con Eva. La segunda exige la existencia de una acció n exterior pues los hombres
no se comunican entre sí sino por acciones exteriores y no por interioridades subjetivas
íntimas. Hasta el amor necesita exteriorizarse, cuá nto má s la justicia que no consiste en
darse uno mismo como en aquél sino en dar algo, la "cosa justa".

La alteridad

Lo expuesto explica por qué puede darse un acto justo sin que éste provenga de la
virtud de justicia, que puede haber un acto justo prescindiendo de la intenció n subjetiva,
del á nimo interior de hacer un acto virtuoso moralmente. Es que hay una justicia objetiva
distinta de la justicia subjetiva, un acto y una virtud moral de justicia -la plenitud ética de
un acto justo-, y hay una justicia objetiva que se plasma en la realidad social prescindiendo
del á nimo moral con que el sujeto la realiza. Hay una justicia moral plenamente valiosa y
una justicia jurídica que prescinde de la intenció n interior de quien hace un acto
objetivamente bueno y justo etiam non considerato "qualiter" ab agente fiat.

Se dacia antes que Santo Tomá s definía la virtud como aquello que "hace bueno al
hombre que la posee y buena a la obra o acció n que él realiza" y ahora nos encontramos
con que hay actos que hacen buena y justa la obra que un hombre realiza, sin hacer bueno
a este hombre. Hay una justicia objetiva, incompleta moralmente, pero suficiente para que
se cumpla con el orden jurídico, una justicia que basta para que un acto pueda llamarse
justo en el campo del derecho y que consiste en "dar al otro su derecho" (ius suum
uniquique tribuendi) aun prescindiendo de la intenció n interior con que dicho acto se
realice, un acto que hace bueno el dar sin hacer bueno ni virtuoso a quien da al otro lo
justo, porque en este acto de dar lo debido consiste esencialmente la justicia. El modo de
hacer un acto justo que cae bajo el precepto de la ley consiste en hacer algo segú n lo que
manda el orden jurídico, no en hacer algo que provenga del há bito o virtud de justicia.

El derecho, dice Dabin, exige y le basta con que se haga la "cosa virtuosa" no el
modo de obrar del hombre virtuoso. La intenció n del legislador es doble:
a) hacer que por el cumplimiento del precepto se induzca en los ciudadanos la
formació n de la virtud de justicia, y
b) lo que pretende ordenar en un precepto determinado que es un acto de justicia,
pues no es lo mismo el fin del precepto y aquello acerca de lo cual se da el precepto, como
no es lo mismo el fin y aquello que se ordena al fin.

Dice Santo Tomá s que es propio de la justicia entre las otras virtudes que ordene al
hombre en aquellas cosas que dicen relació n a otro y ello importa una cierta igualdad,
como el mismo nombre lo está indicando, pues vulgarmente se dice de aquellas cosas que
se adecuan, que se igualan, que se ajustan. La igualdad, pues, se dice de una cosa con
relació n a otra, no con relació n a sí misma. Las otras virtudes perfeccionan moralmente al
hombre só lo en aquello que a él le atañ en y segú n sus condiciones. Así lo que es recto en
las obras de las otras virtudes y a lo cual tiende la intenció n de la virtud como a su propio
objeto, no se toma sino por comparació n al que tiene esa virtud. Pero lo recto en las obras
de la justicia se constituye por comparació n a un otro. Aquello, pues, en nuestro obrar se
dice justo cuando responde a otro segú n una cierta igualdad, como pagar lo justo al
vendedor de algo que se le ha comprado. En las otras virtudes la rectitud no se mide sino
aliqualiter (con qué á nimo o intenció n) obra el hombre; en la justicia, en cambio, algo se
dice justo cuando se ajusta o iguala a otro aun no considerando qualiter (con qué á nimo o
intenció n) obra el agente. Así pues el objeto de la justicia es lo justo, el derecho del otro. En
materia de la virtud de templanza, v. gr., un individuo deberá tener en cuenta para saber la
cantidad de alcohol que puede ingerir virtuosamente su estado de salud, las condiciones
de su hígado, etc., pero al dueñ o del negocio que le vendió la bebida le deberá pagar el
precio objetivo que ésta vale, deberá igualar con la cantidad de dinero que corresponde a
la bebida que compró cualesquiera sean sus condiciones personales, porque lo justo es el
precio y debe adecuarse a él. Lo justo dice siempre relació n a otro, y segú n una cierta
igualdad. Lo recto en la templanza se mide por las circunstancias del agente que só lo a él
conciernen; lo recto en la justicia le viene impuesto de afuera, de un otro, del derecho del
otro. La justicia es siempre ad alterum.

La exterioridad

La segunda característica de la justicia que hace posible que alguien cumpla con un acto
justo sin haber cumplido con un acto moralmente justo, esto es proveniente de la virtud
moral de justicia, consiste en que la acció n propia de la justicia ocurre en la exterioridad
del sujeto operante, en que la materia de la justicia es la acció n exterior segú n que ésta o
las cosas de que en ella se usan guarden la debida proporció n a otra persona y por ello el
medio de la justicia consiste en una cierta proporció n de igualdad de la cosa exterior a una
persona exterior. La materia de la justicia es la acció n exterior al sujeto operante y el
objeto de la misma es también exterior porque es el derecho del otro. Debe decirse, sin
embargo, que no cualquier acció n exterior es materia de la justicia como si lo fuera un acto
carente de conocimiento y de voluntad, porque entonces no se trataría de un acto humano
y el derecho tiene por materia pró xima las acciones humanas, como es obvio; la acció n
humana, materia de la ley jurídica, son los actos humanos en tanto que debidos a otro
quien sustenta el derecho a que ellos se realicen; si bien todo acto jurídico es exterior, no
todo acto exterior es acto jurídico, sino el "debido a otro".

De ambas características de la justicia resulta que puede darse una obra buena
(justa), un hacer lo justo sin que sea acompañ ado del á nimo interior de quien lo hace,
puede realizarse un acto justo jurídicamente sin que éste provenga de un hombre virtuoso,
de una persona justa. Alguien puede pagar una deuda no con la intenció n de cumplir con la
justicia sino por miedo a que se le inicie un juicio y se le rematen los bienes con intereses y
costas o con voluntad renuente y de éste no se puede decir que sea una persona justa, pero
sí que realizó un acto justo porque dio al otro (ad alterum) su derecho (ius suum) y esto,
jurídicamente, es un acto bueno. No ocurre lo mismo si se trata de alguien que hace ayuno
o se priva de un manjar no porque quiera cumplir un acto de templanza, sino porque no
tiene nada que comer; aquí el acto de templanza no tiene ningú n valor virtuoso. En las
otras tres virtudes (excepto la justicia) no se puede separar el acto de la intenció n
subjetiva.
En la justicia no ocurre lo mismo, se puede ejecutar un acto justo sin que éste
provenga de una actitud interior de la virtud de justicia, porque ésta es una virtud social
que se plasma en la comunicació n de los hombres entre sí y ésta está compuesta de actos
exteriores con relació n a otro, segú n expuse supra. Y como la materia y el objeto de la
justicia, esto es, las acciones exteriores y el dar a otro su derecho (su ius) se cumplen, lo
principal de esa virtud, un acto de justicia sin la intenció n virtuosa de hacer un acto justo
es, jurídicamente un acto justo y bueno socialmente, campo éste propio del derecho.
Descartado que en este caso no exista la virtud moral de justicia, hay una especie de justo
imperfecto, incompleto, un justo objetivo, pero que es jurídicamente valioso. Esto es así
porque el legislador humano no pretende sino que el modo de hacer un acto justo que
caiga en los términos de la ley, es que se haga algo segú n el orden del derecho y no que
provenga de la virtud de justicia; porque, ademá s, la autoridad humana no es capaz de
conocer y juzgar la interioridad de la intenció n íntima de las personas sino só lo la
exterioridad de sus actos. Justo se dice algo que tiene la rectitud de la justicia y en lo cual
termina la acció n de ésta aun no considerando qualiter (el á nimo íntimo) sea efectuado
por la persona.

Así es la justicia jurídica. Una persona puede hacer un acto de justicia sin ser un
hombre justo, puede hacer un acto socialmente bueno aunque él no sea bueno. Esta
situació n es muy comú n en el pago de los impuestos. Son muy pocos los que los pagan
porque es una obligació n de justicia para con el bien comú n de la sociedad; lo pagan
porque si no lo tendrá n que pagar con multa. Aun con esta aviesa intenció n han realizado
un acto justo. Esta primacía jurídica del acto externo sobre la intenció n subjetiva es lo que
permite al derecho recurrir a la coacció n para que lo justo se cumpla y lo que admite que
el pago pueda ser efectuado por un tercero.

La interpretació n que he dejado expuesta de ningú n modo implica sostener que el


derecho sea totalmente independiente de la moral; por el contrario ésta es la base y el
fundamento de aquél, ambos está n íntimamente unidos. No tendría valor un precepto
jurídico manifiestamente injusto o contrario al derecho natural, pues en tal caso má s que
de una ley se trataría de una corrupció n de la ley. De lo que se trata es que puede darse
una cierta "amoralidad" (no inmmoralidad) en el momento de la ejecució n del precepto
jurídico, situació n que viene exigida por las dos características de la virtud de justicia (la
alteridad y la exterioridad) que hacen que el derecho y lo justo puedan cumplirse y dado
por cumplidos independientemente del á nimo o intenció n del sujeto obligado, porque de
lo contrario ni el mismo diablo sabría decirnos si se ha cumplido o no con la justicia.
Ademá s, el realizar un acto justo, así sea con á nimo injusto, tiene un valor social que ayuda
a lograr el bien comú n de la comunidad, tarea propia de la justicia.

El orden jurídico se conforma con que se haga el acto justo sin averiguar cuá l es el
aspecto subjetivo moral del sujeto que lo realiza. Ni la autoridad ni los jueces serían
capaces de averiguarlo.

Sin embargo, no le es indiferente al Estado que los ciudadanos sean o no


moralmente virtuosos, que sean ellos mismos hombres justos. Aristó teles dice que el fin
de la ley es ir haciendo virtuosos a los ciudadanos por la repetició n del cumplimiento de
actos de justicia. Hacer un acto justo es fá cil, pero hacerlo a la manera del hombre
virtuoso, es decir, en forma expeditiva, firmemente y con deleite es difícil; para hacerlo así
necesitamos del há bito de la virtud moral de justicia. El hombre virtuoso obra
prontamente, sin dudas, sin dificultades y con delectació n. No obstante esta "amoralidad"
en el momento de la ejecució n del acto justo, que es vá lida en el orden jurídico, sería
deseable que los ciudadanos de todas las comunidades obraran en sus relaciones de
derecho movidos íntima y subjetivamente por la virtud moral de justicia. Así, la paz sería
má s honda y el bien comú n má s rico y estable.

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