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Las ondas gravitacionales fueron detectadas el 14 de septiembre del 2015, a las 09:51 GMT
por los observatorios mellizos Observatorio de Interferómetro Láser Avanzado de Ondas
Gravitacionales (LIGO), ubicados en EE.UU. Según los físicos, estas ondas gravitacionales
se produjeron en la última fracción de segundo durante la fusión de los dos agujeros negros
que culminó en un agujero negro más masivo.
Dicha fusión consistió en el “beso mortal” de dos agujeros negros cuya masa era entre 29 y
36 veces mayor a la del Sol. Su colisión liberó una energía equivalente a tres masas solares
que se propagó en forma de ondas gravitacionales en una fracción de segundo.
“Nuestra primera prioridad era asegurarnos de que no estábamos engañándonos a nosotros
mismos. Nos fijamos en cada posible explicación no astrofísica y sistemáticamente las
descartamos. Solo entonces dirigimos nuestra atención a las implicaciones astrofísicas. Esta
primera observación de ondas gravitatorias abre un nuevo campo de la astronomía, una en la que
'escuchamos' las vibraciones del espacio mismo usando instrumentos de sensibilidad sin
precedentes”, aclara Keith Riles, coautor del trabajo y profesor de física en la Universidad de
Michigan.
La confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales o lo que podríamos llamar el “sonido
del universo”, evidencia las visionarias predicciones expuestas por Einstein en la Teoría de la
Relatividad en 1916.